Está en la página 1de 19

Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 529

XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto


a través de un prisma textil(1)

Carolina Agüero Piwonka


Instituto de Investigaciones Arqueologicas y Museo
Universidad Católica del Norte, Chile

Introducción
En este trabajo presento una breve síntesis del desarrollo de la vestimenta en el territorio tarapaqueño durante
el período Formativo (1000 a.C.-800 d.C.), con el fin complementar el marco cronológico cultural, definiendo
indicadores textiles temporales, espaciales y culturales. Asimismo, evalúo la incorporación de tecnologías
novedosas con el fin de revisar la supuesta materialidad altiplánica y Tiwanaku en la región (particularmente
los sitios y objetos textiles que tradicionalmente habían sido señalados como tales). Aunque históricamente la
región de Tarapacá ha presentado cierto déficit en los estudios textiles, nos serán útiles algunas
investigaciones que han logrado elaborar tipologías con valor cultural y cronológico definiéndose estilos
particulares pertenecientes a distintas tradiciones (OAKLAND A. 1986; AGÜERO C. et al. 2006).
Primeramente, entrego los antecedentes que existen respecto al momento cronológico que refiere a este
período en esta región del norte de Chile, y aquellos sobre el rol que han tenido el Formativo altiplánico y
Tiwanaku en la construcción de la
prehistoria local, así como las ideas que
se han manejado sobre el tráfico
caravanero. Luego, menciono los
materiales textiles a que me referiré,
empezando por los referentes que
sirvieron de base: es decir, aquellas
prendas completas provenientes de
colecciones obtenidas, principalmente,
de cementerios. Esto fue fundamental
para referenciar los nuevos restos
textiles obtenidos de los sitios
habitacionales que excavó nuestro
equipo, conformados
fundamentalmente por fragmentos e
hilados, y sólo por algunas pocas
prendas completas. Todo ello, aporta
evidencias para que finalmente
podamos ofrecer una secuencia textil
preliminar para este período en el
extremo sur de los Valles Occidentales.

Antecedentes
La región de Tarapacá se inserta en la
porción sur de la subárea Valles
Occidentales en el área Centro Sur
Andina (LUMBRERAS L. 1981). Los
Valles Occidentales se extienden desde
el río Majes (Perú) hasta el río Loa
(Chile), y poseen una serie de cursos de
agua que desembocan en el Pacífico, y Figura 1. Mapa de la región de Tarapacá (norte de Chile) con los
que en la región de Tarapacá lo hacen principales sitios mencionados en el texto. Proyecto
FONDECYT 1080458

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 530
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

en la Pampa del Tamarugal, teniendo su nacimiento en el altiplano. Dos ríos con llegada al Pacífico delimitan
este territorio: Camarones por el norte, y el Loa por el sur, el cual marca el límite con la subárea
Circumpuneña (Figura 1).

En esta región, el período Formativo se caracterizaría por innovaciones en las tradiciones arcaicas generando
transformaciones económicas y sociales que culminarían hacia el 1000 a.C. iniciándose la producción de
alimentos, la especialización laboral, el sedentarismo y la vida aldeana (MUÑOZ I. 1989; NÚÑEZ L. 1989). La
diversidad material de los sitios habitacionales y funerarios indica la aparición de nuevas tecnologías como la
cerámica, innovaciones en la textilería, junto a la metalurgia del oro y el cobre, plantas cultivadas de origen
foráneo como el maíz, las cucurbitáceas y el algodón, entre otros (NÚÑEZ L. 1979; MUÑOZ I. 1980;
DAUELSBERG P. 1985; AGÜERO C. et al. 2006), todo lo cual señala contactos e intercambios entre diferentes
ecozonas (NÚÑEZ L. - DILLEHAY T. 1995 [1979]). Ello habría provocado una creciente complejidad social,
evidente en la arquitectura doméstica y ceremonial, y una diferenciación entre comunidades, que si bien
habrían compartido algunos elementos, se diversificaron en sus determinados ambientes debido a procesos
sociales internos (NÚÑEZ L. 2005). Además, estos localismos habrían generado una mayor movilidad unida al
intercambio de bienes (NÚÑEZ L. - DILLEHAY T. 1995 [1979]). Sin embargo, se ha creído que este proceso
fue consecuencia de la interacción entre antiguas poblaciones locales y foráneas, las cuales habrían tenido
«interés por cambiar la economía cazadora recolectora y hacer producir los valles desérticos» (MUÑOZ I.
1989). De este modo, la similitud observada entre los elementos iconográficos de los textiles con aquellos de
la cerámica y esculturas líticas Pukara, fue interpretada como evidencia de presencia altiplánica (RIVERA M.
1976; MUJICA E. 1985). Esta idea da lugar a la formulación de la fase Alto Ramírez (500 a.C.-300 d.C.)
definida por cementerios de túmulos, tejidos anillados y tapicerías con motivos característicos, y en la cual los
cambios evolutivos observados en el patrón aldeano-agrícola, se explicaron por la llegada de poblaciones
altiplánicas (Pukara y Wankarani) provenientes del altiplano boliviano (RIVERA M. 1976). No obstante, se
podía apreciar que algunas de las técnicas adoptadas por estas “nuevas poblaciones” se mantenían en el
tiempo, ya que eran similares a las halladas en contextos posteriores (NÚÑEZ L. 1970).
A partir de entonces, el Formativo tarapaqueño se identifica por elementos que innovan la ancestral tradición
local o Chinchorro, generando transformaciones sociales y económicas (BIRD J. 1988 [1943]; NÚÑEZ L.
1989).
En 1971, Núñez L. señala que en Tarapacá se produce un desarrollo continuo desde el Arcaico hasta el
Formativo, tiempo en el cual, grupos como los del poblado de Caserones (asociado al cementerio Tarapacá
40), habrían interactuado con Wankarani, al mismo tiempo que se habrían relacionado con espacios costeros
como Pisagua y Caleta Huelén (470 a.C.-215 d.C.) sin emplazamientos intermedios, explicándose la presencia
de túmulos en la costa por un temprano proceso de expansión altiplánica hacia los Valles Occidentales y oasis
de puna ocurrido entre 900 a.C. y 400 d.C. a través del tráfico caravanero, unido al control de producción
directo (NÚÑEZ L. 1970; NÚÑEZ L. - DILLEHAY T. 1995 [1979]). En 1983, Núñez L. y Moragas C. notaban
que lo más parecido a la cerámica de Cáñamo (860 a.C.) era la de Chiripa I (1380-860 a.C.) y Wankarani
(1210-250 a.C.), sugiriendo evidencias de una conexión altiplánica significativa desde el sur de Camarones
hasta el río Loa. Es así como en Camarones 15AB se fechó un contexto en 890 a.C., el cual incluye cerámica y
tapicerías similares a una prenda procedente de Punta Pichalo (MUÑOZ I. et al. 1991; AGÜERO C. 1995), y al
interior, sólidas aldeas de planta circular fechadas entre 400 a.C. y 600 d.C., arquitectónicamente vinculadas
con asentamientos del Formativo Tardío de los Andes Meridionales de Bolivia (LECOQ P. - CÉSPEDES R.
1997), y que cuentan con antecedentes en el sitio arcaico Caleta Huelén 42 (NÚÑEZ L. 1971).
En suma, la región ha sido caracterizada como un espacio en el que se produce una dinámica de intercambio
entre diversos grupos culturales, locales y foráneos, entre los que los del Altiplano Meridional son vistos
como los más “influyentes”, planteándose que gran parte de las innovaciones provenían de fuentes externas
que vinculaban este proceso en términos de su origen, con los desarrollos de Wankarani, en Bolivia. No
obstante, estas generalizaciones se basan en el comportamiento de un escaso número de materiales, y los
análisis no se sustentan en una metodología que permita identificarlos claramente como altiplánicos y
diagnósticos, ignorándose el grueso de los ítemes culturales pertenecientes a la cultura local. Tampoco se han
discutido o interrelacionado todos los datos regionales, no considerándose importante la existencia de
variaciones contextuales.
Por otra parte, los contactos culturales explicados a partir de la movilidad de caravanas, han servido para
entender la independencia de los distintos grupos humanos. Para este período la información regional e
interregional es analizada y explicada por la existencia de una interacción económica puesta en práctica a

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 531
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

través de tráficos caravaneros originados en las tierras altas, implementándose ferias móviles, e integrando los
territorios altiplánicos, de valles y oasis interiores y la costa, también a través de un control de producción
directo (NÚÑEZ L. - DILLEHAY T. 1995 [1979]). Sin embargo, hasta el momento no hay indicadores que la
sustenten, sino hasta inicios del período de los Desarrollos Regionales, es decir, hacia el 800 d.C. (CASES B.
2002).
En este trabajo abordamos los cambios en los textiles, una parte de la cultura material que se ha utilizado para
argumentar que este periodo se relaciona con un explosivo proceso de complejidad social, caracterizándose el Formativo
por elementos que innovan y desplazan las ancestrales tradiciones arcaicas de la costa y la puna, generando
transformaciones económicas y sociales que alcanzan un momento clave hacia el 1000 a.C. Se trata de un proceso donde
los sitios habitacionales como funerarios contienen una gran diversidad material que daría cuenta de contactos e
intercambios entre la costa, los valles, las tierras altas y el oriente amazónico, incluido el Noroeste Argentino.
En general, los cambios estarían representados por la aparición de nuevas tecnologías como la cerámica, la textilería en
lana de camélidos domésticos junto a nuevas técnicas incentivadas por la necesidad de una mayor producción como la
metalurgia en oro y cobre, junto a plantas cultivadas de origen foráneo como el maíz, las cucurbitáceas, los porotos y el
algodón, entre muchos otros.

