Está en la página 1de 11

CAPÍTULO 4

CUARTA LEY ETERNA


TODO ES MENTE;
EL UNIVERSO ES MENTAL

La mente infinita es la matriz del cosmos. Nuestra mente individual es la matriz de nuestro cuerpo.

Al cambiar nuestro estado mental, movido por los pensamientos, cambia nuestro cuerpo y cambia
nuestro sendero.
No son los astros los que rigen nuestro destino sino nuestros pensamientos. Porque los
pensamientos son el motor que agita nuestra mente, y ella es la que origina todo.

Todas las cosas carecen de sustancia, no son reales, son inestables. Sólo tienen su asiento
en la mente universal.

No hay nada que no sea una manifestación del espíritu —no hay nada real fuera de la mente.
Algunos ilustres maestros enseñan que la mente no se mueve, aunque ese es estado perfecto de la
mente: es la inmovilidad, esto ocurre cuando la mente se libera de todo pensamiento, estado difícil
de conseguir, y que sólo logran y enseñan los yoguis puros.

Cuando la Mente se agita mente se agita da origen a la energía y esta última a la materia. Por eso,
energía y materia son dos aspectos diferentes de una misma realidad. Cuando la mente se quita
desaparece la energía y por tal razón también desaparece la materia.

Sin embargo la mente no se divide, ni se aumenta, ni se disminuye. La mente —que llamamos


individual— está perfectamente unida a la mente universal, sin límites ni señales de contorno alguno.
No la afecta el tiempo, porque el tiempo no es real. La mente vive en la eternidad, la cual es un
presente continuo.

Pero la mente puede vibrar. Allí es cuando se origina o se manifiesta en forma de energía o materia,
dando origen a lo que llamamos creación. Lo que nunca podremos entender es cómo vibra, pues no
es susceptible de aumentarse ni disminuirse.
Quien quiera que se considere un ser en la materia, andará por un sendero equivocado. Los
pensamientos crean la ilusión, pero son vaporosos. Por tanto, estas montañas, estos ríos, el Sol, la
Luna y las estrellas no existen en verdad.
Se crean y se desvanecen como las nubes. Todos existen, sí, pero sólo en nosotros mismos, por el
poder que tiene la mente de hacerlos parecer como sólidos y reales.

Los científicos no han encontrado nada sólido, ni aún en el más duro acero. Todo se ve hecho de
«bolitas» que giran alrededor de otras «bolitas», separadas en distancias inconmensurables por el
«vacío absoluto».

Y ¿de qué estarán hechas esas «esferitas»? Pues de otras más pequeñas separadas por
incontables distancias de «vacío». Es un hecho científico moderno que la ciencia no ha encontrado
nada sólido, nada real.

En los más sofisticados laboratorios aún no se ha encontrado la materia.


Estos últimos son conceptos modernos, mas los sabios, hace muchos siglos, ya lo habían dicho.
Ellos se dieron cuenta de que todo esto es una ilusión, penetraron en el misterio y se encontraron
con la realidad absoluta, difícil de predicar, difícil de escribir, difícil de enseñar y muy difícil de
entender.

Lo importante aquí es que la materia no es real porque carece de sustancia y sólo tiene su asiento
en la mente. Es una proyección, es un sueño de la mente.

Pero como los sueños son reales mientras duran, nosotros vivimos ahora la aparente realidad de la
materia y debemos acogernos a ella y a sus leyes mientras perdure la ilusión o el sueño, para luego
despertar a una realidad asombrosa.

Por tanto, todo lo que es útil para el cuerpo es útil para la mente. Todo lo que es útil para la
mente es útil para el cuerpo.

De allí la antigua sabiduría: «Mente sana en cuerpo sano», porque el cuerpo y la mente —o
espíritu— son los dos pilares donde descansa el templo de la vida. (Ver libro Cómo curar las
enfermedades incurables.)
QUINTA LEY ETERNA
TODO VIBRA;
NADA ESTÁ INMÓVIL;
TODO SE MUEVE

TODO MOVIMIENTO ES PRODUCIDO POR ALGO Y EN ALGO.


El existir es una agitación de algo. Nada de lo material reposa.

En las rocas milenarias y aparentemente quietas, existen billones de partículas en constante


movimiento. La acción química nunca para su trabajo y hace que la roca sea cada vez más dura o
cambie de color o de configuración.

Aun las montañas aparentemente quietas se erosionan, cambian de forma y todo lo que se
encuentra en ellas se agita en permanente transformación. Los continentes se desplazan y cambian
la faz de la Tierra.

El mundo da vueltas permanentemente sobre sí mismo y alrededor del Sol, el cual, a su vez, se
traslada por la galaxia, que tampoco permanece quieta.
Nuestro cuerpo no puede vivir sin moverse, aun dormido. Todo se mueve y aun muerto se
descompone. Nada puede aquietarse.

