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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

FACULTAD DE ARQUITECTURA, DISEÑO Y URBANISMO


A0318 - URBANISMO 2 - AÑO 2015 (PLAN DE ESTUDIOS 2001)

FICHA GUÍA DE CÁTEDRA

Estructura Urbana (v1)


Diego A. Valiente, con la colaboración de Pamela Pallud
Introducción
Todas las ciudades experimentan transformaciones físicas. Cada día se construyen edificios, se
demuelen otros, en otros se producen sustituciones de uso, es decir que cambian las funciones
que albergan. Se urbanizan algunas áreas, se construyen o amplían infraestructuras viales o de
servicios, en determinado momento se incorporan grandes instalaciones fabriles y equipamientos
públicos al tejido urbano. En otro momento, algunas de esas mismas instalaciones quedan
obsoletas, desmanteladas y pasan a formar parte de las áreas vacantes de la ciudad. A lo largo
del tiempo, éstas y otras transformaciones, grandes o puntuales, completas o parciales, modifican
la forma de la ciudad. Sin embargo, hay elementos físicos que permanecen, cuyos rasgos básicos
no son modificados, o lo son de forma parcial o a lo largo de mucho tiempo.
Todas estas transformaciones que experimentan las ciudades, tanto las cotidianas como las que
se producen a largo plazo, se encuentran organizadas y soportadas por una pauta de relaciones
entre los elementos básicos que constituyen el núcleo urbano. A ese conjunto organizado de los
elementos básicos de una ciudad llamaremos estructura urbana.
El concepto de estructura urbana está referido a la relación entre los distintos componentes de un
núcleo urbano que tienen un cierto grado de estabilidad a lo largo del tiempo, lo cual permite la
permanencia y evolución de relaciones espaciales que tienen lugar en ese núcleo urbano. Por lo
que “estructura urbana” es la denominación dada a la organización básica y permanente de los
principales componentes de un asentamiento urbano.
Como es de esperarse, la identificación de cuáles son los principales componentes de una ciudad
está relacionada tanto con el interés particular con que se estudie a la ciudad, como con el
encuadre teórico desde el que se lo haga. Como explica Zárate Martín (2003), “La fuerte
diferenciación interna del espacio urbano en términos físicos, de uso del suelo y de composición
poblacional, con características sociales, comportamientos y problemas distintos, es una de las
características principales de las ciudades actuales. Las regularidades que se observan en su
diferenciación interna han dado origen a diversos modelos de localización y distribución, por
teorías que se formulan desde distintos campos de las ciencias sociales en el intento de analizar y
explicar las causas de su estructura”.
Yujnovsky (1968), por su parte, afirma que “se llama estructura urbana al conjunto de actividades
de la ciudad y a la red o esquema de relaciones que se establece entre las mismas.” Para este
autor, la noción de estructura urbana implica, además de su dimensión física, su relación con una
estructura socio-política y una estructura económica.
El propósito de esta ficha es presentar un resumen de los conceptos tratados en clase sobre la
estructura urbana y es complementaria de los desarrollos del tema que se encuentran en la
bibliografía de Cátedra.

