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•
PRIMERA CARTA CRÍTICA.
- DEL FILOSOFO RANCIO
QUE IMPUGNA
EL DISCURSO
DEL SEÑOR DIPUTADO ARGUELLES
SOBRE
CCMTRIBUCIOW DE DIEZMOS.
Y
LOS DICTÁMENES DE OTROS VARIOS SEÑORES
Diputados que distraen á las Cortes de su principal
objeto.
NUEVAMENTE CORREGIDA
Y
IIESA EN MALLORCA :
J>£ 1813.
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DEL PIUME.R EDITOR.
i 6 de Mayo de 1 8 1 1.
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SEGUNDA CARTA CRÍTICA
HACE LA APOLOGÍA
DE LA INQUISICIÓN
Refiriendo su historia, y refutando todos Jos argumentos y
fifisntas con que intentan combatirlo los libertinos maestros
del error . y sus fieles discípulos ¡os filósofos de moda : y
en que se impugna el anuncio del voto que ha de dar
REIMPRESA EN MALLORCA:
EN LA IMPRENTA DE FELIPE G
AÑO DE 1813.
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en ¿1,'és el autor y director de la naturaleza. Ya no puede mi
rarse como indiferente qualquier género de culto , pues aquel
i quien solo se le debe , ha explicado competentemente qual
le causa abominación , y qual le agrada. Suponen , pues , los
deístas lo mismo que está en qüestion, y debían y no pue
den probar , á saber, que Dios no nos ha hablado , y que
para Dios es indiferente la religión y la superstición , la ver
dad y la mentira. Leí en Tomas Payne acerca de esto una de
las comparaciones mas capciosas que pueden inventarse. Su
pone él á Dios como á un padre que tiene muchos hijos, á
los hombres como á otros tantos hijos de este padre , y á las
varias creencias en que los hombres se dividen , como otras
tantas clases de flores que componen el jardín de este mundo.
Cada hijo, pues, llega y le texe una guirnalda de las flores que
mejor le parecen , y luego vá á presentarla al padre que todo
lo admite, y de todo se agrada. Indigno seductor: pon la compa
ración como debes , suponiendo que uno de los hijos le lleva
las varias flores del jardín, y el otro en vez de recoger las mas
preciosas de este , le presenta un azafate lleno en el esterco
lero. Este Tomas Payne (por si V. no lo sabe) fué un anglo
americano que venido á la Francia , contribuyó muchísimo á
la revolución , y de quien hablan, peor que Mahoma del to
cino, los buenos escritores franceses. Resulta, pues, de todo, que
por altas que sean las cosas que la religión nos enseña , estamos
en la obligación de someternos á su yugo ; porque no es un
Pedro-Fernandez , sino el mismo Dios quien nos las enseña.
Pero j á quál de las comuniones qiií se llaman cristianas
deberemos irá saber esto que Dios nos ha enseñado, sucedien
do como sucede que discordes entre sí mismas , todas se glo
rian de ser las que nos enseñan la doctrina de Dios ? Esta era
la segunda parte de la diíicultad tan fácil de solver como la
primera , porque dependa de otro hecho tan claro , y tan
auténtico, como el que sirvió para resolver la primera.
Digo , pues , que la verdadera doctrina de Dios está so
lamente en la verdadera Iglesia ; y que no hay mas Igle
sia verdadera, ni de Dios que la católica. En suposición de que
la mayor parte de nuestros filósofos la echan de legistas, pro-
F
4a
pongámosles la cosa en forma de pkyto. Una familia de tiem
po inmemorial está en la posesión de un mayorazgo. Casi des
de el principio no han cesado de levantarse contra ella preten
dientes sobre pretendientes , que han intentado perturbarla en
esta posesión , alegando cada qual un disparate : mas ella siem
pre ha vencido por la misma posesión , y todos los litigantes
han desaparecido después del mucho ruido que metieron. Su
cede ahora que al cabo de ramos pasquas se han levantado
otros litigantes con la misma disputa , y alegando contra la
posesión de quince siglos un puñado de cavilaciones. ¿Por quién
se sentencia? ¿Merecen1 éstos últimos novadores ser siquie
ra oídos ? Pues este puntualmente es el hecho. Fundó Dios la
Iglesia católica. Se levantó Cerinto , se levantó Ario , se le
vantó Nestorio , se levantaron otros seiscientos diciendo que
ellos eran la Iglesia que había fundado Dios. Vie'ronse las prue
bas , y nada hubo que hacer. Los títulos de los pretendientes
eran falsos: la Iglesia católica probó siempre por ellos y por el
hecho su legítima posesión ; y aun los mismos adversarios con
tribuyeron á esta prueba , empeñándose en demostrar que no
eran ni querían ser de la tal Iglesia y familia. Vino últimamen
te Lutero, y vinieron detras de él sus discípulos renovando
la antigua pretensión. La Iglesia al instante .declaró que no
pertenecían á su familia : y ellos en recompensa protestaron que
nada tenían , ni querían tener con la Iglesia. En vista de es
to, ¿ quién puede dudar que en la Iglesia católica está el ma
yorazgo de la doctrina de Dios ? No sé si habré acertado á ex
poner dignamente el argumento de la prescripción ; mas él no
debe perder su fuerza, porque yo lo haya explicado mal. Ello
es que por él se demuestra invenciblemente que no hay mas
Iglesia que la nuestra : que en ella sola está el depósito de la
doctrina celestial; y que las otras que se llaman Iglesias, no
son mas que sinagogas de satanás. Este argumento tiene in
finita mas fuerza en el dia , en que de las iglesias disidentes
no ha quedado mas que un vano nombre , la doctrina de sus
fundadores no encuentra ya sectarios sino en el vulgo rudo . y
la mayor parte de los hombres instruidos, que otras veces eran
calvinistas , luteranos , &c. han apostatado de la doctrina de
*3
estos novadores , 6 para volver á la religión católica , co
mo está sucediendo en muchos ingleses honrados , ó para de-
xirse precipitar en el filosofismo , como ha sucedido y suce
de á todos los que se llaman publicistas. De manera que es
ta réplica que ahora un siglo parecía tener algo de especiosa,
en el dia de hoy ya ha perdido hasta el miserable supuesto que
le daba algún color.
Reasumiendo , pues , en pocas palabras quanto he dicho
relativo á esto , sola la obstinación y la gana de cegarse á sí
mismos son las que pueden inspirar á nuestros filósofos la di
ficultad de creer, porqu? no alcanzan nuestra doctrina y porque
•o pueden averiguar donde está la de Dios. Ambas cosas de
penden de estos dos hechos los mas indubitables y constantes:
que Dios nos ha hablado , y que la Iglesia es el órgano por
donde nos habló y nos habla.
Es el caso, replican, que esos hechos que Vds. los cató
licos tienen por tan constantes , no nos parecen tales á noso
tros, ni á los muchos otros que todavía los niegan ó los dudan.
Será, si así se quiere, falta de luz , será ignorancia ; ¿ mas
quién ha visto hacer de esta un delito ? La regla próxima
de obrar en cada hombre debe ser su propia conciencia ; ¿ por
qué, poes , no se nos dexará á nosotros seguir el dictamen de
la nuestra ? Si la fé es don de Dios , y Dios no ha querido
damos este don , ¿ cómo se nos castiga como si fuese culpa
nuestra? Ultimamente el padre de familias de quien hace men
ción el Evangelio , prohibió á sus siervos que fuesen á arran
car la cuaña; y muchos de los Padres de la Iglesia guiados
por el espíritu de mansedumbre que la caracteriza , se han
opuesto á las vejaciones que á pretexto de religión se han que
rido hacer y hecho á los infieles. Estese , pues, á la doctrina
del Evangelio y de los Padres, y déxesenos vivir en paz.
He amontonado , amigo, mió , este botiborrillo de espe
cies por seguir los pasos de nuestros filósofos, que también lo
amontonan , á fin de confundir cosas con cosas , y poderse es
capar saltando de aquí para allí como las pulgas. Para ellos
la ignorancia afectada es lo mismo que la inculpable, la du
da voluntaria como la fundada , la conciencia errónea como
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la recta , y la conducta de la Iglesia . que tan diversa es se
gún las circunstancias , una misma en todos (os casos. Sepá
ranos cosas de cosas , y todo quedará desvanecido.
En primer lugar, quando un infiel no es bautizado, la In
quisición no tiene que ver con él, cometa el delito que come
tiere ; y la Iglesia tan lejos está de quererlo traer de por fuer
za al Evangelio , que por el contrario lo ha estorvado siem
pre que ha podido , y lo ha reprobado quando no ha podido
estorvarlo. Afana , es verdad , trabaja y se esfuerza porque to
do hombre venga al conocimiento de la verdad ; pero ¿ cómo ?
Enviándole sus misioneros sicut oves in medio luporum. Sucede
á veces que estos lobos sean subditos de algún príncipe hijo
Suyo. Todo lo que esta santa madre suele solicitar de un mo
narca ó gobierno católico, es que proteja á sus misioneros con
tra los insultos de los vasallos infieles. De la primera de es
tas cosas tenemos el exemplo en las misiones de la China y
el Japón, á donde van los misioneros, como antiguamente
iban los Apóstoles : de lo segundo , en las de America , don
de el gobierno español está encargado en la seguridad de los
misioneros. Esto es tan notorio, que no hay quien pueda ig
norarlo , como ni tampoco los muchísimos trabajos, peligros
y vejaciones á que se han expuesto , y que han sufrido en
las Américas y en la India, los ministros del Evangelio, por
defender á los pobres vasallos idólatras de las violencias , que
con el pretexto de tales , les han querido hacer y les han he
cho muchísimos malos gobiernos. Aquí quisiera yo la buena fe
de muchos escritores extrang^ros , que para desacreditar á la
nación española en sus conquistas del nuevo mundo, se va
ren de las innumerables representaciones y escritos , con que
los Eclesiásticos han defendido la causa de los pobres in
dios , y quejádose de sus opresores y luego para infa
mar nuestra intolerancia religiosa sacan 'á colación y par
tición estas vejaciones y tiranías , desentendiéndose ds lo
mucho que padecieron por impedirlas los pobres clérigos
y frayles. Quedemos , pues, en que la Iglesia ni manda ni
consiente , que á pretexto de religión se le cause la menor mo
lestia ai perjuicio al mahometano, al judío, al idólatra ni
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á ninguno otro que no esté bautizado : g Quid mihi , dice es
ta santa madre después de su gran maestro S. Pablo , quid mi
to , de iis . qui foris sunt ?
Otra cosa es de aquellos que esta'n ó estuvieron dentro .
porque entraron por la puerta del bautismo. Su autoridad so
bre estos es la misma que la de una madre sobre un hijo re
voltoso y díscolo , y la de un príncipe legítimo sobre un sub
dito rebelde y refractario. Y con todo eso todavía no usa con
este rebelde de toda la autoridad de príncipe , sino muchas
veces de toda la indulgencia de madre. Sucede que por una des
gracia prevalezca la heregia en alguna provincia , y los hijos
bevan el veneno de la mala doctrina , con que los criaron sus
seducidos padres. Ya la iglesia muda de conducta con estos des
graciados, y de excomulgados no tolerados que eran , los trata
como á tolerados : y lejos de reclamar , como pudiera , la
fuerza del gobierno civil , para obligarlos á estar á su prome
sa, intercede freqüentemente por ellos á fin de que no sean
molestados - ni se empleen otros medios que los de la manse
dumbre y dulzura para desengañarlos y reducirlos. Este ha si
do, es y será siempre el espíritu de la Iglesia para con to
dos aquellos errantes , en cuyo error cabe alguna disculpa ; y
si alguna vez la conducta que ella ha adoptado y hecho adop
tar á sus príncipes ha sido otra . no ha dimanado esto de que
se haya desmentido del espíritu de mansedumbre y misericor
dia que la caracteriza , sino de que Jos errantes han abusa
do de esta su indulgencia . para turbar el reposo de sus hi
jos y la seguridad de la república. Reniego de mi falta de li
bros , y aun de mi memoria. Si yo contara con estos auxilios,
demostraría bástala última evidencia, que la Iglesia fue siem
pre constante en el espíritu y máximas de su disciplina , en
orden á la conducta que observó con los hereges , texiendo un
difuso catálogo de decretos de Concilios y autoridades de Pa
dres , especialmente de los Santos Agustín , Ambrosio y Ber
nardo , que llevan hasta el último grado de luz esta verdad.
Pero ya que no puedo hacerlo, remito á V. al citado Páramo,
á Macanaz, defensa crítica de la Inquisición , y á varias car
tas de las que escribió contra el obispo francés Gregoire el pres
bítero D. Lorenzo Astengo.
¿ Contra quiénes, pues , está establecido , y sobre quiénes
descarga sus golpes el tribunal santo de la fe ? Yo se lo diré
á los filósofos , pues afectan tanto ignorarlo. Contra los que
habiendo profesado la fe católica , apostatan vilmente de esta
divina profesión, y contra los qu3 habiendo apostuado, sir
ven de ganchos é instrumentos para que otros también aposta
ten. Estos son los únicos reos que este tribunal castiga, y es
te el único delito que sus castigos vengan. Digan los filóso
fos , si pueden, alguna cosa de sustancia contra esto. Aleguen
algo que merezca graduarse de alegato. Citarán la ignorancia
y la falta de luz para conocer las verdades de nuestra creen
cia. Mas si. con esta excepción nos quieren decir que ignora
ban que en nuestra creencia se contenían estas verdades , co
mo este hecho tenga algo de verosimil , todo el castigo se re
ducirá á que lo sepan, y estamos fuera de la qüestion. Pero si
lo que nos alegan es su depravada resolución de no creer sino
lo que vén, ya los tiene V. apóstatas de la fe, cuya esencia con
siste en creer lo que no vemos , contrarios á la eterna verdad
de Dios , de quien no quieren fiarse , y á quien quieren suje
tar á su propio juicio, y, gravemente injuriosos á su santa ma
dre la Iglesia , de quien suponen que les puede enseñar dispa
rates. Olvídense los señores filósofos de que lo son, y juzguea
de este delito como juzgarían si no lo fuesen.
Pero , ¿y la propia persuacion ? ¿ y la conciencia? ¡Vál
galos Dios por sabios y por concienzudos ! La propia persua
cion es falsa , porque no hay ciencia contra Dios : la propia
conciencia en tal caso es errónea , y la conciencia errónea no
salva al que puede y debe deponerla: en fin, la propia persua
cion y conciencia y contra la conciencia persuacion de
mi república , ha sido y será en todas partes y en to
do tiempo un criminal orgullo en mi. Mas yo quiero estre
char mas y mas á estos caballeros , para dexarlos sin respi
ración. Yo les doy de barato que ellos solos sean los que vean
en medio de las tinieblas que nos ciegan á todos , y que ellos
solos sean los que tienen una conciencia recta, en medio de te
nerla todoí nosotros errónea. No pueden pedir mas. Ahora les
digo yo: ¿quál de estos dos partidos les acomoda á Vds. mas? ¿él
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¿e reservar para si su persuacion y su conciencia, ó el de ma
nifestarla como hacen á diestro y á siniestro ? Si me dicen que
lo primero , yo les prometo que de texas abaxo nadie les moles
tará , porque de interióribus non judkat Ecclesia , y así pueden
ser judíos , musulmanes , ateístas, ó lo que les dé la gana , sin
miedo alguno de la Inquisición ; pero si escogen el segundo
partido, y no contentos con abrazar la que ellos tienen por ver
dad , se empeñan en predicarla , ¿ cómo unos hombres tan sá-
bios como ellos , no cuentan con que pues se meten á reden
tores , deben venir á pararen ser crucificados? Lo fué Cris
to , lo fueron sus Apóstoles , ó , si se desdeñan de estos exem-
plos, lo fué Sócrates, los fué Prisciliano , lo fué Miguel Ser-
vet , lo fueron casi todos los que salieron ensenando una doc
trina nueva. ¿ Por qué, pues , quieren ellos hacer nuevo mun-
do, j gozar de un privilegio que ninguno o muy raro ha po
dido gozar ? Prediquen , pues , si así les parece , su doctrina;
pero no extrañen que para esta clase de apóstoles tengamos los
católicos un quemadero; y si no se hallan con fuerzas ni para
callar ni para arder , todavía tienen otro remedio. Ahí está la
Francia, que los recibirá con los brazos abiertos, y donde á
pocas levadas podrán ser mariscales , ó miembros del Senado
Conservador. Ahí está la Polonia con sus hermanos evangéli
cos fundados por el común patriarca Socino. Ahí está la In
glaterra y la América septentrional ; vayan allá en busca de
hombres libres , pues que según sus mercedes mismos nos han
dicho , allá es donde solamente los hay. Pero ¿ en la España?
¿y con nosotros ? ¿ los hombres mas preocupados y bárbaros
del mundo , los mas supersticiosos &c. &c. ? ¿ qué partido de
ben esperar? Ya lo tengo dicho. El quemadero.
Perdónenme los señores filósofos , si por ia conexión que
tienen con la materia, les propongo dos dificultades que há mu
chos días traygo entre ojos. Sea la primera. Nada mas absur
do ni mas chocante á las primeras ideas de la razón , y á las
primeras semillas de la probidad , que los misterios que forma
ban la creencia del gentilismo. Baste decir , que toda la teo
logía de esta buena gente se fundió en la imaginación de los
poetas : y con esto me parece que está dicho todo. Esto no
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obstante, no hay memoria alguna en la historia de que se le
vantasen entre los gentiles sectas religiosas discordes entre si,
y que mutuamente se echasen en cara las abominaciones de
sus misterios. Muy por el contrario en la antigua y en la nue
va Iglesia. En la antigua , á pasar de que eran pocos los mis
terios, y de estos no habia una expresa creencia , el pueblo to
dos los días estaba apostatando , y declarándose por los erro
res y supersticiones de sus vecinos. En la nueva , no han ce
sado desde su existencia de levantarse herege sobre herege ,
incrédulo sobre incrédulo , y filosofante sobre filosofante ,
con el pretexto de que ó son obscuros nuestros miste
rios , ó de que s»n claros y no obscuros como nosotros
les decimos , ó de que ellos los entienden mejor, ó de que ellos
no pueden entenderlos &c. &c. De manera , que si V. pregun
ta desde el primero al último de los sectarioj y filósofos , uno
le citará su conciencia , otro su persuacion , y todos la razón
de que se precian. ¡ De dónde viene esto ? Mientras la razón,
la persuacion y la conciencia seguían una superstición que
les chocaba , no se oye que alguien chistase , á excepción de
un Sócrates , y algún otro filósofo del antiguo cuño; y ahora
que la razón no repugna , y la persuacion y la conciencia se
deciden por la religión verdadera , no queda churriburri que
no salga suponiéndose oráculo ó de Dios , ó de la naturaleza.
¿ De dónde viene esto ? vuelvo á preguntar. ¿Si será acaso de
que lo que duele es una cosí , y el parche para curar el dolor
se pone en otra? Quiero decir, ¿si será porque lo que incomo
da , no es la creencia , que por sí sola no incomoda si
no la ley y la probidad que nace y debe seguirá la creen-
•cia , y contra las quales se ha» rebelado de antiguo , se rebe
lan de presente , y han de seguir en lo futuro rebelándose las
pasiones? Me parece , señores filósofos, que les he dado á
Vds. con la tecla.
Al menos en esta persuacion estaba no sé qué Magistrado
de Ginebra , de quien leí muchos años hace , que habiéndo
sele presentado un frayle apóstata , y díchole que se habia
pasado allá propterfidem , preguntó al frayle : ¿ cujus génerh
est fides fidei? Y habiendo él respondido: géneris fcemenini^
49
concluyó el Magistrado : ergo propter gemís fmncnitium veuis*
ti húc. No tenia muy mala nariz el tal Magistrado , pues tan
lindamente le dió en ella la conciencia del bueno del frayle.
Por la misma persuacion se declaró el famoso ¿ras no, dé
quien con tanta razón se dixo , que habia puesto los huevos
que Lutero empollaba ; y qué tratando de la carnada de po
llos que sacaba Lutero, dixo oportunamente , que la reforma
de este y sus consortes era como las comedias españolas, qué
todas remataban en casamiento. Fué con efecto cosa muy digna
de notarse , que los principales á quienes la persuacion y la
cencieneia hicieron olvidar la religión católica , y abrazar la
reforma, fueron frayles y clérigos que luego se casaron,
El Marques de Argens , filósofo conocido por tal en un -
pasage de sus obras , que he visto citado en varios de nues
tros controversistas , se supone convencido de la misma opi-
nioa en la enumeración que hace de los que reconoce por con
colegas, y que quisiera yo insertar aquí. Mas no teniendo de
donde copiarla, ruego i los señores filósofos que la léan, y ve-
ra'n que todos los que enumera como cofrades de su filosófica
hermandad , es gente que tiene sus asambleas y cabildos en los
estrados de las damas liberales. ¿ Si será en reverencia de las
tales damas el que se llamen también liberales sus afectísimos
y fervorosísimos devotos los filósofos ?
Entremos con otra clase de gente. Santo Tomas , quando
en no sé qué artículo de la secunda secundes busca la causa de
la ceguedad de la mente , por donde ésta resiste á creer las ver
dades eternas , la halla también en el género femenino. Dice
que el fuego de la concupiscencia ofusca los ojos , y los dexa
ineptos para ver la luz de estas verdades ; y trae para ello
el texto de supercécidit ignis, et non vidérunt solem. Siento no
tener suma , ni esperanza de ella. Mucha filosofía se puede
sacar de este filósofo rancio , que ciertamente no ha de caer
en gracia ú los de moda.
Tampoco tengo á S. Agustin. Mas he oido decir que ex
poniendo este santo aquel verso , dixit insipiens in carde jho,
non est Deu«, mueve la qüestion de por que' dice el profeta
dixit in corde , siendo así que decir es obra del entendimien-
G
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lo: y resuelve que siendo imposible que un hombre se haga
ateísta por sola la persuacion del entendimiento , ninguno lo
es sino porque vicia los juicios y las ideas de este la corrup
ción del corazón ; y por esto añade inmediatamente el profe
ta : corrupíi sunt , et abominábiles facti siint in síudiis suis:
y en otro salmo in imquiíátibut.
Para S. Pablo , en fin , es esta verdad de que estoy tra
tando un axioma, que el Santo Apóstol inculca por momentos,
diciendo unas veces que el hombre animal no percibe las co
sas de Dios ; otras que la prudencia de la carne es enemiga de
Dios &c. &c. Y por eso llama á Jesús crucificado (que es la
suma de su sabiduría y la nuestra) el escándalo de los judíos,
judais quidem scándalum ; y ve V. aquí la conciencia de los
hereges ; y la necedad de los gentiles , géntibus autem síul-
títiam; que es como si dixeramos , la filosofía ó la persuacion
con que nos atolondran nuestros filósofos.
Tenemos , pues , aquí la verdadera causa de esta repug
nancia , que ellos di ¿en encontrar en nuestros misterios ; y de
esa delicadeza de conciencia por donde protestan que no pue
den prestarse á creerlos. Ellos tendrían conciencia y entendi
miento para tragar , no solo misterios , mas también dispara
tes y absurdos , si detras de los tales misterios viniese licen
cia remota para andar en busca de lo vedado , y para que no
quedase prado que no recorriese su luxuria. Mas como esta li
bertad no viene , y como quexarse de esta prohibición por lo
claro , como ya muchos de nuestros filósofos lo hacen , choca
con el pudor natural , y reba.xa el mérito de la filosofía, el me
dio que se ha adoptado, ha sido recurrirá la obscuridad de los
misterios , para cubrir la de tantas y tantas obras de tinieblas.
Extienda V. la vista por la historia de todas las heregias : no
ha habido ni una , detras ó delante de la qual no hayan ve
nido las hembras tapadas de ojo , ó vestidas de beatas. Refle
xione, como yo lo estoy haciendo , sobre la conducta harto
notoria de muchos , que en Sevilla pasaban antes por filósofos,
y ahora pasan por francmasones. Aquellos polvos traxeron es
tos lodos ; siendo muy digno de admiración , que unos hom
bres para quienes nuestros misterios tenían tantas dificultades*
51
y nnestro culto tantas supersticiones , no hayan encontrado en
la masonería , en el guirigai de su idioma , en la puerilidad
de sus símbolos, y en la vanidad de su* lógias, ni obscuridad, ni
superstición , ni cosa que choque á la finura de su conciencia,
ni á las luces de su filosofía . j Quánto mis barato les hu
biera estado dexarse de^ amores 1 Yo les aseguro , porque mu
cho antes que yo, lo aseguró la verdad eterna ; que si se hu
biesen dexado de ellos , y tratado de ser , como debe serlo
todo hombre de bien , limpios de corazón , no solo encontra
rían adorable la santa obscuridad de nuestros misterios ; mas
también penetrarían casi por medio de esta obscuridad , has
ta descubrir al mismo Dios , según que la divinidad puede
ser descubierta en la presente vida. Beati mundo carde , quó~
mam if>si Deum v'tdébunt. Mas cortemos el hilo de una mate
ria inagotable , si se hubiese de tratar pro dignitate , y pasí-
mos á mi segunda dificultad. •
Consiste esta en la diversidad que se nota eritre los anti
guos filósofos y los presentes. Todos ó casi todos los antiguos
conocieron la vanidad y falsedad de la idolatría de sus pue
blos ; y á pesar de esto , rarísimo fue el que desplegó sus la
bios para hacer público este convencimiento, que no revelaban
lino i sus mas queridos y fieles discípulos. Muy por el contrario
yo me acuerdo de haber leido en Aristóteles, ó de Aristóteles
que fué de opinión de que el filósofo , aun quando tuviese el
desengaño, debia guardarlo para si, y acomodarse á la religión
de su pueblo. También me acuerdo de haber leído en Cicerón
que no sabia él como podían contener la risa los Aruspices
quando se encontraban unos con otros en las calles , y se acor
daban, como era natural, de la vanidad de su ministerio; y
sil embargo el mismo Cicerón fué nombrado Aruspex quando
le tocó su vez , é hizo en el senado, y á presencia del pueblo,
repetidos apostrofes á Júpiter Capitolino , en quien no creía*
como i conservador de Roma y de su imperio. No así nuestros
filósofos del dia. Apenas comienzan á filosofar , que por lo co
mún es muy desde temprano , y. apenas aprenden quatro pali
llos , quando ya la filosofía no les cabe en el cuerpo , y la bo*
mo por todas partes. Filosofan en los estrados , en los cafées,
52
en las fondas , en las botillerías , en las casas de juego, en los
paseos , en las calles., que sé yo donde mas. Filosofan de pen
samiento , de pahrbra , de obra, con los ademanes, con el ges
to, con el trage , y con todas las modas. Filosofan despier
tos y dormidos, de dia y de noche , á tiempo y fuera de el,
venga al caso ó no venga , y hasta oyendo misa , sí acaso
la oyen. Filosofan mas ¿ quién diablos ha de poder expli
car tantísimo filosofar ? ¿De donde pues , pregunto, viene esta
tan enorme diferencia entre filósofos y filósofos? . ,
Si atendemos á lo que sus mercedes, los del dia, nos dicen,
no hay otra causa de ello sino esa filantropía de que estos bue
nos señores están poseídos , y en fuerza de la cual no pueden
menos que compadecer al género humano, alucinado ( y ellos
saben por quien) con tantas supersticiones y tonterías come le
han metido en la cabeza ; y tratar seriamente de que las lu
ces de la filosofía alumbren nuestro tenebroso orizonte , y de
más zarandajas que V. habrá leído , ó podrá leer en los pane
gíricos que se han hecho de la libertad de la imprenta. ¡ Vea
V. si es cosa de juego lo que debemos al zelo de estos señores
por nuestra ilustración y provecho ! , '.
No me acuerdo si es Tertuliano, ó si otro autor antiguo,
el que dixo que el diablo era la mona de Dios, simia Dei ;
porque así como las monas remedan casi todas las acciones
de los hombres , así también él se esforzíba en imitar ó fin
gir que imita las obras de Dios. Apareció en el mundo el no
imaginado prodigio de que un Dios hombre diese su vida por
reducir á los hombres al camino de la verdad , y de que ¡nu
merables de sus discípulos lo imitasen en ello, perdiendo ó ex
poniendo la suya por el bien de sus hermanos. ¡ Gran pensa
miento ! dixo el diablo. Yo atizaré de aquí en adelante á los
mios , para que ostentando también un falso zelo por la feli
cidad y adelantamiento de los hombres , los extravíen al des
orden y á la mentira. Oiga V. desde el primero al último á to
dos los hereges. Ningún otro designio llevan'ellos, sí hemos de
creer á sus palabras, que enmendar los yerros y abusos que su
buen zelo descubre, y no pueda tolerar en la Iglesia» Oiga á
nuestros nuevos filósofos. Todas las tareas que sus señorías se
toman en tantísimo como charlan y escriben , se ordenan so
lamente á beneficio de la humanidad , á que el hombre conoz
ca sus derechos, a' que ningún picaro déspota lo tiranize , á
que no consienta que ios clérigos y frayles coman á su costa, en
fin á todas esas preciosidades que leemos en los papelitos con
que estos finos enamorados de nuestras bolsas nos inundan.
E3 bien, vamos á las obras y frutos, que es el modo de
conocer los árboles y las personas. ¿ Cómo estamos en este
punto? Aquí es donde el diablo tira de la manta. Pongamos al
gunos exemplitos. Andaban las cosas manga por hombro en el
desgraciado reinado de Carlos IV. Mas no habrá en la na
ción quiea no le haga á este pobre Príncipe la justicia de que
su corazo>n era excelente, y de que si hubiese tenido mejores
lados, nos hubiera hecho tanto bien, como mal nos hizo no
teniéndolos. Es también notorio que Godoy, que era el que á
su nombre reinaba, era un solemne cobardon, incapaz de ha
cer frente i hombre alguno que mereciese el nombre de tal,
y capaz solamente de procurar el retiro, la jubilación ó quan-
do mas el destierro i quien se le oponia , que fué todo lo que
hizo con algunos magistrados hombres de bien , que resistie
ron á sus desbaratadas pretensiones. Sufrimos, pues, todo lo que
entonces sufrimos, porque no hubo una competente resistencia;
quiero decir, porque no hallaron abrigo los que se propusie
ron representar al Rey, de manera que no le fuera fácil al fa
vorito hacerle ceer que era calumnia ; y porque quando el fa«-
vorito encontraba uno que le resistiese, contaba por otro la
do con un millón que lo sostuviese y adulase. Ve V. aqui una
gran coyuntura para que la filosofía filantrópica hubiese he
cho uso <le los principios que nos cacarea. Por una parte se in
teresaba en ello la co.nun salud: por otra no era tanto el pe
ligro , que tuviesen que entenderse con un Tiberio, con, un
Herodes , con un Boleslao , con un fíenrique VIII. &c, : ni
tampoco con un Seyano , ni con un D. Alvaro de Luna, si tra
tamos de favoritos. ¿Qué hacían, pues, nuestros filantrópicos fi
lósofos ? ¿ Acaso sufrir y callar, como haeía la mayor parte
de la nación, y como se dice de los filósofos antiguos, que con
tentos con conocer para sí la verdad , dexaban á los errantes
«4
que fuesen á donde los llevase su error ? Esto pensé yo alguna
vez: pero no señor , no es esto lo que hacían. Supe de uno de
ellos i que es el único que conozco , que se entretenía en com
poner odas en elogio de Godoy, y hacerle la corre a' todas ho
ras. Otro tanto me aseguran de casi todos los deina's , que ni
conozco, ni quiero conocer. Me añaden , que el cacona contra
él que algunos manifiestan , proviene solamente d¿ que no los
atendió como ellos creían merecer ; y me aseguran de casi to
dos , que si llegasen á verse en la misma situación en que Go
doy , se dexarian en mantillas á aquel salvage, que tan poco
tino tuvo para saber ser malo. ¿ Qué tal ? •
Mudáronse las cosas, y por cierto que en su mutación
no se ha dicho que influyese ninguno de nuestros filósofos, ni
conocemos mas autores é instrumentos de ella que á Fernan
do VII. , su hermano , su tío, los guardias de Corps , y los lu
gareños de Aranjuez y sus contornos. Sobrevino el memorable
a de Mayo , entre cuyas víctimas tampoco se cuenta filósofo
alguno ( ya se ve que se reservaban para las odas y panegí
ricos que después habían de hacerse en memoria de aquel acon
tecimiento. ) Se sublevaron las provincias, y salió un millón
de escritores recordando á loí españoles su religión , su fideli
dad y su honor, y animándolos á que vengasen los ultrages co
metidos contra su Rey , contra sa honor propio , y contra la
sangre de nuestros hermanos. Pero ¿y los filósofos? Callados to
davía, porque todavía no sabíamos si prevalecerían los france-
*es. Digo callados , porque supongo que los que en la actuali
dad escriben, no imitaron el exemplo de tantos de sus cofrades
como adularon , atizaron y sirvieron de instrumentos á Murar.
Obtúvose la victoria de Baylen. Ea, pues, ya es hora de que los
filósofos parezcan. Mas ¿para qué? Para chismear, para divi
dir , y para entorpecer el único remedio, que podía salvarnos,
y que toda la nación queria: á saber, un gobierno bueno ó ma
lo que reuniese las fuerzas , asi como las voluntades habían
estado reunidas por sí mismas. Lea V. , lea los muchos papeli-
tos que se dispararon desde Madrid , donde como en centro se
había reunido todo el filosofismo. Se instaló la Junta Central.
Dicen nuestros filósofos , y yo no me atrevo á contradecir, que
3¿
se hicieron muchos disparates ; pero todos sabemos , y yo me
atrevo á asegurar que hubieran sido infinitamente menos, si
la Central no se hubiera entregado en las manos de nuestros fi
lósofos. Ai están los decretos, providencias y papeles. Con leer
los solamente se ve que saliéron del mismo cuño , de donde sa
len ahora las invectivas contra los que tuvieron la condescen
dencia de que los tuviésemos por autores. Disipada la Jun
ta Central , entró á gobernar la anterior Regencia, compuesta
de los cinco individuos que mas reputación tenian y merecían
de la nación. También contra esta Regencia he leido en nues
tros filósofos crueles invectivas ; y yo creo que si alguna se les
pudo ó se les puede hacer con razón , es la de no haber aleja
do siquiera hasta Puerto-Rico á todos los filósofos, y haber
consentido que algunos de ellos abusasen de su confianza.
Sea de esto lo que fuere , en lo que no cabe duda , es en
que nos amenaza una anarquía, en que el pueblo desde que le
faltó el Rey no se presta con la facilidad con que antes se pres
taba á obedecer, en que no calla como callaba antes, espe
cialmente en las cosas que no entiende, ni es razón que entienda,
en que se va poniendo en posesión de juzgar y sentenciar por
sí mismo i los Generales que deben defenderlo, y al Gobier
no, que pone y quita á estos Generales; y quede consiguien
te lo que sobre todo nos importa, es que se predique la mu-
ch/jima falta que nos hace el Rey, y el gran bien que Dios
nos haría , si nos lo traxese. Pero ¿y nuestros filósofos de qué
tratan ? Ya V. lo está viendo. De meter al pueblo en la cabe
za que él es el verdadero Soberano : de persuadirlo á que él y
no otro debe juzgar de todo, enterarse en todo, y disponer
de todo , según que le parezca ; y otras cositas a' este tenor,
que V. sabe mejor que yo, pues las está oyendo y leyendo.
¿Y de qué medio se valen para persuadirlo ? Del exemplo de
Godoy : como si un Godoy fuese fenómeno de todos los días,
y como si el tal Godoy pudiese todavía influir en nosotros, y ya
no se nos hubiesen olvidado su rey nado, y sus picardías , y su
miedo y su memoria. De las vejaciones de Godoy, de que
ellos fueron , quando no autores y cómplices , al menos imita-
dotes y émulos, y de que no es fácil haya otro exemplo, por-
que tampoco lo es que lo haya de otra Reyna tan antojadiza,
ni de otro Rey tan poco avisado. Nada de los tiempos de lo»
Alfonsos y Fernandos : nada de los ministerios de Cisneros,
Ensenadas y otros tales. No señor: todos los ministros han
de ser otros tantos Godoyes, y todos los monarcas otros Carlos
quartos, y todas las providencias como las de Godoy, la Jun
ta Central, y las del Emperador de Marruecos. ¿Qué resta, pues,
si hemos de escuchar á estos señores ? No es menester ningún
anteojo para verlo : que los coloquemos á ellos ó en una Cá
mara semejante á la del Parlamento de Inglaterra para contra
pesar la autoridad real , y que se derrame en la España la mu
cha sangre que con este motivo se ha estado derramando en
aquella isla por espacio de cerca de tras siglos, ó mas bien que
formemos una república de sansculotes, donde ellos ocupen los
primeros puestos. Esta es su verdadera filantropía : harto ciego
será el que no la descubra por la tela de cedazo de sus escritos.
He tocado en una materia inagotable , si hubiesg de dar
curso á quanras combinaciones se me están viniendo, y que cier
tamente omito de muy mala gana ; pero la carta va muy larga,
y me queda mucho que decir. Digo pues en resumen : que la*
luces de estos caballeros son las mismísimas tinieblas en que
han envuelto al género humano quantos picaros nos precedie
ron , y señaladamente los de Francia , cuyas doctrinas siguen.
Digo que quando á semejanza de Tomas Payne nos dicen : mi
patria es el mundo : mi religión hacer bien ; todo lo que pre
tenden es lo mismo que hizo Tomas Paine, á saber, alborotar la
Francia , para que esta alborotase al mundo , y le hiciese el
bien de enviar a Ja sepultura antes de tiempo algunos millo
nes de habitantes. Digo que quando se nos presentan como
misioneros de Ja razón , que vienen á vengar sus agravios y
vindicar sus fueros, su misión es la misma que la del Capu
chino Chavot , que en pocos dias robó hasta hacerse digno de
la envidia de los otros sus compañeros en el robo , y la del
Obispo Talleyrant y el otro reverendo Ponché , de cuyas ra
piñas podra' informar á V. la obrita titulada Historia secreta
del gabinete de St. Chut. Digo que este sistema de andar al
olor del que manda , y después que dexa de mandar deshon
rarlo, infamarlo , escribir contra él &c. es el mismísimo que
han observado los citados Talleyrant y Fouché , y mejor que
todos ellos el famoso Sieyes, que han sabido ser primero filó
sofos, luego jacobinos , y succesivamente aristócratas, republi
canos y buonapartistas. Digo en fin que si Fernando Víí. vie
ne, serán los primeros á ir á adularle : si no viene , y las Cor
tes se disuelven, serán los primeros en deshonrarlas: si preva
lece en las Cortes el partido de los filósofos, tendremos en ellos
á un Marat , á un Robespierre , a' un Carrier y á otros tan
tos verdugos de los hombres de bien ; y si , como yo espero,
sucede lo contrario, los verá V. rezando el rosario, oyendo
misa todos los dias, y metidos á hipócritas consumados. Baste
ya de respuesta al argumento por lo que pertenece á la concien
cia que los hereges nos alegan , y á la razón que los señores
filósofos nos citan.
Por lo que respecta al Evangelio y á los Padres poco hay
que decir, porque ya está dicho mil veces, y porque los filó
sofos tienen buen cuidado de recusar este tribunal , en que
tanto confiaron otras veces , y de donde salieron tan mal pa
rados los hereges sus padres. Si quieren que esto no obstante
llevemos allí nuestra causa , no encuentro inconveniente. Sea
pues la iglesia el campo que sembró de buena semilla el pa
dre de familias , y ellos la cizaña que sobresembró su enemi
go. Siendo este enemigo el diablo , tenemos ya que ellos son la
semilla del diablo , y la cizaña de la Iglesia. Nótese que esta
cizañase sembró cum dormirent ¡tomines, mientras dormían los
que debían guardar el campo ;y no extrañarán entonces sus
mercedes que con esta experiencia se hayan hecho mas vigi-
hntes los guardas. Véase el destino que últimamente se le há
de dar á la cizaña , y que desd? luego anuncia el padre de fa
milias : á saber, entresacarla y amontonarla en haces ad com-
burendum ; y ya no podrán negarnos que el quemadero tiene
derecho i ella. Lo único , pues , que les favorece , es que el
padre de familias no quiere que desde luego se arranque , si'-
no que esta operación se reserve para el tiempo de la mies; mas
este es muy miserable consuelo , porque toda la razón que el
padre ne familias tiene para que desde el momento no se ex-
H
termine , es el trigo en donde está sembrada , no sea que por
arrancar la mala yerba , se arranque la buena también. Mas
no estamos en este caso , porque la cizaña es poquita todavía
por la misericordia de Dios , y el tribunal de la Inquisición
tiene una vista tan fina , y una mano tan delicada, que sabrá
escardar la haza sin pisar siquiera una espiguita.
Por lo que pertenece á los Padres , es verdad que todos
los errantes tuvieron en ellos unos poderosos intercesores y pa
drinos ; mas también lo es que esta intercesión de aquellos
hombres santos , lejos de favorecerlos , los condena. Inter
cedían ellos á fin de que no fuesen molestados los infelices
que habían sido arrastrados por el torrente del error. Pero ¿po-
qué ? Porque esperaban poder reducirlos á fuerza de tiempo,
de beneficios y de reconvenciones. Mas nunca porque los cre
yesen inocentes , ni dexasen de reputarlos acreedores al fue
go eterno á que ellos misinos declaraban que pertenecían , ex
comulgándolos , y agregándolos á la suerte de Judas y Simón
Mago ; y al temporal que los piadosos Emperadores les pre
paraban como á blasfemos. Aspiraban , pues , solamente á con
vertirlos, y á librarlos por este medio de ambas condenacio
nes; y á esto se reducia su pleito. Mas los hereges últimamente
se lo ganaron en este solo articulo; porque se dieron tan buena
traza á ser cada dia mas obstinados en su error , y mas atre
vidos en sus atentados , que los Padres depusieron la espe
ranza que tenían de reducirlos, y los Emperadores la volun
tad y la posibilidad de perdonarlos.
Y vé V. aquí convencidos de injusticia y falsedad quan-
tos clamores y alharacas hacen los filósofos acerca de la se
veridad de las penas con que todas las leyes los castigan. Ha
gámoslos jueces á ellos mismos. ¿Qué debe hacerse con el atre
vido qua atenta contra su monarca ? La respuesta la dan Car-
valho el filósofo , quando aquí en Portugal fueron juzgados el
conde de Aveiro y el marques de que' sé yo qué , por los ti
ros disparados contra el Rey su amo , y los ministros de
Luis XV, quando casi por el mismo tiempo condenaron á Fran
cisco Damiens por igual atentado. Pues s;ñores filósofos , to
davía es mayor atentado atreverse ^con el Dios del Príncipe
que con el mismo Príncipe , que en tanto lo es , en quan-
k» representa la persona y autoridad de Dios. ¿ Qué se debe
hacer con el que trata de trastornar las leyes fudamentales de
la patria ? Responda la asamblea de filósofos franceses en su
conducta con los realistas y aristócratas ,y no sé si cite tam
bién á nuestros filósofos con su soberanía del pueblo , como
ellos la entienden , y no sé que otras cosas. Pues , Señores
raios , la religión es una ley fundamental , anterior á todas las
formas de gobierno, de donde toman arranque las leyes funda
mentales. ¿Que se debe hacer con el que adultéra la moneda de
que nos servimos para comprar aquello de que hemos de vivir?
Quemarlo, nos dirán , como se hace en España, ó hacer cosa
peor con él, como en otras partes. Pues, señores mios , la fé
es tan necesaria para vivir eternamente, como la moneda
para comprar lo que se necesita para una vida que mañana
se acaba . ¿ Que se debe hacer con el ladrón , con el sedi
cioso, con el homicida &c &c ? Ya se ve que me dirán:
ahorcarlo, facerlo quartos, ponerlo en un haspa &c &c. Ea
bien, señores, busquenme Vds. una sola secta de hereges
que no haya hecho todas las gracias mencionadas , y no pier
dan de vista las que en la Francia hicieron y continúan ha
ciendo sus parientes los señores filósofos. Ni esperen escapato
ria por el Evangelio. Es verdad que como este no es un códi
go civil , ninguna pena establece contra Vds. ; pero establece
los principios que deben regir en qualquier código civil con re
lación i Vds. poniéndolos en la clase de lobos y ladrones , co
mo ya he notado ; y presenta el modelo que todo legislador de
be seguir, en aquel látigo con que Jesu-Cristo echó del Templo
á los comerciantes , que cometían en ello un pecado infinita-
meate menor que el de Vds. y en la sentencia que pronunció y
luego executaron Tito y Vespasiano contra el pueblo judaico,
cuyo delito es chispa mas ó menos el mismísimo de Vds. Que
demos pues convenidos en que ni la Religión ni la filosofía fa
vorece esa funesta libertad de filosofar contra la fé , que Vds.
pretenden.
¿ Al menos, dicen ellos por última réplica, no deberá favo
recernos siquiera la humanidad ? ¿ Qué mayor desgracia para
6o
un hombre que andar fuera del camino de la verdad? Y Vds.
quieren que sobre esta desgracia sufra todas las otras. ¿Qué da-
fío hacemos nosotros con quatro renglones de metafísica , que
son Jos que contiene la triple alianza , para que ¡as Cortes, esa
asamblea tan respetable , se haya alborotado con ellos ? ¿ Que'
perjuicio hacemos á la Religión ? ¡Por ventura es ella alguna
tela de araña , para que no se le pueda llegar 3 ¡Por ventura
tiene ella que temer de parte de la razón ? ¿Ella^ contra quien
nunca prevalecerán las puertas del infierno , y que tanto mas
fura sale¡ quanto mas se acrisola &c. &c ? Así á la letra con
poca diferencia el Conciso con toda su familia , cuyos textos
podrá V. ver. Asi también , y casi con las mismas palabras su
gran maestro d'Alembert , cuyas palabras suplico á V. que vea
en la idea que de él da la historia del jacobinismo. Y cierta
mente no me maravillo de que este último se expresase asi:
cumplia de este modo con el designio qué él y su maestro Vol-
taire habían concebido de combatir, hasta abolir el cristianis
mo. Tampoco estraño que los periodistas charlatanes lo repi
tan : son hombres que haciéndoles todo el favor posible, igno
ran hasta la primera pregunta del catecismo : ¿qué quiere decir
cristiano ? Lo que si me espanta , es qu» esto se escriba y pu
blique á las barbas de un CongresD católico, reunido contra el
enemigo de la Religión católica, sin que á estps locos se les
ponga el debido freno. Lo q le me horroriza , es que entre los
diputados que componen este Congreso, encuentran estos im-
pios ignorantes alguno no solo fautor , mas también cómplice;
como lo fu? el Sr. Mexía de las impiedades que se contenían en
la triple alianza, .que protestó eran sus mismas ideas, desafian
do á todos los teólogos de la nación para que viniesen á im
pugnárselas . y diciendo que estaba pronto á hacer ver su ver
dad en un Concilio. Esto es lo que me hace temblar , y pen
sar mas de quatro veces, si habrá llegado ya la hora en que se
varfique en la España aquello de : aitferétur á vobis regnum
J)¿», &c.
