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REVISTA ORDIA PRIMA 8/9 (2009-2010) 149-163

ISSN 1666-7743

No es verdadero ese decir: Helena como personificación del lógos1

Romina Magallanes
Romina De Angelis

“Jamais à ma connaissance elle n’est dite autrement


que parfaite. C’est d’ailleurs pourquoi, à moins de
vouloir avec Isocrate amplifier pour soi le thème de
la beauté, c’est plutôt vite dit: “aux beaux bras”,
“aux beaux cheveux” (...) toutes métonymies du
féminin. C’est précisément en cela qu’Hélène n’est
pas humaine, et que la divine, la fille de Zeus qui
porte l’égide, “terriblement”, ressemble.
Barbara Cassin, Voir Hélène en toute
femme. D’Homère à Lacan.

“La identidad fluctuante de Helena consiste más que


la de nadie en ser dicha. Los lugares y ciudades
multiplican sus historias. El destino de Helena es ser
narrada, condenada y justificada, reinventada y
rehecha”.
Armando Poratti, comentario al Fedro.

1. Introducción

Desde Homero hasta Isócrates (y aún después) la presencia de Helena se repite

en múltiples discursos que tratan sobre discursos2. Aquí nos proponemos una lectura de

1
Este trabajo es un primer avance del proyecto de investigación “El discurso, de la Ciudad a la Ecumene.
Retórica política, panhelenismo y ecumenismo en el siglo III a.C.”, radicado en el Centro de
Investigaciones de la UNR, bajo la dirección del Dr. Armando Poratti. Dicha investigación tiene por
objetivo una reconsideración de la historia de la retórica y, con esto, un replanteo de las nociones de
retórica y filosofía, que emergerían en forma simultánea y complementaria en Platón y serían disputadas
por Isócrates y otros. El contrapunto entre Platón e Isócrates, al frente, además, de sus respectivas
escuelas, es de especial interés ya que creemos inaugura formas hasta allí inéditas del lógos retórico y
filosófico, ligadas a la educación, que decidirán tendencias paidéticas cuya rivalidad se equilibrará a lo
largo de toda la Antigüedad. Creemos que es posible considerar el tratamiento y la personificación de
Helena como un episodio de dicho contrapunto. En este mismo marco de investigación, se encuentra en
preparación un trabajo dedicado a la Helena de Eurípides como “dramatización” de la posición logológica
sofística titulado: “Contraontología y performance discursiva en la Helena de Eurípides”.
2
PORATTI, Armando, traducción y comentario al Fedro aún en prensa dice: “Al comentar este texto
mencionamos las Helenas de Homero, Hesíodo, Estesícoro, Gorgias, Eurípides, Aristófanes, Platón,
Isócrates, Plutarco, Pausanias... y las que podrían agregarse. La identidad fluctuante de Helena consiste
más que la de nadie en ser dicha. Los lugares y ciudades multiplican sus historias. El destino de Helena es
1
tal presencia centrada en el Fedro de Platón (242-243) y en el Encomio de Helena de

Isócrates.

Aspiramos a mostrar que Helena representa en ellos una figura retórica, es decir

un esquema conceptual-poético con fines argumentativo-persuasivos. Figura utilizada,

por un lado, con el propósito de reforzar el tema, ponerlo ante los ojos, al modo en que

lo hace lo que posteriormente se llamó “personificación”, y, tomando este concepto,

entendemos que consiste en la personificación del lógos; por otro lado, con el fin de

hacerla funcionar argumentativa y persuasivamente en el marco de una competencia por

la refundación, instalación y dominio de un “lógos verdadero” para la Hélade. Sin

embargo, esta índole discursiva-retórica de Helena no implica que en la apelación a ella

hecha en las obras citadas se manifieste solo un trato con el lenguaje meramente

estilístico, artificial y ficcional. Helena no es un mero artificio literario. Intentaremos

indicar que detrás de esta faz figurativa-argumentativa de Helena se muestra el lógos

mismo.