Sobre la noción de estructura urbana


El fenómeno del espacio urbano está constituido por la interacción ineludible entre espacio y
sociedad, lo que implica que la sociedad existe en el espacio y que ese espacio no tiene
explicación ni dinámica por fuera de esa sociedad, a excepción de la determinada por las leyes de
la naturaleza. Esta característica de la ciudad como sistema que relaciona múltiples componentes
– población, organización económica, medios tecnológicos, organización social, sitio – ha sido
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destacada por diversos autores. De este modo, la consideración por separado de los elementos
físicos de la estructura urbana apunta a mostrar una faceta del fenómeno, pero que no constituye
una estructura autónoma que pueda, de algún modo no explicado, adosarse a otras estructuras –
social, política y económica – que tuvieran existencia más o menos independiente de la primera.
Así, en adelante, hablaremos de “estructura” para referirnos a la dimensión física de la estructura,
que es la que abordaremos en el análisis urbanístico desarrollado en el curso.
Desde las primeras formulaciones, los modelos de estructura urbana apuntan a sintetizar los
rasgos predominantes que caracterizan el proceso de urbanización de una ciudad y permiten ver
su dinámica de transformación (ver Borsdorf, 2003 y Zárate Martín, 2003, en la bibliografía de la
Cátedra).
La noción de estructura supone tres atributos:
1. la función de sostén,
2. la función de organización y
3. la cualidad de elemento básico y relevante.
Es decir que la estructura urbana es una síntesis de la organización de los elementos más
relevantes y permanentes de una ciudad que actúan de soporte para las actividades y para la vida
urbana en general, así como de pauta para el crecimiento y las transformaciones de la ciudad.
La estructura urbana, entonces, no es un fenómeno directamente observable, como un edificio o
una calle, sino que es un intento de explicación de la forma global de la ciudad. Por esto, la
estructura urbana se explica a partir de modelos, cuya elaboración implica hacer abstracción de
los aspectos particulares y puntuales del espacio urbano, para identificar los elementos que
definen la forma global del asentamiento y sus características particulares.
Por lo general, los elementos urbanos reflejados en los modelos han sido la localización del centro
urbano principal, la distribución de la población por características socioeconómicas, la
localización de las actividades productivas y de las líneas de flujos circulatorios en relación con los
elementos anteriores, y los límites o bordes del sistema, en virtud del proceso de expansión
urbana y la relación del núcleo urbano con su territorio.
Aquí abordaremos a la estructura urbana como un modo particular de análisis de la forma urbana,
por lo que se partirá de la relación entre espacio natural y espacio construido para establecer los
principales elementos: sitio, macroforma, centralidades, trazados y áreas o distritos. Estos
elementos se relacionarán con otros, de importancia para la constitución de los primeros, tales
como tramas y tejidos, equipamientos públicos, espacios públicos e infraestructuras.

Sitio
El sitio, como concreción de la intención humana sobre una localización y extensión limitada de la
superficie terrestre, es el espacio natural pensado en función de las necesidades y posibilidades
de un asentamiento. Los elementos que determinan al sitio son los que conforman los
ecosistemas de base: el clima, el relieve, el suelo, la vegetación, los seres vivos, los cursos de
agua, es decir, los que definen, en un primer momento, la localización de un asentamiento, sus
posibilidades de expansión y sus direcciones de crecimiento.
Pero el sitio alcanza su concreción como tal a partir de las adaptaciones que se le operan para la
localización de las actividades humanas, para adecuarlo a las necesidades, para consolidar y
expandir el asentamiento: terraplenamientos, canalizaciones, construcción de diques, desmontes,
entre otras.

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Es sabido que el sitio condiciona las posibilidades de desarrollo del asentamiento, tanto por los
recursos que pone a disposición (cursos de agua navegables, praderas cultivables, por ejemplo)
como porque demanda recursos tencnológicos para superar sus obstáculos. En términos de la
estructura urbana, el sitio también es relevante porque define las condiciones de riesgo por
factores naturales a los que puede estar sujeto un núcleo urbano. Lo cual implica la definición de
límites precisos para la extensión o el adensamiento de la ciudad, y de las condiciones por las
cuales esas limitaciones pueden ser gestionadas.

Macroforma
La macroforma es el contorno de la totalidad del núcleo urbano vista en el plano. La macroforma
da cuenta de la extensión de la superficie terrestre ocupada por el asentamiento, medida
generalmente en Km2, de las direcciones en que se expande, de su adaptación al sitio, así como
de la continuidad y discontinuidad de las áreas urbanizadas.
La delimitación de la macroforma depende de los criterios de forma urbana que se definen por la
aglomeración de construcciones. Esto es, la continuidad o discontinuidad de construcciones que
se toma como parte del criterio de distinción entre área urbana y área rural.
Para el ordenamiento urbano, el conocimiento de la macroforma permite, entre otros aspectos,
definir el perímetro urbanizable, es decir, el límite a partir del cual no puede convertirse el suelo
rural o el suelo “rústico” (natural) en suelo urbano. Herramienta que es útil cuando se intenta
controlar el crecimiento urbano para mejorar el aprovechamiento del suelo o para corregir
procesos de degradación o contaminación ambiental.

