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SESION 15
INFECCION URINARIA
¿Qué es realmente la Infección Urinaria?
Normalmente la vía urinaria, salvo el meato u orificio urinario, es estéril, por lo tanto la
presencia de gérmenes, especialmente bacterias, siempre es anormal. Sin embargo no
siempre que hay bacterias hay una infección. Es por eso que en los cultivos de orina
siempre aparece un número de colonias, estimándose como infección del tracto urinario,
cuando hay más de 100.000 colonias bacterianas. Cuando hay menos de esta cifra se
habla de bacteriuria.

¿Es frecuente la infección urinaria en las personas mayores?

Es uno de los procesos infecciosos más comunes en personas de edad avanzada, y


probablemente la infección bacteriana más frecuente.
La prevalencia de bacteriuria aumenta con la edad, y a pesar que en los mayores,
muchas de ellas son asintomáticas, pueden provocar serias infecciones. En las mujeres
de edad media la prevalencia es del 5% y en varones del mismo grupo de edad, es solo
del 0,1%, sin embargo estas cifras se elevan al 20 y 10 % respectivamente, cuando se
pasa de los 65 años.

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¿Por qué es más frecuente esta infección en los ancianos?

Las características especiales de los ancianos en aspectos tales como los cambios en el
sistema inmunitario, las enfermedades múltiples y las modificaciones en los respectivos
sistemas urogenitales de hombres y mujeres mayores, hacen de este cuadro una entidad
con importantes diferencias con relación a otros grupos de edad.
Hay una estrecha relación entre estado funcional y mental, el lugar donde reside y la
prevalencia de bacteriuria, de modo que las ancianas que viven con autonomía en la
comunidad tienen un 11%, pero las que viven en una residencia llegarán al 25%. Algunas
series hablan de hasta un 53% de mujeres ancianas institucionalizadas con presencia de
bacteriuria. Lo anterior tiene una clara relación con factores de riesgo para infección
urinaria, tales como accidentes cerebro vasculares, disminución del estado mental o
funcional, cateterización de la vía urinaria y uso frecuente de antibióticos. La
bacteriuria en pacientes ancianos de residencia y portadores de sondas vesicales, puede
llegar al 100%. Sin embargo se ha observado que muchos pacientes no sondados, dejan
de presentar bacteriuria espontáneamente, tras efectuar cultivos de orina seriados cada
6 meses.

¿Hay enfermedades que predispongan a las infecciones urinarias?

Las enfermedades asociadas son un factor predisponente para la infección urinaria en


ancianos, entre otras cosas, por la necesidad de usar instrumentos en la vía urinaria. Las
enfermedades más frecuentemente asociadas son: demencias (enfermedad de
Alzheimer), enfermedad de Parkinson y lesiones del sistema nervioso central que
provocan una falta de control de los nervios sobre la vejiga (vejiga neurogénica),
incontinencia urinaria, incremento en el volumen remanente tras el vaciado vesical,
dificultad en el vaciamiento urinario, e incremento en la frecuencia del reflujo vesico-
ureteral. También la diabetes mellitus ocasiona predisposición a la infección del tracto
urinario como consecuencia de la neuropatía diabética, de las alteraciones inmunitarias,
de la microangiopatía y de la ya mencionada necesidad de instrumentalizar la vía
urinaria. El crecimiento prostático es un factor causal de bacteriuria en el hombre
anciano. La litiasis de la vía urinaria aumenta la incidencia de infecciones urinarias por

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mecanismos obstructivos al flujo urinario, así como también por lesión de la mucosa y
por acantonamiento de gérmenes en los propios cálculos.

¿Cuales son los microorganismos que producen la infección urinaria?

En general los gérmenes encontrados en cultivos de orina de ancianos, no difieren de los


de otros grupos de edad.
El Escherichia coli es la bacteria más común encontrada en cultivos de orina de mujeres
que viven en la comunidad, y representa entre el 60 y 80% del resultado de todos los
cultivos de ancianas, seguido de la Klebsiella pneumoniae y elProteus mirabilis. En
cambio en ancianos que residen en instituciones y que son portadores de catéteres, si
bien mantienen a E. coli como principal patógeno, ahora va seguido de Pseudomona
aeruginosa, Enterococcus spp, Providencia stuartii y Enterococcus faecalis. Se debe
tener presente, que muchas de las infecciones urinarias asintomáticas de personas
mayores institucionalizadas, son polimicrobianas, es decir provocadas por más de un
germen.

¿Qué síntomas hacen pensar en una infección urinaria?

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Las manifestaciones clínicas de la enfermedad pueden ser las clásicas, vale decir, la
presencia de síntomas como necesidad imperiosa de orinar, dolor al orinar, orinar
muchas veces pero en escasa cantidad, finalizar la micción y quedar con la sensación de
querer hacerlo de nuevo, dolor en la zona inferior del abdomen, presencia de orina
turbia y de mal olor, con o sin contenido sanguinolento, son los signos que orientan hacia
el diagnóstico. Claro que, debe tenerse presente que algunos de estos síntomas
acompañan corriente y crónicamente a muchas personas mayores, particularmente a
mujeres con prolapso genital, atrofia vaginal o incontinencia urinaria.
Sin embargo, en personas de edad avanzada, es más frecuente encontrar síntomas
atípicos, entre los que destacan la disminución de la capacidad funcional, decaimiento,
inapetencia, fiebre de causa no precisada, o la descompensación de alguna enfermedad
crónica como diabetes mellitus o hipertensión arterial, teniendo como origen una
infección de la vía urinaria. A veces el mayor compromiso del estado mental, con
acentuación de la sintomatología, en un paciente demente corresponde precisamente a
una infección urinaria. En hombres mayores, una retención aguda de orina puede ser la
forma de debut clínico de una infección.
¿Cómo se estudian la Infección Urinaria en las personas ancianas?

