PERSONAS? El hablar de un Dios en tres personas nos lleva a la siguiente conclusión: el Dios verdadero es un Dios personal, pero no es una sola persona, sino que el Ser Divino subsiste individualmente en tres personas. Aquí radica la esencia del mayor misterio de nuestra fe cristiana, ya que entre nosotros, cada individuo, o sea, cada ser humano individual, es una persona (por eso, al multiplicarse las personas se multiplican igualmente los individuos humanos), mientras que en Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas divinas realmente distintas, pero no son tres individuos divinos, sino un solo Ser Divino individual.
2. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA DE PERSONALIDAD HUMANA y
DIVINA?
El concepto de persona de una forma trina, es decir, tri-personal. En el concepto de
personalidad humana entran tres conceptos: a) Autoconciencia. Por la que distinguimos en nuestro ser íntimo una especie de «espectador» que se percata tanto de los fenómenos que registra la pantalla de nuestra consciencia o conciencia, como de la existencia de otros objetos (puestos delante de él), que pueden ser personas semejantes a él (sujetos) o meros objetos ingredientes de su circunstancia; b) Auto posesión. Por la que nos sentimos como dueños responsables de nuestras decisiones y de nuestra actividad consciente. Por eso, se dice con razón que sólo la persona tiene verdadera «existencia», puesto que surge y se planta («existo») para ir fabricando la trama de su vida, libremente, pero inexorablemente, escogiendo constantemente entre un manojo de posibilidades lo que va a ser; c) Alteridad irrepetible e incomunicable. Puesto que ese «Yo-mismo» que llevamos dentro es tan «otro» de los demás, que no puede nunca compartir realmente con otra persona ni su peculiar «punto de vista» ni su «personal responsabilidad» ante los más importantes avatares de su vida.
Divina. Es cierto que Dios tiene consciencia infinita de Sí mismo, se posee a Sí
mismo en plenitud infinita de independencia y libertad, y mantiene su alteridad de una manera total en la inaccesible e inefable trascendencia del «YO SOY EL QUE SOY», pero estos tres atributos de la personalidad no constituyen en la intimidad del Ser Divino un coto cerrado, incomunicable, por el que una persona divina pueda concebirse como algo vuelto hacia sí, sino que cada persona divina se yergue como distinta de las otras precisamente por un ad alim: por un volcarse totalmente hacia las otras dos. En otras palabras, Dios es Padre y el Padre es una persona divina distinta, precisamente por entregarse totalmente, expresando Su Verdad de una manera exhaustiva en un Hijo, el Logos o Verbo de Dios que refleja totalmente la gloria del Padre al ser Su perfecta imagen. El Padre y el Hijo se constituyen igualmente como personas distintas del Espíritu Santo precisamente por entregarse totalmente, en el común Amor del Bien Divino, surgiendo una tercera persona divina como impresión infinita de tal Amor.
3. ¿CÓMO SE DISTINGUE ENTRE SI LAS PERSONAS DIVINAS?
“En ser respectivamente principio y termino de una entrega absoluta” Esto se refiere a que es lo contrario a nuestro concepto natural es la unión de lo relativo y lo absoluto en la divinidad de Dios, algo que nuestra mente e intelecto no puede comprender, pero se da en las tres personas en relación trina y que ellas son el sustantivo de nuestra unión por la relatividad esencial nuestra. La personalidad es la diferencia real que constituye a una persona y la distingue de otra, mientras que la persona es todo el ser individual partiendo del ápice de cada persona, de ahí, la mutua inmanencia de las tres personas divinas, es decir, cada una está dentro de las otras dos, ya que todo lo que pertenece al ser divino en su esencia y naturaleza es común enteramente a las tres. Por otra parte, la personalidad no es agencia ejecutiva, sino simplemente centro de atribución y responsabilidad (quien actúa) la naturaleza, en cambio, con sus elementos integrantes, es el principio o la agencia ejecutiva del sujeto (con que actúa). Por ejemplo, yo soy quien pienso, pero pienso con mi mente y mi cerebro, así que, no es mi cerebro el culpable de un mal pensamiento, sino yo. ESCUELA BIBLICA DE DISCIPULADO ESBYD