Está en la página 1de 21

FUNDAMENTOS ÉTICOS PARA EL TRABAJO

UNIDAD 2 – MORALIDAD Y LIBERTAD EN EL


HOMBRE
PROFESOR:

Daniel Chui

AREQUIPA - 2017
Unidad de Aprendizaje 2

CONTENIDOS

1. Libertad y responsabilidad ……04

1.1 La actividad humana ……04

1.2 Dios nos crea libres ……04

1.3 El hombre creado en libertad ……04

1.4 Qué es la libertad ……05

1.5 La paradoja de la libertad ……05

1.6 La libertad como hábito ……06

1.7 Libertad y responsabilidad ……07

1.8 El derecho a la libertad ……07

2. La moralidad de los actos humanos ……08

2.1 Definición y división de los actos humanos ……08

2.2 Fuentes para definir la moralidad de un acto humano ……09

2.3 Valoración de los actos humanos en sí mismos ……11

3. Los elementos del acto humano ……12

3.1 Elemento cognoscitivo ……13

3.2 Elemento volitivo ……14

4. Factores que condicionan el acto humano ……16

4.1 La ignorancia ……16

2
Unidad de Aprendizaje 2

4.2 La violencia ……18

4.3 El miedo y el temor ……18

4.4 Los hábitos ……19

4.5 Las enfermedades mentales ……20

4.6 Las pasiones ……20

3
Unidad de Aprendizaje 2

1. LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

1.1 La actividad humana

Aristóteles distingue dos clases de actividad humana: el conocer (la teoría) y el actuar.
A su vez distingue el actuar en dos direcciones: aquella que acentúa el bien del sujeto
mismo, es decir su propio perfeccionamiento (praxis) y el que acentúa la actividad del
sujeto hacia fuera para perfeccionar o transformar un objeto (poiesis). La praxis se
juzga según el uso de la libertad del sujeto, es decir si actuó bien o mal, es la que
corresponde al juicio moral. En cambio la poiesis se juzga según el objeto logrado, si es
útil o bello.

La teología moral no se contenta con dar un juicio moral sobre los actos externos de la
persona, examina también su conciencia, sus intenciones y condicionamientos, pero no
para quedarse en una lectura psicologista o sociologista, sino para discernir como
inciden estos elementos en la responsabilidad moral del sujeto.

1.2 Dios nos crea libres

Veamos algunas nociones fundamentales acerca de la libertad. Ante todo la liberad es


un atributo de Dios. Dios es libre porque Dios es Amor (1 Jn 4,8) y la libertad es la
condición fundamental del amor. Dios se revela como comunión trinitaria, es decir como
la entrega libre de tres Personas que se relación y se comunican entre sí en su eterno y
amoroso diálogo de Amor.

Dios crea por amor ya que no existe acto de mayor amor que el dar la vida y el ser a
otro. Al crear al hombre su creación es un acto libre Dios no hace sino compartir aquello
que Él mismo es: Ser y Amor.

1.3 El hombre creado en libertad

Una de las notas de la persona es la libertad. El hombre creado a Imagen y Semejanza


de Dios, participa de este misterioso don de la libertad, de modo que pueda libremente
responder a la invitación que Dios le hace de adherirse a Él y de colaborar en la obra del
Creador sin coacciones.

4
Unidad de Aprendizaje 2

El hombre es una criatura racional que posee entendimiento y voluntad, y por lo tanto
conocimiento, iniciativa y dominio de sus actos.

1.4 ¿Qué es la libertad?

La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de


hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre
arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de
crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad.

La libertad es la facultad de obrar o no obrar o de elegir una cosa con preferencia de la


otra. Se supone la inmunidad de todo vínculo que pueda obstaculizar el acto. La libertad
puede entenderse en sentido físico o en sentido moral, según la naturaleza del vínculo
de que está inmune. Generalmente se entiende por libertad física la simple capacidad de
hacer o no hacer una cosa buena o mala; y por libertad moral la que no está ligada a
ninguna ley o mandamiento. La física puede extenderse al mal; la moral sólo al bien.

Por el libre arbitrio o libre albedrío, (libertad de elección) cada uno dispone de sí mismo.
El libre arbitrio consiste en la capacidad de elegir, de tomar decisiones entre diversas
opciones. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la
verdad y la bondad. La libertad se perfecciona en el recto ejercicio de la misma. El
hombre se hace cada vez más libre o más esclavo dependiendo de las opciones y
decisiones que haga.