Desde el neutrino hasta el electrón, desde el átomo hasta el quásar, desde el insecto hasta el
Arcángel, todo se mueve, todo cambia.

Todo lo que se manifiesta como fenómeno material tiene que moverse. El movimiento da lugar al
tiempo, lo crea.

Si desaparece el movimiento desaparece el tiempo. El espacio al vibrar origina la energía, ésta forma
la materia y ésta última crea el tiempo. El espacio es real, aunque parezca un vacío. Allí habita la
mente… es mente…

Cuando la mente se aquieta deja de manifestarse y desaparece todo rastro del mundo físico.
Desaparece el tiempo y sólo queda la eternidad.

Al desaparecer la materia, no es que deje de existir; simplemente dejará de vibrar, perderá su


proyección, su ensueño y su ilusión; y quedará lo que realmente es: Mente-Espíritu, inmóvil,
imperecedero, espacio sin tiempo, todo en un presente eterno.
SEXTA LEY ETERNA
TODO ES FEMENINO O MASCULINO

Esta es la ley de los géneros, se manifiesta en todos los planos y en todas las cosas. Es la ley que
origina la atracción y la repulsión.

Aún en los elementos y fuerzas naturales opera esta ley. Los científicos la llaman positivo y negativo,
norte y sur, y que no es más que la ley de los géneros.

Masculino-Femenino, origina la ley de lo opuesto. Fuerzas distintas se atraen y las fuerzas iguales se
repelen, en lo que respecta a su grado.

Los fenómenos químicos y electrónicos se basan en la atracción y en la repulsión, que manifiestan


las partículas «femeninas o masculinas» —por así decirlo— que se atraen o se repelen.

Femenino o Masculino: dos aspectos de una sola realidad que se origina cuando el deseo creó el
movimiento, y este último, la aparente separación.

El renacer de los seres se alterna de femenino a masculino. Quien


ahora es género masculino renacerá en femenino y viceversa.
Todos los seres se descarrían por el deseo y la repulsión que generan los opuestos.

Femenino y masculino son dos aspectos de una misma esencia. La mente (nuestro verdadero ser)
no es femenina ni masculina.

Los géneros son fruto de la dualidad y desaparecerán cuando desaparezca la ilusión en que vivimos.
Polaridades distintas se atraen. Iguales se repelen. En los minerales estas fuerzas originan el
movimiento. En los seres estas polaridades originan la vida.

Las polaridades son iguales en naturaleza pero diferentes en grado.

Positivo-Negativo. Calor-Frío. Alto-Bajo. Luz-Oscuridad. Blanco-Negro. Placer-Dolor… todos son


diferentes aspectos de una misma realidad.

(No confundir polaridad con afinidad, la cual reúne iguales mas no los junta).
La ley de afinidad
Mientras la ley de polaridad une polos opuestos, la ley de afinidad
reúne seres o elementos afines. Estas leyes no son opuestas ni se
contradicen, y es bueno aclarar su gran diferencia.

Cuando la Tierra se encontraba candente, sus masas se agitaban bruscamente mezclándose todos
sus elementos en un aparente caos. Sin embargo, la ley de afinidad y las demás estaban allí
cumpliendo indefectiblemente sus principios.

A medida que el globo terráqueo se fue enfriando los materiales afines por su peso, como oro, plomo
y hierro, se fueron hundiendo y la mayor parte de ellos formó el núcleo de la Tierra. Los más livianos
como oxígeno, hidrógeno, argón, etc., formaron su atmósfera, y el agua que se había evaporado
cayó y formó los océanos.

Algunos materiales pesados que se encontraban en las profundidades fueron arrojados por
erupciones volcánicas colosales y al caer se juntaron formando minas de hierro, cobre, oro, etc.
Fue la ley de afinidad la que organizó los diferentes materiales de los que hoy dispone el hombre. Si
no fuese así la Tierra sería una masa homogénea de la cual sería difícil extraer materias primas
diferentes.

Cuando una gota de agua cae muy cerca de otra gota en una superficie lisa ambas se reúnen y
capturan a las vecinas. Cuando el aceite se agita con el agua y luego se aquieta, es la ley de
afinidad la que vuelve a separar los elementos de naturaleza diferente.

Las personas afines se reúnen en grupos: un estadio se llena con amantes del fútbol y una
congregación de devotos se reúne para rezar. Es común ver personas que beben licor reuniéndose,
pues su afinidad las llama. En cambio hay otras que se reúnen para obtener conocimientos alrededor
de un maestro.

La importancia de esta ley radica en que: «Toda persona, cuando deja este cuerpo, no será
condenada o salvada por un dios que prefiere, o ayudada por un maestro que promete lo que no
puede cumplir, sino que toda persona se verá atraída por la ley de afinidad hacia un
mundo de cualidades favorables o adversas, iguales a las que ella, con su
comportamiento en esta vida, cultivó.» (Ver libro Vida en 7 mundos.)

También podría gustarte