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ENTREVISTA | 5/6/2019 6:25:00 PM

"El punto central es la verdad y en eso hay un desacuerdo enorme en el


país": León Valencia

En su nuevo libro, el director de la Fundación Paz y Reconciliación, hace un


recuento de la política de paz del Gobierno de Iván Duque, el posconflicto y se
aventura a hacer predicciones poco esperanzadoras sobre el futuro de su
administración. SEMANA habló con él.

León Valencia habla de su libro El regreso del uribismo.

En su nuevo libro El regreso del uribismo, León Valencia sostiene que al principio
de su gobierno, Duque recibió un país en el que después de haber apagado un
gran incendio quedaron las “brasas”. Dice que esas brasas “podían regarse con
agua o con gasolina”, y que este Gobierno está haciendo lo segundo. Luego de
hacer un recorrido por los contextos y las realidades políticas de los primeros
meses de Duque, el autor deja tres conclusiones sobre los posibles destinos del
presidente.

SEMANA.: El Centro Democrático se sintió los ocho años de gobierno de


Juan Manuel Santos, ¿entonces por qué hablar de El regreso del uribismo?

León Valencia.: El uribismo regresó porque mantuvo cautivo un electorado que


criticaba los acuerdos de paz, logró mantener una estrategia enorme de
polarización y puso a la izquierda en la contra parte con el rostro de Gustavo
Petro. Con eso consiguieron que mucha gente del centro por miedo, terminara
votándoles. Otra razón que nos lleva al regreso del uribismo es el entorno
latinoamericano. Hay un ascenso de fuerzas de derecha populista. Hay un espejo
muy negativo y es lo que está pasando en Venezuela. Ellos aprovecharon esa
circunstancia interna y lo que estaba pasando en la región.

SEMANA.: ¿El uribismo llegó con la misma fuerza que tenía antes de 2009?

L.V.: El uribismo llega en una nueva circunstancia y realidad de país. Es decir, hay
un acuerdo con las Farc y la guerra estaba declinando. Ya no está la cruzada
antiterrorista mundial que durante los años de gobierno del expresidente Uribe
tuvieron tanta fuerza. Duque entendió ese nuevo escenario desde un principio. Él
quería generar una agenda que no fuera la de seguridad únicamente. Lo intentó
los primeros meses pero a los 100 días desde que inició su mandato empezó a
caer en las encuestas.

SEMANA.: ¿La baja popularidad lo llevó a rescatar el discurso del uribismo


del 2009?

L.V.: No pudo armar una coalición de gobierno para dirigir y orientar la agenda
legislativa. Ante ese escenario decidió fugarse hacia atrás y volver a la agenda de
seguridad. Primero se metió de fondo en el tema de Venezuela, interrumpió la
negociación con el ELN y comenzó a presionar el acuerdo de paz. Decidió volver a
una agenda contra el narcotráfico que alimentó con las disidencias y la
narcotización de la agenda con Estados Unidos.

Puede leer: Uribe, ¿en desacuerdo con Duque por los acuerdos con la
Minga?

SEMANA.: Se ha dicho que el gobierno del presidente Duque no tiene una


identidad, pero ¿sí la tiene clara el uribismo como tal?

L.V.: El uribismo en su conjunto ha estado buscando una identidad donde


estuviera la política, el planteamiento de seguridad y de cohesión social. Todo esto
con nuevos ingredientes anclados en la modernización de la agenda como la
Economía Naranja y todo el entorno de las realidades tecnológicas. Sin embargo,
no tuvo tiempo para una agenda nueva, despolarizar el país y buscar un nuevo
discurso. El problema fue que rápidamente comenzó a caer en las encuestas y
decidió buscar refugio en el viejo discurso.

"El uribismo regresó porque mantuvo cautivo un electorado que criticaba los acuerdos
de paz, logró mantener una estrategia enorme de polarización y puso a la izquierda en la
contra parte con el rostro de Gustavo Petro", León Valencia.

SEMANA.: ¿Será sostenible para Iván Duque refugiarse en ese viejo


discurso?