Comenzamos entonces con Isócrates y seguiremos con Platón,3 intentando luego

algunas conclusiones que permitan apreciar los puntos de encuentro y divergencia en la

ser narrada, condenada y justificada, reinventada y rehecha hasta que la "verdad" poética de la diosa viene
a substituir en forma escandalosa a la verdad factual, "histórica", de la adúltera”.
3
La relación cronológica entre ambas obras no está claramente establecida. VAN HOOK (Isocrates, vol.
III, William Heinemann y Harvard University Press, Londres y Cambridge, 1954) sostiene que el
Encomio data del 370 AC. MATHIEU y BREMOND (Isócrates, Discours, tomo I, Les Belles Lettres,
París, 1956), en cambio, lo ubican junto a Fedro en 390. En cuanto al Fedro, se lo ha considerado tanto un
diálogo de juventud como de madurez y vejez. Actualmente, en líneas generales, se lo ubica alrededor del
370 AC (GIL, Fedro, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970); HACKFORTH (Plato’s Phaedrus,
Cambridge University Press, Cambridge, 1952); LLEDÓ ÍÑIGO (Fedro, Diálogos III, Gredos, Madrid,
2000); PORATTI (op.cit.); ROWE (Plato: Phaedrus, Aris and Phillips, Wiltshire, 1986) incluso lo ubica
hacia el final de la vida de Platón, 1986, 14). Según KENNEDY (The Art of Persuasion in Greece,
Routledge and Kegan Paul, Londres, 1963) Fedro incorpora una respuesta al Encomio de Helena de
Isócrates, constituyéndose estructuralmente en una imagen inversa que contiene no solamente
reminiscencias de Isócrates, sino también ataques directos a su sistema educativo. COLE (The Origins of
Rethoric in Ancient Greece, The Johns Hopkins University Press, Maryland, 1995), por su parte, es más
escéptico al respecto, al decir que Isócrates obviamente ha influenciado o ha sido influenciado por este
discurso platónico.
2
forma de utilizar la figura de Helena, retórica, ontológica y políticamente, como

articulación de la crítica de los falsos lógoi y la instauración del lógos verdadero.

3. Helena en el Encomio de Helena de Isócrates

En una primera instancia, podemos decir que el objeto del Encomio de Helena

está relacionado, en el aspecto pedagógico, con la construcción de un discurso-modelo

de palinodia; en el aspecto político, por su parte, está interesado en una nueva

configuración de la identidad helénica frente a la amenaza bárbara.

La elección del tema, Helena de Troya, se vincula con tres características que

permiten una identificación retórico-ontológica del ciudadano ateniense4: la popularidad

de la historia de Helena (fundamentada en su tradición); su genealogía (según las

diferentes configuraciones del mito: hermana de Atenea); y la dimensión estética de su

nacimiento (dada por la paternidad de Zeus).

Ahora bien, estos tres elementos que se encuentran desarrollados en el Encomio,

están precedidos por una crítica a las formas previas y contemporáneas de las cuestiones

sofísticas en general y de defensa a Helena, y posteriormente, en los últimos párrafos,

por una prescriptiva que Isócrates abre de por qué Helena debe ser homenajeada. Así,

podemos decir que la primera parte del discurso se ocupa de rechazar los discursos

anteriores, mientras que en la última desarrolla los caracteres remarcables del lógos que

él propone de la mano de Helena. Es precisamente en estas dos secciones del discurso

que centraremos estas líneas, rastreando los términos que marcan la separación y

novedad de este texto.

4
NISHIHIRA, Nanako, “Feminine Sexuality as Force of Law: A Case of Isocrates’ “Helen””,
www.arts.ualberta.ca/cms/nishihira.pdf, 2003.
3
En la primera parte, dice sobre los lógoi que rechazará –explicitando que se trata

de los discursos sofísticos- que: el objeto del que se encargan los sofistas es átopos y

parádokhon, extravagante y paradójico (1, 1-2)5; ocupándose (diatríbo) en discusiones

estériles (perì tàs éridas diatríbontes tàs oudèn mèn opheloúsas, 1) y sin valor para la

vida6, afirman equivocadamente que fortaleza, sabiduría y justicia son lo mismo (andría

kaì sophía kaì dikaiosýne tautón estin, 1), buscan sacarle dinero a los jóvenes

khematízesthai par tôn neotéron, 6) fingen enseñar (paideúein prospoiouménois, 7)

burlan injustamente del lógos (exapatónton kaì mé dikaíos toîs lógois khroménon, 7)

Isócrates sostendrá que es imposible légein y antilégein, decir o contradecir lo

que es mentira, ni tampoco dýo lógo perì tôn autôn pragmáton, ponerse a ambos lados

en una misma cuestión.

