LA SANTA COMUNIÓN
Rev. Jon O. Nessle
Mateo 26:26-29
Y mientras comían, tomó Jesús el
pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus
discípulos, y dijo: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado
gracias, les dio, diciendo: Bebed de
ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo
pacto, que por muchos es derramada
para remisión de los pecados.
Y os digo que desde ahora no beberé
más de este fruto de la vid, hasta
aquel día en que lo beba nuevo con
vosotros en el reino de mi Padre.
Esta “última cena” no fue la cena de Pascua.
Jesús fue crucificado y murió el 14 de Nisán.
La cena de Pascua era en la tarde,
comenzando el 15 de Nisán. [1]
El tema de la Comunión es muy apropiado
para comenzar el Sermón del Valle porque
los temas principales de este Sermón están
relacionados con los logros de la muerte y
resurrección de Cristo. Además, esta
inauguración del memorial se inició antes
del evento que se pretendía conmemorar, la
Pascua. [2] Es así como la Comunión
conmemoró, lo que Jesús pretendía lograr
para nosotros. Eso es exactamente lo que 1
Corintios 11:26 dice:
1 Corintios 11:23-26
Porque yo recibí del Señor lo que
también os he enseñado: Que el
Señor Jesús, la noche que fue
entregado, tomó pan;
y habiendo dado gracias, lo partió, y
dijo: Tomad, comed; esto es mi
cuerpo que por vosotros es partido;
haced esto en memoria de mí.
Asimismo tomó también la copa,
después de haber cenado, diciendo:
Esta copa es el nuevo pacto en mi
sangre; haced esto todas las veces
que la bebiereis, en memoria de mí.
Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta
copa, la muerte del Señor anunciáis
[proclaman] hasta que él venga.
Al igual que con el contenido importante en
el resto de sus Sermones, la intención de
Jesús para la Comunión es controlada por
“repeticiones”. Las repeticiones son las
figuras más fuertes y más enfáticas del
habla porque controlan los contextos.
Los teólogos y los eruditos han estado
discutiendo durante siglos sobre los
llamados misterios de la Comunión. [3] El
debate teológico se centra en si Jesús estaba
hablando en sentido figurado o no cuando
dijo: “Este es mi cuerpo”, “Esta es mi
sangre”. La respuesta a esa pregunta muy
debatida es en realidad muy simple, si uno
considera dos preguntas principales:
Primero, ¿podrían el pan y el vino haber
sido realmente su cuerpo y sangre cuando
Jesús los sostuvo por primera vez en la
última cena? Absolutamente NO, porque
Jesús aún no había muerto por nosotros. Su
mano y brazo que sostenían el pan y la copa,
aún era su cuerpo y contenía su sangre. Su
cuerpo aún no había sido traspasado y su
sangre aún no había sido derramada. Los
procesos espirituales que podrían haber
hecho alguna diferencia con los elementos
de la Comunión solo se confirmaron
después de que él realmente murió, resucitó
y ascendió. Jesús estaba iniciando esta
ceremonia en anticipación de los logros
espirituales en su muerte y resurrección.
¡Así que absolutamente, el pan todavía era
pan y el vino aún era vino en ese momento!
Segundo, ¿qué significa la repetición de la
frase “en memoria de mí”? Esta repetición
es la Figura de Dicción que controla el
contexto llamada Sumpēxis. [4] Como hemos
visto una y otra vez a lo largo de los grandes
Sermones de Cristo, él usó las repeticiones
para controlar y proteger la interpretación
de sus palabras. Entonces, ¿qué podemos
inferir de esta repetición? ¿Qué se está
enfatizando con ella? Este es un rito de
recuerdo, no un “espectáculo de magia”. El
pan y el vino son símbolos que nos hacen
recordar. “Esto es mi cuerpo” y “Esta es mi
sangre”, es una figura de comparación
llamada Metáfora. Así que los elementos del
pan y el vino eran simbólicos.
