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primera edición: 2012

Escrito por: Erika Irusta Rodríguez

Diseño e ilustraciones: Gema Rubio Sánchez

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Licencia: Creative Commons

Está obra está sujeta a la licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada
3.0 Unported de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite:
 ÍNDICE
Sobre mí ................................................................................................................. 5
Prólogo .................................................................................................................... 8
01. Mi madre y yo ......................................................................................................... 10
02. La mujer que soy .................................................................................................. 15
03. Cómo me cuido durante mi menstruación ............................................... 21
04. La fuerza de nuestras cicatrices .................................................................... 29
05. Nosotras, las mujeres, y nuestra relación con el dinero ..................... 34
06. Nosotras, las que somos como somos ........................................................ 42
07. Re�lexionando sobre la no-maternidad ..................................................... 49
08. Romperse o cómo nadar hacia las profundidades ............................... 56
09. Emprendiendo en femenino ........................................................................... 61
10. Los hombres magní�icos ................................................................................... 68
11. Cómo acompañar a las niñas y a las adolescentes
en su menstruación ............................................................................................ 76
12. La �ierecilla indomable ..................................................................................... 82
Diagrama Lunar ................................................................................................ 91
Agradecimientos .............................................................................................. 93
SOBRE MÍ

5

Mi nombre es Erika Irusta Rodríguez.
Nacida y criada en Euskal Herria. Vivo feliz
cual perdiz, desde hace 5 años, en Catalun-
ya.
Soy una mujer que, hasta hace 4 años, no
tuvo conciencia de vivir en un cuerpo de
mujer. Puede sonar “raro”, pero siempre
viví mi condición de mujer como un lastre
y estuve muy desconectada de las necesi-
dades especí�icas de mi cuerpo. Lo sentía
inútil y torpe, incapaz de ajustarse a las
demandas de mi trabajo y vida social.
“mi compromiso es
el de acompañar a
aquellas aventure-
ras que deseen
recorrer el viaje mas
apasionante de la
vida de una mujer”
Así como mantenía una relación negativa
con mi cuerpo, también llevaba la misma
relación con la mayoría de las mujeres de
mi entorno. No soportaba la diferencia de
ser mujer en una sociedad en la que sólo
los hombres tenían éxito. Por mucho que
me esforzase siempre quedaba la segunda
y, si conseguía superarlo, era a base de
muchos dolores y angustias.
Fueron mi formación como doula -mujer
que acompaña a otra mujer en las etapas
de la maternidad- y el uso de la copa
menstrual los detonantes para comenzar a
habitar sin complejos mi cuerpo de mujer.
La pérdida del bebé que esperaba me
ayudó a conectar con mi menstruación y
6
Sobre mí - el camino rubí
gracias a escuchar mi cuerpo y a investi-
gar, fui creando talleres y material especí-
�ico -desde mi saber de pedagoga
(Universidad de Deusto)- para garantizar
que toda mujer que, desee conocerse y
gozarse sin culpa ni complejos, pueda
hacerlo.
Más adelante, investigando sobre mi
cuerpo y en relación con otras mujeres
(grandes maestras), supe que la relación
con mi madre y con las mujeres de mi
familia tenía más in�luencia sobre mi
salud de la que creía. Comencé así, a
caminar hacia mi origen, hacia mi madre,
para poder conectar con la niña que fui y
la mujer que realmente soy.
De entre tantas formaciones, especial-
mente la de la misma vida, destaco la
formación del Máster de Estudios de la
Libertad Femenina del Centro de Investi-
gación Duoda (Universidad de Barcelona)
ya que ha sido una fuente inagotable de
re�lexiones en torno a la excelencia
femenina, la relación con la madre y la
diferencia sexual en mi cuerpo-vida de
mujer. Sin duda proyectos como éste
marcan la diferencia dentro de la propia
Academia.
Soy una eterna peregrina en el Camino. Mi
compromiso es el de acompañar a
aquellas aventureras que deseen recorrer
el viaje más apasionante de la vida de una
mujer. Este Camino es una espiral de
úteros que nos lleva al centro de nuestra
sabiduría.
“fui creando talleres
para garantizar que
toda mujer que
desee conocerse y
gozarse sin culpa ni
complejos, pueda
hacerlo”
PRÓLOGO
En tus manos, mis palabras. Pedacitos de
mí en secuencias múltiples con el único
deseo de compartirse y germinar. Algunas
me conocéis más. Otras menos y algunas
nada de nada. Lo que seguro que sí
conocéis es la sensación de querer
trascender, llegar a más personas para
que algo ocurra. Ese algo no lo puedo
manejar. Ese algo es tuyo. Es el fruto de la
relación entre lo que nace de mí y llega a
ti, a través de tus pupilas. Por ese algo
indeterminado, gracias. Porque hacerle un
hueco e invitarle a comer es un acto de
amor.
8
Lo que aquí encontrarás es la recopilación
de todos los boletines editados y revisa-
dos más dos artículos inéditos. Atendien-
do al deseo de muchas (y al mío propio)
pensé en crear este coleccionable 2012.
Tuve muchas ideas pero hubo una que me
pintó una enorme sonrisa y fue la de
pedirle a la diseñadora grá�ica Gema
Rubio Sánchez-Fresneda su colaboración.
Más que eso, le pedí que fuera la
co-madre (la otra madre) de esta criatura
que ahora te pertenece. De este modo
cumplí con la clave fundamental para que
un libro sea bueno-bueno: que tenga
dibujos.
Ahora bien, te aclaro que no es ni una
novela ni un ensayo. Es una colección de
cartas escritas a lo largo de este año con
formato de libro (y la intención de ser
anual). Esto es muy signi�icativo porque
verás que el hilo que las une va viviendo
altibajos. Tiene su propia cadencia en
función de las emociones, pensamientos
y vivencias de cada uno de estos meses.
Son palabras vivas, como el torrente de
un río, con lo que podrás sentir las
diferencias de terreno en función de mis
avances y retrocesos (se publican en el
orden cronológico en el que fueron
enviadas). La revisión se ha hecho para
mimar el detalle y aclarar algunos puntos
que llevaban a confusión o que no
estaban expresados cómo realmente
quería.
9
También se incluyen dos textos, hasta la
fecha, no editados. Cómo acompañar a las
niñas y a las adolescentes en su menstrua-
ción, que ha sido el soporte para las
madres que venían con sus hijas adoles-
centes a las charlas-encuentros sobre la
primera regla y La �ierecilla indomable que
está escrito en exclusiva para esta edición.
Como ves hemos hecho un trabajo creativo
intenso y profundo pero, como seguro
sospechas, no nos hemos quedado ahí. A
Gema y a mí no se nos podía escapar la
oportunidad de diseñar un diagrama lunar
e incluirlo en este recopilatorio. Diagramas
lunares hay muchos pero este es nuestro
bebé lunar. Así que, además de sugerentes
textos y preciosos dibujos, tienes la
herramienta tótem para conocer a las
cuatro súper mujeres que habitan en ti. Te
gusta ¿Verdad? A nosotras nos maravilla.
Si te parece, yo me quedo aquí. Te espero
al �inal del libro, en la página de los
agradecimientos, donde sin duda alguna,
�igura tu nombre en letras doradas.
Con Amor, Gozo y Revolución.
Erika Irusta Rodríguez
Día 21 de mi ciclo: fase premenstrual
En Sant Cugat del Vallès a
5 de diciembre de 2012
 01
mi
madre
y yo

10

Estoy sentada frente a mi ordenador,
las piernas cruzadas, observando cómo
las teclas siguen el ritmo de la canción.
Escucho “Don’t” de Elvis Presley. Es una
canción de amor, una dulce canción de
ésas de película. De momentos de idilio
en los que la chica mira embobada la
cara de su amor y con un suspiro, más o
menos “cursi” le abraza fuertemente.
Así, llego a mi madre, mujer que, en
toda su adolescencia, amó con devo-
ción a Elvis y que se soñó abrazada a él,
mirándole con esos preciosos luceros
azul cielo, suspirando por su calor. Mi
madre, entonces, con 14 años era una
jovencita que no sabía que sería madre
mía. No tenía ni idea de que 6 años más
tarde, nuestros cuerpos se encontra-
rían.
“Mi madre, enton-
ces, no tenía ni idea
de que seis años
más tarde nuestros
cuerpos se encon-
trarían”
Allí estaba ella, bailando en su fantasía.
Aquí estoy yo, creando recuerdos que,
aún ajenos, me pertenecen por ser
parte de su cuerpo. Recuerdos que me
permiten llegar a ella de una manera
pura. A través de esta recreación veo a
mi madre como fue antes de ser mi
madre y logro identi�icarme con la
adolescente que también fui. Son
12
01 - Mi madre y yo
posibilidades que me permiten ver más
allá y, así, aproximarme a la realidad
que he estado evitando siempre: mi
madre, como yo, es una mujer y, como
yo, es hija. Cuando ves a tu madre como
la mujer que es, el mundo, todo tu
mundo, cambia porque por �in puedes
ver el todo como realmente Es.
“Para las que no
creemos en
dioses creadores
diré que mi madre
es la unica diosa
en la que creo”
Es extendida la costumbre de medir el
mundo en base a nuestro ombligo
(�ijaos en que nuestro ombligo es la
conexión directa con nuestra madre).
La cuestión es que es desde nuestro
cuerpo desde donde percibimos lo que
acontece a nuestro alrededor. La clave
es poder partir de una misma para ir a
encontrarse con la otra; en este caso,
esa otra enigmática es nuestra madre.
Para ello es necesario poder vernos a
nosotras tal y como somos, sin �iltros,
en la mayor de las intimidades. Permi-
tirnos bucear en nuestras extrañezas,
nuestras reservas y nuestros miedos.
De este modo podemos comprender
nuestra naturaleza de luces y sombras
y es desde aquí desde donde podemos
aproximarnos a nuestras madres con la
mirada sabia, con la mirada inocente de
la niña que fuimos. Porque cuando
el camino rubí
éramos niñas, nuestra madre represen-
taba para nosotras lo mismo que ahora,
salvo que ahora hemos ido poniendo
�iltros.
Ella es la mujer, el cuerpo de mujer, en
el que nos creamos. Ella es nuestra
primera y más íntima relación con el
mundo. Ella es carne y ella es palabra.
Para las que no creemos en dioses
creadores diré que mi madre es la
única diosa en la que creo, pues ella fue
mi universo.
Aquella que abrió su cuerpo a mi vida
aún no esperándome, aún temiendo. Mi
madre, como las vuestras, aceptó la
vida que en ella se gestaba. Entregó su
cuerpo a mi cuerpo, para que pudiera
ser. Simplemente por este acto, mi
madre, como las vuestras, merece su
reconocimiento y con él, su lugar. Nues-
tras madres son nuestro origen, más
que una patria, son la matria. El punto
real de partida de éste, nuestro cuerpo
de mujer.
Tanto si nuestra madre nos crió como
si no, de igual modo, ella buscó una
manera de salvaguardar y preservar
nuestra vida. Hay mujeres que tienen
más de una madre, madres de corazón,
madres- abuelas, madres- tías. Ellas
son universos únicos como el primero
en el que nos gestamos. Ellas, todas
ellas, fueron o son mujeres. Cada una
de ellas fue/ es mujer de su tiempo y de
su madre. Por ello es fundamental
poder conocer su origen para así ir más
allá, trascenderlo. Pero ¿Cómo? Aquí,
comparto con vosotras, una lista de
pequeñas cosas que me han ayudado a
ver a mi madre como la mujer que es.
Os invito a que cada una añada lo que
13
para ella tiene sentido. Son detalles
sencillos que van más allá de los libros e
investigaciones intelectuales. Estas
pequeñas cosas precisan únicamente de
apertura y sentido del humor por nues-
tra parte. No se trata de psicoanalizar a
nuestra madre. No vamos a desmenu-
zarla para archivarla según estadios o
arquetipos. Simplemente vamos a ser
arqueólogas de nuestra diosa, de nues-
tro origen. Para ello la curiosidad y el
respeto son igual de importantes.
Consiste en relacionarnos desde nues-
tros cuerpos, en volver a la mirada de
antaño, a los ojos de la niña que fuimos.
Sin juicios, sin cuestionamientos. Aper-
tura. No es un método. Son sugerencias
y es imprescindible que os sintáis
cómodas y que os resuenen. No se
puede forzar porque de este modo, ya
sabéis cuál es el resultado… ¡Allá van!
1. Escucha música que ella escuchara,
especialmente música de su adolescencia-
juventud.
2. Recopila fotos de ella de niña-joven y de
su madre. Observar desde la calma con un
buen té y buena música (quizás la música
de tu madre). Observa fotos tuyas a su
misma edad ¿Parecidos? ¿Diferencias?
3. Queda con ella (si es posible) e id al cine;
ved una película en casa solas. Algo que a
ella le guste. Aquello en lo que podamos
ver más allá de la madre y accedamos a su
sentir de mujer.
4. Tomando un buen té/café, pregúntale
por su infancia-adolescencia. Mantén el
corazón bien abierto para escucharle de
verdad.

5. Peinaos la una a la otra. Cuando
éramos pequeñas nos dejábamos
peinar por ellas pero también solíamos
acariciar su pelo, sobretodo de muy
pequeñas. Es increíble tener la oportu-
nidad de volver a tocar su cabello. El
paso del tiempo deja su huella. El
cuerpo de nuestra madre cambia así
como el nuestro.
6. Una película¹ , novela o serie que te
inspire y ayude a ver más allá. Hay una
serie que estoy comenzando a ver, está
en inglés y hay subtítulos en castellano,
se llama Parenthood de Jason Katims.
Me resulta conmovedora y más allá de
los roles típicos, trata las relaciones
familiares en un tono emotivo y
profundo.
Como veis se trata de, si podemos,
pasar tiempo íntimo con ellas o tiempo
íntimo pensando en ellas (sintiéndolas
más que pensándolas). En el caso de
que nuestra relación esté muy devalua-
da, no hay presiones. Hay muchas cosas
que podemos hacer y en las que pode-
mos re�lexionar sin su presencia direc-
ta. Cierto es que, si siguen con nosotras,
poder ponernos en relación con ellas
desde la apertura, será un gran paso.
No sólo para nosotras sino para las
mujeres que nos preceden (hijas, sobri-
nas, nietas) y para las mujeres con las
que estamos en relación (alumnas,
amigas, vecinas, compañeras).
Comprender que nuestras madres
precisan de su espacio para ser las
mujeres que siempre fueron nace de
01 - Mi madre y yo
comprender que nosotras, como muje-
res, tenemos un espacio propio. Como
hijas requerimos “un cuarto propio” y
también necesitamos un espacio de
encuentro en el que podamos poner-
nos en relación desde la apertura y el
reconocimiento mutuo. Sin nosotras,
ellas no serían madres pero sin ellas,
nosotras, simplemente, no seríamos.
Más allá de la “deuda histórica”, madres
e hijas, nos debemos a la vida en
relación. Está en nosotras ocupar nues-
tro lugar. No dudaré nunca de lo
capaces que somos de hacerlo, porque
venimos de mujeres valientes. De no
ser así, no estaríamos aquí, interesán-
donos en ir más allá, comprometiéndo-
nos con la vida tal y como es. Amándo-
nos tal y como somos: grandes hijas de
grandes mujeres.
“Sin nosotras ellas,
no serían madres
pero sin ellas, no-
sotras, simplemen-
te, no seríamos”

¹La película Brave de Disney- Pixar y Madres e hijas (Mother and Child) de Rodrigo García son muy
interesantes.

14
02
la
mujer
que
soy

15

Parece un acto cotidiano el de sentarme a
escribir para vosotras, para vuestros
cuerpos, para ser atravesada por vuestros
ojos y vuestros labios, mientras escucho
una canción especial; está vez es (The best
part of) Breaking Up de The Ronettes. La
música como evocadora de sensaciones
comunes que te llevan a sentir única.
Sentimientos únicos que, al compartir,
sabes que son comunes a muchas
mujeres.
“como mujer cíclica
he aprendido cuáles
son los mejores
momentos para tra-
bajar en mi energía
femenina”
Hoy re�lexiono sobre mi cuerpo de mujer
y cómo siento la feminidad en, éste, mi
cuerpo. Para empezar deseo aclarar que
siempre he llevado muy mal el concepto
de ser “femenina” y también la idea de ser
mujer. Parto de experiencias contrarias a
las propias de las �iestas de pijamas y
pastelitos entre amigas que tan populares
son en las telecomedias. Yo he sido y, en
cierto modo continúo siendo, una mujer
que no se identi�ica con la idea de “blandi-
ta, tierna e hipersensible” con la que se
relaciona la palabra femenina, aunque he
de decir que cada día me siento más
femenina. Pero femenina ¿Cómo? Quizás
las palabras más precisas para describir
el actual estado de gracia son: comodi-
dad, agilidad y palpitante deseo en éste,
mi menudo cuerpo de mujer.
17
02 - La mujer que soy
Llegar aquí no ha sido nada fácil y, a
veces, no sé si sigo aquí. Como mujer
cíclica he aprendido cuáles son los
mejores momentos para trabajar en mi
energía femenina. Mujeres- al igual que
los hombres- tenemos dos tipos de
energía conformando nuestro cuerpo:
energía femenina y energía masculina¹.
Somos el Todo en este increíble cuerpo.
Es importante especi�icar que –la
mujer- aún poseyendo energía mascu-
lina, ésta siempre estará en el cuerpo
de una mujer con lo que se desarrollará
de modo diferente a la idea general que
tenemos de la palabra “masculina”. En
nuestro cuerpo la energía femenina se
ubica, en el hemisferio derecho de
nuestro cerebro hasta el bulbo raquí-
deo en la parte derecha de nuestro
cuerpo, a partir del bulbo raquídeo se
ubica en la parte izquierda de todo
nuestro cuerpo. Así mismo la energía
masculina se ubica en el hemisferio
izquierdo de nuestro cerebro hasta el
bulbo raquídeo y a partir de éste en la
parte derecha de nuestro cuerpo. La
energía femenina se re�iere a la
intuición, creatividad, oscuridad, belle-
za, sutilidad y es la energía que co-crea
la feminidad, diferente, en cada mujer.
Mientras que la energía masculina, en
nuestro cuerpo, es la que concreta,
materializa, razona, calcula y mide. Es
la luz, el candor y la proyección.
En nuestros ovarios reside el fuego de
la creatividad² y es desde aquí desde
donde os propongo conocer vuestra
propia feminidad. En concreto tomar
conciencia de la energía de nuestro
ovario izquierdo, que es la energía de la
feminidad creándose y cómo el ovario
el camino rubí
derecho la materializa y la hace carne,
real en nuestro cuerpo, nuestras
relaciones y nuestro entorno. Porque
no existe UNA feminidad.
“en nuestros ovarios
única que me hacía escapar del pecami-
noso cuerpo de mujer. Llegando a los
28, que son los años que ahora tengo,
me dí cuenta de que mi cuerpo era
realmente bello. No es de postal, no es
de serie de sobremesa. Eso es lo bonito

reside el fuego de la de él, que es asombrosamente único.

creatividad”
Éste es el engaño que nos ha condena-
do a perder, malgastar e incluso
bloquear nuestra energía femenina. Me
recuerdo con mis 16 años probando
cómo caminar sobre tacones y recuer-
do lo ajena que me sentía subida en
esas plataformas del in�ierno. Aquellos
años sintiéndome menos mujer por no
sentirme atraída por ceñidos escotes o
por cardados cabellos de leona. Mucho
tiempo de mi vida creyéndome en
desventaja, viéndome como una amar-
gada que está defectuosa por no gozar
de los artículos propios de una mujer.
Huyendo hacia vaqueros y camisetas
que reivindicaban que era algo más que
un cuerpo, más que una cara bonita.
Sintiéndome segura en grandes jerseys
que hablaban de una mujer que era
más que una mujer. Porque yo me
dediqué al intelecto y éste era garante
de belleza interior, la única que me
permitía sin sentirme culpable y la
Con un intelecto hiperdesarrollado –
¡vigorexia mental! Propia de las muje-
res de la generación de los 80- descubrí,
recientemente, que me estaba negando
el cuerpo. Mi cuerpo como obra de la
madre, que tan magistralmente expone
Mª Milagros Rivera Garretas en “Vivir el
cuerpo como un don”. Mi cuerpo como
pieza de arte que mi madre albergó en
su vientre y fuimos cincelando durante
9 lunas.
“no existe UNA fe-
minidad”
Obra que merece ser cuidada, mimada y
por supuesto ¡Gozada hasta los topes!
Cuerpo que estoy empezando a recupe-
rar desde el adorno³. Honrar esta
perfección comenzó hace años con la
alimentación ecológica, siguió con el
conocimiento de mis ciclos, prosiguió
con la relación con otras mujeres y
continúa por otros caminos PERO
nunca quise llegar al adorno por miedo

¹Meses más tarde escribí en el blog de el camino rubí sobre el arquetipo de la mujer sol. Un extracto:
” El hemisferio izquierdo es el que se encarga de materializar, de hacer. La cultura nos ha enseñado que "el
que se ocupa" es un hombre. Bien, pues he aquí, que cuando explicaba estas energías en mis talleres me
sentía muy molesta. Había algo que me perturbaba y era esta creencia de que la acción es masculina,
mientras que la no-acción (como acción contemplativa) es femenina. Por ello comencé a llamar a la
energía masculina la energía de la mujer sol y a la energía femenina la energía de la mujer luna.” Puedes
leerlo aquí.
² Tamy Lynn Kent. Wild Femenine. Ed. ATRIA books.
³ Mª Milagros Rivera Garretas. El cuerpo indispensable. Ed. Horas y horas.

