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PRIMERA CARTA CRÍTICA.
- DEL FILOSOFO RANCIO
QUE IMPUGNA

& la Española antigua y no á la Franeeta^

EL DISCURSO
DEL SEÑOR DIPUTADO ARGUELLES

SOBRE
CCMTRIBUCIOW DE DIEZMOS.

Y
LOS DICTÁMENES DE OTROS VARIOS SEÑORES
Diputados que distraen á las Cortes de su principal
objeto.

NUEVAMENTE CORREGIDA
Y
IIESA EN MALLORCA :
J>£ 1813.
V ' r
1

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X
.5

J
}
, •• •
NOTA•
DEL PIUME.R EDITOR.

mucho atraso fie recibido esta carta de


un amigo mió por el motivo que expresa la pri
mera P. D. ; y sin embargo de que él resiste
tanto su impresión, quanto manifiestan las razo
nes que alega en ella ; mi propio convencimien
to y las repetidas instancias de otros mis ami
gas , á quienes la leí , cumpliendo la prevención
de su autor , me han determinado á imprimirla
baxo mi firma , pues que él no quiere comunicar
sino á pocos y en confianza las especies conte
nidas en ella por un efecto de su moderación y
delicadeza ; recelando que la ignorancia ó tal
vez la malicia haría refluir en agravio de las
Cortes , lo que él impugna como opiniones singula
res de algunos diputados. La protesta terminante y
repetida que hace de la obediencia y respeto con
que mira todas las decisiones del Congreso na
cional , ¡y el comedimiento con que se limita á
razonar contra los discursos de algunos- indivi
duos , lo ponen á cubierto de aquella imputa
ción tan odiosa , y lo presentan como un mode
lo que deben imitar los escritores de nuestros días,
entre los quales no pocos con grave y universal
escándalo de ¡os buenos , y con un punible abu-
«• de la libertad de imprenta se rebelan contra
la autoridad soberana, zahieren sus decretos, bur
lan sus determinaciones j parece que tratan de
romper los vínculos de la obediencia y subordi
nación que deben enlazarnos con el legítimo go
bierno. Bien sé que dando á luz pública esta
carta voy á causar una grave pesadumbre á su
autor , y á exponerme á sus muy sentidas que-
xas ; pero me resuelvo á hacerlo animado del
mismo espíritu y objeto con que S. Pablo pre
vino á los fieles de su tiempo por estas palabras:
Videte ne quis vos sediícat per philosphiam et
inanem fallaciam.

NOTA DE ESTE EDITOR.

La primera Carta del Filósofo Rancio fue


adatada á la Regencia , y esta la pasó á la
Junta Censoria de Cádiz paraque la calificase ;
mas los delatores no consiguieron saliese declara
do su autor reo de lesa nación como preten-
dian ; ni se sabe que la Junta diese censura alguna
contra ella. Véase la Carta séptima, en la que
el autor satisface á todos los cargos que se lepuedan
hacer sobre el particular.
PRIMERA CARTA CRÍTICA.

i 6 de Mayo de 1 8 1 1.

Mi amigo, dueño y Señor: llegaron por fin á


mis manos, según lo deseaba, varios números del Conci
so, Tertulia y Semanario Patriótico, que salen en Cádiz,
y algunos de los Diarios de Córtes. En todos estos pa
peles abundantes en noticias y reflexiones, nada hay que
llame tanto mi atención, como lo relativo á nuestras Cór
tes. No quiero decir á V. todo lo que ellos, especial
mente los Diarios, me han dado que pensar y que sentir;
mas tampoco me atrevo á disimularle parte de mi juicio
sobre este Congreso augusto, ni á desentenderme de los
temores que algunas de sus actas me han causado.
Mi juicio, pues, se reduce á que en las Córtes, la
mayor parte es de verdaderos españoles, cristianos , sa
bios, hombres de bien y capaces de todo lo que nece
sitamos: pero al mismo tiempo hay un cierto fermento,
de donde podemos temer con razón que se inficione toda
la masa. Modicum fermentum totam massam corrutnp'tt. Veo
por una parte el candor y las buenas ideas; noto por otra
eí**esfuerzo y el artificio; temo que estos últimos preva
lezcan, y aun estoy palpando que tratan de prevalecer en
dos puntos ; el primero en ór ien á la Religión, cuyo edi
ficio sordamente se combate por algunos: el segundo coa
respecto á la causa pública, cuyo verdadero interés quie
ren quj se postergue. Para decir los fundamentos que vas
6
obligan á temer asi, seria necesario un tomo en folio, mat
no estoy en animo de escribirlo. Apuntaré á V. algunos
de los fundamentos sobre que estriba mi modo de pensar.
En quánto á lo primero bástame el dictamen del Sr.
Arguelles en la sesión del 23 de Marzo, relativo á la
contribución que se trató de imponer sobre los diezmos.
Mas antes de comenzar, voy á hacer una protesta igual
á la que hace el célebre Juan Maldonado, quando en sus
Comentarios sobre los Evangelios trata por la primera vez
de la autoridad del Romano Pontífice. Ego , dice ,á Se
de Romana nibil accepi, nihil me accepítirum spero: nibil
accipere voló. Yo ni he tenido, ni espero, ni quiero tener
renta eclesiástica. No hago, pues, mi propia causa, quan
do hago la de las rentas y diezmos de la Iglesia. V. sa
be que no he dexado de trabajar en mi carrera, y que
después de todo pocos son mas pobres que yo. Esto n»
obstante, si los tiempos volviesen, y me hallase con ro1. „
bustez y proporciones para escoger suerte, pospondría el
diario, la absoluta autoridad del Golilla, la inmensa pla
ta del Abogado y del Médico, y la pingüe renta del Obis
po , Dean y Canónigo , á la mezquina que me proporcio
naba mi trabajo, y ms rendían las varias comisiones de
que estaba encargado. No pienso así porque sea santo
(V. sabe los muchos trabajos que hay en esto, y yo sé
mucho mas en este punto) sino por un principio de filo
sofía contenido en este adagio vulgar: no quiero perro
con cencerro. El Togado , el Abogado y Me'dico son respon
sables á Dios y á los hombres hasta de los descuidos , por
que en cierto modo están vendidos por su salario, y son
del Pueblo que los compra. El que tira renta de la Igle
sia tiene que repartirla á los pobres, sea por justicia co
mo quieren unos , sea por sola caridad , como enseñan otros:
ello es, que si no la reparte, en dictamen de todos, el dia
blo se lo lleva. Pero el que tiene mi modo de vivir á na
die es responsable, porque si no trabaja , no hay quiea
pueda con razón exigirle que trabaje, y si voluntariamen
te le hace , ninguno tiene derecho para reclamar; el fru-
7
ro 6 ganancia que le resulta're. En vista de esto, creo que
nadie me podrá poner tacha, quando voy á hablar en ma
teria de unas rentas, en que ni tengo, ni puedo, ni quie
ro tener parte. Entremos pues con el voto del Sr. Ar
güe/les pág. 325. ; .
n Señor: para entrar . en la discusión de esta materia
wcon la extensión que corresponde, seria preciso que yo
r>no tuviese la terrible desventaja de no poder hablar con
r> la libertad que lo ha hecho el señor preopinante , sos
teniendo opiniones generalmente recibidas por piadosas, y
wcuya impugnación comprometería acaso mi reputación co-
«ido católico, para con los que no examinando &c...has-
ta acabar el período.
Confiesa , pues , el Sr. Arguelles que las opiniones soste
nidas por su preopinante (el Sr. Pasqüal) eran general
mente recibidas. Y, ó yo me engaño mucho, ó este ca
rácter de opiniones generalmente recibidas ponen al Señor
Arguelles en la necesidad de acceder á ellas. La prueba
terminante de esto la encuentro en la cabeza del decreto
de la libertad de imprenta, obra á mi parecer del mismo
Argiielles. 5? Atendiendo, dice, las Cortes. á que la fa-
« cuitad de publicar sus pensamientos é ideas políticas e»
«no solo un freno de la arbitrariedad de los que gobier-
«nan, sino también.... eí único camino de llegar al cono
cí cimiento de la verdadera opinión pública, han venido en
«decretar &c" Se decretó, pues , la libertad de imprenta,
porque por ella podían las Córtes y sus diputados venir
en conocimiento de la opinión pública: ¿y para que que
rían venir en conocimiento de la Qpinion pública ? Ya lo
dice el Sr. Pérez de Castro en el número 30 del Conci
so. «La opinión del Pueblo es la que se debe consultar
99 pata no errar la nación es nuestro comitente; noso-
« tros sus apoderados : en ella como principal reside la fa-*
«cuitad de exponer sus pensamientos, de rectificar nues
tras ideas, de dirigirnos, en una palabra de manifestar
«su voluntad á los procuradores que la representan. ¿No
«seria escandaloso oponernos á las facultades que uqs ha
a
«delegado- la nación?" Sin salir responsable de la Lógi
ca de este caballero, quiero que vea V. al Sr. Argue
lles citando esta misma doctrina al número siguiente del
Conciso. Ahora bien; si el motivo que tuvieron las Cortes
para decretar la libertad de imprenta es poder conocer la
opinión pública, como dice el Sr. Arguelles; .si esta opi-
tiion es la que se debe consultar para no errar, como
explica el otro ; y si seria un escándalo y una infidelidad
de los apoderados ir contra esta opinión que debe rectifi
carlos y dirigirlos; ¿con que cara se atreve el Sr. Ar
guelles á impugnar esta opinión , que reconoce por gene
ralmente recibida? No hay talento, ni habilidad que baste,
quando la buena fe no es la que dirige. El Pueblo, la
nación, la opinión pública son las tapaderas y el pretex
to : el orgullo , la opinión de si mismo y el antojo lo
que se cubre con estas tapaderas.
Juntemos á esto la definición, de la ley, que con ar
to escándalo mió, y no poco detrimento de la verdad y
peligro de todo bien, se ha dado en las Cortes, toma
da de los periodistas amigos del Sr. Arguelles: La ley es
la expresión de la voluntad general. Los diputados , pues,
no son mas que los órganos por donde esta voluntad se
expresa. Quisiera yo que el Sr. Arguelles me explicase,
como intentaba que se declarase por voluntad general lo
contrario de las opiniones que él mismo llama generalmen
te recibidas. Acaso en su filosof/a habrá algún secreto pa
ra que la voluntad del Pueblo sea contraria á su misma
opinión. Sigamos.
Las opiniones que el Sr. Arguelles se propone im
pugnar son no solo generalmente recibidas, sino también re
cibidas por piadosas. Las impugna, para que el Congre
so no las siga, para que se desengañe, en una palabra
para que expresa ó tácitamente las condene, y defina que
la verdadera piedad es en la doctrina que el va á sos
tener. ¿No es esto lo que' quiere decir? Y si esto, ya
su reputación como católico está no solo comprometida, si
no totalmente acabada. Rarísimo ha sido el herege que ha
9
tenido valor para pretender, como el Sr. Arguelles pre
tende , que una asamblea profana sea la que decida don
de está y donde no está la piedad. La fe católica nos en
seña que este juicio es privativo en aquellos que el Es
píritu Santo puso por Pastores y Doctores de su Iglesia
para que occurramus omnes in unitalem fidei , et agnitionis
Filii DA...... et non circumferamur omni vknio doctrines.
Concluida la protesta del Sr. Arguelles, y entrando en
la discusión como católico apostólico romano, sienta por prin
cipio que las Cortes pueden gravar los diezmos, j Buen ca
tólico apostólico romano nos dé Dios! Lo peor que hay
aquí es, que los que efectivamente lo son (al menos se
gún yo pienso) mas que el Sr. Arguelles, se han descui
dado en este punto, y han consentido que este error sir
va de principio á sus dictámenes. Separe'mos cosas de co
sas, y no tardará V. en convenir conmigo en que algu
nos de las Cortes sin reflexionarlo se han dexado indu
cir á un error.
En primer lugar, no puede dudarse de que estamos
en una ocasión y un empeño en que debe sacrificarse to
do, hasta los bienes de la Iglesia, hasta las alhajas del
culto, hasta los vasos sagrados, aunque sea necesario con
sagrar en cálices de palo ó de vidrio. De esta opinión en
que están las Cortes, creo que no habrá quien disienta en
toda la nación. Ella es enteramente conforme al espíritu
de la Iglesia, y está autorizada con el exemplo de sus
mas santos Obispos. Lo único pues que en la materia ha
brá que hacer, será medir la execucion con la necesidad;
de manera que ni el demasiado escrúpulo haga faltar á
los peligros de la patria, ni la demasiada licencia al res
peto que se debe á Dios. De esto pues no tratamos, ni
dudamos.
Tampoco me parece que cabe duda en que las cir
cunstancias en que nos hallamos nos dispensan de las tra
bas que el nuevo derecho ha puesto en este punto desde
la célebre Extravagante Ambitiosa de Paulo II. Veo con
gusto y edificación mía á muchos vocales de las Cortes
to
que reclaman la observancia de estas leyes; nías creo que no es
contra.su espíritu que en el dia obremos contra el tenor de su
letra. La necesidad que es la suprema ley , lo exige : el re
curso al Papa no es posible, y aun quando lo fuese, el fe-
riculum in mora autoriza á los Obispos para obrar. Están pues
los Obispos en el mismo caso en que estaban antes que se
hubiese limitado en esta parte su autoridad, quiero decir,
antes que se hubiesen promulgado las leyes que la limitan ; y
pueden y deben disponer de los bienes de la Iglesia en la pre
sente necesidad.
Pero tan cierto y tan indubitable como es todo esto ; tan
cierto, tan indubitable y tan de fe es para mi, y debe ser
para todo católico , que la autoridad civil no es dueña
de enagenar los bienes de la Iglesia , sean estos de la clase
que fueren , y hayan venido á la Iglesia por donde quiera
que hayan venido. Escuche V. la demostración.
Es de derecho natural , y se contiene en el tercer pre
cepto de la primera tabla , que el hombre consagre parte
de su tiempo y de sus bienes todos al autor de sus bi
enes y de su tiempo. Por esto no ha habido pueblo, ni nación
en el mundo que no haya consagrado á sus deidades días
y lugares determinados para su culto , victimas , sacrifi
cios y oblaciones para sus altares , y hombres destinados á
que les sirvan de ministros.
Es también de derecho natural que á nadie se le quite
lo que es suyo , 6 para explicarme con la frasesita del día,
que á todos se les conserven sus propiedades ; y ya se vé ,
si esto es asi de hombre á. hombre , mucho mas lo es
y debe ser de los hombres para con Dios. Y por esto
ademas de las penas que en todas las gentes estaban es
tablecidas contra los que violaban la propiedad agena , las
había peculiares y mas graves contra los que atentaban
á la propiedad de Dios. No cito las leyes romanas , ni
la que dio Dios al pueblo antiguo , por ser demasiado
notorias, y no teñera mano libro alguno: pero sí quiero
que V. reflexione , que las de la Iglesia sobre esta mate
ria no son otra 'cosa qne una aplicación de la que la
naturaleza estampó" en el corazón de todo hombre.
Supongamos, pues, lo que al Sr. Argüelles tanto le pesa no
poder analizar , y que analizaron por él sus maestros Pereira
y otros tales ; á saber, que el origen de los diezmos haya sido
una donación que los principes hicieron á la Iglesia. ¿ Podra
seguirse de aqui que los mismos Principes puedan revocar
su donación, y convertir en profano lo que ya una vez ha
sido sagrado ? ¿ Y podrá seguirse de los principios que el Sr.
Arguelles y sus consortes tanto nos decantan ? Si se trata de
la propiedad de un Pedro Fernandez, la propiedad debe con
servarse, es sagrada, es inviolable, tocarla es tiranía, ¿y en
tratando de la propiedad de Dios qualquiera podrá desbaratar
los titulas mas sagrados de propiedad?
¡Señor! que el apuro en que nos hallamos no consiente
que esta propiedad se conserve. Está bien; pero la misma
naturaleza ha señalado el medio que se debe adaptar para
tocar en ella : á saber , que se haga por las manos de aquel
los que entre los hombres hacen las veces de procuradores de
la divinidad , esto es , por mano de los Sacerdotes. Asi lo
be colegido muchas veces en la historia romana, asi se de
duce infaliblemente de la ley divina dada al antiguo pueblo,
y así lo enseña la uniforme , constante é inviolable tradi
ción y legislación de la iglesia.
El Sr. Argüelles ha leido malos libros; este es su pri
mer pecado : los ha leido sin discernimiento; y este es el se
gundo. Pudiera hacerse cargo que esta doctrina y filosofía,
no cuenta con mas antigüedad que el cisma de Lutero, que
«e inventó por este y sus consortes después de los atentados
cometidos contra la Iglesia , sus bienes y sus ministros: que
te sostuvo en el principio para no tener que restituir lo que
de la Iglesia se había robado ; y que se ha convertido en filo
sofía para poder robar lo que le queda.
Aun mas tengo que decir contra el Sr. Argüelles , y
contra el partido del Congreso que ha admitido, ó no ha recla
mado su doctrina. Si el Clero español se hubiese negado ó
escaseado á las necesidades de la Patria, seria menos de
extrañar que dicho señor se empeñase en que las Cortes lo
T2
gravasen , y alegase para ello que tenían derecho. Mas ha
sucedido lo contrario : el Clero español de obra y de pala
bra se mostró dispuesto desde el principio á sacrificarlo to
do , como todos sabemos , y consta á todo el mundo. Si como
fue el Clero el que hizo y realizó en tanta parte esta oferta,
hubiese sido alguna corporación civil , nos hubieran atolon
drado los papeles públicos con elogios , y tal vez el Sr. Ar
guelles hubiera promovido la moción , de que en los decretos
de contribuciones se hiciese honrosa memoria de este sacrificio,
y una excepción á favor de los que lo hicieron , como de gente
que no necesitaba de decreto para sacrificarse por la patria.
Pero no Señor, se trata de la Iglesia; y esta tiene otra medida
para con el católico apostólico romano. wLa Iglesia ha dado
mucho, wdice un diputado." Señal, responde él . de que tiene
mucho." «Metemos, reclama otro, la hoz en mies agena." v> La
mies es nuestra," responde el católico Arguelles. Senatus htec
intelligit : Cónsul videf, hic tamen vivit. fivit? immo vero etiam
in senaíum venitifit públici concilü particeps. Perdóneme el Sr.
Arguelles. Si como asegura , y yo no lo niego, es verdadero
católico, no debe extrañar que yo que lo soy, me arda, quando
por su imprudencia expone á las Cortes á dur pasos no muy
católicos.
Lo peor es que algún otro Eclesiástico á quien por su
oficio correspondía evitar este paso , é instruir á los legos
bien intencionados en que no era conforme con la verdad del
Evangelio, no solo calló, debiendo impedirlo, mas habló, apo
yándolo. He visto con indignación citado el hecho de San Agus
tín. Pudieran haber citado á San Paulino y á infinitos otros.
Pero pregunto, quando estos Santos vendieron hasta los cáli
ces de sus Iglesias ¿como lo hicieron? ¿Por su propia autori
dad como Pontífices que eran de su pueblo , ó por la de algún1
Emperador que se lo mandase? Y , si lo hicieron por sJ mis
mos y como administradores de sus Iglesias; ¿como unos hom
bres que deben saber su obligación, confunden una cosa con
otra, y traen para autorizar una iniquidad y un sacrilegio,
Jos heroicos exemplos del zelo y caridad pastoral mas acendrados?
Yo me estremezco quando veo las fatales conbeqüencias
que esto puede traer á la causa priblica. Quantas veces en nu
estra España se ha puesto mano violenta en el patrimonio de
la Iglesia , otras tantas la plata arrancada del Santuario ha
sido un fuego que ha devorado nuestros exercitos , ha desolado
nuestras provincias , y ha denegrido , quando menos, la opi
nión de los profanadores. Otro tanto nos enseñan las histo
rias en los demos países católicos : otro tanto y mucho mas
estamos viendo en la Francia , á quien Dios castiga por este
y sus demás pecados con unas victorias que son peores que
todas las derrotas.
No amigo mió , no es este el camino , por mas que el Sr.
Arguelles nos lo indique. Qua Casaris, C¿esari, et qu* Dei, Deo.
No pongamos pleito á Dios sobre lo que por nuestra obliga
ción á él le pertenece: no se lo pongamos á su esposa la Igle
sia que está en posesión de disponer de lo que pertenece á Di
os. Estamos convenidos en que se saque el huevo; mas ni pode
mos ni debemos convenir en que sea atropellado el feto. Para que
los bienes de la Iglesia sirvan á la necesidad de la Patria, lo
mismo es que las Cortes los manden gravar, que el que exórten
á los Obispos para que los graven : pero para que nos conduz
camos como católicos , no es lo mismo. ¿Quien hay que pueda
tachar la conducta del órden de nuestros Obispos en las actua
les circunstancias.? ¿Quien puede decir á ninguno de ellos
mas patriota soy que tú? ¿Quien de los que componen las
Córtes , igualárseles , sea en dignidad, sea en zelo, sea en sa-1
biduria , sea en interés por nuestra Religión, por nuestro Rey^
por nuestra libertad? ¿Qual de los vocales puede olvidar que
él está en la clase de oveja , y su Obispo en la de Pastor? No
repitamos en la España la horrorosa escena del congreso francés,
que por el atropeílamiento de la dignidad episcopal abrió las
puertas á los infinitos males que aquejan á su Iglesia y su
nación.
Quintos Principes han merecido el nombre de tales, des
de que la cruz de Cristo pasó á la dia.iema de los emperadores
han dado leyes sobre leyes para que á la Iglesia se le conser
ve loque es suyo, para que sus Prelados dispongan como de
ben de sos bienes, para que nadie los perturbe eaesta posesión.
Por el contrario no se. han "creído dueños de.disponer déla Igle
sia, sino los que por éj unánime coasentimiento de loa hombres
no han nacido paramas que para azotes de sus rcyaos. Un Fede
rico de Saxónia , protector de Lulero ; un H?nr¡que Víf 1.
de Inglaterra, monstruo de luxuria; un Carlos Xíí. de Suecia,
el mas loco de quantos han reyaado; un Federico II. de Pru-
sia , ladrón por esencia , presencia y potencia ; un Josef íí. de
Austria , sacado por el molde de Juliano, ua no nos can
semos, tunantes, ladrones , Principes perdidos, y nacidos pa
ra mal de sus estados.
Últimamente el pueblo católico esparcido por todo el
mundo tiene fixos sus ojos en la España , que en el dia es el
único retrincheramiento, para explicarme asi , que ha quedad o
al catolicismo. Vea pues el pueblo católico que no se ha en
gañado en pensar asi,1 como no se engaña quando nos tiene
por los defensores de la libertad de la Europa. No vean
los afligidos que gimen baxo el yngo del Ateo , que entre
nosotros se adoptan los inism >s sentimientos que en sus paí
ses abrieron la puerta al ateísmo. No olvidemos que nues
tros generosos aliados los Ingleses nos observan , y que no
pueden aprobar en nosotrofias medidas que a ellos los in-
duxeron al funesto cisma de que tan . aprisa se. van, apar
tando quantos entre ellos juzgan de las cosas con justicia; ni
suceda que la España empieze a' ser cismática, quando la Ingla
terra se esfuerza ya á no serlo. Mas cortemos estas reflexiones
y volvamos alas del Sr. Arguelles.. .
Después de sentar el principio que acabo de impugnar ,
se propone sostener la memoria del Ministro de Hacienda, que
la comisión de Cortes había tan justamente reprobado en la
parte que gravaba á los participes de diezmos; y para ello re
curre á que la doctrina económica está perfectamente entendi
da en la memoria del Ministro.
w En ella se dice entre otras cosas , que los desembolsos
n síganla razón directa de lo que cada uno se expone a' per-
„ der en esta guerra , y del riesgo mayor ó menor que se cor-
v> ra. Entre nosotros ¿quien corre mas peligro, quien pue-
ser mas perjudicado, si somos vencidos, que la clase f cíe
»5
wia'stica? Dígalo el enemigo por mi. Luego no puede ha-
nber exceso en el sacrificio, quando dé reusarle se aventura
wrodo. »
¿Que tal? quando al Sr. Arguelles le faltasen otros méri
tos. ¿ este solo silogismillo no es mas que sobrado para que
lo declaremos regenerador de la España? Vamos calificándolo.
El Ministro de Hacienda habia establecido por princi
pio para el repartimiento de las contribuciones, el mismo que
cita el Sr. Arguelles. El Ministro de Hacienda llamó á este
su principio, un principio de eterna verdad. La comisión de
Hacienda echó de ver sin mucho trabajo , que este principio
lo era de eterna iniquidad , y por eso lo abandonó. Corres-1
pondia , pues , al Señor Argiielles sostener la eterna verdad
de este principio. Debió haber recurrido á su pacta social,
y decir , que quando los hombres nos juntamos á hacerlo, yo
que era v. gr. un pobre eclesiástico di.xe : en suposición
de que todos somos un solo cuerpo, y debemos prestarnos
mutuo auxilio, quando qualquiera de nosotros peligre , me
convengo en que quando un picaro de afuera venga á ro
barme , me roben ustedes primero , y con el producto de este
robo busquen medios para resistirle. ¿No le parece á V.?
Debió también recurrir á su decantada igualdad, y decir
me: tu tenias ciento; el enemigo se llevó cinqüenta; dame acá
los otros cinqüenta que te restan, y sale igual el cargo con la
data. ¿No es verdad? 1 •■ • • , •
Dexemos los juegos en una materia que reclama las lagri
mas. El Ministro llamó eterna verdad á su principio, porque
como dixo Catón en una ocasión semejante, jam pridém voca-
bula rerun amissimus, y toda nuestra sabiduría está reducida
a hacer que las tinieblas parezcan luz, y la luz tinieblas. Los
principios que son de eterna equidad en esta materia son los
dos siguientes: que al que tenga mas, mas se le exija: y que al
que mas está padeciendo, con mas commiseracion se le trate. La
consideración de estar mas ó menos expuestos á perder, solo
podrá tener lugar, quando yo que ningún peligro tengo, á quien
nada le vá en que se pierda ó se gane, soy convidado por
usted para que le ayude : pero quando todos formamos ua
solo y mismo cuerpo , .el riesgo ^e qualquier miembro es
el riesgo de todos , y todos deben igualmente concurrir á
evitarlo. Me duelen los ojos , y estoy en peligro de perder
la vista: ¿ será buena medkinaque la sangría que necesito pa
ra no perderla, se me dé en los ojos? ¿Adonde iremos con el si
napismo? gá los ojos ó" á los pies? Hasta los perros saben que
en teniendo mala una pata, las otras tre$ tienen que andar por
ella.
Mas todo esto es nada en comparación de la iniquidad
que resulta de la eterna verdad de este principio, si observa
mos la aplicación que se le da. El que tiene mas que perder,
debe ser mas gravado: luego debe serlo el clero porque tiene
mas que perder. Pregunto yo: ¿y porque es el clero el que tie
ne masque perder? Ya responde el tír. Arguelles: Dígalo el
enemigo for mi. A saber, porque en entrando las tropas del tira
no, contra nadie se ensangrientan tanto como contra el clero,
Está bien; y vuelvo á preguntar: ¿y que causa tiene el tirano,
para distinguir así al clero en su odio?¿ Es por ventura el cle
ro el que ha provocado su agresioi}? No Señor, que él se nos
ba venido á casa sin que nidie le provoque. ¿Será acaso por
que aspirando á abolir la Religión ha creído que debe comen
zar por los ministros? Tampoco: porque aunque él ni quitra,
ni tenga Religión, lleva la máxima de fingir que la tiene y ia
quiere; y según el precepto de su patriarca Voltaire, y el
exemplo de sus hermanos Alembert, Diderot, &c. se protesta
católico apostólico romano, para dar al través mas seguramen
te con el catolicismo. ¿ Porque pues persigue con tanta pre
ferencia á los clérigos y á los frayles? El y sus mariscales lo
dicen: porque los clérigos y los frayles son los peores para él,
porque ellos tienen la culpa déla resistencia de España; por
que ni se prestan, ni hay esperanza de que se presten á ser sus
agentes en la usurpación. Esto es loque ellos dicen, prescin
diendo por ahora de que sea ó no sea. Con que el gran peca
do del clero á los ojos de Napoleón es la resistencia que la
nación le hace. Si este pecado es solamente del clero, está muy
bien que pague la pena, no por la eterna verdad del princi
pio del Sr. Ministro, que no viene al caso; sino por aquella regla
1?
de justicia que dispone, que el que ocasiona el daño, sufra sus
consecuencias. Mas si este pecado es su mérito y su gloria, y
si sola su atribución le honra, ¿puede darse cosa mas iaiqiia
que el que por él le dé nuestro gobierno pena ? Finjamos por
un momento que Buon aparte convirtiese su encono contra Jos
que están á la frente del gobierno, por el mismo orden con que
lo está cxercicndo con los que obtienen el ministerio de la
Iglesia. Si en este caso les dixera yo á los Sres. Ministro de
Hacienda y Arguelles: ustedes, que son los que tienen mas que
perder, son los que deben cargar con la mayor parte de la car
ga ¿ que me responderían? j Ah I que al instante me dirían:
si nosotros estamos mas expuestos, no es nuestro interés
privado, sino el de la causa pública el que nos ha traido á
tai situación; y solas una ingratitud y una iniquidad las mas
infames son capaces de dictar, que al que sufre mucho por la
causa justa, se le obligue á que sufra mas. Pues bien, señores
míos, este es el principio de eterna verdad que ustedes esta
blecen, con sola la falta de un miembrecito que debe añaciir-
sele, y que ustedes han omitido. Deben pues decir: Ja fuerza
de let impuestos debe recargarte sobre aquellas clases que mas
expuestas están á perder, aun quando el estar mas expuestas
provenga de haber llegado mas bien la pública obligación. Va
yan ahora dos palabritas» O ustedes vieron esto, ó no lo vie
ron: si lo vieron ¿ dónde está la buena fe, donde la justicia ,
donde la filosofía, donde siquiera la humanidad de los repre
sentantes de la Patria ? Y si no lo vieron j donde la probidad
y la conciencia de un Ministro de Hacienda y de un diputa
do de la Nación, si no renuncian á sus encargos ? ¿ Pueden es
tos desempeñarse de algún modo por sugeto tan corto de vis*
ía?
Hemos examinado hasta aquí el principio , ó como los
rancio-filósofos le llaman , la mayor del silogismo del Sr. Ar
guelles. No es razón que la menor, ó la asunción quede que-
xosa; examinémosla también. Dice asi Centre nosotros ¿ quien
« corre mas peligro , quien puede ser mas perjudicado , si so-
n mos vencidos , que la clase eclesiástica ? " Y para probarla
convida al enemigo á que lo diga. Mal testigo es para una
c
i8
prueba el que todos conocemos por hijo 6 padre de la mentira.
Sin embargo no lo recuso, g Y qué es lo que él dice ? No es me-
nester oido de conejo para oirlo. Dice al clero : venga acá
todo ; y á la nación : quando la barba de tu vecino veas pelar ,
echa ¡a tuya á remojar. Me parece que he explicado el sistema,
á no ser que se me repruebe haber indicado en el , que la na
ción debe ser pelada después del clero , pues el barbero hace
á dos manos , y á un mismo tiempo nos pela á todos. Con que
no basta este testigo para la probanza del Sr. Arguelles. Yo
tengo que presentar otros mas dignos de fé , porque son los
mismos que están expuestos á perder , y nadie mejor que ellos
sabe lo que pierden ó ganan.
Seamlos primeros los mismísimos señores con quienes me
estoy entendiendo, el Ministro de Hacienda y Arguelles. No sé
si son casados, mas me basta que puedan, y lleguen alguna vez
á serlo. Viene Napoleón , y vence , y hace con un eclesiástico
lo que ya tiene hecho con muchos, que es quitárselo todo;
Llega á ellos, y no se lo quita todo, sino la mitad , nada mas.
El eclesiástico es un hombre suelto , que , como se dice , por
qualquiera parte escapa : ellos tienen su muger y sus hijos , y
con lo que el tirano les dexa no tienen lo suñeiente para man
tenerlos. ¿ Quien es el que pierde mas ?• »' v
Viene Napoleón ; el eclesiástico , mientras haya católi
cos ( que los ha de haber hasta que el mundo se acabe) puede
contar con que uno solo que haya capaz de dar una limosna ,
ha de dársela á él : los dos señores acaso no podrán contar con
esto. ¿ Quién pues pierde mas ?' 1 ¡
' Viene Napoleón , y quita al eclesiástico todo lo que tie
ne hasta dexa ríe en medio de la calle ; y no toca ni en las ren
tas, ni en las posesiones de los dos señores, que les dexa intac
tas por un favor sin exemplo; pero les obliga á que le entre
guen el hijo ó los hijos que tienen ya aptos para las armas,
-porque el sistema continental le obliga á poner guerra al Rey
«le Persia. Si los hijos valen algo , ¿quien pierde mas ? ¿ Los
•señores que los tienen, é los clérigos qüe no pueden te^
nerlos?. >:-• i 5 • ! i.
i i! Viene Napoleón 5 ahuyenta una parte del clero , corrom
pe i otra, estorba la enseñanza , y pone i la España como
está la Francia , donde de todo se sabe , menos de ser cris
tianas. El eclesiástico que ya es hombre, y tiene los verda
deros principios , huyendo ó sin huir, puede conservar la
Religión que mamó con la leche. Per» ¿y Jos nifíos de estos,
Señores? ¿Estas plantas tiernas susceptibles de qualquiera im-,
presión , propensos por naturaleza, como todos, al error y
al desorden , faltos de guia que los dirija , y rodeados de fu
nestos exemplos y maestros ? Si pues la verdadera Religión
vale algo , y si ella importa mas que todos los otros bienes:
posibles ¿quien pierde mas? ¿El eclesiástico que aunque quien
ra ha de hallar muchas dificultades en perderla , ó los referi
dos señores que la perderán en sus hijos , sin que puedan,
aunque quieran, remediarlo ? Esta reflexión no es niia ente
ramente : es de un amigo que me acompaña , quien mil ve-,
ees me ha dicho que él por su persona no se hubiera movido
de la ciudad en que vivia , ni expuesto á las consecuencias
que su emigración le han traido; mas que teniendo; sus hijos en
edad de ser seducidos , mas bien quiere acabar sus dias con
ellos de mandadero de frayles en un pais católico , que gozar
y dexarles el caudal opulento que tiene. ¿Con que, quien pi
erde mas ? Reflexioné el Sr. Argüeles, y vea que sus libros no
son los mejores para filosofar. • ■
El sin embargo sigue filosofando, y añade ala eterna ver
dad del Ministro otras verdades de la misma laya, que por ser
demasiado largas nó copio , pero" que me ponen en la nece
sidad de preguntar á este caballero lo qae Cristo i Pilatos: A,
temetipso hoc dicis , an alii tibi dixerunt ? ¿ Estos argumentos
y lo que llama doctrina económica son invención de V. , ó son
los ecos de Voltaire , Rousseau, Mirabeau y demás gente hon
rada ? Si lo son, cítenos V. sus autores para que sepamos á
quien debemos ésta doctrina: y si V. se tiene por el autor, sepa
que puede tener la gloria de citarlos, como autores recomen
dables que están de acuerdo con V. en esta materia.
Vamos viendo. El Sr. Pasqüal se habia quexado de la des
igualdad del impuesto, n Yo , dice el Sr. Argüelles v creo lo
«contrario: y su balanza se inclina á donde no debiera." ¿Y,
porqué razón? Por Ja que ha dicho en otra ocasión, wdel
y> miramiento que todo estado debe tener á las clases útiles y «e-
v> cesarías á su prosperidad." ¿ Con que según esto Jos cleri go*-
y frayles no son útiles, ni necesarios á la prosperidad de la Pa
tria ? No se creyó así, al menos de los clérigos, en Amster—
dam , ni en Ginebra , ni en Londres , pues quitados los que
había católicos , se pusieron en su lugar cismáticos ó protes
tantes. Infiero otra vez : ¿ con que el magisterio de la Reli
gión no sirve á la prosperidad de la Patria ? Con que en ha
biendo que comer , beber , vestir y triunfar , ya tiene la Pa
tria quanto necesita para prosperar ?
El Sr. Arguelles se desentiende de estas consecuencias , y
dexando pendiente la expresión vaga de clases útiles y necesa
ria» , sin determinar quales pertenecen á lo útil , y quales á lo
necesario , se contenta con abogar por las que viven de su tra
bajo é industria , á las que llama productoras. Podía este ca
ballero hablar mas claro , y nos entenderíamos. ¿Que entiende
por trabajo ? Si es lo mismo que lo que llama industria , ni el
escribano, ni el togado, ni otros infinitos que no exercen la
industria, trabajan. ¿ Porqué pues no entran estos en la balan
za con lo; eclesiásticos?
Ya lo dice, porque »por su sagrado ministerio (los clérigos)
w están exentos del trabajo que otros necesitan arrostrar para
existir" Quien no te conoce, que te compre. Quien oiga decir
el sagrado ministerio^ pensará que el Sr. Arguelles le* hace
algún favor. Mas no Señor, lo que este caballero le*
dice es que están exentos del trabajo: en muy lindos términos
es lo mismo que el Conciso , la Tertulia y toda su familia les
han dicho con expresiones mas groseras, y lo que antes que
ellos les han atribuido los enemigos de toda Religión, á
saber , que son en la república lo que los zangaños en la col
mena: que no sirven en ella de cosa de provecho; y que comen,
beben, y se regalan á costa de la ignorancia y de la supers
tición del vecino. Creo que palabra mas ó menos esto es
lo que han dicho á los eclesiásticos los periódicos citados.
Malísimo va esto Sr. Arguelles. Sis nos existimet homo ut
ministro» Chñstl, et disfensatores mysteriorum D;i. Con que
it
ei ministerio y dispensación de sns misterios 6 se hace
de bóbilis bóbilis , como y. gr. asistir á un paseo , ó i una
comedia; ó si no puede hacerse sin trabajo, miente V.
quando dice que exime á los eclesiásticos de su ministerio.
V, parece que la echa de orador. Dígame pues , esto de pe
rorar ¿ es obra que se hace durmiendo. ? V. está ahora colocado
en la clase de legislador , y legislador puramente civil.
Coteje V. el trabajo que se ha tomado y toma para promo
ver, que sé yo que cosas, que á V. habrán parecido muy bien,
y á mi me parecen muy mal , con el que los eclesiás
ticos se toman para poder dar reglas sobre todas las ac
ciones públicas y privadas , y conformar con la ley has
ta los interiores movimientos del corazón. V. para desem
peñar su encargo ha leido media docena de libros , que
poco mas ó menos sabemos quales son. Dígnese de exten
der sus estudios sobre la santa Biblia , sobre el cuerpo del
derecho canónico , sobre el inmenso volumen de concilio*,
sobre el crecido número de Santos Padres , sobre la his
toria sagrada , sobre la legislación civil , en una palabra,
sobre todo lo que está escrito , y de que los eclesiásti
cos deben tener noticia , si han de ponerse capaces de
exórtar en la doctrina sana , y argüir á los que con
tradicen.
Dice V. que no trabajan. Yo quisiera ponerlo siquiera una
semana en el confesonario en tiempo de cumplimiento de Igle
sia: yo lo quisiera colocar á la cabezera de un moribundo si
quiera por media docena de noches : yo gustara de verlo aco
sado de consultas sobre consultas en negocios difíciles y lan
ces complicados , donde muchas veces buscan y no encuentran
salida, y de donde nun¿a sacan mas provecho que quebrarse lin
damente la cabeza. Y por que V. no me diga que solamente le
deseo lo que parece mas duro y trabajosa, yo! no tendría in
conveniente en sujetarlo al coro y á la campana á que están su-
getos los canónigos, y que suele y debe ser el pago de una
vida destrozada en las funciones del ministerio que le he ci
tado. Yo le diera un obispado con una Audiencia ó Chancil-
leria al frente, á donde todos los dias le llevasen recursos de
24
fueráa , y con Ta necesidad de escuchar los infinitos chisme»
y las muchisimas plegarias que tiene que escuchar y reme
diar diariamente un Obispo. Desengañémonos , Sr. Arguelles.
No se puede ser á un mismo tiempo Filósofo, y católico apos
tólico romano. Como Filósofo (hablo de los que ahora se es
tilan) no se debe contar con mas vida que la presente , con
mas felicidad que la de Epicuro , ni con mas verdad que la
que á cada uno le convenga. A conseqüencia de esto la Reli
gión , sus premios, sus amenazas , sus ritos , sus reglas , &c. ,
«e deben mirar como preocupaciones , errores, superstición &c.
Como Católico , se debe creer todo lo contrario. ¿Como pues
componer ambas cosas ? Confiese V. pues como católico que
el Clero trabaja , y que trabaja en lo mas importante que tiene
la nación , y entonces se verá en la necesidad de concederle
el estipendio á que es acreedor qualquiera que trabaja , y á
cuidar de que quando este estipendio se grave , sea siquiera con,
la misma proporción con que se gravan los demás miembros,
del estado.
No quiero desentenderme de una réplica que V. no ha de
tragarse ; á saber , que hay muchos en el Clero que no tra
bajan. Es verdad, p¿ro señáleme una sola clase de la socie
dad donde no sea igual ó mayor el número de los que no cum
plen con sus obligaciones. Señálemela, donde las leyes mas re
comienden el trabajo , y mas severamente castiguen su aban
dono. V. queda en el encargo de señalarme esto , mientras
yo le digo que la causa del desorden que V. echa en cara á los
eclesiásticos , no es otra que él que las gentes del siglo mi
ran el estado eclesiástico con los mismos ojos que V. á saber:
fixandolos en los diezmos , y desentendiéndose de las obliga
ciones. Si las rentas de la iglesia no se dieran mas que á los
beneméritos , y sí por beneméritos no se entendiesen , como
no deben entenderse , aquellos que ó por sí ó por los suyos
han 'servido á la nación en destinos puramente profanos, ha
bría muchos menos zangaños en el Clero. Y sí una política
depravada no hubiera impedido y siguiese impidiendo la con
vocación de sínodos , tantas veces recomendada en los sagra
dos ca'nones, y tan estrechamente mandada por el último de los
Concilios generales , este y los oíros males que aquexan al
Clero , hubieran tenido y tendrían remedio, y la nación estaría
de otro aspecto muy diferente.
Omito, amigo mió, las demás cosas que dice el Sr. Ar
guelles , porque para irlas exponiendo seria necesario tomar
me el trabajo que no puedo. Pero no debo desentenderme de
la réplica que hace, quándo se le dice , que el destino del sor
brante de las rentas de la Iglesia pertenece á los pobres. De
biera aqui reconocer la sabiduría de nuestra Religión. En to*
das las demás que inventaron los hombres , el servicio del al
tar fué siempre un empleo sumamente lucrativo , porque asi
lo inspira la naturaleza misma , que mirando la Religión como
la primera y mas digna obligación del hombre , debió mirar
al ministro de ella como el mas digno y atendido de los
hombres. Mas el Evangelio sin derogar , antes bien confir
mando esta persuacion , ha ligado de tal manera á sus minis
tros , que dexandoles el derecho de exigir del Pueblo lo que
la Religión merece, los ha cargado con la obligación de ser eá
el Pueblo los padres y el recurso de sus pobres. Pero el Se.
Arguelles todo lo entiende al revés. wEl primer pobre , nos
dice , en el dia , es el estado. „ Pregunto yo , ¿ y quien es
■el estado^- ■
' Creo que el Sr. Arguelles usa en esta expreiosn de. la
misma farándula que cierto Prelado de Frailes. A este nunca
ÍB€ le caia de la boca la Comunidad , y todo lo aplicaba ' peía
ella. ¿Pedia el Fraile lo que debia dársele ? La Comunidad
no tune. ¿Le entraba algo al Fraile ? La Comunidad lo nece-
■sita. ¿Se le daba lo peor, lo mas malo , y el trato de cuerda?
■No puede otra cosa la Comunidad. Y después de todo ¿quien
es esta Comunidad qua tanto agarra, que tanto llora , y que
tan poco suelta ? Era el mismo Prelado , que engordaba liñu
damente , mientras pasaba mil desdichas la verdadera Comu
nidad. Que sé yo si estamos en el mismo caso. Lo cierto es
que la palabra estado no es un nombre sin significación , ni
su significación puede limitarse á algunos pocos ciudadanos.
Significa pues la colección de todos ; es decir, significa lo mis
mo que las palabras nación y pueblo , con sola la diferencia del
modo de significarlo , pues incluye relación i la. conservación
y permanencia de la misma colección que las otras dos pala-
bas no incluyen. En esta suposición, el estado no es otra co
sa entre nosotros que el derecho que el Pueblo español tiene
á que se le mantenga y conserve , ó el mismo Pueblo baxo el
aspecto de sostenido y conservado. Pues ahora , si la cosa es
asi t la proposición del Sr. Arguelles : el primer pobre es el
estado ) debe equivaler á esta : el primsr cuidado y el mas
interesante del día ton los pobres.
La prueba es demasiado sencilla , porque sin pue
blo no hay estado , y en no haciendo por los pobres los
.mayores esfuerzos vamos á quedarnos sin pueblo . porque
casi todo ¿1 no es en el día otra cosa que una lastimo
sa colección de pobres. Pobres continúan siendo como an
tes lo eran , los muchos á quienes , ó la naturaleza pri
vó de sus beneficios , ó la edad ó las enfermedades ro
bó el vigor de la naturaleza. Pobres son ahora , y antes no
lo eran casi todos los artesanos de la nación á quienes
el enemigo ha robado sus manufacturas , y ha destruido
•us talleres. Pobres son todos los brazeros del campo, que
casi no tienen en que emplearse , porque el enemigo ro
ba 9 inutiliza , ó impide las labores. Pobres aquellos la
bradores que solemos llanur pelentrines , que han venido
á este estado porque les han quitado ó todo ó la mayor
parte de su capital. Pobres nuevamente en fin muchísimas
familias , cuyo gran caudal eran los hijos que la Patria
ocupa en los exércitos. Sea pues muy en buen hora , co
mo dice el Sr. Arguelles , el primer pobre el estado : ¿pe
ro , donde encontraremos el estado , si se dexa que pe
rezcan estos pobres ? Anteriormente á nuestra situación ac
tual el sobrante de los diezmos que los buenos eclesia's-
ticos empleaban en este sagrado objeto , no alcanzaba á
cubrir las necesidades comunes. Quanto mas limosnero era
el obispo ó el canónigo , y quanto mas economizaba , tan
to mas echaba de ver que lo que el Sr. Arguelles repu
ta por muy mucho , era poquísimo para ocurrir á tan
ta miseria como se le presentaba. Sobrevino después la de
25
predación d« Godoy , qae robando todas las obras pía», se
có las fuentes de donde escasamente se suplía lo que el
sobrante de los diezmos no alcanzaba , y ya sucedía que
muchos infelices no encontrasen ni un mal hospital en qui
morir. Se ha añadido ahora el destrozo que Napoleón nos
ha causado , y que ha acrecentado diez tantos el número
de pobres. Y en esta coyuntura , quanio uno de los pri
meros cuidados del gobierno debía ser la subsistencia de
tautos infelices , sale el Sr. Arguelles tapándoles el úni
co recurso que les queda en sus Obispos y eclesiásticos , con
pretexto de que el estado necesita. En tiempo de S. Fer
nando se hallaba en iguales guerras y necesidades el esta
do , y el santo léjos de aminorar los bienes de la Igle
sia, Jos acrecentó con una liberalidad prodigiosa, y no con
tento con que los Obispos y eclesiásticos tuviesen mucho
que dar, dió por si mismo lo que no es decible. Pero
aquel era S. Fernando , y nosotros somos .... no quie
ro decirlo.
Mas lo que sobre todo muestra todo el espíritu de la
sabiduría del día , y todo el talento y mérito de sus sec
tarios , es lo, que añade el Sr. Arguelles. «Ademas, Sr.,
r> yo he de decir con franqueza que jamás me he podi-
» do aquietar con esta doctrina (la de los cánones relativa
á la distribución de las rentas) baxo el aspecto económi-
w co. Yo he hallado mucho mas sencillo y mucho mas con-
•n forme al espíritu de aquella (la Iglesia) reducir quan-
•n to sea posible el número de los pobres; y el medio mas
r> eficaz y directo es repartir aquel sobrante , de manera
*n que el que fuese pobre dexe de serlo ; esto es , no
*j promover de algún modo su necesidad de pedir." Hasta
aquí el Sr. Arguelles con su doctrina económica y su fi
losofía; pero desde aquí San Pablo hablando de otros filó
sofos , .acaso de mas mérito que el nuestro : cum cogno-
vissent Deum , non si:ut Deum glorificaverunt , sed eva-
nuerunt in cogitationibus suis , ideo tradidit illos Dcus in rc-
frobum sensum.
Tenémos aquí á un católico apostólico romano que ja*
D
z6 . r . .
mas ha podido aquietarse con la doctrina de los cánones
de la Iglesia, (no diré romana, sino universal) que con ad
mirable consentimiento de todos Ioí países y siglos, esta
bleció las reglas que deben regir en la materia ; reglas to
madas de la conducta misma de los Apóstoles, desde que
la Iglesia comenzó á existir, y contenidas casi en los mis
mos términos en los oráculos del Autor y Redentor de la Iglesia,
y que parece cree hay medios mas sencillos y eficaces , que
los que el Espíritu Santo ha sugerido á aquella Sta. Ma
dre. Tenemos á una ovejita de la Iglesia , que ha sabi
do encontrar lo que es más conforme con su espíritu , mu
cho mas bien que todos sus pastores y doctores. Tenémos
en fin un plan de reducir los pobres. Si el Sr. Arguelles
en vez de los libros que la Sta. Iglesia le tenia prohi
bidos por pestilentes , hubiese leido los que debe leer un
católico , ¿ hubiera propuesto, sin entenderlo, la doctrina de
Lutero y Calvino ?
Mas vengamos a' la economía del proyecto. Esta dice
que consiste en repartir aquel sobrante , de manera que
el que fuere pobre dexe de serlo, j Grandemente , señor
económico! Repartamos nosotros la grande renta que tanto
incomoda á V. de la mitra de Santiago. Son quatrocíen-
tos mil ducados ; repartámoslos todos , y que se mantengan
como pudiéren, el que tiene y los que sirven á la mitra.
¿Quantos son los pobres ? Son solamente quatro mil, dema
siado pocos para una diócesi tan vasta : caben i cien du
cados cada uno. Y pregusto yó ¿ bastarán cien ducados pa
ra que el que ha sido pobre , dexe de serlo ? Ya ve V.
que nó ; porque tan pobre se queda como era. g Que re
medio , pues , para que consigamos lo que V. se ha pro
puesto ? Yo no encuentro otro sino la mismísima receta de
V. quitándole una sílaba que le sobra , y donde dice el
que fuere pobre dexe de serlo, diga : ti que fuere pobre dexe '
de ser : esto es, que carguemos con él, y lo echemos al rio con
una piedra al cuello, todo lo demás es tontería: y si es ton
tería que tantos miles basten á que se disminuya el núme- -
ro de pobres ¿ no lo será, y mucho mas, que los muchos
i?
méaos miles que V. da al Sr. Arzobispo , basten para su
plan , y mucho mas , quando crece diariamente este número ?
También está V. peregrino en la aplicación que di
i su renta , quando añade : esto es , no promover de al
gún modo su necesidad de pedir: $ Que quiere decir es
to ? porque yo nó lo entiendo. Ya sé que en dándole mu
cha se le acabará esta necesidad á aquel á quien se le dé,
aunque tengamos que echar al rio i los otros : pero que
dando i cada uno lo que se pueda , se promueva , y no
se remedie , siquiera en parte , la necesidad , verdadera
mente que no lo entiendo. Acaso querrá V. insinuar el
proyecto , que tan de moda es en los que se llaman po
líticos , de que no haya pobres. Mas este proyecto es de
aquellos , que S. Agustín llama : magna magnorum delira-
menta Doctorum. El número de pobres depende de la vo
luntad de aquel que pauperem facit , et ditat, Aumentarlo
está en nuestra malicia : aliviarlo y disminuirlo en nues
tra caridad ; mas acabarlo, no cabe en nuestras fuerzas ,
ni nos conviene , porque el que sabe lo que nos impor
ta , dirá : semper pauperes habétis vobiscum. Es, pues, un de
satino su doctrina . económica de V. Si quiere la del evan
gelio, haga por leer el sermón del célebre Bourdalue so
bre la limosna , y encontrará allí cosas que le harán
conocer la vanidad , la insubsistencia y la locura de sus
libros , y admirar la inmensa sabiduría del Dios á quien
adora.
Concluí, amigo mió , con el dictámen del Sr. Argüe-
lies sobre la contribución de los diezmos , en que me he
dilatado como está V. viendo , no con el designio de re
mediar el daño que remedió la piedad y justicia del Con
greso , sino con el de convencer que en las Córtes se com
bate par algunos el edificio de la Religión , y el peli
gro en que están de decretar y resolver lo que no quie
ren , si se fian de los sofismas de este supuesto sábio,
á quien veo que no le faltan compañeros. Los malos li
bros de donde sacan su doctrina, son en la España por
fortuna nuestra , comunmente desconocidos ; pero debemos
temer que el sumo artificio que en aquellos libros se em
plea , y la poca experiencia que tenemos de sus malig
nas miras , nos hagan tragar gato por liebre . y en ves
de máximas dignas de la religión y sabiduría espahólaV
principios pestilentes envueltos entre los relumbrones de la
charlatanería francesa. Dios nos libre de que nos acechc-ñ."
La buena fe, en semejante caso , es nuestro mas temible
enemigo. La buena fe , por no decir otra cosa , ha he
cho .que nuestros anteriores gobiernos pensando ilustraí d
la nación , diesen boga á las infinitas novedades que en
materia de filosofía . de derecho , de disciplina eclesiás
tica &c. , nos han traido los franceses. La buena fe, que
comenzásemos á admirar á los que promovian estas nove
dades , y creyésemos que en ellas se encerraba algún bien. La
buena fe, 6 por mejor decir , la poca gana de reflexionar, que
no nos tomásemos el trabajo de examinar las cosas á fondo pa
ra descubrir, como debíamos , que no era otra cosa que ve
neno, lo que se nos daba á beber en vasos de oro. Cese, pues,
ya esta buena fe , que insensiblemente nos ha conducido casi
á no ser cristianos , y á no conservar de honor , de probidad
y dé sabiduría mas que los vanos, nombres que importunamen
te repetimos , y que por lo común aplicamos á todo lo contra
rio de lo que ellos deben significar. Seanos abominable todo
lo que huela á francés, aunque á primera vista parezca lo me
jor del mundo. Miremos como enemigos decididos de Dios y
de los hombres , á todos los que veamos filosofar á la france
sa ; y tanto mas desconfiemos de ellos , quanto' mas talento les
defcubramos, y con mas brillantez se expliquen. Ambas cosas
parece tener el Sr. Arguelles : digo parece , porque yo no
hallo mas que perspectivas en sus discursos, y quando los leo
me salta á la memoria aquella expresión de Cicerón: flumen
inanium verborum nobh d'tsplicet, qu:bussenfentiadeest¡yla.
de Teócrito Chio censurando á un gran hablador muy super
ficial ; incipit flumen verbarum, mentís guita* Pero sea de es
to lo que fuere , de ambas cosas abusa ; y puede asegurarse de
él lo que el general Doumourier dice en sus memorias, á saber,
que nadie hizo tanto daño á la Francia en su primer Congre-
ío, como los grandes talentos de Mírabeau, Pethion , Condor-
cet y demás meta'fisicos. Lo mismo es capaz de hacer entre
nosotros el Arguelles : lo mismo están haciendo él y sus se-
ir.ejaníés. Establecen por principios lo que les acomoda , des
arenados de nosotros si no examinamos los principios. Hacen de
ellos la aplicación que quieren: parémonos un poco, y en vez
ds demostraciones , hallaremos sofismas y paralogismos. Sirva
de prueba lo que he reflexionado en esta carta escrita con preci
pitación . y sin auxilio de libro alguno, porque aquí no los hay,
y porque como V. sabe, en mi fuga nada traxe conmigo, ni aun
un libro de horitas. Sin embargo ruego á V. se sirva leerla á
los amigos que conozca por bien intencionados. Bien veo que
el desaliño, y el desorden con que la he escrito, no son ca
paces de darme mucho crédito ; mas todo el crédito á que
yo aspiro en ella , se reduce á que me tengan por. . . .
iba á decir católico apostólico romano : mas me parece me
nos equivoco decir PAPISTA.
He explicado á V. algún otro de los motivos que
tengo para recelar, que en el Congreso se combate sordamen
te por algunos la religión : vaya ahora la causa que me asis
te para pensar que quieren sea postergado el verdadero in
terés de la patria. Oiga V. mi raciocinio, á ver si es co
mo los del Sr. Arguelles.
El principal , y (por ahora al menos) el único interés
de la nación es sacudir al en:r¡iigo, y recuperar su libertad;
pira este objeto no está hacho todo lo que hay que hacer , y
no obstante se introducen en el Congreso mil cosas que de-
bera'n ser, si acaso deben ser, para después; luego en el Con
greso hacen algunos que se postergue lo que por ahora debe
formar el interés único. La mayor es evidente ; porque si el
enemigo se sale con la suya, acabóse la nación, acabáronse las
Cortes, y todo se lo lleva el diablo. Resta la menor, de la que
voy á tratar con alguna extencion.
£n efecto, ¿ que ha querido, y que ha intentado la na
ción, qoando á su nombre se han congregado las Cortes ? Con
servar sa religión, vencer á sus enemigos , redimir á su rey,
en una palabra , recobrar su libsrtad é independencia. Este
3o
pues ej$, y. .este en todo sentido debía ser el primero., el
principal y el único cuidado de sus representantes. Logrado»
estos objetos , estaría bien que se dedicasen á otros ; peroj ín
terin no se logran , son responsables los representantes á ello»
ya los hombres, del tiempo que roban á las Cortes, distra
yendo su atención á otros asuntos. Es una traición contra la
patria, es un robo sacrilego , es hacer la causa del tirano in
directamente. Y bien : ¿ están ya logrados los grandes objetos,
que han hecho necesaria la convocación de las Cortes ? ¿ Hay
esperanzas próximas de lograrlos ? ¿ Están ya tomadas todas
las medidas ? Si ni se han logrado , ni las esperanzas son mas
que vagas, ni las medidas suficientes; es una^ traición con
tra la patria , la de los qu2 dexando expuesta su salud,
no tratan únicamente de ella. Ve V. aquí el universal sen
timiento , de quantos entre nosotros creen en el PaSre, en
el Hijo , y el Espíritu Santo , y desean no ser franceses.
Es imposible que V. no haya oido mil veees estas quexas.
Los tunantes, que para colmo de nuestros males intentan con
sus papeles extraviar á las Cortas, para que piensen ¿el modo
que ellos piensan, y tratan de extraviará la nación para transfor
marla en otra Francia, no han podido menos que sentirla fuerza
de esta reconvención, y se empeñan en eludirla. Tanto en el Con
ciso, como en la Tertulia y demás papíles pestilentes se nos dice,
que no ha de ser todo guerra, gusrra,y que deben los represen
tantes trabajar para en adelante. Mas aquí sucedé-k) que siem
pre, á saber, que mentita est iniquitas sibi. Se insta por
que fixen su consideración en la guerra : responden que
no ha de ser todo guerra , guerra. Propone un representan
te á las Cortes, que vayan al templo á juntar sus clamores coa
los del pueblo, y darle este exemplo de religión , quando es
ocasión de comenzar á obrar. Responde un filósofo á la mo
da , que la representación se ha congregado para dar leyes,
y necesita de su tiempo , y que sé yo que mas. Así salid ello.
Ni se yo que pudiera Dios haber mostrado mas claramen
te que 'podía darnos, como nos dio, la victoria; pero que
nos negaba su fruto , porque nosotros le negábamos nues
tros respetos. , . . . .
31
Supongamos por un momento que al Congréso nada le
restase que hacer, relativo á las medidas de nuestra libertad.
Mientras ésta no se conseguía, su mismo interés estaba exigien
do que no se mezclase en otra cosa. El pueblo juzga de las
medidas por el éxito i el éxito podia no ser favorable , como
no lo ha sido; y de consiguiente el pueblo queda autorizar
do para decir , que si algunos de sus representantes no hubie
ran pensado en tonterias, y hubieran dexado que las Cortes
hubiesen aplicado todo su conato en las medidas, estas y el
éxito habrían sido mejores. Ciertamente que no entiendo á estos
señores : y quando los veo empeñados en que se dicten leyes
para un futuro, que todavia no sabemos si vendrá'; los compa
ro al caminante , que habiendo caido en poder de ladrones,
mientras estos lo roban, y apalean, y tratan si han de matar
lo ó no,*está él disponiendo como gobernará su cortijo, á quien
ha de nombrar de aperador, y que facultades ha de dar al boye
ro. Si este caso se llevase á las Cortes ,' acaso la resolución de
S. M. seria que el tal hombre estaba loco. Vea V. si podría
mos nosotros decir otro tanto de algunos de nuestros represen
tantes , si el respeto que les profesamos , y que de justicia
nos exige su réleeante comisión , no nos detuviera.
Mas la suposición que llevo hecha de que se han toma
do todas las medidas necesarias, es falsa y falsísima, y V. vá
á cónvenir conmigo , sin embargo de que procuraré no me
terme en los negocios de guerra que no entiendo , pues si los
entendiera , acaso pudiera decir mucho mas.
En primer lugar somos católicos cristianos , y nuestra sa
grada religión nos enseña, que las grandes calamidades vienen
per los grandes pecados : y que en las grandes calamidades de
be ser nuestro recurso el Dios de las batallas'y de las victorias.
Pregunto ahora : ¿ dónde está el decreto conforme al piado
so, sólido y político proyecto, que fe leyó en las Cortes quan
do estaban en la isla ; por el que se prohibían los públicos
escándalos, se refrenaba el luxo y desenvoltura , se reforma
ban las costumbres del pueblo, se exórtaba á los Obispos pa
ra las solemnes y continuas rogativas , se cerraban los teatros
y casas de licenciosas diversiones , se introducía en la tropa la
3*
disciplina de la religión , se tomaban todos los recursos para
aplacar la ira de Dios irritada por nuestros pecados , y se po
nían todos los medios que dicta la humana prudencia para con
seguir la victoria? Pero donde ha de estar, si el Sr. Argue
lles, y algún otro su semejante se alarmaron contra él, mo
vidos, según dixeron , de su religiosa moderación para no usur
par los derechos de los Obispos , á quienes correspondía ex
clusivamente exórtar á los españoles á que cumpliesen con
aquellos deberes , pues de lo contrario , anadian , que ¡as Cor
tes metían la hoz en mies agena. Insistieron y lograron que
dara reducido á un decreto de N. , como suele decirse , con
proposiciones vagas , casi sin significación para el pueblo, que
repetidas veces ha oído otras semejantes. Me remito á la ex
periencia , y dígame qualquiera , si Ua tenido algún efecto , 6
se ha sacado algún fruto del decreto publicado.
Desengáñese V. amigo mió: la religión fue el principal re
sorte que dio impulso á la gran ma'quina de nuestra santa re
volución, y promover esta misma religión, es uno de los prin
cipales medios que han de aplicarse par^ lograr su cumpli
do efecto. Pero no Sr. : se piensa y se intenta todo lo con
trario. Nuestro grande pecado ha sido la filosefía francesa, cuya
teoría ha extinguido en muchos la fe , y cuya práctica ha
abolido en casi todos , hasta los sentimientos de probidad. Se
ha concedido libertad á esta filosofía para que pueda exten
der sus teorías : se ha continuado en estudiar y seguir sus
lecciones prácticas. Hasta el trage de las tropas, que pe
lean contra el francés, es á la francesa : hasta los términos de
que nos valemos para todo, son franceses : y hasta el toque de
nuestras caxas es ya la caramañola.
Mas yo quiero estrechar algo mas este argumento , para
dexar sin respiración á nuestros representantes y periodis
tas filósofos. Demos , como sus mercedes parecen querer,
que nuestra religión sea una mera superstición. En primer lu
gar , siendo como son representantes de un pueblo supers
ticioso , deben , ó seguir la superstición del pueblo , ó de
xar la comisión que este les ha dado. En segundo : Numa rey
de Roma y varioj otros legisladores antiguos han trabajado
. . . 33
en hacer supersticiosos á sus pueblos para poder hacerlos
victoriosos. 'JE1 mismo Buonaparte que no tiene Religión , y
que aborrece con todo su corazón la Católica, ¿ qué no ha he
cho, y qne no hace, á fin de que su Pueblo lo tuviese, y lo ten
ga por religioso ? | Quanto empeño no ha puesto y está po
niendo á fin de que nosotros no desconfiemos de su Religon,?
A saber tanto él como todos conocen el poderosísimo irifiuxo
qoe la Religión tiene sobre el corazón de los hombres , y que
día sola puede á veces mas que todos los otros recursos de que
Se valen los Príncipes y los guerreros. \ Porqne, pues , estos
Tepresentantes no dan movimiento á este resorte, que saben quan
poderoso es entre nosotros ? ¿ Porque consienten que tanto bri
bón trate- de debilitar su fuerza ?
No se cuida de la conducta y conciencia del soldado , y, ó
yo me engaño mucho , ó de aquí viene la dispersión de núes-'
tros exe'rcitos que todos los dias lloramos. Tiene el soldado es
pañol gravadas en su corazón las verdades de fé en que lo edu
caron, y principalmente, la de que el que muere en pecado es
reo de eterna condenación. Sabe que vive en pecado , porque
en no fakando á la subordinación, todo lo demás se le pasa.Uno
está amancebado : otro es jugador: este ladrón: aquel blasfemo.
Ven la Misa , si la ven , una vez al año : se confiesan tarde 6
nunca: el Rosario ya se 'acabó. No tienen de cristianos masqu;
la fe* que les recuerda, que si mueren en aquel estado se los lle
va el diablo. ¿Que mucho, pues, que salgan de huida luego qne
las balas empiezan á silbarles ? Para que no lo hiciesen seria
necesario persuadirlos, ó á que después de la muerte ya se acá»
bó todo , como se persuaden los señores franceses filósofos, ó
que van á resucitar á París , como hacen creer estos señores
al Vulgo de su tropa. ¿ Y qué remedio se le ha puesto á este
daño ? j Donde están las misiones castrenses tan famosas otras
veces en nuestra España ? ¿ Donde los que van á enseñar al
soldado, que la muerte en esta coyuntura es el camino mas ex
pedito para la gloria del martirio ? ¿ Donde al menos las pro
videncias que atajen los desórdenes , ó los confesores, á quie
nes puedan recurrir después de cometidos ? Muchos años ha'
qus las capellanías de regimientos son freqüentemente el em-
*5
34
pleo de eclesiásticos insignificantes , por no decir otra cosa,
¿Donde están las providencias para que en esto se ponga el re
medio que necesitamos ?
A Dios rogando , y con el mazo dando. Hasta ahora no se
ha rogado mucho á Dios, veamos si se ha dado mucha
con el mazo. Se entregó en su tiempo Tortosa por trai
ción : se entregó Olí vencía y Badajoz , yo no sé si por trai-»
cion ó sin ella : fue batido el exército de Murcia: fue disper
sado el de Extremadura: se derramó sin fruto mucha sangre
en Chiclana: vino á Huelva una expedición á surtir á los fran
ceses de caballos ; hemos en fin dado , yo no sé que otros pa
sos, y todos nos han salido torcidos. Ya hay sobrado tiempo pa
ra haber conocido el carácter , la aptitud y las faltas de los
que se emplean. Digo que hay ya sobrado tiempo : ó si no,
ahí. están la libertad de imprenta que se llevó dos meses, y la
Constitución que se está llevando , y sabe Dios lo que se lle
vará de tiempo, diputados y cabezas. ¿Como, pues, no se ha pre
visto el daño? ¿Como no se ha provisto á que no suceda? Na
poleón traidor á Dios y á los hombres, no tiene un xefe que sea
traidor á él ; y nosotros con Ja causa mas justa que se ha defen
dido baxo el Cielo, todos los días encontramos traidores. De lo*
planes de Napoleón nada trascendemos nosotros, hasta que se
executan: y las apariencias todas son, de que él sabe los nuestros
desde que se conciben. Napoleón emplea á quien le da la gana y
siempre le sale bien, y entre sus empleados la emulación es en.
beneficio del tirano; entre nosotros no se sabe á quien emplear,
y las envidias de los empleados y las etiquetas todo lo pier
den y malogran. En los exércitos franceses , todas las venta
jas se aprovechan : entre nosotros se cuenta por una gran ven
taja que no salgamos huyendo. Roban los franceses á todo el
mundo menos á Napoleón : en nuestras tropas es muy hombre
de bien el qne no roba mas que al erario. Sabíamos y llorába
mos las dilapidaciones y sórdidos manejos , por donde se da
ba aj traste con quanto la Nación franqueaba para la guerra
y para el soldado : y no hemos visto todavía el castigo de uno
solo de los que fueron culpables en estos manejos , ni tiernos
oido, mas que en parte , el remedio de la hambre, y de Ja des- •,
tlüdez del soldado. Que sé* yo; ni quiero descender á otros par
ticulares , porque me he propuesto no hablar , sino de lo que
todos vemos y entendemos. Se sabe que un general vive aman
cebado á presencia de todo su exército; ¿que puede hacer bue
no un hombre perdido ? Se sabe que una parte de la oficiali
dad pierde inmensas suma* á lá banca : ¿ de que no es capaz
un jugador á quien se le promete dinero ? Se sabe que entre
nuestros xefes y oficiales hay algunos que se glorian de li
bertinos : g quién no vé que éstos naturalmente son ya ene
migos nuestros ? j Y el remedio ? ¿ Y quien lo ha de aplicar?
Leyes nuevas y mas leyes , resoluciones y mas resoluciones so
bre casos particulares , y que se yó que otras impertinencias.
Este es el empeño y la hambre amarguilla de algunos de nues
tros representantes : aquí está el remedio : estas han sido sus
declamaciones con que han llenado muchas de las sesiones de
lis Córtes , según vemos en los Diarios. Entretanto los po
bres patriotas que han tomado las armas y hecho bien la guer
ra , sin nuevas leyes y sin filosofía , abandonados á su suerte ,
hasta que últimamente son oprimidos ; los pueblos fieks arrui
nados por el enemigo , mientras en las Córtes se disputa de
bagatelas ; los vasallos buenos , cada vez mas afligidos y me
nos esperanzados ; los débiles mudando de partido , los emi
grados consumidos de miseria, y todo en la misma ó peor situa-
«ion que antaño.
¿ Pero sabe V. lo que mas me aflige y apura ? Que según
muchas expresiones que al descuido y con cuidado , se Ies han
caído de los labios al Sr. Arguelles , y á sus compañeros
en el modo de pensar, y de que veo salpicados casi todos sus
discursos , aunque sean sobre diversas materias , parece que
quieren se nos dé una constitución de nuevo cuño , opuesta á
la que presenta la serie de nuestras antiguas leyes , y vaciada
en el molde que han formado los nuevos publicistas , venidos
i ilustrar al mundo de cinquenta años á esta parte. Si , señor,
«sto es lo que mas me aflige y apura. Mal ó bien gobernados,
yo no pierdo la esperanza de que quedemos libres. Con las me
jores leyes que conoce el mundo , poco me importaría que se
hiciese hoy una constitución que acabase mañana , con tal que
sus innovaciones no. fuesen tan- temibles y fupestas. Pfero. que
vayamos á tomar un camino, desconocido hasta el presente de
todos los españoles , y por donde la Francia que lo tomó , se
vio á los primeros pasos precipitada en un abismo ; que dexan-
do la senda que nos abrieron Isidoro , Leandro, Braulio, Ilde
fonso , tanto en sus obras como en los famosos Concilios , que
con su sabiduría ilustraron , y alguna vez presidieron : Conci,
lios que fueron también solemnes Cortes de Espafia , donde se:
zanjaron los fundamentos de su monarquía, y se dieron las le-,
yes mas justas de su gobierno ; que dexando , digo, esta senda
tan trillada , vayamos á tentar la que nos señalan los discípu
los de Lutero y Calvino , y los xefes mas infames de la im
piedad ;, que en vez de lo que con tanta madurez y sabiduría,
nos mandaron los Alfonsos y los Fernandos, tomemos por regla
lo que con tanta malignidad han querido enseñarnos Rousseau,
Puffendorf, Barbeyrac , Heinnecio y demás pestes; en una
palabra , que de una legislación la mas católica , justa y sa
bia , pasemos á otra , cuyo .objeto harto conocido , es amor
tiguar la fe, abolir la justicia, y sumirnos en una anarquía...
esto es lo que me duele, y me saca de tino.
No tome V. por exageración este mi modo de explicarme ;
él no es mas que el resultado del sistema que tantos nos procu-.
ran. Yo no me atreveré á asegurar que ellos quieran todas las
consequencias que del han de resultar, pero si aseguro , que,
queriéndolas ó no queriéndolas , nos conducen á ellas ; que la
soberbia y la concupiscencia los ha cegado , y que son unos
ignorantes, que á semejanza de Saulo, cometen los mayores
atentados , porque como él juntan la incredulidad á la ig
norancia : ignorans feci iti tncreduíitate mea*
Si tuviesen ojos siquiera, y si hubieran hecho de su Re
ligión el estudio que deben, habrían hallado, que solo el
Evangelio es el que ha descubierto y afianzado los derechos del
hombre.. ¿ Puede este aspirar á mas , en punto de dignidad
que á llamarse y ser hijo de Dios ? Pues este es el fin del
Evangelio. ¿ Hay una .'propiedad que sea comparable con
la de ser heredero de Dios , y coheredero de Jesucristo ? Pues
esa es la. esperanza y la posesión del cristiano. ¿Cabe una liber»
tai igual á ía de hijos de Dios? Pues esta es la que nos corresponde,
por haber sido comprados con el precio de la sangre~ de su
divino hijo. ¿ Puede concebirse una igualdad mayor que la
que tienen entre si los hermanos hijos de un mismo Padre , y
Jos miembros de un mismo cuerpo, regidos por una misma ca
beza ? Pues este es el primer fundamento de la moral cristiana.
¿Es posible en fin imaginar mayor - seguridad , que laque
por parte de nuestro eterno Rey , tenemos de que tiene con
tados hasta los cabellos de nuestra cabeza, y por parte de nues
tros hermanos, los pone en la obligación de dar su vida por
nosotros , así como él la ha dado por todos ? Puís aquella so
licitud está atestiguada por la suma verdad , y esta obligación
consignada entre nuestros mas inviolables deberes.'
Dirá V. que no sé lo que estoy escribiendo, y que el amor
con quemiro la Religión me hace espiritualizarlo todo : que
aquí se trata de los derechos civiles del hombre y de su cons
titución en el estado político de la sociedad : ¿ á que pnes ha
blar del ser y propiedades espirituales del hombre cristiano,
y querer que en el Evangelio se hallen las regí as de cons
tituir políticamente una sociedad civil , y la declaración de lo
que pertenece al hombre como individuo de ella ? Pero no se
me alarme V. como si yo quisiera encasarle una equivocación
tan extravagante. Es verdad quanto V. dice ; mas también lo
es quanto le aseguro. Una sociedád deba : constituirse y con
solidarse con el dictamen de la recta razón ; quanto sea con*>
forme á esta , establecerá á aquella sobre bases muy sólidas; y
como la razón se halla obscurecida con las tinieblas en que
la envolvió el pecado y debilitada por la rebelión de las pa-
t siones, de aquí es que muchas veces yerra , adoptando como
racionales las ideas que le sugiere la pasión , y como rectas,
las que le propone la ignorancia de que adolece. Testigos fu
nestos de esta verdad tantas constituciones dictadas por tan
tos hombres reputados por eminentes sábios en el mundo , y
testigos las sólidas é invencibles razones con que los apologis
tas de la Religión evidencian la necesidad de la revelación, pa
ra que el hombre conozca la verdad. Sin aquella llegarían po
cos á descubrir esta, á costa dev mucho trabajo , después de di
latado tiempo , y envuelta entre muchos errores. La revela
ción , pues , es la que asegura y purifica de errar los dictáme
nes de la recta razón, de donde deben partir las leyes, que
constituyan solida y justamente la sociedad civil; y por eso
hago mención del Evangelio , quando ss trata de señalar en
la constitución los derechos verdaderos y justos del hombre.
De .allí, como de los mas altos principios, han de derivarse, y
sus verdades son el origen de donde han de proceder los le
gisladores, si quieren dictar sus leyes esentas de todo error
y de toda injusticia, j Que de conseqüencias para beneficio,
para la paz, y para la felicidad del género humano no fluyen,
espontáneamente de estos inefables principios ! ¿ Y porque no
acuden á ellos los que tanto nos vocean la felicidad, libertad ,
igualdad y demás derechos ? ¿ Que de bienes no han resultado
á la sociedad de la aplicación- que en beneficio de los hombres
han hecho de ellos infinitos héroes cristianos de todas clases,
sexos y condiciones ? g Y porque nuestros nuevos redento
res no han tomado este camino tan trillado y acreditado , y
tantean otros, ó desusados ó funestos? A mi me parece que San'
Pablo lo ha dicho , quando dixo á los de Tesalonica , eo quod
charitatem veritalif non receperunt , ideo mittet illis Deas
operationem error» , ut credant mendacio. Yo veo cumplido
en ellos el anuncio de Jesucristo. Ego veni in nomine Patris
mei , ¿¿ non accepisíis wze; si alias vznerit in nomine f«o, iüum
accipietis* /
Apenas apareció el Evangelio en el mundo luego desapa
reció toda otra filosofía. Los que la buscaban de buena fe, se
encontraron con que él solo era el que contenia la verdade
ra. Los que quisieron oponerle cabilaciones de la filosofía hu
mana , presto se vieron confundidos con los brillos de la IUK
verdadera. En tiempo de S. Gerónimo ya no había quien leye
se los libros de Aristóteles , á excepción de algunos viejos que
ocupaban en leer los ratos ociosos: y apenas habia quien su
piese el nombre de Platón. No se conocía , ni se hablaba de
mas filosofía , que la que dexaron consignada en sus escritos
los pescadores del mar de Galilea. Llegó á tanto la fuerza de
la verdad y la evidencia de la luz, que hasta los mas obstina
dos de los filósofos gentiles , se vierdn en la necesidad de cono
cerla; se avergonzaron de las tinieblas en que hasta allí ha
bían vivido 5 y trataron de explicar por alegorías en su mi
tología los crímenes de sus Dioses , que hasta allí habian
adorado. . •<...•
Así estuvimos por espacio de diez y siete siglos. Llegó el
diez y ochov y le sigue el nuestro, y la malicia de los hombres
intenta corromperlo todo, y por un trastorno el mas abominable,
conservando los nombres, que la antigua filosofía no acerta
ba á definir bien, y cuya correspondencia é ideas solo el evan
gelio ha dado al mundo , substituyeron á estas ideas las de los
crímenes y pasiones que promovía la vana filosofía , y confun
dió para siempre el Evangelio. La dignidad del hombre, según
estos infames, consiste en que su miserable razón sea el supre
mo tribunal de todas las cosas , y no se sujete ni aun á Dios.
La libertad , en que piense , hable y obre según le inspiren
sos errores, pasiones é intereses. La igualdad, en que los hi
jos de las yerbas , y los hombres viciosos roben á los que , ó
por su nacimiento , ó su industria son mas ricos que ellos, j.
usurpen las distinciones que son debidas á la virtud. La se
guridad, en ia impunidad por los crímenes. La filosofía en fin, en
justificar y promover Jas pasiones todas, que nos son comunes
con las bestias, y en que freqüentemente las exceden nuestros
vergonzosos abusos. • ...
• No atestiguo con muertos; V. ha visto impreso y llevado á las
Cortes y en parte defendido por alguno en ellas, uno de los prin
cipales principios del ateismo, que niega la inmortalidad del al-,
ma , y que quitándonos los dos últimos artículos del Símbolo,
echa por tierra el primer fundamento de la Religión. He
mos oído cien veces en las Córtes, que siendo natural la facul
tad de pensar y decir , nadie debe ponerle coto, y puede leerse
en la Tertulia, que esta facultad esigual ála de comer y dor
mir et c<etera ; y ya sabe V. lo que quiere decir este et c¿e-
tera. V. puede leer en los Concisos y demás papeles que tan
to aprecian algunos de las Córtes , que no faltará quien dé so
bre los abusos introducidos en la Religión , ceremonias et ca
tira* Y á Y. no se le oculta lo que en la boca de estos Seño-.
4P
res quiere decir abusos , y lo que se comprende en aquel
et saetera. V. habrá visto que para justificarse , 6 mas
bien decir , para refinarse en esta temeraria pretencion,
se dice , que el Papa los Obispos , los Santos , sus imá
genes , &c. no son una tela de araña para que no se pue
da tocar en ellos : y V. no podrá menos que acordarse de que
esta era la respuesta favorita del impío ' d'Aíembert , quando
era reconvenido, sobre que por caminos indirectos arruinaba
la religión. V. vé en muchos de los papeles varios sarcasmos
contra los sufragios , las devociones, y como, ellos les llaman,
los colgajos de la Religión; y V. no ignora de que fuente y
principio viene todo esto, V. habrá sabido lo muchisimo , que
se ha dicho sobre los bienes de la Iglesia y los Eclesiásticos,
sobre la plata del culto &c. Y ni á V. ni á nadie se le oculta,
que lo que mueve todas estas palabrerías y gestiones , es el
amor.de los bienes y de la plata. ¿ Mas á que me canso ? No
faltó quien dixese á estos tunantes , que trataban de establece*
entre nosotros los funestos principios de que abusó la Francia en.
su revolución , y ellos lejos de acobardarse , confiesan que es
así, y que si nosotros despreciamos á Rousseau y á Moste'S-
quieu, es porque no los hamos conocido. Y todo esto es aho
ra ea el principio, quando todavía vive la inquisición, quando
saben .que el Pueblo abomina esto? modos de pensar , y quando
por todas partes no ven mas que contradicción y peligros.
Vengamos á los hechos. Ño hay Reyno alguno de los que
son, ó han sido , que no se haya gobernado una ó muchas
veces por principes santos, ó poco menos que santos. Sus rey-
nados'se cuentan en todas las historias como e'pocas de la fe
licidad de sus vasallos. Pero ¿y los de aquellos que han dexa-
do el Evangelio por la filosofía ? La historia antigua no nos
cita otro exemplo que el de Juliano , que por cierto hizo el mas
ridiculo papel en el mundo , y llenó de males al imperio. Mas
la de nuestros días suministra exemplos á montones. Vimos á
Josef Segundo que con su. filosofía logró hacerse ridiculo , y
perjudicial en su imperio, provocar la sublevación del Braban
te, preparar la humillación de la Alemania, y morir última
mente podrido de gálico. No sabemos de otro principe ca&óli
' • .. I—
«ó qae Baya sido filosofo ; pero sabemos que por mas de me
dio siglo lo fueron todos , ó casi todos los ministros de Eu*
ropa. ¿ Y que no han hecho un Choiseul en Francia , un
Tanacci en Nápoles , un Kaunitz en Alemania , un Carva
llo en Portugal, y otros en otras partes ? ¿Y de quien si
no de ello3 , y sus criaturas ha venido esa série de increíble*
errores , por donde de todos los estados europeos , unos ya
no existen y otros están próximos á no existir ? Si nuestro»
ftnnistros, que no nombro, no se hubieran iniciado en los mis
terios de la filosofía, yacería la España en la ignorancia de
la Religión y de la sabiduría en que yace? ¿Tendrían en
élia tantos discípulos Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Bar-
beyrac y otros semejantes? ¿Viviríamos en la afeminación y cor
rupción en que vivimos? ¿Serian tan freqüentes entre nosotros
las traiciones, que apenas conocieron nuestros padres? ¿ Abun
darían entre nosotros mismos tantos escritores y opinantes in
sensatos , por no llamarles pestilentes ? Pero no quiero estefr-
darme'rnas. Vaya una anécdota, que expresa mas que todo lo
que yo pudiera decir.
: Todos sabemos que Federico el grande (como le llaman)
fue no solo protector, mas también patriarca de todos los filó
sofos de su tiempo. El Marques de Luchesini Italiano había
abandonado su patria, para venir á admirar ra sabiduría de es^
te Salomón del Norte. Mas Federico habiéndolo acogido bien;
ni á él, ni ó ningún otro de los muchos que lo imitaron, díóem-
pleo alguno, ni comisión. Su Ministro, creyendo que baria alr
go, se lo propuso para gobernador de no sé que Provincia, mas
Federico le respondió : n mis vasallos de esa Provincia srem-
j? pre han sido obedientes , y ningun filósofo gobernara' en mí
v> nombre, como no sea sobre pueblos con quienes yo esté des-
v> contento, ó quiera castigar." Da este modo pensaba el pa
dre de los nuevos filósofos acerca de sus hijos. Quiera Dios'
que nuestras Córtes piensen de la misma manera acerca de los'
verdaderos enemigos de Dios , y de la Patria. Lo digo,
y lo aseguro : la España no será feliz, ínterin no comisione
i h 'Inquisición, para que la limpie ¿e filósofos, por el misma
'¿rden con que la limpió de judíos.
y ' *
4a
Otra casta-de pájaros teñamos también "tan, malos
filósofos, ó peores, que son los jansenistas, Ify.ejjja^q "ep; el rn.is¡j
mo error en que todavía están mnchop : primare : que da es?
ta secta nada habla en España : después, que los que había, lo
eran por mera ignorancia. De ambas cosas me ha desengañad^
y entre las causas que han concurrido á mi desengaño; una fye,
un cierto libro, en que baxo el titulo de Estudio de la Religión^
$ 2 vomitaban casi todos los errores de la secta. No siendo e|H
muy conocida todavía entre nosotros, y no faltando quien pieu-;
s¿ favorablemente de ella , no será importuno , presentaf á V,
su, sistema. ' • r. '• • -
Según él, la gracia que ellos llaman eficaz, necesita al hom-;
bre, á que obre el bien; y sin esta gracia, aun quandoel hombre
quiera, no puede evitar el pecado. A saber, el mismo error
.de Calvino que niega el libre alvedrio , y quita el mérito, y
demérito del hombre ; ó lo que es un equivalente , el hado cie
go de los gentiles , ó el destino de loa musulmanes.
Como esta doctrina había de encontrar contradicción , y la
principal contradicción había de ser de parte de los Sacerdo
tes , y Prelados católicos, se le añadió en primer lugar , en vez
de negar como los protestantes el sacramento de la penitencia,
la necesidad de un aparato de disposiciones , que no es posible,
entre los hombres. Lo mismo se hizo con la Eucaristía ; de ma-
nera^ que. un fiel jansenista huirá de ambos sacramentos , como
de una ocasión próxima de sacrilegio.
En segundo lugar ; se ha trabajado en persuadir á los fie
les , que los ministros de la Iglesia no son masque unos estafa -
•tlores , que á pretexto de la Confesión , Comunión y devocio
nes, no buscan mas que- el dinero de los fieles. . *?
i En tercero; que el Romano Pontífice no es infalible, ni aun
en las decisiones dogmáticas, que sus juicios son corrompido?,
que ha sido usurpador de los derechos de los Obispos, que estos
deben reasumir su autoridad , resistirle, y otros errores semejan^
tes. En una, palabra : la doctrina del Febronio , Pereira , Sí
nodo de Pystoya , &c.:. . ,,,. .",, . : . .. , . ,•
En quarto; como los Obispos han subscrito á la condenación-,
del sistema hecha por Roma , dicen que los Obispos no son jut
ees competentes sin su Clero;y^pof si acaso- el -Cleflo convie?
ne con sj Obispo , que la Iglesia no puede entenderse cond¿»
nar , sia que sean consultados y presten su consentimiento to
dos y cada uno de los fieles.
A estos errores añaden otros en la moral , que al paso que
los recomiendan como zelosos de la gloria de Dioa , restaura
dores de la antigua disciplina , &c. &c. uexan á los fieles en
la imposibilidad de no pecar: v. g. que ninguna ignorancia
excusa, y otras tales cosas de que no me acuerdo.
Su compostura hipócrita, su lengnage seductor, y las ma-
las artes en que han excedido á todas las otras sectas, les die-»
ron mucho lugar en la Francia , y se lo están dando entre no
sotros. Creo que en Ca'diz hay mucha de esta gente. Ojo aler
ta, porque ellos fueron los que en Francia hicieron liga con
los filosófos , para derribar el trono, y el altar. Yo temo mu
cho que en la España pretendan otro tanto , y lo consigan,
porque veo muchis señales de ambas malas razas : sé qie ellos
no perdonan medio ; y.creo como si Jo viera, que enrceí no
sotros hay muchas espías de Napoleón. He hablado -.en estos
«Lias con uno venido.de Sevilla , ú quien nn amigo mió, cuya
formalidad , verdad y probidad me es muy conocida , aseguró
haber yisto patente de fracmason despachada en aquella ciu
dad á favor' de uno de Cádiz. . •
Por m3s que lo deseo, no puedo pensar de orro modo ; y
lo peor es que tengo por compañeros á quantas personas oiga
hablar en la maceria. ¿Quien puede ya dudar que es de su
ma importancia y extraordinaria urgencia, ocurrir á estos ma
les \ ¿ Puede" haber asunto , qu? deba llamar la atención, an
tes que aquel remedio ? Paro eljo es, ¡que estos desórdenes cun-i
den por, toilas partes , y se postergan aquellos objetos que mas
nos instan, al pasp que hay larguísimas discusiones,- y se to
man muchas medidas sn o::os , que ó no instan , ó no hay ne
cesidad, 6 no ino> interesan, i ., .
M¿ estoy acordando de un fa.mpso médic0 que solia llorar
qu3ada.se le pwiaun epferm%y á quien muchos le debieron no
morirse. Encontraba este i algunos de los otros sus compañeros, y
les preguntaba: pues Sr.Djctor ¡di que se trató ayer en la acá
.TT .... . .,
demia ? Liiego que Ié daban razón de Jo que se habia trata
do, anadia ; eso me parece muy bien : los médicos disputan
do con mucho calor enias cátedras , y los enfermos muñéndose
con mucha frescura en las camas. Aplique V. el cuento. La mo
ribunda Patria necesita de su médico a' la cabezera , para que
obsérve los síntomas de su enfermedad , y acuda luego can el
remedio , y su médico entre tanto trabaja en discusiones y mas
discusiones sobre las enfermedades pretéritas y futuras, que le
han venido ó le pueden, venir , quando todo su cuidado de
bieran llevarle las presentes. En una palabra : nuestro reme
dio, consiste en la observación de los hechos , y. de las '-per
sonas, y casi todo lo que en el Congreso se traía , son discu
siones de derechos. Es pues certísimo que se trabaja por dis
traer la atención de las Cortes á veinte mil cosas , ó iaú-
tiles , ó importunas, ó , no necesarias por ahora, paraqae
ella no se fixe en aquel unum necesarium de donde pende
nuestra 'libertad..' ' .\ i -q
No es fácil que V. se persuada •■• qae gradotan alto, lle
gan el respeto y veneración que profeso á las Cértes. Estoy
plenamente convencido de que- no puede > lograrse !a felicidad
general sin sugetarse al orden ; que el drden consiste precisa''*
siente en ja sujeción, y obediencia al legítimo gobierno , y qiu»
el legítimo gobierno no es, ni puede ser otro que las Górtes eft
tas actuales circunstancias. Pero conceptum sermonan iénére
quis pQteritZ No puedo prohibirme manifestará V. confidencial
mente y como amigo, en confirmación del argumento que ma
he propuesto , la idea que he concebido del primordial y plau
sible decreto de las Cortes en él 24 de Septiembre, sobre iai
división de los poderes. A pesar de la deferencia que déseo te
ner , y efectivamente tengo á todas sus decisiones , nO me es
posible , por mas que quiero convencerme, á que así como acer-
tajon.en la separación de los poderes , haya» acertado en el mo
do , con que lo han verificado. Oiga V. m* modo de pensar.^
- • Se desprendieron las Cortes, como debían, del pséw ejecu
tivo, y lo depositaron én una Regencia, compuesta da tres' in-»
dividuos , que merecieron la confianza de las Córtes. ÍDeéde es«
te punto era preciso , que el Cojigreso se desentendiese de quan
4*
Rís asuntos, negocios , y casos pertenecen i aquella autoridad,
y se prohibiera toda discusión agena del poder legislativo, que
se babia reservado , y perteneciente á las atribuciones da la Re*
gencia, que también habia de quedar franca y desembarazada, pa
ra la expedición de los negocios que la competían. D¿bia, pues,
bo distraérsele , ni perturbársele en alguna otra cosa. Lea V.
los diarios de Cortes , y verá que se ha hecho todo lo contra
rio. Si los tres Regentes fuesen de brqnce , y ni durmiesen* ni
comiesen , ni descansasen , no podrían bastar ni con mucho, pa»
ra :el desempeño dé so extensísima é importantísima comisión.
Pero enlas.Córtes se suscitan qüestiones sobre qüestiones, se tra
tan negocios sobrei negocios, y se ventilan casos sobre casos, para
que la Regencia no baste, aunque trabaje dia y noche, á tan
to informe como -se le pide, y á tanta quisicosa como se le encar
ga. Informe la Regencia. Dió cuenta la Regencia... Oiga la Re
gracia á leste- interesado. Ni diez regencias bastan para tanto
cómo le envían ,, y le piden las Cortes, empeñadas en asuntos
que no les pertenecen , y que son propíos del poder ejecutivo,
fie me "representan ai perro dal hortelano , que s* echaba en
ti pienso de la!burrá, y ni cumia él, ní dexaba que la burra co
ciese. Y- an esta conflicto ¿que es lo que la Regencia sí vé
obligada i haeér ? Lo que está haciendo : llamar en su auxilio,
í los que por sus muchos años de práctica están hábiles en es
tos negocios , y confiarse enteramente de ellos , entre los qua-
les hay algunos, que nos perdieron en tiempo de los gobier
nos- anteriores , que fueron educados baxo'la férula de Godoy,
y se mostraron demasiado oficiosos "en obsequio de los Fran
ceses. De esta clasfi de gente , aunque nos perdonen las Cor
tes y la Regencia , -ni yo , ni la. nación esperamos aígim mila
gro , y Dios solo sabe las ventajas que Napoleón sacará. >
Expiiquéme V. un fenómeno que todo el mundo ve" , y
cuya causa no es conocida á todos; á saber : que donde
■Icanaan-'poco las disposiciones del gobierno , y nuestros pa-
tf¡o{a*óbran ante si , y por sí , allí se suelen verificar los pla
nes v haeertte'bíeri la gnéfra y conseguirse victoreas.! Testigos
ios Gallegos T el Empecinado, los dos Minas, los dos Curas,
Ftancisquete .y otros varios; y Tecentisimamente O-Dunell^ Ro-
,
yira « Catnpoverde ; y testigos por lo contrario v las «pedi
ciones al Condado y Sierra de Ronda, y los reveses sufridos por
los exércitos de Extremadura , y del Centro. [Quanto impori
taria á la causa pública , que sin perjuicio de la división de
los poderes, un par de diputados, asistiesen de .continuo en 'caí
da una de las covachuelas ! j Quanto convendría (aquí , si la
supiera , se escandalizaría el Sr. Arguelles y todos los argüe-l
Ilistis) admitir á los frayles la oferta, que hicieron de servir
en ellas de balde I . ¡ t
Vengamos al poder judicial. También las Cortes se han
desprendido de este, y lo han depositado en los tribunales j
jueces de la nación. ¿ Pero se ha hecho algún discernimiento y
una prudente segregación entre los Golillas, que los componen?
J*Jo señor; pues aquí es donde hallo yo el desacierto. Entre
estos hay muchos , que deben merecer nuestra confianza , por
que antes nos gobernaban- bien : pero también hay algunos, que
deben ser el objeto de la execración publica , porque lejos de
hacernos justicia , nos oprimían. Mas no me meto en esto, ni
en lo mucho que hubiera agradecido la nación , que se traba
jase un plan para abreviar y rectificar los juicios. Ello es al
menos qué nada nos importa tanto , como el descubrimiento y
el escarmiento de los traidores, pero nada de esto se vé, porque
losjuicios se dilatan interminablemente como antes, en los pocos
traidores que se descubren , en medio de hallarnos rodeados de
esta buena gente, como lo acreditan los efectos; y los castigos
que estos merecen, 6 se disminuyen mucho, ó no se les aplican.
Si en Portugal se hubiera guardado este sistema , seguramen
te que no estuviéramos , ni Masería en Burgos , ni yo cerca de
Lisboa. Mas por la desgracia de Almeida se sacó el cabo, por el
cabo se descubrió el ovillo , y con haber cogido de sorpresa
á doscientos , poco, mas ó menos , y embarcadolos que se yo
para donde , y para que , cesaron los prodigios de las armas
francesas , y Portugal ha quedado libre. No olvide V. ni que.
desde Sevilla se han despachado patentes de franc-mazones para
Cádiz , ni que la política de Napoleón ha sabido y sabe gran-,
gearse partidarios en todas partes, j Como creerá V. que en
Sevilla había quien tuviese su retrato con luces, y convidara
4*
y encontrara gentes para su adoración ! En Francia no se pue
de juntar gente para adorar á Dios, sin que Napoleón lo sepa,
y en España se adora á Napoleón , sin que cuide de saberla
el Gobierno. . •
Últimamente las Cortes se reservaron el solo poder legis
lativo. Con el nos hubieran hecho infinitos bienes, si lo hu
biesen aplicado á la raíz de casi todos nuestros males , que es
la inobservancia de las leyes , y el exterminio de los abusos,
por donde las mas santas se frustan y quedan inútiles. ¿Que han
hecho pues las Cortes ? Dictar una multitud de leyes nuevas
que han provocado discusiones inmensas <y que han inducido
el efectivo perjuicio, que acarrea siempre la novedad , menos
quando las circunstancias la hacen necesaria. ¡Desgraciados de
nosotros ! Uno de nuestros males era la multitud de leyes ; j
ahora el remedio que se nos da, es echarnos otras leyes en
cima. De las que temarnos , conocíamos ya las ventajas y los
inconvenientes : ahora vamos á probar una región desconocida
donde no sabemos si tropezaremos con mas inconvenientes que
en aquella. Sabíamos que para las principales , se habían con
sultado la sabiduría , la experiencia , y los códigos de todos
los siglos; tememos , que en las que se nos van á dar no
obren mas sabiduría, que la de una jurisprudencia recien
te , sin mas experiencia , que las que nos presentan los horro
res , en que se vé envuelta la Europa, ni mas códigos , que
les de los nuevos Publicistas , cuya probidad, ciencia y pru
dencia es -bien manifiesta á los que leen sus obras con discer
nimiento y reflexión. Quanto mas tendría que añadir^ si mede-
xase arrebatar de las muchas reflexiones que me ocurren; pera
no es razón machacar mas á V.
Vi Ja Gazeta que traxo el parte del Castillo de San Fer
nando , que comenzaba: Gloria á Dios. Me han dicho que al
dar parte en las Cortes de este suceso , resonó en ellas el eco
de aquella voz. ¡Padres de la Patria! Defensores suyos! Ucee est
wo, ambulate in ea. Sin Dios, no tendremos mas que á no
sotros mismos, que somos un saco de ignorancia y miseria ; con
Dios , tendremos la victoria , la paz , el acierto, todas las co-
«as , porque él y no "otro es el autor de todo.
4a
Verdaderamente que he estado majadero; mas tenga V. pa
ciencia , pues mayor la he tenido yo para escribirlo, que la
que V, necesita para leerlo. Si V. me ocupa, sepa que no exer-
citara la paciencia , sino la complacencia de su intimo ami-^
go y apasionado servidor Q. S. M. B. í ..
, . u m. f*~- •

P. D. No extrafl^e V. recibir esta de donde no la espera,,


por quien no conoce , y con mucho atraso. Allá vá el cuento»
Escrita esta hasta los dos tercios entró á visitarme un amigo, y
curioseanJo sobre mi ocupación, fue preciso leerle lo que hasta-
entonces había discurrido. No puedo pintarle á V. las. demos
traciones de admiración y complacencia , que hizo, y lo mu
cho que se empaló" en que concluida que fuese , habia de re
mitírsela precisamente á Lisboa, para donde sin dilación par-..
tía. Tales fueron sus instancias ,, que me fue imposible dexar
de ceder á ellas ; sin embargo de haber escrito esta , para so
lo un amigo de confianza como es V., y para los que merez
can la suya ; pues algunas de la* espacies que vierto , no de~
ben comunicarse á todos.. Muchos, que carecen de reflexión y
discernimiento , creerían que deprimía y desautorizaba al go
bierno en alguna de ellas , de lo que estoy muy distante ,. y es
absolutamente contrario á todos mis principios. Me compro-:
metí pues á erabiarsela* porque el se comprometió á remitir-*
la á V. inmediatamente , después de leerla á algún amigo re~.
ssrvadamente , y a no imprimirla , como quería , y me sig-j
njficó al principio; pero, se obligó después a*' no publicarla»
«onvencidn de las razones que le expuse, a* mas déla ya insi
nuada, que es la principal por el árden siguiente»
■ Primera : porqu3 sirviendo la imprenta pan inmortalizar los
escritos, estoy por la opinión de que no deben ir á ella, sino loa.
escritos dignos de la inmortalidad; y no pudiendotodo mi amor
pVopio persuadirme ^ i que .los miosson de esta» clase, "I ha<"
querido r ni quiero ,. ni querré que ellos sirvan,, ni á los bo
ticarios para ungüentos.,, ni á los tenderos para liar especias.
.Segunda; porque pata dar qualquier escrito á la prensa es
necesario limarlo r revisarla &c» y ¿ mi macádmenos, penoso.
escribir v.g. veinte cartas, que limar una. Saldría pues lo que
escribiese corno sale, á saber, como está el humor^ é iría á pa*
rarálas manos de estos señores relamidos, que querrían obligar
me áque yo. también me relamiese, y jo no tengo gana ,tú el
alcacel está ya para pitos. -. . ?.■>•■ •'.:*.•.-.>■ , V.
Tercera : porque abundando tanto como por nuestra des
gracia abundan las impresos , ya se va haciendo moda' no
hacer caso de ellos por buenos que sean , y andarse en busca
i& manuscritos , y mucho mas si estos huelen á contravando,
y andan á sombra de tejado. • f :. . .*
Otra P. D. Ocho dias llevaba esta de escrita , y de esperar,
eonductor , quando anoche llegó a' mis manos la proclama de la
Regencia en el dia cíe San Fernando. Pe-rdí el sueño con ella.
Vayan allá los pensamientos que durante la vigilia me ocu
paron. . '.*
Primero. ¿ Como pudo hablarse de San Fernando sin ha*
cer mención, ni del Dios de quien San Fernando nunca se
olvidaba, ni de la Religión, que inspiraba en sus expediciones,
y á quien el Santo consagraba sus victorias?! •* >
¿ Como en la enumeración de sus virtudes no entrap mas
que las puramente morales , ú como se explica el " papeL, las
que constituyen la virtud humana ? ¿Se hacia el elogio de 'tm'
Camilo, de un Curio , de nn Catón y ó de algún otn> héroe
gentil, ó de un Principe religioso, y cristiano? Los aotores„
profanos quando hablaban de aquellos sus, héroes , no omitían
su religión, con todo de ser falsa, y acaso teniéndola portal
los mismos autoras. ¿ Gomo pues no se hace mención . da. ella,
quando es. la verdadera. y la principal de quartías virtudes dis
tinguieron á. este héroe Cristiano S ->-i ll< <;••.■. \ f¡ j
Los, -rayos (te su. gloria , añade , resplandecen en Ta obscu
ridad de acuellas tiempos incultos. Pregunto yo ¿.y ios nues
tros, que tan cukos so.r , han dadd ni son capaces, de dar- una
dora, cernía las; Partidas* y una ieoleccion con» las, Becretales?'
Obsequio es del destino*, átal ven providencia- mar alttr„.„n
empieza él sbgumlo párrafo. |Que quiere decir esta gerigorr-
vá ¿Hay diferencia entre la providencia y el destino.?' ¿Canto
étasop&Z Si-himoi vuelta al. Zuda, de los, gentiles ¿ £ que vie---
lie la providencia ? Y si .estamos por esta g á que el destino de
los musulmanes y ateo»? Esta disparatada expresión- en que se
mezcla la santidad de la Religión, con el fanatismo gentílico,
exige por si sola una carta, que tal vez escribiré. Sigamos.
Dignos de ti somos los españoles de ahora. Mentira , res
ponderá el Santo desde el Cielo. Por exemplo ¿ donde . está
ahora el, que pueda decir , Santa Maña ten tú día, como dixo
Pelayo Pérez Correa ? >
Dignos descendientes de aquellos fuertes guerreros que tu
acaudillabas. Descendientes , pase ; dignos , no puede pasar.
jEn que nos parecemos á aquellos nuestros Padres? Debió pe
dirse al Santo que nos hiciese dignos , y no suponerle la men
tira de que lo eramos. Hay mucho que andar. ' < . •'
La proclama salió á nombre de la Regencia ; su autor fue
Quintana, su Secretario. Debió la Regencia acordarse, de que
nada hay tan inepto para el gobierno , como los Poetas. £1
gobierno requiere mucha flema : la Poesía trae mucho fuego.
¿ Quando jamás los Poetas han gobernado ? Un Rey hemos te
nido Poeta que fue Felipe líí. y ciertamente gobernó con todo
el despilfarro poético.
Quantos Poetas y Oradores profanos he leido , otros, tantos
han hecho entrar en sus hermosas obras á la divinidad y á
la Religión. Porque pues Quintana y sus compañeros se ci-
íjen presisamente al exemplo de los tres únicos que no lo
han hecho así , Anacreonte , Lucrecio, y Lucano ? Alemán *
Cervantes , Quevedo , el autor del Gil Blas, Torres y de
más Ppetas , nada perdieron , y ganaron mucho dando lu
gar á la Religión en materias en que podía prestindirse de
ella, y estos caballeros se estaran media hora cavilando so->
bre como han de evitar las palabras : Dios , Jeto- Cristo,
Evangelio ¡Bueno va !
Otra P. D. pues que el conductor no parece. Un Fi-
dalgo-de esta tierra- me ha dado á leer un librillo en 8?
que.se encontró en Chaves , dexado por descuydo de un fran
cés en la casa de su alojamiento. El titulo del librillo es:
L'Espñt de la France, et les Máximes de Louis XIV decou-
vertes á l'Europe. Á Cologne. Chez Fierre Marteau. 1688. El
autor parece profeta , porque anuncia al pie de la letra la que
debía suceder y ha sucedido en España desde la muerte de Car
los II , y lo que Luis XIV maniobraba y pensaba para hacerse
dueño de la Europa. Seria menester copiarlo todo ; pero baste
con Jo que dice relativamente á Inglaterra. Luis XIV para dis
traerla metió al Rey Jacobo en que tratase de hacer constitu
ción, y añade el autor : l'affaire qu'il a entreprise est si grande,
,. que bien des personnes craignent , et d'autres espérent qu'il
,. n'en sortira pas de sa vie. II n'est pas temps de changer les
. . lois quand les ennemis sont aux portes, w Vea V. si es viejo
mi modo de pensar y el de toda la Nación, quando damos al
diablo el aumento de nuestras leyes , y este prurito de variarlo
todo fundamentalmente.
f . . : ÍP; .ir , ;J'...- f. --. •.. - f . i

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. • ' •' . L., . ' .»/
SEGUNDA CARTA CRÍTICA

DEL FILOSOFO RANCIO


EN QUE
A LO CRISTIANO VIEJO,

HACE LA APOLOGÍA

DEL SANTO TRIBUNAL

DE LA INQUISICIÓN
Refiriendo su historia, y refutando todos Jos argumentos y
fifisntas con que intentan combatirlo los libertinos maestros
del error . y sus fieles discípulos ¡os filósofos de moda : y
en que se impugna el anuncio del voto que ha de dar

EL SEÑOR DIPUTADO ARGUELLES.

REIMPRESA EN MALLORCA:
EN LA IMPRENTA DE FELIPE G
AÑO DE 1813.
. J /Til /O

-'.:> f.i A

. s

.*.

•' '" ' *


• •-•

'A
xroxA.

\sreo hacer un importante servicio á mi Reli


gión, y á mi patria , publicando por medio de la
imprenta esta docta , piadosa y erudita carta. Su
autor resiste constantemente la impresión , y á las
razones que le expuse para persuadirlo, me con
testa en los términos siguientes : r> Veo por la de
„ V. que no es infructuoso mi trabajo. El no
'„ tiene otro objeto, que animar á los que pelean
„ por la buena causa , haciéndoles ver que no son
„ ellos solos los que no filosofan, y diciendo con-
„ ira los que lo hacen, lo que ellos por considc-
„ raciones no pueden decir, aunque lo sientan. El
-,, también conspira á que los que no tienen en
„ la torta mas parte que la que nos es común
á todos, no se dexen llevar de las sofisterías de
los filósofos , y encuentren hechas las refltxio-
nes que acaso no tendrían tiempo de hacer. Logra'
dos estos objetos, como parece que se van logrando
„ por.... no hay que desear la impresión, que doria
mas publicidad á las que he escrito. Esta po-
„ dría levantar alguna zalagarda en que no nos
„ viésemos de polvo. No falta quien me asegu-
„ re en tono de profeta, que este seria un medio
„ de engordar la bolsa : no me pesaría á fé de
„ hombre de bien ; pero mejor será que nadie me
„ eche en cara , ni me pueda echar , que si tra-
„ bajo , trabajo por la bolsa. Por otra parte
., estoy persuadido á que no soy capaz de dar una
„ batalla campal , qual seria 'la impresión. Obren
„ las guerrillas : yo me doy por contento con ser
„ el Francisquete ó el médico de Aranjuez, y otros
que mejor puedan, sean los 0-Donelles y Casta-
„ ños. Entretanto estemos todos parapetados. Qual-
„ quier diputado tiene derecho á saber el modo
„ de pensar de sus amigos : qualquiera de sus ami-
„ gos licencia , y aun obligación de decir todo
„ lo que piensa á /os Sres. diputados. Las car-
„ tas son privadas. Si alguna publicidad tienen^
„ es casual y no de intento. Que nos desalojen
„ de aquí todos los argüellizantes, que son mas
„ que los que yo pensaba. =. Además , ¿ como han
„ de merecer la luz pública unas cartas escri-*
„ tas por quien está metido en este desierto diez
„ y. ocho meses hace , sin comunicación con gen-
,. tes instruidas, desprovisto absolutamente de li*
„ ¿ros, y con solo el recurso de un breviario, que
„ es toda mi biblioteca ? Echa V. menos muchas
,. especies en las materias que trato , y que no
„ las condimento con la sal y pimienta que ellas
„ exigen. Pero por Dios acuérdese V. de que ten-
„ go cinco ducados de anos con sus polvos , de
,, que mi salud es tan débil, que no me permite
„ smo cortos ratos de trabajo , que mis penas no
„ son poca¿ , que mi espíritu se halla en¿eramen-
„ te abatido , y que la materia . mas bien que
}, sal y pimienta , pide hierro , fuego y diablos
que vengan á cargar con lo que es tuyo. Por
„fin, pídale V..á Dios que ayude á mis bue-
„ neis propósitos." : ; • > V
- ■ Asi se explica el autor, que como sábio piensa
y habla con la moderación y humildad que carac~
teriza á los verdaderos. Pero como yo conozco, que
la modestia de que está revestido, es la que ha
ce valer á sus ojos estas razones , que en la rea
lidad son nulas, me resuelvo á desentenderme de
ellas , y á obrar contra su voluntad. La carta
convence hasta la evidencia la santidad, utilidad y
aun necesidad del Tribunal de la Inquisición , para
mantener ilesa nuestra creencia sin mezcla de error,
y para conservar segura la tranquilidad pública
impidiendo la sedición : es, pues, evidente que in
teresa sobremanera publicar este excelente discur
so, en que se descubre el importante principio y
santo yin de la erección de este establecimiento,
y se reducen á polvo quantas sofisterías han dis
parado contra él los infames filósofos de nuestros
dias. Sin el preservativo de la sólida y piadosa
doctrina que tan abundantemente vierte el autor,
podrían ser inficionados mis compatriotas con el
veneno que astutamente introducen estas ponzoño
sas sierpes, que á semejanza de la primera brin
dan , baxo el dulce incentivo de la ciencia , la
ignorancia , el error y la muerte. Corro , pues,
á librarlos de esta fatalidad y exterminio , fran
queándoles este eficaz específico , y amonestándo
les de paso que los filósofos de nuestros dias son
vivas imágenes de aquellos impíos , cuyas ideas
y costumbres nos retrata el Espíritu Santo en la
Católica de S. Judas por estas y otras expresiones :
Subintroierunt quídam homines .... impíi , Dei
nostri gratiam transferentes in hixuriam , et so-
lum Dominatorem , et Dominum nostrum Je-
6um Christum negantes .... (y si no , trasla
do al tema de muchas cartas de Voltaire: ecra-
séz 1' infame) Similiter et hi carnem quidem
maculant , dominationem autem spernunt , ma-
jestatem autem hlasphemant. . . . Hi autem, quae-
cumque quidem ignorant, blasphemant ; quae-
cumque autem naturalitér, tamquam muta ani-
malia norunt , in his corrumpuntur. Vae illis. . . .
SEGUNDA CARTA CRÍTICA.

***9 de /zimo de 1811.

Señor mió, y mi estimado amigo : no por ob


sequio del destino , como se explica el Sr. Secretario Quinta
na , sino por libre elección mia , comienzo á tratar del Tri
bunal , destinado á la defensa y conservación de la fe, en el
dia que la Iglesia tiene consagrado al primero y mas augusto
de todos los misterios de la fe , á saber , el de la Sta. y Au
gusta Trinidad. Insistiendo, pues, en esta fe , que desde su pri
mera promulgación ha hecho la esperanza, la salud y el ho
nor de nuestra España , por cuya confesión derramaron glorio
samente su sangre tantos ilustres españoles , y por cuya defen
sa y propagación sudaron , pelearon y vencieron tan dignamsn-
te nuestros gloriosos padres , quiero comenzar como todos ellos,
desde el Monarca hasta el boyero , lo comenzaban todo : en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Afianzado á este principio , nada me ofrece que temer la
delicadeza de la materia , ni tengo para que reclamar la invio
labilidad que el Sr. Arguelles ha reclamado , quando se ha pro
puesto tratarla. Sé que como hombre puedo errar , y decir mur
chos disparates : sé también que la ignorancia del derecho no
es disculpa del error en la mayor parte de los tribunales ; pero
al mismo tiempo estoy seguro de que el Tribunal de quien tra
to , no castiga mas que la pertinacia , de que por la miseri
cordia de Dios me contemplo muy lejos. Así, pues, podré errar
en lo que diga , y merecer tal vez que se corrijan mis errores;
mas no sucederá ni podrá suceder que sobrevenga algún peli
gro á mi persona , dispuesto como estoy á reconocer mis erro
res, y sujetar mis modos de p;nsar al infalible juicio de la
8
Santa Iglesia, columna y firmamento de la verdad. Desde, pac»,
ser inviolable aquel, á quien su conciencia haga temer que lo
violen ; la mia por ahora no tiene , y con el favor de Dios tam
poco tendrá' en adelante por qué incomodarme con esto. Mas bas
te de prólogo , y entremos en qiiestion.
¿ Está sabia y piadosamente establecido , y debe subsistir
en nuestra España ¿I Santo Tribunal de la Fe , tal qual nues
tros Padres lo han tenido por espacio de tres siglos , y nitestrot
filósofos traían en el día de arrancarlo ? Si la fe , si la razón,
si el sentido común , si la opinión del Pueblo ; para decir algo
mas, si el voto de la mayor parte de los .que este Trifcuml
ha castigado , hubiesen de ser oidos , no habría necesidad ni
aun de preguntarlo. Tan clara , tan evidente , tan sensible es
á los ojos de todos estos testigos la necesidad, la utilidad , la
sabiduría y el fruto de este santo establecimiento. Mas las ha
bernos con la filosofía, y con la filosofía de este siglo , cuyo ca
rácter es poner en obscuro lo mas claro , y cuyo sumo interés
•coasiste en quitar de en-nedio este estorvo , en que se vé nau-
íragar á tantos de sus hijos, y estrellarse todos sus planes y pro
yectos : y por este motivo la presente qiiestion , que no merece
serlo, y este pleyto que mil años ha', debia estar pasado en au
toridad de cosa juzgada, no cesan de ser reproducidos , embro
llados, obscurecidos, llevados de tribunal en tribunal , recar
gados con artículos impertinentes y hechos ilusorios su? autos
y sentencias por medio de todas las trampas legales é ilegilcs.
¡En buenas manos ha caído por cierto! Ea las de los legista»,
y en las de unos legistas como los de nuestro siglo , que no con
tintos con revolver al mundo , tratan de poner y han puesío
pleyto al Cielo , y piensan seriamenre despojar a' Dios d~ su por
sesión. Perdónenme los buenos legistas á quienes tengo en el
justo concepto que merecen:, y entre los quales cuen'.o muchos
amigos , de cuya amistad me glorío. Pero conozcan al mismo
thmpo que esa chusma de charlatanes , que profam su impor
tante y sabia profesión, nos autoriza á todos para qu' nos ex
pliquemos con esta generalidad. Se ha hecho, pues, preciso se
guir á esta canalla los pasos , y emplear mucho papel y tin
ta en un negocio que todos debíamos dar por concluido , y que
dita no cejan de innovar. Yo sin embargo no pienso decir todo
lo que está dicho , y mas bien que puedo decirlo yo. V. y todo
el que quiera podrá leerlo en innumerables controversistas, que
han llevado la materia hasta la primera evidencia, y han de
salojado al error hasta de sus últimos atrincheramientos. Mi ob
jeto solamente es hacer que todo el mundo conozca la pésima
fé, conque, los que se llaman filósofos, tratan en el dia esta qües-
tion, i favor de la qual militan no solo los principios comunes,
mas también las mismas invenciones filosóficas, quiero decir , las
mismas fullerías con que se trata de desfigurarla y eludirla. Pa
ra conseguirlo , pues , y guardar en este mi discurso algún <5r-
den , presentaré en primer lugar la historia del Tribunal de la
fé, que por sí misma convence su santidad y necesidad ; y en
segundo, me haré cargo de quantas objeciones y quisquillas sue
len oponer nuestros filósofos á este tan necesario estableci
miento.
Viniendo á lo primero , desde que hay hombres, y desde
mucho antes que los hombres tuviesen leyes algunas escritas ,
ya la que llamamos natural tenia erigido en el corazón de to
dos , y cada uno de los hombres un tribunal inexorable contra
los desacatos cometidos contra la divinidad. La idea de ésta , si
no ha sido innata en el hombre , como ha pretendido Descartes,
y es razón que pretendan los que tanto abusan de sus prin
cipios , es al menos de las primitivas que adquiere todo hom
bre , y que apenas abre los ojos, empiezan á enseñarle los cie
los que enarrant gloriam Dei , y las criaturas todas, por me
dio de las quales, invisibUia Dei intelleeta conspiciuntur , sem
piterna quoque virtus ejus , majesías. Desde luego , pues ,
que comenzamos á usar de nuestro entendimiento, tropezamos
en todas partes con la imagen de esta divinidad omnipotente ,
Padre y autor del hombre y de todo lo que sirve al hombre , á
quien el hombre debe todo lo que es, todo lo que posee y espera, en
quien todos nosotros vivimus£3 movemur, & sumus. sicut et quídam
vestrorum poetarum dixerunt. Y á esta persuacion de que no
puede desentenderse nuestro entendimiento , se sigue natural
mente en la voluntad la inclinación á respetar, amar y hon
rar según todos sus alcances á este autor soberano de su ser
y a' este omnipotente bienhechor que el entendimiento le presen
ta ; y por una conseqüeneia necesaria no puede menos que hor
rorizarse á presencia de qualquiera desacato, que vé cometer con
tra este Dios , y encenderse en deseos de venganza contra el sa
crilego , que ha tenido valor para blasfemarlo y ultrajarlo. Mu
chísimo menos es lo que la razón nos hace conocer , y «1 cora
zón $e debe interesar á favor de nuestros padres carnales; y coa
todo eso no hay hombre que no se inflame, quando vé que á su
padre se le insulta , y que si puede no trate de vengarse. Tie
ne V., pues, ya aquí anteriormente á toda ley un tribunal de
Inquisición , si puedo explicarme así, erigido en el interior de
cada hombre: tiene la intolerancia religiosa, que este Tribunal
profesa, en el horror con que todos miramos naturalmente á los
blasfemos ; y tiene las semillas de la intolerancia civil, que el
mismo tribunal exerce , y los deseos que á todos nos asisten,
de que las blasfemias y desacatos contra la divinidad no queden
sin venganza. Tan cierto como todo esto es lo que tan di
vinamente supo explicar San Pablo. Gentes quee legem non ha-
bent sibi ipsis sunt lex , habentes opas legis scriptum ia cor-
dibus sais.
Aquí no hay escapatoria , por mas que la busquen los seño
res filósofos en lo que les enseñó su salmista Lucrecio pro-
frius eorum propheta. Démosles á estos señores de barato lo
que aquel su maestro les quiso persuadir á costa de tantas
tareas, á saber, que la idea de la divinidad era hija del miedo,
y que los truenos, relámpagos , uracanes , terremotos y ciernas
calamidades fueron las que metieron al hombre en la cabeza,
•que habia allá arriba un Señor, que en enfadándose empezaba
á repartir palos , y no dexaba títere con cabeza. Para nuestro
caso es lo mismo , y aun quizá algo mas eficaz. Sea, como es
tos caballeros quieren, hija y mera aprehensión del miedo la
idea de Dios. Qúanto mas miedo tiene el hombre , tanto mas
evita los encuentros con aquello que se lo causa , y si no los
puede evitar , tanto mas se esfuerza en no irritar por sí, ni
que ninguno irrite la causa de su miedo : y mucho mas habien
do, como habían visto, que quando esta causa, que ellos creian tal,
se irritaba, los palos venian para todos, porque para todos tro-
aaba , á todos los quería arrancar el viento , todos se me
cían quando la tierra temblaba , &c. Quiere decir, pues, que
los obseqoios, mismos que nosotros tributamos á Dios por pie
dad y por gratitud, en ellos eran iguales ó mayores por miedo
y amor propio ; y que el cuidado que nosotros tenemos con
que no se insulte, ni se blasfeme al que creemos nuestro coman
y benéfico Padre , era en ellos muchísimo mayor, en suposición
de imaginarlo su cruel é inexdrable verdugo. Con que siem
pre salimos á lo mismo , á saber , que ante toda ley , y
por solo el instinto natural , el hombre mira con horror y co
mo digno del castigo á todo aquel , que .se atreve á insultar i
su verdadero ó imaginado Dios.
Al derecho natural se sigue inmediatamente el de gentes; y
según este, ya nos encontramos con tribunales encargados en ven
gar los desacatos cometidos contra la divinidad, dondequiera que
encontramos gentes. Yo ruego á nuestros sapientísimos filósofos
que me citen un solo rincón ,ó un solo pueblo de la tierra, don
de haya sido impune blasfemar ó violar en algún modo la di
vinidad, y donde no se haya reconocido y observado, como una
de las leyes fundamentales , la de castigar y reprimir á los
blasfemos. Me citarán sí, muchas malas aplicaciones de este
principio , tanto con relación á los objetos en que el error h»
colocado la divinidad, como con respecto á los sugetos en quie
nes ha recaído el castigo y la atribución de la blasfemia ; pe
ro ni me citarán , ni podrán citarme un pueblo , una secta , un
filósofo, ni un hombre , que no hayan creído, que blasfemar de
Dios es un delito ; y que este delito se deba castigar exemplar-
mente. ¿ Qué disparate mas clásico que el de los Egipcios en
tener por dioses á los ajos , puerros y cebollas ? Pues , á pesar
de ser este tan grande disparate , desde que los ajos y las cebo
llas subieron entre ellos á la dignidad de dioses , ya era un de
lito violarlos ; y ya Juvenal , que fué el que dió esta noticia,
nos lo dixo todo, diciendo solamente esto último : porrum , et
cepe nefas violare^ et frangere morsu. ¿ Qué injusticia mas fea
que la cometida en la muerte de Sócrates ? Con todo, esta muer
te tan injusta en sí misma, fué decretada i conseqüencia del su
puesto crimen de blasfemia , que efectivamente cometió riéndo
II
se . como debía hacerlo , de las disparatadas divinidades de su
patria. Estienda V. los ojos por la historia de todos los siglos:
no encontrará un solo desacato contra la Religión del pueblo ó
la nación , sin qua encuentre igualmente el castigo que se dio",
ó se intentó dar al profanador. Busque la caosi de la mucha
sangre cristiana , que han derramado los perseguidores : al ins
tante la encontrará en Ja enemistad que el cristianismo profe
saba al falso culto, en que estaba sumergido el mundo , y en el
falso zelo , que las potestades y pueblos del mundo tenían por
sus supuestas divinidades. El mismo Jesucristo cuando predíxo á
sus Apastóles esto que tenían que pasar , les señaló esta cau
sa : ut omnis qui oecidarit vos , arbitretur se obsequium prees-
tare Deo.
Ea , pues , consultemos las leyes dadas posteriormente por
el mismo Dios , no sea que en esta parsuacion general de los
hombres se versa alguno de aquellos errores, con que los hom
bres han ofuscado la natural , que en el principio estampó Dios
en su corazón. También ante este tribunal salen nuestros filóso
fos cargados en costas. Según la ley antigua todo blasfemo , to
do profeta falso , todo el que pareciera verdadero por haber
se verificado sus anuncios , como á conseqüencin de su profecía-
exórtase , eamus , et sequamur déos alíenos, debía morir ape
dreado : y este era un castigo que estaba obligado á executar
por sus mismas personas umversus populus. Vamos al Evangelio.
No me encontrará V. en todo él ninguna ley de apedreo ,
degüello , ni incendio, porque el Reyno del qup vino á estable
cerlo non est de hoc mundo ; pero sí encontrará las reglas sobre
que deben decidir los que reynando en este mundo, quieran vivir
según el Evangelio. Guardaos , nos dice este Señor , de estos
falsos profetas , que se os presentan como ovejitas mansas ; at-
tendite áfalsis prophetis, qui veniunt ad vos in vestimentis ovium.
¿ Y porqué nos hemos de guardar? j Cosa de juego es ! Porque
á pesar de todas las apariencias de ovejas , son verdaderos lobos;
y no como quiera lobos , sino lobos maestros en esto de robar.
Mal pleyto tenemos , señores filósofos, g Qué se debe hacer
con un lobo , y con un lobo carnicero y ladvon ? Pues esto son
ustedes , seguo Jesucristo , lupi rapaces : y como á tale* los de-r
13
5e tratar qualquiera humana potestad , que non sine causa g/<7«-
dium portat. ¿ Que debe hacerse con el ladrón que se coje sal
tando las ta'pias con el designio de matar y destruir el rebaño ?
Pues esto hacen V.mds. en dictámen del mismo Jesucristo^ quao-
do desdeñándose de entrar por la puerta (que es la fié de este
Dios , como él mismo explica) se nos quieren colar en casa por
las tapias de la filosofía. Muchísima razón tienen V.mds. para
abominar el Evangelio ; porque dunde quiera que se crea en él,
no les espera otra suerte , sino mudan de uñas y de mañas , que
la qoe á los lobos y á los ladrones.
No olvidaron los discípulos estas disposiciones del Maestro,
¿ates bien las inculcaron á los fieles en quantas ocasiones se
les presentaban. Creo que no hay una sola carta de S. Pablo,
donde no se hable de los novadores y filósofos, como ellos me
recen , donde no se nos explique el sumo peligro que por par
te de ellos nos amenaza , y donde no se nos inculque la obliga
ción en que estamos de huir de ellos , y hasta de negarles los
comunes saludos. A lo mismo se dirigen casi todos los prime
ros capítulos del Apocalipsis de San Juan ; y sobre lo mismo
*e versa la admirable epístola de San Judas, que no puede leer
se , sin que el que la lea, traiga á la memoria muchos de los
papelitos que se han escrito , muchos de los discursos que se han
hecho , y muchos de los libritos de donde se ha tomado tan
preciosa doctrina. Léala V. por Dios , y reflexione sobre aque
llo de transferentes in Juxuriam gratiam Domini nostri Jesu
Chrísti , de quacumque ut muta animalia norunt , in his cor-'
rumpuntur , y de dominationem quidem spernunt, majestatem
autem blasphemant.
Murieron aquellos nuestros padres 5 pero por ellos nati
sunt Eccletu» filü dignos herederos de su espíritu. No me acuer
do qual de los Padres apostólicos fué el que habiéndose encon
trado con uno de los primeros hereges , y este preguntádole si
lo conocía, le dió por respuesta: agnosco primogénitum diaboli^
pero loque he observado es, que quanto mas cercanos á los pri
meros tiempos, y quanto mas floreciente el cristianismo , tan
to mas severos é inflexibles fueron nuestros piadosos padres con-r
tra los corruptores de la fe. Aquí no puedo, ni quiero omitir una
14
reflexión que ha de mortificar no muy poco á los señores filósofos;
Vino Jesu-cristo , como el mismo dixo,á buscar pecadores; y
á conseqüencia de esto no hubo clase de pecador á quien hicie
se asco. Pue amigo de los publícanos, convirtió y favoreció á
una ramera, no qniso condenar á una adúltera, transfirió á
un ladrón desde la cruz al paraiso , rogó á su Padre por los
verdugos que inhumanamente le mataron, y dio en fin su san
gre por los pecados de todo el mundo. Mas este Dios tan indul
gente con toda clase de pecadores , jamás lo fue con los filó
sofos de su tiempo , quales eran los Fariseos y Saduceos , á
quienes abominó hasta el extremo que se echa de ver por el
cap. 23 de S. Mateo, y casi todos los demás de este y los otros
tres Evangelistas. Igual conducta notamos en sus verdaderos dis
cípulos: perseguidos, vejados, crusl é inhumanamente tratado»
por los gentiles, oraban por ellos , afanaban por su salvación,
se exponían á todo por lograrla , y solían colmar de beneficios
á sus verdugos en la ocasión misma en que estos los despedaza
ban. Mas con los hereges ñadí di esto. Para esta clase de gen
te no había comunicación de beneficios, y todo lo que respeto ¿
ellos nos enseñaron fue, que huyésemos de ellos, y nos negá
semos hasta á sus encuentros y saludos. Tan horroroso, co
mo todo esto era á sus ojos, y á los del divino Maestro el cri
men de estos hombres, en resistir á la verdad con que Dios tra
taba de salvarlos , en rebelarse contra el mismo Dios, y negar
le la sumisión y fidelidad que le debian , y en extraviar ha
cia el error al pueblo á quien el Padre Celestial se había pro
puesto salvar por la verdad.
Mas como la excomunión ni sale á la cara, ni quebranta
huesos, ni disminuye la bolsa; y como la Iglesia en sus primeros
dias no tenia mas armas que la excomunión, vivían los hereges,
mentían y seducían á todo su placer ; y se echaba mucho de
ver la falta que hacia la espada temporal, para los que se echa
ban por la espalda el miedo de las pinas eternas. Subió por «n
la cruz de Cristo á la diadema de los Empsradores, y desde el
momento en que estos comenzaron á ser cristianos conocieron Ja
obligación en que estaban, de emplear su fuerza contra los que
no dexaban de hacerla á la verdad que nos salva , y á la Igle"
15
«a que nos conduce por el camino de la salad. Apenas el Con
cilio Niceno condenó la impiedad de Axio, Ario tuvo que ir á un
destierro por decreto de Constantino. Otro tanto sucedió pos
teriormente con Nestorio , Dióscoro , y quantos Obispos se se
ñalaron por la invención ó propagación de algún error ; y por
otro tanto tuvieron que p3sar los defensores de la verdadera
fe, quando reynando Constancio, Valente y otros Empera
dores hereges creyeron estos, que en desterrarlos y perseguir-,
k» desempeñaban la obligación, que como Príncipes temporales
tenían de castigar y exterminar el error. Fue regla general que
luego que un Sínodo declaraba a' qualquiera por herege , co
mo el Emperador no lo fuese también, la sentencia de destier
ro era consiguiente a' la de deposición,
Tal fué la disciplina que por algún tiempo se observó con
relación á los heresiarcas y principales cabezas de partido. Con
respeto á los demás sectarios se usó en el principio de mucha
mas indulgencia, porque se les suponia , y con efecto solían
tener menos culpa , porque restaban algunas mas esperanzas
de su reducción , y porque los Obispos católicos acostumbra
ban interceder por ello* , en atención á que imprudentemente se
habían dexado seducir , y no perdían la esperanza de desenga
ñarlos. Mas no pasó mucho tiempo sin que se echase de ver, que
esta conducta tenia mas de misericordiosa que de sabia; y que
poco, ó nada se podia esperar de aquellos hombres , que ha-:
hiendo perdido una vez el respeto á Dios , se habían puestq
en disposición de perdérselo también á las potestades que de
él dimanan. La sedición , hermana carnal de la heregía , ve
nia á marchas forzadas detrás de su inseparable hermana : don
de quiera que esta encontraba algún partido, tomaba aque
lla las riendas del gobierno , y la infeliz provincia que abri
gaba en su seno á la hermana mayor, tenia luego que verse cut
bierta de la sangre, el llanto y los incendios que la menor der
ramaba , vertía y propagaba. Se convencieron , pues , las po
testades temporales del peligro que les amenazaba por parte
de estos enemigos de las verdades eternas , y tuvieron que de
clararse contra ellos, no solamente por el crimen de alta trai
ción contra aquel cuyo lugar ocupan en la t/erra , mas tam

bien por el de perturbadores de la paa y tranquilidad de sit
imperio , y de rebeldes contra sus leyes y coronas. De aquí
las muchas leyes que en varias épocas dimanaron de la auto
ridad imperial para contener y exterminar á esta buena gen
te : leyes que rigieron mientras el imperio existió , y que
adoptaron después todos los gobiernos y naciones que recibieron
el cristianismo después de haberse apoderado de varias provin
cias del imperio; y succedido á los emperadores. Según ellas
ala Iglesia correspondía condenar las heregias y hereges, j
á los principes hacer respetar por la fuerza sus decretos de
condenación , y castigar á todo refractario. :.:,-.
Así duró la cosa hasta que al principio del siglo XIII. las
circunstancias exigieron y ocasionaron alguna novedad. El par
so que á ida y vuelta hicieron por la Bulgaria los exércitos
de Cruzados , dio ocasión para que muchos de ellos se tintu
rasen de las abominaciones de los Maniquéos , que infelizmen
te corrompían aquella provincia , y traxaron esta peste á la
Alemania , á la Francia y á la Italia que dentro poco tiempo
hizo en todas ellas increíbles progresos y estragos : y el siste
ma de gobierno que entonces regia en la mayor parte de la Eu
ropa , dividido en casi tantos señoríos independientes ó casi
independientes los unos de los otros , quantos condados , mar
quesados , y otros iguale* títulos habia , facilitó los progreso»
é inutilizó casi todos los remedios del contagio ; porque los he
reges apoderándose: á veces de los señores, corrompían por medio
de ellos á los pueblos, y á veces de los pueblos acobardaban, J
enfrenaban á los señores. Así, pues, quando Inocencio III. subid
al trono de S. Pedro se halló con que por todas partes triunfa
ban de la Iglesia, y oprimían á la república los Albigenses , los
Cataros, los Patarenos, los Ensabatados y otro centenar de sec
tarios esparcidos por el orbe católico , discordes entre sí , y
concordes en arruinar quanto habia de bueno , y en no prestar
se á los consejos saludables. De aquí vino el célebre canoa ¿el
Concilio Lateranense celebrado baxo sus auspicios , que tan
to ha dado que roer á los hereges , y por el qual los Obis
pos recordaron á la potestad secular la obligación en que estaba
de emplear contra esta mala gente la espada. Vea V. la diser
*7
tacion de Natal acerca de este cánon. De aquí las lega
ciones dimanadas de Ja Silla Apostólica á varios principes
católicos para que se opusiesen al error y á varios errantes, pa-
raque se abstuviesen de favorecerlos. De aquí las Cruzadas,
empleadas en repeler con la fuerza, la fuerza que los hereges
hacían, en que el gran Patriarca Santo Domingo tuvo tanta
parte, y en que después fué imitado por su hijo San Pedro de
Verana , por no sé que otro Santo de la Religión de San Fran
cisco, y por varios otros zelosos del bien de la Iglesia y del
estado. De aquí, en fin, la Inquisición delegada, que tuvo prin
cipio en el citado Sto. Domingo, y que por cerca de tres si
glos siguieron exerciendo solos sus hijos , y los de S. Francis^
cocón todas las ventajas, que mostraron al cabo de este tiem
po el exterminio del error , la pureza de la Religión y los
adelantamientos de la piedad.
Estaba para concluirse el siglo XV* , época que la divi
na Providencia tenia destinada para el horroroso castigo que
Martin Lucero habia de traer á toda la Europa con su cisma;
y la misericordia del Señor declarada benignamente por la Es
paña , la proveyó en la nueva forma que hizo que se diese á
dicha Inquisición , no solo de un poderoso preservativo con
tra la peste, que por la parte del norte Je amenazaba, mas tam
bién de un eficaz remedio contra Ja fiebre maligna que inte»-
rior, y casi insensiblemente la debilitaba y consumia. Era el
caso, que los Judíos, que en grande número toleraba la Es
paña, y á quienes gravaban muchas leyes dimanadas de sus
freqü entes atentados, para poder continuar con mas seguridad
en tstos , y evitar el peso de aquellas, habían dado en la mis
ma gracia , en que recientemente han dado nuestros filósofos,
de bautizarse, y suponerse católicos, apostólicos, romanos. Coa
esta estratagema lograban judaizar sin ser observados, se
ducir quantos prosélitos podían , que ciertamente no eran por
eos , en suposición de tener ellos muchos dineros , y ser muy
hermosas sus mugeres é hijas , cometer mil atrocidades , que
podrá V. leer, si quiere, en un tal Espina, Religioso Fran
cisco , que escribió un libro acerca de esto , de cuyo título no
me .acuerdo , y maquinar sordamente contra el altar y el tro-
i8
no. Sucedió, pues, que un caballero sevillano pudo ser tes
tigo ocular de esto , habiéndose quedado en la noche del jue
ves santo oculto en una casa rica de Sevilla , donde vio con
currir, y oyó conferenciar y maquinar á un crecido número de
los mas poderosos vecinos de la Ciudad. Horrorizado el pobre
hombre con tanto crimen, como acababa de presenciar, apa
ñas pudo proporcionar la salida, quando fue á buscar al Prior
del Convento de San Pablo , que lo era por aquel estonces el
Mtro. Fr. Alonso deOjeda, hombre del primer mérito en el
suyo, y en los otros siglos. Enterado este en el hecho, hizo al
penitente que extendiese de él una delación, que el mismo Prior
fue á presentar á los Reyes católicos residentes entonces en Cór
doba, donde disponían la guerra contra los moros de Granada.
Los Reyes inmediatamente libraron su despacho, para que
el Cardenal de España, Arzobispo que era de Sevilla, y el mis
mo Prior procediesen á la averiguación y castigo de los cul
pados. Mas fueron tantos, y tan poderosos los que resultaron,
y tantos, y tan difíciles de vencer los estorvos que opusieron á
cada uno de los pasos que los jueces daban , qu¿ el -Cardenal
Arzobispo se desistió de la comisión , por serle imposible com
binarla con sus restantes cuidados , y fue necesario que les Re
yes apurasen sus esfuerzos, los de la Silla Apostólica, y los de
quaatos hombres eran conocidos en el Reyno por su probidad
y sabiduría , para poder sujetar un mal que cada vea iba apa
reciendo mas transcendental y rebelde. Entonces fue quando
en la Inquisición , que hasta allí había sido un tribunal pura-
mante eclesiástico, se unieron las autoridades eclesiástica y
real : entonces , quando en atención al miedo que los culpados
infundían á los testigos , se trató de asegurar la averiguación
de los hechos , asegurando- las personas de los que deponían,
por la supresión de sus nombres : entonces , en fin , quando á
conseqiiencia de juntas de los hombres mas piadosos, y experi
mentados de la nación, déla aprobación de los Reyes, y de
las Bulas de Sixto IV. é Inocencio Vílí. , que examinaron
profundamente este negocio , se le dio al tribunal de la In
quisición la forma gue hoy tiene , y por la qual en medio de
Jas agitaciones con que el cisma ha perturbadp al resto de la
*9
Europa 4 se ha mantenido la España en quietud y tranquili
dad en quanto á lo político, y en la Religión misma que apren
dió de los Apóstoles en quanto á lo cristiano. Si V. quiere
leer mas extensamente estos hechos , búsqnelos en la historia,
de los Reyes católicos manuscrita por el cura de los Palacios,
en el Licenciado Luis de Pa'ramo de origine sanetee Inquisi-
iionit que la copia, y en varios otros de los historiadores de
«quel tiempo. Y si desea saber la opinión que la nación ha
formado acerca del santo Tribunal establecido en esta forma,
lea i todos los que han hecho mención de él desde entonces ,
comenzando por Pr. Luis de Granada en su célebre sermón so
bre los escándalos públicos , que se halla al fin de sus obras,
y V. Padre escribió al fin de sus dias, hasta concluir con el
testamento de España , obra satírica que se atribuye á Maca-
náz , autor por cierto nada sospephoso para los filósofos , en
el qual la Inquisición es una de las poquísimas cosas que se
estiman y aprueban.
Mas llegaron nuestros dias , y el Tribunal que habia
sido el ídolo de toda la nación , comenzó á ser el objeto del
ódio de muchos , que obtenían en ella los primeros em
pleos. La introducción de las obras francesas especialmente
filósoficas , que estos caballeros procuraron; la correspondencia
de algunos de ellos con Voltayre , d' Alembert, y otros tales;
y los libritos del partido de Jansenio gravemente irritados con
tra la Inquisición , que en Roma habia condenado sus errores,
nos traxo la fatalidad, no solo de que se haya tratado de abo
lir este santo Tribunal , y de sorprehender para ello la bue
na fé de nuestros Monarcas, mas también de que no haya
quedado abogadillo de la nueva extracción , clérigo petime
tre , ni corbata erudito á la violeta, que no haya puesto quan
to ha podido de su parte para rebajar el buen concepto, que la
nación entera tiene de este antemural de su fé , y seguro ga
rante de su paz. Y como quiera que en ninguna cosa tienen
tanto interés los enemigos de la una y de la otra , como en
impugnar y abolir, si pueden , este Tribunal que tanto les in
comoda i y en que encuentran tan mala jasada , no ha que
dado calumnia, sofisma, ni quisquilla , que ellos no hayan in
ventado, promovido y esforzado ; y que nuestros novadoras
no repitan. Tomémonos el improbo trabajo de examinar si^
quiera las principales. Mucho tendré para ello que escribir,
y mucho se cansará V. en leer;. mas toiio se podrá dar por
bien empleado con tal que pongamos en cftjro la verdad.;
Fundan , pues , nuestros libertinos gran parte de sus ob
jeciones en la libertad, con que tanto ruido han metido y es
tán metienJo: en lo qual siguen los pasos de quantos bribo
nes han tratado desde que el mundo es mundo, de abusar de
la credulidad de la incauta muchedumbre, para hacerla servir
á las miras de su ambición, al engrandecimiento de su orgullo,
y al suceso de sus pasiones. Lea V. la historia de todas
las sediciones ; la libertad ha sido el pretexto de que sus
autores se han valido: lea los principios y progresos de todas las
heregías ; la libertad ha sido el señuelo que ha enredado en
sus redes á todos sus sectarios : observe el origen y progre
so de los grandes crímenes que han escandalizado al mundo;
••la libertad ha sido* la que ha reunido á los criminales y al
borotadores. Tenemos reciente el exemplo de la Francia. ¿Quién
la alborotó? La libertad. ¿ Y fué por ventura la libertad lo que
se intentaba, y se lograba por tanto atentado y alboroto ? Sa
bemos que no : que nadie estaba mas ageno de procurar
la libertad de la nación, que los que mas la cacareaban : que
el grande objeto de sus indignos promotores fué robar á todo el
género humano , y abrirse camino para cometer impunemente
toda clase de atrocidades ; y que todo el fruto que ha saca
do el seducido pueblo , de quien aquellos picarones se valie
ron como de instrumento , ha sido derramar á arroyos su san-;
gre, para doblar y agravar sus ca ieias. No tiene ciertamente
el hombre-prenda mas preciosa que la libertad ; pero al mis
mo tiempo nada hay tan funesto para él, orno el errado con
cepto que forma, ó que se le hace formar del paradero , y uso'
de esta prenda. Pues vea V. ahora á nuestros nuevos filósofos-
empeííaJos en meternos en la cabeza este errado concepto ; y
véalo nada menos que en las razones con que se solicitó la
libertad de la Imprenta, cuyo resumen nos presenta un tal San-
turio autor de la carta al Conciso, su fecha en Cádiz 2 de No-
.21
viembre de iSio , en la representación que á nombre de to
do el partido , firmaron para presentar á las Corte* doscientos
4 trescientos rodavalles. Descargándola , pues , del fárrago de
lUJtáforas y. de expresiones insignificantes que la envuelven, y
^educiéndola á los término» de una sencilla. argumentación , es
ta «s la que aquellos señores emplean.
r> No hay en efecto en todas las relaciones sociales , y en
w la correspondencia entre el obj?to de la sociedad humana, y
n entre los medios que la naturaleza ha ido facilitando ....
» para realizar aquel, la mas pequeña indicación de que el
v> pensamiento debiese sufrir la mas pequeña restricción." Si
gue luego inculcando que la verdad esei último término de las
investigaciones humanas : que no está reñida ni con la Reli
gión , ni con la moral, ni con la política ; y luego , como si
la verdad fuese lo mismo que el pensamiento , ó como si todo
pensamieato fuese verdad , concluye preguntando w g cómo es
» que después de descubierta la imprenta (y lo mismo debió
m decir antes de descubrirse) ha podido haber un derecho en ¡a
m autoridad soberana de los pueblos para poner coto á esta mis-
y> ma comunicación de luces ? " De manera que para estos se
ñores son sinónimas las palabras pensamiento , verdad y luces,
y el argumento se puede reducir á este entimema. No hay po
testad humana que esté autorizada para poner coto á ¡a comuni
cación de la verdad, y de las luces: luego ni tampoco á la propa
gación y comunicación de los pensamientos. Añadamos ahora no
sotros: es así", que la Inquisición pone cotos á la propagación y co
municación de ciertos y ciertos pensamientos', luego la Inquisición
«s un tribunal destructivo de la naturaleza, eversivo de las rela
ciones sociales, ilusorio de sus fines, violador de sus medios, y todo
lo que V. quisiere añadir. Insurrexerunt in me testes iniqui, et
mentita est iniquitas sibi.
Y con efecto , si el pensamiento es lo mismo que la ver
dad y las luces, están de sobra todas las legislaciones; y ya
no hay para<jue las Córtes se caliéntenla mollera en dar leyes'
sobre leyes. Con las dos siguientes tienen concluido él negoefoi'
Diga, escriba, y obre cada qual según se le ponga en la cabe
za. Segunda: Castigúese como reo de, lesa naturaleza el qite, nq
dixere 6 no hiciere lo que te le ponga en la cabeza* La prueba
es muy sencilla ; lo que se pone en la cabeza es el pensamien
to ; el pensamiento es la verdad : la verdad es la regla de las
palabras y de las obras todas ; luego el que dice , escribe 7
obra según se le pone en la cabeza , habla , escribe y obra
según la verdad , contra la qual no hay potestad humana que
pueda declararse ; y el que dice , escribe y obra contra lo que
se le pone en la cabe/a , va contra la verdad , y trastorna el
orden de la naturaleza , y es digno del castigo , que todo tri
bunal debe inferir á los enemigos de la naturaleza, j Válgame
Dios ! ¡ Y que este argumentito no solo se haya expuesto á la
vista de la nación en un escrito público, sino también se ex
tendiese para presentarlo á los representantes de la nación I
Vaya otra reflexión , que no pude jamas apear mientras
las novedades de la Francia , y que ha reverdecido en mí des
de que he leído los papeles de nuestros filósofos. La conven
ción francesa luego que triunfó de la nobleza y el clero, que
dó reducida á Calvinistas, Jansenistas y filósofos. Los Calvi
nistas tienen por uno de sus principales dogmas la negación
del libre alveario. Dios, dicen ellos , lo obra todo en nosotros;
y tan de Dios es la traición que cometió Judas, como las lá
grimas que derramó San Pedro. Los Jansenistas sus discípulos,
por expresiones mas suaves enseñan el mismo desatino. El li
bre alvedrio es una balanza , según ellos , que por sí misma
á ninguna parte se inclina, y necesita de que algún peso la lla
me á alguna de las dos partes. Este peso es la delectación: si
la delectación de la gracia es en mas volumen que la de la
concupiscencia , la balanza necesariamente ha de caer al lado
de la gracia, aunque mas lo resista el peso de la concupiscen
cia ; mas si la delectación de ésta es mayor en quantidad que
la de la gracia , tirará sin mas remedio la concupiscencia. Es
decir , que Dios lo obrará todo, dando ó dexando de dar la
gracia en la quantidad que baste para determinar la operación:
quedando el alvedrio meramente pasivo. Los filósofos , en fin,
parientes de ambos partidos , y descendientes deJ común abue
lo Calvino, quitándose de historias y de explicaciones , usur
pan la palabra destino , á qu/en se lo atribuyen todo por él
mismo órden con que lo hacían los antiguos poetas ce] genti
lismo . y lo hacen ahora los sectarios de Mahoma. En vista,
pues, de que ninguno ó casi ninguno de la convención nacional
reconocía ni podía reconocer la libertad en fuerza de sus mismos
principios, no podia yo menos que tenerlos por lo que efectiva
mente eran, impostores y embusteros, quando tanto cacareaban
la liberté^ la liberté , con que seducían al pueblo , y que nada
tigaificaba en sus pestilentes principios. Otro tanto, ó casi otro
tanto me sucede con los Señores autores de la representación que
he citado ; porque otro tanto me parece que se descubre entre
el embrollo de sus palabrones. Por una parte claman y recla
man libertad , y por otra dicen que el voto de ella m está in-
» dicado en las relaciones del hombre social , y es
crito con caractéres eternos en el gran libro de sus destinos."
Lo mas favorable , pues, que presumo de ellos es que ni en
tienden los mismos términos de que usan , ni los reflexionan,
ni son capaces de ello , ni saben donde atan, ni desatan.
Tratemos, pues , de aclarar las cosas nosotros Ká quienes
las ideas rancias han enseñado á atar y desatar. Crió Dios, ó
(si así se quiere) la naturaleza al hombre libre , pue^s reliquit
eum in manu consilii sui. Lo crió libre, repito, y en cosa nin
guna quiso Dios , ni quiere su Iglesia que lo sea tanto , co
mo en materia de Religión. Arbitrio suyo es tenerla ó no te
nerla, y tener esta mas bien que la otra ; y tan arbitrio suyo
es , que la Iglesia intérprete infalible de la voluntad de
Dios ha prohibido severísimamente que se fuerze á alguno á
ser cristiano, ha desaprobado constantemente los atentados
que en esta parte se han cometido, y tiene por inútiles los es
fuerzos que con este objeto se hagan ; porque como dice San
Agustín : calera potest homo nolens ; credere autem non potest
nisí volens ; y un hombre que creyese contra su voluntad (co
mo infaliblemente sucede á muchos de nuestros libertinos) no
tiene la fé que constituye al cristiano, sino la de los demonios,
que etiam credunt , et eontremiseunt.- ..• ',- .
Mas esta libertad- que distingue al hombre,,no es abso
luta , ni ilimitada. La misma naturaleza que se la ha dado, la
«acierra y circunscribe i determinados limites, Yo soy libre para
24
contraer ó* no contraer con qualquiera otro hombre; mas supues
to que una vez me contraxe, ya el sí que di, me hace esclavo de mi
palabra, y ya la ley me considera como reo de mi estipulación
ó promesa. Yo soy libre ; mas la- naturaleza qiu m j hiio tal,
me hizo igualmente sociable. Djsde la hará, pues , que em
piezo á pertenecer á alguna sociedad , ya mi libertad está su
jeta a sufrir varios sacrificios, y ya la sociedad pued¿ obligar
me á que contra toda mi voluntad tome un fusil , ó vaya á
-servirla en qualquier otro destino. Yo soy libre , en fin , por
que soy hombre ; mas desde la hora en que cometo algún cri
men que desmiente mi dignidad de hombre, ya quedo escla
vo de la ley que castiga el tal delito , del tribunal que ha de
juzgarlo , del alguacil y carcelero que han de resp mder de
mi persona, y del verdugo que me ha de tratar como á una
bestia. Esto quisieron decir, y dixeron los legisladores, quan-
do en sus códigos penales pusieron por título de obligatto-
nibus quee ex delieto nascuntur ; y esto dixo divinamente S. Pa
blo quanJo dixo : qui facit pe:;atum , servas est peeeat't.
Hagamos ahora la aplicación de esta doctrina. Yo soy li
bre para.teher , y dexar de tenerla religión cristiana; y Dios
no quiere que ert este puntóse me haga la mas pequeña fuer
za. 'Mas 'bautizado una vez en el nombre de la augusta
Trinidad , ya mi libertad se acabó en este punto : ya me
«ontraxe : ya , según la expresión de Tertuliano , me .obligué
por mi misma profesión: propria profesione tenSris c ya no -.soy
mió , como dice S. Pablo : non estis vestri : ya soy , y deba
llarnarmé, como el mismo Apóstol , un esclavo de Jesucristo:
Paulús servas Jesu Christi ; y ya qualquiera que en el mnndo
haga las veces de. este Dios. , puede y debe obligarme á, que
vuelva á la casa y servició de mi amo , «i cometo la vile
za de desertarme de ella.
Yo que antecedentemente era libre para pírtenecer á esta
6 i aquella Religión , por mi propia elección pertenszco ú
la sociedad religiosa, que se conoce con el- nombre de Igle-*
sia. Quedó1, pues , ya sujeto á las leyes de está sociedad , co
mo todo hombre lo está á las de aquella á donde pertenece. Fui,
pues r bautizado fen el nombre del Padre, y del Hijo, y del Ei
25
pirita Santo: estoy á conseqüencia obligado i guardar todos los
preceptos de aquel i cuya autoridad me sometí, abrazando vo
luntariamente su bautismo : docentes eos servare omnia , quce-
cumque mandavi vobis.
Yo era libre antes de bautizarme , y después de mi bau
tismo lo soy mucho mas , por quanto por él he sido llamado
á la libertad de los hijos de Dios ; mas profané este sagrado
carácter haciendo obras dignas del diablo; pues ya están aca
bados todos mis privilegios : ya soy indigno aun de mencio
narlos ; y ya la Iglesia mi madre y mi juez , á quien no qui
se oir, está autorizada para tratarme sicut ethnicus et publi-
eanus , y la potestad temporal encargada en proteger á la
Iglesia , para perseguirme como á parricida, y como á reo de
alta traición contra aquel , á quien una y otra reconocen co
mo Rex Regum , et Dominas dominantium. Aléguennos , pues,
ahora los señores filósofos la libertad , aléguennos la naturale
za y los derechos del hombre. La misma naturaleza, y los mis
mos derechos convencen que la perfidia contra Dios, y contra
su Iglesia es el mas indigno de quantos abusos pueden hacer
se de la libertad , y el mas digno de todos los suplicios.
No son tan ignorantes los impíos, que se les haya oculta- .
do la fuerza irresistible de este raciocinio ; mas obcecados en
su malicia , y entregados al reprobo sentido , no han omitido
cavilación ni quisquilla, que no hayan empleado para debilitar
su eficacia , ni sofisma y recurso pueril con que no preten
dan obscurecer su brillante luz. Pero con todo esto g qué con
siguen ? Verificar aquello del salmo : scrutati súnt iniquitates:
defeeerunt scrutantes scrutinio. La primera excepción que nos
oponen es que nosotros no nos hacemos , sino que nos halla
mos ya hechos cristianos , quando comenzamos á hacer uso
de nuestra razón y libertad ; y de aquí quieren concluir que
somos todavía libres para retractar nuestra profesión : y no
solo esto , mas también erigiéndose en maestros de la pública
educación condenan altamente esta práctica , y miran comp
una obra digna del mármol y del bronce el Emilio de su gran
padre y patriarca Juan Jacobo Rousseau , cuyo obfeto es per
suadirnos que criemos i los niños sin darles ideas de religión
D
alguna , hasta que ellos capaces ya de deliberar por sí mismos,
escojan la que juzguen mejor.
Antes de responder á esta objeción en derechura , me ha
de permitir V. que le presente la buena fe con que estos se-
flores filósofos la hacen. He leído , no por elección , sino por
comisión , la vida privada de Luis XV. de Francia , escri
ta por fieles discípulos é íntimos amigos del tal Rousseau ,
quiero d^cir , por filósofos , como elios mismos protestan en
casi toJos los renglones. Pues en la tal historia , siempre que
se habla de religión (menos quando es de la católica) todo el
mérito, y toda la recomendación recae sobre la religión que lo*
"hombres aprendieron de sus padres. Se hace mención de un ju
dio que convidado por el gobierno para que se hiciese cristia
no, no quiso dexar la religión de sus padres ; y esto se dice
ren elogio suyo. Se cita el hecho de no sé qué protestante que
abrazó la religión católica , y se le vitupera de que por res
petos humanos dexó Ja religión de sus padres. Antonio Geno-
vesi , sacerdote católico que debia ser , y filósofo que efec
tivamente fue, en no sé qual de sus obras que cita Roselli,
estampó el siguiente canon : civis , patriam religionem serva
to ; sin que fuese posible hacerle que mudase la palabra pa
triam en catholicam. Montesquieu avanza algo mas , puea
quiere que el clima sea el que influya en la religión , y ía de-
¡termine , como he leído ea varios de los que lo impugnan. De
manera, que según nuestros filósofos es un mérito, una obli
gación , y una cierta necesidad , que cada uno abrase la re
ligión de sus padres , de su patria y de su clima. Mas esto se
entiende quando hablan del judaismo, del islaismo , de las re
formas , &c. &c. Pero en tratando de la religión católica ya
no vale niel padre , ni la patria, ni el pais , para que el
hombre pueda ser obligado á seguir la religión que sns padres
'le enseñaron , que es la de su patria, y á que según el orá
culo de Montesquieu lo inclina poderosamente su clima; sino
que se íe debe dexar en libertad para que se crie como baca sin
cencerro, y en la edad en que con el uso de la razón empie
zan á desplegarse las pasiones, eche mano de aquella religión
que mas favorezca sus antojos. ¡ Admirable filosofía 1 ., .
.
No son ciertamente hijas de ella nuestras ideas rancias,
un embargo de ser las únicas que inspira la naturaleza. Se
gún esta el hijo es una de las propiedades del padre , ó por
decir mas bien , la primera y mas sagrada de sus propiedades.
En fu¿rza de esta persuacion , antes que hubiese ley escri
ta alguna en el mundo, y creo que hoy dia en muchos pueblos
que la tienen escrita, la potestad del padre se extendía y ex
tiende hasta la misma vida y libertad del hijo , pues el pa
triarca Judas la tuvo para condenar á muerte á su nuera Ta
ñar ; los Romanos podían , y en el día de hoy pueden los Chi
nos matar á sus hijos, y aun creo que todavia hay pueblos y
casos en que las leyes permiten venderlos. Mas de esto tengo
las ideas muy confusas , y no sé si diré algún disparate. En
lo que no cabe duda , es en que los hijos de tal manera están
entregados por la naturaleza á la dirección de los padr;s , y
bs padres encargados por ella en la dirección y fomento de
sos hijos , que ninguna potestad humana está autorizada pa
ra incluirse en ello , á no ser que la obligue un enormísimo
y manifiesto abuso. Así, comenzando por loque pertenece
al cuerpo , puede el padre sugetar á su hijo pequeño á todo
lo que sea necesario para que recobre su salud , si la ha per
dido, quiera el hijo ó no quiera : y por lo que pertenece al es
píritu puede obligarlo , aunque lo repugne (como casi siem
pre sucede) á que freqiiente las escuelas , y se preste á quan-
to contribuya á cultivar sus talentos, arreglar su conducta ,
proporcionar sus adelantamientos y fortuna , en fin , á quanto
el padre contemple qne puede ser ventajoso al muchacho, y
alejarlo de todo mal y peligro.
Pues ahora , supongamos á un padre católico : ¿ qué pien
sa éste , y que debe pensar con respecto á la religión de su hi
jo? No es menester estudiar mucho para saberlo. Piensa y de
be pensar que el que no renaciere ex aqua , et Spirifu Sanc-
»o, non potest introire in regnum Dei ,, esto es , no se hace
capaz de la grande y única felicidad para que el hombre fue
criado. Piensa y debe pensar que el que non crediderit , con-
famnabitur , esto es , se constituye reo de un suplicio eterno,
mayor que quanto cabe en el entendimiento é imaginación de
38
-los hombres. Piensa y debe pensar que estas verdades son mas
ciertas que todas las demostraciones matemáticas , y que dudar
de ellas un solo momento , sería tanto en el como en su hijo , el
mayor de los atentados contra el Dios que las reveló. Piensa,
en fin , y debe pensar que si omite ó descuida esta obligación,
la mas sagrada que según su religión tiene un padre, no cum
ple con el significado, y se hace indigno de este nombre; pier
de para siempre , ó expone á su hijo á que se pierda , y falta á
la primera de quantas leyes impone la naturaleza á los pa
dres. Díganme , pues, ahora los señores filósofos , si en su
posición de este modo de pensar en que por profesión esta'n,
no solo los padres , mas también todas las Repúblicas catóíi-
CJS, podrá tener cabida el pensamiento de Rousseau , y no se
rá un padre indigno y un gobierno el mas tirano y desbara
tado el que lo admita. Está bien que donde la religión se es
tima como un entretenimiento de muchachos , se dexe á loa
muchachos , paraque por sí mismos escojan el entretenimiento^
pero donde ella es lo que debe ser, quiero decir, el primero,
el principal , el único y el sumo bien de los hombres , g en
qué filosofía cabe que el padre no esté obligado i procurarlo
desde luego á~ su hijo , y el gobierno á velar sobre esta obli
gación de los padres ?
Es el caso , replican , que todas esas ideas que los católi
cos suponen , no son tan ciertas como ellos pretenden : que
el hombre puede salvarse fuera de la Religión católica : que
basta con la natural para que desempefíí quinto debe i su na
turaleza; y que en reconóciérido á'ün Dios criador de todo lo
que vemos , y en siendo justo y banéfiuo -con sus Semejantes ,
ya tiene llenas todas las obligaciones' di hombre , aunque en
lo demás se determine por aquella secta que mejor le agrada
re. Así Rousseau después de Socino, y así Tos filósofos de
moda después de Rouseau, 1 1 ;
Démoselo todo por aliará, y resultará de aquí la iniqui
dad de su pretensión , y la ' contradicción en que ella los en
vuelve. Si en creyendo un Dios, y obrando el bien , tenemos
ya todo lo que debemos en materia de Religión, ¿ por qué no
«erá lícito al padre , y al gobierno velar en que el hijo y él
lúbdito desde el primer momento crea en Dios , y aprenda á
obrar el bien ? ¿ Y si en qualquiera de las sectas, en que estas
dos cosas se enseñan, se verifica la religión del hombre, ¿ qué
inconveniente hay en que en cada pais sea educado el niño des
de luego conforme á los rudimentos de la secta? ¿Ni qué ne
cesidad de d^rle tiempo para qoe escoja, quando en la elec
ción nada se int. re-a de importancia , y en dilatarla nos ex
ponemos á que el niño muera antes de hacerlo , y por consi
guiente sin religión?
Este argumento adquiere una fuerza irresistible , si con-
?ideiamos lo mucho que nuestros filósofos cacarean sobre el
patriotismo. La patria en boca de ellos parece ser la primera
de las divinidades. Por la patria debe exponerse el hombre, aun
desde antes que acabe de entender lo que es patria : por la pa
tria debe morir : á la patria debe obedecer , ocúpelo en lo que
lo ocupare : Con la patria debe sentir , aun quando lo que se
liama patria sienta mil disparates ; la cosa en fin , se ha lle
vado por la nueva filosofía, y por sus grandes héroes los filóso
fos legisladores de la Francia, hasta el extremo de declarar cri
men capital el de un pobre hombre, que no pudiéndose aco
modar con las innovaciones que en su patria se hacen sobre re
ligión , sobre gobierno y sobré todo lo demás , se condena
i si misma á expatriarse, j Válgalos Dios por hombres sin
eons3qüencia ni atadero I Si tanto vale todo lo que ellos dicen
y quieren , á título de que lo quiere y dice Ja patria, aun quan
do esta lo ni;gUe y repugne ; ¿ por qué no ha de valer otro
tanto al ménos , lo que ella verdaderamente siente , verdade
ramente confiesa, y verdaderamente desea que sientan y con
fiasen sus hijos ! Y si separarse en todo lo demás de la patria
es para ellos un crimen que no admite disculpa ¿por qué no
habrá de serlo separarse de su Religión ?
Nos responden que la católica obliga al hombre á creer
cosas que él no alcanza , y que sus mercedes los señores filó
sofos hallan incompatibles con la razón ; que en la Religión
cristiana hay muchas comuniones y partidos , sin que pueda
íveriguarse qual de ellos es el que tiene á su favor la razón:
que i conseqüencia de esto qualquier hombre prudente debe
.
considerarlo bien . antes qne tome algún partido ; y que es
una tiranía obligarlo á que lo tome , antes que tenga tiempo
de considerarlo. Estas , poco mas ó menos son las razones , no
solo de los que se llaman Deístas y Naturalistas , mas también
de todos los que baxo de estos y otros supuestos nombres pro
fesan ó quieren profesar el ateísmo. Sigámosles los pasos co
menzando por las redarguciones que convencen su malísima fe.
Con que según ellos, la gran falta de la Religión católi
ca e» que obliga al hombre á creer cosas que no entienda. ¡Di
chosos los filósofos que no admiten , sino lo que se entiende
á las mil maravillas I Entendámonos solamente con el Gine-
íiriuo , porque ese es de quien por ahora tratamos, y ese el
grande oráculo de estos caballeros. Sírvase V., pu/s monsieur,
de explicarme ¿ de donde ó como hemos venido los hombres al
mundo? — Presto está entendido , me responde. Allá en lo»
tiempos de entonces, antes de la fecha del pacto social, de
que yo fui notario , los hombres eran unos salvages ó selvá
ticos que andaban por esos mundos de Dios, dispersos cada
qual por su lado, como los osos por las montañas, los borri
cos por los prados, ó como ahora las monas por sierrabullo-
nes. — ¡ Grandemente I Ya sé donde he de ir á buscar la casa
solariega de V. y sus discipulos. ¡ Pluguiese á Dios que jamas
¡a hubieran dexado ! Pero respóndame V. ¿ cómo se reunieron
y entendieron estos montaraces ssmibrutos? — Al instante le
satisfago. Erraban por todas partes desnudos , sin artes , sin
ciencia, sin auxilios y hasta sin palabras, teniendo en vez de
estas , ciertas articulaciones semejantes á los maullidos de los
gatos y á los bramidos de los becerros. Las necesidades que su
frían , los obligaban á procurar unos el auxilio de los otros , é
ir poquito á poco determinando que el ahullido articulado de
esta mcnera ó de la otra , signifícase tal ó qual necesidad que
querían dar á entender ; no de otra suerte que el gato mau
llando siempre , en el diferente modo de hacerlo acaricia unas
veces á la gata , y amenaza otras al gato su rival. — Por mas
que V. se deshace en explicarme este célebre pacto , que pa
rece convirtió por una admirable metamorfosis los brutos en
hombres , para mi y para quantos tengan un adarme de sesos..
es na misterio. Mas dígame V. ¿ esos tales salvages de don
de vinieron? ¿Se hicieron ellos á sí mismos, ó los hizo alguien?
rdLos hizo la naturaleza como á nosotros. — Aun no lo en
tiendo. Esa naturaleza ¿ qué casta de pa'xaro es? ¿Fué ella he
cha por alguien , ó se fabricó á sí misma? Y si alguien la fa
bricó ¿ qué fabricante fue ese ó tan mal intencionado ó tan
inepto , que no quiso ó no supo darle las ventajas que ella mis
ma pudo adquirirse después de haber andado (V. sabrá' quan-
tos siglos) de monte en monte como las cabras , y de cenagal
*n cenagal como los cochinos ? — V. es un ignorante, un preo
cupado , un hombre aferrado y embutido en las ideas rancias,
y por consiguiente indigno de ser iniciado en los misterios de
la filósofu. — Lo confieso , señor filósofo , con tal que V. me
haya declarado que su filosofía tiene misterios. Ya van dos. Pa
semos a' otra cosa. El hombre tal como ahora se úsa, y parece
que se ha usado siempre ¿ es bueno ó malo , 6 mixto de uno
y otro por niturjleza ? — Bueno ; que eso lo tengo yo bien
averiguado, zz Muy bien ; con que bueno , como por exemplo,
Tiberio , Calígula , Nerón , Heliogábalo ; y en nuestros dia«
Napoleón , Tayllerand y otros tales prodigios. ~ Has de saber
que si el hombre tiene algo de malo , no le viene de la natu
raleza , sino de la educación. r= Me alegro de la noticia: mas
dígame V. ¿ de dónde le vino la malicia al primero que edu
có mal? No de la naturaleza, porque ella es buena á posta : no
de la educación , porque suponemos que él no la tuvo mala ; y
ti acaso la tuvo | de dónde le vino al que se Ja dió , siendo
B3i que á todos los projuxo buenos la tal naturaleza ? Sin du
da que tenemos aquí otro misterio , y con este van tres. Pre
gunto otra vez ¿ y qué juicio forma V. del fin del hombre ?
V. parece que no ha respondido acerca de esto , ó al menos
yo no me acuerdo si acaso ha respondido ; pero sé lo que i
su nombre me enseña su discípulo el de la triple alianza , que
por cierto no es el primero que en este mundo lo responde , á
saber , ex nihilo nati sumus , ef post hcec erimus tamquam non
fuerimu3 ; quoiiam fumus flatus est in naribus nostris , et ter
mo setntilla ad commovendum cor nostrum , qua éxtincta, ci-
nis erit corpas nostrum, et spiritus dijfundetur quasi mollis aé>,

y otras truchísimas cosas que se siguen en el cap. 2. del li
bro de la Sabiduría, digno de que V. y sus discípulos lo lean,
lo reflexionen y lo citen , para que vea el mundo que su filo
sofía no es de ayer de mañana. Pero , monsieur, yo no puedo
componer esta persuacion de la filosofía que V. profesa con la
mala vida que se está dando, escribiendo libro sobre libro, trata
do sobre tratado y carta sobre carta. ¿ A qué es ese matarse? ~
Para adquirir gloria é inmortalidad. — j Ah Señor ! que ó V.
está loco , ó ese es otro misterio mayor que los antecedentes.
; Adonde ha ido V. por esa gloria , que después de muerto no
puede servirle de sufragio? ¿Adonde por esa inmortalidad que
ea su ñlosofía es una quimera' Sin duda que esas dos ideas
«e las hubo de pegar algún mal educador ; porque su ñlosofía
enseña todo lo contrario. Oiga V. á los antiguos maestros de
ella en el lugar citado : et ñamen nostrum oblivionem accipiet
per tempus, et nema memoriam habebit operum nostrorum. Omi
to otro millón de cosas, que por este tenor pudiera citar á V. j
le suplico que me diga de buena fe", siquiera pnresta vez ¿ dón
de hay mas misterios y cosas ininteligibles, en la santa obscuri
dad de la religión católica que V. desdeña , ó en las cacarea*
das luces de su decantada ñlosofía ?
Saltemos del maestro á los discípulos que se han propues
to regenerarnos, y examinemos si lo que nos dicen es algo mas
inteligible que lo que nos ha enseñado el maestro. Ante todas
cosas hago la mas solemne protesta de que reconozco la legi
timidad de nuestras actuales Cortes , á la* que presto de bue
na voluntad la mas completa y rendida obediencia. Mis refle
xiones siguientes se dirigen únicamente á atacar el modo de dis
currir de los filósofos. Nos dicen que las Cortes han sido con
vocadas y reunidas por voluntad de la nación ; pero al mis
mo tiempo nos as?guran que se llaman y son extraordinarias ; y
á mi me ocurre una dificultad nacida de un principio de los mas
ranciosos que dice : nihil volitum quin praecognitum. Si la na
ción no había oido siquiera el nombre de Cortes extraordina
ria* v¿ cómo pudo querer que lo fuesen las presentes ? En to
da tierra 'de Cortes , las Cortes se han compuesto siempre de
los tres estados ó estamentos , ó como se llamaren , sin que
33
laya habido mas exemplo de Córtes sin nobleza y sin clero
que el que dio la convención francesa después da reunida. La
nación , pues , quando quiso Córtes , quiso lo que todos enten
díamos por esce término. Si los filósofos no se explicasen en sus
papeles como se explican, y se limitaran al justo concepto que
dos dan las Córtes en sus acertados decretos , no sería para mí
ni para los que piensan con conseqüencia aquel su discurso un
nuevo misterio. Nos dicen , y es una verdad sin que estos se
ñores nos lo digan , que el grande objeto de las Córtes es sa
cudir el yugo de ese filósofo ladrón , que viene á regenerar
nos^ nos añaden que para conseguir esto el medio infalible, el
único, el necesario es la libertad de la imprenta , y una nue
va Constitución que sea un trasunto de la francesa ; y á mi me
ocurre la dificultad de como comenzara' el remedio de nuestros
males por donde Francia consumó los suyos : como el medio
de sacudir á Napoleón sea el mismísimo que él proyectó para
cautivarnos; y como los papeluchos y discursos que se llaman
liberales , atajen tas bayonetas , y hagan callar los cañones
de nuastros enemigos. Otro misterio. Se nos asegura , y es
otra verdad , que sola .la unión ha de salvarnos : mas al mis-
rao tiempo no queda caldo que estos señores no remuevan' pa
ra la división. Sus papeles se meten con la Religión que nos
une , para quitarle , como ellos dicen , ciertos colgajos , y
alborotar por consiguiente á los que se los han puesto : se
meten coa el Clero, que por Jo común es el que reúne unos
con otros los ánimos y sentimientos de Jos ciudadanos : se me
ten con los fueros para incomodar, descontentar y calumniar
á los que los gozan , pintánJolos como opresores , enemigos y
tiranos de los pueblos : se meten con las propiedades , que á
pasar de todas sus protestas quieren calificar de usurpaciones
violentas y rapiñas injuriosas : para no cansarme, se maten
hasta con Jas personas , que sacan nominatim i la pública
vergüenza , como si estuviesen constituidos jueces de vivos
y de muertos , sin que nos atrevamos á meternos con ellos,
*n la seguridad en que estamos de que á nuestras razones han
de responder con personalidades , sarcasmos y calumnias. He
aquí otro misterio, el de como pueda conseguirse la unión , que
B
34
sola ha de salvarnos , y que ellos tanto nos predican , con
este sistema y manejo. Ellos no nos lo dicen ; pero toda la na
ción grita del modo menos equívoco , que entre las cosas por
qué ha tomado las armas y sufrido tantos trabajos , la prime
ra es la Religión. En este concepto, un diputado eclesiástico
perora en las Cortes , á fin de que tratemos de emplear contra
el enemigo el poderoso medio de aplacar á Dios ; y cate V.
aquí que nuestros filósofos salen diciendo, que hizo un discur
so piadoso con letra bastardilla , y luego le aplican aquel ma
ligno sarcasmo , sobre que tantos debates se suscitaron en las
Cortes , y por cuya delación estuvo muy á pique de ser envia
do á Filipinas el buen hombre , que creyó hacia algo por la
Religión en delatarlo. Movido de la misma persuacion insta
otro diputado porque se hagan rogativas por el gobierno para
aplacar al cielo. Que se hagan , si se quieren , responde la filo
sofía ; pero eso de que las Cortes ó la Regencia asista.... hay
mucho que hacer. Y á mi que me parece que lo primero que hay
que hacer es implorar la misericordia de Dios , y dar ese buen
exemplo al pueblo , se me representan estas cosas como unos
misterios filosóficos , que mi rudeza no alcanza. Para no mo
lerlas : el afán de la nación por las Cortes , su amor , su
esperanza y todo su deseo después de Dios , es que á su Fer
nando VII se le reintegre en su trono y en sus derechos: para
esto se han juntado las Cortes : y porque Carlos IV. no supo
usar de las facultades de Rey como debía, se quiere que Fer
nando VII. no pueda exercerlas , como las excretó su abuelo
Fernando III , según debe y parece que quiere. Y non todo eso
los señores filósofos pretenden que creamos , que en esto se
llenan los deseos y comisión del pueblo. Omito otras veinte y
cinco cosas tan misteriosas y difíciles de entender como estas,
que los señores filósofos escritores quieren colarnos , y que no
se" las colarán á las viejas de mi tierra . que se han tragado
sin dificultad los duendes y los encantados. Y si todo esto
que he dicho y muchísimo mas que pudiera decir , pasa y su
cede en la filosofía , que sagun estos señores no debe tener mis
terios, ¿ cómo se nos espantan de que los haya en la Re-'
, . 35
ligíon , en que según el dictamen de todo el género huma
no debe haberlos ? Mas acerquémonos ya á la solución en
derechura. '
Dios sabe mas que los hombres. Esta es una verdad que
no pueden negarme los señores filósofos. Ellos creen que sa
ben mas que nosotros, sin embargo que todos somos hombres,
iguales, &c. y demás zarandajas. Con que es menester que con
fiesen que Dios , de quien solamente por el mayor absurdo
é iniquidad pudiera imaginarse quod ero tul similis , sabe mu
cho mas que ellos y nosotros.
Segunda verdad. Entre las cosas que Dios sabe , debe ha
ber muchas que nosotros no podemos comprehender. La prue
ba es sensible : el entendimiento de Dios no tiene limites : el
nuestro es limitado , deberán pues , caber y entrar en aquel
muchísimas cosas que no quepan en la estrechéz de este ; ó si
estos señores no gustan de metafísicas, y quieren experiencias,
arguyamos así : el entendimiento de los hombres es en todos
ellos de una misma especie, y con todo eso hay cosas que unos
entienden , y otros no entenderán ni á mazazos. Por exemplo,
que no es el sol el que voltea al rededor de la tierra , sino es
ta la que circula en contorno del sol , es para nuestros filóso
fos una demostración , y para el común de las gentes un dis
parate y un sueño. Experimentamos también que el sol , con
cuyo auxilio vemos todas las cosas , es lo que menos pue
de verse en sí mismo , no por falta de claridad en él , sino
por sobra de tanta , que la debilidad de nuestros ojos no pue
de resistirlo. Es , pues , evidente que sabe mucho mas que lo
que puede saber el hombre, aquel que docet hominem scientiam.
Tercera verdad. Dios si quiere puede hablarnos y enseñar
nos algo de lo que sabe. Creo que tampoco hallarán dificul
tad en esto nuestros filósofos , que rabian por enseñarnos lo
que saben , y lo que no saben ; y suponiendo que lo hagan
por, filantropía (otras veces se llamaba caridad) tampoco halla
rán dificultad en convenir en que Dios es mas filántropo ó mas
caritativo con los hombres que ellos.
Quarta verdad. Seria para los hombres un bien de los ma
yores , que Dios se tomase el cuidado de hablarles y enseña»
3*
los. La prueba es perentoria , y muy conforme con la filosofía.
de estos señoras: Pregúnteles V. que es lo que se proponen ett
hacer sudar tanto sus plumas y las prensas. Al instanto le res
ponden que instruir al público , y hacer á la patria el bien de
comunicarle las luces de su filosofía. Repliqueles V. , pero ¿qué
necesidad tenemos de que Vds. nos comuniquen esas luces? ¿Ño
tenernos todos nuestra alma en nuestro cuerpo ? g No tiene ca
da qual un entendimiento , chispa ma; ó menos , como el de
Vds. ? Pues trabajen tojos como Vds. han trabajado ; y el que
no quisiere trabajar , que se quede en ayunas , como dixo el
otro bu -n viejo: quien quisi¿re saber como mi Ai/o, que gaste como
yo el dinero en enviarlo á Salamanca. Aquí verá V. á nuestros
buenos hombres poseídos de su filantropía, y echándola á bor-
bozadas por la boca , por los ojos , por los dedos , y por todo
su cuerpo. No s -ñor , le dirán , no es eso lo que la humanidad
nos inspira, ni tiene hechura loqueV. nos propone. Suponga que
ninguno quiera tomarse el trabajo de enseñar , j qué poquísi
mos serán los que puedan aplicarse á cultivar su entendimien
to , y á procurarse aun los mas necesarios conocimientos I Hay
hombres de un ingenio obtuso, y nada ó poco apto para las cien
cias: déxelos V. solos, y por mas que trabajen nada harán de pro
vecho. Hay otros bien dispuestos y aptos en quanto al ingenio;
mas de una complexión débil y enferma en quanto al cuerpo,
que les hace insuperables las tareas necesarias para instruirse:
no les ayude V., y los verá dar al través en medio de la car
rera. Hay muchísimos robustos é ingeniosos igualmente , y que
si se aplican á las ciencias son capaces de hacer en ellas ad
mirables progresos ; pero son pobres , ó no siéndolo se expon-
•drian á serlo , si por dedicarse al estudio abandonasen lo po-
quillo que tienen : saqueles V. pues una dispensa para que
«e mantengan del ayre como los camaleones, si quiere que es
tudien , ó déxelos buscar su vida , y trate de comunicarles lo
que sabe , si no es capaz de sacarles esta dispensa. Por otra
parte ars longa , vita brevis , como enseña Hipócrates. ¡ Qué
de cosas aun necesarias no hay que averiguar ! [ Y qué de
tiempo no se requiere para estas averiguaciones ! Si nosotros
I 37
en dos por tres hemos llegado al cabo de ellas , eso se/ debe
á cierto privilegio exclusivo que tenemos para constituirnos
oráculos desde el primer dia en que nos efeytamos ; pero por
lo que pertenece á la demás gente , V. crea que mientras mas
van sabiendo, mas conocen lo mucho que les queda que saber :
en términos, que un filósofo del tiempo de entónces que se
murió de viejo , dixo al morirse aquella célebre sentencia , de
que no sabia mas que una cosa , y era que se moria sin saber
nada. Suponga V. , pues , el disparate de que todos nos metié
semos á estudiar. La mayor parte de los que se metiesen , se
morirían sin saber siquiera donde estaban de pies. Pues
añada V. para complemento los infinitos tropezones que
se encuentran en el camino de las ciencias. ¡ Qué de dispa
rates 1 Pero j cómo ? Disparates autorizados nada ménos que
por los primeros filósofos del mundo. ¡Qué de opiniones I Y
no ai como quiera , sino opiniones sostenidas por un número
infinito de sectarios. Baste decirle á V. que Varron , autor de
ahora mas de veinte siglos , tuvo la curiosidad de contar las
que había acerca del objeto de la felicidad del hombre , y se
encontró con algunas mas de trescientas. Con que si V. no quie
re que el género humano se quede tan borrico como se estaba,
ántes que por el pacto social comenzase á hacer rancho apar
te de los borricos, es menester que nos dexe comunicarle las
luces que nosotros hemos adquirido por nuestro estudio y pri
vilegios, como lo estamos haciendo en el dia, y esperamos ha
cerlo mas lindamente , si se nos logra echar á la Inquisición
por el suelo. ¡ Pobres hombres 1 No saben que sin entenderlo,
toman por pretexto para disimular la ignorancia, el orgullo y
la hambre que los obligan á escribir y enseñar tonterías , las
mismas razones por donde Santo Tomás , y quantos controver
sistas le han succedido, demuestran que fué necesario que Dios
nos hablase , para enseñarnos aun las mismas cosas rqu? pode
mos alcanzar con nuestra luz natural ; porque estas non nisi á
faucis et post longum tempíts , et cunt admixtión? plurimorum
errorum s¿iri possunt. Así se explica el Santo en el primer artí
culo de su suma teológica , y con mucha mas extensión en los
primeros capítulos de la que intituló contra gentiles.
A estas quafro verdades añaJamos otra. A ningún filóso
fo debe parecer extraño ni improbable que Dios quiera ense
ñar y efectivamente enseñe al hombre algunas verdades , á
que el hombre no puede llegar por las solas luces de su na
turaleza. La prueba resulta de lo que experimentamos en es
ta , y ella misma nos hace concebir acerca da Dios. Exp;ri-
• mentamos en primer lugar en nosotros un deseo de ser y de
durar tan vehemente, que nos hace arrostrar los mayores pe
ligros y mas difíciles empresas por una inmortalidad que apre
hendemos , que buscamos y que no sabemos explicar ; pero
que con todo eso deseamos , á conseqüencia de que el enten
dimiento por donde aprehendemos , no depend.1 del tiempo y
sus mutaciones y períodos , y abraza todas las duraciones , y
concibe la idea de la inmortalidad y eternidad. Experimenta
mos otro deseo del bien y felicidad que jamas se satisface,
que tanto mas crece , quanto mas parecí i que debía menguar,
atendida la situación , feliz en concepto del que la busca , é in
feliz en el del que la obtiene ; y que entonces nos dexa mas
vacíos , quando con mas ímpetu nos dexamos arrastrar de él.
Testigo Buonaparte, y antes de él Godoy, y después casi to
dos. Pocos hay contentos con su suerte , y el que lo está, no
es porque le falte este deseo , sino porque sabe moderarlo. Ex
perimentamos , en fin, otro deseo del orden y la justicia , que
nunca vemos cumplirse exactamente por acá abaxo, oprimi
do el bueno, engrandecido el malo, despreciado el sabio, aplau
dido el seductor , ajada la inocencia , adulado el crimen , &c.
Experimentamos , repito , estas tres cosas , que ciertamente
son á primera vista incompatibles con las ideas que la mis
ma naturaleza nos hace concebir de la sabiduría , providencia
y bondad de Dios. Ningún artífice sabio pone en su obra co
sa alguna inútil. Ningún prudente promueve movimientos y
gestiones , que conoce que han de ser vanas. Ningún padre
inspira á sus hijos deseos , que está en ánimo de frustrar. Los
anatómicos mientras mas adelantan en el conocimiento de nues
tros cuerpos, tanto mas se admiran y embelesan. Ven en él tan
ta multitud de miembros y de partes, que demuestra á sus ojos
la ¡nanita riqueza de su autor : examinan después el uso de es
tas partes , y se encuentran con que no solamente no hay nin
guna ociosa; mas también con que apenas hay una que no exer
ra multitud de oficios , con tanta economía , quanta debiera
esperarse si el autor no tuviese mas recursos que poder emplear,
y se viera en. la necesidad de dar varios destinos á cada qual
de sus instrumentos. Esto sucede en el cuerpo del hombre, que
es un montoncillo de basura. ¿ Creerémos , pues , que no su
ceda siquiera otro tanto en el alma , por donde somos mas no
bles que quantas cosas vemos , y que solamente en esta habrá
vacíos que no se llenen , apetitos que no se cumplan , y de
seos que hayan de frustrarse? No se creyó así por filósofo algu
no de la antigüedad, á excepción de Epicúro y su piara. Todos
los demás encontraron en estas ideas, si no la demostración, al
menos los indicios de la inmortalidad del alma, de los bienes fu
turos , y del órden que ha de restablecer todas las cosas. Si
pues , ha de haber algo de esto , como parece necesario pre
sumir; y si todos nuestros discursos no alcanzan á adivinar
quando y como ha de ser , no resta otro camino de saberlo , si
no que se digne de enseñárnoslo el mismo que criandonos nos
inspiró el ansia por saberlo. Con que nada tjene de extraño
que el Dios que nos crió en. estas ansias , y de quien debe
mos presumir que está en ánimo de satisfacerlas , haya desde
ahora comenzado á instruirnos en el camino de lograrlas , y
á darnos los rudimentos y semillas de esta felicidad y cono
cimiento , á que se propone elevarnos algún día.
Vengamos ya á la solución directa del argumento. Es un he
cho que Dios que sabe mucho mas que todos los hombres,
y á quien ningún hombre puede comprehender, no solo ha po
dido hablarnos y enseñarnos por sí mismo ; mas también efec
tivamente ha querido hacerlo , y lo ha hecho. Es , repito , un
hecho autenticado de mil maneras , probado hasta no dexar la
menor duda , y sostenido por quantos géneros de demostración
caben en la prueba de los hechos , y constituyen la certidum
bre y evidencia moral. Es un hecho que examinado con el ma
yor empeño , é impugnado con el mas ciego calor por espacio
de cincuenta siglos , tanto mas acrisolado ha salido , quatito
con mas tesón ha sido contradicho y ventilado. Es , en fin,
4o
un hecho contra el qual no ha quedado mas recurso á los hom
bres ciegos y obstinados, que el de acogerse á un pirronismo ab
surdo , para el qual hasta la luz del sol , y l:i existencia il • es
te astro son dudosas. Ea bien ,. caballeros filósofos , Dios ha
hablado , ¿ quién es el temerario que se atreverá á desmen
tirlo ? Dios ha hablado , ¿ qaiea el loco qae dulirá en creer
lo ? Dios ha hablado, ¿quién el mentecato que quiera entrar
con él en disputa ? Vds. no alcanzan lo que dice ; mas ¿ no
bastará que lo diga aquel á quien Vds. deben lo poquillo que
alcanzan ? A Vds. no les cabe en la cabeza lo que enseña ; mas
¿ qué Dios seria él , si Vds. ó yo pudiéramos medir con él ra
zones ? Sí, señores, Dios ha hablado para enseñarnos á
ser hombres de bien. Si Vds. quieren serlo , y ayudar á
Otros á que lo sean , dexen la filosofía de Rouseau , Mon-
tesquieu , Puífendorf &c. y vayanse á buscar la que Dios
les ensenó per os sancíorum , qui á stesuJo sunt , propheta-
rum ejus. Dios nos ha hablado ademas de esto pira en
señarnos el camino de la verdadera felicidad. Olvíden
se, pues , del cenegal de Epicúro , y de las tonterías de
los que se llaman políticos , y vengan á aprender en la escue
la da aquella luz , que ilumina á todo hombre , y Jo habilita
para que se llame y sea hijo de Dios. Los discípulos de Pitá-
goras erraban , quando para salirse de las dificultades , cita
ban la autoridad de su maestro : no teman Vds. errar» No es
lo mismo el ipse dixit quando se hace relación á Pitágoras, que
quando citamos la autoridad de Dios.
Dios ha hablado , vuelvo á decir, y vé V. aquí por tier
ra quanto de especioso y capcioso nos. dicen todos los deís
tas. Ya no hay lugar para que se suponga , como ellos ha
cen , una inapeable dificultad en averiguar qual es la religión
revelada, que infaliblemente debe serlo aquella que nos ha
enseñado Dios. Ya no cabe el que nos ciñamos á lo que acer
ca de la religión nos inspira la naturaleza , en suposición ds
que el Autor de la naturaleza nos enseña que es indispensa
ble elevarnos sobre ella. Ya no valen los discursos encamina
dos á que miremos como reglas y fueros de la naturaleza mu
chas cosas que nos prohibe el Evangelio , pues el que habla '