Los referentes textiles


Nuestra investigación abordó la Pampa del Tamarugal y sus tierras costeras para comprender desde esta
materialidad el Formativo en toda su extensión geográfica y temporal (ca. 1000-800 a.C.).
La primera etapa estuvo dirigida al registro descriptivo de prendas completas obtenidas de colecciones de
museos así como también de excavaciones realizadas por nosotros hace varios años. Las prendas provienen
principalmente de cementerios. En todos los casos se registró en una ficha-tipo la información contextual
atendiendo a detalles relativos a la procedencia de la prenda, forma, estructura y decoración, con apoyo de
fotografías y dibujos.
Se revisaron las colecciones textiles de cementerios de las quebradas intermedias (Tarapacá 40 y Guatacondo);
de la costa (Camarones 15AB, “Protonazca” (sensu UHLE M. 1922) o Pisagua D); y del río Loa (Quillagua y
Topater). Al momento del registro, estos materiales estaban depositados en el Palacio Astoreca, en Iquique,
en el Museo Nacional de Historia Natural, en Santiago, en el Museo Arqueológico Gustavo Le Paige, en San
Pedro de Atacama, en el Museo Regional de Calama, en Calama, y en el Museo Arqueológico San Miguel de
Azapa, en Arica.
Además se consideró información obtenida hace años de diversos sitios del Loa, y se integró aquella de la
zona arqueológica de Arica, específicamente de los sitios Playa Miller 7, Azapa 71 y Morro 2, y para otros
sitios del período Medio e Intermedio Tardío -cuyos materiales se encuentran custodiados en el Museo San
Miguel de Azapa, en el Museo Regional de Iquique y en el Palacio Astoreca, en Iquique.
Los análisis de esta primera etapa (AGÜERO C. 1994, 1995, 2000, 2009, 2012a, 2012b; CASES B. 2000;
AGÜERO C. - CASES B. 2004) fueron fundamentales, ya que los sitios funerarios nos proveyeron de piezas
completas a base de las cuales pudimos posteriormente referenciar el material fragmentario obtenido de los
nuevos sitios y colecciones trabajadas.
Posteriormente reiniciamos estudios en tres sitios habitacionales emblemáticos correspondientes a Pircas,
Caserones y Guatacondo, en la Pampa del Tamarugal, y Chomache 1, Pabellón de Pica y Punta Blanca en la
costa; al mismo tiempo que documentamos importantes colecciones funerarias y ampliamos nuestros análisis
específicos (fanéreos, fechados absolutos) (AGÜERO C. 2012b; BENAVENTE A. 2012).
Como toda esta información ya se encuentra publicada podemos avanzar al siguiente acápite.

Una secuencia textil preliminar para el Formativo tarapaqueño


En la región de Tarapacá, los sitios Camarones 15AB, Tarapacá 40 y Pisagua D permitieron determinar un
componente textil temprano que también muestra continuidad con el Arcaico Tardío a través de la
especialización en el tratamiento de la fibra vegetal y la frecuente utilización de hilados de algodón que
disminuye en momentos más tardíos. Las prendas más frecuentes son las mantas, túnicas y bolsas, habiendo
una gran heterogeneidad entre las primeras, donde predominan las elaboradas en faz de urdimbre con efecto
de textura “mullido”, seguidas de aquellas en ligamento torzal y tela, en fibra vegetal y algodón. Las túnicas
son rectangulares monócromas tejidas en faz de urdimbre. Entre las bolsas hay ligamento torzal, anillado
sencillo y de doble torsión y faz de urdimbre, la mayoría en fibra vegetal no identificada o algodón, y sólo una
con decoración listada. La mayor parte de los tejidos se confeccionó en fibra de camélido, pero también hay
una alta proporción que introduce hilados de algodón o haces de otras fibras vegetales. Es común el uso de

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 532
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

una trama continua y en menor proporción de tramas múltiples. La mayoría de los hilados son torzales 2Z-S
que a veces se combinan en los tejidos con haces de fibra o hilados bouttonné. Las pocas prendas decoradas
presentan listas lisas, segmentadas y peinecillos, y se fabrican en faz de urdimbre.
Durante esta fase temprana, Camarones 15 se conecta con la costa desde Arica a la boca del Loa, y también
con la quebrada de Tarapacá y el Loa Medio. En tanto Tarapacá 40, a partir de una escasa representación de
mantas en torzal, interacciona únicamente con la costa de Tarapacá. En este sitio la textilería formativa tardía
de Tarapacá está bien representada y se caracteriza por dos conjuntos textiles, uno de miniaturas
correspondiente a las ofrendas de los difuntos y otro de tamaño normal que corresponde al ajuar, y que es
similar a la textilería de Pisagua (AGÜERO C. 2000, 2012b). El primer conjunto reúne ofrendas miniaturas de
túnicas, mantas, bolsas, gorros y taparrabos tejidos en faz de urdimbre, principalmente, en hilados de vicuña
utilizando una trama continua e hilados monocromos y regulares de colores naturales. El amarillo, el rojo y el
azul son los colores artificiales y están presentes en las cadenetas estructurales de los encabezamientos y/o
finales de urdimbre, en listas laterales en las mantas y en los gorros anillados.
Todas estas prendas están muy bien tejidas y presentan densidades bastante altas en relación a los tejidos del
ajuar, constituyéndose en algo particular de la región, aún cuando en el sitio Azapa 115 del valle homónimo,
se enterró un pequeño grupo portador de su cultura material, y Quillagua 89, también exhibe algo de ella.
El segundo conjunto corresponde al vestuario de los difuntos formado por una gran variedad de mantas faz
de urdimbre (gruesas tejidas con hilados bouttonné que dan un aspecto “mullido”, gruesas con flecadura,
“felpudas” y sin efecto de textura, o bien, combinando la faz de urdimbre y la faz de trama, o en torzal), y
túnicas en las que se incluye un sector inferior en faz de trama. En la mayoría de los casos se utilizan tramas
múltiples, hilados monócromos, moliné y bouttonné en colores naturales. Vimos pocas tapicerías, una de las
cuales se relaciona iconográficamente con Tiwanaku, mientras que otra lo hace con la costa sur peruana,
existiendo total ausencia de prendas catalogadas como formativas altiplánicas. Por otro lado, este segundo
conjunto es similar formal y tecnológicamente a los textiles de Pisagua y Camarones, por lo que puede
considerarse como representativo de la textilería formativa de Tarapacá.
Por la distribución espacial de estos conjuntos, el sitio se relaciona con Azapa a través de las miniaturas
(mantas, túnicas y bolsas) y de las prendas de tamaño normal; también con la costa de Tarapacá desde
Camarones a Caleta Huelén, y con la costa de Arica. Además, son evidentes las relaciones con el Loa Medio e
Inferior, y con el oasis de San Pedro, aunque más débiles. De este modo, Tarapacá 40 interacciona
principalmente con la costa, el valle de Azapa, y el Loa. Por otra parte, en Camarones 15AB este componente
tardío se presenta a través de mantas en faz de urdimbre de fibra de camélido y de una nueva técnica
decorativa: urdimbres discontinuas.
Estas prendas muestran una continuidad con las mantas de fibra de camélido tejidas en ligamento torzal a
través de la terminación de cadeneta estructural en una o dos orillas de urdimbre. Esta terminación, al
parecer, surge en los primeros momentos del Formativo asociada a la fibra de camélido. Las túnicas,
prácticamente ausentes en los contextos tempranos del valle de Azapa y costa de Arica, son en Tarapacá
bastante frecuentes, y en su mayoría, monocromas de fibra de camélido o de algodón y usan tramas múltiples.
Estos datos estarían señalando una conexión meridional a juzgar por su presencia en Tarapacá 40, Topater y
Coyo Oriente (este último sitio en San Pedro de Atacama). También hay taparrabos en forma de clepsidra o
rectangulares, ausentes en Arica y presentes en Tarapacá 40 y Pisagua D, así como pocas prendas decoradas
en tapicería con líneas zigzag o cruces y volutas.
En suma, durante los momentos finales del período, el grupo humano de la desembocadura de Camarones
sigue manteniendo las conexiones establecidas durante la fase temprana, de manera consecuente con la
tradicionalidad en las costumbres que se ha planteado para las poblaciones costeras (AGÜERO C. 1994;
MUÑOZ I. 2004).
La escasa muestra textil proveniente de los cementerios Caleta Huelén 7, 10, 20 y 43 fechados entre 450 a.C. y
215 d.C. (NÚÑEZ L. 1976; MORAGAS C. 1995), situados en la boca del Loa, tiene como prenda más
representada en sus momentos tempranos a la bolsa de fibra vegetal en anillado sencillo suelto y de doble
torsión (CASES B. 2000). Tanto el contenido (conchas y tubos para alucinógenos) como sus características
técnicas y formales vinculan a estos sitios con otros de la costa tarapaqueña (Camarones 15AB, Pisagua D,
Cáñamo 12, Cobija 10) y con el interior del Loa (Quillagua 84 y Topater). Una huincha proveniente de un
contexto alterado de Caleta Huelén 7, es similar a otras de Morro 2, Camarones 15AB y Topater.
Registramos también textiles de fibra de camélido correspondientes al Formativo Tardío que en general, usan
una sola trama y terminación de cadeneta estructural, entre ellos hay mantas gruesas en faz de urdimbre y
taparrabos en tapicería. Las primeras, provenientes de Caleta Huelén 10, están bien representadas en Topater,