Es propio del hombre actuar deliberadamente, y es ya un signo de la inteligencia, de la


superación de sus tendencias dañadas por la concupiscencia. Los grupos humanos no
son en el sentido estricto sujetos de libertad.

1.5 La paradoja de la libertad

La libertad en cuanto poder, en cuanto posibilidad, es finita y falible: puede acertar o


errar, crecer o decrecer, perfeccionarse o destruirse.

La medida de la libertad del hombre es la verdad. No hay verdadera libertad sino en el


servicio del bien y de la justicia. Sólo la Verdad nos hace libres, la mentira o el engaño
nos lleva a vivir en la esclavitud (ver Jn 8,31-32).

5
Unidad de Aprendizaje 2

Cuando la persona usa mal su libertad y no obra rectamente, destruye el orden de su


propio ser. La elección de la desobediencia y del mal es un abuso de la libertad y
conduce a «la esclavitud del pecado» (ver Rm 6, 17). En la medida en que el hombre
hace más el bien, en la medida en que responde a la verdad de su propia naturaleza se
va haciendo también más libre. «El hombre puede convertirse al bien sólo en la
libertad».
Si existe el derecho de ser respetados en el propio camino de búsqueda de la verdad,
existe aún antes la obligación moral, grave para cada uno, de buscar la verdad y de
seguirla una vez conocida.

1.6 La libertad como hábito

El uso recto del libre albedrío va generando en la persona hábitos de libertad (virtudes).
Lo mismo se puede decir en sentido contrario (vicios). La mala elección afecta la
naturaleza de quien obra. Introduce un elemento de desorientación en el conocimiento
(área cognitiva) y en el querer (área volitiva). Surge la “concupiscencia” o inclinación al
mal que afecta las facultades de la persona humana: el entendimiento se inclina al error,
y la voluntad se inclina al mal (que siempre se presenta como un bien aparente) y el
hombre corre el peligro de verse arrastrado por las pasiones mal orientadas.

«Cuando flaqueamos en la búsqueda de la verdad y en el ejercicio de la voluntad


encaminada según ella, vamos debilitando la libertad propia. Cuando nos educamos a no
elegir según la recta escala de valores, sino a someternos a la coacción de fuerzas
emocionales, a la ley del gusto-disgusto, cuando respondemos a la variabilidad de
sentimientos, cuando permitimos que alguna de estas fuerzas nos domine, gradual e
imperceptiblemente vamos siendo mal educados a seguir el impulso más fuerte — quizá
sería mejor decir de mayor «resonancia» sensible— y, por supuesto, más cómodo, y
vamos renunciando al ejercicio de una recta libertad que responde a la verdad.

Recordemos que la auténtica libertad, aquella cuyo ejercicio no sólo es una cualidad de
la persona, sino que nos personaliza, es la que iluminada por la verdad opta sin dejarse
imitar por el hecho de que tal camino no se ajusta al facilismo, a la sensualidad, al
sentimentalismo, a lo que más gusta, etc., etc. Por todo ello hay que ser muy consciente
de que el dejarse llevar por el imperio de fuerzas que dominan a la persona y la
conducen más allá del libre ejercicio de la libertad, la va hundiendo al nivel de cosa, la
despersonaliza, al menos psíquicamente».

6
Unidad de Aprendizaje 2

1.7 Libertad y Responsabilidad

La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que éstos son
voluntarios y deliberados. Por la libertad el hombre es un sujeto moral es decir sus actos
son merecedores de un juicio moral: son buenos o malos. Todo acto libre es imputable
al sujeto que lo realiza, quien por tanto responde de él. Imputar es atribuir algo a
alguien. Ese acto es mío, me pertenece, sin mi querer (voluntad) no se hubiera
producido (libertad).

La responsabilidad no solo se refiere al aspecto jurídico (al mérito o demérito, y por


tanto a la recompensa o castigo por los actos), sino también se refiere a las
consecuencias de esos actos en la propia vida, al carácter inmanente de las acciones.
Las acciones tienen una capacidad transformadora en nosotros. Mis actos determinan
que clase de persona soy. Es decir si suelo actuar con ira, soy un irascible, si actúo con
reverencia, soy reverente, entre otros ejemplos.

A la libertad sigue la responsabilidad por el propio crecimiento o degradación (soy tal


como he decidido ser).

