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LAS GRACIAS ACTUALES

Al abordar la cuestión de las gracias actuales, hemos de advertir, ante todo,


que no vamos a entrar en el torbellino de las disputas que dividen desde
hace siglos a las principales escuelas teológicas sobre su naturaleza Y
funcionamiento. Nos vamos a limitar tan sólo a aquellas someras
indicaciones que interesan más de cerca a la Teología mística.

Los puntos que vamos a examinar son cuatro: naturaleza, necesidad, di-
Visión y oficioso las gracias actuales. Ello basta para nuestros
planes.

92. 1. Naturaleza.-Pueden definirse las gracias actuales


diciendo que son aquellas que «disponen o mueven a manera de cualidad
fluida y transeúnte para obrar o recibir algo en orden a la vida eterna».
Ordenadas por su misma naturaleza a los hábitos infusos, sirven para
disponer el alma a recibirlos cuando no los tiene todavía o para ponerlos
en movimiento cuando ya existen en ella.
Se reciben en las potencias mismas del alma, elevándolas unas
veces para producir actos sobrenaturales indeliberados-como ocurre
con la gracia operante-y otras veces para producirlos de una manera
deliberada (gracia cooperante).
No pueden reducirse a ninguna especie determinada, ya que se trata
de cualidades fluidas y transitorias comunicadas por Dios e impresas
en las potencias del alma a manera de movimientos o de
Pasiones transeúntes. Se reducen en cada caso a la especie del hábito
o del acto a que mueven (v.gr., a la fe, a la esperanza, etc.).
De estas nociones se deducen fácilmente las principales diferencias
entre las gracias habituales y las actuales:
1) Las gracias habituales (gracia santificante, virtudes infusas y dones
del Espíritu Santo) son cualidades permanentes (hábitos) que producen
su efecto en cuanto tales de una manera continua e indefectible en el
sujeto en que residen (la esencia del alma o sus potencias y facultades).
Las actuales, en cambio, son mociones flúidas y transeúntes cuyo
efecto final se frustra muchas veces.
2) Las gracias habituales se limitan a disponer para la acción (radical o
próximamente, según se trate de la gracia misma o de las virtudes y los
dones). Las actuales, por el contrario, empujan y producen la acción
misma.
3) Las virtudes y los dones tienen un campo limitado, que afecta a
determinadas potencias y a determinados objetos y operaciones. Las
gracias actuales, en cambio, se extienden a toda la vida sobrenatural y
a todas sus operaciones.

93. 2. Necesidad.-Las gracias actuales son absolutamente necesarias en


el orden sobrenatural dinámico. Es imposible que el esfuerzo
puramente natural del alma pueda poner en ejercicio los
esos hábitos actuarse Por sí mismos, porque ~n hábito cualquiera
nunca puede actuarse como en virtud y por acción del agente que lo
causó; y, tratándose de. hábitos inf1;1sos, sólo Dios que los produjo
puede ponerlos en movimiento. Se impone, pues, la acción de Dios con
la misma necesidad absoluta con que se exige en Metafísica la
influencia de un ser en acto para que una potencia cualquiera pueda
producir el suyo. En absoluto, Dios podría desarrollar y perfeccionar la
gracia santificante, infundida en la esencia misma de nuestra alma, a
base únicamente de gracias actuales, sin infundir en las potencias
ningún hábito sobrenatural operativo l. Pero, en cambio, no podría
desarrollarla sin las gracias actuales aun dotándonos de toda clase de
hábitos operativos infusos, ya que esos hábitos no podrían jamás pasar
al acto sin la previa moción divina, que en el orden sobrenatural no es
otra cosa que la gracia actual.
Todo acto de una virtud infusa cualquiera y toda actuación de los
dones del Espíritu Santo supone, por consiguiente, una previa gracia
actual que ha puesto en movimiento esa virtud o ese don 2.
Precisamente la gracia actual no es otra cosa que el influjo divino que
ha movido ese hábito infuso a la operación.