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 533
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

como también en Camarones 15AB y Pisagua D, y los taparrabos, relacionan a la desembocadura del Loa con
el interior.
En el Loa Medio, Topater permitió caracterizar los textiles del Loa Medio (CASES B. 2000), estando bien
representadas las mantas, taparrabos, túnicas, bolsas, gorros y huinchas, y con menor frecuencia turbantes y
faldellines. Aunque exhiben una gran homogeneidad en términos de técnicas y fibras utilizadas, la similitud de
los contextos con otros sitios del período indica que se trata de elementos correspondientes a un momento
más temprano y otro más tardío. El primero está débilmente representado en Topater por mantas, bolsas,
huinchas y faldellines. Las mantas de camélido se tejieron en ligamento tela con una trama continua, y son
gruesas de efecto jaspeado y “mullido” por el uso de hilados bouttoné, y terminadas con cadeneta estructural.
La fibra vegetal y el algodón, junto al camélido, se concentran en las bolsas, todas realizadas en técnica de
anillado sencillo, de doble torsión y de doble torsión sobrepuesto y entrelazado, ésta última técnica se ha
registrado sólo en este sitio. Cuando hay decoración, ésta se logra por variación de colores, de densidad,
hilados, motivos geométricos y antropomorfos y es relativamente frecuente que hilados bouttonné de color rojo
se empleen como “asa” o estén cerrando la bolsa. Las huinchas también corresponden a este conjunto
temprano, en sus versiones monocromas y decoradas en sentido de la trama, todas ellas en fibra de camélido
tejidas en faz de urdimbre. Finalmente, hay faldellines en tonalidades naturales del camélido, en que los flecos
se habrían montado como urdimbre y sujetado por dos cables pasados como trama, dejando que los hilados
se retuerzan una vez sueltos.
Estos datos, junto a otros de Chiu Chiu 200 y Cementerio (BENAVENTE A. 1982), fechados en 910±290 a.C.
y 2165±105 a.C., respectivamente, nos lleva a suponer una mayor profundidad temporal de la textilería en el
Loa Medio, relacionada con focos tempranos de domesticación (BENAVENTE A. 1982), lo que es confirmado
a su vez por los tejidos de Tulan 54 (DRANSART P. 1991), contemporáneos a los de Chiu Chiu 200. Todos
estos materiales asocian a este conjunto a diferentes sitios de la localidad de Quillagua, a la desembocadura, a
la costa y quebrada de Tarapacá; más débilmente a la costa y espacios interiores de Arica, y también a Coyo
Oriente en el oasis de San Pedro, y lo situarían hacia el 500 a.C.
Un segundo grupo compuesto por mantas, túnicas, taparrabos y gorros en fibra de camélido, marca una
diferencia con el conjunto anterior debido a la introducción de técnicas más tardías como las urdimbres
discontinuas y transpuestas en las mantas, que incorporan colores teñidos y al igual que otras en tonos
naturales presentan el efecto “felpudo”; el uso de más de una técnica en túnicas y taparrabos que combinan
faz de trama y faz de urdimbre; la decoración en técnicas de tapicería enlazada y ojalada en los taparrabos
(que permite crear iconografía compleja) y la decoración listada en gorros anillados. La cadeneta estructural,
presente en el conjunto anterior sólo en las mantas, está ahora también en taparrabos y túnicas. Adquieren
mayor relevancia los colores teñidos, principalmente el rojo, azul y amarillo, en taparrabos, túnicas y mantas, y
el uso de tramas múltiples. Durante este momento más tardío, los nexos de Topater se extienden hacia la
boca del Loa, el oasis de Quillagua, la costa y espacios interiores de Tarapacá y Arica, incorporándose el oasis
de San Pedro. Cronológicamente este conjunto se situaría en los primeros 500 años d.C., de acuerdo a un
promedio de fechas entre 200 y 300 d.C. (THOMAS C. et al. 2002), y en mantas de Quillagua 84 situadas
cronológicamente entre 200-600 d.C.
Con estos datos podemos entonces ofrecer una caracterización de la textilería formativa para las zonas de
Arica, Tarapacá y Loa así como una visión de su comportamiento en los momentos tempranos y tardíos del
período; y también una proposición de las redes de interacción establecidas por las poblaciones de cada una
de estas zonas en ambos momentos.
En primer lugar, durante las fases tempranas (ca. 1000-500 a.C.) se desarrollaron textilerías diferentes en el
valle de Azapa y en la costa de Arica. Mientras en el primero hubo una fuerte utilización de fibra vegetal para
fabricar esteras y cobertores púbicos, en técnicas de torzal y de anillado, en la costa existió un mayor uso fibra
de camélido y de la técnica faz de urdimbre en huinchas y mantas “felpudas”, aunque también hubo prendas
como gorros y bolsas anilladas y lienzas de algodón. A partir de ciertas técnicas (anillado y torzal) y
tratamiento de la fibra vegetal asumimos la existencia de una continuidad respecto a la textilería del Arcaico
Tardío, lo que sin embargo, resulta más notorio en el valle de Azapa, pudiendo deberse a que allí los
contextos son más tempranos que los de Faldas del Morro, en la costa. No obstante las diferencias, las
poblaciones interiores y costeras de Arica estuvieron comunicadas entre ellas, y también parecen haberlo
estado con las de la costa de Tarapacá y el río Loa.
En el valle, durante las dos fases están presentes las mantas “mullidas”, las túnicas tejidas en faz de urdimbre
decoradas con “peinecillos”, las bolsas anilladas, los gorros con motivos escalonados conocidos como “Alto
Ramírez”, y las esteras. Pero durante el Formativo Tardío (500 a.C.-500 d.C.) se desarrollan además, las

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 534
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

túnicas faz de urdimbre con faz de trama en la parte inferior, prendas decoradas en tapicería entrelazada,
enlazada y ojalada, y huinchas en sprang. Por su parte, la costa de Arica incrementó e innovó el repertorio
textil con prendas como mantas, túnicas y turbantes pequeños, diferenciándose con Faldas del Morro en el
aumento del uso del telar a través de los tejidos faz de urdimbre y en la utilización de la fibra de camélido, así
como en la cada vez más popular terminación de la cadeneta estructural en encabezamientos de urdimbres,
registro de túnicas, e hilados moliné. Todo ello indica que durante estos momentos hubo cambios en la
textilería de ambas zonas, las que sin embargo, siguen manteniendo ciertas particularidades. Así por ejemplo,
en el valle hay iconografía en túnicas, bolsas y un probable portador de cabeza, creada por técnicas de anillado
y faz de trama, y la técnica de sprang sugiere cierta interacción con la costa peruana, la que ha sido planteada
para la costa en momentos anteriores (MUÑOZ I. 2002).
Por otra parte, es probable que la técnica faz de trama en los finales de urdimbre tenga su origen en las tramas
en torzal observadas en mantas y esteras, de data más antigua en la zona. Sin negar los recurrentes contactos
con poblaciones altiplánicas postulados por varios autores (RIVERA M. 1976; MUJICA E. 1985, entre otros)
pensamos que estos se dieron en forma más directa en el sur de Perú, tal como sucede durante el período
Medio (URIBE M. - AGÜERO C. 2001; AGÜERO C. - URIBE M. 2014).
Así, durante los momentos finales del Formativo las redes de interacción en las que se involucran las
poblaciones de costa y valle empiezan a diferenciarse entre ellas. Mientras las primeras restringen sus circuitos
al valle de Azapa y costa cercana de Tarapacá (Camarones), las segundas continúan con su conexión
tarapaqueña (costa y quebradas intermedias), con el Loa Medio y desembocadura, y ahora además, integran al
Loa Inferior y al sur de Perú. Por su parte, en la región de Tarapacá, Camarones 15AB en la costa, y Tarapacá
40 en la Pampa del Tamarugal, permiten diferenciar las textilerías de ambos momentos y las principales redes
de interacción.
En primer lugar, un componente temprano está representado en Camarones 15AB por el uso de fibra vegetal
y algodón en mantas tejidas en ligamento tela o torzal; bolsas anilladas, en torzal o faz de urdimbre y túnicas
faz de urdimbre. En este conjunto, el uso de una trama continua es más frecuente que las tramas múltiples y
las técnicas decorativas no difieren de las de manufactura (Figura 2). Al igual que aquellos de la primera etapa
del Formativo en la costa de Arica y valle de Azapa, muestra una continuidad con el Arcaico Tardío a través
de la especialización en el tratamiento de la fibra vegetal, y la frecuente utilización de hilados de algodón
señala antiguos contactos costeros con el sur de Perú (AGÜERO C. 1994).

