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Probablemente uno de los retos más interesantes que ha tenido que enfrentar la literatura
escrita por mujeres es la representación de la búsqueda de identidad femenina. Para resolver
este desafío artístico se han ensayado distintas propuestas para dotar de voz a una entidad que
históricamente ha permanecido marginada de los discursos literarios canónicos.
*Rosa María Burrola Encinas es profesora investigadora en el Departamento de Letras y Lingüística de la Universi-
dad de Sonora, México. Actualmente tiene como área de investigación la literatura hispanoamericana. Contacto:
rosamarq@capomo.uson.mx
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cruzan el género con otras marcas de identificación social y de acentos culturales. Estas
marcas remiten en América Latina a una pluralidad disímil de voces y estratos de iden-
tidad que derivan de espacios y tiempos irregulares, de memorias y tradiciones híbridas.
Sólo reinscribiendo lo femenino en un contexto de lecturas suficientemente múltiples
e interactivas, es posible dar cuenta de la heterogeneidad de posiciones culturales que
asumen los signos de identidad en América Latina […]. (Richard 1996:742)
Cabe aclarar que no voy tras la búsqueda de la diferencia de la escritura de esta obra respecto de
la literatura escrita por autores del sexo masculino, como si una y otra encerraran una esencia
universal y ahistórica. Pretendo, en cambio, apuntar hacia la forma concreta en que Caste-
llanos ha interpretado en Balún Canán el complejo problema de dotar de voz a un personaje
femenino, el cual se debate en un universo narrativo que registra las dolorosas contradicciones
de una sociedad jerárquica e intolerante. Una sociedad que marca tajantemente la separación
entre niños y adultos, mujeres y hombres, indios y blancos.
Los estudiosos del tema han hablado mucho del carácter autobiográfico, subjetivista, oral y testi-
monial de la literatura escrita por mujeres; sin embargo, creo que estos rasgos son propios de toda
una línea novelística hispanoamericana escrita tanto por autores de uno como de otro sexo.
En efecto, esta tendencia narrativa no es ajena a los procesos históricos y a la diversidad que
entraña la realidad que pretende configurar, de forma tal que quizás sea en el énfasis puesto en
la heterogeneidad cultural donde debamos buscar la contribución de las escritoras latinoameri-
canas. Precisamente esa pluralidad es objeto de representación artística en Balún Canán, donde
innegablemente la dimensión económica, política y social constituye un aspecto importante
del mundo representado. No obstante, más allá de este horizonte se plantea la conformación de
la subjetividad femenina en una sociedad escindida por abismos culturales y cuya homogeniza-
ción sigue siendo una problemática nacional.
La novela se organiza en tres partes: la primera y la última son narradas por una niña de raza
blanca, quien además de relatar su infancia funciona como una especie de compiladora-relatora
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Se presenta, así, una entidad enunciativa dividida entre la cultura blanca y la indígena en una
sociedad fuertemente clasista y, a la vez, se configura a una niña-narradora que asume la voz en
una sociedad machista. Si a estas dos características añadimos la identificación emocional de la
narradora con la raza indígena, tenemos ya claramente delineada una voz sumamente compleja
y subversiva ya que transgrede las convenciones que imponen silencio a las mujeres, a los niños
y a los indígenas. Las tres partes de la obra dan lugar a su vez a pequeños apartados. Me detendré
en el primero ya que en él se plantea la problemática principal de la novela, así como el carácter
de las relaciones que establecen los principales personajes. Se inicia con un relato de la nana,
quien cuenta a la niña la historia del despojo de su raza:
- […]Y entonces, coléricos nos desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos ateso-
rado: la palabra, que es el arca de la memoria. Desde aquellos días arden y se consumen
con el leño de la hoguera. Sube el humo en el viento y se deshace. Queda la ceniza sin
rostro. Para que puedas venir tú y el que es menor que tú y les baste un soplo, solamente
un soplo […] (Castellanos 1983:9)
Es un relato cuyo inicio queda fuera de los límites del texto, un fragmento de una historia que
irá siendo completada en la novela por distintas voces. Pero este relato es interrumpido y el
tono mítico-épico propio de la crónica indígena se cambia por el de la oralidad mestiza del rela-
to de la niña, quien enseguida toma la palabra para describir a su padre y después a su madre:
Me imagino que sigue creciendo como un gran árbol y que en su rama más alta está aga-
zapado un tigre diminuto […] Sobre su pelo –tan negro, tan espeso, tan crespo– pasan
los pájaros y les gusta y se quedan. Me imagino nada más. Nunca lo he visto. (9)
