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EL MERCADO DE LOS MEDICAMENTOS

Inicialmente diremos que una externalidad es el efecto no compensado de las acciones de una
persona sobre el bienestar de un tercero. Las externalidades pueden ser positivas, si las acciones
de un agente aumentan el bienestar de otros agentes de la economía. Las negativas ocurren cuando
las acciones de un agente reducen el bienestar de otros agentes de la economía. (Una externalidad
positiva crea un beneficio y Una externalidad negativa impone un costo)

En este orden de ideas, los medicamentos serán tratados como una externalidad positiva desde el
punto de vista qué crea un beneficio en la salud aumentando el bienestar de cada individuo.

Por el lado de la demanda de medicamentos en el mercado nacional, el hecho más importante que
ha ocurrido en la última década ha sido la reforma al Sistema General de Seguridad Social en Salud
(SGSSS), plasmado en la Ley 100 de diciembre de 1993. Dos han sido los grandes aportes de esta
reforma i) el crecimiento notable de la cobertura del aseguramiento en salud, y ii) la introducción del
Plan Obligatorio de Salud, conocido como POS.

El SGSSS estableció tres regímenes diferentes de aseguramiento: el régimen Contributivo (para


asalariados y otras personas con capacidad de pago), el Régimen Subsidiado (para personas de
escasos recursos clasificados en los niveles 1 y 2 del Sisbèn) y los regímenes especiales de las
FFAA, La Policía Nacional, el Magisterio, Ecopetrol y algunas otras entidades públicas, para atender
sus propias clientelas. La ley estableció la obligación de lograr la cobertura universal, lo cual no se
ha alcanzado hasta el momento, pero la expansión de cobertura ha sido muy grande. En 1993 la
cobertura del sistema escasamente superaba el 22% de la población y estaba casi totalmente
concentrada en la población asalariada formal, con contrato de trabajo.

De acuerdo con cálculos de Econometría, la red pública de salud atiende aproximadamente 85% de
los no afiliados al SGSSS, especialmente los más pobres, a 60% de los afiliados al Régimen
Subsidiado y a 10% de los afiliados al régimen Contributivo.

En el caso de las patentes, se podría afirmar que, son un buen sistema de fomento de la innovación,
pero no necesariamente el mejor, sobre todo para países pobres, cuyo acceso a medicamentos que
se encuentran patentados pone en riesgo la calidad de vida y/o integridad de las personas que
padecen alguna enfermedad cuyo tratamiento es demasiado caro; Las decisiones que Colombia ha
adoptado respecto a las patentes de medicamentos para enfermedades de alto costo, así como la
regulación de sus precios están en línea con las posiciones adoptadas por el comité de la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
La Declaración de dicho comité recomienda que la disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y
asequibilidad de los medicamentos y su uso racional puedan facilitarse mediante la adopción de
políticas, marcos jurídicos y regulatorios e intervenciones integrales. Estas preocupaciones se
derivaron del hecho de que el costo creciente del acceso a productos médicos de alto costos plantea
un reto particular, para la sostenibilidad de los sistemas de salud, pues en el 2010 América Latina
gastó 7,65 por ciento del PIB en salud del cual el 1,7 por ciento correspondió a medicamentos.

Además el Comité se refirió a la ‘judicialización de la salud’, que está teniendo un impacto importante
en la atención y en el incremento del gasto en medicamentos, así como en la sostenibilidad de los
sistemas de salud. En el 2010, en Colombia, se interpusieron 95.000 demandas judiciales para
acceder a tratamientos y cirugías, y el costo directo de los litigios para el régimen contributivo
ascendió a 300 millones de dólares, y en el 2012 los pagos ordenados por fallos judiciales
representaron el 1 por ciento del PIB.

Un caso específico fue el medicamento Imatinib que lo produce el laboratorio Novartis. La compañía
dueña de la patente, fijo el precio en 30.000 dólares anuales. Con el pasar de los años, y el
aprendizaje sobre el mercado, lo subió a 90.000 dólares.

Por solicitud de la sociedad civil, el Ministerio de Salud de Colombia inicio un proceso de declaración
de interés público para un medicamento de alto costo, el Imatinib. El Ministerio de Salud y la
multinacional suiza Novartis, rompieron definitivamente negociaciones sobre el precio del
medicamento Imatinib, usado para el tratamiento de la leucemia, por lo cual el laboratorio perdió la
patente de dicho medicamento.

Esto quiere decir que las demás farmacéuticas del mercado podrían fabricar el medicamento. Esto
significa que el gobierno va a hacer una fijación unilateral del precio, lo cual implica reducirlo de los
US$300 que cuesta un miligramo.

Se considera que puede tener consecuencias inmediatas, que sean benéficas para todos y en
particular para la sostenibilidad del sistema de salud, una declaración de interés público orientada
sobre la fijación de precios y no sobre la licencia obligatoria.

Antes del año 2002, el mercado de medicamentos en Colombia estaba regulado. Entre el 2002 y el
2006, la regulación comenzó a desmontarse. A partir del 2006, la libertad de precios se convirtió en
la norma general. Al mismo tiempo, cientos de medicamentos de alto costo, que no habían sido
incorporados en el plan de beneficios, comenzaron a ser pagados con recursos de un fondo estatal.
Una vez el Estado comenzó apagar, dócilmente, lo que los vendedores de medicamentos decidían
cobrar, se multiplicaron las facturas (y abusos). Los pagos (“recobros”) aumentaron de manera
exponencial, pasando de $247.000 millones en el 2006 a 2,4 billones en el 2010.

Por otra parte el Rituximab, un medicamento biotecnológico obtenido por ingeniería genética. Este
medicamento ha estado en el centro de la polémica sobre los abusos de precios. Fue el más
recobrado al sistema de salud durante la segunda mitad de la década anterior. Solo por la cuenta
del sobreprecio del rituximab el sistema perdió 70 mil millones de pesos entre en 2007 y el 2009,
según cálculos de la Federación Colombiana.

La recomendación para el presente gobierno, teniendo en cuenta el contexto anteriormente


realizado, es intervenir el mercado como una externalidad que puede beneficiar a los colombianos y
aliviar el SGSSS, evitando los abusos históricos para salvar el sistema de salud de una quiebra
inminente. Paralelamente el gobierno debe intervenir el mercado privado monopólico de
medicamentos, en donde la competencia es insuficiente, estableciendo topes estrictos en precios de
medicamentos.

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