¿Adonde vamos á parar con esta modo de discurrir? El
apostata de la Religión es nn desgraciado acreedor á los su
plicios eternos. Dexémoslo. pues que se haga por dias mas aeree
dor d aquellos suplicios, y que arrastre consigo á todos los in
cautos que pueda seducir. Quatro renglones de metafísica no
mas fueron los de la triple alianza . dirigidos á abolir la creen
cia de la inmortalidad del alma , y de los premios y suplicios
eternos. ¿Qué hombre que no se tenga por bestia puede no in
comodarse con esto, aun quando profese el Coram de Mahoma?
La Religión no es tela de araña. Permítasenos pues hacer de
ella un estercolero a' donde echemos todas las inmundicias , ó
un lupanar donde entre y salga todo el que quiera , y para lo
que quiera. Las puertas del infierno no han de prevalecer con
tra la Iglesia. Conque de'xennos Vds. que hagamos contra
ella las veces del infierno. Tiene V. aquí en buen romance lo
que estos señores pretenden.
¡ De qué modo tan diferente se ha pensado y obrado en el
cristianismo desde que hay cristianos y hereges ! E 1 he rege es
un desgraciado. Trabájese , pues , porque dexe de serlo, y si
se obstinare en su error , atájensele los pasos, para que no
atesore con su impenitente dureza mas ira , que la que
.ya tiene atesorada para el dia en que Dios ha de juzgarlo.
Quatro renglones contienen pocas palabras ; mas si en estas
está el fundamento de nuestra presente y eterna felicidad , el
que trata de arruinar este fundamento , ha tenido la infeliz
ventaja de disparar un golpe , capaz de hacernos miserables
para ahora y para siempre. La Religión no es tela de arafia ,
sino la mas preciosa de quantas joyas nos ha regalado la eter
na providencia. Lejos, pues, las manos profanas de esta pre
ciosa joya. El infierno en fin no prevalecerá contra la Iglesia
católica; pero podremos merecer que prevalezca contra la
iglesia de España, asi como ha prevalecido contra la de Fran
cia en nuestros dias , y pocos siglos ha contra las de Suecia,
Dinamarca , Prusia , Inglaterra , &c.
Si el don de Dios se hade conservar entre nosotros, es ne
cesario que se guarde con el mayor respeto el deposito de la fe:
que nuestros esfuerzos todos conspiren- ut ipsum soflamas . et
in eddem permamámus réguta : que en nuestras palabras se
cuide ut idipsum dicátis onmss, et non sinf in vobis schtsmatai
que no olvidemos que Jesucristo estableciendo su Iglesia pá
«a
suit altos quídam prophetas... , alias autem pastores et doctores..^
ut non circumferámur omni vento doctrina : que sin que S. Pa
blo lo notase, ¿la. sola luz natural no está convenciendo el
absurdo que se seguiria , si como el mismo Apóstol pregunta:
númquid otnnes fuesen doctores? Que la ciencia de la fe' no es
obra de nuestro estudio, ni invención de nuestro trabajo, y
de consiguiente no se deba buscar en otra parte que en aque
llos á quienes su soberano maestro puso en su lugar , para
que nos la ensañasen. Últimamente, que si nada hay tan con
forme con la razón , como que esta se persuada á lo que le re
vela el soberano autor que nos la dio , nada tampoco puede
darse mas irracional y atrevido , que quererle erigir un tri
bunal , en que haga comparecer , y quiera juzgar á su Dios.
Omito otra infinidad de reflexiones qus se vienen tras de estas,
y que solamente dexara'n de ver aquellos in qulbus Deus hujus
steutli excoecávit mentes infidéüum, ut nonfúlgeat eis illuminá-
íio Evangelii , glories Chrísti , qui est imágo Dei.
Me parece que he respondido á quantos argumentos suelea
oponer nuestros filósofos, tomados de la libertad. Permítame V.
ahora que haga algunas reflexiones acerca de la libertad que tan
to nos cacarean nuestros filósofos. Desde que ellos empezaron
á cacarearla , no pude menos que creer que su cacareo era una
manifiesta fullería , en fuerza de que quantas veces la habia
leído igualmente cacareada en varias épocas déla historia, otras
tantas tenia observado que quanto mas se repetía este nombre,
tanto menos se verificaba lo que significa , y tanto mas dura
era la esclavitud y miseria que se procuraba. Confirmó y con
firma este juicio el acceso de locura en que hemos visto , y es
tamos viendo á la Francia. El tema de esta locura fue la liber
tad , que sus filósofos le entonaban, y que ellos cantaron gran
demente , hasta atolondrar los oídos de todas quatro partes
del mundo. Mas de este tema no hubo otra realidad que la
que el desbarato de la imaginación , y la perturbación del jui
cio presenta á los otros locos de que son de vidrio , ó son el
Dios Neptuno , ú otros iguales temas. Acababa de sancionar
se en la asamblea nacional la absoluta libertad de todo fran
cés. Salieron unas monjas diciendole : Señor , si todo francés
63
es libre, nosotras que somos francesas , queremos, en uso de
nuestra libertad , continuar en el estado á que nos hemos so
lemnemente dedicado. Al orden del difl, fue la respuesta del Sr.
no sé si Mirabeau , si Pethion, ó si algún otro de los grandes
hombres que la familia del Conciso nos cita ; y las monjas , á
pesar de estar declaradas libres , fueron arrojadas de su con
vento. Se declaró la libertad de opinar en punto de religión y
de política , declarando igualmente por religión dominante la
católica, por gobierno de la nación el monárquico, y por tem
peramento el de la constitución. A los seis meses ya no habia
en el pueblo libre para opinar , quien se atreviese á hacerlo
por la religión dominante , y poco tiempo después el que se
descuidaba en santiguarse donde lo viese algún soplón , iba sin
remedio ala guillotina. La misma suerte siguió á los realistas
desde el momento en que el gobierno se declaró mona'rquico:
y en la misma vinieron á parar antes de dos años los que re
clamaron la constitución y aristocracia. Fue luego la nación
declarada república , y el pueblo soberano ; y á renglón segui
do el tal soberano era llevado de grado ó por fuerza á los exér-
citos,y puesto en la alternativa de arrostrar ó las bayonetas
austríacas , ó los cañones de sus consoberanos. Tras de la li
bertad se determinó la igualdad, que inmediatamente se puso
en práctica, echando por el suelo la grandeza, el clero, la no
bleza y quanto sobresalía : pero á conseqüencia de esta igual
dad nació otra desigualdad monstruosa , por donde loe mas
atrevidos y ladrones subieron á los primeros puestos, y levan
taron sobervios edificios con los escombros de los que la igual
dad arruinaba. Se predicó también , y se tomó por lema la
fraternité ; pero esta hermandad verificó muy de veras lo que
se dice por chiste de la de Ciudad-Real en nuestra Espa
ña: á saber , que da los buenos dias á balazos ; pues hoy unos
cofrades llevaban á la guillotina á quarenta ó cincuenta de los
otros : mañana eran conducidos los que hoy habían servido de
conductores : otro dia se seguían estos ; y la guillotina era,
pira explicarme así , el quartel de inva'lidos de todos los her
manos. Vino últimamente Buonaparte , y la libre , la igual
y fraterna Francia , no conoce mas libertad , ni igualdad, ni
, . . , , -• -. .- -•• •
fraternidad , ni Dios , ni religión , ni derecho , ni justicia, ni
cosa ninguna , que la que quiere darle y prescribirle este hijo
de su filosofía , fin y compbmento de todos sus filósofos.
. Vengamos á nuestra España. Desde que empezaron á rayar
en ella las luces de la filosofía, y sus ideas liberales resonaron
en la boca de nuestros sabios, y en los decretos de nuestro go
bierno , comenzó á acaba'rsenos la libertad de pensar y escri
bir bien , no metiéndome por ahora en la de obrar. Entraron
á carretadas los libros de Voltaire , Rousseau , Helvecio , y
otros de este jaez , sin que la Inquisición se atreviese á ata(-
jarlos , ó sin que pudiese conseguirlo quando se atrevía. To
mó la pluma el P. Zevallos para demostrar por escrito lo que
todos estábamos viendo : á saber „ que estos libros venían á
subvertir el estado. En vano el pobre mongs trató de ganarse
la protección de un magistrado , harto conocido por la libe
ralidad de sus ideas , haciéndolo mecenas de su obra. El tal
mecenas dio con su obra al través , ya que no era tiempo to-
davia de hacer otro tanto con su autor. El mismo magistrado
escribió cierta obrita muy á propósito para los fines de nues
tros filósofos, y como tal muy celebrada de todos ellos. Fr. To
mas Mamachi , maestro del Sacro Palacio , trabajaba al mis
mo tiempo en Roma no sé qué obra relativa á los derechos
de la Iglesia, contra el autor de quien nuestro magistrado ha-
bia sacado su plagio. Se descubrió , pues , este , y se descu--
brieron ademas la ignorancia y la mala fe , tanto de él , co
mo de su original. ¿ Y qué piensa V. que hizo nuestro sabio,
justo y despreocupado magistrado? Lo mismo que aquel mal
pintor que acababa de pintar un gallo , y se halló luego con
que uno vivo que entró por la puerta de su obrador en na
da se parecía á su pintura.
Su falta de habilidad
satisfizo con matallo ;
de modo que murió el gallo
por defender la verdad.
COMO LO HA HECHO
EN EL NUMERO DE 22 , DE 4GOSTO,
TÍTULO HIPÓCRITAS.
REIMPRESA EN MALLORCA :
EN LA OFICINA DE FELIPE GUASP^
AÑO 1813.
*** J Agosto 25 de 18 1 1.
REIMPRESA EN MALLORCA:
JL~.«.í.
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*** y Agosio 16 de 1811.
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DE MODA.
REIMPRESA EN MALLORCA :
DE MODA.
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CARTA VII.
DEL FILÓSOFO RANCIO,
EN QUE CONCLUYENDO
LE DEMUESTRA
EL PACTO SOCIAL
DE MODA.
_*
REIMPRESA EN MALLORCA.
El Filósofo Rancio.
P. D.
No quiero dexar sin cumplir la intención que tuve de po
nerla , para que lo seffores periodistas no me tengan por impo
lítico. ¿Conque el Redactor ? ¿El Duende ? ¿Y el Diario mer
cantil ? No es mala vandada de moscas. El Redactor, que sin
contar los disparates , consta segua parece , de diez y ocho ifl-
biot : el Duende que si es el mismo que otras veces se decía
Tertulia resucitada , quizas constará de ciento y ochenta ; y el
Diario mercantil con su frai Antonio de Cristo. ¿Adonde ?•
toda esta caterva de guapoi * ¿Sa ha tocado á rebatiña ? Y «'
27
* ba tocado |c<J-no no han oí Jo la campana las tres personal
¿el Concito, que pudieran habar ganado en esta feria veinte
(juirfos como un ochavo ?
jQué granaderos para servir a! reí ! Mas no di 50 bien gra-
naderot según lo mucho que rebozan : son seguramente puohe-
rillcw chicos, y tendrán estaturas de duendes ; pues este bien
iab- lo que se dice ; así como yo por ahora no Jo sé, pues dixe
que rebozaban : y acaso lo que a' ios pobres les sucede no es
»«niitar , sino vaciarse por otra parte, 6 amb.'is cosas juntas.
Por *ín yo no quiero meter mi hoz en mies agena. Ahí está mi
twnnifTero el Dr. Pedro Recio él de la diirrea , á qnien se Jos
ncnraienrH , suplicándole que nos informe ríe! estado de estos
pofwcicos ; y si , como espero , oye mi súplica , quaiT.io dé
fifflta s imprima muchísimos exemplares : porque he oido qu<'-
ws? á muchas personas de razón , de que ni á peso de plata
kan podido lograr el primer papel.
Voivkjdopues á aquello de granaderos ¿por qué estos hue
ros hombres no han ¡Jo á servir siquiera Ue tambores , que
faañien es meter ruido ? {Válgales Dios por periodistas ! Digo
«i cr>en en él , como piadosamente supongo ¿ No encontra
ron otro oíicio peor ? Mas ya veo lo muchísimo que puede la
tambre. Me acuerdo de que quando estudiantillo concurría á
o» clase uno , que segjn era de fatuo había nacido para pe-
fiodista. Los damas le dábamos calma , llamándole borrique ,
y el pobre m ichacho se desesperaba con esto, y nos corría á
coces y padradas : mas llegaba la ocasión de que nos viese me
rendando : ya entonces mudaba de estilo , y llegaba á nosotros
Diciendo : dadme pan , y decidme borr'tque. Generoso pueblo de
Cádiz, dale tú pin a estos, aunque no Jo merezcan, y di de
'líos Jo que te parezca , seguro de que como mansos su
frirán con paciencia y sin responder quanto se les diga
como lo han hecho con el Imparcial , con el Dr. Recio , el
diccionarista , y otros que lo» han estrechado por las inme
diatas.
iQján'o mejor sería que estos caballeros en vez de perió-
s , ss echasen á escribir pedimentos , pues parece que á
los llama su profesión í Pero no....pues ahora me salta á
la memoria lo qus presencié en cierto pueblo. Pedia limosna á
la puerta déla igltsia uti pobre, que tenía algo de ciego y mu
cho de bellaco. Entendió que se acercaba ua abogado v. g.
como estos escritores , y empezó á clamar con una voz mui
campanuda : señor licenciado hambretiene el pobre.
El que me parece á mí que no lo es, es el frai Antonio de
Cristo, porque esta gente no quiere ni el frai , ni el Cristo, ni
aja en dunza. ¿Ms querrá V. puís decir de que cristo es frai
Antonio ? Lo pregunto por que ya se sabe la devoción que te
nia el otro de rezar á los tres cristos que en Sevilla se ponen so
bre el monumento , y he dado en sospechar si el tal frai Anto
nio será del cristo de la izquierda- Por fin dígaies V. que sí
para ser escritor se necesiten informaciones de genere -vita et
móribus de laá personas que lo han de ser , saquen el compe
tente poder , y se les dirá donde está la fe de bautismo, y
qual ha sido mi vida y milagros. En lo demás nos veremos
por el pono ; pero cuidado que no meto al Censor con la tur
ba multa de periodistas. Esta sí parece que me lo pone al la
do. Muchos como este tenga que ponerme , sin embargo de que
solo he visto sus extractos en el Redactor.
Memorias especiales á los señores Concisos : quiero decir ,
á los autores del Conciso. Dígales , que no los tengo olvida
dos: y que si ahora nada particular pongo para eilos , es por
que me han padido que no escriba á pintos sobre los asuntos
que les pertenecen: y por otra partees tatito lo que tengo en
el buch? , que me parece imposible despachar en breve , y que
el rio no salga de madre : que se cuiden mucha , porque nos
importa; y que ya es tiempo de echar otro Conciso de diez
quartos.
CARTA OCTAVA
DEL FILOS O FORANO 10,
EN QUE COMO CATEQUISTA
ENSEÑA AL CONCISO
CIERTOS JPUNTITOS DE DOCTRINA CRISTIANA
DE SU ARTÍCULO DE a a DE AGOSTO,
REIMPRESA EN MALLORCA:
EN LA IMPRENTA DE FELIPE GuASJP.
AÑO 1813.
3
* * * j 8 de noviembre de j 8 1 1.
■
Ykyó su querella a! ¡voz. Era este de fnmor , y quiso diver
tirse : para ello mandó comparecer al viejo. — ¿ Qué le diap
V. i esta muger ? — Sefíor, eananea ; porque me sofocó-^;
| Y que quiere decir eananea ? ~ Una cosa , señor , que jo uq
sé explicar. — Y V. ( á la muge.r ) ¿ qué fué lo que entendió
por ella ? — ¡ Toma ! ? Pues eananea no es una cosa mala?
fyiso el juez expiimir hasta lo dirimo eJ asunto , y vino á sa
car que lo que el viejo bebía querido decir , era que. ia tabenre-
•ra le echaba agrá al vino : y que le hatía llamado eana
nea, aludiendo á Cana de Galilea en cuyas bodas hizo Cristo el
flúljgro : y que la tabernera por haber oido mentar a' la cana-
nsüfa el pulpito al explicar el evangelio, había pensado que la
Ganaban pecadora, ó adúltera, ó alguna cosa de aquellas ma
las, que en el evangelio se mencionan.
\. lee eo el Rmo. Nacanael Inquisición , máscara , vicias
mansedumbre , evangelio, Üo. : pues sepa que todas estas voces
para el padre reverendo lo mismo que la de eananea pará
la tabernera, y el viejo : voces tomadas al sonsonete , voces
enro significado es menester adivinar en su escrito , voces va
cías de sentido , exáctitud y correspondencia. Versando pues
todo el papel sobre las tales voces , ya está visto lo que el es
crito puede contener : es decir, Jo mismo que todos aquellos ,
cuyo prim;r pecado consiste en que su autor no entiende , 6 no
quüre que entendamos los términos : en que lo primero que hai
<¡ue averiguar , es lo que significan el supuesto y el atributo
de lo que se disputa ; y en que á conseqüencia de este peca
do original del entendimiento , resultan tantos pecados lógicos,
t¡uantos yerros y disparates morales resultaron de aquel otro de
Adán, que hemos heredado todos l»s hombres, ménos los libera
les que han renunciado á la herencia , ó mas bien la han
admitido con beneficio de inventario.
V. lee en el título : la Inquisición sin máscara : échese á ña
dí! por el mate magtmm de las 62 páginas primeras , que
«en las que yo he visto; y no encontrará á la tal máscara , que
seguramente hubo de set de plomo , y se ha ido al fondo ; no
verá ni sabrá quando ó como se qoitóó se quita , ni descubri
rá de ella mas indicios que las letras gordas con que se anun
•■cia. Tronzará V. de q ti indo en q'jaadg con la Inquisicípa ;
^psrp sí Je para á registrarla , no eaoontrará eo ella el santo
tribnoal eje la fé que está en qüestion , síqo i veces I<
iglesia , á veces los principes católicos , á veces el cou-
■junto di ambas autoridades , que podemos llamar el cristU-:
irisrao. Saldrán la mansedumbre y sus enemigos infinitas veeflí
•al. encuentro ; pero nunca podrá V. formar idea de lo que este
venerable varón entiénds por la palabra mansedumbre. Preguti-
tará V. por los vicios ; y á íá mia que fuera de los infinitos
que él escrito tiene , no verá impugnadas sino las virtudes , co
mo le demostraré en mi siguiente carta. Para no cacarme, co
tejara' V.todo lo que este famoso escrito: nos ensarta , y no po
drá nuínos de representársele, como se me ha. represen ta do á ni¡,
la pendencia de la taberna, de ia cañonea , de la tabernera y el
viejo. .. ' f..-
Vaya al!á uaa sospecha que he concebido, y que me es
imposible evacuar , por si algún curioso quisiere tomarse la '
pena de evacuarla. La tal obrita infaliblemente es un centón <¡
tomo está mostrando la diferencia de estilos de que usa. Yo
fae, leído, quaudo rio con las mismas , al menos con casi idea»
ticas palabrai la apología de la religión por donde la diser
tación comienza , y que p-'ga en la disertación tan oportuna*
m:;ite cornea g:iit.irra ea la? entierro--. Aeaso.se encontrará
.taire las cartas del conde :de Vaimont. El título me parece to
mado di otro que hai en francés : L: ckrhiuinisme devoüé ,
múdada la palabra christiaaisme en inquisición , y traducido
el divoilé , sin mascara. Bíxo este titulo $2 ensartaron quao*
tas calumnias , blasfemias y sobinas se habían escrito con
tra el cpistLa*tscno desde Porfirio y Celso ha9ta D'Alembe/t
y Didejot , que. con otros impíos de la cofradía fueron sai au
tores , no obstante que la obra lleva el nombre dt JBaulangiex.
Así lo asegura Macado en su Secreto revelado : y así es de
presumir que sucediese , en suposición de* que la obra o*
salió basta después de muerto Boulangier, de quien se dice h*-
ber dado, ea la amarte» acúales de penitencia.. Ño será pues jua-
«ho que de este tal librito , ó de otro que se le pareaca,.se
haya tomado el plagio , sin hacer otra cosa mas que. nuidar lo»
nombres , poner Inquisición por critiianismo , y luego soltar
ouanro se áixo contra el cristianismo, para impugnar la Jnqur-
licioo.
S;ade esto lo que fu?re , yo voi á dar i V. en un ejem
plo bastante parecido la verdadera idea de la obra» Saponga
tfje se me ha puesto en el maña- escribir contra el consejo -de
Castilla; y para hacerlo , pongo* el modestísima título El cvn-
uji de CjstiUa sin máscara. Hecha esta salutación, y luego «n
prólogo sobre qualquiera cosa, y una introducción que ene lu
ga mas sospechoso que el mismo t/tulo; entro en materia , y
wmienzo á probar que las leyes de Partida no son las que nos
átiKu regir , por esto y por lo otro , y porque el fuero Juz
go/el viejr» de Castilla , y qué se yo que mas , son las mejo
re, y se deben guardar. Ergo el Cornejo de Castilla sin más
cara, (tem , los consejeros son españoles , y no lo deben ser ,
parque en España tienen sus parientes , y están expuestos i
faltar i la justicia, y otras cosas á este tenor. Ergo el Con
sejo de Cabilla sin máscara : Orro sí en el Consejo se jura so
bre los sa uos .evangelios , con peligro de que uft picaro perju
ro los profano. Ergo el Consejo de Castilla sin máscara, y de
consiguiente la necesidad de extinguirlo. Otro. sí ¿A dón
de va V. grandísimo loco? me diria qualquiera que no lo fuese.
¿ Qué tienen que ver las leyes, cuya custodia y observancia
está encarada á este tribunal, con ta máscara que V. le cuelga,
y trata de quitarte ? ¡ Sus miembros se han nombrado á
il mismos , ó han sido nombradoj por una autoridad su
perior ? Vaya V. pues á esa autoridad paraque mande tra-
<r otra clase de jaeces Sel cielo de la luna , ó de donde
quiera. Si se jura y perjura sobro el evangelio , es porque
la lei lo dispone. Embista V. pues con la lei ó cotí quien la
puso , y de»e en paz á los que tienen obligación de guardar*
la, miéotras lo sea. Si quiere quitar máscaras , acuda adon
de las haya»;- ysi las encuentra ai Consejo «.no. -vaya i qui*
táralas ;á >D. Alonso el sabio , autor de la» leyes que lo ti'-
gen-i ni *b rer qa* k> nombró paraque jnagase segan días,
ni al pueblo cristiano ,'que mira al evangelio como lo mas sa"
grado por donde se debe jurar; sino á ios juicios del con
sejo, á sus prácticas , á sus peculiares reglamentos: en um
palabra, al iribtin^l ó poder judiciaro encargado, no en dar
leyes á Castilla , sino en hscer que se cumplan las que estaa
dadas.
Esto que me dirían á mí , y con mucha razón , le digo
yo al bueno del Natauael. V. Sr. Pr. catedrático , sale danzan
do fuera del coro. La Inquisición es un tribunal como todo»
los tribunales : quiero decir , subalterno al poder legislativo,
y encargado en esta parte del exeeufivo, que según la.frase
d^l dia se llama poder judicial. Sus miembros son clérigos, poí
que la iglesia y el rei inanJan que lo s¡;an. Sus funciones es
tán reducidas á Ja observancia de las leyes, que. en puaío de
apostasia , herejía y demás , han promulgado la iglesia y el
estado. Si estas leyes y sus autores tienen máscara ó no , eso
de manara ningún» pertenece al tribunal , ni tiene cosa alguna
que ver con él. Yaya V. á pegarla con los legisladores ,
mas no con los que les obedecen en un destino , que los legis
ladores , les dieron psra eso y nada mas. Y si quiere llenar ,
aunque sea de paja , su título , entre en su mismo tftu»
lo, exponga las faltas que este tribunal está cometiendo, sus in
observancias en las leyes, sus abusos, sus atentados : en una
palabra , las culpas del tribunal , y no de quien lo erigid «i 'o
mantiene.
Convidaron á un mal predicador que -predicase de S. Ju-
sef. El pobre quo no sabía mas, que un sermón sobre las cosdí-
f ic ones de una buena confesión , desempeñó su encargo ea h
forma siguiente. S. Josef fué carpintero : conque sabría hacer
buenos confesonarios : los confesonarios sirven para hacer bue
na confesión : conque de ninguna cosa se puede predicar mejor
en el dia de S* Josef , como del modo de hacer una buena coa-
fesion. Nuestro famoso autor quería encaxarnos en el cuerpo
quanto ha leido acerca de que í los impíos los dexemes v&ft
por su cuenta, y para ello se vale de que se está habiK&f* &
Inquisición. Quiera Dios que ni. á el , ni i toda la caterra J«
periódicos que io imitan, les podamos decir que haceo la cau«
propia. ■
Padrera darme con esto por contento; poro no ■pieíiso dar
35
i«e : ionio ni tampoco dexarme ir tras del cascabel que me
tchaa , paraque todo se nos vuelva bulla. Disputas y mas dis
putas son las que quiere esta clase de gente , así como los ma
los litigantes artículos , sobre artículos , testimonios sobre tes
timonios , &c. Yo en primer lugar estoi sin libros : y en se
gundo , no quiero hacer lo mismo que cien veces se ha he
cho , por quienes lo hacen mucho mejor que yo. Insistiré pues
en el mismo sistema que hasta aquí, de demostrar que todos
esos nuestros nuevos iluminadores , no son mas que unos igno
rantes y fulleros. Sus papales solos valen para esto mas que
todas las bibliotecas del mundo. Pero yendo esta car» ya de
butado larga , no quiero alargarla mas. Espéreme V. para la
que viene , en que pienso hablarle de la máscara de la Inqui
sición. Entretanto mande quanto quiera i su rancioso amigo
) seguro servidor , que ruega á Dios le guarde muchos años ,
¿ B. S. M.
El Filósofo Rundo.
i- í , .-.
l' l" . M. -
'
¡
CARTA IX.
DEE
FILOSOFO RANCIO
EL FILOSOFISMO
IMPITfi¥AC10¥
TITULADO
REIMPRESA EN TARRAGONA.
Ano 1814.
3
k
IX
probidad, ni á pudor, ni á honestidad, ni á cosa al
guna buena : y ocupan el lugar que todo esto debiera
tener el mas ciego ateísmo, la impiedad mas bárbara,
la mas profunda corrupción , el ínteres mas injusto , la
crueldad mas ñera , y quanto\ «monstruos tiene en sus
senos el abismo. Tal es el plan que los jansenistas tra
zaron en la Cartuxa Bourgs Fontnine , como tengo por
cierto siguiendo la opinión de muchos, y según el qual
han obrado, como la experiencia demuestra, y ninguno
puede dudar , sea ó no cierto aquel conciliábulo de Sa
tanás: plan que Voltaire quiso seguir, sin que lo con-
áuúese la furia de su impetuosa impiedad ; pero que
llevaron hasta el último grado d'Alembert su discí-
pu/o en París, y su amigo Juan Jacobo Rousseau en
Ginebra: plan que duró entre los ateos, francmasones é
iluminados de la Francia, hasta que arrojado el clero
católico , no hubo ya necesidad de seguirlo : plan final
mente que yo descubro , y todo el mundo puede des
cubrir en gran número de escritos que de un año á
esta parte están obscureciendo la luz pública , y propa
gando el ateísmo en la nación. Nada digo de las per
sonas, porque no tengo autoridad para juzgarlas ; pero
ruego á todos aquellos que la tienen , que no se duer
man en peligro tan grave , ni pierdan de vista la res
ponsabilidad en que .están , sino lo atajan.
Contrayéndonos á. la Inquisicionj, vea V. aquí el mo
do con que la transforman en máscara con que cubrirse
para diseminar sus errores. La Inquisición , dicen , no es
algún artículo de fe , y puede ser atacada, sin atacar el
dogma. Como si para descubrir el fuego no bastara el
humo: y la impugnación de la, Inquisición, especialmenr
te en nuestra España y en nuestros días , no fuese la
señal menos equívoca del ateísmo. Suponiendo que la In
quisición no es dogmtt , se ponen á atacarla : y en vez
de atacar , ya sea el reglamento que rige en este tribur
nal, ya sean sus abusos, si Ips tiene ^ q,ue es lo único
'V*
por donde pnede ser impugnado sin ofensa del dogma; |
impugnan ■'su intolerancia religiosa, que es uno de los dog-
• mas católicos , y sus castigos , que son una de las leyes-
fundamentales de toda república cristiana , y aun de toda
réligion de hombres , donde se adore á un Dios qualquie-
ra, -y reste alguna idea de las que 13 naturaleza estam
pó con respecto á la divinidad en el corazón de todo
hombre. Ven en la Inquisición un tribunal de eclesiású-
' eos ,' y hablan contra las penas temporales que impone,
como si aquellos eclesiásticos no exerciesen igualmente
una" jurisdicion civil. Se encaminan luego al gobierno civil,
y traftan de despótismo , ignorancia , envidia y de todo
quahto malo hay, el zelo de que no pueden olvidarse sin
hacerse reos de prevaricación los ecleciasticos. Citan la
mansedumbre para aniquilar la justicia: la caridad par»
arruinar la fé : el exemplo de Cristo para insultar su di
vinidad; y el evangelio para introducir el ateismo. En
una palabra : comienzan por la duda de si conviene 6
no conservar este tribunal que teniamos , y vienen á aca
bar por donde acabó Gregoire : á saber , por la siguien
te proposición que de él. tomó el autor de las Reflexiona:
los popas y los déspotas formaron una liga criminal poro
remachar las cadenas del género humano. Proposición que
Jomtob inculca en términos diferentes , que conspira á
arruinar á un mismo tiempo el trono y el altar, y que,
es el primer principio y grande a'^raa sobre que esta
fundado el incendiario sistema de 1*. francmasones. Co-
menzemos pues á qnítar á estos enemigos encubiertos 1*
máscara con que se disfrazan, y expongamos á los ojos
de todo buen español el indigno abuso qúe hacen de ía
religión contra la religión misma, y pongámoslo en es
tado de juzgar, si sean mas de temer las plumas de estos
novadores , que las bayonetas de Napoleón.
Venga V. acá , señor Conciso \ qué novedad es esta
que hace V. en 22 de agosto de citarnos á Jesucristo,
sus preceptos, sus consejos, su caridad, su mansedumbre'.
su misericordia , su evangelio ? \ No era V. el encargado
en burlarse de todas estas cosas ? ¿ No es V. el que cons
tantemente se ha burlado ? j El que por burlarse se ha
comprometido mas de una vez , y el que ha cooperado
en gran parte á que en el Congreso , ó no se citen estas
cosas , ó si se citan , con una protesta semejante á la que
en sesión de 10 de Junio hizo el Sr. Oliveros ? j Nó
era V. el que habiendo dicho á un alcalde del crimen,
no me acuerdo con que fecha, que era católico, trató
de reparar este escándalo por la Peluca , por el Concison,
■3 por varias cartas al Conciso, que ó V. mismo escribió,
ó buscó quien se las escribiese , ó admitió al menos co
mo indemnización ? ¿ No era V. el que graduaba cons
tantemente de hipócritas, é insultaba con su letra bastar-
dllla y con sus tontísimos sarcasmos á qualquiera que ci
taba el evangelio ó cosa perteneciente á él, sin que pudie
se librarlo de su atrevida virga censoria ni aun el carác
ter de padre de la patria. ? j No era V. ( para no cansar
me mas en lo que alguna vez tengo que detallar muí des
pacio ) el que sobre todos los puntos en que no están de
acuerdo el evangelio , y la filosofía , siempre se decidió
por esta , echándose á la espalda aquel ? ; Pues á que
ahora este evangelio, este gran filosofo, y todas estas
demás citas de lo que como cristiano debía saber, y como
filósofo hace gala de ignorar ? ¿ Valen ó no valen estas
cosas ? Responda V. si valen : luego V. que las ha bur
lado es por su misma confesión impío. Si no valen ; á
qué las cita ? Y si las cita porque valen para nosotros, y
no para V. \ dónde está la buena fé siquiera que nos
es común hasta con los ladrones , para haber protestado,
como V. debió hacerlo , que los principios de que usa
ba no eran suyos , ni sus argumentos mas que ad hom'r.
nem\ \ En tanto desprecio tiene V. la religión de sus
padres y de su nación, que haya de servirse de ella
como de los vestidos , que muda según le acomo
da \
Venga V. acá señor Natán ael. Quando Cristo vio
por la primera vez á aqnel que efectivamente tenia es
te nombre , detras del qual se esconde V., dixo á los
que le acompañaban: ecct veré israelita, in quo dolus no.n
est; pero qualquier hombre de bien que vea á V., dirá:
ecte virum dolosum, in quo nihil est de israelita. Díga
me V. pues, señor amasijo de dolos \ los libros y pa
peluchos de donde ha sacado su plagio , se escribieron pa
ra defender ( como V. miente que defiende ) ó para im
pugnar el evangelio ? \ Por qué género de encantamien
to ha transformado V. á Gregoire y la Enciclopedia en
maestros y doctores de la religión católica ? \ Por qué
en vez de la que esos infames le enseñaron , uo usurpa la
doctrina de aquel otro de quien tomó el plagio que
le sirve de introducción ? ¿ Es para esto para lo que V.
se vistió aquella mortaja por donde se obligó á la per
fección evangélica ; para lo que consintió que lo consa
grasen por la imposición de las manos ; y para lo que se
ha abierto camino á una cátedra fundada para gloria del
evangelio ? Citáranos V. al ménos todas las demás fuen
tes , como nos ha citado la Enciclopedia; y en semejante
caso, sabríamos que los balidos dsl cordero y de sus ove
jas, de que nos rellena los oidos , salían de la boca de
los lobos, , . ,
Vengan acá en fin todos los periodistas filósofqs, que
cpn tanca benignidad y dulzura reciben esta clfjs,e de esr
critos, y cqn tanca furia combaten á los que de veras
hacen la buena causa» Expltquenme ¿ por qué tanto silen
cio , ó tal vez tan desmedidos aplausos á aquellos mise
rables pedantes , y tantas censuras y calumnias contra es
tos otro?, que por lo ménos son hombres d,« bien» y que
vale cada uno (sin exageración ni adulación, antes bien
degradándolos en cierto modo ) cincuenta veces mas que
toda la cofradía de liberales? Entre estos cad» qual ha
bla su leagqage distinto, impugna el uno Jp q&e estable
ce el otro , admite este lo que niega aquel, y en padp
se convienen mas , que en el solo punto de no querer
cosa que nosotros querámos. Mas á pesar de esto, todos
se quieren , se buscan y mutuamente se rascan , dexando
para nosotros las coces y las cornadas. ¡ Fulleros ! Lo
que os encubre os descubre. Qualquiera que sepa pen
sar os conocerá , y os distinguirá de nosotros , por esta
indulgencia con que recíprocamente os tratáis.
Descendamos de estas observaciones generales á al
gunos puntos en particular : y sea el primero el de la
mansedumbre evangélica , que á imitación de d' Alem-
Vrert nos cita el Conciso, y Jomtob nos inculca en las
sesenta y dos páginas de su scriptus et in tergo , nondum
finitos Orates. Si como este último caballero andante pre
tende, la Inquisición porque castiga á los apóstatas,
falta á Ísl mansedumbre cristiana, es su enemiga, y el es-
cdniah de la iglesia ', deberémos inferir que qualquiera
autoridad que se atreva á castigar á un picaro , es tam
bién enemiga de la mansedumbre evangélica, y escanda
liza á la igl«sia. EBta se difine, y es propiamente la
congregación de los fieles í y en tanto este nombre se apli
ca al cuerpo ds sus pastores y ministros , en quanto
estos áon los representantes de esta congregación , por
el mvsmo órden que el Congreso lo es de la nación, Esto
supuesto, y que el evangelio es la constitución de la igle-
s\a, resulta muí claro que todos ios que la componen es
tán obftgñdos al evangelio en los términos y con las dis*
tinciones que él explique. Ea bien, quando Jesucristo
dixo en él , aprended de mi, que soi mansa, % con quiénes ha-
Haba entonces ? j con los fieles , ó con los clérigos ? Ma
nifiesto es que con todos ; porque todos debemos íer' cotí-
formes con su imagen , si es que queremos pertenecer á
y porqué la rftanS?dumbre de que este Señor se nos
propone como exemplo , es una virtud moral indipensa-
ble á todo hombre. Si pues porque el divino legislador
nos la encargó tan estrechamente , y nos la expuso co»
mo uno de los principios de nuestra bienaveittuiranaa , y
?6
tino de Jos caracteres menos equívocos de sut discípu
los, no pueden los clérigos castigar á nadie; tampoco
lo podrán los demás fieles , que aunque no sean clérigos,
son cristianos , y deben imitar á Jesucristo. ¡ Admirable
descubrimiento para los homicidas , traidores y ladrones!
Puede nuestro Jomtob agregarlo al de Becaria en su tra
tado de los delitos y penas, en que como conseqüencia
del pacto social , infiere que ninguno debe ser castigado
con pena capital: y de este modo , aquellos buenos ciuda
danos contarán también con la protección del Evange
lio, así como cuentan con la del pacto social de la filo
sofía. . ■
i Qué me dice á esto el Padre Fr. Natanel ? jQue
la mansedumbre obliga mas al clero que al resto de los
fieles ? Es verdad ; pero aunque sea algunos puntos me
nos , obliga también á todo cristiano : y no solamente á
todo crisriano , mas también á todo hombre. ¿ Que los
clérigos tienen prohibición particular para mezclarse ea
causas de sangre ? No creo que se atreva á decirme-
lo ; porque el clamor general de toda la cofradía de
liberales es , que cada uno de los clérigos y frailes to
me su fusil : porque ya públicamente se ha mofado la
lei eclesiástica que lo prohibe , como consta del reli
giosísimo decreto del general Mendizábal , que insertó
entre sus actas el religiosísimo Conciso ; y porque to
do lo que huele á leyes eclesiásticas , debe cesar en
presencia del pacto social de nuestros, dias. No creo pues
que el reverendo Jomtob tenga la sandez de citar estos
cánones ; pero por si los cita, digo desde ahora que 1*
iglesia que puso la lei , ha puesto también la excepción,
la explicación , la dispensa , ó como le quieran llamar
estos señores, para que sus ministros pnedan ser y sean
inquisidores , en los términos y con los encargos que ac
tualmente tiene este tribunal. ¿ Como estamos , Sres. fi
lósofos ? ¿ No puede un legislador hacer lo que juzgue
conveniente con su lei , hasta derogarla si fuese nece
sario ? Tendrá la iglesia autoridad para atar , y valdrá
quando ata ; y no la tendrá para desatar , ni podrá va
ler quando desata ? Por Dios no me la pongan Vs.
mas desautorizada que qualquier legislador civil. Vayan
pues los zelosos y severos jansenistas á restituir á su pri
mer explendor la iglesia en su sinagoga de Utrech : y
dexen á la Iglesia católica que asistida del Espíritu Santo
relaxe , revoque , mude 6 conserve el rigor de su dis
ciplina. Sepan que para nada hacen falta , que para to
do estorvan , que acá no pertenecen , que están perfec -
tamente conocidos. Ganas tenia de enviar tras ellos al
Wanespen y al Cavalario ; mas no debo prevenir el jui
cio de Ja Iglesia. El mió y el de todo hombre de bien
acerca de ellos es que no han escrito de buena fé : que
han hecho en la grei de Cristo mas daño que provecho:
que han llenado de chismes á la Iglesia-, y qué les ha
sucedido lo que á todo aquel que escribe de mala fé : á
saber, envolverse á sí mismo en contradicciones, y des-'
truir con una mano lo que edifican con la otra. Me acuer
do dé haber verificado esto por mí mismo, puntualmente
quando habían de Inquisición ; pero por ahora ni los
tengo , ni los espero tener tan aprisa. Quedemos pues
en que si por razón de la mansedumbre evangélica , no
se debe castigar al apóstata, á ningún otro reo tampoco se
puede castigar: y en que si los clérigos no lo pueden ha
cer, impedidos por esta mansedumbre, tampoco podran
los cristianos , ligados con el mismo impedimento.
Otra repliquilla se le fué por alto al señor Jomtob,
y yo no quiero que se me vaya á mi. Concede su seño
ría reverendísima que la Iglesia á pesar de su manse
dumbre , puede excomulgar á los apóstatas. Y dígame V.,
añado yo j hai suplicio alguno temporal que sea compa
rable con la excomunión , según las ideas qué de ella nos
hace concebir la Iglesia ? Pues bien : luego un castigd
mayor que todos los otros castigos, no desdice, y ti
compatible con la mansedumbre evangélica. ¡ Ah padre
3
mi»! ¡cómase conocen los cojos en el modo de andar!
Eso es lo quf quis.ieran los filósofos , solas excomuniones,
aunque estas viniesen á carretadas. Me acuerdo de haber
leído en uno de los muchos papelitos que abortó la re
volución francesa en los días de su gloria , con motivo de
1* primera bula que acerca de ella dio él mártir Pió VI.
entre otros rasgos filosófico-econó micos , el siguiente: las
nacionef excomulgadas son las tnat ricas y felices, \ Luego
¿irán que la filosofía ha adelantado poco !
Nos vemos pues en la necesidad de explicar un pun
to de doctrina cristiana á todo un señor catedrático. ¡ Va-
va por Dios ! En oíros tiempos venía todo el mundo á
aprender la doctrina católica de los catedráticos espaúo-
les : en el dia el padre español que no quiera que á su.
hijo le hagan desertar de la doctrina cristiana, debe mi
rar y remirar que catedrático ha de escoger. Venga
pues ,el señor Natanael á escuchar lo que es, y como
obliga la mansedumbre evangélica : vengan las tres per
sonas del Conciso , qué también necesitan de la lección
lo mismo que de comer : venga igualmente la sarta de
Redactores , que no lo perderá ; vengan por último to
dos los cursantes de la Enciclopedia , que es como si di-
xé ramos toda la cofradía de liberales. ¿ Estamos ya to
dos? Pues señores, mansuetudo est virtus mo ralis , qu<£ re-
freenat iram, ne rationis modum excedat» Lo diré en cas
tellano también, por si no lo hubiere entendido el enfer
mo. La mansedumbre es una virtud que tiene por oficio
moderar la ira, para que en sus movimientos no exceda
la medida de la razón. Esta es Ja idea que de ella nos
da santo Tomas, de acuerdo con todos los filósofos y
Padres que hablaron de la misma antes, y con todos Jos
escritores que de ella han tratado después ; á no ser que
la escuela de Rousseau haya descubierto aqui algo que
yo no sepa. Se llama evangélica esta virtud , no porque
el evangelio haya sido la lei que la impuso , sino porque
«s una de las que entre todas las otras resplandecieron
ñas en su divino autor, y de las que este ha hecho una
especia! recomendación á sus discípulos. Por lo demás,
tan autigua es ella y su obligación , como el hombre y su
razón y su ira : pues con el hombre han nacido la ira,
una de sus pasiones, y la razón, que debe poner las pa
siones en tono. No es pues la mansedumbre evangélica
ningún encanto de Medea , que transforme á los hom
bres en vigornías, ni ninguna opiata que apague su ira
y los dexe insensibles á los ultrages ; sino una lei de
la razón , que los obliga á guardar cierta moderación en
4u ira. Estaríamos aviados por cierto, y hubiéramos
echado una gran peonada si la tal mansedumbre hubiese
de sofocar la ira. Si ¡ra non fuerit, dice el Crisóstomo,
6 quien haya sido el autor del Imperfecto, nec doctrina
froftcit, nec judie ia stant, nec crimina competeúntur. Bien
veo yo que esto mismo es lo que nuestros filósofos bus
can , aunque no para nosotros, sino para sí mismos. Pe
ro por mas que lo busquen , se quedarán sin ello, y siem
pre será verdad que sin el auxilio de la ira , ni el dis
cípulo aprenderá , ni el juez se hará obedecer, ni los
picaros dexarán de serlo. £1 evangelio pues que no se
hizo para capa de picaros , encargando la mansedumbre,
no les abrió la puerta para que se hiciesen mas picaros.
Tenemos ya á la mansedumbre en parentesco con la
ira : y siendo como es la ira appetitus vindicta , que
qniere decir : apetito ó deseo de venganza, tenemos , mal
que les pese á los Sres. liberales, que la mansedumbre,
la ira, y la vindicta, se pueden muí bien acomodar en
nna misma casa. Se acomodan en primer lugar en el pe
cho de Dios : y yo no sé como á Fr. Natanael se le
fué esto por alto; pues de baena ó mala gana asisti
ría al coro quando tenía el cogote rapado^ y allí oi
ría cantar ó cantaría, uñas veces: quoníam tu, Domine,
suavis et mitis , et multa» misericordia: ómnibus invocanti-
bus te. Perqué tú, Señor, eres'suive y manso, y de mu
cha misericordia para con todos los que- te .invocara Otras;
so
Domine, ne in furore -tuó arguas me: ñeque m ir»
tua corripias me. Señor, no me reprehendas en tu furor,
mi me castigues en tu. ¿ra. Y otras: D;us uhiónum Do-
minus, Deus ultiónum liberé egit. El Dios de las véngan
os es el Señsr : el Dios de las venganzas obra libremente.
Pudo pues haber aprendido que el mismo Dios que se
llama y es. suave , manso y misericordioso , también es y se
ilima Dios de las venganzas, también de quando en quan-
do muestra su ¿ra: también esta su ira se enciende has
ta el furor, quando la justicia lo exige. Ruego á todo
fiel cristiano , que siga leyendo en el salmo últimamente
citado, que es el 9.3, lo qüe : sigue: enzálzate tú, que.
juzgas la tierra* da su merecido á. los s_aberbios. \ Hasta
quando los pecadores , Señor: hasta quando los pecadores se
gloriarán, charlarán, y hablarán iniquidad*. T les re
tornará la iniquidad'. ¿A e-Hos , y . en, su malicia .los destruir
sá,\ ¡os destruirá el Señor Dios nuestro. AUí verá quan po-
-cas iJeas tienen de su religión, los que á pretexto de
la mansedumbre que la caracteriza, no quieren que se
.castiguen los pecados. Vengamos á nuestro Señor Jesu
cristo. De su mansedumbre no hai que dudar; pero ni
tampoco de su ira, ni tampoco de que exerció la ven
ganza. Háganos favor el Sr. Natanael de registrar á Seo.
Tomas en el artículo 9 de la qüestion 15 de la terce
ra parte, y allí hallará desbaratada toda la máquina de
su disparatado escrito , en los dos renglones con que el
Santo satisface su segundo argumento. Se irritó el Sal
vador con los que de la casa de su padre habían he
cho casa de negociación , y se irritó de manera , que ve
rificó en sí la profecía de que el zelo de la casa de
Dios habia de consumirlo : se/1/5 domus tua comédit me.