...j

en ¿1,'és el autor y director de la naturaleza. Ya no puede mi
rarse como indiferente qualquier género de culto , pues aquel
i quien solo se le debe , ha explicado competentemente qual
le causa abominación , y qual le agrada. Suponen , pues , los
deístas lo mismo que está en qüestion, y debían y no pue
den probar , á saber, que Dios no nos ha hablado , y que
para Dios es indiferente la religión y la superstición , la ver
dad y la mentira. Leí en Tomas Payne acerca de esto una de
las comparaciones mas capciosas que pueden inventarse. Su
pone él á Dios como á un padre que tiene muchos hijos, á
los hombres como á otros tantos hijos de este padre , y á las
varias creencias en que los hombres se dividen , como otras
tantas clases de flores que componen el jardín de este mundo.
Cada hijo, pues, llega y le texe una guirnalda de las flores que
mejor le parecen , y luego vá á presentarla al padre que todo
lo admite, y de todo se agrada. Indigno seductor: pon la compa
ración como debes , suponiendo que uno de los hijos le lleva
las varias flores del jardín, y el otro en vez de recoger las mas
preciosas de este , le presenta un azafate lleno en el esterco
lero. Este Tomas Payne (por si V. no lo sabe) fué un anglo
americano que venido á la Francia , contribuyó muchísimo á
la revolución , y de quien hablan, peor que Mahoma del to
cino, los buenos escritores franceses. Resulta, pues, de todo, que
por altas que sean las cosas que la religión nos enseña , estamos
en la obligación de someternos á su yugo ; porque no es un
Pedro-Fernandez , sino el mismo Dios quien nos las enseña.
Pero j á quál de las comuniones qiií se llaman cristianas
deberemos irá saber esto que Dios nos ha enseñado, sucedien
do como sucede que discordes entre sí mismas , todas se glo
rian de ser las que nos enseñan la doctrina de Dios ? Esta era
la segunda parte de la diíicultad tan fácil de solver como la
primera , porque dependa de otro hecho tan claro , y tan
auténtico, como el que sirvió para resolver la primera.
Digo , pues , que la verdadera doctrina de Dios está so
lamente en la verdadera Iglesia ; y que no hay mas Igle
sia verdadera, ni de Dios que la católica. En suposición de que
la mayor parte de nuestros filósofos la echan de legistas, pro-
F
4a
pongámosles la cosa en forma de pkyto. Una familia de tiem
po inmemorial está en la posesión de un mayorazgo. Casi des
de el principio no han cesado de levantarse contra ella preten
dientes sobre pretendientes , que han intentado perturbarla en
esta posesión , alegando cada qual un disparate : mas ella siem
pre ha vencido por la misma posesión , y todos los litigantes
han desaparecido después del mucho ruido que metieron. Su
cede ahora que al cabo de ramos pasquas se han levantado
otros litigantes con la misma disputa , y alegando contra la
posesión de quince siglos un puñado de cavilaciones. ¿Por quién
se sentencia? ¿Merecen1 éstos últimos novadores ser siquie
ra oídos ? Pues este puntualmente es el hecho. Fundó Dios la
Iglesia católica. Se levantó Cerinto , se levantó Ario , se le
vantó Nestorio , se levantaron otros seiscientos diciendo que
ellos eran la Iglesia que había fundado Dios. Vie'ronse las prue
bas , y nada hubo que hacer. Los títulos de los pretendientes
eran falsos: la Iglesia católica probó siempre por ellos y por el
hecho su legítima posesión ; y aun los mismos adversarios con
tribuyeron á esta prueba , empeñándose en demostrar que no
eran ni querían ser de la tal Iglesia y familia. Vino últimamen
te Lutero, y vinieron detras de él sus discípulos renovando
la antigua pretensión. La Iglesia al instante .declaró que no
pertenecían á su familia : y ellos en recompensa protestaron que
nada tenían , ni querían tener con la Iglesia. En vista de es
to, ¿ quién puede dudar que en la Iglesia católica está el ma
yorazgo de la doctrina de Dios ? No sé si habré acertado á ex
poner dignamente el argumento de la prescripción ; mas él no
debe perder su fuerza, porque yo lo haya explicado mal. Ello
es que por él se demuestra invenciblemente que no hay mas
Iglesia que la nuestra : que en ella sola está el depósito de la
doctrina celestial; y que las otras que se llaman Iglesias, no
son mas que sinagogas de satanás. Este argumento tiene in
finita mas fuerza en el dia , en que de las iglesias disidentes
no ha quedado mas que un vano nombre , la doctrina de sus
fundadores no encuentra ya sectarios sino en el vulgo rudo . y
la mayor parte de los hombres instruidos, que otras veces eran
calvinistas , luteranos , &c. han apostatado de la doctrina de
*3
estos novadores , 6 para volver á la religión católica , co
mo está sucediendo en muchos ingleses honrados , ó para de-
xirse precipitar en el filosofismo , como ha sucedido y suce
de á todos los que se llaman publicistas. De manera que es
ta réplica que ahora un siglo parecía tener algo de especiosa,
en el dia de hoy ya ha perdido hasta el miserable supuesto que
le daba algún color.
Reasumiendo , pues , en pocas palabras quanto he dicho
relativo á esto , sola la obstinación y la gana de cegarse á sí
mismos son las que pueden inspirar á nuestros filósofos la di
ficultad de creer, porqu? no alcanzan nuestra doctrina y porque
•o pueden averiguar donde está la de Dios. Ambas cosas de
penden de estos dos hechos los mas indubitables y constantes:
que Dios nos ha hablado , y que la Iglesia es el órgano por
donde nos habló y nos habla.
Es el caso, replican, que esos hechos que Vds. los cató
licos tienen por tan constantes , no nos parecen tales á noso
tros, ni á los muchos otros que todavía los niegan ó los dudan.
Será, si así se quiere, falta de luz , será ignorancia ; ¿ mas
quién ha visto hacer de esta un delito ? La regla próxima
de obrar en cada hombre debe ser su propia conciencia ; ¿ por
qué, poes , no se nos dexará á nosotros seguir el dictamen de
la nuestra ? Si la fé es don de Dios , y Dios no ha querido
damos este don , ¿ cómo se nos castiga como si fuese culpa
nuestra? Ultimamente el padre de familias de quien hace men
ción el Evangelio , prohibió á sus siervos que fuesen á arran
car la cuaña; y muchos de los Padres de la Iglesia guiados
por el espíritu de mansedumbre que la caracteriza , se han
opuesto á las vejaciones que á pretexto de religión se han que
rido hacer y hecho á los infieles. Estese , pues, á la doctrina
del Evangelio y de los Padres, y déxesenos vivir en paz.
He amontonado , amigo, mió , este botiborrillo de espe
cies por seguir los pasos de nuestros filósofos, que también lo
amontonan , á fin de confundir cosas con cosas , y poderse es
capar saltando de aquí para allí como las pulgas. Para ellos
la ignorancia afectada es lo mismo que la inculpable, la du
da voluntaria como la fundada , la conciencia errónea como
44
la recta , y la conducta de la Iglesia . que tan diversa es se
gún las circunstancias , una misma en todos (os casos. Sepá
ranos cosas de cosas , y todo quedará desvanecido.
En primer lugar, quando un infiel no es bautizado, la In
quisición no tiene que ver con él, cometa el delito que come
tiere ; y la Iglesia tan lejos está de quererlo traer de por fuer
za al Evangelio , que por el contrario lo ha estorvado siem
pre que ha podido , y lo ha reprobado quando no ha podido
estorvarlo. Afana , es verdad , trabaja y se esfuerza porque to
do hombre venga al conocimiento de la verdad ; pero ¿ cómo ?
Enviándole sus misioneros sicut oves in medio luporum. Sucede
á veces que estos lobos sean subditos de algún príncipe hijo
Suyo. Todo lo que esta santa madre suele solicitar de un mo
narca ó gobierno católico, es que proteja á sus misioneros con
tra los insultos de los vasallos infieles. De la primera de es
tas cosas tenemos el exemplo en las misiones de la China y
el Japón, á donde van los misioneros, como antiguamente
iban los Apóstoles : de lo segundo , en las de America , don
de el gobierno español está encargado en la seguridad de los
misioneros. Esto es tan notorio, que no hay quien pueda ig
norarlo , como ni tampoco los muchísimos trabajos, peligros
y vejaciones á que se han expuesto , y que han sufrido en
las Américas y en la India, los ministros del Evangelio, por
defender á los pobres vasallos idólatras de las violencias , que
con el pretexto de tales , les han querido hacer y les han he
cho muchísimos malos gobiernos. Aquí quisiera yo la buena fe
de muchos escritores extrang^ros , que para desacreditar á la
nación española en sus conquistas del nuevo mundo, se va
ren de las innumerables representaciones y escritos , con que
los Eclesiásticos han defendido la causa de los pobres in
dios , y quejádose de sus opresores y luego para infa
mar nuestra intolerancia religiosa sacan 'á colación y par
tición estas vejaciones y tiranías , desentendiéndose ds lo
mucho que padecieron por impedirlas los pobres clérigos
y frayles. Quedemos , pues, en que la Iglesia ni manda ni
consiente , que á pretexto de religión se le cause la menor mo
lestia ai perjuicio al mahometano, al judío, al idólatra ni
45
á ninguno otro que no esté bautizado : g Quid mihi , dice es
ta santa madre después de su gran maestro S. Pablo , quid mi
to , de iis . qui foris sunt ?
Otra cosa es de aquellos que esta'n ó estuvieron dentro .
porque entraron por la puerta del bautismo. Su autoridad so
bre estos es la misma que la de una madre sobre un hijo re
voltoso y díscolo , y la de un príncipe legítimo sobre un sub
dito rebelde y refractario. Y con todo eso todavía no usa con
este rebelde de toda la autoridad de príncipe , sino muchas
veces de toda la indulgencia de madre. Sucede que por una des
gracia prevalezca la heregia en alguna provincia , y los hijos
bevan el veneno de la mala doctrina , con que los criaron sus
seducidos padres. Ya la iglesia muda de conducta con estos des
graciados, y de excomulgados no tolerados que eran , los trata
como á tolerados : y lejos de reclamar , como pudiera , la
fuerza del gobierno civil , para obligarlos á estar á su prome
sa, intercede freqüentemente por ellos á fin de que no sean
molestados - ni se empleen otros medios que los de la manse
dumbre y dulzura para desengañarlos y reducirlos. Este ha si
do, es y será siempre el espíritu de la Iglesia para con to
dos aquellos errantes , en cuyo error cabe alguna disculpa ; y
si alguna vez la conducta que ella ha adoptado y hecho adop
tar á sus príncipes ha sido otra . no ha dimanado esto de que
se haya desmentido del espíritu de mansedumbre y misericor
dia que la caracteriza , sino de que Jos errantes han abusa
do de esta su indulgencia . para turbar el reposo de sus hi
jos y la seguridad de la república. Reniego de mi falta de li
bros , y aun de mi memoria. Si yo contara con estos auxilios,
demostraría bástala última evidencia, que la Iglesia fue siem
pre constante en el espíritu y máximas de su disciplina , en
orden á la conducta que observó con los hereges , texiendo un
difuso catálogo de decretos de Concilios y autoridades de Pa
dres , especialmente de los Santos Agustín , Ambrosio y Ber
nardo , que llevan hasta el último grado de luz esta verdad.
Pero ya que no puedo hacerlo, remito á V. al citado Páramo,
á Macanaz, defensa crítica de la Inquisición , y á varias car
tas de las que escribió contra el obispo francés Gregoire el pres
bítero D. Lorenzo Astengo.
¿ Contra quiénes, pues , está establecido , y sobre quiénes
descarga sus golpes el tribunal santo de la fe ? Yo se lo diré
á los filósofos , pues afectan tanto ignorarlo. Contra los que
habiendo profesado la fe católica , apostatan vilmente de esta
divina profesión, y contra los qu3 habiendo apostuado, sir
ven de ganchos é instrumentos para que otros también aposta
ten. Estos son los únicos reos que este tribunal castiga, y es
te el único delito que sus castigos vengan. Digan los filóso
fos , si pueden, alguna cosa de sustancia contra esto. Aleguen
algo que merezca graduarse de alegato. Citarán la ignorancia
y la falta de luz para conocer las verdades de nuestra creen
cia. Mas si. con esta excepción nos quieren decir que ignora
ban que en nuestra creencia se contenían estas verdades , co
mo este hecho tenga algo de verosimil , todo el castigo se re
ducirá á que lo sepan, y estamos fuera de la qüestion. Pero si
lo que nos alegan es su depravada resolución de no creer sino
lo que vén, ya los tiene V. apóstatas de la fe, cuya esencia con
siste en creer lo que no vemos , contrarios á la eterna verdad
de Dios , de quien no quieren fiarse , y á quien quieren suje
tar á su propio juicio, y, gravemente injuriosos á su santa ma
dre la Iglesia , de quien suponen que les puede enseñar dispa
rates. Olvídense los señores filósofos de que lo son, y juzguea
de este delito como juzgarían si no lo fuesen.
Pero , ¿y la propia persuacion ? ¿ y la conciencia? ¡Vál
galos Dios por sabios y por concienzudos ! La propia persua
cion es falsa , porque no hay ciencia contra Dios : la propia
conciencia en tal caso es errónea , y la conciencia errónea no
salva al que puede y debe deponerla: en fin, la propia persua
cion y conciencia y contra la conciencia persuacion de
mi república , ha sido y será en todas partes y en to
do tiempo un criminal orgullo en mi. Mas yo quiero estre
char mas y mas á estos caballeros , para dexarlos sin respi
ración. Yo les doy de barato que ellos solos sean los que vean
en medio de las tinieblas que nos ciegan á todos , y que ellos
solos sean los que tienen una conciencia recta, en medio de te
nerla todoí nosotros errónea. No pueden pedir mas. Ahora les
digo yo: ¿quál de estos dos partidos les acomoda á Vds. mas? ¿él
47
¿e reservar para si su persuacion y su conciencia, ó el de ma
nifestarla como hacen á diestro y á siniestro ? Si me dicen que
lo primero , yo les prometo que de texas abaxo nadie les moles
tará , porque de interióribus non judkat Ecclesia , y así pueden
ser judíos , musulmanes , ateístas, ó lo que les dé la gana , sin
miedo alguno de la Inquisición ; pero si escogen el segundo
partido, y no contentos con abrazar la que ellos tienen por ver
dad , se empeñan en predicarla , ¿ cómo unos hombres tan sá-
bios como ellos , no cuentan con que pues se meten á reden
tores , deben venir á pararen ser crucificados? Lo fué Cris
to , lo fueron sus Apóstoles , ó , si se desdeñan de estos exem-
plos, lo fué Sócrates, los fué Prisciliano , lo fué Miguel Ser-
vet , lo fueron casi todos los que salieron ensenando una doc
trina nueva. ¿ Por qué, pues , quieren ellos hacer nuevo mun-
do, j gozar de un privilegio que ninguno o muy raro ha po
dido gozar ? Prediquen , pues , si así les parece , su doctrina;
pero no extrañen que para esta clase de apóstoles tengamos los
católicos un quemadero; y si no se hallan con fuerzas ni para
callar ni para arder , todavía tienen otro remedio. Ahí está la
Francia, que los recibirá con los brazos abiertos, y donde á
pocas levadas podrán ser mariscales , ó miembros del Senado
Conservador. Ahí está la Polonia con sus hermanos evangéli
cos fundados por el común patriarca Socino. Ahí está la In
glaterra y la América septentrional ; vayan allá en busca de
hombres libres , pues que según sus mercedes mismos nos han
dicho , allá es donde solamente los hay. Pero ¿ en la España?
¿y con nosotros ? ¿ los hombres mas preocupados y bárbaros
del mundo , los mas supersticiosos &c. &c. ? ¿ qué partido de
ben esperar? Ya lo tengo dicho. El quemadero.
Perdónenme los señores filósofos , si por ia conexión que
tienen con la materia, les propongo dos dificultades que há mu
chos días traygo entre ojos. Sea la primera. Nada mas absur
do ni mas chocante á las primeras ideas de la razón , y á las
primeras semillas de la probidad , que los misterios que forma
ban la creencia del gentilismo. Baste decir , que toda la teo
logía de esta buena gente se fundió en la imaginación de los
poetas : y con esto me parece que está dicho todo. Esto no
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obstante, no hay memoria alguna en la historia de que se le
vantasen entre los gentiles sectas religiosas discordes entre si,
y que mutuamente se echasen en cara las abominaciones de
sus misterios. Muy por el contrario en la antigua y en la nue
va Iglesia. En la antigua , á pasar de que eran pocos los mis
terios, y de estos no habia una expresa creencia , el pueblo to
dos los días estaba apostatando , y declarándose por los erro
res y supersticiones de sus vecinos. En la nueva , no han ce
sado desde su existencia de levantarse herege sobre herege ,
incrédulo sobre incrédulo , y filosofante sobre filosofante ,
con el pretexto de que ó son obscuros nuestros miste
rios , ó de que s»n claros y no obscuros como nosotros
les decimos , ó de que ellos los entienden mejor, ó de que ellos
no pueden entenderlos &c. &c. De manera , que si V. pregun
ta desde el primero al último de los sectarioj y filósofos , uno
le citará su conciencia , otro su persuacion , y todos la razón
de que se precian. ¡ De dónde viene esto ? Mientras la razón,
la persuacion y la conciencia seguían una superstición que
les chocaba , no se oye que alguien chistase , á excepción de
un Sócrates , y algún otro filósofo del antiguo cuño; y ahora
que la razón no repugna , y la persuacion y la conciencia se
deciden por la religión verdadera , no queda churriburri que
no salga suponiéndose oráculo ó de Dios , ó de la naturaleza.
¿ De dónde viene esto ? vuelvo á preguntar. ¿Si será acaso de
que lo que duele es una cosí , y el parche para curar el dolor
se pone en otra? Quiero decir, ¿si será porque lo que incomo
da , no es la creencia , que por sí sola no incomoda si
no la ley y la probidad que nace y debe seguirá la creen-
•cia , y contra las quales se ha» rebelado de antiguo , se rebe
lan de presente , y han de seguir en lo futuro rebelándose las
pasiones? Me parece , señores filósofos, que les he dado á
Vds. con la tecla.
Al menos en esta persuacion estaba no sé qué Magistrado
de Ginebra , de quien leí muchos años hace , que habiéndo
sele presentado un frayle apóstata , y díchole que se habia
pasado allá propterfidem , preguntó al frayle : ¿ cujus génerh
est fides fidei? Y habiendo él respondido: géneris fcemenini^
49
concluyó el Magistrado : ergo propter gemís fmncnitium veuis*
ti húc. No tenia muy mala nariz el tal Magistrado , pues tan
lindamente le dió en ella la conciencia del bueno del frayle.
Por la misma persuacion se declaró el famoso ¿ras no, dé
quien con tanta razón se dixo , que habia puesto los huevos
que Lutero empollaba ; y qué tratando de la carnada de po
llos que sacaba Lutero, dixo oportunamente , que la reforma
de este y sus consortes era como las comedias españolas, qué
todas remataban en casamiento. Fué con efecto cosa muy digna
de notarse , que los principales á quienes la persuacion y la
cencieneia hicieron olvidar la religión católica , y abrazar la
reforma, fueron frayles y clérigos que luego se casaron,
El Marques de Argens , filósofo conocido por tal en un -
pasage de sus obras , que he visto citado en varios de nues
tros controversistas , se supone convencido de la misma opi-
nioa en la enumeración que hace de los que reconoce por con
colegas, y que quisiera yo insertar aquí. Mas no teniendo de
donde copiarla, ruego i los señores filósofos que la léan, y ve-
ra'n que todos los que enumera como cofrades de su filosófica
hermandad , es gente que tiene sus asambleas y cabildos en los
estrados de las damas liberales. ¿ Si será en reverencia de las
tales damas el que se llamen también liberales sus afectísimos
y fervorosísimos devotos los filósofos ?
Entremos con otra clase de gente. Santo Tomas , quando
en no sé qué artículo de la secunda secundes busca la causa de
la ceguedad de la mente , por donde ésta resiste á creer las ver
dades eternas , la halla también en el género femenino. Dice
que el fuego de la concupiscencia ofusca los ojos , y los dexa
ineptos para ver la luz de estas verdades ; y trae para ello
el texto de supercécidit ignis, et non vidérunt solem. Siento no
tener suma , ni esperanza de ella. Mucha filosofía se puede
sacar de este filósofo rancio , que ciertamente no ha de caer
en gracia ú los de moda.
Tampoco tengo á S. Agustin. Mas he oido decir que ex
poniendo este santo aquel verso , dixit insipiens in carde jho,
non est Deu«, mueve la qüestion de por que' dice el profeta
dixit in corde , siendo así que decir es obra del entendimien-
G
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lo: y resuelve que siendo imposible que un hombre se haga
ateísta por sola la persuacion del entendimiento , ninguno lo
es sino porque vicia los juicios y las ideas de este la corrup
ción del corazón ; y por esto añade inmediatamente el profe
ta : corrupíi sunt , et abominábiles facti siint in síudiis suis:
y en otro salmo in imquiíátibut.
Para S. Pablo , en fin , es esta verdad de que estoy tra
tando un axioma, que el Santo Apóstol inculca por momentos,
diciendo unas veces que el hombre animal no percibe las co
sas de Dios ; otras que la prudencia de la carne es enemiga de
Dios &c. &c. Y por eso llama á Jesús crucificado (que es la
suma de su sabiduría y la nuestra) el escándalo de los judíos,
judais quidem scándalum ; y ve V. aquí la conciencia de los
hereges ; y la necedad de los gentiles , géntibus autem síul-
títiam; que es como si dixeramos , la filosofía ó la persuacion
con que nos atolondran nuestros filósofos.
Tenemos , pues , aquí la verdadera causa de esta repug
nancia , que ellos di ¿en encontrar en nuestros misterios ; y de
esa delicadeza de conciencia por donde protestan que no pue
den prestarse á creerlos. Ellos tendrían conciencia y entendi
miento para tragar , no solo misterios , mas también dispara
tes y absurdos , si detras de los tales misterios viniese licen
cia remota para andar en busca de lo vedado , y para que no
quedase prado que no recorriese su luxuria. Mas como esta li
bertad no viene , y como quexarse de esta prohibición por lo
claro , como ya muchos de nuestros filósofos lo hacen , choca
con el pudor natural , y reba.xa el mérito de la filosofía, el me
dio que se ha adoptado, ha sido recurrirá la obscuridad de los
misterios , para cubrir la de tantas y tantas obras de tinieblas.
Extienda V. la vista por la historia de todas las heregias : no
ha habido ni una , detras ó delante de la qual no hayan ve
nido las hembras tapadas de ojo , ó vestidas de beatas. Refle
xione, como yo lo estoy haciendo , sobre la conducta harto
notoria de muchos , que en Sevilla pasaban antes por filósofos,
y ahora pasan por francmasones. Aquellos polvos traxeron es
tos lodos ; siendo muy digno de admiración , que unos hom
bres para quienes nuestros misterios tenían tantas dificultades*
51
y nnestro culto tantas supersticiones , no hayan encontrado en
la masonería , en el guirigai de su idioma , en la puerilidad
de sus símbolos, y en la vanidad de su* lógias, ni obscuridad, ni
superstición , ni cosa que choque á la finura de su conciencia,
ni á las luces de su filosofía . j Quánto mis barato les hu
biera estado dexarse de^ amores 1 Yo les aseguro , porque mu
cho antes que yo, lo aseguró la verdad eterna ; que si se hu
biesen dexado de ellos , y tratado de ser , como debe serlo
todo hombre de bien , limpios de corazón , no solo encontra
rían adorable la santa obscuridad de nuestros misterios ; mas
también penetrarían casi por medio de esta obscuridad , has
ta descubrir al mismo Dios , según que la divinidad puede
ser descubierta en la presente vida. Beati mundo carde , quó~
mam if>si Deum v'tdébunt. Mas cortemos el hilo de una mate
ria inagotable , si se hubiese de tratar pro dignitate , y pasí-
mos á mi segunda dificultad. •
Consiste esta en la diversidad que se nota eritre los anti
guos filósofos y los presentes. Todos ó casi todos los antiguos
conocieron la vanidad y falsedad de la idolatría de sus pue
blos ; y á pesar de esto , rarísimo fue el que desplegó sus la
bios para hacer público este convencimiento, que no revelaban
lino i sus mas queridos y fieles discípulos. Muy por el contrario
yo me acuerdo de haber leido en Aristóteles, ó de Aristóteles
que fué de opinión de que el filósofo , aun quando tuviese el
desengaño, debia guardarlo para si, y acomodarse á la religión
de su pueblo. También me acuerdo de haber leído en Cicerón
que no sabia él como podían contener la risa los Aruspices
quando se encontraban unos con otros en las calles , y se acor
daban, como era natural, de la vanidad de su ministerio; y
sil embargo el mismo Cicerón fué nombrado Aruspex quando
le tocó su vez , é hizo en el senado, y á presencia del pueblo,
repetidos apostrofes á Júpiter Capitolino , en quien no creía*
como i conservador de Roma y de su imperio. No así nuestros
filósofos del dia. Apenas comienzan á filosofar , que por lo co
mún es muy desde temprano , y. apenas aprenden quatro pali
llos , quando ya la filosofía no les cabe en el cuerpo , y la bo*
mo por todas partes. Filosofan en los estrados , en los cafées,
52
en las fondas , en las botillerías , en las casas de juego, en los
paseos , en las calles., que sé yo donde mas. Filosofan de pen
samiento , de pahrbra , de obra, con los ademanes, con el ges
to, con el trage , y con todas las modas. Filosofan despier
tos y dormidos, de dia y de noche , á tiempo y fuera de el,
venga al caso ó no venga , y hasta oyendo misa , sí acaso
la oyen. Filosofan mas ¿ quién diablos ha de poder expli
car tantísimo filosofar ? ¿De donde pues , pregunto, viene esta
tan enorme diferencia entre filósofos y filósofos? . ,
Si atendemos á lo que sus mercedes, los del dia, nos dicen,
no hay otra causa de ello sino esa filantropía de que estos bue
nos señores están poseídos , y en fuerza de la cual no pueden
menos que compadecer al género humano, alucinado ( y ellos
saben por quien) con tantas supersticiones y tonterías come le
han metido en la cabeza ; y tratar seriamente de que las lu
ces de la filosofía alumbren nuestro tenebroso orizonte , y de
más zarandajas que V. habrá leído , ó podrá leer en los pane
gíricos que se han hecho de la libertad de la imprenta. ¡ Vea
V. si es cosa de juego lo que debemos al zelo de estos señores
por nuestra ilustración y provecho ! , '.
No me acuerdo si es Tertuliano, ó si otro autor antiguo,
el que dixo que el diablo era la mona de Dios, simia Dei ;
porque así como las monas remedan casi todas las acciones
de los hombres , así también él se esforzíba en imitar ó fin
gir que imita las obras de Dios. Apareció en el mundo el no
imaginado prodigio de que un Dios hombre diese su vida por
reducir á los hombres al camino de la verdad , y de que ¡nu
merables de sus discípulos lo imitasen en ello, perdiendo ó ex
poniendo la suya por el bien de sus hermanos. ¡ Gran pensa
miento ! dixo el diablo. Yo atizaré de aquí en adelante á los
mios , para que ostentando también un falso zelo por la feli
cidad y adelantamiento de los hombres , los extravíen al des
orden y á la mentira. Oiga V. desde el primero al último á to
dos los hereges. Ningún otro designio llevan'ellos, sí hemos de
creer á sus palabras, que enmendar los yerros y abusos que su
buen zelo descubre, y no pueda tolerar en la Iglesia» Oiga á
nuestros nuevos filósofos. Todas las tareas que sus señorías se
toman en tantísimo como charlan y escriben , se ordenan so
lamente á beneficio de la humanidad , á que el hombre conoz
ca sus derechos, a' que ningún picaro déspota lo tiranize , á
que no consienta que ios clérigos y frayles coman á su costa, en
fin á todas esas preciosidades que leemos en los papelitos con
que estos finos enamorados de nuestras bolsas nos inundan.
E3 bien, vamos á las obras y frutos, que es el modo de
conocer los árboles y las personas. ¿ Cómo estamos en este
punto? Aquí es donde el diablo tira de la manta. Pongamos al
gunos exemplitos. Andaban las cosas manga por hombro en el
desgraciado reinado de Carlos IV. Mas no habrá en la na
ción quiea no le haga á este pobre Príncipe la justicia de que
su corazo>n era excelente, y de que si hubiese tenido mejores
lados, nos hubiera hecho tanto bien, como mal nos hizo no
teniéndolos. Es también notorio que Godoy, que era el que á
su nombre reinaba, era un solemne cobardon, incapaz de ha
cer frente i hombre alguno que mereciese el nombre de tal,
y capaz solamente de procurar el retiro, la jubilación ó quan-
do mas el destierro i quien se le oponia , que fué todo lo que
hizo con algunos magistrados hombres de bien , que resistie
ron á sus desbaratadas pretensiones. Sufrimos, pues, todo lo que
entonces sufrimos, porque no hubo una competente resistencia;
quiero decir, porque no hallaron abrigo los que se propusie
ron representar al Rey, de manera que no le fuera fácil al fa
vorito hacerle ceer que era calumnia ; y porque quando el fa«-
vorito encontraba uno que le resistiese, contaba por otro la
do con un millón que lo sostuviese y adulase. Ve V. aqui una
gran coyuntura para que la filosofía filantrópica hubiese he
cho uso <le los principios que nos cacarea. Por una parte se in
teresaba en ello la co.nun salud: por otra no era tanto el pe
ligro , que tuviesen que entenderse con un Tiberio, con, un
Herodes , con un Boleslao , con un fíenrique VIII. &c, : ni
tampoco con un Seyano , ni con un D. Alvaro de Luna, si tra
tamos de favoritos. ¿Qué hacían, pues, nuestros filantrópicos fi
lósofos ? ¿ Acaso sufrir y callar, como haeía la mayor parte
de la nación, y como se dice de los filósofos antiguos, que con
tentos con conocer para sí la verdad , dexaban á los errantes
«4
que fuesen á donde los llevase su error ? Esto pensé yo alguna
vez: pero no señor , no es esto lo que hacían. Supe de uno de
ellos i que es el único que conozco , que se entretenía en com
poner odas en elogio de Godoy, y hacerle la corre a' todas ho
ras. Otro tanto me aseguran de casi todos los deina's , que ni
conozco, ni quiero conocer. Me añaden , que el cacona contra
él que algunos manifiestan , proviene solamente d¿ que no los
atendió como ellos creían merecer ; y me aseguran de casi to
dos , que si llegasen á verse en la misma situación en que Go
doy , se dexarian en mantillas á aquel salvage, que tan poco
tino tuvo para saber ser malo. ¿ Qué tal ? •
Mudáronse las cosas, y por cierto que en su mutación
no se ha dicho que influyese ninguno de nuestros filósofos, ni
conocemos mas autores é instrumentos de ella que á Fernan
do VII. , su hermano , su tío, los guardias de Corps , y los lu
gareños de Aranjuez y sus contornos. Sobrevino el memorable
a de Mayo , entre cuyas víctimas tampoco se cuenta filósofo
alguno ( ya se ve que se reservaban para las odas y panegí
ricos que después habían de hacerse en memoria de aquel acon
tecimiento. ) Se sublevaron las provincias, y salió un millón
de escritores recordando á loí españoles su religión , su fideli
dad y su honor, y animándolos á que vengasen los ultrages co
metidos contra su Rey , contra sa honor propio , y contra la
sangre de nuestros hermanos. Pero ¿y los filósofos? Callados to
davía, porque todavía no sabíamos si prevalecerían los france-
*es. Digo callados , porque supongo que los que en la actuali
dad escriben, no imitaron el exemplo de tantos de sus cofrades
como adularon , atizaron y sirvieron de instrumentos á Murar.
Obtúvose la victoria de Baylen. Ea, pues, ya es hora de que los
filósofos parezcan. Mas ¿para qué? Para chismear, para divi
dir , y para entorpecer el único remedio, que podía salvarnos,
y que toda la nación queria: á saber, un gobierno bueno ó ma
lo que reuniese las fuerzas , asi como las voluntades habían
estado reunidas por sí mismas. Lea V. , lea los muchos papeli-
tos que se dispararon desde Madrid , donde como en centro se
había reunido todo el filosofismo. Se instaló la Junta Central.
Dicen nuestros filósofos , y yo no me atrevo á contradecir, que
3¿
se hicieron muchos disparates ; pero todos sabemos , y yo me
atrevo á asegurar que hubieran sido infinitamente menos, si
la Central no se hubiera entregado en las manos de nuestros fi
lósofos. Ai están los decretos, providencias y papeles. Con leer
los solamente se ve que saliéron del mismo cuño , de donde sa
len ahora las invectivas contra los que tuvieron la condescen
dencia de que los tuviésemos por autores. Disipada la Jun
ta Central , entró á gobernar la anterior Regencia, compuesta
de los cinco individuos que mas reputación tenian y merecían
de la nación. También contra esta Regencia he leido en nues
tros filósofos crueles invectivas ; y yo creo que si alguna se les
pudo ó se les puede hacer con razón , es la de no haber aleja
do siquiera hasta Puerto-Rico á todos los filósofos, y haber
consentido que algunos de ellos abusasen de su confianza.
Sea de esto lo que fuere , en lo que no cabe duda , es en
que nos amenaza una anarquía, en que el pueblo desde que le
faltó el Rey no se presta con la facilidad con que antes se pres
taba á obedecer, en que no calla como callaba antes, espe
cialmente en las cosas que no entiende, ni es razón que entienda,
en que se va poniendo en posesión de juzgar y sentenciar por
sí mismo i los Generales que deben defenderlo, y al Gobier
no, que pone y quita á estos Generales; y quede consiguien
te lo que sobre todo nos importa, es que se predique la mu-
ch/jima falta que nos hace el Rey, y el gran bien que Dios
nos haría , si nos lo traxese. Pero ¿y nuestros filósofos de qué
tratan ? Ya V. lo está viendo. De meter al pueblo en la cabe
za que él es el verdadero Soberano : de persuadirlo á que él y
no otro debe juzgar de todo, enterarse en todo, y disponer
de todo , según que le parezca ; y otras cositas a' este tenor,
que V. sabe mejor que yo, pues las está oyendo y leyendo.
¿Y de qué medio se valen para persuadirlo ? Del exemplo de
Godoy : como si un Godoy fuese fenómeno de todos los días,
y como si el tal Godoy pudiese todavía influir en nosotros, y ya
no se nos hubiesen olvidado su rey nado, y sus picardías , y su
miedo y su memoria. De las vejaciones de Godoy, de que
ellos fueron , quando no autores y cómplices , al menos imita-
dotes y émulos, y de que no es fácil haya otro exemplo, por-
que tampoco lo es que lo haya de otra Reyna tan antojadiza,
ni de otro Rey tan poco avisado. Nada de los tiempos de lo»
Alfonsos y Fernandos : nada de los ministerios de Cisneros,
Ensenadas y otros tales. No señor: todos los ministros han
de ser otros tantos Godoyes, y todos los monarcas otros Carlos
quartos, y todas las providencias como las de Godoy, la Jun
ta Central, y las del Emperador de Marruecos. ¿Qué resta, pues,
si hemos de escuchar á estos señores ? No es menester ningún
anteojo para verlo : que los coloquemos á ellos ó en una Cá
mara semejante á la del Parlamento de Inglaterra para contra
pesar la autoridad real , y que se derrame en la España la mu
cha sangre que con este motivo se ha estado derramando en
aquella isla por espacio de cerca de tras siglos, ó mas bien que
formemos una república de sansculotes, donde ellos ocupen los
primeros puestos. Esta es su verdadera filantropía : harto ciego
será el que no la descubra por la tela de cedazo de sus escritos.
He tocado en una materia inagotable , si hubiesg de dar
curso á quanras combinaciones se me están viniendo, y que cier
tamente omito de muy mala gana ; pero la carta va muy larga,
y me queda mucho que decir. Digo pues en resumen : que la*
luces de estos caballeros son las mismísimas tinieblas en que
han envuelto al género humano quantos picaros nos precedie
ron , y señaladamente los de Francia , cuyas doctrinas siguen.
Digo que quando á semejanza de Tomas Payne nos dicen : mi
patria es el mundo : mi religión hacer bien ; todo lo que pre
tenden es lo mismo que hizo Tomas Paine, á saber, alborotar la
Francia , para que esta alborotase al mundo , y le hiciese el
bien de enviar a Ja sepultura antes de tiempo algunos millo
nes de habitantes. Digo que quando se nos presentan como
misioneros de Ja razón , que vienen á vengar sus agravios y
vindicar sus fueros, su misión es la misma que la del Capu
chino Chavot , que en pocos dias robó hasta hacerse digno de
la envidia de los otros sus compañeros en el robo , y la del
Obispo Talleyrant y el otro reverendo Ponché , de cuyas ra
piñas podra' informar á V. la obrita titulada Historia secreta
del gabinete de St. Chut. Digo que este sistema de andar al
olor del que manda , y después que dexa de mandar deshon
rarlo, infamarlo , escribir contra él &c. es el mismísimo que
han observado los citados Talleyrant y Fouché , y mejor que
todos ellos el famoso Sieyes, que han sabido ser primero filó
sofos, luego jacobinos , y succesivamente aristócratas, republi
canos y buonapartistas. Digo en fin que si Fernando Víí. vie
ne, serán los primeros á ir á adularle : si no viene , y las Cor
tes se disuelven, serán los primeros en deshonrarlas: si preva
lece en las Cortes el partido de los filósofos, tendremos en ellos
á un Marat , á un Robespierre , a' un Carrier y á otros tan
tos verdugos de los hombres de bien ; y si , como yo espero,
sucede lo contrario, los verá V. rezando el rosario, oyendo
misa todos los dias, y metidos á hipócritas consumados. Baste
ya de respuesta al argumento por lo que pertenece á la concien
cia que los hereges nos alegan , y á la razón que los señores
filósofos nos citan.
Por lo que respecta al Evangelio y á los Padres poco hay
que decir, porque ya está dicho mil veces, y porque los filó
sofos tienen buen cuidado de recusar este tribunal , en que
tanto confiaron otras veces , y de donde salieron tan mal pa
rados los hereges sus padres. Si quieren que esto no obstante
llevemos allí nuestra causa , no encuentro inconveniente. Sea
pues la iglesia el campo que sembró de buena semilla el pa
dre de familias , y ellos la cizaña que sobresembró su enemi
go. Siendo este enemigo el diablo , tenemos ya que ellos son la
semilla del diablo , y la cizaña de la Iglesia. Nótese que esta
cizañase sembró cum dormirent ¡tomines, mientras dormían los
que debían guardar el campo ;y no extrañarán entonces sus
mercedes que con esta experiencia se hayan hecho mas vigi-
hntes los guardas. Véase el destino que últimamente se le há
de dar á la cizaña , y que desd? luego anuncia el padre de fa
milias : á saber, entresacarla y amontonarla en haces ad com-
burendum ; y ya no podrán negarnos que el quemadero tiene
derecho i ella. Lo único , pues , que les favorece , es que el
padre de familias no quiere que desde luego se arranque , si'-
no que esta operación se reserve para el tiempo de la mies; mas
este es muy miserable consuelo , porque toda la razón que el
padre ne familias tiene para que desde el momento no se ex-
H
termine , es el trigo en donde está sembrada , no sea que por
arrancar la mala yerba , se arranque la buena también. Mas
no estamos en este caso , porque la cizaña es poquita todavía
por la misericordia de Dios , y el tribunal de la Inquisición
tiene una vista tan fina , y una mano tan delicada, que sabrá
escardar la haza sin pisar siquiera una espiguita.
Por lo que pertenece á los Padres , es verdad que todos
los errantes tuvieron en ellos unos poderosos intercesores y pa
drinos ; mas también lo es que esta intercesión de aquellos
hombres santos , lejos de favorecerlos , los condena. Inter
cedían ellos á fin de que no fuesen molestados los infelices
que habían sido arrastrados por el torrente del error. Pero ¿po-
qué ? Porque esperaban poder reducirlos á fuerza de tiempo,
de beneficios y de reconvenciones. Mas nunca porque los cre
yesen inocentes , ni dexasen de reputarlos acreedores al fue
go eterno á que ellos misinos declaraban que pertenecían , ex
comulgándolos , y agregándolos á la suerte de Judas y Simón
Mago ; y al temporal que los piadosos Emperadores les pre
paraban como á blasfemos. Aspiraban , pues , solamente á con
vertirlos, y á librarlos por este medio de ambas condenacio
nes; y á esto se reducia su pleito. Mas los hereges últimamente
se lo ganaron en este solo articulo; porque se dieron tan buena
traza á ser cada dia mas obstinados en su error , y mas atre
vidos en sus atentados , que los Padres depusieron la espe
ranza que tenían de reducirlos, y los Emperadores la volun
tad y la posibilidad de perdonarlos.
Y vé V. aquí convencidos de injusticia y falsedad quan-
tos clamores y alharacas hacen los filósofos acerca de la se
veridad de las penas con que todas las leyes los castigan. Ha
gámoslos jueces á ellos mismos. ¿Qué debe hacerse con el atre
vido qua atenta contra su monarca ? La respuesta la dan Car-
valho el filósofo , quando aquí en Portugal fueron juzgados el
conde de Aveiro y el marques de que' sé yo qué , por los ti
ros disparados contra el Rey su amo , y los ministros de
Luis XV, quando casi por el mismo tiempo condenaron á Fran
cisco Damiens por igual atentado. Pues s;ñores filósofos , to
davía es mayor atentado atreverse ^con el Dios del Príncipe
que con el mismo Príncipe , que en tanto lo es , en quan-
k» representa la persona y autoridad de Dios. ¿ Qué se debe
hacer con el que trata de trastornar las leyes fudamentales de
la patria ? Responda la asamblea de filósofos franceses en su
conducta con los realistas y aristócratas ,y no sé si cite tam
bién á nuestros filósofos con su soberanía del pueblo , como
ellos la entienden , y no sé que otras cosas. Pues , Señores
raios , la religión es una ley fundamental , anterior á todas las
formas de gobierno, de donde toman arranque las leyes funda
mentales. ¿Que se debe hacer con el que adultéra la moneda de
que nos servimos para comprar aquello de que hemos de vivir?
Quemarlo, nos dirán , como se hace en España, ó hacer cosa
peor con él, como en otras partes. Pues, señores mios , la fé
es tan necesaria para vivir eternamente, como la moneda
para comprar lo que se necesita para una vida que mañana
se acaba . ¿ Que se debe hacer con el ladrón , con el sedi
cioso, con el homicida &c &c ? Ya se ve que me dirán:
ahorcarlo, facerlo quartos, ponerlo en un haspa &c &c. Ea
bien, señores, busquenme Vds. una sola secta de hereges
que no haya hecho todas las gracias mencionadas , y no pier
dan de vista las que en la Francia hicieron y continúan ha
ciendo sus parientes los señores filósofos. Ni esperen escapato
ria por el Evangelio. Es verdad que como este no es un códi
go civil , ninguna pena establece contra Vds. ; pero establece
los principios que deben regir en qualquier código civil con re
lación i Vds. poniéndolos en la clase de lobos y ladrones , co
mo ya he notado ; y presenta el modelo que todo legislador de
be seguir, en aquel látigo con que Jesu-Cristo echó del Templo
á los comerciantes , que cometían en ello un pecado infinita-
meate menor que el de Vds. y en la sentencia que pronunció y
luego executaron Tito y Vespasiano contra el pueblo judaico,
cuyo delito es chispa mas ó menos el mismísimo de Vds. Que
demos pues convenidos en que ni la Religión ni la filosofía fa
vorece esa funesta libertad de filosofar contra la fé , que Vds.
pretenden.
¿ Al menos, dicen ellos por última réplica, no deberá favo
recernos siquiera la humanidad ? ¿ Qué mayor desgracia para
6o
un hombre que andar fuera del camino de la verdad? Y Vds.
quieren que sobre esta desgracia sufra todas las otras. ¿Qué da-
fío hacemos nosotros con quatro renglones de metafísica , que
son Jos que contiene la triple alianza , para que ¡as Cortes, esa
asamblea tan respetable , se haya alborotado con ellos ? ¿ Que'
perjuicio hacemos á la Religión ? ¡Por ventura es ella alguna
tela de araña , para que no se le pueda llegar 3 ¡Por ventura
tiene ella que temer de parte de la razón ? ¿Ella^ contra quien
nunca prevalecerán las puertas del infierno , y que tanto mas
fura sale¡ quanto mas se acrisola &c. &c ? Así á la letra con
poca diferencia el Conciso con toda su familia , cuyos textos
podrá V. ver. Asi también , y casi con las mismas palabras su
gran maestro d'Alembert , cuyas palabras suplico á V. que vea
en la idea que de él da la historia del jacobinismo. Y cierta
mente no me maravillo de que este último se expresase asi:
cumplia de este modo con el designio qué él y su maestro Vol-
taire habían concebido de combatir, hasta abolir el cristianis
mo. Tampoco estraño que los periodistas charlatanes lo repi
tan : son hombres que haciéndoles todo el favor posible, igno
ran hasta la primera pregunta del catecismo : ¿qué quiere decir
cristiano ? Lo que si me espanta , es qu» esto se escriba y pu
blique á las barbas de un CongresD católico, reunido contra el
enemigo de la Religión católica, sin que á estps locos se les
ponga el debido freno. Lo q le me horroriza , es que entre los
diputados que componen este Congreso, encuentran estos im-
pios ignorantes alguno no solo fautor , mas también cómplice;
como lo fu? el Sr. Mexía de las impiedades que se contenían en
la triple alianza, .que protestó eran sus mismas ideas, desafian
do á todos los teólogos de la nación para que viniesen á im
pugnárselas . y diciendo que estaba pronto á hacer ver su ver
dad en un Concilio. Esto es lo que me hace temblar , y pen
sar mas de quatro veces, si habrá llegado ya la hora en que se
varfique en la España aquello de : aitferétur á vobis regnum
J)¿», &c.
¿Adonde vamos á parar con esta modo de discurrir? El
apostata de la Religión es nn desgraciado acreedor á los su
plicios eternos. Dexémoslo. pues que se haga por dias mas aeree
dor d aquellos suplicios, y que arrastre consigo á todos los in
cautos que pueda seducir. Quatro renglones de metafísica no
mas fueron los de la triple alianza . dirigidos á abolir la creen
cia de la inmortalidad del alma , y de los premios y suplicios
eternos. ¿Qué hombre que no se tenga por bestia puede no in
comodarse con esto, aun quando profese el Coram de Mahoma?
La Religión no es tela de araña. Permítasenos pues hacer de
ella un estercolero a' donde echemos todas las inmundicias , ó
un lupanar donde entre y salga todo el que quiera , y para lo
que quiera. Las puertas del infierno no han de prevalecer con
tra la Iglesia. Conque de'xennos Vds. que hagamos contra
ella las veces del infierno. Tiene V. aquí en buen romance lo
que estos señores pretenden.
¡ De qué modo tan diferente se ha pensado y obrado en el
cristianismo desde que hay cristianos y hereges ! E 1 he rege es
un desgraciado. Trabájese , pues , porque dexe de serlo, y si
se obstinare en su error , atájensele los pasos, para que no
atesore con su impenitente dureza mas ira , que la que
.ya tiene atesorada para el dia en que Dios ha de juzgarlo.
Quatro renglones contienen pocas palabras ; mas si en estas
está el fundamento de nuestra presente y eterna felicidad , el
que trata de arruinar este fundamento , ha tenido la infeliz
ventaja de disparar un golpe , capaz de hacernos miserables
para ahora y para siempre. La Religión no es tela de arafia ,
sino la mas preciosa de quantas joyas nos ha regalado la eter
na providencia. Lejos, pues, las manos profanas de esta pre
ciosa joya. El infierno en fin no prevalecerá contra la Iglesia
católica; pero podremos merecer que prevalezca contra la
iglesia de España, asi como ha prevalecido contra la de Fran
cia en nuestros dias , y pocos siglos ha contra las de Suecia,
Dinamarca , Prusia , Inglaterra , &c.
Si el don de Dios se hade conservar entre nosotros, es ne
cesario que se guarde con el mayor respeto el deposito de la fe:
que nuestros esfuerzos todos conspiren- ut ipsum soflamas . et
in eddem permamámus réguta : que en nuestras palabras se
cuide ut idipsum dicátis onmss, et non sinf in vobis schtsmatai
que no olvidemos que Jesucristo estableciendo su Iglesia pá
«a
suit altos quídam prophetas... , alias autem pastores et doctores..^
ut non circumferámur omni vento doctrina : que sin que S. Pa
blo lo notase, ¿la. sola luz natural no está convenciendo el
absurdo que se seguiria , si como el mismo Apóstol pregunta:
númquid otnnes fuesen doctores? Que la ciencia de la fe' no es
obra de nuestro estudio, ni invención de nuestro trabajo, y
de consiguiente no se deba buscar en otra parte que en aque
llos á quienes su soberano maestro puso en su lugar , para
que nos la ensañasen. Últimamente, que si nada hay tan con
forme con la razón , como que esta se persuada á lo que le re
vela el soberano autor que nos la dio , nada tampoco puede
darse mas irracional y atrevido , que quererle erigir un tri
bunal , en que haga comparecer , y quiera juzgar á su Dios.
Omito otra infinidad de reflexiones qus se vienen tras de estas,
y que solamente dexara'n de ver aquellos in qulbus Deus hujus
steutli excoecávit mentes infidéüum, ut nonfúlgeat eis illuminá-
íio Evangelii , glories Chrísti , qui est imágo Dei.
Me parece que he respondido á quantos argumentos suelea
oponer nuestros filósofos, tomados de la libertad. Permítame V.
ahora que haga algunas reflexiones acerca de la libertad que tan
to nos cacarean nuestros filósofos. Desde que ellos empezaron
á cacarearla , no pude menos que creer que su cacareo era una
manifiesta fullería , en fuerza de que quantas veces la habia
leído igualmente cacareada en varias épocas déla historia, otras
tantas tenia observado que quanto mas se repetía este nombre,
tanto menos se verificaba lo que significa , y tanto mas dura
era la esclavitud y miseria que se procuraba. Confirmó y con
firma este juicio el acceso de locura en que hemos visto , y es
tamos viendo á la Francia. El tema de esta locura fue la liber
tad , que sus filósofos le entonaban, y que ellos cantaron gran
demente , hasta atolondrar los oídos de todas quatro partes
del mundo. Mas de este tema no hubo otra realidad que la
que el desbarato de la imaginación , y la perturbación del jui
cio presenta á los otros locos de que son de vidrio , ó son el
Dios Neptuno , ú otros iguales temas. Acababa de sancionar
se en la asamblea nacional la absoluta libertad de todo fran
cés. Salieron unas monjas diciendole : Señor , si todo francés
63
es libre, nosotras que somos francesas , queremos, en uso de
nuestra libertad , continuar en el estado á que nos hemos so
lemnemente dedicado. Al orden del difl, fue la respuesta del Sr.
no sé si Mirabeau , si Pethion, ó si algún otro de los grandes
hombres que la familia del Conciso nos cita ; y las monjas , á
pesar de estar declaradas libres , fueron arrojadas de su con
vento. Se declaró la libertad de opinar en punto de religión y
de política , declarando igualmente por religión dominante la
católica, por gobierno de la nación el monárquico, y por tem
peramento el de la constitución. A los seis meses ya no habia
en el pueblo libre para opinar , quien se atreviese á hacerlo
por la religión dominante , y poco tiempo después el que se
descuidaba en santiguarse donde lo viese algún soplón , iba sin
remedio ala guillotina. La misma suerte siguió á los realistas
desde el momento en que el gobierno se declaró mona'rquico:
y en la misma vinieron á parar antes de dos años los que re
clamaron la constitución y aristocracia. Fue luego la nación
declarada república , y el pueblo soberano ; y á renglón segui
do el tal soberano era llevado de grado ó por fuerza á los exér-
citos,y puesto en la alternativa de arrostrar ó las bayonetas
austríacas , ó los cañones de sus consoberanos. Tras de la li
bertad se determinó la igualdad, que inmediatamente se puso
en práctica, echando por el suelo la grandeza, el clero, la no
bleza y quanto sobresalía : pero á conseqüencia de esta igual
dad nació otra desigualdad monstruosa , por donde loe mas
atrevidos y ladrones subieron á los primeros puestos, y levan
taron sobervios edificios con los escombros de los que la igual
dad arruinaba. Se predicó también , y se tomó por lema la
fraternité ; pero esta hermandad verificó muy de veras lo que
se dice por chiste de la de Ciudad-Real en nuestra Espa
ña: á saber , que da los buenos dias á balazos ; pues hoy unos
cofrades llevaban á la guillotina á quarenta ó cincuenta de los
otros : mañana eran conducidos los que hoy habían servido de
conductores : otro dia se seguían estos ; y la guillotina era,
pira explicarme así , el quartel de inva'lidos de todos los her
manos. Vino últimamente Buonaparte , y la libre , la igual
y fraterna Francia , no conoce mas libertad , ni igualdad, ni
, . . , , -• -. .- -•• •
fraternidad , ni Dios , ni religión , ni derecho , ni justicia, ni
cosa ninguna , que la que quiere darle y prescribirle este hijo
de su filosofía , fin y compbmento de todos sus filósofos.
. Vengamos á nuestra España. Desde que empezaron á rayar
en ella las luces de la filosofía, y sus ideas liberales resonaron
en la boca de nuestros sabios, y en los decretos de nuestro go
bierno , comenzó á acaba'rsenos la libertad de pensar y escri
bir bien , no metiéndome por ahora en la de obrar. Entraron
á carretadas los libros de Voltaire , Rousseau , Helvecio , y
otros de este jaez , sin que la Inquisición se atreviese á ata(-
jarlos , ó sin que pudiese conseguirlo quando se atrevía. To
mó la pluma el P. Zevallos para demostrar por escrito lo que
todos estábamos viendo : á saber „ que estos libros venían á
subvertir el estado. En vano el pobre mongs trató de ganarse
la protección de un magistrado , harto conocido por la libe
ralidad de sus ideas , haciéndolo mecenas de su obra. El tal
mecenas dio con su obra al través , ya que no era tiempo to-
davia de hacer otro tanto con su autor. El mismo magistrado
escribió cierta obrita muy á propósito para los fines de nues
tros filósofos, y como tal muy celebrada de todos ellos. Fr. To
mas Mamachi , maestro del Sacro Palacio , trabajaba al mis
mo tiempo en Roma no sé qué obra relativa á los derechos
de la Iglesia, contra el autor de quien nuestro magistrado ha-
bia sacado su plagio. Se descubrió , pues , este , y se descu--
brieron ademas la ignorancia y la mala fe , tanto de él , co
mo de su original. ¿ Y qué piensa V. que hizo nuestro sabio,
justo y despreocupado magistrado? Lo mismo que aquel mal
pintor que acababa de pintar un gallo , y se halló luego con
que uno vivo que entró por la puerta de su obrador en na
da se parecía á su pintura.

Su falta de habilidad
satisfizo con matallo ;
de modo que murió el gallo
por defender la verdad.

Supuesta ó verdadera , salió una orden del Gobierno pro-


hibiendo bzxo de pena capital la introducción del libro de Ma-
machi. Una persona que V. y yo conocimos, se valió para te
nerlo del correo, que pliego á pliego y en forma de carta se
lo traxo.
Escribió el enmascarado Justino Pebronio su pestilente y
capcioso libro Ds st.ttu Ec^lesice. Recibiéronlo con sumo aplau
so los filósofos que gobernaban , y lo hicieron pasar á todos
los tribunales y juzgados de imprenta, para que sirviese de luz.
Escribieron contra Pebronio varios católicos. No conviene, di-
xo el Sr. Fiscal del Consejo , que los españoles se mezclen y
enteren en estas disputas. Escribió el mismo Febronio su re
tractación, declarando su persona , y tratando de remediar su
escándalo. Yo no sé lo que diría el Sr. Fiscal. Lo cierto es que
no se dio licencia para que corriese esta retractación.
Hasta aquellos tiempos habia sido libre en todos los pai
sas católicos predicar contra Jas comedias. Por aquellos tiem
po D3xó un decreto del Gobierno , prohibiendo a los predi
cadores que lo hiciesen; y yo he visto un escrito filosófico (es
pañol se supone) que anima al Gobierno á que contenga al pre->
dicador que se tome la libertad de hacerlo. Omito otros mu
chísimos hechos de aquella época , y de las que se le siguie
ron; mas no puedo dexarde citar la supresión que se inten
tó, y que se consiguió por no sé quanto tiempo , de la cons
titución dogmática Auctorem fidei, dada por Pió Vi contra
el sínodo de Pistoya, cuya memoria tenemos tan reciente.
Acerquémonos ya á los dias de la libertad de la imprenta.
Antes que se tratase de ella , quiero decir , antes que se em
pezase á promover delante de la Junta Central, la vimos usur
pada por un millón de españoles católicos , patriotas , sabios,
juiciosos, y tan desinteresados, que ni aun quisieron darse á co
nocer : pero usurpada con toda la moderación y justicia , en
que la tenían las mas sa'bias y atinadas leyes. Mas se empezó a'
tratar de ella; fueron pareciendo los papelitos de sus promoto
res, que metieron poco á poco,y mucho á mucho el cisma; y vé
V. aquí que la mayor parte de los buenos escritores callaron.
Llegó la hora en que se maduró el proyecto , y quedó sancio
nado, aunque no como se quería, como bastaba al menos: y ya me
66
tiene V. al que quiere escribir inocentemente, con mat rravas que
en el tiempo en que tenia que andar dos ó tres tribunales. En
tonces, como la obrn no ofendiese á Dioso á los hombres , 6
no fuese rematada de mala , tenia llano el paso ; pero ahora
como primero no se ponga de acuerdo con la compañía da es
critores filósofos (como si dixeramos en Inglaterra con la com
pañi) de la India en punto de comercio) bien puede prevenir
se para unas carabanas de primera clase. Tendrá su escri
to un mérito extraordinario , como por exemplo lo tiene el
que se intitulaba Observador de Falencia , cuyo discurso qual-
quiera vale mas que toda la compañía junta, inclusos sus pro
tectores y fautores con todos sus gefes de obra , como ello*
se explican. El Observador de Valencia , y otros escritos de
igual ó casi igual mérito , apenas se conocen ; y sus autores,
los úaicos que'conocemos capaces de dar las luces que se nece
sitan , yacen en el olvido , ínterin una compañía de poetas
y semi-poetas , sacados por el molde de Lucrecio , Catulo ,
Tibulo , Marcial, &c. están dando el tono á la nación. Se
escribirán periódicos inocentes por quatro pobres, á quienes
la afición ó la necesidad ha traído á este género de escritos»
Saldrán al instante poniéndolos en ridiculo, suscitándoles plei
to y amenazas los señores escritores hambrientos , que quie
ren estancar este modo de pasar la vida , y de camino infes
tar al pueblo con quantas opiniones han leido ellos en sus pes
tilentes escritos. Saldrá contra esta canalla alguno otro que
muestre su ignorancia, su mala fe, y su poca ó nkiguna re
ligión. Mas antes de salir , tendrá que examinar su concien
cia , para ver si estos caballeros podrán sacar contra él al
guna personalidad , como aquella del nweno que sacaron con
tra Jua n Claros: tendrá que tomarse el pulso á sí mismo para ver si
podrá lidiar contra las calumnias que estos señores le levanten, co
mo se levantaron á Claros, porque dixo que solo Dios sabia si ven
dría Fernando Vil , y que lo queria absoluto como Jo hn-
íia jurado : ó que ajustar la cuenta con su bolsa para seguir
una demanda , como la que le pusieron al Imparcial delan
te de un alcalde del crimen : teñirá que considerar , siendo
clérigo ó frayle , si su estado ganará mas por su obra . que lo
67
que va á perder por las respuestas en que esos caballeros han
de desembuchar quanío la heregía y filosofía han dicho contra
los clérigos y frayles , como ha sucedido con el mismo ímpar-
cial : últimamente , tendrá que repasar el diccionario de los
sarcasmos y desvergüenzas , para tantear si tiene en este gé
nero todo el acopio , que los señores sus rivales han vomita
do y vomitan contra todos sus impugnadores.
Pero todas estas no sou todavía mas que bagatelas en compa
ración de otras cosas, en que ya hacen intervenir al Congreso,
y en que se versa el primer bien de la nación. Omito dos es
pecies, que ni mi estomago puede digerir, ni el decoro me per
mite tratar. Mas citaré otras dos que la religión y la razón me
obligan á referir. Es, no una opinión, sino una verdad de fé,
que las calamidades que Dios nos envia, son castigo de nues
tros pecados , y que el modo mas seguro de hacer cesar estas
calamidades , es enmendarnos y clamar á Dios. Estaban ade
mas de esto , no solo los cristianos, mas también todas las gen
tes y naciones que tienen algún Dios ( que son todas las del
mundo ) en la posesión de decirlo así privada y públicamente,
en sus conferencias particulares y en sus papeles públicos, en
los escritos de sus sabios y en los decretos de sus gobiernos,
en los rincones de sus casas y en medio de las plazas y salas de
sus juntas. Hizo este ensayo en nuestro Congreso Don Joaquín
Yillanueva, uno de sus diputados. Ni la inviolabilidad que se
dixo debían estos tener , ni el carácter de padre de la patria,
ni el de sacerdote , ni su mérito particular pudieron librarlo
de que el Conciso saliese burlándose de su discurso y de su
persona, y de que algunos en las Cortes lo sostuviesen, hacien
do el juego tablas. •
Desde que la España es católica (que ya hay algunos años)
se creyó en España lo mismo que en todo el mundo, que la li
bertad de hablar y escribir quanto se quiera sin limitación al
guna , era anti-cristiana, anti-social y anti-política. Dixolo así
en el Congreso el diputado D. Josef Morales Gallego ; y fué
tal la conmoción del populacho espectador, que hasta parece
que hubo de haber naranjas y tronchos de coles arrojadas con
tra el que lo dixo , como si hubiese dicho una blasfemia. Se
69
tuvo por cierto que el populacho que cometió este atentado, iba
sobornado por los señores filósofos. Si fue así, ya V. vé qual
es la libertad que ellos prpclaman, y con quanta fidelidad si
guen los pasos de sus maestros los diputados de la asamblea
francesa, que sacaron de los presidios, y llevaron á la tribuna
ó á la barra gente pagada , paraque confirmase con gritos y
amenazas, quanto ellos querían y decían. Supongamos no obs
tante que esto no fuese así , y que la gente se alborotase es
pontáneamente, en fuerza de lo que había oído al orador Ar
guelles y consortes, relativo á los grandes bienes que había de
traer esta libertad. Si el orador Arguelles, si sus consortes, y
si el Conciso con sus doscientos compañeros tienen siquiera una
gota de lógica, ( que lo dudo) no pueden menos que ser ellos
los primeros en conocer , que todos sus argumentos son meros
sofismas y paralogismos, indignos de un muchacho que lleve seis
meses de estudio. Resulta pues que si Dios y las Cortes no lo re
median á su debido tiempo, los predicadores de la libertad nos
pondrán en una esclavitud, igual á la que succesivamente ha expe
rimentado la Francia desde Mirabeau hasta Napoleón. Baste
de digresión y de libertad, y volvamos á las objeciones que se
han hecho y hacen contra el Tribunal de la Inquisición.
Consiste la segunda en que su erección fue , y su perma
nencia es un agravio de la autoridad de los señores Obispos ,
que por divina institución son jueces natos en materia de fe»
La amplían quanto pueden los Jansenistas sus autores, cuyo
sistema es, quando se trata del Papa, elevar hasta el cielo la
autoridad de los Obispos : quando de los Obispos, igualar coa
ellos á los pastores Acornó ellos les llaman , del segundo órdenz
quando los Obispos y estos los condenan , recurrir á los fieles
instruidos ; y quando la Iglesia toda se declarara contra ellos,
apelar á sí mismos , y decir que no es la Iglesia la que los
condena, porque ellos son de la Iglesia, y no se ha contado
con ellos. Por estos tortuosos arbitrios trata de conservarse es
ta canalla. Lo mas gracioso es que ya están impresos y públi
cos en nuestra España libros , en que se ponen en práctica es
tos tortuosos arbitrios. •
Nada hay mas fácil que sacudirse en dos palabras del pre-
69
lente, concediéndoles á estos señores que el tribunal de la Inqui
sición infiera á los señores Obispos todo el agravio que ellos di
cen; y preguntándoles después ¿quién los ha hecho procuradores
déla dignidad , ni de los que la tienen ? Saben Jos agraviados
sus facultades mucho mejor que estos caballeros : son mas ze-
losos del sagrado carácter que los distingue, que todos estos
supuestos restauradores de la antigua disciplina : han tenido y
tienen rail ocasiones de reclamar, y no lo hacen: ¿á que fin pues
viene este chisme? ¿ ni que intentan por él sus autores, sino al
borotarlo todo , para pescar mejor á río revuelto ?
Respondámosles no obstante en derechura. Saben los Obis
pos que por derecho divino son los únicos jueces en materia de
fe :pero saben al mismo tiempo que el tribunal de la Inquisi
ción les dexa intacto este derecho , porque ni define ni defini
rá' por de fé verdad alguna , ni impone ni impondrá pena que
uo esté impuesta por la Iglesia , si hablamos de las penas es
pirituales. Su comisión se ciñe á averiguar y castigar hechos
puramente. Y para averiguar si el que dixo ó hizo tal cosa, es
<S no reo de fé, su regla son las definiciones de los Obispos:
y para saber que pena corresponde al que resulte reo , sus le
yes son los cánones que sancionaron los Obispos ; saben de
consiguiente , que el Tribunal no es mas que un zelador de sus
definiciones, y un executor de sus leyes.
Saben los Obispos que perteneciendoles lo que correspon
de al derecho , pudieran reclamar también el juicio de los
hechos ; pero saben al mismo tiempo que el Tribunal ha teni
do siempre la moderación de mirar sus facultades como Jde-
£J¿jí, no obstante que el derecho canónico liams ya ordina
rias á las de los vicarios de los Obispos, cuya autoridad ni ha
sido, ni puede ser mas que una emanación de la suya : saben
que el Tribunal lejos de pensar en despojarlos de este conoci
miento , los llama también , y recibe al qQ; el Obispo tiene á
bien conferir el título de Inquisidor ordinario ; y saben ultima-
mente que en la España es ya una costumbre inalterable que el
Inquisidor General sea uno de los señores Obispos.
Saben estos también que no ha sido una arbitrariedad , si
no un efecto del mas maduro consejo, y de la necesidad mas vi
sible,k institución y conservación del Tribunal en la forma que
hoy tiene, paraque á los hombres depravados no les quede la facili
dad que antes encontraban , de rebelarse contra sus Obispos,
despreciar sus juicios y sentencias, levantar partidos contra él,
burlarse de su autoridad . y sembrar la cizaña en su Iglesia.
La autoridad temporal que el Roy lia depositado en los Inqui
sidores , los libra de estos inconvenientes, en que se han visto
envueltos muchos pobres Obispos fuera de la España.
Saben últimamente que la comisión en que el Sto. Tribu
nal entiende , es la mas odiosa y embarazosa de quantas an-
tes estaban á su cuidado. La mas odiosa, por la qualidad de
los delitos de que conoce : delitos mas propios de diablos qne
de hombres ; y la mas embarazosa , por las dificultades que
siempre ha traído, y siempre trae esta clase de reos y negocios.
La historia de la erección del Tribunal en el pie que hoy tie
ne , se lo muestra hasta la evidencia. El primer comisionado por
el Rey Católico fue el Cardenal de España Arzobispo de Se
villa. Muy en breve echó de ver este gran Prelado , que la co
misión requería mas tiempo que el suyo, y renunció. Fue en
tonces nombrado primer Inquisidor General, con letras apostó
licas el célebre Pr. Tomas de Torquemada. Que cara tuviese
entonces este empleo, col/jalo V. de que el Torquemada á po
co de haberlo admitido, se vio en la necesidad de tener doce
hombres de guardia que le destinó la Reyna su confesada , pa
ra que defendiesen su persona , y en la de usar antídotos para
todos sus alimentos; de que varios de los que él puso por subal
ternos en las Inquisiciones de Provincia , se vieron en fre-
qüentes peligros de morir, como sucedió a' San Pedro de Ar-
bues , que efectivamente fue asesinado en la Catedral de Za
ragoza ; últimamente de lo que las historias de aquel tiempo
nos refieren acerca del increíble número da apóstatas que in
festaban la España, del mucho partido y poder que en ella te
nían , y de las muchas inquietudes que suscitaron. Muerto
Torquemada, fue electo Inquisidor General D. Fr. Diego De-
za , Arzobispo que también fue de Sevilla , y que últimamen
te se vio tan embarazado con este penoso ministerio, que lo re
nunció para que recayese en el Cardenal Ximenes de Cisneros,
coya suma autoridad y experiencia podia sostenerlo solamen
te. Tieae V. aquí la gran conveniencia que en los principios
fué, y aun ahora es en parte, el empleo de Inquisidor, y por
consiguiente el poco juicio con que algunos chismosos quie
ren pintar al Sto. Tribunal , como una infracción de los dere
chos di los Sr.js. Obispos.
Forman el tercer argumento del modo de proceder este
Tribunal por inquisición, exponiendo quanto aborrecen las
leyes este modo de proceder : y aqui volvemos á encontrar
nos, no solo con los jansenistas, mas también con nuestros hu
manísimos filósofos , que de todo se agarran. Mas la solución
es también muy llana y sencilla. Reprueban y castigan las Je-
yes que se inquiera umversalmente contra alguno , trayendo á
qüestion todas sus acciones, preguntando al testigo en general
si sabe algo contra Fulano , abriendo de este modo la puerta á
las calumnias , y procediendo el juez sin que preceda infamia,
qaexa , delación , ni cuerpo de delito. Mas las mismas leyes
que prohiben esta inquisición por punto general , la quieren y
la mandan para casos particulares. Va un Obispo á visitar
qualquier pueblo de su diócesis : los cánones le mandan y lo
autorizan , para que mande baxo de santa obediencia , se le
delaten los escándalos y defectos graves de sus clérigos , sean
estos de la clase que sean. Acaba un juez el tiempo de su
oficio : viene tras de ¿1 otro de residencia , que convida al
pueblo á que vaya á quexarsele de todos los agravio?. Se en
cuentra un delito , v. g. un homicidio , cuyo autor se ignora:
están los jueces obligados á inquirir de todo viviente , quien
cometió aquella maldad. Hay sospechas , aunque sean vagas,
de que se maquina contra el Príncipe ó contra el estado : ya
es sobrado motivo para que se proceda á averiguar lo cierto,
proponiendo premios , y estrechando apremios.
Contrayendonos al Sto. Tribunal , el ni ha inquirido ni in
quiere en general. Sus inquisiciones se limitan á las materias
de Religión puramente. El homicidio , el robo , el adulterio
y otros tales delitos , jamás entran en sus averiguaciones , a
no ser que tengan enlace con el error en punto de fé, á que
*e circunscribe su inspección.
72
El jamas designa persona , aún quando procede contra de
terminadas personas. Sus primaras peguntas son vagis. 3Sabe
V. de alguno que haya dicho ó hecho alguna cosa contra la san
ta fe ? Si procede á conseqüencia da algún dicho ó hacho que
ha llegado á su noticia , ya la pregunta se contrae al hecho,
mas nunca insinúa la persona, v. g. g Sabe F. d¿ alguno que
haya escrito que el temor del infierno es un triunfo de la su
perstición sobre la filosofía ?
Él ha tenido siempre para inquirir , los mas graves y no
torios motivos. Inquirió en su principio contra Jos Maniquéos.
Mas era un hecho que constaba á todos , qua estos lobos dis
frazados en ovejas pervertían la fe, y turbaban la pazdelalta*
lia, la Francia, Cataluña y otras provincias. Inquirió en to
da nuestra España desde fines del siglo XV. en adelante. Mas
todos sabemos que dieron un no interrumpido motivo para 'ello
primero los judíos, luego los moriscos apóstatas , después los
misioneros que nos embiaba el partido de los Protestantes^
los Alumbrados y los discípulos de Miguel da Molinos , que
tuvieron su cuna entre nosotros.Junte V. á esto que somos ra
yanos de la Francia , que por todo un siglo ardió en las guer
ras civiles, que encendieron los hugonotes, y de donde después
no han cesado de venirnos las pestilentes máximas del ateis-
mo. Si como fue esta cíase de epidemia la que la Francia pa
decía , hubiese sido el vómito negro , y si como la guerra
que se ha hecho por ella á la Religión, se hubiese hecho con
tra el estado; hubiera nuestro gobierno puesto cordón para
que ningún apestado pasase , y hubiera doblado la vigilancia
para que no se nos entrasen en casa las espías. Mas se versa
ba la causa de Jesucristo , de que por lo común se cuidaba
muy poco , y esto hizo que el Sto. Tribunal que nos defen
día , omitiese este importantísimo y segurísimo midió de de
fensa. Con mucho dolor entendí años pasados , que sus facul
tades estaban limitadas para solos los casos de delación. Ya es
tamos cogiendo los frutos. Ya en nuestra España s¿ habla tan
libremente de la Religión, como en la Francia en los días que
precedieron á su pública profesión del ateísmo. Faltó de en
tre nosotros el miedo , que es quien guarda la viña. Haga Dios,
73
que no veamos esta viña dada in conculcationem , que es la
sentencia á donde conducen estos antecedentes.
Lo mas admirable es que la nueva filosofía , no contenta
con abolir el proceso por inquisición , también da sus tientos
contra el de la delación. Me acuerdo de haber leído el ira-
preso de no sé que' abogadito , que valie'ndose del pretexto de
que la malicia solia abusar de las delaciónes, pretendía que es
tas debian abandonarse. A saber , discurría como filósofo de
moda , para quien qualquier abuso que se hace de Ja cosa , es
sobrada razón para que se quite la cosa de que se abusa. Por
esta regla , deberemos quedarnos hasta sin sol , pues tantas ve
ces abusamos de su luz. Póngame V. , pues , que no se pro
ceda contra nadie sin que preceda acusación formal y el
acusador quede obligado á probar el delito , y sugeto á
la pena del talion si falta en la probanza, como ese se
ñor filjsofo pretendía ; no es menester mas para que todo se
vu;¡va el puerto de arrebata capas. Ya tendrá que tentarse bien
la persona y la bolsa el que haya de presentarse a' decir : fu
lano con veinte compañeros me robó en tal camino. Abierta una
vez la licencia de decir desatinos, nunca se queda el hombre
en alguna cosa tolerable; él hade añadir uno á otro, y un
abismo ha de prepararlo á otro abismo.
Presentemos ya la quarta objeción. El tribunal nunca da
al reo el nombre de los delatores y testigos , siendo así que
las excepciones que pueden oponerse contra estos , son uno
de Jos medios de natural defensa.
Responderé á esta objeción con un hecho de que fui tes
tigo pocos dias antes de la invasión de Ioj franceses. No me
acuerdo qual de los alcaldes del crimen pasó oficio á cierto
convento , para que enviase á su presencia dos de los pas
tores que le servian , á fin de carearlos con un ladrón , que
pocos dias antes los habia robado y apaleado lindamente. Pre
sentados al día siguiente los pastores á dar su declaración,
quando se esperaba que volviesen al convento para ir de allí
á guardar sus ovejas , llega la noticia de hallarse presos , y
que desde la cárcel imploraban el favor de sus amos. Fué in
mediatamente el procurador á saber del juez la causa de aque
74
lia novedad , y lo halló indignado hasta lo sumo , porque los
pastores en vez de prestarse á la diligencia , y haber decla
rado la verdad , se negaron á ello hasta el extremo de ni si
quiera levantar los ojos para mirar al reo , y decir y repetir
temblando , que no conocían ni habían visto aquel hombre.
Compuesta por fin la cosa , los echaron á la calle ; y recon
venidos por qué no habían hecho lo que se les mandaba , res
pondieron : mañana ó el otro sale esa hombre libre , ó se es
capa del presidio , y si nosotros hubiéramos declarado contra
él , vendría y nos daría un tiro , y quedaría perdida nuestra
familia , &c. No hay hacendado alguno que no pueda refe
rir muchas anécdotas parecidas á esta , y es una persuacion
de casi todos , que si las gentes que trabajan en los campos,
quisiesen decir quienes son , qué hacen , y donde paran los
ladrones , no habría ladrón que durase ocho días ; mas el mie
do de morir á sus manos los obliga á desentenderse y callar.
Contrayéndonos ahora á nuestro asunto , ruego á V. que
pase con la imaginación á los tiempos , en que el santo Tribu
nal se creyó en la necesidad de adoptar , y la Silla Apostó
lica de sancionar el expediente de que hablamos. Comenza
ron las averiguaciones por el orden común ; y al punto se
echó tic ver que por este orden se frustraban las mas interesaa-
tes averiguaciones. Los judíos eran entonces los amos del di
nero de España , porque ellos eran los únicos comerciantes y
renteros que había. Los judios fingiéndose cristianos, se intro-
duxeron en los empleos públicos , y hasta en el mismo San
tuario, y habían contraído con nosotros muchos y muy estre
chos enlaces. Los judios también solían tener las hijas muy bo
nitas , y valerse de su hermosura para hacerse el lugar, y ha
cernos el daño , que mas de una vez mencionan nuestras
historias, g Qué sucedía pues ? Que ninguno ó muy raro se
atrevía á delatar , ni á declarar algún judaizante , por miedo
de sus parientes y fautores. Fue , pues , indispensable , si el
mal habia de remediarse , adoptar la medida de suprimir el
nombre del que dilataba ó declaraba , para que pudiese hacer
lo libremente.
Estas y otras muchas razones demasiado obvias movieron
73
ti ánimo del Papa Bonifacio VIII. para expedir la Decre
tal 20 , si no me engaño , del título de hcereticis en el 6. lib.
Esto mismo confirmó Sixto IV. en la bula que dirigió á
los Reyes Católicos para el establecimiento del Santo Oficio
en España, en el año, creo, de 1479 , y repitió en el de
1482, determinando el me'todo que debia seguirse en los jui
cios, y declarando ser precisa esta circunstancia, como mani
festaron enérgicamente el Inquisidor General Torquermda al
Rey D. Fernando el Católico, y el Cardenal Cisneros al Eir-
perador Carlos V . quando para destruir el fruto importante
de este secreto , ofrecieron los irreligionarios en recompen
sa de su abolición ochenta mil áureos , en la ocasión mas es
trecha de los apuros de la guerra.
La misma causa que hubo para adoptar esta medida del se
creto , ha existido y existe para conservarla. Raro pelón se
mete á novador. Los que emprenden esta carrera , son por lo
común personas de mas cuenta, de mas poder, de mas enlaces,
J de muchísimas mas intrigas. Baste con observar qje los que
hoy llevan el pendón de la incredulidad , son los que en el pue
blo tienen reputación , merecen concepto , y cuentan con mu
chos clientes , prosélitos y amigos. Si , pues , i estos señores
se les ha de averiguar la vida y milagros , es menester po
ner á cubierto á los pobres que hayan de ser testigos.
Otra nueva razón hay para esto , y es que como ya dexo
observado , siempre anda Venus liada con la heregía y la filo
sofía , y siempre Venus es la red en que suelen caer ambas.
Sucede , pues , que á vueltas del error contra la fé, que no de
be taparse , se descubren errores y atentados contra el honor,
que deben encubrirse. Póngame V. que se haya de dar al reo
y su abogado el nombre de la muger que fué seducida con pre
texto de piedad ó filosofía , y yo le pondré al instante que la
tal muger no tiene obligación de delatar al seductor, aun quan
do sepa que ha seducido , y sigue seduciendo á todas las de
una Ciudad. El Santo Tribunal toma las precauciones posibles,
para que en los autos nada suene ; mas no hay precaución que
baste á obscurecer el delito , como no sea la de sepultar en un
profundo secreto el nombre de la persona. También en el fue
76
ro civil hay algo de esto. He visto formar autos contra uno
que estaba amancebado con una muger casada ; y el nombre
de esta constaba en testimonio separado de los autos que el es
cribano siempre reservaba en su poder.
Entretanto el Santo Tribunal resarce con usuras á los reos
el leve detrimento que padecen por hallarse privados de la
defensa que pudieran sacar da las excepciones contra dela
tor y testigos. En primer lugar , averiguando el carácter y
reputación de estos, é inquiriendo si tienen contra el reo al
guna causa probable de mala voluntad : en segundo, no pro
cediendo á la captura , hasta tanto que los delatores y testigos
se hayan ratificado delante de dos d mas testigos de respeto, y
con todas las precauciones que caben en la prudencia humana,
para impedir el engaño y la sorpresa ; sobreseyendo qtiando
los testigos no concuerdan , y consultando dos , quatro ó mas
teólogos , quando aparece la mas pequeña duda : en tercero,
conminando y poniendo en práctica las mas severas penas con
tra los calumniadores ; y en quarto y último , dando un va
lor extraordinario á qualquiera excepción que insinúa el reo,
quando emplaza 6 adivina sus delatores. He visto dos casos
con singular edificación mia. En el primero , el reo acertó cora
el delator ; y sin embargo de que las disculpas que dio ape*-
ñas eran probables , le valió para la absolución el haberlo
acertado. En el segundo , un artesano convencido de muchas
blasfemias, alegó que sus compañeros los otros artesanos lo
miraban con rivalidad , porque tenia mas compradores que
ellos : y ésta tan débil excepción le hubiera seguramente va
lido , á no ser que de los diez ó doce testigos que habían de
puesto contra él , quatro ó cinco no fueron de su oficio. Yo
quisiera ciertamente oír á qualquier hombre de razón , aun
entre los mismos reos, discurrir acerca de esto. Acaso ante
pondría esta decantada injuria de la Inquisición , á la fran
queza y justicia de los otros tribunales.
No es razón que aquí perdonemos á nuestros filósofos,
omitiendo una reconvención que deben sufrir. Quieren estos
caballeros hacer valer contra el Santo Tribunal la supresión
del nombre de los delatores en nuestros dias , en que todos
77
hemos visto suprimidos los nombres de los que delataban por
mostrencas las posesiones que habían disfrutado como propias
nuestros padres y abuelos , y en que tantos picaros andaban
averiguando quienes liabian tenido la desgracia de perder
los títulos , quienes los tenían de manera que se pudiese ale
gar contra ellos alguna quisquilla , quien poseía fincas sin
mas titulo que la buena fe con que compró , &c. Filóso
fos fueron los que propusieron á Godoy este bendito plan : fi
lósofos algunos de aquellos á quienes Godoy cometió su exe-
cucion : filósofos los que lo executaron á sangre y fuego : filó
sofos , en fin , ó dependientes de filósofos , los que andaban
de oficio en oficio de escribanos , para buscar medios de in
comodar y robar a' todo el mundo. Era V. delatado : pedia el
nombre del delator ; y no se le daba , porque no querían los
señores filósofos que se le diera , no fuese que el Rey (que
era la tapadera) perdiera sus derechos. Y estos señores filoso
fes mientras hacían esto , se estaban evaporando en refle
xiones contra la Inquisición , porque no mostraba el nombre
de los delatores. He visto en estos dias en un Conciso, que
las Cortes han sancionado que ningún español sea juzgado sin
que se le den los nombres de los testigos que han depuesto
contra él. Si ha sido así , y el ánimo de las Cortes fue' com-
prehender á la Inquisición en este decreto general , bien pue
de ya el Sr. Arguelles ahorrarse el trabajo que ha propuesto
toaiarse , para librar á la nación del susto de este Tribunal. Sin
mas diligencia que esta, vendrá él á acabarse , ó á quedar
en una mera sombra. Mas si las Cortes no tuvieron tal áni
mo , como yo creo , y si aquel decreto fue. una de las sor
presas que á mi se me figuran , tiempo es todav/a de poner
el remedio , y de dar á los filósofos ese disgusto, en la con
fianza de que no será disgusto sino para los filósofos.
Digamos algo sobre la última objeción, fundada en los mu
chos fantasmas que desde Francia, Alemania, Holanda y otros
países, que no la han admitido, no cesan de descubrirse en
la Inquisición. Si hemos de estar á las pinturas que desde allá
nos vienen , no puede darse cosa mas horrorosa : y si al ori
ginal de estas pinturas , que tenemos dentro de nuestra casa,
tampoco podrá darse una prueba mas convincente de la igno
rancia y ligereza con que tantos hombres, por otra parte gran
des , han hablado de nuestras cosas , y de la mala fe con que
los enemigos de nuestra Religión les han dado causa para que
hablen. Lo peor de todo es que los que entre nosotros se lla
man filósofos , abusan de este error para impugnar al Tribu
nal como objeto de la desaprobación y censura de todos los sa
bios extrangeros desentendiéndose de que los sabios extrangeros
lo reprueban por una ignorancia la mas crasa , ó tal vea la
mas afectada , de lo que nosotros estamos palpando, j Admira
bles filósofos y dignos españoles por cierto ! Quando alegamos
contra las novedades que intentan , la constante opinión, y
no interrumpida práctica de nuestros mayores , nos responden,
que las cosas no deben determinarse por la rutina , sino por
la razón : y quando la razón , la conveniencia , y todas las
consideraciones están por nosotros , entonces nos quieren con
fundir con la autoridad de los que menos conocimiento tienen.
Mas vengamos á la solución.
Nadie puede informar mejor de las cosas que los peri
tos que las experimentan. Esta es una verdad conocida por
tal hasta ahora. Pues bien : en punto de tribunales, y del tra
tamiento que en ellos se da, los verdaderos peritos son" los reos
que los experimentan. Pregúntese , pues , á qualquiera de
los muchos reos que han estado presos por la Inquisición ¿ qué
tal les ha ido por allá? ¿ qué genero de trato les han dado ?
¿ qué vejaciones han sufrido , &c, ? y éstese en todo aí infor
me que ellos dieren. Este tribunal no teme esta censura , á
que seguramente no se prestarán jamas muchos de los otros tri
bunales. Hay mas todavía. Han sido demasiado freqiientes
(y no ha mucho que sucedió uno en Sevilla) los atentados de
algunos reos , que por redimirse de las vejaciones de la cár
cel , ó del presidio en que los tenían , han tomado el abomi
nable arbitrio de hacerse reos de Inquisición, prorrumpiendo
en blasfemias heréticas , escupiendo la sagrada forma , ó co
metiendo otras tales atrocidades. Por ellas han sido llevados al
Tribunal , donde averiguada la cosa de raiz , se ha visto que
el nuevo atentado ha sido solamente hijo de la aprehensiou,
79
por donde el r:o ha esperado encontrar en el nuevo Tribunal
la humanidad y compasión que echa menos en el que lo juz
ga ó castiga. Ello es que ninguno cae en las manos de los
Inquisidores , qu3 no diga cL% ellos mil bienes.
Recusemos sin embargo estos testigos , y llevemos la cau
sa al tribunal de la filosofía , á pesar de que en esta materia
es peor que el de Pilaros. ¿ En quál de los tribunales del mun
do encuentra el reo su absolución , su remedio y su seguridad
por la sola espontánea delación de sus crímenes ? Pues esto que
en ningún otro tribunal se encuentra , se encuentra infalible
mente ea la Inquisición. Haya yo dicho y hecho contra la Re
ligión quanto puide hacerse y decirse : si volviendo en mí , me
presento en el tribunal á hacer una sincera confesión de mí
culpa , mi culpa se perdona ; la penitencia que por ella se me
impone , es casi la misma que se me impondría en el tribunal
de la penitencia ; el trato que se me da es el de un padre que
no aspira mas que al bien de su hijo ; y sobre todo, tanto mi
confesión como su remedio, se sepultan en un profundo secre
to , y se me dexa continuar en el gece de una reputación que
tan digno he sido de perder.
¿Que' tribunal hay en el mundo que se vaya con tanto pie
de plomo en la captura de los reos ? Viene una delación : co
mo si no hubiese venido. Sobreviene otra : aun no es tiempo.
Llega la tercera , ó se agregan vehementes indicios : todavía
hay que consultar si resulta crimen. Pasanse los dichos y he
chos que constai á teólogos que los censuren , sin que sepan
jamás que persona es la que censuran. En una palabra, el auto
de prisión no suele salir de este tribunal, sino en fueraa de
una probanza , que en qualquier otro basta para la sentencia
definitiva. Muy diablo es menester que sea el calumniador , ó
muy equivocados deben estar los testigos para que se proceda
á la prisión de un inocente. Esto no obstante , para que nada
pierda de su reputación , si lo fuere, la prisión se hace del
modo mas secreto que es posible.
Tengo suficientes noticias del trato que se da á los pre-
«os , y he visto una de las prisiones. Muchísimos pobres ino
centes quisieran para habitar de continuo las estancias que sir
8o
ven á la seguridad de estos culpados. También se, que el car
nicero que despacha para la Inquisición, conoce que hay hués
ped nuevo por la nueva ración que se le compra; asi como el
que corre con la dotación de las cárceles, hecha da ver quantos
presos se han añadido , por las raciones de menestras que tie
ne que añadir. EH punto de grillos, cadenas y demás instru
mentos , sé que no se usan ordinariamente , y que sirven solo
en un caso muy extraordinario. He oido decir que el goberna
dor francés de Madrid Belliard , quiso como baca francés des
cubrir en las cárceles de aquella Inquisición , lo que tantas ve
ces habia leido en sus libros : y últimamente halló que todos
aquellos monstruos que esperaba hallar, no existían sino en su
imaginación , y en la de los escritores qje se la pagaron. Es
constante á todos los que tienen ideas legítimas de l,i conduc
ta del Sto. Tribunal , que á los reos se les trata con la mayor
consideración , aseo , caridad, y particular cuidado en sus en
fermedades. Son visitados continuamente por los jueces , uaas
veces de oficio en cada mes , y orras por mera benevolencia;
velando siempre sobre su asistencia, comodidad, &c. de suer
te que todos quedan muy agradecidos al final de su causa ; y
antes de partir á su destino son preguntados baxo juramento
acerca de los defectos que han experimentado en el trato que
les han tenido , para comandarlo en lo sucesivo.
¿En qué tribunal del mundo mengua la severidad de las
penas á proporción de lo que crece la sinceridad con que se
confiesa el delito ? Es axioma de to;los los otros reos, que quan-
to mas buena es la confesión , tanto mas mala es la penitencia.
No así en la Inquisición. Mientras mas 11 im es la confesión,
mayor es la misericordia. En otros tribunales solo se busca la
vindicta pública y el escarmiento: en este no se trata de qus
el pecador muera , sino de que convertaíur, el vivat.
% En que tribunal se hace caso de la opinión del reo rela
tiva á la qualidad de su delito? ¿Y quantos reos van á la horca
muy creídos en que su pecado no >la merece? Al contrario en la
Inquisición. Si el error del reo es acercadel derecho, quiero de
cir , si él está persuadido á que nada ha dicho en lo que ha di
cho, que sea contrario á la verdad, su desengaño es el pri
8r
mer cuidado que ocupa la atención de sus jueces. Estos llaman
feólogos con quienes conferencie , y que le hagan conocer su
error. Si no basta una conferencia , se añaden otra y otra. Si
unos teólogos no consiguen el desengaño, se buscan y ss traen
otros. En nuestros dias sucedió en Sevilla haberse dilatado por
muchísimos meses estas conferencias , y haber sido llamados
para ellas quantos hombres tenían crédito de doctos y piado
sos , no solo en la ciudad , mas también en toda la Andalu
cía. Hasta el varón apostólico Fr. Diego de Cádiz fué distraí
do de sus gravísimas y no interrumpidas tareas , para reducir
i una reo obstinada en sus errores , y que exercitó por muchos
dias la paciencia y zelo de este hombre incomparable. Si de
resultas de estas conferencias se desengaña el reo , ya se vuel
ve por el Tribunal al sistema de la misericordia. i
Se concluye últimamente el proceso. Nombra el reo abo
gado , ó el mismo Tribunal se lo escoge de entre los que tie
nen mas crédito ; y este abogado es el único que tiene el pri
vilegio de ver y hablar quantas veces quiera , y á solas al reo.
Responde á su nombre , y lo defiende lo mejor que puede. Y
después de todo esto , llama el Tribunal á los mismos teólogos
que en el principio dieron la censura , para que oidos todos
los descargos , confesión y alegatos del reo , digan si satisfa
ce. A este lance quisiera yo convidar á todos los charlatanes de
nuestros dias. Con solo mirar el semblante de los jueces , po
drían ver la verdadera imagen de esa humanidad y esa filan
tropía , de que tanto y tan en vano blasonan. ¡Qué interés por
el bien del desdichado de cuya suerte se trata 1 j Qué ale
gría , si los teólogos miran como dignos de aprecio los descar
gos 1 j Qué abatimiento de animo, y que tristeza , si juzgan
que no son mas que efugios I
Vengamos á la sentencia. No siendo el Tribunal árbitro
de la ley, no puede desentenderse de ella ; pero ¡qué de le
nitivos y de fraudes piadosas (si puedo decirlo así) no emplea
<n su aplicación ! Disponen por exemplo las leyes civiles que
el reo sufra doscientos azotes : dispone lo mismo la sentencia;
pero vamos á la execucion , y el resultado es que el reo no
sufra ni uno. Disponen el destierro , ó la reclusión en un mo
82
nasterio : es preciso que se haga así ; pero para hacerlo se con
sulta con el mismo reo extrajudicialmente , qué pueblo, ó qué
convento le acomodará mejor , para que allí sea su destino. Va
el reo á cumplir su condena. Con qualquiera representación que
haga por él el prelado del convento ó el vicario del lugar, ale
gando que está enmendado ó que le va mal de salud , se mu
da á donde el quiere , y se le va restituyendo ía libertad y el
exercicio del sagrado ministerio , si lo tenia , y ha sido sus
penso de él. Aun ha habido mas. Supe de un pobre clérigo ,
á quien por cierta flaqueza fue necesario remover de su curato,
y alejarlo de él. No le era fácil mantenerse en el destierro : y
para ocurrir á esta necesidad , se escogió para el destierro un
pueblo , donde tenia el beneficio uno de los jueces , que des
de luego nombró al penitente por servidor.
En fin , el último recurso que es relaxar al brazo secular
al obstinado , al relapso , al impenitente , ¿ qué de dificulta
des no cuesta ? ¿ Qué de esfuerzos no se hacen para no llegar
á este extremo ? ¿Y qué rarísima vez se llega ? En Sevilla á
una muger herege formal , obstinada y pertinaz en sus errores,
que había exercitado la paciencia del Tribunal y el zelo de in
numerables teólogos por muchos meses, y que no se reduxo á
la retractación , ni aun después de haberle intimado varias ve
ces que seria relaxada al brazo secular ; se le prometió después
de haberle leído la sentencia , que si se convertia antes de sa
lir por la puerta del Tribunal para el auto público, se le con
donarían sus enormes delitos , conmutándole la pena de muer
te que debería sufrir, en otra muy moderada y puramente cor
reccional. ¡Hasta este extremo se eleva la benignidad y mise
ricordia del Tribunal de la fe ! De aquí, que sea muy raro el
auto de Inquisición , por el que los reos son entregados al bra
zo secular. Nosotros en nnestros dias hemos visto un solo
exemplar : nuestros padres en los suyos ninguno ; y nuestro»
abuelos apenas se acordaban de algún otro , que nos refe
rían como un fenómeno tan raro como los cometas. Cítese
me un solo tribunal de quien pueda decirse otro tanto.
Yerra, pues, miserablemente el Sr. Arguelles, quand»
cree que debe extenderse hasta la Inquisición su filantropía. La
83
nación, á pretexto de cuyo bien se propone hacerlo , nada
sufre por causa de este tribunal. Ningún hombre de bien se
incomoda con su memoria, no obstante que á pesar de ser hom
bre de bien , no cesa de ser incomodado por el alguacil , por
el alcalde mayor , por el tribunal ordinario , y por todo lo que
se llama justicia , y que algunas veces no lo es. Para el ladrón,
el homicida y demás reos públicos , son de mucho peso los
otros tribunales ; mas del de la Inquisición ni aun siquiera se
acuerdan, porque sabea que nada tiene que ver con ellos. ¿Quien
es, pues , el que lo teme, el que no lo olvida, y el que no
puede oirlo nombrar ., sin que la sangre se le vaya al corazón?
El que no contento con ssr depravado, lleva hasta el último
eittemo su depravación. El hombre vano, soberbio y orgullo
so, que cree de sí mismo que es mas sabio que quantos sabios
han tenido diez y ocho siglos , que van de Cristo acá , y en
que quantas verdades componen nuestra creencia , han pasa
do por el crisol del mas detenido examen , y de la mas obsti
nada contradicción. El presuntuoso, que sin irle en ello ni
reñirle se erige en maestro de los otros hombres , para extra
viarlos del camino de la verdad , y hacerlos cómplices de su
perfidia , é instrumentos de su ambición. Y sobre todo , el hom
bre corrompido, que para evitar los estímulos con que su con
ciencia no cesa de castigar su corrupción, se vuelve contra su
misma conciencia , y trata de sacudir, y de que otros sacudan
el suave yugo de aquel que se la dio. ¿ Y quantos serán estos
en toda la extensión de los dominios españoles ? Estoy en la
persuacion de que pocos respecto de todos los demás. ¿ Y se
rá razón que por sosegar á pocos tunantes , expongamos la
quietud , la seguridad , la . fé, la esperanza y la probidad de
tantos millones de almas ?
Yerra, repito , el Sr. Arguelles , y sin conocerlo va á su
mergirnos á todos en un abismo insondable de males. A la li
bertad de conciencia se sigue la de dogmatizar : á ésta las di
visiones y partidos ; y detras de esto» la sangre , los incen
dios, las sediciones, la anarquía , y todos los desastres. ¿Có
mo podremos olvidarnos de los estragos que ocasionó en todo
el norte de la Europa Lutero ? ¿ Cómo de las atrocidades y
84
guerras civiles , en que por espacio de un siglo envolvió á
la Francia Calvino ? j Cómo de los dos siglos y algo mas de
carnicería , de que ha sido teatro la Gran-Bretaíía desde la
apostasía de Enrique VÍIÍ. ? ¿ Cómo al menos de ese infierno
de males en que se ha envuelto , y nos tiene envueltos la
Francia con su maldita filosofía ? Decía Felipe II , y decía
bien , que coa quatro clérigos que nada le costaban , mante
nía él en sus dominios la paz que los demás Príncipes de Eu
ropa no podían conseguir á fuerza de exérciíos y de san
gre. ¿Porqué, pues , se trata de abandonar este medio tan se
guro de defensa , y de demoler este muro , en que se estre
llan todos los males y desgracias ?
No creo que es por sí, sino mirando á los filósofos, por lo
que teme el Sr. Arguelles. Por Dios que se dexe de temer.
Sean aquellos filósofos para sí quanto les de la gana : y déxen-
nos á nosotros en las tinieblas é ignorancia con que estamos
muy bien hallados, y de donde rogamos á Dios que no nos con
sienta salir. Por la boca mucre el pez : cállense su pico; y la
Inquisición será para ellos como si no fuese. Si la conciencia
les arguye , tampoco teman. No son tigres ni osos los jueces
en cuyas manos deberán ponerse , ó caer : y acaso su felicidad
y su sabiduría consistirán en esto que ahora les parece des
gracia. Hablo con bastante conocimiento. Muchos filósofos,
algo mas encaprichados que estos, han hallado en esta desgra
cia su remedio; porque han oído y aprendido una clase de fi
losofía, de cuya existencia , no tenían las ideas que por razón de
su profesión de cristianos debían tener. Testigo por todos el au
tor del Evangelio en triunfo, que fue entre nosotros uno de los
primaros apóstoles del filosofismo, y que después del feliz
tropezón que lo separó de esta carrera, no ha cesado de ates
tiguar , que solas la ignorancia y la corrupción son las que
producen los filósofos , y que todo el remedio consiste en dar
tiempo á los libros, y cercenarlo á los amores.
Se engañan ciertamente los que para encontrar en su des
orden la paz que desean , se empeñan en obscurecer las ver
dades que se la turban. Estos infelices no hacen otra cosa que
querer rechazar el aguijón, dando coces y mas coces contra él.
8*
Mientras traían de combatir la inmortalidad del alma, la exis
tencia de una vida futura, la providencia que cuyda de los
hombres, la autoridad del Evangelio , lo ünico que consiguen
es revolcarse entre estos abrojos , que siempre los rodean y los
punzan. Rabian sus almas por traer gentes á su partido. Si hu
biera una escala para subir al Cielo , y poner allí la guerra al
Dios que tanto les molesta , pudiéramos creer que juntaban
tropas para esta expedición. Mas si no hay táctica para exe-
cutarla, y si no está arriba ni fuera de nosotros, sino dentro y
muy dentro este enemigo que nos molesta, ¿ no es estar locos
andarse á busca de reclutas , y emprender ataques contra el
viento ? Mas yo , amigo mió , he degenerado en predicador , y
sabe Dios si mi sermón será en desierto. El gran predicador
para convertir á esta gente es el tribunal de que tratamos. Un
solo amago suyo vale mas que sesenta golpes nuestros. Si el
Congreso quiere, como creo que está queriendo, librar á la Es
paña de sus peores enemigos, comisione al Sto. Tribunal, que
sabe muy bien como se hace este negocio , y que en dexándole
expeditas todas sus facultades, nos limpiará de filósofos, como
ha sabido limpiarnos de judaizantes , protestantes , alumbrados
y demás pestes*
Aqui punto redondo , porque voy á salir del quadro : esto
es, i mudar de estilo, dexándome arrebatar del fuerte impulso
con que ha agitado á mi imaginación el discurso en que el
Sr. Arguelles anuncia su voto para quando se ventile en el Con
greso el asunto de la Inquisición. Es el caso que quando es
cribía los últimos renglones, y trataba de cerrar con ellos esta car
ta, el desorden con que tengo los Diarios sobre la mesa me pre
senta desgraciadamente aquel anuncio. Se exálta con él mi fanta
sía; retozan y bullen en ella multitud de ideas aglomerándose unas
sobre otras , y sin poderme contener, me decia á mi mismo.
Tal es la aversión que tiene el Sr. Argüelles al Sto. Tribunal
que me parece oirle decir : ñeque nominetur in vobis. ¿No es
este el énfasis de su áurea peroración al Congreso ? Se admi
ra por una parte , y con razón , de que en este asunto se quie
ra eludir una discusión en que al fin se habrá de entrar. Se vuel
ve la causa al instante , y regaña de la imprudencia con
86
que se ha traído este negocio en un tiempo en que la salud de
la patria reclama exclusivamente toda la atención del Congre-
to. Hace mención después del choque en que están las pasio
nes , los intereses individuales , las miras particulares de cuer-
poí, que ciertamente no ha suscitado la Inquisición. Desea
momentos de calma , de otra tranquilidad y bonanza que los
que gozamos en el día : y ya se vé , como las borrascas todas
de dentro de casa, y los choques de las pasiones é intereses
vienen de la filosofía , estando en mano de esta callar , y de-
xar las cosas sosegadas , y no soñando ella en semejante dispa
rate , alejar la discusión del Tribunal para la calma , es seña
larle por época la misma del ayuno de Galves , que siempre
había de ser mañana. Acude luego á un Concilio nacional ,que
puede convocar la filosofía ad Kalendas Gnecas. Detras de
esto se lamenta de que por una fatalidad inconcebible se llama
la atención de las Cortes. Se queja de que no se baya querido
imitar el sabio exemplo que se ha dado evitando esta disputa
quando se discutía la libertad de imprenta , que era puntual
mente la ocasión en que debió tratarse. Asegura que la mate
ria es ardua y grave; (grave quiere decir pesada , y solo Dios
y el Sr. Arguelles saben lo muchísimo que el Tribunal pesa
á los filósofos ) que debe examinarse baxo todos los aspectos^
(contra la costumbre de todos ellos, para quienes ningún ne
gocio tiene mas que una cara ) que es disputable baxo el ecle
siástico y político; (¿y que cosa no h.iy disputable para nues
tros nuevos oráculos ? ) que hasta el día jamás se ha analizado^
( j Bendita sea esta destructora química que todo lo analiza I )
que la inviolabilidad de los diputados que ¡es asegura la mas
absoluta libertad en sus opiniones , le dará margen ( ¡Dios nos
libre 1 ) para exponer la saya con todo desembarazo y claridad.
¿Y no mas que esto ? No señor ; que ahora se siguen los true
nos gordos. Los grandes puntos que hay que examinar , son la
autoridad y la jurisdicción, que en el día no existen, como demos
traré. (Dios les haya perdonado su alma. ) Pero por si acaso
se rebulle este Lázaro quatriduano , resta todavia apretarle de
nuevo el pescuezo , lo que se hace con la siguiente cláusula:
ventilados estos , es preciso ver si las circunstancias en qae se
íafla la nación son Jas mismas que al tiempo de su erección.
No señor , que son infinitamente peores ; porque quando se
creó , los apóstatas del cristianismo que dieron causa á su erec
ción, tenían siquiera la falsa religión del Talmud, ó el Coram:
lo que ahora no sucede con los filósofos , qu= abominan toda
religión. Esto es por un lado : por otro , las circunstancias
de ahora son mas fáciles que las de entonces : entonces el que
apostataba , lo hacia por una funesta persuasión , que al fin
era persuacion; ahora no es mas que por una elación intolerable,
por distinguirse de los demás, por encaxa'rsenos á todos encima,
por ligereza de cascos y otros iguales motivos. Entonces los
judíos eran gente acaudalada ; ahora fuera de los corifeos de
los filósofos, que es gente de respeto, todos Jos demás son unos
hambrones. Concluye nuestro oráculo que resta ver ii es com
patible con las declaraciones y decreto de las Cortes su resta
blecimiento en el modo y forma que hasta aquí. ¿ Ha oído V. ?
Restablecimiento. Con que ya voló. Declaraciones y decreto de
los Cortes. Con que aquel sabio exemplo que en ellas se dio, evi
tando esta disputa quando la de ¡a libertad de la imprenta, ya se
nos volvió agua de cerrajas. Decreto de ¡as Cortes. ¡ Que me
emplumen si este tal decreto no es el de 24. de Setiembre, jus
to, necesario, y luminoso ciertamente; pero de donde nuestros
filósofos á fuerza de estrujones y tirones sacan quantas conse-
qüencias son análogas á su pestilente sistema I Por fin dexemos
esta materia que ya hiede , y sépase que si hemos de tener fi
losofía , es preciso que no haya Inquisición : asi como si hubie-
«e Inquisición expedita, seguramenteya no tendríamos filosofía.
Pero pues !a tenemos , y estamos en la ocasión de filosofar
quanto nos de' la gana , no puedo menos que presentar á V.
una observación filosófica que de repente se me ha venido á
las mientes acerca de las peroraciones del Sr. Arguelles. Quan
do ellas no se versan sobre negocios de gente de corona , corre
plácidamente por sus discursos aquel flumen de satis loquentiae,
safientiae parum, con que riega todas las materias. Pero en
tropezando con aquella gente, ya no es un magestuoso y so
segado rio , es un torrente que se despeña, que todo lo en
vuelve en sus rebueltas aguas , que arrastra quanto se le pone
por delante , que todo lo llena de espu mas , y cuyo ruido se
asemeja al de las olas de un mar enfurecido. Ya V. ha oido el
tliscursito este sobre la Inquisición : ya se acordará del salero
con que dixo aquello de toda la orden de Predicadores junta
con su fundador al frente &c. : vuelva la hojita á la pag.
68 y verá el capítulo que da' al comisionado de la Regencia:
(nada hubiera perdido con decir el Eminentísimo Cardenal de
Borbon) escúchelo después : esta nueva manera de proceder
es para mí desconocida : reflexione últimamente sobre todas
las discusiones en que ha habido que tratar , y él ha tenido
que chocar con coronas ; y me verá V. á esta gatita de ma-
ri-ramos tan morronguita, tan lavoteada, y acicalada otras
veces ; vuelta de ufias, hiriendo con todos cautro remos , apre
tando los dientes y los colmillos , y dando los maullidos mas
destemplados. Félix qui pótuit rcrum cognoscere causas. ¿ Por
qué será esto? Verdaderamente que no lo entiendo. Una co
sa me ocurre , y es, que esta facultad no consta de los po
deres de la nación , por mas ilimitados que sean. Nadie en
la nación se los toma mas ilimitados qu? la gente de cascara
amarga, ó de la vida airada, como solemos decir, acostum
brada á meterle á qualquiara un puñal en la barriga porquítame
allá esas pajas. Sin embargo de esto , si un clérigo ó un frayle
les hace algún agravio, la primera y ultima expresión con que
responden, es : Padre válgale á V. la corona. Sr. Arguelles :
válgales la corowa.Añada V. d lo dicho que después... pero bas
ta de juegos de imaginación , y reservémonos para quando el
Sr. Arguelles exponga su voto , y entonces trataremos con se
riedad sobre todas las especies que vierta en él.
Mas no quiero acabar ésta sin decir una palabrita sobre
la inviolabilidad que ha reclamado. Confieso ingenuamente que
no entiendo esto. Porque una de dos : ó el Sr. Arguelles ex
presando su dictamen en el voto que anuncia acerca de la In
quisición ha de chocar con algún punto de nuestra creencia,
lo que ciertamente no temo ; 6 ha de manifestar su juicio sia
ofender de manera alguna á nuestra religión. Si esto ssgun*
do j á qué fin reclama su inviolabilidad ? Donde no hay de
lito ¿cómo ha de haber juicio y castigo? ¿Qaándo se ha proce
«9
díde contra algan diputado, que con la justa libertad que le da
tu comisión , manifestó sus opiniones sin faltar á los debe
res de patriota y de católico ? Es pues en vano en esta supo
sición reclamar la inviolabilidad. Pero ahora , si desgracia
damente sucediera lo primero ¿cómo habia de ser inviolable ?
¿Son puntos que pueden reducirse á qüestion los artículos de
nuestra creencia ? Si algún diputado negára la soberania de
la nación decretada por las Cortes , y que el Sr. Arguelles ca
lifica de principia eterno, ¿se quedaría impune en virtud de
su inviolabilidad ? Si esta se acaba quando el entendimien
to no se cautiva en obsequio de las Córtes , ¿ cómo puede
durar quando no quiere cautivarse en obsequio de la fé ? Ni
Fernando VII es inviolable rigorosamente en el sistema que
insinúa el mismo Sr. en sus discursos , pues no podrá , se
gún ellos , le que pudieron los otros seis Fernandos, y de cuya
¡nocente vida no faltó en las Córtes quien pretendiese se podia
hacer sacrificio, si fuera preciso para el bien de la nación. Ma
diriel Sr. Arguelles que el Rey es para el reyno , y no el
reyno para el Rey , y que de consiguiente en casa'ndose este
contra la voluntad del reyno , se hace indigno &c. j Linda*
mente I Y pregunto yo ahora : ¿ los diputados son para la
nación , ó la nación para los diputados ? ¿ Y qué nos debe
remos hacer con un diputado que intentase arrancar la Re
ligión á su nación ? Verdaderamente que no lo entiendo.
Si las ideas rancias valiesen, presto saldríamos de la diíi-
coltad. Según ellas , aun quando el Rey sea delinqüente, es
inviolable , porque no existe tribunal sobre la tierra superior
a' un monarca , que pudiera llamarlo á juicio , graduar su cul
pa , y aplicarle la correspondiente pena. Ademas , ni deba
jo del cielo , ni encima de él , hay cosa alguna inviolable si
no la inocencia. Si de texas abaxo se tienen también por in
violables los gobiernos y la muchedumbre de pecadores, esto no
es porque el pecado del Principe ni del pueblo sea privilegiado,
sino porque este crimen no puede castigarse, sin que en el cas
tigo se envuelva la inocencia; porque en habiendo sedición,
padecen con los malos también los buenos ; y lo mismo quan
do se castiga una muchedumbre , donde no es fácil separar á
los pecadores de los inocentes.
,90
Según 'estas reglas (que otras veces eran las únicas) el Con
greso entero de Cortes debe ser, y es inviolable, mientras
en él haya uno siquiera que cumpla con su obligación ; pero
no serian ni deberían serlo fulanito ni menganito que aposta
tasen de ella , y fuesen conocidos por su apostasía. Suponga
mos por un instante que uno de los diputados fuera descu
bierto espía de Napoleón : ¿ seria inviolable ? ¿ Pues cómo ha
bría de serlo el que se descubriese espía de Voltayre ? ¿ Por
ventura el pueblo español estima en mas su libertad que su
Religión ?
Vaya otra reflexión. Los diputados nada mas tienen que
una m.Ta comisión de su pueblo de quien son meros procura
dores , como cien veces se ha dicho en las Cortes y fuera de
ellas. Si atentasen contra la Religión ¿ tendrían justo título
para hacerlo ? ¿Podrían en virtud de su comisión? No señor,
pues ella ha sido para todo lo contrario. Resta pues que lo ha
rían por el abuso con que la profanasen , y por la infidelidad
con que la sirviesen. Pregunto yo ahora , ¿ y un procurador
que hace lo contrario de su encargo , y es inñel á las miras
del que le dio el poder, es violable ó inviolable?
En vez de una carta se halla V. con un cartapacio, que
mis continuos achaques no me han permitido acabar hasta
hoy día de S. Pedro , y así se ha verificado que lo que se co
menzó por el primer misterio de la fe , se concluya en el dia
del primero que la confesó. Tal vez extrañará V. que en ella
no solo impugno , sino también satirizo á las filósofos ; pero
sepa que sigo en esto el precepto de las santas escrituras se
gún lo advierte S. Agustín : Sacras scripturoe .... philósophos
hujus mundi evitártelos atque irridendos esse pr<eciplunt. Ha
ga V. lo mismo , y no se olvide de obsequiar con sus ordene»
á su afectísimo servidor Q. S. M. B.
Eí Filósofo Rancio.

P. D. Se me ha pasado satisfacer un argumento , que co-


tra el Tribunal hacen los filósofos. Para que nada quedase qua
no le opusiesen trataron de desenterrarle los huesos , y de ir á
buscar en la antigüedad las injusticias que querían imputarle.
Un tal Cobarrubías, indigno de este respetable apellido, sacó á
luz las causas de Fr. Bartolomé Carranza, de Fr. Froylan Diaz,
y no sé si alguna otra : causas , cuya decisión da todavía mo
tivo á varias opiniones ; y causas que el influxo del gabinete
y el interés de personas muy poderosas hizo embarazosas y di-
ficiles. Quisiera que el conductor de' esta no me executára pa
ra acabarla, y así tendria tiempo para satisfacer con extensión
este reparo; pero diré siquiera dos palabras. Primera: qu2 des
pués de escudriñar y arañar tanto los rivales del Tribunal en es
tas causas , nada han podido sacar en claro , nada han demos
trado contra su recto modo de proceder y de fallar, y todo es
tá aun envuelto en la incertidumbre de meras opiniones, de que
resulta que nada de esto perjudica al buen nombre de la In
quisición. Segunda : que aun suponiendo que en estos dos ó
tres exemplares, que la malicia ha podido descubrir en mas de
tres siglos , hubiese faltado el Tribunal á sus leyes , nada se
probaria contra la utilidad y necesidad de este establecimiento.
Yo ruego á qualquiera que tenga práctica de tribunales que me
diga de buena fe , si no ha encontrado otros tantos en cada
mes en los tribunales que por su profesión ha freqüentado , y
señaladamente donde juzgan estos caballeros que tanto decla
man contra la Inquisición. Nunca ha sido motivo el abuso que
alguna vez se hace de la cosa , para reprobar la cosa de que
•e abusa. Ni Poncio Pilato fallara lo contrario ; pero nues
tros filósofos sí.
. 1
TERCERA CARTA CRÍTICA

DEL FILOSOFO RANCIO,


EN QUE PRESENTA AL CONCISO

UN JUSTO Y NOBLE DESAFIO,


PARA QUE IMPUGNE
SUS CARTAS CON RAZONES,
Y NO CON INJURIAS ,

COMO LO HA HECHO
EN EL NUMERO DE 22 , DE 4GOSTO,

TÍTULO HIPÓCRITAS.

REIMPRESA EN MALLORCA :
EN LA OFICINA DE FELIPE GUASP^
AÑO 1813.
*** J Agosto 25 de 18 1 1.

»i estimado amigo y dueño , por fin la pegó V. Aun no


había concluido la anterior remitida , quando me dieron á leer
rai carta del 1 6 de mayo , impresa baxo el título de carta crf~
rica de un filósofo rancio. Me sorprehendí , y por lo que le
tengo dicho puede V. hacerse cargo de la gracia que me hizo
la tal fechuría. Renegué lindamente de V. y lo puse para mi
tajo de voluntarioso y majadero á toda mi satisfacción. No
ha sido poca la que me ha causado después la buena acogida,
que la dichosa carta me dicen ha logrado , tanto entre los
Españoles , como entre los portugueses ; habiéndose distraido
toda la impresión en pocos días , y pagádose algunos exem-
plares de segunda y tercera mano por el quádruplo de su va
lor . á pesar de ser toda una pura errata , y aun faltarle clau
sulas enteras. £1 interés con qne miran la materia no les ha
«lado lugar á pararse, ni en el poco orden de las especies, ni
en el desaliño del estilo. Empezé pues á contentarme, vien
do que en algún modo contribuía á la causa que todos te
nemos por buena , y que efectivamente lo es. Pero no hay
gasto cumplido en este mundo , ni vanidad á que no llegue su
humillación. No era mucha la que yo habia empezado á con
cebir por los dichos aplausos , ni largo el tiempo en que la
gustaba , quando hete aquí que llega á mis manos el Concito
de 22 da Agosto. Conciso de los de á diez quartos ; bien que
ni por este , ni por ninguno de los que le han precedido ó se
guirán •, he dado , doy, ni daré' cinco reís , que es la moneda
mas chLa del pais : ni creo que Dios me dexará tanto de su
mano , que caiga en esta tentación. Digo pues que acabo de
lleer el tal Conciso de los diez quartos , que en esta tierra ha
cen medio tostón. ¡ Qué precioso I ¡Qué filosófico ! ¡Qué di
vino! ¡Vaya! ¡que no negará la pinta de sus padres,
aunqiu lo envuelvan entre todos los papeles que tenía el ar
chivo de Simancas! j Qué filosófico ! vuelvo á decir ¡Qué
razones tan sólidas ! j Qué convencimientos tan irresistiblás I
¡Qué ideas tan liberales I ¡ Qué estilo tan urbano 1 j Qué!....
I Viva , viva la urbanidad , la buena crianza, la finura; viva
la cortesía I g Donde encontraré yo expresiones , tropos y figu
ras , para elogiarlo según su mérito ? V. no dexará de conocer
que lo tiene muy señalado entre los que acostumbran expli
carse con el lenguage propio y peculiar de los filósofos de
moda , quando ponen en movimiento todo el arte de su crítica
mordaz.
Hablemos claro. En lo que he escrito , y han querido dar
á luz ; en lo que está inédito , y en lo demás que pienso es
cribir he dado y habré de dar varias censuras á los errores j
absurdos con que me topo ; calificándolos según juzgo deben
»er calificados. V. sabe muy bien que ni conozco , ni quiero
conocer á sus autoras : la calificación que de aquellos hago,
es la que naturalmente exigen. Si alguao pues se pica (que
será señal de haber comido ajos) y se cree censurado sin jus
ticia , deshaga mi equivocación y yo mismo cantaré la pali
nodia. ¿Qué dificultad puedo tener en ello ? ¿Soy yo por ven-:
tura filósofo de moda para ser infalible en todo la que diga?
Mas el modo de deshacer mi equivocación no es traer una
carretada de especies sacadas del evangelio , y de la religión
que lo adora y aplicadas indigna , capciosa y ridiculamente
contra los defensores de la religión y el evangelio» P'Alem-
bert consiguió mucho por este camino ; pero lo consiguió en.
la Francia, y quando todavía el vulgo sencillo no entendía
la maula. Mas hoy que la maula está descubierta y conocida*
I
j que se trata de hacerla valer ert Espaffa , no es" de recelar
que haga muchos progresos. Con que el único camino que resta
para vindicarse al que quiera hacerlo , es entrar enqüestion, y
mostrar la falsedad del hecho ó del derecho que yo cito. Del
hecho , negando que él dixo tal cosa , ó borrándola del papel
en que consta que la dixo : del derecho , haciendo ver que
la cosa que dixo no es lieregía ni impiedad , ni absurdo ; sino
una verdad de grueso calibre , y si pudiere ser eterna tanto
mejor.
Me ha edificado el dicho Conciso con el evangelio , con
el gran filósofo Jesucristo , con la religión , la conciencia , el
infierno .. y que sé yo con qué mas cosas en la boca, g Quién
había de esperarlo ? Pero á esto y mucho mas es capaz de re
currir un filósoso apurado. Mas yo , después de darle las gra
cias, porque siquiera esta vez se ha acordado de que hay todas
estas cosas , le digo que está muy bien el sermón , que como
conseqüencias de ellas me predica ; pero que si después de él
no ma muestra que es mentira lo que he dicho , se quedará
siendo tan verdad como en el dia en que lo dixe , y quizá pa-
la la futura eternidad. Sea muy enhorabuena que yo sea un
hipócrita , un Buonapartista , un..... vergüenza me da de re
petirlo. Yo beso la mano de este señor maestro ciruela que me
azota , y digo : todo esto está muy bien ; mas Vs. y todos los
de su cofradía , sin excluir á los mayordomos y priostes , han
dicho contra la fe católica , han repetido los errores de fulano
y zutano conocidos en el mundo entero por impíos y liberti
nos , han injuriado á la santa iglesia ; y en fin , han dicho,
dicen , y dirán todos los errores , disparates y absurdos que
son consiguientes á la mucha presunción , á la absoluta igno
rancia y ninguna piedad. Esto he dicho , esto he probado , y
esto seguiré probando , y diciendo con los textos en la mano.
Á esto hay que responder ; y en no respondiendo á esto , nada
tenemos : porque lo que Vs. me dicen de que soy un gran pi
caro , eso quiere decir que seremos muchos ; pero no que
no lo son Vs.
¿ Le parece á V. , amigo mió , que el caballero de las tres
personas y diez q u artos , admitirá el justo y honroso dezafío
6
que le presenta , aviniéndose 6 a* retractarse de lo qne na di
cho , ó á de nostrar la sinrazón con que lo censuró ? Para obli
garlo mas á que lo admita , quiera hacerle un regalo que me
ha de estimar mucfn. Sepa V. que este mi predicador acos
tumbra sacar de la gazeta de Lisboa sus ciertos plagios , que
luego viste á lo manólo , y los vende á cinco , ó á diez quar-
tos , según caen las pasas. Por si acaso sus muchos cuidados
no le permitieren fixar en él la consideración , quiero copiarle
un trozo de la de 23 de Agosto, que merece seguramente vein
te quartos. Con mas gracia , que se lo he de traducir , aun
que sea mal para ahorrarle este trabajo al pobrecito. Dice pues,
después de haber copiado de la gazeta de nuestra Regencia
las dos notas del embaxador británico á. nuestro ministro , y
de este al embaxador británico. ,
w Acabamos de publicar dos documentos muy importantes
•>•> en el artículo de Cádiz : en ellos verán nuestros lectores la
•>•> íntima amistad que subsiste entre la Inglaterra y la España,
M á pesar de los esfuerzos de un puñado de malvados, ven-
w didos á nuestro cruel invasor..... ¿ Y cómo es posible que en
w medio de la sangre de tantos generosos madres de la liber-
•>•> tad : en medio de tantas acciones pasmosas de heroísmo , co-
v> mo llenan los anales de la España desde dos de Mayo de
M 1808 hasta ahora, haya infames que se resuelvan á vender
« el precio casi infinito de tantos sacrificios , y la independen-
v> ciay el nombre de su patria ? ¿ Y de que patria?.... Mas ya
w que estos malvados no conservan sentimiento alguno de ho-
w ñor , ó de virtud , tampoco debe tenerse con ellos una pie-
v> dad ó conmiseración que puede ser funesta. Hombres tan cor-
v> rompidos no se enmiendan jamás ; y solo la autoridad de
•» la justicia los puede corregir. Ni parece ser buena razón
V para descuidar , la consideración de que e! número de estos
M perversos es muy pequeño en comparación de los buenos
« Españoles , por que un pequefío fermento , si se le da tiempo
» y descanso , basta para acedar una grande masa." •
¿ Qué tal , señor Conciso el de los diez quartos ? ¿ Si será
este gazetero alguno de los mansos de corazón que predican la
palabra de Dios ? V. podrá: sacado por el husmo , porque nuV
«arices no alcanzan i htíto. Peto en lo que me parece que no
cabe dispensa , es en que V. le predique un sermoncito , si
quiera como el que me ha predicado á mi y á mis dos compa
ñeros : á bien que la enciclopedia trae metralla bastante ; y
por mucha que V. gaste con aquel extrangero , quedará la su
ficiente para mí , y quizá también para otros que á semejanza
roia estén en ánimo de gastarla.
Pero si vale algo la humilde advertencia de un filósofo
que apesta á rancio, quisiera yo que V. no volviese á cometer
el yerro que ahora , de cargar de balas los morteros , y los ca
ñones de bombas y granadas. No señor : cada cosa para su co
sa. Lo digo , porque V. en su sermón hace un toíum revolu-
tum de varios artículos de la enciclopedia , que se estamparon
en ella para muy diferentes usos : v. g. las palabras toleran-
lia , mansedutnhre , caridad , humanidad y otras tales deben
servir puramente para quando haya que hacer almíbar , 6
que sobar alguna piel de oveja. Por el contrario, los artícu
los hipócrita , frayleñ fanático, &?e. no deben entrar ', sino
quando hay que hacer ungüento de cantáridas , ó que adobar
la dentadura de algún lobo. V. no está enterado en esto,
J asi salió ello, porqué' no puede darse un semejante
bodrio.
Ni créa V. que este modo de pensar sale de solo mí
«aletre. Es el resultado de varios juicios que se hicieron en
H' tertulia , quando perentoriamente se leyó el bienaven
turado sermón. Uno de los circunstantes luego que oyó aque
llo de la caridad cristiana , los consejos del gran filósofo (que
ao quiero repetir quien es : por no profanar como V. y Jos
suyos su adorable nombre) los principios de moral 5í?c. y luego
la salutación que á cons-equencia de esto tiene V. la bondad
de encaxarhos , nos interrumpió la lección con el siguiente
«tiento. Oia misa nna gitana algo mas cerca del ajtar que lp -
que ler hdbierá convenido. Sucedió que al pobre sacerdote,
al inclinarse para consumir sé le escapó un poco de gas me-
fltico que atormentaba su cuerpo. Apenas salió el huésped,
quando faé derechito á tropezar can las narices de la gitana,
«jas apretándoselas entre los dedos , y volviéndose á otra que
I
la acompañaba le dixo gangueando. ; Ay muge I ¿ no vet lo
que le ha suceio al paire 9 Al punto que le ha entrao Dios por
la boca , ya le está saliendo él diablo por él... Aplique V. el
cuento. Será milagro si esta no es la vez primera que á este
filósofo se le ha presentado á la memoria Cristo , y no ha po
dido menos que echar por la pluma al diablo.
Eso consiste, dixo otro, en que él ha creido que la manse
dumbre , la caridad y demás máximas cristianas no se hicie
ron mas que para los frailes y los clérigos , y no para los fi
lósofos : asi como el comer galápagos no se hizo sino para
los cartujos.
Interrumpióle otro lleno de cólera , y dixo : cada vez es
mayor mi indignación contra este satanás , que freqúentemente
se transfigura en ángel de luz. Quien no lo conoce que lo
compre. £1 ha de dar al través , como pueda , con todo lo
bueno, si los buenos no dan primero al través con él. Véanlo
Vms, en el número correspondiente al la de agosto, donde
dice : que á Napoleón mas le ha conquistado la imprenta que
las bayonetas. ¿ Quantas conquistas á favor del monstruo de la
tiranía no habrán podido hacer muchos de los impresos de es
te periodista ? ¿ No es la religión la que principalmente no*
estimula á aborrecer al tirano ? Pues el Conciso repetidas ve-
cs no va muy de acuerdo con la religión. Llenó de injurias al
Imparcial porque afirmaba que existen relaciones entre Dios y
sus eriaturas ; dando á entender insidiosamente con esta im
pugnación , que él no reconocía sino relaciones eternas de la
naturaleza desde el principio de las sociedades , como se ex
plica. Estando á su texto , parece que los fines de la creación
de la especie hnmana no son los que nos enseña la religión,
que se propuso Dios al criar al hombre : pues dice : quedarí
an ilusorios ¡os fines de la creación de la especie humana , é in
terceptado irremisiblemente este orden.... ti el pensamiento....
áebieie sufrir la mas pequeña traba ó restricción. Para él lo
mismo es la tentación que la devoción. He caído dice , en la
tentación , tí sea devoción , de echar mi ochavito en este cepillo.
Yo no sé , digo la verdad , yo no sé si esto y mucho mas que
omito , me huele algo á cosa de naturalismo ó fatalismo. In
listo en mi primera proposición. ¿ No es la nnion la que ha
de hacernos firmes contra el tirano? Pues freqüentemente es
parce en sus escritos semirfas de división , disgustando entre
sí las distintas clases del estado. ¿No quieren Vins. creer quan-
to he dicho? Pues aquí , aqui está el catecismo mahometano
inpreso en Valencia , en que se citan variaá de las éxpresio-
aes del Concisa que acreditan mi aserción , y en que con mu
cha solidez é igual chiste se combaten algunos de sus errores.
Léanlo Vms. y se admirarán de cómo en la católica ■é ilustra
da ciudad de Cádiz han podido publicarse desatinos tales,
i Quieren Vns....
Otro que hasta entonces no habia despegado sus labios
cortó el acaloramiento de este , diciendo : señores , háganse
Vms. cargo de que este eicritor plural estaba sofocado , y un
hombre sofocado es capaz de hacer que arda Troya. Dema
siado bien hemos escapado ccn que no nos haya costado la so
focación mas que diez quartos. En otro pudiera dar que no se
contentára con otros diez encima.—Los demás concurrentes
dueron diversas cosas con mucha oportunidad, que yo iré
repitiendo poco á poco quaodo tenga mas tiempo y mejor salud.
Me resta únicamente encargar á V. que si topare con al
guna unidad de ese triple escritor , se sirva remitírmelo al
prólogo que Miguel de Cervantes puso á la segunda parte de
*u Quixote , y recuérdele de mi parte , que de los dos cuen
tos que alli trae de locos y de perros , se avenga á tomar el
del podenco en mi nombre y el otro en el de mis dos com
pañeros el del Diccionario razonado , y el de la Diarrea de las
imprentas. No mas ; pero si quisiere V. mas , busque por ai
la enciclopedia francesa , ojee en ella , y últimamente se en
contrará con el texto de D' Alembert , de donde se ha sa
cado el sermoncito de el Conciso. Mientras parece ó no, lea
los dos primeros tolmos del- secreto revelado , dado á 1 uz en
portugués por el presbítero Agustín Macedo. No se puede ne
gar á los tres mozos que están muy aprovechados en el evan
gelio , según la exposición de la escuela de Voltaiie.
De V. &c.
El filósofo rancio*
.*>
P. D. ¡Qué persecución! Ahorá que no estoy para es
cribir mas , me obliga un amigo á poner esta , y á que su
plique á V. reimprima mi primara carta , para saciar Ios-
deseos de estos portugueses que ansian por ella, y no la encu
entran. Me dirá V. que esto es volverme atrás, yo digo lo mis
mo; pero quando de ello no se saque mas utilidad que acrecen
tar muchas veces cinco quartos i los otros cinco que chu
pa el qobr- del Conciso, ¿ Le parece i V. que es digna de per
derse la tal obra de misericordia ? Pregúnteselo V. á él.
QUARTA CARTA CRÍTICA

DEL FILOSOFO RANCIO.


IMPUGNACIÓN
DEL DICTAMEN DEL SEÑOR CORDILLO , DIPUTADO DE CORTES,

EN QUE ESTABLECE LAS BASES DEL PACTO SOCIAIt

AL GUSTO DE LOS FILÓSOFOS DE MODA.

REIMPRESA EN MALLORCA:

LA OFICINA DE FELIPE GUASP,


AÑO 1813.
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*** y Agosio 16 de 1811.

_migo , dueño y señor : tapientií est matare con-


ñlium i y yo aunque no lo sea , me esfuerzo á imitarlos. Ha
bía ofrecido á V. continuar el asunto sobre que se han versa
do mis dos anteriores , en que usando del estilo irónico , y
llevando el ridiculo hasta el último punto , trataba de mani
festar los enormes disparates y funestísimas consecuencias que
tanjaban , y á que nos conducían los sectarios del filosofis
mo. Mas veo que no es necesario ya este trabajo. Lo prime
ro, porque tanto en el Congreso como fuera de él está aquel
tundentemente conocido por un charlatanismo sin orden ni ata
dero, encaminado á trastornar todo orden, y á dexar á la na
ción sin altar y sin trouo y sin leyes , y á privarnos á todos
de nuestras propiedades para pasarlas á las manos del que sea,
6 mas poderoso , ó mas astuto para robar. Y lo segundo, por
que en caso de que acerca de esto haya quedado alguna du
da, ya la están desatando admirablemente el Diccionario ra
zonado , las críticas que se han dado á luz contra ciertas pro
clamas y varios otros papelillos de los que se imprimen; y
acabarán de desatarla Ja obrita que apunté á V. en mis ante
riores del secreto revelado , la de las cartas del gabinete de
St. Cloud, que está traducida, las del general Sarracín, que
es regular se traduzcan pronto al español , como ya lo están
en portugués ; y en fin muchas otras que espero vaya pro
duciendo el desengaño. Contemplo, pues, que no hay ya la me
nor necesidad de llamar la atención á las nulísimas consecuen
cias á que nos llevan estos charlatanes. •
Mi carácter propenso siempre á creer del mal lo menos
posible, me influyó en el principio á pensar que no era una re
4
finada malicia la que los animaba. La poca edad de unos, la
mucha presunción y soberbia de muchos, el deseo de singu
larizarse , la propensión á la moda , la malísima elección de
libros , la compañía de otros tan ignorantes como ellos y en.
fin , la total ignorancia de lo que sobre todas las materias han
escrito otros hombres, desde. que los. hambres, supieron escri
bir ; eran en mi concepto todos los pecados de nuestros filó
sofos : pecados de que concebía esperanzas podrian enmendar
se luego que echasen de ver que no todo el monte era de oré
gano : quiero decir, que había otros conocimientos y otras,
lucea mas sólidas -y. puras que las, que ellos habían tenido por
tales; que ios hombres no habían sida ni eran tan ignorantes
como ellos y sus Jibrillos suponían; y lo que es mas , que
los únicos ignorantes eran ellos , por haberse dexado llevar
de sus perniciosos y capciosos librillos. Mas no señor ; no es
este su solo pecado. El error ha pasado del entendimiento á
la voluntad y la voluntad ya depravada resiste ala luz que. quie
re desengañar el entendimiento. No pueden decir con §. Pa
blo "ignorans fezi in incredulitate mea ; poxque ya su igno
rancia no es de aquellas, en que la 'alta de voluntad, sirve
en algún modo de disculpa. Su enfermedad es mucho mas gra-
,ve ; porque la depravación de la voluntad impide las funcio
nes á su entendimiento, como estas hayan de conducirlo :á la»
verdades que ella ya tiene aborrecidas : naluit intelligere , ut
-bene ágeret*
De esta verdad me suministra una prueba evidente el de-
'satinado empeño con que se quiere aan sostener la ilimitada
libertad de imprenta mucho mas allá de los justos límites que
le ha prescrito el Congreso» El cisma que hace tres siglos afli
ge á la Iglesia , perturba la paz , é inunda de sangre , de er-
•rores y de horrores á la Europa , la ha mirado y mira desde
«1 triste día en que nació , como su único y universal apoyo»
De consiguiente , quantos hijos del cisma y del error han si-
•do capaces de escribir , otros, tantos han juzgado como el mas
interesante de sus negocios sostenerla : otros tantos para soste
nerla , han apurado quantoel entendimiento puede sugerir 'dfr
verosímil y especioso. No es mucho, pues , que esta libertad,
5
tan lavada ahora de cara , tan disfrazada de moda , y con
una carta de dote como la que se le ha puesto , nada menos
que de montes de oro ; decidiese á muchos á enamorarse de
ella, y á separarse de aquella otra pobre vieja, á quien la sabi
duría de nuestros padres habia siempre querido, y la solidez y
pulso, de nuestra legislación adornado de una verdadera riqueza.
Tampoco es admirable que presentada baxo los lisongeros aspec
tos enque sus promotores la han presentado, y mucho masenunas
circunstancias como eran las en que nos hallábamos, en que el
despotismo nos habia quitado por un hecho la que teníamos,
nuestros padres gozaron pot derecho ; lograse ella acogida en
mayor parte del Congreso, y creyese este que nos hacia al
gún bien concediéndonosla con las restricciones y trabas que
constan de su decreto» En los pocos meses que van desde la
fecha de este , muy lejos de haberse verificado» alguna de las
ventajas <jue aquel se prometió , se han palpado en toda.su
«xtension sus gravísimos y perniciosísimos inconvenfeátes. En
vista de ellos lá prudencia del Congreso nacional rtó conten
ta con haber limitado la libertad de imprenta que sé preten
día ,, se prepara á dar la última perfección á su decreto, ha
biendo- admitido á discusiou varias proposiciones que aumen
tan la» trabas que le habia puesto. A pesar de todo, los pro
motores de esta malaventurada libertad d licencia , lejos ó" de
reprimirla ó de modificarla , sin arredrarse por una resisten»
cia como la que tan sabiamente se les ha opuesto en las Cór-
tes por los discursos dt tantos y tan sabios diputados que mos
traron los absurdos y desastrosas consecuencias que debian
seguirse de aquel libertinage de escribir , y después de unas
reconvenciones tan sólidas, tan luminosas, tan sin réplica co
ma se les han hecho : á pesar , digo , de todo esto , sus pro
motores se han obstinado todavía en sostenerla como buena y
como útil» como necesaria ; la ponen en práctica-', impri
miendo escritos que merecen una hoguera; y aun se atre
ven á afirmar con grave injuria del Congreso naeioftat , que
£l la han sancionado en toda la extensión que se deseaba y
pretendía. Aquí , pues , ciertamente no cabe la disculpa de
un inocente error : ni esto puede ser efecto de otra cosa que
6
de una voluntad resuelta á tomar á todo trance la protección
de los errores , y á auxiliar la propagación de todos los ma
les.
Segundo convencimiento de esta verdad me lo franquean
los mismos papeles que se escriben. ¿Quién está seguro de
estas plumas de fuego , que por donde quiera que van, todo
lo incendian ? ¿ Qué paz podemos prometernos , mientras tan»
tos indignos escritorcillos nada omiten para dividirnos? Y acer
cándonos á lo mas notable ¿ quién podrá creer que es un er
ror inculpable , 6 el del Sr. Mexia quando se atrevió á echar
por tierra públicamente uno de los primeros principios de to
da religión y probidad , ó el de algún otro diputado que á
presencia de este escándalo sostuvo la inviolabilidad del Sr.
Mexia ? De repente asaltan mi memoria las expresiones de
S. Pablo dirigidas á otro congreso : Ex vobis ipsif exúrgent vi'
ri , loquentes perversa , ut abdueant discípulos post se.. Ade
lante. ¿ Quién no reconocerá un alma peor que de demonio
en el autor (sea quien fuere , pues lo ignoro) de los versos
que cita el Diecionario razonado en el articulo Ruma , que
comienzan : Ay del Alcázar que al e» ror fundaron ? g Cabe es
to en un católico? ¿Cabe en un cristiano? g Cabe siquiera en
quien tenga corazón de hombre ? Los ingleses, cuyo ex
travio principal comenzó y ha durado por el odio de la San
ta Sede , no han podido menos que conmoverse á vista de
las iniquidades é inhumanidades cometidas contra los dos már
tires Pió VI. y VII. ; sin embargo de que ha tres siglos que
se les está haciendo creer que el romano Pontífice es el Anti
cristo : ¡ y este bárbaro, esta fiara , criada en nuestro suelo,
educada en nuestra religión , canta el triunfo de la impiedad
y de la barbarie contra los dos mas amables é inocentes hom
bres que ha visto nuestro siglo: contra dos de los mas dis
tinguidos pontífices que reconoce nuestra religión, y con
tra dos sacerdotes tan dignos de la cátedra que ocupó el uno,
y ocupa ahora el otro , que ellos solos bastarán á cubrir las
faltas que ha podido tener alguno de sus predecesores 1 No
es ya pues ligereza , no es vanidad , tontería , insensatez,
ni sola ignorancia las que reinan. La impiedad decidida , el
7
ateísmo y el jacobinismo están mas que de bulto ; y nos ha
llamos ja en Ja necesidad de tomar la armadora de la religión
y de la razón para combatir á estos enemigos domésticos , in
finitamente peores que las tropas de Napoleón.
Dios sin embargo que vela sobre nosotros mucho mas que
lo que nosotros merecemos , ha comenzado á detener los pa-
km, y i desbastarlos planes de esta gente por la piedad
sabiduría y rectas intenciones de casi todos los diputados del
Congreso, q<je apenas vislumbraron el mal , quando han re
nunciado al buen concepto y favorables ideas que la intriga
y los artificios les habían hecho, ó trataban de hacerles con
cebir. De aquí es , que los novadores no han adelantado co
mo esperaban , y cada dia deben esperar en adelantar menos;
pero de aquí es también, que todos Jos que conservamos al
gún amor al bien , no debemos descuidarnos en ayudar á los
buenos diputados.
Me parece en efecto que para complemento del triunfo ne
cesitan de un auxilio que les preste la gente de afuera. Los mal
¡Mencionados vierten doctrinas , y dan por supuestos , prin
cipios pestilentes ; y de aqui pretenden sacar consecuencias
perjudiciales. Los buenos, al salirles al encuentro, impiden es
tas consecuencias é impugnan las aplicaciones que para sacar*
las hacen de sus principios. Mas no veo que alguno se haya
tomado el trabajo de examinar profundamente , y aclarar con
la evidencia posible , estos principios de que se abusa ; y veo
también la transcendencia que puede traer la freqüente repeti
ción de estos mismos principios, que ni se exáminan ni se acla
ran; y mucho mas conspirando todos ellos á lisongear la va
nidad , y sorprender la buena fe* del pueblo , cuyos derechos
y libertad parecen promover. Voy, pues, yo á tomarme este
trabajo , que las circunstancias acaso no permiten que alguno
de los señores diputados se tome.
Al emprender este proyecto en que quiero empeñarme , ol
vido enteramente y abandono del todo la siniestra intención y
maligno espíritu con que presumo vierten sus autores doctri
nas tan ruinosas. Sean ellos remitidos i la autoridad competen
te , que con pruebas bastantes los castigue como á reosv y
8
que con el castigo'sus delitos vengue ; pues no ore pertene-1
ce de manera alguna procesarlos ni juzgarlos: est qui queerat,
et judicet. Calificare' , pues , las proposiciones según se hallan
escritas , limitándome al sentido que ellas ofrecen , y prescin
diendo enteramente del intento que pudieron tener sus autores
en producirlas : ó como se explican los profesores de mi filo-'
sofía, objetiva y no sujetivamente. Ni tampoco se crea que por
impugnar en esta y mis siguientes cartas algunas expresiones,
sospeche sean hijas del mal espíritu que he notado anteriormen
te. Voy pues á demostrar, si me es posible , que toda esta ca
terva de verdades eternas con que somos aturdidos , y que en
galanan con el renombre de ideas y principios liberales , es un
conjunto de disparates , absurdos y errores. La obra es difi-
cil, superior á mis fuerzas, digna de ser emprendida por quien,
tenga mas conocimientos yauxílios que los que yo tengo , y ex
puesta á alguna obscuridad por la mucha abstracción de la ,
materia. 'Pero en fin, haré lo que pudiere ; y quando no con
siga todo lo que deseo , conseguiré al menos señalar el cami
no que deba emprender quien, sea capaz de conseguirlo. Me
animo mucho mas á arrostrar esta empresa porque se ha au
mentado mi biblioteca reducida antes á un breviario. Tengo
ya en mi poder el catecismo mas completo que se ha escrito
de la doctrina cristiana , el mas precioso compendio de los
padres de la Iglesia , el resdman.de los mejores principios de '
legislación y moral y la quinta esencia de la mas pura y jui
ciosa filosofía. No sé si me habré explicado bastante para que
V. entienda , que he adquirido una suma de Sto. Tomas.. Dios
se lo pague á un frayle medio ' portugués medio español á
quien la debo • ,:n •»„ '• I....L.
Supuesto todo lo dicho., sírvase V. de buscar en la sesión
del 26 de Junio pág. 455 el dicta'men del Sr.. diputado Gor-
dillo , que va á servirme de texto , y que impugnaré según el
sentido que arrojan sus expresiones ; protestando solemnemen
te que me limito á ellas , y de ningún modo la persona de
su autor, siempre respetable para mi, y mas por su destino de
cura, y qualidad de diputado de Cortes. En este sentido quie
ro que se interprete qualquiera de mis proposiciones, aun aque
JJs que parezca mas animada , y á que suele dar margen el
«tilo apologético , ó sea polémico , y de que han hecho uso
aun los santos padres , especialmente Estevan y Cipriano,
Agustín , y Gerónimo. Dice pues así el Sr. Gordillo.
«Es fuera de duda que iguales los hombres por natura
leza , y dueños de sí mismos con exclusión de toda subordi
nación y dependencia... " Paremos aqui ; pues con esto hay por
ahora bastante que hacer. Hombres iguales : hombres dueños
ie sí mismos : hombres independientes ; y todo esto por natu
raleza y aun fuera de duda. Principios en parte falsos , en
parte equívoeos , y capaces de trastornar el orden de toda so
ciedad que los admita. Vamos á demostrarlo.
El primer principio eterno por donde comenzó el Sr. Gor-
¿illo , es que los hombres eran iguales por naturaleza. Estoy
muy léjos de negar á este principio su eternidad. El la tiene
desde que Dios cuneta superno ducens ab exemplo, resolvió que
hubiese hombres , y ella ha sido reconocida desde que empe
ló á haberlos ; pues nada hay mas común en los libros que la
proposición que la enuncia. Su descubrimiento, pues, no se debe
*J nuevo astro de la filosofía, que nos ha nacido por la parte del
aquilón; pero sí su luminosa aplicación. Los samacucos de nues
tros padres , y de quantos hombres nos han precedido , fue
ron tan ciegos , que sabiendo que los hombres éramos \gua~
les por naturaleza , todavía creyeron que podíamos y debíamos
*tr dirigidos y gobernados por otras autoridades^ anteriores al
pacto social é independientes de él. Estaba reservado á Rous
seau hacer este descubrimiento en Ginebra , al instituidor de
los iluminados en Babiera , y en España á nuestros filósofos,
por quienes ha sido deslumhrado y seducido el Sr. Gordillo, á
pesar de la ciencia y probidad que le supongo. ¡ Qué de gra
cias tenemos que dar todos los hombres á estas antorchas de
la filosofía 1
Para que sean mas completas , y el favor mas extenso,
quisiera yo que estos caballeros ampliasen su explicación á
varias otras cosas que nos podrían traer mucha comodidad:
v. g. este principio , los caballos son iguales por naturaleza,
es tan cierto y tan eterno como aquel de los hombres. Ea bien,
B
IO
hágase en el Congreso una moción (también este terminito vino
de allí) para que se iguale el precio de los caballos , y no se
vea la monstruosa diferencia de que uno se vende en doscien
tos reales ó algo ménos , y por otro igual por naturaleza se
piden y se dan dos mil pesos ó mucho mas. Quisiera yo oir so
bre este particular á mis señores los señores filósofos ; mas ya
que no puedo oírlos, les ruego que presten paciencia, (que
bien la han menester) para escucharme á mí. Dígoles pues que
la aplicación que de este principio han hecho y hacen , y el
raciocinio que de esta aplicación resulta , es un miserable so
fisma , indigno de un muchacho que lleve dos meses de lógica,
conocido en esta con el nombre defallada accidentis , é igual
en todo á aquel otro con que se divertían los antiguos charla
tanes. Quod heri emisti , hódie cómedis : her'% carnes crudas
tmísti ; ergo hódie carnes crudas cómedis.
Todo el pecado está en aquel por naturaleza, de que abusan
«stos señores. Porque la naturaleza puede considerarse y se
considera en dos estados ; el primero el intencional , como no
sotros llamamos , y el segundo el real. De otra manera : in
«pprehensione intelectos, y á parte rei. En el entendimiento no
tiene ella mas que los predicados esenciales y accidentes inse
parables de la esencia , con abstracción entera de todas las cir
cunstancias individuales ; mas en el segundo entran estas cir
cunstancias y diferencias , y la naturaleza es mirada según que
se presenta á la luz pública de este mundo con su pelo y su
lana. De otro modo , paraque nos entendamos mejor. En el
primer estado se considera á la naturaleza en general , qual no
existe ni puede existir : y en el segundo , en particular, se
gún que real y físicamente se verifica entre nosotros. Asi pues
el gravísimo defecto que ha cometido el Sr. Gordillo , y están
cometiendo todos sus compañeros , es pasarse en sus racioci
nios de un estado á otro. Quando dicen : todo hombre es igual
por, naturaleza , dicen una verdad , que solo lo es , tomando
á la naturaleza en el primer estado , y quando de aquí preten
den inferir que depender , dexarse regir y gobernar &c. es con
tar la naturaleza , ya me la toman en el segundo , y dicen
una falsedad , y forman un sofisma «¿meante á aquel de la car-
'II
ae que compramos ayer, y nos comemos hój. Allá vi el cotejo.
Todo hombre es animal racional, y en esto somos iguales.
Vé V. aqui la carne cruda que compramos ayer. Pero entre
estos animales racionales hay unos , donde lo que pertenece á
lo animal pesa muchos quintales , y en aquello de racional
hay no pocos trabajos ; y por el contrario otros donde lo racio
nal es de mucho peso, y lo animal apenas aparece : pues ve V.
aqui la carne que comemos hoy. ¿ Y como nuestros filósofos pue
den ignorar esto ? ¿ S¿ les ha olvidado aquella chistosa burla
de Plauto : non vidi hominem magis asinum? ¿Se atrevera'n á
comparar á Miguel de Cervantes con el Robespierre español,
6 con las tres personas y una sola ignorancia del Conciso ?
Todo hombre consta de cuerpo y alma : aquí está otra
igualdad , y otra carne cruda de ayer. Mas hay hombre que
pesa diez y ocho arrobas como yo lo he visto , y en Cádiz se
sabe muy "bien ; y hombres que no llegan á cinco, como me su
cede á mí- Luego con aquella igualdad que hay entre nosotros
en esto de constar de cuerpo , cabe muy bien esta enorme de
sigualdad : y ya tenemos otra vez aqui la carne como la cotne~
nos hoy. Todos también constamos de alma , y según el señor
Gallego en la sesión de el 2 de Julio pag. 1 2 del tomo 7 unos
la tienen grande y otros mezquina. Tener alma es la carne de
ayer : tenerla grande ó mezquina es cernerla hoy. Conque sa
camos de todo , que los hombres son iguales y desigules
por naturaleza. Iguales , si la naturaleza se concibe en abs
tracto ; y desiguales , si se mira existente. De otro modo:
iguales, si la palabra naturaleza se toma por los atributos
esenciales ó inseparables de la esencia ; y desiguales , si por
naturaleza entendemos la de la persona que nace , y vive , y
come , y filosofa y todo lo demás que es consiguiente.
Ya veo que los filósofos mis señores , se reirán de estas
vejeces que les cito ; pero para que de una vez se rian de to
das las vejeces , y echen de ver que no soy yo el único viejo
con quien tienen que entenderse , voy á citarles la doctrina de
un viejo tan viejo , que es anterior al mundo , y tan mozo,
como si acabara de nacer ; pues dice de sí mismo , y dice la
verdad : Ego novüsimas et primus ; pero nunca piensa i la
_
moderna. Paes ests tilS'jfior en un libro que inspiró , y que
sé llama libar S3pi¿nti¿e , en un trozo de él , que la iglesia ha
sacado para el primar nocturno de la fiesta del Rey S. Luis,
se nos díjí cajr coa las siguientes expresiones que podrá
meditar el Sr. Gordillo.
Prcebete aures vis quf con'inétis multitudines.... Estos , si
no me encaño , son las autoridades y gobiernos : quóniam data
«st á Dómino potestas vobis , et vlrtus ab Altfsslmo. Enmien
de el Sr. GorJillo esto , y diga en su lugar : á volúntate ge-
nerali . que es la úni:a que, según dice, tiene potestad , ó el
iinico origen de ella. Siguí luego : Cum essetis minisíri regai
illius. Vuelva á enmendar con el Sr. García Herreros ; pues
el ministerio no es del Reynó , ni mucho menos del Reyno de
Dios ; sino el ministerio nacional 6 el ministerio de la nación.
Luego mas abajo : exiguo enim concéditur misericordia ; peten"
tes autem poteníer tormenta patiéníur. Otro yerro de impren
ta. ¿Qué se entiende aquello de chiquetillo exiguo ; y pode»
rosos puíentes? Sin duda que quando esto se escribió , ya ha
bía prevalecido lo de los señoríos de los siglos de antaño , y
•e ignoraba la gran verdad de que la sangre de los señorea
es igual á la de los perros , según la anatomía que ha hecho
el mismo Sr. Herreros. Non enim sábstrahzt personam cujús-
quam Deus , nec verébifur magnitudinem tujúsquam. ¿ Qué tal?
Magnitudinem. j Como se conoce que no saraguteaban por allí
nuestros filósofos ! Magmtvdinem. ¡ Grandeza ! ¡ Vaya , que
aquello andaba manga por hombro, y no se conocía, donde
quiera que asi se pensó, ni la igualdad , ni la independencia,
'ni los demás derechos imprescriptibles ! Pues vaya el remate.
Qaonifl/n pttsillum et magnum ipse feciT, et cequaliter cura etí
illi de ómnibus. Ve V. aquí una contradicción manifiesta en la
lógica gordülana y arguellistica. ¿Equaliter de ómnibus : igual
dad ; y luego ó antes: pusülum et magnum: pequeñuelo y gran
de, que son los contradictorios de iguales. Así ha andado el
mundo , y , lo que es mas , el cielo , hasta que han venida es
tos reformadores. Lo mas chistoso es que con el favor de Dios
así seguirá andando hasta que se acabe , y los pobre» se mo
rirán con su pena. •'
Disímáleme V. amigo 'mió, si de qúarido en'quando
rr-zclo las borlas coa las veras. 5t natura • negat ,/flcií in<í¿g-
«afio versas : y yo en medio de mi indignación ,'ya que no
puedo echar in.no del m:dio que señala Aristóteles contra los
que niegan los principias , salgo por donJe puedo. Al pobre de
Sto. Tomas no le pudo ocurrir que hubiese hombre tan dispa
ratado y tan ciego , que no echase de ver la inmensa desigual
dad que hay entre hombre y hombre en el actual estado de la
naturaleza ; y así no se metió en mover esta qüestion que re
putaba inútil : mas le inspiró Dios que la moviese con rela
ción al estado de la inocencia; Pregunta pues (i p. quaest. 96
trt. 3) ¿si en aquel estado(estado de orden y de felicidad) hu
biéramos sido iguales los hombres ? Y tan lejos está en su re-
tolncion de los sueños de nuestros filósofos ; que por el con-
•trario juzga tanto mas necesaria la desigualdad quanto mas
'decente debía ser el orden. Toda obra de Dios , dice , es or
denada : quae á Dea sunt , ordinala S«HÍ; y el orden en ningu
na cosa resplandece mas que en la desigualdad ; y cita para
comprobarlo la autoridad de S. Agustín. Ordo est , pariunt
dispañumque rerum , sua caique loca tribuens, disposiiio. Des*
pues en el discurso del artículo hace ver la necesidad de esta
desigualdad , al menos por los siguientes capítulos. Primero;
'el de los sexos , sin cuya desigualdad era imposible la propa
gación : el de las edades , que de la succesiva generación de
bía infaliblemente resultar: el de las virtudes, que dependiendo
del libre alvedrio , podrían ser y serían mayores en unos que
tn otros : el de las ciencias , que resultando de la aplicación
y de la mas ó menos perfecta organización del celebro , ten
drían en cada uno la desigualdad que estas dos causas ocasio
nasen : últimamente , el del cuerpo , que compuesto y rodeado
de elementos , sería susceptible de todas las desigualdades que
ion capaces de causar la diferencia de alimentos , la diversi
dad de climas , complexiones &c. Haga V. por leer todo el
írtículo , que lo explica todo admirablemente en muy pocas
palabras ; y. echará de ver que solo soñando pudiera haberse
adoptado por nuestros charlatanes esa desaunada igualdad , en
que nos suponen á todos los hombres.
«4
Hablemos de las operaciones á que se dirige todo ser. | Gi
mo estamos en este punto ? ¿ Y señaladamente en aquel por
donde el hombre se distingue del asno , del lobo y del león?
¿ Creen los señores filósofos que en las especulativas (ó llá
menseles neotéricas según la moda) son iguales los hombres?
Apedrearían ciertamente á quien tuviese el atrevimiento de
compararse con ellos ; aunque yo, por lo que á mi pertenece
me quexaría hasta delante del gran Sultán de quien me hicie
se tan atroz agravio. Pues § y en las prácticas ? ¿ En aquellas
quibus recíé vívitur^ et quibus boni sumas? ¿Son iguales el
virtuoso y el vicioso, el picaro y el hombre de bien? Si va
liese algo para con nuestros filósofos el evangelio , que tanto
valia para con sus padres , la dificultad estaba resuelta con
citar aquello de ibunt hi in vitam aternam ; illi auíem in su-
flicium teternum. ¡ Que desigualdad ? ¡ vida eterna , y suplicio
eterno ! Y esto , por sentencia de aquel que tiene en su mano
la balanza de la justicia , y el ramo de la misericordia : en cu
ya btndad no cabe corrupción ; y á cuya sabiduría nada pue
de ocultarse. Pero no siendo de moda el evangelio , y sí la
poesía y la filosofía , remito á nuestros poetas á sus predece
sores los que inventaron aquello del reyno de Pluton para
unos con su buitre , con su rueda , con la piedra que el otro
lleva , y ella cae , y con las demás cosas que sus mercedes sa
ben y á mi se me han olvidado; y los campos elíseos con to
dos sus deleites , ó tal vez los cielos, para otros: y remito á
nuestros filósofos á todos los filósofos que ha habido desde que
el mundo es mundo, sin excluir al mismo Epicuro con su mana
da, que tanto trabajaron para distinguir la virtud del vicio, im
pugnar á este, y recomendar á aquella. Y para excusarnos de ma*
remisiones : yo quiero que me digan ¿ si tienen por iguales á
los dos Emperadores (y creo que hermanos) Tito y Domi-
ciano: á Tiberio y Marco Aurelio : á Nerón y Trajano? Yo
quiero que me señalen ¿ en qué está la igualdad entre Napo
león I. de Francia y Jorge III de Inglaterra : ó para no sa
lir de casa entre Godoy y el Sr. D. Pedro Cevallos ? Me di
rán : en que unos y otros son hombres ¡ Víctor ! Habia en mi
tierra un sacristán de mucho humor , y de no poco ingenio,
que «olía divertirnos con acertajones. Uno de ellos era pre
gustarnos . ¿ en qué se parece el huero al cielo ? Y después
que nos devanábamos los sesos sin poder acertarlo , salia él
diciendo : no hay cosa mas clara : en que se estrella. Lo ñus
no sucede á estos caballeros. Les preguntamos : ¿ dónde es
tá la igualdad entre un hombre de bien y un hombre demo
nio? Y nos dicen muy sérios : en que son hombres. Pues se
pan que hasta en eso se engañan; porque si el hombre se cons
tituye tal por la razón , no es hombre sino fiera , ú otra cosa
peor,el que, ó no vive según la razón, ó loque es infinitamen
te mas malo , no usa de la razón sino para obrar peor que
todos los brutos y fieras. Me acuerdo haber leído de no sé que
filósofo antiguo , que en medio del dia y de la ciudad saca
ba una linterna para ver si encontraba un hombre: y de Eso-
po , que enviado por su amo al baño para que averiguase
si en éi habían concurrido muchos hombres , no tuvo por dig
no de este título , sino "Á uno que quitó de enmedio la pie
dra en que todos tropezaban, y ninguno habia quitado. Si V.
quiere ver la cosa de raiz , registre el artículo segundo de la
qüestion 71 primee secundes donde Sto. Tomas convence que
viúum est contra naturam.
g Dónde está, pues, Sr. Gordillo mió, esta igualdad
por naturaleza , con que V. y sus compañeros nos honran ?
Mientras V. y ellos nos dicen alguna cosa digna del pomposo
renombre de filósofos que se atribuyen tan sin méritos , quie
to que sepan (sea dicho sin que se crea que sospecho de V.
y los demás diputados de Córtes intenciones tan malignas) que
quantos en el mundo han querido alborotar los estados , y ro
bar á los próximos han echado mano de esa igualdad, de esa li
bertad , de esa independencia y de ese señorío de sí mismos,
qiii Vs. nos venden como descubrimiento de su luminosa filo
sofía , y todos los historiadores nos presentan en los sedicio-
108 , como pretextos con que se cubrían en su tenebrosa ini
quidad. Les pondría á Vds. exemplos á millares, si tuviese á
mano á Livío, á Ta'cito, i Salustio, y á varios otros mas mo
dernos que he leido ; pero pues no tengo mas que á Gue
vara (adquirido también por casualidad en estos dias) conten-
temónos por ahora con él , con tanta mas razón . quanto las
circunstancias de que habla , son muy parecidas á las nues
tras : pues así como ahora el rey está preso , entonces esta
ba ausente : así como Fernando VII es joven , también lo era
Carlos V. : así como ahora no hay en la Regencia persona
alguna de la familia real, así tampoco la había entonces, á
causa de estar inhábil la reyna Doña Juana ; y así como aho
ra se ha juntado un Congreso del reyno, donde cada uno di
ce lo que le parece , entonces también se juntó otro . en que
se suponía hablar l:i expresión de la voluntad general del rey
no. Dice, pues, Guevara al famoso mártir de los comuneros
Juan Padilla , recordándole por escrito lo que en Avila le
había dicho de palabra. wAudisti tum ex me, absurdissima,
& centra ortmem rationem esse , quae rebéllium vulgus á re
gio Siínatu in eodem Aviláno conventu petebat : ut scílicet ,
¡equali essent omnes castellani regni cives conditione ac sorte,
ac nemo á tributo aliisque oneribus esset inmunis ; tum ut ci-
vitates posthác ad eum modum , quo liberte in Italia Respu-
blicae , gubernarentur." (*) Con que tenemos que los comu
neros sin las nuevas luces de su filosofía de Vds. , ya sabían
que todos debíamos ser iguales ; que los privilegios y demás
distinciones de la nobleza debían abolirse ; y que el gobierno
que nos convenia era el republicano , con sola la diferencia
de que el que entonces estaba en boga era el de la Italia , que
na tardó en acabarse ; y el que ahora está es el de las provin
cias unidas de la América , que parece camina á lo mismo : y
tenemos también que estas especies se vertieron entonces in con-
venta ¿vilano , y ahora se vierten por algunos in conventu Ga
ditano.
Pero pregunto yd ¿y era verdad que los qne cundían es-

(*) v>Tambien Señor os dixe , que me parescia gran vani


dad , y no pequeña liviandad , lo que se platicaba en aque
lla junta (de Avila) y lo que pedían los plebeyos de la Repúbli
ca: es á saber , que en Castilla todos contribuyesen , todos fue
sen iguales , todos pechasen ,jy que á manera de señorías de Ita
lia se gobernasen. " Texto original también de Guevara.
f7
tas especies apud vulgus rébellium pensaban seriamente en la
tal igualdad ? Ni que se imagine. Guevara les echaba en ca
ra tanto á Padilla como al Obispo de Zamora , como á Maria
Padilla , que estos no eran mas que pretextos : y señalaba no
solo las verdaderas causas que los animaban á ellos y á sus pa
niaguados , que eran la ambición , la venganza y otras tales;
mas también las miras que cada uno de ellos llevaba determi
nadamente. Ya cité en otra mía un pasage de su primera car
ta al Obispo : vea V. otros en las otras dos. (*) Y por cierto