18

a pecar de “femenina” de ser aquello
que la sociedad de�inía para mí y que
yo no podía alcanzar – y que, por no
poder, me negaba a ello. Quienes me
conozcan dirán de mí que, haga lo que
haga, siempre resulto femenina pese a
que yo haya tratado de evitarlo. Es,
desde esta manía de disimular mi
cadencia natural –natural por ser
mujer- que tomé conciencia de que el
adorno era algo que yo ya había elegido
hace tiempo sólo que era un adorno
mío, único, como yo. No opté por los
tacones, no por defectuosa como
sospechaba, sino porque no hablaban
de mi cuerpo como éste se merecía.
Es este hablar de mí a través del
adorno, este hablar de nosotras a
través de lo que nos acaricia, nos ciñe y
nos envuelve es lo que hemos de rede�i-
nir para cada una de nosotras como un
acto de tejer nuestra PROPIA femini-
dad. Porque ¿Qué es ser femenina?
¿Existe un solo concepto? Esta idea
única es tan absurda como creer que
hay una sola idea de qué es ser mujer.
Nuestra cadencia, nuestras caderas en
movimiento dibujan una única femini-
dad que, si bien el adorno puede desta-
car y así manifestarse en el mundo,
también puede castrarlo u ocultarlo
por ser un adorno del Otro, un adorno
impuesto y normativo. La cuestión aquí
es CREAR y MANIFESTARNOS sin
temor, desde el cuerpo de mujer que
somos. Disfrutar de él y reverenciarlo
por la gran obra que es.
Este agasajo a nuestro templo precisa
de la energía femenina que antes he
comentado y que ahora preciso en
19
02 - La mujer que soy
pequeños consejos que, a mí, me
ayudan a saborearme desde cada poro
de mi piel. Deseo que os sirvan de
inspiración y que podáis conectar con
vuestra feminidad ÚNICA. Con tacones
o sin ellos, cada una de nosotras es una
Diosa con dotes y dones originales y,
como tales, el mundo ha de proveerse
de ellos, pero antes ¡Nosotras hemos de
gozarlos- gozarnos! para que, desde el
deseo más puro, podamos compartir. Y
así, llenar este mundo de �lujos de vida,
gozo y pasión.
“La cuestión aquí es
CREAR y MANIFES-
TARNOS sin temor,
desde el cuerpo de
mujer que somos.
Disfrutar de él”
¿Cuándo es el mejor momento?
En los últimos días de la fase preovula-
toria y en la fase ovulatoria es (entre el
día 11 y 19 de nuestro ciclo) es
momento de trabajar con esta energía
femenina que nos invita a nutrirnos, a
valorar la belleza y a mostrarnos en el
mundo desde la exhuberancia de nues-
tra voluptuosidad sin complejos.
¿Qué puedo hacer?
- Una lista sobre 5 mujeres a las que
admire ¿Qué rasgos comunes tienen?
¿Qué destaco de ellas? ¿Cómo es su
adorno?
- Una lista de 5 adornos -ropa, calzado,
el camino rubí
peinados, joyas, maquillaje, etc- que
amo en secreto
-Tomar 30 minutos –¡Una hora mucho
mejor!- para estar a solas conmigo
tumbada sobre la cama, con la luz
tenue, incienso y música suave, toman-
do contacto con mis ovarios. Piel con
piel, acariciando la zona de mi pubis
donde estos se encuentran –es un buen
momento para ubicarlos en tu cuerpo
si aún no sabes dónde están- Poniendo
atención en cómo está la zona de
temperatura (caliente, tibia, fría), cómo
es su textura (suave, tersa, dura)…
“sólo mimándonos
podemos cuidar,
con intensidad, a
quien amamos”
-Autofotogra�iarnos. Permitirme una
imagen de la mujer que también soy
pero que oculto por miedo, vergüenza
y/ o rechazo. Podemos poner las postu-
ritas que nos dé la gana, nadie nos mira,
sólo nosotras y la cámara, como único
testigo.

- Hacerme un regalo que tenga que ver
con la lista de los 5 adornos.
Cuando se trata de mí ni DEBO ni
PUEDO ignorar mi cuidado. Hacerme
un regalo no es egoísta, es cumplir con
la responsabilidad de amarme y
proveerme que contraigo desde el
momento en que habito este cuerpo
único de mujer
- Poner en palabras qué es la feminidad
para mí. Hacer letra lo que albergamos
en nuestro interior sobre nosotras
como mujeres únicas y sobre nuestra
energía femenina. Poemas, letras de
canciones, relatos, cuentos ¡Novelas!
Que hablen de cómo siento en mí la
feminidad y cómo la deseo manifestar
en el mundo.

- Una ducha o un baño con esencias y

velas puede ser un encuentro único con
la gran mujer de nuestra vida.

- Disfrutar de un buen chocolate, un

delicioso té, un suculento vino…
cualquiera que sea nuestra comida/
bebida capricho. Vamos a romper la
barrera que dice que mimarnos es
super�icial, porque sólo mimándonos
podemos cuidar, con intensidad, a
quién amamos.

20
 03
como
me
cuido
durante
mi
menstruacion

21
 03 - Cómo me cuido durante mi menstruación
De nuevo sintiendo la vida �luir en
todas sus caras, como un poliedro
in�inito que maneja mi cuerpo, dulce-
mente, en eterna espiral. Mi cuerpo, ese
lugar bendito al que me une la piel, la
médula y mi sangre.
Os escribía hace unos días explicándo-
os que este boletín nacería más tarde
de lo previsto pues me encontraba en
cama, menstruando. En una cama que
va más allá del colchón y las sábanas.
Había decidido escuchar con mayor
atención mi cuerpo y darle reposo. En
realidad mi cuerpo soy yo misma con lo
que yo, como mujer que soy, precisaba
de mimo y atención. Os reconozco
íntimamente que me costó muchísimo
concederme este espacio pues como
sabéis (si no, lo sabéis ahora) mi
dedicación laboral y de vida es El
Camino Rubí, con lo que en términos
patriarcales yo soy mi jefa. Aunque en
realidad sois vosotras las que regís mis
pulsos y cadencias y es, mi entrega a
vuestro y mi deseo (nuestro deseo), el
motor de este cuerpo y este proyecto
de vida. Así que podéis imaginaos lo
que supone ser �lexible aún cuando una
se dedique a acompañar a las mujeres a
conectar con su �lexibilidad. Lo que
para una mujer tan disciplinada como
yo (aquí tenéis otro dato de mi biogra-
�ía), representa reconocer que, como
siempre, se debe a la voz de su cuerpo,
al deseo más profundo, a la coherencia
más rebelde que una pueda afrontar.
¿Por qué os cuento esto? Porque es
necesario, para mí, evidenciaros que no
hay mujer (ni hombre) capaz de ser
perfecta en su práctica de vida. Como
23
vosotras, yo abuso de mí, me concedo
espacios de menor tamaño de lo que
deberían ser, busco atajos e invento
�lorituras varias para despistarme. Me
cuesta mucho la no-acción, la pasividad
activa. Ese estado contemplativo que la
fase menstrual nos presenta. Es, desde
esta di�icultad, desde la que os escribo,
desde esa vuelta al centro de una
misma a partir de la voz de la angustia
que grita “Erika ¡Para! Es tiempo de
contemplar. Date espacio, tiempo,
mimo. Sé coherente con tu naturaleza
cíclica. Querida, aunque el sol brille ahí
fuera y las amapolas comiencen su
reinado, en ti, dentro de ti, es invierno”.
“como vosotras, yo
abuso de mi. Me
cuesta mucho la
no-acción. La pasi-
vidad activa”
A lo largo de estos años acompañando
a mujeres a comprender, amar y respe-
tar su cuerpo en la fase menstrual, mi
transmitir ha ido mudando de piel. Mi
cuerpo ha ido cambiando, mi sentir,
mis percepciones, la experiencia
propia y la vuestra han tejido cambios
en mi mirada y enfoque. Lo que ahora
comparto con vosotras son los rasgos
que permanecen perennes en mi día a
día menstrual. Son mis básicos, los
aprendí de otras mujeres y fui interiori-
zándolos hasta hacerlos míos. Así pues,
os invito a que los probéis –algunos o
todos- a que investiguéis, a que los
cuestionéis –es fundamental cuestio
el camino rubí
nar- a que añadáis otros y a que los
hagáis parte de vuestro día a día. Así,
una vez interiorizados, podréis
compartirlo con vuestras niñas,
vuestras amigas, vuestras hermanas...
En de�initiva, con todas las mujeres de
vuestra vida.
Deseando que os mezan con el mismo
celo que a mí, aquí van estos consejos,
que más que consejos son ya una forma
de vivirme en este cuerpo de mujer,
único y translúcido. En la grandeza de
su luminosidad y de su opacidad que,
ciclo a ciclo, va tejiendo la historia de
mis arterias y sueños de papel.
1. Conocer mi ciclo menstrual
Parece obvio, de sentido común, pero
como bien sabemos lo obvio se nos
escapa por simple. Vivimos atendiendo
a lo urgente y a lo complejo. Por ello
conocer nuestro ciclo menstrual (de 22
a 35 días, cada una es diferente y vive
diferentes momentos) se nos suele
escapar. Sabemos que una vez al mes
sangramos durante unos días. Bien, es
un buen dato, pero hemos de ir más
allá. Para poder respetar nuestro ciclo
hemos de conocerlo. Como decía
Paracelso “conocer es amar, amar es
conocer”.
“para poder respe-
tar nuestro ciclo hay
que conocerlo”
Para ello una magní�ica herramienta es
el diagrama lunar. En el día 1 anotare-
mos el primer día en que sangramos
24
(ej: 26 de marzo), éste es el día 1 de
nuestro ciclo. En el día 2 anotamos el
siguiente día (ej: 27 de marzo) y así
hasta el día antes de nuestro siguiente
ciclo (siendo así 28 días o quizás 25 o
30, dependiendo de la duración de tus
ciclos).
Esta herramienta es una gran aliada. No
sólo para saber la duración de nuestros
ciclos, sino también para conocer nues-
tros cambios emocionales, �ísicos,
mentales y espirituales. En los recua-
dros más grandes del diagrama pode-
mos anotar cómo nos sentimos, cómo
nos hemos vestido hoy (vaqueros estre-
chos, faldas holgadas, ropa ancha, etc.
Son buenos indicadores para conocer
cómo está nuestro cuerpo hoy), cómo
estamos de energía, si nos apetece
quedar con las amigas o preferimos
estar en casa solas, si tenemos ganas de
comer dulce o preferimos comida
ligera, cómo está nuestra libido, etc.
Como veis es un modo muy sencillo de
conocernos y es lo que nos permitirá
saltar al siguiente punto.
2. Flexibilidad de horarios - calendario
lunar
Sabiendo los días de nuestro ciclo
menstrual podemos ir creando un
nuevo calendario, un calendario que se
ajuste a nuestro ciclo y no al revés.
Cansada ya del calendario gregoriano,
de que la linealidad de un hombre
medieval rija mi vida, opté por adaptar-
lo a mi calendario de mujer. Así mis días
de descanso no son los domingos, son
los días que se acercan a mi fase mens-
trual (la fase premenstrual, pongamos
 03 - Cómo me cuido durante mi menstruación
en un ciclo de 27 días, el mío, es del 22
al 27 de mi calendario lunar). Por
supuesto que los domingos “gregoria-
nos” los tomo para estar con mi pareja/
familia porque es muy cierto que vivo
en este sistema pero mi propuesta es la
de ir más allá. Es cuestión de práctica y
ésta se adquiere ¡Practicando!
“se trata de poner-
nos, en estos dias
al menos, en aten-
ción prioritaria”
Saber que dentro de 6 días estaré mens-
truando me ayuda a organizarme la
agenda de tal modo que pueda tomar
unos días (sería el ideal), un día o al
menos unas horas para mi descanso.
Tomar nota en mi agenda me ayuda a
saber que ciertos días querré estar
conmigo por lo que evitaré quedar para
grandes cenas y estimulantes reuniones.
Esto nos ayuda a soltar la frustración e
impotencia por no poder responder a
aquello con lo que nos habíamos
comprometido o a hacer cosas que no
nos apetece ni bene�icia en absoluto. Se
trata de ponernos, en estos días al
menos, en atención prioritaria. Por
supuesto que cada una de nosotras sabrá
qué es lo que en esta fase le apetece o no,
la clave es darnos espacio y tiempo para
que esto ocurra. Cuando menstruamos
nuestro cuerpo precisa de reposo, pues
está haciendo un potente trabajo. Así
que es preciso darle/ darnos espacio.
¹Anita Diamant, The Red Tent, Ed. ST. Martin´s Press
25
3. Sueño
Nuestro útero necesita ser respetado,
soltar las capas del endometrio precisa
de potentes contracciones. Por ello
nuestro cuerpo necesita reposo. Las
funciones cerebrales, debido a nues-
tras hormonas, cambian. Nuestras
capacidades intelectuales se apagan. El
hemisferio izquierdo se desenchufa
para dejar espacio al hemisferio
derecho, responsable de la intuición y
percepción ampliada. Es un momento
en el que el sueño onírico se mani�iesta
con una claridad pasmosa. Tenemos
mucha necesidad de dormir y es, en
este sueño, en el que nuestro incons-
ciente se mani�iesta claramente. Ya en
la fase premenstrual nuestro incons-
ciente ha ido mostrándose en cada
actividad (nuestras sombras) para
mostrarse activamente en sueños.
“en ciertas tribus de
América las mujeres
iban a menstruar
juntas a las Tiendas
Rojas”
En ciertas tribus de América las muje-
res iban a menstruar juntas a las Tien-
das Rojas¹. Allí soñaban y tejían sus
sueños de tal manera que, al terminar
esta fase, ellas contaban a la tribu lo
soñado y, según estas percepciones,
marcaban las acciones para este nuevo
ciclo. Su calendario, por así decirlo, era
el camino rubí
el calendario lunar de sus mujeres.
Permitirnos dormir nos ayuda a
comenzar la siguiente fase, la fase
pre-ovulatoria, llenas de energía y
proyectos frescos. Hemos de dar
espacio a nuestro invierno para que
nuestra primavera esté preñada de
�lores y dulces brisas. Nuestros sueños
pueden ser importantes guías si los
anotamos. Escribir un diario de sueños
puede ayudarnos a organizar esas
ideas para poder darles un cuerpo
material, sanar viejas heridas y sentir-
nos más livianas, a la vez que más
concretas.
4. Alimentación
Es fundamental alimentarnos de una
manera equilibrada, lo sabemos. Lo
hacemos, lo intentamos pero, para mí,
lo fundamental es que mandemos lejos
los consejos de cómo comer y atenda-
mos a qué es lo que nos nutre. Por
nutrir hablo de colmar nuestro
cuerpo-mente-espíritu de gozo y salud.
Escuchar a nuestro cuerpo es primor-
dial. Entre las mujeres occidentales es
muy típico el tener ansia de dulce,
queso, refrescos, pizzas, pasta, etc.
(re�inados e hidratos de carbono) los
días antes de la regla (fase premens-
trual). Bien, nada de juicios ni culpas
¡Son el mayor veneno! Aquí nuestro
cuerpo nos está hablando de que vive
estos días en ansiedad ¿Por qué?
Algunas respuestas las podéis encon-
trar en la conferencia on line sobre el
mal llamado Síndrome PreMenstrual.
Por ahora es importante saber que si
²Dra. Christiane Northrup, Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. P.165, Ed. Editorial Urano.
26
buscamos estos alimentos es porque
hay algo que estamos tratando de dulci-
�icar porque, tal y como es, nos asusta,
nos angustia. Comer de este modo nos
ayuda a cargar nuestro hígado con la
consiguiente sobresaturación de
toxinas que impedirá que �iltre adecua-
damente las hormonas, llevando a
momentos de rabia y desajustes hormo-
nales. Por ello sería bueno (podemos
probarlo a ver qué tal) que los días
antes (ni que sean 2- 3 días antes):
- Evitemos las proteínas animales
porque son más complejas de eliminar
(carne, leche, huevos, mantequilla,…)
Especialmente los lácteos no orgánicos
debido a los residuos de las hormonas y
antibióticos de las vacas, que cambian el
modo como se metabolizan las hormo-
nas en el intestino y por lo tanto pueden
cambiar el nivel de hormonas² .
- Bebamos zumo de zanahoria fresca
que está llena de vitaminas A, B Y C
entre numerosos minerales y ayuda a
regular el tracto intestinal y a hacer la
sangre más líquida, favoreciendo las
reglas con menos coágulos y por tanto,
menos dolorosas.
- Comamos y bebamos comidas-bebidas
calientes. Evitar el frío SIEMPRE y más
en estas fases. Las sopas de verdura, de
miso y algas son muy recomendables.
- Respetemos nuestra “falta” de apetito.
Nuestro cuerpo nos pide descansar y
como no necesita gastar mucha energía
 03 - Cómo me cuido durante mi mentruación
nos pide alimentos “limpios”, comidas
sencillas.
- Comamos comida de origen biológico.
Sí, soy consciente de su precio (ahora
no haré una disertación sobre valor-
precio) pero en esta industria alimen-
taria nuestra salud está en juego (así
como la de los futuros bebés). La
calidad de nuestro endometrio (entre
otros aspectos de nuestro cuerpo) se
ven directamente afectados por la
ingesta de productos transgénicos,
productos con conservantes y coloran-
tes que son en parte, según recientes
estudios, responsables o muy sospe-
chosos de problemas de infertilidad y
esterilidad tanto femenina como
masculina. Al principio hablé de nutrir-
nos y os aseguro que los alimentos
envenenados no nos nutren y apenas
nos alimentan. Por ello os invito a
invertir en vosotras a través de los
alimentos de origen ecológico.
- Evitemos la teína, el alcohol y la
cafeína. Cargarán de tensión las �ibras
musculares de nuestro útero y con ello
las contracciones uterinas serán
dolorosas, aumentando los espasmos,
calambres y cólicos.
- Dejemos la comida cocinada días
antes o bien que nuestra pareja/
familia/ amigas y amigos nos cocinen.
En esta fase cocinar no es lo que más
nos apetece y hemos de dejarnos
cuidar, es un gran aprendizaje para
ambas partes.
5. Higiene - mimo corporal
Podemos bañarnos cuando menstrua-
27
mos. De hecho nos suele apetecer
darnos baños o duchas muy calientes.
Es primordial mantener el calor en
todo el cuerpo, especialmente en la
zona de las lumbares y el vientre.
Baños de lavanda, baños perfumados
en los que nos sintamos unas reinas
nos ayudarán, no sólo a descongestio-
nar la zona, sino también a mimarnos.
El mimo es fundamental en estos días.
“el mimo es funda-
mental en estos
días”
A muchas nos gusta perfumarnos con
esencias �lorale,s a otras las cremas, a
otras ungüentos y a otras el agua crista-
lina. Lo importante aquí es que nos
demos un tiempo y espacio para el
cuidado. Cuidado para nosotras y por
amor a nosotras NO porque olamos mal
ni nada por el estilo. No estamos sucias
ni somos impuras. Como somos diosas
nos merecemos cuidarnos como tal.
“otro aspecto, para
mí, fundamental es
qué utilizo para re-
coger mi sangre”
Otro aspecto, para mí, fundamental es
qué utilizo para recoger mi sangre.
Aquí no voy a profundizar sobre
alternativas a las compresas de un solo
uso y tampones. Pre�iero facilitaos la
información que, mi gran amiga
Gemma Guillamón, ha escrito sobre las
copas menstruales , las compresas
el camino rubí
lavables (de las que soy su fan número
uno) y esponjas marinas.
6. Pasividad activa - no acción - contem-
plación
Menstruar requiere atención. En esta
sociedad exprés parece que la atención
es una carga. Sin atención nada puede
ser desarrollado en su máximo esplen-
dor. Practicar la pasividad activa, que
no es no hacer nada sino dejar que la
nada opere en nosotras, es lo que se
practica en la meditación.
“dejar que la nada
opere en nosotras”
Como bien dice Miranda Gray, en esta
fase nosotras estamos meditando sin
necesidad de sentarnos a ello. Son esos
días en los que nuestra atención se
agudiza, junto con la intuición. Dar
espacio a este no-hacer nos permite
desarrollarnos nosotras y desarrollar
nuestros proyectos de vida en toda su
grandeza. Merece la pena ¿Verdad?
7. Soledad - mi, me, conmigo
Es un buen momento para disfrutar de
nosotras, de nuestra compañía. Aque-
llas que tenéis pequeños u otras perso-
nas al cuidado, podéis pedir ayuda
durante un tiempo (acordar tiempos)
para dedicaros a vosotras. Para muchas
mujeres al haber molestias evidentes
se permiten pedir ayuda. Es muy
común en nosotras pedir únicamente
ayuda cuando algo nos duele. Quizás
podríamos cambiar la práctica y pedir
ayuda porque es necesario delegar en
28
los demás y permitirnos ser mimadas
con el mismo celo que cuidamos noso-
tras. Dejo “caer” esta re�lexión pero sea
como sea, esta fase nos pide estar con
nosotras y a veces, como me ocurre a
mí, con la insuperable compañía de un
buen libro. En mi caso, Virginia Woolf se
convierte en mi mejor y única amiga.
Bien, la lista podría seguir, os lo asegu-
ro. Sin embargo deseo que cada una cale
en vuestra práctica. Lo importante es
tomar una, la que nos resuene, y practi-
carla. Hacerla nuestra e incluirla en
nuestro día a día. Lo importante es que
se transforme en hábito y que el mimo y
cuidado hacia nosotras mismas sea
interiorizado. La fase menstrual es un
momento de atención que, si bien a este
sistema parece no irle bien, a nosotras
nos puede (de hecho lo hace ya) ayudar
a bajar a este cuerpo, parar y, desde la
calma, movernos activamente como
DESEAMOS por este mundo. Es un
cambio tan potente que no hay vuelta
atrás.
Así que ¿A qué esperas? Mereces
disfrutar la gran mujer que YA eres.
Ésta es una verdadera y profunda
revolución.
¡Por nosotras!
 04
la fuerza
de
nuestras
cicatrices

