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All content following this page was uploaded by Carmen Seva Victoria on 10 June 2014.
Bibliografía. p.65
1
En el estudio del urbanismo en Europa goza de numerosas ciudades cuyos
cimientos reflejan el paso del tiempo y de las diferentes sociedades y culturas que por
ellas han transitado hasta convertirlas en lo que en la actualidad son. Una de las
propuestas de estudio más interesante es sin duda la capital francesa, París, en torno a la
cual decidimos realizar este estudio.
La elección se justifica por varias razones. En primer lugar, porque los diferentes
pueblos y periodos ideológicos han derivado en evoluciones muy distintas de los planos
y formas de la ciudad, siendo un valioso objeto de estudio. También es importante
mencionar que, al contrario que otras metrópolis como Londres, Lisboa o Berlín, París
no ha sido nunca destruida y, por tanto, quedan buenos trazos del paso del tiempo y de
numerosos soberanos en esta ciudad. Finalmente, tras diez siglos de historia, siempre ha
tenido un rol principal en los planos político y económico, y estudiar la relación con su
estructura urbanística presenta un gran interés.
2
Aunque se considera que los Parisii fueron una estirpe celta establecida a las
orillas del Sena, que fundaron un asentamiento en la Isla de la Cité, los restos históricos
más concretos en los que se funda París son los de la villa galo-romana construida en el
1er siglo A.C, en el año 52, en la orilla izquierda del río, denominada Lutetia
Parisiorum por los romanos, previo a su conquista, y más conocida como Lutecia. Más
tarde se convirtió en una importante ciudad en la provincia romana de Gallia
Lugdunensis, siendo el precedente de la ciudad merovingia restablecida, antecesora de
la actual París.
3
Se cree que Lutecia se extendía aproximadamente desde el boulevard de Sant-
Germain hasta el Val-de-Grâce y de la calle Descartes al Jardín de Luxemburgo.
Estaba construida alrededor de la villa de Saint-Jacques, en su momento el cardo, según
un plano en damero, organizado en calles perpendiculares.
El trazado del plano se hizo con una serie de rutas principales, que todavía
existen, pero las vías decumanas sí se habrían ido borrando con el tiempo. No obstante,
también quedan vestigios de unas rutas alternativas, de acuerdo a las necesidades
urbanas, que se hubieran trazado como adaptaciones del plano ortonormal para agilizar
4
el tránsito en rutas comerciales (por ejemplo hacia la actual Italia), como serían la calle
de la Sorbona y la vía de Merlun.
Para concluir, bajo este gobierno, Lutecia fue intensamente romanizada, con una
población estimada de alrededor de 8.000 personas. No tuvo gran importancia política
porque la capital de su provincia, Lugdunensis Senona, era Agedinco (la moderna Sens).
Fue una ciudad próspera, no obstante, fue destruida en 280 por los bárbaros. Más tarde,
en el siglo III, la ciudad fue convertida al catolicismo en un proceso relativamente
violento, y fue rebautizada como París en el año 360, tomando su nombre del pueblo
galo de los parisios, un nombre ya usado durante siglos como un adjetivo
("Parisiacus").
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También sufrió en adelante en manos de los hunos, a quienes, según la leyenda,
logró resistir gracias al liderazgo de Santa Genoveva (que se convirtió en la patrona de
la ciudad), en 451. Aun así, Roma perdió el control de la ciudad a manos de los pueblos
germanos. Más adelante, en el siglo IX, los vikingos tomaron la ciudad y finalmente, el
establecimiento de Hugo Capeto, Rey de los Francos, en ella tuvo como resultado su
radical transformación1.
1
Una visión detallada de la cronología y sucesos en la historia de la ciudad se ofrece en el
portal de cultura del Ayuntamiento de París, disponible en el siguiente enlace:
http://www.paris.culture.fr/fr/ow_chrono.htm.
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Esta parte se inicia con una cronología de guía que reúne los eventos más
importantes a nivel de la ciudad durante la Edad Media:
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Durante la Edad Media, las murallas que rodeaban la
ciudad de París fueron empujadas hacia el exterior, a la par que
se absorbían los suburbios: primero el de Felipe Augusto y
después el de Carlos V.
Restos de la muralla
construcciones medievales tras reformas de fachada. No
construida por Felipe II obstante, lo que más marcó a París durante este periodo sí es
Augusto.
visible sobre el plano de la ciudad.