Esto es de gran importancia en los ancianos, ya que los mecanismos empleados


habitualmente para obtener la muestra de orina no siempre se pueden llevar a cabo con

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facilidad, particularmente en pacientes con deterioro funcional, incontinencias o uso de


colectores.
Idealmente se debe contar con un examen de orina completo que dará mucha
información. En segundo lugar se requiere un estudio microbiológico, para lo cual es
preciso obtener una muestra de orina aséptica, la que puede conseguirse por emisión
espontánea, bajo rigurosas medidas de aseo, a través de una cateterización de la vejiga
o efectuando una punción suprapúbica. De cualquier forma, no sólo la obtención de la
orina debe realizarse conservando la mayor de las asepsias, pues también el
almacenamiento y transporte de esta debe realizarse bajo normas internacionales para
reducir al máximo la posibilidad de contaminación. Se llevarán a cabo diferentes cultivos
y antibiograma, dando los primeros la identificación de microorganismo y el segundo sus
sensibilidades y resistencias a los diferentes tipos y familias de antibióticos.

¿Cómo se puede prevenir la Infección Urinaria?

El paso previo a la descripción de cualquier modalidad de tratamiento farmacológico de


las ITU (infecciones del tracto urinario), es sin duda la prevención, para lo cual son
útiles las siguientes medidas:
Evitar la colonización del meato uretral, que es la puerta de entrada de la vía
ascendente. Esto se logra educando sobre la limpieza correcta postdefecación y del aseo
prolijo de la zona genital. Si el paciente es incontinente del esfínter anal (frecuente en
ancianos con demencia avanzada), se debe estudiar su ritmo defecatorio, de modo de
cambiar los pañales oportunamente y de acuerdo a su frecuencia de eliminación fecal.
En el caso de ancianas mujeres, el uso de hormonas femeninas como son los estrógenos,
ya sea por vía oral o tópico, se constituye en una excelente forma de prevención de
dicha colonización.
Impedir la colonización de la vía urinaria, para lo cual debe evitarse en lo posible la
cateterización de ésta. Sin embargo, si es imprescindible practicarla, tiene que ser
hecha con la máxima rigurosidad técnica.
Frenar la invasión de la mucosa urinaria, procurando generar una buena cantidad y un
vaciado vesical completo. Es muy discutido el uso en personas mayores, de antibióticos
profilácticos administrados en dosis única.

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¿Cuál es el tratamiento de la Infección Urinaria?

La decisión del tratamiento de una ITU en el anciano, así como su duración, tipo de
antibiótico, vía de administración, dosis a emplear, etc., no es una receta de cocina, por
lo que lo ideal es que cada centro aplique el conocimiento de acuerdo a su realidad
(resistencias conocidas), sus gérmenes más frecuentes y las eventuales complicaciones
por esta causa.
¿Hay que usar antibióticos siempre?
Algunos estudios han demostrado que el tratamiento con antibióticos de la bacteriuria
asintomática en ancianos, sólo consigue una mayor adquisición de resistencia por parte
de dichos gérmenes. De hecho, al poco tiempo de haber tratado muchas bacteriurias
aparece recidiva o reinfección y los periodos entre estas recurrencias se hace más breve.
Muchos estudios han demostrado que el tratamiento de una bacteriuria asintomática en
ancianos no mejora la supervivencia, pero no es claro si mejora la calidad de vida del
enfermo.

¿Qué pronóstico tiene una Infección Urinaria?

Estudios efectuados en las dos décadas pasadas, atribuían a la infección urinaria una
asociación con la disminución en la supervivencia de las personas mayores que las
padecían. Sin embargo investigaciones más recientes, no han logrado comprobar dicha
observación, menos aún en ancianos que viven en la comunidad. Sin duda que
independiente de la supervivencia, habrá una mejor calidad de vida en los ancianos que
no tienen este tipo de infecciones, y muchas veces una simple Infección Urinaria puede
ser el inicio de una serie de complicaciones en una persona mayor.

ATENCION DE ENFERMERIA

Vigilar la diuresis

Evaluar el aspecto, color, cantidad de la orina

Administrar tratamiento farmacológico

Valorar el dolor

Realizar higiene diaria

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En caso de fiebre, tratar la fría con medios físicos y antipiréticos

Educar y dar apoyo emociona

INCONTINENCIA URINARIA

¿QUÉ ES?
La incontinencia urinaria consiste en la pérdida involuntaria de orina. El afectado tiene
una necesidad imperiosa y repentina de orinar pero es incapaz de retener la orina. Los
escapes pueden producirse al estornudar, reír, realizar algún esfuerzo o ejercicio físico.
Supone un problema higiénico, social y psíquico, ya que influye en la actividad cotidiana
del enfermo y reduce su calidad de vida. La incontinencia no es una enfermedad en sí
misma, sino la consecuencia de una alteración en la fase de llenado vesical que se
presenta en numerosas enfermedades.

CAUSAS

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Puede manifestarse a cualquier edad y en ambos sexos. Sin embargo, es más frecuente
en las mujeres que en los hombres. La incontinencia se produce cuando la presión
dentro de la vejiga es superior a la presión en la uretra. Este trastorno puede deberse a
una hiperactividad del detrusor que, en algunos casos, es motivada por un problema
neurológico; por una alteración del esfínter externo y de los músculos del suelo pélvico;
por el fallo del esfínter interno por relajación inapropiada o lesión orgánica, o por un
daño neuronal.

TIPOS DE INCONTINENCIA URINARIA


Incontinencia urinaria de esfuerzo: la pérdida de orina se produce al realizar cualquier
movimiento o actividad física. La risa, el estornudo, el deporte, la carga de objetos
pesado o el mero hecho de ponerse en pie o agacharse puede provocar escapes de orina
que van desde unas gotas hasta un chorro. Afecta a más de un millón de mujeres. El
origen de esta incontinencia se encuentra en la uretra, que en la mujer es corta y está
en la vejiga y en los genitales externos. El esfuerzo físico, aunque sea leve, provoca un
aumento de la presión en el abdomen y en la vejiga, pero no es transmitida a la uretra,
lo que desencadena la incontinencia. El embarazo y la edad provocan una pérdida de
elasticidad y de tensión en el suelo pélvico, por lo que la vejiga y la uretra caen y sus
mecanismos de continencia sólo son efectivos en reposo. Este tipo de incontinencia no
está asociada a la necesidad de orinar.