(*) » Si esta guerra levantáredes por reformar la repúbli


ca , ó libertar vuestra patria de alguna vexacion que hubiese en
tila, paresce que teniades ocasión , aunque no por cierto ra
zón : mas vos Señor no os levantastes contra el Rey por el bien
del Rey no , sino por baratar otra mejor Iglesia , y por alcan
zar de Zamora al conde de Alva de Lista. Si entramos en cuen
ta con todos los que andan en vuestra compañía* hallaréis por
verdad que os fundastes sobre pasión , y no sobre razón , y
que no os movió el zelo de la república , sino el querer cada
uno augmentar su casa. D. Pedro Girón quería á Medina Si-
doma, el conde de Salvatierra mandar las Merindades , Fer
nando de Avalos vengar su injuria , Juan de Padilla ser maes
tre de Santiago , D. Pedro Lasson ser único en Toledo , Quin-
tanilla mandar á Medina , D. Ferdinando de Ulloa echar á
sú hermano de Toro , D. Pedro Pimentel alzarse con Salomón-
ta , el Abad de Compluto ser Obispo de Zamora , el licencia
do Bernardina servidor en Valladolid , Ramir Núñez apode
rarse de León *y Carlos de Arellano juntar á Soria con Voro-
bia.n Letra de Guevara al obispo de Zamora D. Antonio de
Acuña cuyo membrete dice : Muy reverendo Sr. y bullicioso
perlado,
n También Señor os dixe , no curassedes de intentar á que
rer meteros en el convento de Veles* por ser maestre de Santia
go 'ni de echar de Toledo á D. Juan de Ribera , por tomarle
il alcázar , pues esto era vanidad pensarlo y liviandad empren
derlo'''' Letra del mismo dirigida i Juan Padilla con este ?
grafe : Magnífico Sr. y desacordado caballero.
i8
que las de Guevara no eran puras congeturas y sospechas. A
él le dió en la nariz que el Obispo de Zamora qu^ríi ser Arzo
bispo de Toledo : pues Arzobispo de Toledo se hizo él misma
por su propia autoridad, sirviéndole de bulas las espadas y es
copetas de sus sequaces. No me acuerdo de los otros conjurados
si lograron lo que pretendian. Es fácil averiguarlo por la his>
toria al que la tenga á mano ; pero creo con seguridad qu3

v> También Señora qs levantan ,, que tenéis una esclava


Jora ó loca , la qual es muy grande hechicera , y. dice que os ha
dicho y afirmado , que en breves dias os llamarán señoría , y
á vuestro marido alteza : por manera que vos esperáis succe-
der á la reyna nuestra señora , y él espera succeder al rey D.
(¡¡arlos.... también señora os levantan por acá que entrastes en
el s.igrario de Toledo , á tomar la plata que alli estaba , no
para renovarla , sino para pagar á vuestra gente de guerra.
Hanos caido acá en mucha gracia la manera que tuvistes en
el tomarla y saquearla , es á saber , que entrastes de rodillas
alzadas las manos , cubierta de negro , hiriéndoos los pechos,
llorando y sollozando , y dos hachas delante vos ardiendo. Oh
bienaventurado hurton ¡oh glorioso saco ! oh felice plata l pues
ton tanta devoción mereciste ser hurtada.de aquella santa igle
sia. Los hombres quando hurtan temen , y quando los ahorcan
lloran , en vos señora es lo contrario : pues al hurtar lloráis
pienso al justiciar os reiréis. " Letra del mismo á Maria Pa
dilla qje empieza. Muy magnifica y desaconsejada señora.
Nadie tyejor que Guevara puede asegurar la verdad de
estos hechos ,y ninguno como el merecer el asenso , por tes-,
tigo ocular, por lo internado que estuvo en el negocio ctijus
pars magna fuit, por el interés que ambos partidos tuvieran
en ganarlo , por el desinterés é imparcialidad que- en todo,
tnosiró , por los peligros, á. que se expuso, por la libtrtadrflue '
siempre manifestó , por la pureza de , sus intenciones » , .sqbrs^,
que ninguno, ha dudado ; y últimamente por la niucha sabi-,
duria y vastísima instrucción que nadie puede negarle , y ¿o-,
dois debemos envidiarle , tanto en las ciencias eclesiásticas , co
mo en la erudición y literatura profana,. , , ( _ ,
efectivamente lo pretendían, y entre las cansas que me asistan
para creerlo , una es la carta del mismo Guevara dirigida á
D. Pedro Girón , á quien él separó de los comunerís, i quien
el Govierno desterró á Orán por la culpa que con ellos confía
lo" , y á quien trata de consolar y divertir con quantas razo
nes pueden prestar la filosofía , la amistad y la sangre , y con
quantos chistes le sugirió la amena fecundidad de su genio.
Habíale dicho antes que el bien común que todos ellos procla
maban , no era mas que pretexto , y que la verdadera cau
sa que lo animaba á él , era el ducado de Medina Sidonia : y
ahora le dice reconviniéndole : n Si in Medinae Sidoniae Du-
catum legítima tibi fuit actio , multo ct justius , et tutius ad
judiéis tribunal quam ad Zamorensem Episcopum causam tuam
detulisses (*)•" De aqui se infiere también que el Obispo de
Zamora , que fué el Papa de los comuneros , i pesar de la
igualdad que les tenía prometida , ó mas bien con que los cas*
cabeleaba , también proveía ducados y grandezas.
Estoy muy léjos de Cádiz, y ni conozco ni quiero conocer
personalmente á los restauradores de nuestra igualdad ; pero
me parece que no será difícil á un buen observador explicar
quales son las miras que algunos de ellos llevan ; si es que
hay alguno que limite á una cosa determinada sus miras, y 'no
aspire á ser el mandón de España , como se propuso un cierto
personage , que ya se murió , y Dios lo habrá juzgado. El
único de quien se sabe algo es el Sr. Quintana que quería suel
do de Ministro de estado , y superintendencia sobre todos los
otros Ministros ; y esto , por ahora , y por el mérito de me
dia docena de proclamas , sin perjuicio de lo que le corresponJ
da por otro centenar de «lias que reserva in pectore para ilus
trarnos luego que la ocasión se presente, j Lo que es nacer ba
jo de buena estrella ! Aqui coiioaco yo á un pobre hombre
que en media ;hora quaxa üha 'prociaitia*^ y en toda una sema*-
,,- ■ i ■■■» i-- -r- -»i inir- ~ tumi
(?) '• acción y dereihó piétehdiádes tener át Ducado dt
Medina Sidonia , mucho mas seguro y aun mas honesto os fue»
ra pedirle en el consejo - justicia , quém encomnendaros aí OW*»
po de Zamora. " Letra para D. Pedro Girón. 4¡htn.l
to
na no puede quaxar para comer un día. Yo también era ca
paz de hacer diez carretadas de ellas, si hubiese una buena al
ma que me las pagase á razón de dos quartos chica con gran
de , buena con mala cada una ; y en verdad , en verdad que
no estoy muy medrado. Pero el otro señor hace una procla
ma ; y cátatelo hecho Oñcial primero de la secretaria. Ha
ce otra : pues empujóte á secretario de la estampilla. Otra:
pues individuo de la junta suprema censoria de imprenta (que
por cierto es quanto se puede apetecer.) Viene luego con otra:
¿ supra quó percutiam vos ultrá addentes prcevaricationem ? La
lástima fué que el carro tropezó : de otra manera el padre de
la igualdad tendría una excelencia tamaña y tan grande ; y el
filósofo resucitador de nuestros derechos , y azote de nuestros
tiranos , sus do. ó 120000. reales ; y eso , por ahora , que
estamos pobres , pues en estando ricos ¿ quien sabe? ¿Y
habrá tonto que no quiera .en vista de esto escribirse en la
cofradía de los filósofos igualantes ? Pues en verdad , en ver
dad que no se* yo de alguna donde se ganen las gracias espi
rituales tan á poca costa como en esta las temporales.
:. Note V, de paso la censura que dá Guevara á la preten
sión de loa comuneros sobre que se acabasen los fueros de la
nobleza. La llama absurdísima y contraria á toda razón ; y
luego remacha el clavo , añadiendo en seguida á las palabras
que copié : n (¿ase vel audire , nedum dicere , turpe sit , ac
probrosum : siquidem ut corpus sine manibus regere se non
potest , sic Castelhe regnum sine nobilitate statum atqtie in-
columitatem suam tueri nequit. " (*) Tal es el juicio que en-
tónces formaba este grande hombre después de haber renun
ciado á todo el explendor.de su cuna , y cambiábalo por el hu
milde sayal de S. Francisco. Las cosas han variado desda
entónces : pero estoy en la persuasión de que la facilidad con
que se ha despreciado y prostituido, la nobleza , y el poco
1 —■ 1 '■■ 1 ■ 1 ■- ■ ■■ 1 — ■ - 1 ■ ' .»
(*) w Lo qual es escándale oírlo, y\ blasfemia desirlo: por
que así como es imposible gobernarse el cuerpo sin brazos , asi
es imposible sustentarse Castilla sin caballeros " Letra á Juaa
Padilla.
xftf
■precio en que los nobles la han tenido , deshonrándola
con sus vicios ; han sido una de las principales causas de
que hayan variado Jas cosas. Mas es una verdad irrefra
gable Ja de Guevara que an estado sin nobles es un cuerpo
tin manos, g Hay abusos ? Corríjanse ; mas sin destruir lacoáa
ó por mejor decir , déxese la cosa con sus abusos , has
ta que otras, circunstancias menos estrechas y apuradas pre
senten la oportunidad de corregirlos. Tampoco aquí hago
nú propia causa. Mí familia toda se cuenta en el estado lla
no i sin que hasta ahora me haya venido la tentación de exá-
minar si pertenezco á él , y muy ageno de que en adelante
me venga , porque esta tentación sin dineros es la peor de
todas las tentaciones temporales. Mas volvamos á tomar el
hilo del discurso que esta digresión ha quebrado.
Tenemos pues á los hombres desiguale» por sus respec^
tivas naturalezas , y accidentes que las acompañan en varias
dotes del cuerpo y del espíritu. Pues ahora , cada una detes
tas relaciones de desigualdad en lo físico fundan una ó mu
chas reglas en Jo moral : v. g. porque otro tenia mas fuerzas
que yo , pudó hacerme el favor de ayudarme á levantar una
«arga que yo solo- no podía levantar, ó de sacarme de un
peligro, de ique yo sola no podía librarme. Pues ya siento
nacer en mi corazón una ley, que me recomienda la gratitud
con aquel bienhechor , y rae disuade poderosamente que. me
olvide de su beneficio. Porque non omnia póssumus atnaes ; yo
que necesitaba de "unos zapatos y no sabía hacerlos » acudí
á otro qué me los hiciese , ofreciéndola en pago, hacerle una
montera. Pues ya lairazon me presccibe imperiosjüuente la ley
de la buena fé , que para este y demás contratos exige la jus
ticia» -Aun prescindiendo de todo favor .é interés; » yo descu
bro un hombre insigne por su sabiduría, respetable por si»
probidad , ¡á venerable porsus-iañosv- Siohque. haya hecho, ruj
haga por mi cosa alguna , una poderosa inclinacion. me ^Jjeva
í respetarlo , y á prestarle en todas ocasiones testimonios
de veneración. Per esté órdeo. apenás-- se encontrará enye los.
hombres punto alguno de desigualdad , de- donde la. razón na
saque una ó muchas, regla* para jiuestrjt dirección;, en> -la, yids*
tocia!»
i ' Pero no paramos aqu/ ; porque la naturaleza no solo re
hace depender de las muchas leyes que del tesoro de la si.
-deresis saca mi razón; mas también rae impone otras saca
dasidil mismo tesoro ; por las quales me sujeta á la razón y vo
iuntad agena. No espero que sea muy del agrado de nuestros
• filósofos esta verdad : paro menos deben esperar ellos que de-
xe de serlo , por mas que les desagrade. Estamos pues en el
punto capital de ,1a qüestion , y en uno de los errores maes
tros , de donde estos corruptores de toda sociedad sacan los
• demás errores coa que la corrompen. Oiga V. á Sto. Tomas
■ cuyo artículo , qué es él quarto de la qüestion 96 de la pri
mera parte p voy á copiarle i la letra con las glosas que se m
'ocurran ; porque no tiéae ni una sílaba siquiera que no val
ga un tesoJHbi-.M-.-u.. t •-.
- ; Pregunta pues ¿Si en el estado de la inocencia hubiera 1
hombre dominado al hombre ? ¡Utrum homo in stutu ¿nnoceti
-tice homim domiuaretur ? Y esta qüestion que en el sentido A
Sto. Tomas es una mera hipótesis , en el de Rousseau y todo
sus discípulos, que se desdeñan de creer el pecado origina
y suporten á nuestra naturaleza inocente , es verdadera tes i
Conque estamos unos. y otros en el mismo ,caso. Lo que sede
ba decir efl la hipótesis nuestra debe valer en la tesis de es
tos señores. 1 i > i _rw m , . • r v_- « u
Comienza el Sto. según su costumbre , arguyendo por h
parte contra la qual debe militar su resolución , y trae en pri
mer lugar una autoridad de S. Agustín ; tan terminante , qu
si el Sr. García Herreros se la hubiera 1 encontrado > segara
mente estaría todavía perorando contra das &eñ«ríos..,DIce S^
Aguátín. w No quiso Dios que el hombre racional hecho á s'.
imagen dominára sino á los irracionales ; no quiso que el hom .
bre dominára al hombre, sino el hombre, áu las, bestias ,(*).
£ Que" tal ? % Puede' deciíset-cosa mas terminante, contri ¿aquelk
de los sé ñ&tioí |- i E<!»Jioboq í"i:j . 1 ij>-b sto im íoq uj-td
ccu'.viiileu. ¿pi<útLju ib'jiü n¿ íi-íí'a-iq h ^ r nhtKGSt*: k
(*) Hótmnem raüonahm ai imaginem tuam factum -non
vóluit Detis nisi irrationabilibus dominan i < non hotninem hql
miui , sed homimem pécari, D. Av^'-'é^ ¿uí:/ ni ó £uu '.j^a
.1*4 ¿O*
Dice el segando argumento que lo que se íntroduxo como
pena del pecada, no debió existir antes de él: es así que la
wjeeiond: u i hombre á otro se íntroduxo por ¿1 pecado , co
no consta de la sentencia que dió Dios por el. a la muger: vi-
wát baxo la potestad del hombre 4 (*) luego ao pudo la tal
sujeción existir antes del pecado. Tampoco deben nuestros fi
lósofos echar esta razón en saco roto ; antes bien por lo mis-
00 que ellos se rien del tal pecado , pueden preguntarnos ¿qué
lia hecho la pob recita de la muger para que íl hombre la
baya de coartar? ¿ Y porqué este grosero no nos ha de permi
tir que vayamos á filosofar con ella siempre que ella ó nO-
otros queramos?
El tercero es el mismo que se ha cacareado por algunos
n el Congreso ; p¿ru mucho mejor digerido.. La sujeción e»
oatraria á la libertad : es así que la libertad no pudo faltar,
n aquel estado, en que como dice;&.1 Agustin; nada faltaba
k quanto la recta voluntad podía apetecer ; (**) luego ea
1 no pudo verificarse la sujeción su enemiga: Tiene aquí el
r» Gardillo , y tieaen todos sus consortes quanto de verósi-
ül hay sobre la materia, quanto dixeron y quanto se le$
uedó por decir^ Vam js ahora 41a resolución del santo doctor.
La condición de los .hombrea (dice en el argumento segti,
xmtrá) no era en aquel estado mas digna que la de los an-
gsles ; entre estos unos dominan á otros ; de donde viene que
alguno de los coros de ellos tenga el nombre de Domina
ciones; luego ninguna, repugnancia hay en que á pesar-da
la inocencia del estado un hombre dominase á otro. He citado.]
Kte argumento; porque aunque á nuestros filósofos no les ha
ga fuerza , á mi me la hace, antes se la ha hecho, y des
pués ha de seguir haciéndosela á muchísimos. hombres de bien;>.
? no es razón que contemplemos .tanto la delicadeza de nues-
tos filosofantes1 , que nos hayamos de .quedar con muchas
•• "h Vj : ü'h, -\\ •.«... i' ,.vy t-:i\v\}»\ 5' •.. \r!- .1 nsí* ;»:>•
. 1 .- m\ Vtv%rX'.\ ' ». Uirv.as^ln:, >\t\ vA 1.
(•) Genes, cap. 3. .**•..•'«
.(**) Nibil aherat, quod botta. voluntas cápete posset.
SanAgustin. .■wlvtwPtwob- ini¿".c.\ tui-oX i.i«ns'i
verdades en el cuerpo. Vamos i la razón principal en que
apoya el ángel maestro su sentencia.
■ «Da dos modos se entiende el dominio : uno , en quanto se
opone á la esclavitud ; y en este sentido se llama Señor aquel
á quien alguno está sometido como esclavo (*).'V v. g. El que'
boy compra un negro contra todo lo que Dios manda : el
que coge á un argelino ó marroquí en guerra con ellos ; y
todqs los prisioneros- de guerra>en los tiempos antiguos. » Da-
otro modo se entiende el dótninio según que comunmente di
ce' relaciona/ que de qualquiera mónera está súgeto á otroí
y bajo tota inteligencia se puede llamar Señot aquel que tiene
á su cargo gobirnar y dirigir á hombres libres (**)." Conqué
según esto han saltado fuera del coro nuestros venerables
filósofos , quando-no han conocido mas correlativo de la pa
labra señores que la de esclavos. Conque según el mismo prin
cipio todavía nos han dexado tan esclavo? como estábamos
antes ; pues no han trabajado en que se quite toda clase
de gobernante y dirigente de hombres libres , como por la gra
cia de Dios somos ahora , y eramos mucho ántes que sus
mercedes nos hubiesen sacado de las imaginadas mazmorras.
Hecha esta distinción , resuelve el Sto. el problema ea
dos proposiciones, w Entendido el dominio , dice , en el pri
mer sentido é, hombre no lo exercería sobre otro hom
bre en el estado de la inocencia (***)." Esta es la primera,
á la qual sirven también de pruebas las que contienen los
argumentos que se opuso , como nota al fin del articulo.
La segunda es. r> Si el dominio se entiende del segundo mo~
•:. i i . i. . ¡" ■ ■
(*) Dominium accfpitur éuplfciter : Uno modo secundum
quod opponitur servituti : el sic dominus dicitur, cu* aliquit
subditur , ut servas* S. Thom. loe. citi - 'uv ■'
i**) Alio ''niotiocac'cipitiif'éorninhim , steunditm'qMÚl'eom-
munüer refertur ad subjéctum qualiterqumque i et sic etiam
Ule qui habet officium gubernandi et dirigendi ¡iberos , do
minus dici potest. f •*"
(**) Primo etgo modo accepto dominio , in estatu inno
cente homo homini non dominaretur. .¿<\..vji\x\'.d
do , el hombre en el estado de la inocencia hubiera podi
do dominar á sus semejantes (*). " No pierda de vista ti
Sr. Gordillo esta proposición porque es la contradictoria de
la suya , que pone ai hombre con excltnion de toda subor
dinación y dependencia , sin haber podido ni debido reqowocer
autoridad que le rija y gobierne. Vamos á las pruebas.
Las de la primera proposición están perfectamente al
paladar de este caballero. r> La diferencia del esclavo al
hombre libre consiste \ en que este se 'dirige á tí mis ajo....';
pero el esclavo depende enteramente! de otro, ©omina pue*
un hombre á otro como á esclavo, quarido lo ordena únicsfmen-
te i su propia utilidad (**)." Por esta regla 'ninguno de aque
llos á quienes los grandes dominaban eran esclavos ; y noso
tros lo hemos sido y lo-' estamos siendo de muchos que not
dominan sin: ser grandes, i»Y por quanto á qualquiera es ape
tecible su propio ..bien , y de consiguiente nepugnarKa' cede»
en beneficio de otro la utilidad; que kiebia serle propia ,' por
tanto el tal dominio no puede ser sinov en pena de loaklotYii*
nados : por lo qual en el estado de la inocencia, no hu
biera habido este dominio de un hombre' sobre otro. líVe Vj
aquí un bien que pudieran hacernos¡ h»<Cdrr<?s en otras cir-i
cunstancias :y ya que las presentes no lo pormiteii , vé* V*
aqui una esperanza y un consuelo mas apreciable aún pira no
sotros que otras varias discusiones. Que lo que debia ser mió
porque Jo he trabajado , se lo haya de llevar el Sr. visita
dor, el Sr. escribano de rentas, el Sr. guarda, el Sr. ministrillo,
y tanta otra caterva de ladrones que nos roban á nombre del
rey»., vé V. aquí una discusión mas digna de las Córtes y máí
interesante á nosotros que algunas de las que ¡se han té-
nido. Pasemos á la prueba de la segunda proposición.
• ['■'-■ ' II. om i-í '- ■ o v ; v.en .. . <■ l flj " . '»>
(*) Secunda moda accepto dominio, in siatu ' Hnoeen-
tue homo homim dominan pofuissdi. '.»■> " i i '< i-::
(**)■ Servui.in Jioc diffext \á libero y qaod liher *st óatíi'lb
«» ; servus autem ordinatur ad alium. Tiinc ergo aliqüis db-
ninafur alictñ ut servo y quandd ' eum , coi dominatuí , ad'
propriam. utílitatem eui , scilicet dominamos refert, ••• '•> '■
D
. < 9» Domina un hombre á otro que el libre , quando lo di
rige ó al bien propio de este ó al bien coman : y este do
minio «e hubiera verificado en «1 estado de la inocencia por
dos razones. Primera.: porque el hombre* es naturalmente so
cial , y. así los de aquel estado hubieran vivido en sociedad;
pero la vida social de muchos no puede realizarse sin que
gobierne alguno , cuyo fin sea el bien común ; porque- mu
chos por una propensión natural dirigen sus miras á mu
chos y diversos objetos , pero uno á uno solo. " Multiper st
intendunt ad malta 4 unus veri ad ünumA> < •-'> ta c\.-.j
Parémonos aquí, y hagamos tina digresioncita. Multipir st
intendunt ad multa ; y esto hubiera sido aun en el estado de
la inocencia. Sin embargo de que entonces la rectitud de la
voluntad no podría 1 separarse del verdadero- fin , la multi
tud de medios de que el hombre sabe valerse para llegará
este, .fia , hubiera sido un estorvo de ría unidad que consti
tuye la sociedad, y. de la: uniformidad qu¿ la conserva. ¿Que
será ahora después del pecado? ¿Y qué será en un estado
de tan profunda corrupción como aquel en que nos hallá
bamos y hallamos? Consultemos la experiencia. Perdimos al
urto de quien lo esperamos todo , y caimos en el gobierno de
muchos* Mientras estos muchos tuvieron á la vista á Dupont,
Moncey &c. , el miedo de morir ahorcados, los reunió
ad unum. Pero desde que Dupont y demás geusrales france
ses fueron vencido» , multi ad multa. Las Juntas provincia
les qué hasta allí no habían tenido otras miras que las de
tuestra salvaeion , se extendieron ad multa , y todos ó mu
chos de sus individuos mezclaron con la causa pública mul
ta , qué solo tenían relación con su particular. Se desocu
paron Madrid , Sal 3 manca , y que sé yo que otros pueblos
viciados • en las opiniones ; y desde aquel momento los pa-
' peles; que antes uniformemente conspiraban ad.mum^ empe
zaron á distraernos ad multa , y á semblar en la nación las
divisiones euyas canse qüeociás , lloramos. .Deseaba >elpuebIoiun
gobierno bueno ó malo, que éeháse de la peninsula i los france
ses ; y apenas, lo* abogadillos de nuevo .cuñovy ésorirorciilo»
de tres al quarto , y que.it" ijñí si (jofiwaliilos de: las ofici-
a
aas echaron de ver. que no había quien ios enfrenase, guan
do se desatacan a¿ multa , y tan o4¡»wi<í/<J, que si por
algunos de ellos fuera no quedaría n¿: alfar , jn\ .ftoao vfli
propiedad ni títere con;cabeaa«' Se instaló; la, Junta f central,
de quien esperábamos que conspirase ad finuiutt pero -iuor
ron mtd/i ad multa ;y asi salió ello por remat#.jíN0 incluyo
eo esta censura á todos los individuos, que la compongan,
pues consta á toda la nación que varios de ellos pusieron
en movimiento para salvarla las excelentes 'prendas de. q.ue
estaban dotados. Sucedióle una Regencia eompue^ta de .cin
co españoles verdaderamente tales , los mas justos y mas re-
cemendabies ; pero eran muchos y no muy buenos los que ia
rodeaban , y no pocos los que la distraían : cada uno iba á
su negocio , y el de todos tuvo los atrasos que sqn consiguien
tes quando mulli, ad multa, Resintiéronse los exércitos , co
mo infaliblemente debía suceder, del mal que nos cogia de
pies á cabeza. Xefes , subalternos , soldados y empleados de
todas clases , i pesar de ser muchos , debieron conspirar ad
unum ; mas como este uno punca se nos logró , y se queda
ron tan muchos como antes estaban , muchos naturalmente
conspiraron ad multa , y se verificó el refra'n de que el per
ro que sigue á dos liebres se queda sin ambas, \fiureron las
Córtes , que la nación ansiaba, como el sánalo-todo de sus
males. ¿ Y qué cosa son - las Córtes ? ¿ El tfnus ad unum , ó
el mulíi ad multa ? Difiniendolas como debe ser 4 por los re
ligiosos , sabios y patrióticos decretos que han dado , son el
verdadero unus ad unum\ pero si. formamos su idea según al
gunos discursos que leemos en sus diarios y las pret¿nsio»
aes ó intentos; -que. aquajjos dexan ¡ entrever , el verdadero
malti. ad multa, ■$ íaa «.Tírdaderp que puede alaarae con est*
nombrej por ^nio^9majsjftt-;La.Dnpcipa. estaba; dispuesta para
UMfornwr8^,;<ofl,,j9Bta,-.íu -cabera ,„y..para no desmentirse de
aquel uqutifr \que iónicamente respiran estas tres palabras, .Rq-*
tigion , Patria , Rey , qua siendo {res^iie, convi^ten. en una»
Pero.¿ qué incjde^tesr.tan-, expuestos, ¿4a~feparacioB n,o han
ocurrido? Bastgj.iUa.íe^^lov^^ fofo
tad d¿ja im^resfa asj^ur^o'ico^^ci^s^ %a*
**8
'do con varias traba» que resistían y abominaban los pro
motores de ella , queriéndola ilimitada ; pero salió desde
luego una chusma de diablos , qué ya llevan diridida la
nación, no solamente ad multa mas 'también ad omnia;
tinqueen este omnia se encierre cosa que , 6 no sea pestilen
te , ó no abra y prepare el camino para la pestilencia. Se
ñores padres de la partía , vigilate : ya oisteis á los promo
tores de esta libertad" solicitarla como la cosa mas inocen
te, y' menos peligrosa del mundo , y aun la mas benéfica y
necesaria para la salvación del estado. Mentían quandó lo
asegnraban , pues nadie sabe lo contrario mas bien que ellos.
Mas como para mentir es menester memoria , ya se des
mienten ellos mismos , y aclaran el misterio. Leed en el Con
ciso de 12 de Agosto que Napoleón debe i la imprenta mas
ventajas/ que á las bayonetas : única verdad que en esta mate
ria se le ha escapado , acaso por providencia de Dios , pa
ra que él' gobierno acabe de resolverse á destinarlo á don
de merece. Esto es lo que ha resultado desde que entre no
sotros multi itttendunt ad multa. ¿ Que deberemos recelar y
temer luego que se propaguen est6s principios que estoy
combatiendo del hombre igual , y esto • por naturaleza y ,fue~
ra de duda. Lo que es natural: á saber , lqae entonces üti
solo vayan multi ad multa , mas también cada uno puede
aspirar ad omnia. Dios me haga profeta falso ; pero creo
que mó hay otro medio para ello que eF que David predi-
-xor' hablando de estas gentes que convVnerunt in unum contra
Dios -y corttra' sti- Ungido , y qué ei&ó'rtaban á que dirumpá-
mut vincula■ eóruní^et' projiciámas á^nbbü jugum ipsórum; i
saber, el siguiente : Qui habitat in calis irriáébit eos, et
Ihminus "iMbiiáhnábit eos : loque tur ad eos in ira sua et t» /ií-
¥bm J)W' "««ter -«Soártitoiiif' «o&rfc ' «Si»; un rey
pVctíite&t*^&cepfumy'tfui,, y-:que á esta ' mala canalla la ri
ja in vifga fetréay é* tdrñq^ám^qS'figuH c&yifrihgát'tos. JBM*
ta de digresfcm y '+éihé 4t *ár&klbí'? - P wm.H . \\cA¿t\
';: ;wLa segunda frazorp «MiSi-sbi ', cdtftínna el' áflgel-waésY'roy
en que -sería ttñ desorden ijue poseyendo : a lgifntí «na so-
Itf¿abundancia' de' c^ferfétÉK^^á^Vir^asdií v^a^^íc* d<*-'
*9
mas, no la destinara en utilidad de sus semejantes. » Gra
cias á Dios que nuestros filósofos están muy Jejos de incur
rir en este desorden ; pues rabian sus timas por comunicar
nos lo que saben , y lo que no saben. La dificultad está en
ú tienen esta sobreabundancia de ciencia de qué'Sto. To
más habla. Ellos están muy en que sí , y yo muy en que
no , y tan asegurado que si autoridad tuviera , los embiaría
á comenzar sus estudios de nuevo por un librito , que aca
so no habrán oido mentar desde muchachos , y que se ti
tula catecismo de la doctrina cristiana. " Esta doctrina,
prosigue el santo, e» conforme á lo que dice S. Pedro en
en el capitulo quarto de su primera carta : cada uno de vo
sotros dispense en favor de los demás la gracia que ha re
cibido : por lo. qual dice S. Agustín en el capitulo 14 del
lib. 19 de la ciudad de Dios , que los justos gobiernan no
por la ambición de mandar , sino por el beneficio que prestan1
en aconsejar : y añade en el cap. 15 : el órdcn natural asi
lo ex/ge 1 y en este estado crié Dios al hombre" ¿Oye V.
señor Gordillo! ¿qué orden natural exige que unos hom
bres dependamos de otros ? ¿ y qué Dios nos crió de esta ma
nera? ¿Como pues aquello de iguales , independientes , y sin
poder ni deber reconocer autoridad que nos rija y gobierne
hasta que nos dió la gana? ¿quién llevó á Canarias tan
preciosa doctrina ? ¿ Ni qué necesidad tuvo V*. de ir á bus
car su instrucción á Ginebra , teniendo una antorcha como
S. Agustín nacida tan cerquita de las Canarias ? Si tuvie
ra i mano sus admirables obras , le citaría un millón de
testimonios da este padre; pero allá va este que se me ofre
ce á la memoria. Dice en uno de los libros de sus confe
siones : n la sociedad humana no es otra cosa sino un con
venio general' de obéSecér á los reyes ; y no es tanto del
contrato íócIhII, 'kofno de "DiSs™ mismo autor de todo bien
de toda- jus%icía: , <le dónde tiene- su fuerza el poder de los
reyes. *fiICoñqutí¿'8Í Q& Dio* trerie^sá fuerza el poder de los
reyes <juienésL debemos obedecer ,■ no tanto en virtud del
cónvenio social, quanto por la disposición de Dios mis
mo ¿serán-' iguales por naturaleza los hombres , entre quis

ncs por su misma constitución natural, unos mandan j
Qtros deben obedecer? , . • ( .<•.'•'
Convengamos pues , amigo mió , en que la igualdad por
naturaleza que nos presentan estos señores filósofos «s un
sueño , y sueño de un frenético , de quienes sabemos que
tienen malísimas vueltas. La religión nos enseña todo lo con
trario ; pero aun quando ella nada nos dixese ¿necesitába
mos nosotros mas que de estender los ojos á la misma
naturaleza ? . t. ';;
Vemos en ella mugeres. ¿Y quien será el loco que di
ga que son iguales con los hombres? Quién el aturdido que
no reconozca lo que S. Pablo ha dich j , que á ella no le
corresponde domtnari in virum : y que el varón cafut est
ni itü ¿ría ? ¿ La pequenez y finara de su cuerpo , la cobardía
y cortedad de su espíritu,, la vehemencia de su imagina
ción y la perpetua volubilidad de sus afectos , no están pi
diendo á gritos la protección , la dirección y la solicitud
del hombre , al mismo paso que su interés y amor? Ve
mos muchachos. ¿Quién los iguala con los hombres? Y si
los hombres¿no los sujetaran, ensenaran y dirigieran ¿ que se
ria de los muchachos ? Y si para estos no hubiesen palos y
pescozones ¿quesería de los hpmbres? Ma acuerdo del di
cho de un jesuíta que les estaba muy agradecido , porque
no le impedían la salida á la calle , coma podían hacerlo
lindamente , si se empeñasen ea apedrearlo. Vemos padres
é hijos : y solamente el infame autor de los iluminados ha
sido capaz , de intentar que los hijos sacudan esta depen
dencia de la naturaleza , y no .descubran en su padre mas
que otro hombre igual á ejlus. Vemos á muchos incapa
ces de usar de su razón por. la mala disposición ( de su ce
lebro. Guardémosles el fuero que-, tangos., d$ elios reclaman
de hacerlo que, quieran : uao se ti rara,, al pazo , otro sal
drá en cueros á la calle r esfp,, TÍOS hundifá la casa, aquel
ñus tundirá agolpes, y á tod.os.sa h?$ comerán las 'piiserias.
Vemos á muchos pobres y. enfermos ,.q.ue,,np. tienen ,de que
vivir, sino de la caridad que se les hace. Metales el Sr.
Gardillo en la cabeza la igualdad . natural , y enséñelos 4
que no* hablen gordo ; y conseguirá , después de hacerlos
por este camino acreedores i aquel odio con que Dios mira
peeuüarmente pauperem superbum , que entre los hombres
ao encuentren quien se digne siquiera de mirarlos.
Vemos por el contrario hombres que por su talento y
habilidad son capaces de enseñar á otros. Ea pues , recuerde
V. la dichosa desigualdad i los que vayan á aprender , y no
tardarán los maestros en echarlos de junto á sf con la hon
da de todos les diablos. Vemos entre los hombres, hombres
defectuosos ? uno es ladrón , otro homicida , este embustero,
aquel intrigante , otro , otro y otro con quanto cabe de malo.
I Y serémos. iguales esta buena gente y los hombres de bien,
6 los que estamos en posesión de 9erlo ? Si señor ; pero pa
ra elfo es- meüéster- ir á la cofradía délos francmasones , é
iluminados : mas no señor ; porque también en estas cofra
días hay su poco de orden , y unos son adeptos, y otros
no sé como se llaman. Pues señor ¿donde está esta igualdad
de nuestros sapientísimos filósofos ? Yo no la encu entro sino
en el infierno, ubi nidias ordo , sed sempiternas horror
inháb'xtat.
Mas por lo que pertenece á este mundo , Dios lo crió
con órden, como atestiguan desdi los cielos que enarrant glo
riara Dei hasta los mas pequeños insectos, vade, ó piger adfor-
tnicam , entre las quales se observa un método , una econo
mía y. una como previsión tal que el Espíritu Santo las cons
tituye maestras de los hombres. Es el mayor de todos los
absurdos persuadirse á que teniendo órden todas las cosas , so
lo carezca de él el hombre para quien se hicieron todas las
cosas. Tiene pues el hombre órden también , y tiene las le
yes de este órden estampadas indeleblemente en su corazón,
y prescriptas en el primer precepto de la segunda tabla,
por las quales está obligado á la piedad , á la obediencia,
á la observancia , y varias otras obligaciones superiores en
mucho á las de rigorosa justicia.
Ponga pues el Señor Gardillo á su pacto social la fecha
que quisiere. Antes de esta fecha ya habia hombres y muge-
res , ancianos y muchachos , padres é hijos , locos y cuerdos,
3¡a
enfermos y sanos , pobres y ricos , picaros y gente de bien?
couque antes,, de esta fecha pudieron y debieron los hombres
jetr dirigidqs por otros hombres , impedidos en unas cosas,
ayudados ep otras-, &c. &c. Y ,todo esto ep fuerza de unas
.leyes , que nadie ha promulgado , y nadie ignora. Conque
es una patraña este maldito pacto enunciado pomo primer
origen de todas las obligaciones del hombre.
iCreer4 y. amigo mió , que intempestivamente condeno es-
te pacto sin haber hablado mas que de la primera de sus
bases , y sin anatomizarlo tan prolijamente como . exige la
multitud de las monstruosidades que incluye ; pero espéreme
V. .en las siguientes cartas , donde se hará lo que apeteces
en el. Ínterin si amos me, cura te. ,,. .
»/.',.,; <i,r-.,i oí «-..» ,:i • , . & FUásqfo RapcM n
-t.ili •• '.(;.•: . ' ii.- i: ■' •• r . ?i:iu : ícA»n.'n . ■
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,ccbTji:-. ^ '<"•:,&! , -i 1 ¿ t. «aiiir . . tm^ n ¿ - 'Jíu'.bnc , tai
QUINTA CARTA CRÍTICA
DEL FILÓSOFO RANCIO,
EN QUE CONTINÚA

LA IMPUGNACIÓN DEL DICTAMEN


DEL SEÑOR GORDILLO
DIPUTADO DE CORTES,
QUE ESTABLECE LAS BASES DEL PACTO
SOCIAL AL GUSTO DE LOS FILÓSOFOS

DE MODA.

REIMPRESA EN MALLORCA :

SN LA OFICINA DE FELIPE GUASP,


AÑO
*** y Agosto 2 1 de 1811.

amigo muy estimado : en mi anterior del 1 6 ex


puse á V. en su legítimo valor el eterno principio que pro
clama el ísr. Gordillo , tomado de los filósofos á la moda, que
establecen ser los hombres iguales por naturaleza: y con tanta
firmeza, que aseguran ser esto cierto, y fuera de duda. D¿mos
ahora un paso mas adelante, sirviéndonos de norte «1 mismo Sr.
Gordillo, que continuando su discurso, añade: los hombret... due
ños de $f mismos, coa exclusión datada subordinación y dependen-
ñj tíc. Consideremos pues al hombre en primer lugar con las
relaciones sin las quales es imposible su existencia; y en segun
deen las que necesariamente resultan déla coexistencia de otro
hombre.
Hombres dueños de s( mismos , con exclusión cíe toda subor
dinación y dependencia. ¿Es verdad esto Sr. GorcJillo?gY verdad
que está fuera de duda? ¿Es posible qus á pesar de toda la cien
cia é instrucción que le supongo, se haya V. dexado seducir
hasta el punto de adoptar por una verdad indudable un absurdo
tan inconcebible ? Ciertamente esto no ha podido proceder sino
de la lección de esos libros pestilentes, en que los filósofos li
bertinos con la copa dorada del mejor estilo brindan á los in
cautos el tósigo de los mas groseros errores. Bien sabe V. que
no basta tener la sencillez de las palomas : es necesario valerse
de la prudencia de las serpientes. Cávete atttem ab hominibus^
4
dice Jesu-Cristo; y si V. no se guarda de estos, ¿de quáles
hombres se guardará? Con ellos ningún trato ni comunicación.
Cum his me cibum sumere. Ni aun saludarlos siquiera. Neo avi
eis (Hxeritis. Quanto menos leer sus libros que manan absur
dos, errores y heregi§!j. XP siempre h$ pensado así desde que-
empezé á manejar libros : y en estos últimos tiempos me he
confirmado en esta misma resolución por las reflexiones si-
gurentes.
Si el gobierno , me decia á mi mismo, me cogiese corres-
pondiéndome con Urquijo, Azanza ó qaalquiera de los mas in
signes traidores, no había remedio, él me declararía á mi y
con mucha razón por traidor; y el que ayuda á subir por la es
calera que no quieren los traidores tendría que hacerme cos
quillas en el cogote. Pues bien : Rousseau, Montesquieu, Mi-
rabeau , han sido declarados por la iglesia mi madre taidore»
y depravados hijos. ¿Cómo pues he de tener yo comercio ni
correspondencia con ellos? La iglesia no me ahorcará. ¿Pero
qué? ¿Para obedecer yo á esta madre, necesito acaso acordarme
de la horca? ¿Para no corresponderme con sus enemigos, no
será para mi mas que sobrada razón que ella los declare por
tales? Obedezco al gobierno civil que á veces me manda solo
porque se le pone en la cabeza: ¿y no obedeceré á esta ma
dre misericordiosa incapaz de mandarme lo que no haya de re
sultar en mi bien ?
Es verdad que se me daba* licencia para que leyera los ta-
l-'s librotes; pero á mí correspondía hacer un uso moderado de
esta licencia. Sola la necesidad ó utilidad del cuerpo de los fie
les podía ser la que la legitimase. Por mera curiosidad, ni la
iglesia podía dármela, ni á mi me era lícito admitirla. ¿Qué
se diría de mí (insistiendo sobre el mismo exemplo) si envian-
dome el gobierno de parlamentario á la corte del rey intruso, no
contento yo con evacuar mi comisión , me enredase con Ur
quijo en otras danzas , tratase con él de asuntos públicos áge
nos de mi encargo, y pasase por íntimo suyo á los ojos de los
que me observaran? ¿No podrían y no deberían temerme por
tan picaro y traidor como él 'i
Si Señor; y yo no me opongo á ello : Mon tesquieu y Rou-
seau fueron unos admirables talentos ; pero por Jo mismo tanto
peor para ellos que abusaron, y tanto mas peligroso para mi,
si me expongo sin necesidad á que ellos me seduzcan. Yo ten
dría menos miedo de leer qualquiera otra obra , aunque fuese
mucho peor, escrita de buena fe por un gentil, mahometano,
judio, confuciano &c.; con tal que este hombre hubiese escrito
solo por explicar su creencia , y confirmar en ella á los que
la tenían. Pero á estos apóstatas del evangelio , que solo
escribieron para que los demás apostatásemos también : á es
tos traydores que nos venden con beso de paz y comien
zan por celebrarnos el evangelio, de que luego nos quieren ha
cer desertores: á estos... con un cañón de á treinta y seis, y si
esto no basta, con un ciento de camisas embreadas. -.,
También para confirmarme en este mi modo de pesar, traía
yo mi poquita de erudición. Orígenes , me decia, hijo de már
tires, y próximo que estuvo al martirio, desbarró porque quiso
juntar al evangelio con Platón. Arrio , porque leyó los desbar-
tos de Orígenes. El grande Eusebio padre de la historia ecle
siástica; porque se agradó de los escritos y doctrina de Arrio.
Teodoro de Mopsuestia , los dos Apolinares , Dídimo, Rufino
y no sé quantos mas , porque fueron apasionados de Orígenes.
Viniendo á los siglos posteriores, los libros de Wiclef, pasando
desde Inglaterra á la Bohemia , la apestaron. Lutero tuvo á
Wiclef por abuelo, y á Juan de' Hus su discípulo por pad-e.
¿Y quién podra' enumerar ahora la mucha familia que juntó Lu
tero con la espacie de que sola la fe justifica? Con que no juguemos
con la candela, concluía yo, dexemos á Jos muertos que allá
entierren á sus muertos. Lo que tengo de sobra son libros y
mas libros , y libros infinitamente mejores en toda clase de
instrucción que estos nuevecitos, los quales no tienen mas mé
rito que serlo. No probemos á volar con alas de' cera , ni con
máquinas aerostáticas. Si pisando por tierra firme tropieza un
hombre, ¿ qué será embarcándose en un mal burro de palo? .
Estas eran, Sr. Gordillo, mis reflexiones que tal vez ca
lificará V. efecto de una imprudente timidez, por la que m«
6
h? privado de las luminosas verdades contenidas en tales libros.
Pero para que vea quanto se engaña , voi á convencerle que
las proposiciones que V. sienta , y se hallan estampadas lite
ralmente en el desatinado Rousseau, son absolutamente falsas
en qualquier sentido que se tomen, y por qualquier aspecto que
se miren , como discurriendo por todos , aunque parezca de
masiado prolixo é impertinente, voi á demostrar.
Primera proposición. Es falso que el hombre sea indepen
diente por naturaleza. En e'l todo lo que hay se reduce al ser
y al obrar: es decir, á su existencia y á su operación ; y tanto
en lo uno como en lo otro es totalmente dependiente , y de
pendiente por naturaleza. Vamos á la inducción.
El ser del hombre, si se considera en su principio , no
pudo provenir sino de la creación. Hay varias demostraciones
que convencen esta verdad. Yo rae contento con citar la que
trac Santo Tomás en la primera parte, qiiestion 44, artículo
primero, para demostrar que todo lo que no es Dios, necesa
riamente fue criado por Dio» ; reducida á que todo lo que es
participado necesariamente debe proceder de alguno que tenga
por su misma esencia lo que los otros tienen por participación:
v. g. el agua tiene un calor hoy que ayer no tenia, y podrá no
tener mañana; luego este calor que no le es esencial, debe pro
venirle del fuego que siempre lo tiene. De la misma manera,
el hombre que ayer no era, y mañana dexará de ser, deba todo
el ser qne tiene hoy á un ser que siempre es ; luego el hombre
depen.le necesariamente de Dios en la creación de su ser.
Otro tanto sucede con respecto á la conservación de este
mismo ser. Sa.ito Tomás lo demuestra también en el artículo
I? déla qiiestion 104 de la prim. parte. Su demostración se
reduce á convencer, que las criaturas todas dependen de Dios
en su existencia, por el mismo orden que el aire del sol en su
iluminación. Si se ausenta el sol se acaba la luz , y todo se
vuelve tinieblas en el aire. Si Dios retirase su influxo todo se
aniquilaria , volviendo á la nada de do;ide salió.
Últimamente el hombre depende de Dios en su consuma
ción. Formemos nosotros la demostración , reuniendo para ella
varias otras de Santo Tomás. A un agente omnipotente , sabio
7
y benéfico no corresponde dexar en su obra vacío alguno que
no se haya propuesto llenar. Conque siendo el hombre obra de
Dios, y habiendo en él dos inmensos vacíos, el primero en su
entendimiento, que mientras mas sabe mas desea saber, y mas
conoce lo infinito que ignora ; y el segundo en su voluntad,
á quien ninguno de los bienes que busca y consigue , quieta
jamas ni satisface; es absolutamente necesario que si Dios supo
lo que se hizo , y no era capnz de querer hacernos mal , debió
querer saciar los deseos y conatos que él mismo puso en no
sotros. Debe pues llegar alguna vez Ja ocasión de qu2 llene es
tos vacíos , y satisfaga estos deseos ; que es lo que llamamos
nuestra consumación. Luego el hombre naturalmenre depende
de Dios en todos sus estados de su ser.
Filosofía es esta tan natural y convincente, que en primer
lugar ha hecho las delicias y ocupación , y en segundo ha me
recido el consentimiento de todos los verdaderos filósofos. Fi
losofía , que San Pablo anunció en el Areópago de Atenas,
quando predicó que Diosfectt ex uno univcrsum genus hómi-
num: quando hasta con el testimonio de los mismos poetas gen
tiles demostró quein ifso vivvmus , et movemur, et sumus
íp$tíu et genus sumus ; y quando les anunció la futura resurec-
cion. Filosofía en fin, de que solo han podido separarse lo»
hombres estragados, para ir á sumergirse en los abismos de ab
surdos y contradicciones , en que hemos visto caer á los que
niegan la existencia ó providencia de este Dios , la inmortali
dad de nuestras almas , la dignidad de nuestra naturale
za , &c. &c.
Vengamos á los que en nuestros dias , y entre no
sotros han dad* en este precipicio, y quitemoílés hasta la va
nidad de poder llamarse filósofos. Uno de los puntos en que
mas quieren parecerlo , y en que mas se glorían de serlo , es
«n el descubrimiento y señalamiento de las causas. No hay uno
de ellos que en citándose una opinión , no salga al instante di-
ciéndonos quien fue' su autor primero ; en tratándose de un
descubrimiento, no nos cuente quien puso el huevo, donde y
como ; en viendo una pintura, no decida al momento de quien
*s el estilo; y en tropezando con una buena estatua ó edificio,
8
no nos encaje la relación de todos los buenos escultores y ar
quitectos. No hay uno á quien se le presente una máquina, j
no se detenga largamente en examinar su mecanismo , en bus
car la potencia que la mueva y en explorar el resultado y fi
nes de sus movimientos. No hay últimamente uno que en vien
do , por exemplo, canes , triglifos ó cornisas de esta ó aque
lla forma en un buen edificio, no nos haga la prolija descripción
de lo que hace falta para llenar el diseño , y de la hermo
sura que deberá' resultar de que el diseno se perfeccione. Bus
que V. otra cosa fuera de estas en su sabiduría : presto encon
trara que e-a cuas y orns como 'ellas ss encierra toda.
E:t bien , señores filósofos, vamos á considerar la mas
hermosa de todas las invenciones, y la mas admirable de to
das Ins máquinas , estatuas , edificios y pinturas. Aquí tienen
Vds á un hombre: á ese mismo para quien van á dar reglas: á
ese mismo á quien tratan Vds. de conservar, defender y diri
gir. ¿Quién lo hizo? ¿ QLJ¿ pintor lo delineó ? ¿Qué cincel
labró tan bella estatua? ¿Por donde ha venido hasta nosotros?
Ni una palabra; ó si acaso alguna, tan escasa, tan obscura,
tan inconexa , qua fuera mejor no decir ninguna. Pues vamos:
esta estatua vive , se mueve , habla , discurre , y hace otro
centenar de maravillosas operaciones. E.vplíquenme Vds. por
que resortes se obran tantos y tan admirables resultados.—Por
la naturaleza. — Esta es mi pregunta ¿ quál es el resorte que
mueve a' esti naturaleza? — El destino. — ¿Y qué quiere decir
el destino ? Ni Vds. lo entienden, ni el mismo diablo que lo
entiend-i. Sigamos adelante. ¿Y á qué es tanto aparato de pie
zas, ru.-das y resortes? ¿A qué un movimiento tan extenso, tan
veloz , tan complicado y tan interminable? — Para comer, be-
bar, dormir, divertirse, gozar, &c. &c. — jAh señores ! que
todo eso mismo lo hacen los perros y los borricos sin afanarse
tanto, sin discurrir, sin cavilar: todo eso lo consiguen los ani
males mas inmundos con mucha mas ventají y menos trabajo
que el hombre. ¿ No me dirán Vds. pues adonde se encamina
esta curiosidad del hombre que tanto afana por saber ? ¿ Este
apetito que nunca sabe descansar? Ni una palabra: enmudecen;
6 si dicen algo, es de tan mala calidad , que Ies hubiera esta
do mejjr haber nacido mudos.
¡ Filósofos malvados ! ¡ Hombres indignos de tal nombre,
ó mas bien nacidos para oprobio de la humanidad f El buei
conoce á su dueño , y el asno el pesebre de su amo : ¿ y voso
tros os desdeñáis de conocjr á vuestro benéfico autor ? g Y vo
sotros rodeados por todas partes de sus beneficios ni aun siquie
ra os dignáis de tomar en boca al Dios que os los confiere ?
j Embusteros í Os llamáis deístas , y nunca os acordáis de Dios:
os tenéis por filósofos , que quiere decir, investigadores de las
causas, y todo vuestro afa'n es huir de encontraros con la pri
mera de todas , sin la qual ni aun concebirse pueden las otras.
Es cosa , amigo mió , que me causa indignación ver el
empeño que tienen de no mentar á Dios en sus conversaciones
y escritos. Darán mil rodeos, y haián mil circunloquios porque
esta palabra ni salga de su boca, ni la estampe su pluma. Le
lostituyen con cierta especie de irreligión las palabras destino,
hado, tuerte , fortuna : y quando mas mas , el Cielo. Llega á
tanto su impiedad que nos califican de hipócritas porque que
remos se nombre á Dios , quando lo exige ó la materia que se
trata , ó el contexto del discurso. No somos tan necios ni fa-
aáticos , que , venga ó no venga , queramos que se nombre á
Dios como aquel donado francisco , que picaba de poeta , y
enviado por su guardián á hacer cierta diligencia caballero en
oa burro , le escribió en estos términos :
Gracias á Dios : se murió el borrico:
Gracias á Dios : yo no sé de qué:
Gracias á Dios : si Usté quiere que vaya,
Gracias á Dios : mándeme Usté en qué:

Pero el sensato guardián , burlándose de su ridicula imper


tinencia , se la echó en cara contextandole asi:
Gracias á Dios : se murió el borrico;
Gracias á Dios : no 6obes de qué:
Gracias á Dios : que reviente tu alma:
Gracias á Dios : ó te vengas á pie.
B
10
Mas dexando las invectivas , por mas justas que sean ,
sigamos nuestro discurso.
No solamente depende el hombre de Dios en su existencia,
sino también , para mayor humillación de nuestra soberbia , de
otra infinidad de causas subalternas que emplea Dios para su
producción y conservación. Depende de la tierra que le sostiene,
del alimento que lo repara , del ambiente que respira , del me
canismo de su cuerpo sin el qual muriera ; en ñn de casi todo
lo que lo rodea , que inmediatamente influye en su conserva
ción, ó puede disponerlo para su destrucción. Tenemos pues al
hombre naturalmente dependiente por lo que pertenece á su ser.
Otro tanto le sucede con respecto á la operación. En pri
mer lugar depende de Dios , que como demuestra santo Tomái
(i. p. q. 105. art. 5.) obra en todo agente que obra. En se
gundo , por lo que concierne á las operaciones corporales , de
pende de los otros cuerpos , que sirven de instrumento para es
tas operaciones ; y por lo que toca á las vitales , de la orga
nización indispensable pira vegetar . sentir , propagar , &c.
En tercero y último , aun en aquellas operaciones que nosotros
llamamos inmateriales , y los nuevos filósofos no sé como lla
maran , depende el hombre de la materia , ya que no como d«
órgano ó instrumento , al menos como de condición sine quá
non , para explicarme en términos ramplones. Y asi el que ca
rece de un sentido , v. g. la vista , aunque quiera , no puede
formar idea de los colores : el que cisne perturbado el celebro,
ó habitualmente como los locos , ó temporalmente como el fre
nético y el ebrio , discurre desordenadamente , y no ata ni des
ata quando habla. La voluntad también se queda enervada, si
le faltan los medios , ó si , aunque existan , les son totalmente
difíciles. Conque hasta en estas operaciones inmateriales de
pende el hombre naturalmente de la materia ; y esto en nuestro
sistema , que admite y cree la existencia de las cosas espiritua
les. Mucho mas bien en el de nuestros, filósofos dal dia , para
quienes no hay mas que partículas , a'tomos y materia. Es pues
falso y falsísimo el eterno principio de los filósofos legisladores,
de que el hombre es independiente por naturaleza. Examinemos
aquel otro que viene atado con este de que es dueño de tí mismo.
kl
Aqu i hay que rebasar mucho. Para ello recordemos aque-
JJi hermosa observación de san Gregorio. No crean los señores
filósofos que Jss cito Ja autoridad de este padre para que la
respeten. Este seria un disparate en mí tratando con sus mer
cedes. Lo cito puramente porque quiero decir con sus palabras,
lo qua pudiera con las mias. Afirma pues el santo que » el
« hombre en el existir conviene con las piedras , en el vivir
i> coa las plantas , en el sentir con los animales y en ser inte-
» ligente con los a'ngeles." No se me escandalicen Jos filósofos
con la palabra ángeles. Llámenles eonas como los platónicos,
inteligencias como los peripatéticos , genios como que sé yo
quienes ; y si de ningún modo quieren llamarles , tampoco re-
fiiremos por ahora , porque por ahora nada nos importa que los
haya, ó los dexe de haber. Lo que sí nos interesa , es qne vea
mos quantas arrobas tiene aquel dueña de sí mismo sobre que
la filosofía está edificando.
En primer lugar, por la parte en que nos parecemos á
las piedras y á todo lo que es pesado, hay una ley irresisti
ble, puesta no sabemos por quien, en fuerza de la qual todo
hombre, sea patán ó filósofo, luego que pierda pie, debe dar
infaliblemente un batacazo; sin que le valga todo el señorío
de sí mismo que le ha dado, le da y le puede dar la filosofía.
Lo misino sucede con las restantes leyes de los graves.
Jan segundo, por la vida en que nos parecemos á las plan
tas, estamos sugetos á otra ley igualmente infalible, que los
portugueses explican de este modo. Bicho que nao cowe, marre,
Y con mas gracia, que aunque nos comamos toda la filosofía
que se contiene en el grueso tomo de Averroeá, si no le aña
dimos otra cosa de mas pringue, tenemos que echar el alma
por la boca ó por otra parte, ítem si después de haber comi
do quanto nos cabe en el buche , queremos , como dueños que
somos de nosotros mismos, encajarle otro par de libras mas,
rebentará infaliblemente el dueño, y se acabará con él su se-
fiorío. Por el mismo (5rden va todo lo demás que pertenece á
la vegetación. Algunos hay, que quisieran tener un poquito de
roas cuerpo que el que les ha tocado. Ea pues , que filoso
fen para ello á mas y mejor : después de todo su filosofar se
13
troprezarán con aquélla verdad qii2 dice: ninguno puede á
fuerza de pensar añadir á su estatura ni un solo codo.
En tercero, por lo que respecta al sentido en que comu
nicamos con los brutos, mientras mas filósofos y dueños de no
sotros seamos, mas sujetos estamos á las leyes del dolor. Yo
no he visto un borrico con dolor de muelas, sin embargo de
que el borrico no es capaz de filosofar ; pero he visto á mu
chos filósofos rabiando de dia y de noche con este dolor, y con
otros de que no son susceptibles los borricos. Aun yo mismo
que jamas me he preciado de filósofo, ni de dueño ni de inde
pendiente ni de ninguna de esas zarandajas , no he podido li
brarme de esta pensión que me ha dado que hacer toda mi
vida. Pues que me quiere V. decir de las demás enfermedades
que sin respeto ni consideración á nuestro absoluto señorío ,
agarran al filósofo mas pintado, lo zampan en el calabozo de
la cama, y quiera á no quiera, lo sujetan á las leyes de ti
ritar á tal hora, sacudir la ropa dos horas después , sudar lue
go que pasan tantas, vomitar lindamente aunque haya visita,
y á veces algo mas, aunque sea en la cama; y hacer en fin
quantas habilidades quiera disponer la terciana , el tabardillo y
demás enfermedades ? ¿ Pues y la muerte ? ¿ Esa terrible é
inexórable señora que cequo pulsat pede pduperum cabernos,
Regumque turres', y tan despóticamente dispone de un filósofo,
luz, gloria y redención de un mundo entero, como de un sal-
vage que no ha hecho mas que arar de dia una haza, y estre
mecer de noche á ronquidos una gañanía ? Mas no insistamos
mucho sobre la consideración de la muerte , no sea que obli
guemos á muchos de nuestros legisladores , á olvidarse de la
filosofía para llamar á un frayle , ó expongamos á algún po
bre frayle i tomarse un mal rato, que después ha de dexar
inútil la filosofía.
Nos vamos acercando ya á los puntos en que el hombre
es dueño; porque en quarto lugar, aunque lo sea en cierto modo
de sus pasiones , no lo es tan absoluto que deven estas de mos
trarse contra su voluntad, aun quando no sea mas que en su
primer movimiento, ó si no difame V., amigo mió, ¿ si un
Señor Gallego que perora de quando en quando, y muy filoso
feamente en el Congreso , hubiese sido dueño de reprimir su
cólera, y de acordarse que era clérigo y no sé si canónigo; ó
ai menos que era filósofo, y diputado, y persona fina: se hu
biera desatado como se desató , quando el Señor Capmany hi
zo aquella exposicioncita tan oportuna sobre la solicitud del
Señor ministro de la estampilla Don Manuel Quintana? Poro
ya se vé, le tocaron en el padrote de la cofradía. Si hubiese
sido en qualquier otro asunto mas interesante, tal vez hubie
ra callado y sufrido. Pero jen Quintana! ¡en el mandón! ¡en el
gefe , maestro y esperanza de toda la filosofía de allende! Es
to no se pudo aguantar; y asi hubo aquello de falsedades, al-
ttiat mezquinas , y demás preciosidades que arrojó de sí el ca
lor filosófico y poético.Ni es solo el movimiento primo primus,
como nosotros le llamábamos, el que no obedece á la filosofía.
No era primo priaius el que mostró el S.ñor Arguelles quando
dixo aquella bJasfemiila contra Santo Domingo de Guzman;
pues ya eran pasadas mas de quareUa y ocho horas que en el
Congreso se habia dicho la razoncilla que lo motivó. Lo mis
mo que con la ira sucede con el miedo, á que toda la filosofía
no sabe resistirse. Me aseguró un amigo que los mas insignes
de nuestros filósofos andaban por la Isla y Cádiz , mirando por
encima de los hombros , volviendo la cara atrás cada minuto,
y coa unos ojos emisisios iguales á los que suele llevar una gi
tana, quando lleva escondida debaxo de la saya la gallina que
acabó de chorar. ¿ Y de donde viene esto ? Del miedo, contra
el qual no puede tenerse todo el espíritu fuerte de la filosofía.
Del miedo , que les representa sin cesar á un David , que in
matutino interfiiiebat omnes peccatores terree, y que aunque
todavía no ha venido , podrá venir de un instante á otro : ó al
menos á un Finees , ó á un Matatías , que suplan en este punto
la falta de un David. Quedemos pues en que sobre aquello de
dueños de sí mismos hay que rebajar muchos quintales , porque
no lo somos ni de nuestro cuerpo , ni de nu>stra alma, ni de
tus tres potencias absolutamente , ni de los movimientos que nos
son comunes con los seres inanimados , ni de muchos de aquello*
en que participamos con los vegetales y animales.
Pues ¿de que somos dueños ? De nuestras acciones , y no
u
mas : y cuidado que quando digo acciones , aiíado nuestras;
pirque jo todas están en nuestro dominio. Quien quisiere sa-
b:r el como y el porqué, vaya á estudiarlo en los dos primeros
artículos de Ja i? 2? de Sto. Tomas, y me dará las gracias.
Yo me contento con señalar ahora quales son estas acciones de
que somos dueños. En primer lugar , aquellas que produce por
sí mismas la voluntad : v. g. las de caridad con todas las vir
tudes que le son consiguientes , y todos los vicios que le son
contrarios; y lo mismo con respecto a' la justicia. Estas accio
nes en nuestra gerga se llaman actos elícitos. En segundo, lo»
imperados que por influxo da la voluntad produce elícitamente
el entendimiento , ya sea por la fe , ya por la contemplación,
ó por qualquier otro de sus actos. En tercero, los del mismo
orden que se verifican en la irascible y concupiscible, según
que son imperados por la voluntad , y nivelados ó dexados de
nivelar por la razón. Y ya aquí el dominio no es tan absoluto;
porque el subdito á quien la razón y la voluntad mandan , suele
recalcitrar y oponer no muy poca resistencia : pero al fin , co
mo la señora insista en ello , su decreto se cumple de mala ó
buena gana. En quarto y último , los mismos actos necesarios
é inevitables , v. g. las enfermedades , los dolores y la muerte,
en quanto por nuestra paciencia y conformidad los hacemos en
cierto modo nuestros , formando de su necesidad virtud. Y á
esto se reduce todo nuestro señorío , que si se considera por lo
mucho que nos da que hacer , es demasiado ; pero si se coteja
con la pomposa expresión de dueños de sí mismos que nos cita el
texto . la rebaja tanto , que es necesario reformarla.
Entremos ahora en la averiguación de si este poco de se
ñorío que nos ha quedado , es absoluto por naturaleza , ó tiene
puestas algunas trabas. Verdaderamente que este es paso las
timoso , en que quisiera yo que nuestros buenos filósofos se hu
biesen explicado con toda la claridad con que piensan , mas
pues no lo han hecho, y nos ponen en el apretón de congeturar,
allá van mis congeturas. Definen la ley por la expresión de la
voluntad general. Luego no hay mas ley que ésta : luego antes
que esta voluntad general se expresara , ó no había ley alguna,
6 el hombre no tenia mas ley que su voluntad particular, Pa- .
rece qu^esto es lo que quiere decir , ó lo que dice el señor
Gordillo por el circunloquio contenido en el texto de que tra
tamos , y qué á^la letra dice así : w es fuira de duda que igua-
y¡ les los hombres por naturaleza , y dun'ios de sí mismo con ex-
n cJusion de toda subordinación y dependencia , no han podido
vi ni debido reconocer autoridad que los rija y gobierne , sino en
ftquanto reunidos en sociedad han.... formado una voluntad
•n general" Iguales... dueños de sí mismos con exclusión
de toda subordinación .... no han podido ni debido reconocer au
toridad que los rija . . . hasta que formaron una voluntad gene
ral. Apuesto ambas orejas á que esta doctrina está tomada , aca
so literalmente de Pufléndorf , que no conoce mas principio de
probidad , honestidad y moralidad , que la ley civil ; y en lo
demás nos dexa á buenas noches.
Conque , señor Gordillo de mi alma g cómo estamos noso
tros ? Según la doctrina de V. , ¿ como me resuelve este pro
blema? En la América la voluntad general de algunos centena
res de miles sequaces del Cura Hidalgo dice , que iguales ellos
á nosotros por naturaleza , y dueños de sí mismos con exclusión
de toda subordinación i las autoridades que por acá se han
oonstituido, y que ellos juzgan no poder ni debe reconocer , sin
enbargo de sugetarse á Fernando Vil , como nosotros ; no quie
re ni le dá la gana de someterse ni al Congreso de Córtes ni á
la Regencia de la Península : y en uso de sus derechos impres
criptibles , y de su inherente soberanía , hace desde ahora ran
cho aparte. V. verá según las máximas que sienta la respues
ta que debe dárseles.
Nada fuera tan de mi gusto como ver al Cura Hidalgo y
demás cabezillas de la sedición , entenderse con estos señores.
Me parece que el resultado de la conferencia que ellos tuvieran
habia de ser , ó que los coronasen , ó que los ahorcasen á todos.
Los principios , las doctrinas y los libros de donde se han saca
do, son los mismos. Conque ó lo que en ellos se enseña es la
verdad , y entonces todos deben ser premiados ; ó es la mentira,
y entonces tan sediciosos son estos , como los de ultramar : y
solo les falta para hacer iguales milagros el número competente
de secuaces , que parece es lo que se busca.
i6
Ptics saltares mios, d* Dios abi-xo no Iny cosa alguna en
el nrr.ido que no tengí «us reglas. Las tiene el Cielo, las tie-
n-'ti los eljmentos, las tienen todos los vivientes, y las tienen
radas y cada una parte cíe estos. Vamos al hombre. Su cuerpo
está ajustado á ¡numerables reglas : quanto á la extencion, por
que no lo hay de veinte varas, ni del tamaño de una mosca:
quanto al número desús miembros, por que es monstruoso si
le sobra un dedo, y defectuoso si le falta: quanto á proporción
por que su cabeza no debe ser ni tamaña como un harnero, ni
tan chica como una naranja: quanto á su temperamento, por
que no puede existir si se reduce á la frialdad del yelo , ó ai
calor de un hierro encendido , &c.
Sus sentidos también requieren una arrsglada disposición,
sopeña de no exercer debida y fructuosamente sus funciones :
v. g. si los ojos son muy convexos como los del meope, ó muy
planos como los del presbiter , ven poco ó mal. No corramos
las demás potencias inferiores , y examinemos con exactitud
las qu.e constituyen su señorío. Por el entendimiento piensa; j
en verdad que se queda sin la verdad que busca pensando , si
la cosa pensada no es la regla del entendimiento. Por el enten
dimiento discurre, y á ié que si falta á las reglas de una bue
na lógica, sacará unos raciocinios como muchos de los que Jos
filósofos estampan en sus papeles , y producen con sus palabras.
Por el entendimiento dirige las obras del arte : pues bien ; ha
ga una casa faltando á las reglas primeras del arte, que podrá
ser que la casa le pague el trabajo, dexandolosin entendimiento,
y haciéndolo tortilla. Y teniendo el hombre reglas para todo,
sacadas de su misma naturaleza ¿no las tendrá para la volun
tad , que en cierto modo es el resorte principal de todas las
accione* de su naturaleza? Tan al contrario es, que ella sola
tiene mas reglas que todas sus restantes facultades juntas : j
que en ella se reúnen quantas reglas deben regir en las restantes
facultades de que en algún modo puede disponer.EIla tiene por
objeto principal el bien. Para que una cosa sea un bien , y pue
da llamarse asi, no debe admitir mistura del mal ; y para ex
cluir esta mistura son necesarias ¡numerables reglas. Véase el
art. prim. qiiest. 18? i? a.*
Hagamos una insinuación de estas reglas , que per summa
tapita indica Santo Tomás en los artículos de la misma qües-
tion. Yo ofrezco al gobierno con muy buena voluntad y con el
fin mas puro mil pesos; pero estos no son míos, ó son de es
taño las monedas que creía de plata; ¿Habrá quien celebre raí
patriotismo? No: porque aun supuesta la buena voluntad , la
acción ó el ofrecimiento es , ó injusto ó inútil por la materia.
Ofrezco la misma cantidad en buena moneda ; mas pagadera en
París ¿ servirá algo mi oferta ? Tampoco : porque no la pue
den realizar las circunstancias. Yo realizo la entrega de esta
cantidad; pero con el designio de que en el primer ataque que
dea los enemigos á la línea , se les tire con pólvora sola ¿ me
receré por este santo fin que me ahorquen ? Creo que si , né-
nue discrepante. Luego la Toluntad puede errar y acertar en
ios actos que executa y manda: luego indispensablemente tiene
regias.
Si sertor, reglas por parte del objeto ó materia de las ac
ciones: reglas , por parte de las circunstancias de las acciones:
reglas, con respecto al fin de las acciones. ¿ í quién es el que
le ha puesto estas reglas? ¿Quién había de ser? La naturaleza:
«s decir, el autor de la naturaleza: el mismo que empuja á la
piedra para que venga á buscar el centro, luego que la separan
4t él : el misino que mueve á los árboles hasta conseguir una
estatura, de la qual después no pueden pasar: el mismo que ha
Mííflado al gato á maullar desatinado quando huele pescado
frira, y hacerse un arco y crisparse todo quando vé que uo
perro se le acerca: ese mismo es el que ha puesto al hombre un
centenar de leyes. La diferencia está en que la piedra y el ár
bol cumplen las suyas sin conocimiento alguno de su parte : el
bruto por instinto, ó llámeseb cierto conocimiento del fin que
basca y con movi manto de que él mismo es su autor ; y el
hai.i.'/re con plano conocimiento, no solo del fin , mas también
d la mía di fin, y con libre elección de los medios que pue
den conducirlo á él.
j Y có.no es esto ? También es cosa que se nos entra por
los ojos. Li. piedra tiane la ley en su peso natural, que la ha
bilita para executar infaliblemente la voluntad del criador. £1
c
bruto en el instinto que la naturaleza (su autor) k ha dado, y
por el que desdi muy pequeííkoya exerce todas sus habilidades.
Y el hombre , en ciertas semillas de conocimiento y de probi
dad que Dios puso en su entendimiento y corazón, paraque
entendiese y obrase según la dignidad de su naturaleza.
Todos nacemos en «na perfecta nesciencia de los conoci
mientos naturales; y nuestro entendimiento se^un la compara
ción de Aristóteles, es como una tabla en que na !a Ivay pin
tado; pero en la qual ya se manifiestan muy desde el principio
cierto» lineamentosy bosquejos, sobre los quaies. quedamos ap
tos para añadir todas las pinturas que queramos. Apenas somos
capaces de percibir el significado de los términos, quandoya soa
para nosotros unas verdades que no nos arrancarán ni a'.mazasos,
las siguientes : la cosí es ó no es\ el toda es mayor que su parta
dos veces tres son seis; y asiéndonos á estas verdades que nadie
nos enseña, y tomando de ellas arranque abanzamos hasta sa
car otras muchas que aprendemos para nosotros mismos, y po
demos enseñar á otros, quaies son las que constituyen la sabi
duría que considera las primeras causas , ias ciencias que des
cubren las próximas , y las artes que nos dirigen en quanto
hacemos con la imaginación, coa la lengua ye >.i las manos*
Aquellos principios pues son las semillas: estas consecuencias
los frutos. \ aquellos, ó por decir mejor, al conocimiento que
de ellos tenemos, llaman los peripatéticos hithitus, ó intellectut
primorum prlncipiorum. Los señores filósofos podrán llamarle
corno íes dé la gana, porque yo no disputo de los nombres,
coa tal que convengamos en la cosa. Lo cierto es, qae en per
diendo una vez el hilo que de ellos tomamos, en vez de justo»
raciocinios , no formarnos mas que absurdos; y de consiguiente
que la sujeción á este hilo, es para nosotros si queremos acer
tar, una ley de tanta necesidad, como la que su peso impone
i la piedra para que llegue al centro. Vé V. pues aqui todos
nuestros raciocinios dependientes de la primera de las causas
por dos diferentes caminos. £1 primero, la conformidad que
nuestro entendimiento debe tener con la cosa que percibe, para
fundar sobre ella la proposición que debe servirle de principio:
y la segunda , la evidencia que encontramos en las tales propo>
Púas ahora, esto que sucede en la línea de las puras espe
culaciones y artificios , se verifica también muy exactamente
en lo que pertenece á las operaciones y actos humanos. Así co
mo en lo especulativo tenemos aquel principio , la cosa es ó
eo es; así en lo práctico tenemos este otro, el bien debe obrar
te. Así como en lo especulativo para determinar si la cosa es ,
d¿ necesidad el entendimiento ha de ajustarse con la cosa , asi
también en lo práctico para determinarnos á seguir el bien,
necesariamente habernos de estar ciertos de que el que seguimos
es verdadero bien. Así como de los principios especulativos se
derivan las ciencias de este orden, así de los prácticos proceden
las leves que son las ciencias de este género : quiero decir,
las reglas de aquellas acciones por donde el hombre es bueno 6
malo, ordenado ó desordenado en sí mismo. Ultimamente, así
como todas las reglas naturales de nuestra especulación se re
ducen á Dios como á autor de nuestro entendimiento, así tam
bién todas las morales como á legislador de nuestras obliga-
cianes.
jAh señor Gordillo! ¿Donde está aquello de que los hom
bres antes de toda reunión eu sociedad no han podido ni debid*
reconocer autoridad que les rija y gobierne? No quiero pregun
tar i V. si este modo de pensar cabe en un hombre que es cris
tiano: sino solamente si cube en quien se tenga por filósofo, ó
siquiera sea hombre. Porque dexando por ahora otras reflexione*
tyie son consecuencia» de todo lo expuesto, y que aclararé en
mis siguientes cartas ; me contento con hacerle á V. este argu-
meutilio. Sobre el no han debido, ademas de lo dicho, habla»
fémos; pero el no han podido es un tan manifiesto absurdo, que
no puede escusar ni la física, ni la metafísica , ni la lógica, ni
la¡ matemáticas, ni aun la nigromancia; porque ni el diablo
puede salvar los absurdos. Si eran dueños de sí mismos ¿ cómo
no han podido reconocer ? Si después reconocieron ¿ cómo no
pudieron antes? Acabava un regatón de orinarse á la puerta da
la iglesia del Salvador en Sevilla. El sacristán viéndolo , la
dixo: hombre ¿ no s?.he V. que a{ no se puede orinar? Cómo no
he de poder, respondió el regatón, si ya me he orinado? Yo no
lé lo que el sacristán le repondería: pudo á la verdad reponerle
20
muy oportunamente ; pero á V. no le queda respuesta. El sa
cristán tenia muy á la mano decirque no podía, porque no de
bía; mas V; no tiene esta escapotoria: porque no contento con
asegurar que los hombres no han debido retonocer autoridad que
les rija , añade que no han podido. Conque ó el no han podid*
nada significa, ó tiene V. siempre encima el argumentillo. Se
redobla su fuerza reflexionando en las proposiciones que V.
añade en seguida; pero dexémoslo para la siguiente carta; y
acordémonos de que todos los antiguos filósofos que no fueron
de la piara de Epicuro , conocieron y establecieron las verda
des que he sentado antes , aun sin tener mas luces que las de
la naturaleza. ¿ Cómo pues las desconocen los que gozan de la
luz del evangelio ? g Cómo así se alucinan los que.... pero si
gamos ; y hagamos en globo la inducción de las obligaciones j
trabas con que se halla el hombre considerado solitario , y sin
otros respectos que los arriba citados indispensables para su
existencia. Cada uno de estos respectos físicos le trae un cen
tenar de obligaciones morales.
Depende en primer lugar de Dios , que le dio el ser, que
se lo conserva, y que es el único que puede llenar su vacío.
Debe pues mirar como unas leyes que indispensablemente lo
ligan á Dios por la parte que menos , la gratitud, el interés^ y
el amor que los filósofos nos exigen á nosotros, como otros tan
tos débitos en que nos ponen los beneficios que ellos creen ha
cernos, y nosotros de buena gana les psrdona'ramos. Y ve V.
aquí ya al hombre obligado á quantas leyes comprehende la pri
mera tabla del Decálogo ; y que él deduce por una consecuen
cia la mas obvia de este mismo principio : Ego Dóminus. Si
pues es señor y señor de todos, todo se le debe : con todo debe
amarse : &c.
Depende el hombre también exteriormente de la tierra qae
le sostiene , sobre que nació , y en que vive. % Y que de con
secuencias no están sacando nuestros filósofos después de los
antiguos , para inculcarnos las obligaciones que nos ligan por
«ola esta razón á la patria? No debo disimular aqui que los fi
lósofos del dia son en este punto unos grandes fulleros. Uno de
los principios de los iluminados se reduce á que el hombre e*
21
'udadano del mundo. Tomás Payne se lo aplica á sí mismo
ado dice: mi patria es el mundo. Pues sepa V. que esto no
ra significar que somos peregrinos en el mundo , y que en
tenemos ciudad permanente , como enseñó San Pablo: ni
i que todo el mundo es patria del cristiano , como dixo
Crisóstomo para consolarse en su destierro : ni tam-
j que á todo el mundo debe extenderse el zelo por la sal
vación, como mandó Cristo, y executaron los apóstoles. No se-
fior: baxo esta palabrita tan equívoca , y que tan buen sentido
puede tener , lo que se enseña es que el hombre ninguna obli
gación peculiar tiene i su patria. Estas son las luces nuevas
que esperábamos. Registre V. el tomo 3? del Secreto revelado
que ja le cité , y verá allí si el mismo demonio con todo su
consejo de guerra y de estado pueden descubrir cosas mas bo
nitas que las que ha descubierto el bendito bárbaro , autor de
la mencionada secta.
Depende también el hombre del sustento que la tierra ha
de darle , y á pocas reflexiones que haga , ya se halla en fuer
za de esta dependencia con la obligación de trabajar , y la pro
hibición de estar ocioso y demás consecuencias que á estas se
siguen.
Pues vamos al mismo hombre. Tiene un entendimiento por
e\ que conoce las verdades : pues ya es indispensable que de
dique parte ó el todo de sus esfuerzos para conocer la primera
verdad : ya será culpable si engreido en estudiar lo que está *
fuera de él , no hace alguna reflexión para conoeers; á sí mis
mo; en una palabra, ya será indigno de la razón que lo en
noblece , si en vez de aplicarla á lo que debe , la emplea pu
ramente en cazar moscas.
Tiene una voluntad por la qual está de necesidad contraído
al bien. ¿ Pero qué trastorno no será , si ella , en vez de bus
car el verdadero oro , se paga solamente del similor, y puede
decir de sí misma ; video meliora , proboque ; deteriora sequor?
Tiene un apetito que le es común con los brutos. ¿ Y qué
nos hacemos con este apetito que por lo común es enemigo de
la razón? Si consultamos á los filósofos del dia, dexarlo sa
lir con todo lo que quiere , soltándole las riendas como á bru-
12
tos desbocados. Porque, si como ellos dicen, unas est exttus ho-
mtnum et jumeniorum , una también debe ser la moral y leyes
de los hombres y los jumentos. Estos , si los dexan, se hartan,
retozan, se rebuelcan, rebuznan, y corren á las burras siempre
que les da gana: ergo párittr , ¿Por qué ha de poder robar un
gato , y yo no? ¿Por qué los perros han de acercarse á las per
ras en medio de la calle , y á nosotros se nos lia de obligar á
andar con tapujos? En haciendo calor ¿ qué privilegio es el de
los perros chinos para que nosotros no podamos salir también
á lo militar como ellos? No han sido en vano estas y otras igua
les quexas de tanto buen francés como han escrito en los últi
mos años , y cuyo mas interesante deseo es que nos volvamo*
á los Bacanales y Florales del tiempo de Tiberio y Nerón. Si
preguntamos sobre el particular al gran padre y patriarca de
nuestros filósofos el Ginebrino , nos enseña que lo que la razón
dicta contra el apetito es preocupación de la mala educación; y
lo que eJ apetito dicta contra ella, es la ley y lo que manda la
naturaleza. De manera , que la razón se le dio al hombre para
que trabaje , v. g. en el arte de cocina con el fin de escogitar
los mojos mas exquisitos y mas abundantes de llenar su vien
tre, haciendo de él su Dios: y para que en la obra de la gene
ración que todas los brutos exercen de un solo y simple modo, in
vente mas indignidades que los mismos diablos. No atestiguo con
muertos. Me pusieron una vez en la mano un libro de filosofía
moderna que daba sobre esta materia mas preceptos, y presentaba
en estampas mas aptitudes y figuras, que lasque puede traer un
libro de táctica para las evoluciones de un exército. Estas son
las luces del siglo. Están en una sola pieza el borrico y el hom
bre. Mandan estas luces que el hombre vaya debaxo y el bor
rico encima : y que todos los conocimientos del hombre se or
denen á buscar buenos prados, donde se harte , se revuelque y
retoze aun mas que los mismos borricos. ¡Indignos filósofos! ¿Y
«ois vosotros los que blasonáis de restablecer al hombre en el
goze de sus inestimables derechos y elevada dignidad ? Lo
degradáis , lo envilecéis, y aniquiláis en éí su mas eminente
prerrogativa, queriendo reducirlo al estado en que no puede
existir permaneciendo hombre. Porque ¿ qué nos humos de ha-
ter con este pudor , con esta vergüenza y sonrojo que nos ata
jan? Vencerlos : respondéis descaradamente. ¿Y con esta con
ciencia que nos reprehende y nos acusa? Enviarla á
pasear : son preocupaciones de una educación extraviada, j Ah
malvado» ! ¿ Cómo es posible»., nada mas ; porque ni aun con-
teitacionet quiero con hombres que ciertamente no lo son.
Bien sabe V., amigo mió , que aquellas no deben calificar»
K de preocupaciones; y con esto solo nos hallamos con otra»
dos tibias de obligaciones para el hombre. La primera la de la
templanza „ que refrena sus concupiscencias, con todas las vir
tudes que le son subalternas : la segunda la de Ja prudencia,
cómodas sus compañeras é hijas , que debe señalar el medio
en que consiste la templanza , para que no se peque ni por ex
ceso ni por defecto.
Hasta aquí de las materias y o'ijetos. ¿ Pues qué diremos de
las circunstancias que sobre ser muchas, influyen también esen
cialmente en los objetos, de manera, que los convierten de bue
nos en malos , y de malos en buenos ? Vaya un v. g. : hablar
y callar, reir y llorar , edificar y destruir, plantar y arrancar;
SÍ.Q acciones respectivamente buenas ó malas, según el tiempo
en que se practiquen : porque hasta el tiempo influye en la bon
dad ó la malicia de los actos humanos , según la sentencia del
tíbio : Omnia tempus hubent.
Pues vamos á los fines. Yo intercedo para que a' un reo no
«Je veje en la cárcel , ni se lleve al suplicio, sin que su de
lito conste mas claro que la luz del medio día. ¡Cosa santísima
digna de un erLitiano y de un hombre de bien! Mas yo lo hago
con la misma intención que Judas quando abogaba por los po
bres, non quia de egénls pertinebat ad eum, sed qtña fur eratí
quiero decir, para gananne el amor de los pillos y tunantes,
y contar con ellos para lo mismo que los humanísimos jacobi
nos de la Francia. ¿ Qjé ta'I ? ¿No sería muy d.l servicio de
Dios y de li patria que me agarrasen y me pusiesen quando
menos en unas galeras, donde tendría de sobra con quien exer-
cer esta mi filantropía ? San Agustín reduce todos los delitos de
los hombres á este solo capítulo : fruí utendis , uti fruendis.
Tenemos ya pues á nuestro hombre con un centenar de le
yes que lo dirigen de resultas solamente de las relaciones , sin
las quales es imposible su existencia en el mundo. ¿ Qué será
si consideramos las que tiene con los otros hombres? Hagamos
la cuenta por encima. Suponga V. que yo , sin saber como ni
por donde aparecí en el mundo , y aparecí solo. Nadie en este
caso sería comparable conmigo : dueño de toda la tierra, rey
de los otros vivientes, y sin tener quien me dixera , hazte acá\
ni hazte allá. Suponga que después se me presenta otro hombre
que, ó vomitó el msr, ó produxo la tierra, ó llovieron las nu
bes. ¿ Qué es lo primero en este caso ? Los animales todos me
lo enseña i ; pues luego que se encuentran dos de una misma es
pecie (como no haya hembra de por medio) al instante se jun
tan , se huelen , se lamen , se rascan, y aun echan su manirá
de retozo. Sin reflexionar ni meditar , y por un impulso harto
semejante al de los brutos, me voy a' él, le pregunto de palabra
6 por señas su vida y milagros , le cuento mis cuitas, me le
ofrezco , se me ofrece ; en fin , casi sin deliberación nos pres
tamos todos los oficios que comprehende la' palabra humanidad,
ó llámesele caridad natural. Nos separamos; pero no se s?para
de mi imaginación la especie de que ya tengo en el mundo un
temejante ( porque en aquello de igual hemos ya ajustado el
Señor Gardillo y yo unas cuentas muy larcas) y á pocas le
vadas saco por primera consecuencia que es menester que par
tamos el mundo, y él se lleve una mitad de su imperio y u su-
fructo, y yo me quede con la otra. Me empieza á tentar el dia«
blo para que le haga alguna clase de mal ; mas al instante me
asalta un pensamiento que yo no sé por donde m? ha venido, y
que me dice , quod tibí non vis álleri ne fé:eris : ó co-no se
explican en mi tierra , lo que no quieres para ti «o lo quiera»
para tu próximo. Y ca'teme V. aquí que yo mismo me pongo
sin estar en mi mano remediarlo todas las trabas que se contie
nen en los'seis preceptos del Decálogo que corrjii desde el se
gundo al décimo inclusive de la segunda tabla. Non oecides, non
macháberis &c. con todos los otros que nacen como consecuen
cias necesarias de estos principios.
Iva á continuar considerando al hombre en sociedad : pero
lo de.vo para otra ú otras caitas, porque hay mucho que decir,
25
10 para otra, d otras cartas, porqus hay mucho que decir, y
V. no quiere que salgan muy largns. Mas no puedo prohibirme
(te llamar su atención á algunas conseqüencias que fluyen na
turalmente de la doctrina establecida eu esta y la anterior.
Primera. Que la definición que se está dando á la ley por
11 txprssioa de Li voluntad , si se toma en toda la generalidad,
«herética, como que destruye la existencia de la ley natural,
que consta tantas veces en las divinas letras : y flusquam he
rética, pues induce infaliblemente al ateísmo: y si s¿ toma pu
ramente por la ley civil, es falsa, porque consta hasta de ex-
P-ti?ncia que la voluntad general ha establecido muchas veces
tomo ley lo que es intrínsecamente malo; y entonces es impo-
«We calificarlo d¿ ley, cuya materia únicamente pueden ser
sallas cosas que .••>,; conformes á la razón, con la qual chuca
^amoralmente lo malo.
Ssgunda. Que ningún poeto socia1 ni anti-socinl, ni aunque
lea con el diablo puede ser el origen de la autoridad de unos
hombres sobre otros ; sino que es uccesario subir para hallarlo
ai mismo derecho natural. DJ este , y no de una estipulación
Voluntaria de los hombres , ha de proceder todo aquello sin lo
<}ae no puede subsistir la sociedad humana, como el orden, por
*'qoal unos nos mandan, y otros obedecen: siendo lícito á cada
BIO hacer lo qua se le antoje; porque en este ciso se disolvería
k sociedad. Es tan evidente esta verjad , que el mismo Rous-
fcaa autor del bendito pacto, no ha pouido menos do confesar,
aun á costa de una manifiesta contradicciou, que lo bueno y con
forme al órdsn es tal por su misma naturaleza, é independiente
4t las convenciones humanas.
Tercera. Que en toda sociedad debe haber alguna autoridad
•oberana; porque toda sociedad es obra de alguna sabiduría- en
toda obra de sabiduría debe haber orden ; y el orcen consiste
*n que haya su primero , sj segundo . su tercero , ó¿c. Supon
gamos á nuestros filósofos lo que qaie¿-.¡], y aun ai¿¿ nías; á sa
ber, que todos somos iguales, no solo por naturaleza, mas
también de todo* modos. Todavia es necesario que uno lleve la
vo? , si todo no ha de volverse zalagarda. Por hábiles que
•«an los músicos , si no hay maestro que reparta los papeles, y
26
lleve el compás , saldrá tan armoniosa la música , como la de
los gatos por enero.
Quarta. Que este soberano que necesariamente exige la so
ciedad humana, no nace designado por Ja naturaleza. Entre las
abejas se coaoce desde el principio qual ha de ser la reyna: en
una torada ya se sabe que el ñus guapo es el mandón : en una
requa, ei burro mas andador es el liviano. No asi entre los hom
bres. Si nuestro padre Adán viviera infaliblemente fuera el rey;
pero ya ha muchos años que murió y entre sus deseen dientes el
que aventaja en una cosa , es excedido en otra : y hay tantas
clases de ventajas quantas son las prerrogativas que sobre todos
los otros seres tenemos los hombres. Uno sabe mucho, y puede
poco : otro sabe poco y puede mucho: este puede y sabe, pero
es un despilfarrado : aquel tiane concierto y tino , pero su ti
midez lo limita á pocos asuntos ; &c. &c. La naturaleza pues á
ninguno designa. Esto no obstante, y aunque toda la cofradía
de liberales se me escandalize , todavía el soberano pusde lla
marse señor natural en dos sentidos: el primero, en quanto tie
ne de hecho la soberanía que la naturaleza dicta como derecho:
el segundo en quanto la voz naturaleza se toma por el naci
miento: es decir , que quando la corona es hereditaria, el pri
mogénito del rey por haber nacido el primero , tiene derecho
á ella.
Quinta y última por ahora. Que todos los derechos impres
criptibles del hombre se reducen á pensar , hablar , escribir •
obrar , poseer , &c., según sea razón ; porque en no siéndolo,
no hay tabs derechos : y en siendo razón modificarlos, es con
tra rjüon alborotar, declamar, &c. Con el ti:mpo iré expli
cando mas esta conseqüencia que naturalmente fluye de los prin
cipios que dexo establecidos.
Punto aquí , que ya basta por ahora. Espéreme V. con
otra muy en breve, y en el entretanto no olvide Jo mucho que
lo quiere su fiel amigo Q. S. M. B. —El Filósofo Rancio.
CARTA VI.
DEL FILÓSOFO RANCIO,
EN QUE CONTINUANDO
LA IMPUGNACIÓN DEL SEÑOR GORDILLO
DIPUTADO DE CORTES ,
LE DEMUESTRA

QU£ SON TAN FALSAS LAS CONSECUENCIAS,

COMO INSUBSISTENTES LAS BASES


DEL PACTO SOCIAL

QUE ESTABLECIÓ AL GUSTO DE LOS FILÓSOFOS

DE MODA.

REIMPRESA EN MALLORCA.

LA OFICINA DE FELIPE GUASP ,


¿ÑO 1813.
•* * 27 de Agosto de 1811.

_/\_migo y duefJo: en mi anterior dixe i V. que me es


perase pronto coa otra, y cáteme aquí ya haciendo nuevas
refl xíopís sobre el discurso del Sr. Gordillo. Mientras mas lo
medito, me convenzo mas de que hi sido mi erablemente en
gañado con los relumbrones de la moderna filosofía. Si se hu
biera atrincherado en la verdadera ciencia de la Teología, de
que le supongo adornado, y cautela'dose al leer las seductoras
doctrinas de PuffendorfT, y principalmente de Rousseau, qa2
empollólos huevos que aquel y otros pusieron; no hubiera pro-
duciio sus ideas con expresiones en que pirece estar envuelro
disimuladamente el espíritu del sistema ginebrino. Repico lo
qje en mis anteriores he dicho: a s^iber, que este S\ en la
lección de tales obras, no ha usado de la prudencia de las ser
pientes, y sí conducídose con la sencillez de Ls palonvis. Por
tsfasÍJ3,n) iinou^iando s i persona, sino su doctrina.
Dice el libro del Gi r¿n qie Di n en el principio del
mimlo formó al hombre; y no siendo. bien que estuviese soio,
le eJiacó pico después un 1 mnger ú q lien él se juntiS, apenas
\i vió i su lado: que de este matrimonio nicieron varios hijn,
íaos buenos , y otro malo: que estos h»j >* fueron succesi vi-
meaiec3sándose , y formaron varias familias; hasta quebabién-
dos? mezclarlo los hijos de Dios, esto es, los buenos, con las
hjis de los hembres, a' saber, la descendencia de Caín, y
com.ti.lo todos quizá algo menos de lo que ahora se comete,
vino el diiuvio, del qual sola una familia se salvó, que en
lo suecesivo volvió á llenarla tierra de pobladores p-r el mis
mo órden que antes: que multiplicadas las gentes lusra el tér
mino de cmiiponer sociedades civiles, cada uno de aquellos que
era cab za Je la principal familia, ejercía no solo la autori-
di] di ni ticj, si .io también la civil y política, hasta el punto
de ten.T el derecho legítinv» de vida y muerte, como el patri-
•rea fudis q je en uso de esta facultad condenó á la p?na capi-
taiá Ta.uar ¿a nuera. Estas y otras muchas cosas relativas á
este asunto dice el libro del Génesis, que hasta aquí hemos
creído inspirado por Dios , y al que los sabios de todos los si
glos han calificado de mas auténtico y mas antiguo que todos
los damas libros é historias del mundo. Vamos á ver ahora lo
que nos dice el Sr. Gordillo en el discurso tantas veces citado y
citando.
Sub.1 para descender á su asunto al origen de las socieda
des; y describiendo el estado primitivo de los hombres antes
que se formasen, los pinta desprendidos absolutamente entre
sí, desnudos de todo orden, libres de todo freno, y careciendo
enteramente de leyes que los gobernasen." Es fuera de duda,
M dice, que iguales los hombres por naturaleza, y dueños de
'n sí mismos, con exclusión de toda subordinación y dependen-
v> cia^'no han podido ni debido reconocer autoridad que les rija
v> y gobierne, sino en tanto que reunidos en sociedad, han
w cedido &c." Digo yo ahora: el Génesis nos enseña que
luego que hubo hombres se reunieron al instante en sociedad, o
mas bien, que la sociedad se verificó luego que hubo hombres;/
el Sr. Gordillo parece que concede tiempo en que los hombres
existieron sin reunirse. El Génesis habla de sociedades for
madas de diferentes familias baxo la dirección de una sola ca
beza, que no se constituyó por cesión de voluntades, ai á to
que de campana ( porque no l;is había ) sino por los sagrados
vínculos de la naturaleza, ¿ Cómo pues componer lo que dice
el Sr. Gordillo con lo que dice el Génesis? Ve V. aquí, amigo
mió, á un hombre comprometido. Si me declaro por la doctri
na díl Sr. Gordillo, todo piante y mamante católico, inclusos
los que otorgaron el poder á dicho Señor, dirán , por lo menos,
que huelo mal, y con razón. Si me pongo de parte del libro
inspirado por el Espíritu-Santo. Incidit \n Scyllam , cufien*
vitare Chartbdim. Sale la ronca trompeta del Conciso prego
nando : esta es la justicia que se debe hacer con este embozado^
que quando se emboza, por algo es : por hnpócrita^ y por hipó'
crita , y por hipócrita Aquí grita el padre predicador de
pasión. C«//a, lengua sacrilega; y se acaba la predicación: J
vengan acá diez qtiartos, porque al Conciso le dio gana de
predicar.
5
Pues Señor", no Jo llevemos todo i rigor. El Sr. Gordillo
no se acordaría de lo del Génesis: esto se lo enseñarían quan-
do chiquillo, y postqtiam factus est vir, evacuó las cosas de
muchacho. Había como filósofo, y como filósofo que trata de
zanjar la felicidad de España. £1 texto que sigue, aunque no
e\ mismo, es mui parecido al sistema del hombre saivage, que
inventó ó perfeccionó el Ginebrino , y que según noticias fi
dedignas iba repitiendo por la calles de Cádiz un clérigo de
voz mui cam.pan.uda : no hai duda en ello: el estado natural del
bomire es el saivage. Quiza' el pobre hombre diria una verdad
si tuvo encuentros con ios liberales ; porque cada uno cuenta
de la feria como le vá en ella. Conque si hemos de tratar
el punto como corresponde, es menester que dexemos á Moi
sés por un lado, y nos vengamos á las brillantes luces del Gi-
nebrino. i Vaya por Dios y por todos sus santos! Mas no ten
go otro remedio que admitir el partido.
Ea bien, Sr. Gordillo, ¿ cómo estamos de hombres? ¿Qui
én los echó á este mundo? Todos, me dice mas abaxo, han salido
de las manos del Ser Supremo. Con haber dicho Dios , se hu
biera V. ahorrado algunas silabas ; pero ya veo que esta pala
bra está antiquada. Dios le dé mucha salud al autor del Dic-
tiomrio razonado que me lo advirtió, y á V. también porque
se ha separado en este punto, como debía, del Ginebrino.
^stoi para mí que si viviera y pillara en su clase á alguno
9"e pensase como V., le había de cascar quatro palmetas. En
'rayéndonos al Ser Supremo para el caso, nada sacarémos de
provecho , y se acabara' aquello del pacto, y de que no hai
autoridad q'.ie rija á los hombres hasta que aquel se realizase, con
toda la demás barahunda. Porque ¿á quién que tenga meollo
se le podrá meter en la cabeza, que criando Dios á un ser por su
naturaleza sociable, lo haya criado fuera de sociedad? ¿Ha visto
V. algo de esto en el mundo? ¿Por qué no hai monas en Jos
pirineos , ni olivos en Galicia? Porque aquellos animalitos y
estas plantas no son de naturaleza acomodada á todos los cli
mas y terrenos. Pues bien Señor; el hombre nació para la so
ciedad , como el pez para el agua , y el ave para el aire. Si
pues me pone V. por autor del hombre, no digo yo al Ser Su
premo , sino a qualq iier ser qna raciocine, e» menester qué me
ponga al hombre ea sociedad mui desde luego. Debe V. pues
desentenderse , como >>e desentiende el ginebrino del primer
origen del hombre. ; •
En esta supisieion, vuelvo á preguntarle: ¿y quintos fue
ron los hombres que en el principio aparecieron^ ¿Uno, ó mu
chos? Si decimos que uno, volvemos a las andadas, y recae
mos otra vez en Moisés, ó quando no , en S. Pablo que dice:
fea'tque ex uno omne geñus tióminum Sslc. Alas V. guardando
reticenwia sobre si fué ó no en el principio , ha evitado este
inconveniente dicendo hombres en plural. Preginttv otri vez;
¿y los tales hombres eran todos varones, ó haDia también al
gunas hembras ? Aqui es ella. Si adunamos que vjroi.es
¿quién nos parió á nosotros? Porque Sr. esto de parir entre tres
üiosot'os dos chiquil'os, es un fenómeno de la hiosorh , que no
tiene todavía un ano Je ieaia. En loa tiempos de entonces se con
taba qae júp;ter había parido una vez po> >¿1 muslo, y otra por
el coiOi.:r..io: mas por ña Jíípiu-r ¿ra uno, y ya se sabe qu?
siempre andaba ludo cou liembras, que LudKro'n ponerlo á
parir. Nj h>í las tres personas de¡ Conciso, qae en menos de
dos meses parieron un Cau-isin y otro Coneisin, el ú;timo
menor, y d otro no sube-aios. Couq ¡e s;.r:í preciso que á par de.
los i.o ubres también pongamos hunbras. ¿ { le parece á V.
Señor Cror^illo de mi alma, que habiendo hembras dtxaría de
hab¿r sociedad Pues á fe mía que yo no lo creeré aunque me
maten. O si no el exemplo esta a' la vista. Estaba el Conci-**
u.ui tranquilo en su casa , pariendo sien p:e y quan ¡o le veníi-
cn voluatad, y sin necesidad de h mura que le ayudase pira
tener bijjJ. l-'j.s hete aqai que apar.ee una Tertulia patriótica-
jiienieg» y.j de lis m ia res, aunque sean her¡n*t'roaitas como
la tal i'ertjiia! Tr>yase p:r.iió,y tajos los dias se están per-
di nJo muchos ho.n Tes de bien por causn de ella-. Apenas le
dió al Concito en la nariz, quando cátemelo V. enamorado, y
^ue sin aeordarse de aqu.ll>» de antes qt' te cuses, mira lo
que ft.retí, le dixo pu'ilieunente su acrevu-» pensamiento.
tj urA .-eñora marina íchos? Apea s o ó envió, respondió:
tres mas. Mas jjon que tinural ¡'Jon quinta J.cencí-í HuhP
iqu?Ilo dé vaya••••• estáte q-ileto.... jQ ié* veinte y
qiutro azotes ! Mus uo estamos en tiempo de eso. Cuida Jo que
no tengo i Ja vista ios pliegos matrimoniales , y podré haber
tquivocddo ülg un paiabra. Protesto pues que no quiero decir
tino lo que diteioa los contray-ntes; no sea que con mil dia
blos lleven contra mi alguna querella como la de marras.
Sin embargo pues de la mucha difí ultad que me cuesta
treer que hubiese muJios varones y machas hembras , y no
hubiera sociedad , me venzo a' pasar por ello, por ta! de qus
con lucimiento e' Sr. Gardillo. Vamos con otra pregunta,
en qué ¿dad aparecieron los tales bichos-hombres sobre la
tora? Esta es otra. Si /. dice que reciennacidos ?quiéii les
<M i¿ raimar ? ¿T.nírénos aquí lo de la loba que crió i Ró-
a^J Rimo ? Mis aq aella fué una , y se la llevó el gato. Si
fo»/»ayiios despechados ¿quién les dió de comer ? Con que es
"¿-'enrió que los pongamos ya graniecitos, y capaces di su
birse i los alcormqu s y castaños para coger las f. mosas bello
ta» y cístañas de la edad d? oro. ¿No es verdad? Puts cate V.
«quíqoe si lo es . huinos d l peregil , y nos dá en la frente.
Ningún filósofo del nuevo cuño es aficionado i milagros, por
que por decreto de la reciente filosofía el autor de la raturaleza
no debe, ni aún puede , a terar las leyes que él mismo le dió,
tópsna de que se le privara del dominio sobre la naturaleza , y
formará proceso en el tribunal del ateismo. Y ahora nos
Míanos qje escos mismo* s?ñ >res n>s trastornan una de las le-
fundamentales de la naturaleza, sin decirnos como ha sido
eít°,ri¡ podemos citar un verbi gratia.
Esto na obstante , yo les doi de b«r3to que los ta!e3 hom
bres y mugaras nacieron del polvo de la tierra , como Aizza
°,oe nacen los sipos con las a<j ias 1* Juiio : item , les doi que
nacieron ya grandes y gordos, coma na creo que nace cosa al
guna: item, qie se pudiesen mantener mientras había cerezas,
•oinzina» , ubis , y bellotas , eo n > los sapos mientras hai cie
lo. P^co y ei] Hegin Jo Uñero en que las bellotas se pudren con
Ja lluvii,y la y.-rba ni crece con las elaJas ¿qué comemos ?
Y si no comemos ¿có no viviun? \juí no q ieda mas arbitrio
■ qu; recurrir, sino á que los hj.njus desde que nacieron tu
8 -.
viesen la previsión de las hormigas , y procurasen hacer para
el invierno la provisión que Aquellas hacen en tiempo de vera
no. ¡Por cierto que la logramos ! ¿Con qué ya rae ponen Vs. al
hombre con previsión y providencia ? Pues , señores , ya es
menester que me lo pongan casado. No hai remedio. La ham
bre presente puede mas que el apetito del otro sexo. Pfr
TO ¡la futura! ni que se piense. Asi pues, si Vs. dan al hom
bre alguna providencia , cuenten seguramente con que , como
la hambre no le estreche mucho , ha de ir á buscar la hembra
por todos esos mundos de Dios; aun quando haya de ir nadan-
'do desde Cádiz á las Canarias para encontrar con ella.
Vergüenza me da, amigo mió, de tener que abatirme á
tan necias y desbaratadas invenciones. Vergüenza es del género
humano que de él hayan salido , y en él se hayan tolerado
locos tan infames. Vergüenza de la nación española , la mss
seria y circunspecta del mundo , que algunos de sus hijos K
hayan alistado baxo las banderas de estos tunantes desatinados,
enrre los quales , uno dice (Rousseau) que n el hombre se ha
v> degradado pasando voluntariamente á la sociedad , de su
« primitivo estado de libertad y absoluta independencia...erran-
« te por las selvas , aprendiendo ds la mayor industria de las
ti fieras á buscar su alimento , bebiendo del primer arroyo á
« que le conducían sus pasos inciertos , y durmiendo baxo del
v> árbol que por el dia le suministró su fruto -, sin reconocer
y> mas obligación que la de conservarse y la de propagar su es-
vi pecie con las bestias sal /ages que el acaso le presentase en
v> los bosques." Y otro afirma ( Vol'aire ) v> haberse visto ten-
« tado de andar á quatro pies por ios montes para disfrutarle y
v> restablecerle" (aquel estado supuesto de felicidad.) "Estos sen
los artífices que han fraguado el sistema de la libertad, igual
dad, y absoluta independencia del hombre, y cuyas brillantes
expresiones y palabrotas han seducido al Sr. Gordillo, no digo
yo hasta el desatinado extremo en que se precipitan; pero al
menos hasta fixar una igualdad é independencia que desóoooca
la sana filosofía.
Volvamos al estado salvage en cuya universidad se han gra
duado aquellos impíos con sus sequaces, y pretenden que noso
tros también nos graduemos. ¿En qué fundan» pregunto, la na
turalidad de aquel estado? En que ha habido y hai gentes 7
naciones poco menos que bestias: por exemplo los alemanes en
los tiempos de Tácito, los negros y los americanos en los
últimos tiempos. Pues vamos á filósofar , señores críticos.
Entre est3s gentes poco menos que bestias se encuentran mu
cha» cosas que recuerdan al hombre. En todos ellos hai algo de
religión , algo de culto público , mucho de sociedad , no pa
co de esperanzas que pasan del sepulcro, vestigios de virtudes
mótales, y acaso envidiables reglas de gobierno. Esto no ha
podido ser siao de uno de dos modos : á saber, ó porque fueron
hombre» en algún tiempo , y poco á poco han ido degeneran
do :nb£sí¡a$s ó porque fueron bestias, y poquito á poco van aban-
zznlo t nombres. ¿Por quál de los dos partidos debemos estará Si
oeak voluntad , sino el entendimiento el que ha de decidir,
J»f*J primero infaliblemente. ¿Y por qué ? Porque por cuantas
notubí tenemos de los sucesos del mundo; se echa de ver que
los lw;naKS dexados i sí mismos , se dan grande traza para ir
de mas á manos.; mas como de la parte de afuera no les venga
jJjj'in auxilio , ni han ido ni jamas irán de menos á mas.
■Son infinitas las pruebas que tenemos de lo primero. Nos
cueotan las historias;profanas que los griegos fueron a' aprender
»u sabiduría á Egipto. Pues lea V. la penúltima ó la última
iáúra en que Juvenal presenta á los egipcios de su tiempo , y
encontrará ya mudados en bestias á los maestros de los griegos.
Bn'ító la Grecia , y mereció llamarse la maestra del mundo.
V", , vaya ahora á buscar algo que se parezca á cosa de
sabiduría en 2a antigua Gracia. El áfrica nuestra vecina nos
d*ó en pocos dias á un Clemente , un Orígenes , un Atanasio,
°o Cirilo, un Teófilo, un Dídimo Alcxandrinos, un Cipria
no Cartaginense , un Tertuliano no me acuerdo de donde, un
Agustino de Tagaste , otro centenar de ellos. Pregunto ¿y dón
de están ahora siquiera los vestigios de estos prodigios en el
Africa? Omito los ¡numerables ejemplos que mas abundante
mente pudieran comprobar mi inducción, porque ni tengo ga
na 03 achaslade erudito , ni me quiero exponer, si lo hago, á
dar un batacazo , como muchos de los que dan nuestros filó
sofos. B
k Pues vaya por la inversa , y veamos como han salido de «u
harbarie é ignorancia los pueblos que han salido. Parees que
según las historias los egipcios fueron los que llevaron el pen
dón , pues según el Génesis , que por lo ménos debe pasar por
historia, y por historia mas antigua qu? las otras , los' egipcios'
aprendieron délos hebreos. Ai esta' el testimonio de Faraón que
no me dexara' mentir, quando dixo á Josef: ¿Núinquid ¿afun-'
tiorem et consimilem tui invertiré pátera ? Los egipcios , y aun
los palestinos , insttuyeron á los griegos : de estos tomaron la»
ciencias los romanos : de unos y otros el r >sto del imperio.
Vengimos ala España y á su siglo de oro. Dice un nacioaal
y m Sr. conde, y un diputado del Congreso ( el Sr. conde de
Torea j ) que la espesa ignorancia estudiadamente procuró der
ramarte sobre este malaventurado suelo desde el siglo XVI. Sr.
conde: ¡válgame la virgen deCovadongal ¿Conque espesa igno
rancia ? ¿y suelo malaventurado el nuestro 2 ¿y todo esto desdi
el siglo XVI? No lo dirá ninguno que haya saludado nuestra
historia. No señor , no hubo tal ignorancia , ni tal espesura ,
ni tales calabazas. El que ménos supo en aquel siglo , supo
mis que todos nosotros juntos. ¿Y sabe V. á quien se le debió?
No se me escandalize : á un fraile. Si señor : Fr. Francisco
Ximenez de Cisneros , que en opinión hasta de los mismos fran
ceses es el grande político que ha tenido la Europa , fué quien
proporcionó á la España la grande gloria de aquel siglo , que
nadie le ha disputado , tanto por armas como por letras. Sepa
.V. ademas , que para sostener esta gloria , trabajaron de tal
manera otros frailes , que ellos solos componen algo mas de
la mitad de los famosos sabios que la sostuvieron. Pues el tal
Cisneros, enviando a' unos á que estudiasen fuera , y trayendo
de fuera á otros que habían estudiado yá , nos proporcionó el
siglo de los Cervantes , Leones, Ercillas , Argensolas, &c. &c.
Y ya V. vé qu? no le cito mas que poetas. ¿Qué sería si me ex
tendiera á enumerar ios sabios de las demás ciencias f
¿Y qué diremos de nuestro siglo? ¿Habría en Cádiz el hor
miguero de filósofos que en el dia la inundan de filosofía , si de
Paris , Ginebra, Amsterdam, y otras partes no hubiesen veni
do de por alto y en letra de melde los nuevos apostóles Voltai
ci , Rousseau, D' Alemb?rt , Diderot , Condoreet , Mira be su ,
con otro centenar de diablos? Convengamos pues en que los hom
bre* sin que nadie les ayude, pueden lindamente caminar á
borricos : y que quando ya están en vísperas de serlo , necesi
tan de que alguno venga á auxiliarles á parecer hombres. D?
consiguiente , que no hubo tales carneros de hombres por naci-
mieato saivages: y sí de hombres qne , como dice S. Pablo ,
testigo mejor que Rousseau , por haber conocido ú Dios , y no
haberle glorificado, fueron entregados al réprobo sentido , ú la
operación del error, y á todas las pasiones de ignominia. Y ve
na V. aquí echada por tierra la maldita hipótessis de los hom
bres por naturaleza salv.iges. Si esto no obstante , nuestros fi
lósofo insisten en ota su tema , ruego á Dios y á los que en
Ja cerra hacen sus veces, que no los mortifiquen , sino que ks
proporcionen esta vida bienaventurada. Varias islas hai que es-
taa enteramente despobladas: escójase una, y mientras mas li
jos , mejor. Yo contribuiré de mui buena voluntad para los gas
tos del viage con quanto puede un pobre, y emigrado, y viejo,
que es lo peor de todo.
Saquemos pues de lo que llevo dicho , y de mucho mas
que se me queda por decir , que es menester volvernos á nues
tras antiguallas , si es que queremos filosofar de mor'o qu.? fas
gentes no nos apedreen : que es preciso convenir en que Dem
ereavit hóminem ab inttio, como conviene el Sr. Gordillo; por
que si no convenimos en esto , no hai recurso humano ni in
humano por donde pudiese el hombre aparecer en el mundo :
que no podemos menos que añaJir máseal uní et fetninam ereavit
eos ; porque como es naturalmente sociable, el que lo crió,
que lo conoce mucho mejor que nosotros , estaba mui bien
enterado en que non est bonutn hóminem esse solum : y á conse
cuencia de esto , que es una verdad de aquellas que ningún
charlatanismo puede obscurecer, que por influxo decidido de ia
naturaleza, y por una sugestión de que ella sola puede ser el
origen , con exclusión del pretendido pacto social , multiplica
dos en graa número los hombres , había de existir, no solo la
sociedad doméstica, sino también la civil, como obra de la.
misma naturaleza , ó mas bien su autor.
ta
Si señor ; en poniéndome V. macho y hembra en la especie
humana, ya sin remedio me ha puesto sociedad^ No mela pon
drá es aquellas especies de animales , en que la hembra sela
basta para- criar su feto : v. g. en las bacas y en lis yeguas ,
porque la naturaleza nada prodiga; solo cuida^ de ro-fíiices^río.
Pero si me la potdrá en toda aquella casta de buhos , en que
la hembra necesita de su macho , no solo para concebir , ma*
también para sacar adelante su cria. Testigos los gorriones , las
tórtolas, las golondrinas , las palomas y otro centenar de ani-
inalitos. Pues vengamos al hombre. ¿Qué sería de la cria que
engendró, si contento con esto, la abandonase á la sola pro»
videncia de su madre ? ¿Qué sería de la madre , si ella sola tu
viese que afanar para sí y para su cria ? Es pues indispensable
que quien hizo el eohombro^ se lo ezhe al hombro: quiero decir,
que el padre se sujete á llevar adelante la obra que comenzó,
y á no abandonarla hasta que ella sea capaz de subsistir por
sí. E-Uo es lo que hacen los paxaritos : ellos no se separan , los
que se separan, de sus hembras, hasta que los polluelos «alen á
volar. ¿Y quánto tiempo necesita un muchacho para salir á vo
lar ? Eche V. años y mas años. Junte á esto que aún todavía
está á medio qua.var el primer pollo, quando ya viene empu
jándole el segundo : que apenas sabe pedir lo preciso el segundo,
quando ya la maire suelta el tercero, y el quarto , y el quin
to , y vaya V. echando hasta una docena , ó algo mas en mu
chos matrimonios. Es pues indispensable , que durante todo
este tiempo permanezcan los padres unidos. Se cansó la madre
de parir : ¿á donde deberé/nos ir con esta pobre vi ja ? Se en
vejeció el padre con los años y los cuidados : ¿á quien sino á
los hijos corresponde cuidar de estos ancianos ? Señores riió^o-
fos , ya Vs. ven que yo no menciono del matrimonio mas que
lo que pertenece á la prole , que es aquello en que los hombres
comunicamos con los animales. ¿Qué seTÍa si mencionase »1
num fidei , en que los animales no comunican con nosotros ?
¿Y qué sería si estuviésemos en tiempo de recordar el bonunt
sa:ramenti , que anunció AJan , que S. Pablo llama'gnJttr/e, 7
de ^ue nuestros piadosos padres h'cieron su creencia , sta honor,
y sus delicias ? Mas yo no quiero hablar sino filosóficamente,
'3
quanfo hablo con filósofos ; y sé qu? para con tos del día , en
no sisado carnal y borriquina, no hai filosofía que valga. Ahora
m; ocurre que me de>cé sin citar exemplo de bestias que cui
dan de sus padres, fie L'iilo que lo hacen las cigüeñas.
Tenemos ya sin contrato ó pacto social la sociedad domes-.
tica. Pues detras de esta viene sin tropezar en rama la de fa<
millas ó civil. Crecen los muchachos , se casan tienen hijos.. ¿
¡Cómo ha de cab?r tanta gente en la casa ? Salen pues de ella-
otrai nuevas i contar si- dixéramos, otras nuevas colonias ; percr
riercpre quedfi pendiente la relación con el padre co.nun. Si
t¿ algo que enmendar, este lo enmienda : si ocurre alguna du-*'
4a,sste la desata : si sobreviene algún apuro, á este se ocurre.
jNo-ban visto los señores filósofos nada de esto? ¿No han es
tado en algún lugar de corto vecindario? Pues á fe que yo no
be andado tanto como sus mercedes, y he teniJo varias veces
tpe admirarlo. Por lósanos de ochenta y cinco ú ochenta y sei»
«stuve en un pueblo , donde casi todos eran parientes , y vi
vían como padres é hijos. Se tocaba á misa ó al rosario , y muí
pocos dexaban de asistir, quedándose las casas abiertas, como
pudieran quedar las puertas interiores de las mismas casas. Se
ofrecía la matanza de los cerdos , y sus hojas se ponían de no
che al fresco enmedio de la calle , amaneciendo enteras y caba
les como si hubieran estado baxo de siete llaves. Iban las mo-
zuelas casi todos los dias á trabajar al campo : lo único á que
los nbvios se atrevían era á acecharlas a' tiro de escopeta , á ha
cerse encontradizos con ellas , á echarles una música a' la puerr
ta, y otras cosa* iguales. Eso de llegarles ni á la ropa, era una
atrocidad'. Había dos ó tres fioí que eran los ora'culos de todo
ti lugar', y á quienes se' consultaba sobre todo, y se obedecía
como á padres: Uno de ellos era alcalde de primer voto : jamas
el de segando decía otra cosa que lo que dixese su compañero.
El esrriBano venía de otro pueblo , solamente quando se nece
sitaba , que eran pocas veces. A la puerta de la iglesia acabada
la misa mayor decía el alcalde viejo lo que había que decir ,
acoTp mandóle como asesores los oíros dos ó tres tios , que lle
naban la vo^, el padre cura, y otro clérigo anciano que era
el padrote del lugar. Había dias destinados para salir á compo-
*4
ner caminos, otros para plantar los castañares que debían ser
vir de dotación al cura , á la fabrica y á los propios que en
tonces se estaban dotando ; y por este orden todo lo demás. De
manera , que i excepción de los chismesillos de que ninguno ó
mui pocos pueblos están libres, y de las murmuracioncilias que
hai donde quiera que hai hombres , remedaba aquel pueblo la
pintura que nos hacen los poetas de su siglo de oro. Y todo
esto se hacía sin pacto , porque allí no vi mas que los de com
pra y venta , arrendamiento y otros tales , que por lo común
se hacían sin escribano ni escritura. Me consta que posterior
mente se ha cambiado todo este sistema, y que la caus i ha sido
haber salido de allí varios jóvenes á estudiar , y á su reg- so
haber llevado consigo las máximas de nuestra presente rilo. oria.
Digo presente, porque antes también habian salido otros á e»>
tudiar , y no volvieron con otras ideas que las raudas. Pregun
to otra vez á nuestros filósofos, sino han visto algo de esto, y
¿n ello la imagen de lo que el Génesis refiere acerca de los an
tiguos patriarcas. Ademas de lo notado ya anteriormente sobre
tos hijos de Jacob, que siendo cabezas de familia , te¡:ían no
solo la autoridad domestica, siuo tamlien la potestad civil has
ta el derecho de vida y ¡nujrte ; d.-be no olvidarse que el mismo
Qén. 'te nos refiere , que el hijo mayor del primero de los hom
bres , y por lo mismo cabeza también de una ¡numerable descen
dencia , edificó una ciudad denominándola según le pareció.
De lo que se infiere que ex?rció sobre todos sus habitantes la
suprema potestad , sin que conste de pacto alguno que se la
transfiriese , y sí solo que era el padre de toda la familia. Pero
de todo esto se desentienden nuestros filósofos. No lo extraño,
porque este es el carácter de los nuevos filósofos, no siendo
nuevo que en siglos semejantes al nuestro haya filósofos de
este carácter. No ver lo que hai, para poder ver lo que no hai:
ea qu<£ sunt , non vident , decía Cicerón de los de su tiempo ,
ut ea quos non sunt , vuleant. No ve i la sociedad que existe sin
pacto, para poder ver un pacto sin el qual ha existido, y con
el qual ( siendo el que delinea Rousseau) dexará de existir toda
sociedad. Pasemos adelante.
La familia (no quisiera decir de Abraham, sino de qualquiir
»5
Pedro-fernandez) se multiplica. Sui hijos le dan nietos , esto»
biznietos, y estojónos y otros: de modo que las ramas cada
vez se alejan mas del tronco , la sangre se resfria , por un solo
padre se sostituyen muchos, por una familin una tribu , y por
o„ho ó diez uu pueblo entero. Juntemos á esto , que convidados
déla fertilidad y amenidad del pais , varios que no son de la
tribu , han querido venir á habitar en su seno ,j i haeer un
mismo pueblo con ella. Pues Sr. , me dicen los filósofos , ya
estamos en el caso de los buñuelos, es decir , de que se celebre
el pacto social. z= No Sres. , que no hai para qué ; y ya se sa
be que ninguno celebra pactos ni paga escrituras sup¿rfluas.~
Pues díganos V. , cristiano — Aunque malo , por la gracia
de Dios y me'ritos de Jesucrito.— Ibamos a preguntar ¿pudo
ese paeblo que V. nos ha pintado , existir por 'los mises si
guiera , sin conocer el derecho de gantes?— No Sr.-s. ~ Ea
A/ea; pues v¿ V. ahí el pacto social: porque ei derecho de gen
tes es el que estas communí consensione sanxérunt. — Tcdo lo
concedo, me'nos que para ese común consentimiento hubiese
tal pacto, ni fuese necesario. —¡Bárbaro ! joreocupado / j igno
rante l— Todo lo que Vs. quisieren , Srcs. liberales : pues no
será difícil que se vuelvan las tornas.
Coa efecto , amigo mió , el argumento que acabo de ob
jetarme ; y que en mi juicio es el Achiles de nuestros pactado-
res , lleva ya muchos años de fecha. Sto. Tomas se lo opone á
sí mismo en el artículo 4? de la qüest. 95 , de la ia. 2*. : no
para probar por ¿1 que el derecho de gentes no pudo ser sin
pacto, pues en aquel tiempo no habían resplandí;i.!o aún las
luces de nuestro siglo , sino para persuadir que no era justa la
división que hizo nuestro Dr. S. Isidoro del positivo en dere
cho de g:ntes y civil. Dice pues toda la objeción : " Parece que
» S. Isidoro no hizo una exacta división de las leyes ó dere-
m cho humano : pues en este se comprende el de gentes , que,
w como dice el mismo Dr. , se llama así , porque está en uso en-
» tre casi todas ellas', y el derecho natural , según la definición
» del mismo, es aquel que es común á todas las naciones. El
» derecho pues de gentes no se contiene baxo el positivo huma-
» no." Tenemos ya aquí el mismo argumento de los filósofos
estipulantes , con la sola difer<nc¿a_de q«e ellos en el consenti
miento común creen estar encerrada la tai estipulación : y Sto.
Tomas excluye la institución humana por la generalidad de es
te coasentimiento,, en que el argumento descubre la institucioa
de la paturaleza. Veamos su respuesta.
«El derecho de gentes es ciertamente natural de algún raodt-
r> al hombre , como racional que es¡, en quanto se deriva del»
9) lei natural, como una conclusión que no está mui remota de
v> los principios ; por lo que fácilmente convinieron los hombres
v> en él', pero se distingue del derecho natural, singularmente
n de aquel qu« es común á todos los animales."
Para desenvolver esta doctrina , es necesario recordar lq
que el Sto. tan luminosamente dexa establecido : á saber , que
toda lei procede de la eterna , que no es otra cosa que la pro
videncia (y no el destino ) que todo lo dirige por las regla* de
«na sabiduria infinita : que la lei natural es una participación
que de la eterna se deriva á todas las criaturas de un modo pro'
porcionado á la naturaleza de cada una : que esta lei en la*
que según su naturaleza no participan de razcn, se encuentra
solamente executivé , como se explica la escuela : esto es , en
quanto por una inclinación de que no son dueños, obedecen sin
libertad al precepto del Criador; pero en nosotros que seguí
nuestra naturaleza somos racionales , se encuentra tamhien di*
rectivéí es decir, en quanto nosotros mismos deducimos núes*
tras obligaciones de los principios de probidad y honestidad ,
que en nuestras almas ha estampado el eterno legislador : que
mientras consideramos solamente estos principios , no conside
ramos otra cosa que la lei natural ; mas que desde la hora en
que como racionales que somos, empezamos á sacar de ellos laí
consecuencias que los irracionales son incapaces de sacar, ya,
comienza el derecho humano positivo : últimamente , que entre
estas consecuencias hai unas tan inmediatas y tan obvias, quft
al instante se viene á quajquiera que raciocina ; y estas son el
derecho que llamamos de gentes : p?ro otras hai que necesitafl
de mas estudio y discusión ; y sobr¿ el desoubrimieoto jr (4*aí*
reglo de estas trabaja el derecho civil.
Supuestas estas nociones, ya esta cara la solución. EloV
recha Je g?ntes no contiene otras leyes que las que se están
cayendo por su poso , délos principios de ia. natural. Pues
bien : para las cosas que se caen de su peso no es menester con
sulta, ui pacto, ni cosa que lo valga : así como para decir lo
qué yo rae sé*,' no necesito de andar buscando quien lo diga ,
como con su admirable ag rleza dixo Cervantes en su primer-
prólogo al Qaixote. Conque para que las g?ntes todas hayan
convenido en el que se llama su derecho , no ha sido necesa
rio ni citarlas anté diem , ni convocarlas á toque de campana ,
ni proponerlas 4a -dificultad , ni entrar en una larga discusión ,
ni numerar ni combinar los votos. Cada uno desde su casa se
ha establecido á sí mismo este derecho , como si en el mundo
no hubiera mas legislador que él, y todos han convenido en lo
mismo que cada uno determinó para su santiscario, sin necesi
tarle aconsejarse con otro.
Sí señores , señores liberales; y esto no debe coger á Vs. da
sorpresa; pero por si les hubiere cogido, quiero ponerles
sflgaoos exemplitos sacados de las especulación ;s que todos los
dias estamos presenciando. La aritmética es una ciencia que no
todos saben ; pero vayan Vs. á engañar en algü.'ia cuenta á al
guna de las viejas de mi lugar que no conocen Jas letras , quan-
to menos los números.^ Ella por los dedos ó por el rosario liará
la suya tan bien hechi , que no se la desbaratará ni el mismo
Euclídes : y solamente habrá que apelar al maestro de escuela,
uñando sea macha ia cantidad, muchas Jas particiones , y mu
chas ios que brados. La música también es otra ciencia : y á fé
que ''fS no conozco siquiera la mano , y no por eso dexo de
cantirvy conocer quien lo hace bién ó mal. Omito la lógica,
la m3dictna 3<cc. 3e que todos tenemas nuestro poquito, sin
necesitar para éste poquito de matricularnos en las universida
des , y estar estudiando algunos años. Apliquemos estos exem-
plos al derecho de gentes. Yo sé que no debo hacer con nadie lo
qae no qúíéro qie nadie haga conmigo. Di una palabra : si me
la hubieran dado, quisiera que me la cumplieran ; luego debo
cumplir la qué cW. Vé V. aquí la lei del derecho de gantes
tírca pacta sert>.ikHa , sacada de la natural , quod tibi non vis,
'alteri he f&tbrfs , cfue tí: ha servida de principio : y por este
oruon sin consultar con na*díe , -y sin que nadie sea capaz <is .
contri Jeciraie ( menos los filósofos liberales ) en dos por tr.¿
dictaré yo todo el derecho de gentes, según que se me vayan
presentando casos. . • • • « •
Conque Sr. Gordilio , tenemos que antes con mucho de su
pacto de V. y de todos sus compañeros , los hombres ya tenían
acuestas tantas leyes , que por poco hubieran sido todas las
Pandectas. Tenían aquellas de que las Pandectas no hacen
mención , porque fuera inútil que la hiciesen ; pero por las
quales están en la necesidad de caerse si tropiezan , de enfermar
aunque -rabien , y lo que es mas peor , de morirse , y de ir á
ver si es verdad ó mea-ira todo eso qUe l¿s dicen los clérigos-
y los frailes. Tenían aquellas otras sin las quales nunca hubie
ra habido Pandectas , ni Partidas , ni Recopilación ( aunque
sí io que Vs. llaman derechos , y yo suelo Uam3r tuertos , del
hombre ) que son las que constituyen el derecho natural, y
comprehende el Decálogo , ó como corseqüencias en sus prin
cipios ó como principios en sus conseqüencias. Tenían por últi
mo lasque componen él derecho de gen'.es, q íe ciertamente ocupa»
la mayor parte de los libros legislativos, y que son mas antiguas
que estos, y coetáneas al uso de la razón de los primeros hombres.
Conque sacamos que si hubo el tal pacto social , no pudo ex
tenderse á otros puntos, que a los que constituyen la legisla
ción puramente civil. Pues, señor mió, sea mui en buen hora
no solo que admitamos , mas también que concurramos al tal
pacto. Qjeda V. comisionado en extender y circular su convo
catoria ( como los frailes hacen quando hai capítulo ) para la
semana que viene. Señale V. el dia, la hora y el lugar, como
ellos; y no se le olvile llevar provisión para la gente quede-
be có.icurrir , pues en no habiendo que comer, no habrá quien
puedi deliberar, y en faltando quien delibere , se acabó el ca
pítulo á ca ,azos.
V. amigo mió, no.se moleste en hacer el viage. Espero
en Dios que sin salir V. de ai, ni yo de aquí, hemos de g*"
narel capítulo. Así fuera tan fácil ganárselo á Napoleón. C<*>
pues por ahora hasta la semana siguiente. Ya sabe V. que m»
afición á su persona es tan rancia como nuestra Jilasofia» NO
iul: pues ejercitarla en lo que fuere de su gusto &c.
De V. siempre .. . ^ • .
El filósofo rancio.
P. D. di otra carta del mismo , fecha 4 de octubre.

Apeáis concluí esta, llegó i mis manos unpapelito, cuyo


ü'íoí j es : mi su¿ñ) , y oración fúnebre que en las exequias del.
Co/i;íjo dixo d P. A'varado. Llegó rambien el Couciso de a3
d: á priembre , en que sus autores dándose por entmdidos de
Me pipil , fallaron que debía tener por titulo la fatuidad jun
ta áia malignidad. Me conformo con esta censura , pues noss,
o de llevar todo á rigor; pero quisiera que los Concisores hu
biesen jjatado á la fatuidad y malignidad la filosofia , pues el
autor del tal suefío la profesa : y no hai raeon para que á na-
í"i sé le defraude de su mérito. Bien que me hago cargo de
du¡ los señores Concisores darán esta circunstancia por supuesta,
porque en el di j los tres tales términos ó soa sinónimos , ó es-
qan mui cerca do serlo
Sí Sr. ; es fatuo de capirote el tal soñador , y á lo que yo
Cío, sin remedio. La prueba la encuentro en que según apa
ree de su escrito , es hombre versado en el Gerundio de Isla ,
J quando de este buen ingenio nada se le ha pegado, ciertamen
te que el hombre no nació para cosas de ingenio. Lo úaico en
que se conoce que inanej j á Isla es la falta de lastre , de que si
damos crédito al cura de Prdime . adoleció aquel jesuíta siem
pre que escribía de proprio mirte. Pudiera el Conciso haber
le aprovechado de esta observación : ¿pero- cómo habia de ha-
Círlo ? La falta de lastre es propiedad en qu¿.rto modo de
la filosofía ; y no es regular que en casa del ahorcado vaya
mos á mentar la soga.
Tenían aq jí los Concisores una buena ocasión para mos
trarse tan catóii :os apostólicos romanos , como se mostraron en
su pedimento de marras. Entre las graves causas porque el Ge
rundio fjé prohibido , tuvo el primer lugar la ligereza con que
su autor abjaó de las santas escrituras , no obstante que en to -
das partes significa- m ii bien el respeto con que las adora Es
te mal soñador las profana del modo mas insolente y grosero.
¿Cómo pu:s al Conciso no se Te ardió' con esto su sangre cató
lica , romana ? Yoá pesar de lo elada que debe estrrla mia al
cabo de' mis ailos y achaques, he creído que debo denunciar,
como por este mi escrito denunció el tal papel al tribpnal de
la fé , si está exerciendo sus facultades, al del Sr. ordinario, si
puede, al Congreso de la nación, al Consejo de Regencia, al
Consejo da Castilla, á la Audiencia, al Sr. gobernador, en
una palabra, á tojos y cada uno de los que tengan alguna au
toridad , y crean qaa es la palabra de Dios la qne se contiene
en las divinas, letras. Para esta delación no citaré el decreto
dogmático del santo concilio de Tiento : me basta la censura
que dé qualquier luterano , calvinista , quakaro , anabaptista ,
ú otra clase de hereges : me basta Con que se le pregunte á to
do musulmán, que se haría en Constantinopla, Argel, Marrue
cos ó Túnez , si alguno usase del Corain del mismo modo. ¿Has-
ta dónde quieren los impios extenderse en sus blasfemias ?
Aun hai otra cosa. ¿Faculta por ventura la libertad de im
prenta á alguien , para que á nombre de un ciudadano , ó de
un espanol( si acaso los frailes se cuentan como tales) se sa-
q'ie un escrito impío , maligno, fatuo y lleno de quanto malo
puede haber? Si suponien Jo la firma ó el nombre de qualquie-
r.i, va un tunante á pedir mil pesos , descubierto que sea, se
rá tratado como ladrón. ¿Y no Jo será el que por semejante fe
lonía roSa. la reputación á un próximo? ¿Y qualquier hombre
de vergüenza no perdería mas de mil pesps antes que ser tenido
por autor de uu papel tan desbaratado ? ¿Y qualquier cristia
no , y mucho mas si es fraile y sacerdote, no deberá prime
ro derramar su sangre que permitir que á su nombre se insulte
la palabra de Dios ? Pues á pesar de todo., si este ú otro igual
atontado se expone al juicio de nuestros, filósofos, verá V. de
fender á muchos de ellos que no.*} ha infringido la leí de la
libertad de imprenta, y que el decretft, con que se estableció
está tan completo y taa p.'rfect uñante. djg¿riJo, como sj, lo
hubiese inspirado palabra par palabra el, ftspiritusanto : y esto
aun después que el sabio Congr io s¿ prepara, por proporcio
nes admitidas á discusioa á reformarlo ó restringir!» sejgu,q je
dicte su prudencia.
2t
Decía un viejo que yo conocí» que no había un nap:! rnn
malo, de donde no pudiese sacarse algo bueno. Acabo de ex- ,
per/mentar la verdad con que lo decía , en este papel que es
el non plus ultra de los desatinos. En una notita qne trae al
fia me da' la importante noticia , que de los Sres. Concisores
rao canta , otro tañe vihuela , y todos son danzantes en toda la
ofensión de la voz : í la qual jnnto yo la que por cierta par
te tengo , de que otro es poeta. Les Sres. Concisores miran, con
desprecio este aviso, pero para mí vale todo el oro del Perú
el tal descubrimiento. Había mucho tiempo que andaba yo
bascando como insertar en mis papeles , de modo que no se
conociese la pegadura , un terceto que sabia de Góngora , en
que hablando del ruiseñor dice, si mal no me acuerdo:

Alegre suspensión del leve viento,


Baxo unas mismas plumas escondidos
La música, la musa, el instrnmento.

|Qué tal ? ¿No se está aquí viendo como de molde una de


finición del Conciso ? Ea vaya : yo voi á ver si trovando el
tercero la puedo dar á pedir de boca.

Insu'sa producción de orgullo y viento., - ;


Baxo un pedante título escondidos ' -• ,J
La música , la musa , el instrumento. ,. .

Vean pues los Sres. Concisores , si tiene ó no el sueño al


go que podamos aprovechar, , . . ,tJ . .,
Ademas, de est?.\ Jf^i^f M?^fi Í|aI?ili£a^o pa,ta r^sponder¡ á¿ in
finitas preguntas, que; aqu( pf hacen. ¿QuiéneíjSOOjeítftSKpFecurr
sores de, la rege.neracjon, francesa? ¿Quiéoes, esto/ nua^og-; refor
madores de la Iglesia, que tratar*, de limpiarla" %bu&o§ ?
¿Quiénes estos correctores del clero,, que en éj. no, encuentran
mas que zánganos ?...¿Quiénea estos rpcJutadpreSj de, fcajl^s, pa?a
que vayan i tomar un fusil ?...¿Quiénes estos censores de vivos
y de m itrios , que tan aprisa ecqan una reprimenda á los gran
des, como censuraa la conducta de, los generales? ¿Qaiénes
ta
estos que han hecho perder sn tiempo al Congreso por tres ó
quatro veces , ya tuteando á los diputados , ya burlándose de
sus discursos , ya zahiriendo su carácter , &c. ? ¿Quiénes
estos que vemos citados en el mismo Congreso con el mayor
entusiasmo por uno de sús - diputado»? Ya se vé: yo no sábía
que decir. Pero ahora, gracias al del sueño , podre' responder
á estas preguntas. Sr. son un guitarrista , un músico y un pos
ta. : jo» tres danzantes en todo el rigor de la voz : ó • como sé
dice en España tres boleros. ¿Y quéSres. Concisores, les páré-:
ce á Vs. qué esta especie se debe echar en saco roto ?
No hai tonto que no sea malicioso. El picarillo del tonto
del sueño nos da de esto una prueba en la pág. 13, en qie
hace mención del acendrado amor y reverencias , Inciensos J
zahumerios , que el Conciso ha tributado á las diferentes esbt-
cies de gábiernos , que sucesivamente hemos tenido. ¡Quién ha
bía de pensar que un tonto había de estar atisvando esto ^ y
conociéndolo en medio de la ostentación que Vs. hacen de que
i nadie sahuman , &c. &c. ! ¡El diantre son los tontos!
Después de todo, Sres. Concisores, no quisiera yo qué Vs.
le diesen mucho con aquello de fatuo y talentazo y lo demás.
Dígolo , porque no les refpond3 lo de la sartén y la caldera ,
y quítate allá que me tiznas. Porque (hablando en corfianza ,
y acá para nosotros ) á mí parece que no han sido muchas
discreciones la de haber puesto en el pedimento contra ¿1 Im-
pa cial , que alguno de Vs. estuvo encantarado para diputado
de Córtes ; la de habernos dado la noticia de que otro ó el
mismo corrió el peligro próximo de ser de la suprema junta de
censura ( ¡y qué gran censor! ) la de haber predicado sus mis
mas honras en el adversario de su primtra salida ; en fin las
de no haber perdido, ni es ar en ánimo de perder ocasión de
"celebrarse , y executtrlo dos veces al ménos por semana. Digo
que estas no me parecen muchas discreciones :y aun creo que
al soñador no se le ha ido esto por alta. Se expu/i^n Vs paesfc
tratándolo de toi to , i que les cante la siguiente antífona :

: •' Camino de Grazalema


me tiró una coz un potro ;
ninguno que beba vino ,
le diga borracho á otro. • ?

Por lo que toca á la aceptación que por todas partes tiene


«d periódico , conviene que Vs. sepan una cosa ; á saber , qué
solamente las noticias son las que lo recomieudan:que lo demás
qie rae , ó no se lee por las gentes , ó las gentes que lo leen,
«incomodan.. Yo mismo soi testigo. E.i este pueblo de mi des
tierro solo yo leo los pensamientos filosóficos que Vs. derraman:
los demás buscan únicamente lo que hai de nuevo en punto de
pena. Deben Vs. pues en conciencia partir las ganancias coa
e\ covachuelo ( ó quien fuere ) que les suministra las noticias:
y macho mas, si consideran la cuenta que el tal bienhechor
tendrá' que dará Dios, facilitando á Vs. este medio de conti-
ttaír en su pecado. O si no hagan una prueba. Disponga el'
gobierno dar por dias un boletin , cuyo producto pudiera des
tinarse para un hospital ú otra cosa semejmte : verán Vs. en-
tóaces cómo le sobra con una imprenta. ¿Y no mas ? A mí me
está dando en la nariz que de los tres , el de la guitarra tendrá >
qne ir á tocársela á los marineros, quando á deshora echan sus '
músicas á las novias : el de la música que agregarse á algún
jarbardillo , y el de la poesía ponerse á trabajar un poema se
gún y como el de Zaragoza. No olviden Vs. estos ayisitos: iq
tampoco que tenemos que hablar despacio.
. ".r. :
:rif ;; : r,:! .(; V •.! '¡ a A.l II. ÍUit. *■! ' I *V i • ■ '.
tí c.U'i¡'\ n ; <a . í í ii !'[■ ' ' . íl í I * '!•<!
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i. ,i í: .'i • íuj i . «-
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' " T ' • . -" • !
' ■ .í ' . i. ■
r> . i. • i:- ■ i: i ! 'i ;
. i '
V ! ".' ■ . i r■
CARTA VII.
DEL FILÓSOFO RANCIO,
EN QUE CONCLUYENDO

LA IMPUGNACIÓN DEL DISCURSO


DEL SEÑOR GORDILLO
DIPUTADO DE CORTES ,

LE DEMUESTRA

QUE NO HA EXISTIDO NI PODIDO EXISTIR

EL PACTO SOCIAL

QUE SE PROPUSO ESTABLECER AL GUSTO DE LOS FILÓSOFOS

DE MODA.

_*

REIMPRESA EN MALLORCA.

LA OFICINA DE FELIPE GU ASP ,


1813.
1 i
1
3

*** i! de Septiembre de 1S11

Mi querido amigo y deefio : soi puntual quando hago


«na cita. Se la hice al Sí. GordiJio para esta semana , y no
obstante que una fluxión me molesta en aquella parte de la bo
ca que antiguamente ocuparon las muelas, no he querido fal
tar a' mi palabra, y me he presentado en la palestra desde el
prinur dia , traido de la curiosidad de ver venir los frailes á
capitulo : quiero decir, de ver como el Sr. Gordillo convocaba
«tas Córtes del género humano , en que se habia de celebrar el
famoso pacto social : cómo acudian los futuros socios : donde
se juntaban : quien cuidaba del refectorio , y otras mil cosülas
de que me quería enterar. Pero amigo mió : no por mu¿ho 'ma
drugar amánese mas temprano : á pesar de toda ini madruga-
cion nada be visto de lo que queria : el Sr. Gordillo se me ha
ce morlaco , y en vez de contarme como , quando y por donde
vinieron , se contenta con decir solamente que reunidos en socie
dad determinaron esto y lo otro. Poco á poco Sr. filósofo , que
esa reunión no es un buñuelo que se echa á freir;y aun quan
do lo fuese era necesario primero traer la harina, preparar la
masa , encender el anafe, poner la casuela , hervir el aceite,
y alistarse la buñolera que hubiese de freirlos. Pues qué : ¿no
hai mas que decir los hombres reunidos ? ¿Pues y la obra de es
ta reunión es algun grano de anis , según la perenne frasesita
de la familia del Conciso ? No , señor mió : V. tiene que
darnos cuenta de como se ha quaxado todo esto. Es filósofo, y
debe señalar las causas : es historiador , y debe comenzar por
el primer arranque de los hechos.
Me responderá V. acaso que con mis reflexiones en las
tres cartas anteriores le he desconcertado el plan ; no de otra
tuerte qu¿ D. Quixote con su conversación intempestiva le d.-s
I
barató al pobre de Sancho el cuento de las cabras. Pues Sr. mió,
por eso no hemos de reñir. Dé V. por nulas las sobredichas
cartas : yo también las doi por no escritas , y me hallo dispues •
to á concederle quanto le niego en ellas. ¿Qué quiere V. ? ¿Qué
pongamos hombres , sin meternos en averiguar de donde y co
mo vinieron? Pues los pongo. ¿Qué los tales hombres sean igua
les por naturaleza? Pues que lo sean : y tanto que no haya de
uno á otro ni media linea de diferencia. ¿Qué todos "filo* sean
sjlvages ? Púas si señor : salvagísimos. ¿Qué dueños de si mis-
mos ? .También , y tanto como el gran Suitan. ¿Qué indefntt
dientes í Pues vaya independientes. ¿Qué no han podido ni de*
bido reconocer autoridad que les rija y gobierne? Por IM' tienen
licencia para eso, y para todo los que les diere gana. ¿Puede
V. pedir mas ? Vea de consiguiente si tengo ó no tengo yo ga
na de capítulo. Con. que vamos á él.
Pregunto pues en primer lugar. ¿Quien lo convoca ? Ya V.
sabe que en no habiendo convocación , solo una rara casuali
dad puede formar una junta. Va V. por Ja calle de noche y
tropieza con un montón de piedras , lo prime-ro que le ocurre
es ¿quién diablos juntaría aquf estas piedras ? Observa un pe
lotón de gente ,.y al instante pregunta ¿qué es aquello? En su
posición pues que hemos de juntar este Congreso, alguien de
berá .convocarlo. ¿Y quién lo convoca , vuelvo á preguntar ,
siendo como somos todos ¡guales por naturaleza ? A mí me pa
rece que solo un déspota , y un usurpador , y un violador de
los derechos imprescriptibles se creeria autorizado para ello : y
ya V. sabe que en aquella época de salvages ai habia ni podia
haber déspotas. Con que resta que el tal salvage que se consti
tuyó convocador , exerciese este oficio.
¿Ptro cómo? Esta es otra dificultad. Yo supongo que me
dio abultando , medio maullando , medio ladrando , ó que sé
yo si medio hablando para persuadir á los otros. Mis ¿aJónde
vamos por unos pulmones capaces de dar una tal voz que ¡n
omnem terram éxeaí sonus edrurn? Si estuviera á su disposición
la trompeta del juicio final, ya podría haber hecho alguna co
sa ; psro V. sabe que la tal trompeta no es del gusto de loa
filósofos trompetas : y aun quando lo fuese , ninguno tiene auto
J
ridadpara mandar tocarla. Magallanes y Cook (ó como se lla
maba) que dieron vuelta al mundo, todavía no habían apare*
cido, y habían de tardar mucho en aparecer. ¿Cómo pues sej
hizo la tal convocación ?
Ea, vaya : yo quiero que se hiciese : quizas alguna bru
za saldría volando para sacarnos de este paso ; quizas algún
salvage inventó la máquina aerostática para llevar el mensage:
quizas... pero sea la cosa como hubiese sido, quedamos conformes
taqúese hizo la convocación. Pues ahora otra pregunta. ¿Y có
mo fui eso de que loe hombres se prestasen á e\\a \ A nu me pa
rece que debió haber mas de quatro que respondiesen al señor.
comandante , que fuera á mandar en sus calzones ¡Qué dis»
parare, he dicho I Ahora me acuerdo de que por aquel tiempo
oo había calzones, y de consiguiente no podían citarlos: coa
dirían que el señor convocante se fuese á rascar contra una
pita: y de los mas moderados , uno que tenía que ir i cr>ger
bellotas, oxro que no tenia gana de andar, otro y otro y otro,
otras mil excusas. V. Señor Gordillo , vé que nada digo que
no estemos palpando. Arde justamente la España toda en indig
nación contra el monstruo di perfidia que la tiraniza : no hai
en toda ella un hombre de bien que no diera gustoso la vida por
nuestra libertad , ni un picaro ( de los muchos que se llaman
patriotas , y lo son por mera especulación ) que no dign lo
mismo y mucho mas, aunque esté en animo de lo contrario. Con
todo , ss convocan las Córtes para este grande objeto, y se con
vocan por quien tenia la competente autoridad : á pesar de
ello para los Sres. diputados ha sido la elección un sacrificio
que hubieran redimido á qualquiera costa. Ahí los tiene V. ,
váyaselo preguntando. No hai duda que muchos españoles mira
rían el tal destino como la mayor de todas las bienaventuranzas.
¿Pero quánta es la bienaventuranza de la nación en quej los ta
les se hayan quedado , como se quedó el Conciso, con la sola
gloria ( de que ha tenido cuidado darnos cuenta puntual ) de
haber entrado en cántaro ? Mis no meneémos mas este caldo ,
y convengámos en que aquello de encabestrar tanto salvage
para que viniese a! Congreso del pacto social era obra que re
quería siquiera tantos garrocáeros , como ¡os que manda el
valeroso D. Julián Sánchez.
6
Sin embargo ( hoi estol para conceder gracias') doí de ba
rato al Sr. Gordi.llo que todos los tales salvages se viniesen
á la convocación , como una manada de carneros se va tras el
nniiso que lleva el cencerro. ¿ Pero adonde va el manso y ¡a
manada ? Pongamos que el Congreso ha de ser en España :
bueno para salvages españoles , pero pésimo para los chinos.
Pongámoslo en la China ¿quién lleva hasta allá á los que co
gen las bellotas en Espafia ? ¿y. qué privilegio tiene V. para
no moverse de su casa , y hacerme á mí andar muchos miliares
02 leguas ? ¿Y perqué no se ha convocado el congreso á las
riberas del Danubio, que es lugar fresco , y no en la vega de
Carmona , donde el sol echa chiribitas ? ¿Apostemos á que el
Congreso social viene á parar en lo que el rosario de Uoriquc,
que se acabó á farolazos ?
Pues vaya que no pare, ¿y dandi se han de tener las sesio
nes ? ¡Miren que pregunta ! dirá el Sr. Gordillo : en qualquie-
ra parte. Poco á poco , Sr. , que mi pregunta es tan lilosófica
Como la que mis. Los padres é intérpretes católicos han crei-
do por varias insinuaciones que han visto en los profetas, que
il lugar destinado para el juicio final es el valle de Josatat.
j Pues tal dixiste I Allá van á la Palestina uno tr¿s otro nues
tros filósofos á hacer el oíkio de quartel-maesíre , han exami
nado la topografía, han medido la cabida del valle, y por una-
niiiie con-ienti'niento han fallado que allí no puede hacerse el
tal juieio, aunque lo man Je el que con un fiat crió los montes
que forman aquel valle. Con que Sr. Gordillo, señale V. cam
po largo para la junta : per me ¡i¿et.
Pero ¿qué ¿ornemos ? Esta es la dificultad de las dificulta
des. Mientras cada salvaga anda por su monte y arboleda, no
es obr» difi:il que tenga que comer. ¿Pero toJos juntos en un
determinado parage , aunque sea de mil leguas en quadro,
adonde hemos di ir por tanta bellota y demás frutas ? V. e tá
á la vista de las provisiones que se hacen para un exéroito de
solos quince ó veinte mil hombres. ¿Qué tales deberán ser las
qne se hiciesen pira no >é quautos diga. V. lo sabrá, pira
qaien todo esto es fuera di duda ; como nos afirrm en guisa de
fajen lü'Jáolb. AñaJa V. otra coleta: que ahora para la manu
1.
tención del exército contribuyen mucho el pan , la galleta , la
carne ; y qué sé yo quantas mas cosas , que después del pacto
social se han inventado; pero entonces no había mas munición
deboca qué las yerbas y fruta. ¿Cómo pues mantener tanta gen
te reunida en qualquiera de los puntos de la tierra ?
¡ Válgame D.os! Señor Gordíllo. ¿Y todavia es para V. es
to, fuera de duda ? ¿Y todavía tiene V. por filósofo al inventor
de esta tramoya ? Si. lo tuviera por pjeta , acaso pudi.ra pasar,
ensnposiciai de que tolo lo que el poeta dice, no tiene mas
kt qoe el que le da el calor Je su fantasía. Pero ¿ por filósofo ?
jPor observador de la naturaleza ? ¿ Por oráculo de esta ?
j Por gui i de los hombres ? ¿ Por antorcha de nuestro si
glo?; tía vaya! que es menester estar mas loco para tragir
el pacto social del G;nebrino , que lo que el GLieb.ino lo esta
co para soñar y publicar su pacto social. Señor mío , quando
h Iglesia nos quita un libro de la mano , sabe muí bien lo que
se hace. Entre otras ventajas de mas consideración nos procu
ra también la de que no se nos vaya la cabeza como al fingida
D. Quísote, para que salgamos al papel haciendj las habilida
des que aquel otro hizo en Puerto Lapice.
Esto no obs'ante sigámosle á V. la mania. Ya está junta
toda la salvagina : vamos á las sesiones del capítulo. Pero pre
gunto antes : ¿pertenecen á esta fiesta las mi.geres ? Ya veo
que esto es muchísimo preguntar : pero V. dice : los hombres^
y segnn el uso que hacemos de esta palabra, en ella suelen in
cluiré las hembras. Ademas de esto tengo observado que los
gitanos , que entre nosotros son los que mas se acercan al esta
do primitivo de la naturaleza, llevan consigo á sus mugeres pa
ta todo lo que se ofrece. Conque ¿en qué quedamos ? ¿Entran
ó no entran ? Si no entran ¿quién ha de poder aguantar sus
quexas y murmuraciones , y mucho mas siendo todos iguales
por naturaleza ?
E3 dex-jmos ya tantas preguntas ; que la sesión primera
ha comenzado , y nos importa oir el decreto sobre que ha de,
fundarse la filosofía del siglo 1 9. Ya lo dice el texto : han ce
dido parte de su libertad, y formado una voluntad general, que
constituyendo por esencia la soberanía de la nación es la única
8
l>jcíor sutil , ven en mi auxilio : favoréceme ; ingénioso Du
rando : acude tú también, profundo Cayetano: venid todos
juntos metafisicos de los siglo* anteriores ; pues tenemos áqui
un texto mas difícil que aquellos de Aristóteles que habian roí
do los ratones, suplidos unos mal, y traducidos otros peot
¿Cómo se entiende aquello de ceder parte de la libertad ? Ex-
plicadme ¿cómo la libertad que es una prerrogativa inmateiial
•tiene partes á semejanza de la materia ? Decidme ¿qué es lo
que se pretende por esta cesión de partes , que van haciendo
uno por uno ' los contratantes ? ¿ Vá por ventnra á formarse
un fondo para algún monte pió , ó están averiguando los
cofrades de alguna hermandad ? Ya veo que es para formir
una voluntad general. Pero decidme, aunque la voluntad y li
bertad sean á parte re» (como dicen Jos escolásticos) una mis
ma cosa en aquellos seres que gozan de la última ¿los nombres
ó términos con que se explican , no encierran conceptos nmi
diferentes ? ¿ La palabra libertad no significa la iniiferenzia
que sigue á este apetito con relación á la elecion de medias*.
¿Cómo pues de este cú:nulo de inJif .-rencia pudo formarse un
apetito? De todos los animales sok> t-1 hombre gasta vestido,
6 la mona quando se lo ponen. Pero pregunto ¿un milion de
vestiJos han formado ó podido formar jamas un hombre ó una
mona ' Voluntad general por parte del objeto, ya lo entiendo;
pues hai algunas cesas v. g. el dinero que todos lo queremos;
p.TO por parre de la potencia, no podrá entenderlo sino A^er-
roes , qu? sup) descuarir el desatino del intelectus sepiratus ,
que t mbhn hizo en el mundo su poco de ruido ¡Voluntad ge-
neralformad.i de muchas partecitas de libertad l Conque si es*
tas partecitas hubiesen sido algo mayores, tendríamos voluntad
g:neralísima : y si hubiesen sjdo mas mayores^ ó si la cesión
déla libertad hubiese sido total \¿ qos hubiéramos visto en la
precisión de inventar un superlativísimo , como los de Saoc"0
Panza , para expresarla. Que constituyendo por eseneia ¡a sobe
ranía. ¡ Esta es otra que' mejor bajía ! ¿ Por donde se oos ha
aparecido este por esencia . qye no apasta" en ninguno de las
tecedentes ? ¿Por donde esta nación i quien ahora se le cue's1
la soberanía ? ¿No estábamos tratando de los hombres ton usa
nación, 6 son muchas ? Y si V. me habla de los hombres antes
que se dividiesen en naciones, la soberanía no será de la na
ción , sino de los hombres. Y si es de los hombres ¿ cómo pudo
constituirse ahora una soberanía que V. mismo me da constitui
da antes de esta reunión en que estamos , poniéndome al hom
bre dueño de sí mismo , independiente , y sin reí ni roque á
quien haya podido ó debido sugetarse ? g Qué me dicen Vs. á
esto señores metafísicos rancios? ¿Mas qué han de decirme? Que
esta harina es de otro costal , que jamas ha estado en sus mo
linos ; y qne el úaico que podrá darme noticia de esto es Ovi-
áioensus metamorfosis , ó los documentos originales que tuvo
i\i vista para escribirlos.
Si señor , Sr. Gordillo: el pacto social segiin V. y los su
yos nos lo presentan, no es un hecho, ni tampoco una hipóre-
«s filosófica , sino una imaginación poética ; y una imaginación
poética, no de aquellas que arregla Horacio qnniido nos encar
ga que non ut serpentes ávibus gemlnentitr , tfgribtts agni , sino
como aquella otra por donde comienza su arte poética, y en que
humano, capiti se junta una cerviz equina : ó como aquella de
Jos oíros poetas , en que suponiendo que los dioses lo pueden
todo , tan á prisa se pone Júpiter á parir , como se transforma
eo toro.
Es verdad que los hombres se han reunido ; mas no todos
juntos , sino en tantas porciones quantas han sido y son las na
ciones y pueblos independientes. No es verdad que havan con
currido á ceder parte de su libertad , sino á coartarla y limitar-
li en sus abusos. Es verdad que ha habido una voluntad gene
ral ; pero no lo es que esta haya sido el resultado, sino la cau
sa de la reunión: porque la que tuvieron los hombres para re u*
nirse , y la que los obligó á ello , fue la de procurar el recurso
en sus necesidades , y el remedio a' las muchas violencias y pí-
cardias con que mutuamente se ofendían ; ó mas bien con que
los malos perturbaban la paz de los buenos. Es verdad que po
seían la soberanía nacional en virtud de la qual- eligieron un
gobierno que dirigiese á la nación , depositando la autoridad' de
mandar , ya en uno solo, como en el monárquico poro, ya: en
algunos principales como en el aristocrático , ya en varios par-
B
ticulares escogidos de todo el pueblo, como ea el democrático,
ó ya templando cada uno de estos gobiernos con la mezcla de
las atribuciones propias de los demás. Paro no es verdad que en
todas estas clases de gobierno resultase la soberanía constituida
eji la multitud de la nación : porque e-i el monárquico puro
desde la hora en que se transfirió la suprema potvsud á uno,
ya la multitud se sugeró" á ella ; y siendo este termino relativo
debe suponer otro extremo á quien referirse ; y significando
iiípirioñdad exige inferiores necesariamente. Es verdad que la>
soberanía reside en todos los individuos que la componen to
mados colectivamente ; pero no lo es que distributivamente
cáela uno de estos individuos sea soberano. Es verdad que la
uacion usando del derecho de esta soberanía dicta las l?yes que
la han d<? regir y gobernar baxo el sistema de gobierno que
ella adopte; pero uo lo es que cada uno de loj que la compo
nen dexe de ser un subdito que esté obligado á obedecer estas
mismas leyes, y no reconozca en ellas un freno que le conten
ga para que no se dexe arrastrar de sus antojos y desafueros,
sin que pueda substraerse de Ja obediencia siempre y quando
je le ponga en la cabeza, como soñaba el desatinado Rousseau.
En ef?cto parece que se oye hablar á un ebrio , ó delirar
á un frenético, quando se lee lo que echándolo de filósofo ,
escribió este enemigo de todo derecho y de todo orden. En una
parte dice : " No siendo la soberanía sino el exercicio de la
voluntad general jamas puede cnagenarse, sea qual fuere la for
ma de gobierno que se adopte: y digo que el soberano siempre
es un ente electivo que no puede ser representado sino por sí
mismo. " Aqui destruye Rousseau el gobierno monárquico pu
ro , reconocido como leg/timo en todas las naciones , adoptado"
en las mas de ellas , y desde la mas remota antigüedad reco
mendado por los mejores políticos, como puede verse en Pla
tón , Aristóteles, Cicerón y otros posteriores hasta nuestros
dias. Explicando aquel demente e! modo con que se realiza su
pacto social , dice : "Cada uno de los socios dándose , á todos
á nadie se da ; y como no hai uno sobre el qual no se adquie
ra el mismo derecho que se le cede , se gana el equivalente de
todo lo que se pierde.... Cada uno de nosotros pone en el cp-
ti
mun su persona y todo so poder baxa la suprema dirección de
Ja voluntad general; y recibimos en cuerpo cada miembro co
mo parte indivisible del todo. " ¿Qual de los escolásticos ha
inventado tantas y tan implicadas abstracciones como sueña
Rousseau para quaxar su fingido pacto social ? En otro lugar:"
li el pueblo promete obedecer'simplemente , por solo este acto
queda disuelto , y pierde la qualidad de pueblo.... y desde en
tonces es destruido el cuerpo político. " Aquí manifiesta ya
las ideas de anarquía que él había concebido , y que trató de
sugerir á todos. Pero mas claro quando dicta la formula deí
juramento con que se ha de prometer fidelidad y obediencia á
las supremas autoridades. Según él, es la siguiente : "Prome
to guardar fidelidad y obediencia úuica y solamente mientras
leagoóernado con rectitud y justicia ; y me reservo el derecho
ífe j'ozgar por mí , si soi bien <5 mal gobernado. " j A Dios <*o-
6/emos, autoridad suprema y estados políticos , si se adopta la
doctrina de Rousseau ! ¿ Qué seguridad ni permanencia ten
drían las sociedades , si cada uno de sus subditos no quedase
obligado á obedecer , sino en virtud únicamente de este pra-
meato?
Pero dexémos á este maligno delirante , y examinemos el ro-
«ultado del complicado cuento del Sr. Gordillo. Alia va' la vo
luntad general que constituye la soberanía de la nación es h¡
úníea que puede dictar leyes , y exigir imperiosamente la obe
diencia y el respeto. Ya pareció la montera que estaba debaxo
del monacordio. ¿Con que la única? ¿No es verdad? Pues Dios
libre al Sr. Gordillo de caer en manos de Victor ó de Soult , y
persistir en esta doctrina de la tínica ; porque seguramente ten
drá que cantar desde lo alto de una escalera el su único hijo.
Alas desando esto aparte , yo le preguntaría ¿si el Sr. Obispo
de Canarias podrá exigir su obediencia y respeto ? ¿Si podra' el
Sr. Pió VIL? ¿Si podrá nuestro Señor Jesucristo ? Es regular
que me responda que sí. Y en este caso le responderé yo, qua es
ta autoridad que puede dictar leyes y exigir tu obediencia y su
respeto , no está constituida por el pacto social, ni es deriva
da de él: é inferiré legitima y necesariamente, que la cita no es ni
puede ser la única , como asegura. Mas: esta única no es la
que nos enseñó el único hijo , de qne hacemos profesión en e*I
credo, ni tampoco es laque estampó en nuestros corazones
aquel Padre Criador del cielo y de la tierra , por donde lo co
menzamos. Pero , Sr. Gordillo , esos mismos salvages que V.
ha juntado venciendo tantos imposibles, se lo están enseñando
clarito. ¿ No ha reparado V. en que todos traen taparrabos ?
¿Tanto los de América como los de Asia , tanto los de África
como los de Europa ? ¿ De qué animal han aprendido esto ?
¿Por qué no traen de manifiesto como todos los otros la execu-
toria de su sexo ? Por conveniencia ciertamente no podrá ser ,
pies la única que de estos taparrabos pu:de resultar, es que
e;i el tiempo de verano se aniden en ellos las pulgas, y en todo
tiempo los pioj js. ¿De donde pues ha venido, vuelvo á preguntar
este uniforme con, que todos se nos presentan? De la observan
cia de alguna lei no pudo s^r , porque antes del pacto social
que venían a' celebrar, no habia lores por falta de autoridad
que pudi:se dictarlas y exigir imperiosamente la obediencia y
el respeto. ¿ De dónde pues provino aquel uso general? ¿ Vaya
puesto algo , á que antes de este pacto social hubo otro, que
se llamaría pacto de los taparrabos ?
Me hago cargo da que V. podrá decirme , que también ha
habido en el mundo gente en cueros , como comprueban varias
estatuas y pinturas. Es verdad , Sr. Gordillo , que las ha habi
do ; y que lo comprueban no solo las estatuas y pinturas, sino
también las historias; y lo que hace mas al caso , gente que
todavía vive. Hi leido aqnello de las fiestas de Venus y Baco
en la Grecia , y de las florales y bacanales y no sé que otras
en Roma: también tengo especies de varias cosillas ocurrida»
icbre esta materia en los medios siglos ; pero Jo que sobre to
do no me ha dexado duda de este hecho , es el que presenció
cierta persona, de cuya boca lo sope , en cierto pueblo de la
católica y circunspecta España ; á saber , la danza de doce" va-
roncitos y otras tantas damiselas sin mas vestido, que el que el
Santo Job recordaba á Dios quando le dec:a , pelle et círn'tbut
v.'síisti me. ¿Qué tal Sr. Gordillo? Pues sepa V. que estos vein
te y quatro de quienes hablo, eran ó maestros ó discípulos en
álosofia: que aquellos otros por donde co:n¿ncé, son da los tiem
pos en que los filósofos de Grecia disputaban con el mayor ca
lor, si la Venus Anisa debía preferirse á la común; y en que
ala vista de Roma los soldados de Cesar en medio de sus triun
fos lo llamaban omnium foeminarun virum\ et omnium virorum
fxminam ; Ovidio escribía su arte ; Tibulo , Galo , Propercio
y demás filósofos poetas sus amores ; Juvenal y Petronio sus
sátiras : y Marcial sus epigramas : y Nerón que tanbicn fi
losofaba y hacía versos , casaba publicamente con otro hombre.
¡O siglo verdaderamente de oro ! jQuánto hubieran dado por
nacer en tí algunos de nuestros filósofos y poetas I Mas en
qjanto á los hombres salvages , eran todavía muí salvages pa-
lustas finuras, que solo ha podido descubrir y autorizará
fuerza de especulaciones y sudores la liberal filosofía.
Fré V. aquí amigo mió , adonde va' a' parar toda la bulla
impacto social; á donde mismo han ido todos las errores en
«¿feria de costumbres y especulaciones : á saber, á licencia
«mota para todos los antojos , y á la indulgencia plenaria pa
ra todas las funciones del vientre. Este , este ha sido el Dios
no solo de los cretenses, mas también de infinitos otros; y to
do Jo que disculpa , afina, perfecciona y justifica estaparte
de la física particular, es lo que en varios tiempos, y en el dia
dehoise ha llamado y llama sabiduría,y á loque S. Pablo mis
mo no ha querido negarle este nombre, pero le ha añadido pa
ra distinguirla el apellido de ¡a carne. Clama esta por muchí
simas cosas que la razón le niega : pues vamos á poner un plei
to á la razón. Le alega esta á Dios : quita alia' , se Je re-pon-
de , que en eso nada hai de cierto. Hace por fin lo que le
da la gana , y se mete en el cenagal Insta las orejas. Si hubo
quien la viese, hete aquí que sale de allá dentro una cosa que
ie llama pudor, y le iaca los colores a' la cara. Si no hubo tes
tigo , y aun quando lo hubiese ; veme V. aquí con un gusani
llo que se llama conciencia , que de dia y de noche roe las en
trañas , y no dexa sosegar ni un momento. ¿Qué remedio pues?
No queda otro que llamar á la filosofía que es el sánalo todo pa-
raesta clase de enfermedades. Viene pues la señora médica, se
impone en la enfermedad.... Ea , vaya : eso no quiere decir
nada. Yo le daré á V. un cordial muí de. la aprobación de los
doctores Epicuro , Lucrecio , Espinosa , Voltaire y otros mu
«4
chos. Récipe dos dracmas de dixit insipiens i» corde sito : non
est Deus : y luego dése un bino general en una gran tinaja de
átomos.
Segunda visita. Pues ¿cómo vá ? — Malísimamente. Desde
que tomé el non est Deus , no puedo quitarme el tal Deus de
encima : y con las vueltas y revueltas de los átomos se me ha
vuelto y revuelto la cabeza. = Eso quiere decir que la nata-
raleza no está todavía en disposición para un específico tan
activo. Yo recetaré otro mas suave insinuado por Mahoma , y
llevado á su perfección por la escuela de Soncino. Récipe toda
la dósis que te puedas tragar de circa cárdines cali fertunbulat,
tiec nostra considerat.
Tercera visita. Sr. , un diablo de un fraile (Dios me per
done ) ha impedido todo el fruto que esperábamos de la medi
cina de su última receta. Me dixo que él sabía era imposible
fuera de provecho , como constaba de esta relación que me hi
zo* " Y dixeron : no lo verá el Sr. , ni lo sabrá el Dios de Ja-
W cob. Entended , insensatos del pueblo : y vosotros, necios»
v> entrad una vez en cordura. ¿El que organizó el oido, no oi-
» ra? ¿ó el qoe formó el ojo , no verá ? ¿El que castiga á las
«naciones, no reprehenderá? ¿El que enseña al hombre toda
5» ciencia ? " ~ (i) ¿ Conque un fraile dixo todo eso ? Pues no
tiene mas sino que con ello me ha recordado la receta de los
fratricelosi que quiere decir frailecillos. Envié V. pues á la bo
tica de Miguel de Molinos, y que pidan dos quartos de aque
llo que él sabe : encargúele V. al muchacho qne lo traiga tapa-
de. Es la mas exquisita de quantas recetas se han inventado ,
y lo sumo de quanto se pueda inventar. Encargue V. al mu
chacho que lo traiga tapado. Cuidado con esto.
Quarta visita. ¿ Pues ? ¿ ya estará V. bueno ? =¿ Qué bue
no he de estar , si la desgracia me persigue ? Envié al mueba-

(i) Etdixeruut: Non videbit Dóminus^nec intélliget Deus


Jacob. Intelligite insipientes in pópulo : et stulti aliquando sí'
pite. ¿Qui plantavit auretn , non audiet ? ? Aut qui finxit oca-
lum , non considerat ? ¿ Qui córripit gentes , non arguet: qui
cet hómimm scientiam ? Psalm. 93.
15
cho por aquello , le encargué el secreto, que fué un equivalen
te á acordarle que lo quebrantara. Venía pues con aquello des
tapado: lo rieron , le hicieron pedazos el tiesto; y no solo eso,
sino que hombres y muchachos, luego que se impusieron en la
cosa , marcharon i la casa de Miguel de Molinos , se la ape
drearon , le quebraron todos los botes , y no le han dexado tí
tere con cabeza en la botica. — ¡ Cosa de muchachos ! Y diga
V. que huyendo yn de lo mismo no quise que se enviase á mu
gir alguna. Mas no podíamos valemos de hombre , porque el
boticario á ningún hombre despacha. Paro no hai cuidado: qua
zajarí á la botica de Martin Lutero , y pidan el emplasto de
jáa jide delentur peccata : y tiene V. licencia con él para go
zar qoaato quiera ; a' esto llaman pecar los hipócritas y preo
cupaos.
Quinta visita. ¿ Qué diablo de emplasto es este que V. me
ha recetado ? Mientras mas se me agarra esa fé de que se com
pone, mas vivos están esos pecados , y ese miHito Licho que
me come. ~ j Vaya I que aquí se necesita el opio. Mire V.
que vayan á la botica da los predestinacianos , ó de los calvi
nistas , ó de los jansenistas ( porque toiks son de mi aproba
ción) y que de qualquiera de ellas traigan cinco granos de
opio mata-alvedrio ; y aunque tenga V. acuestas mas delitos
que el mismo barrabás , comerá con sosiego , y dormirá como
uu patriarca.
Sexta visita. Señor Dr. , no adelantamos nada. Tomé el
tal opio : á la segunda toma quise probar si vivía ó no el al-
vedrío. Para averiguarlo , dixe : pues no la tomo ; y no la to
mé: dentro de un quarto de hora : pues la tomo ; y me la en-
caxé en el cuerpo, Luego después de un rato : vaya á que tiro
la receta ; y la tiré. En toda mi vida me acuerdo de haber
estado tan voluntarioso.— Pues eso de que el mal se ha de reir
de mí , es tontería. Yo le aplicaré la novísima medicina que
lo cura radicalmente; porque el yerro ha estado en que hasta
ahora no se le ha descubierto el origtn , y los medicamentos
no se han aplicado á la parte atacada. Esta es la cabeza , y
aquí es donde se ha de acudir con el remedio. Envíe V. á bus
car por esos montes de Dios una cosa que se llama pacto social,
i6
de que da largas noticias el amigo Rousseau : averigüe V. des
pués donde hai algún subterran«o, que haya servido de logia á
los francmazones y á los iluminados : que de allí le traigan
una poquita de aquella bendita tierra : mezcle uno con otro es
tos dos ingredientes : dése un fomento en la mollera ; y cuente
con seguridad que va á convalecer , y aun á salir medrado de
camino.
En este estado , amigo mío , se halla el enfermo , esperan
do con impaciencia la aplicación de esta medicina , que segu
ramente es el último esfuerzo del arte. | Y qué de gracias no
debemos dar á los Dres. que nos han trabajado la receta ? El
primero de ellos fue el Señor Puffendorf , que después de un
trabajo inmenso hizo constar por los principios del derecho pú
blico , que no había mas regla de moralidad que las leyes ci
viles ; y que en haciendo el hombre lo que ellas disponen , no
tiene que meterse en otras averiguaciones. Agradó este pensa
miento al famosa Ginebrino , tomó á su cargo naturalizarlo en
h república de la filosofía , revolvió los archivos de la tal re
pública; y por una deducción cronológica la rúas exacta, vino
á sacar que en el principio habíamos sido borricos , y que en
borricos debíamos convertirnos ; como si dixéramos pulvis es ,
tt in pulverem revertéris: que las trazas que teníamos de pre
sente para no hacer mas que lo que se nos pone en el moño ,
provenían d2l pacto social , que siendo como era obra nuestra,
podría dexar ds ser , luego que nos diera la gana, por la re
gla de derecho : omnis res per quascúmque causas náscitur , per
easdem disólvitur : que aquello de pudor , conciencia y dema»
quisicosas de este género en que estamos metidos los hombres,
son preocupaciones de la educación y tramoyas de frailes; pues
pira el hombre no hai mas derecho que aquel quod natura omn'ta
animalia docuit , y todavía está por ver algún caballo que se
haya viulto loeo d¿ escrúpulos ;-y- otras cositas por el tenor de
•stas , que habrán visto los curiosas lectores del tal pacto , y
qiií hubiera yo laido en el original ( con las correspondientes
licencias ) si hubiera imaginado siquier^ que podía ocurrir en
E<paffa seoi-jinte necesidad. Sin embargo puedo dar de él al
gunas seíus por la única carta del Ginebrino que leí y que to
óos sos discípulos deben dar por apácfifaylí cansa d<* que es
contra el teatro. Paraque no se verificase' pues que balifi es-:
crito alguno bueno sin meterle buenas cufias de maio, mueve
al fia de la carta la question , de si las mugeres deben significar-
i los varones la necesidad que tienen de ellos \ asi como,
los varones se la significan á ellas , téngante ó Ao la tengan,'
Juzgaban algunos de los aprendices de tan gran maestro, que
establecer diferencia no era conforme ni con' la igualdad^natu-"
ni,, ni con el ejemplo de las gatas , que en llegando enero
salen piresos. texados.que es u ía compasión oirías. Mas nties.-^
tea sabio iaráeulo tomo ndp Id cos-a de raiz, los sacó de este grftJ
kxo trrer.? jr,int< demostrado con tanto aparato Ide- erodiciop +
como si se. vareara el mayor interés de la patria que las safio-
ris debfa sufrir el Ksasüo^ hasta que los varones manifiesten
su rolflntad. ¿Está V. impuesto á fondo ? Pues todavía el pac
to social no ésta *jate-en man ttüaaU Vamos i verlo crecer.
Ibi,/n;ipit mediaus,,ubi désink iphyticut. Quiero decir i q»4
los francmasones tomaros la i cosa donde, el Ginebrino la habí»
dexado. Ños ensefió este que no habia mas lei , que la qüe dic
tó aquella voluntad general, de que tan honorífica mención se
cace por nuestros sapientisjflw.s filósofos,; pero: en fin ya nos
habia dexado alguna lei, en /aersáiiiia.iarqoalv si ¡algún pobfJ
hombre le. viniese esn .voluntado, iQ presentarse en público si tt
mis¡rapa que la-áatiíral , ó tal ,v$z laceren medio de una ¡pía»*
sa lo que los perros para su propagación en qaalquiera parte;
no podría .este hombre cumplir cpouSju voluntad particular ,
•porque fM generarse Jo. esjtofibabak Vieron, paes los seSoreí
fraqe.»3$prtes.eflfegi^isimo: inconveniente <>y tomaron á su car*
go quitar de,en medio, ftfda Voluntad general, qne significase al*
go.de' lei positiva , dexando solamente aquella-, por la qual se
gún el Ginebrino obramos inocentemente , quando obramos. eo>
mo los perros. libertad , igualdad, Jr.aterniddd : vé V. aquí
pqrrdoude ser comienza las logias. Juramento y ¡mas juramer?-
to para no manifestar eiefto siecreto J y mn irifiérrio de Aspadas
contra el que tuviese la temeridad dajevelarlo. |3f «n-qué corr-
-aistí* esta ^sacrosanto secreto? Ya por fin nos lo han dicho.
En guerra implacable coatra toda jstípertík'tott^ y contratado
despotismo, j Y qu< significan estns dos pal a b ras ? La prime
ra , qualquiera religión que no sea la que élios. llamau natu-
rai , especialmente \a¡ cristiana : y la segunda , todo gobieroo
Sv-a el que fuere. Esto es lo que nos dice (aunque con uní
p >t;uira ale cortedad todavía-) el autor de las reflexiones qut
WanifieHqH si es , útil ó perjudicial el tribunal del Sto. Oficio.
Bien^pudjeta habar pursto á su papel un epígrafe mas corto y
mas exácro, riíulándoJo: elementes de la anarquía y del ateísmo.
Al reglón 3 de la página 14 se explica de este modo. Los pon'
$ífices y los déspotas formaron una liga cñmiml , para rema
char los grillos de las nueiones. tíl plan pues de la cofradía
«jgnificado, eoj is mas sacrilegos y horrorosos ensayos, se redu*
ce á romper u>dng> tífosl grillos^ hasta restituir al hombre
al primitivo estado de rei y sacerdote. Vea V. el tomo 3 de
Agustín Macedo; . í <-•!(.<" ; i .Y .u . . .:.
Kei sin rentas <, y capellán sin cen^rua , son lo mismo que
la carabina .de ambrasirw tíra pues preciso proveer al explen-
dor de S. M. el nuevo- rai'j f-'i la sustentación del 'pobre a*
cardóte. No se les pasó esto par alto á Jos primeros fundado
res del filosofismo , y desde luego - destinaron ai rei de Prusii
con toda la caterva ;de *üs nuevos olientes , -late rentas que loé
frjiles.se estaban, caroiandó sin servir de'nadujen este mundo
y todas las que corres pwsd|i an a las iglesias y clero Reducien
do pira esí»s lb.tr«jS^3ffM ? ¿SütieffJ^'.Vi.'bieii lo que quie
re decir el , tal suruiente? Pues señor según el aumento qu«
la cofradía iba adquiriendo , y la muchedumbre de hambres,
reyei y sacerdotes que' s¿ engrosaba por di a, se echó 'de, ver
qjji con la dotación sen dada hasta1 entonces no les alcanzaba
ni para agua. | Qué remedio pues ? ¡Lo que ptredé- ta d&crri!-
i,a económica i Salió un babaro (no digo un demonio, porque
es muí poco) con un nombre mui revesado <'e que no me acuer
do , pero si del que tomó por distintivo , titulándose Spartutut
-( vi mas inoigne sedicioso qus pudo "hallar ¡en •ía^^Jjistwla1 ro
mana ) y valiéndose de la cátedra de defecho públir* querer*
mía-, dió la última mana tí las consfitdeiones' de la cofradf»i
y le adquirió el crecido número de prosélitos , que se han da
do á conocer coa el nombre de iluminados. De esta secta y de
Q
su liga con lo» francmasones y filósofos , ñé donde rsiiifóf la •
guiara esencia del jacobinismo , habla largamente Macado eo
el tomo citado. Sobre su doctrina mi parece que nadie pué-
de hablar roo tanta propiedad , como nno de sus discípulos.
Salga pues á la palestra Mr. Bruñe ¡, que de oficial de impren
ta se trasformó en escritor , de escritor en sansculotté * da
saasculote en btiónapartista.,' y luego en embajador de esté á"'
la corte de Constanrinopla , ;segun refiére'p< r extenso el autor '
de la historia secreta del gabinete de Sant Oloud en su carta
38. Con fecha pues de 30 de Junio de 1791 perotó de este
mj'o en el club de los cordéliers.'- ■ ■ : ' 1 '
"Por todas pattes oimos quejas /fié pobreáa : si nuestros
ojos no se fastidiase^ de Ver tantas veces' fíeos opulentas , noií
se coajjoveriin tantas Veces nuestros corazones con los excesi
vos padecimientos de la humanidad. ~ Los beneficios de nues
tra revolución nunca se han de sentir eo el mundo, en quaoto
nosotros eú Francia no estuviéremos todos iguales en gerar-
fña y en caudales. Yo por mi parte conozco mui bíeri la dig
nidad de la naturaleza humana , para qae jamas me someta á
nn superior ; pero , hermanos y amigos , no basta que nosotros
seamos políticamente iguales , debemos también ser igualmen
te ricos , é igualmente pobres, rr Dibémósí ó haéer todos drli4;
gtacia para llegar á ser a'caúdalados , ó- Tetiúcir' a' los hombres
acaudalados, á que se vuelvan en sSnscütótes : léréédihe': la
aristocracia de los ricos es mas peligrosa que1 la aristocracia de
prerrogativa ó fanatismo, porque es mas común. Aqüí está
■na lista enviada al amigo del pueblo (era él mismo el autor
de este periódico ) mas cuya prudencia prohibé todavía su pu*
blicacion. Ella contiene los nombres de todos' ros boníbr^s ri*
eos de París', y del departamento del S'iia ^ la 'importancia, de
•us haberes ,y una propuesta del modo de reducirlos ,Jy divi
dirlos entre nuestros patriotas. &c. "
Pidió á consecuencia el venerable lJmigo 'dél pueblo que
»é pidiese 'igual1 lista' ' "á los amigos 1 dé rai""oéraS' pro v'itícfasi
y «si-sW decretó, pór todo e! Cjub. Dos días áeíppes , corjíin j^
la carta, volvió él á subir i la tribuna. " Vósotros ^ dixó
aprobasteis las medidas que yo própusé últimaménte ¿butra la
3.Q
aristocracia déla riqueza: quiero ahora bafrjaro» -d? otra i<i»-
que d^tU,.^j|wÍp^«qgUAe{Q Jd^4ir> «Ja de la reli
gión y del clero. Sus pamjaos la Iqcura^ c&bardia é igno
rancia. Piense prpsqribjr todos los clérigos, ser eastigados.,co-
mp cjr¡,ndnqsos;, ¡y„ djes^cjad^ ;p.mo impostores.; é idiotag^j:
deben/seí,red¿ic¿dosJ áj^pJLy^, como ^tijgs ^tpo&s los altares.
Pgra prepai¡a,r ei epp^r^^jí^li^o^a;^ ja^^ac^níeciíniento*»
debemos, ilustrarlo-; jp<qup sp}o «e^puede baeer esparciendo ex-,
tractos del Amigo^del pueblo y otras obras filosóficas. Aquí ten*
go algunas cancip^ci cas de composición inia, que ya se Kan
caataclo en mi barrio ; donde ..tod^s las personas supersticiosas
han. temblado tj- t?dps.lRs h^i^PW quedado ?bsprtos> Si lo juz
gareis, acentadp , Jjp,prjn)ii^ -tfOfofliexp entretenimiento veinte
mil exemp)af¿s ,.pa.ra.d>sír^buyuJo& y. esparcirlos gratis por to
da la Franqiav" ÍJl. resuitack) fae", .que se mandase al tesorero,
del, Club, frangpe^r para, el ga^to¡de„esta pbr.a, pia las cantidades
necesarias. jQu^(aaj^^njft¡lBeji}cui(fienr:spbr^ieS]te auténti
co doc.un^entpflue #u^¿&q>|flpfqb|ar aJraHTfnte^ ¡pfpposicioal
Pero las omito ,. porque me, ex^ender/a; muqbo, y la 'caita «aVr
d^'a mui larga contra el encargo d,e, V. -No omitiré sin embar
go decir dos palabras siy,u^cra sóbrí1 cada una de las cjaúsula*
que restan en, el discurso del Sr. ¡GofdiljQ^;. r¡~'. . >i ■Á-. : ¡
Continua este así.(1 " Fixadas es.tas, basas , y jeepaacidas
las deque por uq.c¡c^jir5pjQ.muiuQ,d^
poder en la comuqidad socia¿ :; que ¿este depósito ó cesión es
igual y absoluta en. < todos )0s miembros que la componen: que
no hai preferencia , excepción ni reserva, en ninguno de elíosi
y que. cada uno ha, adq^ir^dp,sQbre todos Jps, propios derechos
qué,h3('enagenadp,,de sí mismo,, es evidente»'* .• y .. >
Jfacottqcidap ,hit. (.bfisesyde^u^po^utt convenio t9utua.de:
posita,.cada individuo todo su poder eula comunidad social*
| Y pan qué necesita la coinaflidaq1 social de jn^ poder, y de
consiguiente de^de, todos y ca4« u¡w de.ftus, iajdiyiduosJ!;á?l«De"
mos quizá que ^rVas^ajjjiaata ,djU,í léjos^al^najmopstafi^wSf^.
Fuera ,de qúé.^no^ fyaj^nigá quedad,? aar£s^q#fth^i%.b^*'V'
te con la cesión, -de ua^^parts de Jibertad , que ,i\o es Ptfí.c<?*
sa que un poder ? Tampoco suelve el Sr. Gordillo esta^ii^!
2I
tad. Agregúese pues á' las propuestas en el principio.
Este depósito ó cesión es igual y absoluta en todos los miem~
bros que ¡a componen. jAi es nada si es estr/cha la regla qu«
profesa esta comunidad ! Ni la de los capuchinos, ni la de la
trapa Je igualan. Hacen todos los frailes cesión de su libertad
y poder en obsequio de Dios : y con todo eso de ser«n ob
sequio de D'os, y por lo mismo que es así ¡4 la tal cesión
do es absoluta ; porque ea primer Jugar , les queda por su
jo todo lo que no es según la regla ; y en segundo , pue
den volverse de. uñas; , quando se les manda algo que contra-
diga á qualquieia de los estatutos. . iii . • . : i - ..
Q«« ttQrhai preferencia , excepción ni reserva en alguno de
Mí- 1 Qué trastorno en las clases del estado y sus individuos,
«ífaiimife esta base que cita, él St. Gordillo l jNo lo per
ora Dios I Pondré' el exemplo en los frailes , que es Ja clase
fflJJ querida de los filósofos. J5n premio de quarenta afios
g. , que. We.va un fraile de, trabajar inucJrp , y de comer
poco, y, no mui. biaeno, le ha concedido so religión que quan
do sjlea formados á algún acto público , lleve un lugar pre
ferente a los modernos , lo ha exceptuado de ■ d¿cir misa al
medio dia* y lu ha reservado de los oficios de cociaero , bar
rendero , lav.an.dero , &c. Conque si es una eterna verdad,
6 máxima , ó principio , ó base , ú otras seiscientas cosas,
<IU* en.l» ;catHju#i¿Jad social no hai preferencia , excepción , ai
reserva , teaJrá este pobre fraile que desandar lo. andado ,.
volviendo ¿coger basura , y á tocar el órgano por detrás , y1
nabra., de buscar quien le preste un libro de cocina , par*
guisar i\ sus he.rmanos. ; . (• *• 1'- • . • .•.•'!*• ob
Cadj¡(u.n0í -ha adquirido; sobre todos* losi propios derechos qué.
\a ejiagenado-de sí vmnv). ¡Ahora sí que hemos coronado la fies-*
ta ! Conque según esto- nada hemos perdido ni ganado : y*
hemos salido. á .guágete por. guágete. Yo te cedo á tí parte da
mi libertad v' y tú á mi ;, el, otro Ja cede á tí y á mi , tú y.
jo i él': $e vjHflta-tod© én\ comunidad , y luego cada uno tira
de su tajada ; de manera que, no resulta . mas. que' un cambio»
Asi sucede-coa Jos. aapatos , .bragas y demás vestuarios ern
Us comunidades que proveen de- esto. Todos eu llegande el
32
varano sueltan en la ropería las piezas di inríerm» , y lu^^o
ai tiempo del siguiente van otra vez por ella > : y en saliendo
á túnica ó par zapatos par cabeza , ya están todos aviados.
Aquí iba , amigo mió , i pon ir fía i esta carta con una
postdatita , quando me ha llegado la noticia por persona
fidedigna de la delación quede mi primera carta hizo á li
Regencia una porción de mió benditos favorecedores los filóso
fos: de haberla esta remitida á (a junta provincial pira que la
censurase, y de qae los delatores no consiguieron saliese yo.
declarado reo de lesa nación como pretendían. Creo por tanto,
si no necesario , mai coaveniente al me*no9 sincerarme y dar
un publico testimonio de mi respeto , sumisión y obediencia i
la suprema p ¿testa 1 ; y así es preciso salga ya esta carta mas
larga , aunque V. me riff i. Yo debería reñir á V. lo prime
ro porque me ha ocultado este lucho , y ma* quando me ser
viría de satisfacción saber que la janta no puso censura algu
na contra ella ; y lo segundó , porque la d¡<5 V. i luz repug-
náadoíoyo expresamente, habiéndola • es -rito que no la im
primiera. Ni esto fué porque temiese los tiros que asestaría
contra ella toda la filosofía , sino porque no tenia yo gana de
estos ruidos. Pero al fin ya salimos á la danza , siga pues la
danza , y continué V. dando á luz las remitidas , y las qae le
fuere remitiendo. , ......
Repito pues que debo y voi i dar un público testimonio
de mi sumisión y respéto al gobierno supremo , para deshacer
Jas calumnias con que me infaman los filósofos. Desde que la
filosofía empezó á combatir la verdadera religión , esto es, des
de el tiempo de Cristo y los fariseos; lu.'go q'ie los filósofos
han sido vencidos en las disputas , y llevadu capuces comple*
tos , lian dado en la gracia de acudir á los gobiernos , con el
fia de hacerlos tomar partido en favor de sus picardías , y do
<ju¿ quiten de en medio á los que las d-'scubren. Sjfior , le di"
serón á Pilatos , i este hombre Ib hi nos encontrado- estar albo'
rotando á nuestra Sfinte.^ y prohibién Me qne'pa'guen al César
debida tributo. Señor , repetían lo* fikSs ifo<* gentiles i sus em
peradores, los cristianos son enemigos de V. M. , y refráctanos
de las leyes del imperio. Señir, griuron después los filósofos he"
reges , ¡os catófieos son los perturbadores del estado, y los al
borotadores de los pueblos. Señor , estaban cacareando ho bt
muchos años Jos fii 6*of( .<•• filcsojcs los ciétiges y los jrailes som
unos enemigos declarados de la potestad temporal, y unos
txércitos que el pepa mantiene para disminuir y minar la de
V. M. Sefar , dicen estos mismísimos de un aíío á esta pirte,
pwiiéuJose ai revés la camisa . ¡os eclesiásticos no son mas que
tnot promotores del despotismo y de la tiranía en que gime el
fuebío. Señor, dicen ahora que yo he salido al público, el ran-
ria insulta á la magestad del Congreso , y á la autoridad de
huiáon, con codas las demás cositas que añaden sobre estas.
j Y qué es lo que ba escrito el Rancia p.ira que se digt
que luuita'á las Cóitís y desconoce la autoridad de la naciouf
l Hi ¿opugnado alguno de los decretos expedidos por esta le-
ptiju potestai ? ¿lia tratado de persuadir que no se recibas
Wfliumision, ó tío seobedeacan con la mayor dcfrxefK'is ? Ni
una clausula , ni una sílaba siquiera de al^urra d.-. sus caitj*
podra tirarse- -para probar esta calumnia. P.>r »l caufirurio , ha
hecho en ellas varias protestas las mas claras y terminantes ,
sobre qie reconoce y se so note mai de su gn.Io á I3 autori
dad de ias Cortes , y que todo» sus sabios decretos exigeu de
justicia la mas pronta , exacta y siega obediencia , ennjo ema
nados de uní legítima autoridad, á la que doben &star sugetos
todos los <j«e fueren verdadero* eupaíSoteSk Si estos han sido mis
sentimientos é idess , ¿qué es lo que he hecho para ser tan in
famemente acusado? Tolo el contexto de mis cartas se ha re
ducido á impugnar varias opiniones y discursos de personas
particulares^ íy» dq< Üentto ,< ya de fuera del Congreso , decla-
ranJo exprés 1 mente que no co nbato-ias personas, sino solo las
«pi alones; y teto no oon injurias ni arbitrariamente , sino pre
sentando las razones que tengo por sólidas , y otros muchos
conmigo , y rimado los fundamentos en que se apoya mi modo
de pensar. ¿ ríe .hecho otra cosa en todos- mis es.rico.s<?
Pues i y qilé? ¿ Qualquiera censura que se haga de uno 6
de algunos seftjres diputados , no será un desacaro ai Congre
so ? No señores, ciertamente. Yo digo que Jú las fué uaa JaJroa,
ua traidor , un ahorcado, y uo hago desacato al ccle¿io npos
toiicou' Yo añado que Eusabio de Cesárea fué un intrigante, Ma-
cedonio un herege , Teoioreto un atestado , Dióscoro un atre
vido; sin embargo de que todos estos y otros varios fueron , ó
debieron ser padres de los quatro concilios generales , cuya
autoridad coloca ia Iglesia después de ¡os quatros evangelios,
yengatnos á los eatemplos civiles. ¿ Qué no dixo Cicerón en
•us mismas barbas a' Catilina i, Cétego y demás cómplices del
Senado á presencia del Senado mismo? ¿Y qué no pudiera ha
bérsele dicho ájuiio César si hubiera explicado los designios
que entonces meditaha? En todo cuerpo natural hai miembros,
como los llama Safi Pablo, inftrmiora. Pudiera acaso no tener-,
los el Congreso nacional: parque «o habia necesidad de los ta
les miembros en este cuerpo político , como según el apóstol
la hai en el natural. Pero no falta algún otro que por sus dis
cursos estampados en el diario de las Cortes , se conoce haber
se dexado arrastrar por debilidad , inconsideración ó faJiai dg
cautela , de doctiinas falsas , peligrosas y erróneas, que .perer
grinas antes en nuestra nación, han obscurecido -nuestra
solida ciencia y manchado la pureza de nuestra verdadera
piedad. Doí pues mi censura toí re, Jas tales doctrina»
<con los dos últimos Anes que se propuso «1 Congreso!) para
sancionar la. libertad de imp^emta : para i/uffjwr Ala náñat
tn general , el uno , y -el otro para que el Congreso venga en
¿molimiento de la opinión pública , que sostengo y apoyo -ciett
tamente con la mia particular. ;Pr«;t?ndo que la nación sepa que
lo que -se dice en aquellos discursos no és conforme con las ver
dades queMieneirecÍbidas,-:yiique' eli Congreso rechaaejo qjje
es tan contraria' á las. sabúaá máximas: adoptadas .como fupdür
íjnento para sus decisiones.'' . .. " , j . i; .i r. o. ¡ . «. .. «> na
Pero ¿ piensa el Rancio que, el Congreso necesita de su»
advertencias ¿ — No está' iw^ léjoA^.dü -pensarlo." j Eso fal
taba para eo.npletar el desacato ! z2 Np señores , que nfr.cs
desacato : es el iiiay<Dí elogio, que en dii$tame4,del.,RaiBij°JÉ
.>le'puede hacer.al Congreso., Las tales idpctrinas sobre qút tra
tamos están contenidas en ciartos Jibriias (modernos quería l§fo~
sia como madre solicita, nos quita de las manos , y que aun el
mismo gobierno civil se» (empeñó en alejar de nosotros. J3SÍ0S
25
libros no han entrado en España sino moi de contrabando : de
consiguiente , decir que casi la totalidad del Coirgrusó no tie
ne noticias de sus perniciosas doctrinas, es decir que nuestros
dignos diputados no han sido contrabandistas , y no de tabaco
ai muselinas , sino de la peste de la religión y la patria , ck-1
altar y el trono , de la libertad , de la paz , y de todo lo.:eju*j
hai de bueno. Y yo creo que este lejos de ser un baldon , coi»
que ya nos dió en cara cierta cabeza de trapos -viajoi , dicién*
do : que si se impugnaba a' Montesquieu y Rousseau , era pot
que no se leian : lejos , repito, de ser un baldón , es la mas
gloriosa y sólida recomendación que puede hacers? de nuestros
dipotados. Por lo dornas , sí instituimos la comparación entre
tilos* lo» fiióiofos , qualquiera echa de ver , que la diferen
cia u la misma que va desde la sabiduría a la charlatanería ,
duit la prudencia á la ligereza , y desde la armonía de una
orqaesta bien concertada á la que forman las ranas de una al
terca, y si extendimos la comparación fuera de nuestro recinto*
estoi firui3mente persuadido á que ninguna uacion de Europa
podrí gloriarse de tener mas ni mejores sabios ; que los que
aparecen en las discusiones de nuestro Congreso , tanto euro
peos como americanos. Sjn admirables y pasmosos sus discur.
'*>*, capaces ciertamente de competir con ¡os de las cámara*
inglesas , y con los que en Roma se tenían pro rostris. , • j
Y bien : si era un delito leer, los tales libros ¿ cómo lo8
ha leidoel Rancio ? Asi dice el Duende; pero razón de dueri*
de. El Rancio no los ha leido , aunque pudiera haberlo hecho ,
si hubiese querido abusar de las facultades que para ello le die
ron. Pero el Rancio los conoce mas que á sus manos : porque
muí desde jóven , temiéndose Jo mismo , ha -gastado su tiempo
y su salud en tomar informes de ellos : ha lerdo sus sabios y
piadosos impugnadores : se ha visto en la necesidad de enten
derse coa muchos de sus prosélitos , ha- apurado finalmente
1j materia en quanto le ha sido permitido. Ni por éso cree qne
»3¡?e mas que otros. Harto poco sabe quien no sabe mas que
fste.r Ptro piensa que en ello puede ayudar trigo rasí como
'Dulcinea- del Toboso podrá ayudar á sus vecinas, teniendo,
coito dice su historia , la mejor mano para salar puercos que te
D
3*
eonocia en toda la Mancha. La rucion estaba casi eti
•«tos primordios , que ciertamente en ninguna parte hacen
falta : veo que «e los quieren colgar ¿ pues allá voi yo con mi
media ciencia de estos dispartes, á gritar á la nación que huya.
Añado por remate , que como buen español reconosco una
j mil veces en el Congreso de Cortes la suprema autoridad de
la nación : como católico , aunque el Congreso no es llovido
del Cielo ( circunstancia que uno de. sus miembros parece exi
gir ) creo que su potestad viene de Dios : que estoi obligado y
quiero gustosamente respetarla y obedecerla non soltím profter
iram i sed propter conssientium , y qué el que la resiste es reo
de alta traición en la tierra , y resiste a' In ordenación de Dios
en el cielo. Yo no sé si hai mas que .iñadir en este punto ; pa
ro si á V. le ocurriere algo , añádalo , que esa es mi voluntad.
Con lo dicho concluyo esta carta , que ha sido tan desme
dida como las anteriores. V. preste paciencia , porque no pue
da ser otra cosa. Cerrándola con el asunto principal que he
tratado en ella , quedamos en quí ni hubo , ni pudo- hab¿r el
tal pacto social , como según mi juicio he demostrado en todo
«ü contesto. La que le siga manifestara' mi modo d¿ pensar so
lí re el nacional , que ciertamente hubo entre nosotros, y de
donde nos ha venido el derecho , no natural , ni de gentes,
porque estos son mas antiguos , sino el civil. En el entretanto
quada muí de V. y ru?ga á Dios guarde su vida muchos añoi
«u afectísimo amigo Q. S. M. B.