E<ta es la ira que se llama per ze/am, y formó aque
llo de los cordeles para arrojar á los profanadores, y
castigó la profanación. Estoi convenido á que se le lla
me látigo, ó zurriago, ó rebenque, ó disciplinas, ó azo
te, ó cuerda para medir las costillas, ó como quisiere
2I
eA señor Natanaef, que tan prolixo , deKcado y exacto
^t'i en ponerle nombre, para clasificarlo según las re
gías del arte vapulatorio; pero será lástima que este fa
moso erudito no haga una disertación á parte para dis
cutir el punto , y enseñarnos como se debe entender el
eaast fiagellum de S.Juan. Ocupación es esta, cuya im
portancia puede aprender , ya sea de aquel estudiante con
quien se encontró D. Quixote, que quería hacer un su
plemento á Polidoro Virgilio de inventoribus rerum , ya
sea de la crotalogía que años pasados salió á luz para
dueccion de nuestros sabios.
Saquemos un par de exemplitos del testamento viejo.
Entre Jas alabanzas con que el Eclesiástico hace el elo
gio de Moisés en el capítulo 45, una es su mansedumbre:
.in fide et lenitate ipsiu* sanctum fecit illum. Ea pues, va
ya V. al capítulo 32 del Éxodo, y allí verá prodigios.
Apostata el pueblo : dice Dios á Moisés : dimitte me , ut
iraítatur furor meus contra eos : dexame que desfogue
mi furor contra el pueblo. Moisés se interpone, é ins
ta por el perdón d«* su pueblo. Baja del monte , con-.
vaca á toda la tribu sacerdotal , y hace pasar á cuchi
llo á cerca de veinte y tres mil apóstatas. Esto hizo el
manso; tan sin dexar de serlo, que de allí volvió" á la,
presencia de Dios á pedirle , que ó perdonase ya el peca
do del pueblo , ó lo borrase á él dei libro de los vi
vos. Vengamos á David. Su mansedumbre fue tan gran
de como se anuncia en el salmo 131. Memento , Domi-
»« David, et omnis mansuetudinis ejus. Pues vuelva V-
.atrás al salmo 100» en que canta á Dios la misericor
dia y el juicio , y luego va diciendo todo aquello en
que el tal manso se propone imitarlo, y lo imitaba: fa-
cienteí pr<evaricationes odivi : y después de varias otras
cosas que menciona, concluye: in matutino interficiebam
omnti peccator.es terne , ut dispérderem de civitate omnes
operantes iniquitatem. De modo, que los maitines de este
manso eran unas vísperas sicilianas, y su desayuno por
22" *..t
la mañana consistía en matar picaros.
Del nuevo testamento ya he mostrado en su divifto
autor la mansedumbre unida con la ira y la venganza.
Mostremos ahora en sus discípulos lo mismo, comenzan
do por san Pablo , que en el último verso de! cap. 4-
de su primera carta , da á escoger entre las dos á los
Corintios: \ quid vúJtis ? ¿ in virga venlam ad vos , a» in
charitate , et spíritu mansuetudinis*. Aquí tiene el Sr. Jonv-
tob en una misma pieza la vara , la caridad y la man
sedumbre. Pues vaya luego á buscar á S. Pedro, de cu
ya mansedumbre no duda, y véalo entendiéndose coai
Ananías y Safira, que por cierto salieron mal librado*
de la presencia de este manso. Acuda otra vez á S. Pa
blo quando su encuentro con Elímas : vea la salutación
qué le echa de hombre doloso, falaz, hijo del diablo, y
enemigo de la cruz de Cristo; y el parche que á con-
seqüencia le pone en los ojos : y ya tiene otro exempfo
de rigor con mansedumbre. Vaya después al Apocalip
sis , y oiga á S. Juan reprehendiendo el solo descuido;
de los obispos que en sus diócesis permitan á los erran
tes. En fin, registre todo el nuevo testamento , y verá en
él á los apóstoles tan mansos como convenía á unos dis
cípulos de Cristo, y tan severos como correspondía : á.
los principes de su Iglesia y maestros de su evangelio.
Convenga pues conmigo el P. Natanael y su venerable
cofradía , en que con la mansedumbre evangélica se her
mana muí bien la ira , según que es la ministra de la
justicia , y segnn que la razón la dirige en sus deseos
y execucíones de la merecida venganza.
Convenidos que estamos en esto, lo que se sigue es
que tratemos de qnando esta ira y esta venganza, que
hemos demostrado poderse hermanar con la mansedum
bre, se hermanan electivamente. Todo está dicho en una
palabra : quando en el citado apetito de venganza no se
excede la medida de la razón. Detallemos. No hai deli-
to ó el delito es poco, y se desea una venganza para
2*
que no ha! mérito alguno , ó mayor que la qne el méri
to exige : ya nqui falta el orden de la razón por dos ca
pítulos. El primero , por el de la injusticia que se come
te: y el segundo, por el de la mansedumbre á que se-
falta. Hai delito , y hai pena que le corresponda ; pero
resta medio de corregir al próximo sin ' venir á la pena:
ya el desear la pena no va contra la justicia, cuyo ofi
cio es igualar cosa con cosa ; pero va contra la man
sedumbre , á cuyo cargo está reprimir el deseo de la
venganza, mientras la razón sugiera otro medio de sal
var y enmendar al culpado. No existe, según un juicio,
prudente, medio alguno para omitir el castigo: ya la
mansedumbre, que no encuentra como desear el perdón,
empieza j desear , y la clemencia su hermana á suge-
itt medios para moderar las penas ; porque la clemencia
y la mansedumbre son casi una misma virtud, con so
ta Ja diferencia de que la segunda refrena solamente el
deseo , y la primera templa los efectos de la venganza;
una y otra según las reglas de la razón; y de que la
mansedumbre es virtud de todo hombre, y no la cle
mencia , que como no sea en la preparación del ánimo,
no puede verificarse , sino en el que tiene autoridad.
Esto supuesto, hagamos la aplicación de esta doc
trina general á la materia de que estamos tratando. To
davía no ha llegado la hora de que nuestros filósofos
acaben de quitarse la mascarilla , y decirnos por lo cla
ro lo que ya nos han insinuado varias veces : á saber,
que la infidelidad no es un mal , un error , ni un de
lito ; sino un bien, una luz y un golpe de liberalidad.
Con que todavía podemos suponer que ella es un mal,
y que puede ser un delito. Al menos en esta suposición
habla Jomtob , y el Conciso, y el Duende, y el Re
dactor, y el Diario mercantil, y toda la demás chusma,
que con motivo de mis dos primeras cartas se ha
juntado para hacerme las honras. Ea pnes, supongamos
que ella es un mal. El que Inculpablemente la tiene.
que es aquel á quien el lengnage rancio flama infiel nt~
gativo , tan lejos está de ser digno de ira y de ven
ganza , que por el Contrario debe ser un objeto de com
pás i on. ¿ Quo modo credent ti, qnem non audicrunt^ Estos
infelices nuda han oido que pueda ilustrarlos acerca
de la verdadera religión. No son pues culpables en no
tenerla , ni quererse prestar á ella, hasta que una sa
bia persuacion los mueva siquiera á dudar. Contra es
tos (pues nada tiene la Iglesia, nada sus pastores , na
da su Inquisición , nada sus príncipes. Algunos de estos
últimos han intentado, llevados de un falso zelo, ha
cerles fuerza. La Iglesia constantemente ha detestado y
abolido, si le ha sido posible, esta conducta. Nada de
castigo ni venganza con éstos desgraciados : harta es la
desgracia en que están envueltos , para envolverlos nue
vamente en otra. No, señores filósofos , no está nuestra
santa madre la Iglesia iniciada en esa doctrina, por don
de la humanísima filosofía pretende añadir dolor al do
lor , y al que por sn desgracia ha perdido los ojos,
los brazos y las piernas, hacerle perder la libertad en-:
cerrándolo en un hospicio , para quitar esa fealdad v
tropezón de las plazas y las calles. Hasta aquí pues,'1-
nada tenemos en contra, antes bien mucho en favor de
la mansedumbre.
A esta primera clase de infieles inculpables^ se sigue
la segunda de los que n.o lo son, que se hallan fuera de
la verdadera creencia , pndiendo y debiendo ya haber
la abrazado , y cuyo delito consiste en una ignorancia,
de que han debido y deben salir. Tales son los gen
tiles, los. judios y los mahometanos que existen en los
dominios católicos. En el juicio de los hombres la ig-
ncrancia que no se prueba haber sido invencible, en
nada ó en mui poco favorece al reo. Publicada la leí,
se hace cargo de ella al transgresor : si alega ignoran
cia, ese es su delito; haber ignorado lo que podía y
estaba obligado á saber. No así en el juicio de la san-
-. -
2$
ta Iglesia. Aunque /» omnem tetram exívit sonut eoruin,
et in fines órbis terne verba eorum; reconoce una igno
rancia inculpable que efectivamente faai : y aunque el in
fiel de que se trata, sea un ignorante voluntario, to
davía nada quiere con él mas que la persuasión y la
dulzura. Su delito es para con esta santa madre, co
mo si no fuese : estar sujeto á sus hijos, no es en su
concepto estar sujeto á ella. La caridad y la paciencia
son las únicas armas con que los combate; de su man
sedumbre forma un escudo para defenderlos , sin con-
wntir jamas que por motivo de religión sean molestados.
K ésta segunda clase se sigue la tercera, de aquellos
que habiendo entrado por las puertas del bautismo, se han
separado de la Iglesia por la profesión del error, que
heredaron de sus padres y abuelos. Si la Iglesia hubie
se de estar en este caso á los principios de la autori
dad temporal , no quedaría género de castigo estableci
do contra los refractarios, de que ella no cargase á es-
ta clase de gente. Yo entré en la nación española por
la puerta de mi nacimiento ; y con esto tiene el gobier
no civil Jo bastante , no solo para obligarme á que guar
de quantas leyes había en España, qnando en ella na
cí •, mas también á que obedezca quantas guste de po
nerme de nuevo , sin que me sea licito resistir su auto
ridad. Mas la Iglesia conducida por el espíritu de man
sedumbre y dulzura que le ha inspirado su celestial es
poso , se contenta con impedir , si puede , que estos sus
hijos extraviados se junten con los buenos : lo impide por
medio de la excomunión con que los declara separados,
y por el miedo de las penas que impone á los buenos,
si se mezclan con ellos. Si no puede impedirlo , porque
tanto los malos como los buenos son miembros de una
misma república , tolera al malo , amonesta al bueno , y
emplea toda la mansedumbre que le es propia , y todos
los arbitrios <le su ingeniosa é incansable caridad, a
fm de verificar la reanion , y conseguir que no haya mas
4
que una le, así como no haí mas que un Dios y un bau
tismo. Hasta aquí pues vamos grandemente con la man
sedumbre evangélica^, sin que haya quien pueda chistar
contra nosotros. Mas desde aquí comienzan los trabajos.
Se encuentran estos en la quarta clase de infieles,
que yo comprehendo baxo el nombre de apóstatas , por
que él es el que explica el carácter de su delito. Yo na
cí en España país católico : fueron católicos mis padres,
católicos mis maestros, católicos mis sacerdotes, cató
licos mis príncipes, católicos mis conciudadanos, y yo
á conseqüencia de esto católico. Ya hombrecito y capaz,
de discurrir, quise, ó llevado de una damnable y peYi-
grosa curiosidad , ó por una culpable ligereza , leer unos
libritos que la Iglesia me tenía prohibidos , y á cuyos
autores debía suponer ardiendo en los infierno.; : unos li
bros, que en dictamen de quantos hombres de bien me
hablaban sobre ellos , eran mas peligrosos que el aliento
de un apestado : unos libros de que se me aseguraba con
tener quanto tiene de mas venenoso el error, envuelto
entre quanto pueden inventar de dulce y seductor la elo-
qüencia y la poesía manejadas por la mala fe : unos }5-
-bros en fin que ningún hijo de la Iglesia leía como no
mese por comisión, y para servicio de la Iglesia; y de
los quales la caridad propia, la obediencia, la pruden
cia y todas las consideraciones debían separarme. Leí
pues el Rousseau, el Helvecio, la Enciclopedia ó quale/s-
quiera otros ; y me sucedió lo que era natural que su-
' cediese, y con lo que Dios me tenía amenazado de an
temano; esto es, caer en el peligro que temerariamente
busqué. Me hallaba yo mozito de primera tixera, sin los
conocimientos necesarios para precaverme de ios sofis
mas : di pues en ellos de hocicos. Ansiaba mi orgullo
por distinguirme entre todos los de mi tiempo , y osten
tar una ciencia mayor que la de mis condiscípulos y
maestros: lo encontró en los tales libritos, y ya no me
•consintió aplicar á un detenido examen mis conocirnien-
*7
tos. Aspiraba yo a representar figura en el mundo : eche
de ver que los que hablaban con mis libritos, la repre*
sentaban ; y esto me bastó para hablar y sentir como
ellos. Ultimamente, estaba incomodado con esto de no po
der tener un cortejo, valerme de tales ó de tales trazas
para engrosar la bolsa , entregarme á la vita bona , y
pasar la mia como si no hubiese nacido mas que para
comer, dormir , holgarme , mandar , &c Encontré que
este género de vida de que yo tenia tantas ganas , se bea
tificaba ; y el otro á que la educación y la profesión
cristiana me inducían, se pintaba como tirano, absurdo,
ignorante , fanático , preocupado, &c. Pues bien, ya es-
toi rico : á Dios bautismo , á Dios religión para siempre.
Este mortal divino ha rote las cadenas con que me opri
mían los Papas y los déspotas. Ven acá libertad : ven acá
ambición , ven acá epicurismo : venid acá muchachas. No
me ha de quedar prado donde no retoze mi luxuria: Nul-
lum $it pratum , quod non pertránseat luxúria nostra. Y la.
Iglesia entretanto \ que se hace ? Creída en que mis obras
son puras travesuras de muchacho , ó meras flaquezas de
hombre, y no enterada todavía en que he abrazado los
errores de donde proceden ; me llama , me amonesta, me
predica , emplea quantos medios le sugiere la dulzura de
su caridad : y si algún escándalo de los muchos que doi,
la obliga á ello , me amenaza primero con que me ha de
separar, y vista mi obstinación , me separa en fin de sus
sacramentos, y hace entender á sus hijos, si mi pecado
es público , ó á mi solo , si el crimen es oculto , qne soi
nn hombre perdido y un publicano.
Pero yo lejos de enmendarme , si hemos venido á
estos extremos, ó de aguardar á que lleguemos á ellos;
si como sucede soi un jacobino fervoroso , comienzo a
vengar el ultrage que me han hecho, ó temo que me
hagan : ó tal vez sin haber experimentado , ni temer tal
ultrage , á bozar la impiedad de que estoi lleno , y á
derramar por la boca el veneno en que abunda mi co-
28
razón. Embisto pues» sin rebuznar antes siquiera, con
tra el estado eclesiástico , porque por aquí debe comen
zar todo el que comienza : pongo á todo el clero se
cular de un bribón, que come á costa del vecino; á
todo el regular di unos zánganos y de unos solemnes
ignorantes , y á uno y otro de promotores del fanatis
mo , de la superstición , del tiranicidio, si hai R ei , si no
lo haí, del despotismo, y de todo quanto malo se me
venga á las mientes. De los ministros paso al ministe
rio ; y todo lo que practica y se le ensena al pueblo
cristiano , es superstición : primero, las obras todas de
una devoción voluntaria ; y luego, hasta los mismos sa
cramentos y medios de santificación. Para lo que que
da, vaya el resto. Los Padres de la Iglesia, quando me
nos , menos, fueron unos hombres sin ilustración ni filo
sofía: sus tradiciones cuentos de viejas: sus escrituras fá
bulas : su fundador un gefe de secta , en ciertas cosas
superior, y en ciertas inferior á Mahoraa, como me ha
enseñado Rousseau mi maestro. Por si acaso pretenden,
taparme la boca con lo que se llama lei natural , y con
vencerme con los sentimientos que mi corazón no pue
de borrar , y de donde infaliblemente ha de venir á
encontrarme con un Dios benéfico y justo , y con TXU.
Criador próvido y sabio; tomo la cosa de raíz: me su
pongo nacido como los hongos , del estiércol : formado
en un estado bruto y salvage : sin mas lei que la que
mis antojos me ponen , ó yo á conseqüencia de ellos
me quiera poner : sin mas patria que la tierra : sin mas
esperanzas que las presentes : sin mas obligaciones que
holgarme; y sin mas alma que la de un caballo, ó tal
vez, la de una máquina, que no tiene otra que un re
sorte. La franqueza con que predico estas doctrinas, y
los muchos milagros que hago al predicarla , llaman so
bre mi la atención de los que velan por la paz de la
Iglesia y de la república. Claman contra mi los escri
tores : la Iglesia me mira con horror : uno ó muchos de.
20
sus pastores dirigen contra mi doctrina el zelo y la voz
de su ministerio, como lo hizo contra Rousseau el Ar-
aobispo de París. Aquí, aquí de todo mi vigor filosó
fico. La insolencia, el sarcasmo, el vilipendio, el sofis
ma suplan por la moderación , la probidad , el honor y
todas las razones : y sepa todo el mundo que al que
se atreviere á chistarme , he de sacarlo de botones gor
dos á presencia de toda mi numerosa cofradía.
Este es , señor Natanael , el verdadero aspecto de
nuestra qüestion , que V. y todos sus buenos compañe
ros tratan de embrollar con tantas vueltas y revueltas.
1 Cosa por cierto indigna de quien blasona de ilustra
dor del público ! ¡ Insulto abominable con que se injuria
á un pueblo católico! ¡Felonía que debe castigar un go
bierno, á quien por medio de ella se aspira á seducir,
para que abra la puerta á todos los errores y horro
res ! Este es, repito , el aspecto y estado de nuestra qües
tion. Pregunto yo ahora : en suposición de él , y de ser
yo el nene que está hacieudo todas estas habilidades ;
2 cabrá en la mansedumbre de la Iglesia quejarse, si tie
ne á quien, de mi insolencia , pedirle que haga callar
por toda una eternidad mi pluma sacrilega, y que me
mande sacar por el colodrillo esta blasfema lengua?
\ Cabrá esto , digo otra vez , en la mansedumbre cristia
na, ó eclesiástica, ó como V. quiera llamarla? V. nos
asegura que no; pero es imposible que su razón y su con
ciencia no estén á pesar suyo desmintiendo 6u pluma.
Es imposible que hombre alguno que piense, no esté echan
do de ver, que lo que V. llama mansedumbre , es aquel
vicio corruptor de esta virtud , que toda la antigüedad
conoció por el nombre de disolución. Debiera V. haber
reflexionado que la Iglesia en un caso semejmte al que
le he propuesto , echa mano del anatema , y dirige á su
celestial esposo contra su obstinado enemigo el salmo 108,
que empieza: Deus, laude m meam ne tacúeris. Mírese V. en
el espejo de este salmo, y no podrá menos que temer
3°
no sea que alguna vez esta madre y maestra de la man
sedumbre se lo reze. Allí pide al señor "que ponga á
„ este escandaloso pecador baxo el dominio de otro tan
„ pecador como él : que coloque al diablo á su derecha:
„ que quando se presente á juicio , salga condenado; que
„ su oración , en vez de aplacar al cielo , aumente el nú-
„ mero de sus culpas ; que se apoquen sus dias , y que
„ otro venga á ocupar su empleo : que sus hijos queden
,, huérfanos, y su muger viuda: que sean arrojados de sus
,, casas , no tengan domicilio seguro , se vean necesit»-
,, dos á mendigar : que el usurero le embargue todo sa.
„ caudal , y personas extrañas se aprovechen de su tra-
,, bajo: que nif él tenga quien le ayude, ni sus hijos quien
„ les compadezca: que estos sean entregados á la muer-
„ te , y su nombre borrado en una sola generación: que
„ la iniquidad de sus antepasados siempre esté presente
„ á la divina indignación : que jamas se olviden las cul-
„ pas de su madre: que todos ellos siempre estén en
„ contra de Dios, y que su memoria se venga é acabar
„ sobre la tierra." Ni para la iglesia , ni el Profeta de
quien las usurpa, en estas horrorosas imprecaciones; an
tes bien, suponiendo que la justicia divina ha de ve
rificarlas, y dándolas ya por verificadas , añade: "Qui-
„ so la maldición, y la maldición le vendrá: despreció
„ la bendición , y esta irá mui lejos de él : lo cubrió
„ aquella del mismo modo que un ves/ido : á modo de
„ agua se introduxo en sus entrañas, y penetró hasta
„ sus huesos como suele penetrar el aceite : rodéelo siem-
„ pre como rodea al hombre el ceñidor que de continuo
,, trae" ¿ Ha oido V., señor Natanael , los votos que
la madre de la mansedumbre evangélica dirige al cie
lo, tomados de la boca del manso David, é inspirados
á este Profsta por el espíritu de mansedumbre ? ¿ Qué se
dice á esto?
Por todo ello pasa V., y quiere que pasemos todos,
con tal que nadie le llegue de presente al pelo de la
ropa: y para ello recorre V. y sus colegas á que Cris
to y sus Apóstoles 'á nadie mandaron prender ni matar:
á que la antigua Iglesia á ninguno prendió ni macó:
á que los padres intercedieron por los hereges ; y de
más tonterías que irán saliendo. Vamos por partes. Cris
to y sus Apóstoles á nadie mandaron prender ni matar.
Pregunto lo primero : ¿ y que tiene esto que ver con Ja
mansedumbre, á cuyo cargo corre solamente moderar la
ira, ó el deseo déla venganza? Tiene que ver, me res
ponderán Vs.; porque la prisión , la muerte y demás pe
nas tórporis aflictivas son efectos de la ira, y verifican
\a venganza que ella promueve. ¡ Grandemente ! Mas ¿co
mo se me desentienden Vs. de que ni Cristo exerció,
ni dio á su Iglesia , ni verificó entre sus hijos hasta los
tiempos de Constantino la potestad de imponer penas
córforis aflictivas ? ¿ No saben Vs., señores sabios , que en
el transcurro de estos tres siglos la Iglesia no se com-
pux> mas que de serviles ? Su divino fundador vino á
esablecérla formam serví accipieas , y la estableció nacien
do , viviendo y muriendo como el mas miserable de los
siervos. Sus Apóstoles eran al tiempo de su vocación, y
permanecieron hasta el de su martirio, vasallos de las
autoridades csviles : y el inmenso pueblo que dentro y
fuera del imperio romano se alistó en las banderas de
la Iglesia, vivió baxo la autoridad de los respectivos
Emperadores, Reyes y gobiernos. ¿ Cómo pues habian de
imponer penas corporales unos hombres sin autoridad
para ello? Y si no tenían, como efectivamente no tu
vieron esta autoridad ¿ cómo se infiere que las repro
baban , de que no las impusiesen , no pudiendo hacerlo?
Ni V. ni yo, ni ninguno que'no esté constituido en go
bierno, podemos mandar ahorcar al traidor , al ladrón y
a\ homicida ; y como no podemos , no lo mandamos, j Se
inferirá de aquí que reprobamos el suplicio de estos mal
hechores, ó que somos de opinión de que se les pase la
mano ? Si como somos dueños de pensar y de desear,
32
lo fuésemos también de execntar, de la clemencia ó no
clemencia con .'que tratamos á estos reos, se podría de
ducir si reputábamos su castigo como ageno de la man
sedumbre ; pero no pudiendo cosa alguna en materia de
execucion , se compadece muí bien que nos abstengamos
de esta, y no obstante pensemos que se bebe proceder,
y queramos que se proceda á ella. Cristo, pues, sus Após
toles, los padres apostólicos, toda la Iglesia en fin, du
rante sus tres primeros siglos , pudieron muí bien pensar
que los apóstatas eran dignos de todos los suplicios , 7
desear que estos suplicios se verificasen ; no obstante que
ni ellos lo hubiesen verificado , no teniendo para ello
Autoridad , ni hubiesen solicitado á las autoridades cons
tituidas para que lo hiciesen, en suposición de que esta
solicitud sería tan fuera de propósito en aquel entonces,
como lo sería ahora la del que acudiese á nuestros filó
sofos , para que vengasen las injurias , ó hiciesen la apo
logía de los frailes.
O:ra cosa mui diferente hubiera sido , si Cristo , sus
Apóstoles y los primeros Obispos de la Iglesia,hubiesen te
nido las ideas liberales que se nos acaban de traer á no
sotros. Pero hizo la suerte que en aquel tiempo todavía
no hubieran parecido las actas del pacto social , ni na
cido Rousseau su célebre comentador. ¡Qué de cosas ma
ravillosas no se hubieran hecho entonces, que dexaron de
hacerse por falta de las luces de ahora! Dominaba al
imperio romano Augusto César, mas por la via del he
cho y de la fuerza , que por algún derecho que le hu
biese dado la voluntad general' de las provincias. Pudo
pues María, y pudó José haber excusado sn via-re á Be
lén , si hubiesen sabido qué el que dio el edicto para
rl censo de todo el imperio , era un tirano, á quien debía
resistirse, en vez de obedecerse. Nada digo de Tiberio,
hombre de tal carácter, que aun quando la voluntad
general lo hubiese nombrado Emperador, sus violencias,
saj crueldades , sus dolos, sus vicios, sus inclinaciones
y acciones todas lo hubieran declarado tirano, como lo
faé de hecho» \ Pues qué diré de Seyano su privado,
con quien si comparamos á nuestro Godoi , debe este re
sultar un inocente ? j Qué de los Heródes que por aquel
tiempo se sucedieron en el trono de Judea , y mutua
mente disputaron sobre qual habia de ser mas demonio?
I Qúando mas bien que entónces hubieran pegado las
ideas libres de nuestros filósofos , y qúando la provi
dencia hubiera encontrado mejor ocasión de libertarnos
de una vez , tanto de la potestad de los picaros , como
de la del diablo su padre? Pero, amigo mió, se per
dió la ocasión; mas no digo bien, se perdió. Conocía
mui bien el que no se puede engañar, que esta era la
ocasión de nuestro remedio : y se nos puso el remedio
haciendo que el hijo de Dios , el Señor del cielo y de
la tierra, el inocente y santo por esencia obedeciese á
semejantes monstruos, hasta el extremo de dexarse po
ner por ellos en una infame cruz. Así que , quiso Heró
des matarlo quando niño, y se salvó huyendo, como no
sotros nos salvamos también. Tuvo noticias de que Ar-
chélao habia sucedido i su hermano, é hizo lo mismo
que yo pienso hacer , si nuestro gobierno cae en
poder de los filósofos : es decir , no volver á donde
es'a buena gente gobierne. Le pidieron el tributo para
el César , y lo pagó : lo cónsultaron sobre si era licito
pagarlo, y su respuesta fué que tan del César era el
tributo , como de Dios lo que es de Dios. Ultimamente
lo amenazó Pilatos con la potestadfque tenía para cru
cificarlo , y el Señor lejos de disputársela , no hace otra
cosa que reconocer en ella la potestad de Dios : non ha
beres in me potestate m ullam , nisl t'tbi datnm esset désu-
Jer. ¡ Ah Señor ! ¡ Quinta falta te hicieron las ideas li
berales ! Quando el pueblo quiso hacerte Rei, debiste ha
berlo sido, pues así lo queria la voluntad general. Quan
do los príncipes y sus ministros atentaron contra tí,
ya no eran sino unos tiranos que debían decaer
5
'34
de su autoridad , por que atentaban contra los mas
imprescriptibles derechos, j Donde estabas tú enton
ces, famoso Ginebrino, que no llegaste con tu doctri
na á desengañar á este Señor , diciéndole , como después
nos has dicho á nosotros en uno de tus libros del pac
to social : " obedeced á las potestades : si esto siguí-
n fica sucumbid á la fuerza, el precepto es bueno, pe-
„ ro superfluo ? " obeissez aux Puissances. Si cela veut.
diré, cedéz á la forcé , le precede est bon , mais super-
flu. Pudiendo pues Cristo resistir á la fuerza , y tenien
do de su mano nías de doce legiones de ángeles con
que hacerlo , solamente padeció y se dexó matar por fal
ta de filosofía. Pues vengamos de él á sus discípulos.
•Quando Tertuliano escribía en su apologético el admi
rable trozo de qne abusa el señor Ñatanael, ya casi to
do el mundo era cristiano, y ya á la idolatría no le
quedaban mas que los templos , los Sacerdotes ( y no to
dos ) y los Emperadores con los mas corrompidos de sus
cortesanos y satélites. Si pues entonces se hubiera sa
bido lo que se sabe ahora , se hubiera hecho sin duda
lo que el mismo Tertuliano representa como mui fa-
cH de hacerse : á saber , una revolución filosófica co
mo la de la Francia, una mutación de gobierno, un jui
cio de los gobernantes , y una guillotina donde la pa
gase todo aquel que hubiese atentado ó atentase contra
la voluntad general , y contra los derechos imprescrip
tibles é inalienables de la sociedad. Mas á aquella bue
na gente no le habían amanecido las luces que á nos
otros. Ellos ee dexaron atormentar , matar , y destrozar
como corderos : y en vez de reasumir sus derechos in
natos contra los que sin razón los -perseguían , no pen
saban en mas q»e en vencerlos por su inocencia, por
va, obediencia , .por el zelo en favor de sus intereses,
y aun por las oraciones -dirigidas al Cielo pidiendo su
prosperidad «i la acción de los sacrosantos misterios , por
cuja causa eran tan inhumanamente perseguidos. A-;
que, nada es de maravillar que ellos no tratasen de ex
terminar á los apóstatas , porque qor sí mismos no po
dían ; ni de buscar quien los extermínase , porque har
to hacían en sufrir á aquellos que los exterminaban.
Pero entretanto les rezaban el salmo 108, compuesto por
David para esta clase de gente, como se infiere de la
cita que de ¿1 hizo S. Pedro, quando Matias vino á
recibir el Episcopado de Judas , y como consta de la
práctica de la Iglesia en todos los siglos.
A esta primera respuesta añado la segunda, que con
siste en los milagros que tanto Jesucristo como los Após
toles y algunos varones apostólicos hicieron, para casti
gar á los que habían apostatádo. Los que profanaban el
Templo haciéndolo lonja de comercio, fueron castigados
por Jesucristo , como consta del Evangelio , y el mis
mo Natanael confiesa : y no puede Natanael desen
tenderse de la ilación que de este hecho debe sacarse:
á saber , si el que se nos propuso , y á quien debemos
seguir como modelo de mansedumbre, castigó por sí mis
mo á los que profanaban el Templo, ¿quánto mas de
beremos castigar nosotros á los que se erigen contra la
religión que ha levantado los Templos, y contra el Dios
que estableció la religión ? S. Pedro mató á Ananías y Sa-
fira, porque mintieron jal Espíritu Santo. ¿Qué debere
mos pues hacer nosotros contra el sacrilego que lo des
miente ? S. Pablo entregó á satanás al Corintio inces
tuoso. \ A quién pues deberémos entregar nosotros al
apóstata, cuyo incesto ha sido con el mismo satanás?
El dicho Apóstol privó de la vista á Elímas , porque
lesistia á su predicación, y trataba de hacerla infruc
tuosa, no obstante que Eiiroas ni había abrazado, «i
creía las verdades que anunciaba S. Pablo, j Qué hu
biera pues hecho el Apóstol , y qué deberémos hacer no
sotros con estos picaros , que imitan la conducta de Elí
mas, después de la pública y solemne profesión de la ver-
dRd que impugnan ? S. Pedro por su oración derribó en
tierra, é hizo que perdiese la vida Simón Mago. No me
acuerdo d? cómo se llamaba el santo Obispo, por cu
yas oraciones rabentó Arrio , y arrojó sus malditas en
trañas como Judas. De otros varios hechos de esta es
pecie hace mjncion la historia de la Iglesia, que mi me
moria no puede recordar , y que cenvencen hasta la ftl-
tlml e/idíncia, que el castigo corporal de las culpas,
dice admirablemente con la mansedumbre evangélica , de
que Jesucristo ha sido el modelo , y que sus Apósto
les y primjros discípulos han llevado hasta el heroísmo-
Vergüenza es oír al P. Natanael, quando quiere sa
lirse de estos argumentos. Nada ciertamente prueba tan
to la debilidad de su cabeza, ó mas bien la fiebre de
su corazón, como los disparates que le han salido por
el pulso. Una de sus excepciones es , que en todos estos
hechos intervino milagro: es decir, , que no fueron obras
de los hombres , sino de Dios : y de Dios que empeñó
para ellas su omnipotencia. Y no vé el infelíx que por
esta salida hace , lo que no ha muchos años hizo en Se
villa un reo al ser preguntado por los jueces , sobre si
tenía algo que añadir á la defensa que de él procu
raba hacer su abogado , desfigurando y dificultando la
atrocidad de su delito. Lo que yo tengo que decir, res
pondió él, es que quanto el señor ha dicho, es un hato de
mentiras. En lo mismo estaba yo , replicó con risa de to
dos su abogado. Venga V. acá, señor Fraile catedrático,
si el castigo de los culpados fuese, coma V. impía y
neciamente le llama, un escándalo de ¡a religión, y todas
las demás insolencias que añade, ¿ se pondría Dios á ha
cer milagros para autorizar este escándalo ? ¿ Ha visto
V. , ó ha sabido de milagro alguno verdadero , que se
haya encaminado á acreditar el error ó el vicio ? Y si
tales castigos desdixesen de la mansedumbre evangélica,
¿no hubiera sido en los Apóstoles un error quererlos,
y un vicio executarlos, y en Dios una contradicción con-
'stgo mismo prestarse milagrosamente á sus deseos? Quie
te V. que para castigar á los apóstatas aspiremos a unos
milagros como aquellos. No pide V. mucho. Los hará
Dios, y tales que el que llegue á oírlos tinnient cimbre
.aures ejus. Mas esto será quando los hombres se olvi
den de su obligación, como Vs. pretenden por medio de
sus disparatados escritos. Mientras no , no hai necesidad
de tales milagros. Quando las autoridades conspiraban
contra Dios y contra su Cristo, entonces se necesitaban;
ahora no se necesitan , porque las autoridades cristia
nas pueden y deben , sopeña de ser traidores á su Dios,
lo mismo que este solía hacer por el milagro. Igual
mente insulso y alucinado se muestra V. quando va á
buscar en el tema, que estos prodigios ocasionaron no
sé que efugio, que yo no puedo percibir. Todo castigo
público , sea con milagro ó sin él, tiene por objeto el
temor , para qne detesten formidine píeme el pecado , los
que no saben detestarlo virtutis amare- Hizo Dios aque
llos prodigios para atemorizar á los que defuera impug
naban , y á los que de dentro se desmentían. Señal in
falible de una verdad en que Vs. no quieren convenir,
porqne están resueltos á trastornarlo todo : á saber, que
el miedo guarda la viña , y que donde quiera que ha-
-ya sociedad de hombres , alli es menester que concurra
el freno del temor , igualmente que el premio de la vir
tud. Si V. no tuviese los ojos en los calcañales , según
la frase del Espíritu Santo , echaría de ver todo lo con
trario de lo que pretende. Si en la primitiva Iglesia, di
ría, con todo de ser una congregacionftde santos ; con
todo de estar tan reciente la sangre del Salvador , tan
vivos sus exemplos , tan repetidos sus milagros ; con todo
de estar asistida de todo el lelo y santidad de los Após
toles , vivas 'imágenes de su fundador , y órganos visibles
de su divino espíritu ; con todo de estar compuesta de
hombres, que por el mismo hecho habían atraído con-
-tra sí todo el odio, y no tenían que esperar favor ni
perdón del mundo: si la primitiva Iglesia-, repito , no • pu
"38 .
do subsistir sin este temor, de que Dios ' la proveyó á
fuerza de milagros; y si á pesar del que ellos debieron
causar, hubo todavía un Simori Mago, urt Ebion,un Ce-
rinto , un Nicolao y tantos otros apóstatas ¿ como po*
drá durar sin un temor que enfrene en el día tíe hoi,
en que abundando la iniquidad i se ha resfriado la ca
ridad de muchos: en que lejos de ser peligro, es lucro
llamarse cristianos; y en que tantos picaros, imitadores de
Judas, tratan de vender á Cristo , vendiéndose por dis
cípulos suyos ? Ve V. aquí, señor Jomtob , el modo de
filosofar como Dios manda. Véalo también esa canalta,
que alega por mérito para que se quité la Inquisición,
él miedo que las gentes le tienen, j Qué sería de la so
ciedad humana, si se acabase el miedo ? | Y qué ófricos»
está pretendiendo la filosofía para reinar dspóticamente,
sino que se lo tengamos los que por la gracia d e Dios
la abandonamos , y hacernos manifiestas sus fraudes ^
Pero ¿y los ekemplos de mansedumbre que nos dio
Jesucristo-? ¿ Y aquella ardiente caridad con qué buscftba
y recibía á los pecadores?¿Y aquellas entrañas de miseri
cordia con que imploró el perdón de los que acababan de
crucificarlo ? ¿ Y aquel su precepto de que amásemos á
nuestros enemigos , y rogásemos por nuestros perseguido
res ? Así Natanael después del Conciso, del Redactor, del
Diario , y no sé qné otros charlatanes. ¡ Traidores ! j "No
os basta declararos contrarios á Jesucristo, sino que tam
bién queréis abusar de sus exemplos y doctrina para au-
tori-zar vuestra impiedad ? Decidme, profanadores : ¿por
qué no recordáis aquel zelo de Ja casa de su Padre qne
lo devoraba,y en fuerza del qual arrojó del Templo á los
que no hacían ni la centésima parte del dañó que vo
sotros? ¿Por qué no aquellos horrorosos anatemas que en
el capítulo 23 de S. Mateo fulminó contra vuestros pa
triarcas los filósofos de su tiempo ? ¿ Por qué no los for
midables anuncios que hi/o á las hijas dejerusalen , quan-
<lo derramaron lágrimas por su muerte, y los sentidos
lamentos con que lloró el castigo de aquella pecador»
ciudad? ¿Por , qué no la indignación con que trató de
hipócritas, de ciegos, y guias da otros ciegos , y de plan
tación que debia ser arrancada, como que no pertene
cía á su Padre, á los Escribas y Fariseos, solo porque
calumniaban la inocencia de sus discípulos ? ¿ Por qué no
aquella terrible sentencia en que declaró que no tendría
perdón ni en este ni en el futuro siglo el crimen de
aquellos, que contradixeran la verdad, y atribuyeran á
Belcebub las obras del Espíritu Santo ? ¿ Por qué ne
mas seria necesario citar todo el nuevo y antiguo Testa
mento. Vuelvo á deciros : la mansedumbre no ha sido,
ni es, ni será para arruinar la justicia, sino para arre
glarla en aquellos que son capaces de faltar á ella por
los arrebatos de la ira. Si buscáis en Dios lo que en
tre nosotros significan estas dos virtudes, hallaréis que
son su misma esencia. Si en Jesucristo en quanto hora-
re , veréis que son , como en nosotros , dos cosas distin
tas ; pues la justicia es la constante voluntad de dar á
cada uno lo que le corresponde , y la mansedumbre , la
prudente moderación de los ímpetus de la ira. Esta en
Jesucrisso nunca pudo exceder la medida que todos los
dias está excediendo en nosotros; pero Jesucristo vino
á enseñarnos la mansedumbre con que debemos templar
nuestra ira. Pues ahora ¿ en qué ocasiones acostumbra
nuestra ira salir de madre ? Todos lo estamos experimen
tando de continuo. Quando la injuria es personal, quan-
do se dirige contra nuestro amor propio, quando nos
toca siquiera al pelo de la ropa. Entonces es quando
revolvemos la tierra y el dejo á fin de verificar la
venganza , y entónces quando necesitamos de todo un
Dios que nos ensene á s-ugetarla. Pues esto es puntual
mente lo que ha hecho Jesucristo con su exemplo y
con su doctrina. Con su exemplo, dexándose conducir
al suplicio como una oveja al matadero » é interesándose
con su Padre por la. salvación de sus verdugos; y con
su doctrina, manifestándonos que aprendiésemos de ¿1 en
este punto , .y : declarando bienaventurado al que apren
de. Es pues en orden á nuestras injurias personales en
lo que principalmente debemos escucharlo y seguirlo: pe
ro no digo bien , quando digo principalmente , debí de
cir únicamente : pues siempre que el rigor excede la me
dida de la razón, interviene, aunque no aparezca, algo
de personal, como es la soberbia, como es la crueldad,
como es la sevicia, como son todos los vicios, cuya raíz
e5 nuestro amor propio. Mas donde en vez de este , ri
ere el amor de Dios y la verdadera caridad del próximo,
ni hai ni puede haber exceso en la ira; y quando la ven-
ganr.a llega , ya la misma candad que la promueve, ha
evacuado quanto tiene que evacuar la mansedumbre. Así
pues, el mismo Salvador que tan sufrido fue en tantos
v tan horrorosos atentados, como se cometieron contra
su sagrada humanidad, se explicó* tan decidida, tan cons
tante y tan enérgicamente contra los enemigos de la ver
dad, contra los corruptores de la lei , y contra los se
ductores del pueblo de Dios, que atraxo sobre sí su per
secución y su rabia. Así, al mismo tiempo que nada
omitía para ganar al pecador que lo era por flaqueza
'ó por ignorancia, cargaba de maldiciones al que per
sistía en serlo por obstinación y malicia. Así , al paso
que nos mandaba que amásemos á nuestros enemigos,
tnimtcos vestros, hiciésemos bien á los que nos aborrecían,
qui oderunt vos, y rogásemos por los que nos calumnia -
tan, calumniántibus vos, nos instruía que nos guardáse
mos, que huyésemos , que abominásemos á los enemigos
de la verdad , y á los propagadores del error. Así fi
nalmente, en medio de la mansedumbre con que sufría
sus injurias personales, y con que se entregó en manos
de sus enemigos; no quiso sufrir, ni que estos calum-
'masen á sus discípulos , ni que se apoderasen de eHos,
quando entregó á su disposición su divina persona: sí
ergo me quaritis , sínite hos abire.- . * •• - - • - ••
En dos palabras, señores ftíáiofoM Ja roánsedumbr*
evangélica no nos enseña á permanecer insensibles á los
pecados cometidos contra Dios, ni á las injurias hechas
á nnestros próximos. Lo único á que pos obliga , es A
poner nuestras propias injurias en las manos de Píos,
que algún dia habrá de vengarlas: ó si nos falta el
heroísmo para tanto , en las de aquellos de los hombres
que por razón de su autoridad exercen entre nosotros
la de Dios. Y la razón de todo esto es , por que si no
sotros por nuestra propia autoridad hubiésemos de ven
gar nuestros agravios , sería cási imposible que en esta
venganza no excediese la ira las medidas de la justicia.
Por esto, aun en las leyes humanas á ninguno se le per
mite ser juez en su propia causa. La mansedumbre evan
gélica no nos enseña á ayudar al pecador á que con
tinúe pecando, si está en nuestra mano remediarlo; sino
á impedírselo, si podemos; y si no podemos, á pedir á
Dios que Je dé la gracia que lo impide. La mansedum
bre evangélica no nos enseña á aprobrar de modo al
guno ni á favorecer el pecado ; sino á recordar que tam
bién somos pecadores , para que al mismo tiempo que
pedimos á Dios perdón de nuestras deudas, perdonemos
también á nuestros peculiares deudores. La mansedum
bre evangélica no nos enseña á pasar la mano al que
abusa de la paciencia y benignidad de Dios, y continua
en escandalizar á su pueblo ; sino á llorar el escándalo,
á impedirlo con todas nuestras fuerzas , y á reclamar la
obligación de los que pueden y deben contenerlo. A esto
es á lo que nos obliga la mansedumbre : y es mui de
extrañar que cristianos que deben saber su religión , ó
filósofos que tratan de impugnarla, no sepan ni lo que
profesan , ni lo que impugnan. Concluyamos pues , que
ella no impone á la Iglesia necesidad de favorecer al
error, ni de fomentar a sus promotores; ántes bien la
arma contra él y contra ellos, y la autoriza para ex
terminarlos por los medios que le sean posibles. Conclu-
6
4»
jamos también ya esta carta que va demasiado larga,
y dexemos para la siguiente hablar de la conducta ¿e
la Iglesia después de los tres siglos de su persecución.
En el interior queda de V. su afectisimo servidor Q.
S. M. B.
El Filósofo Rancio.
■
ERRATAS.
DEL
FILOSOFO RANCIO
EL FILOSOFISMO
CONTINUA LA
IMPTJGlACiOl
TI TUL A DO
REIMPRESA EN TARRAGONA.
A fio 1814.
/ - • • 'S •••»!••,... ,
•-• í :.
***y 6 de Diciembre de 1811.
DEL JANSENISMO
QUE LE DEDICÓ
IRENEO NISTACTES
,1
amigo : por fin llegó á mis manos el Jansenismo
de Irenéo Nistactst. Hizo la casualidad que como había de ser
otro de los papeles que lo acompañaban, fuese él el primero coa
quien tropezé : y al leer en su epígrafe aquello de dedicada al
Filósofo Rancio en unas letras de marca mayor, no pude me
nos que exclamar : j ola ! ¿ conque ya soi yo persona á quien
se dedican escritos ? Luego dirán esos pobres periodistas que
el Rancio es un hombre de menos valar. ¿ Qué Consiso , ni
qué Redactor , ni qué Diarista ha merecido la honra que yo,
de que le dediquen una obra , sin haberle costado , ni haber
de constarle un ochavo ? ¡ Vaya .' ¡ que sin duda debo de
yaler algo, quando los Virgilios , j Horacios de mi siglo me
van declarando su Mecenas I Estas y otros cosas empezé á
decir entre mí , haciendo la rueda como Jos pabos , y ho
jeando el papel para buscar la epístola dedicatoria : pero
la tal epístola hubo de quedarse eu el tintero : al menos por
acá no ha parecido. Acaso, dixe , será esto, porque según el
oso de los antiguos , la dedicación vendrá embebida en el
cuerpo de la obra : vamos pues á buscarla en el nombre da
Dios, que seguramente ha de ser cosa grande. Por mas que
revolvía con el mayor afán todaí las hojas , me quedé sin ella.