«La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e


incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los
hábitos, las afecciones desordenadas y otros factores psíquicos o sociales».
Catecismo de la Iglesia Católica, 1735.

¿Ante quién debe responder el hombre por sus acciones? Ante los demás y ante la
sociedad, pero en primer lugar ante Dios y ante su propia conciencia.

1.8 El derecho a la libertad

La libertad se ejercita en las relaciones entre los seres humanos ya que el hombre es un
ser social por naturaleza. Toda persona humana tiene el derecho natural de ser
reconocida como un ser libre y responsable, capaz de «actuar según su propio criterio y
hacer uso de una libertad responsable, no movido por coacción, sino guiado por la
conciencia del deber».

El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la


persona humana, especialmente en materia moral y religiosa. Entre otros, el derecho a

7
Unidad de Aprendizaje 2

la libertad se expresa como: libertad de religión, de a la libertad de conciencia en sus


decisiones morales, derecho a la privacidad y al secreto en la correspondencia, a la
libertad para elegir el estado de vida, a la libre expresión del pensamiento, a la
información, a elegir residencia y al desplazamiento libre, a la elección sobre los hijos y
cómo educarlos, a utilizar el propio idioma y vivir según las propias costumbres
culturales, a la libre asociación por fines lícitos.

2. MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS

2.1 Definición y división del acto humano

«Acto humano» es aquel que procede de la voluntad deliberada del hombre. Veamos
porque podemos afirmar que no todos los actos realizados por el hombre son «actos
humanos».

a) Acto humano. El acto humano es aquel que procede del hombre en cuanto inteligente
y libre. Por tanto, se entiende por acto humano o acto libre aquel que nace de la
voluntad iluminada por la inteligencia. Es decir, aquel que se realiza libremente tras un
juicio de conciencia. Los actos humanos son calificables moralmente: son buenos o
malos. El acto humano puede ser llamado también de: acto libre, voluntario, deliberado,
moral, imputable.

b) Acto del hombre. Todas las otras acciones, como pueden ser las meramente naturales
(digestión, respiración, sensación de dolor); las acciones realizadas sin conciencia (los
dementes, los locos, niños sin uso de razón, hipnotizados, embriagados, etc.) y los actos
realizados por una coacción violenta externa contra la voluntad interna (actos violentos
obligados).

A su vez el acto humano puede dividirse (según el papel de la voluntad) según se


manifiestan en el exterior.

a) Interno. Es el que se realiza únicamente en las facultades internas sin que se


manifieste nada al exterior (un pensamiento, un deseo, una imaginación, un recuerdo,
un acto de fe).

b) Externo. Es el que se realiza externamente, ya sea de manera oculta o pública (dar


limosna, caminar, robar, etc.).

8
Unidad de Aprendizaje 2

Según su procedencia, los actos humanos se dividen en:

a) Natural. Con las solas fuerzas de la naturaleza, sin la ayuda de la gracia (pensar,
hablar, sumar, restar, cortar un árbol, etc.).

b) Sobrenatural. Es el que requiere la presencia de la gracia (orar, un acto de verdadero


amor a Dios, dar la vida por Cristo, las virtudes teologales, etc.).

Según su moralidad, pueden ser:

a) Actos buenos (virtuoso). Es la acción recta según la ley moral natural y al Plan de
Dios. Según la procedencia podría ser natural o sobrenaturalmente bueno (p.e. dar
limosna a un pobre, puede ser por compasión natural o por amor a Dios).

b) Acto malo (vicioso): Es el que se aparta del recto orden moral. No hay ningún acto
naturalmente malo, que no lo sea también en el orden sobrenatural.

c) Actos indiferentes: Es el acto que en sí mismo no es bueno ni malo, pues de suyo no


implica una trasgresión del orden moral o del Plan de Dios (p.e. pasear, sentarse, cantar
una canción, callar, etc.).

2.2 Las fuentes de la moralidad del acto humano

La libertad hace del hombre un sujeto moral. Cuando actúa de manera deliberada, el
hombre es, por así decirlo, el padre de sus actos. Los actos humanos, es decir,
libremente realizados tras un juicio de conciencia, son calificables moralmente: son
buenos o malos. Catecismo de la Iglesia Católica 1749.

Tres elementos claves para elaborar un juicio moral:


1. OBJETO: ¿Qué hago? Se refiere al acto mismo, es decir al objeto del acto exterior,
(Vg. Un asesinato, una calumnia, un robo, una mentira).

