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1JUAN 5:12-20

CERTEZAS DE LOS HIJOS DE DIOS


13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis
que tenéis vida eterna. 14 Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos
cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. 15 Y si sabemos que Él nos oye en cualquier
cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho. 16 Si alguno ve a su
hermano cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, pedirá, y por él Dios dará vida a los
que cometen pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que lleva a la muerte; yo no digo
que deba pedir por ése. 17 Toda injusticia es pecado, y hay pecado que no lleva a la muerte. 18
Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que aquel que nació de Dios lo guarda
y el maligno no lo toca. 19 Sabemos que somos de Dios, y que todo el mundo yace bajo el poder
del maligno. 20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de
que conozcamos al que es verdadero; y nosotros estamos en aquel que es verdadero, en su Hijo
Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.

INTRODUCCION
Contexto_
La literatura Juanina se caracteriza por un marcado y claro énfasis en la persona de Jesús, la
naturaleza de Dios, Luz y Amor; la Persona y la Obra de Cristo, el Que era desde el principio, el Hijo
de Dios, el verdadero y perfecto Hombre, el Sacrificio expiatorio, el Dador de la Vida, el Salvador de
mundo, el Abogado ante el Padre; Su Encarnación, Su perfecta humanidad, Su victoria sobre el
pecado y la muerte.
Con este párrafo llega a su fin la carta propiamente dicha. Lo que sigue es más bien una posdata. El
final es la confirmación de las certezas del cristianismo bíblico. “Certeza, el conocimiento seguro y
claro que tenemos sobre la vida cristiana”. Este párrafo es la afirmación de que la esencia de la
vida cristiana son estas certezas. En esta conclusión, Juan repite lo que dijo en toda la carta: lo que
ustedes creen, sepan lo que tienen. Juan se acerca al final de su carta con una afirmación de la
quíntuple certeza cristiana. “Sabemos” (13, 15, 18, 19, 20) — cinco veces repetido enfáticamente,
para reforzar las cinco verdades en cada caso, como asuntos del conocimiento experimental
conjunto de los hermanos. Revisemos estas afirmaciones sucesivas sobre lo que sabemos:

01. LA CERTEZA DE VIDA


“13 para que sepáis que tenéis vida eterna.”.
La seguridad de la vida eterna es la primera certeza abordada por el apóstol.
El apóstol en su primer material escribe para ganar incrédulos (Jn 20:31), en esta carta el propósito
es con los creyentes para que sepan que tenemos vida eterna. La vida eterna, es un asunto
recurrente en los escritos de Juan (1:2; 2:5 “Y ésta es la promesa que él nos ha hecho: la vida
eterna.”; 3:15; 5:11 “Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está
en su Hijo.”)
A. El Conocer A Dios
«Juan 17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo,
a quien has enviado.». El título único Dios verdadero no se encuentra en otra parte de Juan, y aquí
intenta hacer un contraste con los muchos dioses falsos contemporáneos. Es la única ocasión
cuando se registra que Jesús haya usado el título Jesucristo. La palabra para eterna es aiónios.
Quiere decir mucho más que simplemente que no se acaba nunca. Hay solamente Uno a Quien se
puede aplicar adecuadamente aiónios, y es Dios. En el verdadero sentido de la palabra, Dios es el
único que posee y habita la eternidad. La vida eterna no es otra cosa que la vida de Dios mismo. Lo
que se nos promete es que aquí y ahora se nos puede conceder participar de la misma vida de Dios
v20 “Este es el verdadero Dios y la vida eterna”. El término «conocer» refleja un modismo hebreo
de una «relación interna», mucho más que una aceptación intelectual. ( Juan 1:10).

Min. Apostólico Ekklesia Paul Wilbor MB (26/08/15)


02. LA CERTEZA DE LA ORACION
“14 Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a
su voluntad, Él nos oye. 15 Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos,
sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho.”.
La respuesta de Dios a la oración es la segunda certeza.
A. Sabemos: Dios nos oye
Los creyentes deben tener confianza en el libre acceso, en el poder de la fidelidad y el amor de Dios.
B. Sabemos: Dios nos oye y responde según su voluntad
“«14 Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme
a su voluntad, Él nos oye.” La fe inmadura trata de manipular a Dios. Busca caminos cortos y
fórmulas que garanticen una respuesta a cualquier petición. Considera la oración como un arma para
obligar a Dios a cumplir con Sus promesas. Pero la oración verdadera no es un esfuerzo humano por
persuadir a Dios o por forzar Su voluntad. La oración verdadera se funda en buscar y ponernos de
acuerdo con la voluntad de Dios (v. 14). Nosotros pedimos de conformidad con Su voluntad; luego
descansamos en fe, confiados en que Dios nos oye y que lo que le pedimos ya es nuestro (v. 15).
El NT basa esa seguridad: 1) si pedimos y oramos en nombre de Jesús (Jn 14:13-14; 15:16; 16:23-
24); 2) si permanecemos en Cristo y permitimos que sus palabras permanezcan en nosotros (Jn
15:7); 3) si tenemos fe (Mat 21:22; Stg 1:6); 4) y si somos justos en la vida y fervientes en la oración
(1Jn 3:21-22). Aquí Juan dice que debemos pedir conforme a su voluntad, lo cual explícitamente
presenta como la condición fundamental para confiar en la oración.
C. Sabemos: El límite de la oración
“«16 Si alguno ve a su hermano cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, pedirá, y por él
Dios dará vida a los que cometen pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que lleva a la
muerte; yo no digo que deba pedir por ése. 17 Toda injusticia es pecado, y hay pecado que no
lleva a la muerte.” Un ejemplo específico de oración es interceder por un hermano que comete un
pecado que no sea de muerte. Por otro lado, Juan no está recomendando orar por aquellos que
cometen pecado de muerte. Estos son los que, como los falsos maestros, han manifestado el
espíritu del anticristo (2.18) al negar al Padre y al Hijo (2.22, 23). Ellos se revelan como «los hijos
del diablo» (3.10), y pierden el derecho a la vida al rechazar a Cristo (v. 12).