29

Tengo el cuerpo lleno de calambres. La
angustia se cuela por cada uno de mis
poros y estoy aquí, desnuda, ante
vosotras. Tenía en mente (como me
ocurre a menudo) tratar otro tema en
este encuentro entre palabras. Al �inal,
la realidad se ha impuesto y es, desde
esta imposición, desde donde quiero
comunicarme con vosotras.
Hace unos días estaba compartiendo
con una gran mujer un encuentro
único. Ella se ofreció a regalarme un
masaje con mucho mimo y yo acepté.
Es cierto que me costó decir que sí,
porque os reconozco que soy muy, pero
que muy, di�ícil para aceptar regalos
y/o ayuda. Pero sentí que debía abrir-
me a la otra, dejar espacio a la relación
entre mujeres que se estiman y respe-
tan. Allí, con ella, pude compartir mi
fantasma. Hacía tiempo que no habla-
ba, desde lo más profundo de mi
corazón, sobre aquello que viví siendo
una niña. Ella me invitó a hacerlo
palabra y yo, recelosa, pensé en que
quizás una auto�icción o un poema
podrían darle salida. Ella me propuso
ir más allá, compartirlo y yo… yo no vi
el modo de hacerlo.
La vida siempre sorprende, estés
dispuesta o no. Así ocurrió esta
semana. Mi monstruo rondaba mi cama
y la realidad quiso ponerle una nueva
cara manteniendo los mismos ojos
lascivos y las mismas espantosas
garras. Me cuesta dar cuerpo a esto
pero siento que para que los monstruos
dejen de cobijarse bajo las mantas del
silencio, hemos de comenzar, nosotras,
a levantar sus roídos faldones. Por ello,
30
04 - La fuerza de nuestras cicatrices
este boletín, nace para que al menos
una mujer (yo misma) se deshaga del
hedor de la culpa. Llenándome así el
cuerpo de primavera y tomando
contacto con la fuerza justa que cada
una de nosotras tiene para pararles,
para que no ocupen más espacio en
nuestras mentes (ni en nuestros
cuerpos) y para que salgan huyendo.
Para conseguir esto ¿Por dónde empie-
zo?
1. Compartiendo con mujeres de
con�ianza mis fantasmas
Cuando era una niña, muy pequeña,
hubo un hombre de mi familia que
abusó de mí. Durante muchos años viví
con un oscuro fantasma, jamás dormí
hasta que no se lo conté a mis padres.
Esto fue a los 11 años. Imaginaos cuán-
tos años sin dormir, si este hombre fue
rompiéndome desde los 2 a los 9 años.
“cuando era una
niña, muy pequeña,
hubo un hombre
de mi familia que
abusó de mí”
Recuerdo la primera noche de haber
confesado “mis pecados” (pues me
sentía muy culpable) Fue la primera
noche en la que dormí del tirón en toda
mi vida. A partir de aquella noche la
oscuridad se extendió de dentro hacia a
fuera. Todo se fue rompiendo. Mi
mundo y el mundo de mi familia debía
cambiar así que, la ruptura fue el único
el camino rubí
medio. Mi mayor miedo era que mis
padres no me creyeran y, en especial,
que siguieran hablando con esta perso-
na. Por este miedo a no ser creída u
obligada a vivir en su compañía, tardé
tanto tiempo en hablar.
¿Sabéis que me animó a hacerlo?
2. Escuchar a otra mujer que pasó por
una situación parecida
Esta mujer fue mi madre. En una
conversación noctámbula, en la que
estaba este individuo, mi madre
compartió una situación de abuso por
parte de un amigo de la familia. Habló
de la reacción de mis abuelos. Yo sentí
que no estaba sola, que ante la desgra-
cia de ser vulnerada, mi madre conocía
el amargo sabor de ese dolor y que, por
tanto, ella no me dejaría agonizar
detrás de la puerta de la habitación. Al
día siguiente, por la noche, antes de
abandonar mi cuerpo (recurso que
utilizaba para poder descansar algo)
decidí que quería vivir de verdad, vivir
en mi cuerpo sin más miedos, así que
seguí el largo pasillo y fui al salón.
Allí …
3. Lo saqué fuera de mí a través de la
palabra
Se lo conté a mi padre y a mi madre.
Sentí cómo el aire corría por mis
pulmones. Me sentí viva y cristalina. El
denso fantasma salió de mi cuerpo a
través de certeras palabras. Os aseguro
que trescientas mil toneladas abando-
naron mi infantil cuerpo para dar
espacio a mi niña Erika, esa niña que
había pasado las noches tratando de
juntar las piezas del desencuentro.
Sentí un amor in�inito por mis padres
31
pues, lejos de culparme, sacaron los
dientes. Nunca antes había visto llorar a
mi padre. Un amor in�inito nos envolvió
y supe, por primera vez, que ese
hombre jamás volvería a tocarme
porque mis padres estarían allí para
impedirlo. Por �in, ya no estaba sola.
“nunca antes habia
visto llorar a mi
padre.Un amor infi-
nito nos envolvió”
A partir de aquí viví un proceso doloro-
so de rupturas, denuncias, violencia
burocrática (doble victimización) y
reconstrucción familiar. Fueron años en
los que nadie más supo nada porque me
negué a que mis amigas supieran que
estaba marcada por esa culpa. Tenía
miedo de ser tratada diferente y, por
aquel entonces, yo ya era muy diferente
al resto ¡Sólo me hubiese faltado haber
añadido algo más!
4. Con ayuda profesional conseguí
acunar a mi pequeña Erika
Muchos años después mi fantasma
volvió. Ya vivía lejos de la casa de mis
padres. Un día cualquiera, él volvió.
Tenía otro vestido pero la peste era la
misma. Mi cuerpo comenzó a romperse.
Las herramientas que conseguí con mi
primera psicóloga ya no eran de ayuda.
Sirvieron, quizás, para la adolescente
pero ya no para la adulta. Así que apren-
dí a reconocer que sola no podía afron-
tar la vuelta de esta oscuridad. Contacté
con una mujer, psicoterapeuta, que
supo acompañarme.

A su lado …
5. Pude conectar con mi vulnerabilidad
y darle espacio
Soy una mujer fuerte, sí pero también
una mujer vulnerable. Quizás recono-
cer esta vulnerabilidad es lo que me da
la fuerza necesaria para actuar. Hay
noches en las que sueño con él y
tiemblo ¿Por qué negarlo? Mi niña aún
tiene pesadillas pero estoy yo, la mujer
adulta, que la cuida. Ocurre que, a
veces, hay hombres que me hacen
recordarle. Entonces niña y mujer
tiemblan.
Así que ¿Qué me queda aquí?
6. Acudir a una red de mujeres
Acudo a aquellas mujeres que se saben
poderosas porque saben de su vulnera-
bilidad. Juntas trazamos planes para
que esto no nos pase a ninguna más. Es
de primera necesidad que las mujeres
nos encontremos para dar salida a
estos fantasmas y cuidarnos entre
nosotras. Retomar nuestra con�ianza y
apartar la culpa de “ser guapa”, de
“estar en el lugar inadecuado”, de “ser
tan simpática”, de “vestir de esa
manera”. Nosotras, desde nuestra rabia
y creatividad (desde nuestra pasión)
hemos de terminar con esto.
El silencio es lo que les alimenta así
que…
7. Rompamos el silencio y el anonimato
Digamos quiénes somos y a lo que
hemos sobrevivido. Pongamos palabra,
música y pintura a aquellas experien-
cias, para que otras mujeres ( niñas,
adolescentes, adultas) puedan hacerlas
32
04 - La fuerza de nuestras cicatrices
suyas y expresar así lo que, cada noche,
les roba el sueño.
“juntas trazamos
planes para que
esto no nos pase a
ninguna más”
Entre todas podemos mecer a nuestras
niñas rotas. Es, en el amor incondicio-
nal de la manada de mujeres salvajes,
donde las heridas pueden ser curadas y
las cicatrices expuestas como un triun-
fo al mal oscuro. Yo soy una mujer
fuerte porque me rompí y pedí ayuda.
Desde aquí, os apremio a que cada una
conecte con esta oscuridad y le de
salida, desde la rabia, el amor, el pode-
río y la vulnerabilidad. Hay conversa-
ciones pendientes con nuestras
madres, hermanas, abuelas, hijas,
amigas, sobrinas, nietas… Hagámoslas
palabra para que vuelen libres y noso-
tras vivamos ligeras, sin equipajes
malolientes y raídos que carcoman
nuestros sueños.
“soy una mujer
fuerte porque me
rompí y pedí ayuda”
Hay grandes mujeres profesionales
que, desde su experiencia, acompañan
estos procesos. Son mujeres valiosas
que, junto a nuestra red de mujeres,
nos mimarán lo su�iciente como para
conectar con esa fuerza innata de la
mujer salvaje y poderosa que cada una
de nosotras somos.
el camino rubí
Hayamos vivido o no experiencias de
abusos (da igual el grado) y/ o violacio-
nes, las mujeres nos necesitamos para
sanar y crecer. Nos necesitamos para
que ninguna más vuelva a romperse
entre las manos de los monstruos.

Nosotras corremos con las lobas y ya

no tenemos miedo.
No estamos solas. Somos manada.

Siente cómo tu fuerza nace de tu

�laqueza y dale una salida.

33
 05
nosotras
las mujeres
y nuestra
relacion con el
dinero

34
 05 - Nosotras. las mujeres, y nuestra relación con el dinero
Llevo casi un mes pensando en este
boletín. Un mes gestando la idea de
escribir sobre un tema que me
conmueve y remueve profundamente y
del que, espero que tras hacerlo
palabra pueda, con vosotras, llegar a un
punto de claridad. Encontrar un claro
en el bosque que nos haga (me haga)
moverme desde otro lugar.
Yo tengo, desde bien pequeña, una
relación terrible con el dinero. Una
relación que siento no ha cambiado
mucho y que necesito cambiarla para
poder sentirme en paz con otro
elemento más de nuestra sociedad. No
tolero vivir continuamente con angus-
tia cuando hablo de dinero y pienso
sobre dinero
¿Qué hacer con la angustia? Ante las
angustias hay 3 opciones:
1- Huir. Ignorarlas. Seguir adelante
2- Estancarse en ellas. Bañarse y empa-
parse de ellas para luego, irremediable-
mente, hundirse sola o acompañada.
3- Hacerles frente. Mirarlas (mirarte) a
la cara. Crear la solución.
Yo y mi relación con el dinero hemos
estado en las dos primeras mucho
tiempo. Escribo “yo y mi relación con el
dinero” porque creo que el dinero en sí,
como materia, no es bueno ni malo
(esto ya es mucho para mí). Ahora
decido que quiero mirar de frente lo
que hay en mí, como mujer que soy, en
la relación con el recibir/ dar dinero,
con el cobrar/ pagar con dinero.
Hasta que dos compañeras del máster
de Duoda no verbalizaron la relación
36
dolorosa de las mujeres con el dinero,
yo había pasado la vida creyendo ésta
(la relación dolorosa) era una cuestión
de clases sociales y no una cuestión de
cuerpos sexuados. Gracias a ellas algo
hizo clic. Y yo de los clics me �ío más
que de nada en este redondo mundo.
“no hay nada que
nos haga mas su-
misas y vulnerables
que el sentirnos
deudoras de algo o
de alguien”
Mi experiencia con el dinero viene
marcada por un querer y odiar, por un
desear darlo por supuesto y un demo-
nio indispensable. Esta relación con el
dinero la aprendí, como todo lo que es
propio de la vida, en mi hogar. Desde
bien pequeña relacione la angustia con
la falta de dinero. En mi casa el dinero
era el gran ausente y pese a los grandes
esfuerzos, éste llegaba a su antojo,
muchas veces tarde y otras tantas
diminuto, insu�iciente. Mi madre siem-
pre ha sido “la maga”. Aquella que
multiplica los panes y los peces con
más maestría que el señor bíblico. Mi
madre, como muchas de vuestras
madres y como muchas de vosotras,
veía en el dinero la posibilidad de
alimentar, formar, vestir, asear… El
dinero como un medio necesario para
la vida ¡Cuántas veces me he quejado
de ella llamándola huraña! Su afán era
el de guardar lo necesario para que la
el camino rubí
vida de nuestra familia no se viera
expuesta. Su prioridad con el dinero
(con todo realmente) era el bienestar
mío y de mi padre (por orden de priori-
dades). Ella no estaba en ese orden.
Ella era la gran ausente. Por su ausen-
cia, mi presencia siempre la he dado
por hecho. En cuestiones de dinero yo
diré que nunca nada me ha faltado
nada. Aún no habiendo, he sentido
abundancia hacia mí, aunque siempre
con cierto regustillo a mentira, a oculto.
Sí, el tufo del sacri�icio. Éste es el punto
que me remueve en mi edad adulta y
autónoma. A diferencia de mi madre yo
no creo en el sacri�icio. El amor recibi-
do desde su púlpito me hace sentir
culpable y deudora. Diré que ella jamás
me ha pedido cuentas o que, si lo ha
hecho, ha sido en un gran enfado en el
que las emociones más ciegas salen,
como topos, a ver la luz y a quemarse
con los rayos de la evidencia. Con cuen-
tas o sin ellas, la deuda siempre me ha
marcado y no hay nada que nos haga
más sumisas y vulnerables que el
sentirnos deudora de algo o de alguien.
Yo camino hacia mi libertad y mientras
lo hago descubro que soy libre y que en
esta libertad lo que me sostiene, es un
enorme e invisible cordón umbilical.
En este camino veo como, pese a no
creer en el sacri�icio, tiendo a ponerme
la última en la lista de prioridades.
Quizás no a la hora de comprar comida
pero sí si se trata de dar cuerpo a mi
deseo a través de talleres, encuentros,
ropa, perfumes, libros o aquello que me
inspire en ese momento. Como mi
madre, me sigo negando la posibilidad
de hacer lo que realmente deseo
37
porque “ese dinero está mejor emplea-
do en otra cosa, en algo de valor para
el/la otro/otra”. Porque si hago lo que
realmente deseo seré egoísta y esto, no
está dentro del código de la buena
mujer. He aquí la clave ¿Os es ajeno esto
que os cuento? ¿Cuántas veces hemos
guardado la cartera moviendo la cabeza
porque eso “no está bien”, porque es un
“antojo”, porque “él lo necesita más que
yo”, porque ______________ (completemos
con la frase que más nos guste)? Hay un
trasfondo, un poso, en nuestra relación
con la materia dinero que nos habla de
las cualidades de la buena y de la mala
mujer. Por mucho que nos moleste,
tenemos muy interiorizada el arquetipo
de la virginal y sacri�icada madre-
mujer-esposa. Darse cuenta es un gran
paso pero es necesario que vayamos
más allá. Ahora bien ¿Cómo? Pues como
siempre hago, voy a numerar lo que a mí
me está ayudando a cambiar mi
relación con el dinero. Con�ío en que os
pueda inspirar y acompañar para crear
vuestras estrategias que os permitan
vivir con fuerza, consciencia, cuerpo y
gozo.
1. Viva el mal, viva el capital
Yo me crié con el programa infantil La
bola de cristal. La Bruja Averías repetía
sin �in esta frase y creo, sin duda, que es
muy representativa para la relación
común con el dinero. Vivimos en una
sociedad capitalista. A mí, a título
personal, no me gusta. Sé que hay otros
modos de vivir y apuesto por ellos
PERO a día de hoy el dinero, el capital,
me resulta necesario. “Lo necesito para
vivir” Esta a�irmación nos pone en
desventaja pues necesitar de algo o
 05 - Nosotras, las mujeres, y nuestra relación con el dinero
alguien nos hace dependientes (desde
el aspecto negativo de dependencia)
Así que es necesario cambiar el
concepto del dinero si no queremos
seguir alimentando nuestra angustia.
Por ello el dinero es un MEDIO, no un
�in (a diferencia del capitalismo). Un
medio que utilizo (en vez de un medio
que me utiliza) para relacionarme y
conseguir así servicios que me facilitan
la vida (agua potable, electricidad,
comunicación telefónica). Desde esta
perspectiva el dinero no lo siento como
un mal, sino como un intercambio. En
realidad éste fue su origen.
2. Dinero y poder
Muchas mujeres, más de las que pensa-
mos y queremos, vivimos en pareja o
familias en las que no somos nosotras
las que ingresamos la mayor cantidad
de dinero. En esta sociedad capitalista-
patriarcal quien tiene el dinero, manda.
“el dinero no le con-
fiere a nadie poder
sobre mi persona,
mi deseo ni sobre
mi cuerpo”
Con lo que las que no lo tenemos o
tenemos menos que nuestros compa-
ñeros, padres, amigos estamos en una
gran desventaja social, en lo que a
poder se re�iere. Existen varias estrate-
gias para dar la vuelta. Una es la de
ganar más que ellos y así tener el poder.
Otra es la de revisar qué es el poder
para nosotras y si realmente se ve
38
sujeto a quién le pertenece. Sobre el
concepto poder hay muchas, muchísi-
mas visiones (cada una puede acceder
a diferentes pensadores y pensadoras).
Desde mi sentir y mi práctica, para mí
ha sido necesario comprender que el
dinero no le con�iere poder a nadie
sobre mi persona, mi deseo ni sobre mi
cuerpo. Las decisiones en una familia,
pareja o comunidad no pueden tomar-
se bajo el criterio de que el que gana/la
que gana es el que manda. Si ésta es tu
situación, pregúntate ¿Qué aportas tú a
la vida? Seguramente aportas esfuerzo,
voluntad, espacio, tiempo, creatividad,
afecto, cuerpo y un in�inito etcétera que
tiene más valor y es más necesario para
mantener la vida que el dinero. Como
escuché una vez el dinero no se come.
Por sí mismo no alimenta, no nutre, no
reconforta y sin alimento, nutrición ni
amor la vida no es posible.
3. Mujeres generando dinero
Teniendo claro que el dinero no puede
determinar el poderío (diferente a
poder) ni el poder de una mujer, es
necesario que lo generemos si quere-
mos movernos en esta sociedad con
autonomía. No podemos engañarnos si
creemos que sin dinero podemos dar
espacio, tiempo y cuerpo a nuestro
deseo. Por ello es fundamental que
aprendamos a relacionarnos con él
desde la creatividad. Esto no signi�ica
que lo generemos de un modo capita-
lista- patriarcal. Cada día somos más
las mujeres (también hombres) que
desarrollamos otros modos de
trabajo-vida. Cooperativas de mujeres,
mujeres emprendedoras, sociedades
en femenino… hay diferentes maneras
el camino rubí
de hacer realidad un deseo, una pasión
y traerla al mundo para que otras muje-
res (hombres) se bene�icien y genere-
mos riqueza social y material.
4. Dar soporte a proyectos vivos
Una cosa está clara, donde pongo mi
dinero pongo mis intenciones. Si no
estoy de acuerdo con este sistema, una
gran revolución al alcance de nuestra
mano es la de reconocer el valor de mis
intenciones y con ello el de mi dinero.
Si estoy en contra de las guerras y de la
industria armamentística no pondré mi
dinero en bancos ni cajas de ahorro que
sean accionistas de estas empresas
(por ejemplo). Si quiero dar soporte a
mujeres que paren y crían proyectos
vivos, que posibilitan un cambio, las
apoyaré con mi dinero porque donde
va éste, va mi intención, mi energía.
Nutriendo estas formas de vida favore-
ceré que, si algún día deseo dar cuerpo
a mi pasión y dedicarme a ella, pueda
hacerlo posible porque podré vivir a
través de ello.
5. La vida consiste en dar y recibir
El dinero nos remueve porque general-
mente dominamos más el dar o el
recibir, y pocas veces ambos están en
equilibrio. Se trata de práctica. Todo en
esta vida lo es. Si te cuesta recibir (a mí
me cuesta horrores) ábrete a esta
práctica –similar a si te cuesta dar. El
dinero nos permite jugar, practicar. Ver
la relación con el dinero como una
posibilidad de crecimiento nos puede
ayudar a transformar la angustia en
reto, en enseñanza.
39
6. No con mi dinero
La crisis económica, que es una crisis de
valores, simbólica y de autoridad, nos
está llevando a límites reales e imagina-
rios de precariedad. Nos está poniendo
contra las cuerdas y lo sentimientos de
subsistencia más primales se están
despertando. La avaricia, la codicia y la
usura del capitalismo- patriarcal nos ha
llevado a esto PERO dentro de nosotras
también existe esa avaricia, codicia y
usura. Es imprescindible que demos
espacio a esas sombras, que las
reconozcamos para dejarlas partir pues
de otro modo, seguirán vivas en nuestra
comunidad. No hay ninguna que sea
pobre (más allá del dinero) Todas
tenemos y traemos mucha riqueza que
hemos de hacer circular. Todas tenemos
mucho que aportar y es ahora cuando
se ha de poner en juego con celeridad.
No podemos apartarnos del dinero u
odiarlo, manejándolo con la cara girada,
mirando a otro lugar. Más que nunca
hemos de ser conscientes y cuidadosas
para que con nuestro dinero NO se
perpetúe un sistema de miedo, sumi-
sión y posibilitemos el cambio y la
re-evolución.
“si deseo algo, es
indispensable que
le de espacio y
medios para que
se manifieste”
 05 - Nosotras, las mujeres, y nuestra relación con el dinero
7. Apoyo a la manada
Hace unos días escribí esto en el
Facebook de El Camino Rubí. Es indis-
pensable que entre todas nos apoye-
mos. Ante la precariedad material:
manada. Sé que es genial escribir y más
aún promoverlo pero hemos de practi-
carlo.
Algunas tendremos más experiencia,
otras menos pero aún sintiendo ciertas
resistencias a posibilitar el amparo
hemos de practicarlo independiente-
mente del interés, más allá de éste.
Seguramente acudirán a nosotras
pensamientos de si realmente esa
mujer lo necesita o si se está aprove-
chando o en qué gastará el dinero que
le presto, etc. PERO hemos de aprender
a dar sin interés y a pedir desde la
honestidad. Al sistema capitalista-
patriarcal le va bien que juzguemos a
quien pide y a quien da porque así le
ayudamos a perpetuar el sistema desde
dentro de nuestra psique-cuerpo.
40
8. Mi deseo, mi dinero
Ponerme la primera en mi ranking de
amores y afectos es indispensable para
poder, después, ocuparme de
los y las demás y nutrir con
sustento.
Si deseo algo, es indispensa-
ble que le de espacio y medios
para que se mani�ieste. No es
ser caprichosa ni egoísta, se
trata de ser responsable con
una misma. Si yendo a clases
de danza, comprándome ese
anillo o yendo a ver esa
película mi deseo se ve colma-
do y con él, mis alas sacudidas
y listas para volar, proteger,
amparar, nutrir, gozar,…
¡Bienvenida sea esa inversión!
Es mi máxima responsabilidad hacer
que esto pase y si me siento culpable
(que muy posible que así sea) he de
seguir practicando, hasta que la
patriarcal culpa vaya borrándose de mi
piel.
Hasta aquí llego ¿Qué más añadirías tú?
Es totalmente necesario que todas y
cada una meditemos sobre nuestra
relación con el dinero y tomemos
decisiones basadas desde nuestro
cuerpo y deseo de mujer. Si seguimos
huyendo o revolcándonos en la confu-
sión seguiremos sumisas, vulnerables y
dispuestas a lo que el sistema deman-
de.
“ante la precariedad
material: manada”
el camino rubí
Somos mujeres llenas de fuerza,
poderío, riqueza y creatividad (entre
tantas otras cosas). Démonos espacio y
salida, para movernos desde nuestra
libertad y posibilitar una vida diferen-
te, única y llena de sentido.