2. INTENCION: ¿Para qué o por qué lo hago? Se refiere al fin que se busca o la intención
del agente (objeto del acto interior) (Vg. Por dinero, para evitar males mayores, para
vengarme, para servir, etc.).

9
Unidad de Aprendizaje 2

3. CIRCUNSTANCIA: ¿En qué circunstancias lo hago? Se refiere a la situación concreta


del agente y a las circunstancias que rodean el acto. (Vg. Enfermedad, vicio, presiones
externas, pobreza, desequilibrio pasional, etc.).

El objeto, la intención y las circunstancias forman las «fuentes» o elementos


constitutivos de la moralidad de los actos humanos. Las circunstancias son un elemento
secundario dentro del juicio moral. El objeto y el fin confieren la bondad principal o
sustancial y las circunstancias le añaden una bondad accidental.
El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin que se busca y
de las circunstancias. Una finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea de
suyo bueno (como orar y ayunar para ser visto por los hombres).
Catecismo de la Iglesia Católica,

El objeto elegido es la materia del acto humano. Hay actos que «objetivamente» -es
decir «intrínsecamente», independientemente de la intención y las circunstancias- son
siempre malos y nunca pueden ser justificados por un fin ulterior. Ya que un fin bueno
nunca justifica un acto malo en sí mismo (el fin no justifica los medios).
En realidad, la moralidad de los actos humanos no se reivindica solamente por la
intención, por la orientación u opción fundamental. Hay comportamientos concretos cuya
elección es siempre errada porque esta comporta un desorden de la voluntad, es decir:
un mal moral.

Este carácter intrínsecamente malo de determinados actos, es el que lleva al Papa Juan
Pablo II afirmar en la Veritatis splendor que los preceptos morales negativos
(prohibiciones) son objetivamente malos y no admiten excepciones.
«Los preceptos morales negativos, es decir, aquéllos que prohíben algunos actos o
comportamientos concretos como intrínsecamente malos, no admiten ninguna excepción
legítima; no dejan ningún espacio moralmente aceptable para la «creatividad» de alguna
determinación contraria. Una vez reconocida concretamente la especie moral de una
acción prohibida por una norma universal, el acto moralmente bueno es sólo aquél que
obedece a la ley moral y se abstiene de la acción que dicha ley prohíbe». Juan Pablo II.
Veritatis splendor 67.

El mismo Concilio Vaticano II, en el marco del respeto debido a la persona humana,
ofrece una amplia ejemplificación de tales actos.
«Todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los
genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la
integridad de la persona humana, como las mutilaciones, las torturas corporales y
mentales, incluso los intentos de coacción psicológica; todo lo que ofende a la dignidad

10
Unidad de Aprendizaje 2

humana, como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos arbitrarios,


las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes;
también las condiciones ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados
como meros instrumentos de lucro, no como personas libres y responsables; todas estas
cosas y otras semejantes son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización
humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia y
son totalmente contrarios al honor debido al Creador». Gaudium et spes, 27.

. Un acto malo no se vuelve bueno, porque tenga un fin bueno (torturar para saber la
verdad).
. Un acto indiferente se califica como malo o bueno por el fin.
. Un acto bueno se puede volver malo si tiene un fin malo (dar limosna por vanidad).

Un fin puede estar referido a una acción aislada o a varias acciones (p.e. la santidad
como fin último de todas mis acciones). Una misma acción puede estar inspirada por
varias intenciones como hacer un servicio por caridad sincera pero que busca también
para satisfacer la propia vanidad. Es necesario preguntase sobre las propias intenciones
y purificarlas.

Las circunstancias, se refieren a las preguntas: ¿quién obró, que medios utilizó, cómo
lo hizo, cuándo lo hizo, dónde, qué otros elementos intervinieron en el acto? Son los
elementos secundarios o accidentales de un acto moral. También forma parte de las
circunstancias las consecuencias de la acción.
Contribuyen a agravar o a disminuir la bondad o la malicia moral de los actos humanos
(por ejemplo, la cantidad de dinero robado, la relación sexual de un soltero o de un
casado, puede llegar incluso a cambiar la especie del pecado ¿fue fornicación o
adulterio?).
Pueden también atenuar o aumentar la responsabilidad del que obra (p.e. actuar por
miedo a la muerte, o cometer un asesinato con premeditación y sangre fría). Las
circunstancias no pueden de suyo modificar la calidad moral de los actos; no pueden
hacer ni buena ni justa una acción que de suyo es mala.