En oposición a tales prácticas, Isócrates afirma que es mucho mejor discurrir

sobre cosas útiles que sobre cosas inútiles y distinguirse en las cosas grandes más que

en las pequeñeces (5). El lógos de Isócrates, entonces, tendrá un objeto serio (no será ni

átopon ni parádoxon) y en el que será posible hallar una finalidad útil para los helenos

(no será perì tàs èridas diatríbontes tàs oudèn mèn opheoúsas). Buscará y seguirá la

verdad (tèn alétheian diókein, 4) e instruirá en aquellas actividades que hacen a la vida

5
Las traducciones al castellano son propias. El texto griego utilizado. La edición de la que tomamos la
numeración de los parágrafos es la bilingüe griego-francés de MATHIEU - BRÈMOND. Las versiones
inglesas consultadas son la de VAN HOOK, NORLIN (Isocrates, Harvard University Press-William
Heinemann Ltd., MA-Londres, 1980) y la editada por GAGARIN (Isocrates I, Texas University Press,
Texas, 2000, trad. inglesa de D. Mirhady y Yun Lee Too)..
6
W. Jaeger apuntaba que la repetida calificación desdeñosa de “discutidores” y “erísticos” que Isócrates
expresaba en varios lugares respecto de los “socráticos” está en el centro de la disputa con Platón, quien,
por su parte, se encargaba de aclararlo: “Fue según lo más probable confusión de su dialéctica con la
erística, con que nos encontramos en la polémica de Isócrates como criterio firme, lo que movió a Platón
a trazar, en el Eutidemo, una nítida línea divisoria entre Sócrates y los rábula erísticos. En República 499ª
se queja también de que nadie conozca al verdadero filósofo y procura ponerlo a salvo de la confusión
con el simple polemista. Aquí pinta al filósofo como el hombre que no encuntra gusto en debates y
polémicas oratorios ingeniosos, pero carentes de un fin y que busca “el conocimiento por el conocimiento
mismo” (Paideia, FCE, México, 1993, p. 842).
4
política (perì tàs práxeis en haîs politeuómetha, 5). Por lo tanto, hablar de Helena,

tenerla como objeto y figura, implicará dotar al lógos de estos rasgos definitorios para

Isócrates legítimos: seriedad, verdad, enseñanza política.

En el desarrollo del discurso, como sostiene Papillon, Isócrates describe la vida

de Helena, siguiendo de algún modo la argumentación que Gorgias desarrolló en su

Encomio7 en cuanto a su caracterización (destino, fuerza, persuasión y amor), pero no

del modo judicial en que lo hiciera éste, sino de un modo unificado, con el método que

luego será característico del discurso epidíctico: parentesco (16-7), juventud (18-38),

adultez (39-60), muerte y afterlife8 (60-7) e influencia (68-9).

Sin embargo, Isócrates se separa de Gorgias en un sentido mucho más fuerte. En

una clara referencia al Encomio de Helena de este último (14), critica a quien, diciendo

que escribía un elogio (egkómion), lo que escribió fue su apología (apologían), su

alegato de defensa de su conducta.9 La separación más radical, según Isócrates, se

encuentra en el objeto: Gorgias escribe el Encomio como un “pasatiempo” (paígnion)10.

Isócrates, en cambio, al igual que Platón, habla de Helena porque ese decir legitima un

nuevo discurso.11

7
Tenemos en cuenta la traducción de TAPIA ZÚÑIGA, Pedro, op. cit. y también la de PIQUÉ
ANGORDANS, A., Sofistas. Testimonios y fragmentos, Bruguera, Barcelona, 1985.
8
Hemos optado por dejar el original en inglés ya que creemos que es más claro que las formas castellanas
(vida después de la muerte, ultratumba, más allá) y en todo caso nos permite la vaguedad de lo que sea
que esto designe (PAPILLON, Terry, “The identity of Gorgias in Isocrates’ Helen”,
http://scholar.lib.vt.edu, 1997). Cf. también para la referencia de Isócrates a Gorgias JAEGER, Paideia,
op. cit., p. 942 n121. Del mismo modo, CASSIN (2008), pp. 119.20 passim.
9
VAN HOOK, op.cit. p. 54.
10
Cf. nota 7.
11
El Encomio de Helena de Gorgias, se inscribiría, no obstante, en la disputa por el lógos que este trabajo
intenta poner de relieve en los textos de Isócrates y Platón. En efecto, Isócrates lo menciona y resalta su
diferencia respecto a él, como asimismo, lo hará Platón. Ambos, creemos, en su propósito de distinguirse
de Gorgias, sin embargo, parecen adherir al poder del lógos que él postula tal como lo entiende B.
CASSIN en El efecto sofístico. La autora encuentra en el Encomio de Helena de Gorgias, principalmente
a partir de 9, 13 y 14, una relación entre el ser y el decir distinta de la copertenencia parmenídea y de la
significación aristotélica. Esta relación es la que acontece cuando al decir no se trata de significar, de
señalar y expresar algo, algo siempre previo a ese decir que se subordina a lo dicho; cuando el decir no se
5
Hay dos lógoi que tratan de Helena con los que Isócrates se identifica. Uno es el