41
 06
nosotras
las
que
somos
como
somos

42
 06 -Nosotras, las que somos como somos
“Ser nosotros mismos nos causa ser
exiliados por muchos otros. Sin embar-
go, cumplir con lo que otros quieren nos
causa exiliarnos de nosotros mismos”
Clarissa Pinkola Estés
Acabo de leer esta cita en la �irma de
una gran amiga y me he sentido bende-
cida. A veces me ocurre. Bueno, en
general siento que me ocurre siempre
sólo que, a veces, estoy lo su�iciente-
mente viva como para darme cuenta
¿El qué? Pues que la vida interactúa
conmigo y me da respuesta e incluso
soluciones a los revoltijos de cada día.
Llevo días, muchos ya, enmarañada
conmigo misma, con el mundo y con las
abundantes personas (hombres y
mujeres) que a lo ancho y amplio lo
pueblan. Estoy segura de que a mis 28
años (sí, tengo 28 a pocos meses de 29)
estoy viviendo una etapa de paso para
llegar a mi nueva habitación en el ciclo
de los 7 años. Estoy abriendo la puerta
de un nuevo lugar en mí y en el mundo
que, a lo ancho y amplio, también yo
pueblo, y en cierto modo me puebla.
Estoy reviviendo situaciones de mi
infancia y adolescencia con una
claridad que muchas veces me deja
confundida en una esquinita del cuarto.
Empiezo a unir piezas de un puzle que
no tenía ni idea de que existiera.
¿No te pasa esto? ¿Que, a veces, el
mundo comienza a hacer “clic” clic”
casando y cobrando sentido? Son
momentos de epifanía, que como ésta,
acaban pasando en el momento en el
que puedes nombrarla como tal y todo
lo que parecía tan claro, se esfuma y
44
comienza a dibujarse una cara de tonta
donde hubo un evidente estupor. Pues
de esta guisa camino últimamente.
En este encuentro entre palabras he
decidido darme espacio, tiempo y
con�ianza para compartir lo que hoy
me remueve y conmueve. Generalmen-
te me planteo el tema sobre el que
escribir pero últimamente no puedo
cumplir con recetas, pedidos ni nada
por el estilo.
“cuando era pe-
queña decía lo que
sentía y aquello que
pensaba”
Siempre fui mujer del momento, del
impulso y de la simpática improvisa-
ción. Y más aún cuando ando confundi-
da y busco en el acto de escribir, un acto
de alumbramiento de mis sombras.
Esto es un rasgo identi�icativo de lo
poco común que dicen que soy. Y este
rasgo de excepcionalidad es el tema
que hoy me apetece exponer aquí, en
nuestra intimidad.
Si te pregunto ¿Eres un perro verde?
Quizás ¿La oveja negra de tu familia?
Estoy segura de que, con una sonrisa a
medio vestir, asentirás. Si no lo eres, es
muy posible que te sientas fuera de
lugar por la no-complicidad de estas
líneas. Tranquila, si no lo eres, es
perfecto.
Estoy segura de que en algún momento
de tu vida te has sentido como una
el camino rubí
excepción, como una diminuta marcia-
na que trata de comprender pero a la
que todo se le escapa o quizás todo lo
que ocurre es que comprende demasia-
do bien mientras el resto parece darse
una y otra vez con el mismo muro, que
tan enorme, brilla al �inal de la calle.
Como bien sabes, a veces, puede llegar
a ser angustioso. Otras incluso diverti-
do pero siempre, o casi siempre,
supone respirar dos veces. Que una sea
diferente, especial, rarita, y demás
cali�icativos no es nada malo. De hecho
es un regalo el saberse sentir tal y como
todos y todas somos en realidad. Reco-
nozco que, cuando me ofusco, pienso
que muchas personas son estúpidas y
que por su vil culpa el mundo se va
rompiendo y yo tengo que ir detrás
reparándolo. Sin embargo sé que esto
no es cierto, es decir, que yo sea la chica
maravillas y la vecina la maldita arpía
que eclipsa el sol cuando se despierta.
Yo vengo de una familia de perros
verdes. Mi madre es una cánida multi-
color y mi padre un perrillo verde
manzana, así que ¡Imaginaos la mezcla!
La infancia no fue nada fácil. Esta
mañana paseando con Lola (mi perra)
re�lexionaba sobre mi infancia y sobre
las pocas amigas que tuve y la de
encontronazos que viví en el colegio.
Cuando era pequeña decía lo que sentía
y aquello que pensaba (siempre coinci-
día lo que sentía con lo que pensaba).
Esto me llevó a ser la rarita de la clase y
por tanto a no gozar de popularidad ni
buenos sitios al lado de las niñas más
populares. Cuando crecí me di cuenta
de que si quería tener amigas, tenía que
aprender a pensar aquello que no
45
sentía y por supuesto a decirlo. Así en
7º de EGB comencé a tener más amigas
y pude disfrutar de las mieles de estar
con otras sin importarme el precio a
pagar.
“siempre fui mujer
del momento, del
impulso y de la sim-
pática improvisa
ción”
El tiempo iba pasando y cada vez era
más incoherente con mi sentir tanto
que, las amigas que siempre habían
estado a mi lado, me dejaron de lado.
Pienso en que realmente debí de
comportarme de manera insoportable.
Bien, la cuestión que deseo señalar con
mi ejemplo en primera persona es que
las “mujeres verdes” tanto de niñas
como de adolescentes, solemos matar
una parte de nosotras para sobrevivir,
para mantener relaciones pues sin la
relación sabemos que la vida se
convierte en mera supervivencia. Por
ello pagamos altos precios, uno de ellos,
es el de ser querida con condiciones: si
dices lo que quiero, entonces somos
amigas, amigos, compañeras, etc. Si no
¡Tú verás! Y por mantener esta ecuación
de falso amor nos vamos rompiendo
hasta que nuestro deseo se queda
diluido. Tanto que a veces ni lo encon-
tramos y cuando lo hacemos nos senti-
mos amenazadas porque atenderlo
puede suponer perder esas relaciones.
La buena noticia es que esta parte que
creemos haber matado nunca muere y
 06 - Nosotras, las que somos como somos
si nos permitimos espacio para acunar
este miedo de ser diferente al resto y
por ello condenada a la soledad, podre-
mos encontrar esa pizca de vida
canalla, de sentir pícaro, de noble
revolución que nos expande, nos lanza
y nos preña de sentido y color. Se trata
de dar color intenso a nuestro propio
verdor, pues por mucho que tratemos
de disimular e incluso ocultarlo, el
verde de nuestra piel nunca se va a ir y
¡Bendito sea! (acude a mi mente Elpha-
ba, la bruja del Este del Mago de Oz de
la gran novela Wicked, memorias de
una bruja mala de Gregory Maguire ).
Así que me atrevo, con una gran sonri-
sa, compartir con vosotras pequeños
trucos para mantener, dar lustre y
honrar nuestra verde estampa:
1. Creo en la voz de mis entrañas
Todo lo que siento es real. Real para mí
¿Para quién sino? Mi intuición es sagra-
da, es la guía que da sentido a mi
mundo y a mí en el mundo. M. Milagros
Rivera dice en su último libro El amor
es el signo, educar como educan las
madres¹ :
“La llamada de las entrañas nos orienta
a la gente con una llamita tenue pero
persistente: con la llama o lumbre del
corazón […] puede ser el tirón que
sentimos cuando oímos o leemos algo
que parece ser verdad pero no lo es. El
tirón sugiere, sin imponer nada, que
nos detengamos a pensar que no nos
dejemos engañar: que lo que se nos
está diciendo es discurso, no lengua
materna. La lengua materna y el
¹Sabina Editorial. 2012.
46
discurso usan las mismas palabras,
pero con la diferencia de que la lengua
materna, como ya sabemos, me trae la
realidad y la verdad, frente al discurso,
que coincide algo con la verdad pero no
del todo”
2. Digo lo que siento
La voz de mis entrañas necesita encar-
narse en mis palabras para ser traída al
mundo. Muchas veces lo que siento no
es lo adecuado, no es lo esperado pero
lo adecuado y esperado no son la
palanca que necesitamos para hacer
clic y encender la luz. Para alumbrar la
oscuridad se necesita valor, humor y
una pizca de picardía.
3. Si tú no me quieres otro/a me querrá
Esto cantábamos mientras jugábamos
al corro de las patatas, cuando éramos
pequeñas. Parece que con el tiempo se
nos olvidó. Es cierto que decir lo que
siento y hacerlo, reduce las compañías.
Nos cuesta mucho aceptar que alguien
tiene límites y más aún ser nosotras las
que lo marquemos.
“necesitamos re-
cordar que somos
grandes”
Amar incluye amar los límites, darles
espacio y a veces, negociarlos. Si los
hombres y mujeres de tu vida te
quieren con límites… replantéatelo,
incluso si tú misma quieres a alguien
“sólo cuando…” Es muy tentador ser la
el camino rubí
más querida pero esto es un espejismo
que, a lo largo del tiempo, se vuelve en
nuestra contra. Las personas que te
aman, lo hacen con todas tus luces y
también con todas tus sombras. Desen-
gañémonos, no podemos ser queridas
por todas ni todos, tampoco es desea-
ble ni práctico. Nos vamos rompiendo y
perdemos la autenticidad y con ello
nuestro verdor.
4. Menos es más
Siempre tuve muy poquitas amigas y
amigos. Durante unos años comencé a
tener muchas amigas (menos amigos).
Por X circunstancias fui lo que siempre
había deseado ser: “La sal de todas las
comidas” pues ser querida es mi talón
de Aquiles particular. Al principio era
muy feliz pero después me fui dando
cuenta de que me estaba perdiendo, mi
esencia se veía condicionada por las
buenas o malas caras de las mujeres
que me rodeaban. Como mi deseo se
obstina en ser, volví, poco a poco y con
una gran resistencia, a ser como fui de
niña: una loba multicolor y vi cómo las
caras iban cambiando, los gestos se
volvían más fríos y volví a sentir el
amor condicional. Poco a poco he ido
aceptando que el amor que merezco y
el que deseo es el incondicional y es el
mismo con el que yo amo y deseo amar.
He descubierto que una pelea puede
mostrar lo fuerte que es una relación.
Yo doy espacio al negativo de mis
amores, ahora ellas y ellos han de dar
ese espacio si no… ¡Menos, es más!
5. Mi deseo es sagrado
Insisto una y mil veces más. La voz de
mi deseo es la voz de la vida, la diosa, la
47
chispa (cada una que lo llame como
quiera) en mi cuerpo de mujer. A ella
obedezco, a ella y a nadie ni nada más.
Esto es, muchas veces, complicado y
duro. Se necesita voluntad y mucho,
mucho humor. Cuando no nos hacemos
caso, cuando nos ignoramos, enferma-
mos y nuestro humor se vuelve gris.
Nuestro humor ha de ser verde ¡Como
nosotras! Todo es mucho más mágico de
lo que nuestra razón de adulta nos
viene a decir. A veces se trata de saltar
sin paracaídas y con�iar. Siempre, siem-
pre, sabremos abrir nuestras alas y
volar bien alto.
6. Celebro la diferencia
Ocurre que no hay perros de un solo
color, ni todas las ovejas tienen el
mismo tono blanquecino. Ocurre que
todas y todos somos terriblemente
diferentes aún siendo, a su vez, increí-
blemente parecidas, parecidos. La
historia de homogeneizarnos es lo que
ha llevado a dolorosas amputaciones
�ísicas, emocionales y psíquicas para
entrar en un molde en el que jamás
entraremos. Quizás sea por azar (no
creo en él) pero, pongamos que fuese
por él, que nuestros cuerpos, nosotras,
se han obstinado en no romperse más
(quizás ni un poco) para caber en una
horma imposible e innecesaria y que
por ello, luzcamos este verde tan
hermoso. Bien, pues por esta actitud tan
testaruda, celebremos nuestra maestría
para ser la que somos sin una pizquita
más ni una pizquita menos y honremos
a aquellas y aquellos que así lo hacen.
Ahora, en estos momentos, soy la mujer
que soy y por ello, gracias. Sí, lo
reconozco, a veces me canso y otras
 06 - Nosotras, las que somos como somos
tantas me siento un poco arrogante,
pero en el fondo, en mis entrañas, sé a
ciencia cierta que es un orgullo ser con
tanta plenitud, con tan poco tabú y con
apenas complejos.

“amar incluye amar

los límites, darles
espacio y a veces
negociarlos”
Necesitamos recordar que somos
grandes. Son esos encantadores detalles
los que nos tejen y nos alzan al cielo,
revolcándonos trémulamente sobre la
húmeda tierra.

Nosotras no somos las exiliadas de

nuestro cuerpo. Somos las diosas
herejes que habitan sus montañas y
sus lagos con valentía, amor y humor.

¡Por nuestro esplendoroso verdor!