Incontinencia urinaria de urgencia:


Consiste en la pérdida involuntaria de orina asociada a una necesidad imperiosa y
repentina de orinar. Por lo tanto, existe una consciencia previa. El origen de esta
incontinencia se encuentra en el de trusor. Se pueden distinguir dos tipos de
incontinencia urinaria de esfuerzo:

 Sensitiva: es provocada por un aumento de los impulsos sensitivos desde los


receptores de tensión/presión que se encuentran en las paredes de la vejiga.
Aparece una sensación temprana de plenitud y urgencia por orinar. Puede estar
asociada a enfermedades.
 Motora: la pérdida de orina es motivada por una hiperactividad del de trusor, es
decir, un fallo en la inhibición motora del reflejo de la micción. Está causada,
principalmente, por mecanismos psíquicos, esfuerzos u obstrucción.

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Incontinencia urinaria mixta:


La pérdida de orina se produce por un hiperactividad del músculo detrusor y un trastorno
en los mecanismos esfinterianos. En este caso, la incompetencia del cuello vesical
permite la entrada de orina en la uretra proximal. Como consecuencia, el detrusor
entiende que se ha iniciado la micción y libera el reflejo que produce su contracción.

Incontinencia urinaria por rebosamiento:


La pérdida de orina se produce porque la vejiga se encuentra distendida por obstrucción
e imposibilidad de vaciado. Se distinguen dos causas de incontinencia urinaria por
rebosamiento:

 Orgánica: En este caso la vejiga se encuentra distendida por una obstrucción que
impide el paso de la orina y es incapaz de vaciarse. Cuando la vejiga ya no puede
distenderse más se produce el rebosamiento. Los tumores prostáticos y la
hipertrofia benigna de próstata son las principales enfermedades que originan
este tipo de incontinencia.
 Neurológica: Un daño neurológico del núcleo parasimpático medular o del nervio
pélvico provoca que el detrusor no tenga fuerza. Generalmente es motiva por
lesiones medulares, esclerosis múltiple o intervenciones quirúrgicas que afectan
al nervio pélvico.
Incontinencia urinaria de causa psicógena:
Está asociada a estímulos externos que afectan a los sentidos (frío o agua); a emociones
fuertes y repentinas (miedo, angustia o placer); o a fobias y manías.

Incontinencia urinaria de causa neurológica:


Engloba las alteraciones de la dinámica miccional que se originan en el sistema nervioso.
En su desarrollo influyen los accidentes cerebrovasculares, la esclerosis múltiple,
la enfermedad de Parkinson y las lesiones medulares.
DIAGNÓSTICOS
En primer lugar debe confirmarse que se trata de una pérdida de orina totalmente
involuntaria y objetivamente demostrable. Para establecer un diagnóstico correcto hay
que establecer los factores externos y los trastornos de las vías urinarias que originan la
incontinencia. Será necesaria una exploración física minuciosa que incluya un examen de
la sensibilidad perianal, y estudios analíticos, radiológicos y urodinámicos.

Deben tenerse en cuenta los antecedentes personales y las enfermedades


concomitantes, como las patologías neurológicas, enfermedades sistémicas con
repercusión sobre el sistema nervioso central, y las intervenciones previas que hayan
afectado al tracto urinario (uretrotomías, resección transuretral de próstata, etc.), al

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abdomen y pelvis (resección abdominoperineal de colon o histerectomías), y a la


columna vertebral (descompresiones o laminectomías). Asimismo, hay que controlar la
medicación que toma el enfermo, ya que algunas sustancias pueden desencadenar o
agravar la incontinencia. Junto a los análisis de sangre se pueden realizar otras pruebas
complementarias:

 Radiografía simple de abdomen: permite diagnosticar la litiasis vesicular que


causa la incontinencia urinaria de urgencia, sobre todo en pacientes con
hipertrofia benigna de próstata.
 Urografía intravenosa: sirve para valorar la morfología y el correcto
funcionamiento de las vías urinarias altas.
 Ecografía vesicoprostática: diagnostica la litiasis y los tumores vesicales, medir la
próstata y determina su obstrucción.
 Estudios urodinámicos: evalúan la actividad funcional del tracto urinario inferior
en la fase de llenado y vaciado vesical.
TRATAMIENTOS
Medidas higiénico dietéticas: los afectados deben controlar los líquidos que toman para
evitar la formación excesiva de orina. Existen alimentos que son diuréticos, como
algunas frutas y verduras. También es importante la forma en la que se toman: las
sopas, los guisos y los alimentos hervidos aportan más líquidos que los asados y fritos.
Entre los líquidos que favorecen la formación de orina se encuentran el agua, la leche,
el alcohol y las infusiones. Se debe distribuir mejor el horario de la toma de bebidas,
bebiendo más durante la mañana y disminuyendo paulatinamente las bebidas conforme
avanza el día. En el caso de los niños con enuresis, es aconsejable adelantar la hora de
la cena.

 Tratamiento farmacológico: el objetivo del tratamiento farmacológico es


conseguir que la vejiga sea capaz de distenderse sin contraerse durante el
llenado y que la uretra se mantenga cerrada durante el llenado. Los fármacos
más utilizados son los anticolinérgicos, sustancias que, al disminuir la capacidad
contráctil del detrusor, aumentan la tolerancia del llenado vesical y la
continencia. Son útiles en las contracciones involuntarias del detrusor no
neurológicas, la incontinencia mixta y la hiperreflexia del detrusor. Su eficacia
está demostrada en cuanto al alivio de los síntomas, pero sus efectos
secundarios, fundamentalmente la sequedad de boca, la taquicardia y la
excitación, son muy severos en algunos pacientes, que en ocasiones deben
abandonar el tratamiento. Están contraindicados en los enfermos
con glaucoma y arritmias cardiacas. Entre los anticolinérgicos más comunes se
encuentran la oxibutinina, el flavoxato, la propantelina, la metantelina y el
cloruro de trospio.