de Estesícoro, el poeta que compuso una oda, en primera instancia, blasfemando a

Helena (blasphémesén ti perì autes, 64) y por esto quedó ciego. Al comprender esa

causa, cantó su palinodia y recuperó la vista.12 Este gesto de reparación, lo veremos más

adelante recreado por Sócrates en Fedro: Estesícoro, Isócrates y Platón se encuentran.

Sus opiniones difieren, sin embargo, respecto de la valoración del relato de Homero.

Isócrates, por un lado, sostenía la versión de los homéridas por la que aseguraban que

Helena se apareció una noche a Homero pidiéndole que escribiese sobre los héroes de

Troya tal como lo hizo (65-66). Platón, por el contrario, dirá que Homero la difamó

(243a-b).

Finalmente Isócrates, antes de prescribir su lógos a partir de Helena, insta a los

filósofos (philosófous, 66) que reconozcan su poder y digan algo en su honor.

Introduce así el verdadero discurso, lo que hay que decir sobre Helena:

 por ella los griegos no son esclavos de los bárbaros (mè douleúein

…toîs barbárois, 67);

 por ella los griegos se unieron en una expedición conjunta contra

los bárbaros (autèn homonoésantas kaì koinèn strateían epí toùs barbárous, 67);

subsume al ser sino lo contrario. Esto es lo que Gorgias pondría de manifiesto cuando deja entrever que el
poema es “una performance discursiva: lejos de estar encargado de decir una donación originaria, algún
“es” o “hay”, produce realmente su objeto, aun en la sintaxis de sus frases y por ella” (CASSIN 2008,
19). De manera que el ser no es develado por la palabra, como afirmaría la ontología, sino creado por el
discurso, “efecto” suyo. CASSIN propone denominar logología, un término que toma de Novalis, a “esta
insistencia en la autonomía performativa del lenguaje y en el efecto mundo producido por él” (ib.). Esto
quedaría subrayado cuando se equipara lógos a poíesis y al phármakon. PORATTI señala cómo en esta
operación no se trata de atribuir a la poesía la índole del lógos sino a la inversa, atribuir al lógos los
poderes del lógos poético. “Puede parecer que la creación poética se diferencia de otros usos del lenguaje
en que es un juego gratuito, en el que es sabio, placentero y sin consecuencias dejarse engañar y seducir.
Esa gratuidad se debería a que la poesía se desconecta del poder. Esto es equivocado, y esquiva
justamente lo terrible del mensaje de Gorgias. El lenguaje poético es modelo de todo lenguaje. El poder
mismo es de índole poética, y con el lenguaje se puede hacer mundo” (PORATTI, en prensa). Lo mismo
acontece en la Helena de Eurípides. En efecto, como se indicó en nota 1, CASSIN afirma que dicha
tragedia “dramatiza” a Gorgias, a la posición contraontológica del lógos.
12
BETTINI, Maurizio y BRILLANTE, Carlo, El mito de Helena. Imágenes y relatos de Grecia a
nuestros días, Akal, Madrid, 2008 (trad. castellana de F. Díez Platas); cf. pp. 5-23.
6
 por ella Europa logró por primera vez una victoria sobre Asia

(prôton tèn Európen tês Asías trópaion stésasan, 67)

 Y, por último, grandes ciudades y extensos territorios fueron

tomados de bárbaros hóste kaì póleis megálas kaì khóran pollèn aphelésthai tôn

barbáron, 68-69).

En esta parte de su Encomio, deja ya de lado los elementos personales, casi

íntimos de la situación vivida por Helena (si fue persuadida por un discurso, si Eros la

sedujo y le ordenó irse con Paris, etc.), para entrar plenamente a tratar las cuestiones

políticas, motivación central del discurso isocrático13.