Todavía se reconocen con facilidad los ejes del París medieval: calles poco rectas
convergen hacia los alrededores, nombradas a partir de nombres de Santos. Algunos
ejemplos serían Saint-Honoré, Montmartre, Saint-Denis (antiguamente Grand'rue),
Saint-Martin, calle del Templo (rue du Temple), Saint-Antoine, Saint-Jacques, o el eje
de la calle de Buci. Fuera de éstas, la ciudad se vuelve a menudo un laberinto de
callejuelas mejor o peor mantenidas, se habrá de esperar para alcanzar las grandes
avenidas y perspectivas majestuosas que más han impregnado la ciudad a lo largo de la
historia.
Si pasamos a ver cómo era la ciudad en el periodo en sus detalles, primero habría
que recrear las formas de las casas. En el París de la Edad Media, lo más frecuente eran
los muros de madera (“à colombage”), en una revisión medieval del opus craticium
(entramado reticulado de madera que se rellena de piedras irregulares y yeso, o cal y
arena).
8
Solían ser hogares muy estrechos, con una o dos ventanas por planta. La planta
baja era de piedra, con tres o cuatro pisos de madera y adobe, comunicadas por
escaleras de caracol. Los voladizos permitían que los habitantes se
pusieran a cubierto, pero restaban mucha entrada de luz. Sólo las
residencias de nobles y burgueses poseían cocina y chimenea.
Las reducidas dimensiones de las calles (con un largo máximo de unos cinco o
siete metros) se empequeñecían todavía más por la corriente central dedicada a tirar los
residuos, en salidas a cielo abierto que desembocaban en el Sena. En consecuencia el
suelo era fangoso. Hubo que esperar la llegada de Felipe Augusto para que las arterias
principales fueran pavimentadas.
En efecto, el consumo del agua del Sena comenzó a ser un verdadero problema al
volverse no potable al tener que absorber todos desechos de letrinas, la sangre de los
mataderos y la polución causada por las curtidurías. Para corregir esto se pusieron en
marcha sistemas de acueductos para las aguas y se instalaron bajo Felipe Augusto dos
fuentes (Saint-Lazare y Les Halles). Luego desde el siglo XIII se cavarían pozos, pero
tampoco resultaría una mejora dado que las aguas freáticas también habían sufrido la
polución por infiltración.
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El asunto de los deshechos era realmente preocupante y enfermizo dado que tanto
hombres como animales compartían la calle para todas sus basuras y residuos. En los
días de calor, los malos olores era insoportables y los nombres de ciertas calles son
testigos de su suciedad: Merdière, Pipi, Merderon…
A nivel de la población, estas ciudades eran núcleos de personas con una alta tasa
de enfermos, leprosos, pobres, vagabundos… que vivían de la caridad. En su momento
existían igualmente las llamadas rues chaudes para el oficio de las “damas de vida
alegre”. La ciudad es además el escenario de toda clase de crímenes, especialmente
durante la Guerra de los Cien Años. Vale la pena mencionar que la condición de los
judíos comenzó a deteriorarse con Felipe Augusto y acabó siendo dramática bajo el
reinado de Felipe IV el Bello.
A pesar de que las calles eran estrechas y estaban atestadas de gente siempre,
seguían siendo el único lugar para los juegos. Los niños jugaban en las calles entre
semana y los domingos los adultos compartían el llamado jeu de paume, considerado
por algunos el ancestro del tenis, y a la soule, ancestro del rugby. Solían enfrentarse
solteros a hombres casados, parroquias contra parroquias o entre barrios; y contribuían a
relajar un poco la violencia en la población. También se practicaban juegos como el tiro
con arco o a la ballesta y las justas.
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Notre-Dame de París.
En la siguiente imagen pueden verse las partes de esta catedral y en honor a quién
fueron destinadas:
11
Es interesante destacar que se eligió para este emplazamiento un espacio que a lo
largo de la historia ya había “acumulado” espiritualidad. Los celtas habían celebrado ya
en ese punto sus ceremonias donde, más tarde, los romanos erigirían un templo de
devoción al dios Júpiter. También en este local existió la primera iglesia cristiana de
París, la Basílica de Saint-Etienne, en 528, que fue a su vez sustituida por una iglesia
románica hasta 1163, cuando comenzó la construcción de la catedral que hasta ahora ha
perdurado.
La Bastilla.
Cuadro 1. Très Riches Heures del Duque de Berry, representa el Palacio de la Ciudad.
13
Inicialmente, el Palais de la Cité fue la vivienda de los Condes de París. Hugo
Capeto estableció en el palacio al Consejo Real (Curia Régis) y servicios de su
administración. Roberto II el Piadoso lo hizo reconstruir. En todo caso, era el centro de
decisiones que organizaba la vida medieval parisina.