Trazados
Como proceso de interacción e intercambio, la urbanización genera flujos de personas y bienes
que son conducidos por vías que atraviesan el territorio y comunican a las ciudades entre sí tanto
como, dentro de ellas, organizan y comunican a los distintos sectores. Esas vías son los trazados.
Se trata de caminos, calles, avenidas, rutas, autopistas, vías férreas que, de acuerdo a su tamaño
e importancia, pueden ser diferenciados en grandes trazados y tramas.
Los grandes trazados son las vías que organizan a la ciudad y, por lo general, son la vinculación
del núcleo urbano con el territorio circundante. Son las grandes rutas de acceso al territorio, pero
también las ferrovías (en otros lugares, algunas canalizaciones navegables). Estos grandes
trazados organizan el acceso al centro urbano y a las principales actividades del asentamiento.
Por lo cual también definen las tendencias de agregación de aglomeración urbana, pues los
distritos o barrios que se van incorporando al núcleo urbano conforman, a su vez, núcleos de
menor jerarquía que van creciendo, por ejemplo, alrededor de las rutas de acceso a la ciudad o de
las estaciones de tren. Esto es visible en la macroforma de muchas ciudades, que presentan una
configuración de “estrella”, por el agregado de áreas urbanas sobre los trazados principales.
Pero también las tramas internas tienen definidas jerarquías, por lo que dentro de las ciudades
hay grandes avenidas que vinculan diferentes sectores de la misma aglomeración, definen límites
de los distritos internos o son las vías de mayor importancia dentro mismo de los distritos.
Por esto, los trazados pueden ser clasificados por su jerarquía en:
- Vías territoriales: trazados de escala territorial que llegan o circundan a la ciudad; vinculan la
ciudad con el territorio y organizan el crecimiento de la ciudad;
- Vías primarias: calles y avenidas principales que vinculan sectores internos de la ciudad en
recorridos largos, también organizan el crecimiento urbano;
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- Vías secundarias: calles y avenidas de importancia en la escala de la ciudad que constituyen


vínculos internos relevantes de la ciudad, definen bordes entre distritos y estructuran localmente a
esas áreas.
Los trazados ferroviarios también son muy relevantes en las ciudades y tienen, por lo general, una
lógica de diseño, de trazado en el plano, que responde a la escala territorial. En el caso de
nuestras ciudades, estos grandes trazados son previos a la extensión de las tramas urbanas
sectoriales. Por estas razones, suelen representar rupturas o interrupciones de tramas y trazados
hasta llegar, en algunos casos, a ser el límite entre sectores o distritos urbanos por completo
diferentes entre sí. Los trazados ferroviarios tienen incorporadas instalaciones específicas, que
son grandes áreas de talleres y estaciones, y, como expresión de su origen industrial, también
están vinculados con instalaciones fabriles y puertos. Por otro lado, en las grandes ciudades, las
estaciones de tren han sido el núcleo de concentración de urbanización que definió barrios o
hasta localidades completas.