Esta nueva escena que traza sobre la cuestión de Helena presenta las

características que Isócrates desea para la Atenas que sufre desde hace tiempo un

derrumbe imparable: dejar de lado los problemas, superar las diferencias que estaban

teniendo los griegos para que prevalecieran aquéllos valores éticos, morales y políticos

que intenta rescatar. Esta unidad fue una vez lograda a causa de Helena. Y así como lo

hicieran por Helena, Isócrates aspira a la formación de un ejército común para pelear

con los bárbaros, obtener una “nueva victoria” y ganar/recuperar su territorio, como la

siempre conflictiva Asia Menor.

Helena operaría aquí como “la raptada” por los discursos no propios ni

verdaderos: ajenos a la problemática de la Hélade, y como aquélla a quien el lógos de

Isócrates, sí propio y verdadero, viene a “rescatar”. Helena operaría, entonces, en el

doble juego de personificación y cosa misma. Es este nuevo lógos el que debe decirse.

13
Cf. KENNEDY, G. “Isócrates’ Escomium of Helen: A Panhellenic Document”. TAPA 89, 1958, pp 77-
83, quien sostiene que el propósito del Encomio es político como el del Panegírico: promover la unidad
de Grecia, con el liderazgo de Atenas, para enfrentar a Persia. Para una interpretación contraria cf.
HEILBRUNN, G. “The Composition of Isocrates’ Helen”, Transactions of he American Philological
Association (1974-), vol. 107 (1977), pp. 147-59.
7
4. Helena en el Fedro de Platón

La referencia a Helena en Fedro, siendo breve, es de singular importancia14.

Luego del encuentro entre Sócrates y Fedro, y de la lectura del discurso de Lisias que

Fedro trae consigo, una pregunta de éste da lugar a la argumentación que seguirá en

torno al lógos. La pregunta es “¿Crees que haya otro en la Hélade capaz de decir cosas

más importantes?”15. Sócrates dará un primer paso en la respuesta pronunciando un

primer discurso que, como el de Lisias, tendrá por tema a Eros. Al finalizarlo se inquieta

y decide partir de ese sitio bajo el plátano donde se encontraban recostados. Pero la

señal divina, lo daimónico, le impide esta partida advirtiéndole que no puede irse sin

remediar algo que ha hecho mal. Esto es, ha faltado contra lo divino al pronunciar ese

discurso. Aquí, entonces, se abre la argumentación, que cruzará el diálogo de principio a

fin, sobre los lógoi a los que hay que dar la espalda, y el lógos hacia el cual deben

tornarse, por lo menos quienes quieran decir y escribir bien. En este giro aparece la

referencia a Helena. Habrá que recuperar a Eros que es un dios -tema de los dos

discursos pronunciados- de un tipo de discurso, ejemplificado con el de Lisias y el

primero de Sócrates, que no lo dicen en cuanto tal, como no la dijeron a Helena en

cuanto tal, y así como Helena fue rescatada por Estesícoro, Sócrates rescatará a Eros en

su segundo discurso.

Este gesto de rescate de Helena creemos que tiene especial importancia, ya que

es un punto donde coinciden tanto Isócrates como Platón, y el punto de inflexión y

14
Cf. PORATTI, Armando, op.cit.
15
234.e.1-2. Seguimos la traducción al castellano de Luis GIL FERNANDEZ, Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1970, y tenemos presente también la de Armando Poratti, op. cit. Las citas griegas
pertenecen a la fuente informática T.L.G. que corresponde a Platonis Opera. Recognovit brevique
adnotatione critica instruxit Ioannes BURNET. Tomus II. Scrip. Class. Bibl. Ox., Oxonii, e typographeo
Clarendoniano (Oxford Classical Texts), 1901, reprs.
8
articulación de las formas de expresión de los discursos, a la vez que ambos remarcan la

referencia a Estesícoro.

Estos discursos –tanto el segundo de Estesícoro como el segundo de Sócrates-

ejemplifican el tipo de discurso que Platón defenderá como legítimo. En cambio, los dos

primeros–el de Lisias y el primero de Sócrates-, serán los ejemplares del lógos mal

dicho y escrito. En estos parágrafos en torno a Helena se dice que este lógos es “hábil y

terrible” (deinós 242d 4)16, “necio” e “impío” (Euéthes, asebes 242d 7). Dicho lógos

encanta, “droga” a quienes lo escuchan o leen -como le ocurrió a Sócrates que fue

hechizado, narcotizado (pharmakeutheís 242e 1)17, y este encantamiento conduce a

producir discursos similares, como condujo a Sócrates a componer uno bajo los efectos

del lógos de Lisias leído por Fedro.