Ya que la repetición del contexto se refiere
al recuerdo, un ejercicio mental, se supone
que los elementos del pan y el vino
representan su cuerpo y su sangre en
nuestras mentes. Así que la Comunión es
una ceremonia para recuerdo, no un
sacramento misterioso.
I Corintios 11:27-31
De manera que cualquiera que
comiere este pan o bebiere esta copa
del Señor indignamente, será
culpado [responsable] [5] del cuerpo
y de la sangre del Señor.
Por tanto, pruébese [examínese] cada
uno a sí mismo, y coma así del pan,
y beba de la copa.
Porque el que come y bebe
indignamente, sin discernir el cuerpo
del Señor, juicio come y bebe para sí.
Por lo cual hay muchos enfermos y
debilitados entre vosotros, y muchos
duermen.
Si, pues, nos examinásemos
[juzgásemos] a nosotros mismos, no
seríamos juzgados;
¿Cómo nos examinamos según el versículo
28? ¿Cómo nos juzgamos según el versículo
31? Obviamente estas son cosas que se
hacen mentalmente. ¡Los milagros de la
Comunión, no ocurren en el pan y el vino,
sino que ocurren en nosotros, en nuestras
mentes! Nuestras mentes recuerdan las
cosas por medio de la asociación. Un objeto
que representa un concepto es un
recordatorio de ese concepto. Los elementos
de la Comunión son recordatorios de lo que
Jesús hizo por nosotros.
I Corintios 11:27-28
De manera que cualquiera que
comiere este pan o bebiere esta copa
del Señor indignamente [axiōs], será
culpado [responsabilizado] del
cuerpo y de la sangre del Señor.
Por tanto, pruébese [examínese] cada
uno a sí mismo, y coma así del pan, y
beba de la copa.
¿Qué significa la participación indigna de la
Comunión? En primer lugar, debemos
entender la palabra “indignamente” del
versículo 27. Una mejor traducción de
axiōs sería “incorrectamente”. ¡Aquí hay
otro error evidente y flagrante que ha estado
pidiendo aclaraciones durante siglos! ¿Qué
partes del discurso son las palabras,
indignamente o incorrectamente? ¿Son
sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios?
Las palabras que terminan en -mente son
adverbios, ¿verdad? ¿Recuerdas la clase de
español? ¿Qué hacen los adverbios?
Modifican verbos, adjetivos u otros
adverbios. Por lo tanto, el adverbio,
“incorrectamente”, debe describir la manera
en que se hace la Comunión. ¡Pero a lo largo
de los siglos, muchas iglesias cristianas han
tratado esa palabra como si fuera un
adjetivo que describe las características del
participante!
“No eres digno de participar de la
Comunión porque: No eres un miembro de
buena reputación de nuestra Iglesia; o no le
has dado suficiente dinero a nuestra Iglesia;
o no te han bautizado; o no estás vestido
adecuadamente; o tu cabello está
demasiado largo; o tus zapatos son del color
equivocado; no perteneces a nuestra raza; o
llegaste tarde”. Al hacer esto, los que más
pudieron haberse beneficiado de la
Comunión fueron los más excluidos. La
palabra, “indignamente”, sin duda, es un
adverbio, por lo tanto, describe la manera
en que se hace la Comunión y no las
características del participante.
Recientemente escuché sobre un servicio de
Comunión en manos de un grupo legalista
que requería que todos llegaran a tiempo
para el servicio y, de no ser así, ¡debían ser
excluidos! Una mujer embarazada que
planeaba participar, inesperadamente tuvo
algunas complicaciones e hizo una cita de
emergencia con su médico. Ella llamó al
líder de la Iglesia para explicarle que podría
llegar tarde debido a la emergencia. ¡Le
dijeron que si llegaba tarde ni siquiera
intentara ir! Más tarde esa noche en la
ceremonia, ella no estuvo, y todos sabían el
por qué. Todos los asistentes, incluso su
madre, tomaron la Comunión entre
lágrimas. ¡Oh, cuan malo e indigno fue eso!
A veces las personas más crueles son las que
aparentan ser las más religiosas y justas.
¿Fue esa una ceremonia indigna e
incorrecta? Sin dudas.