03. LA CERTEZA DE PROTECCION


“18 Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que aquel que nació de Dios lo
guarda y el maligno no lo toca.”. La tercera certeza cristiana, tiene que ver con la victoria del
cristiano sobre dos de sus enemigos: el pecado y el diablo.
A. Sabemos: que vencemos el pecado
En algunas traducciones, leemos así:
RVA 1Jn 5:18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios no sigue pecando; (…).
NVI 1Jn 5:18 Sabemos que el que ha nacido de Dios no está en pecado: (…).
RV 1Jn 5:18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, (…).
Juan enseña que cualquiera cuya vida se caracteriza por no rechazar el pecado no pertenece a la
familia de Dios. La razón de que un cristiano no persista en el pecado es que ha nacido de Dios y el
Señor mismo le guarda, o como pudiera también traducirse, «1Jn 3:6 Todo aquel que permanece
en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 7 Hijitos, nadie os engañe;
el que hace justicia es justo, como él es justo. 8 El que practica el pecado es del diablo; porque
el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo. 9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios
permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.» Como lo expresa Plummer: «Un
hijo de Dios puede que peque, pero su condición normal es resistir al mal.» «Un santo -ha dicho
alguien- no es el que nunca tiene una caída; sino el que, cada vez que cae, se levanta y prosigue su
camino hacia adelante.»
B. Sabemos: que vencemos al maligno
Min. Apostólico Ekklesia Paul Wilbor MB (26/08/15)
(v.18b) “«sino que aquel que nació de Dios lo guarda y el maligno no lo toca.»”. La razón es que
Aquel que fue engendrado de Dios le guarda; es decir, Jesucristo. El maligno, por lo tanto, no le toca.
El Señor Jesús nos guarda, primero orando por nosotros: Comp. Jn 17:15 “no ruego que los quites
del mundo, sino que los guarde del mal”, especialmente entienda el maligno podrá tentar, pero no
tocar. "El cristiano tiene un enemigo activo, pero tiene también un guardián vigilante.»

04. LA CERTEZA DE PROPIEDAD


“19 Sabemos que somos de Dios, y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno.”.
Somos propiedad de Dios, esta es la cuarta certeza. Toda la humanidad está dividida en dos partes
o esferas: el que pertenece a Dios y el que pertenece al maligno. Los creyentes verdaderos
pertenecen a Dios; son de Dios y vienen de Él, para Él y por Él; mientras el resto, de lejos la gran
mayoría, está en el poder del maligno; hacen sus obras y apoyan su causa (3:10).
A. Sabemos: somos de Dios
«“19a Sabemos que somos de Dios, (…)». Juan ha dado pruebas por medio de las cuales los
creyentes pueden saber de quién venimos y de quien somos: Dios. Los creyentes se distinguen de
aquellos que pertenecen al maligno. No hay un lugar intermedio: se es de Dios y se le obedece, o se
vive bajo el dominio de Satanás.
B. Sabemos: el mundo es del maligno
(v.19b) “«y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno.».” El mundo, es la creación del
maligno, este es un sistema ideológico, moral y practico contrario a la cosmovisión bíblica. Satanás
ejerce dominio sobre el mundo como su señor (Jn 12:31; 14:30; 16:11; 2Co 4:4; Efe 2:2, 6, 12).

05. LA CERTEZA DE VERDAD


“20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que
conozcamos al que es verdadero; y nosotros estamos en aquel que es verdadero, en su Hijo
Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna.”.
Y el entendimiento es de tal índole que conocemos al que es verdadero. Y no sólo le conocemos,
sino que estamos en él y explica que eso significa estar en su Hijo Jesucristo. Como ocurre a lo largo
de esta epístola, se ve al Padre y al Hijo en una íntima y estrecha relación. Estar “en” el Padre es
igual a estar “en” el Hijo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. Nuevamente resulta difícil saber
si se refiere al Padre o al Hijo, pero están tan unidos que hay muy poca diferencia. Los hombres de
la antigüedad tenían muchos dioses, pero Juan los considera todos como falsos dioses. Hay un solo
verdadero Dios, y los hombres tienen en él vida eterna.

CONCLUSION
El apóstol, habla de las certezas no como opiniones personales, porque las certezas son inalterables
porque se basan en lo verdadero.
 La duda. Se produce cuando la insuficiencia del conocimiento y confianza en la validez del
mismo es tal que no es posible afirmar. En la duda se da un grado de conocimiento imperfecto
y, consecuentemente, una desconfianza en la validez.
 La opinión. Cuando el grado de conocimiento genera suficiente confianza en su validez como
para poder afirmarlo como verdadero, pero no de forma perfecta. El que opina afirma, sí, pero
no con perfecta confianza en la verdad de la proposición con la que el conocimiento se
manifiesta.

Min. Apostólico Ekklesia Paul Wilbor MB (26/08/15)

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