Asimismo, es dicho por “hombrecillos” (antropískoi, 243a1), para “engañar”

(exapateîn 243a2) , “vanagloriarse” (semnýnesthai, 243a 1), y “gozar de buena fama

entre ellos” (eudokimeîn, 243a2).

Tales anthropískoi se aclara luego son los “marineros” (naútai 243c 7), no el

hombre “noble y dulce” (yennádas kaì prâos 243c 3), que no se encuentra en esos

lugares donde Fedro y Sócrates están, en la afueras del ásty, del centro urbano, y que si

los oyeran los creerían también a ellos “criados” (tethramménon 243c 7) entre

marineros, y por esto desconocedores del éros eleútheron (243c 8), el amor en libertad.

Estas referencias, como señala A. Poratti, son un signo político importante. La actividad

16
242.d.4: deinón, se repite dos veces y una tercera en el superlativo deinóteros en 242.d.7 ”el más
terrible”. Esta característica es adjudicada en varios pasajes del diálogo a Lisias, por ejemplo en 228.a.1-2
deinótatos ón tôn nûn gráphein y a los discursos de los grafólogos en general en 229d4: deinoû kaì
epipònou kaì ou pánu eutykhoûs andrós.
17
Cf. Nota 2. Katapharmakeuthéntos 242.e.1, el término phármakon aparece en 230d y 274e-275, y
pharmakeía en 229.c.8.
9
naval alude al corazón de la democracia imperialista ateniense portadora de este lógos18

que Platón se propone combatir.

Por lo demás, este lógos no solamente ofende a dichos hombres del ásty sino que

constituye una falta (hamartía 242d 2) a los dioses, en este caso específicamente a Eros

(242e 4).

Además, es desvergonzado (anaidés 243c1), no dice nada sano, sensato (hugiès)

ni verdadero (alethès 242e 5 - 243a 1), sino que es difamación (kakegoría 243b 5), es una

tontería exquisita (euétheia asteía 242e 5), y deja un gusto salobre en la boca (halmyrós

243d 4).

¿Cuáles son los destinatarios de esta crítica? Helena aparece para dar contenido

y horizonte a la argumentación. Primero presenta a los oponentes: unos, los que la

raptaron con malos lógoi, la difamaron, como en los discursos de Lisias y Sócrates se

mancilló a Eros; y otros, los que vienen a rescatarla con los buenos, por lo pronto,

Sócrates19. Entonces, en primer lugar los destinatarios son Lisias y los grafólogos en

general. A lo largo del diálogo se amplían las caracterizaciones sobre ellos insinuadas

en estos parágrafos en torno a Helena: son los que componen discursos ya sean

privados, judiciales, o poéticos; los que poseen una sabiduría rústica (agroíko sophía

229e 3), y con ella enderezan en su aspecto a hipocentauros y quimeras haciéndolos

verosímiles faltando a la mitología; los que manipulan, difaman, no dicen la verdad; los

que, como Homero, llegan a las puertas de la poesía sin la locura de las musas,

convencidos de que la técnica basta para hacer al poeta (245a 5-7); los que no definen el

tema, no estructuran el discurso con criterios sino que arrojan frases en desorden (264b-

18
Cf. PORATTI, Armando, op cit.
19
Los desafiará en 245 b “que se lleve el premio de la victoria”.
10
c), solo atienden a los “refinamientos del arte” (tà kompsà tês tékhnes 266d 9), y a las

verosimilitudes (tà eikòta 267a 7); los que basan su saber, que es una apariencia de

sabiduría, en la confianza en la escritura, sin discutir cara a cara lo dicho (275e); y,

como recapitula en 278-9: a todo poeta, componedor de discursos o redactor de leyes,

que escribió discursos volviéndolos de arriba abajo, pegando y cortando unas cosas con

otras.