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La Salle des Gens d'Armes se considera excepcional por ser uno de los mayores
vestigios de sala civil medieval en Europa, construida por Enguerrand de Marigny.
Servía de refectorio de los numerosos empleados al servicio del rey (unas 2000
personas).
Hasta 1358, el Palacio sería la residencia de los reyes de Francia. Hacia esta
década, Juan II el Bueno hizo construir en el ángulo del palacio el pabellón cuadrado de
cocinas destinado a la gente “común” al servicio del rey. Los cuatro tramos oeste de la
Salle des Gens d'Armes fueron separados del resto de la sala por rejillas y un muro.
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En la Edad Media, La Conciergerie acabó convirtiéndose en la prisión del palacio,
momento en el que empieza su historia como centro carcelario de importancia en épocas
posteriores. También a partir de esta época se construirá progresivamente en el lugar del
Palais de la Cité el conjunto arquitectural del Palacio de Justicia de París.
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Le Palais du Louvre.
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Aunque bajo el mandato de Luis IX el castillo se desarrolló y agrandó con nuevas
salas con fines defensivos, donde se acabó trasladando el tesoro real, dando un nuevo
carácter a la fortaleza; no se convertiría en residencia de reyes hasta Charles V, a mitad
del siglo XIV.
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Palais du Louvre y Palais del Tuilleries. Representación de 1615.
Para terminar, vale la pena destacar que, durante más de siete siglos (hasta 1919),
París seguiría siendo una ciudad fortificada; lo cual explica su forma circular (los
bulevares concéntricos fueron reemplazado los murallas sucesivas), la densidad de
ocupación del suelo y la escasez de espacios libres y de jardines.
Resumiendo, ahora podemos distinguir las tres partes importantes que se unen en
París: la Cité, la Université y la Ville. La Cité es la isla más grande del Sena y allí se
asentó la primera tribu de París (los parisios). La Université hereda el lugar donde
estuvo la ciudad romana (la “lutetia parisiorum”), también denominada Barrio Latino.
19
Por su lado, la Ville representa los aspectos administrativo, municipal y judicial, sede
del Palacio del Louvre y el Palacio de la Tullerías.
Fuente: BARTHOLOMEW, J.G. Atlas Europeo de Literatura e Historia. 1912. Disponible en:
http://historymedren.about.com/library/atlas/natmapmedparis.htm.
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Con el decaimiento progresivo de las estructuras feudales a mediados del siglo
XV, a favor del más puro absolutismo, París entró en la Edad Moderna. Durante dicho
momento se inició la era de la occidentalización y la economía mundial con los grandes
descubrimientos. El hito que puso fin a este periodo fue sin duda la Revolución
Francesa.
Este nuevo urbanismo, como se espera del periodo, recoge las características del
barroco: centralización, tanto de las plazas como los nudos de comunicación;
continuidad, buscando vías que comuniquen adecuadamente; y extensión, desde un trato
homogéneo de las calles y plazas.
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Hay que destacar que París clásico supuso la emergencia del llamado plano
cartesiano. El principio de este plano es que sea susceptible de ser medido por medio de
abscisas y ordenadas, con el objetivo de permitir la formación de parcelas identificadas
con un número, donde puedan caber las actuaciones futuras sean cuales sean, sin
entorpecerse y donde exista un fácil acceso los servicios públicos.
Fuente: Wikimedia.org.
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Largo de la calle. Altura máxima de la fachada.
Menos de 7,80 metros. 11,70 metros.
Entre 7,80 y 9,75 metros. 14,62 metros.
Más de 9,75 metros. 17,55 metros.
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Pabellón de la Reina en la Place des Vosges.
2
Una visita de 360º a la rue de la Ferronnerie actual está disponible en el siguiente enlace:
http://www.360cities.net/image/rue-de-la-ferronnerie-paris#-1211.85,15.69,70.0
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Entre 1785 y 1788, el muro de Fermiers géneraux (Granjeros generosos) fue
erigido como una de las murallas sucesivas de París, pero, al contrario que las
anteriores, con el solo fin de forzar el pago y los impuestos sobre las mercancías que
entraban en la ciudad. Este muro suponía una prueba del creciente poder del comercio y
los intercambios.
Cuadro 3. La barrière blanche. Representación de parte del mur des Fermiers géneraux.
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La Bastilla fue transformada en prisión del Estado francés por el Cardenal
Richelieu, simbólicamente unida a la injusticia por la historia de las Lettres de cachet.