48
 07
reflexionando
sobre la
no-maternidad

49
 07 - Re�lexionando sobre la no-maternidad
“No olvides nunca esto: Nunca vas a
encontrar a nadie que te de lo que no te
dieron en la infancia. Nunca. Jamás.
Porque la única persona que puede
darte lo que faltó, eres tú”
David Testal
Ayer estas palabras brillaban en mi
móvil. Son palabras de un mago, de un
hombre que pule mi alma cada vez que
me deja leerle.
Ayer lloré mucho. Ayer mi Facebook
estalló con cientos y miles (mentira,
fueron tres) de nuevos y radiantes
embarazos. Mientras, mi copa mens-
trual comenzaba a rebosar de los
pequeños coágulos que expulsa mi
cuerpo tres días antes de la regla. De
nuevo yo no era madre. De nuevo iba a
volver a vivir un ciclo más sintiendo esa
falta de magia que “sólo el embarazo
puede dar”.
“nadie puede venir
a darme sentido si
yo no reconozco el
sentido que hay en
mí”
La magia de la vida no viene, en exclusi-
va, en cuerpecitos de 2kilos 800
gramos.
Llevo 3 años, tratando, intermitente-
mente de volver a ser madre. Lo fui
durante 4 semanas y 6 días. Tuve una
pérdida temprana. Para muchas, inclu-
so para mí entonces, no signi�icaba
haber sido madre. Para bastantes
51
mujeres soy conocida por este suceso,
mi blog almadedoula, trata especial-
mente sobre mis dolores en relación a
mi no-maternidad. De hecho, El Camino
Rubí, es el fruto de esa pérdida. La
cuestión es cómo he ido viviendo mi
realidad y cómo he podido tejer, a mi
gusto y a mi disgusto, el hecho de la
maternidad.
Nunca me lo pregunté. Me parecía
obvio. Quizás me parecía estúpido
tratar de buscar una respuesta racional
a algo tan instintivo. La cosa es que tres
años (ya largos) dan para mucho, con lo
que al cabo de un tiempo me lo planteé:
¿Por qué quiero ser madre?
Las respuestas variaron en diferentes
profundidades y matices. Me sorprendí
con la respuesta “porque quiero ver
como sería una pequeña yo” Es curioso
e incluso bonito ver cómo una tiene
deseos simples y triviales. Cierto es que
este motivo no fue la base. (Hubiese
sido fácil, entonces, deshacerme de él).
En cambio, otras fueron encaminadas a
las respuestas en las que quiero traba-
jar hoy. Éstas son:
“Porque quiero sentir amor verdadero.
Porque quiero amar de verdad”
“Porque quiero ser amada completa-
mente. Quiero ser única para alguien”
Que bien miradas ambas tratan del
grandioso y vasto tema del Amor
Incondicional. La cuestión aquí es ¿Qué
entiendo por Amor Incondicional?
Además de ¿Por qué un bebé podría ser
su garante?
el camino rubí
(Aclaro lo principal para poder seguir
el hilo de esta madeja: para mí, el amor
incondicional es amarte y amar más
allá de lo que no nos gusta. Amar lo que
ya es. Con todas sus luces, con todas sus
sombras. Cuando me bene�icia y
cuando no. Pero no un amor cursi,
porque el amor es de todo menos cursi.
El amor es potencia e intensidad como
es calma y silencio. Tiene muchas
formas y en mí se mani�iesta en los
latidos de mi útero)
“amor incondicional,
¿por qué un bebé
podría ser su ga-
rante?”
Para comprender esto yo tuve que ir
hacía atrás. Hacía mis orígenes.
(Cuando tengas dudas, haz el camino
de vuelta) ¿Alguna vez había sentido yo
este amor? Sí, yo había amado así a mi
madre y a mi padre, independiente-
mente de lo que hubiésemos vivido. La
cuestión es que me costaba sentir en
mi cuerpo, no así en mi intelecto, ese
amor más allá del bien y del mal. En mi
piel, en mi boca del estómago, en mi
garganta se seguían enrollando nudos,
grandes nudos, cada vez que hacía lo
que deseaba por el miedo a que “me
dejaran de querer”. Esta angustia
respondía a mi infancia y adolescencia.
No hacer lo que mis padres querían
para mí, suponía aguantar broncas,
malos gestos, algún sopapo, silencios
perturbadores y un etcétera que estoy
segura de que podríais completar con
52
vuestra propia experiencia. Aún así,
a�irmo que mis padres me amaron y me
aman incondicionalmente sólo que fue
a un nivel más… subliminal.
La historia me da un re�lejo de mi dolor
presente. El ejemplo está en la extendi-
da frase de “Hasta que no seas madre no
sentirás lo que es amar de verdad”. Esta
frase, daba en la diana de mis angustias,
ya que mi deseo de ser madre venía por
el hecho de saber amar y ser amada de
una forma cósmica, entera, redonda y
pura. Nada parecido a lo que ya había
experimentado en mi vida de no-madre
(Fijaos en cómo he ido dividiendo a la
mujer en madre o no madre, cómo que
no hubieran otras tantas formas de ser
mujer) ¿De verdad? Me pregunté con
estupor si yo nunca antes había amado
con extensión, potencia y voluptuosi-
dad a nadie. Si ni siquiera era capaz de
amarme a mí de esa manera tan mística.
Y si no haberme amado ni haber amado
así, no pondría un tremendo peso sobre
los hombros de quién pudiera venir a
través de mí. Con esta re�lexión, mi
instinto maternal se transformó en un
instinto de querer ser amada por quien
era en ese momento. Mi niña, la que
habita en mí de una manera, cada vez,
más desinhibida, quería contar con una
criatura que pudiera amar a su nivel.
Quería una compañera o un compañero
de aventuras, una amante incondicio-
nal, una persona en esta tierra que la
llevara por siempre en su cuerpo. Mi
pequeña Erika quería una hermanita o
un hermanito. Aquel que no pudo tener.
Un cómplice, una luna, un satélite que
diera vueltas a su alrededor. Mi peque-
ña quería amar el amor y creyó que
 07 - Re�lexionando sobre la no-maternidad
venía en cuerpecitos de 2 kilos y 800
gramos.
Lo curioso de este amor es que yo
nunca he sabido amar de otro modo.
Siempre me he menospreciado por
amar lo bonito y lo feo. Me he reprendi-
do sin cesar por comprender las expli-
caciones de todo el mundo, por darles
su importancia y espacio. El amor de
los primeros años de mi vida sigue vivo
en mí. Puede que mis incursiones
místicas hayan ayudado a quitarle el
polvo, realmente no lo sé. La cuestión
es que yo, ya amo así. Entonces si ya
amo de este modo ¿Qué amor único
podría enseñarme una criatura? Enton-
ces ¿Hay diferentes grados de amor?
Sinceramente creo que mil cosas
podría enseñarme mi hija/o pero no
siento que sea a amar sin medida, sin
interés, sin recompensa, sin trabas ni
preferencias. Este amor lo practico
desde que estaba en el cálido útero de
mi madre y no sólo se lo profeso a ella.
Al poner en relación estas conclusiones
he recogido puntos importantes que
me hacen sentir la (no) maternidad
desde otra perspectiva más allá del
deseo de cubrir mis propias necesida-
des afectivas.
1. Hay una niña en mí que es amor puro
A ella dedico mis sonrisas, mis mimos y
mis canturreos mañaneros. La colmo
de besos y cuando se asusta y cree que
no es la “más mejor” le recuerdo que
ella es única y perfecta como es.
53
2. No necesito de la otra ni del otro para
completarme.
Nací completa y totalmente incomple-
ta. No hay separación entre el todo-
nada que soy. Nadie puede venir a
darme sentido si yo no reconozco el
sentido que ya hay en mí.
“la magia de la vida
no viene en exclusi-
va en cuerpecitos
de 2 kilos 800
gramos”
3. Soy una en relación.
La relación con las otras y con los otros
me permite limpiar abrir y extender
mis alas. Nací siendo en el cuerpo de
otra mujer. Vi la luz en relación. Sin las
demás ni los demás yo dejo de ser.
Aunque para ser antes he de saberme
que soy ¿Complicado? No, en realidad
es bien sencillo.
4. La maternidad no es únicamente
parir y/o criar seres humanos.
Grandes proyectos en mi vida son mis
hijos. Entre ellos estas palabras que
recorren tu pantalla y acarician tu
hombro derecho. Nuestra fertilidad
alberga diferentes frutos. Una novela,
un cuadro, una performance, una
deliciosa comida… son hijas e hijos de
nuestras entrañas. Nuestra capacidad
de trascendencia es realmente profun-
da. Además de esto, algunas mujeres
tenemos una gran capacidad para
atender, mimar y nutrir a otras perso-
nas. Estas capacidades pueden ser
el camino rubí
desarrolladas antes o después de la
maternidad. Ser madre no garantiza
que se despierten y extiendan. Seguro
que cerca de ti, incluso puede que tú
misma, hay una mujer que todo lo que
toca lo preña de vida sin ser madre…de
humanos, pues seguro que sí de
muchos proyectos.
5. Ser madre es una experiencia
diferente para cada mujer
Sí, muy diferente. Puede que te abra
caminos mágicos o puede que te lleve a
terribles in�iernos. Puede que te
quedes igual. Pueden suceder muchas
cosas o quizás ninguna. Ocurrirá lo que
nos ocurre cuando alguien nuevo llega
a nuestra vida, cambia nuestro lugar en
el mundo a través de la relación.
6. La no maternidad no es egocentrista
ni te convierte en una adolescente
crónica
Puedes reírte pero yo lo he oído mucho
y lo he temido otro tanto. Primero de
todo es importante revisar qué concep-
to tenemos de egocentrismo y cuál de
maternidad. La idea de sacri�icio está,
aún, muy extendida en la cosmología
maternal. A mí me gusta amarme abier-
tamente, sin condiciones, ni medida.
Conozco muy bien la humildad y no es
antagonista del amor a una misma. De
hecho para amarse incondicionalmen-
te la humildad es fundamental.
La adolescencia crónica dícese de
aquella que se acusa cuando alguien
comenta que no sabes hacerte respon-
sable de nada ni de nadie. Lo acompaña
la sentencia de que si tuvieras una hija
o un hijo sabrías lo que es esforzarte
por los demás. Cuando oigo esto me
54
asusto mucho, porque me parece
terrible la creencia de que hasta que no
experimentas la maternidad, el resto
del mundo te importa un comino.
“la idea de sacrificio
está, aún, muy ex-
tendida en la cos-
mología maternal”
Pienso en qué narices les habrán
enseñado sus amantísimas madres si
sólo pueden amar y atender aquello que
viene, en exclusiva, de ellas. Añado
además que yo sólo soy responsable de
mí y de nadie más. No quisiera compro-
meter la libertad de mis criaturas por
asumir lo que les es propio como perso-
nas.
7. Al comparar, pierdo
Caer en las comparaciones abre una
brecha, un espacio que separa y lleva a
la pérdida del todo que son los dos
aspectos a comparar. Podría pasarme
horas hablando de las bondades de mi
no maternidad frente a la maternidad
pero, sinceramente, me sentiría estúpi-
da por perder tiempo y energía. Así
podría ocurrir en el caso contrario.
Estamos acostumbradas a pensar en
términos binomiales: maternidad
frente a no maternidad, en lugar de
tomar el común y abandonar las jerar-
quías.
8. Una experiencia extraordinaria…
como tantas otras vivencias únicas en
mi vida
Cierto es que esta sociedad patriarcal
 07 - Re�lexionando sobre la no-maternidad
ha puesto mucho valor en el hecho de
ser madre (una madre prediseñada a “la maternidad
través de sus necesidades, miedos y
fantasías) y que esto, nos guste más o enseña muchas
menos, se queda rondando por los
pantanos del pensamiento y del senti-
cosas, como
miento. Ser madre, a mi sentir, no
puede constituir un todo para una
enseña la vida
mujer. Con esto no reniego de mujeres misma si una se lo
que, como mi madre, a�irman llenas de
orgullo que soy lo mejor de su vida. Sé permite”
que soy su mejor obra pero me duele,
me apena porque me gustaría compar- idea de una preciosa barriga, en la que
tir importancia con otras obras de ella. una bebé me abraza en su cielo in�inito
Quizás esto habría sido posible si mi que es mi propio vientre. Acepto que
madre hubiera decidido verse como me incomoda la posibilidad de no ser
una mujer completa. Más allá de ser “la madre alguno de estos días. Lo que
madre de”. ahora sé y siento es que deseo amar lo
que ya es. Que cada día y cada noche
9. Yo soy responsable de mi felicidad que pasa yo ya soy todo lo perfecta que
Yo completé a mi madre y cuando yo puedo ser. Que hay más de dos y más de
me alejé (sólo en kilómetros) su vida tres personas que me aman de pies a
comenzó a perder en calidad y sonri- cabeza (yo entre ellas.) Y que cuanto
sas. Yo detesto ser quien la completa, su más amo, más se expande y contagia
única fuente. Es mucha responsabili- este amor. La maternidad enseña
dad para mí, ya que si estoy triste, ella muchas cosas, como enseña la vida
cae. Su felicidad es mi responsabilidad. misma si una se lo permite.
Esto no es sano porque no me hace
feliz. En cambio si mi madre está triste ¡Que nuestras decisiones nazcan de la
yo puedo seguir estando feliz. Con mi voz del deseo, no del aullido de la
felicidad puedo hacerla reír, lamerle las necesidad!
heridas, jugar… Siempre me sentí
culpable por no mimetizarme con las
emociones de las y los demás. Hoy me
siento plena y agradecida por ello.
Amar no tiene apellido. Esto quiere
decir que no existe el amor incondicio-
nal. Sólo amas. Incluso para algunas
personas amar carece de sentido
propio. Yo impregno a la palabra amor
de todo lo que siento, de aquello que
intuyo. Reconozco que coqueteo con la

55
 08
romperse
o como nadar
hacia las
profundidades

56
 08 - Romperse o cómo nadar hacia las profundidades
No os voy a engañar. No podría hacerlo
o quizás, podría, si permitiera que todo
esto se fuera rompiendo por miedo.
Llevo unas cuantas semanas tratando
de recomponerme y está siendo una
tarea ardua. Esta mañana me he levan-
tado y he decidido que voy a dejarlo. Sí,
abandono. No voy a tratar de recompo-
nerme más. Lo roto, roto está y tiene su
propio sentido. Sobre esto es lo que voy
a escribir hoy. Sobre los pedazos de una
que ya no vuelven a estar en su sitio
nunca jamás.
Nos empeñamos en que la vida no se
note en nuestra piel. Que las heridas no
asomen, que las venillas no den textu-
ras inadecuadas a nuestro cuerpo, para
que en éste no se vea habitar a la
“desgracia”. En nosotras hay dolor ¿Por
qué negarlo más? Yo me he agotado de
forzar la sonrisa cuando quiero
romperme a llorar porque, en realidad,
estoy rota y sólo puedo llorar para ver
si el salitre de las lágrimas hace de
pegamento total. Alguna podrá pensar
que algo muy grave me ha debido pasar
pero, si os digo la verdad (no me queda
otra) han sido detalles, partículas de
polvo que sumadas una a una han ido
horadando y erosionando mis volunta-
des, antes tan bien delimitadas. Soy tan
fuerte como vulnerable. En la misma
medida. Esto hace que pequeñas-
grandes briznas de vida vayan calando
entre mis ideas, mis sentires y mis
propias verdades. Sinceramente no
creo en absoluto, por más que me haya
empeñado, que todo se soluciona con
una respiración, un mantra o un zumo
ecológico. Vosotras lo sabéis también.
En ocasiones toca quedarse desnuda
58
abrazando nuestro cuerpo frágil y roto,
llorando por aquello que hemos perdi-
do y que nadie más ve. De otro modo,
estamos huyendo. En nosotras habita
una gran oscuridad. La cuestión aquí es
zambullirse en ella con el menos miedo
posible. (Sí, quisiera escribiros “sin
miedo” pero yo no lo he conseguido
aún y como no os digo mentiras pues
me quedo a la mitad del camino.) Yo
hablo y escribo mucho sobre el miedo
porque paso mucho tiempo jugando en
su patio. Hoy me levanté casi sin miedo
porque estoy oscura y rota. Cuando me
habito así el miedo no tiene esquinas
por donde esconderse porque estoy a
la intemperie. Los dos nos miramos de
frente y sonreímos con timidez. En
realidad el miedo a la oscuridad existe
porque nos lo han (y hemos) negado.
Es desconocido y de ahí el temor y el
temblor. La oscuridad no duele. Repito:
La oscuridad no duele.
“en nosotras habita
una gran oscuri-
dad”
Muchas veces me siento tentada de
salir corriendo. Como estoy premens-
trual esto no es posible y os reconozco
que me gusta. Hay una tristeza, quizás
melancolía (algunas la llaman saudade)
que me inspira simpatía por lo débil,
por lo diminuto, por lo torpe, por lo
perdido y jamás encontrado. La música
siempre ayuda y lejos de buscar cómo
salir de aquí, decido comprar un billete
de ida al epicentro de mi oscuridad. Allí
(aquí) hay lugares bonitos: oscuros
bosques, espesos cúmulos de niebla,
el camino rubí
jadeante bruma… Todos me dejan
empapada de pena. Pena que me habla
de sus inquietudes, de sus últimos días
y me invita a dejarme sentirla. A veces,
muchas, no me apetece dejarme hacer.
Esas veces todo duele: el útero, la
cabeza, los pechos, las palabras, los
silencios, las canciones, los anuncios,
las verdades y las mentiras. Es peor no
atenderla que dejarla pasar, porque la
pena no pasa si la ignoras. Se queda en
ti más tiempo, con más pena, sin
consuelo. La pena necesita de la
compasión y claro está, ignorarla no es,
en absoluto, un acto de amor.
“cuando dejamos
que las sombras
estén, la luz es po-
sible de atisbar”
Otras tantas veces, al fondo, aparece un
hilo rojo magenta del que cuelga un
gran peso. Está recubierto de óxido,
porque es pesado hierro. Veo las letras
aparecer y dibujan una enorme y
temible C mayúscula. Sí, es la culpa.
Culpa por todo. Por cada detalle. Este
hilo es tirante y me rasga a la mitad.
Comienzo así a dar categorías decla-
rando qué es bueno y qué es malo, qué
es deseable y qué indeseable. Me voy
disolviendo, perdiendo entre arenas
movedizas. Aquí comienza la negación
de mi oscuridad y con ella la negativi-
dad. Cuando dejamos que las sombras
estén, la luz es posible de atisbar o
incluso nacer. En cambio cuando nos
negamos a ellas, cuando separamos y
hacemos categorías, la negatividad con
59
sus enormes zarpas y diminutos
dientes, nos va comiendo de dentro
hacia fuera. La culpa es una creación
cultural. Esto es fundamental saberlo
y/o recordarlo. Nacimos libres de culpa.
La culpa no permite el error, crea
remordimientos que nos atenazan y nos
impiden volver a intentarlo con poten-
cia, cariño y �luidez. El maestro zen
Étienne Mokusho Zeisler decía “En el
Zen no existe el perdón porque no
existe el pecado” Sí, sin pecado no hay
culpa. No hay nada tan horroroso que
con la culpa vaya a sanarse. Ella consi-
gue todo lo contrario. El sentimiento de
enmendar es bien diferente del de la
culpa. El error es vital para vivir.
Algunas, como yo, estamos aprendien-
do a amarlo y darle espacio. Amar lo
que hemos llamado feo, acoger lo que
de�inimos como molesto, sonreír a lo
ocultado al fondo de tanta sonrisa de
porcelana… Aquí comienza el cambio de
verdad. O eso creo porque ¿Sabéis? Yo
no sé todo, es más sé muy poco. Incluso
me atrevo a deciros que sé nada pero
que intuyo algo. Sé que el camino, al
menos uno brillante, se traza a partir de
aquí.
Nunca vamos a vivir a gusto si no
aceptamos las piedras en nuestros
zapatos. Hay muchas cosas y muchas
personas que nos van a llevar al centro
de nuestras sombras. En la actualidad,
la situación socio-económica de crisis-
cambio, está haciendo de catalizador.
Nos guste o no, no nos quedan excusas
para seguir dormidas. La vida nos pide
bajar a nuestro Hades y convertirnos en
las soberanas de nuestro Inframundo.
Ahora comprarnos un vestido, ver una
 08 - Romperse o cómo nadar hacia las profundidades
buena película o ir a cenar fuera
necesitan de un presupuesto consen-
suado familiar, con lo que evadirse no
es tan sencillo. Quedarse en una con
sus fantasmas rondando es una
realidad ya ineludible. Por eso aceptar
que se está rota (mucho antes de esta
crisis-cambio estábamos rotas, no vale
engañarse. Vale, pero es más peligroso
si cabe) da posibilidades para crear una
crisálida de la que pueda nacer una
tremenda mariposa. Ni las gemas
preciosas, ni las a�irmaciones repetidas
como una apasionada cotorra van a
conseguir el cambio.
“estamos rotas. Sí,
¿Y? Rompernos es
parte de la vida”
Tampoco los retiros instantáneos de 5
días en las verdes colinas. Es duro.
Quizás no me creáis, pero creo que en
el fondo sabéis que son distracciones
(las he practicado todas). Maneras para
recordar que hay algo bello en este
mundo caótico. La cuestión es que lo
bello y lo feo están juntos. Separarlos
es una ilusión que nos resta energía. El
orden de la vida es el caos. No podemos
controlar absolutamente nada. Repito:
No podemos controlar absolutamente
nada. Eso es, nada. Únicamente pode-
mos incidir en cómo vivimos lo que la
vida vive a través de nosotras. Nadie
puede ayudarnos a caminar. Son nues-
tras piernas las que han de emprender
el viaje. Claro que podemos viajar con
compañía y esto marca la diferencia.
Todo lo que ahora ocurre, ocurre. No
puedo frenarlo, no puedo controlarlo,
60
no puedo alargarlo. Únicamente puedo
vivirlo. Ahora elijo vivirlo así, con
vuestra compañía.
En este boletín no voy a hacer una lista
de ideas y acciones que me funcionan.
Hoy me apetece huir de la norma, de lo
esperado, para que cada una teja desde
su cuerpo en relación a lo que estas
palabras han sembrado en ella: ira,
rechazo, complicidad, frustración,
calma, miedo… Es desde esta invitación
a vuestro Hades desde donde me
quedo. No puedo y no quiero engaña-
ros. No me gusta cuando nos engaña-
mos a nosotras mismas. Estamos rotas.
Sí ¿Y? Éste es el primer paso seguro.
Las heridas muestran que no volvere-
mos ser las de antes pero en realidad
¿Alguna queremos ser la de antes?
¿Simular que la vida no nos atraviesa,
nos hace libres? No y No. Rompernos es
parte de la vida. “Amarnos rotas” la
acción que hemos de practicar. Vivir
desde las heridas para ir más allá, es la
posibilidad de ser una mujer real, llena
de ciclos de luces y sombras, marcada
por las cicatrices que señalan que aquí,
en este cuerpo, se vivió con plena
intensidad. Al �inal la vida consiste en
eso ¿Verdad? En vivirla. Nada más.
Podemos sumergirnos
sin ahogarnos.
Sabemos respirar bajo la super�icie.
Seamos las sirenas
de nuestro océano.
 09
emprendiendo
en
femenino