Explica también que aunque su hermano Mario es menor que ella y, por lo tanto, sabe menos,
cuando intenta explicarle algo se muestra indiferente por lo que ella siente que “La rabia me
sofoca. Una vez más cae sobre mí todo el peso de la injusticia” (10). Se establece también en
estas dos primeras páginas de la novela la relación que guarda con su nana: “¿Sabe mi nana que
la odio cuando me peina? No lo sabe. No sabe nada. Es india, está descalza y no usa ninguna
ropa debajo de la tela azul del tzec. No le da vergüenza. Dice que la tierra no tiene ojos”. (10)
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La forma claramente autobiográfica que asume el relato en primera persona, ha llevado a ciertos
críticos a considerar Balún Canán como una novela de formación; tal es el caso de María Inés La-
gos, quien a partir de una reflexión sobre la literatura hispanoamericana sostiene que cuando este
tipo de narrativa introduce una protagonista femenina se desestabiliza el modelo convencional de
feminidad creando nuevos discursos sobre la diferencia sexual, pues afirma que: “El concepto tra-
dicional de Bildungsroman no puede aplicarse a las novelas de protagonista femenina sin hacer una
concesión para las diferencias genéricas” (Lagos 1996:38). Esta autora retoma el concepto de no-
vela de formación para esta clase de relatos ya que dice que: “La ficción femenina se diferenciaría
de la masculina en que el desarrollo femenino es menos directo y más conflictivo” (45) y añade:
Creo que estas citas señalan una problemática muy importante: la diferencia que establece la
ficción autobiográfica latinoamericana respecto del modelo europeo. Sin embargo, las mismas
afirmaciones se pueden hacer para otras novelas hispanoamericanas cuyo protagonista es mas-
culino, como el caso de Hijo de hombre (1960) Augusto Roa Bastos (1917-2005) o el de Los
ríos profundos (1956) de José María Argüedas (1911-1969). Las semejanzas que presentan estas
novelas con Balún Canán en tanto que todas introducen un narrador infantil, en primera perso-
na, escindido entre dos culturas y que pretende modelar una realidad cultural desgarrada por la
convivencia conflictiva de las razas blanca e indígena, nos llevan a concluir que la transgresión
al modelo autobiográfico pasa por la necesidad de dar cuenta de una realidad que no sólo tiene
que ver con el género de la protagonista sino con su inserción en una cultura fuertemente
jerárquica y clasista. A este respecto, Sylvia Molloy afirma:
[…] son de especial interés las autobiografías de autores cuya distancia con respecto del canon europeo
se debe a algo más que al hecho de ser hispanoamericanos. A la nacionalidad se añade el hecho de ser
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esclavo, como Juan Francisco Manzano, en el siglo XIX; de ser mujer, como Victoria Ocampo, en el
siglo XX, marginados por la institución (exclusión parcial en el caso de la mujer; total en el caso del
esclavo), se valen de recursos particularmente ingeniosos para manipular textos a los cuales no tienen
acceso directo con el fin de lograr la autorepresentación deseada. (Molloy 1996:16-17)
De tal forma que el punto de vista que organiza la narración tiene que ver, en el caso de la
novela que nos ocupa, no solamente con el hecho de que la narradora sea una niña en una
sociedad marcadamente patriarcal, sino también conque la narradora se delinea como una
entidad desgajada entre dos culturas: la blanca a la que pertenece su familia y la indígena a la
que pertenece su nana.
Ahora bien, otro rasgo que se ha señalado reiteradamente para este tipo de narrativa, me refiero
tanto la escrita por mujeres como a la novela hispanoamericana de carácter autobiográfico, es
la particular apropiación de la palabra ya sea escrita u oral, por parte del o de la protagonista.
El contar la historia, el apropiarse del discurso, se presenta entonces como una forma de inda-
gación de la identidad, de construcción de la subjetividad.
En Balún Canán tenemos que es la niña quien hace las veces de narrador en dos de las tres
partes que constituyen la novela. No solamente rememora su niñez, sino que se apropia de los
relatos que escucha de su nana y de otros personajes; reproduce también otro tipo de discursos
como documentos y genealogías en los que se interceptan la historia indígena, la Conquista
y Colonización. Resulta particularmente interesante un documento que la niña sustrae del
escritorio de su padre: en él se relata el origen de las propiedades de su familia y cómo le fue
arrebatada la tierra a los dueños originales. Este relato toma la contextura de las genealogías
indígenas y fue elaborado por el hermano mayor de los indios de la hacienda, a petición de un
antepasado del padre de la niña, quien deseaba así legitimar la posesión de su estirpe sobre la
tierra despojada a los nativos. La niña lee furtivamente este relato pero su madre la descubre y
le advierte que no debe jugar con esos papeles ya que es la herencia del hijo varón.