Entre estas críticas es posible ver lo que Platón mismo llama entre los

refinamientos retóricos, una “alusión encubierta” (hypodélosín 267a 3) a Gorgias y a su

Encomio. Más abajo, lo nombra directamente como promotor de las verosimilitudes, tà

eikóta, por sobre las verdades, tôn alethôn (267a 7) y precisamente en los parágrafos en

torno a Helena, la alusión es reforzada por la referencia al phármakon. Con Gorgias,

tenemos otro eslabón en esta tradición de la evocación de Helena en el marco de una

lucha por el lógos. Gorgias también había afirmado en su Encomio de Helena que ésta

había sido difamada, y asimismo había apelado a ella para abolir falsos discursos, es

decir, otros discursos, y proponer el suyo del lógos phármakon. Éste, afirmaba, hechiza

el alma, persuade y transporta, la coacciona como quiere, la lleva a cumplir sus dictados

y a consentir en los hechos (9). Helena, dice, entre otras opciones, fue hechizada por tal

phármakon (14)20. Tal Encomio -que aparece encubierto en el diálogo- es el que

ejemplifican el discurso de Lisias y el primero de Sócrates, quien ha caído como Helena

en el phármakon y ha pronunciado un discurso bajo ese efecto hipnotizador que no dice

20
Tenemos en cuenta la traducción de TAPIA ZÚÑIGA, Pedro, op. cit. y también la de PIQUÉ
ANGORDANS, A., Sofistas. Testimonios y fragmentos, Bruguera, Barcelona, 1985.
11
nada sensato ni verdadero21, como sí deberá decir el lógos que viene a postular y que

también llegará de la mano de Helena.

Hasta aquí, entonces, los lógoi a vencer son: el de Gorgias, el de los grafólogos,

Lisias uno de ellos22, que faltan a la mitología, en este caso denigrando a Eros como

nósos siendo un theós 23.

Pero hay otro lógos que aparece en la misma línea de lo que faltan, que es el de

Homero. Aquí Homero aparece como un difamador de Helena que, además, no

comprendió que esa difamación fue la causa de su ceguera (243a-b). De su lógos

difamador vino a rescatarla Estesícoro que, como Sócrates en su primer discurso,

también había faltado contra la verdad de Helena y quedado ciego, pero luego, como

asimismo Sócrates, comprendió la causa, la difamación, la kakegoría, y al abandonar

ese tipo de discurso y tornarse hacia el verdadero, compuso otro, y recuperó la vista.

A partir de aquí, de esta referencia a Helena, entonces, se abrirá la

argumentación en torno al lógos mejor, al decir y escribir bien que se irá profundizando,

junto con la idea de paideía y psykhagogía que planteará Platón, anclado en una

metafísica erótica, que se desarrollará en el segundo discurso de Sócrates. Helena es el

giro. Hasta aquí, en los dos primeros discursos dichos -y en Homero y Gorgias- donde

es difamada, raptada y hechizada, Helena mostraría una faz humana, y estaría del lado

del discurso persuasivo compuesto por hombres no inspirados sino manipuladores de

los recursos retóricos para persuadir, y que finalmente está dirigido a hombres24. Pero

en el lógos que viene a rescatarla, el segundo discurso de Sócrates, que rescata con ella

21
PORATTI, Armando, op cit., dice: “Fedro, portador del lógos de Lisias y padre de discursos, ha
"drogado" a Sócrates. El lógos pone a Sócrates en el lugar de Helena, en el lugar del erómenos seducido”.
22
“el más hábil (deinón) de los escritores actuales” 228.a.1-2.
23
Antes, 229, enderezando el aspecto de atopíai.
24
Recordemos la cita de Íbico en 242.c.8-d.2: “Como dice Íbico me inquietaba que, `cometiendo una falta
contra los dioses, recibiera honores de los hombres´”: amblakòn timàn pròs anthrópon ameípso. nyn
d´ésthemai tò hamártema.
12
a Eros, Helena es una diosa, muestra una faz divina, la que vio Estesícoro, y aquí

entonces estaría del lado del discurso inspirado, no manipulador y hechizador, ella

misma inspira, causa ese decir nuevo que, además, no estará dirigido a hombres sino a

dioses. Y estas son justamente las características que diferencian el lógos que robó a

Helena del que la rescata: el bien dicho y escrito que propone Platón de su mano, un

lógos que reúne varias dimensiones:

 el diálogo erótico anamnésico, donde el maestro y el discípulo,

recuerdan, dialogando, la visión de las ideas (247d, 249b 7);

 la dialéctica, proceso de división y reunión donde se investiga y

conoce la phýsis de las cosas (271b-d), conocimiento fundado en la captación de

la anámnesis;

 la poética argumentativa, la utilización de los recursos poéticos

retóricos, (tà kompsà tês tékhnes 266d) en la composición de un discurso que

sea tanto una transcripción del conocimiento verdadero (277e) como una

adecuación a los tipos de alma hacia los cuales sea dirigido (271d);

 la psykhagogía método pedagógico - persuasivo para guiar almas por medio de

este lógos, hacia la verdad (261a-b, 271d);

 y la presencia divina tanto en la inspiración (el recuerdo de la vida entre visiones

con los dioses), como en la finalidad del lógos (agradar a los dioses).