Entonces con sosiego empezé á le^r , y no pude menos que
exclamar: ; gran presente para el día de pascuas en que es
tamos ! i Quánto mas hubiera yo querido , que el que me lo
remite hubiese empleado el dinero que ha dado por él , en
comprar para regalarse media libra de turrón , ó un qiiarto de
arroba da batatas ! Mas al fin ya es venido , y el trago se
debe pasar. No queda pues mas recurso , que salir de él qtianto
átales , y tragarlo á mas no poder. Continué' leyendo ¿ Ha
temado V. por desgracia suya alguna vez la quina ? ¿ Ha ob-
aervado á alguno al tiempo de tomarla ? Me paree k mi que
fueron todavía mayores mis arcadas y gestos. } Zape, dixe,
con los bienaventurados ! Si esto hacen sus mercedes ? qi;é
hebra que esperar de nosotros los pecadores ? ¿ En quál da
los capítulos de la sana moral se enseñará este modo de sacu
dirse ? i Quién había de esperarlo de aquella compostura edi
ficante , de aquel exterior humilde , de aquella hablita me
losa , y de aqueila aptitud beatífica ? ¿ Tanteene án'tmU cm-
léstibus ira ?
Dios le dé mas salud que á mí al Dr. Pedro Récio , que
en esta ocasión vino tan á tiempo á ser mi médico , como st
lo hubiesen llamado. La segunda parte de su Diarrea ha sido
para mí , lo que la aceituua para el que acaba de tomar la
quina. Lo he leido ya cinco ó seis veces , porque otras tan
tas son las en que he querido hacerme fuerza para pasar al
venerable Nistactes: y otras tantas también la» en que me he
visto precisado á acudir á eite mi buen compañero , para tem
plar mi náusea , y sujetar mi estómago. Es un dolor que este
excelente facultativo no menudée sus recetas : an' como tam
bién lo es , que un hombrecito tal como el Sr. Irenéo crea
en sueños , y se haya metido á soñador. Pero ¿ qué quiere V.?
De donde ménos se piensa salta una liebre : esto decía uno
apuntando al ala de un texado, .
No sabré d.cirá V. quantos han sido mis impulsos de ol
vidarme di todo lo demás, por acudir á despertar á este se
ñor durmiente, no por medio de un lego que lo llame al K'
fectorio ( hasta en esto se luce el sueño , pues los frailes son
llamados al refectorio con campana) sino por la voz de S Pa
blo en su carta á los efésio» : surge , qui dormís , et illúmi-
nabit te Christus. Mas cansado como estoi de variar mis pla
nes , y pareciéndome de mas utilidad el que actualmente ten
go entre las manos ; será preciso que el Sr. Nistactes me es
pere , ínterin tengo lugar de acudir á ese cascabel con que
nuévamente se trata , ó de distraerme, ó de acobardarme. Vol
vamos pues á nuestro Conciso, que merestá esperando desde
el 2a de Agosto: volvamos á nuestro Jomtob, que también
es mas antiguo que el Sr. irenéo ; y expliquémos á los dos ,
y en persona de ellos á toda Ja hermandad de liberales, esa
caridad cristiana que nos citan : el primero , para que los de-*
Xcmos escribir quantoae les venga á la cabeza : y el segundo»
para quá se acabe aquel escándalo de la religión de prouder.
5
y castigar á los impíos . y de violar á hombre alguno en el asi
lo de ella. Tratemos , repito , de esto por ahora , y mas ade
lante nos entenderemos coa el Sr. Nistactes : bL-nque si quiere,
puede y nuo debe desde lurgo asistirá mis sermones, y sa
car de ellos la parte que le toque; que ciertamente no será
pequeña , porque, quanto el Consiso yjomtrb nos dicen rela
tivo á la caridad, ha salido de la enciclopedia ; y quanto la
enciclopedia dice , ha sido torqado de lot caritativos y zelosoa
sectarios de Ja infame doctrina de Jansenio.
Dice, pges el Conciso hablando en general de lo* antili*
berales , y en especial del Diccionario la Diarrea y mi pri
mera carta , entre otras cosas igualmente preciosas , las si
guientes. " Así es que contra toda la caridad cristiana contra
»» los consejos del mas grande filósofo Jesucristo , contra los
»• mas obvios principios de moral , imprim.'n sin pudor , de-
»» sacreditan sm temer las penai del infierno ( atienda V. á
w esta añadidura , que parece hija de la Triple alianza ) que
» predican contra los desacrjdiudores (ya la lengua castelia-
» na tiene este terminito mas ) calumnian públicamente á d^s-
*9 pecho de la religión que lo prohibe ; de la religión ( vuel-
» va V. á atender) que ellos alegan para reprobar las calum-
" nias : trabajan ( aquí entra también mucho de lo del Sr.
w Irenéo ) por introducir la discordia y desunión con el raen-
w tiroso pretexto de aborrecer á Bonaparte.... Concordia,
n unión y caridad nos encarga nuestra reügion.... Estos , sin
»» pruebas , sin caridad , públicamente nos tratan de irreli-
n giosos , de impíos , hareges , materialistas , ateos : arro»
i» ga'ndose la autoridad y facultades que no les competen, y
tt excluyéndonos del gremio déla iglesia; de esta cariñosa
» madre que bu-cn al pecador, que abraza al arrepentido ,
» que perdona con generosidad las ofensas , y abre á todos
»v beoéfica log inmensos tesoros de sus gracias." Así el sa
pientísimo Conciso , y así también , no solo los demás cofra
des liberales , sino igualmente mucha buena gente , que á
fuerza da buena , ó no pueden , 6 no quieren persuadirse á
que Troya está en peligro de arder , por mas que lo cante Ca-
s.aadra , y vean el desembarco c. los griegos. Desenredemos ,
s
si es posible , este envoltorio de cosas : en poniando cnda una
en su sitio correspondiente, tendremos hecho quánto hai que
hacer en la materia.
Pregunto pues en primer logará estos mis señores : ¿qué
es lo que entienden por esta caridad , que Jesucristo liama su
peculiar precepto , á que S. Pablo reduce la plenitud da la
Jei , y á donde como á fin se encaminan todas las leyes y pre«
ceptos ? Yo no sé lo que entenderán ellos ; pero mal 6 biso
cümprehendo lo que debemos entender nosotros :á saber, aque
lla amistad que fundada sobre la posesión de Dios , á que as-
firamos como á nuestra eterna bienaventuranza, debemos con*
servar con todos aquellos que tienen , ó esperan , ó son capaces
de tener esta posesión. Me explicaré. Toda caridad es amis
tad ; mas no toda amistad es ni puede ser la caridad cristiana.
Como la amistad necesariamente exige alguna comunicación
de bienes entre los que se llaman amigos , tantas clases de
amistades deberá haber , quantas sean las clases de bienes en
que ellas puedan fundarse. A veces se fundan en los vicios 6
Jos errores : y estas se llaman amistades falsas, diabólicas, &c.
porque son falsos ó diabólicos los bienes que ellas escogen co-
j'no fundamento: á veces, en los bienes naturales , como pof
exemplo, el parentesco, la ciencia, &c. ó en las instituciones
civiles, v. gr. ia milicia, los públicos empleos, los diferen
tes destinos, &c. y estas pueden ser buenas , legítimas, y ca
paces de santificarse por la gracia , que nos conduce á la cari
dad da Jesucristo , ó si así se quiere, en que consiste la mis-
nía caridad ; pero aun no son la caridad cristiana, j Qua'l e»
pues el fundamento por donde esta se constituye ? g Quál e'
bien por cuya comunicación 'se verifica ? Dios : pero Dios , no
¿onsiderado puramente como autor del hombre , ni baxo de
ningún otro aspecto accesible á las luces naturales del hombre;
sino según que la divina revelación se io presenta como su
eterno , su único y verdadero bien , de que al presente goza
en esperanza , y en adelante ha de tener una bienaventurada
posesión. P;¡ra decirlo en una palabra : el grande bien por
cuya comunicación existe esra amistad que se llama caridad
cristiana , es el "que confesamos en los artículos dé* la fe >
7
quando reconocemos á Dios por glortficador.
De esta doctrina en qiu esfán convenidos todos los hijos
de la iglesia , salen dos consecuencias infalibles. La primera,
que donde no hai aptitud para gozar de Dios como glorifíca-
dor , no cabe la caridad cristiana , y así, no son objetos de
ella , ni las criaturas irracionales , que por naturaleza son in
capaces de esta fruición , ni los ángeles malos y hombres coa-
denados al Infierno, que aunque por naturaleza fueron capa
ces , ya han dexado de serlo por razón del estado en que se
bailan. La segunda , que donde hai la citada aptitud , es i¡¿-
cir , en todos aquellos que comprehendemos en el nombre de
próximos , Dios como glorificador es todo el fundamento de
esta dichosa amistad , en que consiste la caridad cristiana. Oi
gámoslo todo con quatro palabritas de Stc. Tomas. ( 2? 2se.
qüestion. 25 artículo i. ) Raíio diligéndi próximum Deutest :
toe enim debemus in próximo dilígere , ut in D¿o si/.
Esto supuesto , comenzemos a' hacer la aplicación. Están
en la posesión de Dios los bienaventurados del Cielo. ( Digo
los del Cielo , porque no me ño de muchos que parecen estar
gozando de Dios desde la tierra. ) He aquí un objeto de nues
tra caridad en estos hombres felices , que para nada nos ne
cesitan , y de quienes nosotros necesitamos como de mediado»
res que pueden ser para con nuestro único y supremo media
dor : y ojalá que los señores jansenistas hechos cargo de esto ,
no insultasen á muchos de ellos , que la iglesia reconoce poc
tales , y estos caballeros , que de por fuerza quieren perrene-
cer á la iglesia , no dexan de poner mas baxos que arranca
dos. Perdóneseme esta digresión que he creido deber á las cir
cunstancias del dia en que la hago, pues es el del glorioso már
tir Sto. Tomas de Cantorberi.
No están en la posesión de Dios las almas del purgatorio
( porque yo todavía creo quanto acerca del purgatorio cree la
iglesia católica , y como tal ha creido la de España ) no es
tán, repito, estas almas justas en la posesión de Dios , pero
están en la seguridad de obtenerla algún dia. Ya tengo aquí
otros próximos , á quienes por razón de Jo primero debo ayu
dar , ut in Deo sint •> y de quienes por razón de lo segundo
8
puedo ospenr que me ayuden , ya tea porque de»de ahora
pueden interceder por mí , como quieren unos, ya porque po
drán en adelante., como pretenden otros ; pues para el caso
es lo mismo , y cada quai abundará en su gemido en esta é
iguales materias.
No tk-nen ni la plena posesión , ni la absoluta seguridad
de ella los justos viadores , que de presente solo ven á Dits
como por espejo y en enigma. Estos se1 me presentan como
oíros próxiiiMs , á quienes debo ayudar con todos mis esfuer
zos , u( in D¿o sint , esto es, para que nunca se desmientan
de esta caridad , que de presente los une en parte , y de fu
turo los ha de unir perfectamente con Dios ; y de quienes de&o
exigir que hagan por mí los mismos esfuerzos , que yo estoi
obligado á hacer por ellos, para que mientras viadores tenga
mos una misnn alma y un mismo corazón en el Señor , y
quando comprehensores seamos una m'sma cosa con él : ut sint
uuum , sicut et nos. Qui adhaerel D¿o , unas sptritus eit. Y
dado caso de que la justicia de mis próximos no sea tal como
yo la concibo , y como él la debe tener : y aun de que toda
ella sea una refinada hipocresía ; nada pierdo , antes gano mu
chísimo en no meterme en estas averiguaciones , y suponer
bueno á todo aquel que de alguna manera no me conste ser
malo. La misma caridad que me hace desear su bien , me obli
ga mientras nada vea en contrario, a' (oponerlo bueno.
Mas veo en contra , es decir : se me presenta un próxima
de quien no puedo dudar que es pecador, porque le observo
y le oigo cosas que son manifiestos pecados. Desde aquí co
mienzan las dificultades, ¿ Djbo amarlo ? Indudablemente. Pe
ro 3 para qué ? Ut in Dio sit. Para que vuelva á Dios. ¿ Y có
mo ? Con su sal y pimienta. Detallemos . como dicen loi fran
ceses. El pecado que de este prásimo roe consta , consistió en
una injuria que m¿ hizo , calumniándome , por <éxempto i '1I<'
riéiidoma , robándome &c. En este pecado tai duí1 cosaí : U
injuria que me hizo á mí , y la transgresión del precepto di
Dios. Por lo qua toca á mi injuria , la debo párdonar , sacri
ficando á b carHTf cristima todos los resentimientos de mi ira
y da mi amor propio. Pero por lo que tota á la ofensa de
9
ni toi dueño de pe retornarla , ni la perdonaría sin hacerme reo
de la transgresión como él. Debo pues amarle : dilfgite 'mími
cas vestros : mas no .en quanto enemigo, porque por su hecho
loes también de Dios : sino en quanto hermano, en quanto
próximo : para decirlo todo , en quanto capaz que es , si se
arrepiente , de volver á estar en Dios , ut in Deo sit. Debo
¿acerle bien , aunque sepa que él ma aborrece , y puedo lle
gar en este punto al último grado del cristiano heroísmo. Mas
¿ qué clase de bien ? No el que le ayude á continuar en su
pecado, sino el que pueda moverlo directa ó indirectamente á
•alir de él. Debo en fin orar por mi próximo. Mas ? qué ei
lo que debo pedir en la oración ? ¿ Que continúe en sus desór
denes y pecados ? Esto sería aborrecerlo á él , y tentar á Dios.
Lo que debo pedir para él, para mí , y para todos , es que la
voluntad de Dios le cumpla en la tierra , lugar de desórdenes
y pecados , del mismo modo que se cumple en el Cielo , donde
todo es orden , justicia y santidad. Esto es por lo que perte
nece á mi propia injuria ; pero j y con relación al desacato
que se hizo á Dios ? ¿ Y con respecto al dafío que el pecador
se hizo á sí mismo ? ¿ Y con consideración al que de su peca*
do puede sufrir el próximo ? ¿ Y con atención al escándalo y
perjuicio público? Nuestros filósofos se desentienden de todo
esto , y desentendiéndose , se echan tan fuera de la qüestion,
que ni aun en el pelo le tocan.
No , señores filósofos : no es la caridad un amor tan de
satinado como el de la carnal concupiscencia , que arrostra por
todo, como logre tocar en el objeto que la inflama. Es un amor
bijode tarazón, fundado en la honestidad , inspirado por la
fe , y animado por el espíritu del Dios autor de la santidad y.
del orden : es el mayor de quintos. don,es nos vienen de lo alto,-
para formar un remedo del Cielo , aun desde nues-íra peregri..
nación sobre la tierra. Nada que desdiga de esto pu3de'sar ca
ridad : tojo lo que estorve para esto debe ser removido por la
caridad. Hija * instrumento de la candad es la misericordia.
¿ Y qué ? ¿ No aprendieron Vg. qtiando niños en que consis
tía las obras de misericordia? ¿ No se acuerdan d& r¡j; á
10
mas de las corporales , que suelen inculcarnos , las hai tam
bién espirituales :y que hacen tanta ventaja á las otras, quan-
ta un alma inmortal lleva á un cuerpo mortal y corruptible ?
¿ Qué quiete pues decir el catecismo , quando hablando de
estas últimas dice , la tercera , corregir al que yerra ? Prés
tenme Vs. paciencia , mientras se lo explico con las mismas
palabras de Sto. Tomas , que ciertamente filosofaba mejor que
la enciclopedia.
¡ » La corrección del délinqüante ( dice 2? aae. qüestion
m 33 artículo i. ) es un remedio , que debe aplicarse contra
9t él pecado que haya alguno comalido. Pues ahora ; este pe-
» cado se puede considerar baso de dos aspectos. El uno, es
w quanto es nocivo al mismo pecador : el otro, en quanto es un
m daño da. otros que son ofendidos tí escandalizados por él : y
w también en quanto es en perjuicio del bien común , cuja
m justicia suele perturbarse por el pecado de algún particular.
v> Resulta pues de aquí , que la corrección del delinqüente es
M de dos maneras. Una , que aplica el remedio al pecado , en
w quanto el pecado es un mal del que lo cometió : y esta
w es propiamente la corrección fraterna, que se ordena á la
9» enmienda del delinquiente s y como quiera que remover el mal
vi de alguno es lo mismo que procurar su bien , y procurar el
•• bien del hermano pertenece á la caridad , cuyo oficio es
» desear y obrar el bien para el smigo ; de aquí es, que la
H corrección fraterna es un acto d^ caridad, porque por ella
w excluimos el mal de nuestro hermano , á saber su pecado,
•» cuya remoción psrtenece mucho mas bien á la caridad,
w que le pertenece la de un daño exterior ó corporal : así co-
„ mo el bien de la virtud contrario á su pecado , tiene mas
., enlaze con la caridad , que el bien de su cuerpo y de lasco*
„ sas exteriores de que este se sirve. Por lo qual , la corree-
9) cion fraterna es un acto de caridad con mayor razón que
„ la curación de una enfermedad corporal, ó que la limosna
., por donde se socorre su exterior indigencia. La segunda
„ corrección es aquella que aplica el remedio al pecado del
,* delincuente , en quanto el tal pecado es en perjuicio de otros
It
* y principalmente en dado del bien , común : y esta corree-
v cion es acto de la justicia , cuyo oficio es conservar la
,. rectitud é igualdad de los miembros de la comunidad unos
„ con otros."
Ea bien , señores filósofos : vengan Vs. á cuentas con el
Rancio , y en persona de este con los otros sus compañeros ,
sin perjuicio de las que cada uno de estos tenga que ajustar
con Vs. ¿ Cómo estamos de caridad ? Sin Dios , según que la
fe nos lo da' á conocer , no hai caridad cristiana ni aun por
sombra. ¿ Estamos pues corrientes en esto de prestar un ciego
asenso á las verdades de la fe' ? ¿ Han dicho Vs. , ó han es
crito aí'M>, que directa ó indirectamente se oponga á la divi
na revelación ? Como en esto no haya tropiezo, todo lo demás
tendrá compostura. Yo he perdonado k Vs. quantos agravio»
personales me han hecho , y estoi pronto á perdonarles quan
tos puedan hacerme en lo que resta hasta la eternidad. Yo me
ofrezco á desdecir publicamente quanto Vs. me muestren no
haber dicho de ellos con verdad. Yo , si he dicho algunas ver
dades poco favorables acia Vs., miraré como una felicidad la
ocasión que me presenten por un sincero arrepentimiento, de
enterar al público de que ya han salido de su error , de discul
parlo en quanto la verdad y la caridad lo permitan , y de ha
cer el debido elogio de aquel heroísmo , de que solas las almas
grandes son capaces , por donde Vs. atrepellen todas las su
gestiones del amor propio , con tal de volver al camino de 1*
verdad. Les llamaré entonces mis especiales próximos, mis ín
timos amigos , mis queridos hermanos , y quanto me inspire
esta caridad que forma de los cristianos un solo corazón y un
tolo espíritu. Los compararé con los mayores hombres de la
iglesia ; con un Agustino, que no solamente supo de maniquéo
transformarse en católico , mas también retractar quanto le pa
reció no ser conforme con la verdad , ó estar poco explicado
en sus admirables escritos : con un Gerónimo , que después de
ana muí larga vida de estudios , no halló dificultad - en que
sus estudios y años cediesen á los convencimientos del joven
Agustino : coa un Tomas de Aquino, que en su Summa mudó
de opinión tantas veces , quantas se le presentaron refltxioaet
mas fuertes , que las qu? había adoptado an.wis anteriores es
critos s con un.....* mas si llega el (jasoque -deseo" , y no espe:
jo a yo buscaré otro centenar de ellos , con quienes hagan Vs.
coro. Yo ademas de esto, los distinguiré en mi afición , en mis
oraciones , y aun en lo poco que mi situación me proporciona
relativo á beneficencia.
Pero si no estamos en este cago , señores mios , si el peca
do existe , si es público, si es en escándalo de los flacos, ú
es en daño de la iglesia , si se encamina á transformar en atea
á la España , si Vs. pensándolo ó sin pensarlo , se han pro
puesto dexarnos sin altar y sin trono , si su sistema una vez
adoptado, lo que Dios no permita, va' á inundarnos de sangre
y de horrores ; en fin, si su conspiración es contra todo aquello
que vocátur Deus ¿ cómo se atreven á citarnos esa caridad,
cuyo principio , objeto y vínculo es el mismo Dios : y cómo
no ven que esa caridad que nos citaa , es precisamente su irre
vocable condenación ?
Si señor, Sf. Natanael : esta caridad que con su exemplo
y doctrina nos ha enseñado nuestro Salvador Jesucristo-, es la
que nos pone en la necesidad de obligar.al impío, ó á que dexe
de serlo, ó á que dexe de ser. ¿Puede concebirse verdadero amor,
que no venga acompañado del zelo? ¿Qué amor, pues s?ría al del
pueblo ó del príncipe cristiano háciasu Dios, que oyé^ fríamente
las blasfemias con que un picaro qualqtiiera insultase á este
señor , á su verdad , á su esposa , á su ministerio , &c. &c. ?
¿. Acostumbra V. manejarse así con las personas que ama ? ¿Lo
acostumbra algún hombre? ¿ Hai algún exemp^o cjs esto siquie
ra entre las bestias ? Vengamos á los próximos. En. el aso de
que ó haya de perecer temporalmente el culpado., ó de que
haya de arrastrar consigo á la eterna perdición al inocente
¿ quál de los dos partidos deberá escoger el que sepa siquiera
qué cosa es caridad ? Pues ¿ y quándo no es un solo inocente »
sino también toda la muchedumbre la que tropieza en el es
cándalo , y á quien amenaza el peligro ? ¿ Qué diría V. del
que por no cortarse un dedo podrido , permitiera que este le
corrompiese todo el cuerpo ? ¿ Qué , del que por no excluir
4¿1 rebaño la oveja sarnosa , consintiese que el rebañj todo se
'3
¡f inficionase de sarna ? ¿ Qué . del que por no apagar á qual-
quiera costa una centella , expusiese d arder toda su casa ? P<?-
rt'z^a pues el malvado , antes que todos perezcamos con él.
AM lo inspira la caridad , cuyo perpetuo cara'cter es preferir
fl bien común al particular , y cuyo principio es el rri'smo
Dios, según que es el eterno bien de torios los hombres. Perez
ca, repito, por que así lo inspira la caridad , no solo con re
lación al Dios d? quien blasfema , y al público á quien escan
daliza , mas también al mismo delinqüente á quien castiga, y
a" quien , ya que no ha pedido reducir al camino de la salva
ción , quita de la ocasión de hacer su condenación cada dia
mas terrible. Si V. , Se. Jomtcb , fuese horrare de bien , y
como tal escribiera de hiena fe, se haría cargo de dos cosas,
de que se desentiende, y en las quales esiriva toda la dificul
tad de la qüestion. La primera , tjUe ni la iglesia ni sus prín
cipes acuden á las medidas de la severidad, hasta haber eva
cuado quantas la ingeniosa y fecunda caridad inspira :y Ja se-
guada , que hai hombres tan depravados y tan tercos, que ó
no temen mas que al castigo, ó prefieren el castigo á la emien
da de su depravación. Este era el caso q'ie V. debiera haber
tratado , porque este es el que »e disputa. Quien vea á V. in
culcando la caridad , la mansedumbre , la persuacion., la dul
zura , <&<;. y no tenga idea de nuestras cosas ; creerá que no
sotros nos conducimos con los hereges , como todo el mundo
se conduce con Jos ladrones , que en el punto de ser cogidos, no
tienen que esperar sino el castigo. No señor : y V. es un im
postor en hacer que se piense así. Si en el conocimiento de
e*te delito no hubiese de mediar nuestra santa madre la iglesia,
el crimen de heregía es digno de mayor y mas pronto castigo,
que todos los delitos que conocen los códigos civiles ; mas
porque media esta piadosa madre, á quien V. tan sin justicia
infama , este crimen el mayor de todos , no sufre el suplicio
que le destinan las leyes civiles , hasta que ha frustrado todos
los piadosos oficios , con que la caridad cristiana trató de evi
társelo. ¿ Dónde está aquí pues ese escándalo de la religión ,
que V. tan impía como ignorantemente nos dice ?
£1 mismo espíritu de impiedad é impostura se dexa ver:
14
en Ja escandalosa expresión de que ninguno debe ser violado en
el asiJo de su religión. ¿ Da qué religión habla V. ? Si de la
interna solamente j quándo , ó cómo ha sido alguno violado
en ella. ? Si de la externa ¿ qníndo , cómo ó entre quienes se
ha llamado e«ta un asilo , mientras es una sola la religión de
la patria ? Persiguen las potestades eclesiástica y civil al que
de palabra , por escrito ó de obra , se ha dado á conocer como
impío : v. gr. al que públicamente blasfema , al que da al pu
blico un escrito lleno de impiedades , al que escupe á un cru-
cifixo , ó hace igual atentado donde puedan verlo las gentes,
j Y á estas obras , escritos y palabras, tiene V. la avilantez de
llamar asilo ? ¿ Y es V. el que á semejanza de la lona conti
nuará en su órbita , á pesar de los peños que le ladren ? j Ab,
Sr. Jomtob I su enfermedad de V. necesita de una curación al
go mas seria que la de los ladridos.
Vamos ahora nosotros, señores editores del Conciso. ¿Han
meditado Vs. ya la respuesta que se debe dará los franceses,
quando nos ponen el argumento de que hice mención al concluir
mi última carra ? Lo que Vs. me digan que debo responderles,
eso mismo es lo que respondo á Vs. Pero como Vs. no
han de responder , ni son capaces de ello , me tóma
le yo este trabajo , de que me prometo mas fruto por
parte de los franceses que por la de los filósofos. Los franceses
son próximos ; porque mientras no acab-; de llevárselos el dia
blo, todavía cabe en ellos la emienda, y pueden merecer gozar
eternamente de Dios. Pero los franceses son pecadores. Si su
pecado no fuera mas que contra mí, estaría en mi mano per
donarlos d? un todo , hacerles el bien que pudiese , é impedir
que por mi causa otros les hiciesen al^un mal; aunque siem
pre mz quedaría la obligación de procurar su emienda por me
dio de la corrección fraterna , en las circunstancias y casos
en que esta nos obliga. Mas su pecado es ademas contra mi
patria : y no ai co.no quiera contra mi patria , mas también
contra todas y cada una de las cosas que encierra esta palabra:
contra el Dios , contra la religión , contra el rey , contra Ja
legislación, contra la libertad, contra las propie Jades , contra
ei total y contra cada uno de ios hijos de la patria. No sol
pues duefío de p3rdonar á estos próximos, que no tienen de
amigns sino una remota probabilidad . y que por todo lo demás
son verdadiros y atroces enemigos. La caridad misma puesque
me liga can Dios , con la nación , con el r-ei, con su gobier
no , &C4 me impone la obligación de aborrecer á estos infames,
que vienen á disolver todos los vínculos de esta sagrada unión ,
y á esforzarme á poner quantos medios esfen de mi parte, pa-
•ra que desistan de este atroz intento , ó lo pierdan todo si in
sisten en su exccucion. Así que , si veo á un francés que ar-
loja el fusil , y me clama pasa do ; ya reconozco en él á ua
próximo , á quien debo favorecer. Si lo veo que se encamina
¿ mí con su sable en la mano . podré ( si me parece ; porque
por los demás no entro , aunque no repruebo á los que en
tran ) dexarme matar con el objeto de no matarlo , y expo
nerlo á una segura condenación. Pero lo mas cierto será , que
diré : tantos á tantos . primero soi yo : y si el amor que ma
tengo , es la regla del que debo al próximo , antes que el re
gulado es la misma regla ; y próximo por próximo , mas
próximo soi yo. Mas no estamos en ninguno de estos dos ca
sos ; porque la injuria no es á mí solo : es á Dios , cuyo ho
nor vale infinitamente mas que toda la Francia ; es á mi
Jí,ei , por cuyo honor debo sacrificar todo lo que no pertenez
ca á Dios ; es á ini pobre patria , á quien estos picaros van
á despojar de quanto tiene, y espera tener de precioso. Du
ro pues con ellos. Si puedo , con las manos y con todos lose
auxilios : y si no puedo , siquiera con la voluntad, con las
oraciones , con la pluma , y con la voz. No es así , »eñores
Concisores , cómo Vs. responderían á los franceses que se les
quisieran colar con el nombre de próximo». Presumo que di
rán que sí , aunque no sea mas que de cumplimiento. Ea
pues ; aunque no sea mas que de cumplimiento , den á todo»
los cofrades liberales esta mismísima doctrina , con que yo
trato de rechazar las reconvencióos que Vs. me han hecho ,
alegándome los derechos que la caridad cristiana da á aquellos)
como á los demás próximos : y exponiéndome que no debí
tratarlos como los he tratado en mis cartas.
Lus filósofo* son mis próximos ; no lo negaré , ni permita
i6
D:->s que Id niegoe ; pero ¿ qué clase de próximas ? ¡ Mise
rable de mí ! Yo no encuentra otros que mas bien merezcan
el nombre de remotos. Yo echo me'nos aquella caridad que
forma la unión de los verdaderos hijos de Dios con Dios mis
mo , y abraza á todos los miembros vivos de su iglesia, tanto
triunfante , como purgante y militante. Yo veo rotos también
los sagrados lazos que reúnen á los justos y pecadores en la
iglesia visible , á saber , la fe y sus sacramentos ; porque veo
á los filósofos desdeñarse de la fe , y oigo también que huyen
de los sacramentos : y quando no huyan , sé que la iglesia
excluye de ellos á todos los que , como los filósofos , se ha
cen reos por la pública renuncia de la fe. Yo veo todavía
mas : porque sé que aunque el herege no tenga la verdadera
creencia , tiene al menos una que él reputa por tal : y aun
que el mahometano no crea mas que absurdos y delirios , cree
biu embargo que su creencia viene de Dios : y tanto el uno co
mo el otro suponen que Dios nos habla , y que debemos ad
mitir lo que nos diga Dios. Pero los filósofos minan toda re
ligión por sus mismos cimientos , y nos arrancan de raiz el
árbol de nuestra esperanza , suponiendo que Dios no ha ha
blado , ni ha habido necesidad de que hable , y dado caso
que haya hablado , no tenemos obligación de escucharle. Ven
gamos á los próximos. Yo veo que los filósofos , lejos de en
caminar á Dios al pueblo español que es católico , lo están
escandalizando , y lo extravían en todo lo que pertenece a
Dios , al reí , á la patria , á todos y á cala uno de nosotros,
y aun en todo lo que el hombre se deba á ti mismo. En supo*
sL-ion pu;:s de que estoi viendo esto , ruego á Vs., seiwres
Concisos , que mi digan si no merecería el nombre de preva
ricador , y aun de sacrilego y enemigo de Dios y de los hom
bres , si desentendiénJome de tanto error , de tanto escán
dalo , de tanto daño , y de tanto peligro como tengo á la vis
ta contra la caridad de Jesucristo y de su cuerpo místico, cuyo
»umo bien es esta misma caridad ; no les saliese al encuentro^
porque descubro en ellos una razón ds próximos , fundaJa
puramente en una capacidad metafísica
Ya oigo á Vs., . señores Concisores, gritar : calumnia, ca-
a. Pero , señores míos : ¡ ojala que lo fuesa ! Yo mira
ría como una felicidad la precisión en que Vs. me pusiesen de
desdecirme , aunque fuera del modo mas ignominioso. Mas mi
dolor es, que no hai tal calumnia : que Vs, la reclaman so
lamente porque no pueden por ahora otra cosa ; y que en ves
de trabajar en disiparla , arrancando de los filósofos una re
tractación , ó dando Vs. una legítima explicación á sus erro
res, no se esfuerzan sino en darnos motivos sobre motivos, pa
ra qua no dudemos. Ya he dicho en una de mis anteriores,
que corriendo el tiempo me dedicaré á texer el catálogo de er
rores ó impiedades , que en parte he leído , y en parte me han
dicho haberse escrito y propalado. Por ahora t^ngo bastante
para cerrar á Vs. !a boca con las siguientes reflexiones.
Díganme en primer lugar : g es calumnia ó juicio sinies
tro anunciar qua hai fuego , donde se ve que hai humo ? Es.
pues : humo de impiedad es la lección de los libros impíos : y
este humo se está dexando ver, tanto en las citas honoríficas ,
que por muchos se han hecho del Rousseau, del Montesquieu,
de la enciclopedia , del sínodo de Pistoya , y otros tales ;
quanto en las sentencias y plagios que hasta con las mismas pa
labras de estos impios, estamos leyendo en Jes papeles públi
cos. Humo es de impiedad , quando no sea la impiedad ñus-,
na , el odio contra los ministros , ó por decir lo que es , con
tra el ministerio de la iglesia ; y las acusaciones vagas y ge
nerales que se les hacen , como de gente supersticiosa y pro
motora de la superstición, ignorante y propagadora de la igno
rancia, y que ni piensa, ni enseña , ni obra , sino según le su
giere su interés y su afán da pasarlo bien sin trabajar, vivien
do como aa'nganos del pueblo cristiano. Desde Wiclef acá' por
esta abertura han comenzado á ahullar todos ios hereges é im
píos, j Y de qué otra cosa , sino de estos sucios sarcasmos re
llenan Vs. sus papeles, y texen sus miserables apologías ? Hu
mo de impiedad es la depredación de los bienes de la igelsia j
áe los eclesiásticos , y quanto se escriba y se proyecta para la
tal depredación , como desde Cristo hasta nosotros han demos
trado paipsblemen/e los perseguidores , los hereges , los cris
tianos de solo nombre, que en todos los siglos han existido. Y
3
í8
á V., Sr. Conciso, no se le habrá olvidado , que juzgó dignas
de dos suplementos á su insulso papel , las dos discusiones en
que se ventiló esta materia en el Congreso : y que recogió en
los tales suplementos quanto el calor , la imprudencia , y no
sé qué mas , puso en la boca de algún otro de los señores dipu
tados , que merecía haberse dexado eu un eterno olvido ; y que
la sabiduría y piedad del Congreso supo corregir por su justo
y religioso decreto en que mandó, no que se tomasen los bienes
de la iglesia , sino solo que se exórtase el zelo de los obispos
para la entrega de lasalajas que ellos no juzgasen precisas para el
culto divino. Humo de impiedad , ó acaso impiedad manifiesta,
comenzó i ser desde ahora tres siglos la pretensión de algunos
protestantes, que olvidados de la doctrina de sus «fes, pre
tendieron que cada uno pudiera escribir lo que se le viniese
á la cabeza sobre la religión y su doctrina. Pues ya V». saben
que esto mismo fué lo que solicitaron quando la discusión da
la libertad de imprenta , y esto mismo lo que están practican
do , á pesar de la espresa excepción que hizo el Congreso ,
quando concedió únicamente la libertad política. Quando los
filósofos querían dexar de serlo para hacerse cristianos , que
maban á presencia de los fieles los malos libros que tenían:
mullique eorum ( se dice en los Hechos apostólicos , capítulo
19 ) qui fuerant curiosa sectáti , contulérunt libros , tt cam-
bussérunt coram ómnibus. Vs. pues , que toman el opuesto ca
mino , poniéndonos en las manos libros y papeles que son ca
paces de descristianizarnos ¿ cómo extrañan que les digamos lo
que les decimos ? Humo de impiedad es el atentado de que una
mano profana quiera manejar el turíbulo; de que un temera
rio sin autoridad quiera enderezar el arca santa , porque su
ignorancia le hace creer que titubea ; de que una oveja usur
pe la comisión de su pastor; de que un perdido que de pies á
cabeza está necesitando de reforma , se intitule y aspire i ser
reformador : y este atentado es el prospecto con que Vs. todos
se nos venden , y el miserable pretexto con que tratan inútil
mente de cubrirse. Humo de impiedad ; mas correrlo to
do , sería obra mui dilatada. Dexemos el humo, y vengamos
»1 fuego que lo despide»
r9
No son una impiedad sola , sino el resúmen de todas las
impiedades , los sacrilegos versos de ese malaventurado poeta,
que ha debido su elevación á la filosofía.
j Ai del alca'zar que ai error fundaron
La estúpida ignorancia y tiranía !....
impresos en Majrid el año de r8o8 , y reimpresos en CáJia
en el de 810 , en que la religión cristiana rs tratada de error,
la fé católica llamada ignorancia , las leyes que la promueven
tiranía, y la silia del vicario de Jesucristo monstruo inmundo.
Impiedad manifiesta , y que va á coincidir con la que acabo
de citar , es la expresión que del Jacobino Gregoire estampó
en sus Reflexiones sobre la Inquisición otro tal como el pa
sado: Ioí Papas y les déspotas hicieron una liga criminal para
remachar los grillos de las naciones. Impiedad es , y principio
de todas las impiedades , negar la existencia de la futura re
muneración : así como el primer paso para toda piedad es en
dictámen de S. Pablo creer y suponer que existe. Y esta impie
dad , en que se fundan todas , apareció en la Triple alianza :
con la circunstancia de haberse repartido este indigno folleto
á todos los señores del Congreso , de haber habido en él quiea
lo patrocinase y adoptase , fuera del Congreso filósofos que lo
defendiesen , y ni ¿entro ni fuera uno solo de los que se han
dado á conocer por filósofos , que lo impugnase. Impiedad es
impugnar y burlarse de la profesión religiosa que se hace con
forme al espiritu de los consejos evangélicos , y está declara
do por la iglesia como dogma ser el estado mas perfecto : y el
impío papel titulado, Libertad á las doncellas españolas , com
bate , se burla , y blasfema de aquel estado de perfección , en
cuyo seno vive la mas ilustre porción del rebaño de Cristo.
Compendio de todas las impiedades , curso completo del ateís
mo , cartilla revolucionaria, y quanto de depravado puede
haber, es el pacto social del ateo Juan Jacobo Rousseau : y
esta obra incendiaria, que no dexa ni altar , ni trono, «ni
honestidad, ni justicia , ni cosa alguna buena , es el libro
maestro de donde han salido las Reflexiones sociales de D. J.
C. A. las obras contra el tribunal de la fé , el nuevo Robes-
pierre con muchas cosas del antiguo , la mayor parte de la
so
doctrina de los Duendes , la Tertulia patriótica . algunos Co-
municadot del Redactor , las Variedades del Diario mercan-
íil ; y para comprehenderlos á todos , la Representación que
á favor de la libertad de imprenta, firmaron qué sé yo quaa-
tos liberales de los que existían en Cádiz , y luego dio a lúa
un tal Santurio , cuyo Concison con los- documentos citados
arriba demuestran hasta la evidencia la mucha razón , conque
en Cádiz y fuera de Cádiz se grita por todos los españole»
católicos : impiedad , ateísmo , Jacobinismo , &c.
V. , Señor Conciso , aunque hasta el presente no ha adop
tado todos los puntos de la doctrina de sus compañeros , los
dexa mui atrás en el artificio y malicia con que se encubre
á veces , y á veces se descubre. En mi concepto V. es nues
tro peor enemigo ; porque no lo hai peor » que el que vie
ne disimulado: y porque en sus inedias palabras y malignas
insinuaciones raya hasta donde no es fácil descubrir. Desd¿
que V. comenzó á soltarse , que fue á los mui pocos días da
nacido , no ha llegado á mis manos alguno de sus papel??,
que no me hayan recordado aquellas expresiones , con que S.
Pablo prevenía á los fieles de Fu/pos de lo que debían cau
telarse , y que parecen dictadas precisamente contra V..: flt-
déte canes : vidéte malos operarios : vidéte COXCISIONEM. j Lo-
quiere V. mas claro ? Pues atienda á la aplicación. Propie
dad de los perros es ladrar y morder : y laJrar y morder el
quanto V. ha estado haciendo de quince meses á esta parte»
Ha ladrado y mordido á varios de nuestros generales , con sc-
los los antecedentes que le han presentado los rumores del
vulgo , el calor de ía rivalidad , ó tal vez su propia precipi
tación. ¿ Y qué cosa puede darse mas funesta á nuestra buena
causa ? Si como todos ellos han sabido despreciar los ladridos
de V. , hubiese habido un Narcetes que se hubiera agravia
do, y hecho lo que aqual famoso capitán , quando la impru
dente emperatriz lo envió al telar y la rueca ¿ qué tela no pu
diera haber urdido en daño de á la afligida patria ? Y si los la-
dados y mordiscones de V. hubiesen causado todo el eflvro
que se prometía g que hombre de bien se habría prestado ni
prestara á mandar un exército , sableado que su reputación y
2I
tu honor ptndia del capricho del Conciso ? Por otra parte ¿ á
quánto peligro no exponen semejantes palabrerías á qualquier
inocente ? Inocente parece que estaba el pobre de D. Benito
de S.Juan : al ménos así se dixoen el Semanaria patriótico,
sin que el gobierno haya dicho cosa en contrario ; y no puede
oirse sin horror la inhumana carnicería que se hizo de su cuer
po , acaso de resultas de una voz tan infundada como muchas
de las de V. ¿ Quien lo ha hecho juez de nadie ? ¿ No tiene
ya la España gobiarno ? ¿ Quien sino el mismo demonio ha
podido meterle en la cabeza que la opinión pública ( como
V. la califica) es un competente tribunal ?,¿ Puede darse ua
juez mas precipítalo ni mas loco que el vulgo ? ¿ No ha leí
do V. siquiera la fábula de Pedro, en que el imitador del gru
ñido del lechon fué antepuesto en la opinión del pueblo al
verdadero que gruñía ? ¿Quién lo ha autorizado para hacer
se acusador público , sin quedar sugeto a la pena del talion5
¿ En dónde ha aprendido esa maldita filosofía, por donde pro
mete publicar quantas faltas sepa , y por donde aconseja á
sus compañeros que se valgan en tales casos de sarcasmos ?
¿Es esa la facultad que V. entiende concedida en la libertad
política de la imprenta ? ¿ Puede el Congreso , puede la na
ción toda , puede todo el género humano que para ello se jun
tase , abolir el octavo precepto del Decálogo , en que Dios y
la naturaleza condenan el insulto , la detracción , la irrisión »
y la maledicencia ? j Filosofía indigna ! ¿ Soiamenee entre tu»
charlatanes hubiera podido tener cabida la especie , de que
quien se viese ofendido por la imprenta , acudiera á la im
prenta misma para defenderse, ó á un tribunal para que cas
tigase al ofensor ! ¿ Cónque si á un picaro se le pone en la
cabeza escribir contra mí , tendré yo que escribir contra élt
¿ Y si nó soi hombre capaz de esciioir ? ¿Y si no tengo coa
que costear la impresión ? ¿ Y si á mi papel le faltan las gra
cias de que se paga el público, ó el tunante se da traza a de
sacreditarlo ? ¿ Y de qué sirve la pública autoridad, si no»
sirve para defender el honor del ciudadano, que muchos de es
tos estimsn en mas que la vida ? Iré á un juez , y me quexa-
ré. Mas ¿ por qué se de dar márgená que yo me meta en ua
ai
pleito , que estaba excusado coa que nadie sino el gobierno
velase sobre mis acciones ? ¿ Y por qué he de gastar yo en
este pleito el dinero que tengo , ó no tengo ? j Y por qué he
de tener que litigar sobre una buena fama , en cuya posesiuu
estaba , y que no debió ponerse en duda , siao después de un
público delito ? Y dado caso que la sentencia sea en mi favor
¡cómo podrá ella pronunciada en un tribunal, resarcir la in
famia de que me ha cubierto un impreso, que ha podido cor
rer por todo el mundo ?
Ha ladrado V. y mordido á todo el estado eclesiástico,
hasta el extremo de creer que decía lo bastante para defen
derse de las acusaciones , que con tanta justicia le hacian al
guno» señores diputados , anunciando que eran clérigos. Pera
j sabe V. por ventura hasta donde llega la atrocidad de este
hecho? ¿Sabe el daño que ha causado al interés común de la
religión ? j Qué será de esta si el pueblo llega á desconfiar de
los que por su vocación y ministerio son los únicos de quienes
debe aprenderla ? Pecado es este que S. Agustín reputa mayor
<]ue el de los que crucificaron á Jesucristo, y Sto. Tomas gra
dúa de blasfemia. Véanlo los que quieran en ia 2n. aae. qüesti 73
art. 3.? arg. 1.? y su respuesta. -
Han lanrado Vs. y mordido á quantos diputados del Coa-
greso no han entrado por las ¡deas liberales : seaaladamente
por la de la libertad de imprenta , que como Vs. la querían,
y coinb la están usando , y como muchos señores la impug
naban, y como no la concedió ni la pudo conceder el Congre-
~go , ni bai en la tierra facultad para concederla; iba á echar
'por tierra el primero y segundo precepto del Decálogo. Mas
todavía hallo yo uña mayor injuria que la de sus mordiscones
y ladridos, en ia apología , peor que todas las invectivas,
que hace el ridículo papel del Concisin menor , de los mismos
á quienes ántes había mordido su atrevido y rabioso padre.
También Jos perros tienen la habilidad de menear la cola ,
y hacer fiestas á Jos que les dan pan y agasajan : y en este
particular, Sr. Conciso, puede V. 1 Jamarse el Proto-pcrro
de toda ]a cofradía. Y se lodixoá V. el Soñador desasearé-
1 xjuias , cuyo testimonio por ser doméstico, es de mucho peso
*3
para mí : pero ántes que él Jo dixese , ya lo estábamos todos
viendo en sus pedantísimos papeles. ¿ Se acuerda V. de aquel
dignísimo de marras , qne con la velocidad del rayo lo disipa
ba todo t y de aquellos otros sahumerios , que en prosa y
verso ha prodigado ? Dígame por Dios ¿ creia V. de verat
aquella dignisimidad que decia ? Si la creía, seguramente pue
de creer que los borricos vuelan : y si no la creía , como pre
sumo ¿ qué quiere que pensemos de él ? Dígame otra vez ¿ qué
encantador es el que trae al lado, que continuamente le trans
forma los Müjetos , p3ra que celebre hoi al que mordió ayer ,
siendo el mismo mismísimo que era ayer el que celebra hoi ?
Dexo otras cosas , por no alargarme. Con las dichas basta ,
para que le venga á V. como nacido aquel'o que S. Pablo no»
dixo acerca de que acechásemos los perros : Videte canes.