Figura 2. Componente textil tarapaqueño temprano. Dibujos de P. Chávez y de la autora

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 535
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

Como vimos a partir de la textilería ariqueña, durante esta fase temprana, los grupos humanos de Camarones
15AB, mantuvieron una alta movilidad heredada de patrones arcaicos y una nutrida red de relaciones que
involucraba a las poblaciones de Arica por el norte hasta la desembocadura del Loa por el sur, así como
también espacios interiores entre los que se contaban la Pampa del Tamarugal y el río Loa.
Por otra parte, los constructores de la aldea de Caserones mantuvieron un eje transversal de relaciones, a
juzgar por la distribución de algunos de sus tipos textiles en ciertos puntos de la costa, como Camarones y
Pisagua.
En segundo lugar, la textilería formativa tardía de Tarapacá está representada por aquella del cementerio
Tarapacá 40, asociado a la aldea de Caserones, cuya población se enterró junto a prendas que pueden
ordenarse en dos conjuntos: ofrendas miniaturas de prendas como túnicas y mantas, y ajuar de los difuntos.
Este se compone de mantas faz de urdimbre, faz de urdimbre y faz de trama o en torzal, y túnicas con el
sector inferior faz de trama; predominio de tramas múltiples. Una de las pocas tapicerías se relaciona a
Tiwanaku IV (AGÜERO C. - URIBE M. 2014). Además, este segundo conjunto se muestra similar formal y
tecnológicamente a los textiles de Pisagua y al componente más tardío de Camarones, por lo que puede
considerarse como representativo de la textilería formativa tardía de Tarapacá (Figuras 3, 4, 5, 6).

Figura 3. Componente textil tarapaqueño tardío. Túnicas. Dibujos de P. Chávez

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 536
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

Figura 4. Componente textil tarapaqueño tardío. Dibujos de P. Chávez

Figura 5. Componente textil tarapaqueño tardío. Dibujos de P. Chávez y de la autora

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 537
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

Figura 6. Componente textil tarapaqueño tardío. Miniaturas. Dibujos de P. Chávez

Por su parte, ya en estos momentos la población de Caserones ha consolidado las redes de interacción
establecidas a partir del Formativo Temprano, en especial con la costa, desde Arica al Loa. Ahora eso se ve
ampliado a Azapa a través de las miniaturas y de prendas de tamaño normal; al Loa Medio e Inferior, y
también a los oasis de San Pedro. Asimismo, ahora se involucra, aunque no de manera significativa, con el
Altiplano Circumtiticaca en época de Tiwanaku IV (a juzgar por las prendas con iconografía clásica de ese
lugar). Pero, aún cuando la interacción tiene un marcado carácter regional conectando la costa, las quebradas
interiores y el río Loa, y con seguridad ya están firmemente establecidas por su continuidad desde los inicios
del período, Caserones y su cementerio constituyen en un enclave importante en la articulación de diferentes
espacios geográficos y culturales entre los que destacan los Valles Occidentales, el altiplano y los oasis de
Atacama, llegando a conformar el mayor asentamiento aldeano de la región.
A su vez, la desembocadura del Loa, se caracteriza por materiales como bolsas en anilladas de fibra vegetal, y
otros más tardíos como mantas y taparrabos de fibra de camélido con uso de una trama y cadeneta
estructural. Esto coincide con las dataciones existentes para Caleta Huelén, siendo la más tardía de 820±80
d.C. (NÚÑEZ L. 1976), lo que en cierta medida concuerda con la presencia en el lugar de gorros con motivos
escalonados. Al parecer los habitantes de Caleta Huelén integraron una red de circulación con otros de la
costa como Camarones 15AB y Pisagua, Cáñamo 1, 3 y 12 y Cobija 10, así como con espacios interiores del
río Loa (Quillagua 84, Quillagua 89 y Topater), constituyendo un emplazamiento clave para acceder desde el
Pacífico a todo el perfil altitudinal.
No obstante, las fechas para estos sitios son más tardías que Camarones, mostrando el amplio rango en que
las sociedades costeras mantienen sus tradiciones culturales, a través de una larga continuidad temporal de la
textilería desde Camarones al sur.
Aguas arriba, el cementerio Topater da cuenta de los textiles del Loa Medio. En él se distinguieron elementos
tempranos entre los que se encuentran mantas “mullidas” de camélido en ligamento tela con cadeneta
estructural; bolsas de fibra vegetal, camélido y algodón en distintas técnicas de anillado, algunas con
decoración; huinchas y faldellines. Posteriormente, predomina la fibra de camélido y el tejido a telar como
técnica de manufactura; se introducen nuevas técnicas decorativas, como urdimbres discontinuas y
transpuestas en las mantas; túnicas y taparrabos combinan faz de urdimbre y faz de trama, constituyendo
estos últimos un conjunto muy coherente desde un punto de vista formal, técnico y decorativo. La cadeneta
estructural antes utilizada sólo en mantas, está ahora también en túnicas y taparrabos, y las tramas múltiples
son ligeramente más populares que en momentos anteriores (CASES B. 2000). Las más estrechas
vinculaciones del grupo humano de este cementerio se establecieron con otros espacios productivos del curso
del Loa, como Quillagua y la desembocadura, y desde estos puntos, con la costa y quebradas tarapaqueñas.
Esta homogeneidad de relaciones se daría porque aparentemente los elementos más tempranos son escasos y
probablemente corresponderían a finales del Formativo Temprano, siendo más contundentes los elementos
propios del Formativo Tardío. Además, la relación entre fibra vegetal y técnicas de anillado en esta sección
del Loa no responde a una diferencia cronológica, en base a los antecedentes aportados por Chiu Chiu 200 y
Tulan 54 (BENAVENTE A. 1982; DRANSART P. 1991), sino a situaciones particulares de la localidad y a un
acceso más directo a la fibra de camélido.

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 538
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

Finalmente, en Quillagua se confirmó la existencia de dos ocupaciones durante el Formativo. En Quillagua 84


la más temprana (900-400 a.C.) se caracteriza por el uso de una diversidad de fibras y técnicas. Se usó el
algodón para realizar mantas y bolsas en faz de urdimbre, fibra vegetal en bolsas en anillado de doble torsión
y mantas gruesas en hilados de camélido en ligamento tela. Es común a las mantas el uso de cadeneta
estructural, mientras que las tramas múltiples no son tan frecuentes. Se hallaron túnicas con tejido irregular,
algunas de fibra vegetal. Tal como se desprende de las redes de interacción establecidas para el resto de los
sitios considerados, durante estos momentos la población local se habría conectado a través de la cuenca del
Loa, con su curso Medio y desembocadura, así como con la costa y quebrada tarapaqueña. Por otro lado, los
tejidos más tardíos en Quillagua 84 se sitúan entre los años 200 y 600 d.C. (fechados por termoluminiscencia)
caracterizándose por un predominio de la fibra de camélido y el tejido a telar. Comparten estas características
mantas, túnicas y bolsas. Las primeras son gruesas y “felpudas”, con cadeneta en las orillas de urdimbre. Las
segundas incorporan la faz de trama en la parte inferior, y los hilados rojos para producir listas, “peinecillos” y
ajedrezados. Tanto mantas como túnicas usaron una sola trama. Aunque pocos, hay gorros tubulares
anillados, que al igual que las túnicas, son idénticos a los de Azapa.
Quillagua 89, por su parte, a través de su sistema constructivo muestra el nexo con los desarrollos formativos
ariqueños y con la costa tarapaqueña, los que se produjeron muy temprano, alrededor del 700 a.C. (AGÜERO
C. et al. 2006). Los textiles miniatura conectan al sitio con la quebrada de Tarapacá y Azapa, pero resultan
tempranos para las fechas tradicionales de Tarapacá 40 (290 d.C. y 360 d.C.; NÚÑEZ L. 1981, 1982). Núñez
(1981, 1982) ya había relacionado cronológicamente ese cementerio con Pisagua D, del que el componente
más antiguo es similar al de Camarones 15AB, fechado en 890 a.C. (MUÑOZ I. et al. 1991), por lo cual es
probable que la ocupación de Tarapacá 40 se extienda a momentos más tempranos, por lo menos a los años
en que se construyó el túmulo, como de hecho lo demuestran las fechas de 670 a.C. (UCTL 1379) y de 730
a.C. (UCTL 1380) (AGÜERO C. et al. 2006).
A partir de lo anterior, el estudio de la textilería regional indicó que en la primera parte del Formativo las
poblaciones del Norte Grande mantuvieron una fuerte movilidad longitudinal heredada de conductas
arcaicas, principalmente a lo largo de la costa conectando un amplio territorio desde la costa del Loa a la de
Arica, donde además, ese estilo de vida más antiguo habría perdurado hasta bien entrado el Formativo
asociado con el paisaje de costa desértica y un modo de vida basado en la pesca y recolección marítima.
La desembocadura del Loa y la costa de Arica actuaron como umbrales conectando al litoral con espacios
interiores de los valles, dentro de los cuales el río Loa jugó un rol importante en la articulación de todo el
perfil altitudinal, y posteriormente incluir sectores aledaños, como los oasis de San Pedro, por lo menos a
partir de la fase Toconao (300 d.C.; NÚÑEZ L. 1992). Es así como el uso de fibras vegetales en esteras y
bolsas anilladas junto a ciertos tipos de mantas y cerámica, si bien dan homogeneidad a la mayoría de los
sitios considerados, también permiten libertades en los comportamientos de los materiales que hacen que
cada grupo mantenga elementos distintivos, lo que hasta ahora ha contribuido a la idea de una excesiva
diversidad. Efectivamente, para el Loa y San Pedro si bien se ha destacado la interacción con otras regiones,
como la altiplánica y el Noroeste Argentino, también es evidente un fuerte componente local que viene
gestándose desde tiempos arcaicos en la Puna de Atacama (NÚÑEZ L. 1992).
De este modo no es extraña la construcción de túmulos ceremoniales (Quillagua 89) asociados a cementerios
en hondonadas con tumbas en pozos (Quillagua 84), los cuales ya tienen antecedentes en la zona en que se
habría desarrollado esta temprana red de interacción. Los primeros se hallan en Cáñamo (860 d.C.; NÚÑEZ L.
- MORAGAS C. 1977), Cobija y Caleta Huelén y los segundos en el Loa Medio, Caleta Huelén, Pisagua y
Camarones. En este sentido, la construcción de túmulos se asocia más bien a poblaciones costeras, lo que
sustentaría la gran cantidad de restos de pescados ofrendados en Quillagua 89, y que la más alta
representación de estas construcciones en el norte esté en Caleta Huelén.
Ello es compatible con la consolidación del proceso que lleva a un mayor establecimiento en las quebradas
intermedias en los momentos tardíos del período, destacando como producto la aldea de Caserones donde a
comienzos de la era ya está en pleno funcionamiento la segunda y compleja red de interacción que
detectamos. Efectivamente, esta población desarrolló un tráfico a larga distancia conectando espacios tan
distantes como Azapa, desembocadura de Camarones, Pisagua, Caleta Huelén, Quillagua, Loa Medio e
incluso los oasis de Atacama, otorgándole a este territorio una de sus características definitorias: una intensa
movilidad intra e interregional. Sin duda, ello se observa en la distribución de textiles que antes habían sido
asignados a Azapa (MUÑOZ I. 1980, 1989).