Estas cartas firmadas por el rey o sus ministros ordenaban ingresar en prisión sin juicio
alguno. La prisión estaba organizada en diferentes espacios, más o menos confortables
según los prisioneros, hasta el punto de tener departamentos de servicio y buenas
comidas para las altas personalidades (aristócratas y burgueses).
Como símbolo del poder del rey que era, su toma supuso el emblemático punto de
partida del desencanto que llevaba tiempo fraguándose. Si bien, su toma fue mucho más
tranquila de lo que los historiadores presumieron; el objetivo del pueblo era hacerse con
las armas que contenía la Bastilla, que no estaba en exceso protegida por guardias.
Además, los cañones que defendían el área de los Inválidos de París no abrieron fuego
contra la muchedumbre que revolucionarios que avanzaban sobre el Campo de Marte.
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Toma de la Bastilla, cuadro de Jean-Pierre Louis Laurent Houel.
De esta forma, las innovaciones urbanas sólo tenían lugar sobre los espacios
todavía vírgenes o recuperados. Así, sería sobre los emplazamientos de una muralla
destruida donde Luis XIV haría construir los grandes bulevares. Ya en el siglo XVIII,
los hostales particulares o los conventos, en la periferia de la ciudad de entonces, se
acabaron transformando en parcelas urbanizables.
A partir de entonces se hizo mucho más cierto el carácter mixto de la sociedad: las
mansiones se edifican pegadas a los barrios populares. En los “edificios de renta” basta
con fijarse en las fachadas para comprobarlo: todos los estratos de la sociedad se
superponen a partir del segundo piso, designado como el “noble” donde viven los
burgueses, hasta los últimos, habitados por estudiantes y obreros.
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Los “edificios de renta” o immeubles de rapport
eran edificios de pisos alquilados por uno o varios
propietarios, concebidos como espacios de alquiler desde
un primer momento, que se generalizaron mucho a partir
del reino de Luis XVI.
Durante más de siete siglos (hasta 1919) París continuaría siendo una ciudad
fortificada, lo que explica su forma circular (los bulevares concéntricos fueron
reemplazado los murallas sucesivas), la densidad de ocupación del suelo y la escasez de
espacios libres y de jardines. Tras esto, dejamos atrás la época moderna para
introducirnos en los cambios de la ciudad de París durante los inicios de la era
contemporánea, impulsados por la revolución burguesa e industrial.
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Cuando se hablar del urbanismo parisino, lo más identificativo es el influjo que
recibió del senador Haussmann. En efecto, fue en la época de Napoleón III cuando París
adoptó su cara “moderna”, y se ha asociado directamente con el Barón Haussmann, de
modo que se habla del París de Haussman. No obstante, el gran movimiento de
renovación urbana ya lo iniciaron sus predecesores.
Plano 5. De la Plaza de la Nación (B) al actual Museo del Louvre (A), por la calle de
Rivoli.
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Durante este periodo, Napoleón se preocupó también por el aprovisionamiento de
agua en la capital, con la construcción del canal de l’Ourcq, así como de mejoras
dispares, desde equipamiento público útil (mercados, mataderos…) hasta puentes y
monumentos de prestigio como la columna Vendôme (en la plaza de mismo nombre,
que posteriormente sería tirada abajo al ser considerada un símbolo de la tiranía
napoleónica) y la finalización del Palais-Bourbon (sede de la Asamblea Nacional) y de
la iglesia de la Madeleine.
Tal y como se puede apreciar en las fotografías siguientes, este periodo está muy
marcado por el clasicismo, corriente arquitectónica y artística en la que París destacó
enormemente en este periodo.
30
Iglesia de la Madelaine de París, fachada exterior.
Por otro lado, la ley del 16 de septiembre de 1807, aplicada a toda Francia,
instauró la obediencia a la alineación; esto es, toda ciudad que tuviera más de 2.000
habitantes sería obligatorio un plan de alineación que indicara en cada calle el límite que
las fachadas no podían desbordar. Estos principios debían ser respetados en toda nueva
construcción y en toda reconstrucción de edificios, de forma que se favoreciera un
alargamiento progresivo de las calles en las manzanas más antiguas.
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Sin embargo, esta normativa no produjo muchos efectos en París, dado que el
ritmo de las destrucciones y las reconstrucciones era tan lento que el senador del Sena,
Gilbert de Chabrol de Volvic, calculaba con ironía en 1819 que harían falta varios siglos
para realizar completamente el plan de alineación. Serían la Restauración y la
monarquía de julio las que supondrían las primeras grandes aberturas en la ciudad de
París.