2.3 Valoración de los actos en sí mismos

El acto externo es el fruto y la reafirmación de lo interior. Las obras son necesarias y


manifiestan las intenciones del corazón. De nada sirven las buenas intenciones, si no
van acompañadas de obras.

11
Unidad de Aprendizaje 2

El acto externo deja una huella más profunda en quien lo comete y muchas veces lleva a
la repetición y al hábito. El acto externo conlleva muchas veces escándalo. Dios nos
juzgará al final por la caridad, pero por la caridad verificada en obras.

Se entiende por "acción moral" cualquier acto que haya sido ejecutado obedeciendo a
los mandatos de las leyes morales. Por tanto, no todas las acciones humanas son
susceptibles de recibir una cualificación moral (por ejemplo, desde el punto de vista
ético el estornudar no puede merecer ninguna valoración moral propiamente dicha,
salvo que lo hagamos encima de una persona para fastidiarla, con lo cual lo valorable
moralmente sería nuestra intención de dañar a esa persona, no el acto de estornudar en
sí). Sólo podemos hablar de acciones morales o inmorales cuando cumplan al menos un
conjunto de condiciones:
 Ser una acción que afecte a normas, principios o valores morales.
 Haber sido realizada con libertad, es decir, haber tenido la oportunidad de elegir
entre varias opciones antes de realizar la acción. En el caso de que no exista esa
libertad (por ejemplo, si alguien me obliga a realizar un acto apuntándome con un
revólver), el individuo no puede ser considerado responsable moral de esa acción.
 Que haya sido realizada voluntariamente y siendo consciente de los efectos que
iba a producir esa acción. Por ejemplo, si yo realizo un acto y, sin que yo lo sepa,
ese acto causa trastornos graves a otra persona, no puedo ser considerado
responsable moral del daño causado involuntariamente.
 Las intenciones o fines con los que yo he llevado a cabo esa acción, puesto que
puede darse el caso de realizar un acto bueno en sí mismo aunque las intenciones
que motivaron ese acto fueran inmorales (por ejemplo, alguien que ayuda
económicamente a una familia pobre, aunque lo hace con la secreta intención de
obtener favores sexuales). O a la inversa: provocar un daño aunque mis
intenciones sean buenas.

3. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ACTO HUMANO

En todo acto humano cabe distinguir dos elementos principales: el cognoscitivo


(entendimiento, conciencia o advertencia) y el volitivo (consentimiento de la voluntad)

12
Unidad de Aprendizaje 2

3.1 El Elemento Cognoscitivo

El primer elemento de todo acto humano es el conocimiento intelectual de lo que se


hace. No es posible querer, sino lo que previamente se ha conocido (aunque sea
oscuramente). Toda acción libre exige la intervención del conocimiento intelectual, Por lo
tanto, no son actos humanos, ni libres, ni morales, aquellos que se realizan fuera del
uso de la razón, sin conocimiento. El principal elemento cognoscitivo que requiere el
acto humano es la advertencia.

El acto plenamente humano está penetrado en todas sus etapas por la inteligencia que:

. Conoce y examina los objetos que le rodean (concepto)

. Juzga la conveniencia de los mismos, examinando la inclinación que siente hacia ellos.

. Delibera acerca de los medios que se podrían emplear para realizar el acto.

. Capta el sentido moral de estos actos como buenos o malos (juicio moral). Este juicio
práctico es realizado por la conciencia moral que realiza una valoración moral del acto,
es decir si está o no ordenado al fin, si conviene o no realizarlo.

La Advertencia

La advertencia es el acto por el cual el entendimiento percibe la obra que va a realizar o


está realizando. Coincide con lo que usualmente se llama la atención, que es la
aplicación de la mente a un objeto. La atención, sin embargo, es una advertencia más
perfecta y profunda que supone cierta concentración a lo que se va a realizar o se está
realizando mientras que la advertencia se refiere a la simple percepción consciente, lo
que vulgarmente se llama «el darse cuenta».

La advertencia puede estar referida a:

- La acción misma, el darme cuenta lo que estoy haciendo: p.e. «me estoy comiendo un
lomo».

13
Unidad de Aprendizaje 2

- El conocimiento de la norma moral que rige esa acción: p.e. «no sabía que estaba
prohibido comer carne los viernes de Cuaresma». En ese caso, la falta de advertencia
sobre una norma moral es llamada ignorancia.