El episodio anterior contiene varias de las claves de la novela. Por un lado, muestra el porqué
de la evidente preferencia de los padres por el hermano, ya que la línea masculina es la que
perpetúa la herencia familiar revelándose así el carácter patriarcal del modelo de mundo re-
presentado; por otro lado, en un plano metafórico y en una clara autorreferencialidad textual,
se revela el modelo narrativo de la novela: este episodio conecta el relato de la niña, con el
de la nana indígena situado en el inicio de la novela, y con el epígrafe tomado de un canto de
despedida del Popul Vuh:
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Nosotros no hacemos más que regresar; hemos cumplido nuestra tarea; nuestros días es-
tán acabados. Pensad en Nosotros, no nos borréis de vuestra memoria, no nos olvidéis.
(Castellanos 1983:8)
Se produce así la ilusión de que la niña es relatora no sólo de su propia historia, sino de la de su
familia, la de la estirpe a la que pertenece su nana y la de la Conquista y Colonización, creando
así una especie de “[…] genealogía que inicia con los textos mayas coloniales para desembo-
car en un relato novelesco que lleva consecuentemente un título indígena […]” (Lienhard
1990:326). Su relato entonces no se limita a su biografía sino que se enlaza con la historia
colectiva. La narradora revisa su historia personal pero también la historia nacional, y para
esta revisión no solamente recurre a la forma autobiográfica sino que también recurre a formas
orales indígenas como genealogías y crónicas. Se superponen así oralidad y escritura, mito e
historia, géneros literarios canónicos y tradiciones indígenas.
Considero que estamos ahora en condiciones de concordar con aquellas afirmaciones que seña-
lan a novelas como Balún Canán como transgresoras del modelo autobiográfico; sin embargo,
la subversión en el caso de esta obra, rebasa, aunque no por eso excluye, el hecho de que la
protagonista sea mujer en una sociedad cuyos valores dominantes son definidos por la visión
masculina. Indudablemente tiene importancia capital este último hecho, pero, sobre todo, es-
tamos ante la constitución de una subjetividad en una sociedad cuya principal característica es
la heterogeneidad cultural, donde la convivencia y las diferencias culturales siguen señalando
la dolorosa contradicción que implica el proceso inacabado del mestizaje.
[…] valora positivamente sólo aquello que le concierne, no es propio de cualquier ser
humano de sexo masculino, sino de aquellas prácticas sociales y discursivas de aquellos
seres humanos que se sitúan en el centro hegemónico de la vida social, autodefinen sus
valores como superiores, y, para perpetuar su hegemonía, imponen a los otros su perspec-
tiva mediante la persuasión, disuasión y, finalmente, la coerción. (González 1990:89)
De esta manera podemos llegar a tres conclusiones: Primera: al apropiarse de las formas narrativas
indígenas, el relato de la niña relativiza la versión oficial de la historia escrita por los vencedores.
Segunda: la apropiación de los relatos de la nana le permite a la niña desconstruir el discurso
colonialista y neocolonialista. Tercera: la visión infantil y femenina y los lazos afectivos que la
niña establece con la nana como sustitución de lo que no encuentra en su madre ni en su entorno
inmediato, permiten desmontar la autoridad familiar basada en la jerarquía lineal masculina.
El discurso masculino, oficial, racista y clasista se transgrede: la novela resalta el preciso mo-
mento en que las bases de la sociedad representada en la novela se desmoronan. Al morir
el hijo varón y al perderse la riqueza objeto de la herencia, la familia de la niña ya no tiene
razón de ser. Recordemos cómo la base de la familia monogámica la constituye esencialmente
la necesidad de pasar la propiedad familiar de generación en generación, a través de la línea
masculina. También asistimos a la desintegración del poder feudal de los latifundistas como
consecuencia de una nueva sociedad representada en México y en la novela por las reformas
neoliberales de Lázaro Cárdenas.
La visión que parece predominar en Balún Canán es la de los vencidos, la de los indios y la de las
mujeres. Siguiendo el argumento, finalmente son éstos quienes vencen al poder que los oprime.
Recordemos dos episodios importantes: cuando la niña esconde la llave que su hermano pide
en su agonía, y que pareciera ser la única esperanza de salvación para él y, por lo tanto, para la
perpetuación de la herencia familiar; y cuando los indígenas son testigos de la destrucción de
la hacienda donde son explotados.
Cuando llegué a la casa busqué un lápiz. Y con mi letra inhábil, torpe, fui escribiendo el
nombre de Mario. Mario, en los ladrillos del jardín. Mario en las paredes del corredor.
Mario en las páginas de mis cuadernos. Porque Mario está lejos. Y yo quisiera pedirle
perdón. (Castellanos 1983:291)
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Bibliografía
GONZÁLEZ, Stephan Beatriz (1990): “No sólo para mujeres”. En: Dispositivo [40], pp 83-94.
LAGOS, María Inés (1996): En tono mayor; relatos de formación de protagonista femenina en
Hispanoamérica. Chile: Cuarto Propio.