Vengamos a las malas obras. Ciertamente no se la han
hecho Vs. nada buena á la religión , desacreditando , ó tra
tando de desacreditar i sus ministros , y vertiendo las muchas
especies , tomadas de sus mayores enemigos , en que abun
dan el Conciso» , la Carta al Conciso , la del Soldado , la Pe
luca , y qué sé yo que otros papeles , inclusos los de Vs., que
son los caporales. Tampoco me parece que han ayudado mu
cho á la causa pública , con tanta cosicosa como han suscita
do : con tanta desunión como han metido : con tanto como
han trabajado á fin de que el nombre de Fernando VII suene
ménos de lo que sonaba , 6 casi haya dexado de sonar : con
tanta licencia como á su exemplo han tomado mil cabezas li
geras , para hacerse jueces de quai>to se obra y se dexa de
obrar : con tanto desorden como el que están produciendo esa»
malaventuradas ideas de igualdad que han cundido , y por
donde todos quieren mandar, y nadie obedecer: con tanto.....
j qué sé yo 1 ¿ Ni quién es capaz de calcular los infinitos ma
les , de que V. y sus compañeros bao echado las funestas se
millas ? S.ñálenine un solo bien que hayan hecho. Yo no en
cuentro otro , sino la cesión que hicieron , no sé qué dia . del
producto de su papel en beneficio de un hospital. Mas para
que esta obra , que en sí misma era buena , tuviese también
algo de malo , Vs. también la publicáron no sé quintas vece»
34
en sus ostentosos escritos. Díganme por Dios ¿no tonian ai mil
cofrades, a' quienes pedir que la publicasen , siquiera para evi
tar la reconvención de hipbcritas , que por derecho de repre
salia voi i hacerles ? De hipócritas , si Sres. : y nada raéoos
que con las palabras del mismo Jesucristo en el capítulo 6 de
S. Mateo : cum ergo fácis eleemósinam , noli tuba ciñen ante
te , sicut hipócrita faciunt. Y ya Vs. saben , que un impreso
que corre por toda una nación , hace mas ruido que un cla
rín , que solo se oye en el recinto de una ciudad. La única
obra buena pues de que Vs. pueden gloriarse , es la de haber
contribuido á la apertura del teatro: de esa escuela de todas
las virtudes , de ese semillero de héroes de la patria , de ese
taller no quiero calentarme. No es poco lo que la afligida
Dación se ha calentado con esta buena obra. Quedemos pues,
Sres. Concisores, en que les viene á Vs. como de perilla el
malos operários , que nos manda observar el Apóstol.
Vamos ahora con la concisión , que consiste en dividir ó
cortar á pedazos. ¿ Cómo estamos en este punto ? ¿ Nos de-
xan Vs. entero á nuestro Señor Jesucristo ? Mas claro. ¿Re
conocen en este Señor no solamente á un hombre , mas tam
bién á un verdadero Dios ? No extrañen mi pregunta. Vs. lo
llaman el mayor filósofo : y por este nombre j^mas ha sido co
nocido en el mundo, hasta ahora poco que se lo dió el impío
Rousseau , para quien no hai Dios alguno , tomado de la
doctrina de los soncinianos , que no reconocen en nuestro Sal
vador mas que un puro hombre. g Cómo estamos pues ? Fi
lósofo quiere decir , amante ó amador de la sabiduría. ¿ Igno
ran Vs. que Jesucristo es la misma sabiduría del padre ?
Christum De»".... sapientiam. Amador de la sabiduría significa
naturalmente á uno que la busca entendido en que no la tiene:
ó quando supongamos que la tiene y la ama , siendo Jesu
cristo la misma sabiduría por esencia , llamarle filósofo , es
llamarle amante de sí mismo. ¿ Y qué mayor pedantería que
esta interpretación , la única que puede admitir un buen sen
tido ? ¿ Llamarían Vs. al sol candil del dia ? Pues mas ridí-
«jiih es aun la tal aplicación de filósofo atribuija al verda-
, v .i Dios. Escojan pues entre esta pedanteiía y aquella ira-
*5
piedad-loqué quisieren : y hagannoi el'favor, ó óVnó nom~
bramos á Jesucristo según los estatutos que hasta aqui han
guardado , 6 de nombrárnoslo como le nombramos, todos los
católicos: nuestro }Di.os^ nuestro' RetfeMvrr nuestro, divino maesy
íro ; él'ihijó de>'tohsi el Verbo eterno^i¿c. ' ' ■ A> '«.••:«
' 3 Hagamos tránsito de este Sjííor, que es nuestra cabeza , á
su cuerpo místico, que somos nosotros. Es una verdad la "qué
Vs. inculcan qu3ivdo nos dicen": concordia , unión y caridad
nos encarga nuestra religión : asi cohio también lo es aquella
otra , que desde que empezaron' sus usurpaciones , no cesan de
repetir los francesas : que nuestro Dios es el Dios di la fnt\
También es verdad ( oxala' no lo fuese) que esta concordia \
esta unión, esta caridad y esta paz, están turbadas. Pero ¿I
una impostura y una injusticia mas claras que la luz del día}
la que ábrazan Vs; quando diceu que mis compañeros y yo
trabajamos poc introducir la discordia y desunión « si 'es que
por estos palabrones entienden lo contrario de la concordia y
unión , que la religión cristiana prescribe. Deus charitas est,
nos dice ella, et qui manet in charitate, in Deo manet. En de-
xándó pues á Dios por la banda de afuera, ya ni hay, ni pue
de haber ui aun concebirse la tal caridad. Item : como quita
da la causa , necesariamente se quita' el efecto ; quitada la
verdadera caridad , esta' quitada infaliblemente la unión, que
es, ó* la misma caridad, ó su primer efecto, y la concordia y
la paz que á ella se siguen. Habrá sin Dios unión; pero ¿quo
clase de unión? La que anuncia el salmo quando dice , que'
los reyes y prihtipes de la tierra convinieron en uno contra Dios
y contra su Cristo: la que tiene el senado conservador con su
Napoleón Buon^parte , y la que guardm entre si los ma
riscales y genéreles sus agentes : la que reúne las compañías"
de salteadores ; en una palabra, todas aquellas que forma e!
mal, sea como agente , sea como fin. Habrá concordia, habías
paz. Pero ¿ que género de paz y concordia? La mas falsa yl
perniciosa que puade exbtir: la que se describe en el li'bro de
la sabiduría como propia de los impíos, quando se dice í1 in
magno vhoentés inscitice bello ( que es lo que á Vs. les está su
cediendo ) tot et tum magna mala pacem appellant: que quie»
4
•6
re decir (porque es lástima qaerio le reofienda todo, el mtmr
do ) q*jc los impíos , viviendo entre las guerras y debrAe* que
taima su ignorancia^ ¡laman paz á esta multitud de gruvh'mos
males. Pregunto yo ahora g y esta unión y esta paz d? que
acabo de hablar , son las que recomienda la religina ? ¿Son la»
que nos ha traiJo Jesucristo ? Oigan Vs. la respuesta de es
te Señor : ntw veni pacem mittere , sed gladiunt : no he vroita
yo a. traer esta paz , sino la guerra que debe destruir!;. Fe**
gftim separare honúneny á paire fuo , &c. Lejos de prom^vr
estas uniones crimínales , he venido á separarles , Insta el¡e^j
tremo de dividir , si afuere necesaiio , al hijo de su padre , a
la mug?r de su marido, &c. y á intimarles que el. que amre i
alguno de los suyos mas que á mi , ya no es digno de mi. ;D?
flual de estas dos paces y concordias hablan Vs. , Sres. del
Conciso ?•, Si . de la segunda no fué esa la que traxo, Je^ucriif
to, sipo la que impugnó : y en este caso , los que hacemos su
causa, no somos les agentes de este Dios según que es el 3<i«
tor de la verdadera paz, sino sígun que es el Dios de ¡os
exérciros , y nos manda pelear por su causa. Si de la prime
ra; , diganaos. ¿ con q-ue frente se atrcVfn á cajumoiarors co-
mq', autores ie la discordia ? ¡, • ... ,¡. - . ,
i ¿ Quien&s son los que la han traído ? j Quienes los que pi*
ra colmo de nuestros males han perturbado nuestra concordia.'
La teniamas relativa i la religión que adorábamos. ¿Quienes
son los infames que on aflo ha la están. tratanJo eje ignoKinci.i|
y superstición ? La- teqiamos acerca de su ministerios cuya,
^anudad «abjarnos distinguir de la depravación di este , de
aquoj y del otro de sus ministros. ¿ Quieqes son los irnpos'o-
res que por los vicios de algunos ministros defiren constante
mente el ministerio? La teníamos acerca de la Inquisición, cu
ya exi.->tenc;a mirábamos como antemural de tod>j los peligro?.
¿-Quienes, son los enemigos furiosos de este sagrado tribunal ?
La teDiarnos aefrea de la, profesión religiosa, que la iglesia ha-
consagrado como hija de! evangelio, y de que la Espriña ba
recibido mas de las dos teicias partes de su gloria.. ¿ Quienes
son los que no sí dignan de contar i los frailes y las monjas
ni ajio entr% los gitanos,y veiduleras ? La teníamos aceres di.
"»7
: nuestro monarcai, cuya autoridad recoirícianTtM , ¿uyas virtu-
-d'j> casi adorábamos , y cuyas detgeacias inflamaban nuestra
¡indignación contra el vil traidor '-qui ia>h a despojado y cauti
vado. ¿ Quienes son los que han trabajado por yo no sé qis
de republicanismo francés y los* que han amortiguado* nues
tro ardor .y entusiasmo ppr Pérnarndo § La teníamos acerca da
las gerarquías , que lai misma naturaleza, paso por dondeqnie-
ra que puso. hombres, y estábamos cohfdrmí* con que en nues
tro cuerpo poiítico unos miembros estuviesen en la cabeza,
otros sirviesen d.' brazos, y otros trabajasen como pies. ¿ Quie
nes son Jos qua nos hun cascabeleada con esa igualdad, ma
dre de todas las desigual da des f . La teniamos.....^... mas erfto
-teria proceder en infinito. iV?. soasas de ésas nuevas lucas que
• encierrao tudo esto : Vs. los de- esas ' reformas: Vs. los que
• vieren á desterrar todas aquella* nuestras ignorancias ; Vs* en
fin los empeñados en regenerarnos contra [oda nuestra volun-
• tad. Y después da ¿estoii, Vs. lOs que nos dicen que trabaja
mos por la desunión y la- discordia. No me maraviJb; porqjje
d^sde muchacho estoy oyendo T quila primera palabra con que
los salteadores saludan. al caminante , á quien quieren, ro
char , esJa siguiente : larga la bolsa picaro ladran. ¿ Ven V».
-yx, con quanto fundamento digo yo á mis fieles compatriotas,
para que se guarden da Vst , lo que S. Pablo a sus discípu
los : vidrie concisioneml .r ■ r < •< "• : • ■■■ i¡ -j
La conexión de la materia me obliga , Sr. Ireneo Nis-
tactes , i que por atiera y sin perjuicio de lo que en adelau-
-te resolta de los autos , le diga siquiera-dos palabritas. Oini-
to el honor que por pura bondad me hace, quando a fines de
su papel, salvando (-y no.íive salve Dios á mi, como; me salva
-V. ) salvando , digo, mis buenas intenciones, rae cuelga lo»
milagros de malignidad y sedición , como quien dice de ca
ridad y patriotismo i y solo me paro en lo que V. dice en
la advertencia , y repite en el cuerpo de su papel , antes de
quedarse dormido: que los franceses nos metieron en la Es
paña la discor.lia teológica del jansenismo: No éoy francés, ni
-Jo permita Dios , oi de nación, ni de imitación , ui de doe-
; trios 4 oi de cosa ninguna de este mundo ; pero voy á res-
28
- poadeT ¿V. como le responderá qwalquier francés , que baya
¡ leido ej siguiente cuento eri el. Padre? .V-ieyra.; Estaba un no-
-vieio friendo un par de huevos en medio pliego de papel á la
: luz del candil , mui ageno de que á aquellas horas hubiese de
venir su maestra, quando hete aquí que este improvisamente
' ae le .présenla, y lo sorprehende. ¿ Que es eso, hermano ? le di-
'Jto. g Et esa ocupación propia- de un religiosa ? ¿ De esa manera
quebranta su caridad el ayuno ? Padre maestro , respondió el
, novicio todo turbado, perdóneme V. Ra. , porque esta ha si
do una tentación del diablo. No hai tal, gritó el diablo apa
reciéndose de repente 4 pues yo ni aun siquiera sabia que ¡os
huevos se pueden frtir'.en un papel. No Sr. Ireoeo, no nece
sitan algunos españoles para ser diablos , de ir - i aprender de
«los franceses. El que sale Ruó, le echa la pierna á todos ellos,
y puede ponerles escuela. Asi nos lo están restregando por la
-cara los mismos franceses en los países ocupados , donde ma
chas' veces ellos mismos nos defiendan..contra las yejaciones de
los es.pafíoles resegados» Asi lo estamos viendo nDsotros'eo los
• escritos'de ^Igunosirenegado» . eh que se dexan mui. atrás 4
todos los impios franceses. Asi también se está mostrando en
muchos de los que yo llamo de botones adentro renegados ver-
r gomantes , que en poco tiempo se <han atrevido en todas reste-
«ias , a lo que aré.ias -se atrevieron; Ibs franceses después de
cincuenta ailos de preparación. "."*,. 1 .i»-. >»••. \ "— : .-'
Viniendo puta a' nuestro cuento-, yo no diré que el jan
senismo francés supo mas que el diablo ; pero si me atrevo á
decir , que el diablo á cuyo cargo corrió su promoción,' te
nia mas lilailas que los que cuydaron del arrianismo , pel*-
1 gianismo , eutichianismd , ¿te. Cosa es esta , de que no tar
dará en convencerse , el que por la historia de aquellos tiem
pos , y por el tenor de las bulas apostólicas observe las idas,
las venidas , enredos , patrañas , invenciones y demás habili
dades del tal jansenismo, que obligaron al Papa AlexandroVII
i conpararlo con un tortuoso culebrón í ad instar cólubri ter-
tuosi. Pues ahora, reflexionando yo sobre, esta comparación que
el vicario de Jesucristo hizo del jansemsmo francés y cote
jándola con la que yo habia hecho en. mi primera carta del
3 p
; jansenismo español 'c'rn'fio s> que casta de plxares; comerzé
á entrar en escrúpulos y ansiedades , sobre si habría faltado
á la justicia , dándole al español algo mas ó menos , de lo que
al francés ció el citado pontífice. Con estas dudas acudi á
una persona que en este p3¡s tiene créditos de naturalista ,
y que después de haber leido su papel d; V. , y. considera
do o todo, me dixo : V. hizo bien hablando del jansenismo es
pañol en no haber dicho , esta casta de culebrones , como di*
xo el Papa del francés , sino esta casta de páxaros , como yo
; creo que dirá el Papa que lo rondene en adelante : pero le ha
faltado añadir la casta* de páxaro que es , para perfeccionar
la idea, g Pues que casta de páxaro es ? le pregunté ye. Mur-
■ cielago . respondió el , ó rat'pennat, como lo llaman en S. Fe
lipe de Xativa , y en todo el rey no de Valencia. — ¡ Murcie-
Jago ! — Si Señor : murciélago, y no culebrón ; porque el cu
lebrón en medio d¿ sus tornoa y retornos , se-dexa ver adon
de camina y por donde va ; pero del murciélago , el mismo
-diablo no es capaz de acertar , ni adonde se encamina , ni pot
donde. Ya sube , ya baza, ya fuerce á la derecha , ya se esca
pa por la izquierda , ya lo vemos , ya desaparece , ya parece
xaton, ya vuela como páxaro , ya atraviesa por medio de la
lúa , ya va y se esconde en las tinieblas , ya v iene y nos apa»
!ga el velón >, dexandonos á buenas noch;s. Pues estamos avia
dos , le dixe. ¿ Y que traza me he de dar yo para echarle ma
no á ese páxaro ? ¿ Sabe V. por ai de algnn tira Jor que tenga
buen ojo ? ¿ Me dará razón de alguna trampa para cazar mur
ciélagos ? Yo no he oido , me respondió , que haya trampa de
coger estos páxaros : lo que' si he oido á varios aficionados á
la escopeta , es que de cien tiros que se les disparen , apenas,
se les acierta con uno , á causa de la agilidad con que vol
tean. Pero V. , si quiere cogerlo» , no necesita ni de tramr
pa,. ni de ¿«copeta. Aguarde -a que sea di dia , vaya á bus
carlos detrás de ios quadros :, échelos de alli , y cirnt'.vcon
que apenas les dé la luz , ellos mismos se vendrán i tierra.
Pero j detras de que- quadros, le repüqté ¡os encontraré
seguramente ? ¿ üe los de los santos, ó de les de qnru;uier
otro , aunque no sea santo ? Lo mas común , me dixo-, es e-a.
3°
contrarios ...
detras de los santos , especíalmíhte sí hai on a.
Sin
Agustín , un S. Próspero , un Sro. Tomas , ú otro asi: p.^ro
•tanbien sí cneuenf rail detrás de qualquier otro quadro: y si V.
Jos busca en el de S. Migue!, boi los hallará metidos detras del
,Q.¡is s'tcut Dcus , jr mañana escondido* detras de la cola
del diablo. . ■ ■
A su tiempo, Sr. Ireneo, irá V. viendo lo mucho que este
documento me lia servido. Pjr ahora, me basta con que V. y
todo el munio vea la facilidad con que me ha librado de la im
putación de ligereza, con que V. rae agasaja al séptimo renglón
de su discurso, y por i' >nde dice que yo fomento la división teo-
lógica, con que hace muchos años comenzJron á turbar !os fian-
ceses la concordia de nuestras escuelas. ¿Apostemos, dixe, á que
■el murciélago de esta dicordia se ha metido detras del quadro
•de los franceses? Dicho y hecho. Venga V. al fin de.su págí-
•03 y al primer me neón verá salir i nuestro murciélago.
H tbla ailí de ta nueva prohibición de Nicoic, y reñiré el cuento
d-' este modo «Hallándose detenido ei curso de «*ítas obras por
-»» la cantinela del jans.nismo, fuéron examinadas estos últimos
9» años por una junta de teólogos nombrada por el inquisidor
ti general, y el consnjo de la suprema inquisición. De csreexá-
Jtü metí resultó una solemne declaración deque no contenían tal
m jansenismo, ni otro error alguno. Sacólas la inquisición d i
»n Expurgatorio, y quedó libre su curso, tanto que llegaron i
¡ñ publicarse quatrn tomos Inducidos al castellano.^ A-lto aquí,
3f busquemos al murciélago. Las obras de Nicole, según el tex-
<ü, tenían una antigua prohibición^ como se infiera de la pala
bra nueva que sí da á la presente: ó su curso se hallaba déte'
n'tJo por la caniimla del jansenismo, y después llegaron i pu
blicarle de ellas quatro tornas en castellano. Pregunto ahorac
#y q:iien movió est3 causa archivada ? ¿ Quien traJuxo estos
libros al castellano? ¿ Quien hiao imprimirlos ? § Q iien los dio*
al publico ? ¿ Vin > por ventura deJ otro mundo Ntcole á cui-
dir de todo esto ? ¿ l* >3 que lo hicieron fueren fran:esj»?
Ciertamente que no. Couque ¿ quien fue el que quiso endere
zar este tuerto, ijbrwr este cultivo , desfacer este agravio ,y
•demás ¿osas ,jye *<t atciúoain 2 ¿Qjien úabii de ser siuu ¿i
3*
irorcíflogo ? Pues si fue el murcielsgo . quiero decir el janse
nismo español el que meneo este caldo, y movió esta dispu
ta de que no tenia:nos necesidad ; é! , y no los franceses , tra-
xe-ron esta causa de discordia.
Haganu s una advertencia, ó morcas, para evitar disputas
y chifmes. No me meto en si Pedro Nicole es jansenñra, aun
que yo lo tengo, por ta!. Basta que cerno tal estuviese prohibido
par? que se cargue toda la culpa de la disputa que sobre él se
suscitad", al que movió es'-.- caldo, traduxo, y dió al público
la ohn. Item,: ni el inquisidor general, ni el consejo de Inqui
sición resultan culpables de este hecho; porque el tribunal o-'
yendo en segunda instancia, juzgó y sentenció según las censu
ra? que se le presenta'ron, que en él equivalen á lo que en otro*
l¿it alegaciones y pruebas. Itera: la junta de teólt>gos pudo ser'
de jansenistas disfrazados (habiendo no pocos en Madrid) y
haber abusado de la inocente confianza del tribunal: pudo ser
de hombres de bien, a quienes el tortw'sus cóluber se les desli
zase ?ntre las manus : pudo ser.... qué sé yo. Lo cierto es, que
fué francés, sino espaíol, y mui español ,y acaso paisano-
vito con poco mas de cien leguas de diferencia, el que suscitó»-
ewa zalagarda.
Salió por fin el murciélago detras del qondro de los fran
ceses. ¿Y adonde se fué á acoger? Adonde ahora se acoge to—
do: al despotismo de Godoi; ó como se explica el texte, á la
plenitud de potestad del gran favorito. Al ménos, a' mí me lo
parece así; porque si este modo de explicaise vale algo, valdrá
lo oue coníiene el siguiente entimema. Gcdoi hizo volver si-:
Expurgatorio las obras de Nicole; luego Nico'e fué injusfa-
roer.ee prohibido de nuevo. Y si nos ponemos á buscar la ma
yor 6 ti principio que falta para acabalar este silogismo , yo
no encuentro otro sino este,quj lo era paia Bayo: onwe qvodj
agjt peccator^ vel. setwus peccati, peecaium est\ y que luego su
discípulo Quesne) repitió por activa, por pasi a, y por circun
loquio en otro puñado de proposiciones. Salp.a pues el murcié
lago, y dexe quieta Ja pintura de! despotismo deGodoi : y se
pa el Su Irerxo, que aurqne Go;!o¡ fuese malo, no por eso fué
malo todo lo que hizo; porque es imposible que haya un hom
32
bre que eri todo haga mil, y pirque no podemos llamar malo
ai oir misa, si acaso la oía, al dar limosna , si la dio, y i íobu-
merables otras acciones , que puede y suele hacer el hombre
mas perverso.
Todavía me queda un escrupulillo, natido de ciertas noti
cias que tengo del hecho que V., Señor Ireneo, me expone, j
de que me supone en ayiíuas por espíritu de profecía précisa»
atente, pues no puede ser por otra cosa. Consiste en esto. Si
por ser de Godoi no mar ce atención el decreto ó raja tabla,
que metió otra vez á Nicole en «1 Expurgatorio; por ser de
Godoi tampoco valdrá el decreto i raja Expurgatorio, por don
de Nicole comenzó á salir á la luz pública. Vaya otro escrú
pulo. De la Inquisición era, y si no me engaño; también de la
de Roma, el decreto que prohibió las obras de Nicole: de núes*
tra Inquisición fué, según V. nos cuenta, el decreto que levan-
tó su prohibición. Si hubo pecado en el tal y tal que se opuso
á este decroto. tambito lo habría en el que trató de que se re
vocase aquel. Y si en esto no lo hubo ¿ por qué hemos de ere»
crio en aquello? Vaya otro. La Inquisición tenía prohibido
á Nicole ; y esto no obstante ss pudo suplicar, para explicar
me así, de su decreto: la Inquisición lo iba á dexar, ó lo dexó
correr. ¿Por qué pues se indigna V. de la apelación de estos
aujetos, que aun viven, y a quienes Dios conserve siquiera has
ta que puedan decir á V. lo que es razón? Yo no encuentro i
estas cosas otra salida , sino la que me presenta la historia del
cóluber tortudsus, quiero decir: el jansenismo francés. Se decla
raba á favor de él, ó era seducido pira que se declarase al-
gnn obispo, ó clérigo, ó seglar. Si el d? clarado era obispo, ta
voto valí* mas que el de una docena de Papas, y no sé si diga
que el del mismo S. Pedro : si eclesiástico de inferior drden,
él solo montaba tanto, como setenta ü ochenta obispos; y si le
go, el Espíritu Santo hablaba por «u boca, aunque fuese una
monja ilusa laque hablaba, ¡O santas gentes, quibus hac na-
»:untur in hortis Númina .1
Vaya otro exemplito, que no cita el Sr. Ireneo, como el
de Ntcole, ciertamente porque no 1c tiene cuenta. El sínodo de
Pi»coya es obra del jansenismo, na del francés, sino del i»'1"
«do, que baso el pretexto de piedad, reforma de abusos y d«
la disciplina, éngafíó á Scipion de Ricci para que lo celebra'ra,
«egun nos infófroá el venerable Pió Vi en su bula auctorem fi~
del. Pues con él objeto de propagar este sínodo, y sepultar, si'
le fura? posibKr, esta' bola ¿qué no hizo el jansenismo español?
Lo traduxo-ánuestro idioma, para qu£ la rfacion no careciese de
este libro de oro, tanto mas apreciable para él, quanto se tra
taba entónces' de condenarlo en Roma : que es decir, en la
Babilonia y silla del Anticrhro, según la moderada frase de sus
abuelos Lulero y Calvind. Traducido, lo pres*nftá al ordinaria^
pidiendo licencia para su impresión. Se remitió a lH'cerfsura''
de tres hombres respetables por su sabiduría y por ru virtud,'-
para qu? lo exáminasen separadamtnt?, y diesen su dictamen.
Resalió de la exquisita anatomía qde hiciéron del sínodo estos'
censores,,que baxd un estiló' sedrctor, y cori «1 pretextó de in-
tfo-Jucir la mas' pura creencia y la mas sana moral , con-'
tenia gravísimos errores , y renovaba muchos de los con-'
denados en Bayo, Quesnel y Jansenio. Correspondientes á es
te juicio fuérón los dictámenes. ¿Quién no creería' que habíaft1
de rendirse á esta censura los devotos 'partidarios? Pues no sé**
ficr : apelo, dixéron, apelo de estos' censorés : son jesíñca^'cuyjé5
doctrina confunde el sinodo, y por eso lo detestan. El ordina
rio de Madrid conocía mui bien tas arterías de esta bendita'
gen/e, y quiso quitarles todo pretexto, enviándolo i nueva cen
sura de una ilustre comunidad, á la que no podían oponer la'ta-
cba de jesuítas y mólínístas, que es la común cantinela conque
procuran desacreditar á todos lo'í qüe los conocen y'fóndenanV
sin exceptuar i Papas'y 'Reyes'; 'cómo lo demuestra el Obispó*
de Sisteron Lafiteau en su historia dé la constitución Uní*
génitus.
Luego que supiéron a* donde se había remitido la tPádocí
cton, hete aqní qóe aparácé eí mtfrdélágó! dáiVUo viréífaVy r'«P
vueltas por aquellos cIaus"TOsi SeMírtroduíe eticas céfía^Vy1 nkJf
para dé voltear hastá^que togfá apá'gar ei vifM ' dé*'!dsr;cerrso-
res, y dexarles á-osca'ras : quiero decir, empleo" ' ef 'jáfáihMWS
español todaí*sos' aítes; y puso en movimiento los resortes mal
finos déíü'aírÜfciaí para- ocultar1 lo* erroíes'dei sfníJiló-, yrp«**
5
34 .
suadir que no contenía sino una sana doctrina. Los censores se
ducidos con aquel aparato de compostura humilde y edificante,
que hace una de las principales reglas de su instituto, se dexáron
llevar de sus sugestiones, no supiéron cautelarse, y no creyéron
qoe fuesen de aquellos de quienés dice el evangelio: cavét* ab
í:¿, qui véniunt ai vos in v:stimentis ovium , intrinsecús autem
sunt íup'i rapaces, como de los promotores de] jansesisrao fran
cés lo aseguró Clemente XI. En efecto» los nuevos censores
fuéron sorprehendidos , y se preparaban ya á dar una censura
favorable, Pero un maestro de Ja misma órden respetable
por su instrucción y prudencia , y mui conocedor de las
máximas de esta gente , descubrió á aquellos paüres cMnde
estaba el veneno , y las artes de que el murciélago se habíi
valido para ocultarlo. Vuelven en silos censores, conocen la
v.erdad, y el sínodo sale reprobado como la primera v¿z. Coa
esto parece que ya causa finita est: pero no fué así. No pu?de
ser, dicen de nuevo , que este libro contenga el jansenismo.
Este solo existió en la cabeza de los jesuítas, como ha demos
trado el santísimo acólito Nicole ; y así ensayemos nueva ten
tativa, y acudamos al consejo de Castilla, para que lo remita
á¡ la uuiversidaJ de Salamanca. Mientras, estas diligencias, es
cribe el Papa á nuestro soberano, instruyéndole de los errores
que contenía el sínodo, y en que iban á ser envueltos sus va
sallos con la edición de él. Advertido al rei; llamó para sí es
te negocio, y prohibió que se tratase mas de esta impresión.
■. gNo es así, Señor Irenéo?(Se lo pregunto á V. por que
estaba entónces en Madrid ,, y tenía estrecha amistad con los
fue promovían este asunto, y qué sé yo si algo mas. Tampoco,
ignorará V. que en Salamanca no faltaban doctores , que te
niendo por un ente de razón el jansenismo francés, italiano
y español , se burlaban de los que lo creían. Y sino , oiga W
otra anecdotilla que pasó á un amigo mió,. que podrá ponerle
el texto en las manos, porque está cerca,de V.
Cierto religioso pasó á Salamanca á tener un acto de conclu
siones; algunos doctores viendo su talento, empezaron á Iison-
gearlo, y consiguiéron hacer de él un prosélito. Vuelto á su coa-
rento, empezó j¡ soltar especies sobre, el. duende imagin-.w
del jjnssnismo. Mí buen amigo qoe los huele i cien legua»,
trató de desengañarlo, y para ello le dió á leer las Reflexiones
crítica dogmáticas sobre ¡as obras de i>. Citan, Jansenio, PetiU
f ie, y los nuevos dicfpulos de S. Agustín del P. Honorato de
Sra. María. Le hiciéron fuerza ai joven las especies que leyó
é hizo consulta sobre ellas á su doctor de Salamanca. ¿Y qué
piensa V. le contestaría ? Oigalo para su consuelo. nAinige
m mío ya he dicho i V. que se guarde de los jesuítas i la
r> desfilada, qne en todas partes los hai. Ese cura de quien
» V. me habla, debe serlo Honorato ss empeña en probar
m el ente de razón , que tanto V. como yo sabemos que no
Vi existió. Desprecie. V. los artículos pegados con cola (habla
*) de Sto. Tomas ) y tenga á Febronio , Nicole y el Sínod*
js de Pistoya, y será V. sabio y amante de los sabios. Los ra
li bulas escolásticos le llamarán á V. herege ; pero beati qui
*» persecutionem patiúntur, £¿c." ¿Qué quiere decir esto , Se
Ireneo ? - * . -. .,.'1
Pero acabemos por ahora. Se expidió por fin en Roma la
bula Auctorem fidei: vino i España, y su paso ordinario para
Ja revisión de si contenía algo contra las regalías, era cosa de
un mes. ¿Y quántos meses y años se pasaron antes de publi
carse? Cotéjese la fecha de Roma con la de su publicación en
España. ¿Y quién la detuvo tanto tiempo? Se dirá qú» eií loa
tribunales y secretarías. ¿Pero allí quién la detenía? El mur
ciélago, que sabía mui bien las entradas y salidas de aquellos
salones. El cardenal Lorenzana , entónces inquisidor general,
hizo quanto pudo para su despache ; mas se fué á Rom3 con
el dolor de no verla publicada. El Señor en fin que vela sabré
su Iglesia , dispuso que esta vez triunfase por el mismo medip
con que se le quería oprimir. Callo lo de la impresión del ca^
tecismo jansenista llamado de N ipoles, que se imprimió en este
tiempo, y se repartió traducido hasta á las monjas, aunqpe se
volvió i recoger i petición de obispos y personas aelosas da
nuestra santa fé.' . • , : > ' '.' i ¿ol
Después de estos hechos y otros muchos que pudiera citar
j se podrá decir que no hai jansenismo en España ? Quedemos
pues, en que la discordia sobre la traducción y publie%cio¡i
.del Ntícole y demás obras ,de aquella secta, no fué traída á
JEJspafía , ni fomentada en ella por Jos franceses , sino por el
jnu/íielago : en que yo por haberlo dicho, no trato de fomen
tar esta discordia , sino de que nos libremos de Ja concordia
■con estos malos bichos , que nos traen ni mas ni niénos que
aquel cisma , aquellos estragos y ruina, que S. Pablo nos en
cargaba que evita'semos , quando nos decía : videte concisto-
.nern-.
Volvamos ahora , Señor Conciso , á nuestras cuentas , que
ül respeto del Señor Iceneo NJstactes nos hizo interrumpir. Ya
V« estará viendo por una .parte que ni mis compañeros ni yo
.liemos echado las semillas de esta discordia en que nos halla
mos : y por otra , que para la concordia que Vs. quieren ; no
nos da margen , ni la caridad cristiana , ni el exernplo y doc
trina de Jesucristo , ni e.l espíritu de la iglesia , ni las luces
/nisuifls de Ja irazon. Otra concordia es la que queremos y de
bemos : á saber , que los errores cesen , y que sea respetada
Ja treligion , que Jos que la han ofendido , traten de volver á
#u $en« , y los que ha extraviado la filosoíja, al camino de ja
..Verdad, JSntónces entra bien aquella caridad de Jesucristo 4
-que Vs. nos -citan , que busca al pecador, si este se dexa,fbu#
icar : que lo coa vida;, pero para que salga de sus ycrrosj: que
Ja recibe , pero arrepentido ; y que lo perdona , no para que
continué en insultarlo, sino para que emiende sus insultos y
.desacatos. Esta , esta es la concordia que Vs. deben citarnos,
,esta la que deben buscar , y esta la que yo les ofrezco en el
nombre de este Señor,. que tantas veces se la, tisne ofrecida, J
que todavía les concede tiempo para ella : y en el de su es
posa la iglesia, que llora en Vs. la perdición de tantos hi
jos. No hai otro modo de capitular , ui el evangelio admite
capitulaciones entre Cristo y Belial , ia luz y las tinieblas.
:Si .pues Vs. no admiten esta sola que está en sus. manos y las
.nuestras , cuenten con una guerra eterna,, que comenzaremos
los hijos de la iglesia que ahora vivimos , y que-continuarán
-hasta el fin del mundo todos los que hac castt máneant in Re-
tligione ntpótes , et nati natorum , et qui nascentur ab lilis %
Jo que es infinitamente mas horrible , eu que experimentara.*
piiéí\Uas ¡Dios fu»K .Dios » tqslp el p?so de la venganza é in-
«digaacion del Omnipoteote, Déjense ya, déjense de esta ton
tería., ó.por decir mas,bjep , de esa picardía que han apren
dido de D'Alembert , .de citarnos las máximas de la religión,
para que le dexemos la libertad de combatirla. No señores, no
se la dexarémos por mas que intrjguen , calumnien y amena
cen. Los llamarémos lo que son , y todavía no quieren pare
cer : y nos oira'n constantemente los odiosos epítetos de mafe-
jrjaJ^stas., ájeos , y demás que merezcan : así como los filósofa*
fu viadas ,d,e Jf* ,de este, tiempo , oyéron de la boca de.1 mis*
reo Sa.lv.a.dqr y de la de sus apóstoles, los de ciegos,, guias
de otros ciegos , hipócritas , hijos del diablo , hombres d,or
losas , eceraigos de la cruz de Cristo , pábulo de la muert^
blasfemos , impíos , &c. &c.
Pero ¿ qué autoridad tienen para ello el Rancio , el D¿£»>
ciooarista , el de la Diarrea y lps deroas ? Responderé á esta
pregunta, que el Sr. Conciso nos hace. Sobre las personas nini»
guna autoridad tenemos. [Oh! pues si á mí me la diesen siquie
ra por una semana, esa sería la felicidad de la nación , y aca
so la de Jos filósofos. Pero sobre los escritos la tenemos, y mui
graude. Si el escrito contiene errores condenados ya por la
iglesia, tenemos sobre él la misma autoridad que qualquier ciu
dadano sobre la persona de un vandido, á quien el tribunal ha
pregonado : ó la misma que el Empecinado , Mina, y otros
tales tienen sobre los franceses. Si los errores del papel no son
tan claros , ó hai acerca de si son errores alguna duda , tene
mos sobre él las mismas facultades que los guardas de las puer
tas sobre las personas y mercaderías sospechosas. Los Obispos
ton los jueces á quienes corresponde decidir, que cosa es ó no-
es error. Nosotros,los que debemos llamar la atención, y pro
vocar el sabio zelo de los Obispos. Ellos son los pastores: np¿-
sotrns los mastines (porque entre los perros les hai bu nos co
ma los mastines, y dañinos como los de presa.) Vei.i poes el
pastor sobre el rebaño y sus mastines: y velan los mastines en
auxilio de su pastor. Si el que viene es lobo, y en esto no hai
duda , el buen mastin debe hacer presa de él, y retenerlo has
ta que el pastor venga á darle el chocazo. Pero si. lo que vie.
38
no se sabe sí es lobo ó bnei , ladrón 6 amigo , a! buen mastín
corresponde lalrar y mas ladrar, hasta que lo mande callar el
pastor. De otra manera: los Obispos mdndan engerí": nosotros
somos ios centinelas. Qua:iiio vemos que el que viene es fran
cés , ya sabemos que debe recibírsele con un balazo : quando
dudamos si lo es, estamos obligados á dar un pro a' aire, pa
ra llamar ¡a atención y esperar la orden del ge fe. Por desgra
cia ia invasión que por parte de la filosofía sufre la religw.i,
es tan manifiestamente impía, como indubitablemente es injusta
la que la naeion experimenta por parte de Napoleón. Así pues
como por razou de esta todos debemos chocar con los france
ses , así también por la notoriedad de aquella, todos, tolos
los que nos llamamos cristianos debemos guerrear contra la fi
los ¡i'ii. No echamos , no , á los filósofos de la iglesia; porque
eso le toca á quien tiene la autoridad : pero decimos , y diré-
rnos , que ellos se han saiido de su gremio, y que por este
cri nen deben ser arrojados , no solamente de ella , mas tam
bién de la nación , y aun de la vida ; á no ser que traten se-
ñámente de emendar la que tan impía y perjudicialmente em
plea a.
Digamos una palabrita sobre la impugnación que Vs. lo»
editores del Conciso nos hacen, de agentes de Napoleón; si»
embargo de que a' nadie se le oculta lo que esta impugnación
significa. ¿ Sobre qué fundamentos abracan Vs. una tan piado
sa y cristiana acusación ? Sobre que Buonaparte no busca mat
que desunión y discordia , y nosotros destrozamos todos los mas
ságrados vínculos &c. Aquí sí que nos cogen Vs. en callejón
sin salida. El diantre son para las ratas. Ahora acabo yo de
entender la razón de toda su conducta y doctrina , sobre que
hasta aquí he tenido muchas dificultades. Buonaparte busca h
discordia : y Vs. por llevarle la contraria , le oponen concor
dia y mas concordia. Buonaparte no quiere i Fernando VII:
pues Vs. concordes, ó casi concordes. Buoaaparte nos vienes
ilustrar: Vs. también concuerdan en lo mismo. Buonaparte oos
propoie felicidad y regeneración: regeneración y felicidad nos
anuncian Vs. de acuerdo con S. M. I. y R. Buonaparte no
Quiere frailes: Vs. tampoco. Buonaparte quiere Papas, Qbispot
y clérigos á la apostólica, es decir, de-calzos, y sin mas
caudal quj un garrote: Vs. están convencidos, y trabajan eo
lo mismo. Buonaparte se ha propuesto purificar la religión se
gún el plan de Portális : Vs. en este punió van i echarle la
pierna , si puedan. Buonaparte ha venido á redimirnos del que
él llama feudalismo : Vs. miran como un escándalo aquello de
que haya grandes. Bconaparte ha abolido la Inquisición : Vs»
se esfuerzan á que subsista para siempre esta piadosa obra de
B'ionaparte. Buonaparte se ha declarado protector del teatro,
como precursor que es de sus victorias , y lugar de su acción
de gracias: Vs. también han trabajado para que vuelva á Cá
diz este gran bien. Buonaparte por sus beneficios y promesas
ha empinado en la predicación de estas máximas á Arribas,
Azanza , Sotelo , Estala , Morati n , y i otros varios condiscí
pulos de Vs. , inclusos algunos clérigos , como Azeijas , Lló
rente , &c. : Vs. sin prest ni esperanzas ( como piadosamente
presumo) están haciendo lo mismo que aquellos por los discur
sos que imprimen. No en vano, Sr. Conciso, el mariscal SoulC
ansia por los pipeles de V., así como ansió por la represen
tación de las damas españolas á Jorge III , que le costó una
expedición á Ayamonte. En fin , señores , Buonaparte nada
qmttj para sembrar entre nosotros la discordia : pero Vs. se la
han entendido bien , y se manejan con él , como aquella mu-
ger de quien se cuenta que viendo i su marido empeñado ea
que el burro entras? por la puerta de la casa al revés de co
mo debia entrar , á fin de provocarla á que le condoxese; tan
léxos estuvo de contribuir á la discordia , que por el contra
rio le contextó: dices ¿ie», hombre: este picaro no quiere en
trar como debe ; y no ha de salirse con la suya. Empújalo tá
por la cabeza , y yo tiraré de él por ú rabo , y verás coma
entra. Es verdad , que por causa de esta concordia que Vs.
tienen con Buonaparte, se han suscitado, y siguen suscitán
dose entre nosotros varias discordias : mas esto do le hace.
El busilis está en que no lo digo de pura cortedad.
Ahora , lo que yo no podía atar con esto , era lo que Vs.
nos dicen por las siguientes palabras , que merecían haberse
estampado en letras gordas. „ ¿ Y contra quien se estrellan t:
4°
„ Precisamente contra los que han declarado guerra abierta
9* á Btionaparte : contra lós que se afanan pnr descubrir s'is
r> intrigas é iniquidades, y ha"cer pasar á todos los'hombres el
j» odio inextinguible que le' han jurado. w Declararse abierta-
«tente en guerra con Buonaparte , decía yo entre mí y al
nfismo tiempo pensar en todo y" por todo como ét , y tratar
de hacer todo lo que él hace •• descubrir sus intrigaré iniqui<
diales , y luego plantar sus iniquidades é' intrigas: haeer pa-
shr á todos los hombres un odio inextinguible^ hijo (3Í es nada)
del Juramento , y emular las heróicas accíotaes , por dortde
Huohaparte sé hecho acreedor á' este' «dio. ¿ quién , Dios
mió , quién ha de entender esto? ¿ Qj'íén ha dé ser'eapazde
combinarlo ? Créanme Vs. ó no me crean: r/ras de quatro no
ches perdí el sueño buscando la salida i esta dificultad, has*
ta que en una de ellas me ocurrió ár la memoria el siguiente
suceso, que voi á referir á Vs. por modo dé parábotá.
Había recibido, y estaba a'gásajando efl str'casá'al-qbarés-
ifíal de cierto pueblo , uní) de los ricos qué mas figura1 hicían
en él. El quarespjal tenía formado de este sO hueáped 't&do el
b"ben conceoí« qua' sus beneficios le exígian': lo ofa'como i
ota:ulo,.y" desbaba ocasiones eíi q"ue complacérfov Mas' su bien
hechor nó le presentaba otra que las' rríuctfás instancias que le
hacía, para que predicase mas y mas contra la usura; asegu
rándole ser este el vicio dominante del pueblo. Hacíase peda
zos el buen fraile en el pulpito, multiplicando fuertes invecti
vas contra las usuras y usureros , sin qué su" huespéd 'desistíe-
se dé repetirle el mismo encargo coTitln'íia'meh're. AlgunilS' per
sonas se determinaron á hacer preSenfe'al q"'u'aYesrn'al'e1;'p'elMo1
ei que estaba de perder el b'ien que'recfbia'de'sh"' bienhechor!'
porque le díxéron, el usurero que aqui es corfocido" por tal,eí
su huésped de V. : las pinturas que V. hace de la usura , no
parece sino que las saca de su conducta , y i nosotros nos da
lástima de que á fuerza de tanto predicar contra ese vicio, cai
ga V. en desgracia suya , y tenga que salir de la C3sa, para ir
¿ costearse en otra. Aprovechó elquaresmil este aviso, y se de-
xó de hablar acerca de la usura , por contemplar ya inútil es
te asunto, convirtiéndose á reprehender lo»- otros vicios que do-
41
minaban en' elpueblo. Ex'nfld <?! hotfpri! h norerfrd .-y fiza
ron tantss las veces que reconvino al padre acerca de eiJá, que
últimamente, habiendo el fraile perdido la paciencia, nn pi»r-
,do méoos que contestarle: ¡Cómo quiere V. que 'yo predique-,
•y mas .predique centra la usura ,. siendo asi que según mucjíft
ttne informan, aquí no hai otro, sino V. , que sea y tenga fania,
de usurero^ Es verdad padre , Je respondió eí huésped n¡'.:v
franqui'o: es verdad eso que le han dicho* pero ha de soler
J^,, que han dado en Jgvqolarse algunos raterillus , que ro not
dexan medrar ; y quisiera que V. me los espantase., S íípres fi-
Jdfofps :f -será BuQoaparte ese raterilla , que Vs. quier tp
que lp espantemos ?, Yo ruego á todo buen esp^no-l, que I a
con reflexión 1? obra de Macedo 0 Segredo revelado,] for
me después el juicio que le pareciere.
.Pongo, amigo mió , fin á esta carta , y con ella á Jas re»
fUüi ¿pes que hace muchos d,'as deseaba manifestar á esos ca»
•talleros , que de liberales se nos han trasformado rípemina-
mente en teólogos. Pienso en la que siga entenderme en d. re
chura cen el Señor heneo Nistaetes , que de teólego y aun al
go mas que Jo suponíamos . se nos ha convertido en..„. qué seí
yo. Las circunstancias de la persona piden , que siquiera por
esta vez me entienda con él separadamente de la turba; muirá
de periodistas. Sin embargo irá la carta por el conducto de
V.; pues quiero ahorrarle el porte , y dársela con la impresión
costeada, por el mismo órden con que él dió al púhlio la pre
ciosa producción, que me dedica. Entretanto páselo V. bk-rr,
y disponga á su voluntad de la ranciosa y constante afición
con que queda tan suyo como siempre , su arnigj y servidor
q.s. m. «... .'. ■ ,.'
EN LA PERSONA
DE SU PROCURADOR GENERAL
IRENEO NISTACTES.
REIMPRESA EN MALLORCA.
(1) Sie equidem causa finita est : non tamen tic , ut par
trat , finitus est error apostólico toties mucróne percussus : ñe
que enim defuere , mee adhuc desuní hómines , veritati non ac-
quiescentes , et numquam Ecclesiee contradicendi finem facientis,
qui variis distinctionibus , seu potius effugiis , ad etrcunventit-
nem erroris excogitatis , Ecclesiam turbare , tamque intermina-
*M quastienibus , quantum in ipsis est ; invólveri , et implicare
conantur.
(a) Variasque hareses , et potfssimum illas , qua in famo-
sis Jansenii propositionibus , et quidem in eo sensu : in qu» h<e
damnatct fueruní, acceptis, cmúnentury manifesté innovantes £¿í.
14
endulzar la doctrina de su maestro , cancluye diciendo que
estos caballeros se apartan de los errores condenados , no en
el sentido , sino en las palabras : vsrbis ¡taque , non re , Theó-
Jogi illi sunt á damnaíis erróribus alient. Ruego á todo afi
cionado que haga por leer el citado párrafo , y el que le si
gue. Con ellos hasta para derribar este achiles de que Y.
se vale, Sr. Nistactes. Tenemos pues que son jansenismo
las cinco proposiciones de Jansenio], aun quando no se estam
pen y digan según los términos en que V. Jas tiene de memo
ria , y puede recitarlas ahora mismo.