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 Cirugía: existen diferentes soluciones quirúrgicas según el tipo de incontinencia,


las características de la vejiga y la uretra.
 Autocateterismo intermitente: consiste en la introducción, a través de la uretra,
de un catéter en la vejiga. Se utiliza principalmente en la incontinencia causada
por daño neuronal o de los nervios que controlan la micción. Con el catéter se
consigue el vaciado completo y se evitan los escapes de orina.
 Entrenamiento de la vejiga: los pacientes recuperan el control de la vejiga
aprendiendo a resistir el impulso de salida de la misma y contribuyendo de esta
manera a aumentar la capacidad de la vejiga. Esto se consigue mediante
ejercicios que desarrollan la musculatura del suelo pélvico.
 Tratamiento paliativo: dentro de este tratamiento se encuentran los pañales
absorbentes, los colectores o las bolsas de orina. Estimulación eléctrica
intravaginal Su objetivo es conseguir la contracción del piso pélvico mediante la
estimulación del nervio pudendo con un electrodo intravaginal.
 Estimulación eléctrica intravaginal: estimulación eléctrica intravaginal Su
objetivo es conseguir la contracción del piso pélvico mediante la estimulación del
nervio pudendo con un electrodo intravaginal.

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ATENCION DE ENFERMERIA

Cambio de pañales

Prevenir ulceras por presión

Anotar cantidad de orina pesando pañales

Apoyo emocional

Cuidar integridad de la piel

SEXUALIDAD EN LA TERCERA EDAD

Vivimos en una sociedad que ignora o incluso reprueba la faceta sexual de los mayores.
Muchos ancianos aceptan esa norma no escrita del rechazo del amor y el sexo,
escondiendo sus sentimientos sexuales y sus deseos a medida que envejecen.

Vivimos en una sociedad que ignora o incluso reprueba la faceta sexual de los mayores.
Muchos ancianos aceptan esa norma no escrita del rechazo del amor y el sexo,
escondiendo sus sentimientos sexuales y sus deseos a medida que envejecen.

¿PUEDO SEGUIR MANTENIENDO RELACIONES SEXUALES?


El envejecimiento no lleva por sí mismo al cese de la actividad sexual. Más bien ocurre
que diferentes problemas médicos, psicológicos o sociales interfieren con la expresión
normal de la sexualidad.

Los sentimientos, los deseos y las actividades sexuales están presentes a lo largo de todo
el ciclo vital. Las relaciones íntimas humanas afirman la propia vida y son válidas a lo
largo de toda la existencia, incluyendo la ancianidad.

Disfrutando de una buena salud y de una pareja con la que desee compartir sus
momentos íntimos, los ancianos pueden retener tanto el deseo como la capacidad de
hacer el amor, cada uno con sus peculiaridades, hasta el final de sus días, si es que así lo
desean.
Cuando un anciano ha mantenido una relación sexual satisfactoria en su vida adulta hay
menos probabilidades de que los cambios asociados al envejecimiento le afecten.
¿PERO QUÉ ME PASA? NO SOY EL MISMO QUE HACE AÑOS:

Evidentemente no. Con el paso de los años se van produciendo una serie de cambios en
nuestro cuerpo que es importante que conozcamos.

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En los hombres la erección se hace mucho más lenta, disminuyendo también el número
de erecciones nocturnas involuntarias. Después de la eyaculación, una vez desaparecida
la erección pueden pasar días antes de que sea posible obtener otra erección completa.
La eyaculación se retrasa por lo que se reduce la posibilidad de eyaculación precoz.
En las mujeres la vagina se hace más corta y menos elástica y la mucosa más delgada y
frágil, disminuye la capacidad de lubricación, haciendo que el coito pueda ser más
doloroso, incluso produciéndose sangrado, y que aumente el riesgo de infecciones
vaginales. Es menos frecuente alcanzar el orgasmo.

Pero también es cierto que todos estos cambios llegan a una edad en que la situación
personal, social y afectiva de la mayoría de las personas se ha consolidado. En esta
situación, y con el soporte de la madurez de las experiencias vividas, es posible lograr
una adaptación más rica a estas modificaciones de nuestro cuerpo. El premio es la
capacidad de obtener una creciente satisfacción en las relaciones íntimas.

EL AMBIENTE EN EL QUE VIVO NO ME AYUDA:


Vivimos en una sociedad que sobrevalora las ideas de Juventud, Vigor y Belleza; una
sociedad que no es capaz de descubrir la belleza y la alegría de la madurez. En este
ambiente algunas personas pueden llegar a avergonzarse de experimentar o sentir deseo
sexual o de mostrar su propio cuerpo. Pero los mayores que tienen una percepción
positiva de su cuerpo y de su pareja es más fácil que mantengan relaciones sexuales
satisfactorias que aquellos que no las tienen.

El acceso a una pareja se va dificultando. Debido a la mayor longevidad de la población


es cada vez más probable que nuestros ancianos se casen con parejas sexualmente
incapaces; sobre todo las ancianas, que normalmente se vuelven a casar con ancianos de
mayor edad, sin embargo en los ancianos no es tan raro el matrimonio con mujeres
mucho más jóvenes.
No es fácil que el anciano tenga acceso a un ambiente adecuado de intimidad, sobre
todo si viven con sus hijos o en Residencias geriátricas.

¿TODAS LAS ENFERMEDADES AFECTAN A MI SEXUALIDAD?


No todas las enfermedades disminuyen la capacidad sexual. La mala salud física o
psíquica puede llevar a una disminución del deseo y a una alteración en la respuesta
sexual, sobre todo las enfermedades que desfiguran el cuerpo o alteran negativamente
la imagen corporal.