- La relación de este acto con la norma moral: p.e. «me doy cuenta que me estoy
comiendo un lomo, sé que los viernes de Cuaresma no se debe comer carne, pero al
comerlo no me di cuenta que era viernes».

- La responsabilidad moral del acto será mayor o menor según el grado de advertencia
con que se haya realizado. La falta de advertencia podría hacer que una falta de suyo
grave, no sea más que un pecado leve. P.e. me encontré un lapicero y me lo quedé, sin
saber que era de mi compañero de trabajo y sin intentar averiguar de quien era; es
menos grave que si me lo quedo sabiendo a quien le pertenece.

3.2 El Elemento Volitivo

Junto con el elemento cognitivo, para que un acto sea humano, es necesario que esté
presente el elemento volitivo o consentimiento de la voluntad. Por el elemento volitivo
se entiende el influjo que ejerce la voluntad en el acto humano a partir del
consentimiento dado. El elemento volitivo es decisivo en la moralidad de un acto y tiene
enorme importancia en juicio moral del mismo.

El Consentimiento

Toda persona que realiza un acto libremente da su consentimiento (aquiescencia,


asentimiento) en querer y aceptar el bien (real o aparente) que la inteligencia le
presenta. Hay que tener en cuenta que en todo acto libre se entrecruzan el conocimiento
intelectivo (la advertencia) y el consentimiento de la voluntad. Por otro lado es toda la
persona la que obra: con su mente, voluntad, y con todos sus dinamismos somáticos,
psíquicos y espirituales. Así mismo es una persona humana concreta, envuelta en sus
circunstancias, con todas sus disposiciones e inclinaciones, con su historia, su educación
y su caracterología; quien advierte y consiente. El consentir no es una mera redundancia

14
Unidad de Aprendizaje 2

del advertir, ya que ante un determinado objeto, la voluntad interviene en dos


momentos:

a) El consentimiento interior de la voluntad, que es el deseo de un bien o el rechazo a


un mal. Uno puede querer con mayor o menor intensidad. En este acto intervienen las
llamadas pasiones concupiscibles (amor, odio, fuga, deseo, gozo, tristeza).

b) El consentimiento exterior es el que mueve las potencias ejecutivas para dirigirse


hacia ese objeto deseado.

En este acto intervienen las llamadas pasiones irascibles (esperanza, desesperación,


audacia, temor).

El comportamiento de la persona (el acto mismo) es una manifestación del


consentimiento voluntario, el cual debe ser presumido, a menos que obste un obstáculo,
que puede afectar al entendimiento o a la voluntad.

Reglas Fundamentales en cuanto al Consentimiento

- Los actos son imputables moralmente en la medida que son voluntarios. El grado de
responsabilidad es mayor o menor según lo sea el consentimiento. No es lo mismo un
pecado cometido por pasión que uno cometido con malicia.

- Incluso el consentimiento imperfecto o la advertencia semiplena implican una


responsabilidad moral, aunque para que se pueda hablar de pecado mortal se requiere
plenitud de advertencia y de consentimiento. Esta plenitud no significa una advertencia
actual y detallada, ni la malicia directa de la voluntad. Basta que se quiera
verdaderamente realizar el acto.

. Sé es responsable de los actos y se suponen voluntarios, a menos que haya mediado


un obstáculo a la voluntariedad.

Para que una omisión voluntaria sea imputable al agente se requiere que tenga
obligación de realizar el acto contrario. P.e. un particular no tiene obligación de capturar
un ladrón, como sí lo tiene un policía.

15
Unidad de Aprendizaje 2

«Si un acto es grave por la materia, aunque se haya cometido bajo el influjo de un
hábito o por pasión, no se puede presumir, como regla general, la ausencia de
responsabilidad grave. Esto sería desconocer la capacidad moral de las personas».

4. FACTORES QUE CONDICIONAN EL ACTO HUMANO

Los factores que condicionan el acto humano son aquellos que privan o disminuyen
alguno de los elementos esenciales en cuanto su voluntariedad y libertad. Pueden ser de
dos clases, aquellos que afectan la plena advertencia (entendimiento) o el pleno
consentimiento (voluntad).

«La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e


incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los
hábitos, las afecciones desordenadas y otros factores psíquicos o sociales».

4.1 La ignorancia

En sentido propio ignorancia es la carencia habitual de ciencia en un sujeto capaz.