61

Emprender. Preciosa palabra. Preciosa
acción. Preciosa por su valor porque
hay momentos grises en los que parece
que todo cuesta más de lo que imaginá-
bamos. Pero aún así, lo hacemos.
Emprender se hace desde el cuerpo y
éste es sexuado.
“mi acto de em-
prender vino por
escuchar y atender
la voz de mi deseo.
Emprendí por amor”
Con lo que podemos y debemos hablar
sin duda alguna de emprender en
femenino. Desde que comencé mi
andadura como emprendedora hace
casi cuatro años, siempre he sentido
que algo me faltaba o quizás que algo se
escapaba de mis manos como un
escurridizo pez. No fue hasta el año
pasado que, en una de las clases del
Máster¹, caí en la cuenta de que yo
estaba emprendiendo en femenino o
bien estaba emprendiendo diferente al
masculino estándar (lo que se llama
masculino patriarcal). Esto marcó un
antes y un después pues no sólo mis
objetivos se alejaban del común “pegar
el pelotazo” o “ganar mucho dinero”,
sino también mi gestión personal-
laboral. Pero voy a ir poco a poco. Os
explico por partes.
En primer lugar mi acto de emprender
vino por escuchar y atender la voz de
¹Máster de Estudios de la Libertad Femenina de Duoda.
63
09 - Emprendiendo en femenino
mi deseo. Emprendí por amor. Sí, por
amor a las capacidades que siento
únicas en mí y que sé que he de
compartir con el resto del mundo
porque para eso mi madre me puso en
este planeta. Nunca se me había dado
bien el trabajar para los deseos de otra
persona, especialmente si se trataba de
una empresa donde nadie sabía qué se
estaba haciendo ni que existiese algo
más allá de la ansiada nómina a �inal de
mes. Así que emprender palpitaba en
mí como algo necesario e inminente
con lo que, después de coqueteos
varios con trabajos a media jornada y
reducciones de horario, aproveché mi
último despido (por recortes en el
ámbito social) para apostar completa-
mente por mi deseo.
“emprender se
hace desde el
cuerpo y éste es
sexuado”
Hasta entonces no era muy consciente
de que mi proyecto tuviera vida propia.
Al pobre lo llevaba guardadito en una
caja y, con cierto reparo, hablaba de él
sólo si me preguntaban. Tenía muy
claro entonces que El Camino Rubí
(desde ahora CR) pertenecía a mi vida
personal, no a la profesional. Sin
embargo cuando abrí todas mis
compuertas a CR mi vida personal y
profesional se mezclaron consiguiendo
un gigante caos. Traté de poner orden,
pero mi criatura CR no me dejaba ¡Me
el camino rubí
ocupaba todo el tiempo! Mi pareja y mi
padre me decían que no podía seguir
así, que tenía que diferenciar. Yo
rehusaba. La verdad que el concepto lo
tenía claro pero ¿Cómo disociar aquello
que late en ti? ¿Es realmente recomen-
dable? En una de las clases con Mª
Milagros Rivera nos explicó la tenden-
cia del masculino patriarcal a separar.
En concreto separar vida personal de la
laboral, cuando en realidad la una
conforma a la otra, y la otra a la una.
Me imaginé, por entonces, un vaso de
agua con un chorrito de aceite. Parece
que podrías separarlo pero es imposi-
ble. Así pues, acepté. Me resigné. Probé
a sentir que mi vida era una, manifesta-
da en diferentes órdenes. Lo cual era
cierto. Pero sólo en parte ¿Y eso? Os
estaréis preguntando. Pues aquí es
donde atendí a otra obviedad que,
como es habitual, se me pasó de largo.
Pese a dedicarme por entero al ciclo
menstrual no caí en la cuenta de que mi
vida era una en diferentes órdenes y a
través de diferentes mujeres, porque yo
no fui jamás una sola.
Con lo que, sumando todos estos
componentes
Emprender por amor +
vida personal/profesional cohesionada +
cuatro mujeres en una
no encajaba en el per�il de emprende-
dora que estaba tratando de reproducir
² De�ino éxito como haber cumplido con los objetivos por los que una comenzó a emprender y seguir
gestando otros a�ines. También como vivir con alegría y ser valorada por el trabajo que se desarrolla de
manera económica, social, personal y familiar.
³ Cuando hablo de nosotras me re�iero a una tendencia. Si no la cumples, es perfecto porque todas somos
diferentes y la diferencia es riqueza.
64
constante y fallidamente. En realidad
esta imagen de emprendedora era la
misma que la de un emprendedor
hombre pero con pintalabios y tacones.
Así pues, comencé a investigar sobre
diferentes mujeres emprendedoras que
hubiesen emprendido reconociendo la
diferencia de su cuerpo de mujer y que
hubiesen tenido éxito² . El resultado fue
muy desalentador porque no encontré
ninguna. Hablé entonces con mi profe-
sora Remei Arnaus y estuvimos un
tiempo dándole vueltas. Esta búsqueda
nacía, especialmente, porque no podía
seguir emprendiendo sola, sin compa-
ñía de otras mujeres que como yo supie-
sen o al menos intuyesen la diferencia
sexual. Finalmente, Remei me pasó el
contacto de un grupo de mujeres que
espero conocer dentro de muy poco.
Mientras tanto, una de las mujeres
suscritas me envío por email (un email
en el que yo hablaba de mis horas más
bajas) la web de Deborah Marín, Oye
Deb! Fue un regalo encontrarme con sus
palabras. Tuve la sensación de leerme a
mí misma. Con�ieso que me pasa poco y
que no sé si es un síntoma hedonista,
sin embargo la sensación fue tan
placentera como liberadora. Respiré
aliviada sabiendo que había una mujer
joven emprendedora que se había dado
cuenta de que nosotras³ emprendía-
mos de otro modo. Aquí supe que era el
momento de poner por escrito todo lo
que sabía de emprender tu propio

sueño desde el cuerpo femenino
sabiendo que, cómo mínimo, acostum-
bramos a ser cuatro mujeres diferen-
tes.
De ahí nacen estos trucos- consejos
para emprender con éxito y mantener-
se entusiasmada desde las cuatro
mujeres que somos cada una de noso-
tras.
NOTA: Os sugiero que, para poder
seguir los trucos veáis la videoconfe-
rencia Los bene�icios de conocer mi ciclo
menstrual (la primera que hicimos
¿Recordáis?) para poder partir de una
base común. Lo que aquí os comento
seguro que os resuena sólo que es muy
posible que hubieseis pensado que
erais unas vagas y que no teníais futuro
en lugar de reconocer que sois cíclicas
y que vuestro mundo no es lineal.
1. Crea tu propia de�inición de éxito
Es importante que cada una sepamos
qué es lo que estamos buscando. Aban-
donar las de�iniciones generales y
generalistas nos ayudan a sentirnos en
nuestro camino. Utilizar de�iniciones
ajenas es como coger los zapatos del
otro. Unos grandes, toscos y feos que
nos entorpecen y nos pueden hacer
creer que somos “demasiado peque-
ñas” para hacer el camino.
2.Conoce a las mujeres que habitan en ti
En los talleres nos encargamos de
conocerlas cara a cara. Es indispensa-
ble saber que no estamos locas y que
ninguna mujer cumple, sin haberse
amputado previamente algo, con el
⁴ Miranda Gray en su libro Momentos Óptimos de la Mujer explica algunos de ellos en base a su trabajo.
65
09 - Emprendiendo en femenino
estereotipo de ser una mujer única y
lineal.
- Fase menstrual: Mujer Contemplativa
- Fase preovulatoria: Mujer Intelectual
- Fase ovulatoria: Mujer Social
- Fase premenstrual: Mujer Creativa
Cada fase tiene unos dones y unos retos
concretos. Diferentes para cada una
pero, de algún modo, similares entre
todas⁴ . Conocerlos nos permite saber
cuándo es el mejor momento para
detallar un planning (fase preovulato-
ria); cuándo es mejor escribir un email
a una posible colaboradora (fase ovula-
toria); cuándo hacer un fructífero
brainstorming (Fase premenstrual) y
cuándo descansar y contemplar todo el
trabajo ya hecho (Fase menstrual).
3. Plani�ica tus actividades en función
de tu ciclo
Esto es indispensable para ser mujer
emprendedora y no morir en el intento.
Sí, sé que para muchas es nuevo y que
no siguen vivas pero sí que es cierto
que conociendo esta herramienta
muchas hemos dejado de lado la tan
molesta y desgastadora culpa, vergüen-
za y demás obstáculos que nos frenan,
merman y a veces nos hacen abando-
nar. Esta herramienta se aprende con
práctica y una buena maestra (una
mujer que ya lo esté haciendo y esté
resuelta con ello). El comienzo es a
través del diagrama lunar (hay app
para el Smartphone) por el que sabre-
mos en qué fase estamos dentro de
nuestro ciclo menstrual de x días. Una
el camino rubí
vez que anotamos dónde estamos en
nuestro ciclo y conocemos nuestros
propios dones y retos (nuestras 4
mujeres) nos daremos cuenta de que el
calendario lineal gregoriano nos resul-
ta un tanto ajeno y limitado. Con lo que
es posible que plani�iquemos un
descanso de 2- 3 días para la fase mens-
trual de tal modo que, en la fase
preovulatoria estemos cargadas de
energías y desarrollemos todo aquel
trabajo intelectual que hemos dejado
en stand by durante el tiempo de
reposo. Así los domingos dejarán de ser
el último día de la semana y podrán ser
nuestros días de luna roja. Cambiare-
mos el Día del Señor por ¡los Días de la
Señora!
“emprender,sabien-
do que, como
mínimo acostum-
bramos a ser
cuatro mujeres dife-
rentes”
4. Abandona el rol de loba esteparia y
únete a la manada
Como muchas sabéis, el camino en
solitario desgasta. Nos llena la cabeza
de ideas tontorronas como la compe-
tencia y la envidia y nos desalienta para
continuar. Porque hay momentos bajos,
muy duros, en que se necesita que la
otra te de la mano y aúpe. De hecho,
creo fervientemente en que un grupo
de emprendedoras que se reúna a
menudo a compartir, comentar, llorar,
66
reír y crear es clave fundamental para
avanzar sin dejarse la piel, el alma y la
ilusión por el camino. Nosotras no
necesitamos cargar con el peso de la
codicia y mucho menos el de la compe-
tencia (buena o mala, quema por igual).
Crear en relación con otras mujeres nos
ayuda a que nuestros proyectos se
hagan más maduros y a que lleguen a
más personas. Quizás alguna penséis
que la otra lo hace mejor que vosotras y
que es necesario guardarse un as bajo la
manga para sorprender. Yo os digo,
solemnemente, como decía un mago
televisivo de los 90 que “esto es produc-
to de tu imaginación”.Cada una tenemos
un talento único que, sólo en relación, es
capaz de verse y desarrollarse.
5. Prémiate
Cada día de la semana me regalo algo
encantador.
Reza un post it pegado en mi pantalla
del ordenador. Por los logros del día
¡Premio! Por los fracasos del día
¡Premio! Cada día y cada noche nos
estamos entregando a dar lo mejor que
hay en nosotras y esto sólo es posible si
nosotras somos las primeras en recono-
cerlo. Os recuerdo que cada una de las
cuatro mujeres que somos necesita
saberse querida y valorada. Una
deliciosa cup cake, un encantador baño
de espuma, una nueva libreta, una rica
copa de vino, una tarde de cine, un
paseo por el bosque,… Seguro que se os
ocurren muchas más entonces ¿A qué
estáis esperando? Nadie nos reconocerá
nada si nosotras no lo hacemos. Además
¿De qué sirve lo que digan los demás si
yo no creo en mí (nosotras) ?
 Boletín 09 - Emprendiendo en femenino
6. Cambias tú, cambia tu entorno Haz clic aquí para ver este inspirador
Siendo cuatro mujeres sabemos que a video sobre nuestro hacer de empren-
todas no les gusta pasarse el día entero dedoras (y emprendedores).
en el ordenador, ni delante del lienzo,
ni con las telas entre las manos. A cada
una le gusta un entorno diferente
porque, en cada entorno, puede
desarrollar mejor sus cualidades. Así
pues vamos a buscar espacios y
momentos para todas. Aunque pueda
pareceros pesado, en realidad nos va a
ayudar a disfrutar más y estar más
livianas con nuestro trabajo.

Como veis son claves sencillas y

profundas. Cuando emprendemos
necesitamos conocer la fuente, la
madre de esa creatividad. Ella somos
nosotras. Conocer nuestras luces y
nuestras sombras es posible gracias a
conocer y permitirnos vivir cada una
de las fases de nuestro ciclo menstrual.
Cada uno de esas cuatro mujeres que
somos nos facilitará unas acciones
frente a otras. Lejos de pensar que esto
es una desventaja en este mundo
aburrido y lineal, se trata de reconocer
que es todo lo contrario. El mundo es
tal y como cada una es. Mínimo
tenemos cuatro mundos, con lo que
nuestras creaciones son completas,
redondas por su propia naturaleza.
Ellas son el re�lejo del magistral ciclo
de vida que contemos en nuestro
cuerpo de mujer.

Si quieres tener éxito en tu vida de

emprendedora abraza las cuatro
mujeres que abren sus dones, dentro
de ti, en cada ciclo.
Ellas son tu varita mágica.

67
 10
ESPECIARIO:
los
hombres
magnificos

68

Recién comienzo a escribir caigo en la
cuenta de que a lo largo y ancho de
estos meses no he dado ni espacio ni
palabra a una de las relaciones más
importantes y apasionantes de mi vida:
La relación con mi padre. El gran
hombre de mi vida. No lo niego. ¿Por
qué hacerlo? El amor que siento por él
no tiene medida y fue precisamente
esta falta de medida la que me llevó por
experiencias más o menos complica-
das.
Por mucho que haya tratado de etique-
tar el amor y la lealtad hacia mi padre
como una marca del patriarcado, con el
tiempo, el mimo y la autocrítica he
podido ver que lo que se establecía
entre nosotros dos era una relación
más limpia de lo que creía. (Por limpia
me re�iero a menos alterada por la
cultura predominante). Mi padre es un
hombre espectacular. Sí, tengo pasión
de hija pero eso no quita para que el
hombre se merezca lo que le es propio.
“viven su masculini-
dad desde un
punto diametral-
mente diferente al
plantado desde el
patriarcado”
Él me acompañó en situaciones poco
comunes para los hombres y él fue el
que me enseñó mucho de mi femini-
dad, en algunos casos más de lo que
haría mi madre. Por eso creo que es
70
10 - Especiario: Los hombres magní�icos
necesario que comparta con vosotras
las re�lexiones en torno a los hombres
que viven su masculinidad desde un
punto diametralmente diferente al
plantado desde el patriarcado. Muchos
de estos hombres permanecen ocultos
y otros tantos ocultados porque ellos,
como nosotras, son �ieles a sus instin-
tos y a la voz de su deseo.
Mi padre es el cuarto hijo de mi amama
(abuela en euskera). Ella tuvo cuatro
hijos, todos chicos. Ella, a su vez, es
hermana de tres hombres. Su madre la
educó para cuidar y limpiar todo lo de
sus hermanos (algo muy común en la
época). Ella, de muy joven, se rebeló
contra este papel. Cuando fue madre, a
la espera de la niña que nunca llegó, mi
amama tomó la decisión de educar a
sus cuatro hijos en las tareas destina-
das a las niñas. Todos aprendieron a
fregar, quitar el polvo, hacer las camas,
limpiar azulejos y demás habilidades
femeninas. Mi padre, el más chiquitín,
volvía a casa pronto después de salir
con sus amigos para hacer compañía a
su madre, compartir con ella las histo-
rias del día y demás asuntillos que ellos
se trajeran entre manos. La adoración
de mi padre por su madre no se ha
perdido con el paso del tiempo. Cuando
habla de ella sus ojos se llenan de
orgullo y de chispitas de rojo coral. El
amor tan profundo hacia la mujer que
le dio la vida, hacia ese primer universo
que es el cuerpo materno, no pasa
desapercibido en su comportamiento
hacia las otras mujeres. Mi padre ama y
admira a la mujer desde la realidad de
ésta. Rasgo característico de los
hombres magní�icos (así los llamo yo)
el camino rubí
que son aquellos que se mueven y
habitan desde otro masculino.
“la adoración de mi
padre por su madre
no se ha perdido
con el paso del
tiempo”
El me cuenta historias de su infancia en
el que le insultaban por ser diferente y
en el que acababa por imponerse desde
la autodefensa para dejar claro que era
un “chico- chico” ¿Qué es ser un chico-
chico? Debe ser un macho alfa, un
chulo-piscinas intransigente que dice
lo que dice sin pensar, atender, respetar
primero a su intuición y segundo a
quien tiene enfrente, menos aún si es
una mujer. Es un hombre que no llora,
que siempre tiene una solución. Es
aquel que disfruta peleando, fumando
puros y metiendo billetes en los tangas
de jovencitas ucranianas ¿Es eso?
Porque de verdad que no lo tengo claro.
Es terrorí�ico que ser un hombre
(hombre- hombre) se relacione con
actitudes, emociones y pensamientos
ligados a la fuerza bruta, la crueldad, la
acción irre�lexiva, el sexo mecánico y la
ausencia de ternura. Si os digo la
verdad no conozco íntimamente a
ningún hombre así ¡En serio! Es posible
(es cierto) que teniendo de modelo de
masculinidad un tipo como mi padre,
nunca me haya sentido atraída por
personajes de éstos. Mis amigos (que
¹Sabina Editorial. 2012.
71
han sido más numerosos que amigas)
no son así. Mis compañeros y amantes
tampoco han sido así (aunque algún
troglodita si que hubo. ¡Ojo! Los
hombres de las cavernas eran más
sensibles y de relaciones más armóni-
cas que los caballeros del medievo) Yo
les he visto llorar, les he sonado los
mocos, les he ayudado a terminar
poemas y, en no pocas ocasiones, les he
tenido que poner las pilas en relaciones
abusivas de ellas hacia ellos.
También es cierto y es importante
recordar que los hombres, en esta cultu-
ra, nacen con más privilegios que noso-
tras. No lo podemos obviar y no quiero
que quede en el aire. Lo que es, es. Sin
embargo para disfrutar de esos privile-
gios (este tipo de hombres acostumbra
a renegar de ellos) ellos han de ampu-
tarse. Especialmente han de sacar de
cuajo su sensibilidad. Esto les aleja de
su cuerpo de un modo parecido (pero
diferente) a lo que ocurre con nosotras.
Con lo que quedan vacíos y rotos, listos
para llenarse de arti�icios, miedos y
estupideces varias. Los niños, como las
niñas, nacen con capacidades altamente
emotivas. De hecho, es la relación con la
madre la que posibilita la expresión.
Una re�lexión que me parece importan-
te es la que aportó M. Milagros Rivera,
en la presentación en la Librería de
mujeres Pròleg, de su libro Amar es el
signo. Educar como educan las madres¹,
donde dijo que los hombres aprenden,
primero, a maternar. Es decir, que antes
de ser padre, un niño aprende a ser
madre, pues el cuidado y el mimo de