Centralidades
Dentro de una ciudad, la centralidad es la aglomeración, en un sector determinado, de diversas
actividades que pueden incluir a la residencia pero no se limitan a ella, y abarcan al intercambio
comercial, las actividades político-administrativas, las actividades financieras, los servicios, los
equipamientos públicos, entre otras. Esas múltiples actividades contienen tanto las relacionadas
con la función urbana (las actividades principales que sostienen a la ciudad) como, principalmente,
las actividades que sostienen la funcionalidad interna de la ciudad, es decir, que son parte de la
vida social.
La centralidad es dinámica, es decir que, en la medida en que el núcleo urbano crece, las
actividades tienden a atraer a otras actividades, lo que constituye la cualidad de centralidad:
actividades localizadas que atraen la localización de otras actividades y forman un sistema
complejo que atiende a las necesidades funcionales de la ciudad o de una parte de ella. Por esta
razón, las áreas centrales de las ciudades se caracterizan por la concentración, diversidad y
calidad de los comercios y servicios localizados allí.
En la mayoría de las ciudades, la primera centralidad se ha ido conformando con su núcleo inicial,
donde se localizaron las actividades alrededor de las cuales se fue dando la aglomeración urbana.
Como es de esperarse, estas actividades primigenias constituyen la función urbana que dio origen
al núcleo – un puerto, una colonia agrícola, un mercado, una sede de gobierno, por ejemplo – y
su localización está directamente relacionada con las características del sitio y de los trazados –
caminos – que la vinculaban con el territorio.
Con el paso del tiempo, y a partir del crecimiento y desarrollo de la ciudad, el efecto de
aglomeración de actividades se reproduce en otros sectores de la ciudad, por lo general como
resultado de la dificultad de acceso al centro principal. Así, surgen y se consolidan centros
secundarios – comunmente, a lo largo de los grandes ejes viales – que reproducen en menor
escala actividades encontradas en el centro principal o aglomeran algunos tipos específicos de
comercios o servicios. En las grandes aglomeraciones urbanas, esto configura un sistema
jerárquico de centralidades, desde las de importancia territorial hasta las de alcance puramente
local.
Los trazados y las tramas definen la integración o segregación, esto es, las condiciones de
accesibilidad entre los diferentes sectores o distritos urbanos. Una condición para la creación del
efecto de centralidad es la accesibilidad y, por lo general, las áreas de centralidad están
atravesadas por las vías de circulación que tienen mayor integración dentro del sistema viario, los
trazados principales. Por lo que la localización y configuración sobre el plano de las centralidades
urbanas depende siempre de una condición estructural: la accesibilidad entre los diversos
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sectores urbanos. También por esto, las áreas centrales vistas en el plano pueden tomar diversas
formas, siendo las radiales y lineales las más corrientes. Y, por la misma razón, la centralidad
urbana no siempre tiene relación con el centro geométrico de la macroforma de la ciudad sobre el
plano.
La variación de actividades que implica el efecto de centralidad, y la aparición de nuevas
centralidades, significa la modificación de áreas urbanas a lo largo del tiempo, lo que termina
modificando la configuración original del tejido urbano. En esas modificaciones en las actividades,
en el parcelamiento, y en las modificaciones y sustituciones de tipos construidos para albergar
más actividades, el estudio de las áreas centrales exhibe los procesos de surgimiento, auge y
decadencia de las actividades urbanas.

Áreas internas, sectores o distritos


La relación entre la distribución de las actividades en la ciudad, las diversas formas constructivas,
los procesos de urbanización históricos y las características socioeconómicas de la población,
definen distintos modos de configuración del uso y ocupación del suelo, así como del ambiente
urbano, que conforman áreas o distritos reconocibles.
La identificación, delimitación y caracterización de estas áreas depende de los rasgos generales
del tejido – la combinación del parcelamiento, los usos y lo construido en cada manzana y área de
estudio – en relación con las características de cantidad de población, distribución de las franjas
etárias, tipos de empleos e ingresos familiares.
En nuestras ciudades, la mayor parte del suelo tiene uso residencial, combinado con usos
compatibles con él, los que pueden ir desde el comercio hasta ciertos tipos de industria. La
densidad de los sectores urbanos tiene dos dimensiones: la densidad constructiva (que presupone
la densidad de determinados tipos de usos, especialmente los residenciales) y la densidad de
población. Ambas densidades tienen un modo bruto y un modo neto. La densidad bruta considera
la variable (m2 construidos o cantidad de habitantes) en relación con la totalidad del área de
estudio de la que se trate. La densidad neta, toma las mismas variables pero descuenta las
superficies de calles y espacios públicos, para tomar sólo las áreas de las manzanas pasibles de
ser ocupadas con usos localizados.
Un elemento clave en la distribución y características de los diferentes distritos o sectores urbanos
es el entramado viario, los grandes trazados y las condiciones de vinculación que estos definen
entre esos sectores. Pero, sobre todo, la definición de los distritos dentro de una ciudad descansa
sobre el estudio de los tejidos urbanos.