El Filósofo Rancio.
P. D.
No quiero dexar sin cumplir la intención que tuve de po
nerla , para que lo seffores periodistas no me tengan por impo
lítico. ¿Conque el Redactor ? ¿El Duende ? ¿Y el Diario mer
cantil ? No es mala vandada de moscas. El Redactor, que sin
contar los disparates , consta segua parece , de diez y ocho ifl-
biot : el Duende que si es el mismo que otras veces se decía
Tertulia resucitada , quizas constará de ciento y ochenta ; y el
Diario mercantil con su frai Antonio de Cristo. ¿Adonde ?•
toda esta caterva de guapoi * ¿Sa ha tocado á rebatiña ? Y «'
27
* ba tocado |c<J-no no han oí Jo la campana las tres personal
¿el Concito, que pudieran habar ganado en esta feria veinte
(juirfos como un ochavo ?
jQué granaderos para servir a! reí ! Mas no di 50 bien gra-
naderot según lo mucho que rebozan : son seguramente puohe-
rillcw chicos, y tendrán estaturas de duendes ; pues este bien
iab- lo que se dice ; así como yo por ahora no Jo sé, pues dixe
que rebozaban : y acaso lo que a' ios pobres les sucede no es
»«niitar , sino vaciarse por otra parte, 6 amb.'is cosas juntas.
Por *ín yo no quiero meter mi hoz en mies agena. Ahí está mi
twnnifTero el Dr. Pedro Recio él de la diirrea , á qnien se Jos
ncnraienrH , suplicándole que nos informe ríe! estado de estos
pofwcicos ; y si , como espero , oye mi súplica , quaiT.io dé
fifflta s imprima muchísimos exemplares : porque he oido qu<'-
ws? á muchas personas de razón , de que ni á peso de plata
kan podido lograr el primer papel.
Voivkjdopues á aquello de granaderos ¿por qué estos hue
ros hombres no han ¡Jo á servir siquiera Ue tambores , que
faañien es meter ruido ? {Válgales Dios por periodistas ! Digo
«i cr>en en él , como piadosamente supongo ¿ No encontra
ron otro oíicio peor ? Mas ya veo lo muchísimo que puede la
tambre. Me acuerdo de que quando estudiantillo concurría á
o» clase uno , que segjn era de fatuo había nacido para pe-
fiodista. Los damas le dábamos calma , llamándole borrique ,
y el pobre m ichacho se desesperaba con esto, y nos corría á
coces y padradas : mas llegaba la ocasión de que nos viese me
rendando : ya entonces mudaba de estilo , y llegaba á nosotros
Diciendo : dadme pan , y decidme borr'tque. Generoso pueblo de
Cádiz, dale tú pin a estos, aunque no Jo merezcan, y di de
'líos Jo que te parezca , seguro de que como mansos su
frirán con paciencia y sin responder quanto se les diga
como lo han hecho con el Imparcial , con el Dr. Recio , el
diccionarista , y otros que lo» han estrechado por las inme
diatas.
iQján'o mejor sería que estos caballeros en vez de perió-
s , ss echasen á escribir pedimentos , pues parece que á
los llama su profesión í Pero no....pues ahora me salta á
la memoria lo qus presencié en cierto pueblo. Pedia limosna á
la puerta déla igltsia uti pobre, que tenía algo de ciego y mu
cho de bellaco. Entendió que se acercaba ua abogado v. g.
como estos escritores , y empezó á clamar con una voz mui
campanuda : señor licenciado hambretiene el pobre.
El que me parece á mí que no lo es, es el frai Antonio de
Cristo, porque esta gente no quiere ni el frai , ni el Cristo, ni
aja en dunza. ¿Ms querrá V. puís decir de que cristo es frai
Antonio ? Lo pregunto por que ya se sabe la devoción que te
nia el otro de rezar á los tres cristos que en Sevilla se ponen so
bre el monumento , y he dado en sospechar si el tal frai Anto
nio será del cristo de la izquierda- Por fin dígaies V. que sí
para ser escritor se necesiten informaciones de genere -vita et
móribus de laá personas que lo han de ser , saquen el compe
tente poder , y se les dirá donde está la fe de bautismo, y
qual ha sido mi vida y milagros. En lo demás nos veremos
por el pono ; pero cuidado que no meto al Censor con la tur
ba multa de periodistas. Esta sí parece que me lo pone al la
do. Muchos como este tenga que ponerme , sin embargo de que
solo he visto sus extractos en el Redactor.
Memorias especiales á los señores Concisos : quiero decir ,
á los autores del Conciso. Dígales , que no los tengo olvida
dos: y que si ahora nada particular pongo para eilos , es por
que me han padido que no escriba á pintos sobre los asuntos
que les pertenecen: y por otra partees tatito lo que tengo en
el buch? , que me parece imposible despachar en breve , y que
el rio no salga de madre : que se cuiden mucha , porque nos
importa; y que ya es tiempo de echar otro Conciso de diez
quartos.
CARTA OCTAVA
DEL FILOS O FORANO 10,
EN QUE COMO CATEQUISTA

ENSEÑA AL CONCISO
CIERTOS JPUNTITOS DE DOCTRINA CRISTIANA

SOBRE EL TÍTULO HIPÓCRITAS,

DE SU ARTÍCULO DE a a DE AGOSTO,

£ IMPUGNA EL DEL IMPRESO

LA INQUISICIÓN SIN MASCARA.

REIMPRESA EN MALLORCA:
EN LA IMPRENTA DE FELIPE GuASJP.
AÑO 1813.
3

* * * j 8 de noviembre de j 8 1 1.

Mi amigo muy querido : de nada he estado capas en


los diez dias que han precedido á esta , y corrido desde mi
••tima: merced á la intemperie de la estación y miserable
«HaJo de mi salud. No pudiendo pues aplicarme á cosa algu
na de atención , me dediqué á ir leyendo varios de los mu-
chai papales atrasados que .paraban en mi poder, poquito á
y con todas las precauciones que debe poner un hom-
breqa; no quiera volverse loco; pirque si uno de estos ha
ce ciento, ¿ que no harán ciento y mas con uno solo? He
ieido algunos : otros im faltan que leer : á muchos no he te
nido paciencia para acabarlos; y todos juntos me han obli
gado á bendecir á Dios, que cria de todo, y que con mas
abundancia nos envía las moscas , los chinches y las pulgas,
que las gallinas , perdices y conejo*. ¿ Es posible , me he pre
guntado varias veces á mí mismo, que esto suceda, que ha
ya quiin lo higa, que de esta manera se permita : que no
falt* quien lo celébre , y lo que es mas , que hasta encon
tremos quien lo califique de luces , de filosofía , de adelanta
miento y de felicidad ? ¡ Verdaderamente que nada mas dig
no de compasión qu<* el hombre , luego que Dios lo dexa de
su mano , y comienza él i lucir por su cuenta!
¿ Si estará de Dios , continuaba en preguntarme á mi mis
mo , si estará de Dios que el ateísmo venga también á col
mar la medida de los pecados y castigos de la España? Bien
podrá ser, me respondía; pero si e*ta es nuestra -senten -ia, cier
tamente que nos trata la justicia , de Dios , como la de los
"homores suele tratar á los reos mas viles , arrastrando á un
aleve, haciendo quartos á un ladrón , y fusilando á los trai
dores por la espalda. Reinos y provincias enteras-han sido cas
tigados con la misma apostasía de que somos amenazados no—
sarros, privándolos la divina justicia de las lucas de qae abu
saban, y entregándolos á las tinieblas de sus errores , y á la
corrupción de sus deseos. Mas al fin en este género de supli
cio se ha guardado el mismo ceremonial que entre nosotros, quan-
do el reo es una persona de calidad; que se enluta el cadahal
so, y se hace todo lo demás que sabemos : quiero decir, que
quando otros reinos y provincias han sido castigados con el error,
siquiera los verdugos executores da esta sentencia , han apareci
do delante de los hombres con alguna cosa que pueda recomen
darles, y los haya efectivamente recomendado á sus ojo?. Arrio,
los dos Apolinares, Pelagio, Nestcrio y casi todos los otros he-
resiarcas antiguos , eran hombres de mucho ingenio , y de más
que vulgar instrucción. Da los modernos Juan Calvino, Felipe
Melancton , Jo;ii;uin Carnerario , y no se que otros, poseye
ron el arte de hablar, y mas que medianos conocimientos de
las ciencias. En Lutero, á quien ambas cosas faltaban, suplía
por todo el fuego y entusiasmo con que decía, y arrebataba
en pos de sí los pueblos. Pedro Baile , Federico II , Mon-
tesquL'u, Rousseau , Voltaire , Condillac y demás apóstoles del
^ateismj francés , inclusos varios de la resolución , eran hom
bres á quienes no podía disputárseles , ni el funesto mérito ,
ni el mal empleado ingenio. De manera , que los pueblos que
se han dexado arrastrar por estos canallas , tienen alguna ,
aunque nunca competente escusa ; y pueden decir lo que entre
nosotros dicen algunos pillos , que ya que han ido al infierno,
fueron en coche.
Pero si nosotros , amigo mió , vamos g en qué clase de car-
ruage iremos ? No se si diga que en borricos como los ladro
nes, si arrastrados en un serón como los alevosos, si de un
modo ma¿ infame, si es que lo hai. Párese V. un poco pa
ra reflexionar quienes son, y que mérito tienen nuestros nue
vos apóstoles. | Merecen ellos siquiera la silla de un café,
quanto mas la cátedra de una nación ? Si quiere saber sus nom
bres, casi todos Jos ocultan. Si reflexiona sobre los supues
tos que han tomado, no puede darse cosa mas pedante ni ri
dicula. El Comiso , el Concison , el Concisin , el Pegote, el
,. el Duend¿ hembra , la Tertulia , y que sé yo que
5
roas, don je han apurado toda la miseria de su ingenio los unos:
el RjJ.i:tor , el Observador , el Diario , el Semanario , &c. en
que otros harr querido imitará los extrangeros , desacreditan
do estos títulos que los inglese» llenan dignamente , y que sus
monos nuestros afrancesados vilmente profanan. Pues vaya V.
ahora á brujulear sus personas , sus ocupaciones, su sistema
de Vida: Yo no lo sé; pero no ignoro que los filósofos de
nuestros dias son mozitos de primera tixera , que están pa
gando barbero de pocos años á esta parte, que todo lo que
sabtn se reduce á uno ó dos de los muchísimos libritos fran
cesas que se copian los unos á los otros, con la gracia de
no Siber siquiera reproducir los sofismas con que aquellos tu
nantas pretenden derribar el trono y el altar , y de verse ne
cesitados á copiar á la letra los plagios de que entretexen sus
escritos : que la ocupación de la mayor parte de ellos se re
duce al cafe', al paseo, al teatro, a' las visitas y á lo demás
que ellos saben , y el diablo también : y últimamente , que
su sistema de vida , dexando á un lado lo que pertenece á
oír misa , confesarse y mostrarse cristianos , sobre que he oido
varias cosa3 , se reduce á observar de donde sopla el viento,
para extender ácia él las velas de su ambición, y enterarse
de si es Dios ó el diablo a quien deben vender las mercan
cías de sjs adoraciones. Fuera d<* esto buscar en ellos otra
cosa, es como pedir peras al olmo. Repito que ignoro si los
de ai estarán retratados en esta pintura , y por tanto me abs
tengo de juzgarlos, y de hacer s<">bre ellos juicios temerarios.
Mas si hablamos de su instrucción , aparece en sus mismos
escrito?. No se encuentra en ellos, ni filosofía, ni lógica, ni
eloqüancia , ni gramática , ni nada que huela á sabiduría, de
coro , chiste ni cosa a'guna que asemeje á mérito. Charlata
nes y mas charlatanes , versos sueltos, caxones de sastre, em
brolladores , lanzaderas que se andan de aquí para allí , te
las como las de Penélope , en que se desbarata de noche lo
que se ha texido de día, hombres sin conseqüencia ni subs
tancia , escritos que solo sirven de manchar el papel , auto
res en fin que á excepción de la hambre, solo tienen de ta
les el santo nombre en vano. Si pues nuestros pecados, que
8
no son ni chicos ai pocos , han decidido en fia á la eterna
jaéticia á privarnos del reino de Dios, de que ellos ya nos
hacen indignos ; este nuestro suplicio ví seguramente á ser
con las circunstancias mas humillantes por la qualidad de sus
ejecutores: y en los fistos del mundo se podrá escribir en
estos ó en -equivalentes términos, n Jn católica, la generosa,
w la sábia y sesuda España, habiendo degenerado de las obli*
» gaciones, que por estos y otros iguales títulos debia á su Dios,
fué'entregada p>r este en manos de los Robespierres, Duen*
w des, Concisos, Semanarios y otra chusma de pedantes, que
•n arruinaron en ella quinto en once siglos ed fi carón Leandro,
w Isidoro, Braulio <Scc. Victoria, Cano, Sjío, Saarez -&c. Co»
m varrubias, Gregorio Lopjz, Birbosa &c. Y lu^go des
pués de esto se pondrá lo que hayan edificado sobre estas rui
nas, que yo no pango de.sd¿ ahora, porq a¿ el pulso m; tiembla
«olo de imaginarlo.
Aparte Dios de nosotros por su misericordia tan amarga
suerte , y haga desde el principio lo que mas tarde ó mas
temprano ha de hacer y ha hecho, á saber, salvar al pue*
blo que ha redimido con su sang-e. Yo al ménos así lo es
pero de tu bondad , padre y señar de cielo y tierra , por
mas que mi apocado corazón me haga temer lo contrario. Car
gado está terriblemente el oriíont*.; mas un soplo tuyo ti-
<io lo disip», y á ta voz omnipatente s; allaaan los mon
tes, se disipan las nubes , se sosiega la tierra , la tempestad
se acaba , y vuelve la -serenidad.
Entretanto , amigo mió, los qae aun conservamos algún
amor á la verdad que ha de salvarnos, ni podemos, ni debemos
dormir. Yo al ménos en ninguna manirá pienso hacerlo; i pe*
sar de qae el destierro en que me hallo, y la falta de to
das las proporciones <jue se necesitan para hablar dignamente,
pudieran disculpa* mi silencio. Continuaré pues haciendo
lo poquísimo que puedo , sobre lo muchísimo que aoíeS
y al -mismo íiempo que yo han hetfho y continúan en ba
te* las dignos defensores de la verdad , de que Dios fia
• provisto con tanta abundancia á su iglesia. Dexando como
hasta aqui de tratar las materias sobre ijue estos diarlata-
nts meten tanta bulia , con la extensión con que en tantos
y tan buenos libros de que carezco están tratadas; y re
mitiéndolos á ellos y á quantos los leen, á estos libros, don
de le ven deshechas en polvo quaatas pueriles cavilaciones
reproducen malj'tiiriamentc : voi á entenderme con ellos por
el mismo orden que hasta aquí: á saber, por el de las re
darguciones y argumentos ctl hotn'inem , que si no se demues
tran el asunto en sí mismo, demostrarán al menos que los se
ñores que nos Tienen á vender gato por liebre, no son otra
«osa que lo que dexo dicho. Para executarlo, escojamos eo
taita abundancia de autores y disparates, los que nos parez
can mas granaditos en la primera clase , y de mas transcen
dencia en la segunda : y ciñámonos por ahora á los solos tí
tulos del Conciso de 22 de Agosto, y de Natanaeljomíob: quie-
la decir, entendámonos por ahora con el articulito Hipócri
tas*, con queuos saludó el primero al del Diccionario Razonado,
al de la Diarrea ya mi : y con el de la Inquisición sin más-
ttra, conque el segundo saluda al santo tribunal de la fe,
y á la sombra de este todo lo que ha quedado de bueno en
tre nosotros. Prefiero á estos dos , porque creo que hacen de
capataces ; pues se me asegura , no sé si con verdad , que
las tres personas y una sola ignorancia del primero no son ,
como yo pensaba , tres abogadillos de agua dulce, sino gen
te de mas categoría ; pues ó eran ó estaban próximos á ser
cobachuelos : y del segundo que es un catedrático excucv-
llatut.t y ya se vé, hombre de toda la suposición que da
ona cátedra en los tiempos en que Urquije-, Pavallero y Go-
doi eran los apolos de las musas , y los mecenas de los U*
teratos. Me contento también con solos los títulos por ahora;
porque no habiéndome dado la naturaleza , ni inspira'dome
la educación , la admirable facilidad que tienen de embro
llarlo todo nnestros modernos sabios, ni siéndome posible
olvidar la rutina por donde mis rancios maestros me guia
ron ., no quiero mezclar versas con capachos , ni decirlo todo
}nnt», TÚ -poner lo último antes de lo primero y lo de en-
Supuesto pues que ambos papeles empiezan por una
cosa , y que me la ponen con letras gordas ; á sus
ar:
I-erras' gordas me atengo , y comienzo por donde ellos comen
taron. Mas me dirá V". : ¿ y qué j.igo piensa el Rancio sa
car de la sola palabra Hipócritas del uno , y de las quatro
la Inquisición sin máscara del otro ? ¿Qué jugo? V. lo verá.
Por la parte que menos enseñar á estos caballeros un punti-
. to de doctrina cristiana de los muchos que tengo que expli
carles : ó quando no lo quieran aprender (que no querrán)
darles un.avisito, paraque hagan la elección de sus térmi
nos, de manera que la moza no se vuelva respondona. Co-
metifous , para hablar un poquito á la francesa.
¿ Conque, Sr. Conciso, Hipócritas por salutación, y lue
go Hipócritas, Hipócritas, Hipócritas por despedida? Ea bien:
dígame V. ó Vs. qué quiere decir esta palabra Hipócrita; y
cxpUquenme después por donde nos la colgaron á los otros
mis compañeros y á mí. Por si Vs. no lo hicieren , según su
loible costumbre , yo voi á explicarlo á todo el pueblo cris-
* tiano sirviéndome de introducción el siguiente cuento. Pul
saba á su enfermo un médico no de los mejores , y habién
dole encontrado alguna novedadad , le dixo : V. está hoy algo
peor que ayer , y la causa de esto consiste en que ha co
mido melón , contra la prohibición que le he intimado de
todas las frutas. No Sr. respondió el enfermo, yo no he co
mido melón, ¿ Cómo no ? replicó el Médico. ¿Me lo quiere V".
negar , quando el pulso me lo está cantando ? Pensó el en
fermo que ya estaba cogido, y confesó de plano que efec
tivamente se había dexado vencer de la tentación , y comi
do una sola cílka*. Echóle el médico el sermón que en se
mejantes casos S2 acostumbra , y marchóse en busca de otro
enfermo. Mas apénas habia salido a' la calle, quando su pa
sante que tenía un buen poco de ingénuo , le dixo : mi maes
tro , yo ni en las clases ni fuera de ellas , ni de ningunos
de los autores que he lerdo he visto ni me han enseñado
que el melón salga al pulso , ni que alguno de los movi
mientos del pulso sea indicante del melón. Expliqueme V. pues
esas reglas por donde lo conoce ; que ciertamente me pienso
echarlas en saco roto. Rióse el maestro de la ingenuidad del
discípulo, y le respondió : hombre, ni el pulso indicaba» Di
9
tfiji regla álgyria por donde se pueda conocer el tal melón.
Haberío yo pues acertado , no fué obra del arte , sino pu
ra maña del artífice. AI entrar donde estaba el enfermo , vi de
trás de una cortina el plato con las cascaras: no quise per
der esta ocasión de acreditarme; y habiendo hallado peor
al enfermo , insistí en que conocía por el pulso lo que habia
conocido únicamente por las cascaras y por ei plato. Escuché
el pasante con mucha atención el documento , y se propu
so aprovecharlo en el primar lance que pudiera. No tardó
este mucho , pues su maestro lo envió á que visitase á un
^re,para quien lo llamaban á deshora. Entró pues nucs-
uobuen pasante en C3sa del enfermo con los ojos como re-
veodejor de yesca , buscando alguna cosa que pudiese cantar
d pe/so. Hizo su desgracia que uo encontrase mas que una
P°& de paja que se habia derramado del xergon donde ya-
<W el infeliz. Llegó pues. — ¿A ver el pulso? Aqui hai mu
cha novedad. Seguramente V. ha comido paja. — j Yo paja,
S:. 1 respondió el enfetmo, ¿ Pues acaso soi yo borrico ó buei ?—
No ñtííis V. que negármelo; porque el pulso lo está can
tando clarito. — No Sr. , que yo por la misericordia de Dios
hombre , y los hombres no comen paja. — Yo no entien
do de eso , tornaba el médico-pasante, el pulso lo dice , y
* mi ao ají que negármelo. El uno pues empeñado en que
*1 otro había comido paja , y este impaciente porque lo tra
taban de bestia ; vino á parar la cosa en que se alborotase
ta casa y parte de la vecindad , echasen al médico á empu-
¡oats , y fuese este á contar su cuita á el que le habia en
cado la treta.
Viniendo ahora á la aplicación , señores los del Conci
so, el maestro en que Vs. leyeron el Hipócrita habrá sido
•k Enciclopedia, ó alguno de jos santos padres de donde la
astraetó d' Al«m^art : y V*. son los pasantes. Los dichos pa
dres de la tal Enciclopedia, para eludir el argumento qne
■las católicos les hacen sobre la divinidad de nuestra igle
sia, tomado de la no interrumpida serie de santas qu,e
<&e*Í2 el principio la han ilustrado , y qus aun en nnps .js4-
•<glos tan calamitosos como el nuestro ja ilustran,, ea^ia^on #
lo
saber, y procuraron adquirir noticias sobre los derviches de
los mahometanos , y no me acuerdo como se llaman otros
del Japón y la China , que baxo todo el exterior y apara
to de severidad , conservan una vida holgazana y viciosa.
Pu es ya tenemos, dixeron ellos, quanto hemos menester. Pre
séntesenos aunque sea un S. Francisco de asís, ó un S. Paco-
mio , ó el mas austero y mortificado de Jos santos : noso
tros le opondremos un derviche, 6 un bonzo, ó un diablo
d? aquellos- que se le parece en la cascara , porque también
se azota, 6 Se hiere 6 se viste de cerdas; y ya lo tene-
•mos torio .hecho: y donde quiere que veamos cascaras , allí
de por fuerza ha de haber melón, y lo ha de cantar el pul
so. Este es el armamentario de donde deben salir todas ¡as
armas ofensivas y defensivas que se necesitan para nuestra
guerra, j Pensamiento por cierto digno de tan sa'bios y pia-
'dosos maestros ! ¡ Filosofía que ha merecido toda la aproba
ción 'de ' Nerón !
Pero yámos á esto, señores pasantes y discípulos: ¿por
donde diablos nos la aplican Vs. al Diccionarista, al Dr.
'Pedro Recio ya mi? ¿Donde están esas ca'scaras de melou,
que pueden servir para que cante el pulso ? ¿Dónde al me-
"nos la paja, que aunque el hombre no la coma, siquiera es
'cosa' de' comer para los burros ? Quiero decir ¿donde estaa
•fen'los fres papeles los mas remotos indicios de esa hipocre-
'sía que Vs. afirman? Aténgome en un todo al propio jui
cio de Vs. que hablando con el gobierno en el último par-
rafito de su precioso artículo, dicen de los tres que son « »."
w belos dictados por la envidia , el encono , y la perversi-
•n dad producciones denigrativas, calumniosas , contrarias
vi al espirita del evangelio, antipatrióticas, amotinadoras, coa
M todo lo demás q"ue de ellas se deduce." ¡ Muy bien ! P«*
ro pregunto otra vez : ¿ dónde están las ca'scaras del melón ,
6 la paja ? ¿La envidia , el encono , la perversidad, la ^ent
gradan, la calumnia, la contrariedad al evangelio, el ann*pa
íriotisnlo , lu sedición con todo lo demás, y cosas todas <J"e
están á la vista de todos , secundum illud , gobierno , tu
vas y callas, son indicante» de hipocresía? Capaces so" f
21
por esta lógica d« alegar la nieve por indicóte de la ca-

Mas ya me hago cargo de por donde la agarraron Vs. ,


sirviéndome de guia eí párrafo que precedes! citado, w j Quien
»k> creyera! (dice con su acostumbrada sabiduría y pro-
» féíico magisterio.) Algunos de estos, si no lo miente la faina,
«son los mansos de corazón que predican la palabra de Dios &c."
Subsumo yo ahora: es así que to .'os los que predican la pa
labra de Dios sou hipócritas : y después deducen Vs. : lue
go ¡os tres papeles son hipócritas y tres veces hipócritas. jO
lógicos admirables! ¡O antorchas de la tenebrosa España I ¡O
'4ipw» discípulos de D' Alembert ! Si algunos de estos son los
•muns de corazón , que predican la palabra de Dios, ¿cómo
todos son hipócritas? ¿Se infiere en la lógica de Condillac el
í«/ode la parte, y el universal del particular? ítem : si de
nigran, calumnian , amotinan &c. ¿ Como han de ser man
sos <?e corazón? Si fingiéndose mansitos , y protestando paz,
Jures , patriotismo &c, , trataran de amotinar , denigrar y ca
lumniar; ya lo entiendo ; pero si es al revés; si embisten co-
iiio toros , y muerden como perros de presa , y hacen unas
heridas , que ni han curado , ni son capaces de curar todos
ios recetarios liberales ¿ por donde les viene el título de
'Hipócritas ? , -.-
Desengáñense Vs. ,. señoritos los del Conciso : aunque es
ta palabra sea el único argumento que Vs, han leído ea sus
maestros , no es este argujnento el único que se debe em
plear para todos los casos. El de los tres papelitos que Vs,
K propusieron desacreditar , es uno de los muchos que no lo
admite. Se trata en ellos de nionstrar que la cofradía de los
liberales se compone de fulleros, ignorantes, presumidos, &c. &c.
^ demuestra esto por los mismos principios, doctrina y con
ducta de ellos : se notan sus eternas contradicciones, su mu
cho orgullo , sus mentirosas promesas , sus pestilentes y ab
surdas novedades ; en fin, se hace de ellos alguna de la
•lincha burla que merecen. ¿Que tiene esto que ver con ha -
kf renunciado al mundo , ni azotarse , ni ponerse cilicios,
ii demás zarandajas , de que echan Vs. mano ? ¿ Por ventu
Ift
ra la Diarrea les muestra á V s. las carnet de su autor cur
tida á latigazos , ó levanta solamente el faldamento de Ys.
para que todo el mundo vea que están podridas hasta los
tintan"-, por las pestilentes deposiciones en que se disuelven?
£1 hipócrita tapa su c .... como el gato. ¿Podrá ser hipócriti
la Diarrea , que solo se ocupa en destapar la cL Vs. ¿ El
Diccionario, que ciertamente es un cilicio gá quien clava sus
púas? ¿ Al que lo escribió , que las ha puesto acia fuera, ó
á Vs. que desde que la sintieron , rabian y nos atolondran á
gritos? Yo, pobre de mi ¿ á quien he predicado, ni predi
co eü mi primera carta que renuncié al mundo ; ni á quien
le digo si lo h¿ renunciado , ó pienso renunciarlo ? ¿ Pido yo
en olla otra cosa mas sino que Vs. renuncian á la falsa doc
trina que cnsjinn, sobre que la plata de las ighsias se arre
bato sin exórtar á los Obispos á que la entreguen , como tan
generosamente lo están haciendo ; y sobre que los diea-
inos se graven d:l modo que prohiben los cánones ? Vuel
vo á preguntar , ¿en que se parece esto á cosa alguna de
hipocresía?
Óiganme Vs. Src-s. por amor de Dios , y aprendan de
caiwii» <í«Te puatito de doctrina cristiana , que seguramente no
está *í eí la Eaciciopedia ni en el Emilio. Hipócritas. ( dice
S. Isidoro , el que hasta el año pasada por este tiempo s J
llamaba 'el doctor de la España ) gr<eco sermone in latino ñ-
mulator interpretatur : qui cum intas malus sit , ut bonum x
falam ottendit. Afiade el Sto. que este nombre se tomó en la
moral del que en «1 teatro se daba á los representantes, que
6 se cubrían ó se pintaban la cara , para poder pasar po*
aquellas personas cuyo papel liacian. Derdonde infiere ti &t°« i
y antes había inferido S. Agustín , que así como en el tea
tro se llamaba -hipócrita al que sin ser Agamenón hacia w
persona de Agamenón ; así también en lo moral se llama hi
pócrita el qfce finge la persona -del justo , no siéndolo en U
realidad. Stmulat ss justum ; non éxibet. Es pues el hipócri
ta un fingidor ó embustero de obra , así como el mentiro
so tís nn embustero de palabra. Pues ahora esta, embuste poe*
»ar de 'dos maneras: ó fingiendo la buena obra que efecu
. *3
varoenteao se Irace como por exeniplb cojeando cómo si lle
vara un cilicio : ó haciendo efectivamente Ja buena obra, no
por el fin debido , sino por el lucro temporal , por vanidad
6 opslquiera otro interés , v. g. llevando un cilicio , no pira
hacer penitencia y apiacar á Dios , sino paraque las gentes
entiendan que la hace , y lo tengan en reputación.
Pues ahora, Sres.. filósofos , altos y baxos , rayanme Vs.
atenSjoJo ¿ estas conseqüencias que salen de la expuesta doc
trina, y de que Vs. tienen suma necesidad. La primera. Pues
tai virtud supuesta y fingida, infaliblemente debe haberla ver
¿atleta. ¿Y por qué ? Porque toda ficción es para imitar algu
na vudad. No habria flores contrahechas, sino las hubiese
naturales : no habría estatuas , sino hubiese habido hombres
Caballos , á ¿uya imitación se hiciesen. Las privaciones. , di
cen los rancios, se conocen por las formas, las imperfeccio
na por lo perfecto , las faltas por las medidas , y los des
arreglos por las reglas. Si pues hai hipocresía , que es una
ficción de virtud , infaliblemente hai virtud i la que preten
da contrahacer la hipocresía. Arguyen Vs. como quienes son
guando dicen : los derviches mahometanos con todo el ex
terior de santidad que ostentan . son n^Oi ¿"Sd25 hi™.*?!"'1?8.
J bribones : luego bribones é hipócritas son también quan-
los entre nosotros presentan alguna especie de santidad. Ar
güimos nosotros por la inversa. £1 diablo empeñado en ser
^ttena de Dios , mugiere á Jos suyos que hagan obras de
^Teridad extraordinaria : luego algo ó mucho de esto ha vis
to la mona en la casa de Dios , pues también lo quiere po
seí en la suya. ¿No se acuerdan Vs. de haber leido esto mis
an del apóstata Juliano , que encargaba á los sacerdotes
de sus ídolos ; que imitasen las virtudes por donde se distin
guían los cristianos.
Segunda conseqüencia. El mismo juicio debe hacerse coa
relación á los verdaderos hipócritas , que aparecen entre no
sotros. Si Sres. , también acá los hai, también fingen la virtud
que no tienen ; pero también sacan su falsa máscara por
;algaa molde tomado de la virtud verdadera. Mas si en este
punto he de deoir lo que me parece, nunca ha tenido núes
*4
ira Esparía menos hipócritas que ahora. La razón se nos en
tra por los ojos. El hipócrita Jo que busca no es la virtud
que ostenti , sino la aceptación , el interés , los empleos, &c.
que se: suelen y d:i>sn dar á la virtud. Para que uno puos
qiu tenga un gran.) de sal en ia mollera , se determine á ser
hipócrita , es necesario que suponga , que la virtud que imi
ta es el camino Je prosperar., Y ya Vs. saben quanto tiem
po ha que se halla obstruido este camino. Ó si no, diganme
¿ si de algunos a5os á esta parte ha habido otro que el de
la filosofía ? 3 No ha sido un aborto y un género de mons
truosidad el que ha logrado cosa alguna sin ella? Para no
ahondar mucho. ¿ Por doade/Se subía en. tiempo de Go-
doi ? R -sponded vosotros, ejemplares de paciencia filosófi
ca , los que le llevabais vuestras hijas , vuestras. mugeres y
vuestras hermanas : decid vosotros , antorchas de la fi
losofía , que con tanta puntualidad procurasteis sus pla
ceres , y con tanto entusiasmo cantasteis sus virtudes :T ex
plicaos vosotros, los que siendo ambiciosos, y no tenien
do hembras ni musas hubisteis de suplir estas faltas coa
las talegas : contextad todos si en tiempo de este Sardanápalo
v á presencia délos,del su consejo. s; hubiese presentado uo
mogigato respirando penitencia , y ostentando mortificación
¿qué tal hubi?ra escapado? Pero pregunto: ¿y ahora?.... ¿Y aho-
•ra? Es mui cierto que la» primeras personas del gobierno é in
mediatas á él , uo están tocadas de aquella corrupción y pe'"
versidad , como acredita la experiencia ; pero también lo e»
según la misma , que las que son conductos para aquellas, so
lo aprecian las máximas del sistema filosófico , contrarias dia-
metralmejite á la hipocresía. Conque queda/nos en que s0'°
un tonto de capirote ha podido ni puede en. este tienv-
po esperar ventaja alguna de la hipocresía. Por el contra"01
Tjquántos que ya que no fuesen buenos , debían no ser escaa-
.dalosos, buscaron y consiguieron su bien estar con I°s eí"
.sándalos? ¿Qua'ntos que ó no eran filósofos, ó loieran so-
"lamente de,, botones adentro, se han declarado y siguen de-
-clarínddse por filosofismo, en la persuasión de que este e
ha de dar ¡¡ortos, prcctor'u, mensas, argentum vetus, ct sian-
ti
ttm extrá' ptcuia capru'm ? Acaso »slaréy> hatikndb ' con al
guno de ellos. Al ménos ántes no se pai-ó de éi nada de lo
que ahora muesíran los pepeles, entre cu ¿ros autores se cuenta.
¡ Infeliz ; ¿ Quid enitn frodest -hómini^ si mundum uuivérsum
hcrétür ," ar.yrue verá sua ■detriméntiuA patiátuY 5
Tífcera: consuqüencj* y aquíí -quiero toda la atención de
los stores filósoLs . y Je todo el ■mundo. Andar, vestido dé
clérigo ó de fraile el que lo es, no es hipoícresía , aun quan-
xio fl tal clérigo ó. el tal fraile sea un perdulario , un picaro,
no escandaloso ú otra cosa semejante. Mucho decir es es-
t« : jno es verdad, señoritos ? Piie»; aunque sea rnucho (ie-
«t.-ei menester que pasemos por ello. Oiganlo Vs. de la bo
ca id Papa S. Gregorio , que entendía la cosa mejor que
d'Alembert. » Sunt nonnálíi.^ qtii et sanctitútis hábitum íer
» nent , et pcrfectionis triérjtittn. éxequi non valent. Hos mquá-
» <¡uam tredéndutn est in hipocritúrntn númerum cárrere : quia
aliad est infitmitate ^ aliad malina psccare. w La razón de
tstoladá Santo Tomas, que también entiende algo la mate
ria, diciendo que el hábito Tiea religioso sea clerical , no
esotra cosa. que la señal externa de! estado de perfección ,
adonde pertenece la persona que ]o trae. Mientras pues él per
tenezca al tal estado, no es hipócrita ni fingidor en traer el
hábito. u:«rrespondiente , aun quando no tenga la perfección
áque le obliga ; así coroo el uniforme del soldado , y la toga
del magistrado son los, signos con que se demuestran los desti-
"BOs'de ambos , aunque nj el primero tenga el valor á que su
profeiion le llama , ni el segundo la justicia cuya recta admi-
•tstTacton le está encargada. Así como estos se llaman
nial soldada y mal magistrado, é indignos de Ja escara
pela y de la toga que traen , pero que debe traer mien
tras no s"e la quiten ; así también el fraile y el clérigo per
verso se llamará' mal clérigo y rnal fraile, afrenta de su esta
do, y todo lo demás que se quiera , pero nunca hipócri
ta, porque traer aquel hábito es una obligación que contraxo,
y no! puede abandonar; y porque el hábito no significa que
tiene , - sino que debe tener la santidad que es propia de
*ii profesión : y 'ya Vs. ven las muchas leguas que hai que an
an
dar de deber i tener. Otra cosa fWra de un seglar que se vis-»
tiesa de fraile ó á: clérigo, puus protestaría entonces un esta
do que no tenía : ó de uno que teniéndolo, no hubiese llevado
en tenerlo otras miras que pasar por saato entre las gen
tes. Esto es le que hai sobre el particular , señores filo
sofas : y es raui de admirar que Vs. lo ignoren ó afecten
ignorarlo , quando es cosa corriente y muí sabida hasta
en las gaffanias de los cortijos. ¿ No han oido Vs. aquel re
frán : el hábito no ha» al ntange% \ No han notado la distin
ción que hacen algunas medio críticos entre fraile y religio
so % ¿ No saben aquello de la frailada , y de que en tocándo-
te la capilla , y detaas chistes i este tenor ? ¿ No están con-
tinuainente escuchando : fulano es un buen fraile : zutano ei
un mal clérigo , &c. ¿ Pues donde se distingue bueao y ma
lo baxo unas mismas hopalandas , las hopalandas por si mi*-
mas no dicen ni bueno ni malo en Jas personas ; y lo mas
que significan es la obligación del destino , profesión ó es
tado* - t
Qacrta conseqüeacia. Los qne predican la palabra de
Dios y mucho mas si la predican por razón de su ministerio,
no son hipócritas aun quando sean pecadores , y se aparten
por sus obras de lo que enseñan por sus palabras, j Aviados es
taríamos si no hubiesen di predicar mas que los santos ! Pues
entonces ó se acabarián los predicadores , 6 tendría que ve
nir otra vez á predicar el santo de los santos. D¿sde la hora ett
que qualquiera se juzgase santo, ya era hipócrita : y desde
que empezase á decir qu? no tenía pecado., ya eca no solo
pecador, mas también seductor. No soi yo quien lo di
go :1o dixo quien bebió la verdad en el pecho de la fuente
misma de la sabiduría : si dixérimus quóniam peccátam<non ha'
'bémus , ipsi nos-sedácimus , et véritas ;in nobis.non eat. Doe-
•trina confirmada por Salomón , quando dixoiqne aljustoeee
siete , esto es , muchas veces al dja ; ty Man profunda mente
gravada en el corazonde San.Pabla* que sin embargo de .be
ber ya andado por I03 cielos , y haber allí aprendido misterios
inefables; y de que su conciencia en nada le acusaba , todavía
vacilaba y temía nihil mihi .consiius sum , ttd vtion.in bac justi-
jitatüisum. Item : nt forté cum alüs prosJkciverim , Ipse repro
bas effieiar.
Quinta conseqüencia. Aun quando el predicador sea na
hipócrita decidido, comó él predique la palabra de Dios, de
be «eroido y su doctrina executada. Y por el contrario , aun
quando sea el non plus ultra de la fílotofi», v¿ g. el mortal di
vino de aquel hombre, el monstruo de sabiduría de la tierra y
b si Vs. me aprietan , un ángel venido del ciélo el que nos
evangelize fuera de lo que la iglesia nos ha evangelizado ,
anitktma si», dice San Pablo : maldito sea él, repito yo,
¡» dtref omnis populus , fiat , fíat. Esta segunda parte es aque
lla leche con que nos sustentó San Pablo quando pequeñitos.
Y la primera es una doctrina del Salvador tan terminante y
y repetida , que ningún liberal podrá dudar de ella, no obs
taste toda su buena gana. Vayan Vs. , señores, al evangelio ,
con particularidad al capítulo 23 de San Matjo. ¿ Quál es el
epíteto que Jesucristo da perpetuamente en él i los escribas y
fariseos? El mismísimo que los señores albañiles del Conciso
dan por quatro veces á mis compañeros y á mí : hipócritas ,
hipócritas y mas hipócritas. ¿ Quál aquel fermento de esta
mala canalla , de que el mismo señor encarga á sus discípulos
que se pr¿serven ? La hipocresía. Atténdite á ferménto phari-
fsfirum , quod est hipácrisis. Pues señor , estos hipócrita»
son los predicadores de tu lei y los intérpretes de ta voluntad.
Ellos nos hablan desde la cátedra de Moisés ¿ cómo pues nos
debemos portar con ellos ? g Como ¿ Haciendo lo que os
digan , y no imitando lo que hacen , aun quando allá á
principios del siglo XIX venga un mentecato á soltar sar
casmos contra este mi precepto : qucecumque dixerínt vobis ,
ttrváte , et fácite : seeándum autem ópera eórum nolite fácere.
Ah señores liberales , vamos á otro puntito de doctrina
etistiana ; y cuidado que quien no esté en él , está demás por
acá , y debe ir á buscar su religión á Ginebra , á Varsovia,
ó tal ves á Pekin. La religión que en España profesamos , no
«* invención de los hombres , ni fruto de su ciencia y ta
lentos : es la grande obra de Dios , que estableciéndola quí-
» confundir y declarar por necia la sabiduría , el poder , laj
id
•puleucia y fuerzas de los hombros Desde la hora pues ea
que alguno ss quiera declarar en ella persona que hace : es
decir, explicarla , reformarla , embellecerla , ilustrarla, en fin
alterarla de qualquiera manera según su caletre , ya. se lo llera
i él el diablo , y con él á todos los que ayudan á este
atentado sacrilego. £1 qne la adquirió con su sangre es la
única cabeza de la iglesia : su divino espíritu su eterno
é infalible maestro, que le enseña ommtn veritatem , es decir,
todas las verdades que pueden y deben comenzar en esta vi
da y consumar en la eterna su única , su sólida y verdade
ra felicidaJ. Anáthema , pues a quien dixere , enseñare , ó
p .-usare Jo contrario. Anáthema á Rousseau, Vultaire, d'Alenibert,
Dideroty demás canalla que blasfeman que el evangelio se opone
á la felicidad temporal de las repúblicas. Anáthema á Hobbes,
Puffendorf, Barbeirac y demás publicistas , que ponen aparte
al evangelio para abrirnos otro camino de felicidad. Auáthemj
también á todo e! partido de los actuales jansenistas, que qu¡er*M
interpretarnos el evangelio , sin haber exhibido los títulos de
su misión; ó mas bien, habiendo mostrado hasta la evidencia
que ella no viene ni del celestial esposo , ni del perpetuo para
cleto de la iglesia. Los que el espíritu diviao ha dado i esta
para pastoría y doctores esos son los únicos que de ttjj* ab-jo
pueden enseñar y juzgar en ella : porqne ellos solos soa , io
nio San Pablo se llamó á si mismo , los legados y apoderados Je
su eterno rei : pro Christo legatfone fúngimur.
Ademas de esto deben saber Vs. , que la palabra de Dios
por la qnal Dios se habta á sí mismo , es decir , el Verba
eterno , sin dexar de ser Dios como el padre , se hizo carne ,
que es lo último que se pudo hacer : sin dexar de ser palabra
«terna de Dios, habitó con los hombres, se igualó á fi
los en las enfermedades de la naturaleza , nació en un establo,
vivió entre persecuciones y miserias , y espiró en el mas
afrentoso de quantos suplicios conocían los hombres : y á pi
sar de tanto anonadamiento , la palabra eterna que pasó"
por él , nada perdió, antes bien ganó para nosotros la recon
ciliación, y el cielo. Pues esto que ha sucedido con aquella
palabra por la que Dios se entiende á sí mÍ6mo, sucede
«9
ftfnbie;: qumdo por ella nos haola , y quiere que lo enten
damos nosotros. La pone en boca de Moisés su amigo y su
escogido : debemos escucharla , no como de Moisés , sino co
mo de Dios. La pone luego en la boca de Balaam su enemigo,
y aun en los rebuznoi de su burra : en suposición de qiie
es la palabra de Dios , debemos escucharla con el mismo res-
pero que si la oyéramos deboca de Moisés. Suena eiia en los
labios de Elias el mayr de los profetas, el cielo, la tbrrs
j toja criatura reconoce en ella el precepto de su autor. Suena
después en los labios sacrilegos del mas indigno de los boni
tas, qual era Caifas: pues el cielo confirma la palabra que
salió de la boca de este infame , aun quando para ello tenga
(¡ií?morir el autor de la tierra y el cielo. La usurpa San Pe
dro en A bautismo , ó en qualquier otro de los sacramentos ;
loqueSai Pedro ligue ó debate poreila en la tierra , eso se da
por hecho en el cielo. La usurpa Judas , el traidor, el sacrí-
go,el avaro , el mas indigno de los hombres : lo que Judas
hiciere por ella , vale tanto á los ojos de Dios, como si lo hicie
ra San Ptáro. . ,
Ea bien , señores liberales , pónganme Vs. por una parte
¿Judas óá otra .peor si lo encuentran , hablándoles con la mi-
won, á que está ligada esta palabra ; y por otra á Puffendorf
coa todus los publicistas , a Montesquieu con todos los políti
cos, í Vokaire con todos los económicos , á Rousseau con to
dos los filósofos presentes , pretéritos y ruturos. ¿ Por quién nos
declaramos ? Qué sé yo qué diga de Vs. según lo que escriben ;
pero de qualquier católico por malo que sea , debo decir y digo
qu; preferirá á Judas : ó mas bien, la doctrina que anuncie este
malvado, á todos esos prodigios de sabiduría , que Vs. admiran
c<>a tanta boca abierta. Saquemos otras poquitas deconseqüencias
de este puntito de doctrina.
Y sea la primera , que ni Vs. ni sus maestros los filoso
fo' , ni todos aquellos de quienes lo han aprendido , están á
'os legítimos principios , quando para reformar , como Vs. la
"aman , ó para abolir , como los rancios decimos , la verda
dera religión , alegan por una parte la ignorancia y desor
denes del clero, y por otra las luces , la sabiduría , la política „
y si ¥ s. quieren , basta los milagros de los publicistas y filóso
fos. Todo eso estaña bueno, «i ei mérito ó demerito de lo»
hombres hubiese de contribuir á la obra : pero todo está mui
malo, porqee la obra no depende de ellos. Dios es ei que corre
con ella : ipse fundáxñt eam Altissimus , y en tal manera corre <
que no quiere que sus comisionados se llamea comisionados de
los hombres , sino sayos. Paulas Apóstulus Jesu-Christi ^ non ab
homtnibus^ ñeque per hóntinvs.
Seguoda conseqüencia que debe hacer temblar á todos Vs.
Miéntras anden reparando en el hombre; y tomando la doctri
na de Dios como doctrina de los hombres, no adelantaran Vs*
un piso ; aun quando venga á predicarles el mas grande filó»
sofo Jesu-Christo*, según la católica y piadosa nomenclatura que
el Conciso le da : y por el contrario , si Vs. buscan solamente
ia palabra de Dios, conseguirán todo su bien y salvación, aun
onaado el predicador esté sacado por el molde de Fr. Gerundio.
No quiero entretenerme en dar las pruebas de esto. Léalas el que
quisiere, que ciertamente ganará mucho leyéndolas , en el P.
Buurdalue , francés y filósofo rancio , en sus dos sermones
sobre la parabla de Dios : uno en la Dominica de Sexagé
sima y «tro en la quinta de Quaresma. Allí vera probada
hasta la evidencia esta doctrina. :
Tercera conseqüencia. Vs. los señores del Conciso han
mostrado ó la ignorancia ó la malicia con que escriben, con>
fundiendo las ideas que debe separar la citada doctrina quan
do hacen la pintura de los eclesiásticos en el parra fito. ¡ Quién
lo creyera ! Vamos rasgo por rasgo. Los eclesiásticos son
ios que predican la palabra de Dios , los candeleras para
iluminar * y fos mediadores que reconcilian al hombre con Dios.
Estas san verdades de fé, y que se verifican en qualquiec
eclesiástico que tenga legítima misión. Hasta aquí dicen Vs,
bien. Atía den Juego que se arrogan ( los escritores ) la au
toridad que no Íes compete , y los excluyen del gremio de la igle*
úa* Aquí dicen mui mal. No sefiores : nosotros no nos arroga
mos la autoridad de excluir, ni excluimos á nadie : avisamos
ti á la iglesia , que hai enemigos en la costa , porque ato
h el oficio de los centinelas , para que Ja iglesia tome sns me
didas. Hai dos censuras ; sépanlo Vs. la doctrinal , que dan los
teólogos para llamar la atención de la iglesia, y la judicial, que
da la iglesia , después de haber escuchado á ios teólogos, fin
quanto á la primera , que es lo que ya puedo, cuenten V«.
con la mi» 5 en quaoto á la segunda , la deseo y la espero
7 qo pueda tardar , porque Ja leí está manifiesta , y soto fal
ta su aplicación. Nos dicen ademas de esto Jos modelos de
imitación. Tate, tate : cuidado con esto : el modelo de imita
ción es Jesu-Chritto; sus santos lo son también en quanto fut-
m imitadores de este Dios : pero j loe eclesiásticos á roso-
J i belloBO l Disparate» Dexen Vs. que esté en «J «ielo el que
hvbitts de estar , y que la iglesia fc> declare ; y entonces está
toen. \ Válgame Dios 1 j Que no sepan estos filósofos tan gran-
de» lo que sabe quaJquier pobre patán qaando dice : no h*i
que fiar ie tantos que comen , beben y í£c. Ensartan Vs. que-
ton dlieios , ayunos , oraciones fartcrosas tic. suspenden el
bmo del Eterno para que no descargue contra los pe
ladores: Mae esto , señores miss , es una cosa coman á ecle
siástico» y ú legos , á sacerdotes y casados, a' hombres y mo-
geres. Acaso ana vieja cargada de laceria podrá mas en es
te punto que todos los eclesiásticos. ¿ A qué van Vs. pues tí
recurrir á lo que no es peculiar carácter nuestro , teniendo
«na cosa que lo es , y en que no participa cor nosotros el
wwmin de los fieles ? g No se acuerdan Vs. de la misa ? Pues
«a , que solo pueden decir los sacerdotes , esa es la que prin
cipalmente ataja el castigo de los pecadores ; porque en esa
»e le presenta á Dios el rescate de nuestros pecados. Pero Jo
¿«roas es cosa que todos en parte podemos , y en parca
debemos hacer : los cilicios no están mandados por precepto al
guno , ni ellos son mas que instrumentos de la santidad ,
sin Jos quales puede existir moi bien t Jos ayunos, porque
'hai precepto deben guardarse , jsin embargo de *que son igual
mente instrumentos. De otro modo debé discurrirse acerca de la
oración , que e« medio necesario sin el qual tío puede ser
«anto ni aplacar á Dios, ni el eclesiástico , ni el artesano, ni
la monja , ni la verdulera , m ei (filósofo , ni el patán , ni el
pregonero, j Q'ie JáRrína, s?ftor Conciso, que esta verdad que
nos inculca V. ahora, sin "enir a! cas* , y por via de ca
ritativo sarcasmo, no la hubiese inculcado mucho, tiempo ha
por. vi* de consejo! j Quánto mejor hubiera sido darle á ella el
lug.tr que han ocupado tanta» especies , de que tendrá V.
•que arrepentirse, y de que yo le pido á Dios que se arepien-
-ta ! A uso en esto ha consistido también que los franceses no se
hayan ido , y que en vez de la paz que cor tantas ansias bus
camos, venga y crezca entra nosotros la turbación. Mas no pre
diquemos en desierto.
• Restan los epítetos de mansos de corazón , santos , y que
renunciaron al mundo , con que V. colorea la pintura de lo»
•eclesiásticos. Si por esto quiere dar á entender que ellos so
los tienen estas obligaciones, seguramente no sube V. qué quie-
>r¿ decir cristiano ; ignorancia ciertamente que no admite dis
culpa. Quanao Jesu-Cristo dixo discite á me, quia mitis sum ££c.
¡y quando en la mansedumbre colocó la seguHiia bienaventu
ranza ¿ daba leyes á los clérigos y frailes , ó zanjaba los artí
culos fundamentales de la constitución de su república? Quan
do San Pablj nos decia : elegit nos in ipso ante mundi constituí
tionem , ut essemus sancti &c. : quando en la salutación de sus
cartas decía i ios fieles vocatis sanctis : y quando S. Pedro oes
-llamaba gens stiticta , g:nus electum ¿ de quienes ha
blaban ? ¿ De los clérigos , ó de todos los cristianos ¿ Ulti-
timamente , quando en todo el nuevo testamento se contrapo
nen Jesu-Christo al mundo , se dice que este no conoció ni
quiso recibir ú Jesu-Cristo : que es enemigo de este Dios : qu*
los que pertenecen al uno no pueden perteaecer al otro , y
un millón de iguales expresiones ¿ cabe en quien tenga medio
adarme de juicio siquiera pensar que solos los eclesiásticos
son los que renuncian al inundo, y no los que son consepulta-
tios con Cristo en el bautismo ? Vergüenza es que unos escrito*
res públicos , unos filósofos que quieren pasar por de primera
nota , unos hombres que en un pedimento y ante un alcalde
del crimen se protestaron sin necesidad y solo por el fervor de
su fé , católicos: unos predicadores en fin de nuevo enrío , que
de la guitarra y de d' Alembert se han pasado al pulpito y ai
. 3*
evangelio; vergüeñas es vuelvo á decir, que tale? sabios igno-r
ren y confundan tan groseramente los primeros elementos del
catecismo, y las verdades fundamentales de la religión que pro
fesan.
Sepan Vs. pues caballeros, y ya creo que se lo tengo dicho :
que la mansedumbre, la humildad, la caridad , todas las virtu
des cristianas, y la santidad que ellas importan, son obligacio
nes de todo hombre clérigo y seglar, monge y casado , hermi-
taño y príncipe; pero el sacrificio , la doctrina , la predi
cación ; en una palabra ; el magisterio y el ministerio de la
t&gion no son de otros que de los que una legítima raií'on
coloca en la clase de pastores y de ministros. Sepan que aunque
ísto> por razón de tales, y también por la peculiar obli
gación que muchos contraen de vivir no solo según los
preceptos, sino igualmente según ios consejos evangélicos ,
deban aventajarse á los otros fieles «?n la santidad de que son
4igano» é instrumentos; no dexan de ser instrumento» y.
érganos aun qaando no vivan según su sagrada obligación.
Sepan que pensar y decir lo contrario , es una heregía ,
condenada y abominada en Wiclef por la iglesia , y usur
pada después por Lutero , y por quautos impíos han tratado
desdi este apóstata hasta. Napoleón de desrozar el seno de
esta santa madre. Sepan que en esta s paracion que la sabi
duría de Dios ha hecho entre la santidad del ministerio
y Ja conducta del ministro, se funda nuestra fsperanza y se
guridad; porque del ministerio nos puede constar y nos cons
ta , pero de la conducta ¿ quién sino el que penetra el co
razón puede juzgar con certeza, si aquel de quien se juzga
dá .en la gracia de hipócrita ? Sepan que la verdad y doctri
na de Dios en nada depende déla conducta . del hombre :
si este se arregla á ella , la predica con mas dignidad : si no
•«arregla , aunque sin dignidad , la predica : si obra como
enseña, dichoso él : si en sus obras contradice á sus palabras,
desdichado ; pues por su misma boca se condena : pero de
todos modos tan doctrina de Dios es de una manera, como de
otra , y tan digna de nuestro respeto y reverencia. Se
pan que si el predicador ó el ministro no vive como debe ,
i» se dsbe imitar , se debe corregir ( por aquel i quien le com
peta , ) se debe desear su corrección , se puede en cierta,
manera vituperar, despreciar su persona; pero en modo nin
guno su predicación y ministerio. Y para no cansarme mas ;.
sepan que ei predicador que no es sauto, no está por ello
obligado a no predicar , ó a predicar contra la santidad; sino
a abrazar por grado ó de fuerza la santidad que predica. Tie
ne dos obligaciones : la primera , de ser bueno : la segunda ,
de predicar el bien. En la primera se yersa lo que debe á
Di es y á sí mismo: en la segunda entra también lo* que debe
á la iglesia. Por lo que falte á la primera , es un disparate
pretender que también abandone la segunda. En traspasar
aquella, él solo es el dañado ; mas en faltar a> estar, falta
á la causa pública. En presencia pues de estas verdades
ya hasta los ciegos están viendo quan miserable es el partido
que Vs. han tomado , que ni pone , ni sabe , ni tiene mas
argumento qne la hipocresía de los ministros , para desacredi
tar la doctrina y el ministerio ; y quánta es su cacareada sa
biduría apoyada sobreesté pueril y ridículo sofisma.
Entretanto , Sres. liberales , este sofisma á pesar de toda
su insubsistencia , supone en Vs. errores mucho mas serios y
horrorosos. Supone en primer lugar , que el clero español ha.
sido aba.idonado por Dios á la hipocresía y fanatismo : y de
consiguiente no enseña á su pueblo mas que disparates i en
lo qual ciertamente no hacen justicia : y pongo por testigo al
mismo pueblo, que aunque en alguno desús eclesiásticos vea
algo de lo que Vs. ven , en muchos otros qoe Vs. no se dignan
de ver ni de citar , descubre todavia la sal de la tierra y la- lux
del mundo. Supone en segundo lugar, que la religión está aca
bada entre nosotros; porque si los que se llaman sus maestros,
no enseñan mas que el fanatismo, no siendo la religión fanatis
mo, no habrá quien predique religión : y si no lo hai quomoda
audient s'tne predicante ? Supone en tercer lugar , que el pueblo-
español es de presente y ha sido de antiguo tan mollar, que no
ha echado ni echa de ver que sus ministros le han vendido y le
venden gato por liebre. Supone en quarto y último, que Vs*
educados enmedio de tanto fanatismo , tinieblas y barbarie ,
• 25
pti e\ soto mérito de haber leído al Ginebríno , condenado
como atQpt por la iglesia católica, por las comuniones pro
testantes^ hasta por el magistrado de Ginebra; han con
seguida ser ios Moiseses destinados por Dios para sacar á su
puebio del Egipto de las tinieblas , y los EsJras escogidos pa
ra restituir los libros de la lei. Liberártela véritas , decía T¿r-
toliaoo , Marcinnem expeztabat. Lo mismo deberemos creer de
Vs., porque Vs. lo dicen de sí mismos. La verdad que de se-'
senta siglos i esta parte estaba cautÍTa en la ignorancia y fa
natismo •' tiene ya en casa á sus redentores , ¿ Y quiénes son
c*« redentores ? Audite cali quee loquor : audiat térra verba
orissia. Aquellos tres danzantes, como su condiscípulo el del
Ssm les llama , que de malos abogados y peores poetas han
tftfdo de repente maestros de todas las ciencias. Aquellos otras
perdularios, que no atreviéndose á aparecer delante de las gen-
fes en su legítima figura , se han transformado en Duendes r
Diarios, Redactores, Semanarios : aquellos doctores de café y
arrimadas perpetuos de las hembras, á quienes la iluminación
les ha venido enmedio de las tertulias y requiebros : aquel an
fibio de pantalón , botas y becoquín , á quien unos tienen por
cadete de S. Pedro y otros por capellán de la diosa de Chipre :
aquel Dr. y catedrático á q'jien la sabiduría se le entró por el
cogote , luego que se quitó el estorvo de la capilla : aque
llos Narcisos que no tienen barbas , ó nunca quieren que se
ífls veamos, y que vieron la luz en el espejo , que es el gran
maestro i quien consultan al menos dos veces cada dia : aque-
Hos...... ¿ dónde estáis vosotros ahora , bárbaros antiguos , que
no os levantáis de vuestro sepulcro á admirar á vuestros re
dentores y los nuestros ? Ven Mateo Alemán , ven Miguel de
Cervantes , venid vosotros Quevedo , Rioja y tantos otros de
^estros compañeros , sin olvidaros de Torres el de los pronós
tico!, qui en hizo mal en no haber aguardado á morirse otroí
cincuenta años : venid á renunciar solemnemente al crédito que
adquiristeis en toda la Europa de talentos milagrosos , con-
coBsumados filósofos , completos hombres de mundo , y perfectos
conocedores de quanto cae baxo la esfera del humano conoci
miento. Fuisteis unos tontos , que os dexásteis engañar de quah
ao
tro fraila y clérigos bárbaros , y ño tuvisteis talento paro
echar de ver, ni que «rao bárbaros* ni que os engañaban.
Fuisteis unos fanáticos; pues habiendo podido escribir el ano •««
Gux man , el otro so Quiaote , el otro su Gil Blas , el otro sus
rácaras y canciones , el otro sus pronósticos , sin salpicarlos de
lo qoe los frailes y cuta* es «Metieron en la cabeza ; os la que*
brásteis lindamente ea buscar modos de ingerir todo esto donde
ciertamente no hacia falta. Viviérais ahora , en que quakjuiera
de nuestros eruditos irá por tierra y desoalzoal índostan , coa
tal de ahorrase el nombrar á Dios. Aprendierais ahora que todo
loque acerca dé Hio$ se ha dicho , y todo lo que acerca de su
culto sella hecho, han sido salvaginas y absurdos. Mas no digo
b'en diciendo $alvuginas\ pues por ellas y por el estado salvagas
que ha sancionado el oráculo de Ginebra , y creen y defienden
á puño cerrado y abierto sus discípulos , deberéis volver á la
regeneración..
Dekemos esto , Sr. Concisoy para quando estemos mas
díSipacio, porque el otro amigo de la Máscara me espera» Mas
quiero que V. sepa desde ahora , que estoi en ánimo de presen
tarle el catálogo de heregias é impiedades , en que tanto V.
como. fia cofradía en general ha incurrido, paraque no vuelva
V. ■ a- decirnos que lós tratamos de ateos , jacobinos, &c.
sin frutbgt ; ptro es menester que ine deae tiempo , ó yo me
lo tomaré, para ©tras cosilla6 que hai que evacuar antes. Verá
entonces lo que ciertamente no vé ahora ; pero que pudiera y
debüra haber previsto : errores , que ni aun le han ocurrido
como tales á la imaginación, y en que ya está envuelto : y hor
rores , que ahora lo estremecerán acaso , y en que nunca de
berá tener parte activa. Dios nos libre de dar el primer
paso , ó de ao ser dócil para revocarla al primero se
sigue el seguido , y al segundo todos ios demás que restan
que andar hasta el abismo. Mientras la piedra no sea mo
vida * puede permanecer sobre la cima del monte , Ínterin el
-monte exista s, mas vino iin muchacho , la movió , y comien
za á rodar por la ladera....*, § quién la ataja ?.j Qné estrago
-tan formidable por 'sola la débil fuerza é inconsiderada travesa
ra de un muchacho 1 Nenio repente fot santmus. La regla ©rdi
aarifi es conKiiaar por poco; Por poco comienaaú él borracho (
el jugador , el ladrón , e] adúltero ; pero ya comenzada ha co
sa, ainguno puede adivinar hasta desde habrá de extender
se. Quand© ertor es bkfo de la ignorancia sola , tiene fiá-
cil re raed» : jio así quand» las pasioaes son las (pie lo cau»
«a». JÉ1 se revitte euiooiL-iis lie la ua-inínleasa de la pasión so
jírcre , que miéntrss mas dura , mas camina , y que mien
tras otas camina , asas furia y fuerza roma. Vires ttdqairit
eáxdo» .
Volviendo pues al tema de nuestra hipocresía , qtiie-
nane V. amistosamente me diga., núéntras yo cuíco oca
sión de mostrarlo , quienes son los «Mpdcricas y seductores.
Por ex etuplo ¿ sera hipócrita el que h©i se presenta dicien
do i un j uez q ue es católico y mañana , ó tal v-es en el mis*-
«o din , insulta á Ja religión con los errores , y aun con Ism
¡nánms palabras de sos mas decididos enemigos ? ¿ Será
Vivoócrifa quien enseñe que rei y déspota son sinónimos $
y entre canto haya tirado y esté tirando sueldo, porque si rvitó
>1 depotisrao del rei ? ¿ Será hipócrita el que de palabra , de
obra y por escrito blasfeme del estado eclesiástico , y miéntraa
se esté chupando las rentas de la iglesia , y aspirando á sus di
gnidades ? ¿ Será hipócrita mas este es asunto para una carta
infera, ó algo mas.
Por k> que toca á mi , yo no sé si lo soi : porque no ten
tó ta gracia y habilidad que V. tiene para predicar sus mis»
mas honras. Una sola cosa me ha ensenado la experiencia ,
f es , que si lo soi , soi el hipócrita mas desventurado que
ha nacido de madre; pues en cincuenta y seis años que pres
to cumpliré no he tenido la fortuna de que una vez siquie
ra me hayan tenido por santo. Bien pudiera V. hacer algo por
ni , echándome uno de esos panegíricos que acostumbra echar
á tales y tales , que lo merecen ménos que los caballos de Go»
doi , sobre cuyo elogio trabajaron tantos cofrades. Mas no Sr.
se se meta V. en eso , que esia mia ha sido tentación del
enemigo : y ya me acuerdo de haber oido á uno de mis ami
gos , quando latamos en V. algunos elogios dados á personaa
que indubitablemente Jos merecen i estos ferduiar'tos tratan de
i8
poner en opiniones el mérito de este hombre. Quien lo vea elo
giado por ellos al lado de fulano , y zutano , podrá pensar ó
que todos han sido iguales^ 6 que todos pagan igualmente. De mis
compañeros el del Diccionario y el de la Diarrea no sé lo que
ton quanto á sus personas y su estado ; pero quanto á sus le
tras los envidio como probablemente lo están haciendo los li
beral» , y en quanto á su religión estoi con elios. Por fin ,
estos sabios son hombres que saben sacudirse las moscas , sin
necesidad de que yo les ayude. Con ellos se les ponga á Vs.
•el «oí.
Con respecto á mi debo decir i V. que el mayor consue
lo que espero tener quando mi muerte llegue, será oir al mi
nistro de Oíos, que á nombre de mi sinra madre la iglesia di
rigirá á este señor , después de otras tiernas suplicas y amaro-i
sas recomendaciones , las siguientes palabras : licet enim peccJ-
verit , tamkn Patrem ,etFilium , et Spíritum Sanctum non ne-
gávit , sed crédidit , et zelum Dei in se hahuit , et Deum , q'ui
¿mvia creavit , fidéliter adoravit. Haga Dios, Sr'. Conciso, qne
V. lea y se aplique estas consoladoras palabras con el mismo
espíritu con -que yo se las copio. No hai que dexarlo para
irías tarde. Voltaire en su última hora las pretendió escucha/;
mas ya estaba dada la sentencia, y el eiecutor fué d'Alem-
bert : á este le pagó el misino buen oficio Diderot , á Diderot
Condorcet, que refiriendo el hecho con toda la sal filosófica,
decía á sus amigos : si no fie andado tan listo , nuestro hombre
la última hora hubiera virado la casaca. De Condorcet no sé si
vive ó muere ; pero una cosa puedo asegurar, y es que nadie
*e la ha hecha á Dios , que no se la haya pagado. Pensémos pues,
hermanos carísimos ; en p3gar de presente , ut peccata nostra
eastigutione voluñtária cohibintes , tempóraliter pot'ms maceré'
•mnr\ quam suppliciis deputémur aternis. Esta sí que es filoso
fía : lo demás son locuras. i ■ • .. • . . . • • ... . :
• Si esto no obstante, Vs. lo tienen así por conveniente, con
tinúen llamándome hipócrita , y quanto les diere la gana : por
eso no hemos de reSir. Yo me puse el título de Rancio , por
que supe que ese era el que nos daban los Sres. liberales. Aho
ra encuentro que nos añaden también , 6 nos lo han mudado
f
en el éV ieriñl&t asííbmo D. Quísote mudó en el dé caballera
de los leones r el que Sancho le había puesto de la triste,
figura. También me conformo eón él , y con todos los qua
ven-gao: detrás, Agu^írdeame Vs. para otra y acra y otras
ocasiones, qire teaemo* mucho que tratar. Pos ahora voi á ¿e»
eir do» palabras; ¿carca deli señor Nataaael el de ta Ittqui*i>-
áon sin máscara..
No sabcé explioar i V. , amigo mió , la que me incomo
de co» 1» desvcrgtterjzn de este título, j La Inquisición sin niás'
iara ■ l S¿ sabsá este buen nombra lo que estas palabra» si»*
tócan ?' ©• r»a* bien ¿ si estará loco + y no entenderá' lo qu*
"•elPoesí ét »e ka en tren i do en trastornar su nombre ( qu*
tfifcJjslinBa que se ignore y para formar un anagrama , y se*
#oa ia opinión ciJ Boilean , to¿kis e^oí trasr&rnadoreí (fe letra»
■a«».t/asnoraad» el cerebro: ¡ ia Inquisieina sin máscara 1 ¿ Si
qoe Ja ribaraiUfaH tb- nuestro* (¡Wjafo* , no contenta
sarcasmos de barbaran-, ignorantes-', fanático» y rtitÜ
tque ba prodigado á' nosotros y i n- estros padres y lo*
salga ahora deshonrando como hipócritas y seducto»
te* á qisan tos hombres han merecido el if speto de todnlana-
íkkí r y aun el cuito público; cíe Í3 iglesia; y como alucia
nade? i qujnros han vivido desde el" sigla XIII hasta nos-o
íros-, y á quantos vivimos de presente sin la nota de libe--
de que nos. libr.» la divina misoricordia ? ¿ Coiiqüé
■^mingo úe (froamari hijo de F¿lix , señor de Calcruega , y?
de Dofla Juana de Aza , su dftjnn consorte , á'qirieo 1» i-gU«ia
■■tos año* ha puso en los altares nos engañó misera-
bleniente- al establecer en los países católicos este tribunal en
mascarado ? ¿ Conqué Raimundo de Peñafórt , el redactor de
las: decretales y uno de- lo* primeros- sabios de la Espa-
»)i llevó á su patria Barcelona un aeaja de- vicios disfraza
do cdoi capa? <S máscara debic* ' ? % Conqe á Nicolás- Eymerich ,
otro catalán de lo* mas honrados y sabios ,.bo hizo otra cosa
csctibie«d» el DVeWorio, qttó banv adoptado toda* las In-
<¡oisicirHi«r dd mondo, qoe dar reglas ptrú llovar adelante- la
mis réefidá simnlafciort'í1 ¿Cattqes' D. Pedro- González de
V ilasfíatío pe* eacciettci»; ei g«n Cardenal d*
E
España , y ¿ quién esta debe en "macha parte el nombre y"
grandeza, que le distinguen , Frai Tomas de Torquemad3 i de.
cuyo desinreres y probidad teníamos las mas altas ideas : el
gran político y buen cristiano y perfecto religioso el Cárde
la! Ximenez de Cisneros, admiración y envidia de todas las na
ciones, inclusa laPrancia con suRichelieu,&c.y quantos hoín-
br.\ 'aban en aquel siglo dentro y fuera de España reputación,
de letras y virtud , y que tantas juntas tuvieron para ello ; no
trataron de otra cosa que de arreglar la representación de esta
escand.ilosa pantomima ? ¿ Conqué Pedro Arbues, que prefirió
ser asesinado á dexar de representarla , deberá ser .borrado del
catalogo Je los mírtites de España , así como algunos de- los
que he citado nacionales , y varios otros que no lo son,,
de los fastos de la santa iglesia ? g Conque hj fueron mis que
wnas hipócritas el Borromeo de las Amcricas Santo Toribio.
Mogrovejo , y tantos otros obispos tenidos por dignos que de,
la máscara de la inquisición pasasen á las ca'tedras de nuestras
iglesias ?,j Conqué reyes , magistrados , clero y pueblo espa
ñol, no vieron en espacio de tres siglos lo que este tragaespe-
cies ha .visto en solos tres meses , si es que tres meses se ne
cesitan para hacer un plagio ? ¿ Cortqué...... qué se yo la infi-
■idad de cotiquees que ensarté con la sola lección del expresado
título. Vaya, concluí, este hombre está loco ; y si no está loco,
esta energúmeno , que me parece mas probable ; y si no hubie
ra Inquisición, él solo merecería que se fundase para exórcisarlo,
y sacarle los diablos del cuerpo. •
Comenzé á leer , y la ira se me convirtió en risa por
cierta anécdota , que yo en mis mocedades presencié , y cuya
recuerdo me despertó nuestro Natanael. Reñían furiosamente una
tabernera y un viejo que había ido i comprar vino. Se dieron
grandemente las pascuas , apurando el uno y la otra todo
el diccionario de las tabernas. Ya se creía concluida la qües
lían , quando al viejo lo tentó el diablo paraque dixese
á su rival : » vaya V. con Dios,. que es V.' una cañonea, n
t Tal dixiste | La buena muger, que no había hecho alto so
bre otras cosas que le había dicho el viejo harto signi
ficantes, lo hizo , y tanto sobre la palabra cananea , que


Ykyó su querella a! ¡voz. Era este de fnmor , y quiso diver
tirse : para ello mandó comparecer al viejo. — ¿ Qué le diap
V. i esta muger ? — Sefíor, eananea ; porque me sofocó-^;
| Y que quiere decir eananea ? ~ Una cosa , señor , que jo uq
sé explicar. — Y V. ( á la muge.r ) ¿ qué fué lo que entendió
por ella ? — ¡ Toma ! ? Pues eananea no es una cosa mala?
fyiso el juez expiimir hasta lo dirimo eJ asunto , y vino á sa
car que lo que el viejo bebía querido decir , era que. ia tabenre-
•ra le echaba agrá al vino : y que le hatía llamado eana
nea, aludiendo á Cana de Galilea en cuyas bodas hizo Cristo el
flúljgro : y que la tabernera por haber oido mentar a' la cana-
nsüfa el pulpito al explicar el evangelio, había pensado que la
Ganaban pecadora, ó adúltera, ó alguna cosa de aquellas ma
las, que en el evangelio se mencionan.
\. lee eo el Rmo. Nacanael Inquisición , máscara , vicias
mansedumbre , evangelio, Üo. : pues sepa que todas estas voces
para el padre reverendo lo mismo que la de eananea pará
la tabernera, y el viejo : voces tomadas al sonsonete , voces
enro significado es menester adivinar en su escrito , voces va
cías de sentido , exáctitud y correspondencia. Versando pues
todo el papel sobre las tales voces , ya está visto lo que el es
crito puede contener : es decir, Jo mismo que todos aquellos ,
cuyo prim;r pecado consiste en que su autor no entiende , 6 no
quüre que entendamos los términos : en que lo primero que hai
<¡ue averiguar , es lo que significan el supuesto y el atributo
de lo que se disputa ; y en que á conseqüencia de este peca
do original del entendimiento , resultan tantos pecados lógicos,
t¡uantos yerros y disparates morales resultaron de aquel otro de
Adán, que hemos heredado todos l»s hombres, ménos los libera
les que han renunciado á la herencia , ó mas bien la han
admitido con beneficio de inventario.
V. lee en el título : la Inquisición sin máscara : échese á ña
dí! por el mate magtmm de las 62 páginas primeras , que
«en las que yo he visto; y no encontrará á la tal máscara , que
seguramente hubo de set de plomo , y se ha ido al fondo ; no
verá ni sabrá quando ó como se qoitóó se quita , ni descubri
rá de ella mas indicios que las letras gordas con que se anun
•■cia. Tronzará V. de q ti indo en q'jaadg con la Inquisicípa ;
^psrp sí Je para á registrarla , no eaoontrará eo ella el santo
tribnoal eje la fé que está en qüestion , síqo i veces I<
iglesia , á veces los principes católicos , á veces el cou-
■junto di ambas autoridades , que podemos llamar el cristU-:
irisrao. Saldrán la mansedumbre y sus enemigos infinitas veeflí
•al. encuentro ; pero nunca podrá V. formar idea de lo que este
venerable varón entiénds por la palabra mansedumbre. Preguti-
tará V. por los vicios ; y á íá mia que fuera de los infinitos
que él escrito tiene , no verá impugnadas sino las virtudes , co
mo le demostraré en mi siguiente carta. Para no cacarme, co
tejara' V.todo lo que este famoso escrito: nos ensarta , y no po
drá nuínos de representársele, como se me ha. represen ta do á ni¡,
la pendencia de la taberna, de ia cañonea , de la tabernera y el
viejo. .. ' f..-
Vaya al!á uaa sospecha que he concebido, y que me es
imposible evacuar , por si algún curioso quisiere tomarse la '
pena de evacuarla. La tal obrita infaliblemente es un centón <¡
tomo está mostrando la diferencia de estilos de que usa. Yo
fae, leído, quaudo rio con las mismas , al menos con casi idea»
ticas palabrai la apología de la religión por donde la diser
tación comienza , y que p-'ga en la disertación tan oportuna*
m:;ite cornea g:iit.irra ea la? entierro--. Aeaso.se encontrará
.taire las cartas del conde :de Vaimont. El título me parece to
mado di otro que hai en francés : L: ckrhiuinisme devoüé ,
múdada la palabra christiaaisme en inquisición , y traducido
el divoilé , sin mascara. Bíxo este titulo $2 ensartaron quao*
tas calumnias , blasfemias y sobinas se habían escrito con
tra el cpistLa*tscno desde Porfirio y Celso ha9ta D'Alembe/t
y Didejot , que. con otros impíos de la cofradía fueron sai au
tores , no obstante que la obra lleva el nombre dt JBaulangiex.
Así lo asegura Macado en su Secreto revelado : y así es de
presumir que sucediese , en suposición de* que la obra o*
salió basta después de muerto Boulangier, de quien se dice h*-
ber dado, ea la amarte» acúales de penitencia.. Ño será pues jua-
«ho que de este tal librito , ó de otro que se le pareaca,.se
haya tomado el plagio , sin hacer otra cosa mas que. nuidar lo»
nombres , poner Inquisición por critiianismo , y luego soltar
ouanro se áixo contra el cristianismo, para impugnar la Jnqur-
licioo.
S;ade esto lo que fu?re , yo voi á dar i V. en un ejem
plo bastante parecido la verdadera idea de la obra» Saponga
tfje se me ha puesto en el maña- escribir contra el consejo -de
Castilla; y para hacerlo , pongo* el modestísima título El cvn-
uji de CjstiUa sin máscara. Hecha esta salutación, y luego «n
prólogo sobre qualquiera cosa, y una introducción que ene lu
ga mas sospechoso que el mismo t/tulo; entro en materia , y
wmienzo á probar que las leyes de Partida no son las que nos
átiKu regir , por esto y por lo otro , y porque el fuero Juz
go/el viejr» de Castilla , y qué se yo que mas , son las mejo
re, y se deben guardar. Ergo el Cornejo de Castilla sin más
cara, (tem , los consejeros son españoles , y no lo deben ser ,
parque en España tienen sus parientes , y están expuestos i
faltar i la justicia, y otras cosas á este tenor. Ergo el Con
sejo de Cabilla sin máscara : Orro sí en el Consejo se jura so
bre los sa uos .evangelios , con peligro de que uft picaro perju
ro los profano. Ergo el Consejo de Castilla sin máscara, y de
consiguiente la necesidad de extinguirlo. Otro. sí ¿A dón
de va V. grandísimo loco? me diria qualquiera que no lo fuese.
¿ Qué tienen que ver las leyes, cuya custodia y observancia
está encarada á este tribunal, con ta máscara que V. le cuelga,
y trata de quitarte ? ¡ Sus miembros se han nombrado á
il mismos , ó han sido nombradoj por una autoridad su
perior ? Vaya V. pues á esa autoridad paraque mande tra-
<r otra clase de jaeces Sel cielo de la luna , ó de donde
quiera. Si se jura y perjura sobro el evangelio , es porque
la lei lo dispone. Embista V. pues con la lei ó cotí quien la
puso , y de»e en paz á los que tienen obligación de guardar*
la, miéotras lo sea. Si quiere quitar máscaras , acuda adon
de las haya»;- ysi las encuentra ai Consejo «.no. -vaya i qui*
táralas ;á >D. Alonso el sabio , autor de la» leyes que lo ti'-
gen-i ni *b rer qa* k> nombró paraque jnagase segan días,
ni al pueblo cristiano ,'que mira al evangelio como lo mas sa"
grado por donde se debe jurar; sino á ios juicios del con
sejo, á sus prácticas , á sus peculiares reglamentos: en um
palabra, al iribtin^l ó poder judiciaro encargado, no en dar
leyes á Castilla , sino en hscer que se cumplan las que estaa
dadas.
Esto que me dirían á mí , y con mucha razón , le digo
yo al bueno del Natauael. V. Sr. Pr. catedrático , sale danzan
do fuera del coro. La Inquisición es un tribunal como todo»
los tribunales : quiero decir , subalterno al poder legislativo,
y encargado en esta parte del exeeufivo, que según la.frase
d^l dia se llama poder judicial. Sus miembros son clérigos, poí
que la iglesia y el rei inanJan que lo s¡;an. Sus funciones es
tán reducidas á Ja observancia de las leyes, que. en puaío de
apostasia , herejía y demás , han promulgado la iglesia y el
estado. Si estas leyes y sus autores tienen máscara ó no , eso
de manara ningún» pertenece al tribunal , ni tiene cosa alguna
que ver con él. Yaya V. á pegarla con los legisladores ,
mas no con los que les obedecen en un destino , que los legis
ladores , les dieron psra eso y nada mas. Y si quiere llenar ,
aunque sea de paja , su título , entre en su mismo tftu»
lo, exponga las faltas que este tribunal está cometiendo, sus in
observancias en las leyes, sus abusos, sus atentados : en una
palabra , las culpas del tribunal , y no de quien lo erigid «i 'o
mantiene.
Convidaron á un mal predicador que -predicase de S. Ju-
sef. El pobre quo no sabía mas, que un sermón sobre las cosdí-
f ic ones de una buena confesión , desempeñó su encargo ea h
forma siguiente. S. Josef fué carpintero : conque sabría hacer
buenos confesonarios : los confesonarios sirven para hacer bue
na confesión : conque de ninguna cosa se puede predicar mejor
en el dia de S* Josef , como del modo de hacer una buena coa-
fesion. Nuestro famoso autor quería encaxarnos en el cuerpo
quanto ha leido acerca de que í los impíos los dexemes v&ft
por su cuenta, y para ello se vale de que se está habiK&f* &
Inquisición. Quiera Dios que ni. á el , ni i toda la caterra J«
periódicos que io imitan, les podamos decir que haceo la cau«
propia. ■
Padrera darme con esto por contento; poro no ■pieíiso dar
35
i«e : ionio ni tampoco dexarme ir tras del cascabel que me
tchaa , paraque todo se nos vuelva bulla. Disputas y mas dis
putas son las que quiere esta clase de gente , así como los ma
los litigantes artículos , sobre artículos , testimonios sobre tes
timonios , &c. Yo en primer lugar estoi sin libros : y en se
gundo , no quiero hacer lo mismo que cien veces se ha he
cho , por quienes lo hacen mucho mejor que yo. Insistiré pues
en el mismo sistema que hasta aquí, de demostrar que todos
esos nuestros nuevos iluminadores , no son mas que unos igno
rantes y fulleros. Sus papales solos valen para esto mas que
todas las bibliotecas del mundo. Pero yendo esta car» ya de
butado larga , no quiero alargarla mas. Espéreme V. para la
que viene , en que pienso hablarle de la máscara de la Inqui
sición. Entretanto mande quanto quiera i su rancioso amigo
) seguro servidor , que ruega á Dios le guarde muchos años ,
¿ B. S. M.

El Filósofo Rundo.
i- í , .-.
l' l" . M. -

'
¡
CARTA IX.

DEE

FILOSOFO RANCIO

EL FILOSOFISMO

PRESENTADO SIN MASCARA:

IMPITfi¥AC10¥

DEL SEDUCTOR É IMPIO ESCRITO

TITULADO

LA INQUISICION SIN MASCARA

REIMPRESA EN TARRAGONA.

EN LA OFICINA DE GARRIGA T AGUASVIVAS.

Ano 1814.
3

*** 29 Noviembre de 1811

i^migo daeño y señor : propuse en mi anterior ha


blar á V. en esta sobre la máscara de la Inquisición, que
tan atrevida como impía é ignorantemente había juzgado
descubrir el pedante y plagiario Natanael Jomtob, en la san
ta severidad que por todas partes parece estar respirando
«te sagrado tribunal. Mi designio era demostrar, que si
abusando de los términos habia en él alguna cosa, que
impropiamente pudiésemos llamar máscara , era , no lo
one este hombre desatentado pretende, sino la misma -
apariencia de severidad que á él lo aterra, y que tocada
de cerca y en si misma, mas bien es suavidad y cle
mencia, que aspereza y severidad. Para ello pensaba pri
meramente establecer una verdad en que desde que los
hombres piensan, están todos convencidos: á saber, que.
por dura y áspera que parezca una providencia en lo
moral, y una curación en lo físico , debe reputarse por
buena y ventajosa , como de su aplicación haya de se
guirse la conservación y salud del cuerpo á que se apli
ca. Duro es matar á un hombre en medio de la car
rera de su vida ; mas si este es la peste de su repúbli-
<3j y el escándalo de sus conciudadanos, su muerte que
en otras circunstancias fuera una crueldad y un atenta
do , es ya una justicia, una necesidad y un bien que
el público interés reclama. Cortar un brazo á qualquiera
desdichado que lo tiene podrido, es una operación que
hace estremecer á la humanidad con solo su recuerdo;
mas en suposición de que está podrido el brazo , y de
que su podredumbre va á traer la de todo el cuerpo,
ya no es ni cruel ni inhumano, sino benéfico, y mise
ricordioso el facultativo que salva el todo por medio
de la amputación de la parte. En esta suposición , y en
4
la de que la apostasía de la verdadera religión es el
mayor de quantos crímenes puede cometer un hombre,
y uno de los mas funestos con que puede comprometer
la seguridad y la paz del cuerpo polirico á que perte
nece, como mostraré en adelante; me proponía yo, infe
rir la misma verdad que he oído decir infería Felipe II,
quando á presencia.de los infinitos horrores con que los
hereges turbaban en su tiempo todas las provincias de
Europa!, se lamentaba de que los gobiernos de estas no
tomasen el exemplo de la España : donde yo , decia él,
eonservo el orden y tranquilidad . interior , con solos qua-
tro clérigos que nada me cuestan.
Pensaba también, siguiendo mi costumbre, notar que
aun quando en esto hubiese algún exceso, no es la pre
sente filosofía la que puede ni debe corregirlo. Sola su
ninguna vergüenza y su incansable embustería han po
dido reunir los dos extremos de defender el atentado de
quien desmiente las verdades de la divina revelación,
y perseguir á fuego y sangre á quien duda siquiera de
los absurdos y errores , á que nos quieren reducir su
ignorancia y su soberbia. Vimos á los liberales de la
Francia haciendo correr á arroyos la sangre , siempre
del buen católico, y alternativamente del realista y del aris
tócrata; porque el primero se negaba al ateísmo; por
que el segundo permanecía en la fidelidad debida á su
r-ei, y porque el tercero se obstinaba en la constitución
que á nombre de la filosofía se había sancionado, y nin
guno de ellos defería á las novedades que en todas ma
terias pronunciaban los oráculos de la secta. Vemos aho
ra en nuestros periódicos insultados, acusados, amena-
grados , y yo no sé si algo mas , á los que no siendo tan
dóciles á la misma filosofía, pecan y se hacen reos hoi
por donde obraban como hombres de bien en el di» de
ayer. ¿ Que filosofía pues , pensaba inferir yo , qn« ""
lantropía , que ilustración , ni que calabaza es esta que
se horroriza de ver castigado al que desmiente á
y no halla un castigo bastante para exterminar al que
la desmiente á ella?
A esta primera observación pensaba yo añadir un cen
tenar de otras que mostrasen , que si algún tribunal en
este mundo ha sabido reunir la misericordia con la jus
ticia, el interés común de la sociedad con el particu
lar del culpado, el remedio del pecádo con la salva
ción del pecador , y la pública seguridad con el ver
dadero interés y justa libertad de quien la turba, es
seguramente el de la Inquisición. Sobre este objeto ha
trabajado este piadoso tribunal desde el primer momen
to de su institución : sobre él ha estudiado durante el
largo tiempo de su existencia ; y á él se han encami
nado quantos reglamentos le han ido sugiriendo la san
tidad de su fin, la sabiduria de sus miembros, las lec
ciones de su experiencia , y la sucesión de sus años. En
todo tribunal humano el que cometió el delito, ya es
reo de la pena , á no ser que algún suceso extraordi
nario incline al legislador á concederle el indulto, que
no 5Íempre tiene en su mano : en el de la Inquisición
«si perpetuamente abierto el indulto. Hasta ayer de ma
ñana se señalaba de tiempo en tiempo el que llamaban,
&e^un me parece , plazo de misericordia , y por el qual
á todo reo se prefíxaba el término de treinta ó de qua-
renta dias para que, ó recurriese á indultarse, ó si es
taba obstinado*, pudiese mudar su domicilio á donde le
fuese licito pecar impunemente. Abolida esta práctica, no
se porqué ni porquien , el indulto todavia persevera,
y el plazo siempre es mas largo que lo que el culpa
do necesita : pues a él le consta de su pecado , y el tri
bunal tiene que emplear muchos dias ántes que en él se
pueda decir que consta. En qualquier tribunal humano,
la espontanea confesión del reo, no le suele fraer mas
conseqüencias que la pronta execucion de su castigo; en
el de la Inquisición , esta expontanea confesión suele
equivaler por todas las satisfacciones. En nuestra Es
6
pana y en casi todo el mando , la probanza semiple
na, el vehemente indicio, ó lo que el juicio de un
solo hombre gradúa de tal , bastan para la captura de
un reo. No así en la inquisición , donde sin haber ido
á buscar en la Inglaterra , como pretenden algunos que
busquemos ahora , las reglas de juzgar ; el juicio del
hecho está separado del del derecho, y para la prisión
del culpado han de concurrir el de quatro ó seis teó
logos que decidan la culpa, y el de tres ó quatro ma
gistrados que decreten la captura. En todo tribunal el
reo es preso con publicidad , y absuelto con mucha mé-
nos solemnidad que la que debiera resarcir la infamia
que su prisión le traxo : en el de la Inquisición es la
prisjon en secreto , y la absolución , descubierta la ino
cencia , con clarines. En todo tribunal, preso el reo,
se dexa su subsistencia á cargo de él mismo , ó de su
familia, ó de la caridad de quien quiera franquearle
algún socorro: en el de la Inquisición, si el reo lo ti»
ne , lo gasta como es justo ; sino lo tiene, el mismo tri
bunal se lo dá , en tales términos que el pobre las mas
de las veces mejora. En todo tribunal , el reo que no ha
de rematar eu la horca ó el presidio , tiene que pagar
dineros porque lo prendieron , y porque lo soltaron ; por
que le echaron grillos , y porque se los dexaron de echar;
porque el escribano hizo , y porque dexo de hacer ; en
fin por un arancel de sacaliñas, que como las haya, se
debe tragar muchas talegas. En el de la inquisición se
prende, se snelta , se absuelve, se castiga, se indulta,
escribe y se trabaja á costa de la parte agraviada que
es la iglesia, con cuyas canongías están dotados sus jue
ces y oficiales. En casi todos los tribunales , el pobre
que no tenga como activar sus -diligencias, bien puede
creer que ha caido en un pozo , desde el dia en que ca
yó en la cárcel : en el de la inquisición todo al revés:
paso de tortuga antes de la prisión ; m3s después de
ella celeridad de rayo. En diciendo que el reo sufre., y»
7
sabe él teólogo qtte ha de quitarse el sueño , sí ha de
responder á la consulta: ya sabe el secretario que ha
de escribir sin intermisión : ya sabe el abogado que aquel
pleito es primero que todos : ya sabe el reo que dentro
de quince dias ó de un mes, ha de decidirse, ha
de ir en consulta á la Suprema, y ha de determinar
se su causa, sin que puedan alterar este órden mas que
6 su obstinación en negar los hechos que constan , ó su
pertinacia en deponer los errores de que está imbuido.
En casi todos los tribunales, lo único de que se tra1-
•t» es del castigo y escarmiento público, y lo ménos en
que se piensa, es en la énmienda y reforma del reo:
en la Inquisición todo al revés ; el grande y primer ob
jeto es que el reo se enmiende y desengañe; su castigo
« lo último en que se piensa, en lo que de mas ma
la gana se piensa \ y en lo que se relaxan las leyes
quanto la clemencia y la caridad permiten relaxarlas. En
qualquiera cárcel de las comunes todo el que entra ma
lo , suele salir peor ; y casi otro tanto sucede con re
lación á los castigos , que mas bien acaban que fomen
tan la vergüenza. En la Inquision lo mas ordinario es
entrar malos , y salir buenos ; ii* por locos , y volver
con juicio ; ser presos por impíos , y aprender espontá
neamente á ser piadosos. Raro es el reo que ha estado
en tribunal, que, con razón muchas veces , aunque mu
chas sin ella , no tenga que quexarse del juzgado , ó de
sos subalternos, y contar las vejaciones que de intento
6 sin él se le han causado. Del de la Inquisición nin-
gnno se quexa con motivo: rarísimo sin él. El presidio
es la suerte común de casi todos los reos que han de
sobrevivir á su delito : la Inquisición por lo común no
envia allá sino á los que debiendo morir, sobreviven por
pnra misericordia suya : de la Inquisición suelen ir allá
en un siglo tantos reos , como de qualquier otro tribu
nal en solo un mes ; y el castigo mas ordinario de la
Inquisición , que es la reclusión en un monasterio , si la
3
filosofía quiere ser consiguiente, no se debe llamar cas
tigo, sino regalo; porque según uno de los principios
eternos que enseña á sus adeptos, en los monasterios no
se hace mas que comer y beber á costa de la ignoran
cia del vecino , regalarse como cuerpo de príncipe, y pa
sar el tiempo en rascarse la panza. Ultimament» , por-
<jue no tengo gana de correrlo todo , no hay tribunal en
que muchas veces al año no se dé la sentencia de muer
te , con la desgracia que por días se va haciendo mas
común ; de que estas sentencias y execuciones horroro
sas no producen todo el escarmiento de que la paz pú
blica necesita. La Inquisición ha obrado el prodigio de
conseguir este escarmiento con execuciones tan raras, que
muchos viven largos años sin poder saber de ellas mas
que por el oido ; con la particula-idad de que el reo
que muere, muere precisamente porque quiere ser obs
tinado , y rehusa la misericordia que en quaiquier otro
tribunal reclamaría inútilmente.
Agregue V. ahora á estas dos observaciones otra qne
yo me propuse por tercera, y consiste en la facilidad
que hay para cometer los delitos que la Inquisición cas
tiga : en la soberbia pior donde nos negamos á someter
nuestro entendimiento á todo aquello que, ó no enten
demos, ó nos desagrada: en la depravación por donde
quisiéramos canonizar nuestros mas infames antojos, J
quitar de enmedio quanto nos incomoda «n nuestros gus*
tos : en la ambición por donde somos capaces de rene
gar de todo lo bueno, con tal de poder hacer figu™
en el mundo : en la venganza , en la envidia , y en lo~
dos los desórdenes y pasiones, que apartándonos de '3
práctica de la fe, nos acercan á atentar contra sus es
peculaciones. Buen testigo de esto es el único año que
llevamos de libertad de imprenta , y en que se han es
crito y dicho públicamente mas blasfemias y escánda
los, que en los tres siglos que han corrido desde el es"
tablecinúento de la Inquisición. Pensaba yo pues
9
de aquí» que no era obra de los hombres, sino de Dios,
un tribunal que por espacio de tantos años habia con
servado en nuesrro suelo Ja paz , la unión y religión so
bre que se funda toda buena república, contra una cla
se de delitos tan pestilentes y transcendentales , con tan
pocos sacrificios y tantas conversiones de culpados como'
estamos viendo, y como ha podido ver estado algu
no de la Europa. Miraba de consiguiente todo el apara
to de severidad de que está revestido el tribunal, co
mo un piadoso artificio, tan oportuno para nuestro bien,
como el de un buen padre ó maestro que con solo el
semblante contiene en su deber á sus queridos hijos ó dis
cípulos. Consideraba como un beneficio de toda la na
ción ese espanto que su solo nombre causa á los per
versos, ese miedo por dónde contiene á los que son ten
tados , y esa predilección con que lo miran aquellos á
quienes no acusa su conciencia. Y de todo esto infería,
que aun quando en la Inquisición no descubriésemos otra
cosa, que la pura invención de una humana política, de
bíamos gloriarnos de haber conseguido un tan grande
bien á tan poca costa , y de haber opuesto al mayor de
los males y peligros , un espantajo que con sola su pre
sencia los alejase , y un tribunal que remediase todos los
daños mas con el amago que con el golpe.
Este era , buen amigo mió , el plan que me había
propuesto llenar en esta carta? y esta la máscara , si se
puede llamar así, qu« yo encontraba y pretendía des
vanecer en la Inquisición. Mas he desistido de este inten
to, contentándome con haberlo insinuado, por dos razo
nes. La primera , porque acerca de todo ello dixe en mi
carta de 9 de junio lo que basta y sobra, para quien quie
ra juzgar como se debe, de un tribunal que estamos vien^
do y experimentando,. ; Y> ia ; segunda, porque- aunque se
diga en el papel que impugno , la máscara de la In
quisición, no es la tal máscara de la qué se trata; porque
ni la hai , ni los mismos .que. la citan, la crees. Lo que
Z
se intenta y lo que se hace , es poner á la Inquisición
por máscara, para disimular la impiedad con que se es
tá atacando á la religión , y tacando la generala para
ía apostasía y ateísmo, Los ^misarios que en tanto nú
mero ha enviado el infierno para que nos induzcan á
ellas , no traen el carácter de franqueza que solían te
ner los antiguos, que abiertamente declaraban la guer
ra á la verdad , graduaban de error ó al evangelio d
á la creencia que sobre él había fundado la iglesia , tra-i
taban á Jesuchristo de impostor , 6 de pfevari cádóres á
los que predicaban la ff de Jesucristo ; y exórtaban sifl,
embozo á los hombres ¿ á que di 'cristianos ó católicos
qué hasta allí habían sido, se hiciesen judíos , mahome
tanos, arríanos , acéfalos ó calvinistas. No así los mo
dernos predicadores del error : habiendo tomada el 5a*
fiernojsime es licito explicarme ttsí j lecciones de rá*-
IScia en la consumada perfidia de mnéhós hombres sos
agentes- Envestir por lo eíaro á- le religión , protestán
dose ser enemigo , abriendo francamente su pecho , y
presentando tales como son sus1 ideas; ya es una too-
tería digna de los tiempos de Cerinto , Montano, Eül
tienes , Sergio y Lutero. La mana , el ta lento , la po*
lítica consumada y la gran ciencia del dia del'e ser la
misma que la del Apóstol Judas Iscariotes , que entre
gó y vendió á Cristo dándole un ósculo dé paz. Cris
to en la boca, lu religión en las palabras, su doctri
na á tiempo y sin é\ , sn evangelio para todo ; y en el
entretanto vender, burlar, insultar, abolir y exterrrti'
nar á Cristo, su nombré, su divinidad, su evangelio,
su religión y sus discípulos. Filosofía , razón , reforma,
libertad , luces , ilustración , ideas liberales por una par
te : superstición , ignorancia, fanatismo , abusos, hipocre
sía é iguales cosas por otra; son las únicas voces qní
en boca de estos caballeros resuenan , al paso que ett
sus corazones ya no ha quedado nada que con cien le
guas se acerque á religión , ni á Dios alguno , ni á

k
IX
probidad, ni á pudor, ni á honestidad, ni á cosa al
guna buena : y ocupan el lugar que todo esto debiera
tener el mas ciego ateísmo, la impiedad mas bárbara,
la mas profunda corrupción , el ínteres mas injusto , la
crueldad mas ñera , y quanto\ «monstruos tiene en sus
senos el abismo. Tal es el plan que los jansenistas tra
zaron en la Cartuxa Bourgs Fontnine , como tengo por
cierto siguiendo la opinión de muchos, y según el qual
han obrado, como la experiencia demuestra, y ninguno
puede dudar , sea ó no cierto aquel conciliábulo de Sa
tanás: plan que Voltaire quiso seguir, sin que lo con-
áuúese la furia de su impetuosa impiedad ; pero que
llevaron hasta el último grado d'Alembert su discí-
pu/o en París, y su amigo Juan Jacobo Rousseau en
Ginebra: plan que duró entre los ateos, francmasones é
iluminados de la Francia, hasta que arrojado el clero
católico , no hubo ya necesidad de seguirlo : plan final
mente que yo descubro , y todo el mundo puede des
cubrir en gran número de escritos que de un año á
esta parte están obscureciendo la luz pública , y propa
gando el ateísmo en la nación. Nada digo de las per
sonas, porque no tengo autoridad para juzgarlas ; pero
ruego á todos aquellos que la tienen , que no se duer
man en peligro tan grave , ni pierdan de vista la res
ponsabilidad en que .están , sino lo atajan.
Contrayéndonos á. la Inquisicionj, vea V. aquí el mo
do con que la transforman en máscara con que cubrirse
para diseminar sus errores. La Inquisición , dicen , no es
algún artículo de fe , y puede ser atacada, sin atacar el
dogma. Como si para descubrir el fuego no bastara el
humo: y la impugnación de la, Inquisición, especialmenr
te en nuestra España y en nuestros días , no fuese la
señal menos equívoca del ateísmo. Suponiendo que la In
quisición no es dogmtt , se ponen á atacarla : y en vez
de atacar , ya sea el reglamento que rige en este tribur
nal, ya sean sus abusos, si Ips tiene ^ q,ue es lo único
'V*
por donde pnede ser impugnado sin ofensa del dogma; |
impugnan ■'su intolerancia religiosa, que es uno de los dog-
• mas católicos , y sus castigos , que son una de las leyes-
fundamentales de toda república cristiana , y aun de toda
réligion de hombres , donde se adore á un Dios qualquie-
ra, -y reste alguna idea de las que 13 naturaleza estam
pó con respecto á la divinidad en el corazón de todo
hombre. Ven en la Inquisición un tribunal de eclesiású-
' eos ,' y hablan contra las penas temporales que impone,
como si aquellos eclesiásticos no exerciesen igualmente
una" jurisdicion civil. Se encaminan luego al gobierno civil,
y traftan de despótismo , ignorancia , envidia y de todo
quahto malo hay, el zelo de que no pueden olvidarse sin
hacerse reos de prevaricación los ecleciasticos. Citan la
mansedumbre para aniquilar la justicia: la caridad par»
arruinar la fé : el exemplo de Cristo para insultar su di
vinidad; y el evangelio para introducir el ateismo. En
una palabra : comienzan por la duda de si conviene 6
no conservar este tribunal que teniamos , y vienen á aca
bar por donde acabó Gregoire : á saber , por la siguien
te proposición que de él. tomó el autor de las Reflexiona:
los popas y los déspotas formaron una liga criminal poro
remachar las cadenas del género humano. Proposición que
Jomtob inculca en términos diferentes , que conspira á
arruinar á un mismo tiempo el trono y el altar, y que,
es el primer principio y grande a'^raa sobre que esta
fundado el incendiario sistema de 1*. francmasones. Co-
menzemos pues á qnítar á estos enemigos encubiertos 1*
máscara con que se disfrazan, y expongamos á los ojos
de todo buen español el indigno abuso qúe hacen de ía
religión contra la religión misma, y pongámoslo en es
tado de juzgar, si sean mas de temer las plumas de estos
novadores , que las bayonetas de Napoleón.
Venga V. acá , señor Conciso \ qué novedad es esta
que hace V. en 22 de agosto de citarnos á Jesucristo,
sus preceptos, sus consejos, su caridad, su mansedumbre'.
su misericordia , su evangelio ? \ No era V. el encargado
en burlarse de todas estas cosas ? ¿ No es V. el que cons
tantemente se ha burlado ? j El que por burlarse se ha
comprometido mas de una vez , y el que ha cooperado
en gran parte á que en el Congreso , ó no se citen estas
cosas , ó si se citan , con una protesta semejante á la que
en sesión de 10 de Junio hizo el Sr. Oliveros ? j Nó
era V. el que habiendo dicho á un alcalde del crimen,
no me acuerdo con que fecha, que era católico, trató
de reparar este escándalo por la Peluca , por el Concison,
■3 por varias cartas al Conciso, que ó V. mismo escribió,
ó buscó quien se las escribiese , ó admitió al menos co
mo indemnización ? ¿ No era V. el que graduaba cons
tantemente de hipócritas, é insultaba con su letra bastar-
dllla y con sus tontísimos sarcasmos á qualquiera que ci
taba el evangelio ó cosa perteneciente á él, sin que pudie
se librarlo de su atrevida virga censoria ni aun el carác
ter de padre de la patria. ? j No era V. ( para no cansar
me mas en lo que alguna vez tengo que detallar muí des
pacio ) el que sobre todos los puntos en que no están de
acuerdo el evangelio , y la filosofía , siempre se decidió
por esta , echándose á la espalda aquel ? ; Pues á que
ahora este evangelio, este gran filosofo, y todas estas
demás citas de lo que como cristiano debía saber, y como
filósofo hace gala de ignorar ? ¿ Valen ó no valen estas
cosas ? Responda V. si valen : luego V. que las ha bur
lado es por su misma confesión impío. Si no valen ; á
qué las cita ? Y si las cita porque valen para nosotros, y
no para V. \ dónde está la buena fé siquiera que nos
es común hasta con los ladrones , para haber protestado,
como V. debió hacerlo , que los principios de que usa
ba no eran suyos , ni sus argumentos mas que ad hom'r.
nem\ \ En tanto desprecio tiene V. la religión de sus
padres y de su nación, que haya de servirse de ella
como de los vestidos , que muda según le acomo
da \
Venga V. acá señor Natán ael. Quando Cristo vio
por la primera vez á aqnel que efectivamente tenia es
te nombre , detras del qual se esconde V., dixo á los
que le acompañaban: ecct veré israelita, in quo dolus no.n
est; pero qualquier hombre de bien que vea á V., dirá:
ecte virum dolosum, in quo nihil est de israelita. Díga
me V. pues, señor amasijo de dolos \ los libros y pa
peluchos de donde ha sacado su plagio , se escribieron pa
ra defender ( como V. miente que defiende ) ó para im
pugnar el evangelio ? \ Por qué género de encantamien
to ha transformado V. á Gregoire y la Enciclopedia en
maestros y doctores de la religión católica ? \ Por qué
en vez de la que esos infames le enseñaron , uo usurpa la
doctrina de aquel otro de quien tomó el plagio que
le sirve de introducción ? ¿ Es para esto para lo que V.
se vistió aquella mortaja por donde se obligó á la per
fección evangélica ; para lo que consintió que lo consa
grasen por la imposición de las manos ; y para lo que se
ha abierto camino á una cátedra fundada para gloria del
evangelio ? Citáranos V. al ménos todas las demás fuen
tes , como nos ha citado la Enciclopedia; y en semejante
caso, sabríamos que los balidos dsl cordero y de sus ove
jas, de que nos rellena los oidos , salían de la boca de
los lobos, , . ,
Vengan acá en fin todos los periodistas filósofqs, que
cpn tanca benignidad y dulzura reciben esta clfjs,e de esr
critos, y cqn tanca furia combaten á los que de veras
hacen la buena causa» Expltquenme ¿ por qué tanto silen
cio , ó tal vez tan desmedidos aplausos á aquellos mise
rables pedantes , y tantas censuras y calumnias contra es
tos otro?, que por lo ménos son hombres d,« bien» y que
vale cada uno (sin exageración ni adulación, antes bien
degradándolos en cierto modo ) cincuenta veces mas que
toda la cofradía de liberales? Entre estos cad» qual ha
bla su leagqage distinto, impugna el uno Jp q&e estable
ce el otro , admite este lo que niega aquel, y en padp
se convienen mas , que en el solo punto de no querer
cosa que nosotros querámos. Mas á pesar de esto, todos
se quieren , se buscan y mutuamente se rascan , dexando
para nosotros las coces y las cornadas. ¡ Fulleros ! Lo
que os encubre os descubre. Qualquiera que sepa pen
sar os conocerá , y os distinguirá de nosotros , por esta
indulgencia con que recíprocamente os tratáis.
Descendamos de estas observaciones generales á al
gunos puntos en particular : y sea el primero el de la
mansedumbre evangélica , que á imitación de d' Alem-
Vrert nos cita el Conciso, y Jomtob nos inculca en las
sesenta y dos páginas de su scriptus et in tergo , nondum
finitos Orates. Si como este último caballero andante pre
tende, la Inquisición porque castiga á los apóstatas,
falta á Ísl mansedumbre cristiana, es su enemiga, y el es-
cdniah de la iglesia ', deberémos inferir que qualquiera
autoridad que se atreva á castigar á un picaro , es tam
bién enemiga de la mansedumbre evangélica, y escanda
liza á la igl«sia. EBta se difine, y es propiamente la
congregación de los fieles í y en tanto este nombre se apli
ca al cuerpo ds sus pastores y ministros , en quanto
estos áon los representantes de esta congregación , por
el mvsmo órden que el Congreso lo es de la nación, Esto
supuesto, y que el evangelio es la constitución de la igle-
s\a, resulta muí claro que todos ios que la componen es
tán obftgñdos al evangelio en los términos y con las dis*
tinciones que él explique. Ea bien, quando Jesucristo
dixo en él , aprended de mi, que soi mansa, % con quiénes ha-
Haba entonces ? j con los fieles , ó con los clérigos ? Ma
nifiesto es que con todos ; porque todos debemos íer' cotí-
formes con su imagen , si es que queremos pertenecer á
y porqué la rftanS?dumbre de que este Señor se nos
propone como exemplo , es una virtud moral indipensa-
ble á todo hombre. Si pues porque el divino legislador
nos la encargó tan estrechamente , y nos la expuso co»
mo uno de los principios de nuestra bienaveittuiranaa , y
?6
tino de Jos caracteres menos equívocos de sut discípu
los, no pueden los clérigos castigar á nadie; tampoco
lo podrán los demás fieles , que aunque no sean clérigos,
son cristianos , y deben imitar á Jesucristo. ¡ Admirable
descubrimiento para los homicidas , traidores y ladrones!
Puede nuestro Jomtob agregarlo al de Becaria en su tra
tado de los delitos y penas, en que como conseqüencia
del pacto social , infiere que ninguno debe ser castigado
con pena capital: y de este modo , aquellos buenos ciuda
danos contarán también con la protección del Evange
lio, así como cuentan con la del pacto social de la filo
sofía. . ■
i Qué me dice á esto el Padre Fr. Natanel ? jQue
la mansedumbre obliga mas al clero que al resto de los
fieles ? Es verdad ; pero aunque sea algunos puntos me
nos , obliga también á todo cristiano : y no solamente á
todo crisriano , mas también á todo hombre. ¿ Que los
clérigos tienen prohibición particular para mezclarse ea
causas de sangre ? No creo que se atreva á decirme-
lo ; porque el clamor general de toda la cofradía de
liberales es , que cada uno de los clérigos y frailes to
me su fusil : porque ya públicamente se ha mofado la
lei eclesiástica que lo prohibe , como consta del reli
giosísimo decreto del general Mendizábal , que insertó
entre sus actas el religiosísimo Conciso ; y porque to
do lo que huele á leyes eclesiásticas , debe cesar en
presencia del pacto social de nuestros, dias. No creo pues
que el reverendo Jomtob tenga la sandez de citar estos
cánones ; pero por si los cita, digo desde ahora que 1*
iglesia que puso la lei , ha puesto también la excepción,
la explicación , la dispensa , ó como le quieran llamar
estos señores, para que sus ministros pnedan ser y sean
inquisidores , en los términos y con los encargos que ac
tualmente tiene este tribunal. ¿ Como estamos , Sres. fi
lósofos ? ¿ No puede un legislador hacer lo que juzgue
conveniente con su lei , hasta derogarla si fuese nece
sario ? Tendrá la iglesia autoridad para atar , y valdrá
quando ata ; y no la tendrá para desatar , ni podrá va
ler quando desata ? Por Dios no me la pongan Vs.
mas desautorizada que qualquier legislador civil. Vayan
pues los zelosos y severos jansenistas á restituir á su pri
mer explendor la iglesia en su sinagoga de Utrech : y
dexen á la Iglesia católica que asistida del Espíritu Santo
relaxe , revoque , mude 6 conserve el rigor de su dis
ciplina. Sepan que para nada hacen falta , que para to
do estorvan , que acá no pertenecen , que están perfec -
tamente conocidos. Ganas tenia de enviar tras ellos al
Wanespen y al Cavalario ; mas no debo prevenir el jui
cio de Ja Iglesia. El mió y el de todo hombre de bien
acerca de ellos es que no han escrito de buena fé : que
han hecho en la grei de Cristo mas daño que provecho:
que han llenado de chismes á la Iglesia-, y qué les ha
sucedido lo que á todo aquel que escribe de mala fé : á
saber, envolverse á sí mismo en contradicciones, y des-'
truir con una mano lo que edifican con la otra. Me acuer
do dé haber verificado esto por mí mismo, puntualmente
quando habían de Inquisición ; pero por ahora ni los
tengo , ni los espero tener tan aprisa. Quedemos pues
en que si por razón de la mansedumbre evangélica , no
se debe castigar al apóstata, á ningún otro reo tampoco se
puede castigar: y en que si los clérigos no lo pueden ha
cer, impedidos por esta mansedumbre, tampoco podran
los cristianos , ligados con el mismo impedimento.
Otra repliquilla se le fué por alto al señor Jomtob,
y yo no quiero que se me vaya á mi. Concede su seño
ría reverendísima que la Iglesia á pesar de su manse
dumbre , puede excomulgar á los apóstatas. Y dígame V.,
añado yo j hai suplicio alguno temporal que sea compa
rable con la excomunión , según las ideas qué de ella nos
hace concebir la Iglesia ? Pues bien : luego un castigd
mayor que todos los otros castigos, no desdice, y ti
compatible con la mansedumbre evangélica. ¡ Ah padre
3
mi»! ¡cómase conocen los cojos en el modo de andar!
Eso es lo quf quis.ieran los filósofos , solas excomuniones,
aunque estas viniesen á carretadas. Me acuerdo de haber
leído en uno de los muchos papelitos que abortó la re
volución francesa en los días de su gloria , con motivo de
1* primera bula que acerca de ella dio él mártir Pió VI.
entre otros rasgos filosófico-econó micos , el siguiente: las
nacionef excomulgadas son las tnat ricas y felices, \ Luego
¿irán que la filosofía ha adelantado poco !
Nos vemos pues en la necesidad de explicar un pun
to de doctrina cristiana á todo un señor catedrático. ¡ Va-
va por Dios ! En oíros tiempos venía todo el mundo á
aprender la doctrina católica de los catedráticos espaúo-
les : en el dia el padre español que no quiera que á su.
hijo le hagan desertar de la doctrina cristiana, debe mi
rar y remirar que catedrático ha de escoger. Venga
pues ,el señor Natanael á escuchar lo que es, y como
obliga la mansedumbre evangélica : vengan las tres per
sonas del Conciso , qué también necesitan de la lección
lo mismo que de comer : venga igualmente la sarta de
Redactores , que no lo perderá ; vengan por último to
dos los cursantes de la Enciclopedia , que es como si di-
xé ramos toda la cofradía de liberales. ¿ Estamos ya to
dos? Pues señores, mansuetudo est virtus mo ralis , qu<£ re-
freenat iram, ne rationis modum excedat» Lo diré en cas
tellano también, por si no lo hubiere entendido el enfer
mo. La mansedumbre es una virtud que tiene por oficio
moderar la ira, para que en sus movimientos no exceda
la medida de la razón. Esta es Ja idea que de ella nos
da santo Tomas, de acuerdo con todos los filósofos y
Padres que hablaron de la misma antes, y con todos Jos
escritores que de ella han tratado después ; á no ser que
la escuela de Rousseau haya descubierto aqui algo que
yo no sepa. Se llama evangélica esta virtud , no porque
el evangelio haya sido la lei que la impuso , sino porque
«s una de las que entre todas las otras resplandecieron
ñas en su divino autor, y de las que este ha hecho una
especia! recomendación á sus discípulos. Por lo demás,
tan autigua es ella y su obligación , como el hombre y su
razón y su ira : pues con el hombre han nacido la ira,
una de sus pasiones, y la razón, que debe poner las pa
siones en tono. No es pues la mansedumbre evangélica
ningún encanto de Medea , que transforme á los hom
bres en vigornías, ni ninguna opiata que apague su ira
y los dexe insensibles á los ultrages ; sino una lei de
la razón , que los obliga á guardar cierta moderación en
4u ira. Estaríamos aviados por cierto, y hubiéramos
echado una gran peonada si la tal mansedumbre hubiese
de sofocar la ira. Si ¡ra non fuerit, dice el Crisóstomo,
6 quien haya sido el autor del Imperfecto, nec doctrina
froftcit, nec judie ia stant, nec crimina competeúntur. Bien
veo yo que esto mismo es lo que nuestros filósofos bus
can , aunque no para nosotros, sino para sí mismos. Pe
ro por mas que lo busquen , se quedarán sin ello, y siem
pre será verdad que sin el auxilio de la ira , ni el dis
cípulo aprenderá , ni el juez se hará obedecer, ni los
picaros dexarán de serlo. £1 evangelio pues que no se
hizo para capa de picaros , encargando la mansedumbre,
no les abrió la puerta para que se hiciesen mas picaros.
Tenemos ya á la mansedumbre en parentesco con la
ira : y siendo como es la ira appetitus vindicta , que
qniere decir : apetito ó deseo de venganza, tenemos , mal
que les pese á los Sres. liberales, que la mansedumbre,
la ira, y la vindicta, se pueden muí bien acomodar en
nna misma casa. Se acomodan en primer lugar en el pe
cho de Dios : y yo no sé como á Fr. Natanael se le
fué esto por alto; pues de baena ó mala gana asisti
ría al coro quando tenía el cogote rapado^ y allí oi
ría cantar ó cantaría, uñas veces: quoníam tu, Domine,
suavis et mitis , et multa» misericordia: ómnibus invocanti-
bus te. Perqué tú, Señor, eres'suive y manso, y de mu
cha misericordia para con todos los que- te .invocara Otras;
so
Domine, ne in furore -tuó arguas me: ñeque m ir»
tua corripias me. Señor, no me reprehendas en tu furor,
mi me castigues en tu. ¿ra. Y otras: D;us uhiónum Do-
minus, Deus ultiónum liberé egit. El Dios de las véngan
os es el Señsr : el Dios de las venganzas obra libremente.
Pudo pues haber aprendido que el mismo Dios que se
llama y es. suave , manso y misericordioso , también es y se
ilima Dios de las venganzas, también de quando en quan-
do muestra su ¿ra: también esta su ira se enciende has
ta el furor, quando la justicia lo exige. Ruego á todo
fiel cristiano , que siga leyendo en el salmo últimamente
citado, que es el 9.3, lo qüe : sigue: enzálzate tú, que.
juzgas la tierra* da su merecido á. los s_aberbios. \ Hasta
quando los pecadores , Señor: hasta quando los pecadores se
gloriarán, charlarán, y hablarán iniquidad*. T les re
tornará la iniquidad'. ¿A e-Hos , y . en, su malicia .los destruir
sá,\ ¡os destruirá el Señor Dios nuestro. AUí verá quan po-
-cas iJeas tienen de su religión, los que á pretexto de
la mansedumbre que la caracteriza, no quieren que se
.castiguen los pecados. Vengamos á nuestro Señor Jesu
cristo. De su mansedumbre no hai que dudar; pero ni
tampoco de su ira, ni tampoco de que exerció la ven
ganza. Háganos favor el Sr. Natanael de registrar á Seo.
Tomas en el artículo 9 de la qüestion 15 de la terce
ra parte, y allí hallará desbaratada toda la máquina de
su disparatado escrito , en los dos renglones con que el
Santo satisface su segundo argumento. Se irritó el Sal
vador con los que de la casa de su padre habían he
cho casa de negociación , y se irritó de manera , que ve
rificó en sí la profecía de que el zelo de la casa de
Dios habia de consumirlo : se/1/5 domus tua comédit me.
E<ta es la ira que se llama per ze/am, y formó aque
llo de los cordeles para arrojar á los profanadores, y
castigó la profanación. Estoi convenido á que se le lla
me látigo, ó zurriago, ó rebenque, ó disciplinas, ó azo
te, ó cuerda para medir las costillas, ó como quisiere
2I
eA señor Natanaef, que tan prolixo , deKcado y exacto
^t'i en ponerle nombre, para clasificarlo según las re
gías del arte vapulatorio; pero será lástima que este fa
moso erudito no haga una disertación á parte para dis
cutir el punto , y enseñarnos como se debe entender el
eaast fiagellum de S.Juan. Ocupación es esta, cuya im
portancia puede aprender , ya sea de aquel estudiante con
quien se encontró D. Quixote, que quería hacer un su
plemento á Polidoro Virgilio de inventoribus rerum , ya
sea de la crotalogía que años pasados salió á luz para
dueccion de nuestros sabios.
Saquemos un par de exemplitos del testamento viejo.
Entre Jas alabanzas con que el Eclesiástico hace el elo
gio de Moisés en el capítulo 45, una es su mansedumbre:
.in fide et lenitate ipsiu* sanctum fecit illum. Ea pues, va
ya V. al capítulo 32 del Éxodo, y allí verá prodigios.
Apostata el pueblo : dice Dios á Moisés : dimitte me , ut
iraítatur furor meus contra eos : dexame que desfogue
mi furor contra el pueblo. Moisés se interpone, é ins
ta por el perdón d«* su pueblo. Baja del monte , con-.
vaca á toda la tribu sacerdotal , y hace pasar á cuchi
llo á cerca de veinte y tres mil apóstatas. Esto hizo el
manso; tan sin dexar de serlo, que de allí volvió" á la,
presencia de Dios á pedirle , que ó perdonase ya el peca
do del pueblo , ó lo borrase á él dei libro de los vi
vos. Vengamos á David. Su mansedumbre fue tan gran
de como se anuncia en el salmo 131. Memento , Domi-
»« David, et omnis mansuetudinis ejus. Pues vuelva V-
.atrás al salmo 100» en que canta á Dios la misericor
dia y el juicio , y luego va diciendo todo aquello en
que el tal manso se propone imitarlo, y lo imitaba: fa-
cienteí pr<evaricationes odivi : y después de varias otras
cosas que menciona, concluye: in matutino interficiebam
omnti peccator.es terne , ut dispérderem de civitate omnes
operantes iniquitatem. De modo, que los maitines de este
manso eran unas vísperas sicilianas, y su desayuno por
22" *..t
la mañana consistía en matar picaros.
Del nuevo testamento ya he mostrado en su divifto
autor la mansedumbre unida con la ira y la venganza.
Mostremos ahora en sus discípulos lo mismo, comenzan
do por san Pablo , que en el último verso de! cap. 4-
de su primera carta , da á escoger entre las dos á los
Corintios: \ quid vúJtis ? ¿ in virga venlam ad vos , a» in
charitate , et spíritu mansuetudinis*. Aquí tiene el Sr. Jonv-
tob en una misma pieza la vara , la caridad y la man
sedumbre. Pues vaya luego á buscar á S. Pedro, de cu
ya mansedumbre no duda, y véalo entendiéndose coai
Ananías y Safira, que por cierto salieron mal librado*
de la presencia de este manso. Acuda otra vez á S. Pa
blo quando su encuentro con Elímas : vea la salutación
qué le echa de hombre doloso, falaz, hijo del diablo, y
enemigo de la cruz de Cristo; y el parche que á con-
seqüencia le pone en los ojos : y ya tiene otro exempfo
de rigor con mansedumbre. Vaya después al Apocalip
sis , y oiga á S. Juan reprehendiendo el solo descuido;
de los obispos que en sus diócesis permitan á los erran
tes. En fin, registre todo el nuevo testamento , y verá en
él á los apóstoles tan mansos como convenía á unos dis
cípulos de Cristo, y tan severos como correspondía : á.
los principes de su Iglesia y maestros de su evangelio.
Convenga pues conmigo el P. Natanael y su venerable
cofradía , en que con la mansedumbre evangélica se her
mana muí bien la ira , según que es la ministra de la
justicia , y segnn que la razón la dirige en sus deseos
y execucíones de la merecida venganza.
Convenidos que estamos en esto, lo que se sigue es
que tratemos de qnando esta ira y esta venganza, que
hemos demostrado poderse hermanar con la mansedum
bre, se hermanan electivamente. Todo está dicho en una
palabra : quando en el citado apetito de venganza no se
excede la medida de la razón. Detallemos. No hai deli-
to ó el delito es poco, y se desea una venganza para
2*
que no ha! mérito alguno , ó mayor que la qne el méri
to exige : ya nqui falta el orden de la razón por dos ca
pítulos. El primero , por el de la injusticia que se come
te: y el segundo, por el de la mansedumbre á que se-
falta. Hai delito , y hai pena que le corresponda ; pero
resta medio de corregir al próximo sin ' venir á la pena:
ya el desear la pena no va contra la justicia, cuyo ofi
cio es igualar cosa con cosa ; pero va contra la man
sedumbre , á cuyo cargo está reprimir el deseo de la
venganza, mientras la razón sugiera otro medio de sal
var y enmendar al culpado. No existe, según un juicio,
prudente, medio alguno para omitir el castigo: ya la
mansedumbre, que no encuentra como desear el perdón,
empieza j desear , y la clemencia su hermana á suge-
itt medios para moderar las penas ; porque la clemencia
y la mansedumbre son casi una misma virtud, con so
ta Ja diferencia de que la segunda refrena solamente el
deseo , y la primera templa los efectos de la venganza;
una y otra según las reglas de la razón; y de que la
mansedumbre es virtud de todo hombre, y no la cle
mencia , que como no sea en la preparación del ánimo,
no puede verificarse , sino en el que tiene autoridad.
Esto supuesto, hagamos la aplicación de esta doc
trina general á la materia de que estamos tratando. To
davía no ha llegado la hora de que nuestros filósofos
acaben de quitarse la mascarilla , y decirnos por lo cla
ro lo que ya nos han insinuado varias veces : á saber,
que la infidelidad no es un mal , un error , ni un de
lito ; sino un bien, una luz y un golpe de liberalidad.
Con que todavía podemos suponer que ella es un mal,
y que puede ser un delito. Al menos en esta suposición
habla Jomtob , y el Conciso, y el Duende, y el Re
dactor, y el Diario mercantil, y toda la demás chusma,
que con motivo de mis dos primeras cartas se ha
juntado para hacerme las honras. Ea pnes, supongamos
que ella es un mal. El que Inculpablemente la tiene.
que es aquel á quien el lengnage rancio flama infiel nt~
gativo , tan lejos está de ser digno de ira y de ven
ganza , que por el Contrario debe ser un objeto de com
pás i on. ¿ Quo modo credent ti, qnem non audicrunt^ Estos
infelices nuda han oido que pueda ilustrarlos acerca
de la verdadera religión. No son pues culpables en no
tenerla , ni quererse prestar á ella, hasta que una sa
bia persuacion los mueva siquiera á dudar. Contra es
tos (pues nada tiene la Iglesia, nada sus pastores , na
da su Inquisición , nada sus príncipes. Algunos de estos
últimos han intentado, llevados de un falso zelo, ha
cerles fuerza. La Iglesia constantemente ha detestado y
abolido, si le ha sido posible, esta conducta. Nada de
castigo ni venganza con éstos desgraciados : harta es la
desgracia en que están envueltos , para envolverlos nue
vamente en otra. No, señores filósofos , no está nuestra
santa madre la Iglesia iniciada en esa doctrina, por don
de la humanísima filosofía pretende añadir dolor al do
lor , y al que por sn desgracia ha perdido los ojos,
los brazos y las piernas, hacerle perder la libertad en-:
cerrándolo en un hospicio , para quitar esa fealdad v
tropezón de las plazas y las calles. Hasta aquí pues,'1-
nada tenemos en contra, antes bien mucho en favor de
la mansedumbre.
A esta primera clase de infieles inculpables^ se sigue
la segunda de los que n.o lo son, que se hallan fuera de
la verdadera creencia , pndiendo y debiendo ya haber
la abrazado , y cuyo delito consiste en una ignorancia,
de que han debido y deben salir. Tales son los gen
tiles, los. judios y los mahometanos que existen en los
dominios católicos. En el juicio de los hombres la ig-
ncrancia que no se prueba haber sido invencible, en
nada ó en mui poco favorece al reo. Publicada la leí,
se hace cargo de ella al transgresor : si alega ignoran
cia, ese es su delito; haber ignorado lo que podía y
estaba obligado á saber. No así en el juicio de la san-

-. -
2$
ta Iglesia. Aunque /» omnem tetram exívit sonut eoruin,
et in fines órbis terne verba eorum; reconoce una igno
rancia inculpable que efectivamente faai : y aunque el in
fiel de que se trata, sea un ignorante voluntario, to
davía nada quiere con él mas que la persuasión y la
dulzura. Su delito es para con esta santa madre, co
mo si no fuese : estar sujeto á sus hijos, no es en su
concepto estar sujeto á ella. La caridad y la paciencia
son las únicas armas con que los combate; de su man
sedumbre forma un escudo para defenderlos , sin con-
wntir jamas que por motivo de religión sean molestados.
K ésta segunda clase se sigue la tercera, de aquellos
que habiendo entrado por las puertas del bautismo, se han
separado de la Iglesia por la profesión del error, que
heredaron de sus padres y abuelos. Si la Iglesia hubie
se de estar en este caso á los principios de la autori
dad temporal , no quedaría género de castigo estableci
do contra los refractarios, de que ella no cargase á es-
ta clase de gente. Yo entré en la nación española por
la puerta de mi nacimiento ; y con esto tiene el gobier
no civil Jo bastante , no solo para obligarme á que guar
de quantas leyes había en España, qnando en ella na
cí •, mas también á que obedezca quantas guste de po
nerme de nuevo , sin que me sea licito resistir su auto
ridad. Mas la Iglesia conducida por el espíritu de man
sedumbre y dulzura que le ha inspirado su celestial es
poso , se contenta con impedir , si puede , que estos sus
hijos extraviados se junten con los buenos : lo impide por
medio de la excomunión con que los declara separados,
y por el miedo de las penas que impone á los buenos,
si se mezclan con ellos. Si no puede impedirlo , porque
tanto los malos como los buenos son miembros de una
misma república , tolera al malo , amonesta al bueno , y
emplea toda la mansedumbre que le es propia , y todos
los arbitrios <le su ingeniosa é incansable caridad, a
fm de verificar la reanion , y conseguir que no haya mas
4
que una le, así como no haí mas que un Dios y un bau
tismo. Hasta aquí pues vamos grandemente con la man
sedumbre evangélica^, sin que haya quien pueda chistar
contra nosotros. Mas desde aquí comienzan los trabajos.
Se encuentran estos en la quarta clase de infieles,
que yo comprehendo baxo el nombre de apóstatas , por
que él es el que explica el carácter de su delito. Yo na
cí en España país católico : fueron católicos mis padres,
católicos mis maestros, católicos mis sacerdotes, cató
licos mis príncipes, católicos mis conciudadanos, y yo
á conseqüencia de esto católico. Ya hombrecito y capaz,
de discurrir, quise, ó llevado de una damnable y peYi-
grosa curiosidad , ó por una culpable ligereza , leer unos
libritos que la Iglesia me tenía prohibidos , y á cuyos
autores debía suponer ardiendo en los infierno.; : unos li
bros, que en dictamen de quantos hombres de bien me
hablaban sobre ellos , eran mas peligrosos que el aliento
de un apestado : unos libros de que se me aseguraba con
tener quanto tiene de mas venenoso el error, envuelto
entre quanto pueden inventar de dulce y seductor la elo-
qüencia y la poesía manejadas por la mala fe : unos }5-
-bros en fin que ningún hijo de la Iglesia leía como no
mese por comisión, y para servicio de la Iglesia; y de
los quales la caridad propia, la obediencia, la pruden
cia y todas las consideraciones debían separarme. Leí
pues el Rousseau, el Helvecio, la Enciclopedia ó quale/s-
quiera otros ; y me sucedió lo que era natural que su-
' cediese, y con lo que Dios me tenía amenazado de an
temano; esto es, caer en el peligro que temerariamente
busqué. Me hallaba yo mozito de primera tixera, sin los
conocimientos necesarios para precaverme de ios sofis
mas : di pues en ellos de hocicos. Ansiaba mi orgullo
por distinguirme entre todos los de mi tiempo , y osten
tar una ciencia mayor que la de mis condiscípulos y
maestros: lo encontró en los tales libritos, y ya no me
•consintió aplicar á un detenido examen mis conocirnien-
*7
tos. Aspiraba yo a representar figura en el mundo : eche
de ver que los que hablaban con mis libritos, la repre*
sentaban ; y esto me bastó para hablar y sentir como
ellos. Ultimamente, estaba incomodado con esto de no po
der tener un cortejo, valerme de tales ó de tales trazas
para engrosar la bolsa , entregarme á la vita bona , y
pasar la mia como si no hubiese nacido mas que para
comer, dormir , holgarme , mandar , &c Encontré que
este género de vida de que yo tenia tantas ganas , se bea
tificaba ; y el otro á que la educación y la profesión
cristiana me inducían, se pintaba como tirano, absurdo,
ignorante , fanático , preocupado, &c. Pues bien, ya es-
toi rico : á Dios bautismo , á Dios religión para siempre.
Este mortal divino ha rote las cadenas con que me opri
mían los Papas y los déspotas. Ven acá libertad : ven acá
ambición , ven acá epicurismo : venid acá muchachas. No
me ha de quedar prado donde no retoze mi luxuria: Nul-
lum $it pratum , quod non pertránseat luxúria nostra. Y la.
Iglesia entretanto \ que se hace ? Creída en que mis obras
son puras travesuras de muchacho , ó meras flaquezas de
hombre, y no enterada todavía en que he abrazado los
errores de donde proceden ; me llama , me amonesta, me
predica , emplea quantos medios le sugiere la dulzura de
su caridad : y si algún escándalo de los muchos que doi,
la obliga á ello , me amenaza primero con que me ha de
separar, y vista mi obstinación , me separa en fin de sus
sacramentos, y hace entender á sus hijos, si mi pecado
es público , ó á mi solo , si el crimen es oculto , qne soi
nn hombre perdido y un publicano.
Pero yo lejos de enmendarme , si hemos venido á
estos extremos, ó de aguardar á que lleguemos á ellos;
si como sucede soi un jacobino fervoroso , comienzo a
vengar el ultrage que me han hecho, ó temo que me
hagan : ó tal vez sin haber experimentado , ni temer tal
ultrage , á bozar la impiedad de que estoi lleno , y á
derramar por la boca el veneno en que abunda mi co-
28
razón. Embisto pues» sin rebuznar antes siquiera, con
tra el estado eclesiástico , porque por aquí debe comen
zar todo el que comienza : pongo á todo el clero se
cular de un bribón, que come á costa del vecino; á
todo el regular di unos zánganos y de unos solemnes
ignorantes , y á uno y otro de promotores del fanatis
mo , de la superstición , del tiranicidio, si hai R ei , si no
lo haí, del despotismo, y de todo quanto malo se me
venga á las mientes. De los ministros paso al ministe
rio ; y todo lo que practica y se le ensena al pueblo
cristiano , es superstición : primero, las obras todas de
una devoción voluntaria ; y luego, hasta los mismos sa
cramentos y medios de santificación. Para lo que que
da, vaya el resto. Los Padres de la Iglesia, quando me
nos , menos, fueron unos hombres sin ilustración ni filo
sofía: sus tradiciones cuentos de viejas: sus escrituras fá
bulas : su fundador un gefe de secta , en ciertas cosas
superior, y en ciertas inferior á Mahoraa, como me ha
enseñado Rousseau mi maestro. Por si acaso pretenden,
taparme la boca con lo que se llama lei natural , y con
vencerme con los sentimientos que mi corazón no pue
de borrar , y de donde infaliblemente ha de venir á
encontrarme con un Dios benéfico y justo , y con TXU.
Criador próvido y sabio; tomo la cosa de raíz: me su
pongo nacido como los hongos , del estiércol : formado
en un estado bruto y salvage : sin mas lei que la que
mis antojos me ponen , ó yo á conseqüencia de ellos
me quiera poner : sin mas patria que la tierra : sin mas
esperanzas que las presentes : sin mas obligaciones que
holgarme; y sin mas alma que la de un caballo, ó tal
vez, la de una máquina, que no tiene otra que un re
sorte. La franqueza con que predico estas doctrinas, y
los muchos milagros que hago al predicarla , llaman so
bre mi la atención de los que velan por la paz de la
Iglesia y de la república. Claman contra mi los escri
tores : la Iglesia me mira con horror : uno ó muchos de.
20
sus pastores dirigen contra mi doctrina el zelo y la voz
de su ministerio, como lo hizo contra Rousseau el Ar-
aobispo de París. Aquí, aquí de todo mi vigor filosó
fico. La insolencia, el sarcasmo, el vilipendio, el sofis
ma suplan por la moderación , la probidad , el honor y
todas las razones : y sepa todo el mundo que al que
se atreviere á chistarme , he de sacarlo de botones gor
dos á presencia de toda mi numerosa cofradía.
Este es , señor Natanael , el verdadero aspecto de
nuestra qüestion , que V. y todos sus buenos compañe
ros tratan de embrollar con tantas vueltas y revueltas.
1 Cosa por cierto indigna de quien blasona de ilustra
dor del público ! ¡ Insulto abominable con que se injuria
á un pueblo católico! ¡Felonía que debe castigar un go
bierno, á quien por medio de ella se aspira á seducir,
para que abra la puerta á todos los errores y horro
res ! Este es, repito , el aspecto y estado de nuestra qües
tion. Pregunto yo ahora : en suposición de él , y de ser
yo el nene que está hacieudo todas estas habilidades ;
2 cabrá en la mansedumbre de la Iglesia quejarse, si tie
ne á quien, de mi insolencia , pedirle que haga callar
por toda una eternidad mi pluma sacrilega, y que me
mande sacar por el colodrillo esta blasfema lengua?
\ Cabrá esto , digo otra vez , en la mansedumbre cristia
na, ó eclesiástica, ó como V. quiera llamarla? V. nos
asegura que no; pero es imposible que su razón y su con
ciencia no estén á pesar suyo desmintiendo 6u pluma.
Es imposible que hombre alguno que piense, no esté echan
do de ver, que lo que V. llama mansedumbre , es aquel
vicio corruptor de esta virtud , que toda la antigüedad
conoció por el nombre de disolución. Debiera V. haber
reflexionado que la Iglesia en un caso semejmte al que
le he propuesto , echa mano del anatema , y dirige á su
celestial esposo contra su obstinado enemigo el salmo 108,
que empieza: Deus, laude m meam ne tacúeris. Mírese V. en
el espejo de este salmo, y no podrá menos que temer

no sea que alguna vez esta madre y maestra de la man
sedumbre se lo reze. Allí pide al señor "que ponga á
„ este escandaloso pecador baxo el dominio de otro tan
„ pecador como él : que coloque al diablo á su derecha:
„ que quando se presente á juicio , salga condenado; que
„ su oración , en vez de aplacar al cielo , aumente el nú-
„ mero de sus culpas ; que se apoquen sus dias , y que
„ otro venga á ocupar su empleo : que sus hijos queden
,, huérfanos, y su muger viuda: que sean arrojados de sus
,, casas , no tengan domicilio seguro , se vean necesit»-
,, dos á mendigar : que el usurero le embargue todo sa.
„ caudal , y personas extrañas se aprovechen de su tra-
,, bajo: que nif él tenga quien le ayude, ni sus hijos quien
„ les compadezca: que estos sean entregados á la muer-
„ te , y su nombre borrado en una sola generación: que
„ la iniquidad de sus antepasados siempre esté presente
„ á la divina indignación : que jamas se olviden las cul-
„ pas de su madre: que todos ellos siempre estén en
„ contra de Dios, y que su memoria se venga é acabar
„ sobre la tierra." Ni para la iglesia , ni el Profeta de
quien las usurpa, en estas horrorosas imprecaciones; an
tes bien, suponiendo que la justicia divina ha de ve
rificarlas, y dándolas ya por verificadas , añade: "Qui-
„ so la maldición, y la maldición le vendrá: despreció
„ la bendición , y esta irá mui lejos de él : lo cubrió
„ aquella del mismo modo que un ves/ido : á modo de
„ agua se introduxo en sus entrañas, y penetró hasta
„ sus huesos como suele penetrar el aceite : rodéelo siem-
„ pre como rodea al hombre el ceñidor que de continuo
,, trae" ¿ Ha oido V., señor Natanael , los votos que
la madre de la mansedumbre evangélica dirige al cie
lo, tomados de la boca del manso David, é inspirados
á este Profsta por el espíritu de mansedumbre ? ¿ Qué se
dice á esto?
Por todo ello pasa V., y quiere que pasemos todos,
con tal que nadie le llegue de presente al pelo de la
ropa: y para ello recorre V. y sus colegas á que Cris
to y sus Apóstoles 'á nadie mandaron prender ni matar:
á que la antigua Iglesia á ninguno prendió ni macó:
á que los padres intercedieron por los hereges ; y de
más tonterías que irán saliendo. Vamos por partes. Cris
to y sus Apóstoles á nadie mandaron prender ni matar.
Pregunto lo primero : ¿ y que tiene esto que ver con Ja
mansedumbre, á cuyo cargo corre solamente moderar la
ira, ó el deseo déla venganza? Tiene que ver, me res
ponderán Vs.; porque la prisión , la muerte y demás pe
nas tórporis aflictivas son efectos de la ira, y verifican
\a venganza que ella promueve. ¡ Grandemente ! Mas ¿co
mo se me desentienden Vs. de que ni Cristo exerció,
ni dio á su Iglesia , ni verificó entre sus hijos hasta los
tiempos de Constantino la potestad de imponer penas
córforis aflictivas ? ¿ No saben Vs., señores sabios , que en
el transcurro de estos tres siglos la Iglesia no se com-
pux> mas que de serviles ? Su divino fundador vino á
esablecérla formam serví accipieas , y la estableció nacien
do , viviendo y muriendo como el mas miserable de los
siervos. Sus Apóstoles eran al tiempo de su vocación, y
permanecieron hasta el de su martirio, vasallos de las
autoridades csviles : y el inmenso pueblo que dentro y
fuera del imperio romano se alistó en las banderas de
la Iglesia, vivió baxo la autoridad de los respectivos
Emperadores, Reyes y gobiernos. ¿ Cómo pues habian de
imponer penas corporales unos hombres sin autoridad
para ello? Y si no tenían, como efectivamente no tu
vieron esta autoridad ¿ cómo se infiere que las repro
baban , de que no las impusiesen , no pudiendo hacerlo?
Ni V. ni yo, ni ninguno que'no esté constituido en go
bierno, podemos mandar ahorcar al traidor , al ladrón y
a\ homicida ; y como no podemos , no lo mandamos, j Se
inferirá de aquí que reprobamos el suplicio de estos mal
hechores, ó que somos de opinión de que se les pase la
mano ? Si como somos dueños de pensar y de desear,
32
lo fuésemos también de execntar, de la clemencia ó no
clemencia con .'que tratamos á estos reos, se podría de
ducir si reputábamos su castigo como ageno de la man
sedumbre ; pero no pudiendo cosa alguna en materia de
execucion , se compadece muí bien que nos abstengamos
de esta, y no obstante pensemos que se bebe proceder,
y queramos que se proceda á ella. Cristo, pues, sus Após
toles, los padres apostólicos, toda la Iglesia en fin, du
rante sus tres primeros siglos , pudieron muí bien pensar
que los apóstatas eran dignos de todos los suplicios , 7
desear que estos suplicios se verificasen ; no obstante que
ni ellos lo hubiesen verificado , no teniendo para ello
Autoridad , ni hubiesen solicitado á las autoridades cons
tituidas para que lo hiciesen, en suposición de que esta
solicitud sería tan fuera de propósito en aquel entonces,
como lo sería ahora la del que acudiese á nuestros filó
sofos , para que vengasen las injurias , ó hiciesen la apo
logía de los frailes.
O:ra cosa mui diferente hubiera sido , si Cristo , sus
Apóstoles y los primeros Obispos de la Iglesia,hubiesen te
nido las ideas liberales que se nos acaban de traer á no
sotros. Pero hizo la suerte que en aquel tiempo todavía
no hubieran parecido las actas del pacto social , ni na
cido Rousseau su célebre comentador. ¡Qué de cosas ma
ravillosas no se hubieran hecho entonces, que dexaron de
hacerse por falta de las luces de ahora! Dominaba al
imperio romano Augusto César, mas por la via del he
cho y de la fuerza , que por algún derecho que le hu
biese dado la voluntad general' de las provincias. Pudo
pues María, y pudó José haber excusado sn via-re á Be
lén , si hubiesen sabido qué el que dio el edicto para
rl censo de todo el imperio , era un tirano, á quien debía
resistirse, en vez de obedecerse. Nada digo de Tiberio,
hombre de tal carácter, que aun quando la voluntad
general lo hubiese nombrado Emperador, sus violencias,
saj crueldades , sus dolos, sus vicios, sus inclinaciones
y acciones todas lo hubieran declarado tirano, como lo
faé de hecho» \ Pues qué diré de Seyano su privado,
con quien si comparamos á nuestro Godoi , debe este re
sultar un inocente ? j Qué de los Heródes que por aquel
tiempo se sucedieron en el trono de Judea , y mutua
mente disputaron sobre qual habia de ser mas demonio?
I Qúando mas bien que entónces hubieran pegado las
ideas libres de nuestros filósofos , y qúando la provi
dencia hubiera encontrado mejor ocasión de libertarnos
de una vez , tanto de la potestad de los picaros , como
de la del diablo su padre? Pero, amigo mió, se per
dió la ocasión; mas no digo bien, se perdió. Conocía
mui bien el que no se puede engañar, que esta era la
ocasión de nuestro remedio : y se nos puso el remedio
haciendo que el hijo de Dios , el Señor del cielo y de
la tierra, el inocente y santo por esencia obedeciese á
semejantes monstruos, hasta el extremo de dexarse po
ner por ellos en una infame cruz. Así que , quiso Heró
des matarlo quando niño, y se salvó huyendo, como no
sotros nos salvamos también. Tuvo noticias de que Ar-
chélao habia sucedido i su hermano, é hizo lo mismo
que yo pienso hacer , si nuestro gobierno cae en
poder de los filósofos : es decir , no volver á donde
es'a buena gente gobierne. Le pidieron el tributo para
el César , y lo pagó : lo cónsultaron sobre si era licito
pagarlo, y su respuesta fué que tan del César era el
tributo , como de Dios lo que es de Dios. Ultimamente
lo amenazó Pilatos con la potestadfque tenía para cru
cificarlo , y el Señor lejos de disputársela , no hace otra
cosa que reconocer en ella la potestad de Dios : non ha
beres in me potestate m ullam , nisl t'tbi datnm esset désu-
Jer. ¡ Ah Señor ! ¡ Quinta falta te hicieron las ideas li
berales ! Quando el pueblo quiso hacerte Rei, debiste ha
berlo sido, pues así lo queria la voluntad general. Quan
do los príncipes y sus ministros atentaron contra tí,
ya no eran sino unos tiranos que debían decaer
5
'34
de su autoridad , por que atentaban contra los mas
imprescriptibles derechos, j Donde estabas tú enton
ces, famoso Ginebrino, que no llegaste con tu doctri
na á desengañar á este Señor , diciéndole , como después
nos has dicho á nosotros en uno de tus libros del pac
to social : " obedeced á las potestades : si esto siguí-
n fica sucumbid á la fuerza, el precepto es bueno, pe-
„ ro superfluo ? " obeissez aux Puissances. Si cela veut.
diré, cedéz á la forcé , le precede est bon , mais super-
flu. Pudiendo pues Cristo resistir á la fuerza , y tenien
do de su mano nías de doce legiones de ángeles con
que hacerlo , solamente padeció y se dexó matar por fal
ta de filosofía. Pues vengamos de él á sus discípulos.
•Quando Tertuliano escribía en su apologético el admi
rable trozo de qne abusa el señor Ñatanael, ya casi to
do el mundo era cristiano, y ya á la idolatría no le
quedaban mas que los templos , los Sacerdotes ( y no to
dos ) y los Emperadores con los mas corrompidos de sus
cortesanos y satélites. Si pues entonces se hubiera sa
bido lo que se sabe ahora , se hubiera hecho sin duda
lo que el mismo Tertuliano representa como mui fa-
cH de hacerse : á saber , una revolución filosófica co
mo la de la Francia, una mutación de gobierno, un jui
cio de los gobernantes , y una guillotina donde la pa
gase todo aquel que hubiese atentado ó atentase contra
la voluntad general , y contra los derechos imprescrip
tibles é inalienables de la sociedad. Mas á aquella bue
na gente no le habían amanecido las luces que á nos
otros. Ellos ee dexaron atormentar , matar , y destrozar
como corderos : y en vez de reasumir sus derechos in
natos contra los que sin razón los -perseguían , no pen
saban en mas q»e en vencerlos por su inocencia, por
va, obediencia , .por el zelo en favor de sus intereses,
y aun por las oraciones -dirigidas al Cielo pidiendo su
prosperidad «i la acción de los sacrosantos misterios , por
cuja causa eran tan inhumanamente perseguidos. A-;
que, nada es de maravillar que ellos no tratasen de ex
terminar á los apóstatas , porque qor sí mismos no po
dían ; ni de buscar quien los extermínase , porque har
to hacían en sufrir á aquellos que los exterminaban.
Pero entretanto les rezaban el salmo 108, compuesto por
David para esta clase de gente, como se infiere de la
cita que de ¿1 hizo S. Pedro, quando Matias vino á
recibir el Episcopado de Judas , y como consta de la
práctica de la Iglesia en todos los siglos.
A esta primera respuesta añado la segunda, que con
siste en los milagros que tanto Jesucristo como los Após
toles y algunos varones apostólicos hicieron, para casti
gar á los que habían apostatádo. Los que profanaban el
Templo haciéndolo lonja de comercio, fueron castigados
por Jesucristo , como consta del Evangelio , y el mis
mo Natanael confiesa : y no puede Natanael desen
tenderse de la ilación que de este hecho debe sacarse:
á saber , si el que se nos propuso , y á quien debemos
seguir como modelo de mansedumbre, castigó por sí mis
mo á los que profanaban el Templo, ¿quánto mas de
beremos castigar nosotros á los que se erigen contra la
religión que ha levantado los Templos, y contra el Dios
que estableció la religión ? S. Pedro mató á Ananías y Sa-
fira, porque mintieron jal Espíritu Santo. ¿Qué debere
mos pues hacer nosotros contra el sacrilego que lo des
miente ? S. Pablo entregó á satanás al Corintio inces
tuoso. \ A quién pues deberémos entregar nosotros al
apóstata, cuyo incesto ha sido con el mismo satanás?
El dicho Apóstol privó de la vista á Elímas , porque
lesistia á su predicación, y trataba de hacerla infruc
tuosa, no obstante que Eiiroas ni había abrazado, «i
creía las verdades que anunciaba S. Pablo, j Qué hu
biera pues hecho el Apóstol , y qué deberémos hacer no
sotros con estos picaros , que imitan la conducta de Elí
mas, después de la pública y solemne profesión de la ver-
dRd que impugnan ? S. Pedro por su oración derribó en
tierra, é hizo que perdiese la vida Simón Mago. No me
acuerdo d? cómo se llamaba el santo Obispo, por cu
yas oraciones rabentó Arrio , y arrojó sus malditas en
trañas como Judas. De otros varios hechos de esta es
pecie hace mjncion la historia de la Iglesia, que mi me
moria no puede recordar , y que cenvencen hasta la ftl-
tlml e/idíncia, que el castigo corporal de las culpas,
dice admirablemente con la mansedumbre evangélica , de
que Jesucristo ha sido el modelo , y que sus Apósto
les y primjros discípulos han llevado hasta el heroísmo-
Vergüenza es oír al P. Natanael, quando quiere sa
lirse de estos argumentos. Nada ciertamente prueba tan
to la debilidad de su cabeza, ó mas bien la fiebre de
su corazón, como los disparates que le han salido por
el pulso. Una de sus excepciones es , que en todos estos
hechos intervino milagro: es decir, , que no fueron obras
de los hombres , sino de Dios : y de Dios que empeñó
para ellas su omnipotencia. Y no vé el infelíx que por
esta salida hace , lo que no ha muchos años hizo en Se
villa un reo al ser preguntado por los jueces , sobre si
tenía algo que añadir á la defensa que de él procu
raba hacer su abogado , desfigurando y dificultando la
atrocidad de su delito. Lo que yo tengo que decir, res
pondió él, es que quanto el señor ha dicho, es un hato de
mentiras. En lo mismo estaba yo , replicó con risa de to
dos su abogado. Venga V. acá, señor Fraile catedrático,
si el castigo de los culpados fuese, coma V. impía y
neciamente le llama, un escándalo de ¡a religión, y todas
las demás insolencias que añade, ¿ se pondría Dios á ha
cer milagros para autorizar este escándalo ? ¿ Ha visto
V. , ó ha sabido de milagro alguno verdadero , que se
haya encaminado á acreditar el error ó el vicio ? Y si
tales castigos desdixesen de la mansedumbre evangélica,
¿no hubiera sido en los Apóstoles un error quererlos,
y un vicio executarlos, y en Dios una contradicción con-
'stgo mismo prestarse milagrosamente á sus deseos? Quie
te V. que para castigar á los apóstatas aspiremos a unos
milagros como aquellos. No pide V. mucho. Los hará
Dios, y tales que el que llegue á oírlos tinnient cimbre
.aures ejus. Mas esto será quando los hombres se olvi
den de su obligación, como Vs. pretenden por medio de
sus disparatados escritos. Mientras no , no hai necesidad
de tales milagros. Quando las autoridades conspiraban
contra Dios y contra su Cristo, entonces se necesitaban;
ahora no se necesitan , porque las autoridades cristia
nas pueden y deben , sopeña de ser traidores á su Dios,
lo mismo que este solía hacer por el milagro. Igual
mente insulso y alucinado se muestra V. quando va á
buscar en el tema, que estos prodigios ocasionaron no
sé que efugio, que yo no puedo percibir. Todo castigo
público , sea con milagro ó sin él, tiene por objeto el
temor , para qne detesten formidine píeme el pecado , los
que no saben detestarlo virtutis amare- Hizo Dios aque
llos prodigios para atemorizar á los que defuera impug
naban , y á los que de dentro se desmentían. Señal in
falible de una verdad en que Vs. no quieren convenir,
porqne están resueltos á trastornarlo todo : á saber, que
el miedo guarda la viña , y que donde quiera que ha-
-ya sociedad de hombres , alli es menester que concurra
el freno del temor , igualmente que el premio de la vir
tud. Si V. no tuviese los ojos en los calcañales , según
la frase del Espíritu Santo , echaría de ver todo lo con
trario de lo que pretende. Si en la primitiva Iglesia, di
ría, con todo de ser una congregacionftde santos ; con
todo de estar tan reciente la sangre del Salvador , tan
vivos sus exemplos , tan repetidos sus milagros ; con todo
de estar asistida de todo el lelo y santidad de los Após
toles , vivas 'imágenes de su fundador , y órganos visibles
de su divino espíritu ; con todo de estar compuesta de
hombres, que por el mismo hecho habían atraído con-
-tra sí todo el odio, y no tenían que esperar favor ni
perdón del mundo: si la primitiva Iglesia-, repito , no • pu
"38 .
do subsistir sin este temor, de que Dios ' la proveyó á
fuerza de milagros; y si á pesar del que ellos debieron
causar, hubo todavía un Simori Mago, urt Ebion,un Ce-
rinto , un Nicolao y tantos otros apóstatas ¿ como po*
drá durar sin un temor que enfrene en el día tíe hoi,
en que abundando la iniquidad i se ha resfriado la ca
ridad de muchos: en que lejos de ser peligro, es lucro
llamarse cristianos; y en que tantos picaros, imitadores de
Judas, tratan de vender á Cristo , vendiéndose por dis
cípulos suyos ? Ve V. aquí, señor Jomtob , el modo de
filosofar como Dios manda. Véalo también esa canalta,
que alega por mérito para que se quité la Inquisición,
él miedo que las gentes le tienen, j Qué sería de la so
ciedad humana, si se acabase el miedo ? | Y qué ófricos»
está pretendiendo la filosofía para reinar dspóticamente,
sino que se lo tengamos los que por la gracia d e Dios
la abandonamos , y hacernos manifiestas sus fraudes ^
Pero ¿y los ekemplos de mansedumbre que nos dio
Jesucristo-? ¿ Y aquella ardiente caridad con qué buscftba
y recibía á los pecadores?¿Y aquellas entrañas de miseri
cordia con que imploró el perdón de los que acababan de
crucificarlo ? ¿ Y aquel su precepto de que amásemos á
nuestros enemigos , y rogásemos por nuestros perseguido
res ? Así Natanael después del Conciso, del Redactor, del
Diario , y no sé qné otros charlatanes. ¡ Traidores ! j "No
os basta declararos contrarios á Jesucristo, sino que tam
bién queréis abusar de sus exemplos y doctrina para au-
tori-zar vuestra impiedad ? Decidme, profanadores : ¿por
qué no recordáis aquel zelo de Ja casa de su Padre qne
lo devoraba,y en fuerza del qual arrojó del Templo á los
que no hacían ni la centésima parte del dañó que vo
sotros? ¿Por qué no aquellos horrorosos anatemas que en
el capítulo 23 de S. Mateo fulminó contra vuestros pa
triarcas los filósofos de su tiempo ? ¿ Por qué no los for
midables anuncios que hi/o á las hijas dejerusalen , quan-
<lo derramaron lágrimas por su muerte, y los sentidos
lamentos con que lloró el castigo de aquella pecador»
ciudad? ¿Por , qué no la indignación con que trató de
hipócritas, de ciegos, y guias da otros ciegos , y de plan
tación que debia ser arrancada, como que no pertene
cía á su Padre, á los Escribas y Fariseos, solo porque
calumniaban la inocencia de sus discípulos ? ¿ Por qué no
aquella terrible sentencia en que declaró que no tendría
perdón ni en este ni en el futuro siglo el crimen de
aquellos, que contradixeran la verdad, y atribuyeran á
Belcebub las obras del Espíritu Santo ? ¿ Por qué ne
mas seria necesario citar todo el nuevo y antiguo Testa
mento. Vuelvo á deciros : la mansedumbre no ha sido,
ni es, ni será para arruinar la justicia, sino para arre
glarla en aquellos que son capaces de faltar á ella por
los arrebatos de la ira. Si buscáis en Dios lo que en
tre nosotros significan estas dos virtudes, hallaréis que
son su misma esencia. Si en Jesucristo en quanto hora-
re , veréis que son , como en nosotros , dos cosas distin
tas ; pues la justicia es la constante voluntad de dar á
cada uno lo que le corresponde , y la mansedumbre , la
prudente moderación de los ímpetus de la ira. Esta en
Jesucrisso nunca pudo exceder la medida que todos los
dias está excediendo en nosotros; pero Jesucristo vino
á enseñarnos la mansedumbre con que debemos templar
nuestra ira. Pues ahora ¿ en qué ocasiones acostumbra
nuestra ira salir de madre ? Todos lo estamos experimen
tando de continuo. Quando la injuria es personal, quan-
do se dirige contra nuestro amor propio, quando nos
toca siquiera al pelo de la ropa. Entonces es quando
revolvemos la tierra y el dejo á fin de verificar la
venganza , y entónces quando necesitamos de todo un
Dios que nos ensene á s-ugetarla. Pues esto es puntual
mente lo que ha hecho Jesucristo con su exemplo y
con su doctrina. Con su exemplo, dexándose conducir
al suplicio como una oveja al matadero » é interesándose
con su Padre por la. salvación de sus verdugos; y con
su doctrina, manifestándonos que aprendiésemos de ¿1 en
este punto , .y : declarando bienaventurado al que apren
de. Es pues en orden á nuestras injurias personales en
lo que principalmente debemos escucharlo y seguirlo: pe
ro no digo bien , quando digo principalmente , debí de
cir únicamente : pues siempre que el rigor excede la me
dida de la razón, interviene, aunque no aparezca, algo
de personal, como es la soberbia, como es la crueldad,
como es la sevicia, como son todos los vicios, cuya raíz
e5 nuestro amor propio. Mas donde en vez de este , ri
ere el amor de Dios y la verdadera caridad del próximo,
ni hai ni puede haber exceso en la ira; y quando la ven-
ganr.a llega , ya la misma candad que la promueve, ha
evacuado quanto tiene que evacuar la mansedumbre. Así
pues, el mismo Salvador que tan sufrido fue en tantos
v tan horrorosos atentados, como se cometieron contra
su sagrada humanidad, se explicó* tan decidida, tan cons
tante y tan enérgicamente contra los enemigos de la ver
dad, contra los corruptores de la lei , y contra los se
ductores del pueblo de Dios, que atraxo sobre sí su per
secución y su rabia. Así, al mismo tiempo que nada
omitía para ganar al pecador que lo era por flaqueza
'ó por ignorancia, cargaba de maldiciones al que per
sistía en serlo por obstinación y malicia. Así , al paso
que nos mandaba que amásemos á nuestros enemigos,
tnimtcos vestros, hiciésemos bien á los que nos aborrecían,
qui oderunt vos, y rogásemos por los que nos calumnia -
tan, calumniántibus vos, nos instruía que nos guardáse
mos, que huyésemos , que abominásemos á los enemigos
de la verdad , y á los propagadores del error. Así fi
nalmente, en medio de la mansedumbre con que sufría
sus injurias personales, y con que se entregó en manos
de sus enemigos; no quiso sufrir, ni que estos calum-
'masen á sus discípulos , ni que se apoderasen de eHos,
quando entregó á su disposición su divina persona: sí
ergo me quaritis , sínite hos abire.- . * •• - - • - ••
En dos palabras, señores ftíáiofoM Ja roánsedumbr*
evangélica no nos enseña á permanecer insensibles á los
pecados cometidos contra Dios, ni á las injurias hechas
á nnestros próximos. Lo único á que pos obliga , es A
poner nuestras propias injurias en las manos de Píos,
que algún dia habrá de vengarlas: ó si nos falta el
heroísmo para tanto , en las de aquellos de los hombres
que por razón de su autoridad exercen entre nosotros
la de Dios. Y la razón de todo esto es , por que si no
sotros por nuestra propia autoridad hubiésemos de ven
gar nuestros agravios , sería cási imposible que en esta
venganza no excediese la ira las medidas de la justicia.
Por esto, aun en las leyes humanas á ninguno se le per
mite ser juez en su propia causa. La mansedumbre evan
gélica no nos enseña á ayudar al pecador á que con
tinúe pecando, si está en nuestra mano remediarlo; sino
á impedírselo, si podemos; y si no podemos, á pedir á
Dios que Je dé la gracia que lo impide. La mansedum
bre evangélica no nos enseña á aprobrar de modo al
guno ni á favorecer el pecado ; sino á recordar que tam
bién somos pecadores , para que al mismo tiempo que
pedimos á Dios perdón de nuestras deudas, perdonemos
también á nuestros peculiares deudores. La mansedum
bre evangélica no nos enseña á pasar la mano al que
abusa de la paciencia y benignidad de Dios, y continua
en escandalizar á su pueblo ; sino á llorar el escándalo,
á impedirlo con todas nuestras fuerzas , y á reclamar la
obligación de los que pueden y deben contenerlo. A esto
es á lo que nos obliga la mansedumbre : y es mui de
extrañar que cristianos que deben saber su religión , ó
filósofos que tratan de impugnarla, no sepan ni lo que
profesan , ni lo que impugnan. Concluyamos pues , que
ella no impone á la Iglesia necesidad de favorecer al
error, ni de fomentar a sus promotores; ántes bien la
arma contra él y contra ellos, y la autoriza para ex
terminarlos por los medios que le sean posibles. Conclu-
6

jamos también ya esta carta que va demasiado larga,
y dexemos para la siguiente hablar de la conducta ¿e
la Iglesia después de los tres siglos de su persecución.
En el interior queda de V. su afectisimo servidor Q.
S. M. B.
El Filósofo Rancio.

ERRATAS.

pag. 5«línea 35 expontanea : lee espontanea.


pag. 6.1ínea 22 eu : lee en.
pag. 9. línea 3 nuesrro : lee nuestro.
bíd. línea 7 aluno ; lee alguno,
pag. 10. línea 4 después de ateísmo, correspnde punto fina!,
pag. 15. línea 23 pespues de nación, póngase lo mismo.
p3g. 16. línea 32 pnedan : lee puedan,
pag. 20. línea 12 enzálzate : leo ensálzate,
pag. 21. línea 27 Memen/o : lee Memento.
pag. 2 2.1ínea 20 permita : lee permitían.
pag.24.lmea 8 persuacion : lee persuasión.
pag.26.Iínea 10 católicos: lee católicos.
pag.29.lmea 19 hacieudo : lee haciendo.
pag.31. línea 19 esablecerla : lee establecerla.
bíd. línea 23 es viles : lee civiles.
pag.33. línea 31 datnm : lee datum.
p3g.34.Hnea 15 qne : lee que.
pag.3<5.1ínea 16 es decir,, : lee es decir,.
pag.37.Hnea 16 pana : lee pana.
CARTA X.

DEL

FILOSOFO RANCIO

EL FILOSOFISMO

PRESENTADO SIN MASCARA.

CONTINUA LA

IMPTJGlACiOl

DEL SEDUCTOR É IMPIO ESCRITO

TI TUL A DO

LA INQUISICION SIN MASCARA.

REIMPRESA EN TARRAGONA.

EN LA OFICINA DE GARRIGA T AGVASVIVAS.