preservar la vida, la aprenden de su
primera relación de amor, que es la que
establecen con su madre. Es esta
permeabilidad y esta preservación de
lo aprendido de la madre, lo que intuyo,
les hace alejarse del masculino estan-
darizado. Los hombres de mi vida (mi
padre encabezando la lista) reconocen
la educación recibida a través de su
madre como el pilar que vertebra su
vida. El vínculo con la madre y lo
aprehendido de ella (y con ella) son los
cimientos de lo que, hombres y muje-
res, llegamos a ser. Ocurre que, por
cuestiones de a�inamiento cultural
(algo así como asimilación cultural),
tendemos (mujeres y hombres) a
menospreciar a la madre debido a que
el éxito está escrito en masculino
patriarcal (entre otras tantas histo-
rias). Así que, como leéis, un hombre
que reconoce su origen en el cuerpo y
la sabiduría materna, tiene más posibi-
lidades de mantener viva una masculi-
nidad menos alienada.
“los hombres, en
esta cultura, nacen
con más privilegios
que nosotras, sin
embargo para dis-
frutar de esos privi-
legios han de sacar
de cuajo su sensi-
bilidad”
72
10 - Especiario: los hombres magní�icos
Ahora bien, los hombres magní�icos
(mi amiga Alicia los llama suavones. Me
encanta esa expresión) viven en
relación con mujeres. Y nosotras
vivimos en relación con ellos. En no
pocas ocasiones tendemos (yo hablo
desde mi experiencia) a darles por
supuestas algunas capacidades que no
han de tener (sí, resulta que una siem-
pre tendrá un patriarca dentro). Otras
tantas veces queremos adiestrarlos
(algunas lo hemos reconocido) y orien-
tarles en cómo deberían gestionar su
otra masculinidad (que es lo que se
conoce como nuevas masculinidades).
Por mi parte diré lo que digo siempre:
no seré yo la que le diga a un hombre
cómo ha de comportarse. Simplemente
porque nunca he tolerado que uno me
dijera a mí como moverme y/o sentir-
me desde mi cuerpo de mujer. Así que
por respeto y empatía, con�ío en sus
capacidades para salir al mundo y
mostrar con orgullo lo magní�icos que
son. En cambio, sí que me atrevo a
comentar con vosotras lo que valoro
necesario para que esta masculinidad
germine desde nuestras relaciones con
ellos. Así que aquí van algunas claves:
1. Reconocer y respetar su diferencia
Sí. Ellos son diferentes a nosotras. Que
nosotras lo somos, lo tenemos claro
pero a veces, con este tipo de hombres,
se nos olvida. Les incluimos en todo y
en no pocas ocasiones a ellos nos les
apetece. Un ejemplo es cuando le digo a
mi compañero: tranquilo. Nos senta-
mos y lo hablamos. Y él me responde:
Erika, no quiero hablarlo. Quiero
silencio.
Porque a nosotras el hablar nos salve la
el camino rubí
vida, no signi�ica que les ocurra lo
mismo a ellos. Esto no signi�ica que
estén emocionalmente menos desarro-
llados. Es la misma burrada que creer
que, por necesitar contar lo que nos
ocurre, las mujeres somos débiles
emocionales (idea común del patriar-
cado).
2. Dar espacio y acoger otra sexualidad
Sí. Los hombres magní�icos hetero-
sexuales (que también los hay con
otras orientaciones y apetencias sexua-
les) acostumbran a tener una concep-
ción de sus relaciones sexuales muy
diferente a la que muchas esperan por
el hecho de ser hombres. Sus apeten-
cias pueden ser muy variadas y creati-
vas pero en términos generales (no
seré yo quien diga “el 100% de los
casos”) no se sienten cómodos en el rol
de dar el primer paso. Así como tampo-
co se comportan (este es un dato para
identi�icarlos) como obsesos sexuales
que ven en nosotras un pedazo de
carne. Muchos de ellos nos parecerán
tímidos y a veces creeremos que no les
gustamos, aunque no sea cierto. Y esto
pasa porque en nuestra cabeza hemos
creado un estereotipo de hombre que
no coincide en absoluto con ellos. Sí, es
nuestra versión de los tacones, la
melena y los labios rojo fuego. Al igual
que nosotras no casamos en el prototi-
po, ellos tampoco.
3. Abandonar el binomio “masculino-
femenino”
Este punto me ha costado mucho pero
me ha dado muchos y buenos frutos. En
el artículo que escribí titulado Reapro-
piarnos del intelecto. El arquetipo de la
73
mujer Sol ya dejé clara mi posición hacia
nombrar nuestra parte activa como
masculina y nuestra parte pasiva como
femenina, dejando que los tentáculos de
la cultura decimonónica y victoriana
nos as�ixien. Cuando estamos con un
niño que disfruta cuidando, escuchando
música y limpiando tendemos a decir
que es un niño muy femenino. Y cuando
es una niña que se tira a lo bomba, trepa
árboles y grita, la tildamos de chicazo o,
�inamente, decimos que es masculina.
Pues bien, ser activa y movida no es
propio del masculino como tampoco ser
cuidadoso y calmado es propio del
femenino.
“los hombres
aprenden primero a
maternar, antes de
ser padre, un niño
aprende a ser
madre”
En el caso de los niños (también en el de
las niñas) cuando oyen estas apreciacio-
nes tan simples (sí, es muy simple, no
podemos negarlo) se angustian por
creer no estar comportándose como
que se espera de ellos. Los términos de
nenaza, marica, princesita y demás son
el súmmum de lo que comenzamos con
la distinción de ‘esto es femenino’ o
‘aquello es masculino’.
En estos casos solemos forzar, con
mayor o menor sutilidad, a que la perso-
na en cuestión se dañe (�ísica, mental o
emocionalmente) para caber en esa
 10 - Especiario: Los hombres magní�icos
supuesta masculinidad o feminidad. Si
esto nos hizo tanto daño a nosotras, no
podemos seguir reproduciéndolo. (A
mi mente acude la imagen del hijo
pequeño de mi amiga Gemma que
disfruta fregando los cacharros y
mimando a su mamá. Mientras que su
hermana mayor, medio vestida de rosa
princesa y medio desnuda, salta y grita
por la casa, sin gana alguna de recoger.)
4. Estar abierta a tejer otra realidad con
ellos
Me ocurre que, sin darme cuenta, dejo
de lado a los hombres en casi todo lo
que hago. Yo que trabajo con mujeres y
hago teoría sobre mujeres y me muevo
en el mundo como mujer, dejo de lado
(os juro que no es a posta, aunque es
cierto que me resulta más cómodo) a
los hombres magní�icos. A los otros ni
los cuento, la verdad.
“primero tuve que
saber quién era
como mujer para
poder ponerme en
una relación sana
con un hombre”
Hace unos meses mi padre me llamó la
atención sobre esto, y aunque me costó
admitirlo, entendí su postura y le
comprendí. Cierto es que muchas de
nosotras necesitamos tomar distancia
con los hombres para encontrarnos.
Puede que no sea el único modo
posible pero sinceramente creo que no
74
hay otro. En la novela El país de las
mujeres de Gioconda Belli di con la
idea de que si las mujeres no logramos
estar solas durante un tiempo (por
solas quiero decir sin presencia
in�luyente de hombres) no podremos
conectar con lo que realmente quere-
mos, porque nuestros deseos se ven
alterados ante la presencia de éstos.
Ahora bien, una vez andado este
camino (que es lo que le expuse a mi
padre) ya me siento lista para tejer con
ellos. Primero tuve que saber quién era
como mujer (y eso se logra entre muje-
res dispuestas a la apertura y autocríti-
ca) para poder ponerme en una
relación sana con un hombre (Una
relación sana es una relación diferente
a la de sumisión- poder. Que en mi caso
particular, ocupé el lugar de �igura
autoritaria y no el de sumisa).
Así que una vez resulta la cuestión de
identidad en nuestro cuerpo y vida de
mujer, hemos de movernos hacia el
otro (el otro es el hombre magní�ico)
para crear. Es una de esas evidencias
que por mucho o poco que nos guste, se
obceca a ser: estamos condenadas a
habitar el mismo mundo y a relacionar-
nos. Bien como parejas, compañeras y
demás o bien como madres, hermanas
e hijas.
Por ahora estas claves son su�icientes.
Especialmente porque considero que
son pilares para establecer relaciones
de cariño, respeto y mutuo aprendizaje.
Así mismo, os con�ieso (ya sabéis lo
que me gusta confesarme en estos
rincones) que aún me queda un largo y
ancho camino por recorrer entorno a
el camino rubí
las re�lexiones sobre nuestras relacio-
nes hombre-mujer. Os invito a que
vosotras también profundicéis y creéis
pensamiento nutritivo para alimentar a
estos brotes tan hermosos como son
los hombres magní�icos.

A todos esos hombres llenos de amor,

alegría, creatividad, mimos, sonrisas
amplias y enormes orejas para atender
con�idencias a las 4 de la mañana, les
debemos un beso en los morros, un
guiño canalla, un abrazo de osa panda
que les muestre nuestro apoyo y
complicidad, tal y como hacemos con
nuestras hermanas.

A mis chicos:
Aita, Alex, Ibon, Andoni,
Lluís y tantos otros.
Sin vosotros, yo no sería tan mía.

75
 11
Como
acompañar
a las niñas
y a las
adolescentes
en su menstruacion

76
 11 - Cómo acompañar a las niñas y a las adolescentes en su menstruación
Sentirnos, cada una a sí misma. Sentir a
nuestro propio cuerpo de mujer. Así
comienza el acompañamiento a las
niñas y a las adolescentes en su propio
camino. Llevamos siglos habitando
únicamente una pequeña instancia de
nuestra cabeza y dejando nuestro
cuerpo sólo, abandonado. Es tiempo de
bajar a nuestros pechos, nuestros
ovarios, nuestro útero, nuestra vulva y
compartir, desde nuestro interior, la
experiencia dinámica de ser mujer.
“llevamos siglos ha-
bitando únicamente
una pequeña ins-
tancia de nuestra
cabeza y dejando
nuestro cuerpo
sólo, abandonado”
Una madre, una tía, una abuela o bien
una amiga consciente de su sabiduría
de mujer es la llave que nos ayuda a
conocer las maravillas del mundo
femenino. El acompañamiento es indis-
pensable para sabernos mujeres, pues
somos en relación con la otra. Y sólo en
compañía íntima podemos dar sentido
a lo que en nuestro cuerpo sexuado y
sexual sucede.
El primer paso es poder sanar nuestra
relación con nuestro cuerpo y nuestra
primera sangre. Es la primera clave de
un camino intenso que nos pide
atención y afecto. Conectar con nuestra
78
niña interior para ayudarla (ayudarnos)
a poner luz a los miedos que se desper-
taron al iniciar el camino de mujer
cíclica bien sola o quizás no bien acom-
pañada. Comenzar un trabajo personal
de habitar con seguridad nuestro útero
es un pilar básico. Comprender los
dones de nuestro ciclo menstrual, los
retos de cada fase y celebrarnos cada
mes son acciones indispensable para
vivirnos en plenitud. De este modo
podemos compartir esta experiencia
con nuestras hijas, sobrinas, nietas,
amigas, alumnas, etc.
Otro paso importante es el de sanar la
relación con nuestra madre o cuanto
menos ¡Intentarlo!. En esta sociedad
del padre todo lo que la madre sabe
hacer se nos antoja carente de sentido
y practicidad. Ellas se preocupan
demasiado, tienen corazonadas, exage-
ran las posibles consecuencias… Ellas
son intuitivas pero, generalmente,
hasta que no nos convertimos en
madres no tomamos conciencia de
estos dones tan necesarios, de estas
cualidades que salvan día a día al
mundo de romperse en añicos. Gracias
a ellas la magia sigue viva.
“el primer paso es
poder sanar nues-
tra relación con
nuestro cuerpo y
nuestra primera
sangre”
el camino rubí
Este trabajo previo es fundamental
pues hay una gran diferencia entre
acompañar conociendo nuestros
miedos que hacerlo sin verlos ni sanar-
los. De este modo tenderemos a
repetirlos o a vivir el proceso de acom-
pañamiento con estrés y angustia.
Acompañar a una niña en su proceso de
cambio despierta inseguridades
antiguas, muchas enquistadas, y por
ello se precisa de amor y paciencia con
nuestra niña interior. Así podremos ser
la adulta comprensiva que tiende sus
brazos y afecto a la joven que la necesi-
ta.
Acompañar a una niña comienza por el
respeto y la escucha activa. Esta
comienza desde mucho antes de intuir
que pronto vendrá la primera ovula-
ción y con ella la primera menstrua-
ción. Cada época de la niñez requiere
de ambos (respeto y esucha) de mane-
ras diferentes y es el la pre-pubertad
(10- 13 años) cuando comienza a per�i-
larse la gran necesidad de la niña de ser
respetada en su diferencia y en su
relación con las y los demás. Sus
cuerpos comienzan a mostrar cambios
sutiles y no tan sutiles que merecen
atención, cariño y porqué no, unas
buenas dosis de humor en intimidad
entre mujeres. Esto es fundamental,
pues en esos años los chicos hacen
bromas en su diferencia y ellas se
sienten expuestas y ridículas. Hemos
de estar abiertas y dispuestas a hacer
actividades con ellas, conectar con
nuestra “prepuber” interior y compar-
tirla desde la seguridad y contención
de la mujer adulta. Es bonito poder
contar con un año de preparación.
79
“se trata de facilitar
un espacio en el
que la sexualidad
(entre otras tantas
cosas) sea enseña-
da de mujer a mujer
con maestría y se-
guridad”
Con esto no hablo de una agenda y una
plani�icación estricta. Se trata de estar
en relación abierta con una mujer joven
que recién descubre la potencia de su
diferencia sexual. Hablo de tomar
conciencia de que, durante un tiempo,
dedicaremos nuestra atención plena a
lo que ambas hayamos acordado hacer.
Acordaremos un tiempo y un espacio
para nosotras dos, como mujeres que
comparten inquietudes y experiencias.
Es el acompañamiento de una mujer
experimentada en su cuerpo de mujer,
que muestra el mundo a la joven mujer
para que pueda vivirse en plenitud. Se
trata de facilitar un espacio en el que la
sexualidad (entre otras tantas cosas)
sea enseñada de mujer a mujer con
maestría y seguridad. Creo �irmemente
en que ésta es una de las claves que nos
llevarán a no dejar nuestros cuerpos en
manos de cualquier persona o cualquier
institución. Esta práctica de amor les
ayudará a con�iar en la sabiduría de su
cuerpo de mujer, así como a cuidar la
relación entre mujeres. Legado legítimo
de cada una de nosotras que nos ha sido
 11 - Cómo acompañar a las niñas y a las adolescentes en su menstruación
usurpado y que debemos recuperar.
Acompañar comienza por acompañar-
nos a nosotras: nutrirnos para nutrir.
Ésta es una tarea que nos es propia
como adultas: cuidar a las nuevas gene-
raciones de mujeres, ayudarles a
descubrir su fuerza y sabiduría para
hacer de este mundo un lugar cálido y
fértil. Sin duda es la base de la materni-
zación de nuestra sociedad actual, un
cambio sustancial y tremendamente
necesario del que todas somos respon-
sables. Disfrutemos de ello y permitá-
monos acercarnos desde la calidez y
desinhibición. Ellas nos necesitan tal y
como un día necesitamos a nuestras
mayores, tal y como seguimos necesi-
tándonos las unas a las otras.
Algunos pasos fundamentales para
acompañar a nuestras niñas:
1. Sanar la relación con nuestro cuerpo
de mujer y nuestro ciclo menstrual.
2. Sanar la relación con las mujeres de
nuestra familia. (En especial con nues-
tra madre.)
3. Dedicar tiempo a la escucha activa y
amorosa de la niña. Conecta con tu niña
y déjate tocar por lo que la joven
necesita.
4. Proponerle marcar un calendario de
chicas¹ (recomendable antes de que
llegue la primera sangre) y explicarle el
¹El calendario no tiene fecha �inal. De hecho se trata de una excusa para comenzar una relación de amor
y respeto diferente con nuestra hija/sobrina/nieta/etc. El hábito de acompañar desde nuestro cuerpo de
mujer a nuestras niñas sólo requiere de la intención inicial de ser creado y del cariño de cuidarlo para que
se mantenga.
80
porqué os vendría bien a las dos hacer-
lo (recuerda que no sólo es en bene�icio
para ella, sino que tú también harás un
cambio y un camino).
5. Marcar encuentros con amigas,
actividades, salidas, etc. Todo aquello
que os ayude a pasar un tiempo
especial y garantice espacios de seguri-
dad e intimidad entre vosotras.
6. Hacer algo especial juntas cuando
estés menstruando. Aprovechar ese
momento para explicarle qué sentimos,
cómo son nuestros ciclos y sus fases
(por esto es tan importante conocer
antes, nosotras, nuestro propio ciclo)
desde la calma e intimidad de esos días.
(Puede que estés muy ajetreada pero
es importante que puedas darte
espacio de descanso en estos días.)
7. Celebrar como a vosotras os apetez-
ca su primera sangre. Si os apetece
podéis hacer algún pequeño ritual,
regalarle un diario para que anote sus
ciclos, entregarle un anillo o una joya
especial. Podéis invitar a las mujeres de
la familia y amigas cercanas ¡Es funda-
mental consensuarlo con ella!
8. Mantener vuestro espacio de encuen-
tro y contención amorosa, así como
poder compartirlo con otras mujeres y
otras niñas. Es un gran momento para
crear grupos de mujeres y niñas para
estar en relación y compartir entre las
mujeres de nuestra comunidad.
el camino rubí
Seamos creativas y estemos abiertas a
las necesidades de ellas y también a las
nuestras. Cuidamos la relación y
mostrémonos sinceras con nosotras y
con ellas pero sobre todo ¡Disfrutemos
mucho de este apasionante viaje!

