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FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTE

DEPARTAMENTO DE HISTORIA

Nombre: Juan Carlos Muñoz


Asignatura: Antropología histórica
Prof. Dra. Leslie Lagos Aburto
Fecha: 12.V.2019

E. E. Evans-Pritchard, “Antropología e Historia” [Cap. 3], en Ensayos de Antropología


Social, 2006, Siglo XXI, Madrid, pp. 53-80.

Resumen

En este capitulo el autor desarrollará una crítica a la forma excluyente en que las Ciencias
Sociales, y en especial la Antropología, se han vinculado con la Historia. Este alejamiento
entre diciplinas tiene sus causas en el origen mismo de estas ciencias, por cuanto,
influenciadas por los paradigmas científicos del siglo XIX derivados del positivismo y el
evolucionismo, se volcaron a formular leyes de explicación universal, a las cuales debía
ajustarse el desarrollo de todas las sociedades humanas: la antropología surgió pretendiendo
ser una más de las llamadas Ciencias Naturales. Ni la corrientes difusionistas y funcionalistas,
criticas del evolucionismo, tuvieron en sus intenciones superar este afán.

El autor enumerará algunas de las principales consecuencias que para la Antropología había
significado hasta ese entonces la ruptura con la Historia1: 1) la falta de una mirada critica
para con las fuentes documentales; 2) la capacidad casi nula de reconstruir el pasado del
pueblo estudiado a partir de fuentes documentales y de la historia oral; 3) Como consecuencia
de esta falta de preocupación por la dimensión histórica de estos pueblos, se les ha concebido
de forma estática, obviado el desarrollo que han tenido a los largo de siglos; 4) la historia es
parte fundamental de la tradición consciente de un pueblo, refrescándose contantemente en
su cotidianidad, por tanto parte de la vida social, que el antropólogo puede observar de forma
directa; 5) esta falta de interés por conocer el pasado de las “sociedades primitivas” ha hecho
difusos los limites entre historia, folclore, mito, leyendas, anécdotas; 6) el pasar por alto la
producción historiográfica, que muchas veces a trabajado con periodos históricos
homologables con las sociedades estudiadas por los antropólogos, ha impedido el provechoso
uso de términos y conceptos propios de historiadores, que salvadas las distancias y trabajados
con discreción resultarían de gran valor para los estudios antropológicos; 7) el pasar por alto
a la Historia es traicionar los principios que movieron a los precursores de nuestra ciencia,
cuyo objetivo era “descubrir los principios o tendencias del desarrollo de la evolución
social”,2 tarea que solo puede emprenderse utilizando los “hechos históricos”; 8) la tendencia

1 Debemos considerar que este capitulo tiene su origen en una conferencia dictada por Evans-Pritchard en la Universidad
de Manchester en 1961.
2
E. E. Evans-Pritchard, Ensayos de Antropología Social, 2001, Siglo XXI, Madrid, p. 66.

1
ha subestimar los estudios sobre este desarrollo y la importancia de los hechos históricos, ha
impedido verificar satisfactoriamente la validez sobre la cual han descansado algunas de las
proposiciones básicas de nuestros estudios; 9) la tradición historiográfica constituye en si
misma un campo de estudio sociológico, por cuanto los fenómenos que ha investigado tienen
distintas interpretaciones en distintas épocas; de la antropología social podría decirse lo
mismo, es importante entonces la conciencia histórica que la propia diciplina debe tener de
sí misma.

Pero el autor será claro en señalar que esta ruptura entre diciplinas también afecta a los
propios historiadores, por cuanto estos han pasado por alto las ventajas que también ofrece
la Antropología, especialmente lo más genuino de esta: el trabajo de campo. El autor se
preguntará que es lo en definitiva diferencia Historia y Antropología social. Las diferencias
no se encuentran en el objeto y método, pues ambas persiguen lo mismo: “traducir un
conjunto de ideas en términos de otro, al suyo propio, de manera que parezca inteligible”, 3 y
aunque que la Antropología lo haga a través del estudio de “primera mano” y el historiador
por medio de los documentos, esto es solo una diferencia técnica, más no metodológica.
Siguiendo esto último, una de las mayores diferencias está asociada a las fuentes y la
información que estás nos pueden trasmitir. El trabajo de campo en Antropología permite el
contacto directo con las comunidades vivas, las que se constituyen como fuentes en si
mismas, los documentos en cambio, con los que trabaja el historiador, solo permite una
aproximación parcial al comportamiento de las sociedades.