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 539
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

Con todo, el auge tarapaqueño parece haber sido tan intenso que imanó a prácticamente toda la población del
territorio comprendido entre Camarones y el Loa, integrándola a su particular sistema de circulación
poblacional y productivo.
Dado que lo anterior se sustenta en poblaciones interconectadas con una historia antigua de relaciones, no se
observan prácticas agresivas para sobreponerse de una manera violenta a las anteriores ocupaciones, sino que
por el contrario, las validan con nuevas ofrendas y nuevos entierros, lo cual también podría haber ocurrido en
los montículos de Caleta Huelén como lo indican los de gorros anillados con motivos escalonados.
En el período Arcaico Tardío es frecuente encontrar, en los sitios de la costa de Arica, algunos elementos
registrados con mayor frecuencia en la Costa Central o sur de Perú. Las técnicas textiles durante esta época
son uniformes y generalizadas en todos los registros, encontrándose el ligamento torzal, los enlaces simples y
de doble torsión, y algunos tipos de anudados. Sin embargo, existen otros elementos que presentan
variabilidad, algunos de los cuales tienen relación con los datos que hemos presentado. Por ejemplo, en Asia,
fechado en 1300 a.C. y localizado en la Costa Central de Perú, Engel F. (1963) describe hilados
principalmente de algodón, pero también de pelo humano y de fibra animal o lana, con torsiones S-Z y en
menor proporción Z-S.
Los colores teñidos presentes en la mayoría de los hilados son el rojo y el amarillo, al igual que en el norte de
Chile, sumándose el azul en el Formativo Tardío. Respecto a los tipos de formas, nombra mantas (una de las
cuales muestra el diseño de una serpiente con dos cabezas opuestas), fajas, bolsas, un turbante, hondas y
redes para pescar (ENGEL F. 1963). En las mantas algunos de los encabezamientos de urdimbre descritos
presentan similitudes con aquel que informa Dauelsberg P. (1974). Las mantas elaboradas en ligamento torzal
utilizan hilados de algodón y de “animal” y presentan, al igual que algunas de Quiani 7, torsiones S-Z y Z-S.
Los hilados son de fibra camélido. En este sitio, el rojo es el único color con que se tiñen los hilados de
camélido; en tanto, el rojo y el amarillo son frecuentes en otros sitios como Cerrillos e Isla (WALLACE D.
1974) ambos pertenecientes al mismo período, y ubicados en la costa sur peruana.
Es así como todo lo anterior nos hace suponer que durante esos años existía una mayor movilidad de los
grupos costeros en sentido longitudinal a lo largo del litoral peruano y del norte de Chile, que la evidenciada
en períodos posteriores. Esto no ha pasado inadvertido para algunos investigadores, y es así como Núñez L.
(1969, 1970) y Muñoz I. (1982) postulaban que el proceso del desarrollo cultural en la costa norte de Chile
sería:

«[…] consecuencia de lo que ocurre en Perú Central, cuyos matices iniciales estarían dados
también como producto de las relaciones con el altiplano y las vertientes orientales de los
Andes» (MUÑOZ I. 1982: 126).

No sabemos si era o no una consecuencia, pero sí pensamos que las relaciones planteadas por este autor para
el período Arcaico Tardío entre los grupos de pescadores, cazadores y recolectores de la Costa Central y sur
de Perú y norte de Chile, son evidentes al mirar algunos contextos de sitios de tradición Chinchorro, como
Morro 1/6, y otros de Arica (AGÜERO C. 1994).
Considerando lo anterior resulta significativo que los grupos de Camarones, Pisagua y Tarapacá 40 muestran
una presencia bastante más significativa de lana en relación a aquellos de la costa de Arica y valle de Azapa
(AGÜERO C. 1994). Desde ya, pensamos que la proposición de una cierta “unidad cultural” en la región de
Tarapacá queda avalada por los mismos materiales textiles.
Durante el Formativo Tardío al sur de Camarones se empieza a usar un nuevo turbante junto a tejidos
anudados en cráneos con deformación tabular, aunque confeccionado con el mismo tipo de fibra e hilado.
Encontramos a estos enturbantados en el cementerio Tarapacá 40 y en el Cementerio “Atacameño” de
Pisagua (UHLE M. 1919).
De este modo, durante el Formativo Temprano entre las dos áreas al sur y al norte de Camarones ya
empiezan a manifestarse diferencias evidenciadas en el tipo de tocado. Por otro lado, la relación de los grupos
de la quebrada de Tarapacá con el altiplano planteada por Núñez L. (1969, 1970, 1981) para el primer milenio
antes de Cristo vía Isluga-Oruro, necesita de un mayor estudio que la compruebe.
Tal como piensa Conklin W. para los contextos tempranos del sur de Perú, la cantidad de fibra de camélido
encontrada en los contextos tempranos de enturbantados como los de Camarones 15AB:

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 540
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

«[…] no implica solamente relaciones de intercambio entre un usuario y un proveedor de


productos textiles confeccionados en fibra de camélido. La evidencia indica la presencia de un
grupo proveedor en las tierras altas, varios cientos de años antes de la fecha probable de los
textiles Pukara» (1983: 2).

Al sur de Arica se presenta una mayor cantidad de tejidos y de hilados de fibra de camélido (AGÜERO C.
1994). La vestimenta, el tipo de turbante, ausencia del color rojo y presencia del color azul piedra, y la técnica
de “costura de urdimbre” que registramos en una pieza del cementerio “Protonazca” de Pisagua (AGÜERO C.
1995), nos lleva a relacionarlo con el Formativo Tardío de Caserones, y con los grabados de Tamentica
(CABELLO G. et al. 2012; Figura 7).

Figura 7. Relaciones entre la costa y el interior, vistas a través de los textiles y sus representaciones
(CABELLO G. et al. 2012)

Respecto a los individuos que usan turbantes, durante el Formativo Temprano, en ocasiones presentan
características en el ajuar y/o en las ofrendas que los diferencian del resto. Sin embargo en la mayoría de los
casos la única diferencia consiste en el uso del turbante. Aunque entre los mismos enturbantados también hay
diferencias de calidad y cantidad en los ajuares, ofrendas y accesorios del turbante, es indudable que el uso de
estas madejas e hilados de lana enrollados alrededor de la cabeza solamente de algunas personas, tiene que
haberlos investido de alguna propiedad o importancia particular. En cuanto a las diferencias en los ajuares,
ofrendas, turbantes y accesorios de los turbantes, es interesante comprobar que tres tumbas en la zona