Jesús instituyó el memorial de la Comunión
para ser inclusivo, no exclusivo. Se supone
que es un momento para que todos los que
creen reclamen los beneficios de la fe en
Cristo. Los milagros pueden suceder y las
vidas pueden cambiar cuando lo hacemos
“apropiadamente”. Además, el método
adecuado no puede referirse a cómo
masticamos el pan, o lo dejamos derretir en
nuestra boca, o cómo bebemos el vino. ¿Por
qué? Porque el contexto a lo largo de este
pasaje está enfatizando la actividad mental.
(Como se derrite en tu mente, no en tu
mano...)
Dice “cualquiera” en el versículo 27 y “cada
uno” en el versículo 28. (Incluso, pueden
participar aquellos que creemos que aún no
son salvos porque al hacerlo, pueden creer.
No limitemos a Dios.) El velo del templo se
rasgó en dos para permitir que todos
vinieran, todas las razas, hombres o
mujeres, todos los estratos de la sociedad
tuvieran acceso completo al lugar más
sagrado de todos. En consecuencia, todos
pueden participar en la Comunión.
Por lo tanto, debemos examinarnos
mentalmente para asegurarnos de que
sabemos lo que estamos haciendo.
Deberíamos estar contemplando
solemnemente lo que representan los
elementos del pan y el vino y reconocer con
gozo y agradecimiento su significado en
nuestros corazones y vidas. La Comunión,
por lo tanto, es un rito de recuerdo para
todos los cristianos, una forma de
recordarnos lo que Jesucristo hizo por
nosotros y luego reclamar esos beneficios
por creencia. ¡Cuando hacemos esto, los
milagros realmente pueden suceder en
nosotros!
Creo que todos los cristianos, sin importar
cuál sea su “marca”, han entendido
apropiadamente el significado del vino. Nos
arrodillamos en nuestras bancas y
contemplamos cómo murió Jesús por
nuestros pecados, oramos, confesamos
nuestros pecados y pensamos en el perdón
que Jesús ganó por nosotros cuando murió
por nosotros. Nosotros los cristianos hemos
estado haciendo bien esta parte a pesar de
todo. Jesús fue el redentor que revertió lo
que se había perdido en Adán y por eso 1
Corintios 15, lo llama el segundo Adán. El
que fue sin pecado llevando los pecados de
toda la humanidad para que pudiéramos
ser renovados y tener vida eterna. Pero, los
logros de Jesús no terminan ahí. Su sacrificio
también mitigó los efectos del pecado: los
miedos, las depresiones, las soledades, las
debilidades, las condenaciones; TODAS las
ramificaciones psicológicas del pecado
también pueden declararse nulas y vacías.
Ese es el resultado de caminar limpios,
inocentes y justos. Eso es lo lejos que
pueden llegar los efectos de la redención.
¿Lo merecemos? ¡No! ¡Pero a través de Jesús
lo obtuvimos por gracia!
Pero, ¿Qué hay de discernir el significado de
su cuerpo representado por el pan? Eso
siempre ha sido un problema, incluso en el
primer siglo, así que Pablo tuvo que
abordarlo específicamente:
I Corintios 11:29-31
Porque el que come y bebe
indignamente, sin discernir el cuerpo
del Señor, juicio come y bebe para sí.
Por lo cual hay muchos enfermos y
debilitados entre vosotros, y muchos
duermen [que han muerto].
Si, pues, nos examinásemos
[juzgásemos] a nosotros mismos, no
seríamos juzgados;
La forma correcta de discernir su cuerpo es
reconocer que su cuerpo fue traspasado por
nosotros al igual que su sangre fue
derramada por nosotros. 1 Pedro 2:24,
declara: “Por sus heridas fuimos sanados”.
Es tiempo pasado. ¡Es un trato hecho, una
realidad completa! Por lo tanto, se supone
que debemos aceptar nuestra sanidad tal
como debemos aceptar el perdón de
nuestros pecados. En consecuencia, la
sanidad en realidad es tan fácil de recibir
como el perdón. Nuestro salvador logró
ambos. Por lo tanto, nuestra sanidad no se
gana. Podemos aceptarla como aceptamos
el perdón. Por creencia.