Enfermedades cardiovasculares: los ancianos con enfermedades del corazón no tienen


que evitar las relaciones sexuales por pensar que ponen en riesgo su vida, sino acomodar
sus relaciones al máximo posible sin que aparezca dolor en el pecho ni sensación de falta
de aire. No hay mayor incidencia de muerte súbita durante el coito que en el resto de la
población.

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Hipertensión arterial: Con una hipertensión leve o moderada no es necesario restringir


las relaciones sexuales. Es necesario revisar los medicamentos que se toman para la
tensión ya que muchos de ellos pueden disminuir el deseo sexual.

Enfermedades neurológicas: En los mayores con Enfermedad cerebrovascular la


actividad sexual no es causa de agravamiento de la enfermedad, la baja autoestima, los
problemas de movilidad, de comunicación y la depresión frecuentes en estos pacientes
alteran su vida sexual. En la Enfermedad de Parkinson no hay alteración de la sexualidad
si los síntomas están controlados. En las Demencias pueden presentarse episodios de
inhibición o de exaltación de la sexualidad.
Enfermedades pulmonares: Las relaciones sexuales no se alteran por la propia
enfermedad sino por la falta de aire, la mala oxigenación o algunos tratamientos como
los corticoides.
Enfermedades urológicas: Son más frecuentes las infecciones urinarias tras el coito. La
insuficiencia renal crónica produce deterioro de la función sexual. La incontinencia
urinaria no deteriora la función sexual, pero casi la mitad de los ancianos con
incontinencia reconocen no mantener relaciones sexuales por la ansiedad y la
incomodidad que supone el escape de orina no controlada durante el coito.

Enfermedades Osteoarticulares: No disminuyen el deseo sexual, salvo por la toma de


algunos tratamientos. El paciente debe buscar la situación más cómoda que no le
produzca dolor.

Enfermedades Metabólicas: En la Diabetes la disfunción sexual es muy elevada (65%),


principalmente por las alteraciones circulatorias y de la transmisión nerviosa. Las
alteraciones tiroideas también alteran la esfera sexual.

Trastornos Afectivos: Uno de los síntomas de la Depresión es la dificultad para


mantener relaciones personales y sexuales placenteras, algunos de los tratamientos
empleados también disminuyen el deseo sexual.
¿TANTA PASTILLA NO PUEDE SER BUENA?

Es cierto que muchos medicamentos alteran la función sexual normal. La mayor parte de
estos fármacos pueden ser igual de eficaces a dosis ligeramente inferiores y otras veces
se puede cambiar a otro medicamento alternativo dentro del mismo grupo de
tratamiento, que tenga los mismos beneficios, pero no los efectos secundarios sobre la
función sexual. Consulte a su médico.

Algunos de los fármacos que alteran la función sexual EN LA MUJER son:


Aumentando el deseo sexual: andrógenos, ansiolíticos benzodiacepinas.
Disminuyendo el deseo sexual: antihistamínicos, barbitúricos, cimetidina,
espironolactona, antidepresivos tricíclicos, clorpromacina, estrógenos.
Empeoramiento de la excitación y orgasmo: anticolinérgicos, antidepresivos

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tricíclicos.
Agrandamiento de las mamas: estrógenos, antidepresivos tricíclicos.
Y también alteran la función sexual normal EN EL HOMBRE:

Aumentando el deseo sexual: andrógenos, diazepan, levodopa, haloperidol (bajas


dosis).
Disminuyendo el deseo sexual: los fármacos antiandrógenos empleados en el
tratamiento del cáncer de próstata y los medicamentos mencionados antes y que
afectaban a la mujer.
Impotencia: anticonvulsivantes, algunos antibióticos, antiarrítmicos, algunos
antihipertensivos (diuréticos, betabloqueantes, calcioantagonistas), ansiolíticos,
hipnóticos, antidepresivos, antipsicóticos, levodopa, litio, analgésicos opiáceos,
anticolinérgicos, antiespasmódicos, metoclopramida, clofibrato, aproximo, estrógenos.
Disminuyen la eyaculación: anticolinérgicos, clonidina, estrógenos, antidepresivos
tricíclicos, tiazida, tioridazida.
Disminución de la testosterona: digoxina, haloperidol (altas dosis), litio,
espironolactona.
Priapismo: heparina, fenotiazidas.

¿SE CONTAGIAN ENFERMEDADES POR EL SEXO?

La normalidad en las relaciones sexuales en el envejecimiento mantiene los mismos


riesgos que tienen a cualquier edad respecto a las enfermedades de transmisión sexual,
son las mismas, con los mismos mecanismos de transmisión y de prevención.
¿CÓMO DEBO ACTUAR?

La sexualidad debe vivirse en ésta época, como en todas, con comprensión y, lo que es
más difícil, con aceptación. Integrando los cambios inevitables e incorporándolos a la
actividad sexual de forma positiva, la frecuencia, el tiempo dedicado a las caricias y a la
estimulación. Superando los condicionantes culturales, la aspiración de ver ancianos sin
interés sexual, el "abuelito" que sólo lee el periódico y juega al tute, y la "abuelita" que
sólo hace ganchillo y un bizcocho buenísimo.
La sensibilidad hacia los cambios del otro miembro de la pareja harán más satisfactoria
para ambos la relación, dialogando y compartiendo las experiencias diarias, como a
cualquier edad.
La sexualidad no debe interpretarse como rendimiento cuantitativo. La valoración de la
cantidad de coitos o de orgasmos sólo es propia de la sexualidad inmadura. Aunque
también conviene buscar la manera en que la actividad sexual coital sea tan
satisfactoria como siempre, o más. Y para ello es fundamental el hablar de nuestras
limitaciones con el médico que nos ayudará en el ajuste de los medicamentos que
puedan ser modificados, en la solución de los problemas que sean solucionables. A
veces es tan sencillo como una crema de estrógenos para lubrificar y vitalizar la
mucosa vaginal de la mujer, y otras no tan sencillo desde la utilización de los últimos

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tratamientos farmacológicos como el Viagra y las inyecciones intracavernosas (siempre


con valoración de su médico), hasta ayudas externas como las bombas de vacío y las
prótesis. Siempre solicitar aclaración de todas nuestras dudas, sin ninguna vergüenza.
Y, por supuesto, nunca…¡NUNCA! aceptar la frase "¿Y a su edad qué quiere…?