81
 12
la
fierecilla
indomable

82

Let’s talk about sex, baby. Let’s talk
about you and me ¿Recordáis esa
canción de Salt N Pepa? Bueno estoy
segura de que el nombre del grupo no
lo retenéis tan bien como la cancionci-
lla ochentera. Pues sí, de sexo es sobre
lo que re�lexionaré en estas páginas. Sé
que se ha hecho esperar. Lo sé porque
es un tema muy candente y porque
siempre lo rozo con palabras pero
nunca profundizo en él. No lo hago
porque necesita espacio y sobretodo
haber resuelto algunos asuntillos
antes. Asuntos tejidos en los anteriores
boletines y en varias entradas de mi
blog.
“nuestra educaión
sexual, a parte de
ser precaria, es
perjudicial para la
salud”
Hablar sobre sexo parece o algo muy
simple o algo súper complejo. La
cuestión es que en no pocas ocasiones
le damos más importancia de la que
tiene, y en otras tantas lo tratamos con
una asepsia tal que le quita la potencia
que también contiene. A mí me apasio-
na conocer mi carácter sexual y más
aún (soy rematadamente intelectual)
re�lexionar sobre él. Hablo de carácter
sexual porque cada una de nosotras
tiene una personalidad muy diferente
en la cama (en el coche, en el sofá, en la
mesa de billar, en la ducha y en
cualquier sitio donde se os antoje). Esta
personalidad di�iere de la personalidad
84
12 - La �ierecilla indomable
de la que va a comprar el pan, redacta
un informe o come con su madre. Y es
por esto que una ha de conocer a la
animal sexual que es. Sí, escribo bien,
animal sexual. Porque la sexualidad es
una potente expresión de nuestro
aspecto más mamífero. Por supuesto
que la cultura ha intercedido en nues-
tra expresión y concepción sexual. De
hecho ésta es la que ha dado forma a
nuestros gustos. Ha per�ilado dónde
ponemos la atención y nos ha escrito
una especie de hoja de ruta. Es funda-
mental, como siempre os digo, re�lexio-
nar sobre si esto aprehendido va
realmente con nosotras o no ¿Por qué?
Porque muchas vivimos nuestra sexua-
lidad de manera inhibida. Avergonza-
das de nuestras orientaciones, apeten-
cias y fantasías. Creyendo ser las únicas
depravadas (¡Qué gracia me hace esta
palabrota!) de la familia.
Depravadas del planeta
¡No estáis solas!
Somos muchas las que tenemos
apetencias diferentes a las de encon-
trar a un buen hombre que nos deslum-
bre con su aceptable pene de 15 cm
media española (¿Esto también es
marca España?). Aquel que nos toque
de noche con las luces apagadas y se
desfogue (palabrota curiosa). O bien
aquel macho viril que nos lleve a Paris a
un precioso hotel y nos haga el amor
escuchando a Bustamante (de sólo
pensarlo me estremezco) Aclaro: estoy
siendo irónica. Estoy segura que, tras
las carcajadas, a una se le pone cara de
limón de sólo pensar en que son éstas
las escenas para las que culturalmente
el camino rubí
nos han preparado y que sin querer les
hemos dado más validez que aquellas
otras historias que guardamos en el
cajón de los imposibles y las vergüenzas.
“hablar sobre sexo
parece, o algo muy
simple, o algo
super complejo”
En esta vida aprendizaje e instinto se
fusionan. En cambio, en esta cultura la
educación está orientada a matar al
instinto (el origen de la educación es el
de acompañar a la persona a conocer y
a dar lo mejor de sí). Nuestra educación
sexual, a parte de ser precaria, es perju-
dicial para la salud. En serio, casi os
digo que es peor que fumar. Vivir
angustiada, con insatisfacción crónica,
ignorancia invisibilizada y vergüenza
supina durante tiempo e incluso para
siempre, no es vida. Aunque no me
creáis, la cultura nos ha marcado tanto
que aquello que creemos que nos atrae
ya ha pasado el �iltro cultural ¿De
verdad pensáis que es instintivo que a
todas las mujeres les gusten los tíos
cachas o los Georges Clooneys? Todo
está diseñado. Duele, lo sé. Hay a
muchas que nos gustan más los tipos
más �lacuchos y desgarbados o los más
gorditos y apuestos. Por otro lado a
muchas mujeres no les gustan ni atraen
los hombres. Por muchos estudios que
se hagan, que te gusten las mujeres no
es ni enfermedad ni predisposición
genética. Así mismo, hay mujeres que,
como me ocurre a mí, nos gustaron
siempre los hombres hasta que,
85
después de desenmarañar la madeja,
nos dimos cuenta (más que cuenta, nos
dimos permiso y nos quitamos el
miedo) de que también nos gustaban
las mujeres ¿Contagio por andar con
feministas? No lo creo (De serlo, estoy
más sana ahora que cuando no las cono-
cía). Resulta que la cultura nos marca
tanto que, como los productos del
supermercado, el acceso a las relacio-
nes heterosexuales están a mayor alcan-
ce y a un menor riesgo. Si no me creéis
(hacéis bien, el sentido crítico es nues-
tro salvoconducto) re�lexionad en
vuestra intimidad si nunca habéis senti-
do ganas de plantarle un beso en los
morros a una amiga. Seguro que os
disculpáis y decís “¡Había bebido!“.
Bueno, todas sabemos que el alcohol es
el mejor lubricante social
(desinhibidor). Es decir, el instinto está,
lo que ocurre es que lo dejamos ser o lo
coartamos. No entro a valorar si esto es
bueno o malo (sabéis que yo no juego a
gurú ni a jueza suprema. Todo tiene su
momento y su sentido).
¿Por qué tememos? No sólo a la hora de
orientar nuestra atracción hacia una
persona sino ¿Por qué temblamos
cuando queremos expresar nuestra
sexualidad de una manera no común?
Como repito cientos de veces, esta
sociedad (en concreto la nativa de la
agricultura), se edi�ica sobre la anula-
ción del deseo femenino (Casilda Rodri-
gañez, Christopher Ryan y Cacilda Jethá
escriben mucho y bien sobre esto).
¿Sabíais que la mujer tiene un deseo
sexual más alto e intenso que el del
hombre? Alguna mujer en algún taller
se ha quedado asustada, al comprender

que lo que ella sentía no era una
anomalía. Entre otras explicaciones
nuestro deseo sexual es especialmente
elevado en la fase ovulatoria porque
para garantizar la especie (la Mamá
Naturaleza se empeña en multiplicar-
nos), se necesita mucha y muy variada
cantidad de semen ¿Mucha y variada?
Sí. Más de un hombre y más de una vez.
Como saben los y las profesionales de
la obstetricia (otras también lo
sabemos) hay un porcentaje nada
desdeñable de parejas que, aun siendo
fértiles ambos, ella padece de alergia al
semen de su compañero. La Naturale-
za, que no puede permitirse estos lujos,
nos dispuso de tal manera que pudiése-
mos tener más compañeros sexuales
para concebir. Además estos compañe-
ros se ocupaban de co-criar a las criatu-
ras. A día de hoy hay culturas que
mantienen este tipo de relaciones
sexuales como la Mosuo en China (si os
interesa mucho este tema, leed En el
principio era el sexo de Christopher
Ryan y Cacilda Jethá). Culturalmente
hemos degenerado en la monogamia
impuesta (escribo degenerado porque
han sido más numerosas las angustias
y las vergüenzas que los placeres.
Señalo impuesta porque por inercia
cultural la hemos valorado como
propia. La monogamia elegida es mara-
villosa. En realidad todo elegido por
nosotras es perfecto… para nosotras.)
Nuestra sexualidad ha sido limitada.
Esto es una realidad. Después cada una
en su cuerpo puede replantearse lo que
de sí ha hecho su entorno. Esta es la
baza que tenemos y la que, a menudo,
nos da tanto miedo. Sí, lo con�ieso, a
veces me hubiera gustado no saber.
86
12 - La �ierecilla indomable
Creer que lo natural (a todo esto ¿Qué
es lo natural?), era esperar a mi prínci-
pe azul que me llevaría al séptimo cielo
y me descubriría mundos de pasiones a
lo Corín Tellado (jamás pensé en que
esta mujer saliera en ninguno de mis
escritos). Pero la historia es que no
funcionó ni de adolescente.
“es fundamental
cambiar el concep-
to de sexualidad
relacionado más
con la propiedad y
la posesión que
con el juego y el
amor”
Yo (otra confesión) siempre fui muy
diferente a lo esperado, también en el
ámbito sexual. ¿Qué cómo era? Bueno
(¿Esto lo va a leer mi madre?) pues en
un principio fui una mezcla entre lo
que creí que los chicos querían y lo que
yo necesitaba. Mis amigas se escandali-
zaban de lo directa que era y alguna
pudo llegar a señalarme con el dedo. Lo
cierto es que nunca me importó. La
cuestión es que sabía que mi cuerpo
era mío y que quería conocer qué
ocurría si lo ponía en relación con otros
cuerpos. El resumen: era muy desinhi-
bida (en lenguaje coloquial los adjeti-
vos son otros). Aun así, siempre he
necesitado espacio para no obligarme a
ser lo que mi intelecto sabe. Esto nos
el camino rubí
ocurre también y es un peligro. Una vez
que sabemos que la historia no es como
nos la contaron, nos ponemos en situa-
ciones complejas y desagradables que,
lejos de ayudarnos, nos confunden y
pueden llegar a hacernos daño. Como
dice mi estimada Alicia: es mejor ser
mujer tortuga. Ir lento pero seguro.
A estas alturas del texto seguro que os
preguntáis cómo podemos hacer para
conocer y dar espacio a esa increíble
animal sexual que somos. Antes de
nada quiero advertir dos cosas:
1. Cada una somos un mundo. Nuestra
personalidad se ve marcada y reforza-
da por nuestra cultura en mayor o
menor medida, dependiendo de nues-
tra personalidad. Por ello lleva un
tiempo. Nuestro ritmo es perfecto y
forzarlo nos hará asustarnos y recular.
2. Una vez que comenzamos a conocer
nuestra mamífera, no hay vuelta atrás.
Esto es genial. No temáis. De hecho
notaréis que el miedo ya no marca
tanto vuestras decisiones. Algunas/os
os llamarán temerarias pero en
realidad estáis más cerca de convertíos
en una mujer gozadora, dejando tras de
vosotras el tópico que tanto pesa de
mujer luchadora.
¿Preparadas? ¿Listas?
1. Conoce tu cuerpo
Pilar fundamental. Para compartirse
con es necesario saber quiénes somos,
qué nos gusta, qué no y cómo nos gusta.
La primera relación sexual ha de ser
con nosotras mismas. No te asustes con
lo que ignoras de ti. Cero culpas. Utiliza
87
este desconocimiento como motivación
para conocerte más y mejor.
Busca recursos que hablen desde el
femenino que goza y no desde el
manido discurso masculino patriarcal
(que también aplican muchas mujeres).
Aquí van algunos videos interesantes y
prácticos.
Técnicas de masturbación femenina por
las alumnas de Grado de Enfermería de
la Universidad Rey Juan Carlos.
El clítoris, ese gran desconocido de
Stephen Firmin & Variety Moszynski.
Así como los videos-artículos sobre
squirting o eyaculación femenina que
compartí en mi blog
2. Cambia el chip
En el último trabajo de investigación del
Máster de Duoda escribí sobre la corpo-
ralidad del amor. Es fundamental
cambiar el concepto de sexualidad
relacionado más con la propiedad y la
posesión que con el juego y el amor. Por
amor entiendo algo bien diferente al
amor romántico de los cuentos de
Disney. El amor relacionado con el
placer, el goce, la alegría, la aceptación,
el cuidado, la con�ianza. ¿Qué más
pondrías tú?
El sexo consiste en establecer una
relación con el cuerpo (propio) y entre
cuerpos. Es una expresión de emocio-
nes a través de diferentes prácticas. El
sexo es el lenguaje más antiguo. En su
origen poco o nada tiene que ver con el
sentimiento de propiedad y exclusivi-
dad con el que lo entendemos ahora. El
sexo resuelve los con�lictos de un modo
sano y establece vínculos sólidos, por
los que la vida se preserva y nutre.

Tomemos de referente a nuestras
hermanas más cercanas, las bonobas,
de las que nos diferenciamos genética-
mente en un 1,3%. Ellas viven en
estados de armonía y realización muy
superiores a los nuestros, entre tantas
cosas, porque su lengua materna
(lenguaje) es el sexo.
Sacude el polvo a tu enfoque y ventila
esas creencias heredadas. Esto te
permitirá andar más ligera y creativa.
3. Ordena tus apetencias
Sí. Algo tan sencillo como una lista en la
que dejamos atrás la culpa, la vergüen-
za y el miedo. En nuestra más absoluta
intimidad nos preguntamos:
• ¿Qué me gusta hacer?
• ¿Qué deseo aprender a hacer?
• ¿Qué me gusta que me hagan?
• ¿Qué me encantaría experimentar?
• ¿Con quién?
• ¿Sin haber vivido qué experiencia no
me voy de este planeta?
Para ordenar puedo utilizar el criterio
de mayor a menor posibilidad de
realizarlo en este momento. No corras.
No necesitas llegar la primera a ningún
sitio. Al ordenar preferencias y priori-
dades tienes ya objetivos claros en los
que ir profundizando con mimo y
curiosidad.
4. Juega
Es otra regla básica (si es que hay
reglas). Nos han vendido el rollo ese de
que hemos de llegar a tener, no uno,
sino cientos de orgasmos. Esto pone un
peso di�ícil de asumir. Muchas veces es
88
12 - La �ierecilla indomable
esta expectativa la que nos ha frenado.
Juega, curiosea, investiga. Busca otras
maneras. Salte del guión.
5. Cuestiónate y crea tu espacio de
seguridad
Hazlo con mimo, pero replantéate si
aquello que haces y no haces se ajusta a
lo que sientes ¿Cómo saberlo? Da
espacio a la voz de tu deseo. A veces
sólo sabemos qué es lo que no quere-
mos. Esto es importante. Saber esto nos
da muchas pistas, y en especial nos
marca los límites. Estos son fundamen-
tales en una relación sexual. Ellos
delimitan tu espacio de seguridad.
Divide un folio en los siguientes
cuadrantes:
• Aquello que me gusta y hago
• Aquello que me gusta y deseo hacer
(incluido aquello que me gustaría pero
que me da vergüenza o temo)
• Aquello que no me gusta y practico
• Aquello que no me gusta y no quiero
Completa cada cuadrante y tendrás tu
propio mapa. Esto es primordial para
ver en qué punto estás, hacia dónde vas
y los límites que te dan (y que han de
darte) seguridad.
6. Habla y habla, cuenta y cuenta
Si tienes compañera(s) y/o compa-
ñero(s) es necesario que sepa los
nuevos cambios que vas a plantear. No
temas. De hecho si temes es buen
momento para cuestionarte si es
debido a un asunto cultural propio (es
muy normal) o bien si es porque esa
persona te va a descali�icar o se va a
enfadar por tus nuevas inquietudes.
el camino rubí
Una cosa es que esa persona lo haga
realmente o en cambio que sea tu
imaginación la que lo pinta todo de
negro. Si ya has vivido experiencias en
las que tu(s) acompañante(s) se han
asustado y/ o burlado de ti, por favor
quítate la idea de la cabeza de que eres
tú la que tiene un problema. No lo
tienes.
“replantéate si
aquello que haces
y no haces se
ajusta a lo que
sientes”
El problema está en la otra persona que
no es capaz de darse este espacio para
conocerse. Puede ser un buen momen-
to para replantearse, junto a tu sexuali-
dad, si merece la pena seguir esta
relación. Te puede aterrorizar esta idea
pero es más terrible estar con alguien
que te coarta y valida la errónea idea de
que tienes algo malo.
Cuando compartas tus avances y
descubrimientos con tu acompañante
tampoco te obligues a contarle todo. La
intimidad es necesaria para no
rompernos ni exponernos más allá de
lo que podemos tolerar en un momento
determinado. Es un viaje que necesita
un cuarto propio.
7. Comparte con otras mujeres
Como siempre os digo es necesario
compartir miedos y deseos con otras
mujeres. Así vemos que no somos las
89
únicas y podemos ampliar nuestras
listas de deseos, límites e investigacio-
nes varias. Incluso ponerlas en práctica
entre nosotras. Te puede sonar algo
fuerte, pero no serás la primera ni la
última en experimentar entre amigas.
De hecho es muy sano y empoderador.
Eso sí, no tienes porqué hacerlo. No nos
vayamos a pasar de modernas y nos
hagamos añicos. Yo comparto con
amigas mis dudas, fantasías y temores
pero aún no he ido más allá de aquí. No
sé si algún día ocurrirá, la cuestión es
que no cierro la puerta a esa posibilidad
de expresar mi amor a través de la
corporalidad
8. Cambia tus lecturas, cambia tu
enfoque
Sobre sexualidad se ha escrito mucho y
mal. Es un tema muy socorrido porque
es un tema tabú y todas estamos ávidas
del anonimato que nos da escondernos
entre libros e historias de �icción. Sería
injusto decir que no hay nada bueno,
porque lo hay. Por eso hemos de a�inar
bien el olfato y acercarnos a autoras que
hayan hecho un recorrido empírico y
que, al ser posible, hayan transgredido
las normas de esta cultura que tantos
barrotes a puesto a nuestra animalilla
(animalaza) sexual (mejor que autores,
por el simple hecho de que parten de su
cuerpo y su experiencia de mujer). Todo
lo que investigan las demás es un grani-
to de arena más en esta vasta playa.
También es necesario que cada una
sumemos porque es por esa falta de
implicación por la que otros se han
dedicado a de�inir lo inabarcable de
nuestra sexualidad.
No te pierdas los libros En el principio
 12 - La �ierecilla indomable
era el sexo (yo lo repito y lo vuelvo a
repetir hasta que se agote la tinta) de
Christopher Ryan y Cacilda Jethá y La
Sexualidad y el funcionamiento de la
dominación de Casilda Rodrigañez.

La lista puede seguir, pero pre�iero que

lo haga si sois vosotras quienes añadís
más puntos en función de lo que ya
hayáis re�lexionado y practicado. Cono-
cer y dar espacio a tu animal sexual
requiere implicación sensorial (por
supuesto) y mental.

“el sexo es el
idioma de nuestra
mamífera”
Es fundamental que le demos al coco
para limpiar cualquier residuo cultural
que no nos interesa. Por otro lado es
importante dejar en su sitio aquello
que la cultura nos trae y nos gusta. No
soy partidaria de romper con todo lo
aprehendido porque crea entornos
inestables y angustiosos para una
misma y también para el resto (esto
puede importarnos más o menos).
Como siempre, poco a poco y con mimo
y alegría. En mi caso mi animalilla
sexual vive feliz y contenta compartién-
dose �ísicamente con su pareja hombre,
e intelectualmente divagando con otras
mujeres. Para mí, éste es mi equilibrio.
La clave es que cada una de con el suyo
propio, sabiendo que en cada momento
varía. Disfrutemos del camino, dejemos
de lado las angustias que no son nues-
tras y creemos desde nuestro cuerpo.
El sexo es el idioma de nuestra mamífe-
ra, así que ¡Démosle a la lengua!

90
DIAGRAMA LUNAR

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5
4
3
2
1

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 Son cientos de miles los agradecimientos
que se guardan en mis bolsillos. Como
una ha de ser concreta prenderé aquí, de
una chincheta, aquellos que han de ver la
luz.
A mi amatxo y a mi aita por fabricarme
con tanto amor aquella primavera del 83.

A mis abuelas, por dejarme la mejor

herencia: la sabiduría de las luces y las
sombras.

A Alex, por llenarme el cuerpo de

pitijopos y por enseñarme a vivir
cantando.

A Gemma Guillamón, por creer en mí y en

el camino rubí.

A Gema Rubio, por dar tinta y color a mis

ideas.

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A Teresa, mi madre sureña, por enseñar- A aquellxs que creyeron en mí y también a
me la fortaleza de la fragilidad. aquellxs que no dieron ni un duro.

A todas las colaboradoras que han hecho A mí, por quererme, creerme y tomarme
posible mis talleres por toda la Península. con humor.

A todas las mujeres que se han atrevido a Y por supuesto, a TI por tu tiempo, tu
caminar en rojo rubí. con�ianza y por tus ganas de gozar la vida.

A mis profesoras y compañeras del Sin todas estas personas, estas palabras
Máster de Estudios de Libertad Femenina estarían huecas.
de Duoda.

A todas las que me enamoran con su

gratitud en Internet.

A todxs lxs que me vieron acariciar mis

sombras y no huyeron.

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