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 541
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

arqueológica de Arica – dos en Azapa 71 y una en Playa Miller 7, de un niño y de dos mujeres enturbantadas
– son descritas como hallazgos excepcionales (SANTORO C. 1980). Es decir, la autoridad no dependía del
sexo.
En Pisagua, los turbantes del Cementerio “Atacameño” se fabricaron con un nuevo patrón no registrado ni
en Camarones ni en Arica, y se asocian a la deformación tabular; y para su elaboración se utilizan los mismos
hilados café oscuros característicos de Camarones y de Pisagua.
En Playa Miller 7 los enturbantados acaparan el uso de mantas de pieles de aves, los objetos usados para
prácticas alucinógenas, los de fibra vegetal sin tejer, y los de cerámica. En todos los sitios, estos individuos
poseen en forma exclusiva objetos escasos en número, únicos o especiales en los accesorios de los turbantes.
En algunos casos, el uso de enormes cantidades de lana en la cabeza, en contraposición al relativamente
pequeño número de hilados y tejidos usados como vestimenta u ofrendas de unos pocos individuos, y en
épocas en que el acceso y adquisición de lana deben haber sido actividades relativamente restringidas, nos
hace considerar a la fibra de camélido como un bien que debe haber tenido un gran significado simbólico.
Por otra parte, la torsión inversa, presente en una parte de los tejidos de Caserones y Guatacondo, es un
atributo muy raro en esta región como también lo es en la costa sur peruana.
En cambio, se trata de una tendencia común en la Costa Central de Perú, en tanto en la costa norte de ese
país la totalidad de los hilados se tuercen en esa dirección (dirección derecha-izquierda, es decir S-Z)
(WALLACE D. 1974). Respecto a las diferencias en la dirección de la torsión pensamos que no se explican en
términos de la destreza manual o de las propiedades de las fibras, ya que los hiladores que hilan y tuercen las
fibras e hilados están acostumbrados a usar sus husos en ambos sentidos. También existe información
respecto a que en tiempos incas y actuales tendría un carácter ritual.
Además se observan tecnologías diversas, principalmente en los hilados de algodón, como por ejemplo,
hilados con torsión inversa, y un evidente predominio de hilados monocromos por sobre hilados moliné, lo
que alude a aspectos rituales relacionados con la tecnología textil (AGÜERO C. 1994).
De acuerdo al estudio etnográfico realizado por Franquemont E. (1986) una tejedora puede encargar hilar los
hilados a otra mujer, especializada en hilar para otras. Otras pueden usar un stock reexistente de hilados que
reemplazaran a los que ella usaba. La producción textil se inserta en un universo de constricciones de tiempo,
preferencias individuales y relaciones sociales. Las prácticas de hilar son sensibles al incremento en la
demanda en la demanda de hilados y tejidos. De acuerdo a la investigación de Tiedemann E. y Jakes K. (2006)
el proceso de hilar con husos y torteras es muchísimo más eficiente en términos de tiempo que el hilar sin
estos artefactos, incrementando la productividad, y en algunos casos señalan la presión que debió existir por
desarrollar esta tecnología. Un cambio en la organización social que enfatice la acumulación de hilados y
textiles, por ejemplo, aumentará la necesidad de una eficiencia en la técnica.
En este sentido, la tecnología utilizada en el proceso de hilar tanto en Caserones como en Guatacondo parece
sumamente especializada, poco expeditiva, eficiente y conscientemente realizada para fines específicos. Esto
es diferente con lo que sucede en los sitios costeros, en los que, si bien se observa una tecnología experta, los
hilados son más bien toscos y una gran mayoría vinculados a labores de pesca y recolección marítima,
alejándolos de cualquier tipo de actividad ritual. Sería muy interesante analizar los contextos textiles de este
período y región por sitios, para ver el uso de las fibras y, si se mantiene por ejemplo, el uso de la fibra de
llama en sus colores naturales para realizar estructuras textiles más toscas, y si la fibra de de vicuña es
seleccionada para piezas e hilados más finos; si la fibra de algodón conforma piezas textiles mayores o solo es
empleada en prendas especiales.
Cabe destacar que en Chiu Chiu 200 y Topater (BENAVENTE A. 1982) la variabilidad textil, la utilización
funcional de la fibra, el uso de las especies y la teñido de las fibras, es de gran versatilidad; mezclándose
incluso fibras de camélidos con plumas, fibras de animales pelíferos (como chinchilla, zorro y vizcacha) con
fibra de camélidos. Sin dejar de mencionar la presencia en los contextos de fibras de puma, gato silvestre y
murciélago (BENAVENTE A. 1982).
Finalmente, no obstante, si bien hemos logrado definir indicadores textiles temporales, espaciales y culturales,
complementando la construcción de un marco cronológico cultural, no hemos podido distinguir fases, sino
más bien diferenciar un componente temprano muy vinculado con la costa y los desarrollos arcaicos y uno
tardío más relacionado con los espacios interiores de la región, siendo ambos contemporáneos durante la
mayor parte de la etapa formativa
Todo lo que hemos presentado nos ha permitido elaborar una secuencia del desarrollo textil en Tarapacá
corroborada por los fechados absolutos de los sitios (Tabla 1). De este modo, las evidencias señalaron que la
textilería tendría su origen en la costa de acuerdo al manejo arcaico de las fibras vegetales (juncos y algodón),

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 542
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

el que luego es visible en la pampa donde a este tipo de fibras se suman las de camélidos silvestres y
domesticados, lo que sugiere para la primeros momentos definidos por los estudios cerámicos (URIBE M.
2009), una fluida movilidad entre la costa, la pampa y la puna.

Tabla 1. Síntesis de fechas calibradas obtenidas por diversos autores para la Región de Tarapacá

Logramos identificar un componente temprano representado en Camarones 15AB y Pisagua D donde se


utiliza fibra vegetal y algodón en mantas tejidas en ligamento tela o torzal; bolsas en técnicas de anillado, en
torzal o faz de urdimbre, túnicas faz de urdimbre y ciertos tipos de turbantes. En este conjunto, el uso de una
trama continua es más frecuente que las tramas múltiples y las técnicas decorativas no difieren de las de
manufactura. Este componente temprano muestra una continuidad con el Arcaico Tardío a través de la
especialización en el tratamiento de la fibra vegetal, y la frecuente utilización de hilados de algodón. Durante
estos momentos, los grupos humanos de la costa mantienen una alta movilidad heredada de patrones arcaicos
y una nutrida red de relaciones que involucraba a las poblaciones de Arica por el norte hasta la
desembocadura del Loa por el sur, así como también de espacios interiores entre los que se cuentan Pircas, y
Tarapacá 40.
Un momento posterior está representado en la pampa por la textilería de Caserones y el cementerio Tarapacá
40, caracterizada por miniaturas de piezas como túnicas, gorros, bolsas y mantas, y prendas de tamaño normal
como mantas faz de urdimbre, faz de urdimbre y faz de trama o en torzal, así como por túnicas con el sector
inferior faz de trama, ciertos tipos de turbantes y predominio de tramas múltiples. Una de las pocas tapicerías
se relaciona a Tiwanaku I; y en la costa, por las prendas de Chomache 1, Patillos y Pabellón de Pica.
Finalmente, Guatacondo refiere a un momento intermedio entre ambos componentes.
Particularmente, en sitios habitacionales y funerarios de la pampa, se determinó que la tecnología del hilado es
muy especializada, poco expeditiva y eficiente con una torsión y títulos fuertes y manejo experto de la técnica
de torzal. Posteriormente, en la segunda fase del período, se haría más popular la tapicería.

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 543
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

Tal situación no se observa en la costa, de manera que su registro en Pircas, Guatacondo y Caserones,
probablemente indica un uso ligado a la ritualización de ciertas actividades.
De este modo, el textil parece constituir una materialidad privilegiada para la exposición social a través del
vestuario en la vida como en la muerte, lo que es muy claro en Caserones y su cementerio Tarapacá 40, donde
destacan las túnicas que combinan las técnicas de faz de urdimbre y faz de trama, mantas de orillas curvas,
taparrabos acinturados, turbantes, pulseras, tobilleras y bolsas. Además de que algunas prendas muestran una
elaborada iconografía geométrica y figurativa, se producen una enormidad de miniaturas que señalan el
dominio total de la materia prima y la técnica, y que son parte de una serie de bienes excedentarios de
consumo local (AGÜERO C. 2012b).
En general, en los tres principales sitios de la pampa existe una separación de la materia prima utilizada para
fines domésticos y para fines probablemente rituales (algodón vs. camélido), siendo esto muy marcado en
Pircas y Caserones, y en menor grado en Guatacondo, probablemente aludiendo a diferencias en las redes de
circulación.
En la costa, la situación difiere puesto que los hilados no muestran las especiales características observadas en
la pampa, estando las fibras y las prendas vinculadas a actividades de caza y recolección marina
(principalmente bolsas y lienzas de fibras vegetales, como juncos y algodón, aunque también hay fibras de
vicuña, alpaca, y llama), aludiendo a una intensificación de las tareas productivas que se orientarían a proveer
al interior. En este sentido, durante el Formativo Tardío se advierte una gran demanda social hacia el
aumento y especialización de esta tecnología, lo que debió apoyarse en la implementación e incremento del
uso de herramientas como husos y torteras.
Además, se seleccionó un tipo especial de fibras como base productiva para la elaboración de prendas y
tecnologías, ya que no están representadas todas las especies de camélidos, por lo que con seguridad existe un
real conocimiento de la función zootécnica del animal, ya que tanto la alpaca como la llama son las especies
laneras por excelencia (BENAVENTE A. 2012).
Con los resultados obtenidos, podemos distinguir en Tarapacá un Formativo que se inicia hacia el 1000 a.C.
mostrando cambios significativos al comienzo de la era y mediados del primer milenio hasta declinar
alrededor del 800 d.C.