MENOPAUSIA Y ANDROPAUSIA

El término andropausia („andro‟ varón y „pausia‟ cesar) puede dar lugar a equívoco. un
término un tanto incorrecto debido a que mientras que la menopausia implica cese de la
menstruación en las mujeres, la andropausia no conlleva ningún cese sino que es un
proceso gradual.

Factores que marcan la diferencia


La menopausia implica una ausencia de fertilidad; por el contrario, la andropausia no
está necesariamente relacionada con el fin de la etapa fértil de los hom bres.
“Teóricamente los hombres pueden tener fertilidad hasta edades muy
avanzadas dependiendo del recuento de espermatozoides que tenga”,
Además, la menopausia es un hecho puntual biológico que se produce de forma súbita
mientras que la andropausia se produce de forma progresiva.

“A partir de los 40 años, los varones experimentan una pequeña disminución de la


testosterona que suele descender en un 1% anual aproximadamente. Por ello, los
varones de 70 años presentan un 30% menos de testosterona con respecto a su
juventud”, indica el urólogo Alonso Dorrego.

Otra de las características que diferencian ambos procesos es la incidencia. Mientras


que la menopausia afecta a todas las mujeres, en la andropausia los porcentajes son
variables. Alrededor de un 30% de los varones tiene síntomas de andropausia y
prácticamente todos los varones presentan síntomas clínicos al alcanzar los 70 años.
La andropausia se atribuye principalmente a un déficit de testosterona que se
produce a partir de los 40 años. El doctor Alonso Dorrego señala que, dependiendo de los
casos, para que el déficit sea de una cierta importancia, se ha de producir a partir de los
50 o 60 años. “Tampoco está muy claro que todos esos cambios se deban únicamente al
descenso de la testosterona”, apunta. Por ello, recomienda mantener hábitos de vida
saludables.

Sintomatología
El cansancio progresivo y los sofocos son algunos de los síntomas que la andropausia y la
menopausia tienen en común. Al igual que sucede con la menopausia, el especialista

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Alonso Dorrego señala que hay que tener en cuenta que los síntomas de la andropausia
varían: “ni aparecen todos, ni en todos los pacientes, ni presentan la misma intensidad”:

 Disminución del deseo sexual, disfunción eréctil y alteraciones en la eyaculación.


 Pérdida de energía, concentración, memoria y deterioro de la agudeza visual.
 Aumento de la grasa corporal.
 Sequedad en piel y cabello.
 Insomnio.
 Debilidad muscular.
 Alteraciones en la concentración ósea mineral.
 Trastornos de conducta como ansiedad e irritabilidad
 Sudoración.
En cuanto a las enfermedades relacionadas con la andropausia destacan el síndrome
metabólico, alteraciones cardiovasculares, diabetes mellitus e hipertensión. Algunas de
ellas también se dan en la menopausia como la osteoporosis.

Tratamiento

EFE/ Kai Försterling

El doctor Natalio Cruz, coordinador nacional de andrología de la Asociación Española de


Urología, señala que para iniciar el tratamiento es “importante que aparezcan síntomas
y que el paciente sienta esos síntomas como un problema”.

Hay hombres de edad avanzada que no requieren tratamiento porque aceptan que éstos
son síntomas del envejecimiento y se sienten cómodos con ese estado. Pero hay quienes
no lo están.

La disminución de la libido y la disfunción eréctil son los principales síntomas por


los que los hombres acuden al urólogo.

Los tratamientos buscan restablecer los niveles hormonales normales por medio de una
terapia hormonal sustitutiva con testosterona. Existen distintos tipos de tratamientos:
orales, intramusculares, parches para la piel e incluso desodorantes con testosterona. El

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doctor Cruz insiste en que “los tratamientos son seguros y eficaces, no hay que tener
miedo a poner una hormona en límites normales”.

Vivimos en una sociedad que ignora o incluso reprueba la faceta sexual de los mayores.
Muchos ancianos aceptan esa norma no escrita del rechazo del amor y el sexo,
escondiendo sus sentimientos sexuales y sus deseos a medida que envejecen.

Vivimos en una sociedad que ignora o incluso reprueba la faceta sexual de los mayores.
Muchos ancianos aceptan esa norma no escrita del rechazo del amor y el sexo,
escondiendo sus sentimientos sexuales y sus deseos a medida que envejecen.

¿PUEDO SEGUIR MANTENIENDO RELACIONES SEXUALES?


El envejecimiento no lleva por sí mismo al cese de la actividad sexual. Mas bien ocurre
que diferentes problemas médicos, psicológicos o sociales interfieren con la expresión
normal de la sexualidad.

Los sentimientos, los deseos y las actividades sexuales están presentes a lo largo de todo
el ciclo vital. Las relaciones íntimas humanas afirman la propia vida y son válidas a lo
largo de toda la existencia, incluyendo la ancianidad.

Disfrutando de una buena salud y de una pareja con la que desee compartir sus
momentos íntimos, los ancianos pueden retener tanto el deseo como la capacidad de
hacer el amor, cada uno con sus peculiaridades, hasta el final de sus días, si es que así lo
desean.

Cuando un anciano ha mantenido una relación sexual satisfactoria en su vida adulta hay
menos probabilidades de que los cambios asociados al envejecimiento le afecten.
ASPECTOS PSICOLOGICOS

¿PERO QUÉ ME PASA? NO SOY EL MISMO QUE HACE AÑOS:


Evidentemente no. Con el paso de los años se van produciendo una serie de cambios en
nuestro cuerpo que es importante que conozcamos.

