Respuesta: Hay tres personas en la Divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y
estas tres personas son un solo Dios, las mismas en sustancia, iguales en poder y en gloria. Mateo. 3:16, 17; mateo 28:19; hebreos. 1:3. Estamos ahora frente a lo que se llama el misterio de la Santísima Trinidad, porque es difícil para la humana inteligencia entender cómo Dios siendo UNO, puede, sin embargo, existir en TRES diferentes personas. Sólo la gracia de Dios impartida al corazón del creyente sincero, es capaz de llevado al convencimiento de esta gran verdad que encontramos en la Santa Biblia y que nos sirve para entender mejor el precioso Plan de la Salvación. Estas tres personas son iguales en poder y en gloria por formar las tres un solo Dios. Las cualidades y perfecciones que tiene el Padre, las tiene el Hijo y también el Espíritu Santo; haciendo cada una de estas divinas personas su parte en la redención de los hombres. (1 Juan 5:7). Encontramos las tres personas claramente presentadas en el bautismo de Jesús, (Mateo 3:16-17), y está ordenado adoctrinar y bautizar a los creyentes en el nombre de las mismas tres personas. (Mateo 28: Que el Padre es Dios, se prueba por Juan 1: 18, que el Hijo es Dios, por hebreos. 1:8; y que el Espíritu Santo es Dios, por Hechos 5:3-4. Es interesante estudiar qué parte tiene cada una de las tres personas en la redención de los hombres. El Padre ejercitando su sublime amor que lo compromete a no dejar que sus criaturas se pierdan eternamente. Por su propia y soberana voluntad forma el plan y prepara todo para que éste se desarrolle y cumpla su fin, Juan 3:16); el Hijo, desciende al mundo, se toma un cuerpo humano. Y después de revelar al Padre por medio de sus palabras como por medio de su vida inmaculada muere en la cruz por los pecados de los hombres, ejecutando así el plan preparado por el Padre. (Juan 1:1~4; 1 Juan 1:7.); finalmente, el Espíritu Santo aplica al alma muerta en el pecado, la redención comprada por el Hijo al precio de su propia vida y obrando permanentemente en esa alma, la santifica restableciéndola a la imagen de Dios haciéndola así apta para vivir eternamente en los cielos, completándose así la participación de las tres divinas personas que produce la redención de los hombres. (Romanos. 8:29-30). Por esto toda alabanza Y gloria y honor, sean al Dios Trino y Uno que vive y reina por siempre jamás.