Discusión
Al evaluar la incorporación de tecnologías novedosas, en el ámbito textil se observó gran diversidad en el
proceso de producción de hilados; por una parte, la técnica utilizada en el proceso de hilar en la pampa es
sumamente especializada, poco expeditiva, eficiente y conscientemente realizada para fines específicos,
eligiéndose ciertos tipos de hilados para elaborar turbantes, miniaturas y prendas excepcionales aludiendo a
aspectos rituales; por otra, en la costa se observaron técnicas más simples que exigieron un menor consumo
de energía aunque también fue evidente la especialización a través de los objetos utilizados para la pesca y la
recolección marina, con el fin de incrementar la productividad, señalando ambos casos (costa y pampa) la
presión que debió existir por el desarrollo de esta tecnología, pues un cambio en la organización social que
enfatiza la acumulación de hilados y textiles, aumentaría la necesidad de una eficiencia en la técnica.
Además, si consideramos la incorporación de esta tecnología para evaluar la supuesta materialidad altiplánica
y Tiwanaku de Tarapacá, en particular los sitios y objetos textiles que tradicionalmente habían sido señalados
como pertenecientes al Horizonte Medio, pueden ser descartada definitivamente la presencia de Tiwanaku,
pues sólo se hallaron nueve prendas de este estilo en toda la región (AGÜERO C. - URIBE M. 2014).
Finalmente, la ocurrencia de una mayor complejidad y desigualdad tendiente a la aparición sociedades no
igualitarias, manifestada en expresiones materiales como los textiles, se vincula al acceso restringido a estos
bienes, lo que es particularmente evidente en la abundancia de lana empleada en la manufactura de los
turbantes y en las variaciones en la cantidad de prendas del vestuario vistas entre distintos cementerios y sitios
habitacionales de la región.
Al parecer, los textiles fueron elegidos culturalmente y su valor fue aumentando, de manera que su
producción o adquisición empezó a ser fundamental para generar el intercambio y el control. La obtención de
este tipo de bienes contribuyó a la acumulación de un tipo de riqueza simbólica y social, cuyo consumo
promovió distinciones sociales. Así, posiblemente las distinciones individuales podían indicarse y reforzarse a
través de la propiedad, exhibición y uso de textiles, la mayoría de las veces, en ámbitos rituales o
ceremoniales. Creemos que los líderes de estas sociedades se interesan en legitimar su liderazgo, al presentarse
en los actos públicos con ropas especialmente fabricadas para esos fines, de manera que con seguridad
poseían el monopolio de determinados atuendos, como al parecer sucedió en Caserones.

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 544
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

En este sentido, cabe señalar que las plazas de este sitio tienen capacidad para un número relativamente
reducido de concurrentes, lo cual parece reforzar la idea de la exclusividad que tenían estos espacios,
reservados seguramente para los individuos de mayor prestigio de la comunidad (ADÁN L. et al. 2007). En
este contexto, algunos de ellos pudieron empezar a usar estos objetos porque era ventajoso, quizás no en un
sentido físico, sino en el poder de manipulación social, de manera que los mecanismos que prevenían el
surgimiento de desigualdades podían ser eventualmente quebrados. De este modo, pareciera que hacia el final
del Formativo se logró una integración de las sociedades tarapaqueñas a través de distintos medios, entre los
que la presencia física de los ancestros parece haber tenido un rol preponderante, de acuerdo a lo observado
en el cementerio Tarapacá 40 (AGÜERO C. 2012b).
Ello planteó las bases sobre las que se sustentaría la sociedad Pica Tarapacá del período de los Desarrollos
Regionales o Intermedio Tardío, la cual surgió del desarrollo y articulación de las poblaciones locales
previamente configuradas en grupos menores.

Conclusiones
El Período Formativo en Tarapacá responde a un proceso interno de cambio y a un ambiente propicio en el
cual se mantendrían ciertos elementos tradicionales como base de estrategias sociales y de subsistencia
innovadoras, entre las que -además de la agricultura, la ganadería, la intensificación de la producción y la vida
aldeana- se cuentan el trabajo especializado, nuevas tecnologías, la circulación de bienes y el intercambio.
Considerando la ausencia de suficientes evidencias foráneas y la falta de una identidad homogénea al interior
del Formativo (como supuso la creación de la Fase Alto Ramírez), los cambios sociales no serían el producto
del desplazamiento y/o influencias altiplánicas.
Al parecer, una alta, constante y sistemática movilidad arcaica y formativa en un ambiente como el descrito
habrían promovido el contacto, la circulación y el traspaso de bienes e ideas sin necesidad de desplazamientos
de población ni de un sistema institucionalizado de caravanas.
Sitios intermedios con arquitectura pública situados en la quebrada de Tarapacá y Guatacondo adquirirían un
rol preponderante en función de su rol articulador de distintos ambientes y posibilidad de acceso a diversos
recursos. En este contexto, surgirían grupos o individuos debido al acceso privilegiado a estos espacios,
recursos y bienes. Los textiles serían un elemento activo en la creación y negociación de estas identidades
emergentes.
Entonces, dentro de un largo período Formativo que en Tarapacá se extendería hasta fines del primer milenio
d.C. contactando con el período de los Desarrollos Regionales, más que la coexistencia de poblaciones
altiplánicas y tarapaqueñas, el movimiento de prendas y en particular las de estilo Tiwanaku, respondería a
contactos con expresiones locales de los Valles Occidentales como Azapa (Chile) y Moquegua (Perú),
adscritas a las fases Chen Chen y Tumilaca.
Esta perspectiva, a diferencia de recientes secuencias y modelos para la misma región derivados de sitios y
datos puntuales, destaca el rol de la costa y los recursos locales, en oposición a “lo altiplánico” y a la
“agriculturización” (NÚÑEZ L. et al. 2006; NÚÑEZ L. - SANTORO C. 2011), pues éstos no han superado las
ideas hegemónicas sobre el Formativo andino, que da relevancia a la verticalidad y a las prácticas caravánicas.

Nota
(1) Proyecto FONDECYT 1130279: “Arqueología en la Pampa del Tamarugal (Tarapacá, Andes Centro Sur): El
Período Formativo como Discursos sobre Naturaleza, Cultura y Resistencia (ca. 400 a.C.-900 d.C.)”.

Bibliografía
ADÁN, Leonor et al. “Arquitectura pública y doméstica en las Quebradas de Tarapacá: asentamiento y
dinámica social en el Norte Grande de Chile.” In NIELSEN, Axel et al. (Editores). La Vivienda, la Comunidad y el
Territorio. Córdoba: Editorial Brujas, 2007: 183-206.
AGÜERO, Carolina. Madejas, hilados y pelos: los turbantes del Formativo Temprano en Arica, Norte de Chile. Tesis para
optar al título de Arqueólogo. Santiago: Departamento de Antropología, Universidad de Chile, 1994.
AGÜERO, Carolina. “El Cementerio ‘Protonazca’ (D) de Pisagua. Análisis de la Textilería.” Hombre y Desierto 9
(1995): 7-20.

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 545
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

AGÜERO, Carolina. “Las tradiciones de Tierras Altas y de Valles Occidentales en la Textilería arqueológica del
Valle de Azapa”. Chungara, Revista de Antropología Chilena 32 (2) (2000): 217-226.
AGÜERO, Carolina. “La colección ‘Tiahuanaco’ de uhle y su relación con el Complejo Pica Tarapacá (Norte
de Chile).” In SOLANILLA, V. (editor). Actas de las IV Jornadas Internacionales sobre Textiles Precolombinos.
Barcelona: Grup d’Estudis Precolombins, Universitat Autònoma de Barcelona, 2009: 439-457.
AGÜERO, Carolina. El rol del Vestuario en la sociedad Pica Tarapacá (800-1300 d.C.). Arqueología textil del Norte de
Chile, Andes del Sur. Saarbrücken: Editorial Académica Española, LAP, LAMBERT - Academic Publishing
GmbH & Co. KG, 2012a.
AGÜERO, Carolina. Comprendiendo el Período Formativo Tarapaqueño (Norte de Chile, Andes Centro Sur) a través de un
segmento de la cultura material -los textiles- desde una perspectiva local. Tesis de Doctorado en Estudios Andinos. Lima:
Pontificia Universidad Católica del Perú, 2012b.
AGÜERO, Carolina et al. “El Período Formativo desde Quillagua, Loa Inferior.” In LECHTMAN, H. (editor).
Esferas de interacción prehistóricas y fronteras nacionales modernas: los Andes Sur Centrales. Lima: Instituto de Estudios
Peruanos (IEP), 2006: 73-125.
AGÜERO, Carolina y Bárbara CASES. “Quillagua y los textiles formativos del Norte Grande de Chile.”
Chungara, Revista de Antropología Chilena vol. especial (2004): 599-618.
AGÜERO, Carolina y Mauricio URIBE. “Tombs and Tumuli on the Coast and Pampa of Tarapacá: Explaining
the Formative Period in Northern Chile (South-Central Andes).” In EECKHOUT, Peter y Laurence S. OWENS
(editores). Funerary practices and models in the Ancient Andes. Cambridge: Cambridge University Press, 2013.
AGÜERO, Carolina y Mauricio URIBE. “Tiwanaku en la región de Tarapacá (Chile): ¿Realidades o espejismos
en el desierto?” In ISBELL, William et al. (Editores). The Southern Andean Iconographic Tradition. Los Angeles:
Dumbarton Oaks - The Cotsen Institute of Archaeology (UCLA), 2014.
AYALA, Patricia. “Las sociedades formativas del Altiplano Circumtiticaca y Meridional y su relación con el
Norte Grande de Chile.” Estudios Atacameños 21 (2002): 7-39.
BENAVENTE, Antonia. “Chiu Chiu 200: Una comunidad pastora temprana en la Provincia del Loa (II
región).” In Actas del IX Congreso Nacional de Arqueología. La Serena 1982: 75-94.
BENAVENTE, Antonia. Análisis e Identificación de Fanéreos. Manuscrito en poder de la autora, 2012.
BIRD, Junius. Excavaciones en el Norte de Chile. Iquique: Ediciones Universidad de Tarapacá, 1988 [1943].
CABELLO, Gloria et al. Las pinturas costeras de Chomache y su contexto social. Manuscrito en poder de los autores,
Santiago, 2012.
CASES, Bárbara. “Textiles Formativos de la Cuenca del Loa y de Atacama.” In Actas del XIII Reunión Anual
Comité Nacional de Conservación Textil. Santiago, 2000: 35-43.
CASES, Bárbara. “¿Caravanas en el Formativo?” Informe para Proyecto FONDECYT 1990168, Santiago: CONICYT,
2002.
CONKLIN, William. “Pucara and Tiahuanaco Tapestry: Time and Style in a Sierra Weaving Tradition.” Ñawpa
Pacha 21 (1983): 1-44.
DAUELSBERG, Percy. “Excavaciones arqueológicas en Quiani 7.” Chungara 4 (1974).
DAUELSBERG, Percy. “Faldas del Morro: Fase Agroalfarera Temprana. Chungara 14 (1985): 7-44.
DRANSART, Penny. Fibre to Fabric: The Role of Fibre on Camelid Economies in Prehispanic and Contemporary Chile.
Ph.D. Diss. Oxford: University of Oxford, 1991.
ENGEL, Frederic. “A Preceramic Settlement on the Central Coast of Peru: Asia, Unit 1.” Transactions of the
American Philosophical Society 53 (1963): part 3.
FOCACCI, Guillermo y Sergio CHACÓN. “Excavaciones arqueológicas en los Faldeos del Morro de Arica,
Sitios Morro 1/6 y 2/2.” Chungara 22 (1989): 15-62.
FRANQUEMONT, Edward. “Cloth Production rates in Chinchero, Peru.” In ROWE Anne (Editor). The Junius
Bird Conference on Andean Textiles. Washington D.C.: The Textile Museum, 1986: 309-330.
LECOQ, Patrice y Ricardo CÉSPEDES. “Panorama archéologique des zones meridionales de Bolivie (sud-est de
Potosí).” Bulletin Institut Francais d’Etudes Andines 26 (1) (1997): 21-61.
LUMBRERAS, Luis. Arqueología de la América Andina. Lima: Editorial Milla Batres, 1981.