L.V.: En los primeros momentos tuvo alguna eficacia y subió puntos en las
encuestas. Sin embargo, rápidamente volvió a caer. Ahora también hay que tener
en cuenta que en este momento hay un desgaste del enemigo. Ese enemigo
común en el que se basó el expresidente Uribe: Farc, chavismo y Cuba, se ha
disuelto un poco. Primero por la negociación con las Farc. Segundo, por que nadie
tiene alguna consideración con el régimen venezolano. Todo el mundo está en
contra de eso y no hay a quién achacárselo. Todo el mundo le saca el cuerpo.

SEMANA.: En su libro, usted hace bastante énfasis al manejo que el


uribismo actualmente le viene dando a la información, ¿por qué?
L.V.: En ese tema es un error que vienen pagando caro. Cuando uno está en la
oposición puede hacer una pintura mala del país y exagerar todos los defectos
que tiene. Uno en la oposición para adentrarse en el debate político se toma el
café más amargo para llegar con un sabor para destilar ese veneno sobre el
gobernante de turno. Sin embargo, cuando uno está en el gobierno tiene que
apreciar lo que tiene y generar optimismo y esperanza.

SEMANA.: ¿A qué se refiere?

L.V.: El discurso de Ernesto Macías parecía como si estuviera en la oposición.


Fue un discurso sobre un país prácticamente al borde del colapso y eso se alejaba
de la realidad. Cuando estaban en la oposición todo eso puede justificarse pero
ahora que están gobernando está mal. No pueden enviar un mensaje tan
desesperanzador al país. Las palabras en la política son realidad. Casi en ningún
oficio del mundo la realidad son las palabras pero en la política sí. La realidad son
las palabras. Si usted pinta una situación tan oscura, esa oscuridad puede
terminar cubriéndolo a uno. Eso es como tirar una piedra arriba para que le caiga
a uno en la cabeza o los pies.

SEMANA.: ¿Se imaginaba un posconflicto tan violento?

L.V.: Yo tenía esperanza de que podíamos hacer un posconflicto más pacífico, sin
embargo se está pareciendo mucho al centroamericano.

SEMANA.: ¿Cómo medirlo?

L.V.: Hay tres maneras: cuánto disminuye la violencia, las grandes reformas que
se hayan conquistado y la reconciliación.

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Trump

SEMANA.: Explíquese...

L.V.: Lo primero que hay por decir es que la violencia disminuyó en la propia
negociación. Sin embargo, quedaron unos leños prendidos a los que se les
empezó a echar gasolina y ahora tienden a prenderse. Esos leños son las
disidencias, el ELN y Venezuela. Ahora, desafortunadamente las reformas que se
plantearon en La Habana no están en la mira. Ni la agraria ni la política tienen la
fuerza con la que fueron acordadas. Tampoco hay un plan de intervención en los
territorios.

SEMANA.: Y la reconciliación....

L.V.: En ese punto sí que hay diferencias. El punto central es la verdad y en eso
hay un desacuerdo enorme en el país. No más vea, hay un ataque durísimo a las
instituciones encargadas de reconstruir esa verdad: la Jurisdicción Especial de
Paz, la Comisión de la Verdad o la Unidad de Búsqueda de Personas
Desaparecidas. Estamos en una encrucijada de si realmente vamos a avanzar
hacia la reconciliación, los cambios, la disminución estructural de la violencia o si
vamos a mantener una confrontación durante largo tiempo.

"El punto central es la verdad y en eso hay un desacuerdo enorme en el país. No más
vea, hay un ataque durísimo a las instituciones encargadas de reconstruir esa verdad: la
Jurisdicción Especial de Paz, la Comisión de la Verdad o la Unidad de Búsqueda de
Personas Desaparecidas", León Valencia.

SEMANA.: ¿Se podría decir que en parte la falla radica en haber encontrado
una paz despadrinada?

L.V.: Eso influyó pero no fue el único factor. El último gobierno de Juan Manuel
Santos fue en campaña electoral. Él tenía una estrategia clara de negociación
pero no tan clara para el posconflicto. Ahora, hay que decir que lo abandonaron
las fuerzas políticas por el mismo momento que vivía el país. Cambio Radical, por
citar un ejemplo, cambió muchas de las posiciones que habían mostrado. Otra
cosa que no podemos perder de vista es que en muchos posconflicto
normalmente no hay narcotráfico, en el nuestro sí y ese es un elemento clave para
perturbar la transición. Un cuarto factor es que hay fuerzas polítcas con mucho
poder en el país que cuestionan el acuerdo de paz. No hubo una unidad en las
élites políticas frente al tema.