32
Así pues, Rambuteau lanzó la restructuración del mítico mercado de Les Halles,
pero realizó sobre todo, entre 1838 y 1844, la calle que hoy en día porta su nombre. Fue
la primera vez que se destruía un barrio para abrir una calle en el centro de París, con
una extensión, en su momento considerable, de 13 metros. Pasaría a segundo plano
cuando Haussman recortara vías mucho más largas en el mismo barrio.
33
Calle de Rambuteau en la acutalidad.
Fue el senador Haussmann el que continuaría a una escala mucho mayor las
transformaciones de Rambuteau, dotando a París de una red de ejes que, incluso hoy en
día, constituyen su osamenta principal. Se benefició del soporte de Napoleón III, que
también participó en algunos de los cambios, de gran interés acerca de la dimensión
política del urbanismo. Pasamos a ver este periodo con mayor detalle.
La renovación de Haussman.
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Su plan mantuvo los principios de las alturas uniformes de los edificios y elementos de
referencia, como el Arc de Triomphe y el Gran Palacio de la Ópera.
De 1854 a 1852, Haussmann puso en marcha el periodo más autoritario del reino
de Napoleón II para realizar en una década lo que a París le había costado toda su
historia: transformar el centro, a base de crear una brecha gigantesca: el eje norte-sur. El
mismo iba desde el bulevar de Sebastopol al bulevar Saint-Michel, fagocitando a su
paso muchas callejuelas. Formó un cruce al nivel del Chatelet con la calle de Rivoli, que
36
el Segundo Imperio prolongaría hasta la calle Saint-Antoine. A la vez, el arquitecto
Baltard gestionaría Les Halles.
Plano 6. Comparativa entre la Isla de la Cité antes y después de las obras de Haussman.
37
Plano 7. Ejes creados en el centro de París entre 1850 y 1870 por Haussmann.
38
Como hemos avanzado antes, Haussman siguió la obra de Luis XIV,
construyendo bulevares grandes como aquellos que rodeaban el mur del Fermiers
Généraux, el bulevar Haussman, la línea derecha de la calle La Fayette, el bulevar
Voltaire, los “boulevards du midi” de la rivera izquierda, o el bulevar Saint-Germain.
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Respecto a los distritos, Haussmann comenzó a gestionar los que se crearon sobre
el emplazamiento de las comunidades anexadas en 1860, creando así una larga vía
sinuosa que comunicaba los distritos 19, 20 y 12.
Plano 8. Los antiguos distritos y el nuevo límite de París tras las reformas de 1860.
Los barrios del oeste se beneficiaron de una prestigiosa operación: doce avenidas
que se reencontraban en la plaza de la estrella. Otros ejes como la avenida Daumesnil o
el bulevar Malesherbes permitieron atravesar los distritos en dirección al centro.
40
Place de l'Étoile (actual Plaza Charles de Gaulle) de París.
41
Respecto a las estaciones, Haussmann encargó la construcción de la estación de
Lyon en 1855 y la estación del norte en 1865, soñando con interconectar estos puntos
por vías férreas, aunque tuvo que contentarse con facilitar el acceso desde ejes
importantes. En adelante se facilitaría la conexión con la estación del Este.
A nivel de los monumentos, visto que el interés de Napoleón III y Haussmann era
dotar de prestigio a París, evidentemente surgieron impresionantes edificios, como:
La Ópera de Garnier, de estilo ecléctico.
Ópera de París.
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Iglesia Saint-Ambroise de París. Iglesia de San Agustín de París.
43
Plano 9. París, sus redes y los monumentos más emblemáticos.
Sobre la estética en sí, como hemos explicado, la regulación de los poderes
públicos forzaron la puesta en marcha de una tipología que, junto a la evolución clásica,
llevaron las fachadas parisinas a un estilo propio, “haussmanniano”, marcado por las
siguientes características principales:
Planta baja y entreplanta con hendiduras profundas de la pared.
Segunda planta "noble", con uno o dos balcones, y el tercero y cuarto piso
en el mismo estilo, si bien con menos marcos y detalles en las ventanas.
Quinto piso con balcón, sin adornos.
Desvanes y buhardillas de 45 grados.
Las fachadas se
organizaban alrededor
de líneas horizontales,
que con frecuencia
seguían de un edificio a
otro, con un
alineamiento perfecto
de balcones, cornisas y
fachadas.
Sobre equipamientos públicos, el agua potable pasó a provenir del Ourcq, aunque
también máquinas a vapor extraían agua del Sena, cuya higiene era deplorable.