Pero en el sentido del orden de la moralidad de los actos humanos, la ignorancia se


define como la falta de ciencia debida en un sujeto capaz. Es pues, ausencia de un
conocimiento que podría y debería tener.

La ignorancia se distingue y diferencia:

- de la simple no-ciencia: que es la carencia de conocimientos no obligatorios; p.e. si yo


no soy médico no estoy obligado a tener conocimientos de medicina;

- de la advertencia: que es la falta de atención actual de una cosa; p.e. no me di cuenta


que había un semáforo;

- del olvido: que es la privación actual de un conocimiento que se poseyó anteriormente;


p.e. me olvidé que había que hacer la tarea;

16
Unidad de Aprendizaje 2

- del error: que es el juicio equivocado sobre la verdadera naturaleza de una cosa; p.e.
yo pensé que este tema no entraba en el examen.

División de la Ignorancia

La ignorancia puede dividirse

En razón del objeto:

- De derecho: es cuando se ignora una ley que manda o prohíbe algo.

- De hecho: es cuando se ignora algunos aspectos de tal o cual está comprendida en la


ley que la manda o la prohíbe (ignoro que la lectura de este libro está llena de errores,
compro un espejo para mi carro que ha sido robado).

Por razón del sujeto:

- Invencible o inculpable: Cuando no puede desvanecerse por el sujeto que la padece.


Puede ser de dos clases:

- Absolutamente invencible: no tenía manera de saberlo (no asistí a una reunión, porque
no me llegó la invitación).

- Moralmente invencible: puso todos los medios debidos, y pese a ello no llegó al
conocimiento de la verdad (no sabía que tenía que bautizar a un niño en peligro de
muerte a pesar de haber preguntado en el momento).

- Vencible o culpable: hay negligencia y culpa en el sujeto que pudo y debió salir de la
ignorancia. Caben tres grados:

- Crasa o supina: no hizo nada o casi nada por superarla, la ignorancia se debe a
una negligencia grave (el médico que opera sin haber investigado antes la exacta
condición del paciente).

- Simplemente vencible: se pusieron algunos medios, pero incompletos o


insuficientes (Me quedé con algo que no era mío, y le pregunté solo a una persona si eso
era suyo o si sabía de quien era; o el médico que le hizo algunos exámenes al paciente,
pero no los suficientes antes de operar).

17
Unidad de Aprendizaje 2

- Afectada: evita informarse para actuar según su apetencia o gusto personal (No
se si es bueno para mí ir a tal lugar, pero evito preguntar para que no me digan que
no).

La ignorancia vencible, aunque pueda disminuir la responsabilidad moral, es siempre


culpable, en mayor o menor grado según sea la negligencia en averiguar la verdad.

4.2 La violencia

La violencia, en general, es la coacción (moción) que se ejerce sobre una persona para
obligarla a actuar contra su voluntad. Puede ser física (recurre a la fuerza física) o moral
(amenazas, chantajes, manipulación psicológica, etc.). Para que haya violencia debe ser
ejercida por otro y debe oponerse al querer del sujeto. Cuando este cede o colabora ya
no se puede hablar de violencia perfecta.

Reglas sobre el influjo de la Violencia:

a) El consentimiento interno de la voluntad no puede ser violentado por nadie. La razón


es que nadie nos puede forzar a amar, a querer, o a odiar algo. Ni siquiera Dios. Dios
puede tocar el corazón para invitarlo al arrepentimiento y al cambio, pero siempre hay
una decisión interior de la persona.

b) Los actos externos cuando son impuestos mediante violencia física perfecta son actos
involuntarios y eximen de responsabilidad moral.

c) La violencia moral y la violencia física imperfecta generan una mezcla de voluntario e


involuntario, semejante al que produce el miedo.

4.3 El miedo y el temor

El miedo es la ansiedad mental y emocional ante un mal presente o futuro que nos
amenaza. A veces se produce también cuando ese mal amenaza a nuestros familiares o
amigos muy íntimos, a quienes consideramos como otro yo. Supone no un temor
pasajero, sino una verdadera perturbación generalizada del ánimo.

18
Unidad de Aprendizaje 2

El miedo se divide de diferentes modos según a qué razón se atienen.

a) Por su intensidad:

- Grave: grande, próximo y difícil de evitar.

- Leve: no tan fuerte, lejano y fácil de evitar.

b) Por su naturaleza:

- Objetivo: hay cosas que de suyo (objetivamente) son graves.

