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COD: 251412339
UNIVERSIDAD DE CALDAS
12/04/2019
LENGUAJE Y SER:
A través de un pequeño análisis de ser y tiempo se intentara dar una panorámica del giro
que el lenguaje toma en la filosofía de Martin Heidegger en su primera etapa de
pensamiento. De manera general se expondrá la importancia del lenguaje en cuanto la
aperturidad ontológica que da al dasein en el mundo. Desde principios de su pensamiento
Heidegger nos propone que lenguaje y ser deben abordarse de manera paralela, esto
queriendo decir que el lenguaje también es de interés de la metafísica. En ser y tiempo
esta relación es abordada por primera vez bajo la noción de habla, uno de los modos
originarios que dan aperturidad al dasein.
A continuación trataremos de comprender que separa el lenguaje del discurso, puesto que
aunque estos dos conceptos en Heidegger están directamente relacionados son conceptos
separados encontramos pues en la excelente traducción de ser y tiempo hecha por
escudero este paralelo:
“En primer lugar, ¿qué distingue el discurso del lenguaje? Igual que la comprensión
primaria no es cognitiva pero posibilita la cognición, el discurso no es lingüístico pero
posibilita el lenguaje. Heidegger distingue entre el discurso como fenómeno de la vida
humana y el lenguaje como un sistema de signos. En Ser y tiempo, el lenguaje todavía se
entiende en el sentido de la transmisión de contenidos proposicionales y no de su función
de apertura del mundo característica de escritos posteriores como Hölderlin y la esencia de
la poesía y De camino al lenguaje. El discurso articula las significaciones y los patrones
significativos que nos están dados de antemano. Asimismo, destaca los componentes
dialógicos, comunicativos y expresivos del discurso. El discurso hace posible que pueda
compartir mi situación con otros por medio del lenguaje. El discurso no se limita a las
palabras y su gramática. También contempla los modos en que usamos el lenguaje para
comunicarnos. Por ello, no resulta extraño que incluya los fenómenos del escuchar y del
callar como modos de ser del hablar discursivo, pues ambos fenómenos remiten al mundo
compartido intersubjetivamente y a las prácticas lingüísticas en que estamos
socializados.”(Escudero, 2015).
Volviendo a escudero:
“En segundo lugar, ¿qué significa discurso y qué función cumple? A diferencia de un amplio
sector de la literatura secundaria —que bien asimila el discurso a un tipo de anticipación
que prefigura el comportamiento lingüístico, bien desvincula el discurso de cualquier
elemento pragmático comunicativo—, nos parece que el discurso cumple una función
expresiva y comunicativa crucial. El discurso es una condición fundamental de nuestra
comprensión afectiva del mundo, constituye una especie de espacio público que posibilita
la expresión y la comunicación. El discurso, como señala Carman, es el modo como nuestro
mundo se articula de manera coherente: no solo pragmática y teleológicamente en términos
de actividades y fines, sino también expresiva y comunicativamente en términos de cómo
expresamos nuestra comprensión y la transmitimos a otros, incluso a nosotros mismos.
Esto no debe llevarnos a pensar que la comunicación se limita a la simple transmisión de
información, a «un transporte de vivencias, por ejemplo de opiniones y deseos, desde el
interior de un sujeto al interior de otro» (SyT: 185). Heidegger se distancia de esta noción
tradicional de comunicación basada en el clásico modelo de sujeto y objeto. No niega que
en algunas ocasiones la comunicación pueda adoptar esta forma, pero por lo común ya
compartimos un mundo con los otros y nos comprendemos mutuamente. El Dasein se
manifiesta en un espacio co-abierto y comprendido. No sale primero de su esfera interior
para establecer un puente de contacto con la realidad exterior, sino que ya siempre se
encuentra fuera en un mundo compartido con otros. El tipo de comunicación presente en el
discurso consiste en nuestra capacidad de compartir nuestros afectos y comprendernos
con otros. El Dasein es siempre un co-estar, un estar-con (Mit-sein). La dimensión
comunicativa de la co-disposición afectiva (Mit-befindlichkeit) y co-comprensión
(Mitverstehen) resulta fundamental para apreciar el papel que desempeña el discurso en la
analítica existenciaria. El co-estar solo se comparte de manera explícita en la comunicación
discursiva.”(Escudero, 2015: 219)
Como ya se ha podido ver en los diferentes apartados de ser y tiempo Heidegger se separa
de la noción tradicional sujeto-objeto, ya que esta nos pone en una esfera interna y para el
dasein siempre está afuera y además es mit-sein (estar- con) así pues está siempre en
constante contacto con las cosas del mundo y con otros dasein, pero siempre estando en
cierta co-disposición afectiva (Mit-befindlichkeit) y en cierta co- comprensión (Mitverstehen).
Por tanto, a diferencia de la propuesta de Descartes cogito ergo sum para Heidegger el
dasein ya siempre existe, está afuera y ese estar afuera es compartido en la comunicación
discursiva. Concluyendo este párrafo, para poder comprender el lenguaje desde
perspectiva Heideggeriana, es importante desligarse de toda interpretación dada por la
tradición filosófica ya que esta no nos proporciona un enfoque adecuado y mete al sujeto
cognoscente en una burbuja en la cual al parecer es simple receptor de informacion.
“El análisis del escuchar (Hören) se realiza desde la perspectiva de la analítica del Dasein.
De la misma manera que el hablar no es una simple cuestión vocal, el escuchar no se limita
a una mera percepción acústica. El escuchar es una posibilidad existenciaria que no puede
explicarse de forma satisfactoria desde el prisma de una psicología de la percepción. Una
psicología de este tipo retrotrae el escuchar a la percepción de ruidos, tonos y sonidos.
Pero para poder oír algo como ruido tenemos que haber comprendido previamente ese
algo, lo cual solo es posible sobre la base de un poder-escuchar existenciario primario y de
una articulación originaria del sentido.”
“Eso que llamamos oír es algo más originario que lo que la psicología de-fine como el «oír»
inmediato, vale decir, sentir sentidos y percibir ruidos. También el oír tiene el modo de ser
del escuchar comprensor. Nunca oímos «primeramente» ruidos y complejos sonoros, sino
la carreta chirriante o la motocicleta. Lo que se oye es la columna en marcha, el viento del
norte, el pájaro carpintero que golpea, el fuego crepitante. [De hecho, J.A.] Para «oír» un
«puro ruido» hay que adoptar una actitud muy artificial y complicada.” (SyT: 186-187)