A fio 1814.
/ - • • 'S •••»!••,... ,
•-• í :.
***y 6 de Diciembre de 1811.

dueño y señor : sin introducción alguna to


mo el hilo qne dexé pendiente en mi anterior. Hize ver
en ella la conducta que observó la Iglesia con respecto á
los hereges , durante el tiempo de su persecución en los
tres primeros siglos. Vengamos ya á tratar en esta de los
tiempos en que calmada aquella tempestad , que agitó
por tantos años á esta sagrada nave, vino la bonania y
la tranquilidad , y vio á uno de sus hijos sobre el trono,
q-ue hasta allí habían ocupado sus perseguidores. !¿ Cómo
quieren Vs., Sres. filósofos, que se porte esta santa ma-
dire con este su buen hijo , y con tantos otros, como en
toda la redondez de la tierra han de obtener la suprema
autoridad de las naciones? Si Vs. gustan de ello, yo
estoy pronto á que la Iglesia no despegue sus labios , y
los dexe obrar como les inspiren las primeras ideas de la
naturaleza, y el uniforme consentimiento de las gentes.
¿ Qué significa aquella espada, que empuña como símbo
lo de su autoridad '. Ninguna otra cosa en la inteligencia
de todos los hombres, que después consagró S. Pablo,
sino que es un ministro de Dios , encargado en vengar los
excesos de todo el que obra mal. Minisier enim Dei est,
vindexjn Iram ei qul malé agit. Dexémoslo pues raciocinar
consigo mismo. Yo, deberá decirse, soi un ministro de
Dios-, luego debo zelar el respeto y la sumisión á mi amo,
tanto y mas que lo que les exijo para mi. Ninguno que
jne sea rebelde ó enemigo mío , d«be vivir en mi reino:
luego ni tampoco el que sea rebelde á mi Señor. Será él
por otra parte el mejor hombre del mundo j esta sola fal
ta equivale á todas las demás. El primer vínculo de la
humana sociedad es la religión : la unidad de esta es la
que constituye la república, que me reconoce por cabeza: ;
el que pues tiene una religión diferente de la mía y de U
4
de mí república, ya mina el estado por su primer cimien
to, y ya es un reo de alta traición. ¿Filosotaron por
ventura de otro modo , quantos principes y legisladores
conoció de antiguo , y conoce de presente la tierra , á
excepción de aquellos desgraciados países, donde una for
zada tolerancia consiente grandes males para evitar otros
mayores, en que los envolvió el olvido de esta verdad? Se
ñálenme los filósofos fuera de estas pocas provincias de
la E .trop3, asilo de la reforma de Lutero , y cuna dd
ateísmo , una sola entre todas las otras del mundo > en
que desde la existencia de este no se haya mirado como
un delito capital la separación de la religión del estado,
haya esta sido falsa ó verdadera. Yo me contento, con
señalar por mi parte, entre otros infinitos que pudiera, el
solo hecho ocurrido con relación al cristianismo en tiem
po de Trajino. Era este príncipe el mejor de quantos Em
peradores habían subido al trono desde la existencia del
imperio, Sus virtudes morales, y entre ellas su clemencia,
tocaban en lo sumo á que es dado tocar á Un hombre
que no conoce al verdadero Dios. Poco mas ó menos que
él era también Plínio en punto de probidad , y acaso al
go mas en el de instrucción y filosofía. Este , después de
haber inquirido contra los cristianos, y castigado á varios
por el solo crimen de serlo , consulta á Trajaao , expo
niéndole que los halla inocentes , y que se le haca duro
derramar tanta sangre, por el solo supuesto -crimen de no
adorar los dioses del imperio. Mas Trajano , á pesar de su
buen carácter y de su propensión á la dulzura, lo único
para que se cree autorizado es para responderle , que no
inquiera; péro que si alguno es delatado, continúe en
exercer sobre él el rigor de las leyes. Tan intima como
todo esto es la persuasión en que estamos todos los
hombres, de mirar como enemigos del estado, de sus
jjrtncipes y de todos sus miembros , i los que se protes
tan enemigos de su Dios. A cOnseqüencia pues de ella,
qtralquier príncipe cristiano deberá perseguir y extermi-
nar, 6 al menos excluir de sus dominios, á tódo aquel
de quien sepa que es enemigo de Jesucristo.
Ea pues, supongámoslo ahora examinando en parti
cular esta general presunción. Si acude al Evangelio, oirá
de la boca de su divino Legislador, que esta clase de
hombres son ¡oíos disfrazados con pieles de ovejas, ladro
nes que saltan por las tapias de donde está el rebaño , y
cuyo designio es robar, matar y perder: hijos del diablo, pro
motores de las obras de este , y otras seiscientas cosas por
el mismo tenor. Ea , vayan Vs., Sres. filósofos , á acon
sejar á un hombre que cree todo esto , como está obli
gado á creerlo , para que dexe vivir entre los suyos á es
tos lobos, ladrones y diablos. Entra después en la inspección
particular de aquéllos que pagados de sí mismos y engreí
dos con su propia soberbia , han andado en pocos dias
el inmenso camino que hai desde el bautismo al ateis-
mo. i Qué monstruos! Quien no sea tan depravado co
mo ellos ^ podrá mirarlos sin horror i El primer paso que
estos angelitos han dado , es el mas grave de quantos
delitos puede cometer el hombre ; porque si el pecado
consiste en volver las espaldas á Dios, estos se las han vuel
to tan de veras , que han roto hasta el primer enla
te, que une al hombre con D/os , lo tratan de em
bustero, se niegan á creer sus palabras, y le dicen re
sueltamente: nada queremos ni tenemos contigo, récede
á nobit : sciéntiam viárum tuctrum nólumus. A proporción
de como son con Dios , son también conmigo y con su
pueblo. Mi autoridad en su boca no es mas que despe~
tismo y tiranía , porque así se lo ha enseñado L útero , y
así lo han aprendino en sus buenos discípulos. La de
los ministros de la religión , una invención del fanatismo
y supersticiosa creencia: su empleo, promover la ig
norancia: su6 personas, un hato de tunantes dedicados á
engañar y estafar al Pueblo. Este es un ciego y un ig
norante, á quien deben despreocupar, y un intrumento
de quien se pueden valer y se valen , paja triunfar y
6
prosperar, y para hacer pasar á sus manos la autoridad que
ambicionan, y el oro á que aspiran , y para que sirva á su
disolución y luxuria. ¿ Les parece á Vs., Sres. filósofos,
que el tal príncipe se estará con las manos cruzadas, con
solo sospechar esto? Pues vamos á que quiera ver si son
fundadas sus sospechas, consultando la historia, y bus
cando en ella lo que hicieron aquellos que se parecen í
los que han vivido en nuestros dias, y de quienes, ó no
se sospechó , ó se interpretaron favorablemente las sospe
chas. ¡ Ah ! que si se mira en este espejo , no tardarán en
ser exterminados los ique piensan como aquellos; porque
verá que si tarda un momento en hacerlo , ya no lo po
drá, aun quando lo quiera. Leerá los estragos causados
por los Arrianos en toda la extensión del impe
rio, quando por desgracia de este fueron Emperadores
Constancio y Valente, y llevó al Africa sus sangrientas
huestas al wándalo Genserico: instrumentos todos tres de
esta infame secta. Leerá las agitaciones en que sucesi
vamente tuvieron al Epipto los sectarios de Eutychés,
al Africa los Circumceliones , y al resto del imperio los
Acéfalos y Monotelitas. Leerá las atrocidades de los Ico
noclastas baxo la dirección di sus gefes León Isáurico,
y algunos otros de sus sucesores. Leerá los infinitos ma
les , que casi sin intermisión nos han estado causando ea
el Occidente los Albigenses ó Maniquéos, los Husítas, los
Thaboritas, los Luteranos y Calvinistas, y novísimamen
te los filósofos. Verá por sus ojos á esfuerzo de estos últi
mos mudada en atéa una nación, que anteriormente ha
bía merecido llamarse cristianísima , y arrastrar consigo ai
ateísmo , la mayor parte de la Europa. Verá correr en
todos sus ángulos la sangre de los hombres en arroyos,
arder las ciudades , ser asolados los pueblos , y caminar
por todas partes al lado de los exércitos filosóficos el in
cendio, la desolación, la muerte y la ruina. Verá al ino
cente Luis XVI ir al cadalso, conducido por aquellos
mismos de quienes imprudentemente confió ; ai sucesor
«Je Federico II cogiendo los frutos , cuya mies preparó
su tío ; y á casi todos los potentados de la Europa llo
rando la facilidad con que se dexaron seducir por la filo
sofía. Verá á los dos últimos sucesores de S. Pedro he
chos también sucesores de su martirio ; y á Roma cen
tro de la religión católica, puesta por los que en algún
tiempo se llamaron sus hijos , en una esclavitud mas
horrorosa que la que sufrió por parte del gentil Alarico.
Verá á muchos que en sus primeros años se gloriaron , y
en los siguientes se fingieron católicos,apóstolicos,romanos,
cantar el triunfo conseguido por la impiedad contra este
fundamento de la Iglesia ; y se horrorizará de leer los
sacrilegos versos , en que un vil poeta , oprobio de su na
ción y peste de su estado , lo canta en nuestra España.
Verá, sí fixa los ojos en esta, los estragos de que la
han llenado el hijo primogénito de la filosofía, y su her
mano el borracho hlósofo ; y mas que todos estos , los
que habiendo renunciado en su corazón al cristianismo,
han hallado á la sombra de ambos la ocasión de desfogar
el odio que ella inspira contra la religión y la patria,
toda la corrupción que ha infundid o en sus depravad os co
razones, toda la sevicia de que ha llenado sus almas, y
todas las maldades por las que de hombre los ha mudado
en bestias feroces y sanguinarias. Verá en fin ( porque
quiero que no lo vea todo ) los infinitos males , conque
han puesto el último colmo á la aflicción de la desgra
ciada patria , dos docenas de estos picarones , que perte
neciendo á Napoleón , no quisieron quedarse con él j 6
queriendo quedarse con él, han venido á intrigar como
sus agentes entre nosotros, á disolver nuestra unión, á
perturbar nuestra paz, á entorpecer nuestra defensa, á
disipar nuestra atención, á corromper nuestra fidelidad, á
trastornar nuestro estado , á apoderarse de nuestras fortu
nas , á degradar nuestra razón , á abolir nuestra religión,
á..... qué sé yo, á hacer de nuestras ciudades libres un
infierno , donde no se oigan mas que blasfemias, y
donde falta poco para que al órden suceda ei
sempiterno horror. Pregunto otra vez , Sres. filóso
fos, i quieren Vs. que la Iglesia dexe obrar á lo»
príncipes sus hijos según lo que les deben inspirar
estas ideas , con . que habrán de tropezar desde la
primera reflexión?
No Sr. , me responden Vs. , qne lo que
queremos es que les inculque la mansedumbre del
Evangelio. Está bien, Sres. Pues lo primero que les
inculca es , que si por una felicidad , que no hí«
logrado todas las naciones , se hallan á Ja frente de
una que es católica, no consientan que á ella ven-
ga alguno que no lo sea , ó al .menos que venga
á predicar el error. | Hai algo contra esto ? ¿ Quán-
do ei pueblo vecino está apestado , no le aerá lí
cito «1 mió poner un cordón ? j No sol yo dueño
•de mi casa para impedir que me entre por las
puertas gente que no sea de mi satisfacción ? y No
podré encargar esto mismo á mí hijo ? Dejémosnos
de tonterías.^Ni el comercio, ni las artes , m la agri
cultura , ni nada de lo que hacen los hombres,
como no sean las picardías , está vinculado á la
profésiou del error. Lo que hacen los (Ginébrinos,
lo pueden hacer los Españoles: y si estos no sa
ben hacerlo , lo podrá saber un Italiano , na Irlan
dés ó un Polaco que sea católico : y dado el dis
parate de que ningún católico lo sepa , nos pasaré-
jnos sin ello, como hasta aquí ; así como nos pa
samos sin muchas cosas que suelen hacer falta, quan-
do no pueden venir sino de país apestado. Guarden
Vs. buena armonía con los gobiernos infieles , si es
tos lo permitieren : sean fieles á tratados que hagan
con ellos relativos á los negocios temporales : sean
condescendientes y benignos con todo lo que tié
ofenda á la piedad : muestren que la profesan en la
caridad y humanidad con los que tratan , y en el
deslftttm con q¥« se flflndofccan j hagan en fin
por ellos lo ' infinito que pueden sin perjuicio <¡le
Ja verdad , ni peligro de sus profesores. No estien-
do esta mi observación á nuestros verdaderos é Ín
timos aliados los generosos Ingleses , ya porque 13
razón que me asiste , no mijita respecto de ellos,
ya. pot1 las particulares ; circunstancia» de nuestra
actual situación , que hacen una excepción de Ja
-regla general. . .\ .
Sucede como h» sucedido , y está sucediendo
en España, que por razón de conquista justa entren
á ser vasallos del principe católico .algunos infieles
de los que antes llamé negativos , que ni han oido
ni podido Qif cosa alguna relativa á, nuestra sagra
do . religión. En este caso la Iglesia desplega las
entrañas de su caridad en £#vor de estos infeli
ces. Querrá Jft codicia de Jos. conquistadores tra
tarlos como ;á esclavos: ¡n_o dudará su sevicia en
mirarlos coaao á enemigos : aspirarán algunos á tra
erlos á la religión, á fuerza de palos ; y hast3 • ha
brá- quien Jes dispute la razón , y quiera que los
graduemos de bestias ; cosa que aunque ahora es el
sumo honor con que nos brinda la filosofía , ántes
de ahora era la mas atroz de quantas injurias se
podían hacer á nuestra naturaleza. Pero, j y la Igle
sia? ¿ y sus ministros ? Id , aturdidos filósofos, id á
Ja América, y los veréis hechos, lps escudos y de
fensores de los indios , y exponiéndose á todo y su
friéndolo tpdo en esta demanda. Id á Roma, y los
veréis implorando en favor de aquellos infelices, no
solo la protección , mas también los anatemas de la
Iglesia. Venid áj Madrid y á Lisboa, y os los halla
réis al pie del trono y en las antesalas de los tri
bunales , de donde no se apartan hasta conseguir ese
. código de providencias tan favorables para aquellos
■desgraciados, como las que .un buen padre toma á
2
IO
favor de sus pequeños hijos. La condescendencia, el
agasajo y los favores todos , es lo 'que la Iglesia
solicita y consigue para aquellos sus inocentes ene'
migos , y el medio por donde procura atraerlos, y
por donde al fin los ha atraído, á pesar de los in
mensos obstáculos , que le han opuesto la ambi-
• cion , la avaricia y la falsa política hija de la fi
losofía.
Tuvo la España de tiempo inmemorial la des
gracia de que entre sus hijos se contasen muchos
judíos. Quiso uno de sus Reyes godos forzar á es
tos pérfidos á que recibiesen el bautismo : al ins
tante la Iglesia española desaprobó y condenó esta
acción , y la universal dio su aprobación á este
decreto. Son pérfidos, dixeron nuestros padres, al
Dios á quien adoran , y á Moisés cuya /eirá si
guen, habiéndose ya verificado el misterio, de que
su pueblo y su lei eran mera figura : son infieles
y deludas , y acreedores á todas las maldiciones efe
que ellos mismos se cubrieron , quando clamaron
que fuese sobre ellos y sus hijos la sangre de su
Mesías y nuestro Redentor. Mas á pesar de esto
no se les haga fuerza : quede su pecado como has
ta aquí, al juicio y venganza de Dios ; y cuide
solamente el príncipe , que en la tierra ocupa su
lugar, de que no exerzan contra los cristianos el
mismo encono que exercieron contra Cristo. Nin
gún cristiano sea esclavo de ellos , ni suban y.-
mas á empleo alguno por donde puedan ofender ó
corromper á los cristianos. Así pensó la Iglesia , é
j^izo que pensasen sus principes con relación á es
tos infieles. Si ellos hubieran contenídose dentro
de estos términos , y no hubieran arrojádose á co
meter atroces y repetidos crímenes , todavía existirían
entre nosotros , y tendrían los filósofos el consuela
de verlos profanando nuestra religión , por una hipó
11
crita profesión , deshonrando nuestros ministerios á
que pérfidamente ascendían , crucificando de quando
en quando á nuestros niños , robando nuestro era
rio , oprimiendo con usuras y con quantas vejacio
nes podían á nuestro pueblo , entendiéndose con nue s-
rros enemigos, y haciendo en fin las demás habili
dades, que tanto dieron que llorar á nuestros pa
dres , y tanto que defender á nuestros filósofos-
Vengamos ya á los que yo comprehendo baxo el
nombre de apóstatas, á saber , á aquellos que ha
biendo entrado en la Iglesia por las puertas del sa
crosanto bautismo han desertado de ella después, ya
sea corrompiendo la fé como el herege , ya sea
abandonándola de un todo como el filósofo de nues
tros dias. Todos estos, aunque coincidan en un mis
mo genero de crimen , no son igualmente criminales:
hai de unos á otros mui considerable diferencia. Al
gunos se cuentan entre los hereges, porque hereda
ron la heregía de sus padres , y porque la heregía era
la dominante en su pais. Supongamos que estos por
alguna nueva adquisición viniesen á pertenecer al im
perio español. Como en ellos no hubiera otro crimen
que je 1 heredado del error , y como en lo de-
mas fuesen ciudadanos inocentes y pacíficos ; tan lé-
jos estaría la Iglesia de inspirar á sus príncipes me
cida alguna violenta para reducirlos, que por el con
trario insistiría en que la dexasen á ella sola , y es
peraría con fundamento ganar mas tarde ó mas tem
prano á estos desgraciados hombres de bien , por los
mismos caminos de dulzura , por donde se ha pro
puesto ganar , y ha ganado , á los infieles puramen
te negativos. Entre las manos y á los ojos tenemos
los exemplos. No hai emporio de comercio en la Es
paña donde no residan algunos protestantes , sea por
disposición, sea por tolerancia de las leyes : con nin
guno de estos se ha metido jamas la Inquisición; y
12
todo lo que la Iglesia ha solicitado de sus príncipes,
es que á esta clase de hombres no se les permita se
ducir á sus hijos. ,
Hai otra clase de hereges, que no contentos coa
heredar el error , han aspirado también á imitaT el enco
no , la rabia y todos los atentados de sus padres ; que
no dexan sosegar á los católicos : que les hacen todo
el mal que pueden; y que á pretexto, ó sin pretexto
de religión , turban de continuo la paz, y freqüentan to
dos los delitos. De esta clase fueron en los últimos
siglos los Hugonotes en la Francia, en el XV. los Ha
bitas en la Bohemia, en el XIII. los Mmiqueos en caí
si toñi la EurOpá; pero principal mente los Donatistas
in Africa con sus CircumceliOnes en los tiempos de
San Agustin. Para explicar de camino los diferentes mo
dos de pensar de éste santo Doctor, la dulzura de su
carácter , y el zelo de su caridad le persuadieron al
principio, qué acaso convendría que los Emperadores y
sus Prefectos se desentendiesen de los robos , homicidios
y demás crímenes de la secta, miéntras los ministros
católicos trataban de desengañarla. Mas aquellos á cuyo
cargo corría el cuidado de la pública tranquilidad, co
nocieron por la experiencia , que jamas cesarían los deli
tos de los sectarios, mientras no se pusiese la segur á la
íaiz de la secta. La pusieron con efecto contra el tdictá-
frien dal santo Doctor; y el resultado fué , que el San
to, vistos pór la experiencia los buenos afectos, mudase
de dictámen , y aprendiese que muchas veces puede el
palo , lo que no las buenas razones: y que algunas
'enfermedades que no ceden á los fomentos y á las uncio
nes , ceden 6 los cáusticos y á la cuchilla. Enterado pues
*de esto , hizo la célebre aplicación del compélle inttare
del Evangelio , sobre que tanto ruido quisieron meter eÜ
sofista Baile, su copiante Gregoife, y están metiendo los
plagiarios de ambos, algunos de nuestros pedantísimos
periodistas. Desembrazérnonos de todos ellos en poqui
tas palabras. Díganme todos juntos : $ S» Agustín 6 al
guno de los Padres , que tan importunamente nos citan,
dexáron de mirar la heregía como un delito, y como uno
de los mayores delitos que puede cometer un hombre?
No señor. Buenos testigos de esta verdad son los anate
mas que ellos mismos fulminaron é hicieron fulminar
contra los hereges. Díganme otra vez ¿ pensaron estos
Santos que el robo, el homicidio , la sedición y otros
crímenes , que las potestades civiles castigaban , sin que
ellos se opusiesen , ni pudiesen hacerlo, en qualesquiera
reos católicos ó no católicos , no debían ser castigados
en los hereges ? Hubiera sido este el último de los absur
dos: á saber, que los delitos ménos considerables, pe
ro que no podían quedar impunes, lo quedasen á la
sombra del mayor de todos los delitos. ¿ Qué era pues
lo que querían S. Agustin y los otros Padres ? Ninguna
otra cosa, sino que la heregía no atribuyese á la Iglesia
la fuerza con que las leyes civiles la estrechaban. Pregun
to de nuevo \ y en dictámen de los santos Doctores era
injusta ó desmedida esta fuerza? En manera ninguna;
mucho mayor era la que ellos mismos les estaban hacien
do por el anatema , que la que la potestad civil po*
día inferirles con las cárceles, con las multas, con lo*
destierros y con la espada. ¿ Qué era pues en vista
de esto lo que animaba á San Agustin á interceder
por ellos ? La sola esperanza de poder gana los á
expensas del tiempo y de la paciencia. Pues ahora:
vé el santo Doctor por una parte, que los Dona-
tistas frustran mas esta su piadosa esperanza : advier
te por otra , que apenas las potestades civiles casti
gan sus delitos, y se declaran contra la secta, se le
empiezan á entrar por las puertas de la Iglesia ;á en
cambres los sectarios. Pues ya sin mudar ni de carác
ter ni de objeto, se ve en la necesidad de mudar de
dictámen. Su gran deseo era el bien de los mismos
hereges por quienes ántes infructuosamente intercedía:
»4 .
ahora mira conseguido este bien , porque se ha aban
donado su intercesión, y se ha hecho uso de un me
dio, que la experiencia le está mostrando ser eficaz,.
El mismo deseo pues que ántes lo obligaba á clamar ne
compéllas, no les hagas fuerza; lo induce ahora á que clame
compeíle , fuérzalos; pues en esta fuerza está su salvación.
Venga ahora el Sr. Baile , el Sr. Giegoire , el
Sr. de las Reflexiones sobre si es útil &c. y demás
fulleros ( por no decirles lo que merecen ) con la
pantomima de que el entendimiento y la voluntad del
hombre no puedan ser forzados : nosotros les responde
remos con el hecho i á saber, que con la fuerza que
se le puso al cuerpo, el entendimiento salió de sus erro
res, y la voluntad de los hereges perdió su obstina
ción: y contra la experiencia no valen argumentos ni cien
cia. Nosotros les añadiremos , que quando la potestad
civil castiga un público delito, lo último de que cui
da es de que el reo se enmiende en los modos de
pensar y querer : y lo que principalmente procura,
es la vindicta del crimen y del escarmiento, sin los
quales debe creerse imposible que subsista la pública
tranquilidad. Les darémos de barato que San Agnstin
se engañase, asintiendo á que las penas corporales ayu
daban á la conversión de los hereges : mas no ha
biendo sido ni San Agustin quien las impuso en el
Imperio, ni la Iglesia quien las estableció en el resto
del mundo católico, ni la Inquisición quien las dic
tó en España ; los enviarémos á los legisladores ci
viles que fueron sus autores, para que, ó Ies sueivaa
el argumentito , ó si no se lo pueden solver , de
roguen de un solo golpe todos: sus códigos penales;
pues los crímenes que estos castigan , son también hi
jos de la voluntad, contra la qual, según su célebre
filosofía , nada pueden las vejaciones, que se hagan al
cuerpo. ¡ Qué semejantes sofisterías se oigan de la boca» •
y se caigan de la pluma de los que quiren pasar paV
15
nuestras antorchas !
Vengan Vs. acá , señores sapientísimos : j de qué
tratamos ? De algún principio naturalmente conocido,
como por exemplo : dos veces tres son seis : de al
guna demostración aritmética ó geométrica que desde
luego se presenta corno evidentemente cierta : v. g. si
de cosas iguales quitas partes iguales , serán iguales
los residuos; ó de unas verdades obscuras en sí mis
mas , á que debe someterse el entendimiento por la au
toridad de Dios que las dice, y por la piadosa inclina
ción de la voluntad que desea escuchar á Dios ? Si tra
tásemos de alguna de las dos cosas primeras, estábamos
acordes; porque ninguna fuerza humana es capaz de per
suadir á nadie que dos veces tres son cinco, y ni á ma
zazos me harán creer á mí ni á ninguno, que quien de
be ocho y paga cinco , queda debiendo seis- Mas no es
«sto de lo que se trata : se trata sí , de que la voluntad
con sus depravados antojos no distraiga ni ofusque al
entendimiento , para que este pueda , como debe , con
templar y descubrir la verdad. ¿ Y quién ha dudado
jamas que el palo y el castigo son el mejor específico
para curar los antojos , quando la razón no alcanza á
curarlos ? Mientras el vino obra, no dice ni piensa el
ébño mas que disparates: désele á beber agua sola, y
con eso no disparatará. Viciado el paladar , y enfermos
Jos ojos, halla aquel amargas las mejores viandas, y es-
fos abominan la luz. Purgúese el estómago, y volverá el
gusta : extráigase el mal humor, y quedará despejada la
vista. Valga la verdad por esta vez siquiera , señores filó
sofos, j Se mostrarían Vs. tan persuadidos , como diceu
estar, á tantas impiedades y absurdos, sino hubiesen creí
do qne ya todo el monte era orégano, que ya no había
Inquisición qne temer , y que la que llaman filosofía era
el único camino de salir del lodo, subir hasta los cie
los, y ser cada uno arquipámpano de no sé qué ínsula
barataría ? El hecho ha de decirlo. Volverá al exercicio
lo
de sus funciones la Inquisición, se enterará y no muy
tarde , el público, en el fondo del asunto, y con qual-
quiera de estas cosas que suceda , veremos á Vs. trans»
formados de filósofos en hipócritas, de libérales en ser
viles, y de despreocupados en supersticiosos.. Tomen sino
énsre las manos á su pobre camarada el Conciso : véanlo
unas veces burlándose de quien nombra siquiera la pie
dad , otras bozando y reclamando piedad y religión: hói
soltando sarcasmos é invectivas, y mañana prodigando
elogios á una misma persona, y por una mismísima causa:
en este número elevando hasta el cielo á quien ni ta
salido, ni es capaz de salir de la tierra ; en el oír», calla
do como un difunso, no obstante que se presenta la mis
ma persona, y con el mismo mérito para el elogio. ¿De
dónde pende esto ? Todos los sabemos : de los cinco
quartos de hoi , de la esperanza del empleo de mañanl,
y del escarmiento del peligro de ayer. Póngame V. puej
al hombre , que no halle mas que espinas en el camino
de sus antojos , y no tardará en ponerse en el de la ver
dad. ¿ De qué otro medio se suele Dios valer mas comun
mente para llamar á sí á los extraviados.? ¿ Por qué otro
rumbo han llegado á la verdadera filosofía quantos htm
llegado á ella, sino por la privación forzada ó volunta
ria de estos antojitos, que nos son comunes con Jas bes
tias? Las mismas bestias ( si se exceptúan las gallinas
y los cerdos , que son los mas tercos de todos los ani
males ) aprenden también á palos á abstenerse de su?
antojos, y á prestarse á la razón de los - que las :gobi-f'
nan. Nada pues extraño será que nuestros deseos auirn*-
litos luego que lleven en la cabeza, se ámansen, y dexen
de perturbar y de distraer la razón. »»
Aunque sea rnui á la ligera , no quiero , señores
míos, dexar de hacer á Vs. un6 reconvenckmcilla > V**
está saltando por si misma. Si el palo no convenza al
entendimiento , ni mueve á la voluntad \ á que son tan
tas y tantas amenazas, como Vs. nos hacen con el p»~
lo ? z A qué tantas exórtaciones al Congreso , para que
lo aplique á todo aquel , que. Vs. captando silabas y
estrujando palabras , tienen la bondad filantrópica de
transformar en reo de estado? ¡ Válgame Dios! ¿Será reo
de estado, y digno de nn cadalso el Rancio, porque
dice lo que ha diez y ocho ó sesenta siglos que se está
diciendo, y no se presta á quatro cosas que se comienzan
i decir ahora : y no quieren Vs. que lo sea el que á cara
descubierta desmiente á Dios, á su Iglesia, á su nación
y á todo el género humano ? Verdaderamente que las
cosas de Vs. no están escritas. • .
Volviendo ahora á S. Agustín, yo quiero conceder
les, contra todo lo que ha enseñado y enseña la dia
ria experiencia, que el Sto. se engañase en su compelle
intráre : que la Iglesia por este medio no hubiese recu
perado á ninguno de sus extraviados hijos; y que él no
haya servido de otra cosa que de hacer hipócritas. ¿ No
es esto todo lo que Vs. dicen \ Pues yo añado mas : su
pongan Vs. que S. Agustín insistiendo en su primera
opinión , se hubiese presentado ante el Emperador Teo-
dosio , y pedídole, ne compellas, no los obligues á entrar,
pues no haces otra cosa , que llenarme de hipócritas la
Iglesia- Está bien , respondería el príncipe: vo no los
forzaré á que entren ; pero sí los obligaré á que ca
llen. Estemos cada qual á su obligación : la de V., Sr.
Obispo de Hipona , y la de todos sus colégas , es ganar
Jas almas: la mia , dirigir y enmendar las públicas ac
ciones. Así que , yo ne mé meteré en que crean ó
dexen de creer en Jesucristo; pero sentaré bien la ma
no al picaro, que en mijlmperío tenga valor de blasfemar
lo- Yo no cuidaré de que el diablo se lleve al que por no
créér , ó por creer lo qüe le dé la. gana , quiera per
tenecer al d:ab'o;(pero sí me meteré con el que sepa
que seduce á los inocentes , y roba á la Iglesia sus hijos,
para hacerlos prosélitos del infierno. Yo me abstendré
de juzgar á los hombres por lo que respecta á la crs-
3
i8
encía ; pero ni me abstendré , ni me puedo abstener
de resarcir la paz que perturban , de castigar la sedición
que promueven, y de impedir los atentados que meditan,
y si me descuido , executan. Conque V., Sr. Obispo de
Hipona , vaya con Dios , y déxeme á mi cumplir mi
obligación , y tomar el consejo de su amigo el Pres
bítero Gerónimo , que sin meterse en dibuxos me ha
enseñado , que la carne podrida se debe cortar para
•que no inficione la sana, y que la oveja sarnosa debe
ser excluida del rebaño , paraque no inficione á las otras;
poniéndome de camino un exempüto perentorio en lo
ocurrido con Arrio , que no fue mas que una cente-
llíta muí fácil de apagar en el principio ; pero por no
haber sido sufocada con tiempo , incendió y abrasó
con su llama á todo el orbe. Es cosa digna de admirar
cion , que siendo legistas la mayor parte de nuestros
filósofos , para nada nos mienten esta sentencia de S-
Gerónimo, con la qual se están dando de hocicos, siem
pre que toman en la mano á Graciano.
Los Emperadores pues , en uso de su autoridad y
plimiento de su obligación, son los que han decretado
las penas corporales contra los hereges : al principio con
el disenso de algunos de la Iglesia , después con la
aprobación , consentimiento y elogio de los mismos que
disentían , y de toda la Iglesia universal. Esto no obs
tante , la Iglesia que pudiera haber alzado la mano, y
dexádolos obrar contra estos enemigos comunes, como
contra los demás reos ; todavía encontró modo de em
plear á favor de ellos , no ya la mansedumbre á quien el
delito no dexaba lugar , sino la caridad mas heróica. Son
reos, dice ella á los gobiernos, de lesa divina y hu
mana magestad : las leyes exigen su suplicio , y el bien
común interesa en su escarmiento ; pero sin embargo
entrégamelos acá. Yo trabajaré por mudarlos , y yo á
esfuerzos de mi paciencia, de mi caridad y oraciones, es*
pero conseguir que de pecadores se hwgan penitentes,
j r9
de lobos que son sé transformen en ovejas , v de reos
en pacíficos ciudadanos. ¿ Cabe mas en una madre que
desea el bien de sus hijos ? Pues esto que en ningún de
lito se hace , es lo que la Iglesia ha conseguido para
los reos del mayor delito. Como el herege se convier
ta , las penas corporales de las leyes civiles quedan re
ducidas á las de la saludable penitencia que imponen las
canónicas. Se reduce el reo ; pero vuelve al vómito , ó
es tan obstinado, que no se quiere reducir. Díganme
Va-, Sr©3. filósofos £ con qué cara podrá ya la Iglesia
interceder por él? ¿En qué mansedumbre, en qué ca*
«dad , ni en qué razón cabe ya esto ? J Ni qué otra co
sa haría intercediendo , sino convertirse en madrina de
picaros \ No pudiendo pues dar la cara para este desór-
den, ía da todavía por el bien principal de aquel hijo per
dido. Si es relapso , lo admite ; y si contumaz , lo provo
ca á la penitencia, y hace quanto puede, mientras le du
ra la vida temporal , para que él trate de asegurar la
eterna.
Este es el estado de las cosas , Sres. impugnadores,
no ya de la Inquisición , sino del cristianismo , de la Igle
sia y de todas las leyes , como se deduce de sus razones:
>ste es el estado de la qüestion , que Vs. embrollan, con
fundiendo las ideas , abusando de los términos , y mez
clando las autoridades. Distingan Vs. de infidelidades , y
háganse cargo de que las hai desde la inculpable hasta la
mas abominable de las culpas; y no llevarán por un
mismo rasero al desgraciado que merece la compasión, y
al pérfido y traidor, para quien no hai suplicio que
bnste. Distingan las autoridades , y dexarán de atribuir i
la Iglesia , lo que en fuerza de su ministerio hacen los
príncipes seculares ; y de querer atar á estos las manos
con los cánones , que ha hecho la Iglesia para sus minis
tros. Distingan de personas, y no quieran, ni que la
-Iglesia se conduzca con los príncipes sus hijos , como
con los principes sus enemigos , ni que el príncipe ene
*0
migo sirva al'bijo de modelo para conducirse con la' Igle
sia. Distingan las virtudes de los vicios, y no llamen
mansedumbre á la impunidad , y candad ai fomento del
delito , ni escándalo, crueldad y demás tonterías, á la
justicia y á las penas , con que esta hace respetar las mas
sagradas obligaciones. Distingan de tiempos, y no confun
dan á la Iglesia esclava de los Emperadores , con Ja Igle
sia sostenida por la autoridad del Imperio. Distingan en
fin las leyes , de los tribunales encargados en su obser
vancia ; y no confundirán la Inquisición como la tene
mos en España, con las leyes de que ella se vale, y \t
son comunes , no solo con todos los países católicos, mas
también con todas las gentes y naciones , que hacen de
ellas una constante , aunque errada aplicación. Distin
gan , repito , todo esto , y, todo lo demás que confun
den, y se ahorrarán de decjr muchísimas impertinen
cias y mnchísimos mas errores.
Distinguidas así estas cosas , resulta necesariamen
te la legitimidad, la sabiduría, la utilidad y la importan
cia de este establecimiento que tenemos con el nombre
de tribunal de la Inquisición. Su erección ha sido por con
sentimiento y acuerdo de las dos potestades eclesiástica y
civil. ¡¡Hai fuera de ellas alguna otra, que debiese concurrir
á su erección? Sus atribuciones son la execucion de las le
yes , que una y otra potestad han promulgado en de
fensa de la religión, sabiendo y queriendo cada una de
ellas que por él se zele el cumplimiento de las otras.
\ Qué hai contra esto ? ¿ No puede el Rei valerse de sus
•Clérigos como de sus seglares? ¿No entiende la Iglesia lo
que puede y no puede conceder á sus Clérigos ? Sus re
glamentos iy conducta han sido tan oportunos para el
objeto de su erección , que desde que ellos existen , han
dexado de existir los crímenes mas abominables y funes
tos. Si la autoridad, la santidad y la prudencia de los
que. establecieron estos reglamentos no los recomenda
sen ¿--«u fruto no sería mas que sobrada recomenda
21
c?on , y con especialidad en unos siglos tan revueltos co
mo han sido los de su existencia \ \ Qué es pues lo que
nuestros sabios le encuentran de malo á la Inquisición
española? Ellos no querrán decirlo , mas yo sí. Lo que
nuestra Inquisición tiene para ellos de malo, es lo prin
cipad que. tiene de bueno: á sabev, las medidas que ha
sabido tomar con tanta sabiduría y precauciones, que no
ha. dexado arbitrio á los malos para poder serlo impune
mente" Desde que hai hombres , hai Inquisición , como>
dixe en mi carta de. 9 de junio, pues desde que har
hombres , existen el horror y los castigos contra los
desacatos de la divinidad ; pero también desde que hai
malvados, ha habido artificios é intrigas para evitar los
castigos temporales, que es lo único que los malvados
temen. Mientras la Iglesia fué esclava , sus Inquisidores
que eran ilos Obispos , como se puede deducir de este
nombre, y de las obligaciones que incluye, no podían
imponer mas penas que las espirituales , de que los he-
reges hacían el mismo caso que ahora hacen sus discipu-
Iosí y así era herege todo aquel á quien le daba la gana,
y Jo era á todo su placer. Vinieron los Emperadores cris
tianos , é impusieron las penas civiles ; pero los hereges
hallaron su remedio en corromper si podían á los mismos
Emperadores, y quandono , en ganar á sus eunucos , fa
voritos ó ministros ; de manera que muchas veces el po
bre Obispo que cumplía con su obligación , salía cargado
en costas por Jas intrigas de estos caballeros. Ai están
San Fl avian o, y San Metodio de Constantinopla , que
con otros muchos lo atestiguarán. 1 . ¡'
Multiplicándose por días estos desórdenes, comenzó,
la Inquisición que llamamos delegada, y cuyas, faculta
des pudieron finalmente atajarlos, porque en los siglos de
su institución tenía toda la cabida que es justa para con
los príncipes cristianos , la autoridad y voz .del padre
común de ios fieles. Pero comenzados los chismes que
varios espíritus díscolos , y muchas plumas apasionadas
22
y venales esparcieron contra su autoridad , ya ia Inqui
sición tan formidable hasta entonces , comenzó á ser un
tribunal precario , á quien las autoridades civiles auxilia
ban ó dexaban de auxiliar según Ies parecía. De aquí el
incendio de la decantada reforma de Lutero , que abrasó
á gran parte de la Europa. En toda ella había Inquisido
res; pero j qué podían hacer los de Alemania contra unos
novadores , á quienes sus príncipes sostenían ? \ Qué los
de Inglaterra , mudado en apóstata de la religión el
mismo Henrique VIII. que había merecido el título de
defensor de la fe \ ¿ Qué en la Francia , para cuyos par*
lamentos era cosa de risa las nuevas opiniones y disputas*
yi demasiado duras las leyes , que sí como sostenían los
fueros de la religión , hubieran sostenido los suyos , les
habrían parecido mui suaves ? Lograron pxies los picaros
quanto querían: y permaneciendo íntegras las leyes, ha*
cietdo sus esfuerzos los Inquisidores delegados , y recia*
mando los Obispos del modo mas enérgico; el incendio
atropelló por todo, y envolvió á los Obispos, á los' Inqui
sidores , á las Iglesias, á los pueblos, á las provincias y
¿ gran parte de las públicas autoridades. A la presencia
pues de estos estragos , y en medio de las tentativas que
se hacían para cundirlos en la España , fué quando en \a
España se estableció la Inquisición baxo la forma que hoí
tiene. Había ella comenzado por el mismo órden que
los demás tribunales ordinarios ; mas el asesinato de San
Pedro de Arbués cometido en Zaragoza , el de otros In
quisidores públicamente intentado, y las amenazas y
asechanzas que acobardaban á los demás, mostraron que sí
la Inquisición había de subsistir , era necesario hacerla un
tribunal real , supremo é independiente , contra el qual
ninguna autoridad pudiesen tener ni alegar los otros trt*
bunales , ni ningún esfuerzo del poderoso pudiese llegar á
prevalecer. Se había comenzado también á proceder con
tra los reos por las rutinas y formas ordinarias, haciendo
pública la acusación , manifestando los testigos , llevando
•"J
las praebas y, defensas executando y todo lo demás por el
mismo orden que en otros negocios , tanto civiles como
criminales. Pero mostró desde luego la experiencia , que
los inconvenientes que algunas veces traen estas for
mas en los demás juicios, venían siempre acompañan
do á aquel en que se trataba de la fe ; porque el reo, ha
biendo sacudido el yugo de Dios , hacía mui poco caso
del de las leyes : porque lo primero que el impío busca,
son cómplices y fautores : porque esta clase de gente no
omite medio por vil ó violento que sea ; y si hemos de
decirlo todo, porque no son muchos los magistrados que
prefieran la causa de Dios á la vanidad de ampliar sus
facultades á costa de la Iglesia , y á las consideraciones
puramente humanas. Estas experiencias , reflexionadas á
proporción de como iban apareciendo , y por hombres
piadosos, desinteresados, y escogidos, fueron las bases
de este plan de tribunal , en que no queda al culpado
otro recurso que el castigo ó el arrepentimiento. Esto,
esto es lo que la Inquisición de España tiene de formi
dable: esto lo que ha armado contra ella á todos los
enemigos de la fe : esto lo que temen sus actuales ene?-
jnigos. Por lo demás, las mismas penas estaban estableci
das en todos los paises católicos : mas freqüentes y duras
eran en la Francia sus execuciones que en la Inquisición
de España: y tanto las unas como las otras han sido de
la aprobación, no solamente de quantos católicos escribieron
antes de la decantada reforma, mas también de los im
píos autores de ella. Natal Alexandro en el siglo XIII
de su historia eclesiástica, copia varios párrafos de la.
disertación por donde Calvino consiguió que Miguel Ser-
•vet fuese públicamente quemado , haciendo ver que de*-
bían serlo los hereges. Mas á los Calvinistas, primeros pro
motores de la tolerancia , les ha sucedido con relación á
ella lo que á nuestros filósofos en punto de comedias,
que se apartan de Rousseau su maestro en este solo
asunto de que habló como racional y filósofo. Quedemos
*4 . . . •
pues en que la Iglesia ha inspirado á tas príncipes con
relación á los reos de apostasía, quanto contienen las
reglas de la mansedumbre, y en que la Inquisición es
pañola ha agotado quanto es capaz, de sugerir á favor de
estos culpados toda la mansedumbre, toda la paciencia, y
toda la caridad de la Iglesia. Vuelvo á citar por testigos á
los innumerables que han hallado su verdadero bien en las
manos de este tribunal. Pudiera añadir- á otros dos que
he conocido , en medio de las muchas dificultades que
impiden este conocimiento. Mas quisiera que los que
tengan á manos al célebre Sixto Sénense, leyesen la de
dicatoria que hace de su obra al Pontífice S. Pió V. que,
siendo Inquisidor, ganó para la Iglesia á este apóstata, cu
yos importantes servicios los han acreditado de hijo mui
benemérito de. esta santa madre. í •'
Hasta aquí no hemos considerado á la Iglesia y sus
principes sino con relación á una muchedumbre de vasa-
sailos, que ó no son culpados , ó lo son porque otros los
hicieron : es decir , que hasta aquí aun no hemos llega
do al caso del dia, y á lo que de presente forma la qües-
don: á saber , si siendo como es católico nuestro reino
por una de sus leyes fundamentales , excluyendo estas
qualquiera otra secta ó creencia, y estando en posesión
de que ni muchos ni pocos de sus vasallos hayan hasta
ahora renunciado impunemente al catolicismo ; deba ó
pueda el gobierno alzar la mano de este cuidado, y la
Iglesia desentenderse de esta tolerancia del gobierne. Ene
es , ó Padres de la Patria , el verdadero aspecto ds ):»
actual pretensión. Oídme, mientras os la hago á nombre ds
sus promotores , desnuda de los muchos artificios conque
la dizfrazan y envuelven.
Suponedme que soi un discípulo de Rousseau ta!
qual me pinté en la carta anterior, y que á nombre
del partido me presento á vosotros. Señor , os digo , tanto
yo como algunos otros compañeros hemos tenido á bien
renunciar á nuestro bautismo , y esforzarnos á que
hagan otro tanto los prosélitos que de la nación pudié
remos juntar. Para esta buena obra nos estorvan las le
yes , nos estorva la Iglesia, nos estorva la Inquisición.
Poco nos importarían los dos últimos estorvos , si no
nos acobardase el primero. Quitadnos pues este que
es el que únicamente nos incomoda. Nosotros esta
mos dispuestos á tragarnos como agua los anatemas:
nosotros nos entenderemos bien con los Inquisidores, lue
go que ellos nada puedan contra nuestros cuerpos, ó
luego que se le dé al tribunal una forma en que quepa
el soborno, la violencia, las intrigas , las trampas, ó al
menos los recursos de fuerza. Si como somos no mas de
media docena de sabios ginebrínos , y si como los pocos
que aun sin conocernos nos sostienen y están á nuestra
voz, fuésemos un partido competente; ya hubierais vis
to maravillas , y ya hubiéramos hecho por nosotros mis
mos lo que hoy mendigamos de vuestra autoridad. Pres
tádnosla pues siquiera por otro par de años , que después
correrá por nuestra qüenta tomárnosla sin que la pres
téis. Estáis viendo que ni nos dormimos, ni nos falta
el arte. En el año pasado , quando ante V. M.
promovimos la libertad de imprenta , aseguramos á
vuestra presencia y á la de todo el mundo , que ella
no ofendería , y que era conforme á la religión. En
el dia de hoy ya os exponemos que si no se nos
da licencia para atacar á la religión impunemente,
en vano es que concedieseis la libertad política de la
imprenta que concedisteis. A la sombra de esta li
bertad ya hemos zanjado los cimientos de este plan,
dirigido á abolir quantas relaciones ha tenido el hom
bre hasta aquí con su Dios y con su razón. Ya
que hemos zanjado el fundamento , dadnos tiempo
para concluir nuestro edificio. Se concluyó el de Lu-
tero en Alemania , porque Carlos V. en el Imperio,
y Enrico II ( ó este ó alguno de sus hijos ) en
Ja Francia , creyeron no poder resistir á la fuer-
4

za armada con que se les pedía , y que última
mente alcanzó el ínterin del primero, y el Edicto
de Náiites del segundo. No aguardéis vosotros, Pa
dres de la patria, á que nosotros podamos haceros
igual fuerza. Supla vuestra condescendencia por ahora
nuestra debilidad ; que nosotros con el tiempo os
daremos nuestro acostumbrado agradecimiento. Esta es,
ó Padres de la Patria, la actual pretensión. Consi
derad lo que debéis decretar sobre ella j pero para
hacerlo no quiero que atendáis á lo que yo os ex
pongo : haced buscar la obra del célebre Martin Pé
rez, de Ayala , padre que fue del Concilio de Tren-
to , y Arzobispo , sino me engaño , de Valencia : leed
«na exclamación que allí trae á todas las potestades
civiles ; y si os pareciere digno de atención el voto de
este nacional , testigo ocular de los frutos que trae
consigo la tolerancia que se os pide , dad licencia á
estos hombres depravados para que de la España ha
gan lo que han hecho y continúan haciendo en toda ía
Europa. Mas sabed , que aquí no tienen por donde pe
gar ía mansedumbre evangélica, ni la autoridad de los
padres , ni cosa ninguna de las que nos citan. La tal
qual dificultad que aparentan , es con relación , no á
los maestros , sino á los discípulos del error ; porque
íos maestros, luego que fueron conocidos por tales,
en todas épocas han sido reputados indignos del per
dón. Constantino , si mal no me acuerdo, desterró á
Arrio, luego que lo vio condenado. Teodosio á Nes-
torio , Marciano á Eutíchés y Didscoro , y los demás
Emperadores á otros heresiarcas, sin que jamas se in
teresasen á favor de ellos los santos Obispos. Lo mis
mo sucedió á los católicos , quando siendo hereges
los Emperadores, los miraban como maestros del error.
De manera, que la presente solicitud se extiende á
mucho mas que quantas se han entablado hasta aquí,
y la licencia que se pretende es para transformar ea
atea á la católica España.
27
Iba , amigo mió , á cortar el hilo de esta carta,
dexando para otra varias cosas que tengo que añadir.
IVIas no quiero desentenderme de una especie que
Fr. Naianael insinúa en su prólogo, y que él y to
da la cofradía abrazan como regla de crítica, y co
mo un principio de los llamados nuevamente eternas.
Lo pondré con sus mismas palabras. " Hasta los apo-
„ logistas de este tribunal, que refutaré según se
„ vaya ofreciendo, contribuirán á poner mas en cla-
„ ro mi aserción , supuesto que la naturaleza buena
„ ó mala de una causa suele también conocerse por
„ la calidad de sus abogados." Hasta aquí nuestro ex-
Reverendísimo. Dexémoslo cumplir su promesa con la
exactitud que le es característica , y ciñámonos puramen
te á la explicación y aplicación de su principio, por
ser este el lugar común de toda la secta. El primer
uso que de él se hace, y la primera calidad que en
los apologistas de la Inquisición, de la ¿Religión, del
Reí y de nuestras antiguas instituciones se busca , es
el estado. En siendo este el de la Iglesia, ya se da
la cosa por concluida ; y en no sabiéndose el estado
de la persona, se da también por concluida, suponi
endo que es el de la Iglesia. Es admirable el uso que de este
armamentario han hecho el Conciso padre, el Concisin hijo
el Concison abuelo , la Tertulia esposa, y toda esa lar
ga parentela. En sintiendo cosquillas , cátate aquí , que
el que las hace ha de ser por necesidad algún en
cantador Clérigo ó Fraile. Conocí en Sevilla á un po
bre hombre que estaba maniaco de escrúpulos. Suce
dióle, ponerse á verter aguas detras de la puerta de
uua casa , á ocasión que de dentro abrieron la de
enmedio , y sonó un coche por la calle. Asustado el
infeliz con este ruido , que en su imaginación debía ser
infaliblemente de mugeree , empezó en voz alta á de
cir á toda prisa: no consíent» , na consiento, ni con -¿s*
. 28
tes , r.i con los del coche- Mas en medio de sa susto y
sus protestas , echó de ver que las estas , con quie
nes no consentía, eran dos Frailes que salían de la ca
sa : y las deJ coche dos golillas que en él iban de pasee.
Sr. Conciso, no nos tiene Dios tan abandonados, que so
los los eclesiásticos hayamos de ser y seamos los que es
temos por la verdad. Tiene esta en todos los órdenes del
estado muchos y muí vigorosos defensores , y ojalá que
algunos eclesiásticos fuesen en este punto , como, con
oprobio de ellos están siendo muchísimos seglare-.
Mas dexando por ahora esta especie , lo que no
admite duda es, que en materia de Inquisición no
tiene cabida la cristiana y piadosa persuasión en que
Vs. todos están , y quieren que la nación esté , de que
los eclesiásticos en nuestras apologías y dictámenes , no
buscamos mas que nuestra bucólica , nuestra conveni
encia, nuestro interés, &c. Contra todo esto pugna di
rectamente la Inquisición: y si nuestra regla hubiese de
ser la que Vs. suponen , nadie debía estar tan decidi
do contra ella como los Clérigos y los Frailes ; porque
ninguna clase de gente tiene tantos motivos de temerle
como esta. Desde que se acabaron los judíos hasta ahora
cincuenta años qne comenzaron los filósofos, la ma^or
parte, ó casi todos los penitentes de este tribunal han si
do eclesiásticos » por dos razones: la primera, porque hasta
ahora cincuenta años solos los Clérigos y Frailes, y no
los abogados , ni médicos , ni matemáticos , trataban de
las materias religiosas , y de consiguiente ellos solos
eran los que estaban expuestos á deslizarse en alguna
proposición que los comprometiera. La segunda , porque
solos los Clérigos y Frailes son los que confiesan; y todos
saben muí bien Jo peligroso de este ministerio , y los mu
chos que en él han naufragado. Son pues los eclesiásticos
los mas expuestos al peligro. Junten Vs. á esto
que también son los únicos que llevan, y de valde, todo
el peso del trabajo. Hai por exemplo un libro , no digo
2?
bien , un millón de libros que censurar í allá van al
Padre fulano , al Sr. Don Zutano , £c. y ya cada
uno de ellos tiene un par de meses que leer, y que
pencar quanto Dios quisiere. Después de haber pensado,
estudiado, combinado y consultado lo muchísimo que
suele ofrecerse sobre esta delicada comisión , tiene
también que extender su dictamen en un como me
morial ajustado, de aquellos que en qualquiera tien
da de abogado vale dos ó tres mil reales. Se desata
en escándalos y palabrerías uno de los muchísimos tu
nantes que la echan de filósofos , y llegan al tribunal
las delaciones : prepárase el Clérigo ó el Fraile á quien
vaya la comisión para censurar los dichos y los hechos
de aquel charlatán , para citar los errores qus inculca y
su cpndenacion , y para hacer un cotejo de los hechos y
dichos, por donde el tribunal forme un juicio competen
te de la persona. Cae esta en sus cárceles, y ya los ca
lificadores pueden contar con aquello de quce non rapiti,
tune exolvebam. En estando el reo padeciendo, ellos tienen
que padecer también. Llueva ó haga sol, estén ó no
ocupados en otras cosas, aquello es lo primero .- han de
ir y venir al tribunal á escuchar los descargos del reo,
han de quebrarse la cabeza estudiando por ver. si valen,
y han de hacer lo posible por que valgan. Si el penitente
es un poquito contumaz, han de ir á entrar en conferen
cias con él, hasta que logren convencerlo, ó no quede
esperanza, ni aun remota, de que se ablande su dureza.
Y pregunto j quién paga ? Venid acá , indignos calum
niadores de vuestra religión , mas bien que de sus minis
tros; venid y aprenderéis á vender mas barata vuestra lo-
quacidad , vuestros pedimentos que tan freqüentemente
son carretadas de paja, vuestra lengua por que informa
ó no informa , vuestros ojos porque leyeron unos
autos , vuestras orejas porque escucharon un chisme , y
vuestro estudio ó vuestra ignorancia porque os llamáis
abogados, y pocas veces en realidad lo sois, Todo el es

tipendio que el censor de «a Inquisición saca por mayo
res trabajos, se reduce á una formula, de que usa el mis
mo tribunal, y cuyo contenido viene á ser, que Dios le
dé salud y gracia para trabajar por su fe. Aquí , Sres.
filósofos, no cabe aquello, de que los eclesiásticos fomen
tan sa ignorancia para comer á costa del vecino.
La segunda calidad que busca esta buena gente en
los [apologistas para dar por deplorada la causa , es la
de las personas. Sale un papel que los cubre de oprobio,
tal corno el Imparcial , el Diccionario , la Diarrea &c.: en
lugar de embestir con el papel, y roer si pueden sus ra
mones; estos nuestros podencos el menor caso que hacen es
de él, y lo que dice: su grande objeto consiste en tomar
el rastro hasta dar con la madriguera de donde salió:
mas no digo bien ; pues no paran hasta encontrar el
lugar común de la madriguera, si la descubren, y si.
no , con alguna cosa que pueda oler á aqnel lugar.
¡ Admirables filósofos ! ¡ Sabios dignos de una guardilla !
¿ Y qué sacáis con eso ? Suponed que ha sido el diablo el
que ha declarado que Jesucristo es hijo de Dios : oídselo
decir al ladrón que espira á su lado. Mientras mas su
enemigo sea el que lo diga, mas debe valer su tesrhno-
nio. Esa es la gloria de la Religión cristiana, que dan
testimonio á su verdad hasta sus mayores enemigos ; y
que reconocen su santidad aun aquellos mismos, cuyas
pasiones interesan en que ella no fuese tan santa. La
calidad del abogado tiene relación con la bondad ó mal
dad de la causa, quando el tal abogado es el actor
ó delator en la disputa; mas rio quando él acude so
lamente á la defensa. La Inquisición, la Iglesia están
en posesión, y esta sola basta para resistir á quantas no
vedades se intenten, mientras ella no se» vencida en
un juicio plenario. Os presentáis vosotros á turbarla.
Aquí, aquí es donde corresponde averiguar quienes sois,
averiguar qué os mueve, descubrir qué buscáis, y opo
ner todas las excepciones que os cogen de pies á ca-
.. Ne así á la buena causa demandada, que mientras
no se venza , debe pasar por buena. Si no hai qnien la
defienda, su misma prescripción la defiende. Si sus defen
sores son malos, ya por emprender su defe nza comienzan
¿ ser buenos. j Qué seria de la causa de España si valiese
Jo que quiere hacer Napoleón , á saber , que sean teni
dos por brigands los gefes de partidas ? ¿ No es una reco
mendación de nuestra justicia que hasta el contrabandis
ta que era reo , hasta el Clérigo y Fraile á quien es
tá prohibido , hasta el gitano : en una palabra , toda
clase de gente ( menos los filósofos, cuya mayor par
te está ó con Pepe, ó en Cádiz contra ella ) están
vindicando nuestra causa?
Entre las que yo tengo para hacer esta reflexión, es
una los sarcasmos que he leído de esta buena gente con
tra no sé quién, del qual dicen y repiten hasta el
fastidio, que predicó de Godoi. Mas pregunto 5 no sa
ben estos Sres. que también se predica del demonio mu
do , también del hurto , también de la soberbia , también
de todos los desórdenes y vicios ? No Consiste pues la
cosa en haber predicado de Godoi; consiste sí en lo que
se dixo en «1 sermón. Yo oí uno predicado con motivo de
bendición de banderas ; y á fe mia que salí pidiendo á
Dios Vibrase al pobre predicador, de que algún filósofo
diese á Godoi el canutazo , porque seguramente el es
tipendio hubiera sido un destierro. Todo el elogio que sí
hizo del héroe , se reduxo á estas solas palabras : ese
monstruo de firtuna , sm decirnos siquiera cómo se llama
ba : el resto del sermón se empleó en expresar con toda
dignidad las obligaciones de un militar cristiano , qué ni
Godoi sabía , ni quería que se supiesen. De otro hombre
de mérito me aseguraron , que constantemente se había
negado á predicar de Godoi en cierta ocasión : que se
vio en necesidad de hacerlo por habérselo mandado quien
podía : que este s« lo mandó con el designio de que el
sermón no cayese en manos de alguno que profanase el
32
sagrado ministerio; y últimamente que todo quanto en él
se dixo, se red u xo á elogiar una acción piadosa de aquel
hombre, sin meterse el orador en ninguna cosa mas. Dí
ganme Vs., Sres. filósofos , j unos predicadores de Godoi,
que se porten así , pueden hacer que pierda causa alguna
cuya defensa tomen.?
Pero yo voi mas adelante. Sea la cosa como Vs.
quieren, y no tengan voz ni voto en lo que pertenezca á
religión ni nación , todo el que mal ó bien , voluntario
6 forzado hubiere predicado de Godoi. La equidad pide
que igualmente sean excluidos todos los que le han co
mido el pan, todos los que le han adulado, todos los que
le han servido de terceros , todos los que le han pros
tituido sus musas;' y yo no sé si añada, sus muge-
res , hijas y hermanas, todos los que le han consa
grado obsequios : en una palabra , todos sus ahijados.
¡ Feliz España entonces ! Tu enemigo el de fuera no
tardaría en repasar los Pirineos , y tus perturbadores
los de dentro tendrían que echar mano á sus gui
tarras,
Vengamos á la tercera calidad ;• por donde estos
Sres. hieren á los apologistas, y pretenden impugnar la
causa. Esta es la mayor ó menor instrucción que les des
cubren, los descuidos en que los encuentran, ó les parece
encontrarlos , y en fin varias otras menudencias , en que
no debían meterse , y en que todos ellos se meten con el
mismo atadero que en otras cosas. No quiero detenerme
á mostrar , ni la injusticia con que las mas de las veces
lo hacen, ni las ignorancias que manifiestan al hacerlo.
Confieso francamente de mí, y doi de barato por lo
que pertenece á mis otros compañeros , que no llenamos
el oficio de escritores , ni el concepto de sabios : que
tenemos varios defectos : que ni los raciocinios se pre
sentan con toda su fuerza, ni el lenguage guarda su
correspondiente dignidad : en una palabra, que somos
unos pobres hombres y no merecemos salir á la Iva.
33
pública. No creo que puedan querer mas esos nuestroi
incomparables maestros ; pero al mismo tiempo nada hai
mas injusto que esas censuras que nos hacen. Ella es
igual á la que haría un picaro , que después de ha
ber incendiado la casa , se pusiera á burlarse de la fa
milia, porque uno salía huyendo desnudo, otro á me
dio vestir, y otro mui mal vestido. Vs., Sres. filósofos, han
pegado fuego á nuestra casa ; no reparen pues en si
salimos peinados ó sin peinar , con botas ó en calce
tas, gritando fuego, fuego. Quando la patria peligra,
todos somos soldados, unos con fusil, bayoneta y sa
ble, y otros con chuzos, marcólas, garrotes ó piedras.
Si" fuésemos los agresores , entonces estarían bien los re
paros ; pero si no hacemos mas que defendernos , dé-
xennos Vs. de las reglas de táctica que nunca apren
dimos , porque nunca sospechamos haberlas de necesi
tar. Vs.que se dicen nuestros ilustradores y reformadores: Vs.
que vienen á disipar nuestras tinieblas , á sacudir nues
tra barbarie , y á hacernos las demás buenas obras que
les inspira y nos explica su modestia , son los que de
ben acreditar esta que llaman misión , no solo con las
luces y sabiduría de sus raciocinios , mas también con
la exactitud de su método , con el nervio y vigor de
su elocuencia, y con la propiedad y belleza de su lengua-
ge; porque esto es lo que exige el magnífico carácter con
que se presentan, esto la legación de que se dicen
encargados , esto el magisterio que no sabemos por
donde les ha venido. Pero nosotros, tristes pulli, ovis in-
feltcibus orti, quiero decir, nosotros barbaros, hijos de una
cáfila de bárbaros, que va á rematar en Adán , como no
remate algo mas arriba , rancios por todos quatro costa
dos , y que en punto de sabiduría Rousseana , apenas he
mos oído que la hai : nosotros digo ¿qué habíamos de
hacer mas que barbarizar , ad laudes et per horas ? ¿ No
fue por aqui por donde comenzamos, y por donde
Vs. suponían que comenzaban 3 Debieron pues y de
5
34
ben como buenos maestros desentenderse de las ignoran
cias de estos sus nuevos discípulos , prestar paciencia
con sus sandeces , y á fuerza de ella y de su filantro
pía irles metiendo en la cabeza esas luces , que han ve
nido á derramar á borbotones. j Pensarán Vs., decia el
loco que citaba Cervantes, pensarán Vs. que es poco tra
bajo soplar á un perro ? j Pensarán Vs., les repito yo,
que es poco trabajo desbarbarizar á una nación en
tera ?
Perdónenme Vs. caballeros, que me haya diverti
do este rato á costa suya , y vayase por los que Vs. pen
saban divertirse á la nuestra. Son Vs. tan poco sujeto pa
ra la novedad que han intentado, como la rana de la fá
bula para sujetar la carreta. Medio pliego de papel qne
escribió al principio el Imparcial , fue bastante para ha
cerlos una tortilla, y para que los liberales, los reden
tores de la imprenta, los regatones de la filosofía, los
cacareadores de las luces, los restauradores de los dere
chos imprescriptibles , los apologistas de la razón , los
nuevos caballeros andantes , amparo de la humanidad,
desfacedores de tuertos , y demás zarandajas que no tie
nen fin , se llamasen canastas : fuesen á un alcalde del
crimen á pedirle, si cabía en derecho la horca para el
autor, para el impresor, para el censor, para los compra
dores, y hasta para las madres que los parieron: hayan,
renegado , y estén "renegando de su decantada libertad de
imprenta: intenten y pongan de su parte quanto pueden,
para que á los serviles se les prohiba escribir; y trafen
por vía de filantropía de transformar en reos de esta
do á los impugnadores de sus absurdos. Pero ¿ y las
razones ? Dios las dé. ¿ Y las antorchas que habían de
alumbrarnos ? Se les corrió la cera , y todas se han
convertido en mocos. Pues j qué me querrá V. decir
de los otros papeles que han salido después del Impar-
cial ? ¿ Qué del Diccionario , la Diarrea y el Censor?
i Qué de tantos otros que atacan de firme , y deshacen en
35
polvo el muñeco de la reforma, comentando por sus
siete ó sesenta cabezas , y sobre que toda la cofra
día ha guardado, y continúa en guardar un silencio,
de que yo no la creería capaz , si no lo estuviese
palpando ' Mas esto es hablar de la mar.
Volvamos pues á los defectos que estos caballeros
qniren encontrar en sus impugnadores , y que la gen
te de juicio fácilmente y con abundancia podrá encon
trar en mí. Todos están cubiertos con que nuestro
designio es defendernos , y defendernos de una agre
sión , en que nadie está dispensado de acudir á la
defensa ; pues la guerra es contra todo lo que tene
mos digno de nuestro amor y respeto de pre
sente , y contra todo lo que hace nuestro consuelo y
esperanza de futuro. En una agresión semejante no
puede evitar la nota de traidor el que no salga á
la defensa , aunque no lleve mas que un cachiporro.
¿ Quién me habia de haber dicho á mi , que al cabo
de mis años había de perder el respeto que he tenido
siempre á la imprenta ? | Quién, quando salieron á luz
contra mi voluntad mi primera y segunda carta , que
ahora había de tenerla de que saliesen Ja presente y
otro centenar de ellas , que he escrito desde julio del
año pasado , y no sé quantas que tengo ánimo de es
cribir, y que escribiré si antes no me muero? Pues
por cierto que esta mi nueva resolución no depen
de de que ahora me crea capaz de Jo que antes no
pensaba poder ; y mucho menos de hallarme con al
gunos auxilios , que me saquen de esta incapacidad.
En país extraño , prófugo , sin libros , sin salud, sin
cosiego, y con un cuerpo que , como no es glo-
3ÍOSO, necesita de comer y beber, y todavía acos
tumbra romper.... ¿ no les parece á Vs., señores filó
sofos , que esta es la mas linda ocasión de meter
se á firósofar ? Pues junten á ello las continuas noti
cias que nos vienen , tanto del progreso de los fran-
36
ceses en ¡a península, quauto del de los afrancesados en
los paises libres , y díganme si no son necesarias quan-
tas industrias son capaces de contener la imaginación,
para que un hombre no se muera de pena. En es
tas circunstancias pues, y en la santidad de la cau
sa , es en lo que yo libro la disculpa, que tanto
los presentes como los venideros han de dar á es
tos mis pobres y miserables escritos, concebidos en
tre amarguras , nacidos inmaturamente , y presentados
al públi;o con todo el pelo y toda la lana , con
que por la primera y única vez salieron del tintero.
¡Dichosos los espíritus filosóficos, á quienes no aco
bardan ni la imagen de un Dios irritado contra la
España, ni el peligro general de la nación, ni el
particular que á todos nos envuelve ! ¡ Dichosos , que
en vez de las lágrimas que nos debe sacar la sangre
de nuestros hermanos derramada como agua en todas
nuestras provincias , pueden ir á reir las bufonadas de
los saynetes del teatro , á celebrar las gracias de las
cómicas , y á mostrar su conformidad con los traba
jos que nos abruman l ¡Dichosos, que en vez de dedi-
ca-se á aplacar á Dios , cuya pesada mano se agraba
sobre nosótros , tienen la fortaleza de declarar la guer
ra al cielo , y pedirle cuenta de lo que ha hecho,
está haciendo , y ha de hacer con nosotros ! ¡ Dicho
sos , que contando con su filosofía y sus escritos , han
acertado en estos con el remedio de nuestros males,
poniéndonos en estado de que no sepamos qual
de los dos será mayor, si caer en poder de ellos, ó
vernos oprimidos de los franceses ! ¡ Dichosos.... mas \no
ha de llegar el caso de que pongámos fin á esta carta*
Pongámoslo alguna vez , amigo mió. He dicho en
ella, y en la anterior acerca de la mansedumbre. En
la primera que escriba pienso decir de la caridad, en
otra de la fe , y según voi viendo, me pondrán estos
caballeros en la precisión de hablarles sobre todas las
37
vi ludes criítianas . y aun sobre rodo el catecismo. Di
go que escribiré acerca de esto en las próximas cartas,
como no me vea en la necesidad , en que por momentos
me pone , de mudar de plan , porque he oido un cier
to run rnn de que anda por ai otro escrito , en que
homo pacis mee, in quo sperávi , magnificavit super me
supplantationem , y' no sé si tendré que entenderme con
él , antes que con mi amigo el Conciso. Sea de ^sto
lo que fuere, quiero consultar á este caballero una es
pecie , á que espero me responda. Me ha referido un
joven harto despierto y patriota, que ha venido aquí
de uno de los pueblos ocupados , la larga conversa
ción que contra su voluntad le tuvo hasta mas de la
media noche \in oficial francés. La repetiré yo si puedo,
hasta con los infinitivos con que esta buena gente
acostumbra explicarse.
Los pastores, decía él, tener ¡a culpa de la guer
ra de España ; pero mucho peor los frailes , porque pre
dicar siempre : matar franceses, matar franceses y matar
franceses. Pues qué j«o ser próximos los franceses ?¿ Mi,
no ser cristiano*. T ellos no solamente predicar , mas también
matar y ser gefes de los brigands. ¡ O ! , ser los frailes mas
brigands que ¡os otros. No 'querer ellos la regeneración et
la felicité que nostre empe^cur venir á darles. Suplico
pues al Señor Conciso que con presencia de su es
crito de veinte y dos de Agosto , y cita del Redac
tor, que dixo lo mismo, de los demás que lo han
querido decir, y de toda la cofradía, resuelva lo
que hemos de responder á este francés , mientras yo
tengo lugar de responder á Vs. al mismísimo argumen
to, que con menos razón me hacen.
Si dieren , amigo mió , alguna respuesta , que no
espero según ion sus mercedes de contenidos y pruden
tes, no tarde V. en comunicármela , pues deseo con
ansia verla , suponiéndola muí preciosa : en el ínterin
mande V. á su afectísimo amigo Q. S. M. B.
El FilosofoRancio.
CORRECCIONES.

Pag. 5. Un. 30. aprendino : lee aprendido.


Pag. 7. Hn. 17. hlósofo : lee filosofo.
Pag. 8. lin. 23. profesión: lee profesión.
Pag. ii. lin. 5. nuesrros : lee nuestros.
Pag. 12. lin. 27. afectos: lee efectos.
Ibiol lin. ult. Desembrazémonos : lee Desembarazémonos.
Pag. 14. lin. ulr. po : lee por.
Pag. 15. lin. 9. entendimiento: lee entendimiento.
Pag. 16. Hn. 6. ensre : lee entre.
4b¡J. lid. 1 3. difunso : lee difunto.
Ibid. lin. 15. los sabemos: lee lo sabemos.
Pag. 17. lin. 28. ne me: lee no me.
P¿g. 1 8. lin. 21. plimiento : lee cumplimiento.
Pag. 19. lin. 7. salndable: lee saludable.
Pag. 23. lin. i. executando y todo : lee y executando todo*
Pag. 24. lin. 14. los han : lee lo han.
Ibid. lin. 17. vasasallos : lee vasallos.
Pag. 28. lin. i. con los : lee con las.
Ibid. lin. 23. comenzaron : lee comenzaron.
Pag. 29. lin. ult. después de l-> sois , corresponde punto finatt
Pag. 30. lin. 6, sa : lee la.

CAUTA UNDÉCIMA
DEL
QI'Q 3LAXTCIO
LA CARIDAD CRISTIANA
CONTRA EL CONCISO Y NATANAEL JOMTOB

CONTINÚA LA IMPUGNACIÓN DE AMBOS,


Y ENSAYA CON VARIAS REFLEXIONES

LA QUE HARÁ EN LA SIGUIENTE CARTA

DEL JANSENISMO
QUE LE DEDICÓ

IRENEO NISTACTES

Con la licencia necesaria.

tEIMPRSSO SU MALLORCA ! POS FKUPS CUAST.


i
tI

,1
amigo : por fin llegó á mis manos el Jansenismo
de Irenéo Nistactst. Hizo la casualidad que como había de ser
otro de los papeles que lo acompañaban, fuese él el primero coa
quien tropezé : y al leer en su epígrafe aquello de dedicada al
Filósofo Rancio en unas letras de marca mayor, no pude me
nos que exclamar : j ola ! ¿ conque ya soi yo persona á quien
se dedican escritos ? Luego dirán esos pobres periodistas que
el Rancio es un hombre de menos valar. ¿ Qué Consiso , ni
qué Redactor , ni qué Diarista ha merecido la honra que yo,
de que le dediquen una obra , sin haberle costado , ni haber
de constarle un ochavo ? ¡ Vaya .' ¡ que sin duda debo de
yaler algo, quando los Virgilios , j Horacios de mi siglo me
van declarando su Mecenas I Estas y otros cosas empezé á
decir entre mí , haciendo la rueda como Jos pabos , y ho
jeando el papel para buscar la epístola dedicatoria : pero
la tal epístola hubo de quedarse eu el tintero : al menos por
acá no ha parecido. Acaso, dixe , será esto, porque según el
oso de los antiguos , la dedicación vendrá embebida en el
cuerpo de la obra : vamos pues á buscarla en el nombre da
Dios, que seguramente ha de ser cosa grande. Por mas que
revolvía con el mayor afán todaí las hojas , me quedé sin ella.
Entonces con sosiego empezé á le^r , y no pude menos que
exclamar: ; gran presente para el día de pascuas en que es
tamos ! i Quánto mas hubiera yo querido , que el que me lo
remite hubiese empleado el dinero que ha dado por él , en
comprar para regalarse media libra de turrón , ó un qiiarto de
arroba da batatas ! Mas al fin ya es venido , y el trago se
debe pasar. No queda pues mas recurso , que salir de él qtianto
átales , y tragarlo á mas no poder. Continué' leyendo ¿ Ha
temado V. por desgracia suya alguna vez la quina ? ¿ Ha ob-
aervado á alguno al tiempo de tomarla ? Me paree k mi que
fueron todavía mayores mis arcadas y gestos. } Zape, dixe,
con los bienaventurados ! Si esto hacen sus mercedes ? qi;é
hebra que esperar de nosotros los pecadores ? ¿ En quál da
los capítulos de la sana moral se enseñará este modo de sacu
dirse ? i Quién había de esperarlo de aquella compostura edi
ficante , de aquel exterior humilde , de aquella hablita me
losa , y de aqueila aptitud beatífica ? ¿ Tanteene án'tmU cm-
léstibus ira ?
Dios le dé mas salud que á mí al Dr. Pedro Récio , que
en esta ocasión vino tan á tiempo á ser mi médico , como st
lo hubiesen llamado. La segunda parte de su Diarrea ha sido
para mí , lo que la aceituua para el que acaba de tomar la
quina. Lo he leido ya cinco ó seis veces , porque otras tan
tas son las en que he querido hacerme fuerza para pasar al
venerable Nistactes: y otras tantas también la» en que me he
visto precisado á acudir á eite mi buen compañero , para tem
plar mi náusea , y sujetar mi estómago. Es un dolor que este
excelente facultativo no menudée sus recetas : an' como tam
bién lo es , que un hombrecito tal como el Sr. Irenéo crea
en sueños , y se haya metido á soñador. Pero ¿ qué quiere V.?
De donde ménos se piensa salta una liebre : esto decía uno
apuntando al ala de un texado, .
No sabré d.cirá V. quantos han sido mis impulsos de ol
vidarme di todo lo demás, por acudir á despertar á este se
ñor durmiente, no por medio de un lego que lo llame al K'
fectorio ( hasta en esto se luce el sueño , pues los frailes son
llamados al refectorio con campana) sino por la voz de S Pa
blo en su carta á los efésio» : surge , qui dormís , et illúmi-
nabit te Christus. Mas cansado como estoi de variar mis pla
nes , y pareciéndome de mas utilidad el que actualmente ten
go entre las manos ; será preciso que el Sr. Nistactes me es
pere , ínterin tengo lugar de acudir á ese cascabel con que
nuévamente se trata , ó de distraerme, ó de acobardarme. Vol
vamos pues á nuestro Conciso, que merestá esperando desde
el 2a de Agosto: volvamos á nuestro Jomtob, que también
es mas antiguo que el Sr. irenéo ; y expliquémos á los dos ,
y en persona de ellos á toda Ja hermandad de liberales, esa
caridad cristiana que nos citan : el primero , para que los de-*
Xcmos escribir quantoae les venga á la cabeza : y el segundo»
para quá se acabe aquel escándalo de la religión de prouder.
5
y castigar á los impíos . y de violar á hombre alguno en el asi
lo de ella. Tratemos , repito , de esto por ahora , y mas ade
lante nos entenderemos coa el Sr. Nistactes : bL-nque si quiere,
puede y nuo debe desde lurgo asistirá mis sermones, y sa
car de ellos la parte que le toque; que ciertamente no será
pequeña , porque, quanto el Consiso yjomtrb nos dicen rela
tivo á la caridad, ha salido de la enciclopedia ; y quanto la
enciclopedia dice , ha sido torqado de lot caritativos y zelosoa
sectarios de Ja infame doctrina de Jansenio.
Dice, pges el Conciso hablando en general de lo* antili*
berales , y en especial del Diccionario la Diarrea y mi pri
mera carta , entre otras cosas igualmente preciosas , las si
guientes. " Así es que contra toda la caridad cristiana contra
»» los consejos del mas grande filósofo Jesucristo , contra los
»• mas obvios principios de moral , imprim.'n sin pudor , de-
»» sacreditan sm temer las penai del infierno ( atienda V. á
w esta añadidura , que parece hija de la Triple alianza ) que
» predican contra los desacrjdiudores (ya la lengua castelia-
» na tiene este terminito mas ) calumnian públicamente á d^s-
*9 pecho de la religión que lo prohibe ; de la religión ( vuel-
» va V. á atender) que ellos alegan para reprobar las calum-
" nias : trabajan ( aquí entra también mucho de lo del Sr.
w Irenéo ) por introducir la discordia y desunión con el raen-
w tiroso pretexto de aborrecer á Bonaparte.... Concordia,
n unión y caridad nos encarga nuestra reügion.... Estos , sin
»» pruebas , sin caridad , públicamente nos tratan de irreli-
n giosos , de impíos , hareges , materialistas , ateos : arro»
i» ga'ndose la autoridad y facultades que no les competen, y
tt excluyéndonos del gremio déla iglesia; de esta cariñosa
» madre que bu-cn al pecador, que abraza al arrepentido ,
» que perdona con generosidad las ofensas , y abre á todos
»v beoéfica log inmensos tesoros de sus gracias." Así el sa
pientísimo Conciso , y así también , no solo los demás cofra
des liberales , sino igualmente mucha buena gente , que á
fuerza da buena , ó no pueden , 6 no quieren persuadirse á
que Troya está en peligro de arder , por mas que lo cante Ca-
s.aadra , y vean el desembarco c. los griegos. Desenredemos ,
s
si es posible , este envoltorio de cosas : en poniando cnda una
en su sitio correspondiente, tendremos hecho quánto hai que
hacer en la materia.
Pregunto pues en primer logará estos mis señores : ¿qué
es lo que entienden por esta caridad , que Jesucristo liama su
peculiar precepto , á que S. Pablo reduce la plenitud da la
Jei , y á donde como á fin se encaminan todas las leyes y pre«
ceptos ? Yo no sé lo que entenderán ellos ; pero mal 6 biso
cümprehendo lo que debemos entender nosotros :á saber, aque
lla amistad que fundada sobre la posesión de Dios , á que as-
firamos como á nuestra eterna bienaventuranza, debemos con*
servar con todos aquellos que tienen , ó esperan , ó son capaces
de tener esta posesión. Me explicaré. Toda caridad es amis
tad ; mas no toda amistad es ni puede ser la caridad cristiana.
Como la amistad necesariamente exige alguna comunicación
de bienes entre los que se llaman amigos , tantas clases de
amistades deberá haber , quantas sean las clases de bienes en
que ellas puedan fundarse. A veces se fundan en los vicios 6
Jos errores : y estas se llaman amistades falsas, diabólicas, &c.
porque son falsos ó diabólicos los bienes que ellas escogen co-
j'no fundamento: á veces, en los bienes naturales , como pof
exemplo, el parentesco, la ciencia, &c. ó en las instituciones
civiles, v. gr. ia milicia, los públicos empleos, los diferen
tes destinos, &c. y estas pueden ser buenas , legítimas, y ca
paces de santificarse por la gracia , que nos conduce á la cari
dad da Jesucristo , ó si así se quiere, en que consiste la mis-
nía caridad ; pero aun no son la caridad cristiana, j Qua'l e»
pues el fundamento por donde esta se constituye ? g Quál e'
bien por cuya comunicación 'se verifica ? Dios : pero Dios , no
¿onsiderado puramente como autor del hombre , ni baxo de
ningún otro aspecto accesible á las luces naturales del hombre;
sino según que la divina revelación se io presenta como su
eterno , su único y verdadero bien , de que al presente goza
en esperanza , y en adelante ha de tener una bienaventurada
posesión. P;¡ra decirlo en una palabra : el grande bien por
cuya comunicación existe esra amistad que se llama caridad
cristiana , es el "que confesamos en los artículos dé* la fe >
7
quando reconocemos á Dios por glortficador.
De esta doctrina en qiu esfán convenidos todos los hijos
de la iglesia , salen dos consecuencias infalibles. La primera,
que donde no hai aptitud para gozar de Dios como glorifíca-
dor , no cabe la caridad cristiana , y así, no son objetos de
ella , ni las criaturas irracionales , que por naturaleza son in
capaces de esta fruición , ni los ángeles malos y hombres coa-
denados al Infierno, que aunque por naturaleza fueron capa
ces , ya han dexado de serlo por razón del estado en que se
bailan. La segunda , que donde hai la citada aptitud , es i¡¿-
cir , en todos aquellos que comprehendemos en el nombre de
próximos , Dios como glorificador es todo el fundamento de
esta dichosa amistad , en que consiste la caridad cristiana. Oi
gámoslo todo con quatro palabritas de Stc. Tomas. ( 2? 2se.
qüestion. 25 artículo i. ) Raíio diligéndi próximum Deutest :
toe enim debemus in próximo dilígere , ut in D¿o si/.
Esto supuesto , comenzemos a' hacer la aplicación. Están
en la posesión de Dios los bienaventurados del Cielo. ( Digo
los del Cielo , porque no me ño de muchos que parecen estar
gozando de Dios desde la tierra. ) He aquí un objeto de nues
tra caridad en estos hombres felices , que para nada nos ne
cesitan , y de quienes nosotros necesitamos como de mediado»
res que pueden ser para con nuestro único y supremo media
dor : y ojalá que los señores jansenistas hechos cargo de esto ,
no insultasen á muchos de ellos , que la iglesia reconoce poc
tales , y estos caballeros , que de por fuerza quieren perrene-
cer á la iglesia , no dexan de poner mas baxos que arranca
dos. Perdóneseme esta digresión que he creido deber á las cir
cunstancias del dia en que la hago, pues es el del glorioso már
tir Sto. Tomas de Cantorberi.
No están en la posesión de Dios las almas del purgatorio
( porque yo todavía creo quanto acerca del purgatorio cree la
iglesia católica , y como tal ha creido la de España ) no es
tán, repito, estas almas justas en la posesión de Dios , pero
están en la seguridad de obtenerla algún dia. Ya tengo aquí
otros próximos , á quienes por razón de Jo primero debo ayu
dar , ut in Deo sint •> y de quienes por razón de lo segundo
8
puedo ospenr que me ayuden , ya tea porque de»de ahora
pueden interceder por mí , como quieren unos, ya porque po
drán en adelante., como pretenden otros ; pues para el caso
es lo mismo , y cada quai abundará en su gemido en esta é
iguales materias.
No tk-nen ni la plena posesión , ni la absoluta seguridad
de ella los justos viadores , que de presente solo ven á Dits
como por espejo y en enigma. Estos se1 me presentan como
oíros próxiiiMs , á quienes debo ayudar con todos mis esfuer
zos , u( in D¿o sint , esto es, para que nunca se desmientan
de esta caridad , que de presente los une en parte , y de fu
turo los ha de unir perfectamente con Dios ; y de quienes de&o
exigir que hagan por mí los mismos esfuerzos , que yo estoi
obligado á hacer por ellos, para que mientras viadores tenga
mos una misnn alma y un mismo corazón en el Señor , y
quando comprehensores seamos una m'sma cosa con él : ut sint
uuum , sicut et nos. Qui adhaerel D¿o , unas sptritus eit. Y
dado caso de que la justicia de mis próximos no sea tal como
yo la concibo , y como él la debe tener : y aun de que toda
ella sea una refinada hipocresía ; nada pierdo , antes gano mu
chísimo en no meterme en estas averiguaciones , y suponer
bueno á todo aquel que de alguna manera no me conste ser
malo. La misma caridad que me hace desear su bien , me obli
ga mientras nada vea en contrario, a' (oponerlo bueno.
Mas veo en contra , es decir : se me presenta un próxima
de quien no puedo dudar que es pecador, porque le observo
y le oigo cosas que son manifiestos pecados. Desde aquí co
mienzan las dificultades, ¿ Djbo amarlo ? Indudablemente. Pe
ro 3 para qué ? Ut in Dio sit. Para que vuelva á Dios. ¿ Y có
mo ? Con su sal y pimienta. Detallemos . como dicen loi fran
ceses. El pecado que de este prásimo roe consta , consistió en
una injuria que m¿ hizo , calumniándome , por <éxempto i '1I<'
riéiidoma , robándome &c. En este pecado tai duí1 cosaí : U
injuria que me hizo á mí , y la transgresión del precepto di
Dios. Por lo qua toca á mi injuria , la debo párdonar , sacri
ficando á b carHTf cristima todos los resentimientos de mi ira
y da mi amor propio. Pero por lo que tota á la ofensa de
9
ni toi dueño de pe retornarla , ni la perdonaría sin hacerme reo
de la transgresión como él. Debo pues amarle : dilfgite 'mími
cas vestros : mas no .en quanto enemigo, porque por su hecho
loes también de Dios : sino en quanto hermano, en quanto
próximo : para decirlo todo , en quanto capaz que es , si se
arrepiente , de volver á estar en Dios , ut in Deo sit. Debo
¿acerle bien , aunque sepa que él ma aborrece , y puedo lle
gar en este punto al último grado del cristiano heroísmo. Mas
¿ qué clase de bien ? No el que le ayude á continuar en su
pecado, sino el que pueda moverlo directa ó indirectamente á
•alir de él. Debo en fin orar por mi próximo. Mas ? qué ei
lo que debo pedir en la oración ? ¿ Que continúe en sus desór
denes y pecados ? Esto sería aborrecerlo á él , y tentar á Dios.
Lo que debo pedir para él, para mí , y para todos , es que la
voluntad de Dios le cumpla en la tierra , lugar de desórdenes
y pecados , del mismo modo que se cumple en el Cielo , donde
todo es orden , justicia y santidad. Esto es por lo que perte
nece á mi propia injuria ; pero j y con relación al desacato
que se hizo á Dios ? ¿ Y con respecto al dafío que el pecador
se hizo á sí mismo ? ¿ Y con consideración al que de su peca*
do puede sufrir el próximo ? ¿ Y con atención al escándalo y
perjuicio público? Nuestros filósofos se desentienden de todo
esto , y desentendiéndose , se echan tan fuera de la qüestion,
que ni aun en el pelo le tocan.
No , señores filósofos : no es la caridad un amor tan de
satinado como el de la carnal concupiscencia , que arrostra por
todo, como logre tocar en el objeto que la inflama. Es un amor
bijode tarazón, fundado en la honestidad , inspirado por la
fe , y animado por el espíritu del Dios autor de la santidad y.
del orden : es el mayor de quintos. don,es nos vienen de lo alto,-
para formar un remedo del Cielo , aun desde nues-íra peregri..
nación sobre la tierra. Nada que desdiga de esto pu3de'sar ca
ridad : tojo lo que estorve para esto debe ser removido por la
caridad. Hija * instrumento de la candad es la misericordia.
¿ Y qué ? ¿ No aprendieron Vg. qtiando niños en que consis
tía las obras de misericordia? ¿ No se acuerdan d& r¡j; á
10
mas de las corporales , que suelen inculcarnos , las hai tam
bién espirituales :y que hacen tanta ventaja á las otras, quan-
ta un alma inmortal lleva á un cuerpo mortal y corruptible ?
¿ Qué quiete pues decir el catecismo , quando hablando de
estas últimas dice , la tercera , corregir al que yerra ? Prés
tenme Vs. paciencia , mientras se lo explico con las mismas
palabras de Sto. Tomas , que ciertamente filosofaba mejor que
la enciclopedia.
¡ » La corrección del délinqüante ( dice 2? aae. qüestion
m 33 artículo i. ) es un remedio , que debe aplicarse contra
9t él pecado que haya alguno comalido. Pues ahora ; este pe-
» cado se puede considerar baso de dos aspectos. El uno, es
w quanto es nocivo al mismo pecador : el otro, en quanto es un
m daño da. otros que son ofendidos tí escandalizados por él : y
w también en quanto es en perjuicio del bien común , cuja
m justicia suele perturbarse por el pecado de algún particular.
v> Resulta pues de aquí , que la corrección del delinqüente es
M de dos maneras. Una , que aplica el remedio al pecado , en
w quanto el pecado es un mal del que lo cometió : y esta
w es propiamente la corrección fraterna, que se ordena á la
9» enmienda del delinquiente s y como quiera que remover el mal
vi de alguno es lo mismo que procurar su bien , y procurar el
•• bien del hermano pertenece á la caridad , cuyo oficio es
» desear y obrar el bien para el smigo ; de aquí es, que la
H corrección fraterna es un acto d^ caridad, porque por ella
w excluimos el mal de nuestro hermano , á saber su pecado,
•» cuya remoción psrtenece mucho mas bien á la caridad,
w que le pertenece la de un daño exterior ó corporal : así co-
„ mo el bien de la virtud contrario á su pecado , tiene mas
., enlaze con la caridad , que el bien de su cuerpo y de lasco*
„ sas exteriores de que este se sirve. Por lo qual , la corree-
9) cion fraterna es un acto de caridad con mayor razón que
„ la curación de una enfermedad corporal, ó que la limosna
., por donde se socorre su exterior indigencia. La segunda
„ corrección es aquella que aplica el remedio al pecado del
,* delincuente , en quanto el tal pecado es en perjuicio de otros
It
* y principalmente en dado del bien , común : y esta corree-
v cion es acto de la justicia , cuyo oficio es conservar la
,. rectitud é igualdad de los miembros de la comunidad unos
„ con otros."
Ea bien , señores filósofos : vengan Vs. á cuentas con el
Rancio , y en persona de este con los otros sus compañeros ,
sin perjuicio de las que cada uno de estos tenga que ajustar
con Vs. ¿ Cómo estamos de caridad ? Sin Dios , según que la
fe nos lo da' á conocer , no hai caridad cristiana ni aun por
sombra. ¿ Estamos pues corrientes en esto de prestar un ciego
asenso á las verdades de la fe' ? ¿ Han dicho Vs. , ó han es
crito aí'M>, que directa ó indirectamente se oponga á la divi
na revelación ? Como en esto no haya tropiezo, todo lo demás
tendrá compostura. Yo he perdonado k Vs. quantos agravio»
personales me han hecho , y estoi pronto á perdonarles quan
tos puedan hacerme en lo que resta hasta la eternidad. Yo me
ofrezco á desdecir publicamente quanto Vs. me muestren no
haber dicho de ellos con verdad. Yo , si he dicho algunas ver
dades poco favorables acia Vs., miraré como una felicidad la
ocasión que me presenten por un sincero arrepentimiento, de
enterar al público de que ya han salido de su error , de discul
parlo en quanto la verdad y la caridad lo permitan , y de ha
cer el debido elogio de aquel heroísmo , de que solas las almas
grandes son capaces , por donde Vs. atrepellen todas las su
gestiones del amor propio , con tal de volver al camino de 1*
verdad. Les llamaré entonces mis especiales próximos, mis ín
timos amigos , mis queridos hermanos , y quanto me inspire
esta caridad que forma de los cristianos un solo corazón y un
tolo espíritu. Los compararé con los mayores hombres de la
iglesia ; con un Agustino, que no solamente supo de maniquéo
transformarse en católico , mas también retractar quanto le pa
reció no ser conforme con la verdad , ó estar poco explicado
en sus admirables escritos : con un Gerónimo , que después de
ana muí larga vida de estudios , no halló dificultad - en que
sus estudios y años cediesen á los convencimientos del joven
Agustino : coa un Tomas de Aquino, que en su Summa mudó
de opinión tantas veces , quantas se le presentaron refltxioaet
mas fuertes , que las qu? había adoptado an.wis anteriores es
critos s con un.....* mas si llega el (jasoque -deseo" , y no espe:
jo a yo buscaré otro centenar de ellos , con quienes hagan Vs.
coro. Yo ademas de esto, los distinguiré en mi afición , en mis
oraciones , y aun en lo poco que mi situación me proporciona
relativo á beneficencia.
Pero si no estamos en este cago , señores mios , si el peca
do existe , si es público, si es en escándalo de los flacos, ú
es en daño de la iglesia , si se encamina á transformar en atea
á la España , si Vs. pensándolo ó sin pensarlo , se han pro
puesto dexarnos sin altar y sin trono , si su sistema una vez
adoptado, lo que Dios no permita, va' á inundarnos de sangre
y de horrores ; en fin, si su conspiración es contra todo aquello
que vocátur Deus ¿ cómo se atreven á citarnos esa caridad,
cuyo principio , objeto y vínculo es el mismo Dios : y cómo
no ven que esa caridad que nos citaa , es precisamente su irre
vocable condenación ?
Si señor, Sf. Natanael : esta caridad que con su exemplo
y doctrina nos ha enseñado nuestro Salvador Jesucristo-, es la
que nos pone en la necesidad de obligar.al impío, ó á que dexe
de serlo, ó á que dexe de ser. ¿Puede concebirse verdadero amor,
que no venga acompañado del zelo? ¿Qué amor, pues s?ría al del
pueblo ó del príncipe cristiano háciasu Dios, que oyé^ fríamente
las blasfemias con que un picaro qualqtiiera insultase á este
señor , á su verdad , á su esposa , á su ministerio , &c. &c. ?
¿. Acostumbra V. manejarse así con las personas que ama ? ¿Lo
acostumbra algún hombre? ¿ Hai algún exemp^o cjs esto siquie
ra entre las bestias ? Vengamos á los próximos. En. el aso de
que ó haya de perecer temporalmente el culpado., ó de que
haya de arrastrar consigo á la eterna perdición al inocente
¿ quál de los dos partidos deberá escoger el que sepa siquiera
qué cosa es caridad ? Pues ¿ y quándo no es un solo inocente »
sino también toda la muchedumbre la que tropieza en el es
cándalo , y á quien amenaza el peligro ? ¿ Qué diría V. del
que por no cortarse un dedo podrido , permitiera que este le
corrompiese todo el cuerpo ? ¿ Qué , del que por no excluir
4¿1 rebaño la oveja sarnosa , consintiese que el rebañj todo se
'3
¡f inficionase de sarna ? ¿ Qué . del que por no apagar á qual-
quiera costa una centella , expusiese d arder toda su casa ? P<?-
rt'z^a pues el malvado , antes que todos perezcamos con él.
AM lo inspira la caridad , cuyo perpetuo cara'cter es preferir
fl bien común al particular , y cuyo principio es el rri'smo
Dios, según que es el eterno bien de torios los hombres. Perez
ca, repito, por que así lo inspira la caridad , no solo con re
lación al Dios d? quien blasfema , y al público á quien escan
daliza , mas también al mismo delinqüente á quien castiga, y
a" quien , ya que no ha pedido reducir al camino de la salva
ción , quita de la ocasión de hacer su condenación cada dia
mas terrible. Si V. , Se. Jomtcb , fuese horrare de bien , y
como tal escribiera de hiena fe, se haría cargo de dos cosas,
de que se desentiende, y en las quales esiriva toda la dificul
tad de la qüestion. La primera , tjUe ni la iglesia ni sus prín
cipes acuden á las medidas de la severidad, hasta haber eva
cuado quantas la ingeniosa y fecunda caridad inspira :y Ja se-
guada , que hai hombres tan depravados y tan tercos, que ó
no temen mas que al castigo, ó prefieren el castigo á la emien
da de su depravación. Este era el caso q'ie V. debiera haber
tratado , porque este es el que »e disputa. Quien vea á V. in
culcando la caridad , la mansedumbre , la persuacion., la dul
zura , <&<;. y no tenga idea de nuestras cosas ; creerá que no
sotros nos conducimos con los hereges , como todo el mundo
se conduce con Jos ladrones , que en el punto de ser cogidos, no
tienen que esperar sino el castigo. No señor : y V. es un im
postor en hacer que se piense así. Si en el conocimiento de
e*te delito no hubiese de mediar nuestra santa madre la iglesia,
el crimen de heregía es digno de mayor y mas pronto castigo,
que todos los delitos que conocen los códigos civiles ; mas
porque media esta piadosa madre, á quien V. tan sin justicia
infama , este crimen el mayor de todos , no sufre el suplicio
que le destinan las leyes civiles , hasta que ha frustrado todos
los piadosos oficios , con que la caridad cristiana trató de evi
társelo. ¿ Dónde está aquí pues ese escándalo de la religión ,
que V. tan impía como ignorantemente nos dice ?
£1 mismo espíritu de impiedad é impostura se dexa ver:
14
en Ja escandalosa expresión de que ninguno debe ser violado en
el asiJo de su religión. ¿ Da qué religión habla V. ? Si de la
interna solamente j quándo , ó cómo ha sido alguno violado
en ella. ? Si de la externa ¿ qníndo , cómo ó entre quienes se
ha llamado e«ta un asilo , mientras es una sola la religión de
la patria ? Persiguen las potestades eclesiástica y civil al que
de palabra , por escrito ó de obra , se ha dado á conocer como
impío : v. gr. al que públicamente blasfema , al que da al pu
blico un escrito lleno de impiedades , al que escupe á un cru-
cifixo , ó hace igual atentado donde puedan verlo las gentes,
j Y á estas obras , escritos y palabras, tiene V. la avilantez de
llamar asilo ? ¿ Y es V. el que á semejanza de la lona conti
nuará en su órbita , á pesar de los peños que le ladren ? j Ab,
Sr. Jomtob I su enfermedad de V. necesita de una curación al
go mas seria que la de los ladridos.
Vamos ahora nosotros, señores editores del Conciso. ¿Han
meditado Vs. ya la respuesta que se debe dará los franceses,
quando nos ponen el argumento de que hice mención al concluir
mi última carra ? Lo que Vs. me digan que debo responderles,
eso mismo es lo que respondo á Vs. Pero como Vs. no
han de responder , ni son capaces de ello , me tóma
le yo este trabajo , de que me prometo mas fruto por
parte de los franceses que por la de los filósofos. Los franceses
son próximos ; porque mientras no acab-; de llevárselos el dia
blo, todavía cabe en ellos la emienda, y pueden merecer gozar
eternamente de Dios. Pero los franceses son pecadores. Si su
pecado no fuera mas que contra mí, estaría en mi mano per
donarlos d? un todo , hacerles el bien que pudiese , é impedir
que por mi causa otros les hiciesen al^un mal; aunque siem
pre mz quedaría la obligación de procurar su emienda por me
dio de la corrección fraterna , en las circunstancias y casos
en que esta nos obliga. Mas su pecado es ademas contra mi
patria : y no ai co.no quiera contra mi patria , mas también
contra todas y cada una de las cosas que encierra esta palabra:
contra el Dios , contra la religión , contra el rey , contra Ja
legislación, contra la libertad, contra las propie Jades , contra
ei total y contra cada uno de ios hijos de la patria. No sol
pues duefío de p3rdonar á estos próximos, que no tienen de
amigns sino una remota probabilidad . y que por todo lo demás
son verdadiros y atroces enemigos. La caridad misma puesque
me liga can Dios , con la nación , con el r-ei, con su gobier
no , &C4 me impone la obligación de aborrecer á estos infames,
que vienen á disolver todos los vínculos de esta sagrada unión ,
y á esforzarme á poner quantos medios esfen de mi parte, pa-
•ra que desistan de este atroz intento , ó lo pierdan todo si in
sisten en su exccucion. Así que , si veo á un francés que ar-
loja el fusil , y me clama pasa do ; ya reconozco en él á ua
próximo , á quien debo favorecer. Si lo veo que se encamina
¿ mí con su sable en la mano . podré ( si me parece ; porque
por los demás no entro , aunque no repruebo á los que en
tran ) dexarme matar con el objeto de no matarlo , y expo
nerlo á una segura condenación. Pero lo mas cierto será , que
diré : tantos á tantos . primero soi yo : y si el amor que ma
tengo , es la regla del que debo al próximo , antes que el re
gulado es la misma regla ; y próximo por próximo , mas
próximo soi yo. Mas no estamos en ninguno de estos dos ca
sos ; porque la injuria no es á mí solo : es á Dios , cuyo ho
nor vale infinitamente mas que toda la Francia ; es á mi
Jí,ei , por cuyo honor debo sacrificar todo lo que no pertenez
ca á Dios ; es á ini pobre patria , á quien estos picaros van
á despojar de quanto tiene, y espera tener de precioso. Du
ro pues con ellos. Si puedo , con las manos y con todos lose
auxilios : y si no puedo , siquiera con la voluntad, con las
oraciones , con la pluma , y con la voz. No es así , »eñores
Concisores , cómo Vs. responderían á los franceses que se les
quisieran colar con el nombre de próximo». Presumo que di
rán que sí , aunque no sea mas que de cumplimiento. Ea
pues ; aunque no sea mas que de cumplimiento , den á todo»
los cofrades liberales esta mismísima doctrina , con que yo
trato de rechazar las reconvencióos que Vs. me han hecho ,
alegándome los derechos que la caridad cristiana da á aquellos)
como á los demás próximos : y exponiéndome que no debí
tratarlos como los he tratado en mis cartas.
Lus filósofo* son mis próximos ; no lo negaré , ni permita
i6
D:->s que Id niegoe ; pero ¿ qué clase de próximas ? ¡ Mise
rable de mí ! Yo no encuentra otros que mas bien merezcan
el nombre de remotos. Yo echo me'nos aquella caridad que
forma la unión de los verdaderos hijos de Dios con Dios mis
mo , y abraza á todos los miembros vivos de su iglesia, tanto
triunfante , como purgante y militante. Yo veo rotos también
los sagrados lazos que reúnen á los justos y pecadores en la
iglesia visible , á saber , la fe y sus sacramentos ; porque veo
á los filósofos desdeñarse de la fe , y oigo también que huyen
de los sacramentos : y quando no huyan , sé que la iglesia
excluye de ellos á todos los que , como los filósofos , se ha
cen reos por la pública renuncia de la fe. Yo veo todavía
mas : porque sé que aunque el herege no tenga la verdadera
creencia , tiene al menos una que él reputa por tal : y aun
que el mahometano no crea mas que absurdos y delirios , cree
biu embargo que su creencia viene de Dios : y tanto el uno co
mo el otro suponen que Dios nos habla , y que debemos ad
mitir lo que nos diga Dios. Pero los filósofos minan toda re
ligión por sus mismos cimientos , y nos arrancan de raiz el
árbol de nuestra esperanza , suponiendo que Dios no ha ha
blado , ni ha habido necesidad de que hable , y dado caso
que haya hablado , no tenemos obligación de escucharle. Ven
gamos á los próximos. Yo veo que los filósofos , lejos de en
caminar á Dios al pueblo español que es católico , lo están
escandalizando , y lo extravían en todo lo que pertenece a
Dios , al reí , á la patria , á todos y á cala uno de nosotros,
y aun en todo lo que el hombre se deba á ti mismo. En supo*
sL-ion pu;:s de que estoi viendo esto , ruego á Vs., seiwres
Concisos , que mi digan si no merecería el nombre de preva
ricador , y aun de sacrilego y enemigo de Dios y de los hom
bres , si desentendiénJome de tanto error , de tanto escán
dalo , de tanto daño , y de tanto peligro como tengo á la vis
ta contra la caridad de Jesucristo y de su cuerpo místico, cuyo
»umo bien es esta misma caridad ; no les saliese al encuentro^
porque descubro en ellos una razón ds próximos , fundaJa
puramente en una capacidad metafísica
Ya oigo á Vs., . señores Concisores, gritar : calumnia, ca-
a. Pero , señores míos : ¡ ojala que lo fuesa ! Yo mira
ría como una felicidad la precisión en que Vs. me pusiesen de
desdecirme , aunque fuera del modo mas ignominioso. Mas mi
dolor es, que no hai tal calumnia : que Vs, la reclaman so
lamente porque no pueden por ahora otra cosa ; y que en ves
de trabajar en disiparla , arrancando de los filósofos una re
tractación , ó dando Vs. una legítima explicación á sus erro
res, no se esfuerzan sino en darnos motivos sobre motivos, pa
ra qua no dudemos. Ya he dicho en una de mis anteriores,
que corriendo el tiempo me dedicaré á texer el catálogo de er
rores ó impiedades , que en parte he leído , y en parte me han
dicho haberse escrito y propalado. Por ahora t^ngo bastante
para cerrar á Vs. !a boca con las siguientes reflexiones.
Díganme en primer lugar : g es calumnia ó juicio sinies
tro anunciar qua hai fuego , donde se ve que hai humo ? Es.
pues : humo de impiedad es la lección de los libros impíos : y
este humo se está dexando ver, tanto en las citas honoríficas ,
que por muchos se han hecho del Rousseau, del Montesquieu,
de la enciclopedia , del sínodo de Pistoya , y otros tales ;
quanto en las sentencias y plagios que hasta con las mismas pa
labras de estos impios, estamos leyendo en Jes papeles públi
cos. Humo es de impiedad , quando no sea la impiedad ñus-,
na , el odio contra los ministros , ó por decir lo que es , con
tra el ministerio de la iglesia ; y las acusaciones vagas y ge
nerales que se les hacen , como de gente supersticiosa y pro
motora de la superstición, ignorante y propagadora de la igno
rancia, y que ni piensa, ni enseña , ni obra , sino según le su
giere su interés y su afán da pasarlo bien sin trabajar, vivien
do como aa'nganos del pueblo cristiano. Desde Wiclef acá' por
esta abertura han comenzado á ahullar todos ios hereges é im
píos, j Y de qué otra cosa , sino de estos sucios sarcasmos re
llenan Vs. sus papeles, y texen sus miserables apologías ? Hu
mo de impiedad es la depredación de los bienes de la igelsia j
áe los eclesiásticos , y quanto se escriba y se proyecta para la
tal depredación , como desde Cristo hasta nosotros han demos
trado paipsblemen/e los perseguidores , los hereges , los cris
tianos de solo nombre, que en todos los siglos han existido. Y
3
í8
á V., Sr. Conciso, no se le habrá olvidado , que juzgó dignas
de dos suplementos á su insulso papel , las dos discusiones en
que se ventiló esta materia en el Congreso : y que recogió en
los tales suplementos quanto el calor , la imprudencia , y no
sé qué mas , puso en la boca de algún otro de los señores dipu
tados , que merecía haberse dexado eu un eterno olvido ; y que
la sabiduría y piedad del Congreso supo corregir por su justo
y religioso decreto en que mandó, no que se tomasen los bienes
de la iglesia , sino solo que se exórtase el zelo de los obispos
para la entrega de lasalajas que ellos no juzgasen precisas para el
culto divino. Humo de impiedad , ó acaso impiedad manifiesta,
comenzó i ser desde ahora tres siglos la pretensión de algunos
protestantes, que olvidados de la doctrina de sus «fes, pre
tendieron que cada uno pudiera escribir lo que se le viniese
á la cabeza sobre la religión y su doctrina. Pues ya V». saben
que esto mismo fué lo que solicitaron quando la discusión da
la libertad de imprenta , y esto mismo lo que están practican
do , á pesar de la espresa excepción que hizo el Congreso ,
quando concedió únicamente la libertad política. Quando los
filósofos querían dexar de serlo para hacerse cristianos , que
maban á presencia de los fieles los malos libros que tenían:
mullique eorum ( se dice en los Hechos apostólicos , capítulo
19 ) qui fuerant curiosa sectáti , contulérunt libros , tt cam-
bussérunt coram ómnibus. Vs. pues , que toman el opuesto ca
mino , poniéndonos en las manos libros y papeles que son ca
paces de descristianizarnos ¿ cómo extrañan que les digamos lo
que les decimos ? Humo de impiedad es el atentado de que una
mano profana quiera manejar el turíbulo; de que un temera
rio sin autoridad quiera enderezar el arca santa , porque su
ignorancia le hace creer que titubea ; de que una oveja usur
pe la comisión de su pastor; de que un perdido que de pies á
cabeza está necesitando de reforma , se intitule y aspire i ser
reformador : y este atentado es el prospecto con que Vs. todos
se nos venden , y el miserable pretexto con que tratan inútil
mente de cubrirse. Humo de impiedad ; mas correrlo to
do , sería obra mui dilatada. Dexemos el humo, y vengamos
»1 fuego que lo despide»
r9
No son una impiedad sola , sino el resúmen de todas las
impiedades , los sacrilegos versos de ese malaventurado poeta,
que ha debido su elevación á la filosofía.
j Ai del alca'zar que ai error fundaron
La estúpida ignorancia y tiranía !....
impresos en Majrid el año de r8o8 , y reimpresos en CáJia
en el de 810 , en que la religión cristiana rs tratada de error,
la fé católica llamada ignorancia , las leyes que la promueven
tiranía, y la silia del vicario de Jesucristo monstruo inmundo.
Impiedad manifiesta , y que va á coincidir con la que acabo
de citar , es la expresión que del Jacobino Gregoire estampó
en sus Reflexiones sobre la Inquisición otro tal como el pa
sado: Ioí Papas y les déspotas hicieron una liga criminal para
remachar los grillos de las naciones. Impiedad es , y principio
de todas las impiedades , negar la existencia de la futura re
muneración : así como el primer paso para toda piedad es en
dictámen de S. Pablo creer y suponer que existe. Y esta impie
dad , en que se fundan todas , apareció en la Triple alianza :
con la circunstancia de haberse repartido este indigno folleto
á todos los señores del Congreso , de haber habido en él quiea
lo patrocinase y adoptase , fuera del Congreso filósofos que lo
defendiesen , y ni ¿entro ni fuera uno solo de los que se han
dado á conocer por filósofos , que lo impugnase. Impiedad es
impugnar y burlarse de la profesión religiosa que se hace con
forme al espiritu de los consejos evangélicos , y está declara
do por la iglesia como dogma ser el estado mas perfecto : y el
impío papel titulado, Libertad á las doncellas españolas , com
bate , se burla , y blasfema de aquel estado de perfección , en
cuyo seno vive la mas ilustre porción del rebaño de Cristo.
Compendio de todas las impiedades , curso completo del ateís
mo , cartilla revolucionaria, y quanto de depravado puede
haber, es el pacto social del ateo Juan Jacobo Rousseau : y
esta obra incendiaria, que no dexa ni altar , ni trono, «ni
honestidad, ni justicia , ni cosa alguna buena , es el libro
maestro de donde han salido las Reflexiones sociales de D. J.
C. A. las obras contra el tribunal de la fé , el nuevo Robes-
pierre con muchas cosas del antiguo , la mayor parte de la
so
doctrina de los Duendes , la Tertulia patriótica . algunos Co-
municadot del Redactor , las Variedades del Diario mercan-
íil ; y para comprehenderlos á todos , la Representación que
á favor de la libertad de imprenta, firmaron qué sé yo quaa-
tos liberales de los que existían en Cádiz , y luego dio a lúa
un tal Santurio , cuyo Concison con los- documentos citados
arriba demuestran hasta la evidencia la mucha razón , conque
en Cádiz y fuera de Cádiz se grita por todos los españole»
católicos : impiedad , ateísmo , Jacobinismo , &c.
V. , Señor Conciso , aunque hasta el presente no ha adop
tado todos los puntos de la doctrina de sus compañeros , los
dexa mui atrás en el artificio y malicia con que se encubre
á veces , y á veces se descubre. En mi concepto V. es nues
tro peor enemigo ; porque no lo hai peor » que el que vie
ne disimulado: y porque en sus inedias palabras y malignas
insinuaciones raya hasta donde no es fácil descubrir. Desd¿
que V. comenzó á soltarse , que fue á los mui pocos días da
nacido , no ha llegado á mis manos alguno de sus papel??,
que no me hayan recordado aquellas expresiones , con que S.
Pablo prevenía á los fieles de Fu/pos de lo que debían cau
telarse , y que parecen dictadas precisamente contra V..: flt-
déte canes : vidéte malos operarios : vidéte COXCISIONEM. j Lo-
quiere V. mas claro ? Pues atienda á la aplicación. Propie
dad de los perros es ladrar y morder : y laJrar y morder el
quanto V. ha estado haciendo de quince meses á esta parte»
Ha ladrado y mordido á varios de nuestros generales , con sc-
los los antecedentes que le han presentado los rumores del
vulgo , el calor de ía rivalidad , ó tal vez su propia precipi
tación. ¿ Y qué cosa puede darse mas funesta á nuestra buena
causa ? Si como todos ellos han sabido despreciar los ladridos
de V. , hubiese habido un Narcetes que se hubiera agravia
do, y hecho lo que aqual famoso capitán , quando la impru
dente emperatriz lo envió al telar y la rueca ¿ qué tela no pu
diera haber urdido en daño de á la afligida patria ? Y si los la-
dados y mordiscones de V. hubiesen causado todo el eflvro
que se prometía g que hombre de bien se habría prestado ni
prestara á mandar un exército , sableado que su reputación y
2I
tu honor ptndia del capricho del Conciso ? Por otra parte ¿ á
quánto peligro no exponen semejantes palabrerías á qualquier
inocente ? Inocente parece que estaba el pobre de D. Benito
de S.Juan : al ménos así se dixoen el Semanaria patriótico,
sin que el gobierno haya dicho cosa en contrario ; y no puede
oirse sin horror la inhumana carnicería que se hizo de su cuer
po , acaso de resultas de una voz tan infundada como muchas
de las de V. ¿ Quien lo ha hecho juez de nadie ? ¿ No tiene
ya la España gobiarno ? ¿ Quien sino el mismo demonio ha
podido meterle en la cabeza que la opinión pública ( como
V. la califica) es un competente tribunal ?,¿ Puede darse ua
juez mas precipítalo ni mas loco que el vulgo ? ¿ No ha leí
do V. siquiera la fábula de Pedro, en que el imitador del gru
ñido del lechon fué antepuesto en la opinión del pueblo al
verdadero que gruñía ? ¿Quién lo ha autorizado para hacer
se acusador público , sin quedar sugeto a la pena del talion5
¿ En dónde ha aprendido esa maldita filosofía, por donde pro
mete publicar quantas faltas sepa , y por donde aconseja á
sus compañeros que se valgan en tales casos de sarcasmos ?
¿Es esa la facultad que V. entiende concedida en la libertad
política de la imprenta ? ¿ Puede el Congreso , puede la na
ción toda , puede todo el género humano que para ello se jun
tase , abolir el octavo precepto del Decálogo , en que Dios y
la naturaleza condenan el insulto , la detracción , la irrisión »
y la maledicencia ? j Filosofía indigna ! ¿ Soiamenee entre tu»
charlatanes hubiera podido tener cabida la especie , de que
quien se viese ofendido por la imprenta , acudiera á la im
prenta misma para defenderse, ó á un tribunal para que cas
tigase al ofensor ! ¿ Cónque si á un picaro se le pone en la
cabeza escribir contra mí , tendré yo que escribir contra élt
¿ Y si nó soi hombre capaz de esciioir ? ¿Y si no tengo coa
que costear la impresión ? ¿ Y si á mi papel le faltan las gra
cias de que se paga el público, ó el tunante se da traza a de
sacreditarlo ? ¿ Y de qué sirve la pública autoridad, si no»
sirve para defender el honor del ciudadano, que muchos de es
tos estimsn en mas que la vida ? Iré á un juez , y me quexa-
ré. Mas ¿ por qué se de dar márgená que yo me meta en ua
ai
pleito , que estaba excusado coa que nadie sino el gobierno
velase sobre mis acciones ? ¿ Y por qué he de gastar yo en
este pleito el dinero que tengo , ó no tengo ? j Y por qué he
de tener que litigar sobre una buena fama , en cuya posesiuu
estaba , y que no debió ponerse en duda , siao después de un
público delito ? Y dado caso que la sentencia sea en mi favor
¡cómo podrá ella pronunciada en un tribunal, resarcir la in
famia de que me ha cubierto un impreso, que ha podido cor
rer por todo el mundo ?
Ha ladrado V. y mordido á todo el estado eclesiástico,
hasta el extremo de creer que decía lo bastante para defen
derse de las acusaciones , que con tanta justicia le hacian al
guno» señores diputados , anunciando que eran clérigos. Pera
j sabe V. por ventura hasta donde llega la atrocidad de este
hecho? ¿Sabe el daño que ha causado al interés común de la
religión ? j Qué será de esta si el pueblo llega á desconfiar de
los que por su vocación y ministerio son los únicos de quienes
debe aprenderla ? Pecado es este que S. Agustín reputa mayor
<]ue el de los que crucificaron á Jesucristo, y Sto. Tomas gra
dúa de blasfemia. Véanlo los que quieran en ia 2n. aae. qüesti 73
art. 3.? arg. 1.? y su respuesta. -
Han lanrado Vs. y mordido á quantos diputados del Coa-
greso no han entrado por las ¡deas liberales : seaaladamente
por la de la libertad de imprenta , que como Vs. la querían,
y coinb la están usando , y como muchos señores la impug
naban, y como no la concedió ni la pudo conceder el Congre-
~go , ni bai en la tierra facultad para concederla; iba á echar
'por tierra el primero y segundo precepto del Decálogo. Mas
todavía hallo yo uña mayor injuria que la de sus mordiscones
y ladridos, en ia apología , peor que todas las invectivas,
que hace el ridículo papel del Concisin menor , de los mismos
á quienes ántes había mordido su atrevido y rabioso padre.
También Jos perros tienen la habilidad de menear la cola ,
y hacer fiestas á Jos que les dan pan y agasajan : y en este
particular, Sr. Conciso, puede V. 1 Jamarse el Proto-pcrro
de toda ]a cofradía. Y se lodixoá V. el Soñador desasearé-
1 xjuias , cuyo testimonio por ser doméstico, es de mucho peso
*3
para mí : pero ántes que él Jo dixese , ya lo estábamos todos
viendo en sus pedantísimos papeles. ¿ Se acuerda V. de aquel
dignísimo de marras , qne con la velocidad del rayo lo disipa
ba todo t y de aquellos otros sahumerios , que en prosa y
verso ha prodigado ? Dígame por Dios ¿ creia V. de verat
aquella dignisimidad que decia ? Si la creía, seguramente pue
de creer que los borricos vuelan : y si no la creía , como pre
sumo ¿ qué quiere que pensemos de él ? Dígame otra vez ¿ qué
encantador es el que trae al lado, que continuamente le trans
forma los Müjetos , p3ra que celebre hoi al que mordió ayer ,
siendo el mismo mismísimo que era ayer el que celebra hoi ?
Dexo otras cosas , por no alargarme. Con las dichas basta ,
para que le venga á V. como nacido aquel'o que S. Pablo no»
dixo acerca de que acechásemos los perros : Videte canes.
Vengamos a las malas obras. Ciertamente no se la han
hecho Vs. nada buena á la religión , desacreditando , ó tra
tando de desacreditar i sus ministros , y vertiendo las muchas
especies , tomadas de sus mayores enemigos , en que abun
dan el Conciso» , la Carta al Conciso , la del Soldado , la Pe
luca , y qué sé yo que otros papeles , inclusos los de Vs., que
son los caporales. Tampoco me parece que han ayudado mu
cho á la causa pública , con tanta cosicosa como han suscita
do : con tanta desunión como han metido : con tanto como
han trabajado á fin de que el nombre de Fernando VII suene
ménos de lo que sonaba , 6 casi haya dexado de sonar : con
tanta licencia como á su exemplo han tomado mil cabezas li
geras , para hacerse jueces de quai>to se obra y se dexa de
obrar : con tanto desorden como el que están produciendo esa»
malaventuradas ideas de igualdad que han cundido , y por
donde todos quieren mandar, y nadie obedecer: con tanto.....
j qué sé yo 1 ¿ Ni quién es capaz de calcular los infinitos ma
les , de que V. y sus compañeros bao echado las funestas se
millas ? S.ñálenine un solo bien que hayan hecho. Yo no en
cuentro otro , sino la cesión que hicieron , no sé qué dia . del
producto de su papel en beneficio de un hospital. Mas para
que esta obra , que en sí misma era buena , tuviese también
algo de malo , Vs. también la publicáron no sé quintas vece»
34
en sus ostentosos escritos. Díganme por Dios ¿no tonian ai mil
cofrades, a' quienes pedir que la publicasen , siquiera para evi
tar la reconvención de hipbcritas , que por derecho de repre
salia voi i hacerles ? De hipócritas , si Sres. : y nada raéoos
que con las palabras del mismo Jesucristo en el capítulo 6 de
S. Mateo : cum ergo fácis eleemósinam , noli tuba ciñen ante
te , sicut hipócrita faciunt. Y ya Vs. saben , que un impreso
que corre por toda una nación , hace mas ruido que un cla
rín , que solo se oye en el recinto de una ciudad. La única
obra buena pues de que Vs. pueden gloriarse , es la de haber
contribuido á la apertura del teatro: de esa escuela de todas
las virtudes , de ese semillero de héroes de la patria , de ese
taller no quiero calentarme. No es poco lo que la afligida
Dación se ha calentado con esta buena obra. Quedemos pues,
Sres. Concisores, en que les viene á Vs. como de perilla el
malos operários , que nos manda observar el Apóstol.
Vamos ahora con la concisión , que consiste en dividir ó
cortar á pedazos. ¿ Cómo estamos en este punto ? ¿ Nos de-
xan Vs. entero á nuestro Señor Jesucristo ? Mas claro. ¿Re
conocen en este Señor no solamente á un hombre , mas tam
bién á un verdadero Dios ? No extrañen mi pregunta. Vs. lo
llaman el mayor filósofo : y por este nombre j^mas ha sido co
nocido en el mundo, hasta ahora poco que se lo dió el impío
Rousseau , para quien no hai Dios alguno , tomado de la
doctrina de los soncinianos , que no reconocen en nuestro Sal
vador mas que un puro hombre. g Cómo estamos pues ? Fi
lósofo quiere decir , amante ó amador de la sabiduría. ¿ Igno
ran Vs. que Jesucristo es la misma sabiduría del padre ?
Christum De»".... sapientiam. Amador de la sabiduría significa
naturalmente á uno que la busca entendido en que no la tiene:
ó quando supongamos que la tiene y la ama , siendo Jesu
cristo la misma sabiduría por esencia , llamarle filósofo , es
llamarle amante de sí mismo. ¿ Y qué mayor pedantería que
esta interpretación , la única que puede admitir un buen sen
tido ? ¿ Llamarían Vs. al sol candil del dia ? Pues mas ridí-
«jiih es aun la tal aplicación de filósofo atribuija al verda-
, v .i Dios. Escojan pues entre esta pedanteiía y aquella ira-
*5
piedad-loqué quisieren : y hagannoi el'favor, ó óVnó nom~
bramos á Jesucristo según los estatutos que hasta aqui han
guardado , 6 de nombrárnoslo como le nombramos, todos los
católicos: nuestro }Di.os^ nuestro' RetfeMvrr nuestro, divino maesy
íro ; él'ihijó de>'tohsi el Verbo eterno^i¿c. ' ' ■ A> '«.••:«
' 3 Hagamos tránsito de este Sjííor, que es nuestra cabeza , á
su cuerpo místico, que somos nosotros. Es una verdad la "qué
Vs. inculcan qu3ivdo nos dicen": concordia , unión y caridad
nos encarga nuestra religión : asi cohio también lo es aquella
otra , que desde que empezaron' sus usurpaciones , no cesan de
repetir los francesas : que nuestro Dios es el Dios di la fnt\
También es verdad ( oxala' no lo fuese) que esta concordia \
esta unión, esta caridad y esta paz, están turbadas. Pero ¿I
una impostura y una injusticia mas claras que la luz del día}
la que ábrazan Vs; quando diceu que mis compañeros y yo
trabajamos poc introducir la discordia y desunión « si 'es que
por estos palabrones entienden lo contrario de la concordia y
unión , que la religión cristiana prescribe. Deus charitas est,
nos dice ella, et qui manet in charitate, in Deo manet. En de-
xándó pues á Dios por la banda de afuera, ya ni hay, ni pue
de haber ui aun concebirse la tal caridad. Item : como quita
da la causa , necesariamente se quita' el efecto ; quitada la
verdadera caridad , esta' quitada infaliblemente la unión, que
es, ó* la misma caridad, ó su primer efecto, y la concordia y
la paz que á ella se siguen. Habrá sin Dios unión; pero ¿quo
clase de unión? La que anuncia el salmo quando dice , que'
los reyes y prihtipes de la tierra convinieron en uno contra Dios
y contra su Cristo: la que tiene el senado conservador con su
Napoleón Buon^parte , y la que guardm entre si los ma
riscales y genéreles sus agentes : la que reúne las compañías"
de salteadores ; en una palabra, todas aquellas que forma e!
mal, sea como agente , sea como fin. Habrá concordia, habías
paz. Pero ¿ que género de paz y concordia? La mas falsa yl
perniciosa que puade exbtir: la que se describe en el li'bro de
la sabiduría como propia de los impíos, quando se dice í1 in
magno vhoentés inscitice bello ( que es lo que á Vs. les está su
cediendo ) tot et tum magna mala pacem appellant: que quie»
4
•6
re decir (porque es lástima qaerio le reofienda todo, el mtmr
do ) q*jc los impíos , viviendo entre las guerras y debrAe* que
taima su ignorancia^ ¡laman paz á esta multitud de gruvh'mos
males. Pregunto yo ahora g y esta unión y esta paz d? que
acabo de hablar , son las que recomienda la religina ? ¿Son la»
que nos ha traiJo Jesucristo ? Oigan Vs. la respuesta de es
te Señor : ntw veni pacem mittere , sed gladiunt : no he vroita
yo a. traer esta paz , sino la guerra que debe destruir!;. Fe**
gftim separare honúneny á paire fuo , &c. Lejos de prom^vr
estas uniones crimínales , he venido á separarles , Insta el¡e^j
tremo de dividir , si afuere necesaiio , al hijo de su padre , a
la mug?r de su marido, &c. y á intimarles que el. que amre i
alguno de los suyos mas que á mi , ya no es digno de mi. ;D?
flual de estas dos paces y concordias hablan Vs. , Sres. del
Conciso ?•, Si . de la segunda no fué esa la que traxo, Je^ucriif
to, sipo la que impugnó : y en este caso , los que hacemos su
causa, no somos les agentes de este Dios según que es el 3<i«
tor de la verdadera paz, sino sígun que es el Dios de ¡os
exérciros , y nos manda pelear por su causa. Si de la prime
ra; , diganaos. ¿ con q-ue frente se atrcVfn á cajumoiarors co-
mq', autores ie la discordia ? ¡, • ... ,¡. - . ,
i ¿ Quien&s son los que la han traído ? j Quienes los que pi*
ra colmo de nuestros males han perturbado nuestra concordia.'
La teniamas relativa i la religión que adorábamos. ¿Quienes
son los infames que on aflo ha la están. tratanJo eje ignoKinci.i|
y superstición ? La- teqiamos acerca de su ministerios cuya,
^anudad «abjarnos distinguir de la depravación di este , de
aquoj y del otro de sus ministros. ¿ Quieqes son los irnpos'o-
res que por los vicios de algunos ministros defiren constante
mente el ministerio? La teníamos acerca de la Inquisición, cu
ya exi.->tenc;a mirábamos como antemural de tod>j los peligro?.
¿-Quienes, son los enemigos furiosos de este sagrado tribunal ?
La teDiarnos aefrea de la, profesión religiosa, que la iglesia ha-
consagrado como hija de! evangelio, y de que la Espriña ba
recibido mas de las dos teicias partes de su gloria.. ¿ Quienes
son los que no sí dignan de contar i los frailes y las monjas
ni ajio entr% los gitanos,y veiduleras ? La teníamos aceres di.
"»7
: nuestro monarcai, cuya autoridad recoirícianTtM , ¿uyas virtu-
-d'j> casi adorábamos , y cuyas detgeacias inflamaban nuestra
¡indignación contra el vil traidor '-qui ia>h a despojado y cauti
vado. ¿ Quienes son los que han trabajado por yo no sé qis
de republicanismo francés y los* que han amortiguado* nues
tro ardor .y entusiasmo ppr Pérnarndo § La teníamos acerca da
las gerarquías , que lai misma naturaleza, paso por dondeqnie-
ra que puso. hombres, y estábamos cohfdrmí* con que en nues
tro cuerpo poiítico unos miembros estuviesen en la cabeza,
otros sirviesen d.' brazos, y otros trabajasen como pies. ¿ Quie
nes son Jos qua nos hun cascabeleada con esa igualdad, ma
dre de todas las desigual da des f . La teniamos.....^... mas erfto
-teria proceder en infinito. iV?. soasas de ésas nuevas lucas que
• encierrao tudo esto : Vs. los de- esas ' reformas: Vs. los que
• vieren á desterrar todas aquella* nuestras ignorancias ; Vs* en
fin los empeñados en regenerarnos contra [oda nuestra volun-
• tad. Y después da ¿estoii, Vs. lOs que nos dicen que trabaja
mos por la desunión y la- discordia. No me maraviJb; porqjje
d^sde muchacho estoy oyendo T quila primera palabra con que
los salteadores saludan. al caminante , á quien quieren, ro
char , esJa siguiente : larga la bolsa picaro ladran. ¿ Ven V».
-yx, con quanto fundamento digo yo á mis fieles compatriotas,
para que se guarden da Vst , lo que S. Pablo a sus discípu
los : vidrie concisioneml .r ■ r < •< "• : • ■■■ i¡ -j
La conexión de la materia me obliga , Sr. Ireneo Nis-
tactes , i que por atiera y sin perjuicio de lo que en adelau-
-te resolta de los autos , le diga siquiera-dos palabritas. Oini-
to el honor que por pura bondad me hace, quando a fines de
su papel, salvando (-y no.íive salve Dios á mi, como; me salva
-V. ) salvando , digo, mis buenas intenciones, rae cuelga lo»
milagros de malignidad y sedición , como quien dice de ca
ridad y patriotismo i y solo me paro en lo que V. dice en
la advertencia , y repite en el cuerpo de su papel , antes de
quedarse dormido: que los franceses nos metieron en la Es
paña la discor.lia teológica del jansenismo: No éoy francés, ni
-Jo permita Dios , oi de nación, ni de imitación , ui de doe-
; trios 4 oi de cosa ninguna de este mundo ; pero voy á res-
28
- poadeT ¿V. como le responderá qwalquier francés , que baya
¡ leido ej siguiente cuento eri el. Padre? .V-ieyra.; Estaba un no-
-vieio friendo un par de huevos en medio pliego de papel á la
: luz del candil , mui ageno de que á aquellas horas hubiese de
venir su maestra, quando hete aquí que este improvisamente
' ae le .présenla, y lo sorprehende. ¿ Que es eso, hermano ? le di-
'Jto. g Et esa ocupación propia- de un religiosa ? ¿ De esa manera
quebranta su caridad el ayuno ? Padre maestro , respondió el
, novicio todo turbado, perdóneme V. Ra. , porque esta ha si
do una tentación del diablo. No hai tal, gritó el diablo apa
reciéndose de repente 4 pues yo ni aun siquiera sabia que ¡os
huevos se pueden frtir'.en un papel. No Sr. Ireoeo, no nece
sitan algunos españoles para ser diablos , de ir - i aprender de
«los franceses. El que sale Ruó, le echa la pierna á todos ellos,
y puede ponerles escuela. Asi nos lo están restregando por la
-cara los mismos franceses en los países ocupados , donde ma
chas' veces ellos mismos nos defiendan..contra las yejaciones de
los es.pafíoles resegados» Asi lo estamos viendo nDsotros'eo los
• escritos'de ^Igunosirenegado» . eh que se dexan mui. atrás 4
todos los impios franceses. Asi también se está mostrando en
muchos de los que yo llamo de botones adentro renegados ver-
r gomantes , que en poco tiempo se <han atrevido en todas reste-
«ias , a lo que aré.ias -se atrevieron; Ibs franceses después de
cincuenta ailos de preparación. "."*,. 1 .i»-. >»••. \ "— : .-'
Viniendo puta a' nuestro cuento-, yo no diré que el jan
senismo francés supo mas que el diablo ; pero si me atrevo á
decir , que el diablo á cuyo cargo corrió su promoción,' te
nia mas lilailas que los que cuydaron del arrianismo , pel*-
1 gianismo , eutichianismd , ¿te. Cosa es esta , de que no tar
dará en convencerse , el que por la historia de aquellos tiem
pos , y por el tenor de las bulas apostólicas observe las idas,
las venidas , enredos , patrañas , invenciones y demás habili
dades del tal jansenismo, que obligaron al Papa AlexandroVII
i conpararlo con un tortuoso culebrón í ad instar cólubri ter-
tuosi. Pues ahora, reflexionando yo sobre, esta comparación que
el vicario de Jesucristo hizo del jansemsmo francés y cote
jándola con la que yo habia hecho en. mi primera carta del
3 p
; jansenismo español 'c'rn'fio s> que casta de plxares; comerzé
á entrar en escrúpulos y ansiedades , sobre si habría faltado
á la justicia , dándole al español algo mas ó menos , de lo que
al francés ció el citado pontífice. Con estas dudas acudi á
una persona que en este p3¡s tiene créditos de naturalista ,
y que después de haber leido su papel d; V. , y. considera
do o todo, me dixo : V. hizo bien hablando del jansenismo es
pañol en no haber dicho , esta casta de culebrones , como di*
xo el Papa del francés , sino esta casta de páxaros , como yo
; creo que dirá el Papa que lo rondene en adelante : pero le ha
faltado añadir la casta* de páxaro que es , para perfeccionar
la idea, g Pues que casta de páxaro es ? le pregunté ye. Mur-
■ cielago . respondió el , ó rat'pennat, como lo llaman en S. Fe
lipe de Xativa , y en todo el rey no de Valencia. — ¡ Murcie-
Jago ! — Si Señor : murciélago, y no culebrón ; porque el cu
lebrón en medio d¿ sus tornoa y retornos , se-dexa ver adon
de camina y por donde va ; pero del murciélago , el mismo
-diablo no es capaz de acertar , ni adonde se encamina , ni pot
donde. Ya sube , ya baza, ya fuerce á la derecha , ya se esca
pa por la izquierda , ya lo vemos , ya desaparece , ya parece
xaton, ya vuela como páxaro , ya atraviesa por medio de la
lúa , ya va y se esconde en las tinieblas , ya v iene y nos apa»
!ga el velón >, dexandonos á buenas noch;s. Pues estamos avia
dos , le dixe. ¿ Y que traza me he de dar yo para echarle ma
no á ese páxaro ? ¿ Sabe V. por ai de algnn tira Jor que tenga
buen ojo ? ¿ Me dará razón de alguna trampa para cazar mur
ciélagos ? Yo no he oido , me respondió , que haya trampa de
coger estos páxaros : lo que' si he oido á varios aficionados á
la escopeta , es que de cien tiros que se les disparen , apenas,
se les acierta con uno , á causa de la agilidad con que vol
tean. Pero V. , si quiere cogerlo» , no necesita ni de tramr
pa,. ni de ¿«copeta. Aguarde -a que sea di dia , vaya á bus
carlos detrás de ios quadros :, échelos de alli , y cirnt'.vcon
que apenas les dé la luz , ellos mismos se vendrán i tierra.
Pero j detras de que- quadros, le repüqté ¡os encontraré
seguramente ? ¿ üe los de los santos, ó de les de qnru;uier
otro , aunque no sea santo ? Lo mas común , me dixo-, es e-a.

contrarios ...
detras de los santos , especíalmíhte sí hai on a.
Sin
Agustín , un S. Próspero , un Sro. Tomas , ú otro asi: p.^ro
•tanbien sí cneuenf rail detrás de qualquier otro quadro: y si V.
Jos busca en el de S. Migue!, boi los hallará metidos detras del
,Q.¡is s'tcut Dcus , jr mañana escondido* detras de la cola
del diablo. . ■ ■
A su tiempo, Sr. Ireneo, irá V. viendo lo mucho que este
documento me lia servido. Pjr ahora, me basta con que V. y
todo el munio vea la facilidad con que me ha librado de la im
putación de ligereza, con que V. rae agasaja al séptimo renglón
de su discurso, y por i' >nde dice que yo fomento la división teo-
lógica, con que hace muchos años comenzJron á turbar !os fian-
ceses la concordia de nuestras escuelas. ¿Apostemos, dixe, á que
■el murciélago de esta dicordia se ha metido detras del quadro
•de los franceses? Dicho y hecho. Venga V. al fin de.su págí-
•03 y al primer me neón verá salir i nuestro murciélago.
H tbla ailí de ta nueva prohibición de Nicoic, y reñiré el cuento
d-' este modo «Hallándose detenido ei curso de «*ítas obras por
-»» la cantinela del jans.nismo, fuéron examinadas estos últimos
9» años por una junta de teólogos nombrada por el inquisidor
ti general, y el consnjo de la suprema inquisición. De csreexá-
Jtü metí resultó una solemne declaración deque no contenían tal
m jansenismo, ni otro error alguno. Sacólas la inquisición d i
»n Expurgatorio, y quedó libre su curso, tanto que llegaron i
¡ñ publicarse quatrn tomos Inducidos al castellano.^ A-lto aquí,
3f busquemos al murciélago. Las obras de Nicole, según el tex-
<ü, tenían una antigua prohibición^ como se infiera de la pala
bra nueva que sí da á la presente: ó su curso se hallaba déte'
n'tJo por la caniimla del jansenismo, y después llegaron i pu
blicarle de ellas quatro tornas en castellano. Pregunto ahorac
#y q:iien movió est3 causa archivada ? ¿ Quien traJuxo estos
libros al castellano? ¿ Quien hiao imprimirlos ? § Q iien los dio*
al publico ? ¿ Vin > por ventura deJ otro mundo Ntcole á cui-
dir de todo esto ? ¿ l* >3 que lo hicieron fueren fran:esj»?
Ciertamente que no. Couque ¿ quien fue el que quiso endere
zar este tuerto, ijbrwr este cultivo , desfacer este agravio ,y
•demás ¿osas ,jye *<t atciúoain 2 ¿Qjien úabii de ser siuu ¿i
3*
irorcíflogo ? Pues si fue el murcielsgo . quiero decir el janse
nismo español el que meneo este caldo, y movió esta dispu
ta de que no tenia:nos necesidad ; é! , y no los franceses , tra-
xe-ron esta causa de discordia.
Haganu s una advertencia, ó morcas, para evitar disputas
y chifmes. No me meto en si Pedro Nicole es jansenñra, aun
que yo lo tengo, por ta!. Basta que cerno tal estuviese prohibido
par? que se cargue toda la culpa de la disputa que sobre él se
suscitad", al que movió es'-.- caldo, traduxo, y dió al público
la ohn. Item,: ni el inquisidor general, ni el consejo de Inqui
sición resultan culpables de este hecho; porque el tribunal o-'
yendo en segunda instancia, juzgó y sentenció según las censu
ra? que se le presenta'ron, que en él equivalen á lo que en otro*
l¿it alegaciones y pruebas. Itera: la junta de teólt>gos pudo ser'
de jansenistas disfrazados (habiendo no pocos en Madrid) y
haber abusado de la inocente confianza del tribunal: pudo ser
de hombres de bien, a quienes el tortw'sus cóluber se les desli
zase ?ntre las manus : pudo ser.... qué sé yo. Lo cierto es, que
fué francés, sino espaíol, y mui español ,y acaso paisano-
vito con poco mas de cien leguas de diferencia, el que suscitó»-
ewa zalagarda.
Salió por fin el murciélago detras del qondro de los fran
ceses. ¿Y adonde se fué á acoger? Adonde ahora se acoge to—
do: al despotismo de Godoi; ó como se explica el texte, á la
plenitud de potestad del gran favorito. Al ménos, a' mí me lo
parece así; porque si este modo de explicaise vale algo, valdrá
lo oue coníiene el siguiente entimema. Gcdoi hizo volver si-:
Expurgatorio las obras de Nicole; luego Nico'e fué injusfa-
roer.ee prohibido de nuevo. Y si nos ponemos á buscar la ma
yor 6 ti principio que falta para acabalar este silogismo , yo
no encuentro otro sino este,quj lo era paia Bayo: onwe qvodj
agjt peccator^ vel. setwus peccati, peecaium est\ y que luego su
discípulo Quesne) repitió por activa, por pasi a, y por circun
loquio en otro puñado de proposiciones. Salp.a pues el murcié
lago, y dexe quieta Ja pintura de! despotismo deGodoi : y se
pa el Su Irerxo, que aurqne Go;!o¡ fuese malo, no por eso fué
malo todo lo que hizo; porque es imposible que haya un hom
32
bre que eri todo haga mil, y pirque no podemos llamar malo
ai oir misa, si acaso la oía, al dar limosna , si la dio, y i íobu-
merables otras acciones , que puede y suele hacer el hombre
mas perverso.
Todavía me queda un escrupulillo, natido de ciertas noti
cias que tengo del hecho que V., Señor Ireneo, me expone, j
de que me supone en ayiíuas por espíritu de profecía précisa»
atente, pues no puede ser por otra cosa. Consiste en esto. Si
por ser de Godoi no mar ce atención el decreto ó raja tabla,
que metió otra vez á Nicole en «1 Expurgatorio; por ser de
Godoi tampoco valdrá el decreto i raja Expurgatorio, por don
de Nicole comenzó á salir á la luz pública. Vaya otro escrú
pulo. De la Inquisición era, y si no me engaño; también de la
de Roma, el decreto que prohibió las obras de Nicole: de núes*
tra Inquisición fué, según V. nos cuenta, el decreto que levan-
tó su prohibición. Si hubo pecado en el tal y tal que se opuso
á este decroto. tambito lo habría en el que trató de que se re
vocase aquel. Y si en esto no lo hubo ¿ por qué hemos de ere»
crio en aquello? Vaya otro. La Inquisición tenía prohibido
á Nicole ; y esto no obstante ss pudo suplicar, para explicar
me así, de su decreto: la Inquisición lo iba á dexar, ó lo dexó
correr. ¿Por qué pues se indigna V. de la apelación de estos
aujetos, que aun viven, y a quienes Dios conserve siquiera has
ta que puedan decir á V. lo que es razón? Yo no encuentro i
estas cosas otra salida , sino la que me presenta la historia del
cóluber tortudsus, quiero decir: el jansenismo francés. Se decla
raba á favor de él, ó era seducido pira que se declarase al-
gnn obispo, ó clérigo, ó seglar. Si el d? clarado era obispo, ta
voto valí* mas que el de una docena de Papas, y no sé si diga
que el del mismo S. Pedro : si eclesiástico de inferior drden,
él solo montaba tanto, como setenta ü ochenta obispos; y si le
go, el Espíritu Santo hablaba por «u boca, aunque fuese una
monja ilusa laque hablaba, ¡O santas gentes, quibus hac na-
»:untur in hortis Númina .1
Vaya otro exemplito, que no cita el Sr. Ireneo, como el
de Ntcole, ciertamente porque no 1c tiene cuenta. El sínodo de
Pi»coya es obra del jansenismo, na del francés, sino del i»'1"
«do, que baso el pretexto de piedad, reforma de abusos y d«
la disciplina, éngafíó á Scipion de Ricci para que lo celebra'ra,
«egun nos infófroá el venerable Pió Vi en su bula auctorem fi~
del. Pues con él objeto de propagar este sínodo, y sepultar, si'
le fura? posibKr, esta' bola ¿qué no hizo el jansenismo español?
Lo traduxo-ánuestro idioma, para qu£ la rfacion no careciese de
este libro de oro, tanto mas apreciable para él, quanto se tra
taba entónces' de condenarlo en Roma : que es decir, en la
Babilonia y silla del Anticrhro, según la moderada frase de sus
abuelos Lulero y Calvind. Traducido, lo pres*nftá al ordinaria^
pidiendo licencia para su impresión. Se remitió a lH'cerfsura''
de tres hombres respetables por su sabiduría y por ru virtud,'-
para qu? lo exáminasen separadamtnt?, y diesen su dictamen.
Resalió de la exquisita anatomía qde hiciéron del sínodo estos'
censores,,que baxd un estiló' sedrctor, y cori «1 pretextó de in-
tfo-Jucir la mas' pura creencia y la mas sana moral , con-'
tenia gravísimos errores , y renovaba muchos de los con-'
denados en Bayo, Quesnel y Jansenio. Correspondientes á es
te juicio fuérón los dictámenes. ¿Quién no creería' que habíaft1
de rendirse á esta censura los devotos 'partidarios? Pues no sé**
ficr : apelo, dixéron, apelo de estos' censorés : son jesíñca^'cuyjé5
doctrina confunde el sinodo, y por eso lo detestan. El ordina
rio de Madrid conocía mui bien tas arterías de esta bendita'
gen/e, y quiso quitarles todo pretexto, enviándolo i nueva cen
sura de una ilustre comunidad, á la que no podían oponer la'ta-
cba de jesuítas y mólínístas, que es la común cantinela conque
procuran desacreditar á todos lo'í qüe los conocen y'fóndenanV
sin exceptuar i Papas'y 'Reyes'; 'cómo lo demuestra el Obispó*
de Sisteron Lafiteau en su historia dé la constitución Uní*
génitus.
Luego que supiéron a* donde se había remitido la tPádocí
cton, hete aqní qóe aparácé eí mtfrdélágó! dáiVUo viréífaVy r'«P
vueltas por aquellos cIaus"TOsi SeMírtroduíe eticas céfía^Vy1 nkJf
para dé voltear hastá^que togfá apá'gar ei vifM ' dé*'!dsr;cerrso-
res, y dexarles á-osca'ras : quiero decir, empleo" ' ef 'jáfáihMWS
español todaí*sos' aítes; y puso en movimiento los resortes mal
finos déíü'aírÜfciaí para- ocultar1 lo* erroíes'dei sfníJiló-, yrp«**
5
34 .
suadir que no contenía sino una sana doctrina. Los censores se
ducidos con aquel aparato de compostura humilde y edificante,
que hace una de las principales reglas de su instituto, se dexáron
llevar de sus sugestiones, no supiéron cautelarse, y no creyéron
qoe fuesen de aquellos de quienés dice el evangelio: cavét* ab
í:¿, qui véniunt ai vos in v:stimentis ovium , intrinsecús autem
sunt íup'i rapaces, como de los promotores de] jansesisrao fran
cés lo aseguró Clemente XI. En efecto» los nuevos censores
fuéron sorprehendidos , y se preparaban ya á dar una censura
favorable, Pero un maestro de Ja misma órden respetable
por su instrucción y prudencia , y mui conocedor de las
máximas de esta gente , descubrió á aquellos paüres cMnde
estaba el veneno , y las artes de que el murciélago se habíi
valido para ocultarlo. Vuelven en silos censores, conocen la
v.erdad, y el sínodo sale reprobado como la primera v¿z. Coa
esto parece que ya causa finita est: pero no fué así. No pu?de
ser, dicen de nuevo , que este libro contenga el jansenismo.
Este solo existió en la cabeza de los jesuítas, como ha demos
trado el santísimo acólito Nicole ; y así ensayemos nueva ten
tativa, y acudamos al consejo de Castilla, para que lo remita
á¡ la uuiversidaJ de Salamanca. Mientras, estas diligencias, es
cribe el Papa á nuestro soberano, instruyéndole de los errores
que contenía el sínodo, y en que iban á ser envueltos sus va
sallos con la edición de él. Advertido al rei; llamó para sí es
te negocio, y prohibió que se tratase mas de esta impresión.
■. gNo es así, Señor Irenéo?(Se lo pregunto á V. por que
estaba entónces en Madrid ,, y tenía estrecha amistad con los
fue promovían este asunto, y qué sé yo si algo mas. Tampoco,
ignorará V. que en Salamanca no faltaban doctores , que te
niendo por un ente de razón el jansenismo francés, italiano
y español , se burlaban de los que lo creían. Y sino , oiga W
otra anecdotilla que pasó á un amigo mió,. que podrá ponerle
el texto en las manos, porque está cerca,de V.
Cierto religioso pasó á Salamanca á tener un acto de conclu
siones; algunos doctores viendo su talento, empezaron á Iison-
gearlo, y consiguiéron hacer de él un prosélito. Vuelto á su coa-
rento, empezó j¡ soltar especies sobre, el. duende imagin-.w
del jjnssnismo. Mí buen amigo qoe los huele i cien legua»,
trató de desengañarlo, y para ello le dió á leer las Reflexiones
crítica dogmáticas sobre ¡as obras de i>. Citan, Jansenio, PetiU
f ie, y los nuevos dicfpulos de S. Agustín del P. Honorato de
Sra. María. Le hiciéron fuerza ai joven las especies que leyó
é hizo consulta sobre ellas á su doctor de Salamanca. ¿Y qué
piensa V. le contestaría ? Oigalo para su consuelo. nAinige
m mío ya he dicho i V. que se guarde de los jesuítas i la
r> desfilada, qne en todas partes los hai. Ese cura de quien
» V. me habla, debe serlo Honorato ss empeña en probar
m el ente de razón , que tanto V. como yo sabemos que no
Vi existió. Desprecie. V. los artículos pegados con cola (habla
*) de Sto. Tomas ) y tenga á Febronio , Nicole y el Sínod*
js de Pistoya, y será V. sabio y amante de los sabios. Los ra
li bulas escolásticos le llamarán á V. herege ; pero beati qui
*» persecutionem patiúntur, £¿c." ¿Qué quiere decir esto , Se
Ireneo ? - * . -. .,.'1
Pero acabemos por ahora. Se expidió por fin en Roma la
bula Auctorem fidei: vino i España, y su paso ordinario para
Ja revisión de si contenía algo contra las regalías, era cosa de
un mes. ¿Y quántos meses y años se pasaron antes de publi
carse? Cotéjese la fecha de Roma con la de su publicación en
España. ¿Y quién la detuvo tanto tiempo? Se dirá qú» eií loa
tribunales y secretarías. ¿Pero allí quién la detenía? El mur
ciélago, que sabía mui bien las entradas y salidas de aquellos
salones. El cardenal Lorenzana , entónces inquisidor general,
hizo quanto pudo para su despache ; mas se fué á Rom3 con
el dolor de no verla publicada. El Señor en fin que vela sabré
su Iglesia , dispuso que esta vez triunfase por el mismo medip
con que se le quería oprimir. Callo lo de la impresión del ca^
tecismo jansenista llamado de N ipoles, que se imprimió en este
tiempo, y se repartió traducido hasta á las monjas, aunqpe se
volvió i recoger i petición de obispos y personas aelosas da
nuestra santa fé.' . • , : > ' '.' i ¿ol
Después de estos hechos y otros muchos que pudiera citar
j se podrá decir que no hai jansenismo en España ? Quedemos
pues, en que la discordia sobre la traducción y publie%cio¡i
.del Ntícole y demás obras ,de aquella secta, no fué traída á
JEJspafía , ni fomentada en ella por Jos franceses , sino por el
jnu/íielago : en que yo por haberlo dicho, no trato de fomen
tar esta discordia , sino de que nos libremos de Ja concordia
■con estos malos bichos , que nos traen ni mas ni niénos que
aquel cisma , aquellos estragos y ruina, que S. Pablo nos en
cargaba que evita'semos , quando nos decía : videte concisto-
.nern-.
Volvamos ahora , Señor Conciso , á nuestras cuentas , que
ül respeto del Señor Iceneo NJstactes nos hizo interrumpir. Ya
V« estará viendo por una .parte que ni mis compañeros ni yo
.liemos echado las semillas de esta discordia en que nos halla
mos : y por otra , que para la concordia que Vs. quieren ; no
nos da margen , ni la caridad cristiana , ni el exernplo y doc
trina de Jesucristo , ni e.l espíritu de la iglesia , ni las luces
/nisuifls de Ja irazon. Otra concordia es la que queremos y de
bemos : á saber , que los errores cesen , y que sea respetada
Ja treligion , que Jos que la han ofendido , traten de volver á
#u $en« , y los que ha extraviado la filosoíja, al camino de ja
..Verdad, JSntónces entra bien aquella caridad de Jesucristo 4
-que Vs. nos -citan , que busca al pecador, si este se dexa,fbu#
icar : que lo coa vida;, pero para que salga de sus ycrrosj: que
Ja recibe , pero arrepentido ; y que lo perdona , no para que
continué en insultarlo, sino para que emiende sus insultos y
.desacatos. Esta , esta es la concordia que Vs. deben citarnos,
,esta la que deben buscar , y esta la que yo les ofrezco en el
nombre de este Señor,. que tantas veces se la, tisne ofrecida, J
que todavía les concede tiempo para ella : y en el de su es
posa la iglesia, que llora en Vs. la perdición de tantos hi
jos. No hai otro modo de capitular , ui el evangelio admite
capitulaciones entre Cristo y Belial , ia luz y las tinieblas.
:Si .pues Vs. no admiten esta sola que está en sus. manos y las
.nuestras , cuenten con una guerra eterna,, que comenzaremos
los hijos de la iglesia que ahora vivimos , y que-continuarán
-hasta el fin del mundo todos los que hac castt máneant in Re-
tligione ntpótes , et nati natorum , et qui nascentur ab lilis %
Jo que es infinitamente mas horrible , eu que experimentara.*
piiéí\Uas ¡Dios fu»K .Dios » tqslp el p?so de la venganza é in-
«digaacion del Omnipoteote, Déjense ya, déjense de esta ton
tería., ó.por decir mas,bjep , de esa picardía que han apren
dido de D'Alembert , .de citarnos las máximas de la religión,
para que le dexemos la libertad de combatirla. No señores, no
se la dexarémos por mas que intrjguen , calumnien y amena
cen. Los llamarémos lo que son , y todavía no quieren pare
cer : y nos oira'n constantemente los odiosos epítetos de mafe-
jrjaJ^stas., ájeos , y demás que merezcan : así como los filósofa*
fu viadas ,d,e Jf* ,de este, tiempo , oyéron de la boca de.1 mis*
reo Sa.lv.a.dqr y de la de sus apóstoles, los de ciegos,, guias
de otros ciegos , hipócritas , hijos del diablo , hombres d,or
losas , eceraigos de la cruz de Cristo , pábulo de la muert^
blasfemos , impíos , &c. &c.
Pero ¿ qué autoridad tienen para ello el Rancio , el D¿£»>
ciooarista , el de la Diarrea y lps deroas ? Responderé á esta
pregunta, que el Sr. Conciso nos hace. Sobre las personas nini»
guna autoridad tenemos. [Oh! pues si á mí me la diesen siquie
ra por una semana, esa sería la felicidad de la nación , y aca
so la de Jos filósofos. Pero sobre los escritos la tenemos, y mui
graude. Si el escrito contiene errores condenados ya por la
iglesia, tenemos sobre él la misma autoridad que qualquier ciu
dadano sobre la persona de un vandido, á quien el tribunal ha
pregonado : ó la misma que el Empecinado , Mina, y otros
tales tienen sobre los franceses. Si los errores del papel no son
tan claros , ó hai acerca de si son errores alguna duda , tene
mos sobre él las mismas facultades que los guardas de las puer
tas sobre las personas y mercaderías sospechosas. Los Obispos
ton los jueces á quienes corresponde decidir, que cosa es ó no-
es error. Nosotros,los que debemos llamar la atención, y pro
vocar el sabio zelo de los Obispos. Ellos son los pastores: np¿-
sotrns los mastines (porque entre los perros les hai bu nos co
ma los mastines, y dañinos como los de presa.) Vei.i poes el
pastor sobre el rebaño y sus mastines: y velan los mastines en
auxilio de su pastor. Si el que viene es lobo, y en esto no hai
duda , el buen mastin debe hacer presa de él, y retenerlo has
ta que el pastor venga á darle el chocazo. Pero si. lo que vie.
38
no se sabe sí es lobo ó bnei , ladrón 6 amigo , a! buen mastín
corresponde lalrar y mas ladrar, hasta que lo mande callar el
pastor. De otra manera: los Obispos mdndan engerí": nosotros
somos ios centinelas. Qua:iiio vemos que el que viene es fran
cés , ya sabemos que debe recibírsele con un balazo : quando
dudamos si lo es, estamos obligados á dar un pro a' aire, pa
ra llamar ¡a atención y esperar la orden del ge fe. Por desgra
cia ia invasión que por parte de la filosofía sufre la religw.i,
es tan manifiestamente impía, como indubitablemente es injusta
la que la naeion experimenta por parte de Napoleón. Así pues
como por razou de esta todos debemos chocar con los france
ses , así también por la notoriedad de aquella, todos, tolos
los que nos llamamos cristianos debemos guerrear contra la fi
los ¡i'ii. No echamos , no , á los filósofos de la iglesia; porque
eso le toca á quien tiene la autoridad : pero decimos , y diré-
rnos , que ellos se han saiido de su gremio, y que por este
cri nen deben ser arrojados , no solamente de ella , mas tam
bién de la nación , y aun de la vida ; á no ser que traten se-
ñámente de emendar la que tan impía y perjudicialmente em
plea a.
Digamos una palabrita sobre la impugnación que Vs. lo»
editores del Conciso nos hacen, de agentes de Napoleón; si»
embargo de que a' nadie se le oculta lo que esta impugnación
significa. ¿ Sobre qué fundamentos abracan Vs. una tan piado
sa y cristiana acusación ? Sobre que Buonaparte no busca mat
que desunión y discordia , y nosotros destrozamos todos los mas
ságrados vínculos &c. Aquí sí que nos cogen Vs. en callejón
sin salida. El diantre son para las ratas. Ahora acabo yo de
entender la razón de toda su conducta y doctrina , sobre que
hasta aquí he tenido muchas dificultades. Buonaparte busca h
discordia : y Vs. por llevarle la contraria , le oponen concor
dia y mas concordia. Buonaparte no quiere i Fernando VII:
pues Vs. concordes, ó casi concordes. Buoaaparte nos vienes
ilustrar: Vs. también concuerdan en lo mismo. Buonaparte oos
propoie felicidad y regeneración: regeneración y felicidad nos
anuncian Vs. de acuerdo con S. M. I. y R. Buonaparte no
Quiere frailes: Vs. tampoco. Buonaparte quiere Papas, Qbispot
y clérigos á la apostólica, es decir, de-calzos, y sin mas
caudal quj un garrote: Vs. están convencidos, y trabajan eo
lo mismo. Buonaparte se ha propuesto purificar la religión se
gún el plan de Portális : Vs. en este punió van i echarle la
pierna , si puedan. Buonaparte ha venido á redimirnos del que
él llama feudalismo : Vs. miran como un escándalo aquello de
que haya grandes. Bconaparte ha abolido la Inquisición : Vs»
se esfuerzan á que subsista para siempre esta piadosa obra de
B'ionaparte. Buonaparte se ha declarado protector del teatro,
como precursor que es de sus victorias , y lugar de su acción
de gracias: Vs. también han trabajado para que vuelva á Cá
diz este gran bien. Buonaparte por sus beneficios y promesas
ha empinado en la predicación de estas máximas á Arribas,
Azanza , Sotelo , Estala , Morati n , y i otros varios condiscí
pulos de Vs. , inclusos algunos clérigos , como Azeijas , Lló
rente , &c. : Vs. sin prest ni esperanzas ( como piadosamente
presumo) están haciendo lo mismo que aquellos por los discur
sos que imprimen. No en vano, Sr. Conciso, el mariscal SoulC
ansia por los pipeles de V., así como ansió por la represen
tación de las damas españolas á Jorge III , que le costó una
expedición á Ayamonte. En fin , señores , Buonaparte nada
qmttj para sembrar entre nosotros la discordia : pero Vs. se la
han entendido bien , y se manejan con él , como aquella mu-
ger de quien se cuenta que viendo i su marido empeñado ea
que el burro entras? por la puerta de la casa al revés de co
mo debia entrar , á fin de provocarla á que le condoxese; tan
léxos estuvo de contribuir á la discordia , que por el contra
rio le contextó: dices ¿ie», hombre: este picaro no quiere en
trar como debe ; y no ha de salirse con la suya. Empújalo tá
por la cabeza , y yo tiraré de él por ú rabo , y verás coma
entra. Es verdad , que por causa de esta concordia que Vs.
tienen con Buonaparte, se han suscitado, y siguen suscitán
dose entre nosotros varias discordias : mas esto do le hace.
El busilis está en que no lo digo de pura cortedad.
Ahora , lo que yo no podía atar con esto , era lo que Vs.
nos dicen por las siguientes palabras , que merecían haberse
estampado en letras gordas. „ ¿ Y contra quien se estrellan t:

„ Precisamente contra los que han declarado guerra abierta
9* á Btionaparte : contra lós que se afanan pnr descubrir s'is
r> intrigas é iniquidades, y ha"cer pasar á todos los'hombres el
j» odio inextinguible que le' han jurado. w Declararse abierta-
«tente en guerra con Buonaparte , decía yo entre mí y al
nfismo tiempo pensar en todo y" por todo como ét , y tratar
de hacer todo lo que él hace •• descubrir sus intrigaré iniqui<
diales , y luego plantar sus iniquidades é' intrigas: haeer pa-
shr á todos los hombres un odio inextinguible^ hijo (3Í es nada)
del Juramento , y emular las heróicas accíotaes , por dortde
Huohaparte sé hecho acreedor á' este' «dio. ¿ quién , Dios
mió , quién ha de entender esto? ¿ Qj'íén ha dé ser'eapazde
combinarlo ? Créanme Vs. ó no me crean: r/ras de quatro no
ches perdí el sueño buscando la salida i esta dificultad, has*
ta que en una de ellas me ocurrió ár la memoria el siguiente
suceso, que voi á referir á Vs. por modo dé parábotá.
Había recibido, y estaba a'gásajando efl str'casá'al-qbarés-
ifíal de cierto pueblo , uní) de los ricos qué mas figura1 hicían
en él. El quarespjal tenía formado de este sO hueáped 't&do el
b"ben conceoí« qua' sus beneficios le exígian': lo ofa'como i
ota:ulo,.y" desbaba ocasiones eíi q"ue complacérfov Mas' su bien
hechor nó le presentaba otra que las' rríuctfás instancias que le
hacía, para que predicase mas y mas contra la usura; asegu
rándole ser este el vicio dominante del pueblo. Hacíase peda
zos el buen fraile en el pulpito, multiplicando fuertes invecti
vas contra las usuras y usureros , sin qué su" huespéd 'desistíe-
se dé repetirle el mismo encargo coTitln'íia'meh're. AlgunilS' per
sonas se determinaron á hacer preSenfe'al q"'u'aYesrn'al'e1;'p'elMo1
ei que estaba de perder el b'ien que'recfbia'de'sh"' bienhechor!'
porque le díxéron, el usurero que aqui es corfocido" por tal,eí
su huésped de V. : las pinturas que V. hace de la usura , no
parece sino que las saca de su conducta , y i nosotros nos da
lástima de que á fuerza de tanto predicar contra ese vicio, cai
ga V. en desgracia suya , y tenga que salir de la C3sa, para ir
¿ costearse en otra. Aprovechó elquaresmil este aviso, y se de-
xó de hablar acerca de la usura , por contemplar ya inútil es
te asunto, convirtiéndose á reprehender lo»- otros vicios que do-
41
minaban en' elpueblo. Ex'nfld <?! hotfpri! h norerfrd .-y fiza
ron tantss las veces que reconvino al padre acerca de eiJá, que
últimamente, habiendo el fraile perdido la paciencia, nn pi»r-
,do méoos que contestarle: ¡Cómo quiere V. que 'yo predique-,
•y mas .predique centra la usura ,. siendo asi que según mucjíft
ttne informan, aquí no hai otro, sino V. , que sea y tenga fania,
de usurero^ Es verdad padre , Je respondió eí huésped n¡'.:v
franqui'o: es verdad eso que le han dicho* pero ha de soler
J^,, que han dado en Jgvqolarse algunos raterillus , que ro not
dexan medrar ; y quisiera que V. me los espantase., S íípres fi-
Jdfofps :f -será BuQoaparte ese raterilla , que Vs. quier tp
que lp espantemos ?, Yo ruego á todo buen esp^no-l, que I a
con reflexión 1? obra de Macedo 0 Segredo revelado,] for
me después el juicio que le pareciere.
.Pongo, amigo mió , fin á esta carta , y con ella á Jas re»
fUüi ¿pes que hace muchos d,'as deseaba manifestar á esos ca»
•talleros , que de liberales se nos han trasformado rípemina-
mente en teólogos. Pienso en la que siga entenderme en d. re
chura cen el Señor heneo Nistaetes , que de teólego y aun al
go mas que Jo suponíamos . se nos ha convertido en..„. qué seí
yo. Las circunstancias de la persona piden , que siquiera por
esta vez me entienda con él separadamente de la turba; muirá
de periodistas. Sin embargo irá la carta por el conducto de
V.; pues quiero ahorrarle el porte , y dársela con la impresión
costeada, por el mismo órden con que él dió al púhlio la pre
ciosa producción, que me dedica. Entretanto páselo V. bk-rr,
y disponga á su voluntad de la ranciosa y constante afición
con que queda tan suyo como siempre , su arnigj y servidor
q.s. m. «... .'. ■ ,.'

. , . , ... i & Filosofo Rancio..

.. ijift ií.rzEo un buen libro que me franqueó un an igo,.en


contré Ja siguiente proposición de Juan Hus, que, es la cator
ce de este herege condenada en el santo concilio Constancien-
se. Doctores ponentes, quod aliquis per censuran cccles'nisti¿um
emendandus, si. wrrigi nolue/it, smculati judicio e^t tradejidusn
f» o certo sequunttir in ho: pontífices , scrib.it , et ptrarkíeb*) ijtfi
Christum non volentem eis obe.iir? in ómnih ¡s , dicentes. nooií
non ücet interficere quemquain , ip>um $te:uliii i judicio Ufr
'ttiderunti et qnod Hales sint hom'üidhe gYiivtores, qua>n Pilatiu.
■Triducida eo castellano, dice : „' I-ios1 "doctores q«v eníd/tói qufc
si el que debe ser emendado por la censura d^ Ift Iglesia, rW
r, se quisiera corregir, debí g.-r retasado al juiéib seo-ular>;
"v ci?rta<j»?ntc imitan á los pontífices, escribas y fariseos, que
., diciendo á nosotros no nos es lícito matar á alguno , entre-
-„ girón ¿¡juicio secular á Cristo, porque no quería- obedecer-
„ les en tojo. Lístales doctores son homicidas peores : que Pi-
htos." Aqui puede ver qualqoier católico ía doctrina qiie
•renuevan , no solamente Naraniel Jomto'i , ei R.fl -Jtfonador, y
otra?, mas también la que contienen algunos libritos de moda.
Juan Hus en ella presenta el casó de mejor fe qwe nuestros es
critores ; púas supone, como es vendad , tjne la iglesia a' nin
guno relaxa , sitio después qrie ve frustrados sus piadosos et^
•fucrzos. Apunto esto, por lo que'pudiere valer. ' ■*

Otra P. D. del mismo en una de 20 de Octubre.


.- • r ■/ ■ .. i , ,..1 . r
' Al misma tiempo que para mi , llegaron "también desde esa
'jilaza remesas de papeles p jira otros. Supe qW entre eflos ve^
faia fl Conciso del 19, en que sus sapientísimos autóres tenían
Va bondad de acordarse de mi : pero engreído en leer lo mucho
<6u;no-, y lo poco malísimo1 , -que V: y otro» amigos me envia
ban , mé' descuidé*, en procurar el tal'Coniísó hastfe el día de
Tájlt.'Fuí pues á buscarla; pííro 'bqtn ¡eirtiivd. No ' saben
tutores lo mucho que tienen que agradecerme , por los varios
hijos que les he salvado del naufragio en que hubo de pere
cer este , que poco' ma«"d- menos presumirán qual fué.
Pero hombre, pregunté, ¿no se acordará V. siquiera de [0
Tflié' me dedán > esos1 daná-iniás ?ld'í,M ¿oías" h'a'iwle^ referirse
convv pasarbíi : y a mi casi inde'libeíadaménrte1 se me •lia-pe'gtf-
■do esta fr.isésilh por donde el fatuo los conoce. ) No señoi*t
ins respon ir> el á nigo : fo único de qne -me acuerdo , es' qae
Nenian liado» en unu el Ranció y el- Diccionarista y el dría,
o
I

Diarrea. Corno no me lien con mi» "enr? cmt isa . r5 Ta P'.íe


-*> tes parezca , di^re" yo, nada habremos perdida, antes bien
adelantaremos mui mucho. Y bien ¿que nos decia * Di<»o, res
pondió que no me acuerdo: solo tengo presente que &ñ,idia ,
que ya estaban Vs. conocidos y tenían por que callar. rt: Per»
gy para decirnos eso , ponia algún tirulitr, corr« <-lde Hipé'
tritas en el de marras : Reprimenda en el otro : aviso aJ pú-
Micu , como los literatos : Monitoria , con o los Provisores ; 6
que titulo posia? He dicho, repitió , que no me acuerdo.
•• •'Pues' en verdad, amigo mió, que he sentido farrto el nau
fragio del papel, como la falta de memoria del que gastó cin
co ó die» qmrtos en' comprarlo. Y ojalí qae pudiese encon
trarle remedí» á esta gravísima perdida : porque el único que
hai , reducido á comprarlo yo, ó i que V. me lo compre, na
se ajusta con mi conciencia , que me dicta que el tal dinero
sitia may 'mal gastado, si lo gastase yo; y por lo eue á V»
pertenece , que lo que no quiero para mi , no lo debo querce
para mi próximo. Conque no hai mas recurso que componer
nos c^ii -iras quatro palabritas , de que el comprador se acor
dó Y i estamos- -conocidos: tenemos por que callar. No me ire-
toré'en- resp^ider por los dos compañeros , que gracias á Dios
no son mudos tií maricos., y bien lo saben los señores boleros»
• : Cortina yer-dom; pues á mi mismo , quisiera que estos se-
fínres me explicasen alguna cosita mas las misteriosas palabra»
de por que callir. que es donde yo encuentro toda la dificul
tad. La expresión por que denota alguna causa , y yo deseo
saber si esta causa es eficiente ó final : ó para explicarme mas
claro , si el por que hace relación á alguna cosa pasada , ó>
ánüncia algún acontecimiento futuro. En una palabra , señores
daneantes¿me han descubierto Vs. algún pecado sucio de mi
vida anterior : ó hai esperanzas próximas de que se funde en
tre nosotros alguna inquisición ja ;obina , llámesele tribunal re
volucionario ó de salud pública , como en Francia, © liberal»
coma parece que se estila en la España? Muchísimo me im
porta saber esto. » ■
Lj expresión de que ya atamos conocidos , parece alu
dirá la*primera parle. Pao pregunto ¿ ua habido época en>
44
que yo¡ no haya estado conocido en cerca de cincíien'a y ieís
flííos , que estoy .haciendo gasto en este mundo ? Lo que pija-
so y digo hoi en público y en secreto , lo pe.isjva y decia
tu el aiio pasa Jo, ahora uoj aííjs, ahora tr¿s, ahora qutrea»
«ta ; en una palabra , desde que fui capaz d..Mpe.nsjr. Lo pen
sáis» y decia baxq «1 reioado de los dos C rios ,, en cuyo
tiempo h: vivido: durante e¡ ministerio de los íilósoíos?y no
filósofos, que han ocupado el empleo de ministros: exisunte la
Inquisición, tal como ha exigido: no habiendo libertad de im
prenta , :ú cosa que se le pareciera; y sin que nadi? se haya
atrevido á reconvenirme ni chistarme.. Lo que pLjn>o y digo
yo es lo mismísimo que decian mi padre y mi abuelo , lo que
t»tos me as?gurabau haber aprendido de los suyos, que ya aban
taban ai r_-ynado de los austríacos, y haberlas estos contado de
los otros, sus ascendieres ; sin que ni mi padre, ni mis abuer
los , ni ninguno de mi casta, de que haya memoria, hubiese si
do jamas reconvenido por alcalde , coi regidor ó escribaao
á causada hiber dicho ni lucho cosa alguna, no obstante que
por ia mayor part.' han sido pobres. Lo que pienso y digo yo
es lo mismo que se ha pensado y dicho siempre eo España
por toda la nación;; si Vs. exceptúan a Juan Padilla con los
pocos qae metió en su martirologio, y á pocos otros sedicio
sos, q ie á las revueltas d¿ lu> r^inauós débiles creyeron q«e ha
bría ganan 'ia de pescadores. En fio, lo que yo pienso y digo,
y quisiera que todos dixesen y pensasen, está divinamente ex
plicado por cierto examinador que Dios me ha deparado quan-
áo me dice,- que preKmdemosique la nación, siga el -camina que
kan descompuesto nuestras h¿rnidara> ; es> decir,, Jas de ios cle-
ligos y frailes , seglares y d.mas gentes que me precedieron
sscriüieo io \ porque como todo el mundo sabe, yo no he des
plegado mis tabios , hasta que he visto trabajar á los componi-
dor:s del tal camino. Resulta pues, que mi pecado es decir ó.
mierer decir ¡o mismo que .en tiempos remotos dixeron Isido
ro, L andró, Ildefonso, & :.': y en los próximos Victoria, Ca*
n>, Castro, Suarex, y otro millón de u-óiogos : Covarrubiss,
A/pilcueta, Gon-3 il.s . B irnosa, Villadiego, López , y otra in-
tioidai ü»ic¿Uias : I), itvdiigo, D. Ltuas de Tui, Mamúa»
■Zbthi, Ocanlpo, y todo el resto de los historiadoras ; Cervm-
íes, León , Ercilla, Qievedo, Lope.de Vega* S¿av?dra Fa«
íarJo, Osorío , coa la turba muka.de filósofos (rancios ae su
pone) humanistas , y, poetas. Esto es lo que pienso y lo <jup
■digo , la q^e he dicho y lo que he pensado y lo que espero eu
• Dios pensar y decir en aldant?. Por este mojo de pensar y
decir he sido conocido siempre , sin haber dado el mas leve
-motivo paraqje se diga, se pi nse ó se sospeche siquiera lo
co .trario. P.^io si„ esto no obstante hai alguno que haya ¡crc^
do de mi otra cosa , 6 que haya esp. rado po iernae conducir á
on modo de pensar distinto, sea por todo el oro que se saca
"del Brasil , sea por tojo el miedo que debe inspirar un exércif
to de sansculottes ; me alegro en el alma que baya salido de,
-este error , y de esí.ir ya conocido. , . . '1
Tin persuadido euoi á qa.* en ol mundo y fuera de él era
yo conocí.!') por este modo de hablar y de pensar , que ningu
na consi Jeracion dj las que me inspiraba mi pobreza y la de
mi familia, mis añ:s, que ya 110 son pocos, mis achaques que
«on muchísimos, la em'gra^ion , siempre gravosa, los nuevo»
climas, funestos Jas mas veces á una debilidad como la mia ,
las miserias consiguiente* a' la emigración , algunas le^tjillaa
que anduve en el caballo de S. Francisco, el peligro de aho
garme en que me vi, el de vivir á costa agena que en mi ge
nio no es poco, y en fin, otra porción de cosas pulieron de
terminarme a, esperar a' los filósofos Ur-juijo y Azanaa, ni 4
confiarme en la clemencia d i filósofo P.^e^ni de. su bendito
hermano. Para mi eran tan seguros los quatro balazos, coma,
si estuviera viendo asestados los fusilas. Acaso los citados fi»>
Jósofos no me los hubieran recetado; pero puedo decir , sjn,
que me engañe el amor propio que habrían hecho en dispeu-,
sarme de ellos un grandísimo disparate. , f , • .¡
No puedo, señores ¿o/aros, haberme explicado m3s c|arqt
ni dade-me m^or a conocer. Bien pudieran Vs. haber hecho á
hacer otro tanto. ¿ Quam artem profiterh? como se preguntan/
los estuaiantes. Qjiero d-'cir : esa liberalidad ó ese diablo ¿ á,
que se reduce,? ¿Sois cristianos ó jacobinos? queriendo por nao»,
ra que signifique i los discípulos del. Gioebrino Juao Ja cobo.
46 . ..
Hablemos claro y démosnos i conocer. Yo pecador me ennfie-
'so á D*os y á todo el mundo por eso que Vs. llamar fonnti*
~co, supersticioso , bárbaro, borrico, ignorante, y novísimamen
te sérviL Confiesan Vs. con ia misma claridad qoa yn, qual es
in doctrina acerca del altar y del trono, que tan apri«n levaó-
tan , como humillan , tan aprisa quitan , como ponen. Dispén
sese siquiera por esta vez la leí general de que los jansenistas,
los filósofos , francmasones tí iluminados digan una cosa , y
sientan otra, y muden mas colores que el camaleón. •
' Mas si el anuncio q iré Vf. me baleen, mira á lo fntnro , y
significa algo de inquisición jacobina ; después de agradecer
les el aviso, dabo decirles, que e>ta noticia la tenia p«T ací
imuide antemano: y que estoy esperando la tal inquisición des»
de cerca de quarenta años i esta parte, en que cemenzé neo»
fcocer ta filosofía liberal , y á enterarme en que tenia en la Es
paña "us apóstolas. Puetio presentar documentos irrefragable?,
y testigos a millares de esta verdad. Me he confirmado rn»
y mas en ella, desde que en el año pasado por este tiempo ví'el
calor con que se promovía la absoluta libertad de hib'ar y es*
cril'ir; y las preciosísimas razones que para ello se daban , J
Vs. tenían cuidado de copiar, glosar é ilustrar. Desde entonces
comenzé á decir: Ya llegó la hora. A Dios; patria mía, paT»
siempre , si esta buena gente prevalece. Di.ne tu$ divina reli*
gion de mis padres , dime adonde piensas emigrar , para esfor
zarme yo en seguirte mientras me dure «1 aliento.»
' Después de todo, señores liberales, un solo favor quisie
ra merecer de Vs. : á saber que dexandose de pretextos, me
acusasen y condenasen por mi verdadero crimen , que corriste
en ser rancio (nombre que yo elegí, y que Vs. me remiten por
oprobio.) Asi que acúsenme y condénenme por cristiaro ranci>u
por católico rancio , por español rancio, por vasillo rancio é
servil, por filósofo rancio,, y si me tienen por alguna otra coía
mas, que raya el rancio al lado de la tal cosa. Pero mieatru
Vs. sigan por el caminito que lian tomado , que es el mismo
que tomaron los fariseos contra Cristo, pre taran paciencia en
que les predique lo que S. León Papa á Pilatos» en un firmón»
■o se- si octtvo ó décimo de Passio/ie. - • - .»••• „
Temes imprudentemente , ó Pilatos. Imprudenter Pílate,
timuiitii Es verdad que ia acusación que de esre inocente te
hac-u sobre que quiso levantarse por reí, us dignísima de aten
ción : pero solamente lo es , si algún indicio ó apurato ha des
cubierto este tiránico designio , ó si lo muestran la provisión
de armas, el acopio de caudales, ó el' alistamiento de gentes.
Sed formidabile fuzrit nomen regium , si dominandi ansüium
tyrunnicus tibiprodidit apparatus, si provisto arinorum, si con
gregatio diviíiarum , si prasidia delata sun* militum.... ¿ Por
que pues , j juez débil , permites que él sea vejado como reo
de afectada potencia, quaudo por c! contrario es el primvo
que ens ni la humildad en su doctrina? g Quid eum gravarisi~
bíj, ó Pílate , de aff.ctata potentia , cujus specialis fui! de hw
tuditate doctrina ? No se opuso i las leyes , se sugetó al
censa, pagó su tributo, no prohibid las contribuciones, declaró
que lo del Ce'sar debe entregarse al César , escogió la pobreza,
persuadió la obediencia, prejicó ia mansedumbre : y todo esto
es no impugnar sino ayudar a! Cesar. Romanis iegihus non con-
tradixit) censum íubi»/, didrachma solvit , vcctigalia non inhi~
buit , qus sunt Ccesaris , Ccesari reddenda eomtituit : pauper-
tatem elegit : obedientiam suasit , mantuetudinem prceiicuvit.
Hoc est vsre non impugnare Casarem , sed juvare. Convierte
después el Sto. Or, ia oración á mostrar en ios milagros y be
neficios de Jesucristo los caracteres del reino de este Dios, y
concluye diciendo. Es'a, esta es la potestad que pueden y deben
objetarle los judios. ¿Porque no expresan con los labios lo que
tienen en el corazón ? ¿Y para que andan calumniando sobre
las cosas de la tierra, quando las que verdadenm:nte per iguen
aon las del Cielo? llana e'go Jad si obj'tciant potestatem , $t
hoc proferant ore* quodt nent sorde. ¡Qaare de terreni* caluin'
tñantur, qui coelestia persequuntur ? áíñores liberales chico» y
grandes , esto pide el Rincio de Vs. : hoc proferant ore , quod
tenent corde. Y si su delito es ser católico, dexense de la ion»
tería de querer transformarlo en revolucionario, rebelde, re
fractario, y demás zalagarda que Vs. meten, y con que tratan
de desconceptuarlo en el pueblo sano y católico.
CARTA DUODÉCIMA
DEL
-R.JL-NCXQ
PRIMERA
AL JANSENISMO,

EN LA PERSONA

DE SU PROCURADOR GENERAL

IRENEO NISTACTES.

REIMPRESA EN MALLORCA.

EN LA IMPREMTA DE FELIPE GUASP


No «M lasía creer en los misterios de Jesu- cristo, debernos
también. ...vivir de tu espíritu , someterno á la autoridad de su
iglesia Dañosísimo es el espíritu de contienda en materias de
religión, y opuesto á la. simplicidad déla fe.

J). Jnaguin Lorenzo Villa nueva. KempiS délos literatos.