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 546
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

LUMBRERAS, Luis. “Un Formativo sin Cerámica y Cerámica Preformativa.” Estudios Atacameños, Arqueología y
Antropología Surandinas 32 (2006): 11-34.
MORAGAS, Cora. “Desarrollo de las comunidades prehispánicas del litoral de Iquique-Desembocadura del río
Loa.” In Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Antofagasta, 1995: 65-80.
MUJICA, Elías. “Altiplano-Coast Relationships in the South Central Andes: From Indirect to Direct
Complementarity.” In MASUDA, Shozo et al. (Editores). Andean Ecology and Civilization. Tokyo: University of
Tokyo Press, 1985: 103-140.
MUÑOZ, Iván. Túmulos funerarios: evidencias del proceso de agriculturación en los Valles Bajos de Arica. Memoria para
optar al título de Arqueólogo. Antofagasta: Departamento de Arqueología, Universidad del Norte, 1980.
MUÑOZ, Iván. “Las sociedades costeras en el litoral de Arica durante el Período Arcaico Tardío, y sus
vinculaciones con la Costa Peruana.” Chungara 9 (1982).
MUÑOZ, Iván. “El Período Formativo en el Norte Grande (1000 a.C. a 500 d.C.).” In HIDALGO, Jorge et al.
(editores). Culturas de Chile. Prehistoria. Desde sus Orígenes a los Albores de la Conquista. Santiago: Editorial Andrés
Bello, 1989: 107-128.
MUÑOZ, Iván. “El Período Formativo en los Valles del Norte de Chile y Sur de Perú: nuevas evidencias y
comentarios.” In Actas del XV Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Vol. 1. 2004: 213-225.
MUÑOZ, Iván et al. “Camarones 15. Asentamiento de pescadores correspondiente al Arcaico y al Formativo.”
In Actas del XI Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Vol. 2. Santiago, 1991: 1-24.
NÚÑEZ, Lautaro. “El Primer fechado radiocarbónico del Complejo Faldas del Morro en el sitio Tarapacá 40 y
algunas discusiones básicas.” In Actas del V Congreso Nacional de Arqueología Chilena. 1969: 47-58.
NÚÑEZ, Lautaro. “Algunos problemas del estudio del Complejo Arqueológico Faldas del Morro, Norte de
Chile.” Staatlichen Museums für Völderkunde Dresden Band 31 (1970).
NÚÑEZ, Lautaro. “Secuencia y cambio en los asentamientos humanos de la desembocadura del río Loa en el
Norte de Chile. Boletín de la Universidad de Chile 112 (1971): 3-25.
NÚÑEZ, Lautaro. “Registro Regional de Fechas Radiocarbónicas del Norte de Chile.” Estudios Atacameños 4
(1976): 71-123.
NÚÑEZ, Lautaro. “Emergencia y desintegración de la sociedad Tarapaqueña: riqueza y pobreza en una
Quebrada del Norte Chileno.” Atenea 439 (1979): 163-213.
NÚÑEZ, Lautaro. “Hacia la producción de alimentos y la vida sedentaria (5000 a.C. a 900 d.C.).” In
HIDALGO, Jorge et al. (editores), Culturas de Chile. Prehistoria. Desde sus orígenes a los albores de la Conquista.
Santiago: Editorial Andrés Bello, 1989: 81-105.
NÚÑEZ, Lautaro y Tom DILLEHAY. Movilidad giratoria, armonía social y desarrollo en los Andes Meridionales: patrones
de tráfico e interacción económica. Ensayo. Antofagasta: Universidad del Norte, 1995 [1979].
NÚÑEZ, Lautaro y Cora MORAGAS. “Una Ocupación con Cerámica Temprana en la Secuencia del Distrito de
Cáñamo (Costa Desértica del Norte de Chile)”. Estudios Atacameños 5 (1977): 21-49.
NÚÑEZ, Lautaro y Cora MORAGAS. “Cerámica Temprana en Cáñamo (Costa desértica del Norte de Chile):
análisis y evaluación regional.” Chungara 11 (1983): 31-61.
NÚÑEZ, Lautaro y Calogero SANTORO. “El Tránsito Arcaico-Formativo en la Circumpuna y Valles
Occidentales del Centro Sur Andino: hacia los cambios ‘neolíticos’.” Chungara, Revista de Antropología Chilena 43
(1) (2011): 487-530.
NÚÑEZ, Lautaro et al. “Emergencia de comunidades pastoralistas formativas en el Sureste de la Puna de
Atacama.” Estudios Atacameños, Arqueología y Antropología Surandinas 32 (2006): 93-117.
OAKLAND, Amy. Tiwanaku Textile Style from the South Central Andes, Bolivia and North Chile. Ph.D. diss. Austin:
University of Texas at Austin, 1986.
OAKLAND, Amy. “Andean Textiles from Village and Cemetery: Caserones in the Tarapaca Valley, North
Chile.” In DROOKER, Penelope et al. (editores). Beyond cloth and cordage. Archaeological textile research in the
Americas. Salt Lake City: The University of Utah Press, Salt Lake City, 2000: 229-251.
RIVERA, Mario. “Nuevos aportes sobre el desarrollo cultural altiplánico en los Valles Bajos del extremo Norte
de Chile, durante el Período Intermedio Temprano.” In CASASSAS, José M. (editor). Homenaje al R. P. Gustavo
le Paige. Antofagasta: Universidad del Norte, 1976: 71-81.

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica


Carolina Agüero Piwonka El período formativo tarapaqueño (Norte del Chile) visto a través de un prisma textil 547
XXXV Convegno Internazionale di Americanistica – Perugia 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 e 10 maggio 2013

SANTORO, Calogero. “Estratigrafía y secuencia cultural funeraria Fases: Azapa, Alto Ramírez y Tiwanaku
(Arica, Chile).” Chungara 6 (1980): 24-45.
TIEDEMANN, E. y K. JAKES. “An Exploration of Prehistoric Spinning Technology: Spinning Efficiency and
Technology Transition.” Archaeometry 48 (2) (2006): 293-307.
THOMAS, Carlos et al. “Una secuencia de fechados por termoluminiscencia para la localidad de Chiu Chiu:
Sitios Chiu Chiu 273 y 275.” Boletín Sociedad Chilena de Arqueología 33/34 (2002): 84-89.
UHLE, Max. “La arqueología de Arica y Tacna.” Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos
Americanos. 1919.
URIBE, Mauricio. “El Período Formativo de Tarapacá y su Cerámica: avances sobre complejidad social en la
costa del Norte Grande de Chile (900 a.C.-800 d.C.).” Estudios Atacameños 37 (2009): 5-27.
URIBE, Mauricio y Carolina AGÜERO. “Alfarería, textiles y la integración del Norte Grande de Chile a
Tiwanaku.” In KAULICKE, Peter et al. (editores). Huari y Tiwanaku: modelos vs. evidencias (segunda parte). Lima:
Pontificia Universidad Católica del Perú, 2001: 397-426.
WALLACE, Dwight. “The Analysis of Weaving Patterns: Examples from the Early Periods in Peru.” Archaeological Textiles:
Irene Emery Roundtable on Museum Textiles. Washington D.C.: The Textile Museum, 1974.

Mondo simbolico e mondo materiale nell’America antica

También podría gustarte