Otra importante diferencia estaría dada en la manera en que ambas diciplinas abordan el
pasado. En el caso de la Historia no deben hacerse mayores explicaciones, puesto que es el
objeto se su estudio, pero la Antropología en cambio a tendido a preocuparse del pasado solo
para determinar si lo que investiga en el presente ha sido una constante a lo largo de un
periodo de tiempo y no para explicar el presente en sus antecedentes y origines. En
concordancia con Levi-Strauss, la gran diferencia entre ambas diciplinas está en la
orientación y no en el objetivo. Hay más puntos en común, y amabas deben considerarse
como indisociables y como parte de las Ciencias Sociales.

El autor advierte que esta tendencia al aislamiento de las diciplinas da algunas muestras de
querer ser superada, puesto que en años recientes (a la época en que escribe) los antropólogos
han mostrado interés por la historia de los pueblos, aún más considerando que cada vez se
preocupan de sociedades que no pueden catalogarse de “sencillas y estáticas”, los
historiadores por su porte, especialmente aquellos que pueden denominarse historiadores
sociológicos, dan claras muestras de querer cambiar la dirección de sus intereses, ya no
abocados a los acontecimientos políticos y militares, si no a otras dimensiones sociales que
pueden ser historiadas. Muestras claras de que el abismo entre Antropología e Historia cada
vez, y necesariamente, se estrecha con urgencia.

Hipótesis

Tanto la Antropología como la Historia, en cuanto diciplinas de las Ciencias o Estudios


Sociales, se han desarrollado de forma excluyente la una con la otra, consecuencia de la

3
E. E. Evans-Pritchard, op.cit., p. 71.

2
impronta positivista y evolucionista de la cual ambas diciplinas son receptoras. Más aun la
propia Antropología, que, en su afán por constituirse como una Ciencia Natural, capaz de
establecer leyes universales para la explicación de los fenómenos sociales, ha obviado
deliberadamente la dimensión histórica de dichas sociedades, privilegiando una visión
estática y ahistórica de los llamados pueblos primitivos, cuyo desarrollo social está
condicionado por una sucesión determinada de estadios. Esta separación ha dado como
consecuencia una serie de factores que debilitan los criterios de validez de ambas ciencias,
la capacidad de penetración en los fenómenos sociales y la negación de la propia historia de
cada pueblo. Razones más que suficientes por las que esta barrera disciplinaria debe ser
derribada, para dar lugar a investigaciones capaces de integrar las matrices conceptuales y
metodológicas de ambas diciplinas para aproximarse de forma más integral a lo que ambas
persiguen: comprender el conjunto de ideas que los “otros” tienen de si mimos y del mundo,
y traducirlas de forma inteligible al propio.

Ideas principales

En este capítulo el autor desarrolla tres ideas que pueden considerarse como las principales:
la primera es que entre Antropología social e Historia se produjo una ruptura. Si bien con
esto nos da a entender que en algún momento ambas diciplinas estuvieron más o menos
unidas (refriéndose con ello al trabajo de autores que sin bien no eran propiamente
antropólogos, su trabajo fue fundamental para sentar las bases de la disciplina, como son los
casos de Hobhause, Frazer o Weber), no profundiza en ello, más bien apunta a que esta
ruptura a establecido una brecha que ha aislado la una de la otra. Segundo, que la
Antropología, en su afán por constituirse como una Ciencia Natural, se a preocupado por la
búsqueda de leyes universales que expliquen el desarrollo de las sociedades tradicionales en
el esquema de la sucesión de estadios, despojándolas de su dimensión histórica, fijándolas de
forma estática. Tercero, que esta brecha entre ambas diciplinas exige tantos a antropólogos
como historiadores urgentes esfuerzos por ser superada, por cuanto ambas diciplinas pueden
de forma provechosa complementase, generando estudios capaces de dar cuenta de la
complejidad de las sociedades, tarea ante la cual se hace imprescindible entender a ambas
diciplinas como parte de las Ciencias Sociales.

Ideas secundarias

Como ideas complementarias a las ya mencionadas ideas principales, el autor hará una aguda
critica a la corriente funcionalista en Antropología dominante en los estudios sociales
británicos de ese entonces, cuyos principales exponentes eran Malinowski y Radcliffe-
Brown. A esta corriente, heredera del evolucionismo decimonónico, achaca la actitud
“antihistoricista” predominante en los estudios antropológicos, que debían ser de tendencia
“generalizadora”, o sea preocupados por develar las leyes generales explicativas de los
fenómenos sociales, y no “particularizadoras” como lo es la Historia.