En los hombres la erección se hace mucho más lenta, disminuyendo también el número
de erecciones nocturnas involuntarias. Después de la eyaculación, una vez desaparecida
la erección pueden pasar días antes de que sea posible obtener otra erección completa.
La eyaculación se retrasa por lo que se reduce la posibilidad de eyaculación precoz.

En las mujeres la vagina se hace más corta y menos elástica y la mucosa más delgada y
frágil, disminuye la capacidad de lubricación, haciendo que el coito pueda ser más
doloroso, incluso produciéndose sangrado, y que aumente el riesgo de infecciones
vaginales. Es menos frecuente alcanzar el orgasmo.

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Pero también es cierto que todos estos cambios llegan a una edad en que la situación
personal, social y afectiva de la mayoría de las personas se ha consolidado. En esta
situación, y con el soporte de la madurez de las experiencias vividas, es posible lograr
una adaptación más rica a estas modificaciones de nuestro cuerpo. El premio es la
capacidad de obtener una creciente satisfacción en las relaciones íntimas.

EL AMBIENTE EN EL QUE VIVO NO ME AYUDA:

Vivimos en una sociedad que sobrevalora las ideas de Juventud, Vigor y Belleza; una
sociedad que no es capaz de descubrir la belleza y la alegría de la madurez. En este
ambiente algunas personas pueden llegar a avergonzarse de experimentar o sentir deseo
sexual o de mostrar su propio cuerpo. Pero los mayores que tienen una percepción
positiva de su cuerpo y de su pareja es más fácil que mantengan relaciones sexuales
satisfactorias que aquellos que no las tienen.
El acceso a una pareja se va dificultando. Debido a la mayor longevidad de la población
es cada vez más probable que nuestros ancianos se casen con parejas sexualmente
incapaces; sobre todo las ancianas, que normalmente se vuelven a casar con ancianos de
mayor edad, sin embargo en los ancianos no es tan raro el matrimonio con mujeres
mucho más jóvenes.

No es fácil que el anciano tenga acceso a un ambiente adecuado de intimidad, sobre


todo si viven con sus hijos o en Residencias geriátricas.
ASPECTOS CLINICOS

¿TODAS LAS ENFERMEDADES AFECTAN A MI SEXUALIDAD?


No todas las enfermedades disminuyen la capacidad sexual. La mala salud física o
psíquica puede llevar a una disminución del deseo y a una alteración en la respuesta
sexual, sobre todo las enfermedades que desfiguran el cuerpo o alteran negativamente
la imagen corporal.

Enfermedades cardiovasculares: los ancianos con enfermedades del corazón no tienen


que evitar las relaciones sexuales por pensar que ponen en riesgo su vida, sino acomodar
sus relaciones al máximo posible sin que aparezca dolor en el pecho ni sensación de falta
de aire. No hay mayor incidencia de muerte súbita durante el coito que en el resto de la
población.

Hipertensión arterial: Con una hipertensión leve o moderada no es necesario restringir


las relaciones sexuales. Es necesario revisar los medicamentos que se toman para la
tensión ya que muchos de ellos pueden disminuir el deseo sexual.
Enfermedades neurológicas: En los mayores con Enfermedad cerebrovascular la
actividad sexual no es causa de agravamiento de la enfermedad, la baja autoestima, los
problemas de movilidad, de comunicación y la depresión frecuentes en estos pacientes
alteran su vida sexual. En la Enfermedad de Parkinson no hay alteración de la sexualidad

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si los síntomas están controlados. En las Demencias pueden presentarse episodios de


inhibición o de exaltación de la sexualidad.
Enfermedades pulmonares: Las relaciones sexuales no se alteran por la propia
enfermedad sino por la falta de aire, la mala oxigenación o algunos tratamientos como
los corticoides.

Enfermedades urológicas: Son más frecuentes las infecciones urinarias tras el coito. La
insuficiencia renal crónica produce deterioro de la función sexual. La incontinencia
urinaria no deteriora la función sexual, pero casi la mitad de los ancianos con
incontinencia reconocen no mantener relaciones sexuales por la ansiedad y la
incomodidad que supone el escape de orina no controlada durante el coito.

Enfermedades Osteoarticulares: No disminuyen el deseo sexual, salvo por la toma de


algunos tratamientos. El paciente debe buscar la situación más cómoda que no le
produzca dolor.

Enfermedades Metabólicas: En la Diabetes la disfunción sexual es muy elevada (65%),


principalmente por las alteraciones circulatorias y de la transmisión nerviosa. Las
alteraciones tiroideas también alteran la esfera sexual.
Trastornos Afectivos: Uno de los síntomas de la Depresión es la dificultad para
mantener relaciones personales y sexuales placenteras, algunos de los tratamientos
empleados también disminuyen el deseo sexual.
¿TANTA PASTILLA NO PUEDE SER BUENA?

Es cierto que muchos medicamentos alteran la función sexual normal. La mayor parte de
estos fármacos pueden ser igual de eficaces a dosis ligeramente inferiores y otras veces
se puede cambiar a otro medicamento alternativo dentro del mismo grupo de
tratamiento, que tenga los mismos beneficios, pero no los efectos secundarios sobre la
función sexual. Consulte a su médico.

Algunos de los fármacos que alteran la función sexual EN LA MUJER son:


Aumentando el deseo sexual: andrógenos, ansiolíticos benzodiacepinas.
Disminuyendo el deseo sexual: antihistamínicos, barbitúricos, cimetidina,
espironolactona, antidepresivos tricíclicos, clorpromacina, estrógenos.
Empeoramiento de la excitación y orgasmo: anticolinérgicos, antidepresivos
tricíclicos.
Agrandamiento de las mamas: estrógenos, antidepresivos tricíclicos.
Y también alteran la función sexual normal EN EL HOMBRE:
Aumentando el deseo sexual: andrógenos, diazepan, levodopa, haloperidol (bajas
dosis).
Disminuyendo el deseo sexual: los fármacos antiandrógenos empleados en el
tratamiento del cáncer de próstata y los medicamentos mencionados antes y que

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afectaban a la mujer.
Impotencia: anticonvulsivantes, algunos antibióticos, antiarrítmicos, algunos
antihipertensivos (diuréticos, betabloqueantes, calcioantagonistas), ansiolíticos,
hipnóticos, antidepresivos, antipsicóticos, levodopa, litio, analgésicos opiáceos,
anticolinérgicos, antiespasmódicos, metoclopramida, clofibrato, naproxeno, estrógenos.
Disminuyen la eyaculación: anticolinérgicos, clonidina, estrógenos, antidepresivos
tricíclicos, tiazida, tioridazida.
Disminución de la testosterona: digoxina, haloperidol (altas dosis), litio,
espironolactona.
Priapismo: heparina, fenotiazidas.