Pero pregunto yo ahora mismo ¿ y estos discípulos ó hijos
de Jansenio, de cuya no interrumpida succesion nos dan testi
monio las bulas apostólicas , no han añadido alguna cosita á
la doctrina de su maestro ? ¿Sí han contentado con ser reloxes
de repetición ? ¿No han hecho algunas especulaciones con ese
capital que heredaron de su buen padre? Injuria sería de per
sonas tan recomendables sospecharlo siquiera. Mui por el con
trario : ellos en este punto han aventajado á quantos en toda la
historia de la iglesia consta haber tomado á su cargo la defensa
de los errores, y la vindicación de los errantes. Dio el Papa
Urbano VIII. su constitución In eminenti año de 1641, en que
condenó el Augustinus , como libro que contenía muchas de
las proposiciones condenadas por sus predecesores. Salieron al
instante los hijos defendiendo el honor de su padre , diciendo
unos, que la bula In emimnti era subrepticia , como se echa
de ver por la proposición que cendenó Alexandro VIII , y
asiéndose otros de una coma mal puesta en algunos exemplares
de la bula en que Gregorio XIII condenaba las proposiciones
de Bayo , para asegurar que ellas podían defenderst en rigor ,
y en el sentido propio que habían tenido á la vista sus autores •
debiendo decir, y diciendo la bula original todo lo contrallo.
Quiso Inocencio X quitar de enmedio estos asideros, exa
minando y calificando , como efectivamente lo hizo en juicio
contradictorio , todas y cada una de los cinco proposiciones i
y oyendo á los cinco diputados que estuvieron por la defensa
de ellas á nombre de toda la pandilla. Dio en 1653 su ^u'a
Cum oceasidne , en que las condenó con todos los requisito» que
15
parecían necesitarse , y cerró así las ptertasá todas las cavila
ciones y quisquillas que hasta entonces se habían suscitado.
Mas este decreto dio en varones constantes , que en vez de ce
der , se alborotaron mas, é inventaron las especies de que Ja$_
cinco proposiciones no ettaban enjansenio , ó de que si estaban ,
no en el sentido en que se habían lomado para la condenación ,
como consta de Ja bula Ad sanctam B. Petri del Papa Alexan-
VII. arriba citada: y añadieron la famosa distinción del hecho
y del derecho en la condenación de doctrinas , que dio ocasioa
á la citada bula, y á la del mismo Alejandro Regiminis apostó-
Kci , en la que se trató de evitar todo subterfugio por la subs
cripción al formulario. Parecía no quedar ya mas arbitrio; pe
ro Dios nos libre de un entendimiento á quien la voluntad ha
apresado : él ha de salir aunque sea por Ja chimenea. Se in
ventó el famoso caso de conciencia : y se enseño que se cum
plía con la abediencia debida á la Iglesia en la condenación de
las proposiciones, guardando exteriormente un respetuoso si
lencio , aun quando interiormente se estuviese diciendo tixere-
tas. (i) Tiene V. pues aquí, si no lo ha por enojo, al janse
nismo algo mas medrado de como salió del Augustinus'. merced
á sus tutores y curadores , que no dexáron cavilación alguna á
fin de defenderlo contra la autoridad de la Iglesia.
Mas ni con esto se contentó la notoria probidad y católico
ztlo de estos buenos hijos de aquella buena madre. De la defen
siva tomaron la ofensiva : llamaron en su socorro tropas auxi
liares : de cinco solas baterías que estaban asentadas contra la
ciudad de Dios, levantaron quinientas : deduxéron muchas
\
de hacer también tortas para otros que igualmente las me
recen. Anatematizemos a' los que en la proposición 29 con
denada por Alejandro Vil , llaman fútil y muchas veces ar
rancada de raíz la asircisn de la infabilidad del romano
Pontífice en la determinaron de las qiiestiones defé(i).: i,
los que en la 30 autorizan á qualquiera , para que luego
que encuentren alguna doctrina claramente fundada en San
Agustín , puedan sostenerla y enseñarla sin respeto á bula al- ,
gana pontificia ( a ) : á los que aseguran en la 31 ,
que la bula de Urbano Vil . In eininínti es subrep
ticia ( 3 ). Anatematizamos á ios que estamparon , y i los
que< repiten las proposiciones que arriba cité, condenadas por
el clero galicano , relativas i que los decretos pontificios no
habían hecho otra cosa que irritar las divisiones y disputas,
con otras iguales que se pueden leer en Graveson. Anatema
tizemos en fin - a' los que imitando la conducta del devoto,
padre Quesnel , se m>9<dexan"? "venir' coti esta devotísima pro
posición , que es la 93 de las condenadas. Jesús á veces sa
na las heridas que sin mandato suyo ocasiona la precipita
ción de los primeros pastores : Jesús restituye lo que ellos par
un zelo inconsiderado despedazan (4). Si señor , padre be
neficiado , anatematizemos» ¿rodo' -éütcl\ y verá V. comoj;«e
acaban mas do quatro equivocaciones. ¿ A que hombre Ae
razón le ocurre citar las invectivas de galeotes y presidiarios
contra la autoridad de los tribunales y jueces , y contra la
justicia de sus sentencias? • **» — -
■ . ....... flUTii ■ ij; „i. , , ■ , .., ,
(1) Fútilis et toties convulsa est assertio de Pontificis Ro-
mani supra Conciliúm (Ecumenicum auctoritate y atque in fi-
dei quastionibus dicernendis infallibilitate. Kurez pag. 333.
(2) Ubi quis invenerit doctrinamin Agustino clari fun-
datam^ Mam absolute patest tenere+et docere , non respkien-
do ad ullam Pontificis Bullam. pag. 334. ■*..' ■•• ,*
(3) Bblla Urbani ^///eminenti , est subrepticia pág. 336*
(4) Jetus quandoque sanat vulnera , quee praeeps prima-
rum Pastorum festinatio infiigit sine ipsius mandato : Jesús
restituí? quodipsi .inconsiderato zelo rescíndante
28
■ Ya que hemos tocado en materia de imputaciones, no
pnedo menos que significar á V. mi mucha admiración, al
Terlo usar perpetuamente de ellas como de un principio y
un lugar común , el mas apto para deshacer equivocaciones.
Digo yo : los jansenistas son rebeldes á los decretos de U
silla apostólica. Responde V. : también en escritos públicos
la silla apostólica ha sido imputada de jansenismo : con
que patas. Estampo yo que los jansenistas piden para la
penitencia y eucaristía disposiciones- imposibles á nuestra
flaqueza. Responde V. qüe lo mismo se ha dicho de un mi
llón de verdaderos católicos :< conque vayase lo uno por lo otro.
Aseguré y vuelvo á asegurar , que hai jansenistas. Me cita
V. en contra que muchos , que seguramente no lo fueron ni
son, han sido imputados de tales : ergo jansenistas y janse
nismo no son mas que un apodo, ana cantinela, una vi
sión , una imaginación y mucho mas. Por las órdenes que
tengo que ni en Ins Tópicas :de Aristóteles , ni en la lógi
ca de Port-royal he visto cosa alguna que dé fundamento, ó
se parezca a' este modo de filosofar. Vaya un ensayo de é!.
£1 inocente ó la inoceneia misma por esencia fué puesto
en el suplicio de los ladrones : luego todos los que como él
fueron crucificados también eran inocentes. . Item.: no ha
habido en el mundo , ni habrá un solo hambre de bien , &
quien los picaros no hayan imputado lo que han querido:
luego son hombres de bien todos los que sufrieron la impu
tación de los mismos d iguales delitos, j Válgame Dios , S*.
lreneo l-r Qué un hombre como. V-.se nos dexe venir coa
estas cosas!'' ■ "¡ ■ i .1
r ' ^Convengo en que se ha hecho mucho abuso de la im
putación ; pero este abuso ha venido á la sombra de un
uso legitimo. Sepáreme V. cosas de cosas , y no se me ande
por Dios saltando de un particular á otro ; pues hasta los
boyeros y arrieros saben que porque yd- no' sea v¿ g. ru
bio, no se sigue que no haya rubios en el mundo. Es cer
tísimo que han sido imputados de jansenismo muchos que
en ninguna manera lo merecían ; asi como desde que el san
to de los santos fue imputado de seducción , todos los que han
29
sido sayos han pasado en boca de muchos perversos, y aun:
se trata entre los filósofos de que en el dia continúen pa
sando , por seductores. Mas no se me apure V. per eso; por-,
que asi como Jesucristo resucitó al tercero dia de entre los
muertos asi también han resucitado ellos de entre los janse
nistas dentro de un breve tiempo , y se han quedado tan ca
tólicos como eran para todos los siglos de los siglos. Por el
contrario , han sido jansenistas los muchos que lo han sido,
sin querer parecerlo , y con este designio han trabajado, y
buscado quien trabaje , en pintarse, y en que nos los pin
ten por católicos y por santos. Pero ¿y que han conseguido coa
tito ? Lo mismo que el que se empeña en lavar y relavar á
ua etiope , que mientras mas lo lava , mejor le descubre lo
negro. Dexenos V. pues dar á cada cosa su ncmbre : mayor
mente sobre una materia en qu? nos interesa tanto saber coa
quien hablamos , y quien nos habla. £1 qu: fuere jansenista,
que pase por tal : para eso lo ha ganado ó lo gana , para
echárselo encima. El que no lo fuere , mayormente en el
dia de hoy, él sabrá no pasar por tal , sin necesitar de procu
rador; y en caso de necesitarlo , podrá contar, y segura
mente contará , con el repetido patrocinio de la silla aposr
tolica , de cuyos decretos me hace V. transgresor , no por
méritos mios , sino por su mucha bondad , como veremos en
adelante. Contará también con la defensa de todos los hijos
de la Iglesia, que á su tiempo lo indemnizarán del agravio que
le hubiere hecho qualquiera pluma ó lengua maldeciente. Es ver
dad que hai algunos de quienes se puede dudar, porque ea sus
escritos no atinamos si son flores si no son flores. Mas oiga V.
sobre estos mi dictamen. Si murieron ,en la comunión déla
Iglesia , y fueron de aquellos primeros que balanzearon en
medio del calor de la disputa, v. g. los que subscribieron al
infausto caso (como se llama uno de ellos) de conciencia, yo
no tendré dificultad en disculparlos , diciendo que erraron ,
no en el derecho , sino en el hecho , que les pintaron con
colores extraños : asi como entre otros de la antigüedad erró
Juan de Antioquía, no porque dividió á Jesucristo , como ha
cia su amigo Nestorio , sino porque no crejó que lo diyi?
3°
día eite su amigo : y asi* como ( para poner un exemplo de
la misma materia que tratamos ) San Vicente Paul conserró
mui buena correspondencia con los patriarcas de] jansenismo,:
antes de enterarse en el asunto : mas luego que se impuso
bien , biso todos sus esfuerzos , nos dice la Iglesia en sus
lecciones paraque serpentes errores, quos simal sensit , el ex-
horruit, amputar entur , debitaque judi:iis aposteücis obedien-
lia prcestorctur ab ómnibus. Esto se entiende con respecto á
los jansenistas dudosos de entonces ; pero no á los de ahorat
Por' lo que hace á su juicio público, esperare*, como de
bo , el de la iglesia ; mas por lo que pertenece i mi opinión
privada , llevo la misma que la Iglesia lleva , quando la du
da no es sobre la persona y sus hechos , sino sobre el dog-
mi. Dubius ta fide hteréti¿us est. Herege , es dice la Iglesia,
el que duda' de la verdad de lo que nos enseña h fe : jan
senista es , digo yo el- que en el dia de hoy después de tan
tas , tan solemnes y notorns decisiones de la Iglesia, se an
da todavía dudando si hay ó no jausenismo , si las propo
siciones son ó no como las sintió y escribió Jansenio , si
hemos de estar á su condenación y á las de tantas otras de
sus discípulos y amigos , y en fin otras ¿numerables dudas pa
recidas á estas y mas perjudiciales en mi concepto á la IglJ-
sia , que lo que pudiera serio una abierta profesión de los er«
rores. Asi que, Sr. Nistactes , V. por Caridad deshaga dos
equivocaciones de á treinta y seis, que ha hecho en este punto.
Li primera, en argüir que Nicolí, por exemplo no es jansenista,
porque no lo han sido ni Sin Carlos , ni ios Cardenales Bona,
Noris y Águirre : y la segunda, en hacer un totum rtvolutum
de santos , católicos , jansenistas , y sospechosos de jansenis
mo , tomado seguramente de aquel otro que hacia D. Quixo-
te , para probar la existencia de su andante caballería , en
que tan aprisa se citaban los verdaderos hechos de los bíroes
de nuestra historia , como las disparatadas aventuras d< los
fabulosos andantes.
Tenemos ya averiguados , si V. no lo ha por enojo, la
existencia , esencia y atributos del jansenismo. Vamos ahora
i d*cir alguna cosita sobre su génesis : quiera decjr , sabré- la
alcurnia de donde nos vinó. j Pobre S. Agustín I ¿Quien
habia de haberte dicho que habían de arrastrarte por los ca
bellos , para que con tu celestial doctrina protegieses una
de las mas atroces heregias en la fe , y uno de los mayores
absurdos en la filosofía ? j Pebre Sto. Tomas , pobre Escoto,
pobres discípulos de ambos i j Bueua familia por cierto esrá *
empeñada en emparentar con vosotros ! El primer inventor
de esta tramoya fué Monsieur Juan Calvino , que para ha
cer á Dios tapadera de las muchas maldades que cometió, lo
hizo único autor de lo bueno y malo que hacen los hom
bres dexando á estos sin libre albedrío : y no encontrando
como dar colorido á esa novedad , se olvidó del alto des
precio con que por costumbre trataba á todos lo» padres
de la Iglesia , y echó mano de algunos textos de S. Agustín,
que todo lo decían , menos aquello para que los citaba. Mi
guel Bayo después á fuerza de leer i Calvino , creyó que
también leía á S. Agustín. Treinta veces , dice el obispo de
ipres que lo leyó en las materias de gracia , para dar á
luz su Augiutinus; porque otras tantas fueron necesarias pa
ra poder violentar á la mayor antorcha de la Iglesia á
(,ue diiese lo que no decia , y para esparcir á su nombre las
iras densas tinieblas. Tampoco se olvidó Jansenio de Sto. To-
r.as , de quien dice que fué el fiel interprete de S. Agus
tín , y á quien con el pretexto de esta verdad supuso pro
tector de sus menriras. Condenado el jansenismo por la Igle
sia . salieron los sectarios diciendo que en él fué condena
da la gracia eficaz de los tomistas , y siendo en este punto
uaiform.es los sentimientos de ambas escuelas, me añade V.
¿.sora , y con razón , que si lo que yo digo es como V. me
lo interpreta , impugno y desacredito á los escotistas , y
mucho mas ( para que nadie quede quejoso ) í los moder
nos agustinianos. Ttmtce molit erot Rotnanam condere gen-
iem. Un personage como el jansenismo no se contenta con
menos parentela.
\ Válgame Dio» , Sr» Ireneo ! ; Lo que son las cosas de
este mundo 1 ¿ No halló V. aqui ninguna equivocación que
deshacer ? ¡ Voto á tantos, que quíea se traga esta genealo
3»
g(a , es capaz de tragarse los metamorfosis de Ovidio" ! Pnet
Sí. , no hay tai cosa : ni el jansenismo tiene tales pariente», ni
los testimonios con que quiere probarlo son legítimos , til
ya debe ser oido en este punto , pasado tantas veces en au
toridad de cosa juzgada. El mismo tribunal que tan inflexi
ble ha sido contra el jansenismo , y que con tanta justicia
lo condenó , ha tomado á su careo la defensa de las dos an-
-tochas de la Iglesia Agustín y Tomas , contra las imputa
ciones de los jansenistas : y al paso que ha descargado Mi
rayos sobre los errores del Augusúnus de Ipres , ha cano
nizado mas y mas la del Augustino de Hipona , ha casti
gado la temeridad de los errores que lo querían traer en
su patrocinio, y ha añadido á los antiguos epítetos de su
doctrirfa y de la de su discípulo Tomas , los nuevos de ¿f
gurisima é inconcusa . El mismo tribunal que rio ha de-
xado i sol ni sombra á los j inseaistas , y que para exter
minarlos se ha expuesto á las infinitas penas ( tal vez U
■de hoy es una) que estos le han hecho sufrir, ha tolerado,
ha amado , ha distinguido con no interrumpidas prueba!
de la mas alta estimación i los omistas , á los escotistas,
i los molinistas , i los nuevos agustinianos , y si acaso hai
otras escuelas católicas que yo no conozca , á las restantes
-escuelas católicas, sus amadas y favorecidas hijas. Ya ' •
re que este hecho no está recogido de las praderas i'
Bourgsfontaine.
Omito los fundamentos que ha leudo la Iglesia par*
juzgar asi , porque qualquiera puede verlos con mas clari
dad qu ■ ii del medio día en ios ¡numerables católicos qu«
desde Jansenio acá han tratado de la materia , han contra
puesto á las proposiciones de Jansenio las contrarías de 5«
Agustín, han mostrado la violencia hecha í los textos dees-
- te Santo Doctor , han impugnado las novedades con la uni
forme doctrina de los demás doctores católicos , y han pues
to en materia en un punto de vista , que palpan la ver
dad hasta los ciegos. ¿ Como pues V. , Sr. Nistactes , en vez
de aclarar este punto , afecta equivocarlo ? Si es asi 6 no,
lo veremos después. Por ahora lo que nos importa es que
33
iepa todo ti mundo que los jansenistas ni han sido ni
ion católico! , ni io pueden ser , ínterin no olviden hasta
el nombre de jansenistas : y que las otras escuelas ds la Igle
sia nada tienen que ver con Jansenio y los suyos. Lo su
pongo en primer lugar de los congruistas , á quienes el par
tido llama á boca llena hereges ; i pesar de que la Iglesia
no se la ha llamado , y prohibe severamente que se les
llame. Lo supongo también de los escotistas , que desde
que Bayo comenzó á esparcir las novedades , no pararon á
á sol ni á sombra basta conseguir de la Iglesia la condena
ción , y del mismo Bayo la retractación de su doctrina: pe»
cado que estos buenos hijos de la Iglesia han pagado y es
tán pagando , en el odio con que los ha perseguido y per
sigue la secta , y en el indigno aunque glorioso epíteto pa
ra ellos * que tanto esta como su ahijada la filosofía liberal
les da de andrajos de 5. Francisco. No ha muchos diás que
lo estampó asi en un escrito cierto español liberal de los
de Soult. Por los tomistas , ademas de lo mucho y muy
bueno que ellos han dicho , hablan del modo menos sospe
choso los tres jesuítas Juan Martin Ripalda , Antonio Mo-
raines y Francisco Annato : pero mas decisivamente y más sin
réplica de todos los devotos , el Sr. Obispo de Ipres D. Cor-
nelio Jansenio, enseñando en el tom. 4. cap. 20. que el con
curso , la moción y predeterminación física no eran mas que
enredos de la filosofía aristotélica , y tonterías que sacadas
de las clases de la dialéctica , y mal aplicadas á la teo
logía , habían adulterado la pureza de la celestial medicina.
I/o mismo repite también en el tom. 3. lib. 8 : y no tenien
do yo gana de copiarlo, remito á quien quiera verlo á
Graveson en el coloquio 2. de la historia eclesiástica del si
glo XVII. pagina 95. de la edición veneciana de 1736 ,
que- rovo para copiarlo la paciencia que yo no tengo.
Nos quedan únicamente los modernos hijos de S. Agus
tín , que como dice Berti , se diferencian en alguna cosa
de los tomistas , y con quienes V. ,• Sr. Nisfactes , trata
buenamente de comprometerme. Pues quiero que sepa que yo
n» he laido al P. Villaroig, que esta es la segunda vez que
£
lo he oido citar , que 'sus instituciones no están , como V. bar
soñado, en la librería adonde le llevó el sueño , ni son taa
conocidas en Sevilla ni efl la Andalucia , que pueda ase
gurarse de nadie qie sacó de ellas el argumento , y se guar
dó en el buche la respuesta. Podrá ser que con el tiempo
se vaya haciendo célebre esta obra, por ahora está recien-
nacida,, y ty. sabe que hasta después de muertos no se ca
nonizan los santos. Pero si no conozco á Villaroig , conoz
co i al cardenal de Noris y á Cristiano Lupo, dos grandes
ornamentos de la religión de S. AgUstin y de la católica en
los .últimos siglos : y mas que á estos conozco al célebre Lo-
reuzo Berti , que.es el libro maestro de esta escuela reco
mendable : y estoy viendo por ¡nis ojos , y palpando con mis
mismas manos , que todos tres, y muchos otros que el ul
timo cita , han sido y son el azote del jansenismo , y han
trabajado admirablemente hasta poner mas claro que la luz de!
•dia,', que el tal pegote no cabe ni puede caber en la doc
trina de este su santo patriarca y luminar mayor de la Igle
sia 'católica , por mas que en ello se hayan empeñado y
-empeñen algunos bribonzueios. Pido á todos los teólogos qu*
hagan por leer el libro XVII. de Berti De htsresi jarse-
uíflflfl', que cité arriba. Pocos tratan la materia con !a cla
ridad , nervio y eloqíiencia que este sabio. Pido vuelvo á
.decir , que lo» lean ,. y - despues . de leido me digan , si pa
ra citarlo tiá eí'y á sus discípulos por el jansenismo, no se
necesita de mas frente que la que presenta la fábrica del
tabaco. de Sevilhi.^' •
Quisiera yo , Sr. Ireneo , que pues V. dice que trata d¿
quitarlas^ no nos metiese en tantas equivocaciones, como acer
ca del . nacimiento y enlaces de su ahijado nos mete en la
advertencia i introduacion ,y nos repite tea casi- todas las
lineas de su famoso escríto. Quisiera, que no nos dixese que
• los franceses nos metieron en España ¡a discordia teológica
del jansenismo : porque en primor lugar, esta discordia dtb¿
llamarse , mas bien que teológica , herética ; y en seguudoi
■no fueron los franceses los que la metieron , sino ciertoscoo-
-trabandistas españoles, movidos para.ellot.de, lo misino que
.- 3$'.
todos los otros contrabandistas , á saber del interés-, tomando
esta palabra no solo por el oro , mas también por lo que •
lo vale. Quisiera que emendase V. la expresión en que diee:
hgrando que se dividiesen- en bandos nuestras escuelas , co--
un) lo estaban las suyas : porque: ni el jansenismo es ban
do de escuela , ni en- la Francia se íonoció mas escuela de .
¿1 que la de Port-royal , ni hay tales carneros de que el jan--
senismo haya entrado en las escuelas españolas , ni dividido-
las en bandos. Antes de él había las mismas escuelas que
hay ahora, á excepción de la de los agustinianos recientes,
que se pueden considerar como nueva rama de tomistas: Des
pués de éi permanecen las mismas, sin que haya occúrridó
novedad. Los bandos y divisiones de ogaño son los mismísimo*
de antaño : bandos , fundados en meras opiniones, que en na
da ofenden la unidad y pureza de la fe, y contribuyen mucho
á la ilustración de los ingenios:' y divisiones, que lejos 'dé
transcender hasta la caridad, y de rasgar la túnica inconsútil dé
Jesucristo , visten á la Iglesia su esposa de una agradable va-*'1
riedad. Quisiera , que no hubiese V. añadido aquello de que
se tildasen de jansenismo española católicos : y mas abaxo , unx
'lamentable desunión y rivalidad de personas eclesiásticas , de
•cuerpos , y de familias enteras. Que de quando en quando el
hombre enemigo haya sembrado algo de desunión entre nosc-
tros . nadie lo negara' ; pero ni tampoco que esta desunión
no haya sido jamas por cosa de Jansenio ni de jansenistas:
-que apenas la ha habido por qualquier otro motivo digno
•de atención , ha acudido el santo tribunal de la fe á su re-
- medio. Españoles católicos tachados de jansenistas , si' sefíor :
por mas señas que la Iglesia al punto ha condenado los libros
en que se les hacia este agravio : pero cuerpos y familias en
teras divididos por esta causa , ni la España los ha visto,
•ni COR el favor de Dios los vera'. En los choques literarios
de tomistas y jesuítas solia haber algo que se pareciese á es-
to , aunque jamas lo era. Decia el jesuita que la premoción
física quitaba la libertad : respondía el tomista que la cien
cia media olía al semipelagianismo ; perú todo esto era <uia
argumenti , y mientras el . argumento .duraba , y después del
3*
«jual el jesuita y el tomista quedaban tan católicos y tan ami
gos , como antes de haberse hecho esta argumentación d> ab
surdo. Por otra parte , el tribunal de la Inquisición estaba
á la vista, para ocurrir según los decretos apostólicos á qual-
quiera demasía que hubiese : de manera , que todos , griegos,
y troyanos , tenían un negocio común , que era el de la fe
católica , y unas guerras galanas entre sí sobre cosas de li
bre opinión , que al mismo tiempo que fomentaban la emu
lación en los cuerpos particulares , contribuían lo que no
«s decible á la causa e interés del cuerpo universal.
He dicho todo esto , Sr. Nistactes , porque me parece que
V, está en punto de jansenismo como D. Quísote en el de
caballerías , que todo lo convertía en aventuras , en encan
tamentos y castillos. Sabe V. que en las escuelas españolas
ha habido , como en todas , sus altas y sus baxas : y esto
le basta para creer que las ákas y baxas han sido por
el jansenismo. Pues no señor : que en España no ha habi
do jansenismo hasta de medid siglo á esta parte , y ese an
duvo embozado hasta que ahora poquito comenzó á quitarse
el embozo. Oyó V. que en Sevilla había habido un cho
que entre agustinos y tomistas : y sobre este choque, que
ni con doscientas leguas tocaba en la materia, ya supone
V. un jansenismo tamaño como el gigante Paadafilando de
gollado por D. Quijote en la venta : ya se admira de que
un frayle agustino entre ea el convento de San Pablo : ya
da por supuesto que es la conversación favorita del pueblo,
y la controversia de que tienen noticia hasta los capitanes de
fragata ; y ya prepara una batalla como la que dispuso D.
Quixote entre las dos manadas de carneros, haciéndome »
mi el Pentapoiin de una de ellas. No señor, no hay tal co
sa. Las disputas de los frailes unos con otros son sobre si
Ja idea de Dioses ó no innata : sobre si las almas de los
-chiquillos que mueren sin bautismo , ademas de la de daño,
padecerán alguna pena de sentido ;. y sobre otras á este te
nor. El choque de los agustinos y tomistas no fue ni á fa
vor ni en contra de Jansenio , sino sobre punto de que ai
siquiera hablan los jansenistas : y aunque produxo su
de quexa y dé etiqueta , no corló ni la unión de los cuer
pos ni mucho menos la amistad estimación , visitas y ser
vicios de los particulares, que han subsistido, subsisten y
subsistirán. Del jansenismo no se habla en Sevilla , ni aun
creo que en toda la Andalucía ; ni hay quien Jo promueva,
al menos en lo público, ni quien lo impugne, pues no me
acuerdo de habar visto conclusiones sobre él : y si añado que
ai siquiera quien lo presuma , diré una cosa que pasó por
mi , y que en el día esta' pasando por otros, Conque á otra
parte con ese sueño , Sr. Nistactes. Conténtese V. con la
epidemia de vómito negro que sufrió la Andalucía , ademas
de la de franceses que está sufriendo coa el resto de la Es
paña , y no quiera pegarle esa nueva peste , que ea mi
concepto es mas mala que las otras dos. ¿ Con qué concien
cia se atreve V. á pintarme como empeñado en traer esta dis
cordia ? 807 yo por ventura abogado , escribano ó procurador,
que es la gente que vive de ellas ? No señor ; yo ni he si
do , ni soi , ni quiero ser pescador , para desear rios revuel
tos .
Mas dado caso que el diablo me hubiese tentado, y
yo consentido en la tentación , creo que ni el mismo diablo
era capaz de dar en el disparate que V. me supone , de
que aspiro á meter la discordia entre los frailes. ¡ Para fies-
tedias va la zorral Asi se cuenta haber dicho una , que
acosada de los podencos tropezó con una guitarra. ¡ Para
¿estechas están los frailes 1 Si se han quedado en los paí
ses que el enemigo ocupa , después del despejo general que
•han sufrido de quanto poseían , en un dos por tres se hallan
con las bocas de los fusiles á los pechos. Si se acogen á loe
liberales , los mas benignos de entre estos quieren que va
yan á tomar un fusil. Si se oye á los periodistas , que son
la quinta esencia de la liberal filosofía , el gitano , el có
mico , el mulato , el negro , y hasta el pregonero y verdu
go., -deben continuar en el goze de ios derechos que tenían,
y no sé quantas otras cosas mas ; pero el pobre fraile no
-•abe ya lo que es : si pertenece á la especie humana , 6
si lo contarán .ea el numero de .las fieras : si es individuo de
nuestra península, ó si tendrá que ir á avecindarse ls one-
va Zembla . ó tal vez á bascar acogida entre ios habitantes
de la lona; pues los deseos de extinguirlos, y de que no
aparezcan ja sobre la faz de la tierra, son los que de con
tinuo ocupan el corazón de los filósofos. Cuentan ios Ver-
res , los Cloiios y los Catilinas con • un crecido numero da
filántropos , que nada omiten á fin de que se les conserven
ilesos sus derechos , aun quando ellos hayan dexado de me
recerlos : mas al fraile basta que la presunción sea posi
ble , o tal vez disparada , para que la misma filantropía se
la suponga indubitable , y proceda contra él , como no se
procede con ei sacrilego y el homicida conocidos por tales.
Po^os son los que en el dia de hoy pueden contar con al
go , ocupada la patria , abandonados los bienes , ó puestos
en contribución al enemigo : mas todos por la misericordia
de Dios cuentan con sus derechos y esperanzas, y muchos con
que las esperanzas no muy católicas que han concebido , se
les han de convertir en derechos y alguna cosa mas. No asi
el fraile , que no encuentra- razón sino para temer que ven
ga el pulgón á comerse las reliquias de la langosta, y per
suada la gente liberal ai gobierno , que les prive hasta de
lo que no cupo en el buche de Godoi , y se pueda liber
tar de las garras de Napoleón. Que sé yo que mas diga :
pero aun quando no hubiera mas que estos temores ¿ le
pírece i V, , Sr. Nistaates , que era tiempo oportuno, ni
de que yo tratase de meter , ni de que" los frailes se
metiesen en discordias y zalagardas ? Por cierto que pa
ra pensarlo solamente , era menester que todos tuviése
mos las cabezas como el famoso emparedado del 3 de
mayo, por cuya redención tanto trabajó y dió que tra
bajar , sudavit , et als'it la humanísima filosofía , apoyada en
dos ¿aumentos auténticos. Dehese V. pues de hacer cálculos
equivocados. De veras se lo digo : no fue V. el que nació
para quitar equivocaciones ; y aun estol para añadir, que
ni para ponerlas.
Vengamos á las ultimas de que pienso tratar en esta car
ta , para concluir en ella la idea general del jansenismo. Las
39
comete este , y las repite V. en los frutos, ó llámensele efec
tos , que se dice haber producido , y por donde aspira á
hacerse recomendable entre las gentes : la sanidad de la mo
ral , la probidad de sus prosélitos, el zelo por la antigua
disciplina. No se contenta este caballero con menos. Lo nías
gracioso es, qre ni V. tampoco; y nos rellena á consequen-
cia de ello su escrito de equivocaciones , que lo persuaden.
En adelante trataremos de aquella que V. hace buenamente ,
para suponer que yo estoi contra la restitución que se ha he
cho de la moral cristiana á su nativa pureza. Ciñámonos
por ahora á la que con este pretexto nos cncaxa , de que el
odio á la tal restitución es lo que me mueve á desacreditar
el jansenismo , á quien V. quiere que colguemos este mi*
lagro. . •. <
No le negaré ( aunque no tengo los competentes docu
mentos para asegurarlo) que 'las cartas de Pascal dieron oca
sión para el, llamando la atención de los obispos de la Fran
cia sob re el crecido numsro de opiniones relaxadas que se ha-
bian introducido en la moral , para que ellos reclamasen, co
mo reclamaron., á la silla apostólica , esta condenase las ta-
K-s opiniones, y excitase el zelo de los escritores católicos,
a fin de que revocaran la doctrina de las costumbres á sus
verJaderas fuentes , deque la licencia en opinar la habia tan.
escandalosamente extraviado. P^ro , señor mió , no tiene el
jansenismo fundamento para gloriarse de esta hazaña : ó si
lo tiene , es el misino por donde la secta de Lulero puede
gloriarse de haber dado ocasión á los anales de César Baronio
por las Centurias de los Magdaburg3nses : el mismo por don
de los arríanos , nestorianos y eutichianos , la dieron también
para e\ admirable símbolo que llamamos de San Atanasio ; y,
para no sacar otro centenar de exemplos , el mismo por don
de el diablo puede también mirar como obra suya la san'i-
dad de Job. No señor : no es lo mismo dar ocasión para una
cosa y que ser el autor de ella. La ocasión para el bien la
puede dar qunlquier perverso ; execucion es la que no pue
de venir sino de la gente de bien. Oporteí hcereses esse , dixo
• S. "Patrió, : así corno también conviao- mucho que hubiese per»
4®
«eguidorjs. Mis al mismo tiempo que los martirios y Ies tu
critos admirables de los padres se han debido á la peneca»
cioa y i la heregía , la heregía y la persecución que los
ocasionaron , son tanto mas abominables , quanto mayores
ocasiones dieron pira ellos. Escribió Pascal para desacre
ditar á los jesuítas : y la Iglesia echó de ver la necesidad de
castigar las malas doctrinas que sirvieron de instrumento á
Pascal.
Mas por lo que pertenece á la santidad de la doctri
na , tan lejos ha estado el jansenismo de contribuir á ella,
que por el contrario ha aumentado sus llagas. Sucede á la
verdad, según la ingeniosa comparación de Tertuliano , lo
retamo que i Cristo su autor, es decir ser crucificada entre
dos ladronss. Quando el jansenismo comenzó , no habia mas
que uno de estos ladrones , que eran las opiniones relaxa
das ; y faltaba el otro que ocupase el extremo opuesto : por
que ya habían pasado siglos que no existían montañistas ai
novacianos. Tomó pues el jansenismo i su cargo completar
este calvario , llenando este vacío; y para ello contrapuso
a la crucificada verdad , el mal ladrón del rigorismo. Digo
rigorismo , Sr. Nistactes ; y suplico á V. no me cambie los
termino» de que uso según su natural significado. Digo ri
gorismo ; y ni yo ni ningún católico entendemos por esta
palabra la santa severidad que nos anuncia el evangelio, y
nos repiten sus verdaderos y fi;les intérpretes los padres y Con
cilios. Es muy da admirar que V. , desentendiéndose del sig
nificado que todos le damos , vaya á buscar el monstrua
donde no lo hai , teniéndolo á la vista , y dentro de su ca
sa. ¿ No se acuerda V. de las muchas proposiciones eversi-
vas, de la sana moral y de la esperanza de los flejes, que
se contienen en las tteinta y una condenadas por Alexandro
VIII. , y en las ciento y una que Clemente XI condenó ea
Qaesael ? ¿ Que seria de nosotros , si quando pecamos por ig
norancia , supliese por la libertad que nos falta, la qu¿
tuvo Adán quando pecó , para que se nos imputase el p*"
cado , corno se enseña en las proposiciones primera y *e*
guada que Alexandro VIII ceadenó? ¿Que seria,. si .jara**
pudiésemos obrar por opinión , aun qnando esta fuese proba
bilísima entre las probables , como nos asegura la terce
ra (i)? Debernos las demás por ahora, pues en adelante
tengo que decir sobre las que tratan de eucaristía y peni
tencia , y no estoi en ánimo de escribir un compendio de
moral. Pero ruego á todo el que lo entienda que refleiío-
oe no mas que sobre estas tres que he citado , y verá
adonde deban ellas conducirnos en una facultad, en que
Ja infinita variedad de incidencias y circunstancias corta á
tan menudo la evidencia , hace vacilar en la aplicación de
los principios , y engendra tantas incertidumbres. ¿ Que co
sa roas fácil en este caso, que perder inculpablemente el
hilo que nos ha de conducir á la salida ? ¿ Que salida mas
prudente , en suposición de que no encontremos con la cier
ta , que aquella por donde aparece la probabilidad ? Ea
pnes : establézcame V. las tres citadas proposiciones: supón
game que no hai ignorancia alguna qn j excuse , ni proba-
bilidadquc salve; me tiene ya sumergidos á los hombres
«n el abismo de la desesperación , y en la necesidad de
perd erse. A esto , y á tanto otro como en este genero ha en-
seííado el jansenismo , es á lo que yo llamo rigorismo , Sr.
Nistactes. Esta es la buena obra que en la moral ha he
cho el jansenismo á la Iglesia y á sus hijos , y esto lo úni
co de que puede gloriarse , si quiere gloriarse con verdad.
Pero no digo bien : porque no es solo el rigorismo el ladrón
que él ha contrapuesto á la verdad. También ha colocado al
otro lado de la cruz otro mayor error, que en mi concepto vale
/
»3
ma jaculatoria. En vano¡ Señor , nos mandas , sí tá mismo no
nos das Jo que nos mandas, (i) Que aplicada á nuestro asunto ,
puede glosarse así : En vano son todas las reglas morales , como
Dios no haga en nosotros lo que dicen estas reglas. Aquí tiene
V. , Sr. Ireneo , el verdadero servicio que en esta materia ha
hecho el jansenismo á nuíítta divina Religión. Lástima es que
aquí haga , en vez dé deshacer, tantas equivocaciones.
Pasemos ya de las reglas á lo^ regalados : quiero decir, del
jinsenismo , que s?gun V. , ha restituido la sana moral , á los
jansenistas que escrupulosamente lo practicad. Aquí es donde
V. me carga bien la mano escandalizado de mi ligereza en se
guir aplicando nombres odiosos á doctrinas y personas eclesiásti
cas , que merecen respeto á la misma Iglesia ( pag. i . ) ó como
«e explica en la advertencia , ¿ españoles católicos d¿ notoria
probidad : y aquí es á donde va y viene sesenta veces en todo
su escrito , y sobre lo que me dice mil divinidades. Mas ade
lante preguntaré á V. , dónde , quando ó como aplico yo el tal
nombre odioso a doctrinas ó personas católicas. Por ahora lo que
nos importa es observar el mucho mérito que en la s:cta se ha
ce con la notoria probidad de los caballeros s?c;arios. Mucho
á.ires que yo ya el Berti iubia reparado esto en todos los apolo-
gisrts dé Jansenío, y señaladamente eo el panegírico que le
consagró su grande amigóte Pedro Aurelio , por otro nombre
Juan Vcrger : y para ocurrir á ello nos remite á otro agusti-
niano Fr. Felipe Van-Waure, que de intento deshizo esta má
quina ; y él mismo trata de deshacerla con dos citas que nos
hace , una de las carta», y otra de la obra del mismo Jansenio,
afiadiendo luego la siguiente expresión. Heec ñeque inculpata
conscientfte judictum prabent , nes religiosce. El mismo reparo
he hecho yo en /arios libros jansenistas que por mi desgracia
he leido , señaladamente en un diccionario de poco menos vo
lumen , y casi de la misma crítica que el de Baile , donde lo
que se quita a' muchos verdaderos santos, se aplica á los santos
postizos de la cofradía de Jansenio , y donde en llegando á tra
tar de alguno de estos héroes , no se sabe quando ha de aca-
•
45
Ultima observación. La notoria probidad es digna de nues
tro respeto ; pero ojo alerta con aquellos que trabajan porque
su probidad se haga notoria. Cuidado con ellos : no sea que en
las buenas obras que nos muestran , en vez de la del Padre que
está en loi Cielos , busquen su propia gloria. ¿Me entiende
V. , Sr. Nistactes ?No hai para el hombre cosa mas difícil que
k verdadera santidad ; pero ni tampoco cosa mas fácil que la
santidad supuesta , que llamamos hipocresía. La cabezita caida
sobre el hombro , las palabras baxitas y melosas , los ojos
compuestos y medio atravesados, una risita complaciente y
disimulada , los pasos graves y circunspectos , mucho de Dios
en la boca , mucho mas de orgullo en el espíritu , predicar á
todo el género humano, y no predicarse á si mismo.... g hai
cosa mas barata en este mundo ? Traslado á Juan Wiclef , que
se vengó del agravio que en su concepto le hicieron de no
nombrarlo obispo , presentándose en público , cómo nuestro*
liberales quisieran ver á todas los clérigos , descalzito de pie
y pierna , y con unos habitaos tan raidos, que era una edifi
cación mirarlo. Traslado á sus discípulos Juan Hus , Geróni
mo de Praga y Jacobelo , que por tal de apoderarse de la uni
versidad y de la Bohemia entera , imitaron y aun excedieron
la severidad de su maestro. Traslado á Miguel de Molinos ,
cuya supuesta santidad , cuya disimulada piedad , cuya afabi
lidad, cuya dulzura , cuya eloqüencia y cuyos demás menti
dos dotes , causaron una ilusión en Roma hasta el punto que
no pudiera creerse. Traslado en fin á todos los reformadores
de propia misión que han alborotado la Iglesia , exceptuando
los del siglo XVI, y los del nuestro ( porque estos , ni aun
para fingir la probidad tienen paciencia ) que han andado el
mismo camino. Fronti nulla fides , Sr. Nistactes : esto lo dixo
Juvenal después de haber dicho repetidas veces lo mismo nues
tro redentor Jesucristo. Yo pues estoi por la opinión de n»
fiarme de otra probidad que de la de aquellos , que para, hacer
el bien se esconden , y que quando son sorprehendido» en su
exccucion , se abochornan y se afligen tanto, como si se les co
giese haciendo muneda falsa. Pero aquellos, que para dar li
mosna llaman á los pobres á son de trompeta : aquellos , que
4*
quando ayunan se presentan con semblantes tristes , que dila-
tañí phylactéria^ &c.; estos, me hacen sospechar tanto, quanto
no sabré decir á V.
Aplicando pues á las ratones é insinuaciones de V. mil
observaciones citadas , digo que se explicaba admirablemente
el Cardenal Bona , quando decia . según V. refiere : ser pobres,
tener oración , predicará otros que la tengan , £íc. ¿ eso es ser
jansenistas ? j Oxalá que todos fuésemos así jansenista ! Pero
añado . que aunque na ja ds eso sea ser jansenistas, puedín ser
jansenistas los que hacen to io eso. Vaya una prueba de clavo
pasado. Ayunar dos veces en la semana, pagar diezmo basta
de la yerbabuena y los cominos, tener oraciones muí largas,
y otras cosas á este tenor, que el e'/angelio nos refiere de los
fariseos . ciertamente no eran en sí mismas bribonerías; pero lo
eran en juicio de Jesucristo , practicadas por aquellos bribones.
Peca V. aquí, según su costumbre, contra la lógica , haciendo
convertibles proposiciones que no lo son. Ser pobres, y tener
oración, es una cosa buena infaliblemente : mas toda la probi-
dal no consiste en eso ; y de consiguiente no es verdad q'ie sea
infaliblemente bueno el que lo hace. Lo único que se infiere,
es que no es malo por hacer aquello ; á no ser que lo eche á
perder por ¿\ modo ó el fin con que lo hace. Primero es tener
la fe , que el que la fe obre por la caridad. Disputamos de le
primero : no se me venga V. á lo segundo : ni me ponga por
argumento lo segundo, que ni es ni puede ser, ínterin no se
verique lo primero. Entreténgase V. en deshacer esta equivoca
ción , mientras yo voi á buscaile otra.
Consiste esta en el zelo por la, antigua disciplina , de que
el partido se gloria , de que V. como buen procurador hace
todo el uso que pu»de, y de que también hizo mención para lo
mismo que V. el famoso Natanael Jontob en aquella su incom
parable obra, quien tituló La Inquisición sin más aira. Eso me
edifica , que se huelan unos á otros los hermanos , y que todos
vayan á una aunque sea por diferentes caminas. ¿ Ño es un
prodigio ver a' los liberales por el de la impunidad, y á V.
por el de la santidad ir a' parar a' un mismo fia ? Mas dexemos
esta digresión para quando haya lugar de alargarla. Por ahora
47
Sr. Nistactes , digo que el zelo de la antigua disciplina es un
pretexto tan traído y llevado por todos los novadores , que de
puro viejo y cansado no se puede tener en pie. Ya en tiempo
de Cristo estaba en uso entre los fariseos, cuyo carácter era edi
ficar magníficos sepulcros á los profetas muertos , mientras
echaban al sepulcro ó á los perros á los profetas vivos. Poste
riormente co ha habido picardía que. no se haya querido tapar
coa la capa de reforma y que no constituya la reforma en la
r stitucion d • algún bien antiguo. Hasta nuestros liberales si
guen esta rutina , y nos prometen nada menos que restituirnos
Sjturnia regna , y volvernos al goze de los imprescriptibles
derechoi , de que nos había despojado el despotismo , la igno
rancia, la barbarie, la superstición , el fanatismo, y otro pu
ñado de cosas. Lo mismo nos está predicando Buonaparte : y
lo mismo desde que el mundo es mundo nos han piometido to
dos los embusteros. Permita nae V. pues , que en vez de enga
lanarme con su promesa, me detenga algún tanto á consi
derarla.
Que la Iglesia vuelva á aquel fervor y á aquella santidad
que la caracterizaron en los primeros dias de su gloria, es un
deseo que debe ocupar á todo corazón cristiano : pero que pa
ra conseguir este deseo, se hayan de adoptar tales y tales me-
diJas , que antiguamente se adoptaron con fruto , porque á mí
se me ha puesto en la cabeza que se haga de este modo : ve
V. aquí una cosa en que puede caber y ha cabido mucho error.
El Altísimo que fundó esta ciudad , al paso que mostró su om
nipotencia contra todo lo que querían , podian . y aun imagi
naban los hombres , tuvo á bien que después de fundada suce
diese en ella mucho de lo que en las sociedades de los hombres.
Ninguna ha habido de estas, cuya policía exterior no haya te
nido muchas variaciones , según los tiempos y las circunstan»
cías : y otro tanto ha debido suceder en aquella obra de Dios,
que comenzó por poco, que creció enruedio de la c< ntradiccion,
que después p;i.-o á enseñorearse del mur.do , y que en el dia
tiene que lidiar puraque el mundo no se enseñoree de ella. Que
rer pues que sea una misma la exterior policía en tan diversos
estados y tan diferentes circunstancias, es confundir lo que ella
-48
tiene de eterno y de inmutable, que son rus dogmas y proine-
sas , con lo que tiene de humaao y variable , que son los dias
de su peregrinación. ¿'Qué disciplina mas digna de admiración
que aquella de los tiempos apostólicos , en que la coimmUad
de los bienes y necesidades temporales era una conseqüenciay
un efecto de la comunión e-n las esperanzas eternas ? Con todo
eso, eliCrisóstomo que admiró y deseó tanto este sistema de dis-
ciplin», vio la imposibilidad de restituirlo , y »e conteptó-con
desearlo y admirarlo. N> todos los tiempos son unos : ni íí to
das las circunstancias «e adaptan unas mismas reglas. Lo que
ayer se hizo sabiamente, hoi prudentemente se omite; y lo
que hoi es prudencia , pudo haber sido ayer un despropósito.