Cap. XXX
. I
M. ui Sr. mió : V. habrá de perdonarme si le hecho
esperar por tarro tiempo mi respuesta. A haber sabido que el
jansenismo tenia dados á V. plenos poderes para su defensa,
aun quando fuese combatido en globo, como lo fue en mis
primeras cartas; seguramente hubiera yo dexado de hablar de
él hasra !as, ultima?, en que libre de otros cuidados pu'diera
dedicarme únicamente a' contestar á V. Mas cometí el error da
persuadirme, á que no designando á ninguno, ninguno me
saldría á atajar : y ahora me veo con el gato á las barbas , y
con toda la corrección fraterna, que V. ha tenido la bondad de
dar á aquel mi error; y lo quemas siento, con toda la mala obra
que esta su corrección me ha causado. Porque en primer lugar,
ella me ha puesto en la precisión de interrumpir mis observa
ciones sobre la liberal filosofía y sus beneméritos autores, en
que coa tanta gloria de estos me ocupaba : ella en segundo , me
ha obligado á andar de aquí para allí buscando librus , que re
cordasen ó rectificasen muchas de las especies , que ya tenía
borradas ó confusas la situación de mi destierro, y la debili*
dü'i de mi salud y años ; y ella en tercero y último , me ha da
do y me esta' dando que hacer mas que lo que pudiera el Arte
magna de Raimundo Lulio , el descubrimiento de la piedra fi
losofal , ó la demostración de la quadratura del círculo.
¡ Qué me haya V. puesto an tal apriero ! j Que conocien
do como conoce mi ignorancia y barbarie , no haya querido ex
plicarse de modo que todos los bárbaros é ignorantes lo entenda
mos ! Díganos por Dios , qual es ese flan de que hace mención
en su advertencia, y para mí es un acertajón, que no me es po-
lible adivinar. Diganos qual es su designio , y quaies los medios
con qus lo llena. Si hubiese dicho que este era mostrar lo que
int ama y respeta por paisanaje y mil título* ( de que aos libre
Dios ) no importunaría yo á V. para que me lo explicase ,
pues todo está mas que de bulto: pero como en >u advertencia
nos dice , que baxo de mi persona va á deshacer equroocacionet
y discordias , yo por mas que he sacudido mi persona , y la be
mirado por arriba , por abaxo, y por todos lados , y por mas
que he reflexionado el escrito de V. , no he podido dar con las
tales discordias y equivocaciones , ni hechas , ni desechas. Muí
per el contrario, el juicio que he formado, es que ni yo las
hice , ni V. las deshace ; y que V. la» hace , para probar si
ir.e doi traza á deshacerlas. Acaso sera' yerro de imprenta la pa
labra deshacer , que consta en el escrito de V. , en vez déla de
hacer , que me parece debía estar en su lugar. Acaso sucederá
otro tanto con aquella de justo desengaño : acaso todo el escri
to habrá sufrido la misma suerte. Yo no me maravillaría de
que un escrito que se forjó soñando , se hubisc impreso soñando
también.
Sea de esto lo que fuere, pues no quiero meterme en hon
duras , es indudable que el escrito de V. me ha suscitado mu
chísimas equivocaciones , de que quiero salir consultándolas
con V. cerno.... no sé si diga ora'cnlo. Equivocaciones, que di
cen relación con la fe y decretos de la iglesia , relativos á los
errores y condenación del jansenismo : equivocaciones , que se
versan sobre las ideas que yo he dado del jansenismo , y paren
tesco que estas puedan tener con la doctrina de la iglesia :
equivocaciones acerca de mi persona , doctrinas y modo de pen
sar , según que me retrata el escrito de V.. : equivocaciones en
fin , que acerca de este escrito estoi padeciendo desde que lo
leí. ¡ Vea V. qué flota de equivocaciones 1 Si como es de ellas,
fuese de pesas fuertes , ya tendríamos con que mantener en al
gunos meses la tropa. No sé ni quantts cartas, ni quanto tiempo
emplearé en alejarlas , porque, señor mió, yo no tengo la fe
licidad que V. de despachar dormido y en dos horas un nego
cio tan intrincado :y V. hizo mui bien en dar esta noticia en
las últimas lineas de su escrito, para que el continuador de la
biblioteca hispana , si lo hubiere , pueda transmitirla á Ja pos-
s
teridad , diciendo : Ireneo Nisíactes en dos horas de sueño dio
á luz el famoso escrito titulado El jansenismo dedicado al Filó
sofo Rancio. Por lo demás , me explicaré como mejor pudiere ,
pues ya me he dado á conocer por rancio , que según la inter
pretación de V. significa muchas cosas , ninguna de ellas bue
na ; y ya no ha de ser el cuervo mas negro que las alas : guar
daré un método rancio en quanto me sea posible, á ver si Dios
quiere que evitemos otro batiborrillo; y sobre todo huiré cañe
pejus , et angue , de dexarme ir tras de alguno de los muchos
cascabeles que V. me suelta , y de meterme en qüestiones que
no vengan al caso. No sé si habré ya dicho lo suficiente para
introducion : supla V. por mí lo que faltare , y vamos á entrar
en materia.
Qüestion primera. ¿ Existe el jansenismo ? Ya V. vé que
esta pregunta no se puede excusar ; porque aunque toda discu
sión debe suponer su sujeto, hai algunas de que se duda si son
6 no de subjecto non suponente: y esta es ó ha sido una de ellas.
Conviene pues que comenzemos por averiguarla : y así pregunto
otra vez. g Cómo estamos de jansenismo ? ¿ Lo ha habido ,
6 lo hai ? ¿ ó es quizas algún cuento de viejas ?
O mis ojos me engañan, ó V. está decidido por esta últi
ma aserción. En la pa'g. a de su escrito llama al jansenismo
un misterio que nos tenía medio locos : y ya se vé , que loa
misterios que nos tienen medio locos , no son cosas á
que estamos persuadidos. Poco después asegura haber co~.
mido el pan con varios de los qw llaman jansenistas , después
de habernos dicho que había tratado á algunos jesuítas for
afecto : de donde yo infiero que los tale» con quienes comió el
pan, no eran jansenistas ni de profesión ni de afecto, íino do
solo nombre- Luego en la pa'g. 3. cita el testimonio de aquel
buen viejo que le dixo: en eso de creer que hai jansenistas vayase
Y. con tanto pulso , como en creer que hai brujas : y despuei
supone que yo he convencido á D. Agramato , que V. tuvo la
bondad de sacará relucir, de que hai uno y etro. Mas ade*
lante repite aquello de lus llamados jansenistas , añadiéndole la
limitación de entre nosotros. Antes había V. dicho sin el entre
nosotros : para mi et tan claro oomo la luz del dia que nos alum*
6
Ira , que él jansenismo hz venido a ser un apodo que se apli
ca dolosamente á personas católicas y muí recomendables. Mai
abaxo me hace la siguiente pregunta. ¿Qué son estos jansenis
tas ? porque yo no lo sé. A la pa'g. 4. nos dics : antónito estoi
oyéndolos a Vs.... Dista infinito de ese embrollo ( el que V. hizo
•á nombre mió y da D. Agrámalo ) la idea que tengo yo délos
llamados jansenistas. Y^esta idea no ¡a he inventado yo ni so
ñado , como veo que sutñan Vs. esos que por ahora llamaré fru
tos de la imaginación , reservándome para otro tiempo darles
el nombre que merecen. Recalca V. después la imaginación , á
la qual tiene hechos que oponer , y por cierta mu i oportunos*
En la pág. ij explica V. mui bien lo que quiso que entendié
semos por aquellos frutos de imaginación , diciendo paladina
mente : los sabios é ilustrados miran esa heregía imaginaria coma
cosa dt risa. Después , y ha'niénc'ome-V. he^ho decir que no
via la tal arb'nrarieáad di que me culpaba , me saluda con el
apodo de visionario , en que tengo otros compañeros. Última
mente en la pág. 14 hablando de Nicole , dice - que el pofare-
cito entró en e.l Expurgatorio , por la cantinela del jansenismo.
De todo lo qual me parece á mí ( salvo meliori ) resultar que
el jansenismo e.u dictamen de V. es un misterio , v. g. como
el ave fénix, un nombre sin correspondencia , una fábula como
la de las brujas, un apodo doloso , un embrollo , u o fruto déla
imaginación , por no darle nombre peor, un sueño , una here-
gía imaginaria , una eos,; de risa , un delirio de visionarios , J
una cantinela.
Pues , señor mió, si como á mí me parece , y creo que
parecerá á todo el mundo, V.. piensa , y quiere que pensemos
así 4 ni V. es mi compadre, ni ese es el camino de Utrera :
quiero decir, que no nos pondremos de acuerdo en todo lo que
resta hasta la eternidad. Yo sé mui bien , y lo labia algunos
días hace , que no había faltado quien asegura, que las cinco
proposiciones condenadas en la bula de Inocencio X Cam oca-
tidne año 1653 •> no se njU'aban en el libro de Jansenio , sino
estaban arbitrariamente fraguadas : ó que si se hallaban, »•
estaban condenadas en el sentido intentado por él. De esto me
infamia , no la fábula , como Y. le lla.iKi , de Bourgs Fon-
íaíne ni algún sueño que haya tenido , ni alguna bruja que me
lo haya contado , sino Alexandro VII vicario de Jesucristo en
«u constitución Ad sanctam B. Petri sedetn de 1656. ( 1 ) ¿Y
qué quería V. ? ¿que yo hablase como hablaban aquellos", de
quienes Alexandro VII lo refiere ? ¡ Dios me libre f j Porcierte
que quedáramos lucidos ! Pues el mismo Pontífice llama á lo»
tales , perturbadores de la pública tranquilidad , pública tran*
quülitatis perturbatores , y también hijos de iniquidad , non*
nulli iniquitatis filii : y yo , señor mió , en el caso estrecho de
ser llamado así , ó por la cabeza de la iglesia, ó por todas las
cabezas liberales ; profiero a' ojos cerrados todo la letanía de
dicterios que Vs. me han dicho, me dicen, y dirán , a' una
sola expresióncita de aquellas que los Papas insertan en sus bu
las.
Aun todavía me parece encontrarme con una mas expresa
condenación de este error, en la que hizo el clero galicano en
su asamblea del año de 1700 , de la siguiente proposición, u Ya
y> por fin los príncipes de la Iglesia y de los reinos conocerán
*> por este clarísimo argumento , que el fantasma del jansenis-
v> mo, buscado en todas parte», en ninguna otra se ha encon-
» trado, sino en la enferma fantasía de algunos m (1) Com
pare V. las palabras fantasma y fantasía enferma de esta
proposición , con las suyas frutos de imaginación , heregía ima-,
ginaria , visionarios ; y echará de ver que se parecen entre s-

(1) Cúmautern^ sú^ut accépimuc. noftnulU turquílatís filii pi ae~


dictas quinqué proposit iones, vel in libro praedícto ejusdem Gomé*
Janse'nii 'mwreperíri- , sedficte, et pro arbitrio compossitas esse .
«e/ non in sensii ab eodem intento damnátas fuisse , assérere nuig*-
no cum Christi fidélium scándalo non refcrmident , 6fc'.
(1 ) Jam tándem Ecclesiae^et R'egnorum Principes exhocclá-
rissimo argumento agnóscunt phantesrna Jansenii . quaesitum ubi
que , sed núsquam repe'rtum, praetet quam in laborante quorúmdam
phantásia. Graveson. Coloquio 40. sobre la historia- eclesiástica del
sigla. .XVII. pág. mihi 143'..;
6 .
como un huero á otro huevo. Pues ahora , -aunque la conde-
aaciou del clero galicano no sea para mí de tanto peso como
la del Papa , creo que V. no llevará á mal que la tenga en
mas que toda la sabiduría de los presentes , pasados j futuros
liberales ; y mas bien me atenga á ella , que á todo lo que V.
pueda decirme á nombre de la cofradía : y esto tanto mas ,
quanto el clero galicano censurando esta proposición , no
hizo otra cosa que repetir y aplicar de nuevo las censuras de
la silla apostólica.
g Qué es pues lo que V. ma dice á esto ? Yo creo que me
debe decir , no haber sido su a'nimo renovar ó reproducir aser
ciones y dudas condenadas. A esto le digo yo. Pues si su áni
mo era deshaar equivocaciones ¿ á qué nos expone á esta con
ese modo de explicarse tan análogo al condenado ? Me dirá V.
acaso , que na impugna la existencia del jansenismo sino entre
nosotros. Mas á esto le respondo, que para impugnar la exis
tencia del jansenismo en la España, no debió haber traído,
como trae , las mismísimas palabras y los mismos artificios de
los que- negaban su existencia en la iglesia , y por esto fueron
condenados. Con mas precisión. O niega V. la existencia del
jansenismo, ó la concede. Si la niega, con razón le he opuesto
quanto va dicho. Si la concede , como parece indicarlo en la»
páginas siguientes ¿ por qué usa de las mismas expresiones de
los que obstinadamente la niegan ? Resulta pues de todo , que
cae V. en una , que no quiero calificar ahora con su propio
nombre , y me contento con llamarla equivocación. Me parece
que está mas que de bulto. No sería malo que V. escribiese de
nuevo para deshacerla.
Por lo que á mi pertenece debo certificar á V. , de que no
tengo interés personal en que haya habido , ni haya jansenis
mo ; pues ni he impuesto , ni pienso imponer capital alguno en
esta compañía de comercio harto lucrativa. No se me oculta ,
que si como me he declarado en contra , hubiese pertenecido
sella, porque Dias me hubiese dexado de su mano; en el dis
de hoi acaso me luciría mas el pelo , haría mi poquito de pa
pel , hablarían de mí con entusiasmo los mismos papeles que
boi me ponen de ropa de pasqua , me hombrearía con los se
ñores liberales, saria contado entre los regeneradores d« la pa
tria, estaría en peligro próximo de ser lo menos, menos, secretario
de la estampilla, proporcionaría á mis parientes los empleos de
mayor condecoración ; j qué sé yo quantas otras felicidades me
prometerían un nuevo paraíso de Mahoma. Mas no señor, nada
esto me mueve, ai permita Dios que me mueva. Buen provecho
le haga á quien lo buscare : con su pan se lo coma ; y allá se
las entienda. Yo no quiero mas que el camino carretero : y mien
tras mas viejo , mas agarrado estol á aquella reglita del Liri-
nense : Quud sempir , quod ubique , quod ab ómnibus. Ya que
aada puedo de importancia en favor de la religión, nada quiero
en su daño , que es cosa que qualquiera puede. Poco ó ningún
provecho espero que saque de mi existencia la patria; pero ya
que esta me cuenta entre sus cargas inútiles , no permita Dios
que alguna vez tenga razón para contarme entre las perjudicia
les. Los dos últimos artículos del credo ; de que por la divina
misericordia no me ha disuadido la Triple alianza , ni me di
suadirán todas las alianzas que admite el guarismo, me quitan
las ganas de machas cosas de por acá abaxo : y la experiencia
de que un par de libras (acaso no cabales ) de alimento , qua-
tro andrajos de vestido, y un rincón de abrigo, que han sido
todas ^is fortunas hasta el presente , bastan para existir ; me
libra de ese género de cuidado en que veo naufragar á tantos
pobre*. Pida V. á Dios señor Nistactes , que me conserve en
este modo de pensar : y cuidado que esto se lo pido con algu •
na mas sinceridad, que aquella con que V. me pedía mis ora
ciones , ó en las vísperas de soñar , 6 estando ya soñando con
migo. Baste de digresión.
Después de la qüestion ¿an sit ? en que se averigua la
existencia se sigue la de ¿ quid sit ? en que se define la esen
cia de la cosa. Supuesto que ya tenemos jansenismo, entremos
á averiguar qué cosa es : porque á mí me parece , señor Ireneo,
que tendrá V. también aquí que deshacer otra equivocación ,
ó panerme á mí en la necesidad de deshacerla. Por mas empe
ño que he puesto en encontrar en el escrito de V. la definición
de esta quisicosa , no me encuentro que V. por ella entienda
mas que Lis cinto proposiciones : y ya se ve , si quando V. lo
B
10
describe así , no nos pusiese limitación , lo mas que pudiera
decirme era que affirmatio unius , non est negatio alienas : y
que diciendo las cinco proposiciones , que efectivamente son
jansenismo , no excluía los otros primores y belleza» que
concurren á perfeccionar este dixe : ó para explicarme á lo ran
cio , las nuevas diferencias que forman el total de este com
puesto. Pero no señor : V. no entiende por jansenismo otra
cosa que las cinco proposiciones. Así se echa de ver en la pdg.
5 , en que después de referir lo que yo dixe en mi primera
carta , relativo á las calumnias con que los jansenistas deni
gran la reputación de los ministros de la iglesia, responde iró
nicamente : supongo que esa es proposición de Jansenio. En la
pág. 6, después de citar mis palabras en que culpo á los jan
senistas de errores relativos á la penitencia y eucaristía , suel
ta V. la risa , y dice: ahora me desayuno yo de que entre las
proposiciones de Jansenio hubiese errores sobre la confesión sa
cramental y la eucaristía. En la 18 , después de copiar V. la
exposición que yo hice del jansenismo con relación al libre
alvedrio, y la delectación que lo mueve ó lo necesita, n:.1
dice : yo le emplazo ante todos los literatos del mando , á que
me saque esas galimatías en alguna de las proposiciones dejan-
senio. Omito otros pasages en que aparece lo mismo, por citar
uno que nos da á entender mucho mas : y es aquel , de que yi
hice mención , de la pa'g. a , en que asegura V. que habiendo
comido el pan con varios de los que ¡laman jansenistas^ está por
la primera vez que á ninguno de ellos le haya oído defender ,
ni aun referir , ninguna de las cinco proposiciones. Y añade in
mediatamente estas memorables palabras : las sé de memoria .
porque las aprendí por curiosidad , y puedo recitarlas ahora
mismo. Sacamos pues de aquí, que para V. no hai mas janse
nismo que las cinco proposiciones : y esas , según que la memo
ria las conserva ,y ¡a lengua las puede recitar : que en mi in
terpretación , y acaso en la de V. también , 6 al menos , en
la de c-asi todo el partido, equivale á según lo material de /¿'
p alabt as.
Ya en vista de esto, no me admiro , ni de que estemos tan
distantes en los modos de pensar , ni de que V. haga tanta» J
II
tantas equivocaciones, en vez de deshacerlas. La deñniciondel
objeto ó sug:to es el primer principio de toda discusión. En
equivocándola, todo va equivocado : en no conviniéndose en
ella los que disputan , ya podemos contar con que siempre es
tarán an guerra. Veamos pues , señor Nistáctes , si podemos
convenirnos , para que cesen las equivocaciones. Dice V. que
el jansenismo son las cinco proposiciones de Jansenio. Yo digo
lo mismo, y añado que las cinco proposiciones contenidas en el
/•iugiistunis de Jansenio , es lo menos odioso que tiene el janse
nismo; porque el obispo de Ipres , autor del tal libro y propo
siciones , las sujetó al juicio de la santa sede , como V. me
dice , y yo sabía sin que V. me lo dixese. Pero pregunto ¿ se
encierra todo el jansenismo en las cinco proposiciones del Au-
gustinus de Jansenio, según que este las estampó, sus delatores
las extractaron , y la santa sede las ha condenado ? ¡ Oxalá (
Ni la iglesia en tal caso hubiera sufrido tantos males ; ni la
Europa se vería hoi en el miserable estado en que se ve. Entre
los infinitos que con razón ó sin ella se han llamado , y entre
los muchísimos que han sido jansenistas, no se encontrará , ni
á peso de oro , uno solo que haya defendido después de su
condenación las cinco proposiciones , en los términos que cons
tan en la bula que las condenó. Si pues en estos términos está
precisamente encerrado el jansenismo, así como los encantamen
tos estaban ligados á determinadas voces según la doctrina de
los embaidores que los hacían , se acabó el jansenismo con la
constitución de Inocencio X : y dixeron mui bien los que dixe-
ron , que era un fantasma ; y dice V. grandemente quando lo
lepite.
Pero i valga la verdad , señor Nistáctes I ¿ Cree V. firme
mente que en no repitiendo las palabras mismas del heresiar-
ca , no existe ya su heregía ? ¿ No tendrá V. por tal al que
diga lo mismo que él dixo , aunque sea por diferentes pala
bras , y aunque lo diga solo por mitad , como sucedió á aque
llos he reges , á quienes añadimos un semi , para llamarlos ar
ríanos y pelagianos ? ¡ Ah I Pues si V. me concede eso , como
me lo debe conceder , ya está convencido infalible y per ento-
riamente de equivocación , para hablar con modestia. Vamos ,
13
no á las praderas de Bourgs Fontaine , sino á las decisiones
apostólicas. Eche V. mano de la constitución de Alexandro
VII. que empieza Regentáis apostóliei, su fecha en el año de
1664: es djcir, once anos después de la condenación de las
proposiciones de Jansenio. ¿ Qué se nos dice allí? Que el pobre
Papa intentó el ano siguiente de su asunción al pontificado
( esto es, en el año de 1656 ) extinguir de un todo la heregía
¿e Cornelia Jansenio , que todavía rastreaba especialmente en
la Francia : y aun después de haber sido oprimida por su
predecesor Inocencio X., todavía se volvía y revolvía, á ma
nera de tortuoso culebrón á quien le han machucado la cabeza,
en varios giros y cavilosas revueltas ; y que como son tantas
las malas artes del enemigo del género humano, aun no había
podido conseguir que los errantes volviesen al camino de la
salud , ( r. ) Tiene V. pues aquí, la heregía de Jansenio , no
en sus proposiciones materiales , sino metiéndose y sacándose in
varios giros , et cavillatiónum deflexas. Andemos otro poco
hasta llegar al año de ifo^, en que Clemente XI. expidió »u
constitución Vineam Dómini , y veamos si Alejandro VII. por
sus esfuerzos repetidos pudo acabar con el maldita culebrón.
» Con sus dos decretos , dice Clemente XI , se le puso fin á la
•fi causa ; mas no por eso se consiguió que acabase el error,
vi como era debido que acabase , herido tantas veces con la es-
n pada apostólica. Porque no falta'run , ni faltan en el dia
» hombres , que no acomoda'ndose cen Ja verdad, ni cansándose
<n de contradecir á la iglesia , se esfuerzan en turbarla , y en
y> implicarla , y envolverla en quanto pueden á fuerza de vi-

(1} Quamobrem Cornelii Jansenii heeretim^in G-allis pra-


sertitn , strpentom , ab Innosenñe X. foelic. record* Proideces-
tore nostro feré oppressam , ad instar cólubri tortuosi , cajut
caput attritum est , in varios gyros et cavillationum defltxai
eáten¡ singuJari constitutióne ad hune finem edita altero assumf-
tionis nostree anno , extinguere conaíi sumits: sed nt mulíifiicei
hotfis hóminum géneris artes adliibet , nondum phné consequi
fotúimus , oí omnes errantes in viam salatis redirent , qui to
men únteos erat votontrn^ et curaran! aostrarum scopus.
w rías distinciones , 6 mas bien efugios, inventados para ha-
9» cer valer el error , y envolver á la iglesia en qüestiones in-
» terminables. "(i) Pasemos adelante, y veamos si por esta
bula consiguió Clemente XI. que el jansenismo se acabase. Ni
por esas. En el año de 1713 tuvo que expedir la famosa cons
titución Unigénitas 1 en que condenó las ciento y una proposi
ciones de Quesnel : y entre los mérito* que tuvo para esta con
denación, uno fué el renovarte en ellas varias heregías^ y prin
cipalmente aquellas que se contienem en las famosas proposicio
nes de Jansenio , y en el mismo sentido en que estas fueron con
denadas. (2) ¿ Vé V. pues aquí , señor Nistáctes , la heregía
de las proposiciones de Jansenio sin los términos materiales de
las mismas : y vé aquí el jansenismo setenta y tantos años des
pués de haber muerto Jansenio en la paz de la iglesia ?
Siento no tener á mano algunas otras bula» que después
nos lo representan vi vo , especialmente la que dió el mártit
Pió VI. contra el sínodo de Pistoya , en que también apare
ció con otro uniforme de palabras el mismo jansenismo , se
gún que se presentó en las cinco proposiciones. Convido i
V. y á todos los curiosos para que lo vean : y entre tanto
me tomo la licencia de suplir esta falta con la autoridad (que
para V. lo es , y para mí también ) del célebre Lorenzo Ber-
ti, que en su libro XVII. de Theológicis disciplinis , qui in*
eríbitur De H risi janseniana , en el primer párrafo , después
de citar las explicaciones con que los jansenistas tratan de

(1) Sie equidem causa finita est : non tamen tic , ut par
trat , finitus est error apostólico toties mucróne percussus : ñe
que enim defuere , mee adhuc desuní hómines , veritati non ac-
quiescentes , et numquam Ecclesiee contradicendi finem facientis,
qui variis distinctionibus , seu potius effugiis , ad etrcunventit-
nem erroris excogitatis , Ecclesiam turbare , tamque intermina-
*M quastienibus , quantum in ipsis est ; invólveri , et implicare
conantur.
(a) Variasque hareses , et potfssimum illas , qua in famo-
sis Jansenii propositionibus , et quidem in eo sensu : in qu» h<e
damnatct fueruní, acceptis, cmúnentury manifesté innovantes £¿í.
14
endulzar la doctrina de su maestro , cancluye diciendo que
estos caballeros se apartan de los errores condenados , no en
el sentido , sino en las palabras : vsrbis ¡taque , non re , Theó-
Jogi illi sunt á damnaíis erróribus alient. Ruego á todo afi
cionado que haga por leer el citado párrafo , y el que le si
gue. Con ellos hasta para derribar este achiles de que Y.
se vale, Sr. Nistactes. Tenemos pues que son jansenismo
las cinco proposiciones de Jansenio], aun quando no se estam
pen y digan según los términos en que V. Jas tiene de memo
ria , y puede recitarlas ahora mismo.
Pero pregunto yo ahora mismo ¿ y estos discípulos ó hijos
de Jansenio, de cuya no interrumpida succesion nos dan testi
monio las bulas apostólicas , no han añadido alguna cosita á
la doctrina de su maestro ? ¿Sí han contentado con ser reloxes
de repetición ? ¿No han hecho algunas especulaciones con ese
capital que heredaron de su buen padre? Injuria sería de per
sonas tan recomendables sospecharlo siquiera. Mui por el con
trario : ellos en este punto han aventajado á quantos en toda la
historia de la iglesia consta haber tomado á su cargo la defensa
de los errores, y la vindicación de los errantes. Dio el Papa
Urbano VIII. su constitución In eminenti año de 1641, en que
condenó el Augustinus , como libro que contenía muchas de
las proposiciones condenadas por sus predecesores. Salieron al
instante los hijos defendiendo el honor de su padre , diciendo
unos, que la bula In emimnti era subrepticia , como se echa
de ver por la proposición que cendenó Alexandro VIII , y
asiéndose otros de una coma mal puesta en algunos exemplares
de la bula en que Gregorio XIII condenaba las proposiciones
de Bayo , para asegurar que ellas podían defenderst en rigor ,
y en el sentido propio que habían tenido á la vista sus autores •
debiendo decir, y diciendo la bula original todo lo contrallo.
Quiso Inocencio X quitar de enmedio estos asideros, exa
minando y calificando , como efectivamente lo hizo en juicio
contradictorio , todas y cada una de los cinco proposiciones i
y oyendo á los cinco diputados que estuvieron por la defensa
de ellas á nombre de toda la pandilla. Dio en 1653 su ^u'a
Cum oceasidne , en que las condenó con todos los requisito» que
15
parecían necesitarse , y cerró así las ptertasá todas las cavila
ciones y quisquillas que hasta entonces se habían suscitado.
Mas este decreto dio en varones constantes , que en vez de ce
der , se alborotaron mas, é inventaron las especies de que Ja$_
cinco proposiciones no ettaban enjansenio , ó de que si estaban ,
no en el sentido en que se habían lomado para la condenación ,
como consta de Ja bula Ad sanctam B. Petri del Papa Alexan-
VII. arriba citada: y añadieron la famosa distinción del hecho
y del derecho en la condenación de doctrinas , que dio ocasioa
á la citada bula, y á la del mismo Alejandro Regiminis apostó-
Kci , en la que se trató de evitar todo subterfugio por la subs
cripción al formulario. Parecía no quedar ya mas arbitrio; pe
ro Dios nos libre de un entendimiento á quien la voluntad ha
apresado : él ha de salir aunque sea por Ja chimenea. Se in
ventó el famoso caso de conciencia : y se enseño que se cum
plía con la abediencia debida á la Iglesia en la condenación de
las proposiciones, guardando exteriormente un respetuoso si
lencio , aun quando interiormente se estuviese diciendo tixere-
tas. (i) Tiene V. pues aquí, si no lo ha por enojo, al janse
nismo algo mas medrado de como salió del Augustinus'. merced
á sus tutores y curadores , que no dexáron cavilación alguna á
fin de defenderlo contra la autoridad de la Iglesia.
Mas ni con esto se contentó la notoria probidad y católico
ztlo de estos buenos hijos de aquella buena madre. De la defen
siva tomaron la ofensiva : llamaron en su socorro tropas auxi
liares : de cinco solas baterías que estaban asentadas contra la
ciudad de Dios, levantaron quinientas : deduxéron muchas

(i) Así consta de la constitución de Clemente XI Fineam


Dómini de 1 705. Praíerea , iidem inquieli homines , sparsis
unequáque scriptionihus , ac Jibellis , exquisita ad fallendum
arte compositis , non sim gravi Apostólica seáis injuria , maxi-
moque tolius Ecclesia scándalo , docere non sunt vériti, ad obe-
dientiam prcefaíis coristitutionibus debitam non requiri , ut quis
prtedicli janseniani libri sensum in antedictit quinqué proposi-
tionibus , sicut pr<etnittitur , damnatum., interius , ut ¡ucreticum
damnet ; sed satis esse¡ si eá de re obsequiosum (ut ipsi vocant)
tilentium teneatur.
i6
conspqüencias nuevas , tanto de la doctrina condenada , con»
de los principios de donde salió : agregaron luego otros erroreí
traídos del común abuelo Calvino , de su colega Lutero , del
precursor de ambos Wiclef , y de Miguel Bayo y da Ed
mundo Richer, cuyas retractaciones trataron de desvanecer,
movidos de la lástima que tuvieron de que á estos dos arrepen
tidos errantes no se los hubiese llevado el diablo. ¿ Y quiíin
podrá calcular ahora los aumentos que por estos arbitrios agre
garon al capital ? Véalos qu;.:n quisiere en las treinta y una
proposiciones condenadas por Alexandro VIII. en 7 de Diciem
bre do 1690. Vuelvaá verlos en las quiltro, que diez años d •
pues condenó el clero galicano en su asamblea ya citada. Pase
luego al año de 1713 , y recréese con las ciento y una propo
siciones de Quesnel condenadas por Clemente XI. en la bula
Unéginitus ; y no se olvide de repasar la de nuestros dias Auc-
torem ft'dei d¿\ santo Pió VI. ¡ Qué de maravillas no encontra
rá allí , especialmente sobre el artículo de nuestra fe, por donde
creemos la santa Iglesia católica I Yo estoy persuadido á que
si el diablo mismo se hubiese propuesto trazar una sinagoga en
que todo estuviese á su gusto , no hubiera dado un plan mu
oportuno para ello , que el presentado por el ingenioso Ques-
nel quando ha descrito la Iglesia. Convengamos pues, señor
Ireneo , en que el jansenismo es alguna cosa mas que las cin:o
proposiciones , en que estas no son mas que la semilla que
ee arrojó á la tierra , para que fructificase , como ha fructi
ficado , á algo mas de ciento por uno ; y en que esta maldita
cosecha está mui á pique , si se dexa , de no dexarnos ni
aun memoria del buen grano. Debe pues definir á este enemi
go de todo bien por las cinco proposiciones que dieron causa
al cisma : por los errores que ellas renovaron: por los mucho»
que de ellas se deducen , y han deducido sus sectarios : por
las cavilaciones , efugios y artífices con que estos trataron de
frustar la condenación : por los libelos y escritos de todo gene
ro , que en todas partes se esparcieron , compuestos , como «e
lamenta Clemente XI , con quanto tiene de mas maravilloso y
exquisito el arte de engañar ; (i) últimamente, por esa inmcn-

(i) V. la cita anterior.


«7
.*a plsga delibras pestilentes, con que han infjsta do el or
be católico , y por donde en el espacio de pocos afíos, di-
.ce Crescencio Krisper, la maquinación de Qaesnel ha dado
.mas, libelos infames contra la religión , obispos , cardena
les y Pontífice , que la de Calvino en dos siglos enteros (i).
Es mucho descuido en un hombre que solo escribe para des
hacer equivocaciones , haber incurrido en esta que puede dar
ocasión á tantas.
Dispius de la definición , que explica la esencia de la
cosa , se sigue la averiguación de sus propiedades y atri-
butoi; y también en este punto se maneja V. como en los
anteriores , dando ocasión á muchas equivocaciones , en vez
de quitar las que supone existen. Vamos paso á paso; y
dígame V. que juicio tiene hecho del jansenismo , y en que
clase lo coloca. ¿ En la de las opiniones , ó en la de los
errores ? ¿ En la de los sistemas da las escuelas católicas que
tolera , y aun celebra la Iglesia ; ó en la de las heregias
que anatematiza ? Ve V. aquí mi primer tropazon. Leo en
la pag. 1 8, que V. detesta las cinco^ proposiciomt , como las
hubiera retractado su autor : y esto , asi como me persua
de á que V. no está por la aserción condenada de que Jan-
senio no había sido autor de las tales proposiciones , asi tam
bién podía convencerme á que tenia por heregía al janse
nismo , si no supiese que otros que á la par de V. pro
testaban detestarla , eran jansenistas y hereges , y termina
ban su detestación mas a' lo material de las palabras » que
al sentido de las proposiciones. Por otra parte observo , que
el lenguage constante con que V. se esplica , no da al jan
senismo otro nombre que el de apodo , cantinela , heregía
imaginaria , y demás que arriba cité ; y que á los que ha-

(r) Plus ibidem libellorum infamium contra religiosos ,


contra episcopos , contra cardinales , contra ipsum Pontifi-
cem i paucorum annorum spafio pariurivit Quesnelliana machi-
x.itío , qujm olim Calviniana dupüci saeiulo. Crescencio Kris
per en la anotación segunda de su libro intitulado Nubil»
Jansenismo &c. impreso en Viena año de 1726.
C
i8
hablamos de jansenismo , nos trata de visionarios y soñado
res ,-^jr nos culpa ( como lo hace conmigo á la pag. ti )
de fomentar en» nuestra ignorancia en las escuelas , una di
visión venida de Ja Francia, que debiéramos desterrar , unien*
danos todos mas cada dia con los vinculas de la ILUSTRACIÓN
y la caridad. Si como V. dixo ilustración hubiese dicho /e,
estaría menos equivoca la sentencia. Mas quiero suponerle,
que quando dice ilustración , no toma esta palabra en el sig
nificado de los liberales , sino en el del evangelio , que á
la fe del hijo de Dios llama luz , qiitg illuminat omnem ha-
minem. Pero de aquí mismo me resulta á mí mi gran dificul
tad. Si el jansenismo , digo yo , en el concepto del señor
Irrn.'o fuese , como es en sí mismo , una verdadera heregía
¿ como habia de llamar visionarios y soñadores á los que lo
tenemos por tal ? ¿ Ni como habia de exórtarme á que des
terrase de las escuelas la división que por él ha venido de
la Francia , uniéndome con yo no sé quien en los vinca-
los de la ilustración ? ¿ Pues que ? ¿ cabe unión donde la fe
no es una ? ¿ Puede haber ilustración donde el error espar
ce sus tinieblas ? ¿ Se puede jamás componer la división que
desde el principio se puio entre estas y la luz ? Y si el jan
senismo es tinieblas ¿ pueden ser llamados vitionarios los que
las palpan ? Ve V. aqai , Señor Ireneo , algunas de las mu
chas equivocaciones en que me ha envuelto , por el escri
to mismo en que se propone deshacer las que me supone he-
b. r causado.
Permítame pues , que para salir de ellas me valga del
consejo que me da en la pag. 23 un minutito antes de deí-
pertar , y que tomaré siempre, aunque V. no me Jodierá:
á saber , seguir con tos santos el sendero de la Iglesia. Tomo
pues de mui buena voluntad este sendero, g Que me ha di
cho ella acerca de las proposiciones de Jansenio , en que V.
circunscribe á todo el jansenismo ? Me dice , que las tales
proposiciones son temerarias , impías, blasfemas* anterior
mente anatematizadas , heréticas , falsas y escandalosas , co
mo V. echará de ver por las censuras que á cada una de ellas
puso el Papa Inocencio X.. en su bula Cum occasione. jQue
19
me dice acería del jansenismo, que sin repetir esta» pro»
posiciones á la letra , usurpaba su sencido , y trataba de elu
dir su condenación ? Por boca de Alexandro VII. me asegu
ra , que es la heregia de Cornelio Jansenio, que á semejanza
de una tortuosa culebra se vuelve y revuelve en varias ca
vilaciones y giros (i). ¿Que idea me da de ella después el
Papa Alexandro VIII , quando en 7 de Diciembre de 1690
condenó las treinta y una proposiciones ? Que estas son res
pective temerarias , escandalosas , mal sonantes , injuriosas ,
hceresi próximas , sapientes haresim , erróneas , cismáticas y
heréticas (2). Véalo V. si gusta en el decreto que le cito
abaxo. ¿ Que me dice Clemente XI, quando en su constitu
ción Unigénitas condena las ciento una proposiciones de Ques-
nel ? Oiga V. la censura : u que las condena á todas y á
n cada una como falsas , capciosas , mal sonantes , piarum
m aurium ojfensivas, escandalosas, perniciosas, temerarias, in
ri juriosss á la Iglesia y á sus prácticas, contumeliosas no so
lí lo á la Iglesia , mas también ( y ojo aqui, Sr. Ireneo ) á las
t* potestades seculares , sediciosas , impías, blasfemas , sospe
sa chosas de heregia , sapientes hoeresim , que favorecen á los
n bereges , hsregía y cisma , próximas á heregia condená
is das repetidas veces , y últimamente , heréticas , y que re-
v> nuevan varias heregías, y principalmente ( vuelva V. á
*t fixar aqui la atención ) aquellas que se contienen en las
» famosas proposiciones de Jansenio , en el mismo sentido
s» en que estas fueron condenadas (3) . " ¿ Que me dice el
—^ ■
(1) Jansmii hceresim ad instar cólubri tortuosi.... in
varios gyros et cavillationum dtflexus euntem. Constituí. Re-
giminis citata.
(a) Trae el decreto de condenación el benedictino Gre
gorio Kurez en su libro intitulado Teología sofistica pag. 337
Bambergse 1746.
(3) Omnes et singulas propositiones preinsertas, tamquam
falsas , captiosas , male sonantes , piarum aurium offensivas,
esandalosas , perniciosas , temerarias , Ecclesia et ejus pra-
xi injuriosas , ñeque in Ecilesiam solum , sed etiam in po
ao
perseguido Pió VI. en su bula Aucíorem fidei ? Con hirto
dolor mió no puedo repetírselo á V. , porque el exemplar
de esta bula que tenia , cayó como todo lo ce ñas en poder
de los franceses ; pero á corta diferencia ella dics , como
podrá ver el que la tenga , lo mismo ó algo mas que su»
predecesores. Es pues el jansenismo , si vale ajgo el voto
de la Iglesia , una heregía , tan indubitablemente heregía ,
como el arrianismo , el pelagianismo , el calvinismo y las
demás conocidas por tales desde los Apostóles hasta no
sotros»
A conseqüíncia de esta verdad , debió V. , señor desfa
cedor de equivocaciones , hab?r comenzado por aquí sus de
sengaños. Yo por ahora le doi de barato , que ea mis dos
primeras cartas incurriese en todo lo que V. me dice de equi-
Tocaciones , y todo lo demás. El modo de deshacer estai mis
equivocaciones era , separando lo verdadero de lo falso . y
lo cierto de lo dudoso , decir: aunque ha habido y hai uní
heregía llamada jansenismo , unos hereges llamado jansenis
tas , el Rancio ha equivocado estas ideas . ¡¡amando jansenis
mo á tal ó tal doctrina que no lo es , y jansenistas á fula
no y zutano que son católicos. Pero hablar del jansenismo tan
ambiguamente , y cargarme tanto la roano , sobre que á
su sombra fomento divisiones , y .no saberle mas nombre qut
Ja discordia que nos traxeron los franceses ; esto no es qui
tar las equivocaciones que no hai . sino dar ocasión ú mu
chas que no debe haber ; y lo que es peor , exponernos á
que veamos en V. lo que no es razón que V. tenga ; por-

testates saeculi contumeliosas , seditiosas , imfias blasphemaii


sutpectas de h<eresi , ae haresim ipsam sapientes . nec non
htereticis , et hceresibus , ac eíiam schismati faventes, erro-
ntas •;. hceresi próximas pluries damnatas , ac demum etiam
h&reticaS) varinsque hareses, et potissimum illas , qu<g in fa-
mosis Jansenii propostíionibus , et quilem in eo sensu , in qua
h<e damnata fuerunt . acceptis , continentur . manifesté inno
vantes , respective hac nostra perpetuo valiíura Constitutio-
nt , detlaramttSs . damnamut , et rtprobamus.
que , Sr. Nistactes , este de que usa , es puntualmente el
lenguage de la secta. Con él se explicó Quesnel en la propo
sición 94 entre las condenadas , quando supuso con su acos
tumbrada piedad , que en ¡a Iglesia se tiranizaba la fe dt
ks fieles , y se fomentaban divi: iones por cosas que no ofear
den la fe ni las costumbres (i). Con él se exjJicó la segunda
proposición condenada en 1700 por el clero galicano , que
decía : por la constitución de Inocencio X. ninguna otra co
fa se ha conseguido que renovar y exacerbar mas Jas dis-
- putos ..... y Alexandro Vil. ha sido conducido á lo mis
mo (a). Basten estos testimonios por ahora. Si V. quisiere
mas , avisóme , y se los facilitaré á carretadas ; porque no
hai uno solo entre los muchos jansenistas que be leído, que
no trate de salirse por esta boca-manga , culpando á la Igle
sia que los condena , y á los teólogos que los impugnan ,
de que fomentan divisiones y discordias por cosas de nin
gún momento , y de que infaman á católicos de notoria pro-
dad , y en fin toda la barabúnda que V. mete. r
No abusemos, Sr. Ireneo, ni de los nombres ni d¿ las cosas*
La división por lo común es mala; mas a' veces es necesaria.
La discordia tiene mui mal sonido; pero en muchas ocasiones
debe ser preferida á las aparentes rentaps, que nos presenta di
nombre de concordia. Concordia guardan entra si los vandidos,
que se unen para saltearlos caminos. Concordia tiene el conse
jo conservador de Pariz con su capitán de ladrones Napoleón.
Y para poner un exemplo de casa: concordes están nuestro»
liberales, y tanto, que si como es en contra, fuese á favor del

(1) Nihil pejorem de Ezclesia epinionem ingerit ejus ini-


tnieis , qtiam videre illic dotninatum exerceri supra fidem fide-
lium , et foveii divisiones propler res , qua nee fidem \ae-
dunt , neo mores. Constituí. Unigénitas.
(2) Constiluíione Inocentii X nihil aliud acium , quam
ut renovarantur et exacerbarentur disputationes In eamdem
viam pertractus est Alexandtr FU. , ut homo , ab homini-
bus faiile impellendus in eas res , qu<e farunt ejus offici»
convemrent Grave&on. ubi supta.
M
altar y del trono, ya oos hubiera salvado su concordia. T coa-
todo eso, en estas malditas concordias está el daio del pobre
caminante, de la afligida Europa, y de la desgraciada España:
y en la división que la desbaga , todo el bien de todos.
Unus Deas , Sr. Nistactes , ana fides : estas son las bases
de la verdadera concordia. Convengamos en ellas , y el Ran
cio soltará inmediatamente la pluma. Pero eso de que nos
unamos por los vínculos que V. llama de ilustración , y yo
de jansenismo , ni que lo piense. Me moriré escribiendo : y
muerto que yo sea y los de mi partido , habrá miles que
escriban.- No> resistir al error , es aprobarlo ; error , coi
non resisütur , approbatur : y libróme Dios de que la li
beral filosofía me cuente , ni aun por omisión , entre sus apro-
badores. No defender la verdad quando es atacada , equi
vale á oprimirla : et veritas quee non deffensatur , et oppri-
mitur : y yo por la gracia de Dios soi cristiano confir
mado , es decir , soldado de las banderas de la verdad eter
na Jesucristo. Bien veo que si todos los que nos preciamos
de tales callásemos, como V's. quieren , ya mucho tiempo
gozaríamos de una paz igual á la que ahora tiene y tu
vo Paris en la época de Robespierre , pero la tal paz es peor
que todas las guerras. Bien veo qne los liberales se me al
borotan , y el jansenista se me escandaliza ; pero prim -
to que evitar todos los escándalos , es sostener la causa de
Ja combatida verdad : uíilius scandalum nasci permittitur ,
quam veritas reünquatur. Dejiese V. pues de pasmarota
das : y si de veras trata de que se acaben las equivoca
ciones , condene el jansenismo como lo ha condenado la
-Iglesia , y no llame á les que lo condenamos , autores de
discordia y divisiones.
Pero lo mas peregrino que sobre este punto tenemos, es
la salida que V. busca á la condenación de la Iglesia al
fin da su pag. 1 1 y principio de la 1 2 : por otras serias:
poquito después de aquellos dos famosos silogismos , en qua-
tro términos cada uno, en que me lia con Caramuel , Te-
rilo , Casnedi , y no se quienes mas ; y hace otras iguales
habilidades , de que hablaremos á su tiempo. Merece el pa*
•age ser copiado á la letra, w Yo no nombro personas , dixo
w el maestro. Pero mediando en estas materias decisiones
yt del Romano Pontífice , roe enoja el que los jansenistas
v> no le tengan por infalible , ni aun en las decisiones dog-
y> mañeas , y aseguren que sus juicios son corrompidos.—
y» Es mui gracioso , dixo el Agustino , el brinco que da V.
r> para hacer esa acusación , quando consta en papeles pú-
v, bucos que no se ha librado de la imputación de jansenismo
v> la silla misma de San Pedro. := j Quien ha tenido tal osa-
f¡ dia ? &c. " Hasta aquí el famoso diálogo de V. , con aque-
<n Ha innata gracia que cree tener para escribir diálogos.
Y ciertamente, ya que se ha tomado V* la licencia, que
por escrito no he visto en ninguno, y d« palabra solamente he
notado en las mugeres, y en algún otro hombre que con barbas
de tal tiene cabeza de muger : decia, que ya que V. se ha-
bia tomado la licencia de hablar á mi nombra lo que yo no he
hablado , decir patas arriba lo que yo digo patas abaxo, mudar
en mis proposiciones los predicados en sujetos y los sujetos en
predicados, y hacer en fin otras cosas que no están escritas" ;
pudiera también en uso de las mismas facultades haberse tra
gado esta mi rzconvencion contra la secta, del mismo modo con
que se traga otras; y no haber tomado en boca las decisiones
de la sitia apostólica, para insinuarse acerca de ellas como
se insinúa. Digame V. por Dios : ¿con que cara se atreve
á llamar brinco á la cita de las decisiones dogmáticas de los
Romanos Pontífices sobre un punto , de donde depende ca
si trdo lo que como cristianos creemos y debemos ? Si es
ta es un brinco ¿ querrá V. decirme qual otra sea la que me
rezca el nombre de paso natural ? ¿ Como estamos ? g A don
de hemos de ir por las decisiones dogmática» ? ¿ A la silla
de Roma , ó á la de Utrech ? ¿ A quien hemos de pres
tar nuestro asenso ? ¿ A Pedro que habla por la boca de
sus succesores , ó á que se yo quien , que se nos insinúa
por la de V. ?
No señor? ni yo hago , ni V. debe hacer mérito de la
invención del partido, desconocida hasta entonces en la Igle
sia , de la apelación al futuro Papa. El pueblo católico -se
•4
escandalizó de este recurso , el menos conforme con It fe ,
que le enseña que el Espíritu Santo habla por boca de
Pedro. Después de entablado él, ya. son pitados muchos Pon»
tiíices , que al entablarlo no eran sino futuros , y que h».a
mirado esta apelación como un nuevo error , que agrava
los restantes horrores. Abomino vy V. debe abominar también,
.la apelación al futuro coacilio , interpuesta por los refractarios,
(y en la qual imita'ron y siguieron el espíritu de Lulero. ¿Tiene V.
.algún t-xemplo de que esta apelación haya sido jamas fructuosa,
y no se haya mirado en la Iglesia corno una de las peores artes,
de que echan mano los rebeldes y díscolos ? Demos de barato
que ella pudiese haber valido alguna cosa. Ya tiene V. al-
.go mas que un concilio contra los errores de esta secta,
en el uniforme consentimiento con que todo el cuerpo de
. la Iglesia ha suscrito á su condenación. Quiso Quesnel que
.. los primeros pastores no pudiesen excomulgar á nadie
«sin este consentimiento , al menos presunto (i). Pues
, ya lo tiene V. aquí , no solo presunto, sino expreso , y tan
expreso , que hasta los mismos jansenistas , que ore suo be
. nedicebant , carde aut¿;n suo malí JL-ebant , fingen prestarlo
también. Me horrorizo , y V. se debe horrorizar igualmente,
de la doctrina de cierto jansenista español , que abusando de
la definición por donde llamamos á la Iglesia Ja congrega'
. cion de todos los fieles , no reconoce juicio de la Iglesia , sino
quando toios los fieles juzgan : y quiere que reputemos porfitl
á todo el que por si mismo no se declara infiel. Porque esto,
Sr. mió es ponernos en la obra de la sabiduría de Dios un
sistema , que no se verificaría sino en una casa de locos, don
de el fundador fuese tan loco, como aquellos para quienes
la fundara.
.. No es este . Sr. Nistactes , el camine : otro rumbo es
menester que tomemos. Para mí e,l único que hai y de don
de ni despedazado saldré , es aquel que me enseña S. Agus-

¡ (i) Proposit. XC. Ecclesta auctoñtatem excomunicandi


..habet , ut eam exérceat per primos pastores , de contenta mi'
tem pr¿esumpto , íoíius corporis.
25
tin , qoando dice. Llegaron los rescriptos de la silla aposta-^
tica i la causa puns ya está finalizada : oxalá que algún dia
se finalize también el error (i). Para V. igualmente debe
valer la misma regla, en suposición de que, como me cita, y ei
verdad, el gran padre y patriarca de la secta , cujas partet
hace , pró íimo á su muerte sugetó su Augustinus al juicio'
de la santa sede. Tiene V. pues aquí los modos de pensar de-
ambos Agustinos , el legítimo y el adulterino: y tengo yo ra
zón para repetirle con respecto á quaJquiera de los dos, lo que
los padres del sínodo de Palestina dixéron, no me acuerdo si i.
Pelagio 6 á qual otro de sus discípulos : qui Augustini perso-
nam assumis , Augustini sententiam séqusre. Sea V. agustinia-
no, como blasona, en este punto; y yo no me meteré
en averiguar , á qual de los dos Agustinos se propone por
modelo,
He leido, si señor, he leido contra esto que estoi diciendo
mucho mas que lo que V. piensa, y acaso mucho mas que el mas
fervoroso jansenista. Pero valga la verdad ¿ merece todo ello
siquiera la pena de leerlo ? j Hai en todo ello otra cosa que
chismes , enredos, calumnias, sofismas , paralogismos y sar
casmos ? ¿ Ha podido ello llamar la atención de otra clase
de sabios , que de los que sacrifican i la ambición y adu
lación su conciencia , su religión , su reputación y sus lu
ces ? i Ah ! Quíteme V. del ministerio de la Francia á un
Choiseul , y á tantos otros del mismo pelo como le siguieron:
quíteme del de la Alemania a' un Kannitz ; del de Ñapó
les á un Fanuci ; del da Portugal á un Carvallo , y del
da Espafía á un Urquijo , á un Cavallero , y que se yo
que otros ; y verá hechos objetos de la execración pública
i esos escritores venales , cuya mala ié se esta' asomando
hasta por las hendiduras de las letras. Su memoria en par
te ha perecido , y en parte va á perecer con el ruido que
metieren en el mundo : y entretanto dura y durará inmo-

(1) De'hac causa dúo Concilia missa sunt ad sedem Apos-


tolicam: inde etiam rescripta vererunt. Causa finita est. Apud
Berti loco cit. cap. 2. prop. 4.
D
£6
biela sagrada piedra sobre que Cristo edificó su Iglesia, sin
que jamas prevalezcan cotra ella las puertas del infierno.
Vengamos á la otra salida que V. busca i estas decisiones
dogmáticas , diciendo q iz no se hu librado de la imputación de
jansenismo la silla misma de S. Pedro. Aquí hubiera jo queri
do que V. no me huMes? hecho brincar en sjguimiento de es
te cascabel , sinro que me hubiese hecho detener en el espíri
tu con que se me echa , todo el tiempo que la materia pide.
Mas ya que V. no quiso darme, yo ra: tomare este trabajo ¿Qué
quiso V. significar quando dtxo este d-spropósito ? ¿ Que na
habido ademas de los jansenistas otros picaros taa rebeldes como
elios i la iglesia ? Es cosa que todos sabemos: pero con esto no
se responde al argumento de que la Iglesia ha condenado a' los
jansenistas. ¿ Qué es pues lo que me quise decir ? ¿ Qué la
condenación que la Iglesia hizo de los jansenistas, se vaya por
la que los jansenistas y otros tales han hecho de la Iglesia? No
estoi persuadido á que se haya abandonado hasta este extrema;
sin enbargo de qoe hasta él se abandonaron Quesnel y otros mu
chos del partido. Quitemos pues señor desfacedor de equivoca-
ciones, quitemos de enmedio esta en que V. nos pone, sin duda
de resultas de haberescrito dormido. Haga por despertar, y
digame que juicio merecen los que imputaron el jansenismo d
Ja silla misma de S. Pedro. Es regular que me responda
■que los tiene por hombres perdidos, hijos de iniquidad, te
merarios , impíos, llenos del espíritu de Wiclef y Lute-
to, &c. Ea bien : diga conmigo : anatema á todo aquel
que se ha atrevido i imputar el jansenismo á la cátedra dií
la verdad y centro de la unidad católica. Anatema al infame re
fractario, que en vez de escuchar la voz del padre común ds
los fieles , insulta impíamente sus decretos. Anatema al cis
mático y herege , que erigiéndose por sola su soberbia en
juea del que Cristo constituyó primer juez y pastor de h
Iglesia , tiene, audacia para suponer que han faltado las
promesas de Cristo. Y si sobre estos tres le oceurren i V'
otros anatemas que añadir, añádalos sin miedo « y cuentJ
seguramente conmigo : que responderé : Amen. Pero ya qus
estamos coa las manos ea la .masa , no perdamos la ocasio"

\
de hacer también tortas para otros que igualmente las me
recen. Anatematizemos a' los que en la proposición 29 con
denada por Alejandro Vil , llaman fútil y muchas veces ar
rancada de raíz la asircisn de la infabilidad del romano
Pontífice en la determinaron de las qiiestiones defé(i).: i,
los que en la 30 autorizan á qualquiera , para que luego
que encuentren alguna doctrina claramente fundada en San
Agustín , puedan sostenerla y enseñarla sin respeto á bula al- ,
gana pontificia ( a ) : á los que aseguran en la 31 ,
que la bula de Urbano Vil . In eininínti es subrep
ticia ( 3 ). Anatematizamos á ios que estamparon , y i los
que< repiten las proposiciones que arriba cité, condenadas por
el clero galicano , relativas i que los decretos pontificios no
habían hecho otra cosa que irritar las divisiones y disputas,
con otras iguales que se pueden leer en Graveson. Anatema
tizemos en fin - a' los que imitando la conducta del devoto,
padre Quesnel , se m>9<dexan"? "venir' coti esta devotísima pro
posición , que es la 93 de las condenadas. Jesús á veces sa
na las heridas que sin mandato suyo ocasiona la precipita
ción de los primeros pastores : Jesús restituye lo que ellos par
un zelo inconsiderado despedazan (4). Si señor , padre be
neficiado , anatematizemos» ¿rodo' -éütcl\ y verá V. comoj;«e
acaban mas do quatro equivocaciones. ¿ A que hombre Ae
razón le ocurre citar las invectivas de galeotes y presidiarios
contra la autoridad de los tribunales y jueces , y contra la
justicia de sus sentencias? • **» — -
■ . ....... flUTii ■ ij; „i. , , ■ , .., ,
(1) Fútilis et toties convulsa est assertio de Pontificis Ro-
mani supra Conciliúm (Ecumenicum auctoritate y atque in fi-
dei quastionibus dicernendis infallibilitate. Kurez pag. 333.
(2) Ubi quis invenerit doctrinamin Agustino clari fun-
datam^ Mam absolute patest tenere+et docere , non respkien-
do ad ullam Pontificis Bullam. pag. 334. ■*..' ■•• ,*
(3) Bblla Urbani ^///eminenti , est subrepticia pág. 336*
(4) Jetus quandoque sanat vulnera , quee praeeps prima-
rum Pastorum festinatio infiigit sine ipsius mandato : Jesús
restituí? quodipsi .inconsiderato zelo rescíndante
28
■ Ya que hemos tocado en materia de imputaciones, no
pnedo menos que significar á V. mi mucha admiración, al
Terlo usar perpetuamente de ellas como de un principio y
un lugar común , el mas apto para deshacer equivocaciones.
Digo yo : los jansenistas son rebeldes á los decretos de U
silla apostólica. Responde V. : también en escritos públicos
la silla apostólica ha sido imputada de jansenismo : con
que patas. Estampo yo que los jansenistas piden para la
penitencia y eucaristía disposiciones- imposibles á nuestra
flaqueza. Responde V. qüe lo mismo se ha dicho de un mi
llón de verdaderos católicos :< conque vayase lo uno por lo otro.
Aseguré y vuelvo á asegurar , que hai jansenistas. Me cita
V. en contra que muchos , que seguramente no lo fueron ni
son, han sido imputados de tales : ergo jansenistas y janse
nismo no son mas que un apodo, ana cantinela, una vi
sión , una imaginación y mucho mas. Por las órdenes que
tengo que ni en Ins Tópicas :de Aristóteles , ni en la lógi
ca de Port-royal he visto cosa alguna que dé fundamento, ó
se parezca a' este modo de filosofar. Vaya un ensayo de é!.
£1 inocente ó la inoceneia misma por esencia fué puesto
en el suplicio de los ladrones : luego todos los que como él
fueron crucificados también eran inocentes. . Item.: no ha
habido en el mundo , ni habrá un solo hambre de bien , &
quien los picaros no hayan imputado lo que han querido:
luego son hombres de bien todos los que sufrieron la impu
tación de los mismos d iguales delitos, j Válgame Dios , S*.
lreneo l-r Qué un hombre como. V-.se nos dexe venir coa
estas cosas!'' ■ "¡ ■ i .1
r ' ^Convengo en que se ha hecho mucho abuso de la im
putación ; pero este abuso ha venido á la sombra de un
uso legitimo. Sepáreme V. cosas de cosas , y no se me ande
por Dios saltando de un particular á otro ; pues hasta los
boyeros y arrieros saben que porque yd- no' sea v¿ g. ru
bio, no se sigue que no haya rubios en el mundo. Es cer
tísimo que han sido imputados de jansenismo muchos que
en ninguna manera lo merecían ; asi como desde que el san
to de los santos fue imputado de seducción , todos los que han
29
sido sayos han pasado en boca de muchos perversos, y aun:
se trata entre los filósofos de que en el dia continúen pa
sando , por seductores. Mas no se me apure V. per eso; por-,
que asi como Jesucristo resucitó al tercero dia de entre los
muertos asi también han resucitado ellos de entre los janse
nistas dentro de un breve tiempo , y se han quedado tan ca
tólicos como eran para todos los siglos de los siglos. Por el
contrario , han sido jansenistas los muchos que lo han sido,
sin querer parecerlo , y con este designio han trabajado, y
buscado quien trabaje , en pintarse, y en que nos los pin
ten por católicos y por santos. Pero ¿y que han conseguido coa
tito ? Lo mismo que el que se empeña en lavar y relavar á
ua etiope , que mientras mas lo lava , mejor le descubre lo
negro. Dexenos V. pues dar á cada cosa su ncmbre : mayor
mente sobre una materia en qu? nos interesa tanto saber coa
quien hablamos , y quien nos habla. £1 qu: fuere jansenista,
que pase por tal : para eso lo ha ganado ó lo gana , para
echárselo encima. El que no lo fuere , mayormente en el
dia de hoy, él sabrá no pasar por tal , sin necesitar de procu
rador; y en caso de necesitarlo , podrá contar, y segura
mente contará , con el repetido patrocinio de la silla aposr
tolica , de cuyos decretos me hace V. transgresor , no por
méritos mios , sino por su mucha bondad , como veremos en
adelante. Contará también con la defensa de todos los hijos
de la Iglesia, que á su tiempo lo indemnizarán del agravio que
le hubiere hecho qualquiera pluma ó lengua maldeciente. Es ver
dad que hai algunos de quienes se puede dudar, porque ea sus
escritos no atinamos si son flores si no son flores. Mas oiga V.
sobre estos mi dictamen. Si murieron ,en la comunión déla
Iglesia , y fueron de aquellos primeros que balanzearon en
medio del calor de la disputa, v. g. los que subscribieron al
infausto caso (como se llama uno de ellos) de conciencia, yo
no tendré dificultad en disculparlos , diciendo que erraron ,
no en el derecho , sino en el hecho , que les pintaron con
colores extraños : asi como entre otros de la antigüedad erró
Juan de Antioquía, no porque dividió á Jesucristo , como ha
cia su amigo Nestorio , sino porque no crejó que lo diyi?

día eite su amigo : y asi* como ( para poner un exemplo de
la misma materia que tratamos ) San Vicente Paul conserró
mui buena correspondencia con los patriarcas de] jansenismo,:
antes de enterarse en el asunto : mas luego que se impuso
bien , biso todos sus esfuerzos , nos dice la Iglesia en sus
lecciones paraque serpentes errores, quos simal sensit , el ex-
horruit, amputar entur , debitaque judi:iis aposteücis obedien-
lia prcestorctur ab ómnibus. Esto se entiende con respecto á
los jansenistas dudosos de entonces ; pero no á los de ahorat
Por' lo que hace á su juicio público, esperare*, como de
bo , el de la iglesia ; mas por lo que pertenece i mi opinión
privada , llevo la misma que la Iglesia lleva , quando la du
da no es sobre la persona y sus hechos , sino sobre el dog-
mi. Dubius ta fide hteréti¿us est. Herege , es dice la Iglesia,
el que duda' de la verdad de lo que nos enseña h fe : jan
senista es , digo yo el- que en el dia de hoy después de tan
tas , tan solemnes y notorns decisiones de la Iglesia, se an
da todavía dudando si hay ó no jausenismo , si las propo
siciones son ó no como las sintió y escribió Jansenio , si
hemos de estar á su condenación y á las de tantas otras de
sus discípulos y amigos , y en fin otras ¿numerables dudas pa
recidas á estas y mas perjudiciales en mi concepto á la IglJ-
sia , que lo que pudiera serio una abierta profesión de los er«
rores. Asi que, Sr. Nistactes , V. por Caridad deshaga dos
equivocaciones de á treinta y seis, que ha hecho en este punto.
Li primera, en argüir que Nicolí, por exemplo no es jansenista,
porque no lo han sido ni Sin Carlos , ni ios Cardenales Bona,
Noris y Águirre : y la segunda, en hacer un totum rtvolutum
de santos , católicos , jansenistas , y sospechosos de jansenis
mo , tomado seguramente de aquel otro que hacia D. Quixo-
te , para probar la existencia de su andante caballería , en
que tan aprisa se citaban los verdaderos hechos de los bíroes
de nuestra historia , como las disparatadas aventuras d< los
fabulosos andantes.
Tenemos ya averiguados , si V. no lo ha por enojo, la
existencia , esencia y atributos del jansenismo. Vamos ahora
i d*cir alguna cosita sobre su génesis : quiera decjr , sabré- la
alcurnia de donde nos vinó. j Pobre S. Agustín I ¿Quien
habia de haberte dicho que habían de arrastrarte por los ca
bellos , para que con tu celestial doctrina protegieses una
de las mas atroces heregias en la fe , y uno de los mayores
absurdos en la filosofía ? j Pebre Sto. Tomas , pobre Escoto,
pobres discípulos de ambos i j Bueua familia por cierto esrá *
empeñada en emparentar con vosotros ! El primer inventor
de esta tramoya fué Monsieur Juan Calvino , que para ha
cer á Dios tapadera de las muchas maldades que cometió, lo
hizo único autor de lo bueno y malo que hacen los hom
bres dexando á estos sin libre albedrío : y no encontrando
como dar colorido á esa novedad , se olvidó del alto des
precio con que por costumbre trataba á todos lo» padres
de la Iglesia , y echó mano de algunos textos de S. Agustín,
que todo lo decían , menos aquello para que los citaba. Mi
guel Bayo después á fuerza de leer i Calvino , creyó que
también leía á S. Agustín. Treinta veces , dice el obispo de
ipres que lo leyó en las materias de gracia , para dar á
luz su Augiutinus; porque otras tantas fueron necesarias pa
ra poder violentar á la mayor antorcha de la Iglesia á
(,ue diiese lo que no decia , y para esparcir á su nombre las
iras densas tinieblas. Tampoco se olvidó Jansenio de Sto. To-
r.as , de quien dice que fué el fiel interprete de S. Agus
tín , y á quien con el pretexto de esta verdad supuso pro
tector de sus menriras. Condenado el jansenismo por la Igle
sia . salieron los sectarios diciendo que en él fué condena
da la gracia eficaz de los tomistas , y siendo en este punto
uaiform.es los sentimientos de ambas escuelas, me añade V.
¿.sora , y con razón , que si lo que yo digo es como V. me
lo interpreta , impugno y desacredito á los escotistas , y
mucho mas ( para que nadie quede quejoso ) í los moder
nos agustinianos. Ttmtce molit erot Rotnanam condere gen-
iem. Un personage como el jansenismo no se contenta con
menos parentela.
\ Válgame Dio» , Sr» Ireneo ! ; Lo que son las cosas de
este mundo 1 ¿ No halló V. aqui ninguna equivocación que
deshacer ? ¡ Voto á tantos, que quíea se traga esta genealo

g(a , es capaz de tragarse los metamorfosis de Ovidio" ! Pnet
Sí. , no hay tai cosa : ni el jansenismo tiene tales pariente», ni
los testimonios con que quiere probarlo son legítimos , til
ya debe ser oido en este punto , pasado tantas veces en au
toridad de cosa juzgada. El mismo tribunal que tan inflexi
ble ha sido contra el jansenismo , y que con tanta justicia
lo condenó , ha tomado á su careo la defensa de las dos an-
-tochas de la Iglesia Agustín y Tomas , contra las imputa
ciones de los jansenistas : y al paso que ha descargado Mi
rayos sobre los errores del Augusúnus de Ipres , ha cano
nizado mas y mas la del Augustino de Hipona , ha casti
gado la temeridad de los errores que lo querían traer en
su patrocinio, y ha añadido á los antiguos epítetos de su
doctrirfa y de la de su discípulo Tomas , los nuevos de ¿f
gurisima é inconcusa . El mismo tribunal que rio ha de-
xado i sol ni sombra á los j inseaistas , y que para exter
minarlos se ha expuesto á las infinitas penas ( tal vez U
■de hoy es una) que estos le han hecho sufrir, ha tolerado,
ha amado , ha distinguido con no interrumpidas prueba!
de la mas alta estimación i los omistas , á los escotistas,
i los molinistas , i los nuevos agustinianos , y si acaso hai
otras escuelas católicas que yo no conozca , á las restantes
-escuelas católicas, sus amadas y favorecidas hijas. Ya ' •
re que este hecho no está recogido de las praderas i'
Bourgsfontaine.
Omito los fundamentos que ha leudo la Iglesia par*
juzgar asi , porque qualquiera puede verlos con mas clari
dad qu ■ ii del medio día en ios ¡numerables católicos qu«
desde Jansenio acá han tratado de la materia , han contra
puesto á las proposiciones de Jansenio las contrarías de 5«
Agustín, han mostrado la violencia hecha í los textos dees-
- te Santo Doctor , han impugnado las novedades con la uni
forme doctrina de los demás doctores católicos , y han pues
to en materia en un punto de vista , que palpan la ver
dad hasta los ciegos. ¿ Como pues V. , Sr. Nistactes , en vez
de aclarar este punto , afecta equivocarlo ? Si es asi 6 no,
lo veremos después. Por ahora lo que nos importa es que
33
iepa todo ti mundo que los jansenistas ni han sido ni
ion católico! , ni io pueden ser , ínterin no olviden hasta
el nombre de jansenistas : y que las otras escuelas ds la Igle
sia nada tienen que ver con Jansenio y los suyos. Lo su
pongo en primer lugar de los congruistas , á quienes el par
tido llama á boca llena hereges ; i pesar de que la Iglesia
no se la ha llamado , y prohibe severamente que se les
llame. Lo supongo también de los escotistas , que desde
que Bayo comenzó á esparcir las novedades , no pararon á
á sol ni á sombra basta conseguir de la Iglesia la condena
ción , y del mismo Bayo la retractación de su doctrina: pe»
cado que estos buenos hijos de la Iglesia han pagado y es
tán pagando , en el odio con que los ha perseguido y per
sigue la secta , y en el indigno aunque glorioso epíteto pa
ra ellos * que tanto esta como su ahijada la filosofía liberal
les da de andrajos de 5. Francisco. No ha muchos diás que
lo estampó asi en un escrito cierto español liberal de los
de Soult. Por los tomistas , ademas de lo mucho y muy
bueno que ellos han dicho , hablan del modo menos sospe
choso los tres jesuítas Juan Martin Ripalda , Antonio Mo-
raines y Francisco Annato : pero mas decisivamente y más sin
réplica de todos los devotos , el Sr. Obispo de Ipres D. Cor-
nelio Jansenio, enseñando en el tom. 4. cap. 20. que el con
curso , la moción y predeterminación física no eran mas que
enredos de la filosofía aristotélica , y tonterías que sacadas
de las clases de la dialéctica , y mal aplicadas á la teo
logía , habían adulterado la pureza de la celestial medicina.
I/o mismo repite también en el tom. 3. lib. 8 : y no tenien
do yo gana de copiarlo, remito á quien quiera verlo á
Graveson en el coloquio 2. de la historia eclesiástica del si
glo XVII. pagina 95. de la edición veneciana de 1736 ,
que- rovo para copiarlo la paciencia que yo no tengo.
Nos quedan únicamente los modernos hijos de S. Agus
tín , que como dice Berti , se diferencian en alguna cosa
de los tomistas , y con quienes V. ,• Sr. Nisfactes , trata
buenamente de comprometerme. Pues quiero que sepa que yo
n» he laido al P. Villaroig, que esta es la segunda vez que
£
lo he oido citar , que 'sus instituciones no están , como V. bar
soñado, en la librería adonde le llevó el sueño , ni son taa
conocidas en Sevilla ni efl la Andalucia , que pueda ase
gurarse de nadie qie sacó de ellas el argumento , y se guar
dó en el buche la respuesta. Podrá ser que con el tiempo
se vaya haciendo célebre esta obra, por ahora está recien-
nacida,, y ty. sabe que hasta después de muertos no se ca
nonizan los santos. Pero si no conozco á Villaroig , conoz
co i al cardenal de Noris y á Cristiano Lupo, dos grandes
ornamentos de la religión de S. AgUstin y de la católica en
los .últimos siglos : y mas que á estos conozco al célebre Lo-
reuzo Berti , que.es el libro maestro de esta escuela reco
mendable : y estoy viendo por ¡nis ojos , y palpando con mis
mismas manos , que todos tres, y muchos otros que el ul
timo cita , han sido y son el azote del jansenismo , y han
trabajado admirablemente hasta poner mas claro que la luz de!
•dia,', que el tal pegote no cabe ni puede caber en la doc
trina de este su santo patriarca y luminar mayor de la Igle
sia 'católica , por mas que en ello se hayan empeñado y
-empeñen algunos bribonzueios. Pido á todos los teólogos qu*
hagan por leer el libro XVII. de Berti De htsresi jarse-
uíflflfl', que cité arriba. Pocos tratan la materia con !a cla
ridad , nervio y eloqíiencia que este sabio. Pido vuelvo á
.decir , que lo» lean ,. y - despues . de leido me digan , si pa
ra citarlo tiá eí'y á sus discípulos por el jansenismo, no se
necesita de mas frente que la que presenta la fábrica del
tabaco. de Sevilhi.^' •
Quisiera yo , Sr. Ireneo , que pues V. dice que trata d¿
quitarlas^ no nos metiese en tantas equivocaciones, como acer
ca del . nacimiento y enlaces de su ahijado nos mete en la
advertencia i introduacion ,y nos repite tea casi- todas las
lineas de su famoso escríto. Quisiera, que no nos dixese que
• los franceses nos metieron en España ¡a discordia teológica
del jansenismo : porque en primor lugar, esta discordia dtb¿
llamarse , mas bien que teológica , herética ; y en seguudoi
■no fueron los franceses los que la metieron , sino ciertoscoo-
-trabandistas españoles, movidos para.ellot.de, lo misino que
.- 3$'.
todos los otros contrabandistas , á saber del interés-, tomando
esta palabra no solo por el oro , mas también por lo que •
lo vale. Quisiera que emendase V. la expresión en que diee:
hgrando que se dividiesen- en bandos nuestras escuelas , co--
un) lo estaban las suyas : porque: ni el jansenismo es ban
do de escuela , ni en- la Francia se íonoció mas escuela de .
¿1 que la de Port-royal , ni hay tales carneros de que el jan--
senismo haya entrado en las escuelas españolas , ni dividido-
las en bandos. Antes de él había las mismas escuelas que
hay ahora, á excepción de la de los agustinianos recientes,
que se pueden considerar como nueva rama de tomistas: Des
pués de éi permanecen las mismas, sin que haya occúrridó
novedad. Los bandos y divisiones de ogaño son los mismísimo*
de antaño : bandos , fundados en meras opiniones, que en na
da ofenden la unidad y pureza de la fe, y contribuyen mucho
á la ilustración de los ingenios:' y divisiones, que lejos 'dé
transcender hasta la caridad, y de rasgar la túnica inconsútil dé
Jesucristo , visten á la Iglesia su esposa de una agradable va-*'1
riedad. Quisiera , que no hubiese V. añadido aquello de que
se tildasen de jansenismo española católicos : y mas abaxo , unx
'lamentable desunión y rivalidad de personas eclesiásticas , de
•cuerpos , y de familias enteras. Que de quando en quando el
hombre enemigo haya sembrado algo de desunión entre nosc-
tros . nadie lo negara' ; pero ni tampoco que esta desunión
no haya sido jamas por cosa de Jansenio ni de jansenistas:
-que apenas la ha habido por qualquier otro motivo digno
•de atención , ha acudido el santo tribunal de la fe á su re-
- medio. Españoles católicos tachados de jansenistas , si' sefíor :
por mas señas que la Iglesia al punto ha condenado los libros
en que se les hacia este agravio : pero cuerpos y familias en
teras divididos por esta causa , ni la España los ha visto,
•ni COR el favor de Dios los vera'. En los choques literarios
de tomistas y jesuítas solia haber algo que se pareciese á es-
to , aunque jamas lo era. Decia el jesuita que la premoción
física quitaba la libertad : respondía el tomista que la cien
cia media olía al semipelagianismo ; perú todo esto era <uia
argumenti , y mientras el . argumento .duraba , y después del
3*
«jual el jesuita y el tomista quedaban tan católicos y tan ami
gos , como antes de haberse hecho esta argumentación d> ab
surdo. Por otra parte , el tribunal de la Inquisición estaba
á la vista, para ocurrir según los decretos apostólicos á qual-
quiera demasía que hubiese : de manera , que todos , griegos,
y troyanos , tenían un negocio común , que era el de la fe
católica , y unas guerras galanas entre sí sobre cosas de li
bre opinión , que al mismo tiempo que fomentaban la emu
lación en los cuerpos particulares , contribuían lo que no
«s decible á la causa e interés del cuerpo universal.
He dicho todo esto , Sr. Nistactes , porque me parece que
V, está en punto de jansenismo como D. Quísote en el de
caballerías , que todo lo convertía en aventuras , en encan
tamentos y castillos. Sabe V. que en las escuelas españolas
ha habido , como en todas , sus altas y sus baxas : y esto
le basta para creer que las ákas y baxas han sido por
el jansenismo. Pues no señor : que en España no ha habi
do jansenismo hasta de medid siglo á esta parte , y ese an
duvo embozado hasta que ahora poquito comenzó á quitarse
el embozo. Oyó V. que en Sevilla había habido un cho
que entre agustinos y tomistas : y sobre este choque, que
ni con doscientas leguas tocaba en la materia, ya supone
V. un jansenismo tamaño como el gigante Paadafilando de
gollado por D. Quijote en la venta : ya se admira de que
un frayle agustino entre ea el convento de San Pablo : ya
da por supuesto que es la conversación favorita del pueblo,
y la controversia de que tienen noticia hasta los capitanes de
fragata ; y ya prepara una batalla como la que dispuso D.
Quixote entre las dos manadas de carneros, haciéndome »
mi el Pentapoiin de una de ellas. No señor, no hay tal co
sa. Las disputas de los frailes unos con otros son sobre si
Ja idea de Dioses ó no innata : sobre si las almas de los
-chiquillos que mueren sin bautismo , ademas de la de daño,
padecerán alguna pena de sentido ;. y sobre otras á este te
nor. El choque de los agustinos y tomistas no fue ni á fa
vor ni en contra de Jansenio , sino sobre punto de que ai
siquiera hablan los jansenistas : y aunque produxo su
de quexa y dé etiqueta , no corló ni la unión de los cuer
pos ni mucho menos la amistad estimación , visitas y ser
vicios de los particulares, que han subsistido, subsisten y
subsistirán. Del jansenismo no se habla en Sevilla , ni aun
creo que en toda la Andalucía ; ni hay quien Jo promueva,
al menos en lo público, ni quien lo impugne, pues no me
acuerdo de habar visto conclusiones sobre él : y si añado que
ai siquiera quien lo presuma , diré una cosa que pasó por
mi , y que en el día esta' pasando por otros, Conque á otra
parte con ese sueño , Sr. Nistactes. Conténtese V. con la
epidemia de vómito negro que sufrió la Andalucía , ademas
de la de franceses que está sufriendo coa el resto de la Es
paña , y no quiera pegarle esa nueva peste , que ea mi
concepto es mas mala que las otras dos. ¿ Con qué concien
cia se atreve V. á pintarme como empeñado en traer esta dis
cordia ? 807 yo por ventura abogado , escribano ó procurador,
que es la gente que vive de ellas ? No señor ; yo ni he si
do , ni soi , ni quiero ser pescador , para desear rios revuel
tos .
Mas dado caso que el diablo me hubiese tentado, y
yo consentido en la tentación , creo que ni el mismo diablo
era capaz de dar en el disparate que V. me supone , de
que aspiro á meter la discordia entre los frailes. ¡ Para fies-
tedias va la zorral Asi se cuenta haber dicho una , que
acosada de los podencos tropezó con una guitarra. ¡ Para
¿estechas están los frailes 1 Si se han quedado en los paí
ses que el enemigo ocupa , después del despejo general que
•han sufrido de quanto poseían , en un dos por tres se hallan
con las bocas de los fusiles á los pechos. Si se acogen á loe
liberales , los mas benignos de entre estos quieren que va
yan á tomar un fusil. Si se oye á los periodistas , que son
la quinta esencia de la liberal filosofía , el gitano , el có
mico , el mulato , el negro , y hasta el pregonero y verdu
go., -deben continuar en el goze de ios derechos que tenían,
y no sé quantas otras cosas mas ; pero el pobre fraile no
-•abe ya lo que es : si pertenece á la especie humana , 6
si lo contarán .ea el numero de .las fieras : si es individuo de
nuestra península, ó si tendrá que ir á avecindarse ls one-
va Zembla . ó tal vez á bascar acogida entre ios habitantes
de la lona; pues los deseos de extinguirlos, y de que no
aparezcan ja sobre la faz de la tierra, son los que de con
tinuo ocupan el corazón de los filósofos. Cuentan ios Ver-
res , los Cloiios y los Catilinas con • un crecido numero da
filántropos , que nada omiten á fin de que se les conserven
ilesos sus derechos , aun quando ellos hayan dexado de me
recerlos : mas al fraile basta que la presunción sea posi
ble , o tal vez disparada , para que la misma filantropía se
la suponga indubitable , y proceda contra él , como no se
procede con ei sacrilego y el homicida conocidos por tales.
Po^os son los que en el dia de hoy pueden contar con al
go , ocupada la patria , abandonados los bienes , ó puestos
en contribución al enemigo : mas todos por la misericordia
de Dios cuentan con sus derechos y esperanzas, y muchos con
que las esperanzas no muy católicas que han concebido , se
les han de convertir en derechos y alguna cosa mas. No asi
el fraile , que no encuentra- razón sino para temer que ven
ga el pulgón á comerse las reliquias de la langosta, y per
suada la gente liberal ai gobierno , que les prive hasta de
lo que no cupo en el buche de Godoi , y se pueda liber
tar de las garras de Napoleón. Que sé yo que mas diga :
pero aun quando no hubiera mas que estos temores ¿ le
pírece i V, , Sr. Nistaates , que era tiempo oportuno, ni
de que yo tratase de meter , ni de que" los frailes se
metiesen en discordias y zalagardas ? Por cierto que pa
ra pensarlo solamente , era menester que todos tuviése
mos las cabezas como el famoso emparedado del 3 de
mayo, por cuya redención tanto trabajó y dió que tra
bajar , sudavit , et als'it la humanísima filosofía , apoyada en
dos ¿aumentos auténticos. Dehese V. pues de hacer cálculos
equivocados. De veras se lo digo : no fue V. el que nació
para quitar equivocaciones ; y aun estol para añadir, que
ni para ponerlas.
Vengamos á las ultimas de que pienso tratar en esta car
ta , para concluir en ella la idea general del jansenismo. Las
39
comete este , y las repite V. en los frutos, ó llámensele efec
tos , que se dice haber producido , y por donde aspira á
hacerse recomendable entre las gentes : la sanidad de la mo
ral , la probidad de sus prosélitos, el zelo por la antigua
disciplina. No se contenta este caballero con menos. Lo nías
gracioso es, qre ni V. tampoco; y nos rellena á consequen-
cia de ello su escrito de equivocaciones , que lo persuaden.
En adelante trataremos de aquella que V. hace buenamente ,
para suponer que yo estoi contra la restitución que se ha he
cho de la moral cristiana á su nativa pureza. Ciñámonos
por ahora á la que con este pretexto nos cncaxa , de que el
odio á la tal restitución es lo que me mueve á desacreditar
el jansenismo , á quien V. quiere que colguemos este mi*
lagro. . •. <
No le negaré ( aunque no tengo los competentes docu
mentos para asegurarlo) que 'las cartas de Pascal dieron oca
sión para el, llamando la atención de los obispos de la Fran
cia sob re el crecido numsro de opiniones relaxadas que se ha-
bian introducido en la moral , para que ellos reclamasen, co
mo reclamaron., á la silla apostólica , esta condenase las ta-
K-s opiniones, y excitase el zelo de los escritores católicos,
a fin de que revocaran la doctrina de las costumbres á sus
verJaderas fuentes , deque la licencia en opinar la habia tan.
escandalosamente extraviado. P^ro , señor mió , no tiene el
jansenismo fundamento para gloriarse de esta hazaña : ó si
lo tiene , es el misino por donde la secta de Lulero puede
gloriarse de haber dado ocasión á los anales de César Baronio
por las Centurias de los Magdaburg3nses : el mismo por don
de los arríanos , nestorianos y eutichianos , la dieron también
para e\ admirable símbolo que llamamos de San Atanasio ; y,
para no sacar otro centenar de exemplos , el mismo por don
de el diablo puede también mirar como obra suya la san'i-
dad de Job. No señor : no es lo mismo dar ocasión para una
cosa y que ser el autor de ella. La ocasión para el bien la
puede dar qunlquier perverso ; execucion es la que no pue
de venir sino de la gente de bien. Oporteí hcereses esse , dixo
• S. "Patrió, : así corno también conviao- mucho que hubiese per»

«eguidorjs. Mis al mismo tiempo que los martirios y Ies tu
critos admirables de los padres se han debido á la peneca»
cioa y i la heregía , la heregía y la persecución que los
ocasionaron , son tanto mas abominables , quanto mayores
ocasiones dieron pira ellos. Escribió Pascal para desacre
ditar á los jesuítas : y la Iglesia echó de ver la necesidad de
castigar las malas doctrinas que sirvieron de instrumento á
Pascal.
Mas por lo que pertenece á la santidad de la doctri
na , tan lejos ha estado el jansenismo de contribuir á ella,
que por el contrario ha aumentado sus llagas. Sucede á la
verdad, según la ingeniosa comparación de Tertuliano , lo
retamo que i Cristo su autor, es decir ser crucificada entre
dos ladronss. Quando el jansenismo comenzó , no habia mas
que uno de estos ladrones , que eran las opiniones relaxa
das ; y faltaba el otro que ocupase el extremo opuesto : por
que ya habían pasado siglos que no existían montañistas ai
novacianos. Tomó pues el jansenismo i su cargo completar
este calvario , llenando este vacío; y para ello contrapuso
a la crucificada verdad , el mal ladrón del rigorismo. Digo
rigorismo , Sr. Nistactes ; y suplico á V. no me cambie los
termino» de que uso según su natural significado. Digo ri
gorismo ; y ni yo ni ningún católico entendemos por esta
palabra la santa severidad que nos anuncia el evangelio, y
nos repiten sus verdaderos y fi;les intérpretes los padres y Con
cilios. Es muy da admirar que V. , desentendiéndose del sig
nificado que todos le damos , vaya á buscar el monstrua
donde no lo hai , teniéndolo á la vista , y dentro de su ca
sa. ¿ No se acuerda V. de las muchas proposiciones eversi-
vas, de la sana moral y de la esperanza de los flejes, que
se contienen en las tteinta y una condenadas por Alexandro
VIII. , y en las ciento y una que Clemente XI condenó ea
Qaesael ? ¿ Que seria de nosotros , si quando pecamos por ig
norancia , supliese por la libertad que nos falta, la qu¿
tuvo Adán quando pecó , para que se nos imputase el p*"
cado , corno se enseña en las proposiciones primera y *e*
guada que Alexandro VIII ceadenó? ¿Que seria,. si .jara**
pudiésemos obrar por opinión , aun qnando esta fuese proba
bilísima entre las probables , como nos asegura la terce
ra (i)? Debernos las demás por ahora, pues en adelante
tengo que decir sobre las que tratan de eucaristía y peni
tencia , y no estoi en ánimo de escribir un compendio de
moral. Pero ruego á todo el que lo entienda que refleiío-
oe no mas que sobre estas tres que he citado , y verá
adonde deban ellas conducirnos en una facultad, en que
Ja infinita variedad de incidencias y circunstancias corta á
tan menudo la evidencia , hace vacilar en la aplicación de
los principios , y engendra tantas incertidumbres. ¿ Que co
sa roas fácil en este caso, que perder inculpablemente el
hilo que nos ha de conducir á la salida ? ¿ Que salida mas
prudente , en suposición de que no encontremos con la cier
ta , que aquella por donde aparece la probabilidad ? Ea
pnes : establézcame V. las tres citadas proposiciones: supón
game que no hai ignorancia alguna qn j excuse , ni proba-
bilidadquc salve; me tiene ya sumergidos á los hombres
«n el abismo de la desesperación , y en la necesidad de
perd erse. A esto , y á tanto otro como en este genero ha en-
seííado el jansenismo , es á lo que yo llamo rigorismo , Sr.
Nistactes. Esta es la buena obra que en la moral ha he
cho el jansenismo á la Iglesia y á sus hijos , y esto lo úni
co de que puede gloriarse , si quiere gloriarse con verdad.
Pero no digo bien : porque no es solo el rigorismo el ladrón
que él ha contrapuesto á la verdad. También ha colocado al
otro lado de la cruz otro mayor error, que en mi concepto vale

(i) In statu natura lapsa ad peccatum moríale et de-


meritum , sufficit illa libertas , qua voluntarium ac liberum
fuit in causa sua , peccato oñginali , et volúntate Adnmi
peccantis.
Tametsi detur ignorantia invicibilis juris natura , bac in
tía tu natura lapsa operantem ex ipsa , non excuiat á pes-
cato formati.
Non Koeí sequi opinionem vel iator probabilt* probalis-
timam. . ••
P
:42
él solo tanto, como juntas todas quantas proposiciones ha con
denado la Iglesia por relaxadas. Véalo V. en la siguiente,quees
la 71 deQuesnel. El hombre puede para su propia conservación ,
dispensarse de aquella lei que Dios hizo para su utilidad. (1)
Póngame en unas manos hábiles esta proposicionsita que sirva
de principio, y verá salir de ella, mas errores y escándalos ,
que hombres armados sacaron Homero y Virgilio del caballo
troyano. Para utilidad mia son quantas leyes me puso el sobe
rano autor , á quien en tanto reconozco por mi Dios y Señor»
en quanto bondrum medrum non eget. ( Salmo 15.) Si pues me
es lícito dispensarme para mi conservación de todas lasque me
ha puesto para mi utilidad , no hai mas que hacer sino buscar
razones , por donde la dispensa pueda conducir á conservarme
para echar á rodar el Decálogo , y quanto se ha establecido á
conseqüencia de él.
Mas vengamos á lo principal , Sr. Nistactes. El jansenismo
tan léjos está de poder contribuirá la pureza de la moral evan
gélica que admitido él una vez, es necesario dar de mano á toda
moral , tanto pura como impura , tanto evangélica como filosó
fica , tanto cristiana como estoica , epicúrea &c. La razón es
tas sencilla como decisiva. Donde no hai libertad para obrar,
son supérfluas las reglas que dirigen los actos humanos : y V.
sabe que el jansenismo nos dexa á buenas noches sin la tal li
bertad. Porque aunque los discípulos tratan de suponer que la
admiten, y el maestro usurpe freqiientemente esta palabra ; ello
es que tanto el maestro como los discípulos nos la quitan á la
hora de obrar, y enseñan que como la gracia se presente , nun
ca se resiste , y como ella falte , aunque el justo quiera y se es-
fuerze , el precepto le es imposible. A qué fin pues la moral ,
que toda se compone de reglas para no resistir á la gracia , y
para esforzarnos á cumplir el precepto ? Los Salmaticenses am-
püan mui bien esta razón , así como el P. Quesnel el abomi
nable error en que se funda. Merece ser chillado por la gracia
con que en su tercera proposición se explica con esta devotísi-

.(1) Homo , ob sui conservati&nem-, potest se dispensare ab


eá lege^ quam Deus cóndidit propter ejus utilitátem.

/
»3
ma jaculatoria. En vano¡ Señor , nos mandas , sí tá mismo no
nos das Jo que nos mandas, (i) Que aplicada á nuestro asunto ,
puede glosarse así : En vano son todas las reglas morales , como
Dios no haga en nosotros lo que dicen estas reglas. Aquí tiene
V. , Sr. Ireneo , el verdadero servicio que en esta materia ha
hecho el jansenismo á nuíítta divina Religión. Lástima es que
aquí haga , en vez dé deshacer, tantas equivocaciones.
Pasemos ya de las reglas á lo^ regalados : quiero decir, del
jinsenismo , que s?gun V. , ha restituido la sana moral , á los
jansenistas que escrupulosamente lo practicad. Aquí es donde
V. me carga bien la mano escandalizado de mi ligereza en se
guir aplicando nombres odiosos á doctrinas y personas eclesiásti
cas , que merecen respeto á la misma Iglesia ( pag. i . ) ó como
«e explica en la advertencia , ¿ españoles católicos d¿ notoria
probidad : y aquí es á donde va y viene sesenta veces en todo
su escrito , y sobre lo que me dice mil divinidades. Mas ade
lante preguntaré á V. , dónde , quando ó como aplico yo el tal
nombre odioso a doctrinas ó personas católicas. Por ahora lo que
nos importa es observar el mucho mérito que en la s:cta se ha
ce con la notoria probidad de los caballeros s?c;arios. Mucho
á.ires que yo ya el Berti iubia reparado esto en todos los apolo-
gisrts dé Jansenío, y señaladamente eo el panegírico que le
consagró su grande amigóte Pedro Aurelio , por otro nombre
Juan Vcrger : y para ocurrir á ello nos remite á otro agusti-
niano Fr. Felipe Van-Waure, que de intento deshizo esta má
quina ; y él mismo trata de deshacerla con dos citas que nos
hace , una de las carta», y otra de la obra del mismo Jansenio,
afiadiendo luego la siguiente expresión. Heec ñeque inculpata
conscientfte judictum prabent , nes religiosce. El mismo reparo
he hecho yo en /arios libros jansenistas que por mi desgracia
he leido , señaladamente en un diccionario de poco menos vo
lumen , y casi de la misma crítica que el de Baile , donde lo
que se quita a' muchos verdaderos santos, se aplica á los santos
postizos de la cofradía de Jansenio , y donde en llegando á tra
tar de alguno de estos héroes , no se sabe quando ha de aca-

( i ) In vánum , Dómine prcecipis , si tu ipse non das quod


prcecipit. • . ... '..'
4*
barse U fastidiosa y minuciosa relación de las que él gradúa de
virtudes. V. pues , como buen procurador , no desprecia este
alegato , de que tanto mérito hacen los que le han precedido
en la promoción de esta causa.
Pues Señor mió, lo primero que me ocurre responder á V.
es que se dexe de canonizar gente , y mucho mas si esta vive
todavía. Nai-it Dóminus qui snnt ejiís. El juicio de la santidad
es privativo de la Iglesia : y parece mui mal que los que tie
nen aliento , por no decir avilantez sacrilega , para derribar
del Cielo á los que la Iglesia ha declarado en él , se arroguen
la autoridad de llenar de paja el vacio que por este atrevimiento
dexan. Sirvamos á Dias lo m?jor que podamos : pensemos bien
de todos , mientras el interés de la verdad no nos obliga á pen
sar mal ; y no expongamos á ninguno por los inciensos que sin
mérito le tributamos aquí , á que la otra vida lo inciensen con
azufre.
Dios solo sabe quien le sirve : y esta es mi segunda obier-
vacion. Pero si Dios solo sabe quien le sirve , nosotros también
sabemos á punto fixo da muchos que no le sirven. Por exemplo^
sabemos, y es de fe, que sine fide impossfbile est placeré Deo:
sabemos también que no hai otro conducto de la fe verdadera
que los oráculos de la Iglesia. Si pues vemos que los jansenis
tas no admiten estos oráculos , podemos y debemos mirarlos
como gente que está fuera de la fe. Déme V. á un jansenista
de tanta y tan notoria probidad que se equivoque con un ángel
del Cielo : mientras él me evangelizo fuera de lo que me enie-
f/a la Iglesia , ya sabe V. que debo anatematizarlo.
Tercera observación. Sabemos que no hai mérito sin obe
diencia , pues la vida cristiana no es otra cosa que una conti
nua obediencia á la fe ; y no podemos ignorar , que desobede
ce á Dios el que no obedece á los hombres que Dios puso para
maestros y doctores de su fe. Vemos que los jansenistas han sido
y son refractarios á estos hombres. Está bien que por otra parte
nos presenten señales de probidad : estas señales no tienen cor
respondencia : son falsas y engañosas , y ningún buen concepto
deban merecernos. Porque así como oye á Dios , el que oye
al vicario de Dios f así también el que lo desprecia, desprecia
al mismo Dios.


45
Ultima observación. La notoria probidad es digna de nues
tro respeto ; pero ojo alerta con aquellos que trabajan porque
su probidad se haga notoria. Cuidado con ellos : no sea que en
las buenas obras que nos muestran , en vez de la del Padre que
está en loi Cielos , busquen su propia gloria. ¿Me entiende
V. , Sr. Nistactes ?No hai para el hombre cosa mas difícil que
k verdadera santidad ; pero ni tampoco cosa mas fácil que la
santidad supuesta , que llamamos hipocresía. La cabezita caida
sobre el hombro , las palabras baxitas y melosas , los ojos
compuestos y medio atravesados, una risita complaciente y
disimulada , los pasos graves y circunspectos , mucho de Dios
en la boca , mucho mas de orgullo en el espíritu , predicar á
todo el género humano, y no predicarse á si mismo.... g hai
cosa mas barata en este mundo ? Traslado á Juan Wiclef , que
se vengó del agravio que en su concepto le hicieron de no
nombrarlo obispo , presentándose en público , cómo nuestro*
liberales quisieran ver á todas los clérigos , descalzito de pie
y pierna , y con unos habitaos tan raidos, que era una edifi
cación mirarlo. Traslado á sus discípulos Juan Hus , Geróni
mo de Praga y Jacobelo , que por tal de apoderarse de la uni
versidad y de la Bohemia entera , imitaron y aun excedieron
la severidad de su maestro. Traslado á Miguel de Molinos ,
cuya supuesta santidad , cuya disimulada piedad , cuya afabi
lidad, cuya dulzura , cuya eloqüencia y cuyos demás menti
dos dotes , causaron una ilusión en Roma hasta el punto que
no pudiera creerse. Traslado en fin á todos los reformadores
de propia misión que han alborotado la Iglesia , exceptuando
los del siglo XVI, y los del nuestro ( porque estos , ni aun
para fingir la probidad tienen paciencia ) que han andado el
mismo camino. Fronti nulla fides , Sr. Nistactes : esto lo dixo
Juvenal después de haber dicho repetidas veces lo mismo nues
tro redentor Jesucristo. Yo pues estoi por la opinión de n»
fiarme de otra probidad que de la de aquellos , que para, hacer
el bien se esconden , y que quando son sorprehendido» en su
exccucion , se abochornan y se afligen tanto, como si se les co
giese haciendo muneda falsa. Pero aquellos, que para dar li
mosna llaman á los pobres á son de trompeta : aquellos , que
4*
quando ayunan se presentan con semblantes tristes , que dila-
tañí phylactéria^ &c.; estos, me hacen sospechar tanto, quanto
no sabré decir á V.
Aplicando pues á las ratones é insinuaciones de V. mil
observaciones citadas , digo que se explicaba admirablemente
el Cardenal Bona , quando decia . según V. refiere : ser pobres,
tener oración , predicará otros que la tengan , £íc. ¿ eso es ser
jansenistas ? j Oxalá que todos fuésemos así jansenista ! Pero
añado . que aunque na ja ds eso sea ser jansenistas, puedín ser
jansenistas los que hacen to io eso. Vaya una prueba de clavo
pasado. Ayunar dos veces en la semana, pagar diezmo basta
de la yerbabuena y los cominos, tener oraciones muí largas,
y otras cosas á este tenor, que el e'/angelio nos refiere de los
fariseos . ciertamente no eran en sí mismas bribonerías; pero lo
eran en juicio de Jesucristo , practicadas por aquellos bribones.
Peca V. aquí, según su costumbre, contra la lógica , haciendo
convertibles proposiciones que no lo son. Ser pobres, y tener
oración, es una cosa buena infaliblemente : mas toda la probi-
dal no consiste en eso ; y de consiguiente no es verdad q'ie sea
infaliblemente bueno el que lo hace. Lo único que se infiere,
es que no es malo por hacer aquello ; á no ser que lo eche á
perder por ¿\ modo ó el fin con que lo hace. Primero es tener
la fe , que el que la fe obre por la caridad. Disputamos de le
primero : no se me venga V. á lo segundo : ni me ponga por
argumento lo segundo, que ni es ni puede ser, ínterin no se
verique lo primero. Entreténgase V. en deshacer esta equivoca
ción , mientras yo voi á buscaile otra.
Consiste esta en el zelo por la, antigua disciplina , de que
el partido se gloria , de que V. como buen procurador hace
todo el uso que pu»de, y de que también hizo mención para lo
mismo que V. el famoso Natanael Jontob en aquella su incom
parable obra, quien tituló La Inquisición sin más aira. Eso me
edifica , que se huelan unos á otros los hermanos , y que todos
vayan á una aunque sea por diferentes caminas. ¿ Ño es un
prodigio ver a' los liberales por el de la impunidad, y á V.
por el de la santidad ir a' parar a' un mismo fia ? Mas dexemos
esta digresión para quando haya lugar de alargarla. Por ahora
47
Sr. Nistactes , digo que el zelo de la antigua disciplina es un
pretexto tan traído y llevado por todos los novadores , que de
puro viejo y cansado no se puede tener en pie. Ya en tiempo
de Cristo estaba en uso entre los fariseos, cuyo carácter era edi
ficar magníficos sepulcros á los profetas muertos , mientras
echaban al sepulcro ó á los perros á los profetas vivos. Poste
riormente co ha habido picardía que. no se haya querido tapar
coa la capa de reforma y que no constituya la reforma en la
r stitucion d • algún bien antiguo. Hasta nuestros liberales si
guen esta rutina , y nos prometen nada menos que restituirnos
Sjturnia regna , y volvernos al goze de los imprescriptibles
derechoi , de que nos había despojado el despotismo , la igno
rancia, la barbarie, la superstición , el fanatismo, y otro pu
ñado de cosas. Lo mismo nos está predicando Buonaparte : y
lo mismo desde que el mundo es mundo nos han piometido to
dos los embusteros. Permita nae V. pues , que en vez de enga
lanarme con su promesa, me detenga algún tanto á consi
derarla.
Que la Iglesia vuelva á aquel fervor y á aquella santidad
que la caracterizaron en los primeros dias de su gloria, es un
deseo que debe ocupar á todo corazón cristiano : pero que pa
ra conseguir este deseo, se hayan de adoptar tales y tales me-
diJas , que antiguamente se adoptaron con fruto , porque á mí
se me ha puesto en la cabeza que se haga de este modo : ve
V. aquí una cosa en que puede caber y ha cabido mucho error.
El Altísimo que fundó esta ciudad , al paso que mostró su om
nipotencia contra todo lo que querían , podian . y aun imagi
naban los hombres , tuvo á bien que después de fundada suce
diese en ella mucho de lo que en las sociedades de los hombres.
Ninguna ha habido de estas, cuya policía exterior no haya te
nido muchas variaciones , según los tiempos y las circunstan»
cías : y otro tanto ha debido suceder en aquella obra de Dios,
que comenzó por poco, que creció enruedio de la c< ntradiccion,
que después p;i.-o á enseñorearse del mur.do , y que en el dia
tiene que lidiar puraque el mundo no se enseñoree de ella. Que
rer pues que sea una misma la exterior policía en tan diversos
estados y tan diferentes circunstancias, es confundir lo que ella
-48
tiene de eterno y de inmutable, que son rus dogmas y proine-
sas , con lo que tiene de humaao y variable , que son los dias
de su peregrinación. ¿'Qué disciplina mas digna de admiración
que aquella de los tiempos apostólicos , en que la coimmUad
de los bienes y necesidades temporales era una conseqüenciay
un efecto de la comunión e-n las esperanzas eternas ? Con todo
eso, eliCrisóstomo que admiró y deseó tanto este sistema de dis-
ciplin», vio la imposibilidad de restituirlo , y »e conteptó-con
desearlo y admirarlo. N> todos los tiempos son unos : ni íí to
das las circunstancias «e adaptan unas mismas reglas. Lo que
ayer se hizo sabiamente, hoi prudentemente se omite; y lo
que hoi es prudencia , pudo haber sido ayer un despropósito.
S¿a por inconvenientes que antes no habia, y después se han
hecho sentir : sea porque los abusos han obligado á ello : sea
porque la tibieza de los presentes tiempos no sufre la severidad
de los primeros dias ; sea en fin, si así se quiere , porque es
tando la cosa en manos de los hombres, permite Dios que de
quando en quando obren las pasiones de estos miserables; lo
cierto es que la Iglesia nuestra madre , nuestra legisladora y
nuestra reina , asistida del espíritu de santidad y verdad que
la dirige , ha creído deber adoptar á nuevas circunstancias
nuevas medidas, y variar en los últimos tiempos los planes,
que ella misma había establecido en los principios. ¿Y porqué
se le hade negar á esta divina legisladora lo que tan indubita
blemente es concedido á toda humana legislación ? ¿ Y porqué
en un tiempo , en que se trata de -innovarlo todo ? ¿ Y por una
familia que se precia .de regeneradora ? El fin de ella es la
santidad, así cómo el del «rte militar la victoria. No siendo
pues la disciplina mas que un instrumento de la santidad, así
como la táctica lo es de la victoria; puede, «iampre que pa
rezca oportuno, variarse la disciplina, así como en la milicia
te varia la táctica.
Es indudable que en algunas cosas conviene , que en mu
chas cabe, y en muchísimas se ha verificado la reforma. Pero
atiéndame V. , Sr. Nistactes. O tenemos autoridad para dispo
nerla, ó nos hallamos en la clase de subditos, como V. y yo
estamos. Si esto último , no está en nuestras manos mas que
UBI reforma , que es la de nosotros mismos , que podemos y
debemos emprender desde luego. Entiéndese V.S. (decía S.Pe
dro de Alcántara al corregidor de Jaén , que se quexaba de
que el mundo estaba perdido) entiéndese y. S., y me emendaré
yo, y con eso habrá dos perdidos menos. Aun podemos mas, si
nuestro «lo nos lo inspira , y Dios nos llama para ello. Vade ,
Francisce, et repara Esdésiam imam. Asi se refiere haber di
cho Dios á este santo , y así lo ha verificado el suceso. Predi
quemos la reforma , no solo de palabra ( pues eso lo haré yo ,
quedándome tan maula como soi ) mas también con la obra y
con el exemplo , provocando con él á nuestro próximo, convi
dándolo por nuestra caridad , no espantándolo por nuestra du
reza , haciéndole entender que no son sus bienes , sino su per
sona y salvación lo que buscamos , en una palabra , poniendo
acia nosotros lo angosto del embudo , y dexando lo ancho , en
quanto se pueda , acia él. Ve V. aquí un sistema de reforma,
á que todos podemos entregarnos , y por donde obraron en la
Iglesia prodigiosas reformas , un S. Benito , un S. Bernardo ,
un S. Romualdo, un Sto. Domingo, un S. Francisco, y tantos
otros que, ó fueron simples fieles, ó quando mas, presbíteros
como nosotros. . :.
Todavía nos queda otro arbitrio , aun permaneciendo par
ticulares : hi.-'ii que este arbitrio es un poquillo expuesto, y á
pocas levadas puede parar en tramoya. Consiste en exponer
nuestros deseos á los que pueden y deben remediarlos abusos,
ó los que nosotros graduamos de tales; pero sin la manía de
mandarlos: sin empeñarnos en que, Dios es Dios, hayan de
hacer loque les decimos; sin pagarnos de nuestro dictamen por
bonito que nos parezca; y mucho menos, sin soltar Jos diques
contra aquel , que no nos escucha como á ora'culos. Esto es Jo
que nos es lícito, mientras no tengamos autoridad en la Iglesia.
Otra cosa podrá ser quando la tengamos ; porque entonces....
¿ mas quién me manda á mí dar reglas para un entontes , en
quí ruego á Dios de todo mi corazón que ni V. ni yo noi
hallemos ? Allá se las entiendan los que tienen esta , que yo
no se si llame desgracia. Lo único que puedo decir á V. ,
es que como Dios no edifique l& casa , en vano trabajan lot
que la edifican. ' ' G
f- *6
Contrayendome pue» al jansenismo , digo que estol muí
mal con su zelo , y lo anatematizo con la Iglesia católica. Yo
le perdonaría el que ostenta por la restitución de los anti
guos cañones penitenciales : pero no le perdono las invec
tivas que dispara contra la Iglesia , porque desde el momen
to en que él se acordó de eso , no los ha restituido. Yo ala-
baria sus deseos de que el penitente llegue como correspon
de á la penitencia y eucaristía : mas yo lo condenaré , co
mo lo ha condenado la Iglesia, por el atrevimiento con que
ha dicho en las proposiciones 16 y 17 condenadas por
Alexandro VIH , que dar la absolución antes de la satis
facción , es invertir el orden de la penitencia, y la leí
dei mismo Jesucristo: y en la 22, que los que sin este
requisito se creen con derecho á la sagrada comunión , son
unos sacrilegos (i). Yo en fin , porque no estoi en animo
de correrlo todo, disimularía otras setenta cosas si estos ca
balleros hubiesen sabido disimular el orgullo de *u amargo
zelo , y la altanería de este espíritu privado , de donde
han nacido todos les cismas y heregías, y por donde el
jansenismo ha sobresalido sobre todos los hereges y cis
máticos.
Si señor , Sr. Ireneo : el jansenismo solo ha dado que
sentir mas á la Iglesia por este pretendido zelo , que to
dos los cismas y heragía». Pocio , por exemplo , se conten
tó con ser el Papa del Oriente , dexando al romano pon
tífice en la posesión del Occidente. La manía de Juan Hus
insistió principalmente sobre el uso del cáliz ; y por este or-

(j) Propositio XVI. Ordinem premitíendi satisfactionem


absolutioni induxit , non folítia , aut institutio Ecclesi&i sed
ipsa Chrisíi lex , et prcescriptio , natura reí id tpsum quo-
. dammodo dictante*
XFH. Per illam praxitn mox absolvendi , ordo paini-
fenlice est inversas.
XXII. Sacrilegi sunt judicandi^ qui jus ad communio-
ném percipiendam prcetendunt , antéquam condignam de delic~
t'ts suis pcenitenfiam egerint. .
51
den todos los demás alborotadores movieron unas cosas , y
dexaron quietas las otras! Aun Lutero y sus colegas que lo
removieron todo, no pudieron lograr suceso sino en parte, pot-
-que en los países que permanecieron católicos , lejos de admi
tirse sus novedades , se tuvo cuidado singulai de insistir sobre
las instituciones antiguas. Solo el jansenismo es el que ha pues
to la mano en todo: en la autoridad del romano Pontífice que
ha tratado de aniquilar : en la de los obispos , que tan aprisa
eleva hasta los Cielos , como la iguala con la de los curas: en
•toda la legislación eclesiástica, ala que se ha empeñado en des
pojar , y á la que en mucha parte ha despojado de la venera
ción y observancia que de justicia exige: en la gerarquia ecle
siástica , que ha embrollado y confundido : en la Inquisición,
á cuyo tribunal profesa una implacable ojeriza , y el sabe
bien por qué : en los institutos monásticos , que están pagan
do el pecado de no haberle dado acogida : en una pala
bra , en todo lo que hai de la presente disciplina , en que
si le fuera posible , habia él de crear un nuevo Cielo y una
nueva tierra, y no como los que esperamos después del jui
cio. Solo el jansenismo ha logrado en mucha parte lo que
tantos otros picaros no pudieron lograr en los países católi
cos , y muchísimos menos en la España; á saber , reducir la
potestad eclesiástica á una servil dependencia de la civil ;
pasar el timón de la nave de Jesucristo de las manos del
pescador á las manos de los magistrados seculares ; obligar
á los pastores de la Iglesia á adorar sus mismas ovejas; y ca
si , casi arrancar al sacerdote su turíbulo, para entregarlo
á una mano profana. ¡ Que de prodigios no vio la Francia en
este género , quando en sus parlamentos se decidía sobre las
constituciones dogmáticas , sobre la santidad ó no santidad de
los institutos religiosos, sobre si se le habían de dar ó ne
gar los sacramentos y sepultura de la Iglesia á los manifies
tos refractarios , y sobre tantas otras cosas como escandaliza
ron á la Iglesia , y el jansenismo promovió ! ¡ Que de ellos
no estamos viendo ahora , quando Napoleón se ha consti
tuido á si mismo medio papa, y está poniendo á la Iglesia
ea todo y por todo según los planes del jansenismo ! ¡ Que di
re de nosotros , que *i 10 habíamos llegado tan arriba , no»
hablamos acercado tanto , qnanto bastaba para horrorizar á
nuestros sabios y poderosos padres si se levantasen de su
sepulcros I Omito muchos hechos que pudiera citar , y en par
te citaré mas adelante, contentándome por ahora con el que
V. me cita en su pagina 14. " Foreste mérito dice, fueron de-
11 nunciados publicamente como jansenistas en los pulpitos de
•» Madrid el año 1801 algunos eclesiásticos de notoria piedad,
-w" cuyo honor vulnerado defendió el gobierno &c." Supongo que
«stos eclesiásticos de notoria piedad no son los mismos que V.
nombra en la pagina anterior ; porque aquí habla de épo
ca distinta , y de distintos motivos para la imputación.
Si tratara del Sr. Bíltran y del P. Scio, yo me abstendrá
de hacer las reflexiones que siguen ; pues lo sabio y ortodoxo
de su doctrina y lo recomendable de su memoria los han puesto
á cubierto de la mas ligera sospecha. Fuera de que , siguien
do yo constantemente mi sistema , jamas calificaré de jansenis
ta á personas determinadas. Pero trataudo V. de un hecho en
que no se designan personas, tengo derecho á juzgar según
dan de si los fundamentos que presenta su misma relación.
Es notorio que no era tan acendrada ni tan ardiente la
piedad de los que en aquel tiempo exercian la potestad públi
ca, que por si, y sin quexas ni instancias de los agraviados
«e hubiese movido á expedir una circular por todo el rey
no, para remediar un abuso que babia solo en Madrid. £1
haberse pues extendido el exórto á todos los prelados del
reyno, es indicio vehemente de que andaba por medio el «•
lo exaltado , irregular y excedido del jansenismo, que ya
entonces cundía en la corte: como lo hize ver en mi carta
anterior, Siempre este ha recurrido el gobierno civil, con»
si á él correspondiera calificar los hechos de doctrina. Y pre
gunto yo ahora: ¿ porque aquellos eclesiásticos de notoria fit-
dad , acudieron al gobierno para que pusiese este parche á
su honor vulnerado ? ¿ Nunquid non est resina y Gálaad, «»'
medicas non est ibi ?¿No tiene la Iglesia remedios contra es
te atentado , supuesto que realmente lo fu?ra ? g No tien:
médicos ó jueces , á cuyo cargo corra corregirlo ? ¿ Quiso b«
r hecha al gobierno jaez de la palabrt de Dio*. ,. i que
. tanto«él
< como los demás subditos deben estar sujetos ? Es verdad que
. él puede excitar el zelo de los obispos , si acaso estos se des-
cuidan, para que corten la propagación de los errores ó de
Jos abusos que en materia de doctrina puedan intro»
-ducirse : ¿pero son el ministro de estado, el de gracia y
justicia , ó algún otro golilla los que deben juzgar que los ha
-habido , y á cuyo encargo pertenezca corregirlos ? ¿Donde
está la piedad notoria de estos eclesiásticos que lo promovie*
ron ? ¿Donde la del que cita este hecho , de qae mas bien
debiera avergonzarse ? ¿ Puede llamarse piedad la de aquel mal
hijo , que priva de sus derechos á sn madre ? ¡ Sefíor Nistac-
.tes 1 j Señor Nistactes 1 Estos pecados son loí que está pagan
do la Europa católica : estos, los que causan la ultima aflic-
i cion á la España. Tiene la Iglesia sus obispos, cuyo mas
. sagrado atributo es la dispensación de la divina palabra. A
estos se debió haber acudido, para que si habia mérito , qui
tasen la licencia á los que abusaban del pulpito, 6 les ense-
. fia á no abusar. Tiene ademas de estos la iglesia de España
¡ su tribunal de inquisición ; .comisionado especialmente por
la silla apostólica en impedir que unos católicos traten á otros
de herege» , especialmente de jansenistas. Estábamos en tste
caso. ¿ Porque pues no acudieron esos eclesiásticos de notoria
piedad a' este tribunal , i donde nunca llega en vano la jus-
cia ? ¿ Es acaso porque se esperaba un remedio mas eficaz por
parte del gobierno ? No señor : porque este tribunal puede
tanto como el mas autorizado, siendo como es real y supremo.
| Porque pues fué ? Sufra V. que "yo se lo diga* Porque el
jansenismo corno todas las demás heregías , halla mas abrigo
en el gobierno secular que en el eclesiástico : porque es mas
Fácil seducir -sí aquel que á este ; y porque para vengarse de
las repetidas condenáciones que ha sufrido en este, lia traba-
- jado y - trabaja pára que todo se devuelva i aquel, y no que
de á la Iglesia mas que una vana sombra de autoridad si
-í«i que aun la sombra de esta precaria autoridad se le dexa.
Y.' ¿ ' Es digno también de observarse el mucho ingenio con que
^V.>flW dice: ckyo honúr" vulnerado defendió el gobierno^ sin ei-
H
presar quien fué el gobernante por cuyo otacald nos habló'el
gobierno, si G >Joi , si Urqtiijo, si Caballero , ó ú alg un otro
de esta laya, j Ciertamente que es V. ingenioso 1 Quandotn
la misma página y en la siguiente habla del estorvo que se
puso á la pir.nisioii y publicación de Nícole, no. estuvo el tal
rstorvo sino en la plenitud de potestad del gran favorito » y de
ningún modo en el gobierno : mas quando trata de la restitución
del honor vulnerado de los eclesiástico» de notoria piedad , en
tonces no conoce mas que al gobierno , y nos dexa á bue-
mas noches sobre si este gobierno fué el gran favorito , co
mo es de presumir , ó alguno de los muchos que participaban
de su plenitud de potestad. Esto se parece al soplo del pastor,
que ya servia para enfriar las migas , ya para calentarse las
mano*.
Otra observación hai todavía que hacer sobre el zelo del
Jansenismo por la^ disciplina antigua. Póngase V. á averiguar
• que época de esta antigiiedid nos señalan , y los verá saltan
do de estado en estado, y de siglo en siglo de la Iglesia , pi
ra encontrar invenciones con que alborotarla. Pregúnteles V.
si debe haber frailes , si Inquisición , si los eclesiásticos y la
Iglesia deben 6 no tener reatas : y al instante saldrán dicien
do que los Apostóles no fundaron frailes ( como si los institu
tos religiosos fuesen otra cosa que una profesión de la vida api -
tolica, que sus santos funda lores tratan de renovar ) que Cris*
to no nombró inquisidores (como si este no fuera uno de los
principales encargos que dio i sus apostóles , y en persona
.de ellos a sus ooispos ) q ic lo¿ apoitolss ruda tenían,) como
si no hubiesen sido ellos , en cuyas manos depositaba n los fie
les todos sus bienes ) que las iglesias eran pobres ( como si el
martirio de San Lorenzo entre otros , no hubiese comenzada
por la indagación del oro y plata de la iglesia. ) Opóngales
V. esta inmensa multitud de monges , que desde el tiempo del
grande Antonio poblaban los desiertos de la Nitria , Libia,
Palestina, &c. : opóngales las leyes imperiales que perseguían
á fuego y sangre á los hereges : opóngales el magnifico tem
plo que en Jerusalem fundó Constantino , y cuya descripción
• nos hace Eusebio, i cuya imitación jr de varios otros seioon-
$ó lar tierra de hermosos y brillantes Santuarios : opóngales las.
largas dotaciones que todos los emperadores cristianos destina-,
ron con mano liberal á los ministros. A todo esto responden
fríamente , citando lo que pueden de los tiempos apostólicos,
y mirando á los posteriores como ¿poca de la decadencia de
la disciplina. Ea bien : pues tratemos de la autoridad,
de la Iglesia en comparación á la civil. La Iglesia se fundó,;
les decimos, no solamente sin el auxilie de esta autoridad,
mas también contra todos sus esfuerzos : la Iglesia duró por-
espacio de tres siglos sin que príncipe ni magistrado alguno
metiese la mano a gobernarla : la Iglesia fué la sola arbitra de
su doctrina , de su disciplina , de sus bienes ,. de sus sacra
mentos , y de todo lo que pertenecía á sus hijos, hasta el ex
tremo de haber reprehendido San Pablo á los fíeles de Co-.
linto , porque en los pleitos civiles acudian á los magistrados
profanos , y no á sus obispos y presbíteros. Aqui es donde el
jansenismo muda el registro del órgano., y ros sale tocando,
por las facultades con qne la Iglesia premió i tal ó tal de
los emperadores sus buenos hijos , y por las que otros empe
radores que no fueron tan buenos , ó sacaron de por fuerza ,
ó usurparon. Nada ya de ios tiempos apostólicos : nada de
la relajación de los siguientes siglos : qualquier hecho pare
mil derechos : lo que hizo Coustantino el graude , lo pudo
también el Copronimo : lo que se concedió á Cario Magno ,
esta' concedido á Napoleón. ¿ No digo yo bien quando digo
que el jansenismo es una casta de páxaro que á veces partí-
ce ratón ? , .. . . . ■
Concluyamos por ahora , Sr. Nistactes , porque no quie
ro apurar á V, la paciencia , de que ambos necesitamos : y
.recapitulando quanto en esta le he dicho , quiero que por un
momento se olvide de mí , y de mis cartas , y de sus miras,
si es que tiene algunas, y de todo lo que. no sea aquella
Té , quam nisi quisque integram inviolatamque servaverit^ abs-
¿que dttbio in aternum peribit. Confíese según ella , que el
jansenismo no es ni fantasma , ni sueño, ni imaginación, ni co-
(sa alguna de este genero ; sino una epidemia que la indigna
ción de Dios permitió afligiese á su Iglesia, tan real y ver
dadera como la que sufrió Cádiz con ca'sí toda la Andalucía
en el primer año de este siglo. Confiese que ademas d« los
síntomas de esta epidemia , que se contienen en las sinco pro
posiciones de Jansenio , tiene ella también otros igualmente
fatales , especialmente el vómito negro contra la autoridad, de-'
cisiones y decretos de Ja santa Iglesia. Confiese que ella rio es
algún catarillo , ni algún otro de esos achaques que se pue
den pasar en pie y sin peligro ; sino una enfermedad mor
tal , que infaliblemente conducirá á la muerte , si con tiem
po no se depone por la copiosa transpiración ó por alguna
otra via su humor pecante y pestilente fómes. Confiese que ni
nos han traído, ni se le puede pegar este contagio , no so
samente á ios santos Agusnn y Tomas ( porque esa seria una
horrorozsa blasfemia ) pero ni tampoco á los tomistas , ni
á los escotistas , ni á los nuevos agustinianos , ni á ninguna
otra escuela católica , que por la misericordia de Dios go-
«an de perfecta salud, y tienen su testimonio dé sanidad da
do por el tribunal competente. Confiese en fin , que todas esas
buenas disposiciones que suelen manifestar los que están toca
dos de la epidemia, no son mas que delirios de ella misma,
y señales infalibles de su gravedad y peligro: porque ha de
saber V. , que en la citada del año de 800 se observó ge
neralmente , que mientras el enfermo se quexaba, y decia qu;
se hallaba muí malo , todavia restaban esperanzas; mas que
en empeajando i quererse vestir , y asegurar que estaña bue
no , ya era tiempo de prepararle mortaja y sepultura. ¿ Es
tá V. en esto ultimo que le digo, Sr. Iren¿o ? Quierd decir
con' ello, no solo- que es mentira que el jansenismo haya he
cho ni podido hacer cosa buena , mas también que es ya jan
senista el: que niega ó duda que hai tal' jansenismo , y ma
cho mas el que lo canoniza á defiende , especialmente en
el día de hoi , después de tantos y tan terminantes decre
tos como ha dado la Iglesia , y están pasados en autoridad
de cosa juzgada entre todos sus hijos , tanto franceses como
españoles , y tanto italianos como alemanes y flamencos»
Ha visto V. , y está viendo el empeño que he tenido
-en no ponerlo en ocasión de que -me vuelva i enviar á 1*
.. .. ...
praderat ¿e Bourg-foniaine , 'citándole solamente las bulas
- Á"
Oí •

Pontificias y doctrinas expresas de la secta , que en mi con-''


cepto y en el de todos, deben ser documentos auténticos é
irrefragables. Permítame pues al fin de esta mi carta que di
ga alguna cosita de las tales pradtrat , por si acaso alguno1
quisiere ir á ellas á divertirse, y no se si diga á precaverse; '•
Digo en efecto , supuesta esta licencia , que i pocos años d^'
huber empezado el jansenismo á turbar la Francia, on tal'
Filón ó Filovio , fiscal de no se qual de los parlamentos, dio
á luz un escrito , que aseguraba habérsele Hedió delación de
cierto conciliábulo tenido en la Cartuja de Bourg-fontaine,
á que concurrieron los principales xefes' del jansenismo , cu-
yoi no>mbres indicaba por sus letras iniciales , y en que se
trazó el plan de abolir en el mundo toda religión rerelada,
no directamente como alguno de los vocales quiso , sino por
las viss indirectas de que yo di una ligera idea en mi carta
de 16 de Mayo. Apenas apareció este escrito, quando los jan-,
tenista» gritaron, fábula , impostura , calumnia', y trataron de
convencerlo del modo que pudieron , contra muchos que lo
tenían jjor un hecho. En estos debates pasaron algunos afíos,
hasta «jue enmedio del siglo pasado apareció un anónimo en
francés , que yo he leído traducido al latín con este título :
Vtritat concilii Burgo-fontaní faeíit demonstrata. Su plan
es este. Dudemos quanto queramos del proyecto y su origen;
jo voi á demostrar por los hechos que el proyecto existe ,
pues quadra exáctisimamente coa él , quanto desde entonces
acá se ha estado haciendo por el partido. Entra luego en
materia , y citando uno por uno los artículos del proyecto, se
gún lo anunció Fílovio , lo va mostrando verificado por los
libros , cartas y hechos públicos del partido. Al fin rebate
una respuesta que este intentó darle , y en que acabó de
mostrarlo deplorado de su causa. Me remito al juicio de los
sabios teólogos , á quienes ruago hagan por leer este libro,
demasiado raro á causa de la condenación que de él hicie
ron los parlamentos : pero á la qual no ha subscrito la
Iglesia , ni creo que subscribirá. No será vana esta diligen
cia , porque todo indica que hai enemigos en la costa.

Y V. , Sr. Ireneo Nistactea , espéreme con otra carta ,
que le escribiré quando me lo permita mi quebrantada salud,
disminuida ahora mas que siempre. En ella le hablaré de
las equivocaciones que ha intentado deshacer en el jansenis
mo , según la idea que yo presenté de él , y según mi
asersion Je que esta peste ya nos amenazaba. Entretaato
quedo rogando á Dios nos libre de los desengaños de V. ,
y á V. del empeño en deshacer equivocaciones.

De este mi destierro en 13 de Febrero de 1812.

Servidor de V. en todo lo que no huela


á Jansenismo y á liberalidad filosófica
« ■ *

El Filosofo Rancio.
CARTA DECIMOTERCIA
DEL

SEGUNDA
AL JANSENISMO

EN LA PERSONA
DE SU PROCURADOR GENERAL

IRENEO NISTACTES.

REINPRESA EN MALLORCA

EN LA IMPRENTA DE FELIPE GUASP ,


Año 1814.
SEÑOR IRENEO NÍSTACTES.

señor mió : estoi á la promesa , que si mal no me


acuerdo , hice á V. en mi carta anterior : y después de haber
tratado en ella de las equivocaciones que V. hizo ó deshizo re
lativas al jansenismo en general , voi á ver como puedo salir de
las que hace con respecto á la idea particular que de él pre
sentan mis dos primeras cartas. Todas ellas, chicas con gran
des y grandes con chicas ; me parecen estar comprendidas en
la tenacidad ( como V. dice antes de dormirse , y repite va
rias veces dormido ) con que yo á la sombra del jansenismo fo
mento la división teológica..., y en la ligereza en seguir aplican
do nombres odiosos á doetrinas y personas eclesiásticas , que me
recen respeto á la misma Iglesia. No me meto en aquello de la
tenacidad y ligereza . V. las llamará asi , y otro las llamará de
otro modo, y tendrá razón quien la tuviere , que últimamante
habré de ser yo, que sostengo la causa de la religión y la ver
dad. En lo que sí voi á meterme es en aquella sombra del jan
senismo , con que dice V. que/omen/o la división, y aplico nom
bres odiosos á doctrinas y personas católicas : porque á mi me
parece que no soi yo el que divido á nadie á la sombra del jan
senismo, sino el jansenismo el que quiere propagarse á mi som
bra : y que doctrinas y personas dignas del odio de Dios y de
su Iglesia , pretenden calársenos en casa con el sobrescrito de
católicas. Veamos pues qué fue lo que yo dixe, y qué es lo que
ma dice V. : y quede por embustero y embrollante el que saca
re las cosas de su quicio.
•¿ Dónde están esas doctrinas católicas, á quienes yo aplico
nombres odiosos ? ¿ Donde esas personas que merecen respeto á
la misma Iglesia, y no me lo han merecido á mí ? Echémonos á
buscar uno y otro : pero para ello me ha de permitir V. , si
quiera por la humilidad con que se lo pido , que yo no reco
nozca por mía expresión ni palabra alguna , que no conste ea
mis ca'rtas , o en qualquicr otro de mis escritos , ó que no haya
salido a] menos de mi boca. Dígolo, porque V. , usando de una
licencia que yo no -le he dado , ni Dios ni los hombres tampo
co , habla á nombre mió por boca del maestro que introduce
en su escrito, muchas y muí peregrinas cosas : y aunque ellas
sean tan preciosas . como hijas de su ingenio de V. , última
mente no lo>on del mió, ni tengo paraque hacer caso de ellas.
Esto supuesto , abramos mi primera carta , y pasemos á su pa
gina 50, desde donde comienza V. á encontrar el cuerpo de
mi delito. Dice así.
v> Otra casta de psxiros tenemos también tan mala como
v> los filósofos ó peores , que son Jos jansenista?. " Estas fue
ron mis primeras palabras , y acaso debieron también ser la
primera acusación de V. ; pero ni V. directamente las acusa,
ni las dexa en el orden cou que yo las puse. Mas siendo ellas
como son , mi primer pecado . y la suma de los que á su conse-
qüencia cometo, comienzo á dar mi descargo por ellas mismas.
Dixe pues que los jansenistas eran tan malos como los filósofa:
y tuve par? decirlo así dos razones . que entonces omití , j
ahora expongo, Una, tomada del principio de donde ambas sec
tas parten ; y otra , del fin á donde ambas se encaminan.
Parten ambas sectas , como todas las demás que se separan
de la verdad catódica , del principio de la infidelidad : no de
aquella que los teólogos llaman negativa , y que mas bien que
en delito , es una pena y una desgracia ; sino de aquella otra
que conocemos baxo el nombre de infidelidad positiva , que
Santo Tomas gradúa en sí misma por el mayor pecado de quan-
tos se cometen in pervsrsitate mórum, y solo, inferior á la bjas-
femia, que regularmente la compaña, y al odio de Dios, peca
do mas bien de hombres, que de demonios : no en fin di
aquella , que aunque tan grave ex gímre suo , admite disuipü!
y dexa ma'rquen á la misericordia , por la ignorancia de que
como la de S. Pablo estaba acompañada : ideo misericordia^
contequtítus sum , quia ignorant féeí in incredulitdte mea', sino
de no^uella á quien ninguna ignorancia disculpa , ningún moví
miento de pasión disminuye , ninguna flaqueza pueda servir o
excusa, antes por el contrario todas las circunstancias agravan
y condenan. Ella supone á un hombre nací Jo en el medio dia
de la luz, que voluntariamente se ha precipitado en las tinie
blas : un corazón tan orgulloso y pagado de si mismo, qua
cree saber mas que el Dios que le habla , y que la Iglesia que
lo enseña; un ánimo en fin tan depravado, y un entendimien
to tan ciego , que por una vana ambición , por un puesto que
nada vale, por una dominación que por todos medios se busca,
y á veces por el bestial deseo de entregarse á las obras del
vientre y de la carne, sacuden el yugo del Criador , tratan de
extinguir las luces tanto sobrenaturales como naturales conque
su bondad los ilumina - y aspiran a' sofocar los clamores de !:i
conciencia, j Ah , Sr. Nistactes ! Yo no tendré reparo en reco
nocer por hombre de probidad á muchos de aquellos en quienes.
Bayo, Quesnel y demás hermanos de la cofradía no reconocen
mas que pecados. Yo estimaré á un musulmán , 6 á un chino ,
que porque ó no examinó, ó examinó malamente le superstición
de su pais, permanece en ella , y en lo demás se porta como
hombre regular. Yo amaré y compadeceré á qualqaiera de los
protestantes del dia , que-naciJo y educado en el error, tenga
Ja desgracia de vivir persuadido á que es la verdad lo que cree,
y obre en lo demás , como con nosotros están obrando actual
mente los ingleses. Pero á un católico nacido en el mismo seno
de la Iglesia , y rodeado de las muchas defensas que contra el
error ha sabido ponerle la próvida legislación de nuestra Espa-
íía, verlo yo apostatar de la fe. y tenerlo por el mas abominable
de los monstruos, es una misma cosa. Porque ¿ qué dif culpa
cabe en este hombre , que sea capaz de cubrir su apostasía ?
1£1 convencimiento propio ? Este que él alega por disculpa , es
el mas atroz de sus delitos , porque supone que hai convenci
miento contra Dios * ó contra las mas auténticas y decisivas de
quantas demostraciones de hechos existen , quales son las que
le prueban que es Dios el que le habla. ¿ La ignorancia ? Alas
de esta tiene en su mano la salida en un millón de libros , y
en otro millón de maestros. g La pasión ? Mas ¿ qué tienen que
ver los desordenados movimientos del apetito , con la sumisión
que la fe exige del entendimiento ? ¿ Y no hai millares de
cristianos , á quienes el creer bien, no les estorva para vivir
6
IAUÍ mal ? Últimamente ¿ la dificultad ? Mas juzgue tocto el
inundo qual de estas dos cosas es mns difícil : persuadirse el
hombre á que Dios sabe mas que él , ó presumir que él sabe
mas que Dios. No resta pues á ningún católico, especialmente
español, mis causa de su apostasía, que la queá u n|en fe rmo fre
nético , de su frenesí : á saber , un trastorno total de quanto
forma la rectitud del entendimiento y la razón ; así como en el
fonético, de quanto conserva el equilibrio de los humores, y
la buena disposición del cuerpo. D-1 consiguiente , un español
que sacude el yugo de la fe , padece infaliblemente , ó una so
berbia igual á la del ángel apóstata , que dixo resueltamente,
ron sérviam : ó una avaricia mayor que la de Judas , que por
treinta monedas vendió la sangre del que él tenía meramente
por justo , y nosotros tenemos verdaderamente por Dios : ó una
ambición parecida á la de Herodes , que por tal de reinar hizo
morir á muchos inocentes , en la esperanza de que muriese en
tre ellos el reí destinado por Dios : ó finalmente una luxuria
parienta muí cercana de la de aquellos , que en el libro de la
Sabidaría se igualaban con los brutos , y en el de Job decían a
Dios que se apartase de ellos, y que «o querían la ciencia de tas
caminos ,
Tal es , Sr. Nistactes , la idea que yo tengo formada de
los que entre nosotros apostatan : idea que fundo sobre las ve '
dades de la religión, y que tanto á mí como á toda la España,
no cesa de confirmar una dolorosa y repetida experiencia. Pues
ahora , en esta idea veo yo, y debe ver todo el género humano
comprehendidos tanto á los jansenistas como á los filósofos
ateos. Unos y otros convienen en el punto capital y mas horro
roso del crimen : á saber, en no escuchar á Dios que nos ha
bla por el magisterio de su Iglesia. Sentado una vez este prin
cipio, poco importa la diferencia que después se ponga en los
diversos errores que se admitan á su conseqüencia , y en '°3
mas ó menos pasos que se abanzen. De esto decidirán las cir
cunstancias. Si Lulero no hubiese hallado contradicción, él «e
hubiera reducido al solo punto de las indulgencias ; pero ^a"
biéndola encontrado, naturalmente y sin violencia se fue dexan-
do ir hasta sumergirse en el ateísmo. Otro tanto se ha visto en
7
lo§ jansenistas de Francia. Si los filósofos no se hubiesen apo
derado de las cosas, ellos no hubieran tenido mas que su jan
senismo pelado, su probidad notoria , su zelo por la disciplina ,
su moral , santa , y demás recomendaciones que ellos cacarea
ban. Mas prevalecieron los filósofos , y se hicieron amos del
cortijo: y ya los jansenistas soltaron la zamarra, que por lo co
mún es de piel de oveja , y de santísimos que eran , se convir
tieron en todo lo que les mandaron los ladroncísimos filósofos.
Gracias á Dios, cuya providencia parece que va haciendo,
que muden nuestras cosas de tono ; porque si no , ya yo me
iba tragando que iba á suceder otro tanto en España : y mucho
mas , con las experiencias que nos han presentado los filósofos
y jansenistas afrancesados , que en mi concepto no han sido
tan finos , como algunos de los que se dicen patriotas. Resulta
pues que si atendemos al principio de donde parten , tan filó
sofo es el jansenista, como jansenista el filósofo : quiero decir,
tan apóstata es el uno como el otro , y tan capaz de qualquiera
picardía.
Lo mismo sucede con relación al fin, acia donde ambos van
por muí diferentes caminos. Ya creo que lo he dicho , y lo
repito ahora : todos los errores en materia de religión, aunque
toman por pretexto sus espsculaciones , lo que efectivamente
combaten es su práctica : quiero decir , los preceptos que Ja
religión, les impone ó declara , y la obediencia á que ella los
obliga. Déme V. una religión , que conceda .amha canilla á
las conciencias , y al instante la verá seguida y no impugnada
de cierta clase de sabios , que se paran en como puede ser un
Dios en tres personas , y no se pararían en como puede ser
Dios un cocodrilo , un buei , un adúltero, y otros monstruos.
El fin pues de toda esta familia es quitar de enmedio las obli
gaciones que incomodan al amor propio , y romper la relación
que la religión importa de dependencia y obediencia en el
hombre para con su Dios y criador. Pues ahora , como toda
relación. exige dos extremos, y quitado qualquiera dcellos la re
lación se acaba, cada uno de nuestros «abios trata de acabar!^,
embistiendo al extremo que mejor le parece. Viene el filósofo y
jne dice : mira, tonto, que te estás incomodando sin que ni para
8
qur. No hai tales preceptos ni obligaciooes , ni tales calaba
zas , porque ese Dios á quien imaginas obedecer ó no es mas
que una ilusión del miedo , ó si es algo , se esta' por allá en sus
delicias , sin acordarse de incomodarte á tí , ó si acaso te ha
hablado algo , y te ha puesto algunas leyes , estas no están en
lo que los libros , ó tu Papa : ó tu Obispo , ó tus predicadores
te dicen , sino en tu razón; y en tu razón, no según las preocu
paciones que te han metido en la cabeza , sino según las ideas
claras y derechos imprescriptibles que yo tomo á mi cargo el
explicarte á las mil maravillas. Ve V. aquí ya acabada la rela
ción , porque se le quitó el extremo de la parta de arriba. Viene
detrás de este el jansenista con su cabezita agachada , sus ojitos
respirando modestia, y su boquita destilando almíbar, todo
para honra y gloria del Dios , cuya existencia ó providencia
me ha negado el ateo, y él incesantemente me repite. Pues
bueno , le digo yo : en suposición de que él es mi bien , mi
esperanza , mi criador , mi glorificador , y todas mis cosas ,
justo y digno será que yo lo glorifique por mi obediencia á sus
preceptos. Es el caso , me responde él , que como enseña nues
tro padre Jansenio , y nosotros disimuladamente repetimos,
hai ciertos preceptos de este Dios totalmente imposibles á los
hombres, aun quando ellos se esfuerzen para cumplirlos , porque
las fuerzas que de presente tienen , no alcanzan á este cumpli
miento. Sea así, le replico yo : mas su gracia no puede faltarme.
Sí señor , me repone él : la gracia falta algunas veces ( r ) y
tantas ; quantas son aquellas en que pecamos ; porque en ti
estado presente no hai modo d¿ resistir á la gracia. ( a. ) Si
pues pecimos, es señal infalible de que no la tuvimos. Pero
d/gjme V., señor ¿y aquella gracia que los teólogos llaman
suficiente , y V. puede llamar como le diere gana , que siem-

( i ) Propósitio I. Aliqua Dei pr acepta homfnibus jusiis ,


volentibus , et conántibus secúndum presentes , quas habent vi
res , sunt impossibília : deest quoque illis gralia, quá possibÜia
fiant.
( a ) Propos. II. Interióri gratia in statu natura lapsa
tiuniquam resütitur.
.9
pre nos convida y nos exórta,yála que nosotros tan freqüen-
temente desearíamos ? ¿ Y la sangre de Jesu-cristo derramada
en la cruz para conseguirnos á todo» los hombres esta gracia ?
Esos son dos errores , me responde el Sr. maestro : porque ni
-Cristo murió por todos los hombres , ni hai gracia á la qual la
voluntad del hombre pueda obedecer ó desechar á su arbitrio. (3)
Da esa manera , replico yo , se acabó para mí el mérito y de
mérito , pue» obro ó dexo de obrar por necesidad ; y donde la
necesidad obra, ya no existe la libertad. No es así, me dice
él ; porque para merecer y desmerecer no es necesaria la liber
tad que llamamos de necesidad : basta que tengamos aquella en
que no influye la violencia. ( 4 ) Para hablar claro de modo
que todos me entiendan : la gracia es la que lo hace todo ,
quando se hice algo de provecho :sin la gracia , aun quando
queramos y nos esforzemos, no podemos hacer mas que maldades;
y nuestro mérito y demérito consisten en que el bien ó el mal
no lo hacemos á palos , sino como lo hace v. gr. el borrico ,
quando ausente el amo se viene por sí mismo á su casa , ó se
va á hacerle daño en el sembrado. En eso habíamos de venir
á parar, respondo yo ahora, en igualarnos con los borricos.
-Ea pues, póngame V. de qualquiera manera borrico , y dexe
todas mis obligaciones á cargo de solo mi amo, que yo me
-andaré por donde pudiere. Y ve V. aquí, Sr. Nistactes, qui
tado el otro extremo de la parte de abaxo,sin el qual no puede
existir esta relación de obediencia á Dios, en que toda la reli
gión consiste ; porque es en vano pensar en obedecer , no que
dándome arbitrio para ello , y dependiendo de otro que no soi

( 3 ) Propos. IV. Semipdagiáni admittébant preeveniéntis


gratite interiáris necessiíatem ad síngalos actas: et in hoc erran C
hncrétici, quod vellent , eam gratiam talem esss , cui posset
humana voluntas resistero, vel obtemperare,
Propos. V. Semipelagianiim esí dicere, Christum pro
ómnibus omninó hominíbus móríuum esse^aut sánguinemfudisse.
( 4 ) Prcpos. III. Ad meréndum et demeréndum in staíu
naíurae lapsa , non requintar libertas á nccessitáte ; sed suffi-
cit libertas á coadune.
B
19
yo , el que obedezca 6 dexe de obedecer. Tales son , Sr. Ireneo.
las razones que tuve á la vista para haber dicho que los janst-
nistas son tan malos como los filósofos. Escúcheme ahora la
que me movió para dudar si serían peores.
Esta la encuentro yo en que los jansenistas son los instru
mentos de que se ha valido y vale la filosofía , para verificar los
estragos que medita , y que sin ellos intentara en vano. £1
pueblo cristiano tiene á sus ministros toda la deferencia y ru-
feto , de que V. hace mención en su advertencia : de manera,
que es imposible moralmente hablando , que él degenere de
sus obligaciones , mientras los ministros de su religión perma
nezcan rieles á las suyas. ¿ Cómo pues ha degenerado tantas
veces , y cómo degenera ahora ? Ya lo sabemos : porque algu
nos de aquellos que como sal debian preservarlo de la corup-
cion , se han infatuado : porque los guias que debian condu
cirlo , se han cegado : porque los pastores a' cuyo cargo estaba
defenderlo ,se han convertido en lobos ; en una palabra, por
que los que debian ser maestros de la verdad, se han mudado
en autores ó autores del error. Omitamos la no interrumpid
serie de hechos antiguos , pues tenemos sobrados en los pre
sentes. ¿ A quién debieron los filósofos , francmasones é ilu
minados en la Francia los progresos de su sedición y su impie*
dad ? A un Talleirand , á un Sieyes , y a' tantos otros eclesiás
ticos , que ó comenzaron por jansenistas y acaba'ron en ateos ,
ó fueron á una vez ateos y jansenistas , que fomentaron la dis
cordia, que seduxéron al pueblo, y que abusaron para ello
íorpísimamente de su estado; representación y carácter. N°
hubiera habido en Francia eclesiásticos pervertido! : todas las
artes de la masonería no hubieran bastado a' pervertir tan'3
parte del pueblo. El orden invariable es cite : y jamas se ha
visto que la generalidad del rebaño se extravíe , mientras I"
cumplido con su oficio el pastor. Oiga V. á un perito sobre
esta materia , y tal, que en todos los siglos futuros sera' citad0
como el padre de todos los peritos. Cito á Napoleón en la ins
trucción dada al impío Serbelloni que para conocimiento y de
sengaño nuestro ha dado á luz el Sr. D: Pedro Cevallos en su
sabio y piadoso papel intitulado Política peculiar de
parte. Busque V. en la página 7 acia el fin las siguientes pa
labras, w Para destruir la religión imite V. á la Francia , pero
» con prudencia : encienda V. la discordia entre los sacerdotes :
» busque V. entre estos los mas enemigos de la religión^ y en ellos
M encontrará los apóstoles de la filosofía. Trasla'dense estos nue-
» vos apóstoles á los pueblos , y í» predicación en ellos será
» mas eficaz que mil periódicos, v. ¿ Qué tal , Sr. Nistactes ?
¿ Está V. en que le dixe mi alma ? A testigo de vista creer 6
rebentar. Un perito como este debe ser considerado como un
oráculo en su arte.
Cité este papel del Sr. Cevallos ; y no es razón contentar
nos con haberlo citado á secas. De este caballero seglar quisiera
yo que aprendiesen á pensar algunos caballeros eclesiásticos :
de este político desearía yo que tomasen lecciones tantos que
se llaman , y no son , ni sueñan ser políticos : en este filósofo
ser/a bueno que viniesen muchos de los que tienen el santo
nombre en vano , á aprender la verdadera filosofía : por este
escritor en fin , convendría que se formasen todos ó casi todos
nuestros presentes escritores. Pero baste de esto , y sigamos.
V. sabe*, Sr. Ireneo , qual fu* el sentimiento, y qual el
grito de toda la nación , quando acabada de convencerse de la
felonía de Buonaparts , tomó en masa la heroica resolución de
resistirle ; y si no lo sabe , ai están las infinitas proclamas
que salie'roa de todos los pueblos y provincias , y aquí todos
nosotros que Jas leímos , y que las hallamos tan conformes en
tre sí, como con el unánime consentimiento de todo nuestro
pueblo. La Religión , Fernando Vil , la guerra , la muerte ,
ántet que rendirnos , «i consentir al tirano , era el principio ,
medio y fin de todos los escritos , la materia de todos los pro
pósitos , y el eterno empleo de todas las palabras y obras. Pero
se desocupó Madrid,; y cáteme V. aquí que sale de entre las ti-
nieblas onSemanario patriótico, que pasados algunos meses, con
•mucho tiento y mui estudiada suavidad lleva por todas las pro
vincias la tea de la sedición , de la irreligión y la discordia :
UB Diario casi del mismo pelo , y otros folletos encaminados á
igual objeto, de cuyos nombres no me acuerdo. Se instaló la
Junta Central: y veme V. aquí una cofradía demedio abogados,
»2
medio poetas , y nada de estas dos cosas per entero , que la si
guen como sombra donde quiera que está , y que por este y
por el otro arbitrio tratan de inducirla á lo que ellos intentan.
Se reuniéron las Cortes , y diéron el decreto de la libertad po
lítica de la imprenta : santigüese V., porque se desata un in
fierno de demonios liberales , que no nos quieren dexar títere
con cabeza , que empezando por el altar, y acabando por el
trono , y subiendo desde las Partidas hasta el Credo , se han
propuesto formar de la España la república que en su caliente,
impía y desorganizada cabeza concibió el Ginebrino. Pregunto
yo ahora : ¿y qué hubiera sido de estos pocos badulaques, si
no hubieran encontrado el apoyo donde no debiéran ? Fácil
mente e>tá visto. Yaha muchos dias que estuvieran tomando ra
ción en los diques de Cartagena ó la Carraca, ó en los trabajos
públicos de Puerto-Rico, á no ser que el verdugo, la horca
y la hoguera hubiesen dado mejor cuenta de ellos. ¿ Y qu¿
está siendo, ó por mejor decir , en que' peligro hemos estado
de que fuese ? Aílá Vs. lo sabrán. A mí lo que me toca es dar
gracias , en primer lugar á Dios , y en segundo á los> dignos
diputados que han trastornado todas sus intrigas y proyectos.
2 Y cómo fue' que unos hombres tan mal vistos de todo*, tin
pueriles y despreciables, se pudieron ganar algún partido?
¿ Cómo había de ser ? Como ha sido siempre : poniéndose asi
lado algunos de los que d.bian ser los primeros que saliesen
al frente á confundirlos. No es pues i aquella taravüla inter
minable de ampullas , et sesqutpedalia verba con que ellos nos
l'an inundado , á lo que deben sus progresos : ha sido sí á
aquellas otras suaves y dulces, que han salido de las bocas
consagradas para la defensa del Evangelio. No han juntado
ellos ¿u tal qual partido ni con Justiniano, ni con el Fuero juz-
-go, ni con las Partidas que solo en el último apuro nos citan; ai
mucho me'aos con el Rousseau , Montesquieu , Heinecio , Pa-
tíendorf , y otros publicistas que nos copian, y á quienes noso
tros aborrecemos : ha sido con la autoridad de este y el otro ele-
riguito , que hubiera sido, mejor que jamas lo fuesen. No deben
,&u séquito : ni á aquellas descomunales tirilionas en que llevan
-escondidas las ©rejas , ni á aquellos enormes pantalones que d¿
ben su inrenclon á los franceses , ni á aquel espejo civtlis sár-
ciña beli ; en que se llevan estudiando muchas horas , ni á
aquella cresta por donde quieren parecer , y parecen gallos ,
tanto en latín como en romance, ni en ñn á todo aquel otro
afeminamiento , que ios hace fastidiosos hasta á las del otro
sexó. No s.fior ; las sotanas , loa becoquines , las collaretas ,
ó por deoir mas bien , el profunde respeto que el pueblo 'crü-
ciano tiene i todas estas señales , aun quando sea un perdulario
el que las lleva ; son las única» causas de la tal qual acepta
ción que para con muchos han tenido y aun tienen los liberales,
del daño que hasta a ¡uí nos han hecho , y del gravísimo peligro
que nos preparaban , de que }a Dios nos va librando.-
Erubéscimus , Sr. Nistactes , dum sine textu lóquimur : y
puntualmente al acabar de escribir esto , me han venido á las
manos varios papeles , que me ahorran el traba/o de buscar
otros textos, g Conoce V. uno que se intitula Las fuentes angé
licas , ó por otro njiiibre El tomista en las Cortes ? ¿ Conoce
otro', cuyo epígrafe es dviso á la nación ? Haga V. por cono
cerlos y reconocerlos , y no dexe á tales hijos sin padre.
Pues Vé V. aquí una prueba decisiva. d'e lo que le digo. Por
que hablando especialmente de las Fuentes angélicas, quiero con
tar á V. el juicio que formó un amigo leyéndolas , y que expli
có con el siguiente suceso. Se defendiéron , me dixo, muchos
años ha unas conclusiones, cuyo actuante era mui pobrecito de
letras, y cuyo catedrático tenía particular interés en obsequiar á'
su oo mui pobrecita familia. A conseqiiencia de esto, no se penis
argumento al que no encontrase el catedrático la legítima so
lución , en tal qual palabrilla que se le escapaba al actuarte ,
entre las muchas patochaJas que decia. Sucedió pues , que uno
de los argumentantes fuese para desgraeia de ambos , un car
melita mui conocido en el teatro por su gran talento y su fes
tivo humor. Arguyo este con el mucho nervio que tenia de
costumbre : respondió el actuante con las muchas simplezas
que le ministraba su ignorancia ; y fué necesaria que el cate
drático tomase á su cargo la recuesta, que comenzó con las
•siguientes palabras. El Sr. D. Fulañilo está respondiendo mui
bien Apénas el carmelita oyó esta b<ua adulación, quando
»4
poniéndose en píe exclamó. Por el D':ot de Israel , P. Miro: ,
» £*a io/j palabra merece una arroba de chocolate. Por el
Dios de Israel , continuó mi amigo , que no cumplirá con lo
que debe la cofradía de liberales , si al autor de este escrito
no lo hace , por la partt que ménos , cardenal de la santa
iglesia de Paris.
A fé mia , Sr. Nistactes , que este cálculo de mi amigo no
salió tan malo como algunos de los que V. echa. A los pocos
cüas vino el Semanario patriótico del jueves ultimo de Enero,
elevando hasta los Cielos el mérito distinguido de su opúsculo i
yino el Redactor de qué sé yo que dia , pues no tengo gana de
buscarlo t extractándolo con el elogio que acostumbra , quando
)a cufia es del mismo palo : vino en el mismo Redactor coa fe
cha de- 19 febrero un qué se yo quien , que de quando en quan-
do parece con las iniciales O. G. , hombrecito de pelo en pe
cho , y erudito del primer órden , citándoms también su doc
trina : y- aunque hasta ahora no han venido, no me cogerá de
susto que vengan el Conciso , qje ya está desengañado y ver
daderamente arrepentido , el Duende , qué gracias á Dios
nunca cayó en el engaño, y demás notarios de la familia ; que
conoce mui bien que tu unus pro dtcem míllibus computdris ,
según la autoridad del perito citada arriba , y dan á V. el cor
respondiente testimonio. Yo también por seguir el exemplo de
tanta gente honrada , y para no faltar á un cumplimiento tan
debido , quiero dar á V. el parabién coa la siguiente coplilla,
que aprendí en las fábula» de íriarte :

Tome para su regalo


esta sentencia un autor :
si el sabio no aprueba , malo ;
si el necio alaba, peor.

Aseguro á V., Sr. mió, que si yo hubiese dado motivo para


ello , y me viera alabado de los Semanaristas , Redactores ,
O. G. , y demás gente non sancta , me iría á la peña pobre de
Baltenebros , ó á otro rincón del inundo donde nadie me viese.
ho mas chistoso es , que todos estos barberos que á porfía le
. .
.obsequian , en 'vez de hacerle la barba como pretenden , lo barí
desollado , y la han llenado de cieno en vez de limpiarla. To
dos ellos han creído encontrar un tesoro en aquel corto sastre ,
que V. por uno de sus acostumbrados descuidos aplicó á su
Fr. Silvestre. Corto sastre repitió con mucho cuidado el Redac
tor ; corto sastre me dice con su natural coragillo O. G. ; y el
Sr. Semanario ; teniendo á menos usurpar el corto sastre tan
traido y llevado va por los otros sus compañeros, lo perifrasea
de este modo : Fr. Silvestre tan serril como su nombre, y no me
nos preocupado. Venid acá pecadores : ¿sabéis lo que habéis he
cho? ¿Ese corto sastre y tan cor/o, que ni aun merece el nombre
de,aprendiz, ha tenido ni tiene mas existencia, que la que la ha
dado aquel entendimentazo , en cuya rueda de alfaharero se
forjaron el dichoso obispo que hace de maestro , y qu.» ni aun
debe pasar por oficial ; el mazoral letrado , á quien se le quita
hasta el mérito de hacer un alegato tolerable ; el D. Agramato
del jansenismo , personage inútil hasta para un entremés ; el I).
Claudio capitán de fragata , que no vale para ayudante de
una escuela de primeras letras : el //;-. augustino , cuyo molde
no sé de donde se sacó; y en fin, el miro, de S. Pablo tan pare
cido en lo que habla á lo que escribe , como se parece un hue
vo á una castaña ? Pues si ese corto sastre se formó en la casa
de vuestro aplaudido alfaharero-, lo ürtico -que se infiere , es
que le faltó ó el barro , ó la habilidad para hacerlo mas largo.
Ya veis que todo su prurito se reduce á dialogizar ; y cada
uno que dialogiza hace quanto puede á fin de que parezcan
alguna cosa las personas que introduce en sus diálogos. Leed
quantos existen impresos , y veréis en ellos equilibrados los
interlocutores , de manera que ó mutuamente se ilustran y ex
plican , ó si se contradicen , el que ha de ser vencido , mien
tras habla, nos parece y.'ncedor. Examinad siquiera los dos
personajes que introduce Cervantes como héroes principales de
su fábula : un loco y un tonto; pero un loco , en cuya boca
pone las mas exquisitas discreciones : un tonto , á quien hace
decir las mas. agudas sales ': un Joco en fin y un tonto , cuyo»
dichos y hechos se ve precisado á sostener , para que no des
digan, con continuas advertencias 'y chistes, ya dudando de la
legitimidad de un capitulo en que habla demasiado agudo San'
cho Panza, ya haciendo que este cite al cura ó al quaresmal de
quien oyó la sentencia que refiere, y ya repitiendo, que excluido
}o que decía órden á 13 andante caballería, era D. Quixote en
lodo lo demás un hambre de juicio y talento. Asi, asi se finguen
los interlocutores de un diálogo, que aunque representen una
persona extraña, se sabe que son hijos del autor. El que pues no
sabe traer á su tienda mas que cortos sastres , quiere pasar y
debe por muy corto maestro , como ha pasado , pasa y pasará
el famoso Ireneo Nistactes. jO! pues si eso valiera, y cada uno
pudiese fraguar el adversario á medida de su antojo, y á pro
porción de su dentadura , ya ha muchos dias que hubiera yo
solo desocupado la España de franceses, por el sencillo arbi
trio de hacerlos á todos de misaban. Mas el daño está que no
son de masapan ni alfeñique los franceses, ni yo valgo pera un
fusil ó un cañón lo que importan dos caracoles. Enmendaos pues,
pobres alabadores , y sabed que hasta para adular se necesita
entendimiento. Y V. , Sr. Nistactes no vuelva á exponer i es
tos miserables á semejintes tropezones. Si -Pascal en las cartas
que V. medita dia y noche., cometió el yerro de introducir por
interlocutor i un fátuo, no por eso deba ser imitado en esta
parte , á que le obligó la falta de invención de que tanto ado
lecen los franceses. En lo que si debe V. imitarlo, es en citar
los textos como son en si mismos , si es que Pascal lo hizo así
en los textos del P. Escobar; porque lo he oido dudar , y no
he querido ponerme á averiguarlo.
Ello es que este hecho de que estamos tratando, demuestra
hasta la evidencia lo que yo he dicho después de Buonaparte:
á saber, que un clérigo liberal vale mas para el ajo, que mil
ó diez mil periodistas. ¿ Quien habia de haber soñado siquiera
que los nuestros hubian de salir celebrando la obra de un clé-
xigc, Je>pues de haber dicho de todo el estado que era promo
tor de la ignorancia, y que vivia á costa de ella, con otras
iguales preciosidades; y después de haber alegado como excep
ción contra algunos vocales del Congreso, que eran clérigos, y
contra la igualdad de representación de los americanos, que es
tos no eran mas que lo que querían sus curas? ¿Quien había de
h»ber dicho que e! Semanario patriótico dexaria para otra oca
sión, y aun equivocaría, en el número, el discurso que tenia pre
parado contra los frailes para elogiar á un Sto. Tomas fraile,
bastante y mas qae sobrado, quando los frailes no hubiesen tenido
otros que él , para convencer de pueril , ridículo , vano , alu
cinado , maligno, y todo loque V. quisiera, su fastidioso y
sofístico discurso ? ¿ Quién había de haber creído que unos
filósofos rabones , quales son estos caballeros , cuyo caudal to
do consiste en las tinieblas que suponen en nuestros mayores «
habían de salir citándonos las doctrinas del siglo trece , que
es puntualmente la época que ellos señalan á las tales tinie
blas , y no sin fundamento , porque quando leen aquellos li
bros , siempre los pobres se quedan á oscuras ? Pues todos estos
milagros con otros que se esperan , se le deben á V. , Sr. Nis-
tactes , por su opúsculo oV'las Fuentes angélicas , y por el
otro Aviso á la nación.
Pero acá' para entre los dos , y sin perjuicio de lo que asa
tiempo hablaremos, dígameJV. por Dios : ¿cómo ha podido pen
sar en estas obras y en la otra, durante el peligro, la angustia y
la última calamidad de Valencia ? Yo le aseguro á V. de mí,
que sin ser de alia', sin tener algún encargo suyo, sin tirar suel
do por tenerlo, y sin mas enlace con aquella desgraciada provin
cia, que el que es común á qualquier hijo de las otras ; no he
sosegado , ni casi dormido durante su peligro , ni sosegaré ni
dormiré tranquilamente durante su cautividad. Suchet con s«
exército entero ha estado sobre mi corazón : Suchet ha venido
freqÜ3ntemente á perturbar mi sueño: Suchet me ha dexado
á medio comer muchos días: y la hermosa, la rica, la noble, la sa
bia y desgraciada Valencia me ha costado y me cuesta casi tanto
como Sevilla. ¿Cómo pues enmedio de su apuro ha podido V.
pensar mas que en Valencia ? Se escribe de Nerón que se entre
tuvo en tocar y cantar , mientras ardía Roma. Absurda es, pe
ro finalmente es alguna la disculpa que- de este emperador se
da , diciendo que miraba con indiferencia el incendio, porque
pensaba mejorar la incendiada Ciudad. Podía él ciertamente
hacerlo ; pero ¿ podrá V. recuperar , como él pudo renovar ,
la suya ? ¿ Podrá con sus ideas liberales Mas dcxemos esto.
c
i8
Dígame V. en icgundo lugar ; j conque Sto. Tomas está
por las ideas liberales ? ¿Y no solamente esto , sino que es
mas liberal que los qtif de presente conocemos ? ¿ Y ha tenido V.
alma para estamparlo así ? ¡ Pobre religión de Sto. Domingo!
j Pobres santos suyos que estáis en el Cielo ! Todavía no ha
un año que un caballero liberal traxo toda la religión con su
fundador al frente , para asegurar que no Je importaba tanto
como su honor , que por cierto es alhaja de importancia.
Ahora va V. á sacar del Cielo á su gran Doctor, para que
apruebe en cuerpo y alma el pacto social de Rousseau. ¿ Y
que causas ha habido para esto ? Las mismas que se han acos
tumbrado en el mundo , quando para tapar una injuria como
tres , se executa otra como treinta. Injuria fud , y grande, li
que se le hizo a' los frailes dominicos en el arengóte del 3 da
mayo con motivo del emparedado , que desde la sala del Con
greso salió á lucir , no solamente en Ca/lia , sino también en
todos los pueblos y'paises a' donde han llagado y pueden llegar
los Diarios. Y luego, como si Stu. Domingo ó sus frailes hu-
biessn sido los que escribieron ó pronunciaron aquel descon
certado arengóte , se extiende á todos ellos , inclusos los d¿l
Cielo , el agravio que se acaba de hacera los pocos del con
vento de Cádiz. Injuria es, si señor, injuria es de las fuentes
angélicas, que el que ha bebido en ellas,' exceda las reglas
que prescriben la obligación y la justicia. Quexóse de aqudia
el que se quexó :y V. para tapar este yerro, comete el atenta
do de enturbiar las fuentes angé'icas con el cieno de las idess
liberales. Pero dígame con que designio. Suponga por ahora
que Sto, Tomas enseña todos esos disparates : ¿ se infiere por
ventura de todos ó de alguno de ellos, que el que está destinado
para estampar fiel é imparcialmente lo que oye , pueda. ni di
ta añadir glosas y anotaciones , que prevengan el juicio del
pueblo ? Y sino se infiere ¿ á que ese fárrago ? ¿ a' qué esí
obispo ? ¿ a' qué ese impertinente dia'logo ¿ Mire y. donde mí
doi , y donde resuella : decia una beata , que al darse en el
pecho , padeció un descuido natural. Es cosa digna de admi
rar , que teniendo V. esa facilidad tan inaudita de encontrarlo
,todo eo las fuantes angélicas . no buscase en ellas lo que €S"
' 19
taba en qilestion , para ir á manifestar lo que no hacia al caso
p¡ existía.
Mas de todo esto y otras cosas iguales trataremos con mu
cha extensión , luego que yo acabe de acopiar las libros y pa
pales deque necesito. Por ahora me basta con asegurar al pú
blico , que las Fuentes angélicas es otra tal obra como el janse
nismo, y que por lo que vean de esta en mis cartas, pueden for
mar juicio de aquella; y con advertirle, que si ínterin yo les pre
sento el desengaño necesitaren de él, vayan á buscarlo en cierta
ebrita que se imprimió en Madrid en la imprenta real y baxo
las armas reales el año de 1793 , titulada Catecismo d¿ esfado
sigua los principios de la Religión : su autor el que ella dice.
Obra de la qual el que lee un capítulo , queda sin gana de
.leer otro , y el que los lee todos , sale sabiendo menos que sa
bia ; pero obra á que sin embargo remito á mis lectores : ya
por que su doctrina por lo general es- sólida , y ya porque dea
gracias á Dios, que de todo nos ha dado en nuestros dias. Mas
volvamos á nuestro jansenismo , de que me ha distraído esta
necesaria digresión. . ., » .
He expuesto las razones que tuve para haber dicho, que
los jansenistas eran tan malos como los filósofos ó p sores. Dexe-
mos lo que sigue para la segunda parte de este mi sermón , en
que he de tratar de sus milagros entre nosotros ; y pasemos ,
para llevar algún orden , al sistema que doi de su doctrina en
la página 51. <,<, Según él , la gracia que ellos llaman eficaz,
99 necesita al hombre á que obre el bien : y sin esta gracia ,
w aun quando el hombre quiera, no puede evitar el pecado, v
Puato aquí , Sr. Nistactes. ¿ Es esta por vzntura la doctrina
católica , á la que yo con mi ligereza aplico nombres odiosos ?
g Suba V. por ai de alguno que siquiera se llame católico , y
abraza ni aun á cien leguas de distancia esta absurda y horro
rosa doctrina ? ¿ No es ella casi en los mismos términos la que
contienen las dos primeras proposiciones dejansenio, un pu
ñado de las de Quesnel , y quatro ó cinco de las que Alexan-
dro VIH condenó? ¿ No es este el error capital , y el primer
principió de todos los errores de la secta ? Me admira mucho
que V. despucs de tantas idas y venidas como hace á esta mi
30
página , y de tantas glosas como pone á las palabras que pre
ceden y siguen á este periodo , se lo haya dexado todo en el
tintero , siendo así que él es el que contiene toda la controver
sia. Pero sigamos.
w A saber ( añado yo inmediatamente ) el mismo error de
vi Calvino que niega el libre albedrio , y quita el mérito y
y> demérito del hombre, ó loque es un equivalente, el hado
m ciego de los gentiles , ó el destino de los musulmanes, w A
estas palabras sí que le tira V. muchas dentelladas , pero sin
embestirlas de frente ,y mordiscándolas solo por los lados , ex
poniéndolas según su caletre y haciendo de éllas mil maravillas.
Mas vuelvo á preguntar : g la heregía de Calvino acerca
del albedrio y la gracia , el hado de los gentiles , ó el des
tino de los musulmanes son doctrinas católicas ? ¿ Hai católi
co que las sostenga ? Quedamos en que no. g Y yo á quien
aplico todas estas galas ? A la perversa doctrina que acabo de
citar, que son las dos proposiciones primeras de Jansenio. V.
según nos asegura en la pág. 18, las detesta. Pues bien , si
las detesta á ¡ellas , y detesta también á Calvino , al hado y
al destino ¿ qué le va ni le viene en que esta familia , q«
nada le toca ni le debe tocar , sean ó no parientes ? Cierto pre
dicador se encontró en un libraco la especie , de que Pilatos
se habia arrepentido y salvado : y sin pararse en mas , la enea-
xó á su auditorio desde el púlpito. Se le mandó como era de
bido , que la retractase públicamente; y él lo executó con estas
ó semejantes palabras. Yo , señores , dixe aquel disparate , por
que así me lo hallé escrito. Por lo demás , quiero que sepas •
que Pilatos no es mi hermano , ni mi pariente , ni pertenece i
mi familia , no me ha hecho ni es capaz de hacerme algún
Javor. Por lo qual , lo mismo es para mi que se salvase , que A
que se lo haya llevado el diablo. Lo mismo digo yo , y pudiera
V. y debería haber dicho. Mas ya que no lo dixo , y quiso pel
lizcarme por este lado , el modo legítimo de hacerlo era expo
ner la diferencia que habia entre estos quatro errores , y notar
la impericia con que yo ios igualaba. Pero no señor : esto que
yo dixe del error capital de la secta , lo extiende V. , no solo
¿la explicación que mal ó bien doi en mi segunda carta de
fl
este error ( cosí que pudiera , aunque no debía pasar ) sin*
también á los otros errores de quienes no lo digo ; y lo que e»
peor , á los santos y autores católicos , que V. trae por los ca
bellos al patrocinio de los mismos errores. No señor , vuelvo
á decir , señor Nistactes el que deshace las equivocaciones ,
no señor : el error de Jansenio acerca del libre albedrio es el
único que se parece , como un huevo á otro huevo , al de Cal-
vino , al de los gentiles , y al de los musulmanes : y esto es lo
úoico que yo he dicho. Los otros errores del mismo Jansenio
y sus discípulos se parecerán á los que se parecieren , y no
mas. Y si algún doctor católico hubiese incurrido ( lo que
constantemente niego y negare ) en alguno de estos últimos
errores , no por eso he dicho yo , ni debe V. aplicar á él , lo
que solamente conviene á aquel primero. Quedemos en esto :
cuidado que así lo exige la probidad , aun quando no sea taa
notoria como esa con que V. nos empalaga.
Mas vengamos á la cosa en derechura. Dixe , y vuelvo á
decir , y es una verdad tamaña y tan grande , que el error de
Jansenio es el mismo que el de Calvino, el de los gentiles,
y el Je les mahometanos; no obstante que cada uno lo pone de
su -modo, y lo saca por diversos principios. Para que me en
tiendan los de Cádiz , les pondré el examplo en una cuenta.
82 ofrece hacer la de la qüota que corresponde al cinco por
ciento de una cantidad. Un comerciante saca esta qüota multi
plicando , otro multiplicando y partiendo , otro de diferente
manera í y en verdad que sacándola cada uno á su modo , to
dos convienen en una misma cantidad. Vaya otro exemplo para
los que no entienden de cuentas. Pregunte V. á Soult , si debe
ó no haber frailes. Responderá que no ; porque estos son lo»
que alborotan el pueblo contra su emperador. Pregúntelo á los
señores liberales. Responderán que no; porque los frailes so»
los zánganos de la república. Pregúntelo á los piadosísimos y
devotísimos jansenistas. Responderán con el Semanario y Sí
nodo de Pistoya que no ; porque son un agravio de Jos dere
chos episcopales , y de mas á mas unos fraguadores de milagros
tan exactos como V. lo es de diálogos é interlocutores. Ve V.
aguí un mismo no establecido por gente que se dice y parece
cer contraria, y par principios totalmente diversos. Conque
nada tieoe de maravilloso que Janssnio haya ido al error de los
gentiles y mahometanos por un camino mui diferente que ellos,
y poco ó nada diferente de! que llevó Calvino. Ni soi yo solo
quien ha pensado , y se ha explicado de este modo. Entre los
libros que V. me ha hecho la mala obra de buscar , uno ha
«ido el Gonet; y este se explica del mismo modo y casi con las
mismas palabras con que yo me he explicado , con sola la di
ferencia , que en vez de los gentiles que cito yo en general ,
cita él á los astrólogos y estóieo* ; en vez de los musulmanes,
á los maniqueos ; y donde yo distingo entre Jansenio y Calvi
no, él no hace distinción alguna, y supone como es verdad,
«er una misma la familia de ambos. Oiga V. estas quatro pala
britas con que concluye el § r. art. r disput. a trat. 2. de su
segunda parte. « Ex quibus liquet , plures posse distingui ne-
v> cessitátes libero arbitrio repugnantes, nempe, stoicam scu
w fatalem, maniehseim, et Cilvinistam : quae in hoc ecnve-
vi niunt , quod omnes tám ar:te et tam valide hómiaem ad
v> operandum detérminant et contringunt-, ut in eo non relin-
n quant potentiam ad oppóssitum : dífferunt autem in causa á
v> qua provéniunt &:. u Ruego i los curiosos que pues el li
bro es demasiado común, se sirvan leerlo, para que de camino
vean el hombrecito que es V. Quedemos pues con veni dos, p > -
que es preciso y no hai otro remedio, en que ni doctrina ni
persona católica ha enseñado ni podido ensenar este error ,
que yo cité como el capital d;l jinsenismo; y en que cita'ndolo
como la he citado , á ningún católico llego ni con mil leguas.
Pero llega V. , me dirá y me dice el Sr. Nistactes , en el
modo con que en su carta segunda se pone á explicar el er
ror. Sea , señor mió, como V. tuvo á bien soñarlo : pero pre
gunto : ¿ porqué yo no haya sabido explicarlo , ha dexido de
existir este error, ni los que lo defienden ? ¿ porqué yo en su
explicación lo haya confundido con la doctrina de algún ca
tólico ; será verdad que él es un sueño , un apodo , una hert'
g(a imaginarla , y demás quisicosas que V. dice ? j Ah ! pues
si yo tuviera la habilidad de quitar de en medio los picaros,
y volverlos en sueños y en fantasmas , con solo confundir sus
picardías con lo que hace y dice la gente de bien , ahora mis
mo convirtiera yo en fantasmas á los franceses , diciendo do .
ellos que eran -nuestros regeneradores. Mas, sefíor mió, no hsy
tales carneros ; porque mi entendimiento no es criador , como
hasta aquí ha sido solamente el de Dios, y parece que de aquí
adelante pretende serlo el de V. Porque yo equivoque las ideas
y las roces , las cosas no se equivocan en sí mismas ; y si yo
las pinto como no son , ellas se quedarán como son , acusán
dome publicamente de embustero. Ea pues , suponga V. que
yo he dicho mil disparates del jansenismo , y que en vez de
explicarlo exactamente, he traído á colación y partición doc
trinas católicas. Estas se quedarán tan católicas como eran: el
jansenismo tan herético como siempre ha sido ; y yo seré el
único culpado. No es pues el camino el que V. ha elegido. El
fegítimo . y el que debió tobarse era, suponiendo, detestando
y anatematizando el jansenismo , hacerme conocer que yo , en
vez de pintarlo con su depravados colores , empleaba los bue
nos en su pintura.
Mas vengamos á esta , que es donde V. nos luce toda su
habilidad , y saltando de la primera carta , busqué.Tioslos en
íos páginas 14 ;, 15 de la segunda, adonde nos lleva la re
lación de V. Digo así en ellas. »Los calvinistas tienen por
» una de sus principales dogmas la negación del libre albe-
51 drio." Repite V. esto , ó lo copia en su escrito , sin que se
pamos para que. ¿ En que quedamos pues ? ¿ Se encarga V.
también en la defensa de los calvinistas ? ¿ Es también el cal
vinismo alguna cantinela como la que llevó á Nicole al Ex
purgatorio ? Sigo yo. „ Los jansenistas sus discípulos por ex-
„ presiones mas suaves enseñan el mismo desatino. " Aquí es
ella : aquí toda la bulla de V. : aquí el convertir las expresio
nes suaves en almíbar : aquí los dos famosos silogismos de á
quatro pies de la página 1 1 , por los que me saca V. reo co
mo impugnador del antiprobabilismo, y "perseguidor de Aguir-
rs , Palafox , Concina , &c. ; aquí ?n fin muchísimos alhara
cas , muchas tonterius ( perdóneme V. , que se me escapó es
ta palabra) y nada contra una verdad decidida por la Iglesia,
y reconocida por todos sus teólogos. Vaya V. , Sr. Nistactes,
vaya á qtnlquiera de ellos ( tengo á la vista á Crescendo
Krisper citado en mi anterior ) y encontrará tres clases de
textos. La primera que contiene las proposiciones de Jansenio,
según que constan en la bula de su condenación: la segunda,
los textos literales de donde se extractaron las tales proposicio
nes condenadas , y la tercera , los de las Instituciones de Cal-
vino , de donde se tomaron estas proposiciones. Quando Ino
cencio X. declaró heréticas , heréticas y mas heréticas las cin
co proposiciones , no hizo otra cosa que repetir los anatemas,
que el Concilio de Trento había fulminado contra Cal vino ¡así
como Bayo y Jansenio no habían hecho mas que decir con
otras palabras , lo que divino dixo con las suyas excelente
mente latinas. Porque quiero que sepan los señores del Sema
nario , que el gran cuco de los reformadores del siglo XVI.
consistió en la belleza del lenguage , y la podredumbre de las
ideas; y el empeño grande de los teólogos católicos de aquel j
de los tres anteriores siglos estuvo , en que el mérito de sus es
critos consistiese en la verdad desnuda , ó vestida del simple
trage que entonces se usaba por todos, y no en los adornos de
la dicción, ni en los aliños de la e oqüencia. No niego por es
to que ellos puedan y deban servir á la verdad : solo insinúa
lo que Melchor Cano dixo, tomándolo de Cicerón : Ego viro,
si Pkilósopkus non afftrat eloqiieníiam , tantum abest ut as-
pérner^ ut m flúgitem quidem. Y ciertamente se engañan los
referidos señores palabreros , quando en esta materia se creen
jueces competentes. Mucha sal tienen que comer antes de lle
gar á serlo, como tal vez les mostraré algún día. Y luego qm
lo sean ¿ qué sera'n ? Jueces de palabras, es decir, palabre-
.ros. Si mi consejo vale, deben mirar lo primero, qoe es lo
que dicen , y después que en esto hayan puesto una total re
forma , les permitiremos hagan la rueda como el pabon , mos
trándonos los colores y relumbrones con que lo dicen. Perdo
ne V. , Sr. Nistactes , esta drígresion ; porque son tantas J
tan importunas las moscas , que no puede un hombre ménoJ
que sacudirlas una vez mas que otra. Sigamos nuestro cuento-
« El libre albedrio ( son mis palabras ) es una balanza se-
« gun ellos , que por sí misma á ninguna parte se inclina . J
a5
». necesita que algún peso la llame á alguna de Jas dos partes.w
A/juí , Sr. Nistactes , rae da V. campa niJia'zo. , y me dexa con
cesi todo el sermón en el cuerpo. ¿ Es esto razón ? ¿ Cabe
esto en la notoria probidad ? D¿xáramq V. acabar de partir ,
siquiera por política , y después tendría lugar de entrar coa su
carretada de equivocaciones. Yo iba á presentar el error de la
secta contra la libertad humana en su resultado : es .decir , ibai
á exponer el error , según que juzgué resultaba de la doctrina
de la secta ; y apénas comenzé á hablar , y di mis primeras
ideas , que servían como de arranque; sale V. suponiendo que
ya está dicho todo , á pesar de que nos queda todavía mas de
la mitad. Pues señor : qui respándet ántequam áudiat, stultum
se probat , y qué sé yo qué mas , que dice el Espíritu Santo.
Por este camino me atrevo yo á sacar á V. reo , corta'ndole el
Credo, quando lo diga, por aquella de des$endió á los infiernos,
y no dcxándole tiempo para que saque á Cristo de allá.
Pere vaya , pasemos por la degolladura que V. hace ; pues
como esas cosas hai que se ve un hombre precisado i pasar. Y
.qien ? qué tenemos con eso , Sr. catequista ? | Cosa de juego
es la formidable voz que truena ! A Dios , teólogos y filósofos
de todos las siglos. Pero ¿ á ddnde va tanta gente horada , para
que V. nos la despida ? — ¿A donde ha de ir ? al jansenismo ;
que es adonde la envia el Rancio. — Eso quisiera el jansenis
mo para hartarse de reir. No señor ; el Rancio no envia al
jansenismo , sino á aquellos que se han ido á él por sus pasos
contados. Con la demás familia no se mete. ~ ¿ Cómo que no?
¿ Pues no dice que el jansenismo enseña que el albedrio es una
balanza ? — Si señor : pero el pobre hombre no pone el error
en que sea balanza , sino en la coleta que le anide de i que por
sí misma á ninguna parte se inclina. Esta coleta es el diablo, que
V. debiera exorcizar ; y no que se nos va a' la balanza , que
no necesita de exórcismo. Dice pues el Rancio que el pecado
está en que el jansenismo no quiere que l» balanza se incline
por si misma; y el católico , no solamente quiere que sea as?' ,
mas también reputa por herege á todo aquel que á esta balanza
le quita la potestad y libre uso de hacerlo. Estaba la balanza de
Saulo, no ya en equilibrio , sino mui fuera del fjel , por las
ai
furias que agitaban su pecho contra el nombre de Jesuseritto.
Quiso este Dios mostrar la omnipotente fuerza de su gracia ,
mudando de un solo golpe en vaso de elección á este que lo era
de perdición. Sale pues á campaña contra él : se rompe el Cie
lo : un resplandor extraordinario llena el aire : habla el hijo del
hombre , da;. do á su voz una roz de virtud , que excede al es
tallido del trueno : y el orgulloso joven , que antes no cabía en
el mundo , ya no puede tenerse en el caballo , ya cae en tierra
privado de h vista , ya su balanza da tal vuelta, que del
profundo abismo en donde estaba , se levanta nada ménoi que
hasta el tercer cielo. Puss á pesar de todo , si Saulo se con
vierte , es porque Saulo quiere : y Saulo en el mismo hecho de
convertirse es tan dueño de sí mismo, que puede resistir, tanto
á la fuerza de la gracia que interiormente lo llama, quanto á
todo el aparato de rigor con que el autor de esta gracia lo ater
ra. Vaya ahora por el contrario en Judas. Era él ya reo de
aquella horrorosa dureza , que habia resúrHo por tres años el
benigno calor del sol de justicia , á cuyo lado anduvo. Ya la
codicia habia prevalecido en su alma , hasta el extremo de ha
berle hecho vender por un vil precio á su buen maestro. Ya
habia cometido el horrible atentado de recibir indignamente su
cuerpo y sangre , y hacerse por este medio el xefe y modelo de
todos los futuros sacrilegios : ya tenia á satanás en el cuerpo;
y ya en fin se podía contar por hijo de perdición y por aban
donado, en suposición de haber oido de la boca de la' misma
verdad que le estaría msjor no haber nacido. Pues con todo
eso, Judas consumó su traición, y después se ahorcó , porqn.'
quiso, pudiendo haber dexado de querer, estando en su mano
remediar todo el mal , y adquirir una santidad igual á la &•
«us once compañeros , con solo haber dado oídos á la gracia.
que lo solitaba y d suadia. Esta es , Sr. Nistactes, la doctrim
cttólita. Para determinar la voluntad , concurr;n el entendi
miento que propone , el ojeto que alhaga , la primera causa
: ¡|ue influye , no solo física , sino también morahnente( y ert"
•e le olvidó á V.) mis falta todavía lo que mas hace al caso, J
es que el libre albedrio se preste, y que se preste por su pro^
pía elección , y conservando integra la pqteitad de prestarte a
a?
lo contrario, <S de suspender la acción en el mismo hecho de
prestarse , quando se presta. , . f
Ocasión era esta de tratar uno por uno lo» texfos de Sto.
Tomas que V. ms cita , y llamar la atención al {puñado de
equivocaciones que V. hace , no distinguiendo entre la volun
tad y el albedrio ; tomando por una misma la libertad de con
trariedad y contradicción ; ciñéndose á la primera, y desenten
diéndose de la segunda ;y reduciendo la libertad humana á aque
lla de que goza un jumento, quando dexado á su placer, prefiere
el prado de la derecha al de la izquierda, ó escoge hartarse de
trigueras qua lo hagan rabentar , mas bien que de trigo que
pudiera servirle de provecho. Mas yo no estoi en ánimo de va-
lerrae de esta ocasión. Sto. Tomas tiene su basa muí bien sen
tada : los teólogos todos están íntimamente convencidos de que
él es el enemigo mas duro que tiene el jansenismo : yo por otra
parte no escribo páralos teólogos, que no lo necesitan, y
ademas tienea á millares los libros en que pueden leer estas
especies ; sino para el pueblo católico. A este le basta saber lo
que su fe le enseña : especialmente en una materia como esta,
oscura por su naturaleza , y envuelta con el misterio de la pre
destinación. Por todo esto , y porque no me suceda lo que á
V. en su Catecismo de estado , donde a fuerza de hablar mu
cho , logró oscurecer las ideas claras , en vez de aclarar las
oscuras ; no digo una palabra sobre los muchísimos textos de
Sto. Tomas que V. cita , y que prueban todavía menos que los
que usurpa en las Fuentes angélicas.
Volviendo al texto de mi segunda carta, añado siguienda
la pintura del jansenismo : ,.K.-t¿ paso es la delectación: si la
» delectación de la gracia es en mis volú.nen que la de k
99 concupiscencia, la balanza necesariamente, ha de 'caer al la-
99 do de la gracia , aunque mas lo resista el peso de la concu-
v> piscencia : mis si la delectación de esta es mayor en canti-
',- dad que la de la gracia , tirará sin mas. remedio las concu-
« piscencia. " Hasta aquí copia V. , dexando lo que falta pa
ra quando esté olvidado. Permítame que yo no lo dexe,.por-
pue es una mas exacta explicación de lo que acabo de citar.
99 Es decir ( continuo yo ) que Dios lo obrará todo , dando i

w dexando de dar la gracia en aquella cantidad que baste para
n determinar la operación, quedando el 'albedrio meramente
.. pasivo." Dos censuras me hace V. sobre esta descripción: la
primera , acerca del lenguage , de que hasta ahora no ha usa
do ningan legó : y la segunda , acerca del sentido . emplazán
dome ante iodos ios literatos del mundo , ¡i que ¡e saque estai
galimatías en alguna de las proposiciones de Jamenio. Dexe-
mos en el lenguage para después , 6 para nunca , pues es co
sa que se lleva el viento , y vengamo» á las galimatías.
Quise quando escribía la segunda carta, explicar, como
los jansenistas , que en la Francia' se llamaron también pro-
•motores de la liberté, negaban y desconociári la misma liber-
rad , con cuya falsa promesa alucinaban , y para hacerlo, me
valí de las ideas que del jansenismo dan las Conferencias d¡
Angers , segun que pudo sugerírmelas la memoria , dekpoes de
algunos afíos que leí esta obra que no tengo á la mano. Preci
sado ahora, porque así ría sido la voluntad de V., á tomarle
de nuevo las señas , y á leer sus repetidas condenaciones . <ü
«n escrupulizar sobre el mucho favor que en mi carta segundi
le hiae , ya fuese porque en las Conferencias de Angeret se le
hiciera , ya fuese porque yo hubiera olvidado lo que en ella5
ití. En efecto , sospeché haber errado en suponerle que adm:-
' ía ta indiferencia del albedrio, que yo significaba por la ba-
snza , á causa de que el devotísimo P. Queinel , que entiende
'i jansenismo mas que yo , enseña en la primera de sus propo
siciones y repite en otros, qtte en el aJtna que perdió ¡a grata,
•no queda mas que ana general impotencia para toda tuirJ
obra: ( i ) lo quai me parece[mui conforme con lo quedejanse-
nio refieren algunos libros , á saber, que creyó que por el p'-
cado de Adán quedó extinguida en el hombre toda' libertad
para el bien. Tampoco me parecía que segun la escuela &

(O á QHI^ áliud rÜmariet ánima , 'quce Deum , atque ij>'


• flus grafiam amfssit¡ nisi pecvátvm •, atque ptccáti éonsequtí'^
nes , supérba paupértas., ét •signis 'indigéntia^ koe est , geter¿'
lit impoténtia ad labdrem , ad oráríSnem , ad ómne ofus t¡'
• num ? • • * , * "1 ' ' •
Janse'níó'- testaba lügfar í la enunciada balanza, que 'equilibra.
la voluntad humana tanto para el bien como para el mal ; cu
suposición de que lo que causa este equilibrio es la gracia su
ficiente , que ni Jansenio reconoce, pues en su segunda pro
posición la excluye-,1 'ni sus discípulos la admiten en ed estado
actual , antes bien nos enseñan que debemos pedir á Dios nos
libre de ella , como se conoce en la sexta de las proposiciones
condenadas por Alexandro Vííí. ( a )
Da estos dos escrúpulos , que V. ha tratado de aumentar ,
he podido salir con la doctrina del célebre Lorenzo Berti ,
quien nota que los jansenistas á imitación de los arríanos , han
hecho admirables progresos para quedarse con el error de su
maestro , y explicarse con Jos términos adoptados por los cató
licos. Es digno de ser leido en todo su libro XVII De hceresi
janseniaaa , y suplico. á. todos los teólogos que lo lean , porque
acaso lo habremos menester. Entretanto , Sr. Nistactes , yo voi
á copiar á V. varías expresiones de las que trae al principio,
tan análogas á las que V. me reprehende , que no parece sino
que se escribieron para mi defensa. " Nadie piense , comienza,
,, que yo por injuria ó calumnia he dicho lo que dixe , de que
",, la doctrina de los jansenistas acerca' de la libertad del albe-
.,, dfio es mui áfin á la heregía de Calvino. Que Jansenio ne-
.- gase la libertad de indiferencia, sin la qual he mostrado
•„ que ninguna obra de ía voluntad es libre ;, y practicada con
„ dominio y potestad ; lo conceden los mismos jansenistas ,
j, lo conocen todos , y lo convence la próxima disertación. Los
" „ teólogos de Port roya I, y 'los qué 'después de abolido este
... nombré se deélaráron por el partido-de Jansenio , confiesan
',, como inseparable del Hbré albedriolaí«£f¿/<?re«cÍB^ pero pura-
„ mente pasiva^ por la qual la humana voluntad sin eltccionni
,, dominio, sea arrebatada á esta ó la otra parte por el impulso,
, , ó de la concupiscencia , ó de la caridad. Muchos de ellos
« ': i i , • .' • \',-\ .,*' . •'•>-.>; : ; v
. ~~~ "^
, <
(3) Grana suffíciens stá1u\ ríosiró non thm útilis , quan
perniciosa e$t , tic , ut profnde mérito fossimus petere : á gra
ta t ujpciénti libera nos , Dómine.

huysn hasta de la palabra necesidad, afirmando que nemiiai
„ y libertad pugnan mutuamente; mis luego distinguen entre
„ necesidad natural y necesidad de inclinación , asegurando
„ que como la voluntad se incline é ello , nada queda sugeto
„ á la natural necesidad Tambiei conceden que la volun-
„ tad , excitada por la gracia , la puede resistir ; pero niegan
que se dé esta potestad de resistir, miéntras la voluntades
movida por la inspiración de la gracia actual : de modo que
„ la' libertad de indiferencia jamis pueda verificarse ea act»
,, baso la delectación vencedora. A?í pues los tales teólogos
se apartan de los errores condenados , no en el sentido ,
„ sino en solas las palabras. „ ( i ) Tiene V. aquí, Sr. Nis-
tactes, casi en los mismos términos mis galimatías ; tiene que aun
que estas no estén concebidas con las mismas palabras de que usé

, (i) En el preludio. Valde affínem ess* calviniina haresi


Jansenistárum circa libertátem arbtírii dtctrinqm, mmo pu
tei á me injuria , et falsa aczusatione prolátum. Denegase Jan-
sénium libertátem indiffjrentice , s'ms qua diximut nullum vo
luntáis opus liberum esse , et cum potestáte et dominio perác-
tum , ánnuunt Janseniani , nórunt omnes , etque evíncit próxl-
tna dissertátio. Theólogi Portüs Régii , et qui hoz abolito nóm't-
ne ad partes janseniánas accessére , indiff¿réntiam á líhzro ar,
bítrio indivúlsam faténtur ; sed passivam , qua vel cupiditátit
v:l charitátis impulsu , humana volúntas absque electióne,et
dominio hit: aut illUc apropiatur Abhorrent illórum plúri'
mi etiam á necessitátis vocábulo ; afirmantes , ntcessitátem al
libertátem pugnare ínvicem :. at necessitátem naturálem et ne'
cessüátem in:linatidnis distínguunt , autumúntes , nihil esse na-
, turáli necessitáti alligatum , si in illud volúntas propéndtcit...<
■Jam illud quoque cqneédunt , posse voluntAtem á gratia excilá-
tam , ei reluctári : verUm hanc relucí ándi potestaiem dari ni-
gañí, quamdiu voTantas actffalis' gratis inspiratiúne ntovitur,
■Mis ut libertas indifferéntia nequáquam acta consistat sub vi:-
-tríei dilectatidne. Verbis itaque , non re, Theólogi illi sunt á
damnatis erróribus aliéni. , .
Jansenio expresan el pepravado sentido de sus errores : tiene
en las observaciones que hace el B¿rti sobre los jansenistas ,
explicado lo que Clement XI dixo en su Bula Fineam dómini ,
y jo cité en mi carta anterior ; á saber , que los jansenista» ,
en vez de suscribir á la verdad y separarse del error , han con
tinuado en sostener á este , y hacer ia guerra á aquella por
varios subterfugios y distinciones, mira adfalléndum arte corn-
pósitis. Cuidado por Dios , Sr. Nistactes , no sea que V. em
prenda este camino ; y á título de que yo desacredito doctrinas
católicas á la sombra del jansenismo , quiera meternos el jan
senismo baxo mi sombra. Porque aquello que V. me dice , de
que en este modo de explicar la heregía , ofendo á los mo
dernos agustiuianos, ya V. ve que es una de sus mas garrafales
equivocaciones : y si quiere mejor, acuda al Berti, que suponien
do la palabra ífc.'/ecfí7»»o», que en el dictamen de V. es el cuerpo
de mi delito , y en el sistema de los agustinianos el término
•con que despuís de S. Agustín se explican ; reconoce no obs
tante que los jansenistas abusan de ella , no para disputar si la
gracia obra como causa eficiente ó final, pues esto no es del ca-
-so, sino para establecer que el albedrio movido por la gracia
rueda puramente pasivo : que es a' lo que V. debió satisfacer,
y en manera ninguna satisface. No quiero decir mas sobre es
to : pero sí quiero que to,!os los que puedan , registren al Btr-
•ti , no tanto para echar de ver la ninguna justicia con que V.
• me hace su enemigo , quanto para enterarse e,n los muchísimos
líos que los jansenistas han hecho , y continúan haciendo , pa
ra sentir como calvinistas , y expresarse como católicos.
Digamos alguna palabrita sobre el otro capítulo que Y.
me forma acerca del lenguage con que me explico. Sr. mió,
este es uno de los muchos golpes en vago que da V. ¡ Conque
falto yo á la dignidad y á la decencia ,. y hablo como lego ,
porque digo quantidad de la gracia , y volumen ¿e la delecta
ción ? Venero al Cicerón del siglo XIX; pero no entro por su ma
gisterio de lenguage. No era lego S. Pablo quando dixo : uni-
euique nosfróm data est gratia sezúndiim mensúram donatióaís
Christi y á fe que no puede haber medida propia ó metafórica,
donde no haya propia ó metafórica cantidad. No era lego tara*
3a
poco S. Agostía , quando dixo aquello que aprendemos en la.
lógica , in his quce non mole , sed virtáte magna sunt , hoc ttt
majús este , guoá meliús este : ni tampoco quando llamó á tu
amor, su peso : amor mews , pondus meum : y ya V. ve , que
tanto dista el peso como el volumen , de las cosas espirituales.
No era lego Sto. Tomas , que siempre habló en rigor escolás
tico ; y en él nos tropezamos freqüentemente : magnilúdo gra-
ti<e , augméntum gratice, &c. que ya V. conoce que son toma
dos de la cantidad. Y dígame V. ¿ cómo explicamos las cosas
espirituales, si no nos valemos de las imágenes corporales?
g Cónque quaado Jesucristo llamó á su lei de gracia j^ago y car
ga , y quando dixo del Espíritu que habian de recibir sus fie
les , que del vientre de estos saldrían rios de agua viva , fal
ta ría á la dignidad y á la descencia,? Omito otros especies,
porque las dichas son mas que suficientes. Si V. Sr. Nistactes,
quiere escuchar mi consejo, piense las cosas a'nres de decirlas,
y ahorre lo que pueda de ese tono magistral con que las dice.
Paréceme que hamos concluido ya con el primer error del
jansenismo , y lo que acerca de ¿1 dixe en mi segunda carta.
Volvámos pues á la primera; y anudemos el hilo de la descrip*
«ion que en su página 5 1 continuo haciendo de los errores de
la secta.w Como esta doctrina habia de encontrar contradicioo,
w y la principal contradicion habia de ser de parte de Jos sa-
» cerdotes y prelados católicos , se le añadió en p/inier lugar,
m en vez de negar como los protestantes, el sacramento de la
„ penitencia , la necesidad de un aparato de disposiciones ,
,, que no es posible entr: los hombres. Lo mismo se hizo con
la Eucaristía : de manera que un fiel jansenista huirá de
ambos sacramentos , como de una ocasión próxima de sacri-
legio. ^'.H ista aquí mis palabras, que V. según su loable
costumbre, divide, antepone, pospone, cita y omite como le pa
rece. Pues, Sr. mió; que la doctrina del jansenismo relativa á U
graeia habia de encontrar contradicion de parte de los sacer
dotes y prelados católicos , es un hecho , que oxalá no fuese
tan cierto y tan auténtico , pues fuera sefíal de que los janse
nistas habían sido ménos obstinados. Ai tiene V. un centenar
■dt bulas dimanadas de. la. silla apostólica para condenarla : al
33
tiene las infinitas gestiones del clero de la Francia y de la
Plandes para que se condenases ai tiene á todos los .autores ,
íjue hacen mención de los escándalos que ella produxo,: y ai
.tiene,en fin en los mismos jansenistas lo que ellos llamaren la
ifoz que Clemente JX volvió ala Iglesia ; pues quando se dice
que la paz vuelve , señal es de que ha precedido la guerra.
.Para que pues haya sucedido así , y haya de suceder , como
.con el faver de Dios sucederá , si hubiere algunos atrevido*
que vengan á propagar y extender en España este error; no
ha sido ni -será menester que todos se vuelvan monaguillos,, y en
mí solo se hayan refundido ó se refundan todos loi teólogos y
sacerdotes de la cristiandad^ ni que sea á no sea Prior ó Sub-
prior 6 cocinero ( porqne .esto no es del caso ) ni que yo haga
creer á nadie que tengo metidos en mi cabeza á todos los pre
lados de la Iglesia católica, que ciertamente no caben en su
ámbito , ni nada en fin de lo que V. dice. Basta y sobra para
«lio con las poquitas palabras quedixo nuestro Sr. Jesucristo í
et porta inferí non prcevjlébunt adversas eam por lo que per
tenece al éxito de la contienda : y por lo que respecta á la
-contienda misma, con aquellas de atténdite á falsis prophetis.
No puedo hablar con la misma certidumbre acerca de si
los jansenistas previeron esta contradicion , y tomaron desde
Juego para impedirla las medidas que yo añado, y que efecti
vamente tomaron. Esta es una conj¿tura que está fundada,
por una parte , en los hechos cuyo encadenamiento parece su
poner un plan ; y por otra, en el talento é ingenio que no
negamos á los patriarcas de la secta., y por donde pudie'ron
fácilmente preveer lo mismo que después mostraron los hechos.
Mas esto poco importa -, con tal que V. convenga en que con
previsión ó sin ella., añadieron á aquel error primero este
otro , por donde trataron de alejar á los fieles de los dos refe-
ridos sacramentos.
Mas V. está mui lejos de convenir. Al oir V* estas pala
bras ( pág. 6. ) suelta una risita, que si yo no me engaño,
es la misma que la del conejo. V. apela á su acostumbrada
salida, con aquello de que ahora se desayuna de que entre lat
frofosKtones dejansgnie hubiese alguna sobre la confesión y eu
earitíia : V. me suelta un par ¿e sarcasmos algo pesadíüo* ;
porque no tos i mí, sino á ua cuerpo qae la Iglesia mira coa
aprecio ; y después de todo esto se me va á buscar lis calera-
oías, que lo» probabilistat suscitaron contra el cardenal Agnirre:
entra Juegocon el probabilismo j el laxismo: no comanica q Dan
ta» noticia» componen su ciencia favorita :cita a carretadas los
autore» : te nos va por esos mundos de Dios predicando contri
la facilidad de absolver , y nos hace ano; sermone? , que sea
para chillarlo. Dexeme V. pues por Dios que lo chille.