Helena, entonces, deja de ser solamente una “figura retórica” utilizada,

manipulada por discursos falsos, discursos que no se llevan el premio de la victoria en

la competencia por el alma de la Hélade. Platón re-toma la figura de Helena y la rescata

de esa índole, restituyéndola a otro lógos, su lógos.

5. Conclusiones
13
En vistas a lo dicho, creemos que lo que se juega en los presentes discursos por

intermedio de Helena es la lucha por el discurso mismo. Isócrates y Platón, enfrentan

discursos tradicionales y postulan los suyos apelando a Helena como a lo propio que se

recupera en una lucha. Pero la lucha es por el lógos. El encomio de Helena aparece,

entonces, como lugar de disputa discursiva y, creemos que tales referencias manifiestan

reactualizaciones de los gestos épicos y fundantes característicos: rapto, guerra, rescate.

En efecto, Helena, es la raptada y recuperada por los discursos que se disputan la

identidad y la paideia de la helenidad.

Helena, que no habla, es hablada por aquello que habla por excelencia; el lógos.

Éste parece elegirla cuando se juega en su índole frente a otros. El lógos se personifica

en Helena cuando pretende su refundación.

Helena, entonces, desde esta perspectiva propuesta, reedita una batalla

discursiva (que reactualiza en la memoria griega la guerra que, también a través de

discursos -fundamentales si los hay, como la Ilíada y la Odisea- fue postulada como la

génesis de su identidad cultural, política y territorial) en cuyo proceso se lucha por el

dominio de un tipo de discurso que implicará, cada vez, una nueva dimensión y un

nuevo rumbo de la identidad helénica.

Helena-mujer y Helena-palabra25 dicen siempre algo distinto, algo nuevo,

revertir el orden previo, instituir otro.

Helena-mujer y Helena-palabra dicen, para Isócrates, una nueva constitución de

los helenos (y principalmente del ateniense) en cuanto a la grandeza de su origen, a la

dimensión estética de su ser, a los honores de su historia, a la valentía de sus guerreros,

y muy especialmente, la necesidad de superar las luchas intestinas (con la supremacía de

25
CASSIN, Barbara, Voir Hélène en toute femme, Empécheurs, s.l., 2000.
14
Atenas) frente a la amenaza “bárbara”, en una nueva configuración de la identidad

helénica26.

Helena-mujer y Helena-palabra dicen, asimismo para Platón, una nueva

configuración identitaria para la Hélade, pero a diferencia de Isócrates, basada en una

metafísica27: en la reunión del fundamento de lo real -la idea-, la captación gnoseológica

de ese fundamento -en la anámnesis erótica y la dialéctica- y el decir de ambos –oral y

escrito - paidético y psicagógico que guía las almas de la Hélade hacia esa verdad

fundamental que está más allá, único soporte posible para la praxis política.

26
Se dice que Isócrates se dejó morir de tristeza al enterarse del resultado de la batalla de Queronea.
27
Y este es el aspecto en el que ambos se dividen. Hacia el final del diálogo (278.e.8-279.b.3) aparece
explícitamente el nombre de Isócrates. Isócrates, se dice, es casi un “filósofo”; sus recursos no están en
plano retórico de los hechizadores y difamadores, que faltan a los dioses y a la verdad sino que tiene dotes
naturales, un carácter noble, y quizás un impulso divino lo conduzca hacia algo mayor. Este es el
“impulso divino” que a Isócrates le falta y por lo cual es “casi” un filósofo. Al respecto A. Poratti apunta:
“Isócrates recoge del mundo del siglo V una doble herencia: por un lado, la confianza en el poder
persuasivo de la palabra y en la capacidad de la palabra pública para guiar la acción. Por otro, una
concepción de la verdad basada en los éndoxa, en la opinión, por detrás de la cual no se puede ir. Pero
Isócrates elude el problema del fundamento”. Op.cit.
15
6. Bibliografía

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