S¿a por inconvenientes que antes no habia, y después se han
hecho sentir : sea porque los abusos han obligado á ello : sea
porque la tibieza de los presentes tiempos no sufre la severidad
de los primeros dias ; sea en fin, si así se quiere , porque es
tando la cosa en manos de los hombres, permite Dios que de
quando en quando obren las pasiones de estos miserables; lo
cierto es que la Iglesia nuestra madre , nuestra legisladora y
nuestra reina , asistida del espíritu de santidad y verdad que
la dirige , ha creído deber adoptar á nuevas circunstancias
nuevas medidas, y variar en los últimos tiempos los planes,
que ella misma había establecido en los principios. ¿Y porqué
se le hade negar á esta divina legisladora lo que tan indubita
blemente es concedido á toda humana legislación ? ¿ Y porqué
en un tiempo , en que se trata de -innovarlo todo ? ¿ Y por una
familia que se precia .de regeneradora ? El fin de ella es la
santidad, así cómo el del «rte militar la victoria. No siendo
pues la disciplina mas que un instrumento de la santidad, así
como la táctica lo es de la victoria; puede, «iampre que pa
rezca oportuno, variarse la disciplina, así como en la milicia
te varia la táctica.
Es indudable que en algunas cosas conviene , que en mu
chas cabe, y en muchísimas se ha verificado la reforma. Pero
atiéndame V. , Sr. Nistactes. O tenemos autoridad para dispo
nerla, ó nos hallamos en la clase de subditos, como V. y yo
estamos. Si esto último , no está en nuestras manos mas que
UBI reforma , que es la de nosotros mismos , que podemos y
debemos emprender desde luego. Entiéndese V.S. (decía S.Pe
dro de Alcántara al corregidor de Jaén , que se quexaba de
que el mundo estaba perdido) entiéndese y. S., y me emendaré
yo, y con eso habrá dos perdidos menos. Aun podemos mas, si
nuestro «lo nos lo inspira , y Dios nos llama para ello. Vade ,
Francisce, et repara Esdésiam imam. Asi se refiere haber di
cho Dios á este santo , y así lo ha verificado el suceso. Predi
quemos la reforma , no solo de palabra ( pues eso lo haré yo ,
quedándome tan maula como soi ) mas también con la obra y
con el exemplo , provocando con él á nuestro próximo, convi
dándolo por nuestra caridad , no espantándolo por nuestra du
reza , haciéndole entender que no son sus bienes , sino su per
sona y salvación lo que buscamos , en una palabra , poniendo
acia nosotros lo angosto del embudo , y dexando lo ancho , en
quanto se pueda , acia él. Ve V. aquí un sistema de reforma,
á que todos podemos entregarnos , y por donde obraron en la
Iglesia prodigiosas reformas , un S. Benito , un S. Bernardo ,
un S. Romualdo, un Sto. Domingo, un S. Francisco, y tantos
otros que, ó fueron simples fieles, ó quando mas, presbíteros
como nosotros. . :.
Todavía nos queda otro arbitrio , aun permaneciendo par
ticulares : hi.-'ii que este arbitrio es un poquillo expuesto, y á
pocas levadas puede parar en tramoya. Consiste en exponer
nuestros deseos á los que pueden y deben remediarlos abusos,
ó los que nosotros graduamos de tales; pero sin la manía de
mandarlos: sin empeñarnos en que, Dios es Dios, hayan de
hacer loque les decimos; sin pagarnos de nuestro dictamen por
bonito que nos parezca; y mucho menos, sin soltar Jos diques
contra aquel , que no nos escucha como á ora'culos. Esto es Jo
que nos es lícito, mientras no tengamos autoridad en la Iglesia.
Otra cosa podrá ser quando la tengamos ; porque entonces....
¿ mas quién me manda á mí dar reglas para un entontes , en
quí ruego á Dios de todo mi corazón que ni V. ni yo noi
hallemos ? Allá se las entiendan los que tienen esta , que yo
no se si llame desgracia. Lo único que puedo decir á V. ,
es que como Dios no edifique l& casa , en vano trabajan lot
que la edifican. ' ' G
f- *6
Contrayendome pue» al jansenismo , digo que estol muí
mal con su zelo , y lo anatematizo con la Iglesia católica. Yo
le perdonaría el que ostenta por la restitución de los anti
guos cañones penitenciales : pero no le perdono las invec
tivas que dispara contra la Iglesia , porque desde el momen
to en que él se acordó de eso , no los ha restituido. Yo ala-
baria sus deseos de que el penitente llegue como correspon
de á la penitencia y eucaristía : mas yo lo condenaré , co
mo lo ha condenado la Iglesia, por el atrevimiento con que
ha dicho en las proposiciones 16 y 17 condenadas por
Alexandro VIH , que dar la absolución antes de la satis
facción , es invertir el orden de la penitencia, y la leí
dei mismo Jesucristo: y en la 22, que los que sin este
requisito se creen con derecho á la sagrada comunión , son
unos sacrilegos (i). Yo en fin , porque no estoi en animo
de correrlo todo, disimularía otras setenta cosas si estos ca
balleros hubiesen sabido disimular el orgullo de *u amargo
zelo , y la altanería de este espíritu privado , de donde
han nacido todos les cismas y heregías, y por donde el
jansenismo ha sobresalido sobre todos los hereges y cis
máticos.
Si señor , Sr. Ireneo : el jansenismo solo ha dado que
sentir mas á la Iglesia por este pretendido zelo , que to
dos los cismas y heragía». Pocio , por exemplo , se conten
tó con ser el Papa del Oriente , dexando al romano pon
tífice en la posesión del Occidente. La manía de Juan Hus
insistió principalmente sobre el uso del cáliz ; y por este or-
El Filosofo Rancio.
CARTA DECIMOTERCIA
DEL
SEGUNDA
AL JANSENISMO
EN LA PERSONA
DE SU PROCURADOR GENERAL
IRENEO NISTACTES.
REINPRESA EN MALLORCA
AL JANSENISMO
EN LA PERSONA
DE SU PROCURADOR GENERAL
REIMPRESO EN MALLORCA
»
SEÑOR IRENEO NI3TACTES.
El Filósofo Ramio»
■
CARTA DÉCIMA QUINTA.
AL JANSENISMO
i
EN LA PERSONA
DE SU PROCURADOR GENERAL
IRENEO NISTACTES.
REIMPRESO EN MALLORCA
1814.
SEÑOR IRENEO NISTACTES.
M. : •. • ...
ui Soííor mío : á pesar del mucho detféo que tengo de
Concluir coa el pleito del jansenismo en que hace días esta
mos complicados, para comenzar con el de las Fuentes angelí-'
caí, que sabe Dios quando concluiremos ; no puedo menos que
dedicar alguna parte de esta mi carta, á felicitar á' V. por los
adelantamientos que con suma admiración mía le he visto con
seguir.
¿Se acuerda V. , ( que si se acordará , porque cui doíeí,
méminit ) de aquel su discurso piadoso , que tanto dio que
hacer á V. , al Conciso , al Congreso , á un tal Mazar-
raza (pues asi creo que se llamaba) á los Señores liberales", y
aun á la letra bastardilla ? ¿Se acuerda de la polvareda que se
levantó , no sobre el desacato cometido por el Conciso contra
la Religión, que parecía ser lo de mas importancia, sino sobre
si se le oyó ó no se le oyó á V. el final del discurso sobre si
resultaba ó no acción popular^ sobre si V. había ó no ofrecido
sus rentas, y sobre otras cosa;, que ó no venían al caso, ó debían
venir detras de otras mas dignas de atención? ¿Se acuerda del
uniforme consentimiento con que los señores liberales defendie
ron pro aris et focis al periodista, guia y norte del liberalismo ,
y comandante en gefe de los periodistas liberales , salvo siem
pre el imprescriptible derecho del Seminarlo patriótico? ¿Se
acuerda de los terribles fallos que algunos pronunciaron contra
el pobre de Mazarrasa, á quien hallaron digno de un presidio,
porque tomó á su cargo la delación de un libelo, en que la Re
ligión del Reyno era insultada, en que uno de sus presbíteros
se ponía en ridículo , y en que por una gestión digna de un
sacerdote y de un cristiano, se aplicaba un insulso , frío é
irreligioso sarcasmo á ono de^sus representantes ? ¿So acuerda
V. e» fin de Jo demás, que tanto pública como privadamente se
dixo, se hizo, y se intrigó en este negocio? ¿Quien á vista de todo
ellohabia de esperar la extraña mutación que admiramos? ¿Quién,
este trastorno de idéas y de cosas que estamos palpando, y api
ñas podemos persuadirnos? ¡Oh Fuentes angélicas l vosotras sois
las que habéis obrado este milagro. A vosotras se os debe esta
^conversión maravillosa, por donde la faz del liberalismo se ha
cambiado. Vosotras habéis hecho que el respeto que no «e la
tenia ¿Cristo, á sus apóstoles, á sus doctores. y á su Iglesia,
se le tenga al memorable ofúscalo en que estáis estampadas.
Vosotras que al diputado que fue tenido por importuno (quan-
do iío por, algo mas) en haber- anunciado que sin Dios y sia
penitencia no habia redeacioo qi esperanza, se le tenga por
un oráculo, quando ha colgado cientos milagros liberales áSto.
Tomas que es infinitamente menos que Dios. Vosotras , que
se hayan convertido en luces y en antorchas las ma'ximas que
dos dias antes eran reputadas poF ignorancia, fanatismo y
barbarie. Vosotras, que el siglo. XIII. que ya llevaba trescien
tos y mas añes de ser tenido 'por bárbaro, haya comenzado a
ser ?1 de la ilustración y de la política. Vosotras, que Aris
tóteles, que por uniforme voto de los liberales y sus pre
cursores y maestros estaba desterrado á los desiertos de la
Arabia y al fanatismo de los claustros, haya vuelto a' ocup.T
,el principado de .la política , y ésté á pique de ocupar el
lugar del catecismo en las escuelas. Vosotras, que Sto. Tomas,
i quien ningún hombre de bien se atrevia á tomar en boca,
haya perecido y recibido , y esté mereciendo y recibiendo
los mas distinguidos elogios, nada menos que del Semana-
'rijo patriótico , -que próximo á su muerte se los ha legado en
su testamento y última voluntad.' Vosotras.. ....... .pero ¿quién,
Fuentes angélicas, quien ha de numerar todos los prodigios,
que en un quítame allá esas pajas habéis obrado, fuera de to
da nuestra espectacion y creencia ?
Pues i fe Señor Nistactes , que de estos milagros no se
há de decir, como dice de otros el difunto Semanario, que son
invenciones; de frailes. !V¿vo$ están, y atestiguándolo hasta por
s
los codos los testigos. Ai está el Semanario mismo (quiero de
cir que ai estaba, pues ya el pobrecito murió), que apenas vió
las Fuentes angélicas de V. , hizo las paces con el siglo XIII;
tomó á Santo Tomas por la primera, y acaso por la última vez,
en la boca ; lo colmó de elogios, aunque con algunas zurrapi-
Has ; y dió por bien dicho quanto V. hizo decir al famosa
obispo con quien había soñado despierto. Ai está el Redactor
general^ i quien debió V. la distinción que no todos los es
critores le deben, de que lo redactase; y no solo lo redactase,
mas también tomase luz á l?s quatro de la mañana del dia en
que lo hizo, paraque no se 1c escapase ni un punto ni una
coma de importancia. Ai está el otro caballero andante que se
esconde baxo las iniciales O. G. , que ya me citaba el corto
sastre de las tales Fuentes , como pudiera citarme un texto de
San Lucas.
Pues hete aquí que un tal Luceredi, que yo no se por donde
se nos ha aparecido, sale con la friolerilla de la Concilia
ción del si y el no entre el Doctoral y el Diputado. ¡Ai te quie
ro ! ¿Haria mas una madre por su hijo, que Jo que el Redactor
hace .por V. extractando la tal Conciliación ? Santurio , aquel
Santutio, padre del Concison , y procurador general de todos
les liberales vivos y difuntos, hubiera tenido tino para en tan
pocas palabras formar una tan famosa apología de las Fuen
tes angélicas , baxo el pretexto de extractar á la Concilia
ción , que ni aun siquiera la nombraba ? Pues ¿qué me dirá
V. del otro escritor que Je sopló la especie , cuyo comunicado
copia en el mismo número, y cuya persona me parece á mi
que ha de ser el alma en pena de alguno de los del difunto
Ssmanatio , que á semejanza del arriero de Cuacos , habiendo
perdido- la recua , se ha quedado enseñando el camino?. Lea
V. Señor Nistacte?, lea por Dios el referido comunicado, y no
. podrá menos que admirarse de tí mismo y dar gracias. qué
se yo a^quien diga, por esa conversión, que tanta gloria ha
traído á su persona , á sus Puentes angélicas , y lo que es
mas de admirar, hasta el mismo Aristóteles, padre y patriar
ca de los rancios, fanáticos, barbarizantes , &c. &c. Léalo , y
_allí se encontrará transformados en instrumentos de esta ma
6
ravillosa conversión, i loa mismos qas con tanto calor sostn-
vieron in tilo tempore la cauta del Conciso , cuyo» nombres es
tán gravados con caractéres inmortales en el templo de nues
tra reciente Minerva, á cuja invocación se quita la monten
Apolo, y se pone en pié el coro de las nueras musas. Léalo,
repito, y no se hartará de^bendecir la hora en que le vinoá las
mientes la producción de esas sus Fuentes angélicas , que tan
ta honra y tan poco provecho le han- traído
Mas , ¿que digo poco provecho ? Blasfemasti* Muy por el
contrario : por ellas ha entrado V. en el goze de los privile
gios exclusivos, de que solo podia usar la cofradía de los li
berales. Privilegio era de ella , y privilegio incomunicable*
poder negar hoy lo que dixo ayer, contradecirse qualquiera de
sus individuos cada y quando mas le convenga , y proponer
el si y el no, la afirmativa y negativa en un mismo discursó, j
aun dentro de un mismo minuto , como entre otras infinitas
pruebas que ira'n saliendo con el tiempo , convence aquella
arenguita de un Sr. diputado , de que hize mención en mi se
gunda carta, y en la qual se admira que se quiera eludir la d'w
cusion en que al fin se ha de entrar acerca de la Inquisición,
y luego á renglón seguido se quexa de que se haya traído es
te negocio , de que por una fatalidad inconcebible se llame i
él la atención de las Córtes , Í3c. &c. Pues ya está V. en ple
na comunicación de este privilegio : ya en vez de aquel empe
llo que han mostrado los liberales en refregar por los hocico'
á qualquiera que apoye otras ideas, la opinión que anterior
mente tuvo, la palabra que involuntariamente boxój la especie
que ó por sorpresa ó por intriga le hicieron alguna vez admi
tir, la carta ó la expresión que les sacó algún error sobre lo*
hechos ; en vez digo de querer de V. lo mismo que de to
dos los demás , á quienes no se les permite ni retrasarse, nl
explicarse, ni mudar de consejo impunemente ; se le ha conce
dido licencia digo poco : se le celebra la admirable docili
dad, con que pública, solemne y auténticamente ha retractada
loque pública, solemne y auténticamente escribió , y 1°
escribió , no ai como quiera, sino como doetrina de la Re'1"
gion , como tradición constante de la Iglesia , como etph'ta j
de sus padres , y en fin como dogmas , contra los quales no po
día reclamar , quien no fuese un filósofo, es decir, un enemi
go de Dios y de los hombres. ¿Y que ? ¿Le parece i V. que
este privilegio es alguna cosa de poco mas ó menos ? Pues n
fé que no hallará otro de su tamaño ea la Bula de "Ja Sama
Cruzada.
Pues ¿y el otro ? ¡ Oh , quien tuviera aqui la eloqtíen-
cia de un Demóstenes para describirlo y celebrarlo l El pri
mer • mandamiento de la lei de los liberales era, que acerca
de Di as nadie debía chistar en donde las gentes lo oyesen;
ó si acaso chistaba , fuera para reformar á este Señor , que
tanto despotismo ha estado usando de tiempo inmemorial
á esta parte , en que omnia queecumque vóluit , fecit : que si
la necesidad obligaba á alguno á tomarlo en la pluma ó en
la boca , no lo hiciese por las palabras Dios y Señor , que
ya están rancias , y en el comercio- hasta de los patanes y las
viejas ; sino por las de el Cielo, el hado , el destino , y que se
yo que otras , que seguramente son mas filosóficas : que de
su Religión y nuestra piedad para con él no fuese lícito
hablar mas que á los frailes y gente de poco mas ó* menos:
que citar su fé, su Evangelio, su palabra, eran cosas del
tiempo de maricastafías : que oponerse á las ideas que tratan
de enmendar estas vejeces, merecía ser calificado de ignoran- •
cia y de fanatismo, camo lo graduó á presencia de todo el
Congreso , y contra su general conmoción , el Sr. Mexi'a en
la conferencia sobre la Triple alianza : en fin , otras cosas á
este tenor que se encierran en este primer mandamiento , asi
como en el primero del Decálogo se encierra quanto pertene
ce á las obligaciones del hombre con su Dios. Sabe V. mui
trien , que habiendo .V. pronunciado en el Congreso un discur
so piadoso , tnvo que sufrir la corrección que tanto i V. co?
mo á otro Señor diputado que lo imitó , dió el Conciso en
su letra bastardilla , que traducida al latín viene á decir io
mismo que música in luctu importuna narratio. Sabe V. que
el Señor Olive'ros no pudo librarse de ser tachado de que ea
sus discursos habla mas de lo que corresponde á aquel lugar
(el salón de Cortes ) de una luz superior á la razón , coma
a
oiria V. de boca del mismo sefíor , qaando en la díséüsíon so
bre los señoríos hizo aquel su discurso , que pudiera pasar
por obra maestra , si no fuera por los muchos defectos que tie
ne. Sabe V mas j i que me causo en contar estas cosas á
"un testigo de vista y de oido , que puede poner escuela de la
que en este punto sabe ?
His non obstántibús , y por un privilegio que sin exeior
piar ha merecido , V. puede libremente , sin que nadie le con
tradiga , antes bien con aplauso , recomendación y elogio de
los escritores liberales , traer , no solo á Dios y á su Religión,
que eso es poco, mas también á Sto. Tomas y á qualquier teó
logo del siglo XIII , á Mariana del XVI, y á todo el que le
dé la gim , siempre y quando lo halle por conveniente , pa
ra todo aquello que mejor le parezca , y con la seguridad de
tener por la retaguardia en su defensa al Redactor con sus ca-
municantes , y los manes ¿el Semanario en Cádiz ; á Lista ,
que también perteneció á él , en Sevilla ; al Español , que
fué una de sus primeras personas, en Londres; y esto sin ios
mil de la cabeza , quiero decir, sin los. otros periódicos de me
nos valer , que andan dentro y fuera de la península , tanto
en poder de los franceses como de nuestros afrancesados: que
uno ore han de colmar á V. de beadicion.es , y lo han de su
bir sobre las estrellas. Animo pues , fortúnate senes : ditdum
te jam imperatorem suum manliana illa castra desiderant. Nue
vo Catecismo : nuevo Kempis. No hay cosa que cueste me
nos , pues «on quatro Índices y un Quesnel está evacuado
quanto hay qui desear. No hay cosa tampoco que produzca mai.
¿ Pues que ? ¿ Es cosa de juego ser por la parte que meaos
el capellán mayor de los liberales ?
Entretanto Sr. Nistactes , quisiera yo que V. hiciese de
mi parte dos ó tres advertencias al Redactor y i sus compa
ñeros de trabajo. La primera , que vuelvan á leer el titulo
del papel de Luceredi , que dice : Conciliación del si y el no: j
echarán de ver que el Dialogo desempeña perfectamente este
título, que es quanto se le pueda pedirá qualquier escritor, que
es dueño de enco»erseó alargarse en el título que pone á«u obra.
Pero ahora, si el tal Luceredi (hablo del sobrino ) ha otorgado
alguna escritura por la qual sehayarobligado á entrar en la dis
puta de las Fuentes angélicas ; no hai sino sacarla , y duro con
él : bien que yo me temo que no la habrá otorgado, porque se
gún dice , él ni se mete ni se sale en la tal disfuta ; y lo úni
co que pretende averiguar , es como pueda ser verdad hoi lo
que ahora pocos afíos era mentira, heregia é impiedad. Lo se-,
gundoque quiero i¿ue V. les prevenga, es que no cometan con
migo igual equivocación por esto poquiüo que digo ( y
este encargo pertenece á V. de justicia; porque siendo el des
facedor de equivocaciones , mejor le será prevenirlas , que des
hacerlas; ) Estol contraído por mi palabra á impugnar las
Fuentes angélicas 5 pero lo que ahora hago no es su im
pugnación : ni esta ni rai anterior carta debe reputarse
sino por aquellas escara mucillas que preceden á la acción
general , que no tardare' mucho en dar ; porque ya me van
llegando los refuerzos, es decir, los libros citados. Dios de
mucha salud á los bienhechores que me los buscan, y no
le tome á V. en cuenta la molestia que ha causado , á
mí en esperarlos , y á ellos ea buscármelos. Lo tercero y
último es , que dicho Sr. Redactor y consortes no se ol
viden de que ya han reconocido á Sto. Tomas por tribunal le
gítimo , y á Aristóteles por el príncipe de los políticos : no
sea que se muden la camisa , y quando entremos en esta mate
ria , se me llamen canasta . Largo ha sido , Sr. Nistactes , el
• exordio : vamos á ver si quiere Dios que el sermón no nos
salga tan largo. . .
El -, si V. se acuerda bien de la partición que le presenté en
la primera que le dirigí, debe versarse sobre las equivocaciones
que V. hace acerca de mi persona : equivocaciones que á V.
y á mí importa deshacer. A. V. , porque los Sres. liberales no
lo tengan por otro tal como yo : y ámí, porque los rancios no
me reputen por otro tal como V. Pues ahora, yo encuentro la
clave ( frasesita de V. ) de todas estas equivocaciones , en
aquellas palabritas de su advertencia que precede al precioso
opúsculo , en que dice : Baxo la persona del filósofo Rancio .
á quien amo y respeto por paisanaje , y otros mil títulos , me
propongo deshacer ¡as equivocaciones Wc. Ea pues , yo voi á
B
deshacer las tales equivocaciones que V. se propuso , y luego
se le olvidaron.
Camenzemos por el paisanage. Iba no sé qué Provisor á
decretar el memorial que un clérigo le presentó : mas habién
dose encontrado con que el papel estaba escrito de extremo á
extremo , sin dexar margen en que su decreto cupiese , apro
vechó como pudo lo poquillo que por descuido del que escribió,
había quedado en blanco , para decretar en estos términos :
Arrímese V. Acia allá. Lo mismo, Sr. Nistactes, digo yo,
y no por via de decreto , á aquello de nuestro paisanage.
Arrímese V. acia allá , cosa de cien leguas poco mas ó ménos ,
pues yo no he andado ni contado las que separan su patria de
V. de la mia ; ó al ménos , tanto trecho como hai desde Sevilla
v. gr. hasta S. Felipe de Xátiva. ¿ Me querrá V. decir á qué
fin esta mentirilla ? Ni crea V. que yo me desdeño del título
de paisano para con ningún español. Paisanos nos llamamos en
este lugar de nuestras lágrimas los gallegos , los vizcaínos, los
-castellanos:, los catalanes ,y no sé qué otros provinciales, quí
'con los andaluces han acudido á él; sin que hasta el presente
se haya suscitado ninguna de esas odiosas disputas , que tan
ningún provecho y tanto mal nos traen , y por las quales en ves
de emular unas provincias á otras lo que tienen de bueno,
para empeñarse en imitarlo , trabajan muchos de sus inconsi*
dejados, hijos por una vil envidia en desacreditarlo y ajarlo-
Lejos de mí tan perjudicial tontería. Todo español , cOtno
sea hombre de bien , es mi paisano : todas las provincias
me interesan : de todas quisiera que aprendiese algunas co
sas la mia , así como que de ella emulasen otras las otras-
Le pasáramos pues á V. lo del paisanage , si en la pág- J
no nos ensartara aquello de : Parecióme estar en Se'Ma i>»
patria. No señor , no quiero yo que quede pendiente esta
equivocación ; no sea que el sabio encantador por cuya cuenta
corra escribir la historia de sus fazañas,se agarre de ella
para suponerlo sevillano , y luego haya acerca de la patria
de V. el mismo pleito que acerca de la de Homero en
la Grecia , y acerca de la de Cervantes en la España. No
desnudemos á un santo para vestir á otro. Sevilla se pas3fácoo
ff
«us trapitos, y su tierra de V. se arrebozará ( como dicen en
la mía) con su hijo , el público escritor del Jansenismo ,
de las Fuentes angéltcas , y de otra carretada de obras ,
que si como son muchas fueran buenas , podrían servirle
de gala. &.« i * .
A esta razón que no es de poco peso, junto yo otra! que- der-'
fienga la mano. La generación presente y las futuras leri-'
drán que admirar , y casi no creer muchas cosas de las
que estamos palpando en esta época memorable. Entre otras
pues en qus yo no me quiero incluir , les asaltará la dificultad
de cómo ha podido ser que nuestros benéficos y generosos alia
dos los ingleses , que tanto han admirado la heroica re
solución de nuestro pueblo , que tanto la han aplaudido ; y
lo que es mas, que tan unida la miran con su propio y pecu
liar ínteres , hayan estado por tanto tiempo conteniendo sus
sinceros 'deseos de ayudarnos, y no hayan hecho hasta ahora los
prodigio^ que les estamos viendo hacer , á pesar del lastimoso
espectáculo que les han estado presentando tantos infelices , á
quienes ha destruido el furor del enemigo y el horror de la ham
bre y las miserias. A mí ( aunque soi un bolo para esto de po
lítica da gabinetes y razones de estado ) me parece que la
causa da este fenómeno se nos está entrando por los ojos. Na
die hai que pueda dudar que entre nosotros cunden ideas revo
lucionarias ó jacobinas, de que se habla freqüentemente en las
conversaciones , de que se salpican los escritos aunque coa
disimulo , y con que han tratado de prevalecer los ocultos
agentes de Napoleón , habiendo logrado embaucar y seducir á
no pocos sencillos españoles. Gracias á la justicia y patriotismo
ilustrado del Congreso nacional, que con sus sabios decretos ha
desterrado y proscrito aquellas ideas, asegurando y ratificando
el gobierno monárquico moderado del reino en la persona de
•nuestro amado soberano el Sr. D. Fernando VII. Ya se ve :
'una nación que conoce á fondo toda la malignidad de estas ideas,
qué tan de corazón las abomina , que tantos sacrificios está
haciendo por exterminarlas , y á quien se le ha debido y es
pera deber que ellas no acaben de arruinar al mundo ¿ como
había de prestarse á unos auxilios , que temía pudiesen resul
12
tar en favor de estas desoladoras é incendiarias ideas? Así pues,
quando yo vuelva , como espero volver , á mi Sevilla , si
alguno me pregunta ( como habrá muchos que lo hagan ) en
qué ha consistido que los ingleses pudiendo, queriendo y te
niendo interés en librarnos, hayan dado tiempo á que tantos
infelices pereciesen á manos del enemigo y al rigor de la ham
bre ; no sabré responder otra cosa , sino que los ingleses
leyendo mas de quatro papelitos , y viendo mas de quarenta
cosas , tuvieron razón para irse despacio, no fuese que en
vez de librarnos de una calamidad harto funesta, qual es la
tiranía de Napoleón , nos envolviesen en otra muchísimo peor,
qual sería la de que nos dominase el partido de los demócra
tas ó jacobinos. Es regular que á conseqüencia de esto me pre
gunten , quiénes eran los que persuadían , y trataban de hacer
valer estas ideas de regeneración á la francesa. También
es regular que yo les responda , asegurándoles que ningún
hijo de Sevilla ha bailado en esta danza : y aunque da Sevilla
han salido tan lindas cabras cojas como de las otras provincias ,
las tales cabras cojas sevillanas se fueron desde luego como de
bían á la manada del rei Pepe, y ningún sevillano ha ocnpado
las imprentas queriendo reformar la Iglesia , ninguno declaró
la guerra á los diezmos, á la Inquisición , á los frailes , &c. :
ninguno quiso de Fernando VII sino que se salvara y viniera.
De consiguiente ¿eré de opinión , que Sevilla en nada altere
sus dos escudos de armas . en uno de los quales están las imá
genes de S. Fernando su glorioso conquistador, y de S. Isidoro
y S. Leandro padres de nuestros concilios , restauradores de
nuestra Iglesia , y arzobispos de aquella ciudad : y en el otro
el NO-madeja-DQ , que le quadra ahora mucho mejor, que
quando por la primera vez lo usurpó ., y hasta aquí ha seguido
sosteniéndolo. Otro tanto como esto que yo pienso responder á
• los presentes, es regular que responda la historia á los que de
tras han de veuir. Conque, Sr. Nistactcs, bueno está S. Pedro
en Roma , aunque no coma. Sea V. de donde quisiere, con tal
que no sea de Sevilla , ni de su provincia , ni mi paisano , ai
;cosa que se le parezca : no porque yo haya asegurado que V.
¿s uno de los propagadores de las tales ideas democráticas -
nb he designado personas, para evitar que tenga V. algunas
equivocaciones que deshacer como Jas demarras; sino porque
los sevillanos somos tan comedidos en nuestras glorias, que no
admitimos mas héroes qne los que son propiamente nuestros..
Salió pues supuesto el título primero del amor que V. me tiene,,
que es el paisanage. De consiguiente , siendo el título falso ,
falso sera el amor que en él se funda : y así con toda verdad
puede V. cantarme la antigua coplilla :
Ai , que te quiero
por los caniculares
del mes de enero.
El Filósofo Rancio.
P. D.
Perdonándome V. antes esta satisfacción que me tomo
quiero que sepa como ha llegado á mis manos el Diario mer
34
tantil de Cádiz de 4 de marzo , y con él cierta carta 6 comu
nicado que dirige al diarista un señor R. Q. qua usurpa estas
dos iniciales , acaso para que no quede ni una letra ds todas
Jas del abecedario, que no venga á meterse conmigo. Este ca
ballero posei:b de uní caridad poeo mis ó menas como la ds
V. , me recarga porque no miro por mi honor, porque dud¿
de qué Cristo sería el .FV, Antonio de marras , porque no hice
caso del cascabel que este bendito me soltó , porque dice que
imito á Voltaire ( y quando él lo dice , estudiado lo tiene ) por
que cité aquello de Jos taparrabos y execuíorias , y en fin por
otra cosas que es mi voluntad dar aquí por competentemente
expresadas : me echa después mi sermón corriente , y me da
muchos y moy saludables consejos. Pido á V. pues por favor,
en primer lugar que si tiene algún dinerillo de sobra, le pague
los derechos de este pedimento de apremio ; y en segundo qus
le cuente de mi parte la siguiente anécdota.
Comandaba el famoso AlexanJro Parnesio al exército espa-
fíol que hizo levantar el sirio con que H-enrique IV afligía á
Paris. Hecho cargo aquel general de que sus marchas eran por
tierra enemiga , y á la vista de trop A numerosas y bien man
dadas . dispuso las suyas de manera que Henriqne IV nunca u
atrevió á acometerle , aunque varias jfeces lo intentase. Para
obligarlo pues , le envió ua parlamento en que le decía q is
aquel modo de marchar era indigno de un gefe tan famoso , y
de un exército tan aguerrido , e.vj ¡-tan dolo en seguida de esto á
que le presentase batalla. Alexan Jro Parnesio le contexto no me
acuerdo en qué breves términos; mas la sustancia era, que si el
rei la queria , podria dar la batalla en la hora que mas le aco
modase : pero por lo que pertenecía á él , no tenia costumbre
de tomar consejos que le diesen sus enemigos.
Se servirá V. pues enterar á ese caballero , en que si llega
el caso de que yo sea su pasante , podrá disponerme lo que he
de escribir , quápdo he de hacerlo , cómo , con qu é'palabras ,
y todo lo demás que .quisiere : pero ínterin no nos vemos ea
este caso , pienso usar del imprescriptible derecho que me com
pete sobre mi papel , sobre mi pluma , sobre mis palabras . y
sobre mi tiempo , escribiendo lo que me parezca , quaodo me
parezca, y como me parezca, sin pedir ni tomar consejo de li
beral alguno. En vista de lo qual, deberá el Sr. R. Q. guardar
sus consejos para quien los haya de tomar , y alisar de esta mi
resolución al Sr. O. G. Fr.~ Antonio de Cristo (con quien tan unido
está V. ) y á todos ios demás , que ni sé quántos son , ni me im
porta saberlo.
Otro sí ; también ha llegado á mis manos la Banderilla de
fuego del Filósofo Rancio , de que hice á V. mención en mi
anterior. No tuve eniónces de ella mas idea que la que me da
ba el Redactor , que por cierto no supo extractar según todo su
mérito este tan apreciable papel. Debo pues ahora qua lo he
visto añadir sobre él alguna cosa. Por lo que toca al título , no
puede ser mas propio . porque el papelito es efectivamente una
banderilla de fuego , ó lo que es lo mismo , incendiaria. Mas
en aquello de que es al Filótofo Rancio , me temo mucho que
haya yerro de imprenta : porque el rejoncillo de la tal bande
rilla está ya podrido de viejo y de mohoso , y por lo mismo no
puede romper mi pellejo mui endurecido ya y encallado : por
que la pólvora viene mojada, y no ha podido arder; y porque
quien trata de clavarla , tiene ménos tino que quien da Una en
el ciato y ciento en la herradura. Me parece pues , vuelvo á
decir , que anuí erró Ja imprenta , ó mas bien el escritor, y dixo
-al Filósofo Rancio , en v ez de decir al filósofo murmullo. Toda
banderilla de fuego saca al toro de su paso, lo hace saltar aun
que sea por los banecs de Fla'ndes, y no pocas veces que rom-
-pa y atropelfe las barreras. ¡ Qué gloria si esta banderilla pro-
duxe.«e un efecto igual en el filósofo murmullo ! El cortaría en-
tónces este njJo que los filósofos atizidores no saben ni pue-
tkn desai3r , y con esto llegaría la hora de a deseada regene
ración. Animo pues, seííores. liberales : no hai que perder ter
reno. Ya van dos años , y aun todavía no han podido Vg. lo-
■ gra* un 10 de Agosto , ni alguno de les otros dias solemnes
que en ménos tieirpo lograron sus precursores en París ; mas
todavía
i Por lo que pertenece al cuerpo de la obra , quisiera yo ,
Sí". Nistactes , que V. que tan dispuesto está para las obras
de misericordia como para las de justicia, exercitase la primera
D
•4
de las espirituales , enseñando á este pobre ignorante , lo pri
mero á hacerse cargo de qual es el sujeto de la disputa , y no
confundir la legislación á que están sugetos los tribunales , con
la obligación que tienen de aplicar á los casos y reos particu
lares las leyos que prescribe esta legislación. Desde que hai
príncipes y gobiernos cristianos, la traición contra Dios se ha
reputado por un crimen mayor que la traición contra el gobier
no , el homicido , el latrocinio , y todos los delitos atroces : j
desde que hai hombres , á los delitos atroces se han señalado
atroces suplicios ; y para la averiguación de delitos extraordi
narios, se han adoptado medidas extraordinarias. No es pues el
tribunal de la Inquisición el que ha establecido las leyes que b
rigen para capturar, sentenciar, y ex?cutar los reos : han sido
los gobiernos cristianos en todas sus épocas y siglos: ó mas bien
ha sido el derecho de gentes , según el qual , quantas naciones
existieron , han dado el primer lugar entre los crímenes y sos
castigos al desacato contra Ja divinidad. La misericordia pues
del Tribunal consiste , en que trata de que sus reos por el arre
pentimiento se pongan fuera del caso de la severidad de las
leyes : en que de tal manera atienda á llenar los fines de estas,
-que al mismo tiempo proporciona al culpado quantos consuelos
caben sin detrimento de ellas; finalmente , en que bac« lo po
sible por salvar á hombres, que por las mismas merecen per
derlo todo, y que infaliblemente lo perderían déla nte de qua/-
quier Parlamento ó tribunal civil. Dice este señor Tostado . 4
tostando, que íient borla enfilósnfía,y que está pronto á demta-
trarlo. También suelen tener borla lor mulos que tiran de la
cajasa. Si la de ese Ingenuo ( por abuso , á no ser que tome /a
palabra según que en nuestro idioma es á veces sinónima con
la de tonto) decía; que si la borla de este Señor Ingenuo ha de
pasar por borla de filosofía , es menester que se muestre, no
por los títulos ( que esos también los tiene Jomtob , y es un
filósofo como todos sabemos) sino por la lógica, que nos en
seña á no mezclar berzís con capachos. . ,
Lo segundo que V. debe enseñarle , es que la borla en
derecho á ninguno autoriza para combatir el derecho en que
tiene la borla : que >i en un pleito de tigno , auí de afín
27
iñone tuviese la temeridad de hablar en estrados contra las
leyes que sobre estos puntos rigen , sufriría una multa , una
suspensión , ó quizá un presidio. Mucho méiios pues deberá
desatarse tomo lo hace , contra unas leyes que nadie ha dero
gado , que ha sancionado el consentimiento de todos los go
biernos , que se han mirado siempre en España como sagra
das , y de cuya observancia pende el honor de la Religión , la
paz de la república , el sosiego de la vida presente , y la espe-
ranza de la felicidad futura de la Patria. En qualquiera o'ra
e'poca estaría ya el Sr. Ingenuo temando ración en la Jnquisi-
cicn por los méritos de su papel ; y esto se entiende en Es
paña , porque en España existe este tribunal ; pues si hubiese
sido en Francia , donde no lo habia , ya hubiera ardido , ó
estuviera próximo á arder en una plaza pública. Sepa que Dios
no es viejo : y que si nuestro gobierno distraído á mas urgentes
atenciones , aun no ba fixado la suya sobre el tal Tostado y
otros nenes de su pelo , podrá ser que algún día pueda fixar-
la , para dar la recompensa que merecen á estos públicos pre
varicadores é incendiarios.
Lo instruirá V. lo tareero . en la causa que le obliga á mi
rar con tanto horror el incendio , la muerte , las galeras , la
infamia y demás castigos que se aplican á los que juzga el tri
bunal de la fé. La causa de este horrores el testimonio de
una conciencia por su propia convicción tostada , y que teme
de un momento á otro quando llega al cuerpo la chamusquina.
No así en les que por la misericordia de Dios no sentimos estas
cosquillas en la conciencia. Como hombres que somos , nos
estremecemos con el espectáculo de la muerte que se da á
otro hombre ; pero como cristianos y como hombres de razón,
sabemos sofocar estos naturales sentimientos con la considera
ción de la atn cit ad del crimen , de la necesidad del castigo,
y de la importancia del escarmiento. Si los filósofos que tanto
cacarean , y tan léjcs están de saber lo que es patriotismo, no
tuviesen ya apagado en su corazón este justo y racional senti
miento ; por la complacencia con que vemos perecer á un-
traidor, ú oimos el descalabro de un exército enemigo, podrían
computar lo que pata por nosotros , quando sufre la merecida
28
pena un enemigo de Dios , y un traydor á la Religión. Mas
el que ellos no sean tocados de este sentimiento , no quita que
lo experimente la generalidad de la nacio.i. Ella ama á su Re
ligión , y el amor , orincípio y primar móvil de todas las otras
pasiones , despierta el zelo , la ira , y la venganza , quando le
tocan en la cosa amada. El pueblo español lia- visto y verá
tales espectáculos con tanto interés , como horror mu?stri de
leerlos el Sr. Tostado. Y si por haber asistido á ellas es tana
¡>.u indignación contra. Cáelas II , mucho mayor debe ser ( y
efectivamente será, aunque: no se atreva todavía i manifes
tarla ) contra S. Fernando el III , que como dicen las lec
ciones que la Iglesia señala para su fiesta , llevaba por sí mis
mo la lefia coa que los-hereges habían de ser quemados : pro-
priis ipse m.ínibus ligna comburéidis iamnáús ad rogum aive-
hébul : y cuidado que en su tiempo aura no había inquisición
baxo ningjna.de sus formas en los reinos de L?o.i y de Cas
tilla. Si el Sr. Tostado, que tanto aprecio haee de la» borlas
que tiene en la cabesa , hiciese alguao del crisma que le pu
sieron en ella mucho antes que las bonas , ¡éjos da insultar la
memoria de Carlos II por esta religiosa acción , descubriría en
ella verificada aquella verdad, por donde el Espíritusanto ase
guró en boca del Profeta , que el jjsto se alegraría, quando
presenciase la venganza ; y lavaría sus mano» en la sangre de1
pecador. Lxtáb'itur justas , cum v/derit vináictam : manas san
Javábit m sánguine peocatóris.
Lo quarto que V. debe eos; fiarle es, que pues tan filan*
tropo, se muestra con las cenizas de los muertos, que se nsfl
hecho acreedores á que no consintamos entre nosotros ni aun
sus cenizas ; lo sea- también con la fama en cuya posesión es
tán , y por d *>nde viven depues de su muerte los mueitos. N'
merecen , ni gozan , ni sienten los cadáveres. Esto no obítaa-
te, las gentes todas les han procurado y procuran el honor de
la sepultura ; y todas las legislaciones , ó al ménos muchas ¿'
ellas declaran inviolables los sepulcros. Es pues la sepultura
un obsequio que se hace i la memoria del muerto, en que tw
nen interés los que restan vivos. Por esto nuestros mayores lla
mara» a, los funerales indistintamente obsequias y eneaéi5'
.
por una regla toda contraria , lí privación de la sepultura , y
d abandono y destrozo d¿\ cuerpo es nn castigo, por donde se
infama la memoria del muerto, que es lo tínico en que ya pue-'
ds padecer, y se despierta el escarmiento de los vivos.
Quanto mas zelosas han sido de aquel honor las leyes . tanto
mas severas se han mostrado en agravar esta infamia. Podrá el
Sr. Tostado en suposición de que ni es , ni permita Dios qué
sea legislador ni juez, llorar sobre los desenterados, los que
mados en estatua , y también sobre Jos que ss ponen en quar-
tos por los caminos , no obstante que la Filosofía en que está
graduado de maestro, nos presenta infinitos exemplos de estas,
que executados por ella en la gente de bien , son y se deben
llamar atrocidades. Pero como con este corazón tan filantrópico
para con los picaros que nunca debieron existir, puede expli
carse contra los que mientras existieron , han sido nuestros re
yes , y han merecido nuestro respeto, y tienen para con noso
tros bien puesta su memoria, es lo que no entenderá sino el dia
blo. Dígame pues , cara dé Rosa: ¿porqué habla mal de Feli
pe y Carlos segundos? Me dirá que porque fueron malos. Está
bien: pues por lo mismo debió V. abogar por ellos, como abo
ga por el judío , por el heregí , por el maléfico, &c. Pregun-
gunto otra vez : ¿ y que tribunal ha declarado á los mencio
nados reyes por malos? No hay mas tribunal que V. y los que
se le parecen, cuya autoridad estamos viendo , cuyo juicio ni
vemos, ni nadie verá, de cuya integridad sabemos lo bastante,
y cuya probidad está reclamando la Carraca. Puss, señor mió:
a los reos que nosotros damos por bien juzgados , los juzgaron
urros hombres , qua en su tiempo tuvieron toda la confianza de
la nación, y en el nuestro tienen la recomendación de que
Vs. los insultan, por la sola filantropía qué los ha decidi
do en favor de los ladrones, homicidas, y demás gente honra
da. Veamos últimamente que testigos son los que han depues
to contra aquellos dos monarcas. Dirán Vs., si dicen lo que es,
que los libros franceses, los libros de sus hereges , y los libros
de sus filósofos. ¡ Válgame Dios , señor doctor en leyes ! g Es
fuera del lugar de los hechos á donde se van á buscar los tes
tigos? ¿La enemistad y odio han dexado ya de ser excepciones?
3°
¿Vale ya la deposición de «n picaro que escribe en París,
contra lo que atestiguan testigos oculares de España sobre lo
ocurrido en ella? ¿Lo que dice un rival contra lo que sabemos
de otro ? ¿ Lo que asegura un impío contra el que sostiene la
piedad ? ¿ Lo que un herege vomita contra un príncipe cató
lico ? ¿ Y lo qua la Francia humillada y abatida por los aus
tríacos , intrigó , fingió , corrompió , y transtornó para ven
garse? Cáteme V. que este derecho no se ensaña en nuestra Es
paña en parte alguna, sino en la clase de Quintana, que es
el Pant¿on del Escorial. Fuera de allí, los austríacos son con-
siikr J'-s como hombres que tuvieron sus faltas, y sus buenas
cualidades. Y como para todos los españoles vale todavía el
quarto precepto del Decálogo, alabamos Jo que tuvieron ¿t
bueno , y excusamos ó cubrimos lo que tuvieron de malo. Li
filosofía de Vs. y su filantropía en este punto es como la d:
Cam el hijo de Ñoé , que no contento con no cubiir como de
bía , quiso que también sas hermanos viesen la desnudez de su
padre. Aun todavía la encuentro yo peor que la de aquel mil-
dito; pues á la burla que él hizo al santo Patriarca, no sabemos
que añadiese la apología por los malvados , como Vs. hacen.
Es imposible que el gobierno no pare algún dia su atencrói
sobre Vs. Haga Dios que no sea muy tarde.
Le dirá V. lo último , porque ya estoy cansado . quí sl
los del siglo XIX encontramos muchas cosas dignas de risaea
el XVÍI y XVÍÍI, no serán muy pocas las que encuentren el
nosotros los del XX : y que lo que nos importa sobre todo, «
que ya que por nuestra desgrjcia tendrán las generaciones fu-
tpras mucho que reír de nosotros, no nos busquemos á nosotros
mismos, ni demos á los que vengan detras , ocasiones y causas
de llorar. Perdone V., vuelvo á decir : no creí ser tan largo;
pero me consuela que como V. me ama y respeta , se compla
cerá en evacuar mis encargos , y deseará que se los repita, es
pecialmente si son de esta clase.
CARTA DÉCIMA-SEXTA
QUINTA
A IRENEO NISTJOTES,
PROCURADOR GENERAL
DEL
JANSENISMO.