SEMANA.: A pesar del accidentado aterrizaje del acuerdo de paz, ¿cómo ve


el debut del partido de las Farc con el uribismo al mando?

L.V.: Las dos fuerzas que firmaron el acuerdo son las derrotadas electoralmente.
La enorme crisis del proyecto político de las Farc le está quitando un interlocutor
válido y fuerte al posconflicto. La idea de la exguerrilla era hacer un proceso de
reincorporación basado en el campo, el territorio y las zonas donde estaban.
Convertir su liderazgo guerrillero en político. Sin embargo, están viviendo una
profunda división que los deja sin mucha oportunidad para jugar en los territorios.
Ahora, tienen un miembro acusado por narcotráfico y con amenaza de extradición
que viene espantando a mucha gente. Unos todavía se contienen, dicen ellos sin
armas y escondidos. Sin embargo, otros están ya en la disidencia.

SEMANA.: ¿La visión que viene delineando el uribismo alrededor del


acuerdo se concretará mucho más una vez se sepa el futuro del Paisa, Iván
Márquez y Jesús Santrich?

L.V.: Todo este tiempo el tema ha sido Jesús Santrich. La seguridad jurídica en
ese tema ha sido la principal preocupación de muchos, entre ellos Iván Márquez y
el Paisa. Pero no es lo único en lo que se vienen fijando. Con la muerte del
exmiliciano de las Farc en Catatumbo, Márquez en su última carta habla además
de inseguridad física. Así las cosas, la posible extradición de Santrich sería el
detonante para que no solo esta gente salga del limbo: ni con la guerra ni con la
paz y si es el caso se vayan para las disidencias de una vez abierta y
públicamente. Su huida reforzaría la visión política de los sectores del narcotráfico
que se han armado en el país. Entre más se prolongue la decisión de Santrich
más incertidumbre va haber para muchos en las Farc.

Le sugerimos: ¿En qué anda Gustavo Petro?

SEMANA.: En uno de los apartados de su libro hace mención a la falta de


liderazgo en la izquierda pero también en la derecha, ¿por qué?

L.V.: Por ejemplo el líder natural de la oposición es Gustavo Petro. Lo favorecía el


Estatuto de Oposición. Es un hombre con ocho millones de votos que llega al
Senado y su vicepresidenta a la Cámara. Han hecho cosas importantes, se han
unido con otras fuerzas pero tiene muchas dificultades.

SEMANA.: ¿Qué le impide a Petro ser el líder natural de la izquierda?

L.V.: Petro no tiene la habilidad, capacidad y virtud de ser un punto de encuentro


de diversas fuerzas políticas y sociales. Su fortaleza es más la comunicación
directa con el electorado. Su fortaleza es su palabra. Pero trabajar en equipo con
otras fuerzas, tratarlas como igual no ha sido una virtud suya. Él no ha engranado
en el conjunto de las fuerzas. No es un interlocutor importante para el Partido
Verde, la izquierda o los independientes. Al uribismo le sirve tenerlo como
contradictor por todos los miedos que despierta y han hecho de todo para
enfrentarlo. El video donde se ve recibiendo dinero fue una maniobra dura. Eso
fue hecho desde el Centro Democrático. Hace poco sacaron del Congreso a
Ángela María Robledo. Han aminorado su liderazgo que ha pasado en manos de
gente del partido verde.

SEMANA.: ¿El movimiento Defendamos la paz es muestra de ellos?

L.V.: Sí, fue alrededor de un chat que se armó toda una coalición de amplias
fuerzas para defender el acuerdo de paz. ese fue un diálogo espontáneo de
partidos independientes, líderes sociales e intelectuales colombianos. Un chat se
convirtió en el lugar de la oposición en Colombia.

https://www.semana.com/nacion/articulo/leon-valencia-habla-de-su-libro-el-regreso-del-
uribismo/612796

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