Entonces, si nos “juzgamos a nosotros
mismos” como lo indica el versículo 31, es
decir, si nos juzgamos absueltos de la
culpa, no seremos juzgados por el mundo.
Así como, por la certeza de la Palabra de
Dios, nos juzgamos a nosotros mismos ya
no en pecado, de igual manera, deberíamos
juzgarnos sanados. ¡Entonces podemos
recibir sanidad igual que recibimos el
perdón! Por lo tanto, la próxima vez que
recibamos la Comunión, reclamemos todos
los beneficios: Integridad espiritual, mental
y física.
La Comunión es una gran oportunidad
para la sanidad. ¡Qué salvador fue Jesús,
no solo para lograr esto para nosotros sino
también para inaugurar una ceremonia de
remembranza para traerlo todo a nuestras
mentes conscientes para que nunca se
desvanezca!
Así es como conmemorar correctamente la
Comunión, contemplar plenamente, estar
agradecidos y reclamar todo lo que Cristo
realizó por nosotros. Luego, como dice el
versículo 26, debemos hacer una cosa más:
¡debemos hacerlo oficial!
I Corintios 11:26
Así, pues, todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta
copa, la muerte [y todo lo que se
deriva de ella] del Señor anunciáis
[katangellō, hacer un anuncio legal]
hasta que él venga.
La palabra “anunciáis”, katangellō, usada en
este versículo, es muy significativa. Al final
de un juicio, en la sala del tribunal de
magistrados se leía el veredicto y luego el
heraldo salía al mercado, y allí, con voz
fuerte, segura y oficial, proclamaría la
sentencia:
¡Atención, escuchad! En el caso de la
Eternidad contra el pecador, debido al
sacrificio expiatorio de uno, Jesucristo, el
pecador es declarado oficialmente
inocente y absuelto de todos los cargos. Por
lo tanto, ya no será designado como
pecador sino como un Hijo. Además,
debido a la función sustitutiva de uno,
Jesucristo, el enfermo es sanado y el débil
es fortalecido. Este anuncio es oficial, legal
y vinculante, ¡Sea efectivo para siempre!
(Y la multitud aplaude.)
Eso, por supuesto, no es algo que
escuchemos en voz alta en nuestras
solemnes ceremonias de Comunión, pero
seguramente podemos declararlo a nosotros
mismos mientras reclamamos las promesas
de perdón, de plenitud y de sanación.
El Léxico de Thayer da una idea de la
palabra “anunciar”, katangellō, usada en el
versículo 26. En su léxico griego dice:
“anunciar, declarar, promulgar, dar a
conocer; para proclamar públicamente,
publicar, con la idea incluida de celebrar,
felicitar, elogiar abiertamente”. [6]
¡Esa es la actitud alegre con la que vamos a
la Comunión! ¡Así es como se conmemora
correctamente! ¡Aleluya!
Hay una cosa más. ¿Con qué frecuencia se
supone que debamos tener la Comunión?
Este es un tema que separa a muchos
creyentes. Pero, ¿saben qué? ¡Simplemente
la Palabra NO lo dice! Solo dice “las veces
que la bebiereis” (1 Corintios 11:25). Por lo
tanto, no está sujeto a debate. Nosotros
decidimos con qué frecuencia la hacemos.
No está legislado. Algunas iglesias lo hacen
todos los domingos, otras con menos
frecuencia. Algunos reciben la Comunión
durante las ceremonias de matrimonio.
También hay otros momentos,
especialmente en otros puntos de inflexión
personal en la vida de los creyentes, que
pueden ser muy apropiados.
Algunos creyentes incluso lo conmemoran
en cada comida, y aunque yo
personalmente no lo defiendo, tampoco lo
prohibiré, aunque tengo que decir tres cosas
al respecto:
1.) Ya hay un rito de acción de gracias que
debe llevarse a cabo a la hora de comer: dar
gracias.