Otros elementos relevantes para la definición de la estructura urbana


Tramas y tejidos
En un nivel local o sectorial se encuentran las tramas viarias, es decir las conformadas por las
calles que establecen la diferencia entre el suelo de uso predominantemente circulatorio y las
manzanas que constituyen el suelo para la localización de actividades. Las tramas definen la
separación entre el espacio público y el espacio privado y constituyen la principal permanencia del
paso del tiempo sobre un territorio concreto. Esta condición de permanencia es la que hace que
se las considere como un “elemento duro”.
El entrecruce de calles que configura las tramas puede aparecer a posteriori, como resultado de
las construcciones que se van agregando hasta formar manzanas – tal es el caso de los trazados
de las ciudades medievales o de las villas miseria – o ser una operación de parcelamiento del

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suelo para delimitar manzanas y calles, previa a la construcción de edificios y a la localización de


actividades, como es el caso de los loteos o de la cuadrícula española, entre otros.
La diversidad de las tramas viarias dentro de una ciudad expresa, por lo general, los diversos
momentos del proceso de urbanización.
En el nivel local, en que las tramas viarias son relevantes, los trazados jerárquicos son:
- Vías terciarias: calles sólo relevantes en la escala local, dentro de un distrito (o en la escala de
un área de estudio);
- Vías peatonales;
- Ciclovías o bicisendas.
El tejido, conformado por el parcelamiento, las construcciones y las actividades dentro de las
manzanas, es considerado un “elemento blando” ya que su modificación puntual, parcial y
continua es parte de la vida urbana. Sobre la misma trama, el parcelamiento se modifica, los lotes
se subdividen, se generan parcelas internas y también se unifican para albergar usos que
requieren de mayor superficie para su desarrollo. Las actividades cambian, evolucionan, se
especializan, mientras que las construcciones se amplían, se demuelen, y a veces llegan a
albergar funciones distintas para las que fueron concebidas. La compra y venta de edificios y
lotes, la construcción o reforma de edificaciones, la inserción de nuevas actividades en
edificaciones existentes, la unificación de lotes o la subdivisión de otros son, entre muchas
acciones más, modificaciones al espacio que todos los días se producen en las ciudades como
consecuencia y parte de la vida social.
En nuestro medio, la fijación del patrón catastral – esto es, el trazado viario y el parcelamiento –
generalmente asume un papel fundacional en tanto condiciona de manera decisiva los desarrollos
urbanísticos futuros. Por su parte, el “agregado” edilicio, como construcción social más susceptible
a los cambios, expresa espacialmente los perfiles sociales y culturales de los habitantes de una
ciudad, así como los usos y los modos de ocupación del suelo.
Las relaciones entre aquellos elementos que resultan más perdurables a través del tiempo y
aquellos otros más susceptibles de sufrir transformaciones hacen que la ciudad sea un hecho
único e irrepetible.