Haussman encargó un nuevo acueducto que acabaría midiendo 600 kilómetros en 1900.
Otra red fue concebida para agua no potable, con el fin de alimentar los espacios verdes.
El sistema de alcantarillado se mejoró, y la ley de 1852 obligó a todos los edificios a
conectarse al mismo siempre que tuvieran acceso. Napoleón también reorganizó la
distribución del gas, concediendo a una compañía el monopolio, aunque él seguía
fijando los precios. Haussman confió a Davioud la puesta en marcha del mobiliario
urbano.
45
Como hemos comentado antes, la creación de espacios verdes fue algo muy
importante durante este periodo, porque escaseaban tradicionalmente dada la situación
de París como ciudad amurallada. En imitación al modelo londinense, Napoleón III
ordenó al ingeniero Jean-Charles Alphand la creación de parques y bosques, de entre los
que podemos mencionar: el bosque de Boulogne y el bosque de Vincennes rodeando la
villa; y dentro de la muralla de Thiers, el parque de Buttes-Chaumont y el parque de
Montsouris.
Vemos interesante volver atrás, sobre el estado del Louvre en este momento,
cuando se empezó a denominar el “nuevo Louvre”. Éste es el nombre que se da a
menudo a los pabellones y alas que ampliaron el Palacio a lo largo de alrededor de 500
metros hacia el oeste en los lados septentrional (durante el reinado de Napoleón I y
Napoleón III) y meridional (durante el de Napoleón III) del Cour Napoléon y Cour du
Carrousel.
46
Plano 10. El complejo del “Nuevo Louvre”.
Fue Napoleón III quien finalmente conectó el Palacio de las Tullerías con el
Louvre en la década de los años 1850, logrando así finalmente el Grand Dessein (“Gran
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Diseño”), originalmente planteado por Enrique IV en el siglo XVI. Esta consumación
sólo duró unos pocos años, sin embargo, porque las Tullerías, que eran todo un símbolo
del poder napoleónico y la tiranía, serían incendiadas en el año 1871 y completamente
arrasadas en 1882.
Nos parece también pertinente hacer otra puntualización sobre una parte
fundamental del París de finales del siglo XIX, en relación a su formidable movimiento
impresionista, pues no hemos tenido ocasión de considerar previamente la colina de
Montmartre.
Montmartre fue en realidad una antigua comuna francesa del departamento del
Sena, que no sería anexada por París hasta 1860. Fue anexada en 1860 por París, cuando
Napoleón III y Haussmann se plantearon hacer de París la ciudad más bella de Europa.
Para ello, necesitaban conseguir grandes extensiones de tierra y esto los empujó hasta la
comuna de Montmartre.
48
Tampoco hay que olvidar que sería a finales de este siglo cuando París se
convertiría en anfitrión de un acontecimiento cultural de relevancia mundial.
En efecto, la
Exposición Universal de
París (1889) tuvo lugar en
París, del 6 de mayo al 31
de octubre, siendo
celebrada en el centenario
de la toma de la Bastilla,
un acontecimiento
tradicionalmente
considerado como el
Exposición Universal de París en 1889.
símbolo del comienzo de
la Revolución francesa.
49
especialmente aplaudida por las clases enriquecidas, mientras que parte del pueblo
parisino sintió que las obras de Haussmann destruían sus raíces y conexiones sociales.
Cuando contrató a Haussmann, Napoleón III también tenía pensada esta finalidad
de conseguir calles demasiado anchas para que los rebeldes construyeran barricadas a lo
largo de ellas y donde pudieran circular batallones en formación y la artillería, si se
diera tal necesidad. El hecho de que Haussmann creara las anchas avenidas unidas con
las principales estaciones de tren también obedecía al interés de lograr que las tropas de
provincias pudieran estar operativas en un corto periodo de tiempo.
Así, esta obra realizada durante el Segundo Imperio fue una de las circunstancias
que contribuyeron a la rápida represión de la comuna de París en 1871: desde la
revolución de 1848, Adolphe Thiers se obsesionó con reprimir y aplastar la siguiente y
previsible rebelión parisina. En consecuencia, planeó abandonar la ciudad y retirarse, de
manera que pudiera tomarla de nuevo con más fuerzas militares. Sería el diseño
50
Haussmann de calles y avenidas, combinadas con la nueva importancia que adquirió el
ferrocarril, lo que facilitara el triunfo de este plan y la sencilla derrota de la Comuna de
París.
Haussmann fue criticado también por el gran coste de su proyecto. Napoleón III
despidió a Haussmann en enero de 1870 con el fin de mejorar su propia popularidad en
declive.