2.) Los elementos que específicamente Jesús
usó fueron el pan y el vino (o jugo de uva) y
la mayoría de las comidas involucran más
que eso. [7]
3.) Se supone que es un rito especial para el
recuerdo y, por lo tanto, no debe ser
potencialmente trivializado haciéndolo con
demasiada frecuencia.
¡Pero déjenme decir también, que yo no voy
a limitar a Dios! Sé de un incidente en el que
un creyente se sanó en un hospital cuando
recibió una mala noticia sobre su
pronóstico. En ese momento oraron al
respecto. Luego, cuando las enfermeras le
trajeron el almuerzo, en la bandeja había
algo de pan blanco para un sándwich y unas
uvas. [8] En el impulso del momento, ese
creyente decidió celebrar la comunión con
los elementos que tenía y ¿sanen que
ocurrió? ¡Fue sanado milagrosamente!
¡Alabado sea el Señor! ¡Así que no
intentemos poner a Dios en una caja con
nuestras reglas religiosas!
¡Imaginen ser uno de los apóstoles allí en la
última cena tomando todo esto y cómo esa
ceremonial trascendental les estaba
impresionando! Allí estaba Jesús, el
Maestro, en su mejor momento,
estimulando el pensamiento de ellos con su
metodología tan poderosa. Estoy seguro de
que recordaron lo que Jesús les enseñado
meses antes, como se registra en Juan 6,
cuando Jesús afirmó que él era el pan del
cielo y que su sangre también fuera bebida.
Pero apenas tuvieron tiempo para
contemplar eso, porque Jesús pasó
rápidamente a otro acto muy provocador, el
lavado de sus pies, y luego otra bomba, la
de tratar con su traidor, y luego más y más
nuevos y profundos temas. Sus mentes
deben haber estado tambaleándose y llenas
de preguntas. ¡Esto es exactamente lo que
veremos más adelante en el Sermón!
NOTAS:
[1] Lucas 22: 12-16, implica que la última cena fue en
la Pascua, pero esto no es así. Lucas 22:14, dice que
Jesús se sentó, pero se suponía que la Pascua se
comiera de pie. En el versículo 15, Jesús dijo que
realmente quería participar de la Pascua antes de que
sufriera, pero el versículo 16, contiene una serie de
negativos griegos (ouketai ou mē) que deberían hacer
que el versículo se lea literalmente: “absolutamente
no, de ninguna manera la comeremos [la Pascua]
sino hasta el momento en que se cumpla el reino de
Dios”.
[2] De hecho, la comunión reemplaza la Pascua para
los cristianos. Vea 1 Corintios 5: 7. De acuerdo con
eso, hay muchos paralelos.
[3] Algunos de los llamados sacramentos, (del latín,
sacramento, misterio) importaron un significado
adicional de las religiones de misterio paganas al
cristianismo que originalmente no existían. El
bautismo y la comunión en sí no provienen del
paganismo, pero las ideas de los ritos paganos
paralelos se importaron.
[4] Lo he visto a menudo en las Escrituras, en los
últimos años desde que mi esposa y yo lo notamos
por primera vez. Como es tan común, he decidido
darle su propia designación y nombre por
separado, Sumpēxis o Encuadre.
[5] Thayer, ibid., p 217: "Como en los escritos griegos,
principalmente en un sentido forense, que denota la
conexión de una persona ya sea con su crimen, o con
la pena o el juicio, o con aquello contra quien o a
quien ha ofendido; Tan absolutamente culpable,
digno de castigo".
[6] Thayer, ibid., p 331.
[7] ¿No es ese el punto de 1 Corintios 11:20-22 y 33-
34? Se supone que está categorizado aparte de una
comida diaria cotidiana e incluso de las comidas
comunales que los creyentes solían tener en la iglesia
del primer siglo.
[8] El “vino” que Jesús usó en la Comunión podría
haber sido jugo de uva hervido o vino alcohólico, ya
que la palabra griega es la misma. Sin embargo,
debido a que la Pascua fue meses después de la
cosecha de la uva, me inclino hacia esta última.