I Fcclicia témpora , qoa? te


Móribus oppónunt ! Hábeat jam Roma- pudófem &
Vertius é cáelo cécidit Cato».

Vaya un cuentecito , Sr. Nistactes. Se estaba haciendo un?


inventario, donde habia poco que apuntar , y donde el escri
bano queria llenar mucho- papel. Para conseguirlo . estampó
siguiente renglón : //ero, se le encontró al susodicho difunto uní?
Bula de la Santa Cruzada . cuyo tenor es- el siguierríe ; y á
consecuencia copió á la letra toda ta bula. Algo de esto roe
parece que le ha sucedido á V. Con- confesar ó desmentir el
hecho, estaba concluido quairtO' sobre este punto habia que
hacer. Pero no señor vaquí se ha de eBcaxar quanto no venga
al caso , que con eso se escribe nía», se embrolla mas , y se
deslumbre mejor la verdad. Pues á fé mia que no ha de set
ají.
? Qué es lo que yo dixe que habia añadido el jansenismo
en vea de negar como los protestantes el sacramento de la pe
nitencia ? A/ está de letfa de molde : un aparato de disposi
ciones que no es posible entre los hombres. ¿ Hai alguna docrri-
na católica que pida para Is Penitencia este aparato de dispo~
tiiiones que no es posible entre los hombres-i j S* Francisco
Xavier, S. Garlos Bórromeo , lor concilios de Toledo, Be'l.ir--
niino , A^uirrey toda la demás gen-te honrada qae V. me cita^
han exigido ni sodado exigir de los hombres'algo que no les sea>¡
posible í jl»as pruebas de los cánones penitenciales, la djlacioir
de l:tj¡ absoluciones, las lágrimas , gemidos , y, demás aparato».
35
«fe los primeros siglos', y de los nuestros ,' segnn lo consiente
la variación de la disciplina , son por ventura alguna cosa im- ,
fñs'tble ? Y si es cosa imposible j cómo pudo ser que existiese?
Y si existió y es posible ¿ con qué conciencia , ¿>r. Nistactes
«1 de la notoria propiedad , con qué conciencia interpreta V.
ni no poñble ~ por una cosa que en parte ha sucedido , y en .
parte está sucediendo ? ¿ De dóndele ha venido á V. esa licen
cia de interpretar , por donde tao aprisa hace á Sto. Tomas
fautor de Rousseau, como á mí enemigo de Dios y de sus san
tos ? Vamos de buena fe . y diga cada una lo que dice , y no
mas.
. La risita hubiera venido bien, si yo hubiese dicho que algu
na de las proposiciones de Jansenio pedia el tal aparato, ó si no
hubiese habido mas jansenista que Jansenio; pero voi hablando
de la tefta , y de la si?cta es de quien digo que exige este apa
rata de disposiciones , que no es posible entre los hombres. Vea
mos si es cierto - y si lo fuere , ya V. podrá ver la importu
nidad de su risita. ComenzemM por la sagrada Comunión. Dice
la proposición XXIIÍ condenada par Aíexandró Vííí , que de
ten ser separados de ella los que aun no tengan un amor purí
simo , y Ubre de toda mistión. ( i ) Pregunto yo ahora : ¿ y
<j.uián es el jaque , que pueda asegurar de sí mismo que tiene
este amor purísimo , exento de toda mistión ? ¿ Quiere V. que
le cite las ¡numerables sentencias que niegan la existencia de
una persona tal , y aseguran que el que lo dixere de sí , se se
duce á sí mismo y falta a' la verdad ? ¿ Y quién c.s el que se
ajreve á juzgarlo de otro , siendo así que los hombres no vemos
mas que las apariencias , y Dios solo escudriña el corazón ? Por
esta regla pues de la secta , y nada meaos que de sus princi
pales maestros , tenemos ya que el pan del cielo y da los a'n-
geles no debe servir, sino para los ángeles y bienaventurados
del cielo ; porque el amor purísimo y libre de toda mistión na
0Ñ encuentra fácilmente en la tierra , dado que alguna vez lo
haya.

( i ) Simílitér arsendi sunt a sacra eommtinióie , quibus


non dúm insst amor purtssimus ,.e; ontnis mixfióais expert.
Veamos otra reglita de la secta- en la. proposición XXII
condenada por el mismo Alexandro. Deben ser reputados por-
sacrilegos los que pretenden tener derecho para recibir la comu
nión Cantes de haber hecho condigna penitencia de sus deli
tos. ( a ) ¡ Grandemente ! Yo pues que no quiero ser sacrilego,
deseo. que Vs. ,. Sres. jansenistas , me digan quando habré he
cho esta condigna penitencia. Buen cuidado tienen ellos de de
círmelo en las proposiciones XVI y XVII condenadas por el
mismo Papa , de las quales la primera me enseña, que el ár
dea de que la satisfacción preceda á la absolución , no ha veni
do. de ¡a policia ni de la institución de la Iglesia , íino de la Iti
y mandato del mismo Jesucristo, dictándolo así la misma natu
raleza de ¡a cosa : y )a segunda añade , que por la practica de
absolver al instante , se ha invertido el orden de la penitencio*
(3 ) tstoi perfectamente enterado. Me voi á confesar :el con
fesor no puede sin trastornar la. institución misma dejesuscristo,
é invertir el orden del satramento , darme la absolución , hasta
tanto que yo haya cumplido la penitencia. Me conforme , padre
jansenista : dígame V. qual es. la penitencia que debo hacer;
porque quiero que V. me absuelva , y luego comulgar,, Poco á
pócenme responde el Sf. confesor de notoria probidad : yo
quiero que las cosa» vayan como-deben ; y según nuestro de-
votisimo P. Quesnel , aquel cuya lección recomienda tanto á
los fieles el memorable sinodo dePistoya, el modo lleno desabi-
duri'a, luz. y. caridad consiste en dar a lasalmas tiempo dellevor
con humildad y sentir el estado del pecado, despedir el espirita
de penitencia y contrición de comenzar al menos a satisfacer a /«•

( i) Sacrilegi tuní judicdndi ,.qui jus ad comuniñnem per-


eipténdam prcelendunt , ántequam condignam de delfctis sait
faenitentiam égerint..
(a) Propositio XVI: Ordinem pr<emiftendí satisfacíienem
absolutioni, invéxit , non politiá aut institulio Eccles'ue , tt&
- ipsa Christi lex et prascriptio ,.. natura rei indipsum quodan-
modo dictante.
Propos. XPIL Per illam praxim mos absohéndi , ordop£"
niíéníite est invérsus.
justicia de Dios , ántes de ser reconciliados* ( i ) j Ingeniosí
sima y piadosÍ6Ímamente , padre mío J Conque el modo sabio ,
luminoso y caritativo de curarme, es dexarme con mi enferme
dad acuestas , hasta que rebiente con eJIa : tenerme privado;
de la gracia de Dios , quando la busco : exponerme a que si:
me muero de repente , me lleve el diablo ; y mandarme para
que sienta el peso del pecado , á que cojitinúe cometiéndolo \
porque según la doctrina de la secta , todo lo que hace él pe*
cador es pecado. Paso sin embargo por todo. Llevo ya dos
meses de receta para verificar aquello , de haber comenzado al
ménos á satisfacer á la justicia de Dios. ¿ Me absolverá V. ya¿
¿ Podré ya comulgar? En quanto á la absolución, me responde
el padre , usaré de la benignidad que me concede el texto;
pero en quanto á la comunión , ni que se piense. Oiga V. ,
oiga á nuestro dignisimo oráculo en su proposición LAXXVIII. .
Ignoramos , dice , qué cosa sean el pecado y la verdadera pe
nitencia , quando queremos ser restituidos inmediatamente á
la posesión de aquellos bienes de que nos despojó el pecado. y re
husamos sufrir la confusión de esta separación. ( 2.) Conque
conténtese V. con ir absuelto , que eso de comulgar entra en>
hondo.. Pero sepa para su consuelo, que un tal Arnaldo , que
fué de nuestros mas insignes maestros ,. en su Iibrito de fre-
qüenti comunione ( apud Krisper pa'g. 193. ) ha enseñado que
la Iglesia ( Dios*l& haya perdonado la blasfemia ) siempre juz
gó que ¡a penitencia que consiste en abstenerse de la eucaristía,,
era mui acomodada á la condición del penitente , mui acepta á
Cristo , y mui saludable al pecador. ¡ Ah , Sr. Nistactes ! ¡ Qué

( 1 ) Propositio LXXXVIL Modus phnus sapiéntia , lá-


mine et charitáte est , daré animábus tempus portándi cum
humilitate , et sentiendi statum peccati , peténdi sp&itum pa¡-
tátentice , et contritiónis, et incipiéndi ad minús satisj'ácere jus--
ticia Dei , antequam reconcitiéntur. .
( a. ) Propos. LXXXVIII. Ignoramus quid sit peccatum
et vera pceniténtia , quandó volumus statim restituí possessióni
bonorum illorum^ quibus nos peccatum spoliávit, et detrectámuss
teparatiónis istius ferré . confusiónem. .
3*
doctrina tan b¿Hs par* sus clientes do V. los liberales í No la
eche V. en saco roto. Prediqueles pr¿diquelcs esta penitencia di
abstenerse de la eucaristía, pues creo que harán en ella muchísimos
progresos, si es que ya no los tienen hechos sin la predicación
de V. y la mia. Mas ha de saber el P. Confesor con quien
íntes estaba hablando , que yo pertenesco á una comunidad de
religiosas , donde la regla no me permite esta clase de peni
tencia." Pnes hágala V. , aunque la regla no se la permita:
así como la hizo la hermana de nuestro Arnaldo, que era, si
no me engaño , la prelada del monasterio. ±: Está bien. Mas
llega la pascua , y ó he de comulgar , ó de ser infractor del
precepto de la Iglesia.— En no siéndolo del de la cofradía ,
todo lo demás importa poco. — Mas me pondrán, en Ja tabli
lla.— ¿ Y teme V. eso ? Pues mire : la excomunión no vale,
mientras no se imponga con el consentimiento de todo el cuerpt
de la Iglesia : su miedo no nos debe impedir el desempeño de
nuestra obligación (ya V. sabe lo que esta obligación significa)
padecerla en paz , es imitar á S. Pablo : jesús tana , lo que
ella lastima : y los que la imponen . no jiacen mas que desuere
ditar la Iglesia. Vea V.. todo esto mas expresamente en el texto
gordo de Quesuel, desde Ja proposición XC hasta la XCV in
clusive. Me parece pues, Sr. Ñistacíes , que qualquier janse
nista de conciencia llevará con mucha paz /;; confusión de esti
separación de la sagrada mesa . y mirará á la divina eucaristía
como una ocasión próxima de sacrilegio.
Vengamos á la penitencia. Ya V. ha oído en los textos
que le llevo citados . que el modo lleno de sabiduría . luz y ca
ridad es dar a las almas tiempo de sufrir y sentir el estado dtl
pecado antes de reconciliarlas , y de empezar al menos a satis
facer á la divina justicia : y que querer lo contrario, es igno
rar hasta el nombre del pecado y de la penitencia. Oiga en se
guida lo que añade la proposición XVIÍÍ condenada por Ale
jandro VÍÍI. La moderna costumbre de administrar el sa:ra-
tnento de ¡a, penitencia , aunque sustentada por la autoridad
de muchos , y confirmada par la practica de un largo tiempo,
«o es considerada por la Iglesij como usg , sino cosió abu-
. 31?'
so. ( i ) Sacamos de aquí que el que administra la penitencia
por el método que está en práctica, comete un abuso, se opone
á la institución de Jesucristo , &c. Conque sera' necesario en
primer lugar , que antes de ser absuelto , salisfaga , o al nié*
nos conñenze a satisfacer ú la justicia de Dios. ¿ Y querrá V..
decirme en qué cantidad deberá ser esta satisfacción á la divi
na justicia ? ¿ Y se atreverá á graduar la que debe ser en ca
da uno ? Pero vaya : yo quiero evacuar esta obligación antes
de ser absuelto. g Cómo la evacuó ? Aquí es ella. Insinuaciones
y mas insinuaciones sobre los antiguos ca'nones penitenciales',
y de los cánones penitenciales no se sale. Hábleme V. claro
por Dios, padre. ¿Quiere V. que me presente á las puertas
del templo con una soga al cuello , cubierto de ceniza, llo
rando mis delitos, y- pidiendo á los fieles que nieguen á Dios
y al obispo por este miserable pecador ? Pues sepa V- que no
soi pecador , sino pecadora , que entre gallos y media noche
hize una diablura sin mas testigos que el Cielo á quien ofendí,,
el diablo-qae me tentd, y el cómplice á quien complací. ¿ Será
bueno,, será justo, será según la institución de Jesucristo que-
yaya á dar un quarto al pregonero, por donde mi pecado •
•ocultóse convieita en escándalo , mis esperanzas de colocarme
en matrimonio se frustren ó un divorcio perjudique mi matri
monio ? Suponga -V. que el pecado fue por desgracia público',,
y de consiguiente cesan los- inconvenientes que be apuntado.
Si el cura tiene un granito de sal en la mollera g no me to>-
mará por un brazo . y me enviará muí enhoramala, después
de haberme reñido por mi intentona , y después de haber dicho
de V. que es un temerario en querer por su propia autoridad
emendar y trastornar la presente disciplina, éintroducirotra que
sabiamsnte abolió la Iglesia? Será pires necesario que yo satis-
fí^a,como V. me dice,.ála div-ina justicia en secreto, y si expe
rimentar aquella confusión que pide nuestro devoto padre Ques-

( i ) Gonsaetúdo moderna qttoad administratidnem sacra- -


mentí poeniíenl entibe , etiam si eam plurimdrum hóminum SHS-
téníet auctóriías , et mulíi fémporis diu iumitas confirmet , ni~-
kilomiti!Í&- ab Etclefia* non habétur pro usa . sed abusa» . • [
40
nel. Entra tanto urge la Iglesia con su precepto de la confe
sión anual : urge la piadosa práctica, por la que en mi pueblo
se freqiienta el sacramento en tales días , por todos aquellos
.que no -son de la cascara amarga : urgen ios ojos de mi marida,
,de mis padres, ó de mis superiores, á quienes no puedo ocultar
mi separación de los sacrosantos misterios. ¿Que' me hago pues?
Ya sabe V., Sr. Nistactes, los muchos disparates que se
han hecho por los de la secta.
Mas no es solo este género de disposición absurda la que
el jansenismo exige para el sacramento de la penitencia. £1
ahonda un poquito mas , á fin de quitarnos de enmedio la mas
ordinaria de nuestras disposiciones , que es la atrición. No ha
querido él declararse contra ella tan abiertamente como Lule
ro ; pero ha querido insistir sobre esta heregía de Lutero,
enseñándola por los mismos rodeos que Ja de Calvino acerca
del libre albedrio. Oiga V. , Sr. Nistactes , á Jansenio., que
aunque no lo dice en ninguna de las cinco proposiciones , es
cribió ( tomo 3. lib. 5. cap, 33 apud Krisper pág. 124. ) lo
que sigue* w Yo no puedo entender que es Jo que pretenden
9t ensenar algunos escolásticos , quando tanto valor dan al do-
v> lor del pecado que procede del temor de las penas, hasta jua-
9? gar que él excluye toda .voluntad de pecar, é ncluye el pro-
v> pósito de vivir bien. Nada puede decirse mas absurdo ni
.99 falso que esto en doctrina de S. Agustín.,, Y luego añade
( apud eúmdem pag. 125. ) ,, El que teme, haga lo que hi-
,, ciere , como obre por aquel temor ., nada obra por
voluntad, nada por corazón., nada queriendo, nada
,. delante ,de Dios , sino solamente delante de los hombres,
y esto en sola apariencia. " Siguiéron como buenos discí
pulos esta doctrina del maestro las proposiciones condenadas
.por Alexandro VIII en los números 7, 147 15, y las de
Quesnel desde el 60 hasta el 67 inclusive. Luego puso la úl
tima mano el sínodo de Pistoya ( porque ha de saber V. , Sr.
Nistactes , que ya tengo la B jla Auctorem fidsi, y se Ja par
ticipo , para que encomiende á Dios al bienhechor que me la
ha facilitado. ) Decia pues , que el sínodo de Pistoya vino á
poner la última mano , y ea eJ artículo 36 acabó de vaciar
h doctrina de la secta , diciendo ( uso de la traducción de la
bula hecha por arden del Consejo de Castilla ) » que quaado
91 se tienen unas señales nada equivocas del amor de Dios do-
v> minante en el corazón del hombre , se puede con razón juz-
v> garle digno de la participación de la sangre de Jesucristo,
w que se hace en los sacramentos : que las pretendidas con-
y> versiones que obra la atrición , ni suelen ser eficaces . ni
99 duraderas ; y de consiguiente que el pastor de almas debe
» atenerse á las señales no equívocas de la caridad dominante:,
« antes de admitir á sus penitentes á los sacramentos , las
99 quales señales podrá el pastor colegirla» de la permanents
v> cesación del pecado , y del fervor en las buenas obras , el
» qual fervor de caridad es una de las disposiciones que deben
99 preceder á la absolución. » ¿ Ha oído V. , Sr. Nistactes, It
tal geringonza ? j Y qué juzga de este aparato as dispcsioioa?!
de donde se excluye el temor, por el que según- el Concilio
de Trento va ordinariamente preparándose nuestra justificación;
dond.2 se condena la atrición , que los católicos miran como ma
teria del sacramento , aunque imperfecta ; y donde para la ab
solución se exige no el amor inicial , como piden sabios teólo-
logos á quienes suscribo, sino un amor dominante j va fervor
ú que pocos llegan . y a* que por la vía ordinaria no se llega
sino por la eficacia del sacramento ? j Y de qué sirve este , ai
para suplir la debilidad de nuestros conatos , y transformarnos
de atritos cu contritos^ Y si como ha ensañado Quesnel en su
proposición 28 , la primara gracia que Dios concede al peca
dor, es la remisión de su pecado ; á qué viene toda esa bara
búnda de disposiciones para el sacramento que remite el peca
do , y que no pueden existir sin qua el pecado esté ya remiti
do ? O.nito otro millón de reflexionis , porque no quiero eter
nizarme en esto.
Pues¿ qué diré del artículo 38 condenado por la misma Bu
la en que los dichosos padres pi.->royanos no pueden menos que
admirar aquella tan respetable disciplina de ¡a antigüedad ( á
saber , la antigüedad en que estaba sonando Tamburini) la que
no admitía tan fácilmente , y acaso nunca, a aquel que después
del primer petado y prinera reconciliación volviese á caer en
P

la culpa : .j que luego añade que por el temor de ser perpetua
mente excluidos de la comunión y paz + aun en el artículo
de la muerte, se les ponia un grande freno á aquellos , qut
consideran poco ¡a malicia, del pecado y la temen ménos% Dí
game V. , Sr. Nistactes : ¿ esta doctrina es de ministros de Je
sucristo , ó de ministros de satanás ? ¿ Y quiere V. todavía maj
imposibilidad, que la que el jansenismo nos pone , para asirnoi
de esta segunda tabla , que el Salvador nos compró á, costa de
»u sangre , como recurso en nuestro naufragio ?
Vaya otra que mejor baila en et articulo 39, donde de
clara el sínodo según- la. doctrina de la secta , que desearía na
st freqüentase tanto la. confesión de. veniales, porque no se hagan
despreciables talisjconfesiones. Aquí , Sr. íreneo , uo puedo dñ*
pensarme de referir i V. una anécdota , que que refiere Krii-
per sobre la proposición 88 de Quesnel , pág. 198. Había en
la Flandes un párroco, que- poseído de la doctrina de Quesnel,
se empeñó- en- persuadir á sus feligreses que abstuviesen de la
■confesión de veniales , con el pretexto de que> los antiguos no
la usaban , y de que los que ahora la usan , se exponen á pe
ligro de incurrir en un sacrilegio * cometiendo un pecado mor
tal , en vez de purificarse del venial , si les falta una eficaa
■contrición.. Sucedió pues, que habiendo concurrido»á un con
vite , donde según su costumbre sacó esta conversaciou , una
señora de rango le preguntase , sí confesaba antes- de celebrar
Ja misa , que casi diariamente decia. Respondió el párroco que
de quando en quando se confesaba» Ese de quando en quando ,
•replicó la señora , querrá decir una vez por la pascua* No se-
ñora , contextó el cura ; pues lo hago' todas las semanas , ó i
mas tardar , una sí. y otfa no. Entórices ia señora formalizán
dose, te dixo c pY cómo V. sacerdote y pa'rroco de tantas al
mas comete tant.'simos pecados mortales ? Según su doctrina,
los veniales no deben ser confesados : mortales pues son los q«
confiesa ; y muchos , pues repite tantas confesiones. Supuesto
lo qual , me liará V. el favor de visitarnos mas de tarde en
tarde , no saa que las gentes que saben que V. no se conhess
mas que.de mortales , y lo ven. confesar tan á menudo, crean
que esta nuestra casa, le ofrece, materia para sus confesiones ■
43'
Esto , Sr. Nistactes , dixo una mnger : esto mismo diriamos ;
todos , si prevaleciese la perversa doctrina del jansenismo en '
este punto •, habiendo de suceder infaliblemente , que necesita--
ría de mayor recato para confesar su pecado el que -lo cometió, •
que el que regularmente se suele tener para cometerlo; Sobre
.estos errores y otros que no cito , recaen las expresiones de mi
primera carta, que V. trata dé torcer tan malamente sobre
doctrinas católicas, que ni aun por la imaginación me pasaron. •
Vea V» , Sr. Nistactes , si eito es probidad. ¿ Tanto importa
«ara V» la defensa del jjinsenismo , que por su causa haya de
liar el Cielo con la tierra ?
Yo , para impedir , no que V. lo haga , pues esto impor
ta poco , sino que el público vacile con sus lios , voi- á dar al
público y á V. una idea de mi modo de pensar sobre este im.-'
•portante negocio. Todavía no era yo capaz de estudiar el moral,
cuando ya del probabilismo y de las relaxadas doctrinas que de
él provinieron , no había quedado mas , que una no recomen-
.dable memoria. Hice pues mis estudios por los buenos libros
.que entonces estaban , y hoi están, en las manos y aprobación !
de casi todos. Entre otros Natal Alexandro, Cóncina , Besom-
bes , Genneto , Antoine , &c. ; pero sobre todos, el que sobre '
todos es, Sto. Tomas de Aquino. Rarísima vez he leido á algún
¡de los casuita», del siglo XVÍÍ, y esto, no con ánimo de seguir jo», -
«ino de aprovecharme de las buenas noticias de que abundan , -
al paso que sostienen opiniones- disparadas. Ni he visto , ni
quiero ver la apología del probabilismo ; ni V. ni nadie vuelv.a
jamas á suponer ni <:re.er, que he leido ó leo libro alguno prohibí- •
do por la Iglesia , á no ser que me lo .mande quien me lo deba
.mandar ; porque desde la hora en que la Iglesia poní su pro
hibición , ya aquel libro empieza á ser para mí lo que debe
»er , es decir i, un libio apestado , de donde nada bueno espero
sacar. La apología pues que le citéá V. , no fue esta. Vatfa
refrescando su memoria para en adelante , quando le diga lo
que sobre esto hubo* En punto de las opiniones que después de
abolido el probabilismo se controvierten todavía , mi regla es
seguir el camino carretero, y evitar la singularidad, de que
muchos, suelen agradarse. -
44
Contrayéndóme ahora á la materia de que hablamos . oigí
V. mi doctrina. Djsde el momento mismo en que el confesor
juzgue prudentemente que el pecador está arrepentido, debe
conferirle la absolución ; y será prevaricador . si un instante
siquiera se la dilata. Mas como el juicio que el confesor debe
formar, para que merezca el nombre de prudente ha de apoy
arse sobre fundamentos probales, tomados de Ja conducta ante
rior del penitente en orden á sus reincidencias ó emknda, fuga
tle ocasiones , ó lo contrario &c. ; si todo esto desmiente sui
presantes palabras , promesas , súplicas, y aun la'grimas, n»
será prudencia fiar de ellas : y en til caso . el confesor está
obligado á dilatar la absolución ; no por via de peaitencia ,
sino por via de precaución , ó prueba , ó si así se quiere , por
castigo. Y estos son los casos de que hablan S. Carlos Borro-
meo, S. Francisco Xavier , Belarmino , y demás autores que
V. tan importunamente me cita ; sin que haya un solo católico
si quiera , que admita la dilación de la absolución , quanda
consta del arrepentimiento. Instituido el tribunal de la peni-
teacia por modo de juicio , y á semejanza de loi tribunales hu
manos , la absolución que es la sentencia, debe preceder á la
satisfacción , sin queeea necesario para el valor del sacramento
masque el propósito de sasifaeer , ó como freqüentementese
dice , la satisfacción ¿« voto. Esto no quita , que alguna ve»
( per áccidensyh satisfacción comience antes de la absolución,
como puede y debe suceder respecto de todo aquel , de cuyo
srrepentimiento dude prudentemente el confesor, y a' quisi
para prueba de él imponga penitencias , sean preservativas i
sean puramente penales.
Estoi en la persuacion de que esta ha sido en todos tiem
pos la constante conducta de la Iglesia , y de que los jansenis
tas , ó maliciosa , ó ignorantemente la desfiguran , confundiendo
la absolución sacramental con la absolución de la censura i e'
pecado público con el oculto , y la reconciliación que admitn
al pecador á la comunión de los fieles , con aquella otra qi'e
Jo restituía a' la gracia de Dios. Admiro como debo , y con nú*
jor fe , que los sinodales de Pistoya , el fervor y severidad de
los antiguos cáaones relativos á esta pública disciplina i i"3'
43
«obre si «era mejor reitituirlos ahora , ó si la presente discipli
na es preferible á aquella , aguardo el juicio de la Iglesia , y
quiero las cosas como ella las quisiere.
Sé que la sagrada comunión se negaba á algunos hasta el
artículo de la muerte , pero no en este artículo, como preten
den los señores de Pistola , á no ser por algún particular abu
so, que jamas ha sido de la aprobación de la Iglesia. Sé que en
el dia se puede y aun se debe negar en ciertos casos , en que ni
se puede ni se debe negar la absolución sacramental. Sé tam
bién lo mucho que se ha dicho y escrito sobre la freqiiente co
munión ; queriendo unos que este pan del cielo sea indistinta
mente el pan de cada dia , pretendiendo otros que las disposi
ciones para él sean mas largas que lo necesario , y adopfando
otros , con quienes estoi, un t?mperamento medio , análogo á
lo que dice el concilio de Trento sobre esta importante materia.
Pero ni sé, ni quiero saber , ni permita Dios que jamas sepa ,
que la abstinencia de la eucaristía es penitencia. El jansenismo
yerra en la mitad que ha añadido á la palabra , porque fena sí
puede ser , pero penitencia nunca , considerada la cosa en sí
misma. Expliquemos esto para evitar las equivocaciones de V.
La eucaristía es el sustento de la vida del alma , así como el
alimento material de la del cuerpo : y el confesor en su minis
terio hace con relación á aquella , lo que el médico con res
pecto á esta. Si un médico pues me mandase qus absolutamente
nunca comiera , no sería mi médico, sino mi homicida. Si me
adietase sobre lo que necesita mi naturaleza , vendríamos á pa
rar en lo mismo. Pero si hecho cargo de la debilidad de mi
estómago , me arreglase el aumento de modo que tuviera lo ne
cesario para vivir , y me faltara lo superfluo para enfermar,
obraría como buen facultativo. Por el mismo orden el pan de la
divina mesa. Mi alma tiene á él un derecho mucho mavor, que
mi cuerpo á su alimento. Privarme pues de él , es hacerme una
injuria ; á no ser que la debilidad de n,i disposición amenaze
con una indigestión , que acaso me arranque la vida. Ademas de
esto , el confesor igualmente que médico , es juez. Puede un
juez sentenciarme á que muera de hambre , y esta será una
pena que él me imponga ; mas no una penitencia que yo pueda
F
46
imponerme i mí mismo. Lo único que en tal caso pudiera yo ,
sería hacer de esta necesidad una penitencia , por la resigna
ción coa que la abrazara ; pero que debería abandonar desdi
el punto que d?xase de ser necesidad. Del mismo modo pue
de la Iglesia juzgar i alguno por indigno de gustar hásta la
muerte el pan del cielo : pero ni el confesor particular, ni
mucho ménos el fiel pueden mirar esta pena como penitencia ,
qu.4 sea lícito imponer ó abrazar por autoridad propia :y am
bos deben esforzarse para conseguir todo lo contrario. Hai to
davía mas. La muerte y mortificación de la vida del cuer-
•poj deben contribuir á- la vida del alma , á la que el
mismo cuerpo se ordena. No así la muerte y mortifica
ción de la vida del alma , que á cosa ninguna son ordenables.
Por esto la Iglesia jamas priva á alguno absolutamente de la
«agrada comunión : y quaudo por exigirlo así su pecado, lenie-
^,3 la sacramental bástala hora Je su muerte , desea con ve!)--
niencia que él entretanto participe de la espiritual ; es decir,
ansie por aquello mismo que su justa sentencia le quita , desee
lo contrario de lo qu* practica , y en este solo caso la repu
gnancia de la voluntad J¿ el mérit > que en qualquier otro no
d¡ria á la obediencia de la obra. Tiene V. aqui, Sr. Nistactes,
mi modo de pensar. Oxalá que esta mi franqueza lo provoque
á que dos diga abiertamente el suyo, sobre que tenemos na »
dudas que las que quisiéramos.
Valvamosotra vez al texto de mi carta. Digo en ella a' con
tinuación. „ En segundo lugar se ha trabajado en persuadir a
los fieles, que los ministros de la Iglesia no son mas que unos
„ estafadoras , que i pretexto de la Confesión , Comunión J
v> devociones, no buscan mas que el dinero de los fieles-
Copia V. estas mis palabras en las páginas 4 y 5. Luego me
dice : Supongo que esa es proposición de Jarísimo. Puede ser
que lo sea, aunque esta no se cuente entre las cinco que con
dena la Bula Cum occasidne. Mas yo como he dicho á V. , J
Vi tiene el descuido de repetir aqui mismo , hablo no solo de
Jansenio, sino también del jansenismo, esto es del autor
y la secta. Me sale luego atacando conque Inocencio XI
prohibió que á nadie se llamase jansenista^ coa que.á Nawr
retí Cóncina y Patuzzi se lo llamó qué se yo quien : conque el
P. Escobar enseña el pirronismo teológico; y con qué sé yo que
mas cosas. Si V. me habla de berenjenas , mi marido tiene bue
nas piernas. Por Dios ,ür. Nistactes , que despierto V. , y no
hable tan fuera de prepósito ; porque qualquicia que lo lea , ba
de creer que está leyenda el ertirtmes del sordo. ¿ Qué se pro
puso V. ? Desengañar á !a nación. ^ Y de qué? D¿ las equivo
caciones cuque yo la he metido , fomentando ¡a discordia teo
lógica á la sombra del Jatisenisiio , y aplicando este nombre
odioso á doctrinas y personas católicas. Ea bien : ¿ esa persua
sión en que. digo yo que se. ha trabajado por meter á los fieles,
acerca de que los ministros de la Iglesia son estafadores , es,
doctrina católica £ ¿ La enseña, algún católico ? ¿ Se profesa eq
alguna de nuestras escuelas ? Aquí ¿ra á donde de! ta V. acudir.
Todo lo Jemas Sr. mió, es responder de ajos , quando pregun
tamos por cebollas; prometer desengaños, y armar enredos;
decir que va' i deshacer y emplear en hacer equivocaciones.
Ni V. me cita , ni me puede citar doctrina alguna católi
ca , que ensene tan maligna calumnia. Yo sí voi á citarle ea
-recompensa los autoras y progresos de ella. Vaya V. i las treinta
y una proposiciones condenadas por Alexandro VIII , y hallará
la siguiente en el número 21. El parroquiano (presumo que
Iquiere signifiear el cura , prior , ó como se llamare el encar
dado de la parroquia ) pmde sospechar de ■ los Mendicantes
que viven de las limosnas comunes , que la penitencia ó satisfac
ción que imponen es demasiado leve é incongrua , á causa de la
utilidad ó lucro del subsidio temporal. ( 1 ) Ya me tieae V.
aquí envueltos en la calumnia de que hablo á todos los hijos
de S. Francisco , y con mucha razun ; porque

'■ ...(••... manel alta mente repóstutn


~judicium Páridis , spretceque injuria forma.

( 1 ) Parochianus fotest suspicari de mendicúntibns , qul


eia'émosynis communibus vivunt , de imponénda níir.is levi et in-
■eon-grua panitentia , seu satisfucliCue , ob quastum seu luerum
subsidii temporülis. >
Ellos fueron los primeros qus en Biyo incomodaron i la
«¿era : ellos pues debieron ser los principales , coa quienes la
secta se mostrase agradecía. Mas no siendo regular privilegiar
á unos, y desentenderse de los otros , siendo todos hermanos;
el justo y equitativo jansenismo no quiso dar á los otros reli
giosos esta ocasión de envidia : y así falló en la proposición
XX : La mayor forte de la confusiones hechas con religiosos son
6 sacrilegas , ó nulas. ( i ) Novísimamente en nuestros días el
famosísimo sínodo de Pistoya , que tomó á su cargo reducir á
sistema todo el jansenismo , establece por regla general en el
artículo 8o de los condenados por Pió VI , que el estado regu~
lar ó monástico por su naturaleza no es compatible con la cura
de almas , y con los cargos de la vida pastoral : y eff el 81
desea en los Slos. Tomas y Buenaventura menos ardor y mas
exátitud , quanJ'j demostraron lo contrario.
D.'tras de los frailes 82 siguen los clérigos pobres, cuya
principal subsistencia depende de la limosna de la misa , y
el derecho de estoh. Pues también el mismo sínodo ( articula
54 ) nota como de un vergonzoso abuso el pretender recibir li
mosna por celebrar misas, y administrar sacramentos, como igual
mente el percibir qualquier emolumento llamado de estola, y ge
neralmente todo estipendio ú honorario que se ofrezca con ocasio»
dí sufragios, ó qualquiera función parroquial. No dexa pues el
venerable sínodo libres de la nota de estafadores , sino á aque
llos eclesiásticos da notoria probidad , que han conservado la
inocencia del bautismo , y de salos los quales quisiera él que se
turnasen los sacerdotes, como consta en el artículo 53. P¿ro
á estos que el sínodo privilegia no los privilegian los
hijos del sínodo: quiero decir, quj los liberales guardas
en esto ñus conseqíiencia que los jansenistas sus maestros,
y piensan de todo el ministerio, como sus maestros de la mayor
parte de los ministros. Lea V., Sr. Nistactes, lea los prime
ros Concisos ; en que con tanta franqueza se anunciaron los prio

( i ) Confessiones apud Religiosos facta pleraque vel ta-


erílega sunt vel invalida.
cipios liberales : lea al Conciten , con que apestó al mundo un
tal Santurio : lea la representación que toda la cofradía firmó ,
para solicitarla libertad ilimitada de imprenta ; pero señalada
mente lea la censura del discurso piadoso del Sr. D. Joaquín
Villantieva , que cité en mis dos primeras cartas , que tanto
ruido ocasionó en las Cortes , y que el Sr. autor del tal discurso
sufrió con tan heroica paciencia; y verá como no habiéndose po
dido entender el final de este discurso, supone el sabio, mode
rado y respetuoso Conciso, según el zelo y caridad de quien lo
profirió , que concluiría desprendiéndose de todas sus rentas.
Así se ha verificado aquello de fodérunt ante fáciem meamfó-
veam , el incidéruní in eam. Ello es que para los liberales la
definición de los ministros de la Iglesia es la de unos hombres
que engordan a costa de promover la ignorancia dal "jecino~
¿ Y quién les enseñó este chiste ? La gente di notoria probidad.
Volvamos otra vez á mi texto. Dice así.
„ En tercero ( lugar ) que el Romano Pontífice no es in-
.. falible ni aun en las decisiones dogmáticas : que sus juicios
„ son corrompidos : que ha sido usurpador de los derechos da
., los obispos : que estos deben reunir su autoridad , resistirle,
,. y otros errores semejantes : en una palabra , la doctrina del
„ Febronio , Pereira, sínodo de Pistoya , &c." Vamos á cuen
tas, Sr. Nistactes. O es verdad que el jansenismo ha enseñado
y enseña todas estas gracias , ó no es. Si esto último , aquí ,
aquí era donde debia V. emplear los mayores esfuerzos para
desbaratar mi calumnia , deshacer mis equivocaciones , y de
sengañar á la nación. ¿ Dónde pues se ms meto, que ni se hace
cargo sino del primero de los errores que le atribuyo , ni le da
otra respuesta, sino que también ha habido quien trate á los Pa
pas de jansenistas? ¿Se satisface con esta respuesta á una tan se
ria y tan horrorosa acusación ? Crea V. que no, Sr. Nistactes ;
pues en mi concepto esa respuesta con otras tres de las muchas
que V. me suelta, solo pueden servir para formar un banco. A-
bandona V. pues á su cliente en lo mas apretado del caso , y lo
deA a en los cuernos del toro ; y se hace indigno de continuar
por mas tiempo en el uso de su procuración y sus poderes.
Pero si es verdad , como nadie puede dudarlo , que el janse
5o
nismo enseña todo esto , si esta es en el dia de hoi sa doctr ina
favorita , si reconoce por suyos , porque no se pueden echar
á puerta agena, los famosos autores que le cito ; haga V. lo que
debe como fiel procurador del jansenismo : díganos que esos
sus disparates son los artículos de la fé de esta secta : añada
que sus profetas son Wiclef, Lutero, Calvino , Dóminis y
otros tales : su evangelio el Augustinus de Ipres : los padres
de su Iglesia Febronio , Pereira , y otros semejantes ; y que
el sínodo de Scipion de Rícci vale para la secta por todos los
concilios. ¿ A qué es andarnos con rodeos ? Las cosas claras las
bendice Dios. Mas dexemos esto con harta pena mia, pues quisiera
decir mucho de lo que debo, y puede ser que alguna vez diga.
Continúa luego el texto de mi carta. v> En quarto : como
„ los obispos han suscristo á la condenación del sistema hechi
„ por Roma ; /jue los obispos no son jueces competentes sin
„ su clero : y por si acaso el clero conviene con su obispo,
,, que la Iglesia no puede entenderse condenar, sin que spio
„ consultados , y presten su consentimiento todos y cada uno
•„ de los fieles^ " Hasta aquí yo. Y V. , Sr. Nistactes ? quid ad
hcec ? Ni una palabra, ni una sílaba siquiera de cumplimiento.
¡ Válgame Dios ! Y de tanto como V. me hace decir, sin ha
berlo yo dicho ni aun imaginado ¿poiqué no menciona siquiera
■ esto poquito que dixe ? ¿ Qué tal le parece, á V. este sistema
de gerarquía .eclesiástica ? ¿ Qué juicio forma de este género
.íle juicio.?i ¿ Es. doctrina católica ? Debió V. habernos dmio
•noticia de este su descubrimienXo. ¿ Es doctrina herérica ? No
•debió haber dicho que yo i su sombra desacreditaba Ja católi
ca. ¿ Es jansenística ? Responde mihi. Mas no responda V.,qoe
harto dice callando : su silencio es para mí y para qualquien
que rx-flenióne, denusiado! eloqüente. Sin embargo, si alguien
lo dudare , lea la Bula Auctúr¿m ftdei donde, está la doctriai
del sínodo de .Pistoya , y la Unigénitas donde consta la del
nuevo Kémpis, que este sínodo manda leer para los ejercicios
( espirituales, por otro nombre Pascado Quesnel.
■. , . w A est'js erroxes.( coucluyo yo ) añaden otros en lo mo-
. í»./al» que al ; paso. que-los recomiendan como zelosos de la
„ gloria de Dios, restauradores de la antigua disciplina, &C..&C.,
., dexan á los í! !:s en la imposibilidad de no picar : v. gr.
,. que ninguna ignorancia excusa , y otras tales cosas de que
,. no me acuerdo. ,, Ahora . Sr. Nistactes , podia acordarme .
porque tengo á la vista las tales cosas , con los decretos de la
santa iglesia que las condenan. Pero pues V. sobre este punto
se hace . prudente , quiero yo también parecerlo , porque la
carta va demasiado larga. Remito á los curiosos á los dos mismos
documentos que arriba cité, y por añadidura al de Alexandro
VÍJI.
Concluida ya esta mi primera parte , en que be hablado
de las doctrinas , se debia seguir , como en efecto se seguirá
Ja segunda , en que tengo que tratar de las personas católicas,
á quienes me dice V. que impoago nombres y atribuciones
odiosas. Espéreme V. con ella á la siguiente carta. Por ahora
pongamos fin á esta , cuyo resultado me parece que debe redu
cirse . á que yo nada he dicho del jansenismo , que no hayan
enseñado los jansenistas : á que lo que estos enseñan en nada
se parece á ninguna doctrina católica ; y á que solamente so
ñando pudo V. haber asegurado un tan falso y calumnioso de
satino.
De este mi destierro , 16" de marzo de 1812.
El Filósofo Rancio.
CARTA DÉCIMA QUARTA.

DEL FILOSOFO RANCIO,


TERCERA QUE DIRIGE

AL JANSENISMO
EN LA PERSONA

DE SU PROCURADOR GENERAL

REIMPRESO EN MALLORCA

BN LA IMPRENTA DE FELIPE GUASP.


ANO 1814.

»
SEÑOR IRENEO NI3TACTES.

_ui Sr. mió : mucho siento irme alargando en la corres


pondencia á que el favor de V. me da lugar : pero pues con
tinúa V. por una parte en favorecerme, y por otra tuvo pa
ciencia (como dice) para leerse de una sentada mis dos pri
meras cartas; no dudo que también la prestará, para ir leyen
do una por una , las que las materias vayan dando de sí. En
esta suposición , y en la de que mi anterior le mostró , si mal
no me engaño , lo m'ucho que V. se había equivocado en ase
gurar que á las sombra del jansenismo aplicaba yo nombres odio
sos á doctrinas católicas ; pasemos á deshacer la segunda parte
de esta equivocación , por donde V. me dice , me repite , y
me vuelve á decir y repetir , que hago igual habilidad con las
personas.
Y ciertamente que esta es una de las muchas cosas en que
ni su escrito de V. ai su persona me hacen chispa de gracia ^
porque puntualmente sobre el asunto siempre me he ido , j
pienso irme con el debido tiento. Para aplicar á otro un nom
bre que nada t nga de odio, no es menester ser cura ni padri
no ; pero para un nombre odioso , y tal como el de jansenista ,
ó de liberal , no está instituido sacramento , ni alcanzan las
facultades de los curas. Es menester pues aguardar , ó á que
el mismo interesado se lo aplique, como sucede con nuestros
pomposos filósofos, ó á que se lo declare quien tenga sobre su
persona la autoridad , que ni tengo , ni quiero , ni me hace
falta para cosa de este mundo. Esto se entiende en público :
parque. acá para mi santiscario voi yo formando ciertos dípti
cos . en que á cada uno le doi lo que juzgo merece ; pues como
decia Cervantes con su inimitable gracia , también tongo mi al
ma en mi cuerpo , y debaxo de mi manto al reí mato.
Otra cosa es con los papeles. D.jsde la hora que uno sale al
público , y mucho mas si nos cuesta el dinero , ya tenemos
sobre él tod» la autoridad y derecho , que confiaren los contra
tos de compra y venta ; y ya podemos decir acerca del papel ,
con la misma franqueza con que su autor dixo acerca de lo
que le dio la.gana.-Mie'ntras un hombre no sale de su casa, no
está sugeto á la inspección de mas ojos que los de sus domésti-
ticos. Mas desde la hora en que salea la^calle, ya todo el mun
do tiene derecho para ver , de qué color y corte es el fraque
que lleva , si el sombrero es elástico ó armado á la inglesa,
si le sientan bien las patillas , y si los sellos de las cadenas
del relox son tantos y tan grandes como la moda exige. Pues
¿•y si no solamente se planta en la calle , sino también se nos
viene por su salario á casa ? Entonces nada queda que no le
escudriñemos. Patria, padres, parentela, conducta, relaciones,
y qnanto nos da gana, todo se sugeta á nuestras averigua
ciones é inspección. Así ha sucedido en el mundo , desde que
ha habido quien al mundo salga con sus escritos . y quien quie
ra ser comprado en papeles : y esto mucho antes del nuevo
descubrimiento , ó restitución , ó lo que sea , de los derechos
imprescriptibles , por donde estamos autorizados para cosas de
mucho mas momento , aun quando en ellas ni nos vaya ni nos
venga.
Con mucha mas razón en el dia y negocios de hei. Por lo
que al dia pertenece, las ideas liberales ( contra las intenciones
del Congreso ) nos han constituido jueces de vivos y de muer
tos; de manera , que es una bendición de Dios oir á un mozito
sin pelo de barba , y con sola la instrucción de uu café , y
de un librito de faltriquera, meterse por esos siglos adentrrder
ribando barbaries, supersticiones, despotismos y otras cosas, y
luego formando una república tan flamante como los abanicos
franceses1, y tan acomodada para el sol y la lluvia , como los
para-agoa's..Pues ¿qué me dirá V. con relación á los negocios.
Del éxito de ellos penden directamente nuestros intereses
temporales, é indirectamente se quiere que también pendan los
eternos. ¿Con qué conciencia pues se le ha>de negar á qualquier
pobre español, que meta también su cucharada en este caldo,
y diga lo que pueda ó lo que sepa , sobre negocios e n que nos-
va la libertad de la patria , y la vida tanto del cue rpo como
del alma ? '
5
Digo todo esto , Sr. Nistactes, porque parece que hai moros
en la costa : y que los señores periodistas liberales , y los au
tores de muchos artículos comunicados , sin contar con otros
que si no lo cantan , lo rezan , que se han creido licenciados
para poner pleito al cielo y á la tierra , y querer emendar lo
que Dios hizo, y lo que por órden ó sin órden de. Dios han
hecho por tantos siglo* nuestros padres ; no llevan á bien que
les emendemos la plana, aun quando veamos que cambian y que
tuercen las letras : y apénas saben de alguna emendatura ,
quando sueltan la taravilla contra los emendadores : y no ai
como quiera, sino desafiándolos nada menos que aLcada'ialso.
Aun me aseguran ( y estoi deseando saber de raiz un caso de
tanta importancia ) que no ha faltado un buen alma, no pe-,
riodista , sino escritor público , clérigo , y sacerdote de misa ,
que ha tenido la notoria piedad y probidad de querer sea de
clarado por traidor , el que directa ó indirectamente desconfiare
6 hiciere desconfiar de yo no sé qué co-as. Proposición que fué
rigorosa y umversalmente impugnada en el Congreso , y creo
que no se le dió lugar ni aun á votarla, j Oh, válgame Dios !
j Qué memoria es menester para no implicarse con la verdad !
No ha dos anos todavía que se dixo en las Córtes (Conciso núm.
30. ) que ¡a opinión del pueblo es la que se debe consultar para
no errar La nación es nuestro comitente : nosotros sus apo~
derados : en ella como principal reside la facultad de exponer
sus pensamientos , de rectificar nuestras ideas, de dirigirnos : en
una palabra , de manifestar su voluntad á los procuradores qire
la representan. ¿ No sería escandaloso oponemos á las facul
tades que nos ha delegado la nación ? Esto se decia entonces ;
lo otro parece que se dice ahora : y entre esto y lo otro no hai
mas que una cosa cierta , á saber, que ¡a razón puede mas que
los enredos : que aunque estos logren sufocarla por algún tiem
po , aquella es la que siempre ha vencido y ha de vencer ; y
que el mismo tiempo que por algunos de sus instantes dió boga
contra la raaon á las opiniones desbaratadas, sabrá hacer la de
bida justicia, aboliendo enteramente á estas, y confirmando mas
cada dia ios sólidos juicio» de aquella. No sé si ser/a esto lo
qae Cicerón qu uo expresar, quando dixo: opiniónum. comt
menta dclet dies ; ratiónis auteitt judíela confirmat.
6
Vol visado pues i la acusación de V. ¿e que yo aplico títu
los odiosos á personas católicas, no sé ciertamente que hacerme:
porque de desmentirlo me da vergüenza ; y en concedédselo me
injurio á mi mismo , que tan franco como soi en censurar los
papeles , tan circunspecto pretendo ser en juzgar las personas.
Hagamos una cosa , si á V. la parece , Sr. Nistacte» : i saber,
ir exáminando letra por letra lo demás qjue yo dixe acerca de
si había ó no habia , y qaé podia hacer en España el jansenis
mo ; y dexemos á Jos lectores que juzguen si tiene V. razón en
decir que yo á la sombra del jansenismo desacredito personas
católicas ; ó yo en sospechar que algunas personas no mui ca
tólicas , y acaso jansenistas vergonzantes , pretenden defender,
y quizá propagar el jansenismo. Manos á la obra, y Cristo con
todos.
Habia yo dicho en la pág. 50 de mi primera carta , que
teníamos también jansenistas , casta de páxaros tan mala ó peor
que la de los filósofos. Quise luego decir algo sobre los funda»
mentos que me asistían para pensar de esto modo , y añadí estas
formales palabras, n Yo estaba en el mismo error en que toda-
9» vía estao muchos : primero , que de esta secta nada había
y> en España : después , que los que habia , lo eran por raer»
w ignorancia. De ambas cosas me he desengañado ; y entre las
9» causas que han concurrido á mi desengaño, una fué un cier-
»» to libro 4 en que baxo el título de Estudio de ¡a Religión ,
w se vomitaban casi todos los errores de la secta. « O yo rae
engaño muoho , ó en estas palabras me tiene V. ganado ya el
primer artículo del pleito; porque efectivamente yo hablo ea
ellas , no solo de doctrinas, mas también de personas. Aquella
casta de páxaros que digo que tenemos , no son pa'xaros sino en
metáfora , porque en sí mismos son personas. Y quando añado
que erraba en juzgar que de esta secta nada habia en E$pañ*i
y después que los que habíalo eranjtor ignorancia, nuniliestaraeu-
te hablé de personas: lo uno, porque el artículo ¡os no puede re
caer sobre doctrinas , pues son d¿l genero femenino ; y 1° se"
gundo' , porque déla doctrina de la secta ha habido y hu
mucho en la España , desde que la secta comenzó , y vinie*
ron á nosotros los libros de los católicos , que dan razón de eli*
7
para impugnarla. Es pues evidente que yo hablo de personas ,
y tiene V. mil razones para haber copiado estas mis palabras
al folio 3 de su memorable opúsculo.
Lo que ciertamente no puedo entender , es la causa porque
V. , no solamente no copió la única que yo cito de mi desengaño,
mas también protesta á reglón seguido , que no entra en los ca
minos que yo habré tenido para llegar á él. í Que me aspen
como i S. Andrés , si no es esta una de las trampas legales
que se le han pegado á V. del trato con los Sres. libérales 1
j Cómo ha desperdiciado V. un pasage , en que citándole yo
un libro , cuya impresión está todavía chorreando sangre i, Je
doi margen para que me reconvenga conque no solo en general
designo personas , ma» también en particnlar, y acaso perso
nas que aun viven ; pues desde que el tal libro se imprimió
hasta el dia de hoi no han pasado tantos años ; que no pueda
su autor estar todavía vivo , y escribiendo, que será lo peor.
? Mas dado caso que V. no aprovechase esta especie , para sa
carme á iní reo de lesas personas , como intentaba y se habia
propuesto; debia y estaba en la obligación de aprovecharla ,
para no resultar reo de, no sé si diga impostura, si atolondra
miento. Porque dígame V. , Sr. Nistactes , por Dios y por
todos sus santos ; ¿ de que trata V, ? De dar en esta parte un
justo desengaño á la nación , como dice en su advertencia , y
repite cien veces en su areum opus. g Y en qué consiste este
desengaño ? En que el jansenismo es un apodo , un sueño , una
hertgía imaginaria , una cantinela ; y todo lo demás que V.
añade. Ea bien : pues el modo de convencer esto , si es qne se
ha de convencer de algún modo , es entrando en los caminos
por donde yo aseguro hab¿r venido en conocimiento, de que
en España había jansenismo y jansenistas. Y V. en vez de en
trar en estos caminos que era indispensable andar por
muchos y largos que fuesen , se niega á entrar en uno solo
que yo saco por prueba , cuando un libro escrito en España,
en nuestros mismos días, y por un autor que todavía puede estar
viviendo, j Famoso apologista , é insigne pleiteante es V. I
Digo yo : hai jnnsenistas , y aquí está la prueba en este libri-
to. Responde V : yo no me meto en lo que diga, ó dexe de de
0
cir este libríto : lo que sé , yneon4o que quiero engaitar á.k
nación, es que no hay jansenismo rni jansenistas. ¡ Ah ! púas
de esa manera basta mi abuela ¡hubiera sido una escritora rje
primer órden.
No asi su nieto por ia misericordia deiDios ;.parqae pa-
ra cada cosa que digo , procuro ver si tengo :raaom en ¿ecirla.
O si no , escuche V. las que me :asistiecon pjra haber escri
to lo que escribí. Dixe que estaba en el mismo error enque otros
muchos, de que en España nada habla de esta secta. Este es un
hecho que por lo que á mi pertenece , no tiene mas testigos
que yo : y por lo que respectad los ofros muchos, rae -seria
fácil presentar en declaración á la mayor parte de los facul
tativos d>? Sevilla. Tanto estos como yo teníamos mas que so
brados fundamentos, para ni aun siquiera soñar que esta pes
te hubiese de venir á la Espafia. Su error capital tomado en
crudo, tal como salió de Ja sacrilega pluma de Cal vino, J
aun com:> de este lo copiaron Biyo y Jansanio , es capas de
estomagar , no diré yo á un teólogo .que conozca toda so trans
cendencia , ni taínpoco á un cristiano que es imposible pueda
conciliario con los primeros rudimientos de su fé; sino á un fi
lósofo que tenga alguna idea de lo. que es Dios y el. hombre,
y á un hambre que porsu propio sentimiento y experiencia co
nozca lo que pnsa dentro de sí mismo. Por otra parte , ni ti
escrito ni la persona de jansenio tenian por donde interesar
nos en h defensa ó seqüela de sus errores; No .su escrito:
porque este aun prescidiendo de sus errores no tiene.mas que
un mirito mi^íano, igual al de muchos libros inocentes oue
se está. comiendo la. polilla. .No tampoco su persona : porque
sus amigos , favorecidos -y partidarios estaban en la Praouia J
la F<a:ades , y nada tenia que ver-J-ansenio con nosotros., ni
nosotros con él. Junte V/ á esto las repetidas condenaciones de
la silla apostólica, los ruidos .y chismes' con que la secta es
candalizó al mundo para frustar estas, condenaciones, y en'ña
el unánime consentimiento que á ellas ha dado toda . la ¡igle
sia ca ólica : y verá como jpensaba bien , el que pensaba que
seme/inte secta no podia hallar cabida en la católica y circuns
pecta España, y mucho menos velando contra ella, como. con
tra todas las demás , su justa, autorizada y zelosa íi].]ui»icion.
Pues ¿qu¿ me dirá V. del cisma y hereglas en que ha ca "
do después , y que de presente hacen el gran distintivo de la
secta? ¿Quien que no estuviese loco podría presumir que en
nuestra España hubiera valor para erigirse coírffa la ¿anta se
de apostólica ? ¿Contra Ja santa sede, á quien la Espafía no
debe mas que beneficios, que tanto le ayucfó para sacudir el
yugo de los moros , que tanto le ayuda después de sacudi
do, y que ha apurado en favsr suyo quanto cabe, y aun quan-
to no cabe en la línea de las condescendencias ? ¿Quien ha
bía d; habar dieho á nuestros católicos abuelos , comenzando
por los que existían en tiempo de Recaredo , y acabando por
los que nosotros mismos ao&ocímos , que había de llegar tiem
po, e» que sus nietos^esdijtesen del sumo respeto y veneración,
con que ellos en la persona del succesor de Pedro miraban al vi
cario deJesucristo, al supremo pastor de la Iglesia, y püdréco-
mun de los fieles? ¿Hubieran ellos podido sospechar que foése en*
tre nosotros un mérito el que vían estarlo siendo entre los griegos
cismáticos , y después entre las desgraciadas naciones , que jun
tamente con todos los errores de la antigüedad , aprendieron
de Lutero el cisma ? Créame V. , Sr. Nistactes , !a entrada del
jansenismo en España no está en el curso ordinario de los de
satinos y flaquezas de los hombres. Para haberla sospechado
antes de venir, y creerla después de venida , es menester ape
lar á los últimos esfuerzos del infierno , y á la última deprava
ción de la malicia. Tiene V. pues aquí la razón del error en
que muchos estábamos , de que nada habla en la Esparta de
esta secta,
Vaya ahora la de aquel otro por donde atribuíamos á pura
ignorancia , lo tal qual que después víamos de jansenismo. Ya
yo estaba mas que desengañado de este error , quando el minis
tro Urquijo teco la trompeta del cisma en aquel sedicioso de
creto , por donde arrogándose una autoridad que ni Dios
ni el diablo le daban , mandó que los obispos concediesen las
dispensas reservadas por la Iglesia. Apenas vi en la Gazeta
este atentado, quando fui á lamentarme de él con un sabio de los
mayores que en los últimos dias tenia nuestra España. No fue
posible pers-Badirlo , á que aquel modo de expresarse), traía to*
B
JO
do el veneno , que después se díá i conocer ; ni desquiciarlo
de que todo aquello era mera ignorancia. Coa efecto, algunos
de nuestros magistrados que querían hacer papel , y no podían
lograrlo por solas las ideas rancias eu que les aventajaban otros
sus compañeros , cayéron en la tentación de hacerlo , por las
doctrinas francesas que bebiéron en Ioj libros del partido jan-
seniano. Algunos abogadillos de estos que por lograr una toga
6 una vara , son capaces de entregar su mugar i Gedoi y su
alma al diablo , viendo que por aquel camino se llegaba á
quanto se quería , echaran mano del Febronio , del Pereira ,
del Tamburini , del Cavalario , del Van-espen , y de otros ató-
nimos ; y tomando de ellos lo peor , decian y hacían sobre to
do lo que concierne i la Iglesia , su gerarquía , y leyes ;
quanto de mas malo habían dicho los mas acalorados sectarios
de Jansenio , sin saber siquiera si había jansenistas , sin ser
capaces de señalar tas principios por donde raciocinaban , y
sin poder dar de sus disparatas mas razón , sino que por allí
se hacia fortuna. Ye V. aquí á lo que muchos llamábamos ser
jansenistas por mera ignorancia.
Vengamos ahora á los caminos que yo tuve para llegar al
desengaño de ambos errores ; porque aunque V. no quiera ,
es preciso que entre por ellos. El primer tropeaon que me hizo
abrir los ojos , fué una carta escrita desde Madrid en el vera
no de 1789 , en que su autor se quexaba con un amigo suyo
de Sevilla , de que los tomistas no querían hacer causa común
son nosotros los pobres jansenistas , que eran las palabras for
males de la carta : y ya V. vé , Sr. Nistactes , que á confesión
de parte , relevación de pruebas : y que para mi devia valer
este testimonio , todo lo que valía para el que lo estampó , con
ánimo nada ménos que de procurar prosélitos al partido. Mas
dexando aparte este documento privado, que no me es posible
producir , y varios otros que he visto por igual estilo , y vi
niendo á los hechos públicos y, notorios , pública y notoria es
la obra titulada journal de correspondances et voyages d'Italie
e" d'Espagne pour la paix de VEglise en 1758, 1666, et 1769
par M. Clement , alors Tesorier de VEglise d'Auxerre , et de-
puis Eveque de Versa'úles. A Paris , chez L. F. Longueí, im-
rr
prtmeur rae des Postes Saint ¡acques n* 2. árt'X. 1802. Tres
tomos en octavo. Obra irrecusable y de especies mui preciosas
para el desengaño de los qae creen que no hai jansenismo en
este reino. En ella se demuestra el conato de este emisario para
extender la secta en España, se manifiesta que por espacio de
diez afíos promovió aquí este negocio , y se descubren sus cor
responsales al dicho fin en Barcelona , Zaragoza , Valencia y
Madrid. También el g?naral de los Paules publicó en Roma
no ha muchos afíos un curso de teología para su congregación,
y en una nota refiere á precaución , que habiendo entrado en
la tienda de un librero de Roma , vio que encaxonaba muchos
libros , y preguntándole si se mudaba, le respondió, que él
no , sino los libros ; y que Jos encajonados que eran tcdos jan
senísticos . habiendo h:oho todo su efecto en Italia y Francia ,
los remitía á España y América. Pero acercándome á hechos
sucedidos entre nosotros , dígame V. , Sr. Ireneo : ¿ no se
acuerda de la mucha boga que se le dio al Pebronio, que para
con muchos llegó á valer mas que las Decretales ? ¿ No se
acuerda del decreto de Urqoijo que cité, de los escritos que á
su favor se publicaron con nuevo escándalo de nuestra Iglesia,
y de las amarguras que hubieron de pnsar nuestros bu;nos obis
pos , por no prestarse á los antojos de aquel antipapa $ ¿ No se
acuerda de las inquietudes suscitadas con motivo de la traduc
ción del Pereira al castellano, que hubiera visto Ja luz públi
ca, si el consejo de Castilla no hubie.se resistido al poder del
ministro , y los curas de Madrid á las intrigas de los jansenis
tas 3 Pero sobre todo g no se acuerda de la iniquidad cometida
con la bula Auctorem fidei , en que se condena el abominable
sínodo de Pistoya , pasada por el consejo en 1795, y suprimi
da después hasta el año de 1801 , en que el piadoso esfuerzo
de un sacerdote católico entero al reí de esta picardía? ¿No se
acuerda de la real cédula de 9 de Enero de este último año ,
en que se mandó publicar y obedecer la citada bula ? Oiga ,
oiga V. y oiga todo el mundo lo que en aquella se dice ; á ver
si el jansenismo es embrollo , sueño , calumnia y dema» tonte
rías que V. escribe.
M Corno el religioso y piadoso corazón del rei no pueda
v> prescindir délas facultades que él Todopoderoso ha concedí»
w do á S. M. para velar sobre la pureza de la religión cató-
n lica , que deben profesar todos sus vasallos , no ha podido
v> ménos que mirar con desagrado, se abriguen por algunos
w baxo el pretexto de erudición ó ilustración , muchos de
s» aquellos sentimientos que solo se dirigen á desviar á los fieles
m del centro de unidad, potestad y jurisdicion , que todts deben
" confesar en la cabeza visible de la Iglesia , qual es el succe-
» sor de S. Pedro : de esta clase han sido los que se han mos
to trado protectores del sínodo de Pistoya condenado solemne-
» mente por la santidad de Pió VI , etc. v> Conque , Sr. Nis-
tactes , si la existencia del jansenismo entre nosotros es un
sueño , será menester que gradúe V. de soñadora á tanta gente,
que nadie se atreva á darle crédito. Mas barato será creer que
aquí no hai mas soñador que V. , que á semejanza del ciego
del refrán soñaba que veía , y soñaba lo que quería. Vuelvo á
hacer á V. la prevención que ántes le hice : á saber, que ó
nunca escriba contra nadie ; ó si escribe , entre en los caminos
por donde ha llegado á la doctrina ó á los hechos que vá V. á
impugnar , aquel á quien impugna. Nada añado sobre el pes
tilente y desatinado libro que cité en mi primera carta , donde
baxo el titulo de Estudio de la Religión , se echaba todo el po
leo por la ventana. Su suma era exhortarnos á que no recibié
semos á ciegas los decretos que la Iglesia diese relativos á la
religión, sino que los tomásemos entre manos, y viésemos si es
taban ó no conformes con los principios de ella. Para conven
cernos esto, reduce á autoridad algo menos que humana (pues
esta sabe hacerse obedecer ) la divina de los Papas y de los
concilios , y no reconoce mas autoridad de la Iglesia , sino
quando concurren todos y cada uno de los fíeles , inclusos haí-
ta los reos que se juzgan , que no deben ser condenados , como
ellos mismos no convengan en su condenación. Y por este ór-
den otro millón de disparates , envueltos en tantas idas y ve
nidas , afirmaciones y negaciones, vueltas y revueltas, y en
tal caos de obscuridad , que se dexa en mantillas á la de su Ca
tecismo de Estado de V. Sigamos.
n No siendo ella ( la secta ) todavía mui conocida entre
99 nosotros , y no faltando quien piense favorablemente de ella,
99 no será importuno presentar á V. su sistema, u Estas Son
mis palabras en la página 51. No me parece qne se mete V.
con ellas. Yo sin embargo quiero explicar dos , á saber, la de
entre «csefroí, y la de quien piense favorablemente. Dixe entre
nosotros, apelando á la Andalucía; porque andaluz como yo,
era la persona con quien hablaba ; y como ya creo haber dicho,
este contagio aun no ha llegado á la Andalucía , y de consi
guiente aun no es (ni permita Dios que sea) tan conocido en ella,
como lo era en Madrid, donde parece que tenia su foco. En
quanto á que ha habido quien fíense favorablemente de la secta^
es cosa harto notoria, y una de las causas porque lo escribí.
Mas debo á la verdad el testimonio de que muchos de los qus
piensan así , no es porque estén imbuidos en los errores de la
secta , sino porque se han pagado de la piel de ovejas , ó llá
mesele notoria probidad de las personas , y porque estas los han
metido en que la secta no es mas que un fantasma. Espero pues
en Dios , Sr. Nistactes , qne quando estos lean su sueño de V. ,
y mis cartas acerca de él , han de conjurar al jansenismo con
aquello del himno de completas : procul recédant somnia , el
noclium phantásmaía. Ello dirá.
Sigúese luego en mi citada carta la breve exposición del
sistema, del jansenismo: sobre que hemos hablado en mis dos
anteriores ; donde V. creyó ver desacreditadas doctrinas cató
licas , y yo le he mostrado que no hai mas que doctrinas he
réticas; y donde dice que aplico nombres odiosos á personas ca
tólicas , y yo le digo que me muestre las tales personas : por
que de las muchísimas que me trae sacadas del otro y de este
mundo, unas hai que ninguna doctrina han dado, y mal pueden
sercomprehendidas en la descripción que yo hago de un sistema
de doctrina : otras que han dado doctrinas de las quales
se puede dudar , y en mi descripción 1 as doctrinas que pongo ^
son indubitablemente heréticas : otras en fin , y estas son en
mayor número , ademas de estar en el cielo , como de algunos
asegura la Iglesia , y de otros lo creemos piadosamente, tan
lejos han estado de favorecer al jansenismo , eomo V. , el Se
manario patriótico y muchos délos periodistas de podernos dar
el antídoto contra él. Y cr?a V. que pienso haber dicho quanto
hai que decir ,.usando de esta comparación. Quedemos pues en
que yo hablando del jansenismo que teníamos en la Espafa,
supuss infaliblemente que él existia en algunas personas, por
que no siendo discípulo de Platón , no admito ideas separadas :
pero quedemos también en que hasta aquí ni yo he designado
psrsonis , ni V. ha logrado , como parece pretendía designán
dolas , qu-í las designase. Pasemos á la pág. 52 de mi tantas
veces citada carta , donde á continuación del sistema de lo»
jansenistas que expuse , sigo inmediatamente.
<A Sa compostura hipócrita , su lenguage seductor , y las
M malas artes en que han excedido á todas las otras sectas, les
w dieron mucho lugar en la Francia , y se lo están dando entre
v> nosotros, w Yo no sé lo que estas palabras tendrían de molesto
para V. : loque sí sé es . que V. se me pone con ellas como
los toros con las banderillas de fuego , y hace de ellas algunas
habilidades , que no deben pasar ni awn en una mesa de tahúres.
Tal es la que al principio de la página 4 aparece , qaando pre
guntando su D. Claudio ¿ en qué conoce V. á esos páxaros ? se
dexa caer con la siguiente respuesta. Los conozco, dixá el maes
tro , en unas señales que toninfalibles. En su compostura hipó
crita , en su lenguage seductor , y en las malas artes en quí hat
excedido á todas las otras sectas. Y luego cita V. mi carta,
como si fuese eso mismo lo que yo hubiese dicho. ¡ Válgame
Dios , Sr. Niatactes ! ¿ Es esto razón? ¿Hace» esto los hombres
de probidad? ¿Se re esto ni en la Carraca , ni en las bombas
de Cartagena ? ¿ Qué fue lo que yo dixe ¿ Que su composiarí
hipócrita , su lenguage seductor . y sus artes les estaban dando
mucho /iig.vr entre nosotros que es decir en buen romance /que
la estimación de que indignamente gozan , la deben á las refe
ridas artes , con que impiden qus los conozcamos. ¿ Cómo paes
pene V. alma para volverme la oration por pasiva, y hacerme
decir que esas artes son las señales infalibles , por donde yo ne
venido en su conocimiento ? No señor mió: no soi yo ¿e u
cofradía de los liberales , y a'ntes Dios me confunda , <jue 7°
piense imitarlos en los modos de hablar ni de pensar. I/a com
postura arreglada , y el lenguage piadoso son por su naturaleza
.
signos del arreglo y de la piedad : y si sucede , como oxalá no
•ucediera , que algún picaro se cubre coa estas compostura y
Lnguage, no es por ellos por donde algún católico conoce su pi
cardía; sino por las otras acciones que manifiestamente desmienten
el lenguage y la compostura, y forman los monstruos de la hipo
cresía y seducción. La compostura pues , el lenguage y las ar
tes de los jansenistas , no son como V. me hace decir , las se
ñales por donde ni yo ni ningún católico los conocemos ; sino
los artificios , como yo verdaderamente digo , por donde impi
den que los conozcamos. Omito las otras sandeces con que V.
reparte lo demás de mi texto , con el solo empeño de decir lo~
que quiere, porque no encuentra otra traza para decirlo. ¿A
qué viene citar el año pasado , quando todo ha pasado en este,
y las palabras que se traen , están en el mismo contexto ? ¿ A
quá aquella esquila, que ni hubo, ni S2 necesita para otra cosa,
que para hacer V. mención de una apología, que ni sabe qual
ej , ni viene al caso , ni dexaré yo de citar en viniendo ? j Qué
lastima de años y de canas , malogrados con tantas gestiones
pueriles !
Vengamos á la cosa en sí misma. ¿ Qué es lo que ofende á
V. ? ¿ Qué yo haya dicho que los jansenistas son hipócritas ,
seductores , hombres contrahechos , lobos disfrazados é hijoi
del diablo ? ¿ Qué por estas artes han sido los peores enemigos,
que entre todas las heregías ha tenido la Iglesia de Dios ? g Y
por qué no había de decirlo , si ademas de ser esta la idea que
de ellos tienen todos los verdaderos católicos , estos son pun
tualmente los colores por doade los describen y abominan ,
quantos vicarios de Jesucristo han ocupado desde Urbano VIII
hasta nosotros la cátedra de San Pedro ? Lea V. , lea especial
mente las bulas de Alexandro VII y de Clemente XI , que
tantas veces he citado. Lea la Unigénitas de este último Pon
tífice , en cu^o prologóse dice con muchísima extensión lo que
yo dixe en aquellas mis pocas palabras. Y después que lo haya
leído , dígame de quién debo yo hacer mas caso : ¿ del padre
común de los fid^s , puesto por Jesucristo para que confirme
la fe de sus hermanos , y para que apaciente con la doctrina
verdadera á sus ovejas y corderos ; ó de uu clérigo particular,
i6
entusiasta por ]o roénos , hombre para quien la verdad es una
veleta , y las opiniones como las camisas , que nos mudamos
por dis* y semanas ?No se me alborote V. con esta salutación.
En llegando la hora del sermón , pondré yo tan de bulto estas
verdades , que las palpen hasta los paralíticos , y las vean bas
ta los ciegos.
Ello es que yo me voi acercando mucho á las señas délas
personas. Por las que he dado hasta aqui , los jansenistas deben
ser buscados entre aquellos que se esñierxan en hacer notoria
su probidad^ Algo mas aprieto la dificultad quando añado : creo
que en Cádiz hai mucha gente de esta ; pero después de todo
nada mas digo, suspendo el resuello y la pluma, y no me
meto en designar quienes son estos , ni decir que pruebas tengo
para asegurar que los hai. Insisto todavía en mi sistema de no
señalar personas , á pesar de que V. me estimula y provoca á
que las señale. Dígplo , Sr. Nistactes , porque la obrita que
V. me ha dedicado es para mi , y para qualquiera que refle
xione , una ocasión próxima que lo excita á contarlo en el nú
mero de los jansenistas. Ocasión de que huyo, y tentación que
rechaso ; porque firmj en mis principios , juzgo que no «
conveniente descender al señalamientos. No señor : no di
go que V. es jansenista , y un guardaré mucho de de
cirlo. ¡; Lo entiende V. bien ? Quedemos en esto, no sea
que halle en ello alguna equivocación que deshacer. Pero sí
quiero que reflexione conmigo , que su escrito por las especies
que contiene, por oí estilo con que las produce, y por las cir
cunstancias en.qua las escribe, da margen para aquella impu
tación^ Creo hallarme en el mismo caso que S. Gerónimo, á
quien V. no ha leido seguramente mucho , á pesar de que en
su KémpLs se supone versada en esta lección. Sea de esto lo que
fuere por ahora, lo cierto es que. este incomparable Doctor di
rigió á un tal Bonaso una carta que es la C en la edición que
tengo á la vista, y comieoaa : Medra qui v&:ántur chirúrgicu
Hibía el santo escrito una invectiva contra los vicios que domi •
niban en Roña. Bonaso se picó, como si la invectiva que el
santo solitario hizo en general , hablase determinadamente con
él , y le dirigió una carta llena de palabras huecas, como el
santo las llama , dando con ello ocasión á que San Gerónimo
lo pusiese en ridículo con su citada carta , que no le traduzco
i V. , lo uno , porque tiene ciertas voces griegas , que no
entiendo ni bien ni mal ; y lo otro , porque me ha parecido
mejor que V. por sí misma la iea , y eche de ver á lo que se
ha expuesto.
Si señor , alguna delectación victriz de cólera sacó á V. d$
su quicio , para que hiciese este disparate. O si no , considé
relo conmigo, yaque esta delectación estará mas amortiguada.
Dixe yo que en Cádiz había muchos jansenistas. Mas. ¿por
ventura es V. la única persona que hai en Cádiz , para ha
berse cargado con esta bula ? ¿ Y de dónde viene que de tan
tos millares de personas como existen en esa ciudad , solo V.
sea el que cargó con ella , sirviéndole de cirinso el famoso
Nitanael Jomtob , con solas dos palabritas que dixo , echándose
fuera ? Por otra parte ¿ tan desocupado está V. ? ¿ No tiene
obligaciones, no tiene cuidados , que exigen mil entendimientos
con que contara, para su mediano desempeño? ¿Como ha
podido pues pensaren otra cosa? Dice V. que ha emprendido
esta, á falta de un buen alma, que dé un justo desenga
ño. Pero , Sr. mió , esa falta de buen alma existia desde
mucho antes, y no para quitar equivocaciones comoV.se
propone , sino para resistir errores que iban á quitarnos de un
golpe nuestro Dios , nuestra fe' , nuestros altares , nuestro
trono , nuestras leyes , nuestra razón , nuestra vida , y nues
tros caudales. Mui sordo ó mui dormido estaba V. , si no
oyó los horrorosos truenos , q ie tanto por la boca como por
la pluma estaba dando , y aun continúa en dar esta tormen
ta. ¿Cómo pues no salió á conjurarla? ¿Dónde estaba en-
tónces ese zelo , que después lo ha agitado tanto ? Hubiera las
equivocaciones que V. soñaba , y quería que nosotros soñáse
mos : peligrara la reputación de esa notoria probidad de algu
nos, que V. nos cuenta : ¿ qué es primero ? ¿ Una equivoca
ción que por sí misma pudiera caer , ó una conspiración que
trataba de sepultarnos en la irreligión y la anarquía? ¿ El ver
dadero interés de todos , ó el peligro meramente sospechado
de algunos ? Júnteme á estolas infinitas equivocaciones con
C
i8
que ha pretendido confundirnos*, el modo con que se ha ei-
explicado, igual en rancha parte con d de la secta , las salidas
que ha tenido parecidas á las de los gefes de ella , y demás co
sas que he dicho , igualmente que el calor y desatino de que
diré mas adelante: y dígame después dp todo esto , si cual
quiera que con frescura repase estas y otras circunstancias,
podrá ó no aplicarle aquel aforismo , que tan probado está entre
nosotros , y dice : el que se pita , ajos come. ¿ Que podrá V.
alegarnos en contra ? ¿ Que detesta las proposiciones de jansen'u,
como dice en la pág. iíi ? ¿ Qua una ú otra vez usurpa los
nombres de libertad y de elección ? ¡ Ah I qua ya esta maula es
demasiado conocida , y por ella comienzan ( testigo Bsrti ) los
autores. Dettstindo de palabra las proposiciones . saben los
Jansenistas seguirlas ; y repitiendo los nombres de libertad y
de elección , es como ellos nos quitan el significado de estos
nombres. Si pues alguna persona resulta designada con el odioso
título de jansenista , esta obra no la han hecho, ni mi prime
ra , ni mi segunda , ni ninguna de mis otras cartas. V. solo con
su escrito ha dado ocasión para esta sospecha , que vuelvo i
decir rechazo , porque así me parece justo. Reflexión? V. esto
bien , Sr. Nijtactes, y pues tiene edad para ello , tome él con
sejo que mejor Je pureza.
Después de la vida y doctrina de los jansenistas , continúo
llamando la atención á sus milagros por las siguientes pobbrss,
dirigidas entonces puramente á un señor diputado de Cortes:
» Ojo alerta : porque ellos fueron los qu> en la Francia hici¿-
*' ron liga con los filósofos para derribar el trono y el. altar. «
También copia V, estas palabras , sin mas designio que el de
copiarlas. ¿Hai algo contra la verdad que ellas enuncian? ¿N°
es un hecho demasiado notorio ? ¿ No lo hemos leído y notado
en los papeles ? ¿ No lo contestaron uniformemente quantos
eclesiásticos emigrados estuvieren entre nosotros ? Y á falta de
todos estos testigos ¿necesitamos mas que abrir los ojo? ? ¿ Qu¿'
de los jansenista ha sufrido en Francia la muerte , el destierro
ó- la persecución ? ¿ A quál de ellos ha perseguido ó molestado
esa chusma de ateos , enemiga de toda probidad ? A pesar de
la notoria de que esta secta blasona , ella que nada encontraba
bueno en la doctrina y disciplina presente de la Iglesia , se ha
prestado y se presta á la defensa de quantas impiedades corrom
pen la doctrina , y de quantas novedades escandalosas se execti-
na en la disciplina. Dio la Asamblea constituyante su consti
tución cismática del clero: ellos fueron los autores de esta cons
titución. Añadid la Convención nuevos atentados á los ante
riormente cometidos : para ellos estos atentados nada tuvie'ron
de repugnantes. Tocó ' Robespierre á ateismo : ellos también
asistieron al apoteosis de la ramera , que hizo la persona de la
divinidad de la razón. Trabajó el Directorio en arruinar
la Religión católica : ellos prestaron sus auxilios a' esta infama
obra del Directorio. Vino Napoleón á fingirse católico, para
asegurar sus ambiciosas miras : ellos catolizaron , por decirlo
así, y ellos siguen catolizando quanto este pícarro medita y hace
para ruina de la Iglesia católica. Registre V. , registre quanto
se ha dicho y escrito en la Francia desde su funesta revolución :
veri en todo ello el carácter de aquella nación que en nada se
se fixa : qué todo lo adopta , que muda de parecer por momen
tos , que contradice hoi lo que ayer estableció . y que condena
mañana al último suplicio al que dice lo mismo, que coa
aplauso general se ha dicho hoi. Mas esto solamente en puntos
de ñlosoña y política ; porque en materia de Religión, y de
Iglesia . sea qual fuere su modo de discurrir y obrar en lo de
más „ nunca varía de lenguage ; y siempre se traen contra la
verdad católica, contra la autoridad pontificia , contra la ju
risdicción eclesiástica , contra los cuerpos religiosos , y contra
toJo lo que nos resta de bueno , unos mismos engaños, y so
fismas. Lo que dixo Mirabeau esto mismo dice Napoleón: lo que
hicieron los antecesores de este monstruo en la usurpación de la
Francia , eso mismo hace él , y eso mismo reputa como irrevo
cable , ínterin revoca y trastorna quanto hicieron en todo lo
demás, Ruego á iodo católico , que medite bien esta mi refle
xión , y la coteje can quantos papeles existen, y señaladamente
.con la correspondencia tenida entre el Pap.a Pió VII y los
agentes del tirano desde el i de febrero de i8ool,-ea^que se
verificó la usurpación de Roma , hasta que para consumar esta
iniquidad fue' el vicario de Jesucristo reducido á la mas inhu
ao
mana prisión. Mueva Dios el corazón de alguno para quetra»
duzca á nuestra lengua esta obra , que lie leido traducida ja
a la portuguesa.
Véanse también los 16 tomos de las Pastorales de los obis
pos franceces, que ánres y después de emigrar dirigiéron á sai
fieles , y andan impresas en francés é italiano. En ellas se ven
los nombres de muchos eclesiásticos seculares y regulares , que
tomáron gran parte en la revolución, y que se apoderaron de
curatos y obispados , sin otra misión ni autoridad que las que
les dió la Convención, comprobando de un modo indubitable la
tacha de jansenistas con que se bailaban notados en sus diócesis
y comunidades. Entre estos debe hacerse especial mención de
los oratorianos ( no de S. Felipe Neri , sino los llamados de
Josus , cuyo fundador fué el Cardenal Berulle ) que por la
mayor parte eran jansenistas , y tanto , que en Francia orato-
riano y jansenista eran sinónimos. Aseguraban ellos ser el jan
senismo un duende, defendían no existir sequacesde esta secta,
•en la revolución manifestaron mui bien su desprecio á la auto
ridad de la Iglesia , sin hacer caso ni de Papa , ni de obispos,
ni de los anatemas de estos y aquel ; y lejos de emigrar, fué
raro el que de ellos no se hizo cura ú obispo constitucional , ar
rojando al legítimo de su beneficio , y aceptando el obispado
•que Je diéron los revolucionarios. Por el contrario los de la
congregación de S. Sulpicio en Paris , cuyo superior murió
mártir delante del altar mayor, por negarse a' jurar la Consti
tución civil del clero, y cuyos individuos permaneciendo fieles
á su fé , y sosteniendo su constante oposición al jansenismo
heredada de su venerable fundador , fuéron todos arrojados de
su parroquia , y entraron á sostituirlos quarenta oratorianos,
es decir, quarenta jansenistas. El primer obispo constitucional
fué el famoso cura jansenista Expilly , á quien diéron el obis
pado de Queimper , y quiso consagrarse en la iglesia de loi
oratorianos. El autor de la constitución civil del clero fué el
abogado Cáimis , celebre por su hipocresía y furioso jansenismo,
como lo aseguran los obispos en las citadas pastorales. Ulti
mamente, léase la obrita del Abate Gusta , catalán recomen
dable , donde cita por sus nombres, apellidos y destino; , á
21
todos los jansenistas que en Francia, Alemania é Italia fuéron
los principales, ó al ménos coopera'ron para entregar las ciu-
dades á los franceses , y para trastornar la Religión y la gerar-
quía eclesiástica.
Continúo : « Yo temo mucho que en la España pretendan
m otro tanto , y lo consigan, « Debo emendar ahora , diciendo
que la pretensión no solo la temo , mas también ¡a veo : y que
ya no temo que lo consigan. Gracias al zelo , á los esfuerzos ,
y no sé si diga á los peligros de la mayor y mas sana parte del
Congréso , que convocado para librarnos de un enemigo extra-
fío , ha tenido que lidiar mucho con las novedades y proyectos
de algunos regeneradores domésticos , que con sus escritos des
tructores trataban de distraerlo. Añado después : r> porque veo
vi muchas señales de ambas malas razas, k V. , Sr. Nistactes ,
no las ve ; y no solo no las ve , sino que también culpa i los
que las vemos. Perdóneme , si desde ahora anticipo esta refle
xión , que habré de hacerle mui despacio , quando entremos en
el laberinto de las Fuentes angélicas. Aquel obispo que V. tan
inverosímil é indignamente trae á hablar en este su sofistico
papel , y cuyo modelo y doctrina no puedo adivinar , á no ser
que presuma que se le han aparecido las almas de D. Opas el
que vendió á España , 6 de D. Antonio de Acuña , que fué el
xefe de los comuneros : aquel obispo digo , en cuya boca pone
V. sus disparates , entre otros que citaré á su tiempo , dice en
la pág. 4 el siguiente. Insisto en que nada he leído hasta ahora
<en estos Diarios , que desdiga de las fuentes angélicas. A la
cuenta hubo V. de prestarle para que leyese , aquellos anteojos
-por los que en mi descripción del jansenismo no halló mas que
doctrina católica, y que puestos al revés como sucede con los
de larga vista, alejan y disminuyen los objetos. ¿Cónquenada
hai en los Diarios de Córtes que desdiga de las fuentes angéli*-
cas ? Yo con el favor de Dios le restregaré á V. por Jas birbag
muchas cosas que no dicen con otras fuentes que las diabólicas,
que también pueden llamars.» angélicas. Por ahora no quiero re
cordarle mas qua aquella peroración, en que por enero de 1 8 r i
«e trató de hipócritas y sjpersti:iosos á los que se habían escan
dalizado por la doctrina de la Triple alianza, que en la realidad
23
nos quita los dos últimos artículos del Credo. ¿ Si estaría eo
las fuentes angélicas aquella peregrina peroración ? ¿ Si estaría
el desafio que se hizo por aquel entonces á todo un concilio de
la Iglesia , para vindicar á este papslito de estos y de otros se
mejantes errores ? ¿ Si estaría la formidable voz que resoaó en
el Congreso á principios de junio, y que con estas tres solas
palabras todo á baxo hubiera inundado al reino de lágrimas, ve
jaciones é injusticias , si la justicia y sabiduría del Congreso
no hubiese moderado con su decreto aquel dictamen destructor?
Si estaría,.... pero todo saldrá' a' la colada.
; Lo mas malo que yo veo, Sr. Nistactes, en ambos papeles
de V. , es ese empeño que toma en liar á los buenos en las ma
las causas que defiende. Para la del jansenismo que sostiene
contra mí , hace venir á los santos del Cielo, á los muertos
de la sepultura , y a' los vivos de sus cuidados y penas : de
manera , que si valiera algo lo que V. alega , sería menester
que me declarasen por lo que dixe del jansenismo , enemigo de
Dios y de los hombres, de los santos y de los pecadores, d«
los vivos y de los muertos. Y ahora para lo del murmullo hace
otra nueva ensalada con las ideas liberales , y las determina-
dones del Congreso, sin que podamos lograr que separe loque
pretendían los liberales, de lo que se ha determinado : las ra
zones , ó por decir mejor , los sofismas qua alegaban , de H
motivos que ha habido para las determinaciones; y los dife
rentes significados: por donde unas mismas palabras en las bo
cas, y según los principios de u:ir>s no teuian mas quj veneno,
y en los de otros respiran justicia y ventajas. ¿ Y qué ?j Cree
V. que porque las lia , y de todas ellas forma un solo concep
to , no sabremos nosotros distinguirlas ? ¡ Disparate I La na
ción toda tiine puestos sus ojos en el Congreso : las actas del
Congreso están impresas : también los periódicos , que son el
avant courter , como los franceses le llaman , de las ideas libé
lales ; y todavía está por suceder , ó que un hombre solo los
haya engañado , a todos , ó que todo se hayan unido para en
gañar á uno.
Lo peor es , que e*to de liar como V. hace , parece que &
ti arte magna y la tácfica universal de todos los liberales. Ha
bia macho tiempo que yo no queria leer papeles , por no leer
mas indignidades de las que he leido ; quando en una de estas
noches se leyeron á mi presencia , y contra mi voluntad , una
porción de Redactores. Me sucedió lo que siempre , á saber .
confirmarme en el pensamiento de que hai un puñado de char-
latantes empeñados en liar la nación , á fuerza de liar las cosas.
Oí on discursito , que vino en no sé qualde los números, sobre
el aro 6 la plata de las iglesias. Se lamentaba su autor de que
haya caido en poder de los enemigos, zahiriendo a' Jos que fue
ron la cauca , y tuvie'ron la culpa de que no se haya inverti
do en las necesidades de la patria , y metiéndome a' mí por mí
primera carta en el catálogo de estos : como si existiera un solo
español que se pudiera poner en este catálogo. Ven acá , sarna-
cuco : ¿dónde están esos que han querido : ó que han dicho que
la plata se dexe para los franceses ? ¿ Dónde el que no conven
ga en qae la presente necesidad exige , que toda ella sea desti
nada para la defensa del estado . sino hai otro recurso ? ¿ No
comenzó el Rancio suponiendo esto , asegurando qae así debía
hacerse . aun quando se consagrase en cálices de 'falto , y aña
diendo que no estábamos en el caso de q.ue hablan los cánones y
quando para la enagenacion de los bienes de la Iglesia ponen
tantas y tan justas travas ? ¿ A qué viene pues ahora ese tu
discurso? Lo que tenias que inpugnar era lo que el Rancio di-
xo, á saber, que de la Iglesia se debe disponer ,:cf>aio se dis.
pone de la de qualquier vecino honrado : que á la Iglesia se
cL'be llegar por su puerta , como á las casas á¡ los hombres de
l'í¿n : que en ella se debe entrar en ademan de cumplimiento ,
y no de saqueo ; en una palabra, lo mismo que determinó b
piedad y religión del Congreso* Pues á fe que en esto nada
dixa que no polais tu y todos los tuyos aprender en el F/OÍ
Sanctorum de Quintana y de Canga Arguelles. Ojead, ojead ese
Baevo martirologio, y os encontraréis en él á la famosa -María
Padilla , muger del protomátír Juan Padilla , y no sé si mártir
ella también , hecha un espejo de edificación en el saqueo de
•la sacristía de Toledo , entrando en ella de rodillas; en ademan
de quien cumple promesas , vestida de negro , y llorando co
mo una Magdalena easeñal de lentinaieato, y con dos cirios en.
34
cenjiJo3 que le precediaa en protestación de respeto. Pues ví¡i
ai lo que quiere el Rancio : algo que no sea esto , y que se
le parezca.] Oii ! dicn Va. : los franceses cargan con la plata
>in pararse en esos pelillos. ¡ Oh ! respondo yo : ménos malo
es que carguen ellos que nosotros , si para la carga se ha de
echar mano al sacrilegio. Quién haya tenido la culpa de que
ella no se pusiese en cobro, ó para restituirla á su destino quan-
do triunfaremos, ó para emplearla en los medios de triunfar,
si la necesidad lo exigiese ; son otras mil y quinientas que yo
no me atrevo £ sentenciar. El hecho es , que muchísima de ella
se perdió por haber caido en mano3 del enemigo. Mas pregun
to yo: (y no se me atribuya á curiosidad) ¿ se habría ella ga
nado , si hubiesen. podido echarla^la uña estos caballeros, que
con tan tiernos ojos la miran? He aquí un problema no mui fácil
de resolver. ". ' 'í '.
También se leyó el extracto de un nuevo papelito contra li
Inquisicon, cuyo autor dice dice ser higénuo ( por mal nombre)
tostado ( acaso por profecía ) en que también salgo yo á dan-
*ar , y se le pega otro tiento al tribanal.de la Sé. Vamos : ¡qoé
hai ahora de nuevo ? Que en el siglo XVII se celebraron va
rios autos , en que hubo no sé quautos quemados , azotados, en-
lambenitados , &c. zz |- Y qué se infhre de eso ? — Sí infiere
que no dice bien el Rancio, quando dice que ia laqitisicion
templa la justicia con 1* misericordia , ó prefiere la misericor
dia á la justicia. — Mothai cal. L > qur se infiere es , que este
Ingenuo tiene ó vacío ó tostado el celebro. ¿ Para templar dos
cosas , no es preciso que se haga una mistura de ambas ? ¿ ^
sin dos extremos , de los qualesse anteponga el uno,, y el otro
se posponga , puede darse ni aua entenderse preferencia ?=P¿"
ro fuéron no'séquantos cientos los castigados y penitenciados.
^Hágase él cotejo entre estos y los que en Jos otros países católi
cos fué-ron juzgado» por los parlamentos, y se verá la mucha ven
taja qué el tribunal de la fé llevad aquellos otros tribunaks, p<"
el mucho menor número de reos que hubo entre nosotros , y
por el mtyór inflüxo que el castigo de estos tuvo en el público
•escarmiento. Hágase el cotejo entre estos picaros que se casti
garon por nuestra Inquisición , y los infinitos hombres de bien
que por no haberla kabido murieron en Inglaterra , en Fran
cia , Holanda , Suiza , y otros países del Norte a' manos de los
hereges ; y resultará qne estos monstruos mataban mas gente de
bien una semana , que malvados entregó la Inquisición al bra
sero en un siglo. Se hace mérito de la multitud de castigados;
pero ntda se dice , el Redactor se lo dexó en el tintero , acerca
de los delitos que sirviérou de mérito al castigo. — Si señor :
que parece se nota que muchos fueron penitenciados por hechi
ceros y bruxos. ~ Y bien : ¿ la bruxería y hechicería no son.
delitos , y atroces ? — ¿ Cómo lo han de ser , responden muí
sacados de pescuezo los filósofos , si íso de hechiceros y bru
xos no es mas que una fábula , ó un cuento de viejas ? — Que
lo sea el auxilio qu^ se prometen del diablo , los vuelos que se
refiieren , los conventículos nocturnos y nefandos , y demás
especies, que unos se tragan, otros dificultan , otros dan poc
imposibles, y yo no tengo gana de calificar ; pase : pero que
dexe de haber apostasía de la fe . que es lo que el tribunal
principalmente castiga , seducción, esca'ndalo, y todo el male
ficio que se puede por arte propia , yaque falte la del diablo;
solamente lo negarán' los bruxos. DiganmeVs. , señores orácu
los : j hai alguna verdad en las felonías y mentiras con que Na
poleón promete montes de oro y arroyos de leche y miel, á los
que se declaran por partido ? ¿ Y los que se declaran , dexaa
de ser traidores , porque nada logran de lo que los movió á
declararse? El grande crimen que el tribunal castiga , es la
deserción de nuestra santa fé : y esta se verifica en los llama
dos bruxos , ó al menos- &e presume , sean verdad ó mentira
las bruxerías. Últimamente , es la mayor de Jas ignorancias
oponer al Santo Oficio como prueba de crueldad , que de él
salen muchos entambeniludos, según dice el texto. Sepan su autor
y Redactores, que el sambenito no es otra cosa qne el saco de
femienda que se ponían nuestros padres quando hacían porque,
y el obispo se lo mandaba : ese mismo s^co que quisieran los
jansenistas ver restituido por sus manos y esfuerzos . y que no
sotros nos lo pusiésemos hasta por los pecados ocultos. No
crean pues que este saco sea como aquella camisa, qué sé yo
quien, dice la fábula haber dado á Hércules , para que ponién-
D
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doscla ardiese con ella. El ni quema, ni puaza , ni espina: él,
en su origen se bendecía , y de ai le vino el nombre; porque
tambenito equivale á saco bendito. Ahora : que las leyes decla
ren infame al que llega á merecerlo ; que todas las corpora
ciones católicas excluyan de su gremio al que lo ha traído , y
que el pueblo lo mire con el mayor horror ; no es efecto de! sa
co , sino del delito , por donde el que lo traxo ó lo. trae . se ha
hecho indigno de alternar con la gente de bien. Peguen pues
los filósofo con el burro , y dexen quieta la albarda : pues en
Suposición de que el hombre cuín in honore esset , non intelléxit,
compáralas csí jumentil insipiéntibus . et s/milis facíus eslillis,
ya este debe ser su vestuario , j ya no debe cogernos de susto
que lo traiga , pues la albarda es la gala d» los jumentos. Per
dóneme V. , Sr. Nistactes , esta digresioncilla . á que me dio
lugar la afinidad que veo entre los modos de discurrir de V. y de
'estos caballeros. Bien podían tanto el uno como los otros tomar
ya retiro de inválidos. Créanme por Dios. Eso de que han na
cido para maestros é ilustradores de la España , es una tenta
ción del demonio : y lo único que consiguen dexándose llevar
de ella , es que qualquier extrangero que raciocine, y vea sus
papeles , diga por lo menos. Si todo el paño es como la mu»-
tra , seguramentí que los presentes regeneradores de la Espato
tienen unas cabezas las mejores del mundo para anafes.
Vuelta pues al contexto de mi carta, que hablando ds la»
dos malas razas de arriba, afíade. « Sé que ellos no perdonan
v> medio. 44 Si habíanos de los filósofos, este es su grande axio
ma ; y nunca merecerá el nombre de tal , el que para conse
guir lo que quiera que sea , se pare en pelillos , y no camina
porderecho. Si délos jansenistas, estos señores aunque son algo
escrupulositos , últimamente saben vencerse hasta jurar ínfadt
Ecclesice una cosa , y sentir y proponer en su interior.otra. Y
el que lo dudare , vaya á verlo en la Bula Vineam Dómini de
Clemente XI , dirigida á colmar de los debidos premios y elo
gios esta singular habilidad. Prosigo : » Y creo como si lo
9t viera, que entre nosotros hai muchos espías de Napoleón. «
El tal Napoleón y sus mariscales podrán dar razón de esto i
punto fixo. Si yo lo supiera como ellos , no habían de viví:

muí serenos estos señores espías. Pero , como digo , aunque na
los veo mas que en los resultados, lo creo como si los estuvie
ra viendo en sí mismos. Y no puedo alcanzar , Sr. Nistactes ,
como V. que despierto y dormido ve en m} tantas cosas malas,
y en las ideas liberales tantísimas cosas angélicas , lleve á mal
que yo me preste á un hecho, cuya credibilidad me predican
Lérida , Tarragona , Badajoz , Murviedro , Valencia , y no
sé qua'ntos mas predicadores. Diera yo quanto tengo , porqie
estos sermones no nos hubiesen costado tan caros. Añado des?
pues :'»• He hablado en estos dias con uno venido de Sevilla,
n á quien un amigo mió, cuya formalidad , verdad y probi-
w dad ; me es muí conocida , aseguró haber visto paten-
9» te de francmasón despachada en aquella ciudad á fa-
y> vor de uno de Cádiz, u También en esto tropieza V. ,
y yo no sé por qué. El hecho es que la persona que asegura
haber visto la patente , no ha sido cogida en alguna de las
muchas equivocaciones deque adolece V.: y que su probidades
muy conocida, no solo de mí, sino de todos, menos de él nu'sirp,
que no cesa de dar pruebas bastante decisivas de que como Job
verétur óptra sua. Abusa V» mui puerilmente en todo su escrito
de esta cita snia , mezclándola con lo que dixe de los espins ,
el hado de las gentihs , y el destino délos musulmanes , y for
mando de todos estos ingredientes un. parche, que fing2 pongp
yo á mucha gente honrada» No señor : no metamos el pleito á
voces. S¿rá jansenista el que lo fuere :. gentil ,el que adore mu
chos dioses : musulmán el que profese el mahometismo : franc
masón .el que se aliste en esta cofradía ; y en fin , cada uno
hijo de su padre y su madre.. Dixe que los jansenistas , negatido
el albedrio , comunicaban con los gentiles y musulmanes, qua
enseñaban el hado ó- el destino. Añadí qus los filósofos eran
esoías de Napoleón , y francmasones , quando no^-todos , algu
nos. Añado ahora , para que V. no lo eche menos , que mejor
me fiaría de un'lgentili ó da un turco de estos que llamamo»
hombres de bien , que de un jansenista ó da un filósofo de es
tos que entre nosotros comen y beben. Escribió por los aííos
de 1371 1 poco antes ó despus, un tal Godofredo herege calvi-
rista UB libro que intituló Arte de no creer , donde entre otras
cosas enseriaba , que el que quisiese ser ateo , era menester que
empezase por calvinista. Por calvinistas e mpezaron los sonci-
nianos , que ya son ateos profesos. Por calvinistas también
han empezado los jansenistas , que si no son profesos , tienen
ya hecho el noviciado. Atengome á las m ichas experiencias
que nos han puesto delante de los ojos la Francia y la Italia,
y de que la España no dexa también de suministrarnos exein-
plos en un Llórente , en un Estala, en un Aceijas , y en otros
de cuyos nombres , ó no quiero acordarme , ó no me acuerdo.
Concluyo yo , ó por decir mejor, concluye V. conmigo en
las siguientes palabras, m Por mas que lo deseo, no puedo
« pensar de otro modo, y lo peor es, que tengo por compa
sa ñeros á quantas personas oigo hablar en la materia, u Que
yo desee de todo corazón que las cosas no sean como las estoi
viendo, rae parece que es una verdad que nadie se atreverá á
negarme, y mucho ménos el que reflexione sobr? la turbionada
de negocios qu* este deseo me ha suscitado : negocios en que ni
V. ni los señores periodistas quieren dexarme hueso sano , y en
que no ha faltado ya sujeto que inflamado con el incendio de
Numancia, ha contribuido con su bendita limosna para que
también á mi me alcanzasen los chispazos. Pero que por mas
que lo deseo , no puedo pensar de otro modo, y que en ello tengo
por compañeros á muchísimos , también es un hecho que hasta
aquí se ha verificado , y que de aquí en adelante ha de ir sien
do mas auténtico por dias. Son tantos lo¿ papales que se publi
can en Cádiz , prometiéndonos la mas ventajosa regeneración,
las reformas ma* saludables , y tal lleno de felicidad , que todo
español , engreído con tan bella perspectiva, está en observa
ción para ver el efecto de sus persuaciones y discursos. Pre
guntemos , leemos , combinamos , atamos cabos , nada se nos
queda por averiguar: y después de todo encontramos, que se
nos quiere persuadir y meter por los ojo» una regeneración á
la francesa , aunque mui disfrazada. Pretender queá expensas
del disfraz no la veamos , créame V. , Sr. Nistactes , es un
pensamiento mui original , por no decir mui disparado. No
«on mis tragaderas de las mas angostas, especialmente para tra
garme el bien; pero por ancha, que sean las mías, y las di
aquellos que en esta se me parecen , g á quien diablos le ha
de caber por ellas una rueda entera de carretas ?
Nosefíor, no es el rumbo que Iiaa tomado los libeza-
les en sus folletos el que nos ha de conducir al fia desea'-
do. Sostener la causa de la religión , fomentar la concordia
legítima entre todas las clases del estado , encender en los es
pañoles el sagrado fuego del patriotismo, y excitarlos á que ca
da uno contribuya según su posibilidad á la defensa de nues
tra santa causa , persuadir la reforma de las costumbres públf-
blicas y privadas, irritar el justo odio á nuestros crueles ene
migos y sus perversas máximas, y repetir incesamente nuestros
clamores y súplicas al Dios que por ellos nos castiga; este,
este debió ser siempre el asunto y argumento perpetuo de nues-
taos periodistas y demás autores de papeles públicos. ! Ah ,
señor mió ! ¡ Qué gallo tan diferente del que nos ha cantado,
había de habernos cantado , si persuadidos á que las publicas
calamidades vienen por los públicos d?litos , hubiésemos trata
do desaprender lo que ha muchos años que estamos aprendien
do de esa infeliz nación , á quien tuvimos por maestra en las
culpas . y tenemos por initrumento del castigo ! ¡ Si contando
con que eu el cielo hai un tribunal donde á los pueblos y na
ciones se les decreta el que merecen , en vez da provocar la
indignación , hnbiésemos implorado de veras la clemencia ! ¡Si
en lugar de acrecentar mas y mas las manchas que la miseri
cordia de Dios intenta sacarnos por esta fuerte lexía , que ha
quatro afíos que nos esta' escaldando , hubiésemos contribuido
á abolir de entre nosotros esa infame filosofía , y esa ridicula
emulación de las costumbres, con que nos ha manchado la Fran
cia ! ¡ Si unidos como estábamos en el principal y aun único
pensamiento que nos importaba, qual era echar del reino al
enemigo extraño, exterminar en él a' los domésticos, no se hn-
biese tratado de dividirnos con tantas , tan transcendentales, tafn
peligrosas y funestas novedades ! ¡Si hechos cargo de que no
estábamos en tiempo de anteponer nuestros particulares intere-
i ¡s al común, ni aprovecharnos para nuestras miras privadas de
-Ja general calamidad, hubiésemos continuada como comensamos,
en no pensar en mas que en salvar á la afligida patria ! ¡Si de,

sentendiendonos de nawtras particulares opiniones,, por no ds-
cir errores , nos hubiésemos contentado en materia de fe con el
Credo , materia de moral con los mandamientes, y en todo lo
demás con las costumbres verdaderamente españolas! ¡Si menos
pagados de nuestra ignorancia y presunción Mas dexemos
esto, porque seria nunca acabar.
Lo cierto es, Si. Nistactes, que V. tiene perdido el pleito
ea que intentaba presentarme como agresor de doctrinas y per
sonas católicas, en la idea que en mis dos primeras cartas di
del Jansenismo y jansenistas : y tan perdido , que es imposible
que jamás me lo gane, aun quando lo lleve en apelación al su
premo tribunal del conciso , integérrimo é infalible murmulla.
No hay tales carneros de que yo haya aplicado, ni pensado en
aplicar nombres odiosos á doctrinas ni personas católicas. Lo
ha demostrado : p¿ro por si mis demostraciones no bastaren,
protesto nuevamente delante de Dios y de los hombres , que
respeto toda y qualquiera doctrina que la santa Iglesia tohra,
.y tengo por católico á todo el que la enseñare , aun. quando
no sea conforme coa aquellas, opiniones en q.ue djsiento ¿2 ella,
y en que á cada uno es lícita abundar en su sentido. Protesto
que qualquiera aplicación de nombres odiosos ó sin odio , y ds
censuras que yo haya dado ó de , no quiero que se entienda sina
con el papel ó el dicho que censuro , prescindiendo como debo
de la persona, de sus intenciones y miras, y demás cosas que
no son de mi inspección , y entendiéndome solamente con su
escrito, que es el persoaage con quien hablo , y dando á ios
señores liberales licencia remota para lo mismo, por si tuviera
algún escrupulillo de haber hecho y estar haciendo otro tanto
y algo mas con los mioS. Protesto últimamente, que no quiero
dar mas censuras teológicas que las que la. Iglesia tenga dada*
á las doctrinas ; y si diere alguna otra que no se ajuste con ío
que haya dicho esta mi santa madre, desde ahora la revoco j
anulo , y es mi voluntad que no valgs. En esta suposición,
Sr. Nistactes , podrá V. decir en todo y por todo lo que b
convenga, seguro de que yo escribiré lo que m« pareciere.
, Al concluir el epilogo de esta carta me ha asaltado un
pensamiento, que creo cede en beneficio de Y. Presumo que
31
no todos los que han leído su escrito, ss habrán contenido co
mo yo , que desentendiendome de lo que el arroja de tí , he
rechazado la tentación en que me ha puesto , como Jlevo pro
testado; sino qne dexándose llevar de las especies que contie
ne, no habra'n tal vez tenido dificultad en contarlo entre los
individuos de la secta. A conseqüsncia de esto, juzgo que no
seria malo ( y no me tome V. á mal este consejo ) que para
seguridad suya y edificación de estos fíeles, suscribiese V. al
formulario de Alexandro VII. con toda la pureza que exige
su sucesor Clemente XI. en su constitución Vimam Domini.
Repito que no se me incomode por este consejo : muchos hom
bres de bien lo han tomado. Si ocupa V. alguna cortedad en
ser , ó el solo, ó el primero que lo haga entre nosotros, avíseme
si instante, pues yo estoy prontísimo á hacerlo ó antes ó das-
pues, ó al mismo tiempo que V. lo hiciere. Piénselo pues bien,
y avise con su determinación á quien la espera,y ruega á Diot
lo asista con su gracia , y lo libre de todo mal.

Fecha donde las otras en i? de Abril de i8ia.

El Filósofo Ramio»

CARTA DÉCIMA QUINTA.

DEL FILOSOFO RANCIO:


QUARTA

AL JANSENISMO
i
EN LA PERSONA

DE SU PROCURADOR GENERAL

IRENEO NISTACTES.

REIMPRESO EN MALLORCA

EN LA IMPRENTA DE FELIPE GUASP.

1814.
SEÑOR IRENEO NISTACTES.
M. : •. • ...
ui Soííor mío : á pesar del mucho detféo que tengo de
Concluir coa el pleito del jansenismo en que hace días esta
mos complicados, para comenzar con el de las Fuentes angelí-'
caí, que sabe Dios quando concluiremos ; no puedo menos que
dedicar alguna parte de esta mi carta, á felicitar á' V. por los
adelantamientos que con suma admiración mía le he visto con
seguir.
¿Se acuerda V. , ( que si se acordará , porque cui doíeí,
méminit ) de aquel su discurso piadoso , que tanto dio que
hacer á V. , al Conciso , al Congreso , á un tal Mazar-
raza (pues asi creo que se llamaba) á los Señores liberales", y
aun á la letra bastardilla ? ¿Se acuerda de la polvareda que se
levantó , no sobre el desacato cometido por el Conciso contra
la Religión, que parecía ser lo de mas importancia, sino sobre
si se le oyó ó no se le oyó á V. el final del discurso sobre si
resultaba ó no acción popular^ sobre si V. había ó no ofrecido
sus rentas, y sobre otras cosa;, que ó no venían al caso, ó debían
venir detras de otras mas dignas de atención? ¿Se acuerda del
uniforme consentimiento con que los señores liberales defendie
ron pro aris et focis al periodista, guia y norte del liberalismo ,
y comandante en gefe de los periodistas liberales , salvo siem
pre el imprescriptible derecho del Seminarlo patriótico? ¿Se
acuerda de los terribles fallos que algunos pronunciaron contra
el pobre de Mazarrasa, á quien hallaron digno de un presidio,
porque tomó á su cargo la delación de un libelo, en que la Re
ligión del Reyno era insultada, en que uno de sus presbíteros
se ponía en ridículo , y en que por una gestión digna de un
sacerdote y de un cristiano, se aplicaba un insulso , frío é
irreligioso sarcasmo á ono de^sus representantes ? ¿So acuerda
V. e» fin de Jo demás, que tanto pública como privadamente se
dixo, se hizo, y se intrigó en este negocio? ¿Quien á vista de todo
ellohabia de esperar la extraña mutación que admiramos? ¿Quién,
este trastorno de idéas y de cosas que estamos palpando, y api
ñas podemos persuadirnos? ¡Oh Fuentes angélicas l vosotras sois
las que habéis obrado este milagro. A vosotras se os debe esta
^conversión maravillosa, por donde la faz del liberalismo se ha
cambiado. Vosotras habéis hecho que el respeto que no «e la
tenia ¿Cristo, á sus apóstoles, á sus doctores. y á su Iglesia,
se le tenga al memorable ofúscalo en que estáis estampadas.
Vosotras que al diputado que fue tenido por importuno (quan-
do iío por, algo mas) en haber- anunciado que sin Dios y sia
penitencia no habia redeacioo qi esperanza, se le tenga por
un oráculo, quando ha colgado cientos milagros liberales áSto.
Tomas que es infinitamente menos que Dios. Vosotras , que
se hayan convertido en luces y en antorchas las ma'ximas que
dos dias antes eran reputadas poF ignorancia, fanatismo y
barbarie. Vosotras, que el siglo. XIII. que ya llevaba trescien
tos y mas añes de ser tenido 'por bárbaro, haya comenzado a
ser ?1 de la ilustración y de la política. Vosotras, que Aris
tóteles, que por uniforme voto de los liberales y sus pre
cursores y maestros estaba desterrado á los desiertos de la
Arabia y al fanatismo de los claustros, haya vuelto a' ocup.T
,el principado de .la política , y ésté á pique de ocupar el
lugar del catecismo en las escuelas. Vosotras, que Sto. Tomas,
i quien ningún hombre de bien se atrevia á tomar en boca,
haya perecido y recibido , y esté mereciendo y recibiendo
los mas distinguidos elogios, nada menos que del Semana-
'rijo patriótico , -que próximo á su muerte se los ha legado en
su testamento y última voluntad.' Vosotras.. ....... .pero ¿quién,
Fuentes angélicas, quien ha de numerar todos los prodigios,
que en un quítame allá esas pajas habéis obrado, fuera de to
da nuestra espectacion y creencia ?
Pues i fe Señor Nistactes , que de estos milagros no se
há de decir, como dice de otros el difunto Semanario, que son
invenciones; de frailes. !V¿vo$ están, y atestiguándolo hasta por
s
los codos los testigos. Ai está el Semanario mismo (quiero de
cir que ai estaba, pues ya el pobrecito murió), que apenas vió
las Fuentes angélicas de V. , hizo las paces con el siglo XIII;
tomó á Santo Tomas por la primera, y acaso por la última vez,
en la boca ; lo colmó de elogios, aunque con algunas zurrapi-
Has ; y dió por bien dicho quanto V. hizo decir al famosa
obispo con quien había soñado despierto. Ai está el Redactor
general^ i quien debió V. la distinción que no todos los es
critores le deben, de que lo redactase; y no solo lo redactase,
mas también tomase luz á l?s quatro de la mañana del dia en
que lo hizo, paraque no se 1c escapase ni un punto ni una
coma de importancia. Ai está el otro caballero andante que se
esconde baxo las iniciales O. G. , que ya me citaba el corto
sastre de las tales Fuentes , como pudiera citarme un texto de
San Lucas.
Pues hete aquí que un tal Luceredi, que yo no se por donde
se nos ha aparecido, sale con la friolerilla de la Concilia
ción del si y el no entre el Doctoral y el Diputado. ¡Ai te quie
ro ! ¿Haria mas una madre por su hijo, que Jo que el Redactor
hace .por V. extractando la tal Conciliación ? Santurio , aquel
Santutio, padre del Concison , y procurador general de todos
les liberales vivos y difuntos, hubiera tenido tino para en tan
pocas palabras formar una tan famosa apología de las Fuen
tes angélicas , baxo el pretexto de extractar á la Concilia
ción , que ni aun siquiera la nombraba ? Pues ¿qué me dirá
V. del otro escritor que Je sopló la especie , cuyo comunicado
copia en el mismo número, y cuya persona me parece á mi
que ha de ser el alma en pena de alguno de los del difunto
Ssmanatio , que á semejanza del arriero de Cuacos , habiendo
perdido- la recua , se ha quedado enseñando el camino?. Lea
V. Señor Nistacte?, lea por Dios el referido comunicado, y no
. podrá menos que admirarse de tí mismo y dar gracias. qué
se yo a^quien diga, por esa conversión, que tanta gloria ha
traído á su persona , á sus Puentes angélicas , y lo que es
mas de admirar, hasta el mismo Aristóteles, padre y patriar
ca de los rancios, fanáticos, barbarizantes , &c. &c. Léalo , y
_allí se encontrará transformados en instrumentos de esta ma
6
ravillosa conversión, i loa mismos qas con tanto calor sostn-
vieron in tilo tempore la cauta del Conciso , cuyo» nombres es
tán gravados con caractéres inmortales en el templo de nues
tra reciente Minerva, á cuja invocación se quita la monten
Apolo, y se pone en pié el coro de las nueras musas. Léalo,
repito, y no se hartará de^bendecir la hora en que le vinoá las
mientes la producción de esas sus Fuentes angélicas , que tan
ta honra y tan poco provecho le han- traído
Mas , ¿que digo poco provecho ? Blasfemasti* Muy por el
contrario : por ellas ha entrado V. en el goze de los privile
gios exclusivos, de que solo podia usar la cofradía de los li
berales. Privilegio era de ella , y privilegio incomunicable*
poder negar hoy lo que dixo ayer, contradecirse qualquiera de
sus individuos cada y quando mas le convenga , y proponer
el si y el no, la afirmativa y negativa en un mismo discursó, j
aun dentro de un mismo minuto , como entre otras infinitas
pruebas que ira'n saliendo con el tiempo , convence aquella
arenguita de un Sr. diputado , de que hize mención en mi se
gunda carta, y en la qual se admira que se quiera eludir la d'w
cusion en que al fin se ha de entrar acerca de la Inquisición,
y luego á renglón seguido se quexa de que se haya traído es
te negocio , de que por una fatalidad inconcebible se llame i
él la atención de las Córtes , Í3c. &c. Pues ya está V. en ple
na comunicación de este privilegio : ya en vez de aquel empe
llo que han mostrado los liberales en refregar por los hocico'
á qualquiera que apoye otras ideas, la opinión que anterior
mente tuvo, la palabra que involuntariamente boxój la especie
que ó por sorpresa ó por intriga le hicieron alguna vez admi
tir, la carta ó la expresión que les sacó algún error sobre lo*
hechos ; en vez digo de querer de V. lo mismo que de to
dos los demás , á quienes no se les permite ni retrasarse, nl
explicarse, ni mudar de consejo impunemente ; se le ha conce
dido licencia digo poco : se le celebra la admirable docili
dad, con que pública, solemne y auténticamente ha retractada
loque pública, solemne y auténticamente escribió , y 1°
escribió , no ai como quiera, sino como doetrina de la Re'1"
gion , como tradición constante de la Iglesia , como etph'ta j
de sus padres , y en fin como dogmas , contra los quales no po
día reclamar , quien no fuese un filósofo, es decir, un enemi
go de Dios y de los hombres. ¿Y que ? ¿Le parece i V. que
este privilegio es alguna cosa de poco mas ó menos ? Pues n
fé que no hallará otro de su tamaño ea la Bula de "Ja Sama
Cruzada.
Pues ¿y el otro ? ¡ Oh , quien tuviera aqui la eloqtíen-
cia de un Demóstenes para describirlo y celebrarlo l El pri
mer • mandamiento de la lei de los liberales era, que acerca
de Di as nadie debía chistar en donde las gentes lo oyesen;
ó si acaso chistaba , fuera para reformar á este Señor , que
tanto despotismo ha estado usando de tiempo inmemorial
á esta parte , en que omnia queecumque vóluit , fecit : que si
la necesidad obligaba á alguno á tomarlo en la pluma ó en
la boca , no lo hiciese por las palabras Dios y Señor , que
ya están rancias , y en el comercio- hasta de los patanes y las
viejas ; sino por las de el Cielo, el hado , el destino , y que se
yo que otras , que seguramente son mas filosóficas : que de
su Religión y nuestra piedad para con él no fuese lícito
hablar mas que á los frailes y gente de poco mas ó* menos:
que citar su fé, su Evangelio, su palabra, eran cosas del
tiempo de maricastafías : que oponerse á las ideas que tratan
de enmendar estas vejeces, merecía ser calificado de ignoran- •
cia y de fanatismo, camo lo graduó á presencia de todo el
Congreso , y contra su general conmoción , el Sr. Mexi'a en
la conferencia sobre la Triple alianza : en fin , otras cosas á
este tenor que se encierran en este primer mandamiento , asi
como en el primero del Decálogo se encierra quanto pertene
ce á las obligaciones del hombre con su Dios. Sabe V. mui
trien , que habiendo .V. pronunciado en el Congreso un discur
so piadoso , tnvo que sufrir la corrección que tanto i V. co?
mo á otro Señor diputado que lo imitó , dió el Conciso en
su letra bastardilla , que traducida al latín viene á decir io
mismo que música in luctu importuna narratio. Sabe V. que
el Señor Olive'ros no pudo librarse de ser tachado de que ea
sus discursos habla mas de lo que corresponde á aquel lugar
(el salón de Cortes ) de una luz superior á la razón , coma
a
oiria V. de boca del mismo sefíor , qaando en la díséüsíon so
bre los señoríos hizo aquel su discurso , que pudiera pasar
por obra maestra , si no fuera por los muchos defectos que tie
ne. Sabe V mas j i que me causo en contar estas cosas á
"un testigo de vista y de oido , que puede poner escuela de la
que en este punto sabe ?
His non obstántibús , y por un privilegio que sin exeior
piar ha merecido , V. puede libremente , sin que nadie le con
tradiga , antes bien con aplauso , recomendación y elogio de
los escritores liberales , traer , no solo á Dios y á su Religión,
que eso es poco, mas también á Sto. Tomas y á qualquier teó
logo del siglo XIII , á Mariana del XVI, y á todo el que le
dé la gim , siempre y quando lo halle por conveniente , pa
ra todo aquello que mejor le parezca , y con la seguridad de
tener por la retaguardia en su defensa al Redactor con sus ca-
municantes , y los manes ¿el Semanario en Cádiz ; á Lista ,
que también perteneció á él , en Sevilla ; al Español , que
fué una de sus primeras personas, en Londres; y esto sin ios
mil de la cabeza , quiero decir, sin los. otros periódicos de me
nos valer , que andan dentro y fuera de la península , tanto
en poder de los franceses como de nuestros afrancesados: que
uno ore han de colmar á V. de beadicion.es , y lo han de su
bir sobre las estrellas. Animo pues , fortúnate senes : ditdum
te jam imperatorem suum manliana illa castra desiderant. Nue
vo Catecismo : nuevo Kempis. No hay cosa que cueste me
nos , pues «on quatro Índices y un Quesnel está evacuado
quanto hay qui desear. No hay cosa tampoco que produzca mai.
¿ Pues que ? ¿ Es cosa de juego ser por la parte que meaos
el capellán mayor de los liberales ?
Entretanto Sr. Nistactes , quisiera yo que V. hiciese de
mi parte dos ó tres advertencias al Redactor y i sus compa
ñeros de trabajo. La primera , que vuelvan á leer el titulo
del papel de Luceredi , que dice : Conciliación del si y el no: j
echarán de ver que el Dialogo desempeña perfectamente este
título, que es quanto se le pueda pedirá qualquier escritor, que
es dueño de enco»erseó alargarse en el título que pone á«u obra.
Pero ahora, si el tal Luceredi (hablo del sobrino ) ha otorgado
alguna escritura por la qual sehayarobligado á entrar en la dis
puta de las Fuentes angélicas ; no hai sino sacarla , y duro con
él : bien que yo me temo que no la habrá otorgado, porque se
gún dice , él ni se mete ni se sale en la tal disfuta ; y lo úni
co que pretende averiguar , es como pueda ser verdad hoi lo
que ahora pocos afíos era mentira, heregia é impiedad. Lo se-,
gundoque quiero i¿ue V. les prevenga, es que no cometan con
migo igual equivocación por esto poquiüo que digo ( y
este encargo pertenece á V. de justicia; porque siendo el des
facedor de equivocaciones , mejor le será prevenirlas , que des
hacerlas; ) Estol contraído por mi palabra á impugnar las
Fuentes angélicas 5 pero lo que ahora hago no es su im
pugnación : ni esta ni rai anterior carta debe reputarse
sino por aquellas escara mucillas que preceden á la acción
general , que no tardare' mucho en dar ; porque ya me van
llegando los refuerzos, es decir, los libros citados. Dios de
mucha salud á los bienhechores que me los buscan, y no
le tome á V. en cuenta la molestia que ha causado , á
mí en esperarlos , y á ellos ea buscármelos. Lo tercero y
último es , que dicho Sr. Redactor y consortes no se ol
viden de que ya han reconocido á Sto. Tomas por tribunal le
gítimo , y á Aristóteles por el príncipe de los políticos : no
sea que se muden la camisa , y quando entremos en esta mate
ria , se me llamen canasta . Largo ha sido , Sr. Nistactes , el
• exordio : vamos á ver si quiere Dios que el sermón no nos
salga tan largo. . .
El -, si V. se acuerda bien de la partición que le presenté en
la primera que le dirigí, debe versarse sobre las equivocaciones
que V. hace acerca de mi persona : equivocaciones que á V.
y á mí importa deshacer. A. V. , porque los Sres. liberales no
lo tengan por otro tal como yo : y ámí, porque los rancios no
me reputen por otro tal como V. Pues ahora, yo encuentro la
clave ( frasesita de V. ) de todas estas equivocaciones , en
aquellas palabritas de su advertencia que precede al precioso
opúsculo , en que dice : Baxo la persona del filósofo Rancio .
á quien amo y respeto por paisanaje , y otros mil títulos , me
propongo deshacer ¡as equivocaciones Wc. Ea pues , yo voi á
B
deshacer las tales equivocaciones que V. se propuso , y luego
se le olvidaron.
Camenzemos por el paisanage. Iba no sé qué Provisor á
decretar el memorial que un clérigo le presentó : mas habién
dose encontrado con que el papel estaba escrito de extremo á
extremo , sin dexar margen en que su decreto cupiese , apro
vechó como pudo lo poquillo que por descuido del que escribió,
había quedado en blanco , para decretar en estos términos :
Arrímese V. Acia allá. Lo mismo, Sr. Nistactes, digo yo,
y no por via de decreto , á aquello de nuestro paisanage.
Arrímese V. acia allá , cosa de cien leguas poco mas ó ménos ,
pues yo no he andado ni contado las que separan su patria de
V. de la mia ; ó al ménos , tanto trecho como hai desde Sevilla
v. gr. hasta S. Felipe de Xátiva. ¿ Me querrá V. decir á qué
fin esta mentirilla ? Ni crea V. que yo me desdeño del título
de paisano para con ningún español. Paisanos nos llamamos en
este lugar de nuestras lágrimas los gallegos , los vizcaínos, los
-castellanos:, los catalanes ,y no sé qué otros provinciales, quí
'con los andaluces han acudido á él; sin que hasta el presente
se haya suscitado ninguna de esas odiosas disputas , que tan
ningún provecho y tanto mal nos traen , y por las quales en ves
de emular unas provincias á otras lo que tienen de bueno,
para empeñarse en imitarlo , trabajan muchos de sus inconsi*
dejados, hijos por una vil envidia en desacreditarlo y ajarlo-
Lejos de mí tan perjudicial tontería. Todo español , cOtno
sea hombre de bien , es mi paisano : todas las provincias
me interesan : de todas quisiera que aprendiese algunas co
sas la mia , así como que de ella emulasen otras las otras-
Le pasáramos pues á V. lo del paisanage , si en la pág- J
no nos ensartara aquello de : Parecióme estar en Se'Ma i>»
patria. No señor , no quiero yo que quede pendiente esta
equivocación ; no sea que el sabio encantador por cuya cuenta
corra escribir la historia de sus fazañas,se agarre de ella
para suponerlo sevillano , y luego haya acerca de la patria
de V. el mismo pleito que acerca de la de Homero en
la Grecia , y acerca de la de Cervantes en la España. No
desnudemos á un santo para vestir á otro. Sevilla se pas3fácoo
ff
«us trapitos, y su tierra de V. se arrebozará ( como dicen en
la mía) con su hijo , el público escritor del Jansenismo ,
de las Fuentes angéltcas , y de otra carretada de obras ,
que si como son muchas fueran buenas , podrían servirle
de gala. &.« i * .
A esta razón que no es de poco peso, junto yo otra! que- der-'
fienga la mano. La generación presente y las futuras leri-'
drán que admirar , y casi no creer muchas cosas de las
que estamos palpando en esta época memorable. Entre otras
pues en qus yo no me quiero incluir , les asaltará la dificultad
de cómo ha podido ser que nuestros benéficos y generosos alia
dos los ingleses , que tanto han admirado la heroica re
solución de nuestro pueblo , que tanto la han aplaudido ; y
lo que es mas, que tan unida la miran con su propio y pecu
liar ínteres , hayan estado por tanto tiempo conteniendo sus
sinceros 'deseos de ayudarnos, y no hayan hecho hasta ahora los
prodigio^ que les estamos viendo hacer , á pesar del lastimoso
espectáculo que les han estado presentando tantos infelices , á
quienes ha destruido el furor del enemigo y el horror de la ham
bre y las miserias. A mí ( aunque soi un bolo para esto de po
lítica da gabinetes y razones de estado ) me parece que la
causa da este fenómeno se nos está entrando por los ojos. Na
die hai que pueda dudar que entre nosotros cunden ideas revo
lucionarias ó jacobinas, de que se habla freqüentemente en las
conversaciones , de que se salpican los escritos aunque coa
disimulo , y con que han tratado de prevalecer los ocultos
agentes de Napoleón , habiendo logrado embaucar y seducir á
no pocos sencillos españoles. Gracias á la justicia y patriotismo
ilustrado del Congreso nacional, que con sus sabios decretos ha
desterrado y proscrito aquellas ideas, asegurando y ratificando
el gobierno monárquico moderado del reino en la persona de
•nuestro amado soberano el Sr. D. Fernando VII. Ya se ve :
'una nación que conoce á fondo toda la malignidad de estas ideas,
qué tan de corazón las abomina , que tantos sacrificios está
haciendo por exterminarlas , y á quien se le ha debido y es
pera deber que ellas no acaben de arruinar al mundo ¿ como
había de prestarse á unos auxilios , que temía pudiesen resul
12
tar en favor de estas desoladoras é incendiarias ideas? Así pues,
quando yo vuelva , como espero volver , á mi Sevilla , si
alguno me pregunta ( como habrá muchos que lo hagan ) en
qué ha consistido que los ingleses pudiendo, queriendo y te
niendo interés en librarnos, hayan dado tiempo á que tantos
infelices pereciesen á manos del enemigo y al rigor de la ham
bre ; no sabré responder otra cosa , sino que los ingleses
leyendo mas de quatro papelitos , y viendo mas de quarenta
cosas , tuvieron razón para irse despacio, no fuese que en
vez de librarnos de una calamidad harto funesta, qual es la
tiranía de Napoleón , nos envolviesen en otra muchísimo peor,
qual sería la de que nos dominase el partido de los demócra
tas ó jacobinos. Es regular que á conseqüencia de esto me pre
gunten , quiénes eran los que persuadían , y trataban de hacer
valer estas ideas de regeneración á la francesa. También
es regular que yo les responda , asegurándoles que ningún
hijo de Sevilla ha bailado en esta danza : y aunque da Sevilla
han salido tan lindas cabras cojas como de las otras provincias ,
las tales cabras cojas sevillanas se fueron desde luego como de
bían á la manada del rei Pepe, y ningún sevillano ha ocnpado
las imprentas queriendo reformar la Iglesia , ninguno declaró
la guerra á los diezmos, á la Inquisición , á los frailes , &c. :
ninguno quiso de Fernando VII sino que se salvara y viniera.
De consiguiente ¿eré de opinión , que Sevilla en nada altere
sus dos escudos de armas . en uno de los quales están las imá
genes de S. Fernando su glorioso conquistador, y de S. Isidoro
y S. Leandro padres de nuestros concilios , restauradores de
nuestra Iglesia , y arzobispos de aquella ciudad : y en el otro
el NO-madeja-DQ , que le quadra ahora mucho mejor, que
quando por la primera vez lo usurpó ., y hasta aquí ha seguido
sosteniéndolo. Otro tanto como esto que yo pienso responder á
• los presentes, es regular que responda la historia á los que de
tras han de veuir. Conque, Sr. Nistactcs, bueno está S. Pedro
en Roma , aunque no coma. Sea V. de donde quisiere, con tal
que no sea de Sevilla , ni de su provincia , ni mi paisano , ai
;cosa que se le parezca : no porque yo haya asegurado que V.
¿s uno de los propagadores de las tales ideas democráticas -
nb he designado personas, para evitar que tenga V. algunas
equivocaciones que deshacer como Jas demarras; sino porque
los sevillanos somos tan comedidos en nuestras glorias, que no
admitimos mas héroes qne los que son propiamente nuestros..
Salió pues supuesto el título primero del amor que V. me tiene,,
que es el paisanage. De consiguiente , siendo el título falso ,
falso sera el amor que en él se funda : y así con toda verdad
puede V. cantarme la antigua coplilla :

Ai , que te quiero
por los caniculares
del mes de enero.

Otro tanto me parece que va á sucedemos con los otros


mií títulos que V. nos dice. Desde que los leí, he estado regis
trando mis archivos , y examinando na conciencia , á ver si
podia dar con esta multitud de títulos : y por mas diligencias
que he hecho , no ha habido modo de encontrarlos. Puesto en
la necesidad , ó de negar el testimonio , ó de tragarme
este nuevo parentesco , de que para nada necesito ; lo úni
co que ha podido ocurrirme es , si por dicha nuestra se ha
brá verificado el deseo que significó el Sr. Caneja , quando
en su discurso sobre señoríos dixo : Oxalá que olvidándonos de
todo Jo pasado , pudiésemos constituirnos en un verdadero es
tado natural. Entonces desaparecería esa multitud de documentos
&?c. Lea V. señor, lea el tal discurso , que á lo que yo en-
-tiendo , fue uno de aquellos que no oyó su obispo de V. , ó al
menos , uno para el que no buscó apoyo en las fuentes angéli-
-cas , siendo tan fa'cil encontrarlo, como comerse un buñuelo.
Pero sea de esto lo que fuere , lo cierto es que con relación á
esos títulos que V. cita, estoi jo tan in puris naturáHbus^ como
desea dicho Sr. Caneja. Bien pudiera V. ¿numerarme, no todos
los mil , que eso sería mucho trabajo , sino siquiera un par de
ellos para mi consuelo.
Dígolo , señor mió . porque qualquiera que haya leído el
papel de V. , y luego vea las muchas señas que V. da de mi
.persona , si envié una esquela , si hize meneion de una apa
14
logia , si 6«o la correa , si hubo tal conversación en Ja noche de
difuntos , y otro puñado de cosillas que cita ; podrá persua
dirse á que entre nosotros ha habido quizá algún contrato po
co menos que matrimonial , y á que , acaso en las diferencias
que tenemos entre manos se verifica algo de aquello de ri-
fiín lot ladrones , y se descubren los hurtos. No permita Dios ,
Sr. Nistactes , que nosotros demos ocasión á tales sospechas.
Yo al menos no quiero que de estas quede ea pié ni un salo
vestigio , porque mis compañeros los Rancios son un poquillo
melindrosos . y podrán borrarme de su confradía á la que ha
tantos años pertenezco. Vamos pues á deshacer estas equivoca
ciones , y á descorrer el velo . paraque las cosas parezcan de
lante de todo el mundo , como han aparecido á los ojos de Dios
y los nuestros.
Yo no sé si V. tendría alguna noticia de mi existencia an
tes del verano de 1809. Me persuado á que no, porque el
bulto que yo hacía en el mundo , no era tal que pudiese per
cibirse desde lejos. No así el que V. estaba haciendo . qué sá
yo desde quando ; pues ahora que recapacito , me parece
haber leído su nombre á la frent-- da algunos papeles qae
anunciaba la gazeta. Mas la experiencia en que estábamos de
que la mayor parte de las obras que en estos últimos tiempos
«alian, eran obras del tiempo ; hubo de hacerme concebir el
pensamiento, de que V. sería uno de los muchos escritores de
fane aut de muñere lucrando , en que abundaban las prensa»
de Madrid. Para mí pues la existencia de V. antes de la épo •
ca señalada, era como si no fuese. Nuestra casual concur
rencia en una de las cosas de mi primera estimación en
Sivilla , me proporcionó la satisfacción de conocerlo perso
nalmente , sin que este acaso hubiese traído por entonces mai
trascendencia ,qus la que á Iglesias le traxo el encuentro que
junto al Colmenar tuvo con el andaluz mas valiente de
todos los andaluces : me miró , yo lo miré , y fe fue ¿:-,
d¿eir nada.
A los pocos ó á los muchos dias .. pues de esto no me
acuerdo , tuvo V. la bondad de presentárseme en solicitud de
que le facilitase alojamiento. Era cosa que estaba en mi mano,
• ., ,
y "que inmediatamente hize con todo el empeño que debían
inspirarme la triste situación de los emigrados , y el peligro
en que ya me contemplaba de imitarlos en la emigración.
Creia yo entonces que todos los que emigraban eran unos már
tires de la patria , unos hombres mas dexemos esto.
No fue V. solo el emigrado á quien acogí : otro también
contribuyó á mi desengaño , castigando mi credulidad con cier»
ta sangria que dio á mi pobre bolsa , sin embargo que ella ni
entonces, ni a'ntes, ni después ha padecido ni apoplexía ,
ni plectora , como llaman lo médicos. Vivimos pues no sé
quantos mases baxo unas mismas puercas , y esta circunstancia
nos facilitó la ocasión de muchas medias horitas de buena crian
za , rodando nuestras conversaciones comúnmente sobre las
noticias y los lamentos , sobre las causas y los remedios de
nuestra situación deplorada. Así duramos, hasta que fran
queado por el enemigo el paso de los montes , V. tomó Jas de
Villadiego para Cádiz , y yo me quedé en Sevilla pensando
para donde las habia de tomar. Esta es , ó rancios de mi co
razón , la verdadera , relación y curioso romance de todos mis
enlaces con el famoso Ireneo Ñistacíes , autor del Jansenismo^
de Jas Fuentes Angélicas , del Aviso á la Nación , y de mu-
'.chas otras obras ascéticas .y liberales, sagradas y profanas,
temp-orales y eternas. Creo que no los reprobaréis, pues en ellos
¡no hice otra cosa que poner en práctica aquellas nuestras ino
centes ideas , que de unos en otros nos han venido desde el
tiempo del rci que rabió por gachas. Otra cosa no hubo , ni la
pudo haber : porque no faltaron buenas almas que me dixesen
al oído ¡ cauté lege , que es páxaro de cuenta : ni yo estaba
entonces en disposición de pensar en mas que adonde iría á dar
con mis cinqüenta y tantos años , mis freqüentes y molestos
achaqnes, ( y qitod deteriús erat ) mi falta de monedas.
Vengamos ahora, señor mió , á la conversación de la no
che de a'nimas* Digo la noche de ánimas sobre la paJabra de
V. - porque yo BO me acuerdo sino de que fue una noche, no
sé si de ánimas , si de cuerpos , si de vivos , si de difuntos.
Sucedió pues en aquella noche memorable, que versándose
nuestra conversación sobre las causas de los males que sufría
i6
mos , y los remedios que debían ponérseles , tuve yo la
de contar entre las primeras la expulsión , y entre los segun
dos la restitución de los jesuítas , fundado en que coa ellos
había cesado , y con ellos podría volver la buena educación .
que tanta falta ms hacía. Bien vi que V. se incomodó tanto
con esta espacie , como si desear yo la restitución de este
cuerpo , fuese lo mismo que restituirlo ; ó como si restituido .
hubiese de correr por su cuenta mantenerlo : pero nunca pen-
s¿ que de esta nuestra conversación hiciese mérito en un escri
to público , y muchísimo menos que creyese me mortificaba ea
hacerlo.
Para que V. vea quanto se ha engañado , digo ahora por
escrito , lo mismo que tanto á V. camo a' todo el mundo . he
dicho constantemente de palabra : y añado , que si la res
titución de los jesuítas fuera cosa que pendiese de mi arbitrio,
ya ellos estarían en Cádiz, en la isla , en Gilicia, en Murcia,
y demás paises libres de Ja península , y en toda la ex
tensión de las Américas. ¿ La quiere V. mas claro ? Me dice
que lis beso la correa ; en lo qual creo que padece equivoca
ción , porque no era correa , sino bendo el que los cenia. Mu
supongamos que sea correa , y que yo tenga la babili-
dad que nunca he tenido , de besador. ¿ Quá es lo que me
puede mover á besársela ? ¿ Pueden los infelices en el dia b
que en algún tiempo , en que lo podían todo ? ¿ Existe quien
dé la cara por ellos , quando hasta ayer de mañana era un
mérito positivo declararse en su contra, declamar, abultar, y
sacar á relucir todos sus trapos , y aun cosas que no eran tale»
trapos ? No señor : yo no soi frobabilista ; y aun quando la
fuese, el probabilismo no es achaque de cuerpo alguno, sino
d: muchos de sus miembros , que lo siguieron entonces , como
ahora se siguen las ideas liberales, y mañana ó el otro se se
guirán otros disparates. ¿ Cóncina , Patuzzi , y demás impug
nadores del probabilismo , dixéron alguna vez que era doctri
na de toda la Compañía ? ¿ V. mismo en la impugnados
que hace de él sin que venga al caso, no me cita á S. Fran
cisco Xavier, á Belarmino, á Comitolo , Pilalétes, Camargo.
Klizalde , sin otros muchísimos, incluso en ellos Tirso GOB
ralez , que fue su general y mí verdadero paisano ? Tam
poco he sido , soi , ni pienso ser molinista ; porque en esta
materia mientras mas conocimientos he tomado, mas y mis me
he decidido por la doctrina de mi escuela. Pero esto no quita
conocer que la Iglesia tolera el sistema de Molina , y
que en él se salvan las dos verdades capitales del dogma ; á
saber . que nada bueno podemos sin la gracia , y que In
gracia en nada disminuye la libertad de nuestro albedrío. Al
guna diferencia ^ Sr. Nistactes , debe haber entre nosotros ,
quando en la cátedra defendemos nuestras opiniones , yexerci-
tamos nuestro ingenio ; y quando predicamos ó enseñamos al
público las verdades , en que no cabe ni deba haber disputa.
Auxiliaba un jesuíta á un reo de muerte . y entre otras ja
culatorias que le sugería camino del suplicio - le encaxó la si
guiente deprecación : Señor , dame un auxilio eficaz in sensu
thomistúrum. Oyólo un tomista > y acercándose , le dixo al
oido : ergo datar. Mas el jesuíta respondió sin detenerse : dfí-
tinguo : in furca , concedo : in cáthedra , negó. Este es el mo
do de man.jar las opiniones : todo lo demás es indigno , no
diré ya de unos hombres machuchos como debemos ser
nosotros, sino hasta de un joven , en quien el calor y
la inconsideración suplen por la reflexión y la prudencia.
En vista pues de que ni yo tengo las opiniones de los je-
suitas , ni los jesuítas están en disposición de poder pagarme
los derechos de la agencia ¿ qué habrá sido lo que me movió á
abogar por su causa ? Yo se lo diré á V. paraque no lo igno
re. Me ha movido la relación que hace de su extinción en la
Francia el autor anónimo de la Vida privada de Luis Xf. ,
que por cierto es testigo á quien los señores liberales no pon
drán tacha ; porque no es liberal solamente , sino también li-
üeralúimo. Me ha movido la apología que los jesuítas con
trapusieron á la acusación trabajada por los jansenistas sobre el
instituto , que quisiera yo leyese qualquier hombre imparcial,
y luego me diera con un porro en la cabeza . si cotejada con
la acusación no la hallase concluyente. Me ha movido.... pero
lo dicho basta ; pues yo no tengo obligación de dar
cuenta á nadie mas que á Dios , de mis particulares pen-
C
samieníos - y no quiero meterme en mas disputas que las
machas que me rodean. V. , Sr. Nistactes , pudiera tambiea
dexar descansando en paz á los jesuítas. Aun quando ellos hu
biesen tenido para la desgracia que sufren todo el mérito que
yo no alcanzo , su situación presente es aas digna de lástima
que de invectivas. ? Quid müerum JEnea laceras ? Jam parct
sepulto.
He dicho ya sobre nuestros enlaces , sobre nuestras con
versaciones, y sobre mi modo de pensar, todo lu que exigías
las misteriosas insinuaciones de V. Quedaba que decir sobre
la esquela , si la tal esquela hubiese existido , y no fuera uno
de los que V. en su sueño llama rasgos de imaginación. No ha
habido mas esquela , que la que le dirigí en respuesta de otra
muí lacónica y muí devota , que V. me envió quando ya su
sueño estaría quizá gimiendo, ó próximo á gemir en la prensa.
Puede V. darla al público , si la contempla útil para al
go ; y si para ello necesita Je' mi licencia , se la dci
amplísima y remota. Volvamos otra vez al texto gordo,
y dfspm?s de haber hablado sobre el paisanage y Jos otras
mil títulos , en que V. funda el amor y respeto que protesta te
nerme , pasemos á examinar las pruebas de este amor y c¿ts
respeto.
Y con efecto ellas están tan de bulto , que mas no puede
ser. Hasta los sordos las tienen de oir , y los ciegos las han de
observar. ComienEa V. á mostrar su amor haciendo men
ción de la paciencia con que leyó mis cartas , y de la razón
que yo tuve para llamarlas batiborrillo , cita'ndome luego
por autor de esta censura : como si hubiese habido jamas al
gún tonto , que se diese con una piedra en los dientes.
Luego á la pág. 2 me dice, que yo no sé si mi ma
dre puede morirse contenta, porque me parió á mí , ó si yo m¡
puedo morir contento, porque de padre me ha convertido en
madre. En la 3 refiere que he convencido á D. Agrámalo de
qne hai bruxas. En la 4 , que me pinto para oler hereges y h¡-
regfos : que sueño : que me trago fábulas ( p¿g. 5. ) que so
tengo tiempo para leer historias t y en la 8 , que no tengo ao-
ticia de Jos cánones toledanos. Trátame después en la u de i*
cauto : en la 13 de que tomo el tono de maestro sin merecer
acaso el nombre de discípulo ; y que no tengo ojos ni oídos para
percibir. ( ¡ Qué miseria ! Peor es mi suerte que la que David
cuenta de los simulacros . que óculos habent , ei non vidébunt ;
dures habent , et non áudient ) que mi lengua pudiera llamar
se prontuario de la humana debilidad ( frasecilla que por cier
to me ha gustado. Sigue todavía la salutación , y á la pág. 18
me hace el honor de decirme , que me explico peor que un
kgo i á la 19. me cuenta entre los débiles ,. me pinta atragan
tado ( ¿ pues no lo habia de estar con unas reconvenciones tan
irresistibles ? ) y me supone plagiario. Luego en la 21 acaba
de destabar la alberca, y me suelta aquella preciosa peroración,
en que me echa en cara entre otras cosas - la barbarie , la
imprudencia y la rusticidad , y me exórta á que estudie mas ,
á que dilate la esfera de mis conocimientos , y salga de no sé
qué neblina que no me dexa ver claro. ¿ Quién que lea esto, Sr.
Nistactes , podrá dudar de ese amor y respeto que V. tan cor-
dialmente me profesa , y de que en su advertencia tuvo cui
dado de enterar al público § Y ciertamente que dio V. en ello
un golpe de maestro ; pues como el amor y el dinero no pue
den estar ocultos , mejor ha sido que V. mismo lo salga di
ciendo , que no que las gentes lo presuman , al leer esta lar
ga sarta de cariños, g Y qué quiere V. que yo le diga á ellos ?
Ninguna otra cosa , sino que quisiera tener el salero que tuvo
la Tertulia patriótica , quando respondió al Conciso, que aun
que por otro estilo , la requería de amores.
Pero todos los referidos no son mas que tortas y pan pinta
do, en comparación de otros en que-pasándose de lo físico á lo
moral, me encaxa tenacidad y ligereza á la pág. i : á la 17
que afecto ignorar la verdad : á la 20 que vendo á los simples
la falsedad , después de haberla convertido en caudal propio:
á la ¿i y 22 en que acaba de soltarse la perra . el engaño de
los pueblos semillas . la malignidad . las expresiones sediciosas,
el estilo ageno de mi profesión, y las especies sediciosas sembra
das con capa de religión. Pues ¿ qué diré de las ternuras con
que se despide de mí, encargándome que tenga zelo por la ver
dad , y no contra ella, con la discordia nacional , y no por la
- i
se >
desunión ;por el decoro de la Religión, y no por su descrédito*.
Mas qué he de decir, sine que no pude leer esta y otras igua
les caricias , sin invocar en el secreto de mi corazón á santa
Ba'rbara y á todos los santos abogados contra las tormentas.
Pedia limosna, Sr. Nistactes , un pobre ciego cerca de la
puerta que llaman de la Carne en Sevilla. Sucedió cómo fre-
qüentemente sucede , extraviarse un toro que con otros iba á
ser encerrado en el matadero. Por la grita y por el estrépito
de los que huyan, se impuso el ciego en el peligro que le ame
nazaba , y comenzó á gritar. ¿ No hai por un butn alma
que me arrime siquiera á la pared 'i En esto llegó el toro, y
dándole una testarada lo arrimó puntualmente á donde queris.
Mas el ciego que experimentó el beneficio, y no se impuso ea
quien era el bienhechor, exclamó al experimentarlo. \Pordvs
hermano, pues para arrimarme á la pared ¡ no era menutir
pegar empujones tan grandes. Otro tanto digo yo í V, Señor
«mante mió. Para mostrar ya sea el amor que me profesa , ya
sea las equivocaciones que va á deshacer, ya sea qualquiera
otra cosa que le dé la gana, no era menester pegar ¡empujones
tan grandes.
Mas ya que tuvo V. la bondad de pega'rmelos ¿ qué cansí
ha podido haber ( perdóneme V. que le dé estos zelillos) pa""
que no haya hecho conmigo lo mismo que cen aquellos otros ,
á quienes ha dirigido la que intitula Contestación á h ima
nación de las Fuentes angélicas , á los que después de darles
las pascuas como á mí , promete V. encomendarlos á Dios 'l-
-Biea.me hago cargo de que estará haciéndolo también conmi
go sia decírmelo■; pero esto no. impide la quexita que tengo .
porque no me lo ha dicho , ni tampoco el temor que de qaan-
do en quando me viene , de si se olvidará de mi. Lo d'g0'
porque vamos siendo ya tantos los acreedores á estos particula
res mementos , que necesitará V. de una memoria prodigios!
■para hacerlos : y formado el cómputo de los nuevos acreedores
<jue nos hemos . juntado , de una mafíana entera y de un cirio
pascual para cada misa. ¡Oh devoción incomparable ! ¡Oh ca
ridad sin exenrploi ¡que tan aprisa solicita que el gobierno
declare por traidores á los que descubren y sostienen sus prime
21
ras opiniones , como promete hacer de ellos mención especial
en sus oraciones y sacrificos !
En lo que V. , Sr. Nistactes , lo ha hecho y no pequeño
conmigo , es en que la excomunión , ó llámesele como V.
quisiere , de su papel sea también de participantes ; como si
las personas y corporaciones á quienes por ajarme aja , estu
viesen comunicando ó hubiesen comunicado conmigo in crimine
criminoso. ¿Me querrá V. decir con qué objeto ha sacado de bo
tones gordos, baxo la persona de D. Agrámalo, á aquel mi amigo,
honra del estado eclesiástico , tómese por donde se tomare , y
merecedor del concepto en que Sevilla lo tiene por su inmensa
instrucción . por su sólida piedad , por su notorio desinterés ,
por su incansable beneficencia , y en fin por quantos dotes de
ben constituir un verdadero clérigo? ¿Ignora V. que tocando
en su persona, toca en la pupila da sus ojos á quantos hombres
de bien lo conocen y lo tratan , que son todos los de Sevilla ,
y muchos de fuera de ella ? ¿ No advierte V. que se expone á
tener que solicitar declaración de traidores , ó á obligarse á im
plorar los beneficios del Cielo para muchos, miles de habitantes
de aquella ciudad . que segurrmente tendrán que escupirle á la
cara ? Valga Dios á V. , Sr. Nistactes , por ese respeto que me
tiene. Pudiera contentarse con tenérmelo, y dexar quietos á los
demás.
Pero V. lejos de prestarse á esto , lo cunde no solo á las
personas que tienen enlace conmigo, mas también á las corpo
raciones á donde supone pertenezco ; y no estamos en el caso
da averiguar si con verdad 6 sin ella , ni esto sirve para mal
dita la cosa. Me supone fraile , y de la Religión de Seo. Do
mingo, y maestro , y sobre todas tres cosas se le va la muía .
y dice é insinúa lo que no debiera. ¿Por tan fatuos tiene V. á
los Lectores de los frailes , que pinta-á dos de ellos en su pag.
• i. mirando con acatimieiito á un personage, en cuya persona iba
-V. á co'gar qtiantos dixes componen la fatuidad mas completa ?
g Por tan imprudentes é inciviles , que tuviese atrevimiento da
ir á sa T,r del snbio , santo y respetable cuerpo de los agusti-
•BOÍ , uno en c^va boca pone tantas desvergüenzas y sarcasmos?
% Qué juicio tiens V. formado del epíteto Orden de la verdad
22
que la silla Apostólica dió i la Religión, ds Sto. Domingo,
que el consen:imiento de los fielis (incluso el supremo consejo
de Castilla , como puede ver V. ai frente de la obra de M¿s
que me cita ) constantemente le ha tributado, y que el mismo
Orden incesantemente ba merecido por una no interrumpida
serie de servicios ? ¿Es también este título materia de sarcas
mos y búrlelas ? Vamos al de maestro. La misma silla Apostó
lica 4¡ue autorizó á la Corbona , á Salamanca , á Lovaina , &c.
para que lo diese , autorizó para lo mismo á muchas sagradas
religiones. En las Universidades se dá hoi por el mérito de
haber estudiado la teología , en las religiones por el de haberla
enseñado al ménos doce años. ¿ Quién pues merecerá con mejor
justicia este respetable título ? ¿ Ei que soio ha estudiado , ó el
que después de estudiada, ha enseñado por tantos años la teolo
gía ? Y dado caso que alguno de entre los frailes lo lleve en vano
¿ no bastan y sobran á hacerlo respetable ese número casi infi
nito de ellos , que lo han sabido llenar con tanta gloria de la
Religión , con tanto honor de la patria , y con tanto provecho
de todo el pueblo cristiano ? Borre V. pues , borre lo que acerca
de todo esto insinúa en la pa'g. 6. Borre también lo que en la
21 dice acerca de si yo fuese Prior ó Subprior de la casa. Na
da de esto conduce para el asunto de su escrito; y la única
utilidad que puede esperar de ello, es que los señores liberal s
lo crean profeso en la nueva religión de Weishaupt , donde los
frailes ñeque notninéntur. Mas de estas cosas podrá ser que tra
temos otro dia con alguna mas extensión.
Lo peor de todo es , que ni la Calificación del Santo oficie,
ni el título que me tomo de cristiano viejo , se escapan de que
V. intente facerme ridículo por ellos. Si señor : soi cristiano
viejo y gua'rckse V. de hacerse ciistiano mozo, como infalible
mente lo será , si trata de aprender á serio de Quesnel y del
sínodo de Pistoya. Si señor : lí. calificación del Santo Oficio es
un título de mucho honor, que V. ambicionó en algún tiempo,
y que yo (pudiera V. haberlo djjjjio, puesjo presenció , y fué
testigo de ello) obtuve sin ambicionarlo, y que de consiguiente
estimo doble mas, por lo que es en sí mismo , y por el modo
con que vino á honrarme. Purdóu^me V., Sr. Nistactes , si me
he calentado algún poquillo. Todo hubiera' podido excusarse ,
si V. antes de tomar la pluma , hubiese dado un repasito á su^
Kempis ; pues aunque yo todavía he leido mui poco de él , en
uno de estos dias me tropezé con aquella reglita quz V. da en
las pág. 173 y 174 : Para que seas escritor de libros .... nece
sario es también que veas en tí alguna señal di que esa es la vo
luntad de Dios : y yo teniendo á la vista casi todas las obras de
V. , en ninguna de ellas , incluso el Kempis , veo la tal señal ,
antes sí muchísimas en contra. Me temo pues mucho de que V.
padeciese ilusión quando ¡a vio. No será extraño ; pues S. Pa
blo nos avisa de que satanás suele transfigurares en ángel de
luz.
V. hará lo que mejor le parezca , si llega el caso que infali
blemente llegará , de que tenga que conciliar su Catecismo ds
Estado con sus Fuentes angélicas. Ello es menester que lo ha
ga según los principios de la Reunión , como promete en el pri
mero : y á mi me parece que el resultado ha de ser un conti
nuo sí y no •> peea y no peca , está y no está obligado : en una
palabra , un pirronismo religioso algo mas digno de atención
que el V. cree descubrir en el teológico del P. Escobar , de
que nos habla al fin de su pásj. 5. y principio de la 6.
Quedemos pue? , Sr. Nistactes . en que aquello de que V.
ama y respeta al Filósofo Rancio por paisanage y por otros mil
títulos, fue una equivocacioncilla de las de primera clase, que
V. padeció en la grave enfermedad de equivocaciones , de que
habitualmente adolece. Todavía nos resta otra algo mayor que
deshacer , relativa á la erudición y sabiduría de V. Trátate
de ella luego que la alegría y las esperanzas que en nosotros
ha despertado la reconquista de Badajoz , me dexen margen
para hacerlo. Entretanto cuídese V. mucho , para consuelo de
los que participamos el beneficio de sus oraciones.
Fecha donde las otras en 15 de abril dí 1812.

El Filósofo Rancio.
P. D.
Perdonándome V. antes esta satisfacción que me tomo
quiero que sepa como ha llegado á mis manos el Diario mer
34
tantil de Cádiz de 4 de marzo , y con él cierta carta 6 comu
nicado que dirige al diarista un señor R. Q. qua usurpa estas
dos iniciales , acaso para que no quede ni una letra ds todas
Jas del abecedario, que no venga á meterse conmigo. Este ca
ballero posei:b de uní caridad poeo mis ó menas como la ds
V. , me recarga porque no miro por mi honor, porque dud¿
de qué Cristo sería el .FV, Antonio de marras , porque no hice
caso del cascabel que este bendito me soltó , porque dice que
imito á Voltaire ( y quando él lo dice , estudiado lo tiene ) por
que cité aquello de Jos taparrabos y execuíorias , y en fin por
otra cosas que es mi voluntad dar aquí por competentemente
expresadas : me echa después mi sermón corriente , y me da
muchos y moy saludables consejos. Pido á V. pues por favor,
en primer lugar que si tiene algún dinerillo de sobra, le pague
los derechos de este pedimento de apremio ; y en segundo qus
le cuente de mi parte la siguiente anécdota.
Comandaba el famoso AlexanJro Parnesio al exército espa-
fíol que hizo levantar el sirio con que H-enrique IV afligía á
Paris. Hecho cargo aquel general de que sus marchas eran por
tierra enemiga , y á la vista de trop A numerosas y bien man
dadas . dispuso las suyas de manera que Henriqne IV nunca u
atrevió á acometerle , aunque varias jfeces lo intentase. Para
obligarlo pues , le envió ua parlamento en que le decía q is
aquel modo de marchar era indigno de un gefe tan famoso , y
de un exército tan aguerrido , e.vj ¡-tan dolo en seguida de esto á
que le presentase batalla. Alexan Jro Parnesio le contexto no me
acuerdo en qué breves términos; mas la sustancia era, que si el
rei la queria , podria dar la batalla en la hora que mas le aco
modase : pero por lo que pertenecía á él , no tenia costumbre
de tomar consejos que le diesen sus enemigos.
Se servirá V. pues enterar á ese caballero , en que si llega
el caso de que yo sea su pasante , podrá disponerme lo que he
de escribir , quápdo he de hacerlo , cómo , con qu é'palabras ,
y todo lo demás que .quisiere : pero ínterin no nos vemos ea
este caso , pienso usar del imprescriptible derecho que me com
pete sobre mi papel , sobre mi pluma , sobre mis palabras . y
sobre mi tiempo , escribiendo lo que me parezca , quaodo me
parezca, y como me parezca, sin pedir ni tomar consejo de li
beral alguno. En vista de lo qual, deberá el Sr. R. Q. guardar
sus consejos para quien los haya de tomar , y alisar de esta mi
resolución al Sr. O. G. Fr.~ Antonio de Cristo (con quien tan unido
está V. ) y á todos ios demás , que ni sé quántos son , ni me im
porta saberlo.
Otro sí ; también ha llegado á mis manos la Banderilla de
fuego del Filósofo Rancio , de que hice á V. mención en mi
anterior. No tuve eniónces de ella mas idea que la que me da
ba el Redactor , que por cierto no supo extractar según todo su
mérito este tan apreciable papel. Debo pues ahora qua lo he
visto añadir sobre él alguna cosa. Por lo que toca al título , no
puede ser mas propio . porque el papelito es efectivamente una
banderilla de fuego , ó lo que es lo mismo , incendiaria. Mas
en aquello de que es al Filótofo Rancio , me temo mucho que
haya yerro de imprenta : porque el rejoncillo de la tal bande
rilla está ya podrido de viejo y de mohoso , y por lo mismo no
puede romper mi pellejo mui endurecido ya y encallado : por
que la pólvora viene mojada, y no ha podido arder; y porque
quien trata de clavarla , tiene ménos tino que quien da Una en
el ciato y ciento en la herradura. Me parece pues , vuelvo á
decir , que anuí erró Ja imprenta , ó mas bien el escritor, y dixo
-al Filósofo Rancio , en v ez de decir al filósofo murmullo. Toda
banderilla de fuego saca al toro de su paso, lo hace saltar aun
que sea por los banecs de Fla'ndes, y no pocas veces que rom-
-pa y atropelfe las barreras. ¡ Qué gloria si esta banderilla pro-
duxe.«e un efecto igual en el filósofo murmullo ! El cortaría en-
tónces este njJo que los filósofos atizidores no saben ni pue-
tkn desai3r , y con esto llegaría la hora de a deseada regene
ración. Animo pues, seííores. liberales : no hai que perder ter
reno. Ya van dos años , y aun todavía no han podido Vg. lo-
■ gra* un 10 de Agosto , ni alguno de les otros dias solemnes
que en ménos tieirpo lograron sus precursores en París ; mas
todavía
i Por lo que pertenece al cuerpo de la obra , quisiera yo ,
Sí". Nistactes , que V. que tan dispuesto está para las obras
de misericordia como para las de justicia, exercitase la primera
D
•4
de las espirituales , enseñando á este pobre ignorante , lo pri
mero á hacerse cargo de qual es el sujeto de la disputa , y no
confundir la legislación á que están sugetos los tribunales , con
la obligación que tienen de aplicar á los casos y reos particu
lares las leyos que prescribe esta legislación. Desde que hai
príncipes y gobiernos cristianos, la traición contra Dios se ha
reputado por un crimen mayor que la traición contra el gobier
no , el homicido , el latrocinio , y todos los delitos atroces : j
desde que hai hombres , á los delitos atroces se han señalado
atroces suplicios ; y para la averiguación de delitos extraordi
narios, se han adoptado medidas extraordinarias. No es pues el
tribunal de la Inquisición el que ha establecido las leyes que b
rigen para capturar, sentenciar, y ex?cutar los reos : han sido
los gobiernos cristianos en todas sus épocas y siglos: ó mas bien
ha sido el derecho de gentes , según el qual , quantas naciones
existieron , han dado el primer lugar entre los crímenes y sos
castigos al desacato contra Ja divinidad. La misericordia pues
del Tribunal consiste , en que trata de que sus reos por el arre
pentimiento se pongan fuera del caso de la severidad de las
leyes : en que de tal manera atienda á llenar los fines de estas,
-que al mismo tiempo proporciona al culpado quantos consuelos
caben sin detrimento de ellas; finalmente , en que bac« lo po
sible por salvar á hombres, que por las mismas merecen per
derlo todo, y que infaliblemente lo perderían déla nte de qua/-
quier Parlamento ó tribunal civil. Dice este señor Tostado . 4
tostando, que íient borla enfilósnfía,y que está pronto á demta-
trarlo. También suelen tener borla lor mulos que tiran de la
cajasa. Si la de ese Ingenuo ( por abuso , á no ser que tome /a
palabra según que en nuestro idioma es á veces sinónima con
la de tonto) decía; que si la borla de este Señor Ingenuo ha de
pasar por borla de filosofía , es menester que se muestre, no
por los títulos ( que esos también los tiene Jomtob , y es un
filósofo como todos sabemos) sino por la lógica, que nos en
seña á no mezclar berzís con capachos. . ,
Lo segundo que V. debe enseñarle , es que la borla en
derecho á ninguno autoriza para combatir el derecho en que
tiene la borla : que >i en un pleito de tigno , auí de afín
27
iñone tuviese la temeridad de hablar en estrados contra las
leyes que sobre estos puntos rigen , sufriría una multa , una
suspensión , ó quizá un presidio. Mucho méiios pues deberá
desatarse tomo lo hace , contra unas leyes que nadie ha dero
gado , que ha sancionado el consentimiento de todos los go
biernos , que se han mirado siempre en España como sagra
das , y de cuya observancia pende el honor de la Religión , la
paz de la república , el sosiego de la vida presente , y la espe-
ranza de la felicidad futura de la Patria. En qualquiera o'ra
e'poca estaría ya el Sr. Ingenuo temando ración en la Jnquisi-
cicn por los méritos de su papel ; y esto se entiende en Es
paña , porque en España existe este tribunal ; pues si hubiese
sido en Francia , donde no lo habia , ya hubiera ardido , ó
estuviera próximo á arder en una plaza pública. Sepa que Dios
no es viejo : y que si nuestro gobierno distraído á mas urgentes
atenciones , aun no ba fixado la suya sobre el tal Tostado y
otros nenes de su pelo , podrá ser que algún día pueda fixar-
la , para dar la recompensa que merecen á estos públicos pre
varicadores é incendiarios.
Lo instruirá V. lo tareero . en la causa que le obliga á mi
rar con tanto horror el incendio , la muerte , las galeras , la
infamia y demás castigos que se aplican á los que juzga el tri
bunal de la fé. La causa de este horrores el testimonio de
una conciencia por su propia convicción tostada , y que teme
de un momento á otro quando llega al cuerpo la chamusquina.
No así en les que por la misericordia de Dios no sentimos estas
cosquillas en la conciencia. Como hombres que somos , nos
estremecemos con el espectáculo de la muerte que se da á
otro hombre ; pero como cristianos y como hombres de razón,
sabemos sofocar estos naturales sentimientos con la considera
ción de la atn cit ad del crimen , de la necesidad del castigo,
y de la importancia del escarmiento. Si los filósofos que tanto
cacarean , y tan léjcs están de saber lo que es patriotismo, no
tuviesen ya apagado en su corazón este justo y racional senti
miento ; por la complacencia con que vemos perecer á un-
traidor, ú oimos el descalabro de un exército enemigo, podrían
computar lo que pata por nosotros , quando sufre la merecida
28
pena un enemigo de Dios , y un traydor á la Religión. Mas
el que ellos no sean tocados de este sentimiento , no quita que
lo experimente la generalidad de la nacio.i. Ella ama á su Re
ligión , y el amor , orincípio y primar móvil de todas las otras
pasiones , despierta el zelo , la ira , y la venganza , quando le
tocan en la cosa amada. El pueblo español lia- visto y verá
tales espectáculos con tanto interés , como horror mu?stri de
leerlos el Sr. Tostado. Y si por haber asistido á ellas es tana
¡>.u indignación contra. Cáelas II , mucho mayor debe ser ( y
efectivamente será, aunque: no se atreva todavía i manifes
tarla ) contra S. Fernando el III , que como dicen las lec
ciones que la Iglesia señala para su fiesta , llevaba por sí mis
mo la lefia coa que los-hereges habían de ser quemados : pro-
priis ipse m.ínibus ligna comburéidis iamnáús ad rogum aive-
hébul : y cuidado que en su tiempo aura no había inquisición
baxo ningjna.de sus formas en los reinos de L?o.i y de Cas
tilla. Si el Sr. Tostado, que tanto aprecio haee de la» borlas
que tiene en la cabesa , hiciese alguao del crisma que le pu
sieron en ella mucho antes que las bonas , ¡éjos da insultar la
memoria de Carlos II por esta religiosa acción , descubriría en
ella verificada aquella verdad, por donde el Espíritusanto ase
guró en boca del Profeta , que el jjsto se alegraría, quando
presenciase la venganza ; y lavaría sus mano» en la sangre de1
pecador. Lxtáb'itur justas , cum v/derit vináictam : manas san
Javábit m sánguine peocatóris.
Lo quarto que V. debe eos; fiarle es, que pues tan filan*
tropo, se muestra con las cenizas de los muertos, que se nsfl
hecho acreedores á que no consintamos entre nosotros ni aun
sus cenizas ; lo sea- también con la fama en cuya posesión es
tán , y por d *>nde viven depues de su muerte los mueitos. N'
merecen , ni gozan , ni sienten los cadáveres. Esto no obítaa-
te, las gentes todas les han procurado y procuran el honor de
la sepultura ; y todas las legislaciones , ó al ménos muchas ¿'
ellas declaran inviolables los sepulcros. Es pues la sepultura
un obsequio que se hace i la memoria del muerto, en que tw
nen interés los que restan vivos. Por esto nuestros mayores lla
mara» a, los funerales indistintamente obsequias y eneaéi5'
.
por una regla toda contraria , lí privación de la sepultura , y
d abandono y destrozo d¿\ cuerpo es nn castigo, por donde se
infama la memoria del muerto, que es lo tínico en que ya pue-'
ds padecer, y se despierta el escarmiento de los vivos.
Quanto mas zelosas han sido de aquel honor las leyes . tanto
mas severas se han mostrado en agravar esta infamia. Podrá el
Sr. Tostado en suposición de que ni es , ni permita Dios qué
sea legislador ni juez, llorar sobre los desenterados, los que
mados en estatua , y también sobre Jos que ss ponen en quar-
tos por los caminos , no obstante que la Filosofía en que está
graduado de maestro, nos presenta infinitos exemplos de estas,
que executados por ella en la gente de bien , son y se deben
llamar atrocidades. Pero como con este corazón tan filantrópico
para con los picaros que nunca debieron existir, puede expli
carse contra los que mientras existieron , han sido nuestros re
yes , y han merecido nuestro respeto, y tienen para con noso
tros bien puesta su memoria, es lo que no entenderá sino el dia
blo. Dígame pues , cara dé Rosa: ¿porqué habla mal de Feli
pe y Carlos segundos? Me dirá que porque fueron malos. Está
bien: pues por lo mismo debió V. abogar por ellos, como abo
ga por el judío , por el heregí , por el maléfico, &c. Pregun-
gunto otra vez : ¿ y que tribunal ha declarado á los mencio
nados reyes por malos? No hay mas tribunal que V. y los que
se le parecen, cuya autoridad estamos viendo , cuyo juicio ni
vemos, ni nadie verá, de cuya integridad sabemos lo bastante,
y cuya probidad está reclamando la Carraca. Puss, señor mió:
a los reos que nosotros damos por bien juzgados , los juzgaron
urros hombres , qua en su tiempo tuvieron toda la confianza de
la nación, y en el nuestro tienen la recomendación de que
Vs. los insultan, por la sola filantropía qué los ha decidi
do en favor de los ladrones, homicidas, y demás gente honra
da. Veamos últimamente que testigos son los que han depues
to contra aquellos dos monarcas. Dirán Vs., si dicen lo que es,
que los libros franceses, los libros de sus hereges , y los libros
de sus filósofos. ¡ Válgame Dios , señor doctor en leyes ! g Es
fuera del lugar de los hechos á donde se van á buscar los tes
tigos? ¿La enemistad y odio han dexado ya de ser excepciones?