94. 3. División.-Los teólogos han ideado una larga lista


diferencial entre las gracias actuales. He aquí las principales clases con
sus correspondientes características:

r ) GRACIA OPERANTE y COOPERANTE. La primera es aquella en la


que el movimiento se atribuye a sólo Dios: nuestra alma es movida, pero no
mueve. La cooperante es aquella en la que el alma es movida y mueve a la
vez. Así hablan Santo Tomás y San Agustín 3,
2) GRACIA EXCITANTE Y ADYUVANTE. La primera nos impulsa a
obrar estando distraídos o inactivos. La segunda nos ayuda a obrar
estando ya decididos a ello.

PRINCIPIOS F'UNDAMENTALES

3) GRACIA PREVENIENTE, CONCOMITANTE, SUBSECUENTE, La


primera pre- cede al acto del hombre moviendo o disponiendo la voluntad
para que quiera. La segunda acompaña al acto del hombre concurriendo
con él a un mismo efecto. La tercera se dice por relación a un efecto
anterior producido por ·
otra gracia 4.
4) GRACIA INTERNA y EXTERNA, La primera ayuda
intrínsecamente a la potencia y concurre formalmente a la
producción del acto. La segunda influye tan sólo exteriormente,
moviendo la potencia por medio de los objetos que la rodean (v.gr.,
por los ejemplos de Cristo o de los santos).
s) GRACIA SUFICIENTE y EFICAZ, La suficiente nos empuja a obrar.
La eficaz produce infaliblemente el mismo acto. Sin la primera no podemos
obrar¡ con la segunda obramos libre, pero infaliblemente. La
primera nos deja sin excusa ante Dios, la segunda es un efecto de su
infinita misericordia 5.
Como se ve, todas estas divisiones pueden reducirse fácilmente a las
gracias operantes y cooperantes. Porque las gracias excitantes y
prevenientes son realmente gracias operantes, las adyuvantes y
subsecuentes coinciden con las cooperantes y las gracias suficientes y
las eficaces se reducen a unas o a otras según los casos. Y todas son
cualidades fluidas que mueven las potencias del alma a los actos so-
brenaturales indeliberados o deliberados.

95. 4. Oficios y funciones.-Tres son las funciones u oficios de las


gracias actuales: disponer al alma para recibir los hábitos in- fusos,
actuarlos e impedir su desaparición. Una palabra sobre cada uno de
ellos.
En primer lugar disponen al alma para recibir los hábitos infusos
cuando carece de ellos por no haberlos tenido nunca o por haber
perdido culpablemente. La gracia actual lleva consigo, en este caso,
el arrepentimiento de las propias culpas, el temor del cas- tigo, la
confianza en la divina misericordia, etc.
En segundo lugar sirven para actuarlos cuando ya se poseen en unión
con la gracia habitual o sin ella (fe y esperanza informes). Esta
actuación, supuesta la unión con la gracia habitual, lleva consigo el
perfeccionamiento de los hábitos infusos y, por consiguiente, el cre-
cimiento y desarrollo de toda la vida sobrenatural.
Finalmente, la tercera función de la gracia actual es la de evitar
que los hábitos infusos desaparezcan del alma por el pecado mortal.
Implica el fortalecimiento contra las tentaciones, la indicación de los
peligros, el amortiguamiento de las pasiones, la inspiración de los
buenos pensamientos, etc.
Como se ve, la gracia actual es de un precio inestimable. Es ella
en rigor la que da eficacia a la habitual, a las virtudes y a los dones. Es el
impulso de Dios, que pone en marcha el organismo de nues- tra vida
divina desde las profundidades más recónditas de nuestra alma.
Porque no lo olvidemos: nuestra alma, adornada con la gracia, es un
templo. En él tiene su asiento y morada permanente el Dios Uno y
Trino que nos enseña la fe.
He aquí la última cuestión que vamos a examinar antes de ter- minar
este capítulo.

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