Equipamientos y áreas especiales


Entre los beneficios que brindan las ciudades a sus habitantes está el acceso a servicios de salud,
educación, administración, recreación y movilidad. Los grandes equipamiento urbanos son
espacios urbanos, edificios o conjuntos edilicios en los que se desarrollan estos servicios. Se trata
de hospitales, centros de salud, escuelas, universidades, edificios gubernamentales, estaciones
de transporte, plazas, parques, entre otros. Por lo general, se trata de grandes equipamientos de
gestión pública, que definen el tipo y concentración de la urbanización a su alrededor.
En el caso de los equipamientos para la movilidad masiva, como las estaciones de ferrocarril, de
subterráneos, de ómnibus o de integración de diferentes modos de transporte, determinan la
aglomeración de actividades y el adensamiento de construcción en sus cercanías. Su impacto
sobre el entorno urbano inmediato dependerá de su jerarquía dentro del sistema de movilidad que
integren y del tipo de transporte. Por lo general, el ómnibus urbano no tiene impactos relevantes
en la configuración de los sectores por los que transita, mientras que las estaciones de
subterráneos y de trenes atraen la localización de actividades. Es de notar, también, que muchas
estaciones de transporte masivo se construyen en relación con equipamientos, trazados
principales y espacios públicos. Esto forma un sistema de interrelaciones entre esos elementos

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urbanos que aumenta la eficacia de su desempeño, esto es, permite que las inversiones
realizadas en su construcción y mantenimiento alcancen a más personas en el medio urbano.
Por otro lado, dentro de las ciudades hay áreas que concentran un solo tipo de actividad, que
están dedicadas a un tipo de actividad en especial. A esas áreas se las denomina “de
especificidad funcional” y, por lo general, no tienen usos residenciales más que como apoyo a la
actividad principal. Este es el caso, por ejemplo, de los parques industriales.
Es necesario destacar que las áreas especializadas no deben ser confundidas con las
centralidades, ya que las centralidades están fundadas en la diversidad intrínseca del tejido
urbano y en la aglomeración, más o menos espontánea, de las actividades.

Espacios públicos abiertos


Los espacios públicos abiertos son parte fundamental de la estructura física de las ciudades. En
primer lugar, los grandes trazados urbanos, las avenidas, bulevares y paseos, pero también las
calles, son en sí mismos espacios públicos, esto es, espacios de copresencia y de interacción. La
mayor o menor cualificación de estos espacios viarios como espacios públicos definirá una
jerarquía que no siempre se corresponde con la jerarquía viaria.
Esos espacios públicos “de itinerancia” se vinculan con las plazas, parques y plazoletas, espacios
públicos “de permanencia”. En los mejores proyectos urbanísticos, los espacios públicos de
itinerancia y de permanencia forman sistemas que integran y modulan las diversas escalas del
espacio urbano, en articulación con los diversos tejidos y equipamientos. Ese es el modelo de
configuración de espacios públicos, por lo general incompleto, que conforma en nuestras ciudades
la integración de la cuadrícula con parques, plazas, bulevares, avenidas y calles.

Sobre los procesos de urbanización y los modelos de estructura urbana


El estudio de la estructura urbana y la elaboración de modelos han servido para identificar
fenómenos específicos que se producen en las ciudades dentro de las diversas fases de los
procesos de urbanización.
A la temprana identificación de centralidades, segregaciones residenciales, invasión y sucesión, o
formación de sectores, hechos en la Sociología Urbana clásica (ver Zárate Martín, 2003) se ha
agregado la señalización de fenómenos recientes, como los de dispersión urbana, fragmentación,
gentrificación, dualización, involución, suburbanización, entre otros, que permiten elaborar
modelos explicativos de las transformaciones históricas y actuales de las ciudades (ver Borsdorf,
2003). Sin embargo, no todos los modelos de estructura urbana (en especial, los de la sociología
urbana y de la economía urbana clásicas) dan relevancia a la dimensión física de la ciudad, más
allá de los aspectos de localización y aglomeración. Pero la atención sobre los elementos físicos
de la estructura urbana es central para el urbanismo, pues se trata de elementos sobre los que se
asienta la acción proyectual sobre el espacio urbano.

Bibliografía de referencia para la elaboración de la ficha


YUJNOVSKY, Oscar, 1968. “Estructura interna de la ciudad.” En: HARDOY, J.E.; TOBAR, C. La
urbanización en América Latina. Buenos Aires: Nueva Visión, p. 113.
ZÁRATE MARTÍN, Antonio. El Espacio Interior de la Ciudad. Madrid (España): Síntesis, 2003.

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