¿Vale ya la deposición de «n picaro que escribe en París,
contra lo que atestiguan testigos oculares de España sobre lo
ocurrido en ella? ¿Lo que dice un rival contra lo que sabemos
de otro ? ¿ Lo que asegura un impío contra el que sostiene la
piedad ? ¿ Lo que un herege vomita contra un príncipe cató
lico ? ¿ Y lo qua la Francia humillada y abatida por los aus
tríacos , intrigó , fingió , corrompió , y transtornó para ven
garse? Cáteme V. que este derecho no se ensaña en nuestra Es
paña en parte alguna, sino en la clase de Quintana, que es
el Pant¿on del Escorial. Fuera de allí, los austríacos son con-
siikr J'-s como hombres que tuvieron sus faltas, y sus buenas
cualidades. Y como para todos los españoles vale todavía el
quarto precepto del Decálogo, alabamos Jo que tuvieron ¿t
bueno , y excusamos ó cubrimos lo que tuvieron de malo. Li
filosofía de Vs. y su filantropía en este punto es como la d:
Cam el hijo de Ñoé , que no contento con no cubiir como de
bía , quiso que también sas hermanos viesen la desnudez de su
padre. Aun todavía la encuentro yo peor que la de aquel mil-
dito; pues á la burla que él hizo al santo Patriarca, no sabemos
que añadiese la apología por los malvados , como Vs. hacen.
Es imposible que el gobierno no pare algún dia su atencrói
sobre Vs. Haga Dios que no sea muy tarde.
Le dirá V. lo último , porque ya estoy cansado . quí sl
los del siglo XIX encontramos muchas cosas dignas de risaea
el XVÍI y XVÍÍI, no serán muy pocas las que encuentren el
nosotros los del XX : y que lo que nos importa sobre todo, «
que ya que por nuestra desgrjcia tendrán las generaciones fu-
tpras mucho que reír de nosotros, no nos busquemos á nosotros
mismos, ni demos á los que vengan detras , ocasiones y causas
de llorar. Perdone V., vuelvo á decir : no creí ser tan largo;
pero me consuela que como V. me ama y respeta , se compla
cerá en evacuar mis encargos , y deseará que se los repita, es
pecialmente si son de esta clase.
CARTA DÉCIMA-SEXTA

DEL FILÓSOFO RANCIO,

QUINTA

A IRENEO NISTJOTES,

PROCURADOR GENERAL

DEL

JANSENISMO.

REIMPRESA EN MALLORCA

ÍN LA IMPRENTA DE FELIPE GÜASP.


Año 1 8 1 4.
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Señor Ireneo Nistactes.

M. jai señor mió : á pesar de lo mucho que están lla


mando mi atención las especies de las Fuentes angélicas , he
or,íido no deber alterar el plan que para con V. me propuse en
el principio , no obstante que lo que me resta de él , pudien
omitirse en otras circunstancias . y aun quizá debiera , atendi
da la débil y expuesta situación á que en el dia está reducida mi
salud. Pero sefíor mió , V. se ha declarado nuestro común ma
estro ; el partido todo de los maestros ciruelas lo ha reconocido
por gafe y protector , y nos lo cita como á un oráculo ; y el
pueblo . inundado en cierta manera con las producciones de
su pluma , podrá tener tentaciones de reconpcerlo por el doc
tor universal de nuestro siglo, de cuya inagotable oficina ha
recibido . está recibiendo , y si Dios no lo remedia , continua
rá en recibir reglas sobre todas las cosas presentes, pretéritas y
futuras. Catecismos de Estado , Kémpis de la literatura , His
torias dogmáticas , Cartas de toda clase , Fuen tes angélicas .
Avisos al murmullo ( quise decir á la nación, y se me fue la
pluma ) Contestaciones á los impugnantes , y qué sé yo que
otro centenar de escritos , en que se entra V. como por su casa
por lo mas recóndito de las ciencias y facultades , mostrándose
consumado filósofo , profundo político , sabio jurisperito , há
bil canonista , teólogo completo , .místico devoto , dogmático
.invencible, expositor feliz , sutil escolástico , orador nervioso,
historiador exacto, humanista perfecto, en fin todo lo que ge
puede ser y es ea la clase de sabio, de erudito y de literato.
Yo pues que veo á los liberales caidos , y al pueblo en peli
gro , aunque remoto , de caer en la tentación de poner 4 V.
en. «1 nicho de S. Isidoro , como en Varis pusieron á no sJ
quienes , en los de los santos Hilario, Ambrosio, &c ; he
creido hacer algún obsequio tanto á unos como á otros , y aun
ú V. mismo , deshaciendo algunas de las muchas equivocacio
nes en que prater intentiónem tiene costumbre de incurrir, de
sempeñando así la quarta y última parta de mi plan. He dicho
algunas de las equivocaciones , porque para correrlas todas se
ría necesario un talento como el de V. Mi propia experiencia
me ha convencido de esto ; porque habiendo proyectado en uno
de estos dias recoger siquiera las mas principales , fué tal el
laberinto de ellas en que me vi, que por poco se me hubiera
ido el juicio : ni encontré otro remedio que salirme de las qoe
notaba en lo» otros escritos con las manos en la cabeza , di
ciendo : ¡ Jesns ! ¡Jesús ! ciñámonos puramente á las del Jan-
tenismo : para las demás no alcanzan mis fuerzas , ni quizá lu
del gigante Galafre que defendía el puente Mantible : deshá
galas su autor si pudiere ; y si no pudiere , ai están las boti
cas y las tiendas de especería , que poco á poco las ira'n consu
miendo.
'■' Pues señor mió de mi alma , como iba diciendo de mi cuen
to 5 yo imitando á V. en esto de reducir á claves lo qos me
propongo decir, creo haber hallado la que necesito para la pre
sente carta , en estas memorables palabras con que V. cierra la
Advertencia que le sirve de prólogo. v> Espero que nuestros re«-
v> petables teólogos y todo el venerable clero de España ( ¿ quién
v> no alabará esta humildad ? ¿ á quién no encantara esta
m modestia?) desentendiéndose del plan de este papel , que
r> al cabo es un sueño en que caben rasgos de imagÍD3cion ,
v> atenderán solo « la solidez de las razones , y al buen deseo
v> del que lo escribe. » Hasta aquí V. , que con este melón
llena este serón : do aquí adelante yo, con un puñado de equi
vocaciones que no me cffben en la cabeza. No me meto en
aquello del buen deseo. V. lo dice : las gentes lo creerán , ó
tío : por mi parte ruego á V. que quando me encomiende á
Dios , según su loable costumbre , le pida á este Señor que
me los dé mejores. En lo que sí tengo dificultades no mui fáci
les «le- apear , es en ese pían que V: nos dice , en esos rasgos
He imaginación que nos promete, ^ren la solidez de esas razo
5
«M que nes convida á meditar. ¿ Apostemos algo a que nunca
estuvo V. tan dormido , como quaudo sofío disparates tan clá
sicos ?■ Allá van mis observaciones , y juzguen de ellas basta sus
clientes de V. los jansenistas y los liberales.
Quando una obra tiene plan , lo primero en que se conoce
es en la correspondencia de ella con su título¿ Si este es propor-.
cionado , y si en una ó pocas palabras presenta con claridad y
limpieza el intento de la obra, ya está desempeñada la primera
y principal parte del plan. Así lo enseña cierto autor que
no tango gana de citar, porque sin su cita es cosa que todos
conocemos. Ea pues , vamos á ver el titulo de su famosa obra
de V. El Jansenismo. Está mui bien. La Eneida es la descrip
ción de los trabajos y acciones heroicas de Enéas. La Gatoma-
quia es la guerra y batallas de los gatos. Aquí los títulos cor
responden al lleno de la obra. Pero g querrá V. decirme edmo
la suya desempeña el que tiene de El Jansenismo ? g Qué dice
V. en ella de este héroe , ó de este paxarraco ? g La hai
i» rerum natura ? g Qué es? g Qué propiedades tiene ? g ó
qué naturaleza y propiedades dexa de tener ? Ni el mismo
Edipo que viniera para ello , acertar/a á sacarnos de estas di
ficultades. Si hai algo en este mundo que se parezca al murcié
lago , es seguramente este papeüto de V. , en que su modo de
pensar sobre esta importante materia se esconde al abrigo de las
tinieblas , y si alguna vez empieza á presentarse , apenas va
nos á seguirlo con los ojos , quando ya se nos desparece. Por
■Dios , Sr. Nistactes , que ó se explique V. mas claro «n
•la obra , ó nos dé luz para entender su título, g En qué caso
está el nombre Jansenismo ? g La oración que debemos suplirle
ha de ser de activa , ó de pasiva ? g Deberémos interpretar el
Jansenismo embrollando , ó el Jansenismo vindicado á fuerza
de vueltas y de embrollos? Por Dios , repito , que nos saque
V. de estas dificultades. Ya ve que no soi yo solo el que las
tiene: que si antes las padecían algunos , ya son muchos los que
se quexan de ellas, y qu^ responder como V. responde al
Diario de Santiago con aquello de la discordia que los fran
ceses nos metieron , como lo hace conmigo \ es traer para una
causa deplorada un patrocinio mucho mas deplorable. Ea los
6
tiempos Je Arnauld autor de esta salida , pudo ella por su no
vedad deslumhrar a' algunos ; pero ahora , después de mas de-
siglo, y medio en que tanto ha sido llevada y traída , y en que
una no interrumpida experiencia nos la ha demostrado podrida -
hasta los tuétanos , no es ocasión ni de h3«rla valer ; ni de
citarla. Piense V. pues en otra, por si llega el caso de nece
sitarla , como, creo que llegará; porque me está dando en la
nariz que los cristianos viejos y católicos rancios vamos á
garjar el pleito , Unto en el juicio posesorio como en el
plenario. ■ ¡.
Mas omitiendo ya este punto , sobre el qual creo haber di
cho i V. lo bastante en la primera que le dirigí , y dexaado
el título de la obra en el caos en que fué concebida ; busque
mos en su disposición ese plan de que V. nos asegura. Dice
que al cabo es un sueño : y yo no puedo ménos que envidiarle
esa felicidad que tiene para solar con plan, j De quántas ma
las- noches me hubiera pr?s?rvado una habilidad semejante I
j Q.iántos sueños tristes , ó como generalmente se llaman pesa
dillas, me hubiera yo ahorrado desde que empezé á temer, y
luego tuve la desgracia de experimentar los enumerables roa-
les T que han llovido , continúan lloviendo, y amenazan llover
sobro todos nosotros ! Comprimido el corazón , el ánimo an
gustiado , y la imaginación agitada , producen en mí el
mismo efecto que en Job los trabajas con que Dios lo probabí.
Si díxero , eonsolabitur me léctulus meus , tenebis me ftt
sómnia , et per visiones horrori concúties. Si pues -yo pudiese
formar plañís para mus sueños como V. , unas noches dispon
dría soñar con el emperador de la China , y tener conferencia»
con él sobre el modo de dar colorido á las zarazas : otras me iría
al mundo de la luna , á saber si los sabios de por alíá se pare
cen á nuestros escritores : otras al Letheo , i ver si SBi
aguas me borraban algunas especies que me incomodan : otras
en iin formaría otros planes , que como no han de ser , no ten
go paraqué citar. Pjdiera V. decirme, dónde se compra»
ó cómo se adquiere esa habilidad tan peregrina. Mas s'
acaso consiste ella en lo que me estoi prssumiendo, á saber*
no en que V. despierto forma -los planes de sus sueños, sino ea
r
que los forma como si estuviese dormido, es decir , en que
suefía c«n los ojos abiertos ; no es menester que me diga cosa
alguna , porque de esa habilidad he visto mucho. Buen prove
cho le haga á V. : con su pan se lo coma.
Entremos ahora en el por menor. ¿ En qué género dem
erito piensa V. executark) ? Ya «e ve que en el dramático , á
tiene V. tanta predilección como muestran sus Catecismos y
Coloquios. Está bien : pero ¿ V. sabe á lo que se comprome
te el que escribe un drama en prosa , sobre una materia que
por su naturaleza no interesa , y sin los encantos ni li
cencias que trae consigo y da la poesía ? Es necesario
que sin salir de los límites de una mera conversación ,
esta interese al lector por la utilidad ó el deleite , ó por
ambas cosas juntas. Es necesario que á cada qual de los inter
locutores se les dé el carácter que tienen , si se introducen per
sonas verdaderas , ó que deben tener , si se fingen. Es ne
cesario que lab tales personas siempre se expliquen según su
propio y distintivo carácter, Donde la cosa que se trata no in
teresa, por sí misma , es necesario que interese por el modo
con que se tijata* Las personas introducidas , ni deben estar
ociosas , ni hablar ma» de lo que conviene. La expresión
.debe variar , según la variedad de personas , pensamientos y
afecto*. El estilo deb¿ ser puro y noble , y al mismo tiempo
parecer trivial : las transiciones , tan freqüentes como varia
das : las salidas , tan naturales como imprevistas ; en fin , por-
que decirlo todo sería alargarme mucho , un diálogo ó un dra*
ira . ó como se llamare , es la cosa mas insulta del mundo ,
si no concurren ¿ embellecerla todas las gracias del lenguage.
Ahora bien., Sr« Nistastes: ¿se halla V. con fuerzas com
petentes para todo esto .? Es regular que crea que sí :
á mí me parece todo lo contrario. Ello dirá. Mas si hubiese
de valer mi consejo , lo mejor sería que V. se metiera como
yo á cartero , según me llama no sé qual de esos tontos. Una
carta es como un cenacho grande , donde cabe lo poco j
lo mucho. El escribir cartas es cosa .que todo* haceeos , y
.oficio que como el del aguador se aprende desde el primor
yiage.

i
8
Sea no obstante d ra mi el que V. quiere que represente
mos. ¿ A donde piensa que vayamos á representarlo ? Ya veo
que el cartel en la pág. i. nos cita oirá la biblioteca de San
Pablo. ¿ Está V. en sí , hombre de DLs ? ¿ Conque quiere V.
que vayamos á tener nada méuos que dos horas da conversa
ción á la biblioteca de un convento ? ¿ Pues no sabe que estas
bibliotecas son lugares de silencio, y que en ellas no se tienen
mas disputas que lo* actos de estudios, que á determinadas ho
ras prescriben los planes de las respectivas comunidades ? Si
levantamos , como es natural , un poquito la voz , n«>
exponemos i que nos mande callar qualquiera fraile. Siendo
también , como lo es aquella , una biblioteca pública ,
podrán acudir á ella , como freqüentemente sucede', perso
nas extrañas y todas las consideraciones nos están diciendo
que no les incomodemos. ¿ No podríamos pues irnos coa
nuestra música á otra parte ?
Pero aguarde V. , que todavía se nos qaeda lo mas bonito*
j Q ié dia y horas son las que V. nos cita ¿ Responde el testo»
que la noche de la natividad de nuestra Señora. Biea
podía V. dexarnos la tal noche para dormir : acuérdese de
que no todos somos murciélagos , y de que lo que- de no
che se hace , de dia aparece. Pero vamos á lo principal.
¿ Y en qué aSo ? En el de 1817 , porque en este fué quaa-
do V. tuvo su memorable sueño, y porque las dos cartas mias
qu« diéron motivo para él , y que V. leyó con una pacte»-
da tan heróica , no se habían escrito sino en mayo y junio ,
ni visto la luz pública sino en julio y agosto del mismo año.
Conque según la cuenta , V. me convida para la biblioteca it
San Pablo de Sevilla en 8 de setiembre de iSir. Pues señor
mió , yo no voi allá , ni aunque V. me envié coche en que ir.
j No se acuerda de que desde % de febrero del año anterior
está allí el Sr. Mariscal Soult con toda su comitiva ? ¿ La
han ofrecido algo porque me llev» allá ? Fuera de que la bi
blioteca ' adonde V. nos convida , ya no es biblioteca , por
que la han convertido en establo de caballos nuestros ilus
tradores y regeneradores , parientes inmediatos de mucho*
q'ue en Cádiz promueven los mismos pensamientos. Ademas
9
de es'to , V. quiere que alguna de las personas que han de
hablar sean frailes , unos dominicos , otros agustinos , maes
tro el uno , lectores los otros : y todo ésto , señor mió ,
esta' ya antiquado en aquella ciudad. Ya el padre Frai se
ha mudado en el Señor Don. No estrafía V. , que le;
cite este Dominas Dóminus , porque el tal señorío ne es
reas que un título , cuya correspondencia á forte reí es
un puñado de hombres sin calzones ; y aua digo poco ,
pues los infelices . darían gracias á Dios de no tenerlos ,
si después de una vida entera de trabajos empleados en
beneficio común , y de ana vejez enferma y anticipada
por los tales trabajos , contaran siquiera con un mendrugo
de pan que roer ó chupar. Perdóneme V. esta digresión , á
que me ha conducido el espectáculo de uno de ellos . que se
rae presentó en estos dias transido de la miseria y de la ham
bre , y la narración que ma hizo del infeliz estado de otros ,
dignos por cierto de diferente suerte , é imposibilitados de
evitar la -que los consume , por no tener ni fuerzas para
huir , ni medios con que hacerlo , ni esperanzas de en
contrar abrigo.
Volviendo pues á nuestro caso , digo que es un anacronis
mo y un solemne disparate suponer el teatro en Sevilla , don
de no nos podemos juntar por mas que V. me lo mande , y en
una qne fue biblioteca, y ahora es caballeriza : querer que con
curran frailes de diferentes religiones , siendo así que todos
por fuerza están insertados en clérigos : suponer maestros en
teología , donde ya no entran sino maestros de herrar bes
tias ; y lectores , donde no hai que leer , ni gana ni
proporción de hacerlo : y pintar que se están dos horas en
teras en conversación sobre puntos que no llenan la barriga,
unos hombres que la tienen como cañón de órgano , y que
ni de dia ni de noche piensan en otra cosa , que en como han
de entrener la respiración y la hambre. Es verdad que todo- es*
taba remediado con que en vez de chocolate se tomasen por la
mañana un par de periódicos, y al medio dia media docenu
dé artículos comunicados; pero como esta fruta no está
allátan barata como en Cádiz, los infelices no puedan pensar sino
B

en lo que Lorenzo, aquel de en lo que pienso, piense.
Conque , Sr. Nistactes, sin que por esto sea visto querer
yo emendarle á V. la plana , me parecía á mí que lo
mejor fuera , que dexando quieto el dia , y señalando hora
mas cómoda , llevásemos el teatro á otra parte. ¿ Qué incon
veniente tiene V. para ponerlo en Cádiz ? Ai , donde to
davía los hai, y con el favor de Dios seguirá habiéndolos, se en
cuentra V. con frailes dominicos y agustinos y de otras reli
giones, si acaso los ha menester: y si mi presencia hace
falta ( estoi en que no , por lo que diré después ) el
tostó que V. ha de hacer en llevarme desde aquí á Sevilla,
hágalo en que me lleven á Cádiz , pues embarcado será
menor , y se ahorrará V. de presentar al principio de
su plan ese anacroHismo , y ese puñado de cosas repugnan
tes. También quisiera si pudiese ser , que V. nos dispensara
de tener nuestro coloquio en biblioteca alguna de convenio.
£1 tal coloquio atendido su mérito intrínseco, está pidiendo de
justicia un café. Mas ya veo que no puede ser este nuesrro
teatro , porque el café no debe ser paradero de frailes , aun
que de hecho lo esté siendo de algunos. Ademas , como á V. se
le ha puesto en la cabeza que se citen y registren Sto. Tomas,
Bclarmino, Cóncina , y otros téologos , y también varios au
tores nacionales , empezando por la colección de nuestros
antiguos concilios ; preveo que en llegando la hora de que-
xer echar mano á alguno de estes libros, nos hemos de halle:
en blanco , porque en los cafees no hai sino gazeta; y
periódico» , y entónces nuestra comedia se acabará á íari-
gazos como los antiguos entremeses. Siria yo pues de parecer,
salvo meliori , que para evitar todos estos inconvenientes , nos
fuésemos á tener nuestra conversación en una tienda de li
bros , donde los tendríamos á mano , donde todos pudiésemos
concurrir , y donde cupiese nuestra contextacion mala , bue
na , ó entreverada , pues de todo suele haber en las que se
mueven en estas tiendas. ¿ Qué dice V. á esto ? Ya veo que
tixeretas.
Pues señor , sea como V. nos manda en Sevilla , y en la
librería de San Pablo , con pretexto formal que hago de no
II
asistir sino involuntario , y esto en sueños , ó como alma
en pena , 6 en forma de fantasma , ó de qualquiera otra
manera en que no me vean los filósofos españoles que allí vi
ven de hacer la causa de los franceses. Vamos á saber ahora
quk'nes somos los convidados para la comedia , ó como se dice
en' las antiguas , las personas que hablan en ella. V. nos infor
ma de todo con sus puntos y comas por el consiguiente órdan.
>i Parecióme «star en Sevilla mi patria , sentado en la bi-
« blioteca de San Pablo con un P. Mtro. de aquella casa , y
n con otros dos lectores, que le miraban con acatamiento, w
Conque por buena cuenta somos ya quatro. V., uno , los dos
lectores , tres , y el Mtro. que soiyo, ó hace mis veces ,
quatro. Menester es que tenga V. tanto ingenio comoCeivantcs
para dar á cada uno el papel que ha de representar , y ha
cerle que lo represente dignamente ¿ Quiere V. que ya c«-
menzemos ? Paréceme que no, pues todavía nos trae mas gente.
n Iban entrando en ella ( continua V. ) dos frailes agusti-
V) nos ; n cosa que V. admiró : bien podía haber dexado es
ta admiración para un tiempo mas desocupado. Por causa de ella
se le olvidó acabar de meter dentro á estos frailes, y decirnos «.
coa qué objeto venian : mucho mas siendo su presencia una co
sa para V. no esperada. Por fin , con estos dos ya estarnos
seis. ¿ Hai mas gente que venga ? Todavía nos queda el
rabo por desolllar. w Junto á la mesa ( prosigue el texto )
vi habia un capitán de fragata llamado D. Claudio , mui es-
»» tudioso , á quien conocí en el colegio de guardias marinas
m de Cartagena ( Dios tenga á V. de su mano , no sea
v> que también nos meta en la representacioa al colegio , y á
v> sus guardias marinas ) y un D. Agramato clérigo de
v> buena edad. v> Hasta aquí el texto : y yo confieso á V. ,
Sr. Nistacte? , que quando comenzé á leer aquello de junto
á la mesa habia , pensé que lo que había fuera algún par de
muebles destinados á decorar la representación , v. gt. dos can
dileros, dos alabardas ó dos albardas : pero ya veo que eran
das hombrus hechos y derechos , uno capitán , y otro clé
rigo. Así pues , ya sé que si se me ofrece predicar de
Pasión, deberé decir: junto á la cruz había 5. Juan y la
Magdalena.
I2
Mas no nos paremos en estas menudemias. En lo que sí
me paro es en que V. que con tanta nos refiere el nombre , la
aplicación , y el conocimiento y ocasión que tuvo del uno,
y la buena edad y estado del otro; no nos diga ni cómo estaban,
ó por hablar con V. , cómo había estos dos hombres junta
á la mesa. Cada una de las de la librería que V. cita , tiene
quatro sillones. Ocupa V. estos quatro sillones de la mesa con
su persona ( sentado ) con la mia, y la» de los dos lectores ,
que aunque V. no lo expresa , parece que también lo estaban.
Pregunto pues : ¿ y los dos agustinos que iban entrando*. ¿ Y
los dos que había junto á la mesa ? ¡ No hubo un buen alma
que se ¡levantase á hacerles un obsequio brindándoles coa
el asiento ? Si no hubiese habido mas que los tres frailes,
yo. no me admiraría de que V. con intención hubiese tenido
este descuido ; porque ya sé que es de los liberales , J qw
como tal no debe perder ocasión de dexarlos. en descu
bierto , y de presentarlos como gente ( lo diré en latin ) im-
ritum peripséma usque adhuc. Pero hallándose V. alli , persona
tan fina , palaciego , hombre de tantos campanillos, y siendo
uno do los que estaban capitán de fragata , y su conocido des
de antaño ¿ dexarlo junto, á la mesa ?.... ! Vaya 1 que aguí es
menester un cuento.
Llamaron á un escribano paraque un muerto otorgase ante
él su testamento. El modo de otorgarlo fué el siguió'
Los interesados en la herencia entregaron al escribano uaa
apuntación del repartimiento del caudal qne decian haberles
notado el enfermo antes de perder el habla. El escribano deba
irle preguntando al tenor de aquella nota : y el muerto 1
medio incorporado en la cama , y atado un pañuelo >
,1a cabeza, ocultaba un cprdelito que corria por debaxo de
las sábanas hasta los pies de la cama , y por donde era
fácil dar movimiento á la cabeza. Preguntaba pues el £s'
cribano : ¿ Es verdad , Sr. D. Fulano , que V. quiere , y
íh voluntad que sus herederos sean N.yN., sus albaceas ¿V-
y N. &c. ? A todo hacia el muerto que si con la cabeza-
Admirado el escribano de tanta docilidad , quiso también
sacar provecho de ella : y le añadió verdad queP-t01
*3
el mucho amor y antigua amistad que le tUne, y por varios fa
vores que ha recibido del presente ess-ibano , quiere que se le d:¡t
de lo mejor parado de su caudal tantos miles pesos ? A esta
pregunta el supuesto moribundo quedó tan insensible como un
muerto : y entonces el escribano volviéndose al que mane
jaba el cordelillo , le dixo : amigo nAo , aquí ó se ha
de tirar para todos , ó no se ha de tirar para ninguno.
g Con qué conciencia, Sr. Nistactes , quiere V. estar sen
tado , y que lo estemos los otros tres, que últimamente somos
de casa , y dexar en pie á los dos agustinos cuyo convento
dista cerca de media legua del de S. Pablo ; á D. Claudio
que ha venido desde Cartagena ; y á D. Agramato que no
sabemos que tierra ha traido ? Ó todos en pie , ó tocios senta
dos : ó quando no, no se meta V. en esos dibuxos, por donde
queriéndose mostrar baen inventor, solo consigue que vea
mos su pobreza. ¿ Conque donde acomodamos á esta gente ?
Dirá V. que se vayan á otra mesa. Y bien g hemds de hablar
á grito» ? ¿ Ha de ser ópera la conversación paraque la cante
mos ?. ¿ Habrémos de estar dos de los concurrentes espalda con
espalda? ¿ Dónde pues hemos deponer ámi Sto. Antonio ?como
preguntaba el predicador portugués que quería colocarlo ainda
mais que sohre los coros de los ángeles y los santos. Si
yo no hiciera para el coloquio la mucha falta que V. me
obliga á hacer , le respondería lo que el castellano al tal
predicador : padre , póngalo vossa merced aquí , que ya yo
me voi. Pero aunque yo me fuese , no quedaba mas que un
asiento para quatro. Valga la verdad , Sr. Nistactes : V. dixo
que su papel al fin era un sueño ; pero se le quedó por
añadir que era el sueno de que hace mención Horacio
desde el verso 6 de su arte poética ; y que trazaba un
pian.
.... Cujus , velut aegri somnia , vaate
i. Fingéntur species : ut neo pes , nec caput uni
Reddatur forma*

• Estamos ya pues ocho nada menos para la comedia Va


mos á repartir los papeles. El primero que entra en ella es V.
14
( la Iglesia por delante ) que como dice el texto , estaba
en Sevilla su fatria sentado m la biblioteca de S. Pablo. Estoi
por no creerlo , y dudo que haya quien lo crea. Estar V.
allí, moverse estas discusiones , discutirse tantos puntos ,
y callar V. , y no decir esta boca es mia, y no dar ( quando
no en el clavo , porque eso es rara vez ó ninguua ) al méaos
algún golpecito en la herradura ; ni yo lo entiendo , ni quizá
habrá quien lo pueda entender en todo el pueblo cristiano.
Aténgome á lo que digan las gentes. Mucho rae temo , Sr.
Nistactes , que por esta reflexión dude la posteridad de la
legitimidad de este escrito y del de las Fuentes angélicas , y los
tengan á ambos por obras supuestas á V. Aquí nosotros :
allí el Obispo , Pr. Silvestre , y el abogado hablando ;
¿ y V. presente y callado ? Vaya, que no me cabe en la ca
beza. Acaso me dirá V. que hace de redactor , y por eso no
habla : pero yo dudo mucho que laa gentes dexen pasa:
esta salida ; porque aunque para constituirse redactor le
asÍ3ta derecho , ( y aun creo de familia ) ; para no me
ter, su cucharada , no veo que reste ni probabilidad ni de
recho. Tome V. mi consejo , y pues nada piensa decir ,
vayase de la librería á sus ocupaciones , que de mi cuenta
corre referirle puntualmente- toda nuestra conversación , y
de la de V. redactarla con el salero con que acostumbra
hacerlo.
La segunda persona soi yo , á quien V. representa baio
el maestro de aquella casa : y porque en aquella casa podia
haber muchos maestros , y en la actualidad lo había hasta
de cocina, tiene V. la bondad de designarais? por tantas
y tan individuales señas, que ya no dexa lugar ni á mí para
que disimule mi persona , ni á la platea y mosqueteros para
que la ignoren. V. se cubre á estilo de los jansenistas y franc
masones con su nombre y apellido y patria tomados de
donde le dió gana : descubre á los quatro frailes por so estado
y profesión : finge enterameute un capitán qualquiera de mari
na ; y medio descubre medio tapa á un éclesiástico que
todos conocen por mi amigo , y á qnien le pone el nombre dt
D. Agramato. Pero yo ( ¡ desdichado ds mí ! ) tengo que sa
15
lir á las ¡ablas con iri pelo y mi lana , y con un cartel ai
cuell«( como los que ahorcan por traidores en donde su-'
primido mi nombre , no queda indicio que V. sepa y no
dé de mi persona. ¿ No hubiera sido mas barato , señormio ,
haber hecho V. lo que los promotores y predicadores de Ja iii-
mitada libertad de imprenta , que a nadie dexan libre lo que
lu era quando la imprenta gemía baxo la cautividad y esclavi
tud , y al que escribía le era lícito manifestar ú ocultar su
persona según le pareciese ? ¿ A qué son esos rodeos de
maestro de aquella casa , de autor de Jas dos cartas , de los
versos in illa tempere , del sermón imfreso de S. Pedro
mártir , de la noche de ánimas , y de que sé yo que mas señas ?
Hubiera V. hecho como hizo en el santuario de la lei uno de
los mas zelosos promotores de la libertad española , que infla
mado con el incendio de Numancia , vio á la luz de eíte fue
go mi nombre escondido detras del del biíneme'rito patriota ,
que tuvo la bondad de prestar el suyo para las dos cartas,
que formaban el cuerpo de delito sobre que me acusaba. Hubiera
V. imitado á todos los periodistas y comunicantes, que panegi
rizando la libertad de escribir, no consienten que ninguno lo
haga por la causa de Dios y la del rei, sin que luego le saquen
todos los trapos á la calle , y á falta del nombre no pon
gan el estado , 6 se lo supongan , si después de hechas Iss posi
bles diligencias no lo saben.
Está bien , señor mió : convengo en salir al público como
V. me sacare . en la inteligencia de que si no me di á él con
mi nombre y con mi apellido , no fue' ni por miedo ni por
vergüenza ; sino porque con respecto á los señores rege
neradores , no quise tomar mas título que el que su ignoran
cia nos daba per desprecio : con respecto al público andaluz ,
que es el que me conoce . no aspiré á que mi nombre y el fa
vor que muchos le hacen , contribuyesen á imponerle ; y coa
respecto á mí, como no pretendo cosa de este mundo que haya
de darme nadie , ni necesito de captar el aura popular , que se'
lo mui poco que vale, miré al principio con aversión y ahora
miro con indiferencia , la expresión de mi nombre en mis car
tas. Quedemos pues en que a pesar de que V. hizo mui mal en.
i.6
üicír h lucir una persona que tan circiiuspíctament» habia mi
rado la suya , la tal persona oo tiene inconveniente en
pr;starse.
V. si , Sr. Nistactes (y atienda bien á esto que le digo)
V. sí que debió tener presentes todas las consideraciones que
inspiran, no solo esa probidad con que nos empalaga, sino tam
bién la mas rigorosa justicia, y la mas descuidada educación.
Quando es ficticia la persona, que introducimos, el mismo au
tor que le ba dado el ser, puede prestarla, los pensamienr
tos y las palabras; pero quando la persona ao. es fingida, y,
existe ó ha existido realmente , á nadie es lícito atribuir!; co
sas ó palabras que no hizo ni dixo : nadie puede poner en su
boca otras doctrinas , que las que expresamante hubiere ense ja
do ; y será un impostor infame el que le haga decir, no sola
mente lo que no ha dicho , mas también aun aquello mismo
que parezca seguirse de lo que enseñó , como efectiva mena
no lo haya adoptado y enseñado. ¿ C ra qué conciencia pues,
con qué pudor , con qué crianza me introduce V. en su dia
logo trastornando las cosas que dixe .,. haciéndome decir lo que
no dixe , atribuyéndome quantas tonterías le -sugirió la fecun
didad de la suya, y haciéndome representar la persona, del mas
consumado mentecato?
Tengo á la vista entre otras obras de V. que la publica in
dignación por diferentes caminos mi ha enriado, Ja tan acalo
rada como fria Contextacion á la impugnación de las angélicas
filantes , y entre los miserables recursos á que V. echa mano
para encontrar la salida que no hai, uno es el que basca
en las páginas 6 y 7 en lo que debe ser un extracto. Todo el
mundo , dice , sabe qué es un compendio de una obra , donde
exácta y fielmente se expresa lo sustancial de ella, sin tergiversar
su doctrina, conservando las palabras quanto sea posible, y no
sustituyendo otras minos propias , ó que alteren el sentidoy va~
hr de las sentencias, j Valga Dios á V. por escrupuloso y exac
to ! Si tanta puntualidad se necesita para extractar la obra ¿
quánta será necesaria para hacer hablar á un autor ? ¿ Quándo
V., escribió esto, no se acordaba de lo que habia hecho pocos
meses ántes ? Y quando escribió su jansenismo pocos meses án
t-es ¿ porqué no tuvo esto tsn presente como debía ? Mas ya vee
que es privilegio de todos los señores liberales querer , como
dice el refrán , un Dios para sí , y un diablo para los otros.'
¡ Qué alharacas no hace V. sobre las expresiones de for.man la
usurpación ~ disolver la utilidad &c. ! ¿ Y qué ? ¿ Tinta es la
propiedad con que V. había , y tan castigada es su dicción ,
que crea poderse burlar de aquellas expresiones ? Si el asunto
lo mereciera , nada habría mas tácil quí darle á V. en los ojos
con un millón de desengaños. ¿ Pues qué quiere que le diga
sobre la puerilidad de haberse agarrado del manifiesto yerra
cometido en la imprenta , por donde se puso á raíz , en lugar
de á raya , como emienda todo el que lee ? ¿ No se está cono
ciendo á leguas que todo el impreso abunda en semejantes yer
ros , por donde se imprimió formán, en lugar de fomentan la
usurpación , y disolver la utilidad en vez de la unidad, como
Ya ha hecho manifiesto el autor ? No digo mas sino que si hu
bo barajada , no fué la del autor del Extracto , sino del de la
Contixtacio::. Sr. Nistactes ; ménos licencia. La que V. se ha
tomado de habhr en mi nombre , no está despachada en mi se
cretaría ni encontrará en el cielo ni en la tierra secretaría don
de se le despacha, aun quando vaya á la del Parnaso. Ya sabe
V. , y si no lo sabe , sépalo , que la mayor de quantas fal
tas se ponen á Virgilio , es haber atribuido á la persona de
Dido dichos y hechos , qua la pobre reina no habia siquiera
imaginado.
Detras de mí salen i las tablas , según la narración de V.,
los dos Lictores que me miraban con acatamiento, g Y que pa
pel piensa V. dar á estos dos Lectores ? Ve V. aquí un punto
que no es mui fácil de explicar. Atendido el rumbo que V.
adopta para fingir la larga contextacion sobre los puntos com-
prehendidos en su escrito , á todos es manifiesto que ellos no
hacen falta para maldita la cosa. Conque mejor será que se
vayan , y no vengan á estorvarnos ; y mucho mas bien , dis
pensándolos yo, como efectivamente los dispenso, del acata
miento con que me están mirando. ¿ No entra V. por este mi
consejo , y quiere que no obstante se queden ? Bien : convengo
en ello, coa tal di que V. sostenga ese acatamiento con que dice
C
i6
me miran. Desde que se abre la discusión , truena contra mí el
3gustino , suelta sus invectivas D. Claudio, y D. Agramato
dice yo no sé que. ¿ Entretanto que hacen los dos Lectores
mios ? Mirarme cen acatamiento. Pero Señor , no dexe V. ese
acatamiento en solas miradas ; aparezca en las palabras tam
bién; y pues me lo tienen, y me ven na solo combatido, sino
también sobresaltado ( pág. 12. ) y atragantado ( pag. 19.)
y caido en la ratonera, y qué sé yo qué mas, muestren siquiera
en una media palabra ese acatamiento con que V. los ha visto
mirarme. Convengamos si V. quiere ( ¡ y cómo si lo quiere ! )
i>n que se desengañen del error en que están metidos , y vean
que no soi digno del acatamiento con que me miraban; mas para
este desengaño se los debe dar tiempo. No son ellos ciertamente
mas sabios que nuestros respetables teólogos y todo el venerable
clero de España , á quien V. se propone desengañar con su
acostumbrada modestia : y sin embargo no es de opinión que
ha dicho lo suficiente para este desengaño , ha*ta que después
de escritas veinte y dos pa'ginas, despierta , mira el relox, y
ve que ha dormido dos horas. Conceda V. á estos dos misera
bles lectores siquiera un quarto de hora para su desengaño, y
mientras este no llega , déles licencia para mostrar de palabra
alguna parte del tal acatamiento. — No señor , no hai luga» ce
afeitarse: el acatamiento debeserpuramente.de miradas, se-
cúndum illud :
Quando están dos amantes
..... En una sala ,
Las lenguas enmudecen ,
. Los ojos hablan.
Por último quiso Dios que allá á la página 16 saltase uno de
los lectores de ¡a casa , quedándose encamado el otro , como
dicen los cazadores que sucede coa las liebres. ¿ Y paraqué
salta ? Mucho me alegro padre , que vengáis danzando : y ve
nia por la escalera rodando. Para bailar ó saltar , como todet
los demás , extra chorum , y acabar de completar la chapa
danza. Vaya Si. Nistactes , otro cuentecillo. Dispusiéron en
un lugar tentr una comedia, y entre las personas que para ella
«scogiéron , una fué la del sastre. Este pobre hombre tomó
*9
'tan de' veras su p3pcl, que en dos meses no trabajó en mas que
en aprenderlo. Lo buscaban paraque cortase. — No puedo ,
porque esloi aprendiendo mi papel. ~ Querían que cosiese. ~
Déxelo V. para después de la comedia , porque ahora m me es
posible. — Llegó en fin el deseado dia , y con él, el momento
de que nuestro sastre recitase loque babia aprendido. Sale pues
á las tablas : todo lo que tenia que decir estaba reducido á es
tas palabras , ¡ Ai, que me han muerto j y después de tanto
tiempo de estudio , lo que dixo , fué : ¡ Ai , que me han
matado l Haga V. allá la aplicación , con la diferencia de que
para decir una patochada hubo bastante en aquel pueblo con
un sastre , y V. trae nada menos que dos lectores.
Iban entrando, según eltexto , dos frailes agustinos. Su
póngannoslos acabados de entrar, y dígame V. , así Dios lo
feaga un santo, paraqué trae dos, estando en ánimo de no dar
papel mas que á uno. Por cierto que está el pan mui barato,
paraqua carguemos de gente : y á fe que el impresario de esa
casa de comedias que en Cádia se ha abierto , y tan con
currida se halla para gloria de Dios y salvación de las almas ,
no consentirá por todo el mundo que ninguno que no haya de
representar , se le meta de gorra en la compañía. Si ea
aquel sermoncito que para acabar su papel pone V. en bo
ca del Lr. agustino , hubiese habido acto de contrición , pu
diera V. haber dado á su compañero la comisión de traer el
Santo Cristo. Pero siendo como fué un sermón sin paño y sin
Cristo ¿ qué nos hemos de hacer con ese fraile que V. nos
trae de sobresaliente , y que aparece ai sin nacer papel en
toda la representación ? Haga V. siquiera de lástima , como
entretener á ese pobre, y no le dé dos horas de poste sin
necesidad.
Vamos ahora á su compañero el lector. Dígame V. en con
fianza : ¿ tiene V. algo contra los frailes agustinos ? g Hai
algún sentimentillo de los machos que V. suele tomar , que lo
empeñe en -desacreditarlos ? No extrañe V. estas preguntas.
Quien dice un fraile agustino sin mas añadidura , dice la re-
< tigion de S. Agustín representada en uno 4c sus frailes. Quien
trae á un lector sin designar persona , trae á un publico pro
20
fesor de lá escuela i donde -pertenec!*. Quien paes dice n
fraile y lector agustino , introduce un representante de esti
distinguidísima religión, y de esta respetable , sabia j católica
escuela. Tiene ella , como hasta aquí lia tenido , inumerablfs
hijos que por su conducta y doctrina han edificado y edifican
la Iglesia de Dios. Pero aun quando en la actualidad no tu
viese quien pudiera hacer coro con Sto. Tomas de Villanuevj,
con Fr. Luis de Leoa , con su sobrino Fr. Basilio Ponce , con
el V. Mtro Orosco , con el Mtro. Márquez, y con otros
tales , hoDra de su religión , de nuestra nación j de nues
tra Iglesia ; tiene el mismo espíritu, las mismas leyes, y
la doctrina misma por donde antes floreció , y por donde
siempre puede y debe florecer. El que pues cita un repre
sentante de este binemérito cuerpo , debe presentar un hombre
lleno de sabiduría , de probidad , de moderación, y de todo lo
bueno ; porque la diferencia que hai del historiador que refiere,
al poeta ú orador profano que inventa, es que el primew
• describe á los hombres como son , pero los segundos están en
la obligación de fingirlos como deben ser.
• . Supuesto esto en que todos convienen § qué atrevimiento
es ese dé V. en fingir un lector agustino , tan ignorante cotw
• mostraré quando lleguemos á la solidez de las razotiess,] t»fl
poco comedido y mal criado , como muestra la sarta de saicss-
idos y desvergüenzas que recopilé en mi carta anterior,/
• V. puso por la mayor parte en su boca ? Ya sé que los K"
ñores liberales tanto de Cádiz y las provincias libres, como
los que son el azote y verdugo délas ocupadas, gradúan á los
■ frailes de ignorantes con un tono de magisterio qu? « P1*
ra chillarlos , ó mas bien para hacerlos chillar por la P'
cía. Pero señor mió , esto podia pasar y ha pasado en el es¡rl*
-do de unas damiselas , en las discusiones de un caf¿,eDíre
los pasantes de un mal abogado , y tal vez en alguna univer
sidad ó colegio donde desterrados los que tienen dos ojo»,PJ"
san por videntes los tuertos. Pero ni ha pasado , ni pasari en
-públicos- escritos. Dexe V. que los frailes se desenvuelvan -
• los franceses y de la miseria , y ya verémos si son ellos ó "»
charlatanes quién llera el gato al agua. Por ahora, J
sin citar otros de quienes no sé , ai tiene V. y ticne"tocia la co-
fraiía áFr. Luis Zi.rc.zo agustino, que ha mostrado hasta la
«videncia la impiedad é ignorancia de las Reflexiones sociales
que D. J. C. A. tuvo el atrevimiento de proponer como ele
mentos de la Constitución española , y que otro tal tan char
latán y fatuo como él , llamó á boca llena producción de la
sabiduría y patriotismo. Ai está el editor de la gazeta de la
Mancha que es. monge g?rónimo , y de quien el menor
parrañllo vale mas , que quanto han escrito, escriben , escri
birán , y son capaces de escribir , quantos liberales nos haa
apestado y apestan. Dexen Vs. , dexen que la España se libre,
que por lo que toca á las luces, sabiduría y demás tonterías
que tan sin razón se atribuyen y con que tan fastidiosamente se
pabonean , no se llamarán malogrados.
Pues vengamos á la modestia y decencia en los modos de
tratar y de explicarse. V. , señor mió , no puede ó no debe
ignorar que la disciplina religiosa «s uno de los mayores cui-
.dados de todo cuerpo regular , que vive en el seno y con la
aprobación y .recomendación de la Iglesia , y por consiguien
te que en todos ellos se cuida , no solo de lo que como cristia
nos y 'como hombres deben los religiosos , mas también de
quanto contribuye al buen olor de Cristo , y práctica de los
.consejos evangélicos. Excluya V. pues las máximas y costum
bres que centra el Evangelio ha promovido y sancionado para
•con muchos la filosofía francesa : excluya esa sarta intermina-
ible de protextas falsas y expresiones frivolas, que hacen el for-
:mulario de los que se llaman cumplimientos : excluya en fin
:el ridículo ceremonial de ese arrastradero de pies , de esas
-contorsiones del cuello y del cuerpo , de esa risita tan perenne
ccomo importuna : últimamente , todas esas gestiones por donde
• de hombres serios &e han transformado muchos en bailarines y
ítitereteros ; y verá que la educación de las comunidades
• nada omite de aquello que nuestros rancios padres llama
ban crianza cristiana. Especialmente se tiene en ellas mucha
consideración en que todos no se reputen por barbas iguales,
como está haciendo en el dia la filosofía liberal : ántes bien
continuamente se recomienda aquello de corám cano cáfit:
concurrí — hoiióra pzrsónnm senis ~ jumórem t? m increpa1*
beris i3: :y aun con respeto á los iguiles se inculca aquello
otro de qui díxerit fratri suo raca üc. Véalo V. ea la regli
de S. Agustín que es común á muchos cuerpos religiosos . y
en que después de varios importantes documentos relativos á
esta materia , se pone por conclusión el siguiente : Proindi
vob'is á verbis durióribus páreite. ¿ Como pues se atreve V. á
introducir á un religioso , á un hijo de S. Agustín , á un
profesor de teología , explicándose como si en las leyes que
deben dirigirlo , y en la educación que se • le ha dada,
nada se previniera acerca de esto ? Me citará V. el exemplo
di este y el otro fraile » que á pasar de tan sagradas obliga*
ciónos, obran como si no las tuvieran , y se conducen ea
el público como bacas sin cencerro : y me los citará V. se
gún la lógica liberal, que de los particulares saca los uni
versales , por los abusos impugna los usos , y á semejanza de
los escarabajos , desentendiéndose de las rosas y los lirios qui
hermosean el prado, van á buscará roda costa lo que ea él
dexó la necesidad del hombre ó del borrico. Pero , señor mío ,
si valen estas citas , es menester que acabemos con todo quan-
to faai entre los hombres : es menester que acabemos tamíweA
con los hombres mismos , que deshonran por la mayor par*
te la dignidad , y desmienten la bondad de su naturales1.
Todavía es V. mas injurioso al respetable cuerpo de agus
tinos por el interés que á favor dil Jansenismo supone :ons-
tantemente en su Lr. Abre V. el coloquio por la provocación
que D. Agramato le dirige , y por la indignación con que ál
responde acerca délos palos que llevan los jansenistas en mis
dos cartas. ¿ Y qué tienen los agustinos de común con los jan
senistas , paraque el D. Agramato se dirija á ellos , y ellos
sj den por ofendidos ? Casi todo lo que V. hace decir al agus
tino , conspira á persuadir , que el jansenismo no es mas qu:
un apodo , una cantinela , una heregía imaginaria , una... ¿ Por
qué no se expresa V. según el diccionario de la secta , dicien
do un fantasma ? Y en verdad, señor mió, que este leuguage
según el constante uso de la misma secta, es una protesta tan
deciJula del Jansenismo, conjo protesta decidida es de los boe
nos españoles la que dice España al ¿ Quién vive ? Vaya V. ,
hermano carísimo ,- vaya V. á Utrech , si quiere encontrar co
sa que parezca com»nidad eclesiástica , y profese la doctrina
de la secta. Fuera de alli no tiene que buscarla, porque la de
Pistoya se disolvió por la conversión de su obispo. Por todo lo
demás no encontrará sino tal qual jansenista vergonzam .
murciélago legítimo , que no sale sino en tinieblas , y que
tan aprisa parece ratón como ave. Mucho nos ha detenido
esta persona. Quiera Dios que no nos detenga otro tanto la
que sigue.
Esta es-( te ipso teste ) un capitán de Fragata llamado D.
Claudio. ¿ Y qué? pregunto yo: ¿ vamos á representarla co
media de alguna batalla naval ! ¿ ílai algún convoi que debe
escoltar con la suya este capitán de fragata ? Pues si nada de
esto hai , ¿ qué empleo piensa V. darle en una discusión teo
lógica ? Viéndolo estoi , y no lo acabo üe creer. Este capi
tán de fragata viene á ser el medianero y arbitro de la dis
puta , como si á mí v. gr. me llevasen para práctico del puerto
de Cartagena , ó para formar la linea de un combate, j Vál
game Dios, Sr. Nistactes ¡ ¿ No encontró V. en el gran surtido
de esa su fábrica de personas otra mas bonita que traer? ¿ Un
seglar es juez competente de una controversia eclesiástica ?¿Uu
capitán de fragata deberá saber algo mas en teología que lo que
sepan un Mtro. que ha envejecido profesándola , y un Lr. que
en la actualidad la profesa ? Verdaderamente que tiene V. co
sas de hombre mayor : pero no digo bien ; pues las tales «osas
son de hombres niodernitos ,y mui modernos. Porque en efec
to g no es una gracia ver á un pasantillo de abogado , á un oíi-
cialillo , no sabemos si de Vénus si de. Marte, á un meque
trefe de los que en las oficinas llaman trocatintas , ó cosa que
«e le parece , meterse por esos siglos de Dios , tirando tajo»
y rebeses , echando á rodar quanto ediíicáron nuestros, bar
baros padres, emendando la plana que nos dexáron mrestrcg
mayores , y sacando del pozo demóerito , como dice uno de
«líos, un cielo nuevo y una tierra nueva , para ahorrarle á D/os
el trabajo que nos ha prometido tomarse de sacarlos, luego que
se acabe este mundo ? i Benditos mil veces el siglo XVIií to>
24
do entero , y lo q'ie llevamos del XIX! Allá en el V. se quexa-
ban S. Gregorio Nazianzeno de que hasíi en las tabernas se
disputase si había de decirse una ó tres hipostases , y S. Ge
rónimo, de que se hubiesen metido á intérpretes de la escrituri
delírus senex, et gárrula anus. Si anón vinieran, no tendrían
de qué quexarse, porque las disputas sobre estas materias ya rw
son en las tabernas , sino en los cafees que son lugares
mas decentes ; y los viejos y viejas chochas han cedido su
comisión á unos Narcisos, que se pueden beber, segun están
de acicalados ^ en un vaso de agua. Allá también en ao se que
año de la fundación de Roma , queriendo aquella república
tener un arreglado código de leyes , se vio en la necesidad
de enviar diputados á la Grecia , que le traxesen las que
habian dictado sus sabios : pero ahora , gracias á Dios , no te
nemos nosotros que enviar á parte alguna en busca de sabios ;
en cada esquina de Cádiz, en qualquier puesto de papeles pú
blicos , y en todos los cafees , nos encontramos legisladores i
docenas, capaces de constituir una república , aunque sea h
de los mismos Lacedemonios, en mucho ménos tiempo y mejot
que Licurgo. V. pues , Sr. Nistáctes , ha hecho mil veces
bien en traer por juez de una discusión dogmática á un capi
tán de fragata; bien que resintiéndose todavía de las ideas ran
cias , tiene cuidado de habilitarlo para la disputa , casi del
mismo modo que D. Quixote se habilitó para sus aventuras.
Nos lo presenta en primer lugar mui estudioso , yo también 1»
he sido, pues me pusiéron á la escuela de edad de poco mss de
quatro años , y hasta los cincuenta y seis que ya he cumplido
no he hecho otra cosa ; y con todo tengo la desgracia de no
saber ni quales son las obligaciones de un cabo de esquadra ,
ni á qué toca el tambor quando lo tocan. Asegura después
que toda su vida ha andado entre teólogos : otro tanto les suce
de á los cocineros y legos de los conventos, y á los porteros de
los colegios y universidades. Ultimamente avisa que sabe de
memorh la- cinco proposi ñones de Jansinio , que es como
si enviásemos á pelear i un soldado , dándole por total arma
mento una cartuchera vacia, j Valga Dios á V. vuelvo á decir,
por soñador disparatado 1 Envié V. , envié á ese señor. capitán
25
á otra cosa que mjjor le (junar:?: ó ya que lo hatraido ala bi
blioteca de ese convento , póngale en las manos alguna de
los muí preciosos libros que hai ( quiero decir , habia ) en
ella sobre la navegación y descripción de los mares , ó alguna
carta hidrográfica.
Como pisamos sobre un suelo mojado , y estamos tan ex
puestos á resbalones, me hade permitir V', Sr. Nistaetesj una
(iigresioncita , cuya necesidad me ha eosefíade en cabeza age-
na la experiencia. Entre las razones que se dieron para ob
tener la libertad de la imprenta , y que con mas cuidado nos
rífirío el Conciso , fue' una que la tropa deseaba la ía\ ¡iber-
•tad. Salió el Imparcial diciendo sobre esta razón lo que de- .
bia : pero ape'nas se hizo público su papel, quando apareció"
.un diluvio de ellos acriminando su censura , y tratando de ha
cerlo odioso para con la tropa , y yo no sé si provocando á
esta paraque usase de su derecho militar. Lo cierto es que si
entre nosotros hubiese habido La Páyeles , Custfaes , ú 'otros
tales gefes , pudiera buenamente haberse verificado lo que ea
mi concepto deseaban y todavía desean algunos. En fin , al Im-
farcial me lo metiéroi) fraile , supusie'ron á los frailes enemi
gos de la nación y de. la tropa , y de esto y como esto añadie
ron quanto encontraron de precioso en los textos de su En
ciclopedia. Creo pues que no será fuera de propulso ahorrar á
V. y á los demás el trabajo que puedan tomarse ea hacer
conmigo otro tanto, valiéndose de lo que acabo de decir. Por
otra parte tengo deseo de que la tropa sepa quál es mi modo de
pensar acerca de ella; porque aunque ha muchos dias que dix>--
algo, ni esi algo ha parecido todavía en público , ni expresj
enteramente todo mi concepto. Para explicarlo pues , y
cortar toda ocasión y pretexto de chismes , digo en primer lu
gar, que en mi juicio no hai de texas abaxo ni un mérito , ni
un premio que iguale al importante servicio de los ciudadanos,
que por su Religión y su patria arrostran las bayonetas y las
balas , y sufren los horrorosos trabajos de la guerra : y por lo
que pertenece á lo que creemos de texas arriba , ya. ha
muchos dias que enteré al público sobre que en esta resolu
ción se verificaba, aquella caridad que Jesucristo gradúa por la
D
26
mayor de todas , y consiste en que un hombre exponga la vida
por tus hermanos , y aquella fortaleza en que Sto. Torras
( no el de las Fuentes angélicas ) encuentra todo el mérito dei
martirio.
Digo en segundo lugar, que sin embargo de todos los con
tratiempos , rebeses , y tal vez desórdenes y disparates , que
nos han conducido al extremo en que note frailamos, no he per
dido la confianza de nuestra restauración , y espero nuestra res
tauración de los esfuerzos de la tropa. Ella nos ha de volver
la patria , ella nos ha de restituir al Rei , ella nos ha de con
servar los altares , ella ha de conquistarnos la paz. La mayor
paite de nuestros oficiales era y es de hombres de honor , de
probidad , de Religión , con sus pecados ( los que los tienen )
de flaqueza y nada mas ; pero que en punto de fé y de es
peranza son tan españoles y tan católicos como el mismo Cid
campeador. A la sombra de estos vivian algunos, qua mis
que para soldados ¡ tenian vocación para maestras de amiga; ó
que teniéndola p3ra soldados , el trato con los franceses les /tizó
entenderles la lengua , como dice Gerardo Lobo que le sucedió
con los marranos que saliéron á recibirlo : quiero decir, se aban,
dona'ron á las ideas y costumbres francesas : y ya sea porqoe
quisiéron seguir la causa de los que los habían comunicado sus
ideas y sus costumbres, ya sea porque siendo .españoles y afran
cesados no jup éron portarse ni como españoles ni como fran
ceses , ya sea ( y esto para mí es lo cierto ) porque-Dios di
i los franceses las victorias que les da , para castigo de ellos
n ismos y de los otros , y á los españoles para g'oria suya y
castigo de solos los franceces ; lo cierto es que mientra» estos
espurios han danzado en la cosa , nada se ha podido ha¿er Je
provecho. Mas ahora que ya cada un» es conocido por \r> que
efectivamente es , y los sucesos han disipado la niebla que os
curecía el mérito y abultaba las falsas opiniones , ahora espe
ro yo que nuestra tropa haga lo que desde que hai españoles
ha hecho, y adquiera por la segunda vez á la Espafia la glo
ria que ninguna otra nación ha tenido , de renacer de sus mis
mas cenÍ23S.
.Viniendo ahora á lo que respecta a' instrucción y literatura,
,27
digo en tercer lugar , que no entendiendo, como no entien
do, ni jota de loque pertenece al arte military á la náutica;
ni sé graduar el mérito de nuestros militares y marinos en esta
parte , ni aun tengo noticia de quiénes han sido los que han
aspirado por sus escritos á este mérito. Pero como quiera que
en todo arte se conoce por las obras la instrucción y méri
to del artífice , yo que he leido y actualmente leo las obras de
los nuestros por tierra y mar , creo que sus teorías son , si no
superiores á las de los griegos , romanos , y demás naciones
que se han hecho famosas por ambos ramos v al ménos igua
les ; pues nada di»no de admiración he leido en las histo
rias extrañas , que no vea también repetido muchas veces en
las nuestras ; y muchas veo en las nuestras, de que no he en-
sontrado exemplo en las extrañas. Estoi pues en la persuacion
de que lo ünico que á nosotros nos ha faltado y falta , es el
cacareo , por donde la vanidad de los griegos supo dar valor
á sus cosas , y por donde los franceses se han dexado en man
tillas a los griegos. Regularmente hablando, en nuestra Es
paña no suele hacerse caso de los hombres extraordinarios, hasta
que nos llaman la atención los elogios que les prodigan los ex-
trangeros. Falta es y grande; pero yo estoi contento con ella.,
en suposición de lo que he visto suceder en mis dias, en que
se ha tratado de remediarla , á saber , que no es el mérito, sine
las ingeniaturas las que regularmente acumulan sobre los vivos
los elogios y premios, y que también estos se han hecho mate
ria de comercio y de monopolio.
Excluido pues lo que corresponde á la profesión de nues
tros soldados , que no entiendo, digo en quarto lugar , que con
respecto á todos los demás conocimientos que se comprehen-
dcn baxo las ideas generales de literatura y buen gusto , nues
tra España debe á sus soldados casi tanta gloria en esta parte,
como la que le ha debido en su conservación y defensa.
Soldado fué Garcilaso , que es reputado por el padre de nues
tra poesía : soldado Cervantes , el mayor de nuestros in
genios, y acaso comparable con los mayores que ha tenido el
mundo: soldado el portugués Camoes , á quien muchos tie-
men por el príncipe de nuestros poetas : soldado Ercilla,
28
cuya Arancsina compite coa la Lusiada de Camoei : soldadas
otros , cayos nombres se me han borrado déla memoria , y de
cuyas obras no he podido formar juicio, porque no las he
visto. Y viniendo á nuestros dios, soldado fué el malogrado Ca
dahalso , por cuyos labios se explicaban las gracias y las mu
sas : soldado fué ó es D. Vicente de los Ríos , quí da ia mas
alta idea de su mucho mérito , en la que se propu»o dar
nos del de Cervantes en el auálisis que hiao del Quíso
te : soldado es también Arriaza , cuya Proficfa d.¡ pirineo
.«ola vale mas , que quanto han escrito y pueden . scribir
el estéril , afeminado y relamido Meiendcz ,' y el gálico , hin
chado y frenético Quintana. Soldados últimamente son varios
de nuestros actuales gefes, en cuyas proclamas, oficios y par
tes , que bien á menudo leemos , nada resta que desear , ai
acerca de lo que debe decirse , ni acerca del modo de decirlo.
Ve V. aquí ,Sr. Nistactes , el juicio que yo tengo demicsiii
tropa.
Mas á pesar de él ,' digo últimamente , que ni eíía
jamas ha aspirado á teóloga , ni V. ha hecho mas
un disparate en traer á uno de sus individuos para u3
eficiu, que ella ha respetado siempre como superior a sí
esiúio y profesión , • y . qu<? la l#l*sia ha limiud-J s-'':j"
•mente á sus pastores y jninistros. Yo me maravillo muiho it
que sabiendo V. tanto como sabe , tenga t3n á mecudu e>tm
descuidos.
Vengamos en fin á la persona de D. A,^ra.nato , o* cí
•Ja última' que V. trae para su comedia. Ya rirxe á V.^n-'
anterior algo de lo que debía , acerca del carácter que le
tan ageno del que distingue al respetable eclesiástico, que ba»>
•de ella quiso zaherir, como ageno es el que V. represen'1'
del que efectivamente tiene. Pero bien : use V. « "f
licencia que ningún hombre de honor sabe tomarse : J
ganos quál es en fuerza de ella ese carácter que le da. 0 J9
me engaño mucho, ó no es uno sino dos los caracíércs q««
ella nos presenta enteramente incompatibles : á saber i {
de ua necio pagado de mis discursos, é imbuido en mi» idea*» que
todo pretende celebrármelo ; y el de un socarrón que se bar*
29
por ironías , mucho mas claras y picantes que los mas decidi
dos vituperios. Ve V. aquí una cosa que yo creí no podia ser,
constando la comedia de un solo acto y de una sola escerfa. Si
V- le hubiera añadido saínete , cabia bien que en él sa
liese D. A¿ran¡ato representando otra figura ; pero siendo
todo el tratadido un vt rdadero saínete , en que D. Agranuto
se presenta como un tentó imbuido por mí en mis tonteu-ías ,
tan tonto debe V. continuarlo como lo presentó. Yo no sé si
querría expresar esto Horacio , guiando dixo :
Si quid intxpértum scenee comm'tttis , eí áudes
Pcrsofiam formare novam, servélur adimum
Quaiis ab incapto procésserit , ct sibi constet.
-Acabamos con las personas : vam*s ahora con V. , que en
la comedia hace los oficios de apuntador y de impresario. En
el primero de ellos peca por muchas cosas que no tengo gaua
de tratar ahora ; pero particularísúnamente en esto de falta de
memoria. Se apuntó V. á sí mismo en la pág. j. la siguien
te cláusula, con motivo de la entrada de los dos frailes
agustinos eu la librería de S. Pablo : cosa que admiré^ acor
dándome de cierto choque &c. Debió V. pues no kaberse olvida
do de este choque , ni de esta admiración , sopeña de ha
blar sin atadero. Esto no obstante , en la pa'g. 2. pone en la
boca del agustino la siguiente expresión : en este mismo con
vento me han dicho.mil veces que los hai en España á monto
nes. Si mil veces había estado el agustino en el mismo convento
¿cómo se admiró V. de verlo entrar? ¿ Nos admiramos por
ventura de los cosas que suceden mil veces , y mucho mas si
lo que sucede es una coha tan poco prodigiosa , como que unos
frailes entren en el convento de otros? Vaya igual falta de
memoria en la ctra comedia de dos actos y tres escenas, que
intituló V. las Fuentes angélicas ó el Tomista ( mas bien el
• conista) eu ¡as Corie». Dice al sexto renglón de este escrito :
dio ocasión £ esto el haber dicho el obispo que una de las co
sas que mas sentía , era bailándose en Cádiz , no poder
asistir á las sesiones de Cortes. Pues sefícr , vuelva V. Ja ho
ja á ta pag. siguiente que es ta quarta , y cogerá' á S. S. J.
(la de su fragua de V.) en el embuste. Acababa de decir
30
Fr. Silv'strt , ó por mejor decir , acababa V. de poner eh su
boca las siguientes palabras, que saii ron deboca mui dii-
tínta. n El redactor del Diario debiera acordarse de que ha be-
m bido en las Fuentes angélicas , y no autorizar de oficio coa
w su pluma lo que a tí í se oye ( debió V. haber dicho , nio-
r> guo3 de las opiniones que por una y otra parte se discu-
v> ten ) previniendo la pública opinión que las mas vaes es la
V. suya mal entendida , sin dexar este derecho á los lutores. «
Veamos qué es: lo que responde i esto el Sr. Obispo, n Está
w por .la primera vez que h3ya prevenido la mia. Y veo
v> copiados allí can legalidad los dictámenes opuestos sobre ca
ví da uno de los puntos que se discuten. «Dj manera que S. í.
r> no puede asistir á las sesiones , que es donde los puntos se
discuten, y sedan los dictámenes; y i pesar de esta im
potencia , no solo sabe , mas también ve que los dictámenes
que se dan donde no asiste, se copian con legalidad. Cosas ma
ravillosas son , Sr. Nistactes , estos personages que V. fragua.
Su ohispo sin ir ni asistir , v; la legalidad : los que no so-
jámente asisten , mas también pertenecen á las sesiones , y ha-
■cen en ellas el papel que deben , nos dicen poco me'nos que
clarito que en los Diarios se omiten muchas cosas de lasquéis
dixéron, y st dicen otras que no se pronunciáron. Yo ao sé
por mí mismo lo que hai sobre esto , porque no asisto á 1*
sesiones , y lo aseguro con mas verdad que S. I. ; p?'0 mí
■atengo á lo que dicen los papeles públicos que corren en Cádi*t
■y"á los dichos de varios Sres. diputados que se han quexado
esto. En vista de todo ¿ á quien creerémos ? Yo bien me*11"
tiendo por acá. Tenga V. cuidado de entenderse mejor , J ^
no citarnos por testigos de vista á los que sienten tanto con»
su obispo no poder asistir á aquello sobre cuya legal exposiW
tienen que hablar. Estos descuidos ya no admiten disculp*
.después de lo que sobre otros de igual ó de mayor importa*
cia le» dixo Luceredi , cuya obrita he visto en estos días,
líe visto también la censura que hace V. de ella, llamándole
en su Contestación n libelo infamatorio w ; mas ha de saber V.
que al leer esta sentencia magistral , me agarré de nuevo coa
■Luceredi ., dicie'ndole : mi alma como la tuya, sabio , é itiottr
te comparte: $ mió. Infamatorio te llamará el famoso Nistactes i
infamatorio repetirán algunos de los que 4ienen cosida ¡a
capa con él : pero entretanto quantos sepan doctrina cris
tiana , lógica y buena fé , te dirán cosas mui diferentes , y
te darán las gracias porque le quitaste Jos zancos á este
pigmeo, y las apariencias á este fantasma ., y nos pusis
te á todos en observación de este místico de la parte dt
allende.
Como impresario no tengo que hacer á V. roa» que una
sola advertencia, reducida á que procure mejorar de actores.
Todos los que entran en sus comedias , no merecen llamarse
cómicos ni de los de la legua. Ninguno de ellos sabe , ni sé
hace cargo de su oficio. El que ha de hablar como maestro ,
jamas se impone en el punto de la qiiéstion , ni habla mas que
alsansonete, ni hace otra cosa que detraerse á loque no
imporra , y esparcir la oscuridad en las cosas claras, en vea
de ilustrar les oscuras. El que ha de ser impugnado, nunca
habla mas que lo mui preciso para serlo , nunca insiste en lo
que puede y debe insistir , se presta á todo lo que el
impugnador pretende de di , se dexa llevar fuera de la qüestion
sin resistirse , se porta en fin en todo y por todo como
corto sastre, según la admirable expresión de V. Los demás úl
timamente , que entran como figuras de segundo término , Kí
entran desde luego decididos por un partido , ó mudan el que
tenían con una dociliJad, de que in rerum natura no hai exenj-
plo.Pues no señor, señor impresario, no ts esto lo que se busca,
ni lo que interesa , ni lo que pide el patio. Si para matar al
toro no ha de hacerse mas que atarlo al palo , y acogo
tarlo allí, la función no tiene mas expectadores que hs car
niceros. Y si para jugarlo en la plaza en vez de toro me saca
V. un buei paleto , que en lugar de embestir y defenderse ,
ó huye de la gente, ó* se dexa agarrar por las hastas ,
tendrá' infaliblemente que sufrirlos silvos del pueblo espec
tador de la lucha. Toros bravos , toreros diestros , y lances es
trechos , pero bien jugados , son los que forman el mérito de
este esp>}ctáculo. ¿ Me entiende V. ? ¿ Qué mérito es que un
fatuo, sea veacido por otro tan fatuo como él ? ¿Que victo
32
na !a le un ignoratU* á quien n<5 se opusieron mas que fon-
tenas é inepcias , y de las qual.-s salió por otras inepcias y
tonterías ? Un solo acierto de aquellos que suceden por errar,
es el que V. tuvo en sus Fuentes angélicas , quando figuró por
uno de sus actores á un letrado vieja. La disputa que iba á
manejar , debia tener fin , y era imposible que lo tuviera, ver
sándose en ella un letrado , como este no fuese de losyaieyoí :
porque si el diablo hubiese tentado á V. paraque lo introduxe-
ra de los del nuevo cuño , vendría el Anticristo , y to
davía duraría Ja disputa , ó nn habría otro modo de terminar
la , sino que el mismo diablo autor .de la tentación lo tuese
también del desenlace , viniendo en persona por el letrado y
llevándoselo, mientras él iba haciendo tixeretas, y soltando
necedades , sofismas y vaciaduras por los aires. Perdónenme
los letrados de bien, á quienes cuento entre los viejos ¡
aunque ao pasen de veinte y cinco años. Mi presente invecri-
va se encamina solamente contra los que he llamado del nuivo
cuño , que por una de las caras tienen al Heineccio, Bit-
beirac , Thomasio , y otros tales , y por la contraria al Moo-
tesquieu , Rousseau, Diderot, &c. Una prueba de la justicia
con que lo digo nos presentan ellos mismos ea el furor conque
actualmente se están desatando contra la Inquisición, de que
hablaré algo en la P. D.
Entrctando 'i, Sr. Nistactes , cortemos por ahora el hilo de
nuestra conversación, dexando los rasgos de imaginación y »
solidez de las razones que V. nos ha dicho , para la siguiente
carta. Creí que esta hubiese bastado para todo ; pero ha sido
tanto el mérito que el plan de V. me ha presentado, que des
pués de llenar esta , todavía hai para otras veinte , que 00
pienso escribir , porque urgen otras cosas. Lo peor de todo es,
que la salud flaquea demasiado, me rinde i la cama por muchas
semanas , y me obliga á mas frecuentes y largas interrupcio"8'
que las que quisiera. Hágase en mí la voluntad de Dios : m11
ciertamente desearía no morirme , hasta tener tiempo de dar
á la nación una ideita de los nuevos apóstoles que le han ve
nido y del nuevo evangelio que le traen. Mas siendo este a*
deseo una cosa de que ni V. ni yo podemos disponer , d«í"
"n»osk>por cuánta dé aquel que tiene consignado- en su arancel
e| número de nuestros meses. Ea el ínterin páselo' V. bien , no
se olvide de encomendarme á Dios; y mande en todo .aquello en
que sin detrimento de la verdad pueda servirle su paisano par
njal nombre. El Filósofo Rancio, •
23 de mayo de 18 12. . '. t
p. b. ;
- Me han referido en parte , y en parte he visto algo de i* •
muchísimo que sobre Inquisición escriben el Conciso, el Redae-
lor , el Diario Mercantil , y no sé que otros periódicos
con sus comunicantes , que seguramente son peores que ellos.
Estas noticias y lectura me han despertado ana especie
q.ue adquirí de muchacho , y poco mas ó menos viene á
ser la siguiente.
- Trataron los lobos in tilo témpore de. hacer paces con las.
•©.vejas , y para ello envia'roo un plenipotenciario cou las cor
respondientes credenciales al rebano mas inmediato. r> Tiempo
es , dixo el señor lobo pacificador , de que se acaban esta*
desavenencias con que traemos ensangrentado el campo , y.
conmovido el mundo. Mas paraque ellas hayan de acabárseles
necesario cortar de raiz la causa total de la discordia. Esta no
es ni puede provenir de vosotros, Señores pastores , que co
mo hombres que sois , sois nuestros naturales y legítimos
soberanos. ¿ Como habíamos de atrevernos contra aquel, á quien
la naturaleza puso sobre nosotros , á cuya sabiduría se somete
la naturaleza misma , y cuya fuerza alcanza a domar los leo
nes , allanar lus montes , introducir la luz del dia en los abis-
wos , y hacer navegables los mares ? Mucho menos vosotras,
inocentes ovejas , sois capaces de provocar nuestra ira, y ser
objeto de nuestras venganzas. ¿ Quién será el temerario que dú
dele vuestra mansedumbre ? ¿ Quién el maldiciente , que in
tente manchar vuestra inocencia? ¿ Quién el ignorante, que
np reconozca en vosotras uno de los preciosos dones con que
el ciela he regalado á la tierra ? Vuestra carne presenta al
hombre el mas sano da sus alimentos : vuestra leche uno desús
mas exquisitos regalos : vuestra lana sirve en mil maneras á su
adorno y abrigo ; y lo que no puede decirse sin admiración ,
hasta vuestras excreciones fertilizan. sus campos. Provocaríamos
pues nosotros sobra toda nuestra generación las execraciones y
el odio de toda Ia: naturaleza-; si desconociésemos este rae'rito ,
persiguiésemos esta inocencia , y nos ensangrentásemos contra-
esta raza, amada con tanta razón- por nuestro corou ti soberano.
Otros son, otros los autores y prevocadores de nuestra antiguan
y obstinada guerra. ¿ Y quiénes pueden ser estos, sino vuestros
mastines ? No lo dudéis r ellos son los que nos irritan , y lo»,
que por sus no interrumpidos atentados nos provocan á las re
presalias. No hai uno solo en toda nuestra dilatada familia qoer
no haya experimentado de ellos uno'ó muchos agravios. Hoi
reatan á uno : mañana muerden á otro : y no se pasa día, no--'
che ni momento , en que ó no nos hagan' torcer nuestro ca
mino, ó- no nos desalojen de nuestras estancias, á no alboroten,-
contra nosotros á los moradores de los campos y lo» montes*;
Culpa es pues de ellos quanto hacemos contra vosotras, á quie
nes ciertamente dexaríamos en paz, si no tuviéseis con ellos tan
funesta y odiosa alianza. ¿ Quanto mejor os estaría- tenerla con
nosotros? j Y qua'n a poca. costa está ea-vuestra roano- lograrla,;
pues no os ponemos otra condición , sino la de que nos entre~
gueis á esos nuestros decididos enemigos ! Entregádnoslos, pres
tan merecido lo tienen, pues tanto da-río ' os traen pues cíe
tanto dispendio é incomodidad sirven. Ellos son unos aol»-
gazanes, que no hacen mas que- dormir y estar tendidos siempre.
De ellos no se saca ni provecho , «i alimento, ni vestido.. Lé—'
jos de acomodarse para su comida con las yerbas que vosotras
pacéis , no se contentan con ménos que con el pan , que es e/»
alimento del hombre, y cada- dos de ellos necesitan de una.ra--
cion igual á la de-cada uno de vuestros pastores. Y todo esto
por el solo mérito de andar de gorra junto á vosotras , quita-
ros tanto á vosotras como á vuestros pastores- el sueño con sus-
destemplados ladridos , embestir al que va y al que viene,,
morder a no pocos , y ser coh este mowvo ocasión de disgus--
tos y quimeras. Póngase alguna-vez- remedio a' tantos mal?s,
y quítese ese escándalo de sóbrela tierra. Vosotras , señoras*
ovejas , renunciad desde ahora á- vuestros enlaces con ellos s>
vosotros , señores pastores , cogedlos , atadlos , y-en fregádnos
los ; que yo á fé de lobo de bien , y como apoderado de todv
nu familia, os ofrezco-no solo la paz*, mas también. Japrotec-
cíon , ta defensa ,' la- amistad, y una firma y estable alianza.
Dixo : y ni los ¿«stores ni lasovejitas supieron resistir á
tan bien estudiada arenga. Allí mismo se ajustáron los prelimi
nares : á la tarde se celebró y cangeó el tratado ; y á la ñocha
ya los perros no podían ladrar aunque quisiesen , ó mas bien,
no estaban en estado de poderlo querer. Libres pues los lobos'
de este estorvo , se dedicaron á cumplir los tratados, según
las reglas de aquella filosofía que inspiró en tiempo d? Ho--
mero la fe" griega, y en les nuestros la que estamos viendo en-'
las liberales regeneradores , tanto franceses como españoles.
Vienen al rebaño , y se entran por él como por su casa , dis- 1
pemndo , mordiendo , / destrozando ovejas. Despiertan al£
ruido los pastores, y acuden á reconvenir á los fieles aliados;
mas estos les responden cruxiéndoles los dientes, y mostrándoles'
los colmillos. Echan mano aquellos de los garrotes , y tratan-
de formalizar la defensa ; mas Jos pastores eran dos , y los lo—
bos siete , y la victoria estovo por el número. En resúmen í
ántes deoehodias ya no exístia oveja ninguna, yde los pastores-
el uno estaba enterrado . y el otro tan próximo á ello, que-
apenas tuvo aliento para contar á Esopo esta tragedias-
Es regular Sr. Nistactes,.que V. hajra Jeido la aplicación que
Esopo hizo de esta fábula á la república en que vi vra , y que
tnro la sandez de deshacerse de su persona por el mismo ór-
den y con el mismo fruto , con que según su ficción los pastores
y las ovejas se deshiciéron de los mastines. Haga pues si quiere
reflexión sobre las circunstancias en que nos hallamos relativas á
la Inquisición, y no podrá mános de juzgar que la tal fábula
viene como de molde á nuestro caso. No interesan méaos á lar-
España los inquisidores, que á la manada de las ovejas los mas
tines. No se expone ménos el gobierno por la supresión del
Santo tribunal , que lo que por la muerte de aquellos animales
se expúsiéron los pastores. Y las razones que para abolido se:
alegan, nada deben en panto de sofistería y seducción, i
las que he puesto en boca de los lobos. ¿. Qaál será pues la re
solución ? Dios tenga misericordia de nosotros. • < i
Ello es que á nuestros liberales cada vez se les va dispa
rando mas la ínula. Ya han olvidado hasta las primeras ideas'
de probidad-, decencia, - miramiento y crianza. Ya uno de e*~c
tos escritores venido sin duda de la playa , 'del- matadero ó de
la Carraca, ha estampado que la Inquisición es un Santon'utt,
dos candeleras y tres majaderos. Ya el epíteto de Su»H
que le han conciliado la divinidad de la causa que defiende,
la dignidad de las autoridades que la establecieron , la santi
dad de las reglas por donde se gobierna, la probidad, el zelo-y
integridad y demás dotes de casi todos sus ministros , y el
unánime consentimiento de mas de seis siglos : epíteto , digo-,
de Santa ha pasado á ser el objeto de tos sarcasmos é injurias de
la mayor parte délos escritores liberales, y de la letra bastardilla
del Conciso. Ya el furor ha llegado al extremo de llamar titira
á; es¿a institución , con la misma franqueza con que haíta
ahora se lo decíamos al diablo. Aun hai mas. Mochos d;
estos señores escritores han tratado de cubrir su malignidad
cpn la capa del zelo por Ta autoridad de los- señores obii-
pos , señaladamente uno de ellos, que días pasados comu
nicó al Redactor un escrito , cuyo título es JLa hqmúü»
combatida por el Filósofo Rancio y qus traía por cifra
una Z , que yo he interpretado zoquete. Mas habiendo ocur
rido que los dignos prelados fugitivos en Mallorca representa
sen á favor del santo tribunal, ya los supuestos zeladow
de los derechos episcopales han mostrado su respeto por estos
representantes de nuestro eterno pastor, sacándolos en ridi
culo en los últimos Redactores. Sr. Nistactes : ¿ Uhinatn J*"
tium sumus ? ¿ Eran estas la ilustración , la sabiduría , h
bertad y demás mentiras deque hablaban los filósofos»" no
me he expresado bien : los apóstatas de la religión , la p*ste
de la sociedad , y las heces de toda la nación , que parece sí
han reunido para corrompernos á todos ? Lo que yo eucuentN
aquí de peor es la palpable obstinación y la descarada p-'rti'
nacia con que tan á las claras continúan sosteniendo susproy^"
tos. La prisión del autor dal sacrilego é impío Dicchu^1
Burlesco era capaz de haberlos intimidado , contenido y tran5°
formado en hipócritas, y de tenerlos con el rosario en laman"
todo el dia. ¿ Cómo habíamos de crer que en la católica EsPa"
fia sucediese tan grande mal, si no lo estuviéramos viendo ?¿
quién será capaz de remediarlo ? Exúrgat Deut, et disíij>^>ll,r
iainiici ejus , et fúgiant qui odéiunt eum á fuete ejus.
CARTA DECIMA-SEPTIMA

DEL FILÓSOFO RANCIO,


SEXTA

A IRENEO NIST4CTES,
PROCURADOR GENERAL
DEL

JANSENISMO.

REIMPRESA EN MALLORCA.
EN LA IMPRENTA DE FELIPE GUASP.
AÑO 1814.

( *
I l
i K
\
Señor Irene o Nistactes.

J_VJLui Señor mío : no lleve V. á mal si resumo nues


tra correspondencia comenzando por una anécdota. Algo le
costará esta condescendencia; pero no dudo que querrá dispen
sarla á un pobre paisano -, que á las muchas melancolías del
destierro ha juntado las de una larga é impertinente enferme
dad. Supuesta pues esta venia , allá va la anécdota. Se esta
ban jugando unos toros , y habiendo descubierto al ciruja
no que presenciaba el espectáculo uno de los toreros , tornó
por tarea el siguiente exercicio. Se iba al toro á po
nerle una banderilla ó un parche , y apenas1 salía con bien
en cada uno de estos lances , se encaminaba al balcón desde
donde el cirujano lo miraba , le hacía una profunda in
clinación , y poniendo luego el dedo pulgar en la barba,
y extendiendo el resto de la mano , le decía : esta te $«
escapó.
Otro tanto me parece á mi que puedo repetir á V. Según
nos ha informado V. , tiene la devoción de encomendar mui
de veras á Dios á todos los que escribimos contra él. Yo por
mi fortuna soi uno de ellos , que basta aquí es regular haya
entrado en el memento de los vivos , y á quien ha ha
bido mucho peligro de que V. transfiriese al de los muertos.
Pues señor mió : esta te se escapó. Por ahora al menos tiena
V. , y tienen los señores liberales vivo al Rancio, que vuel
ve á la palestra , y piensa continuar escribiendo ó hasta
que Vs. muden de ideas 6 hasta que Dios se lo lleve , aunque
tarde en llevárselo otros cincuenta años , porqne Vs, le han
cortado tela con que se entretenga , no solo otros cincuenta
afíos que viviese , sino otros quinientos ó novecientos que le
durase la vida , como á los antiguos patriarcas. He puesto lo»
dos extremos de mudarse Vs. , ó de morirme yo ; porque ya he
dépuesfo ciertos recelos que- tema acarea de una inquisicios
jacobina, que estaban próximas á parir las ideas liberales, pe
ro que por fin no ha podido salir á luz , a' pesar de los ex-
fuerzos todos de muchos y mui diligentes comadrones. Gra
cias á la piedad de la nación : gracias á la religión , sabidu
ría , constancia , y no sé si diga paciencia de los dignos mie;i!-
bros del Congreso , que han sofocado esta mala cria en los pri
meros meses de su desastrosa y horrorosa formación. Conque no
queda otro arbitrio á sus benditos padres y á sus honradas
madres ( pues tiene privilegio para ser engendrada en plu-.
ja! ) que entenderse conmigo , con el ímparcial , con el Sen-
taro , con el editor de la gazeta de la Mancha , con el de la
de Burgos , y con no sé que ortos. Ni tienen que apurarse .por
esto. Una docta pluma, tal como ia del Redactor, dice en no
sé, ni quiero saber qual de los números, que al empezar esta rae
hao leído , que para no hacer, caso de lo que les deci-
mos , no es. menester mas que' tener sentidos. A mí me pa
rece que la tal docta pluma prophetavit , y que el im
presor equivocó la forma , diciendo no es menester mas que te
ner sentidos en vez da decir, como creó- que diría. el texto :
4» menester hq temer mas, que sentidos,: como si dijéramos, te
ner un alma ( si acaso hai este páxaro ) como la de un borri-,
co , ó al/mépos , como la 8acaría,de sus moldes el autor de la
Triple alianza, aquel que tuvo labondad de presentar sus re
ligiosas y filosóficas ideas á todos y cada uno de los señores»
del Congreso. Ai están los autos , quiero decir los papeles der
uno y otro partido.. Juzguen con vista de ellos todos los
que tengan alma , como antiguamente se usaba ; porque
esta que ha sacado de su fábrica el tal caballero de la
alianza apenas tendrá diez y siete ó. diez y ocho meses,
j -Y,, qué juicio podrá esperarse de una -alma de tan corta
edad ? d «> ■ ' '.. : .
Viniendo pues áJas equivocaciones que tenemos pendien
tes , ya habrá Vr. visto las muchas qtie presenta aquel plan
sobre que nos hizo favor de hablar en la advertencia. Oiga
ahora algunas de las muchas que se me ofrecen acerca de lo*
rasgos de imaginación , con que nos asegura haberlo llenada.
.5
La primé ra de .ellas ;s la causi que V. nos dá , no sé si para
que disculpeaioá, ú si. para que admiremos estos rasgos quando,
con aquella su inimitable modestia ruega á nuestros respetar,
bles teólogos y ú lodo el venerable clero de España , qu¿ s¿
desentiendan deL plan , que al cabo es un sueño , donde caben,
rasgos de imaginación. Si como V. dixo rasgos , hubiese dicho
disparates, estábamos fuera de la dificultad ,. porque como el
sueño no sea profético, la imaginación solo presenta en él mul
tiplicados disparates , mas ó menos gordos según Ja mayor ó
menor perturbación de la cabeza y los humores. Nos hubiJ-,
ramos pues hecho cargo de que un sueño era un sartal de dis
parates , y lo habríamos dexado para entretenimiento de las
viejas , que gastan de relatar y de oir lo que ellas sueñan , y
otros han soñado.
Pero es el caso que según el modo con que V. se explica,
parece que está eu la persuasión d » que solamente en los
sueños, ó en lo que se hs asemeja , es donde caben los
rasgos de imaginación : cosa que me obliga á sospechar que V.
no entiende siquiera lo que quiere decir imaginación , ni lo
que significan esos rasgos de ella , que ha leido , como quien
oye campanas y no sabe- donde suenan. Quisiera ciertamente
tener los conocimientos que de Ja imaginación tenía el pa
dre Maíebr3nche, que es uno de los monumentos mas irrefra
gables délo que ella puede; pero me corre la desgracia de no
poseer otras ideas acerca de ella y de otras muchas cosas , que
las que en mis -primeros años me enseñó la rancia fiio-
soria. Segun^ esta la imaginación es el instrumento principal
con que el entendimiento trabaja , y el depósito de todas las
imágenes que para auxiliar su trabajo le envían los sentidos,
que son tus particulares órganos é instrumentos. De aquí es que
na hai obra alguna del entendimiento, donde no concurran ras
gos, déla imaginación , así como no hai obra de herrero donde
no . concurran los golpes del martillo. Me parece , pues un
disparate y no mui chico, la idea que V. tiene de que los
rasgos de imaginación no caben en todas las obras del enten
dimiento. Nadie tan empeñado en huir de estos rasgos , co
mo nuestros mayores los escolásticos de los siglos XIII. XIV.
6
XV. y jno pocos del XVI., qu« 'convencidos á que las gílas
de la imaginación que debían servir á la verdad, solían ser los
adornos de la seducción y el error , y deseosos de presentarla
verdad en toda su desnudez; trabajaron constantemente en evi
tar quanto en esta parte puede ser evitado ; y esto no obstan::
tuvieron que servirse de la imaginación , para presentar
las ideas que el entendimiento había formado con el auxi
lio de ella , y para tomar de la misma las semejanzas,
ó sean exemplos . con que hacían sensibles los conceptos , que
acaso no pudieran entenderse de otro modo por metafísicas
y abstraídos. Es pues de una absoluta necesidad que quando
el entendimiento se explica , use de rasgos de imaginación ,
porque según su estado presente no puede concebir ni toraat
las ideas sin que ella lo auxilie. Así que sin . habérselo V. di
cho ni prevenido, pudieron nuestros respitables teólogos , y pu
do todo el venerable clero de España haber supuesto, que putf
V. trataba de desengañarlo en su escrito y todo lo dem»t
debían encontrar en él, como encuentran en todos,'"*
rasgas de imaginación , sin los quales es imposible que *
habie ó escriba.
¡ Miren qué tonto J estará V. diciendo. Quando yo- ditf»
rasgos de imaginación , no tomé esta palabra en el sentido qw
el la toma , y según que ella puede aplicarse áqualquieraP"1"'
celada que la imaginación dé, quando se conversa ó se escribe?
sino por aquellas otras que en razón de su extraordinaria bel
leza han merecido alzarse con est¿ nombre en la estira*'"111
y lenguage de los literatos : tales como aquellas quiBOS
admiran y arrebatan en los poetas y oradores. rrV. perdone»
Señor Nistactes , que no me había enterado ; ó por decir m|S
bien , eso mismo que V. me explica ahora , fue en 1» í"1
yo me entere' al principio, y lo que me pu?e á buscar en el*8*
raoso escrito de V.; pero me sucedió Jo que á aquel otro?
quien convidaron paraque se fuese á divertir cazando , )'
que cansado de correr tras de los podencos , gritar i SD<
dar , y tropezar en matas y pegaseos , preguntaba • '
compañeros % quando nos divertimos 1 Acostumbrado cono
tqi a' leer admirables papeles , eaqug sia prometerlo* * **"
tentarlos abundan estos rasgos , no pude minos de per-:
suadirme á que los hallaría en V., que había tenido, el cuida
do de cacarearlos; pero , paisano mió, me llevé< chasco ;
en vez del holgorio que me prometía , no he encontrado mas
que tropezones , y en lugar de rasgos brillantes , mal forma
dos borrones. Perdóneme V. que se lo diga con franqueza y
«n refrán. Esto se llama en mi tierra cacarear, y m
foner huevo.
Ciertamente que para desempeñar V. esta su magnífica
promesa, no tenía que consumir en calentar la imaginación
■inguna carretada de leña, ni en dispertar el entusiasmo , al
gún par de horas , como las que empleó en soñar. No tra
taba de describir el cabo de Bueña-Esperanza como Camoes ,
ai el saqueo de tina ciudad como Ercilla , ni el furor de una
batalla como Cicerón , ni la venida á juicio del eterno juez
como el Masillon , ni en fin ninguna de tantas otras cosas co
mo con admirable felicidad han desempeñado millares de poe
tas y oradores. Todo lo que la imaginación de V. tenia que ha*
cer , era lo que cada uno de nosotros hacemos todos los dias sin
imaginarlo antes , ni plantearlo: á saber , una conversación
como las que comunmente tenemos , con aquellas variaciones ,
con aquellas salidas , con aquellos chistes que la araeuizan , y
que naturalmente producen el carácter, afectos , edad, es
tudios y modo de pensar de los que concurren en ella. Es decir,
un diálogo , como qualquiera de los de Luciano, de los del
Quixote de Cervantes, de los de Fr. Luis de León, y de otros
innumerables, que efectivamente son diálogos, y en cuya lec
ción luego que nos engolfamos, ya hemos tomado tanto interés,
como si nosotros mismos fue'semos los interlocutores. Esto era,
repito , todo lq que V. tenia que hacer. Pero pregunto ¿ es esto
lo que ha hecho ) Digalo el mismo escrito.
¿ Cómo se abre en él la conversación ? De la forma siguien
te- : pág. i? s» El qual ( D. Agramato ) luego que entra*
v> ron los agustinos, dirigiendo la palabra á uno de ellos le
vt dixo : ya habrá V. visto , P. lector, los palos que lle-
w van los jansenistas en las cartas del filósofo rancio : también
3» tendrá V. noticia de su autor, que no esta lejos de nosotros.»
Si como V. me dio otro per*onagé , me hubiese dado e! del
agustino, y si 'como habló per él y por mime hubiese permi
tidlo responder según mi calerre, la reennesta oue yo hubiera
dado á esta salutación , sin duda habría sido : buenos se los dé
Dios á V. ¿ Entre que gentes de crianza ó sin ella ha visto V.
ni oido comenzar de este modo las- conversaciones ?No rae ci
tará exemplo alguno, como no acuda a' las cargas y vayas que
se dan unos á otros los que van á los toros ó á las ferias. Pera
por lo demás, no hai conversación que no comienie pot toa
saludo por un cumplimiento bien ó mal hecho , por un
me alegro de encontrar á V.^ porque tenia que buscarlo ó
decirle; en, fin por qualquiera otro exdrdio de aquellos que ins
pira la naturaleza, y pone entre sus preceptos el arte, ante»
que la conversación toque en la materia. ¿ Quena V. comen
zarla ex abrupto ? Hubiera cambiado la narración que prece'Je,
y en vez de ser. V.el primero que estaba sentado en la libren'
antes que la conversación empezase , dixera que sobrevino ¡
•empezada ya la conversación. ¿ Qué confianza y satisfacción
tenia D. Agramato con el agustino ? ¿ Se habían conocido
acaso los dos en Cartagena, coma asegura V. impertinente
mente de si mismo y de D. Claudio ? ¿ Por dónde le riñóle
modo tan inurbano de provocar á un hombre , de qnien
no sabemos si era ó no su amigo ? Pregunto mas : si ^
agustino ni era , ni pidia ser jansenista sino por "nl cl"
lumnia la mas negra1 j cómo atribuye V. a' D. Agramato la ¿»"
vergüenza de supornerio jarrsenisr*' ? Y si lo era, porque3 *'
le acomodaba que lo fuese g en 'q-j¿ discurso cabe suponer unl
provocación tan decidida ,Dimo significa la expresión de"-"
var palos? Verdaderamente que si V. para este principio IQ*
vo presente en su imaginación algún rasgo, no fué este otro ,
sino el que le presentarían los muchachos , <juando paramo^
pendencias le dicea á uno de ellos, j Va , y que no te otr^
"con fulano ! j Va, y que no- h f untas la oreja con salivé °
ruegr> á"todo fiíl cristiano que continúe observando a este
D. Agramato de V. , y como en cosa alguna de las q"e ha"
ó diga, se parezca á algo de lo que estamos acostumbrad0' ^
ver ó i oir-, rilé tenga á mí por un porro , y á V. por ti" 11113
r
ginador de' los de primera clase.
Vamos al agustino y oigámosle responder, w Nada sé del
r> autor , y quisiera darle gracias por haíber descubierto &c. w
A V. como que estaba dormido , se le figuró qué era un fraile
el que decía esto : i mí que estoi despierto , me parece
quando leo aquel quisiera darle grietas, qué cstbi oyendo y
Viendo á un calesero coh su sombrero gacho pleito' dé medio
lado, con su cigarro tras de la oreja ,.coh'suí patillas "de
una legua en quadro , con su navaja gudixena , en fin con'
todos los demás arreos de un verdadera xaque. Juzgue mi
discreto auditoria si tengo ó no razón en imaginar de este mo
do \ y si para sentenciarlo no le basta esta entrada del''
agustino , s/galo en todos los pases , y' especialmente en
la salida. Estoi seguro en que he de: ganar el pleito y
don 'costas. ,
Ahora me sigo yo , que según el texto soi el tercero que
sale i la palestra. ¿ Pero ctfmo ? Rómpiendo por la siguiente
badajada según una frase de V. No busco honras. Advierta el
piadoso lector que las honras qué D. Agramato me acababa de
hacer, eran las siguientes, ha'blanáo de mis cáríás : madre que
tales hijos pare ya puede morirse cententa : junté á estas hon
ras mi respuesta de que no Jas busco ; y dígame si aquel mi
paisano , el que me ama y respeta por mil y un títulos ,
no echó por la ventana todo el póleo de su notoria pro
bidad , ó por decir mas bien' , no me puso á mí i que lo
echase.
Sin embargo , 5eñor Nistactes ,¿i en todíf su' escrito de V.'
se halla algtm verdadero rasgo de imaginación , ciertamente es
este, que se le escapó sin sentirlo. V. sabe y todo el mundo
que no era yo el que hablaba , sino V. por mi. V. y todo el
mando sabe loque significan aquellos dos réfrancilloí que dicen :'
cada uno trata de lo que mata : y , en' lo que estamos benedica-
trtus. Nadie pues extrañará que salga por el buicamiehfo de
¡af honras, ffadié tan ptoco se admirará de la hipocresía con que
me hace deci* y dice : no las busco ; porque como nos erise/ía
otro refrán , el que habla mal de la peta , ése se la Ihía :' y"
como la experiencia nos muestra cada dia , el que sin son y
to
con son, \¡tupera a todas horas algo de lo que buscan la ara-
biüion y codicia , verifica infaliblemente en su persona aquello
de San Pablo : . in quo afium júdicas , te ipsum coniem-
ñas. Sepa V. que no soi yo solo el que acerca de V.
piensa de esta manera. Ai tiene á Luceredi el Sobrino; que
se lo dice, que se lo repite , que se lo prueba, y que le
promete hacerlo de nuevo para mayor abundamiento : pero ade
mas de este sepa que hai ptros muchos , para quienes esta ver
dad es un dogma político , y que apénas ha habido persona
que me hable de V. tanto ahora como ántes , que no esté un
persuadido á él , como á que el occeano azota las murallas de
Cádiz.
1 Hombre de Dios I ¿ Me querrá' V. decir por donde dia
blos le vino a' las mientes hacerme hablar como buscaáor ?
¿ Ha visto , ha oido , ha tenido revelación de que yo en ni
vida haya andado buscando ? ¿ Yo buscar ? Abiaio es el pé
pare ¡a cuchara, j Bonito oficio para mi genio ! Menúñ tiesá-
Créame V. queje hablo.de veras. Si, me pusiera á apremie*
este oficio, habia de dar que reir y contar a' quantas persoaas
me viesen. Sé mui bien sus #eglas :• colarse en hombre adonde
no lo Ilamsn , haeer visitas que no. están entre las obras
de misericordia, seguir como sombra á los que pueden dar»
no conocer mañana a' quien obsequiábamos ayer , y adorat
hoi á quien hemos de murmurar mañana ; aprobar á diestro
y á siniestro quanto le dé la gana de decir al majadera i
quien cortejamos ; tener tan á mano la risa, como si li
lleváramos en la faltriguera , para celebrar por agudeay
discreción las mas veces una patochada ; dar un hombre á«o
cuerpo roas dobleces que los que tiene una pieza de crea , pifi
no faltar i la ceremonia ; andar siempre.... pero esto es lo.»
menos. ¿ Qué diré del modo de pensar, que tiene que desplegad
y replegarse según las opiniones del Mecenas ?¿ Qué diré de
la conciencia que las mas de las veces debe ser de xa-reta i p»"
raque se pueda ensanchar? ¿Qué diré hasta de li religión J
quien por la profanación maa sacrilega hacen algunos aír"11^
hoi lo que negó ayer , y canonizar en este año lo que condenó
en el pasado? Buen provecho, Señor ííistactes , buen provecb*
II
hagan á los buscadores estas diligencias, si las practican. Lo
que sé de mí es que practíquenlas ellos ó no , mi naturaleza
se resiste invenciblemente á practicarlas, y yo en verdad no h?
nacido para esto. Alguna otra vez queme han rodeado las hon
ras sin buscarlas , no he podido menos que reírme de rní mis
mo , Ter lo nada que son y lo mucho que cuestan las honras ,
y dar gracias á Dios , porque sin poner de mi parte dil^
gencia , podía contar diariamente con veinte onzas de pan .
una oreja de bacalao , un plato de albóndigas-con coleto por
la parte quémenos, una mala casa .mientras vivo, y un
buen entierro quando muerto. Llámele V. á esto virtud ó
vicio, filosofía ó haraganería, 6 como quisiere. A mí rao
va muí bien con ello : quiero decir , que me irá , si Dios
me salva estos bienes de las ufías de Napoleón y de las d»
nuestros liberales. Pero en fin , por no negarlo todo : si V. sa
be quien pueda darme por ai un estómago menos débil , y una
cabeza menos quebrantada , suponga desde ahora que eso es lo
que quiero , y lo que busco , y vea si m» lo puede conseguir
ú cambio de cartas.
V. me ha picado la piedra , y yo que la tenfa picada da
antemano , he de resollar por la herida , aunque digan
que me distraigo. ¿ Conque V. Señor Nistactes , también res
pira por aquello de que los que hemos tomado á nuestro cargo
la defensa del trono y del altar, lo hacemos porque buscamos
algo ? ¿ Conque V. también se explica ó se insinúa en
este punto «orno los señores liberales sus ahijados ? ¿ Conque
según eso, aquello de la probidad que tantas veces nos en-
caxa , viene á ser una de las muchas voces de moda , que-^se
repiten hasta el fastidio , y á las que- no se les conoce signi
ficado ? Piense V. , y piensen sus clientes mejor , á pesar di
•lo que experimentan en sí mismos. No señor , no son la utili
dad y el deleite los únicos que tienen razón de bien1: la
honestidad también goza este fuero, la honestidad es el prime
ro y mas digno de todos los bienes , la que da razón de tales
á los otros dos , y sin la qual los otros dos no son mas que
pestes y monstruos. ¡ Infeliz Kspafu , si no hubiesen de alia
ga: y escribir en favor de tu causa mas que aquellos , que por
Uacerla, esperan han ras , distinci*¡i*> ó interese» ! ¡ Infeii», u
«s¿ muchedumbre de dignos é ¡nocentes hijo* que por tí lo «a-
(.rifican tudo , hubiesen de arredrarse por los peligros que les
amenazan de la parte de afuera , ó por las contradicciones y
vejaciones que sufren de la parte de adentro ! No, señor Nis-
tactes, vuelvo á decir, no es así, ni Dios ha de permitir que
lo sea. No son los buscadores los que nos han de salvar.....
digo poco : sería la consumación de nuestro castigo, (i Dios,
sacándonos de las garras de los franceses , nos entregase en
las manos de los que hicieran loque les sugieren los buf
cadores.
insistamos señores escritores liberales , en este punto, por
que es punto mui sustancial. ¿ De dónde vienen nuestros nia
les presentes ? De donde mismo han venido por confesión ds
Vs. los anteriores : á saber, de esos hombres depravados , <\k
en vea de hacer servir sus intereses particulares al bien públiffl-
arrastran el bien público á sus intereses particulares. Til te
ese Godoi , á quienes Vs. sirvieron , adularon , y aun adorno")
y a' quien ahora sacan para tapadera de todo. Tales fueron
.también muchos otros que le precedieron y vivieron coa a i
y que con mas ó menos maña y esfuerzos ele las ideas ñlofó-
ficas de que hoi abundan los escritos, fundaron sus fortuné
sobre las ruinas de las de la patria. El común enemigo M
aprovechó del trastorno que estos miserables causaron, J »"
venido i consumar la obra que tanto adelantaros **
g Quál pues debia ser nuestro remedio ? Mas claro esta <¡ai
Ja lúa del mediodía. El que emprendieron los llamados chis
peros en la capital del reino : aquellos dignos españoles i «"
tre cuyas alabanzas es la primera para mi no haberse de«ÍJ
corromper después de tantos años como trabajaban en
perlos Vs. y sus depravados antecesores. El que á i""11"
cion de Madrid intentáronlos restantes pueblos del k»»'
luego que el alcalde de Móstoles los enteró en Ja atrocidad**
2 de Mayo ¡ el que á pesar de quantos esfuerios filo»**
hicieron el tirano y sus agentes , conmovió simultánea»?1^
y sin saber unas de otras i todas las provincias para ape"1"81
•a ua mismo tiempo Jos nombres de su Dios y *
Fernando : el que en meno* ticn)po que ej>:Becesario.rparit peni
sarlo , llenó Jas . tesorerías, reempfazé' lq& etótfUP*j» ■ twun-
fó en Bailan-, Valencia y Zaragoza, y disputó gloijosanfle-pte
en Cataluña y las Castillas. ¿ Y en qué consistió Ja adgii/abje
eficacia da este miiagqso remedio ? En ,qu,c iod.$$ no ¿i<íí\í-
¿amos mas que una cosa, que era la ¿nica qne por ¡ealón-
ees se debía , y que ahora precisa mas que nunca .bus*
car, la repulsa d¿ nuestros opresores> Mientras no, buscamos
mas que esto, todo lo pudimos ; todo lo hubie'ramos podido , si
hubiésemos continuado; y si volvemos i lo mismo., todo 1q
podremos.
¡ Maldita sea de Dios, amen, su filosofía de Vs. señores
escritores liberales ! ¿ Es esta ocasión de,, ponerse á filoso
far sobre los puntos que con tanta impertinencia y aun perjuicio
han tocado ? ¿ Estamos en situación de pensar en 'Otra qosa que
sugerir los medios y presentar los planes de repeler á los fran
ceses ? ¿ No es mas que sobrado el mal que la perfidia é in
humanidad de estos nos ha traido , paraque sobre él añadamos
Jas divisiones que infaliblemente siguen , pp diré ya á los
absurdos y desastrosos errores , sino. aun á las opiniones, maj
inocentes ? Momentos de calma , de tranquilidad y byiian-
SLa deseaba el Señor Arguelles para deliberar en el asunto
de la Inquisición , que según su dictamen se llevó im
portunamente al Congreso, no obstante que sobre este asunto
no habia en la nación mas que un solo modo de pensar ,
raénos el de quatro perdularios , que soñaban todas las
.noches con la Inquisición, j Quánto mas debíamos dexar
para los momentos que este Señor dice , tanta idea liberal como
ha salido y está saliendo del pozo demócrite según le llama el
Concison , y que necesariamente debía pa turbarnos y dis
traernos , quando no por sus errores, al méuos por su novedad ,
y quando no por su novedad, al ménos porsu renovación ?. El
mismo Señor Arguelles ya hace mención de los inconve
nientes que estas tentativas nos han traido , haciéndonos
cargo del choque en que estaban en aquella época ( ya hai mas
de un arto» ) las pasiones , los intereses individuales , y las mi
ras particulares de los cuerpos. El mismo Señor Arguellas
14
reconoce que el tiempo en que estábamos y estarnos es un tiem
po en que la salud de la patria reclama exclusivamente tafo
la Mención id Congreso. Y efectivamente nada tan cierto é in
dudable como esta verdad reconocida por bs hombres desde
que ios hombres existen, y consignada por ellos ea un can-
tenar de adagios y proloquios. Age quud agis : á lo que vamos
ramos. Canis quce daos lepares inséquitur , nullum capit ; h
galga que sigue á dos liebres, se queda sin ambas. Plúribus
intentus , minar est ai síngala ssnsus : quien mucho abarca po
co aprieta. • •
Mucho es lo que ha atormentado y atormenta á los seño
res liberales esta reflexión , que están oyendo de la boca de
toda la gente de juicio , y aun de todos los que no lo tienen.
Mucho lo que han trabajado y trabajan por satisfacerla : J
mucho lo que nos han dado que reir ( si estuviésemos en f/'env
po de ello) con los disparates que hnn soltado. M» acuerdo ái
haber leido en la Tertulia patriótica un sorites, en que fri
taba de emparentar la libertad de la patria con las idea* li
berales por un árbol tau largo de ascendientes y desceadiea-
tes , que un gato no podría subirlo ni bajarlo en dos semanas;
y por un parentesco que no podría alcanzar un galgua todosn
correr. Me acuerdo de haber leido pocos dias ha en la cloaca
del Redactor un discursito, en que se intentaba buscar este e'*
lace con el mismo fruto que los alquimistas han buscado el oro
y la piedra filosofal éntre los hollines de sus oficinas. Me aeuf'"
do de un apóstrofe , que traxo el Conciso contra Ohrü^1'
ballero , Estala ; Moratin y demás colegas , quando ¿«re
tada la libertad de imprenta, crjyó haber visto en ella lar"'01
de Napoleón y sus sequaces. Me acuerdo de que el Conciso»
y otro hato ác tontos dieron ya la cosa por concluida desde en
tonces , con la desgracia de que mientras ellos la cacare»0"
concluida por nosotros, Suchet y Soult nos la iban concluyen*
do en contra. ¿ Y porqué ha sido esto ? Porque quando ooi"
bíamos pensar mas que en Napoleón , hemos pensado en J01"
Padilla , Vinatea , y no sé que otros santos del martirolog10
de Quintana y de Canga : porque quando era tiempo depe'ear'
nos mecimos á filosofar : porque quando se nos estaba ardienu0
15
la casa , nos entreteníamos en buscar pinturas ; cornucopias y
wuebles preciosos con que adornarla , dexando para después ó\
discurriendo fríamente sóbrelos medios de extinguir elineendioj;
porque quando teníamos poco, los qne nada tenían creyeron
que era la ocasión de aspirar á mucho : porque.... pero si hu
biera de decir todo lo que entiendo, habría de estarme escri
biendo todo un siglo : digámoslo de una vez, porque no de
biendo batear mas que una cosa , son muchos ios que buscan
muchas*
Me dirán los escritores liberales como acostumbran decir ,
qne poco importa que salgamos de un Napoleón, si hemos de
recaer en un Godoi : que una- vez remangados para ilustrar al
p úblico con sus escritos , es menester hacerlo todo , y poner
á todo el remedio : que de poco sirve impedir el efecto ,
mientras se dése viva la causa: que' las causas de nuestros
males presentes fueron el despotismo , el fanatismo , y otro
centenar de cosas acabadas en ismo: y que quanto ellos discur
ren y escriben no conspira á otra cosa , sino á que quedemos
hombres libres , ciudadanos felices, y todas las demás cosas ,
que doi aquí por expresadas. Pero yo , después de darles las
gracias por la muchísimo que nos quieren , y por ese paraiso
que nos dibujan y al que nos convidan ; dudo amenísimo d«
que logren sus. santos deseos de que los adoptemos , mientras
yiensen en tantas y tales cosas; y no puedo meaos que acordar
me de lo que mi abuela me contaba de Pedro Urdemalas , que
Cabiendo sido enviado por una carga de leña, se puso á'enrr».-.
dar to:ía ia arboleda del monte. Está bien, señores periodistas ,
Vs. nos señalan y ofrecen en sus escritos una tierra de promi-
piision , en que Ja leche y miel ha de correrá arroyos, y en
c¡ue las. rosas nos han de nacer entre los pies. Pero ¿ de qué
chantres nos ha de servir ese país de delicias, si mientras Vs.
nos embaucan con su e pinturas exageradas, está .Napoleón
destruyendo y extirpando quanto tenemos y quanto somos ?
¿ No han oido Vs. algo acerca de la infinidad de victimas que
él inmola en el suplicio de los malhechores por la mas leve de
quantas gestiones necesita , desea , y debe premiar la pa
tria ? No nos desunan Vs. como lo están haciendo con cier •
i6
tas discursos y articulas* comunicados , sino fomenten el amor
recíproco en todas- las clases, paraque unidos vayamos primero
á sacar á estos digno* y desgraciados héroes de entre las
garras del tirano. £ No han sabido Vs. que la hambre está ex
terminando 1» provincias , que la jtrventnd en que confiamos,
las familias que nos han dado y puedan Jar, los nifus, los
ancianos , los enfermos, y aun aquellos q'a'a por su nacimiento
vivian'eri la abun ! >oeía y regalo , traen desmayados , y cesan
de vivir por falta del alimento que inútilmente buscan ea las
«alies ? Pues vamos i tratar de su socorro , antes qae de
sus demás comodidades. ¿ Es por ventura algún grano di anis
( frase del conciso ) la calamidad que los oprime, paraqaee.t-
elusivamente no se lleve nuestra atención ? j Quanto diera yo
pirque á Vs. les hubiese quedado en el corazón nna gtO
siquiera de esa filantropía , que se les ha derramado en 1«
papeles! Yo les aseguro que las lágrimas les habían de cor
rer, como á veces me han corrido á mí y no i mi solo, que
siendo viejo y enfermo e$ menos de extrañar ; mas también (
hombres que aunque no sean filósofos , lo son : á hombres
llevan muchísimos meses de estarse versando entre los enemi
gos , derramando la sangre de estos, y exponiendo por momen
tos la suya, aquella que los gefes de nuestros opresores pro
meten pagar por altos precios : i hombres en fin que pudlen lo
estar en Cádiz quietos, descansados y ricos, prefieren gast"
qnanto tienen en volar de unos pueblos á otros para fomentare!
ruego de nuestra justa indignación, y sostener nuestras ta.i»s
veces desmayadas esperanzas. Ni quiero yo , seüores filó*0*05'
que Vs. lloren también, como lo estamos haciendo nosotros;
pero quisiera al menos qus pensasen y escribiesen sobre esto coa
exclusión de todo lo demás, pues esto no desdice de la filo50"1
Kbéral tanto tomo las- lágrimas. De San Bernardo se reñ:K ^
estaba tan entregado al sérvdcío de Dios y del próximo, <\'lT
reputaba 'perdida quaiqttier momento que no empleaba ea
ocupación, y hasta la necesidad de" comer- era para d San"
on torcedor1 que le atormentaba. Quoties sumendus ei cüus f"''
rotief formentkm se subiré putabat. No quiero yo tanto
Vs. , í'hv embargo1 dé qae- Vs. de botones adentro J a1lT
aun afuera , se tienen por mas que muchos San Bernardos,
de que nuestra aflicción es incomparablemente mayor que
quantas agitaron la caridad de aquel abad santísimo. Coman
Vs., beban , duerman, no pierdan el teatro, en fin no se
incomoden de manera alguna , pues ya saben lo mucho que la
patria interesa en la conservación de tan preciosos hijos. Lo
que únicamente les pido á nombre mió y al de muchos miiío-
.nes de infelices, es que ya que filosofan , filosofen solamente
sobre esto; ó mas bien , que siendo esto una materia que jamas
• ha de componer su filosofía , se dexen siquiera por ahora de
filosofar.
Eso quisieran los serviles, han dicho Vs. hasta aquí, y »
tienen que repetir ahora ; eso quisieran paraque el despotismo
-durara, y viniera otro Godoi , y fuéramos esclavos, y toda
, la demás tarabilla que ya sabemos todos de memoria. El
pie de patas son Vs. ! Zape con. ellos I ¡ Y con quanto tino.
. aciertan con la tecla ! Despotismo es lo'que queremos los ser
viles , porque á la Sombra de él comemos y engordamos. O si
no , ai está el famoso Godoi : véanse los conventos que erigid,
las iglesias que dotó , y las muchísimas obras pias que ha fun-
. dado , paraque los clérigos que tenian que comer , hayan
tenido y tengan que mendigar : paraque los dependientes de la
caxa de Consolidación cumplan las memorias que los fie
les dexaron : sea para sufragio por sus almas, 6 sea , porque
como pudieron dexárselo ú los dignos ciudadanos cómicos ,
según los llama el sapientísimo Conciso, quisieron dexárselo á
los frailes , monjas ó parroquias : y en fin paraque el pobre
que habia de ir á un hospital en busca de la salud que
le faltaba , se vaya desde su casa al cielo, quitándose de las
fatigas de este mundo ; y la doncella que con el dotecito se pu
diera casar in facie Ecclesice , quede expuesta á casarse
á sus espaldas. Por el contrario , ai está San Fernando ,
que todavía no ha sido colocado entre los déspotas , y á
quien la nación mira como el mas ilustre de sus reyes, y el
mas benéfico de sus padres. Este sí que no dispensaba los fa
vores del déspota Godoi á los clérigos y á los frailes. Ai está
*u consejo permanente compuesto casi solamente de. ellos :
7*
sí las catedrales de Jaén , Córdoba , Sevilla , y no sé qae otra?,
de cuya riqueza no apartan Vs. sus ojos enamorados : ai esta
ban una infiniüad de Conventos , cuyas dotaciones han alcan
zado hasta aquí para mantener muchos frailes , y socor
rer á muchos pobrecitos filósofos, que de on siglo á esta parle
no han cesado de sacarles pellizcos. Ai están, para decirlo de
nna vez , casi todas las iglesias , monasterios y fundaciones ,
adonde se extendió su imperio , y donde puso su benéfica mano.
Dicen pues mui bien los señores liberales : despotismo es lo
que queremos todos los que vivimos de gorra á costa déla igno
rancia del vecino. Quizás estarémos haciendo alguna rogativa
secreta , porque vuelva Godoi , nuestro singular bienhechor.
Quizás habrémos hecho algún voto, porque le sucedan en ti
empleo los que entonces lo dirigían en estas obras de bene
ficencia , y abora lo sacan por texto de todos sus sermones.
Mas no nos distraigamos.
Está bien, señores escritores , Vs.han dado con el gnu
secreto de exterminar el despotismo, alejar para siempre la es
clavitud y restituirnos la amable libertad. Secret3 quena se
tenta siglos que andaban buscando los hombres , y pa™ C"P
descubrimiento hicieron tantas tentativas inútiles ; y que * ^
que escriben mucho y meditan poco, se les ha aparecido de
bóbilis bóbilis. Secreto, que miraron como imposible después
do profundas meditaciones y exquisitas medidas, Codro, So
lón , Licurgo , Rómulo , Platón , Aristóteles , Julio con '«
turba multa de legisladores y filósofos ; y que para Vs.«[í"
fácil, como para mi reírme de ellos, quando se lo oigo asegu
rar. Repito que está bien , y que en nosotros va á reno"*
el prodigio que se dice de Tebas , ó de aquella otra ciudad»
cuyos muros fueron edificados por la música-, no sé si de
feo ó de Apolo ; y mucho mas bien , quando en punto de rná*
sicos tenemos que dar y para que nos quede , en eJ Sta*****
patriótico ( que fué ) mientras cantó á la lira deQ""1"0''
en el Conciso , que nos habla al son de su guitarra y »"s tl0.'í"
ras, y en todos los demás periódico?, donde cantan que »D1*B
los poetas. Pero votivo á preguntar ¿ estamos en tiempo de
músicas ? ¿Qué es primero, levantar cantando las fl>ur,Jií'
(contra el despotismo que podrá reñir, ó excitar a la nacioa
paraque se esfuerie á sacudir la cruel opresión que tenemos en
casa ?
Conocí á una persona* que padecía en las piernas eso que -
vulgarmente llaman herpes , y no sé como llamarán* los médi
cos. Se le quitaron los herpes ó por un disparate ó por una
casualidad , y el pobre enfermo miró aquel acontecimiento co
mo una dicha extraordinaria, hasta que un funesto desengaño
lo obligó á arrepentirse. El humor pecante que se habia reti
rado de las piernas , acudió al pulmón , y comenzó la pthysis';
y entonces el enfermo que antes reputaba felicidad tener lim
pias sus piernas, deseó aunque sin fruto tenerlas nuevamente
llagadas. Pues vean Vs* en el deseo de este enfermo mi voto y
el del pueblo español. Godoi era los herpes; Soult , Suchet ,
Marmont y los otros son la ptliysis. Quítesenos esta , aun quan-
do por ahora nos vuelvan les herpes. Indigno fué Godoi :
io confesamos. Pero ¿ qué tienen que vct las indignidades que
él hizo contra nosotros , con las que en el dia estamos sufrien1-
do por parte de estos monstruos , que nos tratan peor que á
bestias ? ¿ No han oido Vs. las humillaciones á que nos su
jetan ?¿ No ha llegado a' su noticia que los hombres Ies sirven,
todos los dias de bagnges, que los obligan por desprecio á
que se pongan á libarles la ropa, que los desnudan de la suya
aunque sea ennndiotle Ja calle, que en diciendo pronto , no
les dan lugar ni para calzarse los zapatos ; que los llaman
para a rostro firme y sangre fría cargarlos de injurias é
insolencias, y aun otras cosas infinitamente peores ? ¿ No hafl
sabido que obligan al marido, al padre , al hermano á que sean
testigos oculares del atropellamiento, presencien la deshonra,
y oigan los gen, idos y los ayes de sus hermanas , de sus Hi
jas , de sus nwgeres ? ¿ Y quién que oiga y sepa esto , tiene
alma para eatnnerse, y querer entretenernos con un Godoi
que ya se lo llevó el diablo ; á no ser que yíva , como para
mí es indudable , en el corazón de los que lo murmuran , por
que quieren ser sus herederos ? Déxense Vs. señores faramalle
ros , de Godoi , y apliquen el esfuerzo de sus plumas á esto ,
que es lo único que exclusivamente lo exige.
se
Pero ¿ qué es esto ?¿ No entran Vs. por aquí ? ¿ Quieren
á viva fuerza que á un mismo tiempo peleemos contra todo* Jos
despotismos ? Está bien : me convenga; allá vamos adonde Vs.
nos digan. Ea Señores del estado mayor , dispongan Vs.
el plan , y señálennos el punto de ataque. Ya V. sabe , señor
Niítactes , que el estado mayor de que hablo, es el Semanario
patriótico, parto legitimo del gran patriarca de nuestros libe
rales , escuela primitiva i quien deben su origen y sus reglas
las restantes escuelas periódicas , punto central de donde han
partido y á donde han regresado todas las ideas liberales,
club de donde se esparcieron las semillas de nuestra división ,
y foco de quantas sediciones destrozan la América , y se in
tenta que destrozan esas solas dos leguas de arena , qae nos
restan en casi toda la península. Mui i los principios estába
mos de nuestra justa guerra, quando Napoleón ó su /jerma-
no dieron una proclama , cuyo contenido era que los {tanxesiS
no venían á mas que á librarnos de la Inquisición , el teadí-
lismo y los frailes. Puds este tai Semanario , que por pro
pia comisión se hizo cargo de hablar en nuestro nombre , res
pondió á aquella proclama , que nosotros no necesitábamos de
los franceses ni de su emperador para quitar abusos. Desde en
tonces acá todos los planes que esta junta de sabios g/nebrinos
ha dado , han sido directa ó indirectamente contra la Inquisi
ción , contra el feudalismo ó grandeza , y contra los frailes ,
todavía con mucha mas formalidad , que la qua hubiera em
pleado Napoleón ; porque es gente formal , sabe estar a' so
palabra , y no quieren que Buonaparte los desmienta. Llegó
por fin la triste hora en que por falta de compradores ( segoa
dicen ) tuvo que cesar en su carrera , pues esta es la frase de
que hubo de usar el moribundo , y que copió á la letra su hijo
el Redactor : pero para cesar tuvo cuidado de prevenir,
que habiéndose prepuesto impugnar á la Inquisición , á los
frailes, y al feudalismo , y habiéndolo ya hecho en el discurso
de su penosa vida ; era ya tiempo de cesar y descansar,
j Oxalá que nunca lo hubiese sido de comenzar! Per» al
fin sacamos ea limpio que toda la ilustración que este caba
llero , plural como todos los otros , procuró á su patria , y
21
■Todas Tas armas y planes que nos ministró contra el des
potismo presente de Napoleón y pasado de Godoi , sé han
reducido á que no tengamos, ni inquisidores, ni grandes , ni
frailes. Pues aquí de todas mis dudas. § Qué tienen que ver ni
los inquisidores , ni los grandes , ni los frailes con Napoleón
ní Godoi ? j A quál de ellos parió la Inquisición ? ? A quál
aupó ? g Quál de ellos es grande , ó no ha sido el azote de
los grandes ? g Qué religión fundó , ó en qual de las religiones
se educó alguno de ellos ? g Por dónde se ha aparecido el pa
rentesco de estas corporaciones ni con ellos , ni con su des
potismo ? ¿Si será acaso porque el despotismo no se verifica ,
sin» donde hai estas corporaciones ? v. g. en Atenas quando
AleiMides , en Roma quando Sita , en Inglaterra quando Cron-
WeJ , en Francia quando Marat , Robespiírre , Barras &c. Pe
ro el caso es que en ninguna de estas partes hubo frailes ni In
quisición ; y aunque en t-ídas hubo grandes ( porque es de la
naturaleza qüe los haya ) estos no fueron los agente* , sino las
víctimas djl despotismo. Sacamos pues en limpio que el plan
del Semanario patriótico, es decir, el de toda la cofradía
liberal , 6 no va contra él despotismo de Napoleón y Godoi ,
ó va del mismo modo que el que con el fin de combatir á 5oulf,
se embarcase para Canarias. Y aquí entra como de molde mi
súplica á estos caballeros. No señores, no: no está Soult
en Canarias , búsquenlo Vs. en las Andalucías , y no se
olviden de que esto es lo que importa , esto lo que insta ,
esto lo que únicamente debe buscarse , al ménos por ahora ,
y á esto deben dirigirse los discursos con que han de en-
tusiasrtlap al público y fomentar la unisn de todos los es
pañoles 'para batir y destrozar, al que verdaderamente es mi
déspota. ¿ Qué inconveniente hai en que duren seis meses mas
los grandes , que comenzaron con los hombres , y han durado
mientras ha habido hombres; y la Inquisición y los frailes , que
llevan ya unos quantos siglos , sin que hasta ahora hayan he
cho mate daño que comer los unos lo que las han dado , y cas
tigar ia otra i quien le han mandado las leyes ? Oráculo» de la
buena po'ítica : no os acaloréis ^ ni nos envolváis -emotras
tres guerras , ademas, de la que tenemos coa Napoleón. La
D
23
Rusia que .según parsce , es la potencia mas poderosa -de
la Europa - á presencia d¿l solo peligro de tener que guerrear
con él , ha juzgado necesario hacer las paces con el turco.
Hagan pues Vs. siquiera un armisticio con esta pobre gente,
que ciertamente no son turcos, en una coyuntura tan apurada
como esta en que nos hallamos, y en qu¿ de nuestro imperio
no nos resta mas que la esperanza.
A estas reflexiones tomadas del interés general , permítan
me Vs. que añada otra, que fluye naturalmente de su interés
privado , y que no alcanzo cómo haya podido escaparse de
esos regeneradores y reformadores talentos , reducida á que sus
pendan esa corrufcion que nos anuncian de todas aquellas tres
cosas y las demás que tienen in pesiare , para quan Jo luego
si instante puedan poner en su lugar los nuevos fenómenos que
deben nacer de su regeneración y reforma. Me explícate si
puedo , porque es punto que necesita de explicación. Vs. - co
mo iba diciendo , se llaman á boca llena regeneradores j rt-
formadoret. Toda regeneración y reforma incluye dos cosas :
Ja primera , la destrucción ó corrupción de la forma ó entidad
que precedia ; y la segunda . la substitución de una nueva en
tidad á forma. Es pues consiguiente que la regeneración de
Vs. importe estas dos cosas. Y con efecto ya tenemos anun
ciada mas que competentemente la primera , en lo que han tra
tado contra la Inquisición , grandeza y monaquisino. Pero y
en lugar de estas tres cosas ¿ que' es lo que Vs. inten
tan ponernos paraque se verifique que corruptio unius. eft
g¡nerátio altérius^ como se decía en mis mocedades ? Esto es
lo que no han dicho Vs. todavía por pura cortedad y mode&úa,
y lo que yo voi á decir para ahorrarle» el sonrojo de
explicarlo.
Vs. , en vez de la Inquisición que hasta aquí se ni llama
do y sido Apostólica , desean poner una inquisición jacobina ,
v. g. como aquella por donde en tiempo de Robespierre . e» de-
- cir , en los dias gloriosos de la libertad de Francia , eran lleva
dos á la guillotina todos los que de :obra , de palabra,
ó aun de pensamiento parecían católicos , realistas ó aristocra-
.t4s; llegando la cota hasta el extremo , de que el hombre qa«
23
por descuido se santiguaba , ya podía contar con que tenia
perdida la cabeza, por donde empezaba á santiguarse. Me pa
rece que ninguno se atreverá á decirme que exagero , si lee
el pedimento del Conciso contra oí f mparcial : el proyecto del
Semanario patriótico , paraque no se consienta escribir á los
serviles , y se envíen al exército de Cataluña y á los hospita
les : los infinitos clamores de los periódicos , paraque se cas
tiguen los predicadores, y la palabra de Dios comienzo á
ssr ligada: el buen consejo de no sé qual de los comunican
tes del Conciso , paraque el gobierno de España . á imitación
de Isabel la hija dv Ana Bolena , prohiba la predicación
( debió añadir esta buen alma . que también á imitación de
ella colgase de la horca - y devanase las entrañas de todos
los que no predicaron la doctrina de Calvino y Lutero ) la»
acusaciones repetidas con que se nos pinta á los que no
queremos las ideas liberales , como á enemigos de la patria,
instrumentos de su ruina , autores de su último peligro, y otras
cosas de este jaez : la devotísima súplica que V. sabe se hizo
al Congreso, paraque se nos declare por traidores ; y las hórr
ribles voces que tantas veces han sonado llamándonos al ca
dahalso. Difícil , Señor Nistactes , difícil ha de ser creer la tal
Inquisición que Vs. meditan , para quien reflexione las magní
ficas promesas de ios señores liberales, las eternas verAadtp
( qu¿ así las llaman ellos ) de donde han dimanado estas p*'o-
mesas , que son los principios y definiciones de Rousseau , y
las devotísimas reflexiones del P. Quesnel, que es la Biblia, y
,1a biblioteca de nuestros janscaistas. Difícil, al que en las Fuen
tes ange'ücas de Vj, y mucho mejor en Jas de Sto. Tomas en.-
cueutre las ideas de lo que es un pueblo libre , y una legislación
justa. Diñcil , al que en el libro de los libros , que son los orá
culos del Espíritu-santo , lea el respeto que el hombre debe á
Dios , y los límites que Dios ha puesto á los gobiernos de los
hombres. Difícil en fin , á qualquiera que haya leído la his
toria de las leyes y los legisladoras , y compare el sistema
hasta aquí observado , con el nuevo plan que Vs. quieren en
tablar , y tratan de persuadir en sus impresos. Pero di
fícil ó no , la nueva forma y el nuevo fenómeno es la inquisi
eion que líe ciía&J. Al están vivos los docirmeatos que 1»-
Anuncian: d'ocumentés^que han salido y salen al publico, quan-
do todavía se reme el restablecimiento de ta Inquisición an
tigua, quandó tódavia el pueblo la desea , quando aun no es
tiempo de que el pueblo se entere, quaHdo careciendose toda
vía de la fuerza , aun no se puede abandonar la seducción.
¿ Que seria pues , si llegase el caso ( de que Dios nos libre,
y de que creo que ya nos ha librado ) de que nuestros rege
neradores tomasen el ascendiente que desean? g Si chiquito co
me grano ¡que será quando marrano^ Si odiados , si aborreci
dos , si impotentes , si abominados se atreven á esto ¿ que
harian si se hallasen con fueteas competentes?
g Que harian ? Presto lo digo yo. Hacer que todos fué
semos frailes , para llenar el vacío de los que elfos tratan de
exterminar. — ¿ Frailes ?— Si señor, y vaya allá la prueba.
El fraile se constituye por los tres votos de obediencia , po
breza , y castidad. Pues v«anme Vs, que las ideas liberales nos
Van i encaxar en el cuerpo las citadas tres cosas sin necesi-
'dad de voto.
Por el de obediencia se obliga el fraile i executar todo lo
qae le manden , con tal que no se oponga á la ley de D/os;
y la diferencia que hay entre él y el secubr con»iste , en qoe
#ste líitinró puede repugnar todo lo qje rio esté sancionado por
Ja* ley, y reclamar conrra Ja ley , quando en esta descubre ic-
convenients ; loque no es licito á un fraile, sino en muy ra
lo caso y con muchas cortapisas. Pero supuesta una ves la li
beralidad de nuestros reformadores, luego que se oiga el tra
quido de la voluntad general , se acabó el Tesistir, se acabó el
dudar, se acabó el reflexionar , se acabó el representar , se
acabó la libertad , sé acabó la filosofía ; lo diré de una vez, se
acabaron los hombres , y se acabó Dios. Si el fraile no obe
dece , la penitencia es tres días de pan y agua , y un par de
meses quando mas , de rió ver la calle : pero si llega el ca
so de que queriendo ó sin querer nos metan frailes en la re
ligión de Weishaupt , la penitencia mas pequeñita será el ca
dahalso- ó el agua tofana coa la hónrosa aSadidura de trai
dores. : -- . .'

*
- Por el voto de ppobeaa no queda al fraile otra facultad
que la de usar de lo que quieran darle ; pero como llegase
á quaxar el proyecto, que nos está dando en la nariz, no
tendríamos necesidad de voto para quedar in puris natura-
libus^Á no ser que perteneciésemos al gremio alto ; porque
eso de que nos dieran nuestros amos los liberales , como al
fraile le dan los guardianes por míseros que sean , eso e»
una cesa de que ni se ha citado , ni se citará algún
exemplo,
Del voto de castidad no tenemos que hablar , porque ese
es el punto capital de la reforma filosófica , y como dicen sus
sapientísimos autores, una de las mayores iniquidades que han
descubierto el despotismo y la tiranía. Eso no obstante , la
mayor parte de la gente tendrémos que guardarla sin voto por
que no teniendo que comer, no se necesita mas voto ni
mas mandamiento, y como dixo no se quien : fine Cérere , et
Bacho friget Venus.
Ultimamente ocuparían el lugar de los grandes aquellos
de nuestros liberales , á quienes el mérits personal , hiciese
digno» de dexar las hierbas de donde nacieron , para subir á
las dignidades á que los está llamando su admirable sabidu
ría , su acendrada política , sus fructuosos trabajos , sus inex
plicables talentos, y sus no interrumpidos servicios. .Esto en
seña como una verdad indudable el gran patriarca Rousseau:
esto practicaron sus primeros y mas rieles discípulos., los gefes
de la asamblea y convención francesas : esto ba heche el gran
de Napoleón , digno resultado de la filosofía , admiración y
emulación de todos los que aspiran á filósofos; esto en fin lo
que es tan esencial á la filóse fia , que sin ello seria ella un
ente de razón , ó no seria. El Antimonitor ingles , hablando
de los señores liberales que hay en Inglaterra , asegura como
cierto que ya ellos tienen hecha la distribución de títulos y
mi lores que dfben suceder á los actuales. Pues ahora , si in
víridi hoefaciunt ¿ in árido quid fiet ? Si en la Inglaterra, don
de no hay esperanzas ni aun remotas de todas esas cosas bue
nas que rezan los señores liberales , ya están estos prevenidos
para ser duques , marqueses &c. ¿ en la España , donde el
2.0
rio revuelto presenta á los pescadores tintas esperanzas de
ganancia , se podrá presumir que no está hecha igual distri-
.bucion ! Credat ho: judeus Aprtla. No hermanó» mios , no
lloréis, porque os quitan vuestra grandeza ; en lugar de es
ta vieja que hasta aqai habéis tenido, contad seguramente coa
que se os prepara una nueva. Yo no s.ibré deciros si tendre
mos también nosotros nuestros duques de Dalmacia, de Echin-
gen , de Treviso &t. ó si en estos títulos veremos á nuestra
frente á los que blasonan de ser nuestros oráculos. Lo que si
sé, es que esto debemos esperar <1A ciudadano Semanario,
del ciudadano Conciso, del ciudadano Redactor, del ciudada
no Duande , Tertulia ó camaleón , y de la demás turba im'.ti
de los restantes escribidores , incluso D. J. C. A., que es el
quartel-maestre de toda la familia. De sus buena»' gauas, e>
decir , de su hambre no podemos dudar , después de las mu
chísimas guerras civiles que hin tenido unos con otros so.
bre los cinco y los diez q lartos , y en que con harto per
juicio de la causa común han disputado el Redactor coa el
Conciso , el Conciso con el Redactor , este con el Diario mer«
cantil , y todo* contra todos, el privilegio de decir blasfemias,
y encaxamos todos los desatinos liberales. Pues si la hmbn
de estos caballeros es notoria ¿ quien puede dudar de sa mé
rito ? Innumerables papeles de dentro y fuera de Cádiz los
han hundido y los están hundiendo á capuces ; han nitrado,
y íio cesan de mostrar su ignorancia , sus contradicciones.*1'5
d.satinos , sus supercherías , su ningún talento , y su !oti'
renuncia á la vergüenza. Esto no obstante , miradlos. ¡C°a
que paciencia tan exemplar sufren todos estos azotes! ¡Coa
que constancia mantienen el que-sto , que se han hecho cargo
de guardar! [ Y con que tesón añaden disparate á disparé'
nos vacian toda la Enciclopedia , y á semejanza del muloq^
tira de la noria , después de haber andado una vez , cornil" •
zan otra y otra á andar el mismo camino 1 E! pueblo los lla
ma hambrones, charlatanes, libertinos , impíos, y todo lo i'-'
mis que merecen ; pero ellos firmes en el puesto, aguantan
do la bala rasa y la metralla , y tapando con su. desvergüen
za el boquete que no pudieron tapar con sus sofismas, ni fl**
.•
fender con sus baladronadas. ¿Con que se paga uh servicia tan
importante ?
Pues ¿ y aquel otro que hacen á toda la cofradía , fran
queando sus papeles , paraque todo el comunicante que quie-'
ra venga á vaciar en ellos sus servicios ? g Es poco negocio ,
6 algún grano de anís haberse convertido esta buena gente en
cloacas? ¿Y que diré de los dispendios que unos han sufri
do , otros sufren , y otros esta'n próximos á sufrir ? Se llena
ron de plata los poetas , padres del Semanario patriótico, quan-
do engañando nuestra credulidad, nos hicieron, esperar un poe
ma exacto , quiero decir , verídico de nuestros males , y de
nuestros esfuerzos. Se llenaron digo de plata , y alguna me sa
caron á mi por este engaño, de lo que estoy muy arrepenti
do. Mas toda esta plata que les entró entonces, les ha salido
después por la haróica constancia , con que persistieron en el
empeño de continuar un escrito, que abominaba y no compra
ba la nación , y por Ja generosidad pocas veces vista en esta
buena gente , con que quisieron que sus dineros fueran como
los del sacristán, que cantando se vienen, y cantando se van. igual
quebranto comparativamente han sufrido un Patriota, una Ter
tulia, a' quien no le vaüó la industria de transformarse en Duen
de , y otras quatro docenas do ellos, cuyas esperanzas y bolsas
descansan en paz : é igual quebranto amenaza y acaso muy de
.cerca , al famoso Conciso, á su emulo (y no de los de cha-
rísmata meliora ) al Redactor , al Diario mercantil , y á otros
pobretes , que ya están picados de la disenteria pecnniarir. Úl
timamente ¿ que diré de los mártires de la cofradía, que se
han propuesto verificar el testimonio, que de este acto heroi
co resulta á la obra de Dios en el nuevo plan que han tra
zado todos los demonios? Ai e¿ta , oque se yo donde, aquel
famoso Duende , que de Portugal pasó á Cádiz y de Cádiz
ha pasado no se si á los infiernos , que fue á lo que me per
suado el proto-martir de nuestros liberales. Ai está el Robes-
pierre español, que disputó con el antecednte lo Joco y lo atre
vido, y le aventajó en haber tolerado, ó estar tolerando la car-
.cel. Ai está el de la Triple alianza, que queriendo desvara-
tar la resurrección , de la carne por el mismo orden con que
53
se pre 11:6 , vino a! Areopagi de Cil\z , i enseñir qae no la
bia til co¿3 , a-i como Sin Pablo fué i enseñar que la había al-
Areopago de Atenas. Ai está el Diccionarista burlesco, qae
d:spues de haber proporcionado á la nación en su folleto oni
biblioteca , donde nada tuviese que desear el que hubiera re.
negado ó quisiera renegar del bautismo : .y después del im
probo trabajo que se tornó , en recoger quantas blasfemias ,
irrisiones y burlas se han vomitado contra nuestra religión X
sus ministros por quintos tunantes conocieron los siglos últi
mos ; sostiene rodavia el carácter de su apostolado, hablando,
seguo nos informan sus panegiristas , por el mismo órden con
que había escrito^ acabando de vaciar por la lengua las vara
duras que se habían escapado, á su pluma, y gloriándose
en sus cadenas como »S. Pablo se gloriaba en las suyas. Ai
están ea fin muchos otros , que émulos de la misma pasión J
gloria , esfuerzan sus méritos para hacerse dignos de esta toa
fécomendable recompensa. ¿Con que pues , oyentes raios, coi
que se paga , ñi que premio puede igualar estos tan seüala-
tíos oficios por la religión y la patria? No hai la menor da*
da. A estos héroes deben ceder , qjieran ó no, su gerarqon
las que hasta aqui han sido las primeras clases del estado. Es*
tos méritos deben llevarse las distinciones y los premios, que
para sí y sus sucesores ganaron un Alonso Pérez de Gusma't
un Rodrigo Ponee de León , un Gonzalo Fernandez de ^
dova , un Cristoval Colon , un Hermán Cortéa, y tantísimos
otros, á quienes debimos ó la conservas-ion de la patria,0" •■
dilatación de nuestro imperio , con todas las ventajas y b-'3^"
cios que hasta aqui hemos gozado , y que mientras él dai:;
gozarémos. A estos deben pertenecer esos bienes que hasta aqt"
"han pertenecido á las Iglesias y monasterios , emendando de
esta manera el error de los testadores , en haberlos dexado i
ellas , y no al pregonero ni al verdugo: y siguiendo el aí'J'
ttki de la jurisprudencia liberal que los supone nacionaltSi®'
to es, pertenecientes al primero , qae con pretexto de ¡a 9!¡!m
'Jos robe. A estos deben pasar los crecidos caudales , que á tan
tas casas han producido la agricultura , la industria y c0'
murcio ; en suposición de que el estudio y aprovéchame"'*'
29
que estos nuestros presentes regeneradores han hecho ea Rous
seau, vVeishaupt y otros tales, son títulos, prefe.renr.es á quan-
tos han consagrado hasta aqui y hecho inviolables Tas propie
dades, g Pues que? ¿ Es cosa de juego ser los regeneradores de
la patria? ¿ Hai premio que equivalga al mérito de ser nues
tras antorchas y lumbreras? Animo pues , generosos españo
les : á la guerra, á las balas, al peligro, á la muerte, para pa
gar esta enorme deuda, Las lamparas que nos alumbran nece
sitan de tanto aceite, que todos nuestros olivares no les bas
tan. Nuestras antorchas son usos cirios pasqual.s capaces de
consumir, no solo la cera de todas las colmenas , mas también
la cerilla de todos los oidos.
Estamos en esto , señores liberales ,. estamos en esto , y lo
conocemos muy bien , pnr mas que la modestia y desinterés
,de Ys. Jo disimulen; pero eso no me quita á mi que vuelva
a' la carga y les diga. Sea muy en buen hora , que Vs. hayan
de ser |os amos : pero lo que ahora insta , lo primero de todo
es que ¿cagamos la cosa , de que debemos serlo. ¿ Que diablu
ra es. tratar de quien ha de ser el dueño de Medina Celi y
de Alva, si Alva y Medina Celi están en poder de Napoleón?
¿ No es primero echar á Napoleón de all'i , (¡ue determinar
de quien ha de ser? ¿No es primero plantar el olivar, que re
partir Jas alcuzas de aceite? Vamos pues, vamos a' arrojar fuera
al opresor, y dexemos lo demás para después. No busquemos
muchas cosas, quqndo lo que importa es buscar una sohi. Y por
lo que toea á los méritos de Vs. , y al premio que por ellos
les corresponde, dexen de afanarse por ahora, y descansen so
bre mi pafabra. llai un justo juez en el ciqjo , que seguramen
te no ha de olvidar los servicios que Vs. Je e,st3n haciendo, jüai
en la tierra, quien represente su autoridad, y que debe entraren
cuentas con Vs. para recompensárselos i nombre* de la patria.
Hai un pueblo en la Europa (que. se llama español , católico
hasta los tuétanos, fiel como nmguaot moderado como pocos,
pierio y circunspecto por carácter, tenaz de sus sabias institu
ciones como- él solo, y tan seguro .en sus juicios, como lento.
,¿ Que. mas garantía quieren- V^s. de ese premio que hap nj^te*
cido tan de justiciad ,
E
¿ Que se dice , señores liberales , que se due á citas re
flexiones , que no hay español que no resuelva en su co
razón y no explique según sus alcances? Luzcan aquí esos
prodigiosos ingenios , aparezca ese profundo conocimiento del
corazón humano , oigamos siquiera una vez alguna sosa que
nos excite á sacudir los presentes males , y no se nos pongan
delante de los ojos pinturas y prospectos , capaces solamen
te de adornar los palacios del paraíso de Mahoma. ¿ Hacea
Vs. lo que corresponde i la obligación en que se han consti
tuido por haberse declarado maestros del pueblo español,
reformadores de sus opiniones , y guias de su conducta en la
presente terrible crisis ? ¿ Adoptan Vs. para formtr sus dis
cursos , que llaman patéticos , aquellas materias mas análo
gas á las disposiciones que tiene el pueblo español para de
fenderse déla injusta agresión que sufre? ¿Le proponen los
principales medios que lo han de conducir al fio de salvar
se ? Oigan Vs. los dos mas poderosos que todo que reflexio
na , mira como indispensables y seguros; y vean i coase-
, qüencia.si ni con mil leguas se acercan al objeto que de
bieron proponerse.
El primero de ellos es aplacar la justicia divina. Personas
que de intento han explorado el modo de pensar de nuestros
hermanos afligidos con las presentes desgracias, los han halla- .
do contestes en los siguientes principios , que son la suma de
la filosofía que ha de salvarlos : este es castigo de Dios: pero
Dios ha de tener misericordia de nosjtros. Pregunto thora ,
señores escritores liberales ¿ se han empeñado Vs. en esten
der y propagar por medio de sus impresos estas sólidas é incon
testables verdades , tan necesarias al pueblo español para sacu
dir el yugo , que quiere ponerle el tirano ? ¿ Han escrito algo
paraque los españoles esfuerzen esta justa confianza, que reina
en el corazón de muchos ?• ¿ Los han excitado Vs. paraque qui
ten á la justicia de. Dios las causas que provocan su castigo ?
¿ fian contado con Dios para algo; sea en órden á desarmar su
ira , sea con respecto á implorar su misericordia ? ¿ No se han
dedicado Vs. á todo lo contrario? Y si es cierto que hai un Dios
en el cielo ¿ no lo será también que Vs. están empeñados
3"
en provocar su indignación sobre nosotros , por tantas blas
femias como escupen contra su religión, su iglesia , su mi
nisterio , y q uáato pertenece á su culto ; y por tantas máximas
depravadas , como quieren que prevalezcan contra la leí que
él mismo estampó indeleblemente en nuestros corazones , coaia
reflexo inextinguible de su providencia y sabiduría? ¿ De qué
gente . de qué nación han tenido Vs. noticias, que en un apuro
semejante al que padecemos , no haya acudido al cielo , á re
clamar el socorro del Dios verdadero 6 imaginado á quien ado
ra ? Y si' esto ha hecho toda nación y gente movidas del ins
tinto de la naturaleza ¿ porqué quieren que no lo hagamos no
sotros , unos hombres que todo lo definen por los instintos bue
nos 6 malos de la naturaleea ? ¿ Cómo estamos de religión ? ¿ Es
obra de Dios ó de los hombres ? Si de Dios ¿ porquá no se adop
ta el primero , el principal , y el mas importante de quantos
i'nedlos ella nos enseña , que es aplacar la ira , é implorar la
misericordia de Dios"? Y si la religión es obra de la política
de los hombres, como quieren los maestros de Vs. ¿ porqué Vs.
no dan movimiento á este primer resorte de la política ? Rara
es la cosa que hace Napoleón , en que Vs. no sean sus manos ;
todo lo quieren á la francesa, hasta el estilo de las procla
mas , hasta los nombres de las cosas. Imiten pues en esto al
que imitan en todo lo demás ; y así como él sin tener religión
alguna , ha sabido acomodarse á la mahometana con los tur
cos , á la luterana con los prusianos , á la de sus rabinos con
los judíos , y á la nuestra con nosotros : acomódense Vs. , tén
ganla ó no la tengan , con la qus profesa , con la que ama , y
con |a que prefiere á su vida el pueblo , á quien hablan , y
de quien se han establecido guias. ¿Con qué aliento "ha de ir
á pelear un hombre , que persuadido á que la victoria es un
don del cielo , ve que no se habla en los impresos, ni se trata
de aplacar al cielo, ó se habla de solo cumplimiento, ó tal
vez se burla como ana superstición esta persuasión en que esta'?
Qué esperanza puede llevar , y 'de consiguiente qué esfuerzos
podrá hacer un hombre , que entendido como debe estarlo y lo
está , en que Napoleón es el azote de los pecados de su pueblo,
ni ve que se emienda el pecado , ni que se le estorva, antes biso
g.í le excita y avilanta con los escritos par,a cometario ? ¿ Por
que no emplean Vs. señores periodistas liberales , esa eíoqüen-
cie de que ta uto, blasonan , en pintar la cenizi" y et -cilicio,
no diré ya del pueblo de Israel , sino de la idólatra Nín/Ve ?
Por qué no recuerdan el luto y lasjeyej suntuárias de Roma ,
quando las derrotas de Caimas ? ¿ Por qué nonios ayunoj
que en Constantínopla y en Lóndres se intiman antes" de comen
zar la guerra, ? ¿ Por qué no , la disciplina de Pompeyo , que
para exterminará Numancia, exterminó primero de su exérci-
to el luxo y las mugeres ? ¿ Por que , en lugar de manchar tan
to papel en fingir y exagerar los defectos de los clérigos y frai
las, y aun de los obispos, que aun quando fueran ciertos, no
impiden la salvación de la patria ; no se emplean Vs. en recla
mar lo que,. tan directamente contribuye á ella , esro es la
exacta observancia de las ordenanzas militares , en los puntos
relativos i la buena conducta .de xefes y soldados , a! «elo de
los capellanes sobre ella, ¿ la .celebración y asistencia de la
Jropa al santo sacrificio de la misa ," y á Ja preparación
del exército para dar las batallas ? Ó ignoran Vs. el in-
fluxo que, esto tiene en el buen éxito de las acciones, 6 lo
saben. Si lo ignoran ^ vayari^ .filosofar con las bestias ;
pues ni aun con cien leguas conocen lo que es el corazón hu
mano. Si lo saben , y . afectan despreciarlo ¿dónde están
esas autoridades, que no los llevan al patíbulo de los mas pér-
íidos enemigos de la patria ?
¿ Escodo de inflamar en la defensa de ella , el que tuvie
ron el infame autor que definió al hombre el resultado de tes
afinidades ^químicas , el. mas que infame escritor de la Triple
alianza 9 y Ips que tomaron la defensa de estos desastrosos
errores ? Admitidos ellos una vez ¿ no sena la mayor de las
locuras la del hombre que expusiese una existencia , principio,
fin y compendio de quantos bienes tenia y esperaba ? ¿ Ne se
ría una estolidez la de aquel , que se privara de qualquiera
cosa que pediese contribuir al bienestar de esta existencia,
fueran ó no. legítimos los medios de alcanzarla, con tal
que estos fuesen seguros ? j Miserables! Ni para Dios ni pa
ra el diablo sirven : quiero decir , que no saben ser ni catóJÍ
• ... a
eos ni alfós. Toman el principio que llevo citaJo ¿el Impío
Benito Espinosa , y pretenden lo contrario de laí corís?qü to
cias que Espinosa sacó" , y naturalmente fluyen de este prin
cipio : i saber , que el hombre no tiene mas obligación qué mi
rar por sí, aunque para ello incendie a' todo el mundo; rií nias
pecado , que no tomar bien las medidas para incendiarlo1 sin
exponerse.
Callad, charlatanes, enmudeced filósofos; y dexadnos hablar
al soldado el lenguage de la verdad, que la religión nos dicta
á todos , y que él tqdavía tiene y tendrá estampado en lo ín-
íimo de su corazón, n Decüs bien , guerreros católicos :
deciis , bien , quando para gloria del Dios que nos castiga esr
su misericordia, confesáis que nuestra opresión es úri castigo.
Esperáis con verdad ( ¿ y cómo si con verdad ? Primero fal
tarán, los cielos y la tierra, que falte lo que á nombre de vues
tro Dios voi á d.cir /S ) esperáis con verdad que al castigo há
fie seguirse la misericordia, ala humillación la gloria, á la aflic
ción el consuelo, y á la esclavitud la libertad : y no falta pafá
conseguir estos bienes otra cosa . sino que- quitéis de delante dé
los ojos de Dios ks culpas que os' han conducido á estos males.
Quitadlas pues , é id inmediatamente con seguridad i los
franceses. No dudéis, del éilt'o , ni calculéis sobre las ventajas
y el número. Vuestro Dios os los ha entregado en vuestras ma
nos , asi como antes os había entregado á vosotros en las de
estos sus vengadores , y vuestros verdugos. Hasta aquí han si
do ellos la vara de su furor en vuestro castigo ; conclui
do este , ya es tiempo de que él destine, y vosotros ar
reéis al fuego esta vara. Id, repito, á vindicar vuestra causa,
í¡L,e ya lo es también de vuestro Dios ; y contad con su asis-
;:.icia en todo trance. Si sobrevivid , tendréis la gloria de ha
ber salvado á vuestra patria y hermanos, y lograreis él con
suelo de contar vuestros trabajos y sus misericordisrs á vuestros
hijos , estos las referirán a los suyos , y vuestros primeros y
últimos nietos las transmitirán á las mas remotas generaciones.
Si moriis , perderéis hoi una vida que debe acabar mañana;
^pero vuestra sangre será para vuestras culpas un segundó Bau
tismo , y ese espíritu inmortal que os anima , entrará deíde el
mismo momento en posesión de una viJa que nunca tendrá
fin , y en que jamas obran las miserias , los peligros , los
trabajos , los dolores , ni las oenis. w ? Por qué" , señoree
charlatanes, por qué no usan Vs. de esta filosofía, que sabea
Insta las viejas, y que no pierde porque tolos la sepan? ¿ Quie
ren que yo se lo diga ? Pues escúchenlo Vs. de la boca de Saa
Pablo, n Porque el Dios de este siglo ha exéeado las mentes
m da los hombres infieles , paraque no admitan la iluminación
51 del «váugelio de la gloria de Cristo , qne es imagen sustaa-
11 c'nl de Dios, n
Vengamos al otro medio en que el pueblo español confia ,
y que vivamente desea : á saber, una red barredera , como di
íiiisino se explica , que reuniendo y dirigiendo todos los es
fuerzos , limpie nuestro suelo de esta plaga que lo devora. Sé
panlo Vs. , señores liberales ; no hai en la Espaiíi un solo
hombre de los que traen rosario al cuello (y deben saber qae
a excepción de los filós »fos tod )S Lo traen ) no hai , repifo ,
uno que lo traiga , y no desee vivamente chocar con los fran
ceses, y no asegure con to ja confianza , que se atreve con dos,
ó con uno quando ménos. No hai muger , inclusas muchas de
las que la naturaleza ha unido con los afrancesados por los
vínculos del desposorio ó de la sangre , y exeluiJas so
lamente las mui pocas q-ie se han dexado corromper de la
filosofía , que no desee lo mismo que los hombres, que no
instigue á los hombres , y lo que es mas de admirar, que no
esté dispuesta á olvidarse de que es madre , y á enviar á /as
bayonetas á sus hijo?. El odio jrece á proporción de como cre
cen las humillaciones : la indignación represada después de
tanto tiempo , desea romper todos los diques ;y los ánimos,
lejos d; dexarse domar con las infinitas indignidades á que el
opresor los obliga , se obstinan cada dia mas en repeler la
opresión ; y aguardan impacientes el momento de execu-
tarlo.
Ea pues , escribidores sempiternos , antorchas de la filo
sofía , regeneradores de la España , sabios sobre todos los sa
bios , oráculos del pr;s;nte siglo, reformadores del mundo &c.
&e. ¿ qué nos dicen ? Aquí teaeis la materia sobre que debe
35
discurrir y disertar ese ingenio tan supeiior de que os preciáis,
y en qu« deben emplearse esas vuestras plumas tan ligeras que
parecen elevarse hasta lo sublime. Aquí el camino de exercer
esa liberalidad de que os jactáis ; aquí el medio de contribuir
por vuestra parte á la salvacioa de esa patria, sobre que tanto
y tanto inútilmente disertáis. Manos pues á la obra , y luzcan
vuestros grandes talentos en persuadir la unión de esta fuerza
diseminada , en fomentar y dar movimiento con vuestros
discursos á tan buenas disposiciones , y en aprovechar la
coyuntura que os presentan tan nobles y tan justos deseos. Es
ta será la idea liberal que de presente necesitamos, y que cier
tamente os agradeceremos ; y sin la qual ni queremos ni ha
remos mas que burlarnos de vuestras ideas liberaks. ¿ Dónde
está pues entre rosotros e^hombrecito que. sea capa¿ de trazar
el plan de otras vísperas sicilianas ? Pues a' fe que yo me acuer
do de haber leido en Mariana que el campanero de aquella fes
tividad fue ¿1 catalán Juan Prochita ; y á mí me parece que
.-hormiguearían en nosotros los Prochitas el dia de hoi , ii
•los ánimos de todos estuviesen en armonía, y los papeles
que Vs. dan á luz fomenta'ran la unión de todos , y los diri
gieran solamente á este punto. Vs. pues que por propia elec
ción han tomado á su cargo rectificar la opinión del pueblo
español , están obligados á fomentar su entusiasmo y á
ayudar con sus luces estas ideas tan verdaderamente li
berales.
Pero | que han de fomentar y ayudar VE. ? j Pluguiera á
Dios que desde el principio hubiesen pasádose á los exerci-
- tos del tirano ! Asi no estarían haciendo su causa , querien
do ó sin quersr , pues eso Vs. lo sabrán , y nosotros lo con
jeturaremos. Porque , sin meterme ahora en honduras , ni
querer averiguar por qué caminos en medio de tan buenas
disposiciones de parte del pueblo , nos han venido tantos de
sastres ; no es capaz el diablo de pensar cosa alguna para
resfriar el zelo , romper la unión , y desarmar el corage de
nuestros libertadores , que Vs. no hayan pensado y no estén
"publicando en sus impresos. Diganme Vs. señores vellacos ¿pien
san que el pueblo español está tan dispuesto como ellos á
$6 '
apostatar de la religión, á hurtarse de sus misterios , á in
dultar sacrilegamente i sus obispos , á calumniar i sus minis-
•irpá i y á hacer todo lo demís gue por esta órden Vs. le
proponen ? ¿Piensan que abandonará la lealtad , de que tan
jo se .hoara , y por donde tanta gloria adquirieron los espa
ñoles » sus padres , sus primeros y últimos aauelos , y quan-
tos en nuestro suelo y los extrañas hin pasado por hombres
de bien, porque asi lo enseña el sedicioso y entusiasta Gi-
fl ebri no n autor de la ruina de su parria , como Vs. si no los
atajn la pública autoridad, podran serlo de la nuestra ? ¿Pien-
s:io que ya que lo seduacan con su falsa, mentida y funesta
igualdad , olvidará los muchos beneficios que deí>e á su gran
daza con la misma facilidad , coa que lo están haciendo algu
nos de Vs. que debiéndole todo lo que son , emprenden tan
tas tentativas paraqtie no sea ? ¿ Piensan que sera' can desna
turalizado é insensible , que ha_ya d; decidirse contrae! cle
ro , contra los frailes , y contra las monjas , entre los quales
y las quales ap?n3S habrá español que no cuente á su tío, a
su hermano , á su primo , ó algún otro de su sangre ? ¿Qas
tiempo les parece á Vs. necesario i ara tantas revoluciones ?
Jj2 sola que pertenece á la religión , se comenzó en Inglaterra
en el siglo XVI, y á estas horas después de empleados todos
los medios que sugiere uaa falsa política , aun está por co n
cluir no digo bien ; á estas horas mira la religión muy abas
tada aquella, en que la misericordia divina le prepara triun-
. far. La que en Francia puso por obra todo lo que Vs. nos
anuncian , lleva veinte y tres años de estar causando estra
gos horrorosos ea la Europa : y haga Dios que estos no sean
los anteceden res ds otros mayores, j Y es este el evangelio que
'V.-;. nos predican ? ; Y es este el bien que traen a su desgra
ciada, patria ? ¿ Y es esce el consuelo que le. preparan en su
extrema afliceioa ? ¿ Y es este el modo de alentar sus esfuer
zos ? ; Y es oste ,el ;medio de la unión y concordia .sin la qual
do pelemos salvarnos ? Y si ahuyentadas las huestes enemi
gas , hemos d" quedar en estos pantos ( y también en todo lo
•lernas ) como Napoleón nos ha puesto ¿ sera fácil que el pue
bla prodigae para ellos sa sangre ? Créanme Vs. , señores ü-
37
bárales : la suya se les habla de helar en eí cuerpo , si presen
ciasen como yo la impresión que causan' suí papeles á la gen
te, que viviendo baxo la opresión , en vez de encontrar en'
ellos lo que busca , que es su altar y su trono se encuentra
con que el de Vs. y el de Napoleón es en estos puntos uno mis
mo el sistema y lenguage.
Cortemos , Señor Nistactes , el hilo; pues de otra ma
nera no se quando acabaría de producir las reflexiones que
de tropel se me están viniendo , y que ha mucho tiempo no
cesan de agitar mi animo. Quedemos en que lo que nos inv-
porta de presente buscares una sola cosa : y que si hasta aho
ra no la hemos halllado , la culpa es de táñeos buscadores co
mo al abrigo de la desgracia común aspiran á cosas que nun
ca lograrán, á lograrán solamente para la juina nuestra y suya.
Baste pues sobre el no busco honras . de que V. me vistió para
sacarme á las. tablas.
Vamos á ver como saca á D. Claudio pag. t. Lo que pue
do decir á Vs. salía D, Claudio &c. Es^a es la entrada que V.
le da , que ciertamente es una entrada de pabana. Si este per-
sonage estaba , ó como dice ese piquito de oro , había junto
á la mesa : y si la conversación no era con él ¿ cabe que ni
provocado ni rogado acudiese á meter su cucharada ? Un ca
pitán de fragata es regularmente un hombre de educación y
modales : y la bueaa educación enseña á qualquiera , que no
se meta donde no lo llaman , ó que haga alguna salvaguar
dia para meterse. — Lo que pueda decir á Vs. — ¿ Y quien
le había preguntado lo que podía ó lo que aabia ? ¿Quien le
había dado vela para este entierro ? ¿ Y no mas ? También la
saca V. saltando : de manera que en su escrito todos nos
volvemos saltadores; porque D. Claudio salta aquí, yo sal
to mas abajo : también en las Puentes angélicas hay saltones^
y todos sin necesidad de tales saltos. Señor mió , todo salto
es efecto ó de poco juicio , ó de mucha violencia. Salta el
muchacho sin qué ni para qué , porque todavía es muchacho,
asi como saltan todos los bichos chicos ; pero sin causa no
salta. el hombre que dio el ser al muchacho, ni la burra', que
parió -al rucho. Pero, ¿quando saltan estos últimos? La bur-
P
39
ra, quando le meten un pullaso : y el fiombre , quando Jos*
focan. Me hicieron saltar : me sacaron de mis casillas : mt so
focaron. Estas tres frases con otras iguales significan en el
ienguage común una misma cosa. ¿ Quien fae el que sacá de
sus casillas ó sofocó i D. Claadio ? ¿Que cuerda es esa que
saltó, sin que nadie la estirase? ¿ Y parsque salta? Para la
mayor de todas las tonterías : para asegurar que nuoca ha
oido á los jansenistas repetir las proposiciones de Jansenio,
y para . suponer é insistir las pocas veces que habla , en que
no hai mas jansenismo , que el contenido en los términos de
e-tas proposiciones.
Ruego á qualquiera inteligente que siga los pasos, fanro
á este D. Claudio como á los demás interlocutores , que V. Sr.
Nistactes introduce , a' ver si encuentra esto» raijos dt uu*
ginacio» , que tan sin venir al caso «os anuncii; ya
me distrage del designio con que tomé h pluma , de buscar
los , y de que nos riésemos á costa de la pasmarotada con qot
nos los ofrec». Déxese V. , si vale algo mi consejo, de estos
ofrecimientos ; y si acaso los bace prometa solamente borro
nes y garatuzts, pero no rasgos de imaginación ; pues Ja que
le h« t«cado en suerte no tiene gracia para eso , como di pa
ra nada que se le pueda agradecer. Mal si este consejo no te
re desu agrado, tampoco reñiremos por ello. Contintí-' V. pro
metiendo , escribiendo , y haciendo Jo que le dé la gaoa; q"-
con eso me dará' mas en que entretenerme , ya que estov re-
suelto á que me sirva de entretenimiento. Me queda qai
tar á V. de la solidez de sus ratones , que como quien no H»K"
re la cosa y se la echa ai gato , pretende qje buenament; se
traguen nuestret respetables teólogos , y todo ti venerrfk «*"
ra. Prevéngase V. para oirme de la misma paciencia quef
he necesitado para leerlo : y entre tanto disponga ent^1"
nos hábiles de las facultades de su paisano posti^'t

El Filósofo Rancio.

Peata donde las anteriores en 10 de Tulio de


P. D.
39
Entre los pocos periódicos que oigo leer , las mas veces
contra mi voluntad, ha sido uno el Conciso de 3 de Junio,
Año V. de la gloriosa Jucha del pueblo español eoníra la tira
nía : como si dixeramos , Año Tatitos de la república francesa^
.una é indivisible. En él viene la súplica de un cura al Filó
sofo Ra.iáo. ¿ Quien habia de decirle al Rancio que había de
merecer las súplicas de un cura ? No tiene pues remedio : la
urbanidad lo exige : es menester decretar el memorial*
Veamos pues quien es él suplicante. Nada menos que el
cura de Olmedilla del Pino , que se firma Blas de Oteiza, cura.
Está bien. Pudiera este señor cura habar añadido , porque
conducto habíamos de remitirle el decreto ; porque para mi
tan nuévá es la existencia del pueblo como la del cura ; y tan
nueva la del cura como la del pueblo. El buen señor supo
ne que yo me lo sé todo, j Ojalá í Pero en eso hai muchos
trabajos ; y mayores en punto da pueblos y de curas , sobre
el qual mi erudición es mas corta que sobre otros.
Supuesto pues que no conozco al señor cura , y que segua
las pintas parece cura de aldea , veamos si por el estilo del
memorial podemos descubrir siquiera al procurador que lo es-
t Aquí , señor Nistactes , es donde los escrúpulos aho
gan mi conciencia , y las dudas mi entendimiento. Para mies
infalible, que tanto este como otros varios papeles que he leí
do , son obra de la cofradía de la notoria probidad ; pero no
me atrevo i adivinar , si la tal cofradía tiene destinados al
gún par de secretarios , paraque den á luz todas sus obra."-:
pues ademas del espíritu que es uno en todas , y en que con
viene con las producciones de las otraí cofradías francesas,
holandesas é italianas ; noto también unos mismos rasgos de
imaginación1', como V. los llama , un mismo giro de estilo, una
misma semejanza de lenguage , unos mismos provincialismos,
y si V. me aprieta , hasta unos mismos solecismos. Y esto
para mi es un misterio , de cuya existencia no pudiera per
suadirme , á no ser porque mi madre la iglesia me enseña en
el himno de la Cruz , que existen intrigantes mutifarmes. Muí-
tiformis próditoris ars ut artem falleret. ¿Quien habia de ha
berme dicho que el frti Antonio di Cristo, que se apareció el
4° . ...
año pasado , era un fraile como V., y de tan notoria probidad
.como toda la cofradía? Pues asi parece que fué ni mas ni mé-
■nos. Pero esto es una bagatela en comparación de otra* dadas
que me ocurren, sobre como un mismísimo estilo á veces apa
rece disertando , á veces definiendo , á veces tan distante del
-que forma el carácter de quien firma , como distante está
n uestro paisanage. Confieso á V. que no lo entiendo.
Lo que si entiendo , y lo que si quisiera , es que Ja cofra
día de la notoria probidad no privase al público del mucho
fruto que puede producir en él el conocimiento de los auto
res, la fuerza de su autoridad , y el exemplo de su probidad.
Scr'tbinws indocti , doeíiqne poémata passim : y es cosa de su
ma importancia para el lector saber , si es docto ó indocto,
santo 6 pecador aquel , cuyo escrito cae en sus manos. Por
que , valga la verdad: prohijará un fraile ó á un cura de
aldea una producción, digna nada menos que de un...« no
sé como le llame » baste decir , un saco de notoria probidad,
res lo mismo que vestir al hijo del rei con los andrajos de
un mendigo.
Mas sea de «sto lo que fuere , lo que yo debo asegurar a
toda Ja venerable cofradía , es que aunque me echen encima a
todos los frailes , y á todos los curas habidos y por haber,
de tal manera me entenderé con los escritos, y si fuere nece
sario con las personas , que no ofenderé en cosa alguna al
.estado , ni al ministerio ; antes por el contrario me valdré
•de la ocasión para hablar de la profesión religiosa J de 1*
cura de almas con todo el respeto , y con toda la veneración
de que ambos estados son dignos , y que constantemente 1«
ha tributado la iglesia. Asi que , la señora cofradía podrá
echarme todos los cascabeles que gustare ; y por mi cuenta
quedará ponerles los moños , y colgárselos á quien me pa
rezca , ó dexarlos sin uso por ahora. Lo que si apruebo áVt»
es la buena elección que han hecho de Jos conductos, P0'
donde nos comunica las producciones de su notoria probidad- *
saber , el Conciso, el Redactor, el Diario mercantil &c»N°
parece sino que estos púlpitos se hicieron para estos ptfdj"
cadores , ó que estos predicadores nacieron para estos púlf*
tos. Véanse las tiendas y ya esta'n conocidas las mercancías.
Entrando -en materia , lo que el señor cura verdadero ó
supuesto pretende - es que omita los caentecillos y chisles des
honestos , que han motivado las quexas de algunos feligreses ti
moratos. Para moverme á ello me cita quatro textos . nada
menos , de San Pablo, que ocupan todo el lleno de ía suplica;
y que ciertamente pudiera haber omitido por sabidos , y por
tan generalmente sagrados entre los católicos, que no hai uno
siquiera que no los adore, y los tenga por regla. La dificultad
pues no estaba en lo que este buen eclesiástico nos prueba con
tanta abundancia; sino en lo que se dexa por probar: á sa
ber, la transgresión que de estos preceptos del Apóstol hago
en esa mi carta , que ni aun dice qual es. Esto era todo ¡o
que debia hacerse, pero esto es lo que en modo ninguno se
hace. En esto debia pararse , y acreditar con citas lo que da
•por supuesto y se le antoja. Fiel imitador de Ireneo Nisaac-
tes hasta el punto de ser tenido por él mismo, asegura sobre
su palabra lo que quiere que crean todos ; sin darles las ra
zones y pruebas indispensables. Sin ellas ¿ á que viene tan
to texto que todos sabemos ? No puede ser para otra cosa que
para alargar la carta , y llenar el vacio que dexa la omisión
de las especies que debia contener. No copio , dice , las de
dicha carta que promueven ate escándalo , por no renovarlo,
y rio causar nuevo rubor á los ojos honestos. ¡Cosa de juego es
el daño que la tal carta hizo ! Pues no solo las mexillas
honestas , mas también los ojos se pusieron colorados al leer
la. Pues señor mió, yo ne soi menos caritativo y menos cir
cunspecto que V. ; y si no quiere que sus feligreses gasten
el dinero en colirios ¿ como he de determinarme yo á sacar á
colación y partición alguna de esas cosas, que V. sabe y yo
-no sé, que can-san rubor a los e/<w?
Verdaderamente que me coge de nuevo ese escándalo de
los feligresas timoratos , que V. me anuncia. ¡ Pecador de
mí ! j Pues si yo no eicribo para los tales feligreses ! No se-
fior ., yo nada quiero con la gente de notoria probidad. Esténse
«líos allá gozando de las delicias celestiales , y déxen hablar
de la tierra al que de tierra es. Siputs se han escandalizado,
hj. siuo sin inteacion m¡a. ¿ Y qué haré para pedirles perdón?
,j Válgame Dios ! ¡ Lo que siento tragarme .un epigrama de
Owen , que se me ha venido al pico dí 1* lengua, j está como
de molde para el caso ! Pero mas val? enviar i lps tale» feligre
sas con sus curas al sermón de Bourdalue prsdicado con igual
motivo. No sé qual de ejlos es , pero. sí me acuerdo que ha
biendo predicado el admirable que. trae contra la impureza pa
ra la dominica tercera de quaresma , y habiéndosele escanda
lizado la familia de la notoria probidad; tuvo que satisf¿:erla
en otro , que á . pocos dias predicó. Id pues almas timoratas ,
id á .buscar el r>»l «ermon , y allí os .hallareis el remedio para
el tal escándalo. Y porque no vuelva á sucederos casoig^'s
áptes que leáis qualquier escrito , llamad á vuestro bienaven
turado cura , que lo huela. D/golo , porque poco» hade apro
bar, como n» sean de Quesnel y Nicole. A fé que no os permi
ta las epístolas de San Gerónimo. Mas ¿qué digo yo S. GerÓQi-
«10 ? Milagro será que Qf consienta alguno de los libros que
dictó el Santo de los santos. ¡ Y qué apuro entónces ! La lec
ción de la divina escritura en lengua vulgar es no solo itsl i
mas necesaria , mas obligatoria á todo fiel , inclusas las mu*
geres. Así lo ha enseñado el devoto padre Quesnel , y así lo A*
repetido después de la condenación de la Iglesia otra devota
,pluma. ¡Pues si supiérais vosotros lo que allí tendréis que leer
<le este género l Pero no hai cuidado : mayores dificulradeí
.allanan los doctore* de notoria probidad.
Por lo que pertenece á nosotros los pecadores , estoi regí"
j-o , señor padre cura , de que no hai semejante peligro. Digo*
lo , porque habiendo hablado toda mi vida con ellos, me h»n
pido , y los he oido hablar como yo escribo , sin que uno* 111
otros nos hayamos, escandalizado , ni pensado en ello, j Y quéí
¿ Quería V. que yo mudase ahora de lenguage ? No se reráV.
ni ninguno de la. cofradía en ese espejo. Pues es bueno que i
pssar .de explicarme tan claro , muchos débiles se quedan e»
ayunas, como V. me asegura § y quiere que me explique de
jmsaera , que ni los robustos me entiendan ? Es , vaya V. con
Dios ; pues para eso me callaría , y estábamos mas aprisa des
pachados.
43
Yo admiro entre los recientes escritoras , á unos que «e re
montan tanto, que ni con una ?scopcta se les alcanza : a' otros
cuva lección suena en mis oidos , como si estuviesen z.irs::-
deando nueces : á otros, cuyos periodos vienen tan desprendí -
ios , que si el papel se rompe , cada uno ha de huirse pT su
lado : á otros , que para sacar al público las cosas mas comu
nes, las presentan antes al, tocador, les llaman al peluquero,
les aprietan los ajustes, y no las dexan salir, hasta que
están mui perfumadas y acicaladas. ¡ Dichosos lo que pue
den esto ! Pero yo , rancio y de casta de rancios : yo que
apénas acierto, quando lo acierto, á ponerme la ropa dere
cha ¿ meterme en esos gastos y primores ? No , no me lo per
mite mi minerva : no Jo contente la vocación en que yo mis
mo me he metido, de explicar á los pecadores el mérito y el
evangelio del nuevo apostolado no es cosa en fin'compatibls
«on mis actuales ciremstanciss. Sobre el dolor que me causan
las de la patria , con la que están jugando á tira mas ti'
ra los franceces por un lado, y los liberales por otro : y
las de mi familia y amigos á quienes amo á la española antigua;
se agregan las de mi desti rro , que annque voluntario ,
es destierro , las de mi salud por mal nombre , que no me per
mite trabajar cada dia sino dos horas ( el mismo tiempo que
V. consumió enquaxar soñando El jansenismo , que me dedica )
y últimamente las de mis proporciones , que forman una ver
dadera improporcion. Figúrese V. , Señor Nistactes , la sitúa- '
cion de su- contrahecho paisano quando escribe. El dia qus co
me , bomita : el dia que no bomita , no come : si duerme uní
noche se le pasnn dos en vela : si no"le duele el vientre le duele
el estómago : y duélale lo que le doliere, siempre le pesa la
eabesa , siempre le palpita el corazón , y pocas veces la fan
tasía le ofrece imágenes risueñas , porque los franceses y los
afrancesados se las espantan. Sa retrete es un rincón, donde
á duras penas puede reservarse de les Noroestes, que lo pos
tran : su tertulia perenne, un millón de mosquitos, que cantan
y tocan mejor que las orquestas del teatro , ó que los Concisos
con su guitarra y boleras : su sillón , un colchoncito , anciano
de edad , flaco de carne, y su piel llena de heridas y cicatrices;
qua aunque tiurto no es nuestro ;' y que como Ja de aquel
qus Jácia :
Esta mano ¡ cosa rara"!
Si la abro , es tenedor ;
Y si la cierro , cuchara :
hace á dos haces, sirviéndole de cama durante la noche, y de
asiento, miéntras dura el dia : su bufete , un libro que afir-
ma sobre las rodillas , su tintero , uno de aquellos que llevan
los muchachos á la escuela , redondito , de color oscuro , qua
en una pieza tiene salvadera y hueco para la pluma , y cuyo
precio es tres reales ( vea V. los rodeos que he dado para evitar
á los feligreses timoratos el rubor que habia de salirse á lo»
ojos , sien una palabra hubiera dicho que el tintero era de
cuerno) la -pluma siempre mal cortada, la tinta , que suele
tomar sangre de la tinaja , el pulso temblón , ¡a vista
cansada, y los anteojos, que por momentos se escurren por.
las sienes y narices, y se caen sobre el papel , el que tam
bién algunas veces es malo á falta de mediano. ¿ Qué tal , se
ñor Nistactes ? g Le parece á V. que el Rancio se halla en si
tuación de meterse en dibuxos , perfilar el lenguage , corregir
las impropiedades en que incurra por la única vez que escribe
sus cartas ? § Podrá hacer brillar toda Ja hermosura de que es
tá dotado nuestro idioma j vestirlo con todos los adornos q i
le son propios , y con que V. parece que se lisongea de pre
sentarlo ? ¿ Tiene el Rancio proporción para todo esto ? Me
dirá V. ¿ pues paraqué escriba en medio de tales ixaptopot-
ciones ? ~ Para servir de comentario á las ideas liberales.
— Pues ya que lo hace g porqué no emplea otra ciase de »•
tilo ? — A esta dificultad , puede ser que yo responda algún día,
hablando con la gente machucha. Por ahora me basta coi
aquella reglita de la gramática que dice : interrogatio , tt ris'
fonsio eidemeasui cohaerent : que traducida en castellano, qu¡2fe
decir , para quien es padre bástale madre.

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