¿SE CONTAGIAN ENFERMEDADES POR EL SEXO?

La normalidad en las relaciones sexuales en el envejecimiento mantiene los mismos


riesgos que tienen a cualquier edad respecto a las enfermedades de transmisión sexual,
son las mismas, con los mismos mecanismos de transmisión y de prevención.
¿CÓMO DEBO ACTUAR?

La sexualidad debe vivirse en ésta época, como en todas, con comprensión y, lo que es
más difícil, con aceptación. Integrando los cambios inevitables e incorporándolos a la
actividad sexual de forma positiva, la frecuencia, el tiempo dedicado a las caricias y a la
estimulación. Superando los condicionantes culturales, la aspiración de ver ancianos sin
interés sexual, el "abuelito" que sólo lee el periódico y juega al tute, y la "abuelita" que
sólo hace ganchillo y un bizcocho buenísimo.
La sensibilidad hacia los cambios del otro miembro de la pareja harán más satisfactoria
para ambos la relación, dialogando y compartiendo las experiencias diarias, como a
cualquier edad.
La sexualidad no debe interpretarse como rendimiento cuantitativo. La valoración de la
cantidad de coitos o de orgasmos sólo es propia de la sexualidad inmadura. Aunque
también conviene buscar la manera en que la actividad sexual coital sea tan
satisfactoria como siempre, o más. Y para ello es fundamental el hablar de nuestras
limitaciones con el médico que nos ayudará en el ajuste de los medicamentos que
puedan ser modificados, en la solución de los problemas que sean solucionables. A veces
es tan sencillo como una crema de estrógenos para lubrificar y vitalizar la mucosa
vaginal de la mujer, y otro no tan sencillo desde la utilización de los últimos
tratamientos farmacológicos como el Vinagra y las inyecciones intracavernosas (siempre
con valoración de su médico), hasta ayudas externas como las bombas de vacío y las
prótesis. Siempre solicitar aclaración de todas nuestras dudas, sin ninguna vergüenza. Y,
por supuesto, nunca…¡NUNCA! aceptar la frase "¿Y a su edad qué quiere…?

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DISFUNCION SEXUAL

Pueden ser definidas en forma general de esta manera: el varón no puede, la mujer no
quiere. Según los parámetros socio-culturales, todo varón debe estar siempre listo, no
debe perder ninguna oportunidad y, justamente el temor a no poder cumplir con los
deseos exigidos es lo que crea las alteraciones que lo llevan a no poder lograr y/o
mantener su erección. La mujer en cambio, para poder tiene que querer, y la educación
en los estereotipos de femineidad hace que no quiera o que sólo quiera en determinadas
condiciones.

Disfunciones sexuales del hombre añoso : Las disfunciones sexuales en el hombre


añoso son aquellas que ocurren después de los 50 años. La disfunción eréctil y la falta de
deseo son las más frecuentes. La mayoría de las veces se instalan sobre una matriz de
desinformación. El problema no es sólo cognitivo, hay también un fuerte componente
emocional: para el hombre es más fácil entender y aceptar las limitaciones impuestas
por la edad cuando está en juego cualquier parte de su organismo como por ejemplo
usar lentes, aparatos para corregir sorderas, teñirse el cabello, etc. Todas pasan a ser
aceptables, pero entender y aceptar que su pene para alcanzar una erección, ya no es
capaz de responder a un estímulo erótico tan prontamente como antes, parece ser una
amenaza, un desafío. Si ese desafío es bien aceptado por los dos integrantes de la
pareja como parte del juego erótico, la relación sexual transcurrirá en un clima de
armonía y sensualidad. Las disfunciones del deseo y de la erección, excluidas las causas
orgánicas, están vinculadas a la monotonía de las relaciones sexuales, al estrés, a los
excesos en la alimentación y principalmente a la ansiedad, es decir, al temor al
desempeño. En los hombres mayores, la aparición de episodios de disfunción eréctil
responde a lo que Masters y J. llamaron “el temor al desempeño”, lo que hace que
cualquier dificultad (que puede ser circunstancial y pasajera) sea interpretada
depresivamente como indicadora de que se está llegando a la “jubilación erótica”. (A.
Gomensoro). Masters y Johnson hablan del “círculo vicioso”: el temor al fracaso crea en
los hombres (víctimas de una educación machista y falo-céntrica) un bajón de su
autoestima que determina el fracaso y éste aumenta a su vez el temor. Y así
indefinidamente.

Disfunciones sexuales de la mujer añosa


Las disfunciones sexuales de la mujer añosa son las que ocurren después de la
menopausia. Las más frecuentes son la dispareunia y el bajo deseo sexual. Ambos están
muy interrelacionadas, porque el dolor provoca una inapetencia secundaria. La mayor
dificultad de la mujer está ligada a la lubricación vaginal baja o ausente (por ausencia
de estimulación estrogénica eficiente). Por otro lado, muchas veces la mujer es
presionada a someterse a una penetración rápida, casi siempre para aprovechar una
erección fortuita de su compañero, también añoso. Excluidas las causas orgánicas, la
mayoría de las veces los cuadros disfuncionales se instalan sobre la base de la

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desinformación. Sumamos a eso que los estereotipos culturales de belleza femenina


influyen negativamente

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