- Subjetivo: otras que son graves para la persona que padece el miedo (miedo a los
ratones, a la oscuridad, a la altura, etc.). Dentro del miedo subjetivo, existe el miedo
reverencial ante la autoridad (los hijos ante sus padres, súbditos ante sus superiores,
etc.). Este miedo reverencial suele ser leve, aunque muchas veces influye en la voluntad
de la persona obnubilando su razón o paralizando su voluntad.

El miedo –a menos que sea tan fuerte que impida el uso de la razón- no anula
totalmente la responsabilidad en el acto, solo la disminuye.

4.4 Los hábitos y costumbres

El hábito es una inclinación firme y constante a proceder de una determinada forma,


nacida de la frecuente repetición de los actos. Por razón de su moralidad pueden ser
hábitos buenos (virtudes) o malos (vicios).

Por razón de su voluntariedad pueden ser:

- Voluntarios: son adquiridos por la voluntaria repetición de los actos y no han sido
retractados por la voluntad (el hábito de hacer chistes obscenos, o de fumar).

- Involuntarios: fueron adquiridos voluntariamente, pero aunque han sido ya retractados


por la voluntad, siguen ejerciendo una influencia sobre el agente (el hábito de decir
lisuras, o de comer mal). Es decir son antecedentemente voluntarios, pero actualmente
involuntarios.

19
Unidad de Aprendizaje 2

4.5 Las enfermedades mentales

Algunas enfermedades mentales están referidas a la plena advertencia y otras al pleno


consentimiento. Se trata de determinadas disfunciones somáticas y psíquicas que
afectan total o parcialmente el uso de la razón o debilitan el autodominio de la voluntad.
Esto hace que disminuya o desaparezca totalmente su responsabilidad. Es necesario el
diagnóstico del médico competente. En el caso de las enfermedades mentales pueden
afectar de manera moderada (neurosis) o de manera grave (psicosis) la conciencia y la
voluntad del individuo.

4.6 Las pasiones

El hombre no sólo actúa movido por la inteligencia y la voluntad, sino que en su obrar
también juegan un papel muy importante las pasiones o sentimientos.

El hombre no sólo actúa movido por la inteligencia y la voluntad, sino que en su obrar
también juegan un papel muy importante las pasiones o sentimientos. Son movimientos
del apetito sensible, que suscitan una resonancia interior o afectiva, y que se convierten
en fuerzas con las que la persona se adhiere al bien o rechaza el mal.

El Silencio de Pasiones

Debe existir un señorío de la persona sobre sus pasiones. El hombre con su razón debe
guiar sus pasiones y con su voluntad debe tener un dominio sobre las mismas. El pecado
produce en la persona una scotosis (autoengaño) que lleva a un «ocultamiento de la
verdad». Por la scotosis la persona busca satisfacer sus necesidades no con bienes
verdaderos, sino con “bienes aparentes” dotando así de una dirección errada a las
pasiones.

Guiadas por la sensualidad, las pasiones suelen obedecer a la ley del gusto y del
disgusto, y no a la ley del debo-no debo. Así se convierten en pasiones desordenadas
que oscurecen la mente y esclavizan la voluntad, arrastrando a la persona al pecado. La
persona ya no decide de manera serena y libre, sino de manera subjetiva dejándose

20
Unidad de Aprendizaje 2

arrastrar por su mundo emocional y por las fuerzas que tienen mayor resonancia
sensible en su interior.

No se trata de eliminar o reprimir las pasiones, para llegar a una apatía estoica, sino a
reorientarlas, reordenarlas según el Plan de Dios. Este reordenamiento supone un cierto
impulso negativo, un “agere contra” (ir en contra), para que reguladas por la razón y
sometidas a la voluntad, estén dirigidas a los valores verdaderos y al bien integral de la
persona.

En este trabajo de silenciar las pasiones, se parte de la constatación de los sentimientos


o pasiones para descubrir cuál es la creencia errónea que está detrás de estos
sentimientos y que conducta generan. Hay que modificar la idea causal por criterios
evangélicos (cuál es la manera correcta de responder a esta necesidad) y procurar
cambiar también el sentimiento o pasión que me domina. Muchas veces estas creencias
equívocas están firmemente asentadas en hábitos conductuales y experiencias
emocionales profundamente arraigadas que refuerzan estos criterios.

21

También podría gustarte