Como referencia, los cambios llevados a cabo por el Barón Haussmann en las
calles de París pueden verse documentados en la película “Paris: Living Space”, con
Edmund N. Bacon, basada en secciones de su libro Design of Cities (1967).
51
Avanzamos ahora hacia el estudio de París en el siglo XX, controvertido periodo
de conflictos y brutales cambios en la innovación y el progreso de las sociedades.
Trataremos de ceñirnos al plano más urbano, dejando de lado los azares bélicos,
sabiendo que lo más nuclear en la construcción de la ciudad de estudio fue precisamente
el siglo previo, al que hemos dedicado un análisis más profundo.
La Belle Époque.
Al final del siglo XIX y hasta 1914, la ausencia de inflación, los préstamos a
intereses muy bajos, consentidos sobre todos por el banco de crédito de empresarios,
permitieron obtener numerosas órdenes de particulares a los arquitectos y los
empresarios, para urbanizar y construir nuevos terrenos adquiridos por la ciudad de
París en el interior de las fortificaciones. Estos, hasta entonces, habían sido dejados a los
horticultores y los cazadores.
Barrios enteros fueron construidos a veces por los propios arquitectos, convertidos
en urbanistas de hecho. De esta forma, prácticamente todos los edificios de la calle
Belgrand (en el distrito 20), desde la plaza Gambetta a la puerta de Bagnolet, y una
gran parte de los de la calle de la Glacière (en el distrito 13), fueron construidos por
Arsène Lejeune o los arquitectos de su gabinete. Algo similar sucedió con Pierre
52
Humbert, que construiría la totalidad de los edificios de las calles Verdi e Yvon-
Villarceau en el distrito 26.
Place Gambetta.
Por tanto, París seguía siendo a todos los efectos, una ciudad por sanear. En 1900,
a pesar de todos los esfuerzos de Haussmann y sus sucesores, París contaba con
numerosos barrios deteriorados. Varias encuestas (realizadas, por ejemplo, en 1904 y en
1918), censan las manzanas insalubres o “taberculosas”, basándose sobre todo en la
frecuencia de los casos de esta enfermedad. En la Charte d’Athènes, Le Corbusier
describirá de la siguiente forma los “tugurios”:
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1. “Superficie habitable insuficiente por persona.
2. Pobres aberturas hacia el exterior.
3. Ausencia de sol (por la orientación norte o las sombras).
4. Decrepitud y presencia permanente de gérmenes mórbidos (tuberculosis).
5. Ausencia o insuficiencia de instalaciones sanitarias.
6. Promiscuidad derivada de las disposiciones interiores de la vivienda, de la mala
organización de los edificios y de la presencia de vecindarios indeseables.”
Sin embargo, a pesar de esta conciencia, los barrios tendrían que esperar a más
adelante para sufrir renovaciones de envergadura.
Entre las dos guerras, uno de los temas de la reflexión fue la idea de una gestión
de conjunto para la región parisina. Esto sería el objeto de un concurso en 1919, y de
una posterior ley en mayo de 1932, que derivaría en el plan de Henri Prost en 1934. Sus
propuestas se centraron en la realización de nuevos ejes o la prolongación de ejes ya
existentes con la pretensión de descongestionar el centro de París.
54
En cuanto al criterio
de “máquina de habitar”,
Le Corbusier estaba
fascinado por las entonces
nuevas máquinas (en
especial los automóviles y
aviones) y consideraba
que tenían diseños
prácticos y funcionales,
Maison Blanche, la primera obra
que podían servir de individual de Le Corbusier.
modelo a una arquitectura
práctica y funcional, desde
una óptica racionalista.
Por su lado, los hermanos Perret diseñaron en esa misma época proyectos de
rascacielos para el centro, tan bonitos como los de Manhattan, aunque sin una
distribución tan caótica como en dicha ciudad de referencia. Otros arquitectos querían
experimentar nuevas formas de construcción en los barrios periféricos… pero se ven
limitados por el riguroso reglamento de 1902: las construcciones no podían sobrepasar
el gálibo tradicional del largo de una pendiente de 45º hacia el interior de la parcela.
En consecuencia,
Henri Sauvage
propondría enormes
edificios escalonados,
como zigurats3 modernos,
de los que construyó una
muestra en el 26 de la
calle Vavin.