También esbozará algunas reflexiones en torno la propia diciplina histórica, la cual también,
anclada a los principios del historicismo y el positivismo, ahondaba la brecha con la
Antropología. En este sentido el autor distingue dos tipos de historia, una de carácter
narrativo y expositivo, preocupada de los grandes acontecimientos y de las explicaciones
generalizantes, y por otro, la que se preocupa por las “instituciones sociales, los movimientos
3
de masas y grandes cambios culturales”,4 a estos historiadores los denomina “historiadores
sociólogos”, entre los que cabe mencionar a Bloch, Febvre, Glotz, entre otros, que son los
que para él tienen interés en este esfuerzo por estrechar las diferencias entre Antropología e
Historia.

Problemas de las fuentes

En cuanto al tema de las fuentes este puede entenderse en dos niveles distintos. El primero
tiene que ver con las propias fuentes que autor utiliza para apoyar su exposición, que serán
por lo demás la base de su reflexión. El autor hace una revisión de los principales autores,
tanto en Antropología como en Historia, que a través de sus trabajos pueden trazarse las
formas investigativas que han separado amabas diciplinas, como aquellos que han hecho
notables contribuciones a estrechar estas diferencias. Considerando que Levi-Strauss,
publicó en 1958 en su obra Antropología estructural5 un apartado titulado “Historia y
etnología”, en que pretende hacer este mismo ejercicio, no aborda allí con debida profundidad
las problemáticas y reflexiones propias de la historiografía, cosa si hace Evans-Pritchard al
abordar la obra de los que él llama los “historiadores-sociológicos”, entre los que menciona
a Bloch, Febvre, entre otros. En segundo lugar, la reflexión que hace entorno al tipo y uso de
fuentes tanto por antropólogos e historiadores. Los primeros cuentan como principal fuente
las propias comunidades vivas, cuya tradición oral y costumbres constituyen fuentes en si
mismas, a las cuales se puede acceder y conocer por medio del trabajo de campo; los
historiadores en cambio cuentan con fuentes documentales las cuales abordan a través del
método historiográfico. Esto constituye la principal diferencia entre ambas diciplinas, pero
según señala el autor, la complementación de ambas formas de investigación es una tarea
urgente para el porvenir de las Ciencias Sociales.

Valoración

B. Malinowski, quien sentara las bases científicas de la Antropología con el desarrollo de un


método propio para la incipiente ciencia: la etnografía, resultado de su experiencia
fundamental entre los aborígenes de las islas Trobiand, en Pacifico occidental, señalaba que
aun teniendo el investigador todos los elementos para reconstruir la historia de una sociedad,
este ejercicio era prescindible, por la irrelevancia que esta tiene para el análisis funcionalista.6
Este era el tono que dominaba el quehacer antropológico a principios del s. XX, la herencia
positivista y más aun la del evolucionismo, pesaba con fuerza en los esfuerzos de transportar
los conceptos y principios de las Ciencias Naturales al campo de los estudios sociales. El
trabajo de Evans-Pritchard es sin duda la primera critica contundente a esta visión
“antihistoricista”, que asumía a las sociedades primitivas como entes estáticos, fuera del
tiempo, entendidas, según los términos de Spencer, como “organismos”.7 Su obra se
constituye como el primer esfuerzo desde la Antropología por estrechar la separación con la
diciplina histórica, en este sentido sentenció: “los investigadores no pueden por más tiempo
ignorar la historia”.8 El mismo señalaba en 1961 que hasta entonces el único trabajo

4 E. E. Evans-Pritchard, op.cit., p. 56.


5 Claude Leví-Strauss, “Historia y etnología”, en Antropología estructural, Paidós, 1995, pp. 43-74.
6 Bronislaw Malinowski, Los Argonautas del Pacífico Occidental, 2001, Península, Barcelona.
7 Herbert Spencer, “¿Qué es una sociedad? Una sociedad es un organismo”, en Reis, 2004, pp. 231-243.
8 E. E. Evans-Pritchard, Ensayos de Antropología Social, 2001, Siglo XXI, Madrid, p. 18.

4
genuinamente histórico hecho por un antropólogo de carrera era su libro The Sanusi of
Cyrenaica (1949). 9 A pasar de que ya pueden encontrarse esfuerzos de este tipo, por ejemplo
en la monumental obra de Sir James Frazer, La rama dorada,10 esta carecía de rigor
historiográfico, las fuentes allí no eran contrastadas ni observadas de forma crítica, eran
asumidas como verdaderas sin mayores reparos.

9 E. E. Evans-Pritchard, The Sanusi of Cyrenaica, 1949, Oxford University Press, Oxford.


10 James Frazer, La rama dorada. Magia y religión, 1981, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.

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