REIMPRESA EN MALLORCA
-. • • ¿
••I.
i
8
Sea no obstante d ra mi el que V. quiere que represente
mos. ¿ A donde piensa que vayamos á representarlo ? Ya veo
que el cartel en la pág. i. nos cita oirá la biblioteca de San
Pablo. ¿ Está V. en sí , hombre de DLs ? ¿ Conque quiere V.
que vayamos á tener nada méuos que dos horas da conversa
ción á la biblioteca de un convento ? ¿ Pues no sabe que estas
bibliotecas son lugares de silencio, y que en ellas no se tienen
mas disputas que lo* actos de estudios, que á determinadas ho
ras prescriben los planes de las respectivas comunidades ? Si
levantamos , como es natural , un poquito la voz , n«>
exponemos i que nos mande callar qualquiera fraile. Siendo
también , como lo es aquella , una biblioteca pública ,
podrán acudir á ella , como freqüentemente sucede', perso
nas extrañas y todas las consideraciones nos están diciendo
que no les incomodemos. ¿ No podríamos pues irnos coa
nuestra música á otra parte ?
Pero aguarde V. , que todavía se nos qaeda lo mas bonito*
j Q ié dia y horas son las que V. nos cita ¿ Responde el testo»
que la noche de la natividad de nuestra Señora. Biea
podía V. dexarnos la tal noche para dormir : acuérdese de
que no todos somos murciélagos , y de que lo que- de no
che se hace , de dia aparece. Pero vamos á lo principal.
¿ Y en qué aSo ? En el de 1817 , porque en este fué quaa-
do V. tuvo su memorable sueño, y porque las dos cartas mias
qu« diéron motivo para él , y que V. leyó con una pacte»-
da tan heróica , no se habían escrito sino en mayo y junio ,
ni visto la luz pública sino en julio y agosto del mismo año.
Conque según la cuenta , V. me convida para la biblioteca it
San Pablo de Sevilla en 8 de setiembre de iSir. Pues señor
mió , yo no voi allá , ni aunque V. me envié coche en que ir.
j No se acuerda de que desde % de febrero del año anterior
está allí el Sr. Mariscal Soult con toda su comitiva ? ¿ La
han ofrecido algo porque me llev» allá ? Fuera de que la bi
blioteca ' adonde V. nos convida , ya no es biblioteca , por
que la han convertido en establo de caballos nuestros ilus
tradores y regeneradores , parientes inmediatos de mucho*
q'ue en Cádiz promueven los mismos pensamientos. Ademas
9
de es'to , V. quiere que alguna de las personas que han de
hablar sean frailes , unos dominicos , otros agustinos , maes
tro el uno , lectores los otros : y todo ésto , señor mió ,
esta' ya antiquado en aquella ciudad. Ya el padre Frai se
ha mudado en el Señor Don. No estrafía V. , que le;
cite este Dominas Dóminus , porque el tal señorío ne es
reas que un título , cuya correspondencia á forte reí es
un puñado de hombres sin calzones ; y aua digo poco ,
pues los infelices . darían gracias á Dios de no tenerlos ,
si después de una vida entera de trabajos empleados en
beneficio común , y de ana vejez enferma y anticipada
por los tales trabajos , contaran siquiera con un mendrugo
de pan que roer ó chupar. Perdóneme V. esta digresión , á
que me ha conducido el espectáculo de uno de ellos . que se
rae presentó en estos dias transido de la miseria y de la ham
bre , y la narración que ma hizo del infeliz estado de otros ,
dignos por cierto de diferente suerte , é imposibilitados de
evitar la -que los consume , por no tener ni fuerzas para
huir , ni medios con que hacerlo , ni esperanzas de en
contrar abrigo.
Volviendo pues á nuestro caso , digo que es un anacronis
mo y un solemne disparate suponer el teatro en Sevilla , don
de no nos podemos juntar por mas que V. me lo mande , y en
una qne fue biblioteca, y ahora es caballeriza : querer que con
curran frailes de diferentes religiones , siendo así que todos
por fuerza están insertados en clérigos : suponer maestros en
teología , donde ya no entran sino maestros de herrar bes
tias ; y lectores , donde no hai que leer , ni gana ni
proporción de hacerlo : y pintar que se están dos horas en
teras en conversación sobre puntos que no llenan la barriga,
unos hombres que la tienen como cañón de órgano , y que
ni de dia ni de noche piensan en otra cosa , que en como han
de entrener la respiración y la hambre. Es verdad que todo- es*
taba remediado con que en vez de chocolate se tomasen por la
mañana un par de periódicos, y al medio dia media docenu
dé artículos comunicados; pero como esta fruta no está
allátan barata como en Cádiz, los infelices no puedan pensar sino
B
IÚ
en lo que Lorenzo, aquel de en lo que pienso, piense.
Conque , Sr. Nistactes, sin que por esto sea visto querer
yo emendarle á V. la plana , me parecía á mí que lo
mejor fuera , que dexando quieto el dia , y señalando hora
mas cómoda , llevásemos el teatro á otra parte. ¿ Qué incon
veniente tiene V. para ponerlo en Cádiz ? Ai , donde to
davía los hai, y con el favor de Dios seguirá habiéndolos, se en
cuentra V. con frailes dominicos y agustinos y de otras reli
giones, si acaso los ha menester: y si mi presencia hace
falta ( estoi en que no , por lo que diré después ) el
tostó que V. ha de hacer en llevarme desde aquí á Sevilla,
hágalo en que me lleven á Cádiz , pues embarcado será
menor , y se ahorrará V. de presentar al principio de
su plan ese anacroHismo , y ese puñado de cosas repugnan
tes. También quisiera si pudiese ser , que V. nos dispensara
de tener nuestro coloquio en biblioteca alguna de convenio.
£1 tal coloquio atendido su mérito intrínseco, está pidiendo de
justicia un café. Mas ya veo que no puede ser este nuesrro
teatro , porque el café no debe ser paradero de frailes , aun
que de hecho lo esté siendo de algunos. Ademas , como á V. se
le ha puesto en la cabeza que se citen y registren Sto. Tomas,
Bclarmino, Cóncina , y otros téologos , y también varios au
tores nacionales , empezando por la colección de nuestros
antiguos concilios ; preveo que en llegando la hora de que-
xer echar mano á alguno de estes libros, nos hemos de halle:
en blanco , porque en los cafees no hai sino gazeta; y
periódico» , y entónces nuestra comedia se acabará á íari-
gazos como los antiguos entremeses. Siria yo pues de parecer,
salvo meliori , que para evitar todos estos inconvenientes , nos
fuésemos á tener nuestra conversación en una tienda de li
bros , donde los tendríamos á mano , donde todos pudiésemos
concurrir , y donde cupiese nuestra contextacion mala , bue
na , ó entreverada , pues de todo suele haber en las que se
mueven en estas tiendas. ¿ Qué dice V. á esto ? Ya veo que
tixeretas.
Pues señor , sea como V. nos manda en Sevilla , y en la
librería de San Pablo , con pretexto formal que hago de no
II
asistir sino involuntario , y esto en sueños , ó como alma
en pena , 6 en forma de fantasma , ó de qualquiera otra
manera en que no me vean los filósofos españoles que allí vi
ven de hacer la causa de los franceses. Vamos á saber ahora
quk'nes somos los convidados para la comedia , ó como se dice
en' las antiguas , las personas que hablan en ella. V. nos infor
ma de todo con sus puntos y comas por el consiguiente órdan.
>i Parecióme «star en Sevilla mi patria , sentado en la bi-
« blioteca de San Pablo con un P. Mtro. de aquella casa , y
n con otros dos lectores, que le miraban con acatamiento, w
Conque por buena cuenta somos ya quatro. V., uno , los dos
lectores , tres , y el Mtro. que soiyo, ó hace mis veces ,
quatro. Menester es que tenga V. tanto ingenio comoCeivantcs
para dar á cada uno el papel que ha de representar , y ha
cerle que lo represente dignamente ¿ Quiere V. que ya c«-
menzemos ? Paréceme que no, pues todavía nos trae mas gente.
n Iban entrando en ella ( continua V. ) dos frailes agusti-
V) nos ; n cosa que V. admiró : bien podía haber dexado es
ta admiración para un tiempo mas desocupado. Por causa de ella
se le olvidó acabar de meter dentro á estos frailes, y decirnos «.
coa qué objeto venian : mucho mas siendo su presencia una co
sa para V. no esperada. Por fin , con estos dos ya estarnos
seis. ¿ Hai mas gente que venga ? Todavía nos queda el
rabo por desolllar. w Junto á la mesa ( prosigue el texto )
vi habia un capitán de fragata llamado D. Claudio , mui es-
»» tudioso , á quien conocí en el colegio de guardias marinas
m de Cartagena ( Dios tenga á V. de su mano , no sea
v> que también nos meta en la representacioa al colegio , y á
v> sus guardias marinas ) y un D. Agramato clérigo de
v> buena edad. v> Hasta aquí el texto : y yo confieso á V. ,
Sr. Nistacte? , que quando comenzé á leer aquello de junto
á la mesa habia , pensé que lo que había fuera algún par de
muebles destinados á decorar la representación , v. gt. dos can
dileros, dos alabardas ó dos albardas : pero ya veo que eran
das hombrus hechos y derechos , uno capitán , y otro clé
rigo. Así pues , ya sé que si se me ofrece predicar de
Pasión, deberé decir: junto á la cruz había 5. Juan y la
Magdalena.
I2
Mas no nos paremos en estas menudemias. En lo que sí
me paro es en que V. que con tanta nos refiere el nombre , la
aplicación , y el conocimiento y ocasión que tuvo del uno,
y la buena edad y estado del otro; no nos diga ni cómo estaban,
ó por hablar con V. , cómo había estos dos hombres junta
á la mesa. Cada una de las de la librería que V. cita , tiene
quatro sillones. Ocupa V. estos quatro sillones de la mesa con
su persona ( sentado ) con la mia, y la» de los dos lectores ,
que aunque V. no lo expresa , parece que también lo estaban.
Pregunto pues : ¿ y los dos agustinos que iban entrando*. ¿ Y
los dos que había junto á la mesa ? ¡ No hubo un buen alma
que se ¡levantase á hacerles un obsequio brindándoles coa
el asiento ? Si no hubiese habido mas que los tres frailes,
yo. no me admiraría de que V. con intención hubiese tenido
este descuido ; porque ya sé que es de los liberales , J qw
como tal no debe perder ocasión de dexarlos. en descu
bierto , y de presentarlos como gente ( lo diré en latin ) im-
ritum peripséma usque adhuc. Pero hallándose V. alli , persona
tan fina , palaciego , hombre de tantos campanillos, y siendo
uno do los que estaban capitán de fragata , y su conocido des
de antaño ¿ dexarlo junto, á la mesa ?.... ! Vaya 1 que aguí es
menester un cuento.
Llamaron á un escribano paraque un muerto otorgase ante
él su testamento. El modo de otorgarlo fué el siguió'
Los interesados en la herencia entregaron al escribano uaa
apuntación del repartimiento del caudal qne decian haberles
notado el enfermo antes de perder el habla. El escribano deba
irle preguntando al tenor de aquella nota : y el muerto 1
medio incorporado en la cama , y atado un pañuelo >
,1a cabeza, ocultaba un cprdelito que corria por debaxo de
las sábanas hasta los pies de la cama , y por donde era
fácil dar movimiento á la cabeza. Preguntaba pues el £s'
cribano : ¿ Es verdad , Sr. D. Fulano , que V. quiere , y
íh voluntad que sus herederos sean N.yN., sus albaceas ¿V-
y N. &c. ? A todo hacia el muerto que si con la cabeza-
Admirado el escribano de tanta docilidad , quiso también
sacar provecho de ella : y le añadió verdad queP-t01
*3
el mucho amor y antigua amistad que le tUne, y por varios fa
vores que ha recibido del presente ess-ibano , quiere que se le d:¡t
de lo mejor parado de su caudal tantos miles pesos ? A esta
pregunta el supuesto moribundo quedó tan insensible como un
muerto : y entonces el escribano volviéndose al que mane
jaba el cordelillo , le dixo : amigo nAo , aquí ó se ha
de tirar para todos , ó no se ha de tirar para ninguno.
g Con qué conciencia, Sr. Nistactes , quiere V. estar sen
tado , y que lo estemos los otros tres, que últimamente somos
de casa , y dexar en pie á los dos agustinos cuyo convento
dista cerca de media legua del de S. Pablo ; á D. Claudio
que ha venido desde Cartagena ; y á D. Agramato que no
sabemos que tierra ha traido ? Ó todos en pie , ó tocios senta
dos : ó quando no, no se meta V. en esos dibuxos, por donde
queriéndose mostrar baen inventor, solo consigue que vea
mos su pobreza. ¿ Conque donde acomodamos á esta gente ?
Dirá V. que se vayan á otra mesa. Y bien g hemds de hablar
á grito» ? ¿ Ha de ser ópera la conversación paraque la cante
mos ?. ¿ Habrémos de estar dos de los concurrentes espalda con
espalda? ¿ Dónde pues hemos deponer ámi Sto. Antonio ?como
preguntaba el predicador portugués que quería colocarlo ainda
mais que sohre los coros de los ángeles y los santos. Si
yo no hiciera para el coloquio la mucha falta que V. me
obliga á hacer , le respondería lo que el castellano al tal
predicador : padre , póngalo vossa merced aquí , que ya yo
me voi. Pero aunque yo me fuese , no quedaba mas que un
asiento para quatro. Valga la verdad , Sr. Nistactes : V. dixo
que su papel al fin era un sueño ; pero se le quedó por
añadir que era el sueno de que hace mención Horacio
desde el verso 6 de su arte poética ; y que trazaba un
pian.
.... Cujus , velut aegri somnia , vaate
i. Fingéntur species : ut neo pes , nec caput uni
Reddatur forma*
A IRENEO NIST4CTES,
PROCURADOR GENERAL
DEL
JANSENISMO.
REIMPRESA EN MALLORCA.
EN LA IMPRENTA DE FELIPE GUASP.
AÑO 1814.
■
( *
I l
i K
\
Señor Irene o Nistactes.
*
- Por el voto de ppobeaa no queda al fraile otra facultad
que la de usar de lo que quieran darle ; pero como llegase
á quaxar el proyecto, que nos está dando en la nariz, no
tendríamos necesidad de voto para quedar in puris natura-
libus^Á no ser que perteneciésemos al gremio alto ; porque
eso de que nos dieran nuestros amos los liberales , como al
fraile le dan los guardianes por míseros que sean , eso e»
una cesa de que ni se ha citado , ni se citará algún
exemplo,
Del voto de castidad no tenemos que hablar , porque ese
es el punto capital de la reforma filosófica , y como dicen sus
sapientísimos autores, una de las mayores iniquidades que han
descubierto el despotismo y la tiranía. Eso no obstante , la
mayor parte de la gente tendrémos que guardarla sin voto por
que no teniendo que comer, no se necesita mas voto ni
mas mandamiento, y como dixo no se quien : fine Cérere , et
Bacho friget Venus.
Ultimamente ocuparían el lugar de los grandes aquellos
de nuestros liberales , á quienes el mérits personal , hiciese
digno» de dexar las hierbas de donde nacieron , para subir á
las dignidades á que los está llamando su admirable sabidu
ría , su acendrada política , sus fructuosos trabajos , sus inex
plicables talentos, y sus no interrumpidos servicios. .Esto en
seña como una verdad indudable el gran patriarca Rousseau:
esto practicaron sus primeros y mas rieles discípulos., los gefes
de la asamblea y convención francesas : esto ba heche el gran
de Napoleón , digno resultado de la filosofía , admiración y
emulación de todos los que aspiran á filósofos; esto en fin lo
que es tan esencial á la filóse fia , que sin ello seria ella un
ente de razón , ó no seria. El Antimonitor ingles , hablando
de los señores liberales que hay en Inglaterra , asegura como
cierto que ya ellos tienen hecha la distribución de títulos y
mi lores que dfben suceder á los actuales. Pues ahora , si in
víridi hoefaciunt ¿ in árido quid fiet ? Si en la Inglaterra, don
de no hay esperanzas ni aun remotas de todas esas cosas bue
nas que rezan los señores liberales , ya están estos prevenidos
para ser duques , marqueses &c. ¿ en la España , donde el
2.0
rio revuelto presenta á los pescadores tintas esperanzas de
ganancia , se podrá presumir que no está hecha igual distri-
.bucion ! Credat ho: judeus Aprtla. No hermanó» mios , no
lloréis, porque os quitan vuestra grandeza ; en lugar de es
ta vieja que hasta aqai habéis tenido, contad seguramente coa
que se os prepara una nueva. Yo no s.ibré deciros si tendre
mos también nosotros nuestros duques de Dalmacia, de Echin-
gen , de Treviso &t. ó si en estos títulos veremos á nuestra
frente á los que blasonan de ser nuestros oráculos. Lo que si
sé, es que esto debemos esperar <1A ciudadano Semanario,
del ciudadano Conciso, del ciudadano Redactor, del ciudada
no Duande , Tertulia ó camaleón , y de la demás turba im'.ti
de los restantes escribidores , incluso D. J. C. A., que es el
quartel-maestre de toda la familia. De sus buena»' gauas, e>
decir , de su hambre no podemos dudar , después de las mu
chísimas guerras civiles que hin tenido unos con otros so.
bre los cinco y los diez q lartos , y en que con harto per
juicio de la causa común han disputado el Redactor coa el
Conciso , el Conciso con el Redactor , este con el Diario mer«
cantil , y todo* contra todos, el privilegio de decir blasfemias,
y encaxamos todos los desatinos liberales. Pues si la hmbn
de estos caballeros es notoria ¿ quien puede dudar de sa mé
rito ? Innumerables papeles de dentro y fuera de Cádiz los
han hundido y los están hundiendo á capuces ; han nitrado,
y íio cesan de mostrar su ignorancia , sus contradicciones.*1'5
d.satinos , sus supercherías , su ningún talento , y su !oti'
renuncia á la vergüenza. Esto no obstante , miradlos. ¡C°a
que paciencia tan exemplar sufren todos estos azotes! ¡Coa
que constancia mantienen el que-sto , que se han hecho cargo
de guardar! [ Y con que tesón añaden disparate á disparé'
nos vacian toda la Enciclopedia , y á semejanza del muloq^
tira de la noria , después de haber andado una vez , cornil" •
zan otra y otra á andar el mismo camino 1 E! pueblo los lla
ma hambrones, charlatanes, libertinos , impíos, y todo lo i'-'
mis que merecen ; pero ellos firmes en el puesto, aguantan
do la bala rasa y la metralla , y tapando con su. desvergüen
za el boquete que no pudieron tapar con sus sofismas, ni fl**
.•
fender con sus baladronadas. ¿Con que se paga uh servicia tan
importante ?
Pues ¿ y aquel otro que hacen á toda la cofradía , fran
queando sus papeles , paraque todo el comunicante que quie-'
ra venga á vaciar en ellos sus servicios ? g Es poco negocio ,
6 algún grano de anís haberse convertido esta buena gente en
cloacas? ¿Y que diré de los dispendios que unos han sufri
do , otros sufren , y otros esta'n próximos á sufrir ? Se llena
ron de plata los poetas , padres del Semanario patriótico, quan-
do engañando nuestra credulidad, nos hicieron, esperar un poe
ma exacto , quiero decir , verídico de nuestros males , y de
nuestros esfuerzos. Se llenaron digo de plata , y alguna me sa
caron á mi por este engaño, de lo que estoy muy arrepenti
do. Mas toda esta plata que les entró entonces, les ha salido
después por la haróica constancia , con que persistieron en el
empeño de continuar un escrito, que abominaba y no compra
ba la nación , y por Ja generosidad pocas veces vista en esta
buena gente , con que quisieron que sus dineros fueran como
los del sacristán, que cantando se vienen, y cantando se van. igual
quebranto comparativamente han sufrido un Patriota, una Ter
tulia, a' quien no le vaüó la industria de transformarse en Duen
de , y otras quatro docenas do ellos, cuyas esperanzas y bolsas
descansan en paz : é igual quebranto amenaza y acaso muy de
.cerca , al famoso Conciso, á su emulo (y no de los de cha-
rísmata meliora ) al Redactor , al Diario mercantil , y á otros
pobretes , que ya están picados de la disenteria pecnniarir. Úl
timamente ¿ que diré de los mártires de la cofradía, que se
han propuesto verificar el testimonio, que de este acto heroi
co resulta á la obra de Dios en el nuevo plan que han tra
zado todos los demonios? Ai e¿ta , oque se yo donde, aquel
famoso Duende , que de Portugal pasó á Cádiz y de Cádiz
ha pasado no se si á los infiernos , que fue á lo que me per
suado el proto-martir de nuestros liberales. Ai está el Robes-
pierre español, que disputó con el antecednte lo Joco y lo atre
vido, y le aventajó en haber tolerado, ó estar tolerando la car-
.cel. Ai está el de la Triple alianza, que queriendo desvara-
tar la resurrección , de la carne por el mismo orden con que
53
se pre 11:6 , vino a! Areopagi de Cil\z , i enseñir qae no la
bia til co¿3 , a-i como Sin Pablo fué i enseñar que la había al-
Areopago de Atenas. Ai está el Diccionarista burlesco, qae
d:spues de haber proporcionado á la nación en su folleto oni
biblioteca , donde nada tuviese que desear el que hubiera re.
negado ó quisiera renegar del bautismo : .y después del im
probo trabajo que se tornó , en recoger quantas blasfemias ,
irrisiones y burlas se han vomitado contra nuestra religión X
sus ministros por quintos tunantes conocieron los siglos últi
mos ; sostiene rodavia el carácter de su apostolado, hablando,
seguo nos informan sus panegiristas , por el mismo órden con
que había escrito^ acabando de vaciar por la lengua las vara
duras que se habían escapado, á su pluma, y gloriándose
en sus cadenas como »S. Pablo se gloriaba en las suyas. Ai
están ea fin muchos otros , que émulos de la misma pasión J
gloria , esfuerzan sus méritos para hacerse dignos de esta toa
fécomendable recompensa. ¿Con que pues , oyentes raios, coi
que se paga , ñi que premio puede igualar estos tan seüala-
tíos oficios por la religión y la patria? No hai la menor da*
da. A estos héroes deben ceder , qjieran ó no, su gerarqon
las que hasta aqui han sido las primeras clases del estado. Es*
tos méritos deben llevarse las distinciones y los premios, que
para sí y sus sucesores ganaron un Alonso Pérez de Gusma't
un Rodrigo Ponee de León , un Gonzalo Fernandez de ^
dova , un Cristoval Colon , un Hermán Cortéa, y tantísimos
otros, á quienes debimos ó la conservas-ion de la patria,0" •■
dilatación de nuestro imperio , con todas las ventajas y b-'3^"
cios que hasta aqui hemos gozado , y que mientras él dai:;
gozarémos. A estos deben pertenecer esos bienes que hasta aqt"
"han pertenecido á las Iglesias y monasterios , emendando de
esta manera el error de los testadores , en haberlos dexado i
ellas , y no al pregonero ni al verdugo: y siguiendo el aí'J'
ttki de la jurisprudencia liberal que los supone nacionaltSi®'
to es, pertenecientes al primero , qae con pretexto de ¡a 9!¡!m
'Jos robe. A estos deben pasar los crecidos caudales , que á tan
tas casas han producido la agricultura , la industria y c0'
murcio ; en suposición de que el estudio y aprovéchame"'*'
29
que estos nuestros presentes regeneradores han hecho ea Rous
seau, vVeishaupt y otros tales, son títulos, prefe.renr.es á quan-
tos han consagrado hasta aqui y hecho inviolables Tas propie
dades, g Pues que? ¿ Es cosa de juego ser los regeneradores de
la patria? ¿ Hai premio que equivalga al mérito de ser nues
tras antorchas y lumbreras? Animo pues , generosos españo
les : á la guerra, á las balas, al peligro, á la muerte, para pa
gar esta enorme deuda, Las lamparas que nos alumbran nece
sitan de tanto aceite, que todos nuestros olivares no les bas
tan. Nuestras antorchas son usos cirios pasqual.s capaces de
consumir, no solo la cera de todas las colmenas , mas también
la cerilla de todos los oidos.
Estamos en esto , señores liberales ,. estamos en esto , y lo
conocemos muy bien , pnr mas que la modestia y desinterés
,de Ys. Jo disimulen; pero eso no me quita á mi que vuelva
a' la carga y les diga. Sea muy en buen hora , que Vs. hayan
de ser |os amos : pero lo que ahora insta , lo primero de todo
es que ¿cagamos la cosa , de que debemos serlo. ¿ Que diablu
ra es. tratar de quien ha de ser el dueño de Medina Celi y
de Alva, si Alva y Medina Celi están en poder de Napoleón?
¿ No es primero echar á Napoleón de all'i , (¡ue determinar
de quien ha de ser? ¿No es primero plantar el olivar, que re
partir Jas alcuzas de aceite? Vamos pues, vamos a' arrojar fuera
al opresor, y dexemos lo demás para después. No busquemos
muchas cosas, quqndo lo que importa es buscar una sohi. Y por
lo que toea á los méritos de Vs. , y al premio que por ellos
les corresponde, dexen de afanarse por ahora, y descansen so
bre mi pafabra. llai un justo juez en el ciqjo , que seguramen
te no ha de olvidar los servicios que Vs. Je e,st3n haciendo, jüai
en la tierra, quien represente su autoridad, y que debe entraren
cuentas con Vs. para recompensárselos i nombre* de la patria.
Hai un pueblo en la Europa (que. se llama español , católico
hasta los tuétanos, fiel como nmguaot moderado como pocos,
pierio y circunspecto por carácter, tenaz de sus sabias institu
ciones como- él solo, y tan seguro .en sus juicios, como lento.
,¿ Que. mas garantía quieren- V^s. de ese premio que hap nj^te*
cido tan de justiciad ,
E
¿ Que se dice , señores liberales , que se due á citas re
flexiones , que no hay español que no resuelva en su co
razón y no explique según sus alcances? Luzcan aquí esos
prodigiosos ingenios , aparezca ese profundo conocimiento del
corazón humano , oigamos siquiera una vez alguna sosa que
nos excite á sacudir los presentes males , y no se nos pongan
delante de los ojos pinturas y prospectos , capaces solamen
te de adornar los palacios del paraíso de Mahoma. ¿ Hacea
Vs. lo que corresponde i la obligación en que se han consti
tuido por haberse declarado maestros del pueblo español,
reformadores de sus opiniones , y guias de su conducta en la
presente terrible crisis ? ¿ Adoptan Vs. para formtr sus dis
cursos , que llaman patéticos , aquellas materias mas análo
gas á las disposiciones que tiene el pueblo español para de
fenderse déla injusta agresión que sufre? ¿Le proponen los
principales medios que lo han de conducir al fio de salvar
se ? Oigan Vs. los dos mas poderosos que todo que reflexio
na , mira como indispensables y seguros; y vean i coase-
, qüencia.si ni con mil leguas se acercan al objeto que de
bieron proponerse.
El primero de ellos es aplacar la justicia divina. Personas
que de intento han explorado el modo de pensar de nuestros
hermanos afligidos con las presentes desgracias, los han halla- .
do contestes en los siguientes principios , que son la suma de
la filosofía que ha de salvarlos : este es castigo de Dios: pero
Dios ha de tener misericordia de nosjtros. Pregunto thora ,
señores escritores liberales ¿ se han empeñado Vs. en esten
der y propagar por medio de sus impresos estas sólidas é incon
testables verdades , tan necesarias al pueblo español para sacu
dir el yugo , que quiere ponerle el tirano ? ¿ Han escrito algo
paraque los españoles esfuerzen esta justa confianza, que reina
en el corazón de muchos ?• ¿ Los han excitado Vs. paraque qui
ten á la justicia de. Dios las causas que provocan su castigo ?
¿ fian contado con Dios para algo; sea en órden á desarmar su
ira , sea con respecto á implorar su misericordia ? ¿ No se han
dedicado Vs. á todo lo contrario? Y si es cierto que hai un Dios
en el cielo ¿ no lo será también que Vs. están empeñados
3"
en provocar su indignación sobre nosotros , por tantas blas
femias como escupen contra su religión, su iglesia , su mi
nisterio , y q uáato pertenece á su culto ; y por tantas máximas
depravadas , como quieren que prevalezcan contra la leí que
él mismo estampó indeleblemente en nuestros corazones , coaia
reflexo inextinguible de su providencia y sabiduría? ¿ De qué
gente . de qué nación han tenido Vs. noticias, que en un apuro
semejante al que padecemos , no haya acudido al cielo , á re
clamar el socorro del Dios verdadero 6 imaginado á quien ado
ra ? Y si' esto ha hecho toda nación y gente movidas del ins
tinto de la naturaleza ¿ porqué quieren que no lo hagamos no
sotros , unos hombres que todo lo definen por los instintos bue
nos 6 malos de la naturaleea ? ¿ Cómo estamos de religión ? ¿ Es
obra de Dios ó de los hombres ? Si de Dios ¿ porquá no se adop
ta el primero , el principal , y el mas importante de quantos
i'nedlos ella nos enseña , que es aplacar la ira , é implorar la
misericordia de Dios"? Y si la religión es obra de la política
de los hombres, como quieren los maestros de Vs. ¿ porqué Vs.
no dan movimiento á este primer resorte de la política ? Rara
es la cosa que hace Napoleón , en que Vs. no sean sus manos ;
todo lo quieren á la francesa, hasta el estilo de las procla
mas , hasta los nombres de las cosas. Imiten pues en esto al
que imitan en todo lo demás ; y así como él sin tener religión
alguna , ha sabido acomodarse á la mahometana con los tur
cos , á la luterana con los prusianos , á la de sus rabinos con
los judíos , y á la nuestra con nosotros : acomódense Vs. , tén
ganla ó no la tengan , con la qus profesa , con la que ama , y
con |a que prefiere á su vida el pueblo , á quien hablan , y
de quien se han establecido guias. ¿Con qué aliento "ha de ir
á pelear un hombre , que persuadido á que la victoria es un
don del cielo , ve que no se habla en los impresos, ni se trata
de aplacar al cielo, ó se habla de solo cumplimiento, ó tal
vez se burla como ana superstición esta persuasión en que esta'?
Qué esperanza puede llevar , y 'de consiguiente qué esfuerzos
podrá hacer un hombre , que entendido como debe estarlo y lo
está , en que Napoleón es el azote de los pecados de su pueblo,
ni ve que se emienda el pecado , ni que se le estorva, antes biso
g.í le excita y avilanta con los escritos par,a cometario ? ¿ Por
que no emplean Vs. señores periodistas liberales , esa eíoqüen-
cie de que ta uto, blasonan , en pintar la cenizi" y et -cilicio,
no diré ya del pueblo de Israel , sino de la idólatra Nín/Ve ?
Por qué no recuerdan el luto y lasjeyej suntuárias de Roma ,
quando las derrotas de Caimas ? ¿ Por qué nonios ayunoj
que en Constantínopla y en Lóndres se intiman antes" de comen
zar la guerra, ? ¿ Por qué no , la disciplina de Pompeyo , que
para exterminará Numancia, exterminó primero de su exérci-
to el luxo y las mugeres ? ¿ Por que , en lugar de manchar tan
to papel en fingir y exagerar los defectos de los clérigos y frai
las, y aun de los obispos, que aun quando fueran ciertos, no
impiden la salvación de la patria ; no se emplean Vs. en recla
mar lo que,. tan directamente contribuye á ella , esro es la
exacta observancia de las ordenanzas militares , en los puntos
relativos i la buena conducta .de xefes y soldados , a! «elo de
los capellanes sobre ella, ¿ la .celebración y asistencia de la
Jropa al santo sacrificio de la misa ," y á Ja preparación
del exército para dar las batallas ? Ó ignoran Vs. el in-
fluxo que, esto tiene en el buen éxito de las acciones, 6 lo
saben. Si lo ignoran ^ vayari^ .filosofar con las bestias ;
pues ni aun con cien leguas conocen lo que es el corazón hu
mano. Si lo saben , y . afectan despreciarlo ¿dónde están
esas autoridades, que no los llevan al patíbulo de los mas pér-
íidos enemigos de la patria ?
¿ Escodo de inflamar en la defensa de ella , el que tuvie
ron el infame autor que definió al hombre el resultado de tes
afinidades ^químicas , el. mas que infame escritor de la Triple
alianza 9 y Ips que tomaron la defensa de estos desastrosos
errores ? Admitidos ellos una vez ¿ no sena la mayor de las
locuras la del hombre que expusiese una existencia , principio,
fin y compendio de quantos bienes tenia y esperaba ? ¿ Ne se
ría una estolidez la de aquel , que se privara de qualquiera
cosa que pediese contribuir al bienestar de esta existencia,
fueran ó no. legítimos los medios de alcanzarla, con tal
que estos fuesen seguros ? j Miserables! Ni para Dios ni pa
ra el diablo sirven : quiero decir , que no saben ser ni catóJÍ
• ... a
eos ni alfós. Toman el principio que llevo citaJo ¿el Impío
Benito Espinosa , y pretenden lo contrario de laí corís?qü to
cias que Espinosa sacó" , y naturalmente fluyen de este prin
cipio : i saber , que el hombre no tiene mas obligación qué mi
rar por sí, aunque para ello incendie a' todo el mundo; rií nias
pecado , que no tomar bien las medidas para incendiarlo1 sin
exponerse.
Callad, charlatanes, enmudeced filósofos; y dexadnos hablar
al soldado el lenguage de la verdad, que la religión nos dicta
á todos , y que él tqdavía tiene y tendrá estampado en lo ín-
íimo de su corazón, n Decüs bien , guerreros católicos :
deciis , bien , quando para gloria del Dios que nos castiga esr
su misericordia, confesáis que nuestra opresión es úri castigo.
Esperáis con verdad ( ¿ y cómo si con verdad ? Primero fal
tarán, los cielos y la tierra, que falte lo que á nombre de vues
tro Dios voi á d.cir /S ) esperáis con verdad que al castigo há
fie seguirse la misericordia, ala humillación la gloria, á la aflic
ción el consuelo, y á la esclavitud la libertad : y no falta pafá
conseguir estos bienes otra cosa . sino que- quitéis de delante dé
los ojos de Dios ks culpas que os' han conducido á estos males.
Quitadlas pues , é id inmediatamente con seguridad i los
franceses. No dudéis, del éilt'o , ni calculéis sobre las ventajas
y el número. Vuestro Dios os los ha entregado en vuestras ma
nos , asi como antes os había entregado á vosotros en las de
estos sus vengadores , y vuestros verdugos. Hasta aquí han si
do ellos la vara de su furor en vuestro castigo ; conclui
do este , ya es tiempo de que él destine, y vosotros ar
reéis al fuego esta vara. Id, repito, á vindicar vuestra causa,
í¡L,e ya lo es también de vuestro Dios ; y contad con su asis-
;:.icia en todo trance. Si sobrevivid , tendréis la gloria de ha
ber salvado á vuestra patria y hermanos, y lograreis él con
suelo de contar vuestros trabajos y sus misericordisrs á vuestros
hijos , estos las referirán a los suyos , y vuestros primeros y
últimos nietos las transmitirán á las mas remotas generaciones.
Si moriis , perderéis hoi una vida que debe acabar mañana;
^pero vuestra sangre será para vuestras culpas un segundó Bau
tismo , y ese espíritu inmortal que os anima , entrará deíde el
mismo momento en posesión de una viJa que nunca tendrá
fin , y en que jamas obran las miserias , los peligros , los
trabajos , los dolores , ni las oenis. w ? Por qué" , señoree
charlatanes, por qué no usan Vs. de esta filosofía, que sabea
Insta las viejas, y que no pierde porque tolos la sepan? ¿ Quie
ren que yo se lo diga ? Pues escúchenlo Vs. de la boca de Saa
Pablo, n Porque el Dios de este siglo ha exéeado las mentes
m da los hombres infieles , paraque no admitan la iluminación
51 del «váugelio de la gloria de Cristo , qne es imagen sustaa-
11 c'nl de Dios, n
Vengamos al otro medio en que el pueblo español confia ,
y que vivamente desea : á saber, una red barredera , como di
íiiisino se explica , que reuniendo y dirigiendo todos los es
fuerzos , limpie nuestro suelo de esta plaga que lo devora. Sé
panlo Vs. , señores liberales ; no hai en la Espaiíi un solo
hombre de los que traen rosario al cuello (y deben saber qae
a excepción de los filós »fos tod )S Lo traen ) no hai , repifo ,
uno que lo traiga , y no desee vivamente chocar con los fran
ceses, y no asegure con to ja confianza , que se atreve con dos,
ó con uno quando ménos. No hai muger , inclusas muchas de
las que la naturaleza ha unido con los afrancesados por los
vínculos del desposorio ó de la sangre , y exeluiJas so
lamente las mui pocas q-ie se han dexado corromper de la
filosofía , que no desee lo mismo que los hombres, que no
instigue á los hombres , y lo que es mas de admirar, que no
esté dispuesta á olvidarse de que es madre , y á enviar á /as
bayonetas á sus hijo?. El odio jrece á proporción de como cre
cen las humillaciones : la indignación represada después de
tanto tiempo , desea romper todos los diques ;y los ánimos,
lejos d; dexarse domar con las infinitas indignidades á que el
opresor los obliga , se obstinan cada dia mas en repeler la
opresión ; y aguardan impacientes el momento de execu-
tarlo.
Ea pues , escribidores sempiternos , antorchas de la filo
sofía , regeneradores de la España , sabios sobre todos los sa
bios , oráculos del pr;s;nte siglo, reformadores del mundo &c.
&e. ¿ qué nos dicen ? Aquí teaeis la materia sobre que debe
35
discurrir y disertar ese ingenio tan supeiior de que os preciáis,
y en qu« deben emplearse esas vuestras plumas tan ligeras que
parecen elevarse hasta lo sublime. Aquí el camino de exercer
esa liberalidad de que os jactáis ; aquí el medio de contribuir
por vuestra parte á la salvacioa de esa patria, sobre que tanto
y tanto inútilmente disertáis. Manos pues á la obra , y luzcan
vuestros grandes talentos en persuadir la unión de esta fuerza
diseminada , en fomentar y dar movimiento con vuestros
discursos á tan buenas disposiciones , y en aprovechar la
coyuntura que os presentan tan nobles y tan justos deseos. Es
ta será la idea liberal que de presente necesitamos, y que cier
tamente os agradeceremos ; y sin la qual ni queremos ni ha
remos mas que burlarnos de vuestras ideas liberaks. ¿ Dónde
está pues entre rosotros e^hombrecito que. sea capa¿ de trazar
el plan de otras vísperas sicilianas ? Pues a' fe que yo me acuer
do de haber leido en Mariana que el campanero de aquella fes
tividad fue ¿1 catalán Juan Prochita ; y á mí me parece que
.-hormiguearían en nosotros los Prochitas el dia de hoi , ii
•los ánimos de todos estuviesen en armonía, y los papeles
que Vs. dan á luz fomenta'ran la unión de todos , y los diri
gieran solamente á este punto. Vs. pues que por propia elec
ción han tomado á su cargo rectificar la opinión del pueblo
español , están obligados á fomentar su entusiasmo y á
ayudar con sus luces estas ideas tan verdaderamente li
berales.
Pero | que han de fomentar y ayudar VE. ? j Pluguiera á
Dios que desde el principio hubiesen pasádose á los exerci-
- tos del tirano ! Asi no estarían haciendo su causa , querien
do ó sin quersr , pues eso Vs. lo sabrán , y nosotros lo con
jeturaremos. Porque , sin meterme ahora en honduras , ni
querer averiguar por qué caminos en medio de tan buenas
disposiciones de parte del pueblo , nos han venido tantos de
sastres ; no es capaz el diablo de pensar cosa alguna para
resfriar el zelo , romper la unión , y desarmar el corage de
nuestros libertadores , que Vs. no hayan pensado y no estén
"publicando en sus impresos. Diganme Vs. señores vellacos ¿pien
san que el pueblo español está tan dispuesto como ellos á
$6 '
apostatar de la religión, á hurtarse de sus misterios , á in
dultar sacrilegamente i sus obispos , á calumniar i sus minis-
•irpá i y á hacer todo lo demís gue por esta órden Vs. le
proponen ? ¿Piensan que abandonará la lealtad , de que tan
jo se .hoara , y por donde tanta gloria adquirieron los espa
ñoles » sus padres , sus primeros y últimos aauelos , y quan-
tos en nuestro suelo y los extrañas hin pasado por hombres
de bien, porque asi lo enseña el sedicioso y entusiasta Gi-
fl ebri no n autor de la ruina de su parria , como Vs. si no los
atajn la pública autoridad, podran serlo de la nuestra ? ¿Pien-
s:io que ya que lo seduacan con su falsa, mentida y funesta
igualdad , olvidará los muchos beneficios que deí>e á su gran
daza con la misma facilidad , coa que lo están haciendo algu
nos de Vs. que debiéndole todo lo que son , emprenden tan
tas tentativas paraqtie no sea ? ¿ Piensan que sera' can desna
turalizado é insensible , que ha_ya d; decidirse contrae! cle
ro , contra los frailes , y contra las monjas , entre los quales
y las quales ap?n3S habrá español que no cuente á su tío, a
su hermano , á su primo , ó algún otro de su sangre ? ¿Qas
tiempo les parece á Vs. necesario i ara tantas revoluciones ?
Jj2 sola que pertenece á la religión , se comenzó en Inglaterra
en el siglo XVI, y á estas horas después de empleados todos
los medios que sugiere uaa falsa política , aun está por co n
cluir no digo bien ; á estas horas mira la religión muy abas
tada aquella, en que la misericordia divina le prepara triun-
. far. La que en Francia puso por obra todo lo que Vs. nos
anuncian , lleva veinte y tres años de estar causando estra
gos horrorosos ea la Europa : y haga Dios que estos no sean
los anteceden res ds otros mayores, j Y es este el evangelio que
'V.-;. nos predican ? ; Y es este el bien que traen a su desgra
ciada, patria ? ¿ Y es esce el consuelo que le. preparan en su
extrema afliceioa ? ¿ Y es este el modo de alentar sus esfuer
zos ? ; Y es oste ,el ;medio de la unión y concordia .sin la qual
do pelemos salvarnos ? Y si ahuyentadas las huestes enemi
gas , hemos d" quedar en estos pantos ( y también en todo lo
•lernas ) como Napoleón nos ha puesto ¿ sera fácil que el pue
bla prodigae para ellos sa sangre ? Créanme Vs. , señores ü-
37
bárales : la suya se les habla de helar en eí cuerpo , si presen
ciasen como yo la impresión que causan' suí papeles á la gen
te, que viviendo baxo la opresión , en vez de encontrar en'
ellos lo que busca , que es su altar y su trono se encuentra
con que el de Vs. y el de Napoleón es en estos puntos uno mis
mo el sistema y lenguage.
Cortemos , Señor Nistactes , el hilo; pues de otra ma
nera no se quando acabaría de producir las reflexiones que
de tropel se me están viniendo , y que ha mucho tiempo no
cesan de agitar mi animo. Quedemos en que lo que nos inv-
porta de presente buscares una sola cosa : y que si hasta aho
ra no la hemos halllado , la culpa es de táñeos buscadores co
mo al abrigo de la desgracia común aspiran á cosas que nun
ca lograrán, á lograrán solamente para la juina nuestra y suya.
Baste pues sobre el no busco honras . de que V. me vistió para
sacarme á las. tablas.
Vamos á ver como saca á D. Claudio pag. t. Lo que pue
do decir á Vs. salía D, Claudio &c. Es^a es la entrada que V.
le da , que ciertamente es una entrada de pabana. Si este per-
sonage estaba , ó como dice ese piquito de oro , había junto
á la mesa : y si la conversación no era con él ¿ cabe que ni
provocado ni rogado acudiese á meter su cucharada ? Un ca
pitán de fragata es regularmente un hombre de educación y
modales : y la bueaa educación enseña á qualquiera , que no
se meta donde no lo llaman , ó que haga alguna salvaguar
dia para meterse. — Lo que pueda decir á Vs. — ¿ Y quien
le había preguntado lo que podía ó lo que aabia ? ¿Quien le
había dado vela para este entierro ? ¿ Y no mas ? También la
saca V. saltando : de manera que en su escrito todos nos
volvemos saltadores; porque D. Claudio salta aquí, yo sal
to mas abajo : también en las Puentes angélicas hay saltones^
y todos sin necesidad de tales saltos. Señor mió , todo salto
es efecto ó de poco juicio , ó de mucha violencia. Salta el
muchacho sin qué ni para qué , porque todavía es muchacho,
asi como saltan todos los bichos chicos ; pero sin causa no
salta. el hombre que dio el ser al muchacho, ni la burra', que
parió -al rucho. Pero, ¿quando saltan estos últimos? La bur-
P
39
ra, quando le meten un pullaso : y el fiombre , quando Jos*
focan. Me hicieron saltar : me sacaron de mis casillas : mt so
focaron. Estas tres frases con otras iguales significan en el
ienguage común una misma cosa. ¿ Quien fae el que sacá de
sus casillas ó sofocó i D. Claadio ? ¿Que cuerda es esa que
saltó, sin que nadie la estirase? ¿ Y parsque salta? Para la
mayor de todas las tonterías : para asegurar que nuoca ha
oido á los jansenistas repetir las proposiciones de Jansenio,
y para . suponer é insistir las pocas veces que habla , en que
no hai mas jansenismo , que el contenido en los términos de
e-tas proposiciones.
Ruego á qualquiera inteligente que siga los pasos, fanro
á este D. Claudio como á los demás interlocutores , que V. Sr.
Nistactes introduce , a' ver si encuentra esto» raijos dt uu*
ginacio» , que tan sin venir al caso «os anuncii; ya
me distrage del designio con que tomé h pluma , de buscar
los , y de que nos riésemos á costa de la pasmarotada con qot
nos los ofrec». Déxese V. , si vale algo mi consejo, de estos
ofrecimientos ; y si acaso los bace prometa solamente borro
nes y garatuzts, pero no rasgos de imaginación ; pues Ja que
le h« t«cado en suerte no tiene gracia para eso , como di pa
ra nada que se le pueda agradecer. Mal si este consejo no te
re desu agrado, tampoco reñiremos por ello. Contintí-' V. pro
metiendo , escribiendo , y haciendo Jo que le dé la gaoa; q"-
con eso me dará' mas en que entretenerme , ya que estov re-
suelto á que me sirva de entretenimiento. Me queda qai
tar á V. de la solidez de sus ratones , que como quien no H»K"
re la cosa y se la echa ai gato , pretende qje buenament; se
traguen nuestret respetables teólogos , y todo ti venerrfk «*"
ra. Prevéngase V. para oirme de la misma paciencia quef
he necesitado para leerlo : y entre tanto disponga ent^1"
nos hábiles de las facultades de su paisano posti^'t
El Filósofo Rancio.