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Otros arquitectos propusieron, dado que no les sería permitido extender los
edificios en altura, penetrar bajo tierra. Clément Tambuté quiso conectar la plaza
Malesherbes al aeropuerto du Bourget por un enlace subterráneo, mientras que Gaston
Bardet, por su parte, abogaba por enterrar almacenes y vías rápidas, de modo que la
ciudad quedara relegada a su función principal de “lugar de paseo”. Estos proyectos no
llegaron muy lejos, más que a dejar a Paris con subterráneos en los bulevares des
Maréchaux al nivel de sus puertas más importantes.
Cuando terminó la guerra, a pesar de los análisis, los planes y los sueños, ninguna
operación de envergadura se había llevado a cabo. Seguían existiendo los espacios
insalubres. Los Treinta Gloriosos impulsarían operaciones cuya amplitud provocaría
una vuelta brusca, en los años 1970 y 1980, a un urbanismo más tradicional.
Uno de los nombres destacados de los años cincuenta sería el de Raymond Lopez,
que comparó el París cristalizado de los primeros distritos al París de los distritos
periféricos, el cual necesitaría de una profunda reorganización.
Lopez concibió este cambio tomando como base una franja de vías rápidas que
ocuparan el lugar de la antigua muralla de los Granjeros Generosos y que además
pasara por Pigalle, Belleville y Montparnasse. Ya no se trataba de facilitar el acceso al
centro, como en los planes previos al conflicto bélico, sino de fomentar su
circunvalación. Los coches ya no atravesarían más París por el tradicional eje del
bulevar Saint-Michel y el bulevar de Sebastopol, sino que usarían una autopista urbana
que partiría de la puerta de Vanves o la puerta de Italia para conectarse a la puerta
d’Aubervilliers, pasando por el bulevar Richard-Lenoir. Ése fue el “plan de autopista
para París”, en 1960.
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Plano 11. Plano de los planes de autopista de París.
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Un ejemplo de esta visión lo tenemos en la puesta en marcha del barrio de Les
Olympiades (entre 1969 y 1974), dirigido por Michel Holley, en el distrito 13.
Les Olympiades.
Fuente: BRUNET, George. France, le trésor des régions. Sitio web: http://tresordesregions.mgm.fr/
Se trató de una ruptura mayor en el urbanismo parisino, que tanto había trabajado
por su alineación enfermiza y gálibos homogéneos en los edificios. Las dos principales
operaciones, que ahora comentaremos en detalle, se situaron ambas sobre la rivera
izquierda.
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En primer lugar, debemos hablar de la “Opération Italie 13”. Ésta fue llevada a
cabo entre los años 60 y 70, y transformó notablemente en sur del distrito 13 a base de
la construcción de numerosas torres y altos edificios, donde inscribimos el ejemplo de
las Olympiades.
Por tanto, este barrio, implantado en una altura bien visible desde otra parte de
París, acabó teniendo parte de la responsabilidad sobre la desconfianza de los parisinos
hacia los rascacielos; a pesar de la imagen positiva del barrio chino, instalado en mitad
de las torres, y que salvó la operación Italia 13 en el plano inmobiliario.
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Tour Totem y Hotel Nikko, después Novotel.
Tour Totem.
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Centro nacional de arte y cultura de Geoges-Pompidou.
Sin embargo, la operación París Rive Gauche (rivera izquierda), alrededor del
2000, ilustró otra tendencia, hacia la vuelta de la alineación, la armonía de las alturas y
cierta uniformidad de fachadas, plazas o jardines interiores, conjugados con una
arquitectura contemporánea de pivotes y fachadas de cristal.
Concluimos este apartado con las siguientes imágenes, una prueba que permite
apreciar estos cambios, y a la vez las estructurales similitudes entre el modelo del XIX y
el más reciente.
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El Gran Hotel en el ángulo de la plaza de la Ópera en 1890.
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Hemos visto la historia de la ciudad, desde sus raíces galas y romanas en la isla
del Sena hasta su exponencial crecimiento y estructuración en la época moderna.
Terminamos este análisis con una aproximación a las tendencias que se barajan en
nuestro temprano siglo XXI.
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Plano 13. París en el presente. Fuente: Google Maps.
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AYUNTAMIENTO DE PARÍS, disponible en el siguiente enlace:
http://www.paris.culture.fr/fr/ow_chrono.htm.
GOOGLE MAPS.
GRIMAL, Pierre. Les Villes romaines. PUF, Que sais-je? n° 657, PUF, 1954, 7ª
edición 1990, (ISBN 2130433685), p. 18.
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PANERAI, Philippe. CASTEX, Jean. DEPAULE, Jean-Charles. Formes urbaines,
de l'îlot à la barre. Edición Parenthèses, 1997.
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