Está en la página 1de 5

TRABAJO DE EVALUACIÓN

FINAL
Estudiante: Daniela Maurette
Materia: Educación, Cultura y Medios de Comunicación
Mes y Año de cursada: Marzo de 2019
Email: dmaurette1972@hotmail.com
La escuela está en crisis. “No sé por qué tengo que ir a la escuela”. “Lo que quiero
saber lo googleo”. Estas y otras frases representan la decadencia de la escuela, la
misma institución que durante la modernidad supo ser el templo del saber.
Su declive no pertenece al Siglo XXI. Sobre finales del siglo pasado la escuela fue
perdiendo su poder. El rol de la escuela dejó de ser preciso.
¿Qué cambió para que cambie la escuela? Gilles Lipovetsky, en “La era del vacío”,
enumera cuáles podrían ser esas causas:
“La conmoción de la sociedad, de las costumbres, del individuo contemporáneo
de la era del consumo masificado, la emergencia de un modo de socialización y de
individualización inédito, que rompe con el instituido desde los siglos XVII y XVIII.”
A esto podemos sumarle las nuevas exigencias a las que están sometidos los
sistemas educativos, donde la velocidad de la evolución de los conocimientos, la
cantidad de conocimientos y la diversidad de esos conocimientos parecen dejar a
la escuela condenada al estancamiento.
Las nuevas generaciones que pueblan sus aulas están a un click de todo lo que
quieren saber. Sus tiempos no se condicen con los tiempos aúlicos. En apariencia
lo que ocurre es pasajero, inconexo.
Vivimos tiempos dispersos, desordenados. Todo parece efímero en nuestra cultura.
El tiempo se atomiza, no hay duración, cada instante parece ser igual al anterior.
Los medios de comunicación irrumpieron en la vida cotidiana. Nada escapa a ellos,
ni siquiera la escuela.
Aunque tímidamente quiere incorporarlos a su cotidianeidad, a veces es difícil
establecer un nexo entre el curriculum y la realidad, entre los intereses de los
estudiantes y los contenidos, entre lo que se debe enseñar y lo que se desconoce
que se quiere aprender.
La escuela y los medios no están enfrentados. Están intentando convivir en el aula,
en la necesidad de incorporarlos como estrategia para el aprendizaje.
No se puede culpar a este mundo postmoderno de la crisis en la educación. Se debe
descubrir el nuevo rol de la escuela ante esta realidad cambiante, esta realidad
líquida que se escurre en cuanto intentamos analizarla y entenderla, y más aún
cuando intentamos acercarla desde el quehacer docente a los estudiantes.
Sin finalizar el amalgamamiento entre escuela y medios aparecen en la vida de los
jóvenes las nuevas tecnologías. Irrumpen en las aulas los teléfonos, tablets y todo
tipo de dispositivo que desconcierta a los adultos que están frente al aula.
Otro intento de dejar que penetre el presente en una escuela del pasado. Otra lucha
contra el aburrimiento de los estudiantes frente a los conocimientos que tratan de
impartise. Y la escuela parece ir perdiendo la batalla…

1
¿Cómo despertar el interés en las aulas? ¿Cómo lograr un aprendizaje
significativo?
No podemos incurrir en el error de entender que la salvación de la escuela está en
la incorporación de las nuevas tecnologías. Ni debemos pecar de pesimistas
creyendo que la maldición de las aulas son las nuevas tecnologías.
Cristóbal Cobo en “La innovación pendiente”, expresa:
“El cambio de paradigma debe girar en torno tanto a recursos como a
promover un abordaje crítico de contenidos, desde la perspectiva de la Cultura
Maker, sujetos protagonistas y no pasivos consumidores de contenidos.”
He aquí uno de los desafíos más importantes de la escuela: formar para pensar,
discernir, elegir. Convertirse en un espacio donde el tiempo tenga tiempo de ser.
Donde se pueda transcurrir sin irrumpir, fluir sin detenerse, donde los conocimientos
no sean líquidos sino sólidos.
Para esto no se debe reformar la educación, se debe transformarla.
La escuela ya no sólo debe enseñar a leer y escribir, como fue su razón de ser
durante siglos, sino que debe incluir las nuevas alfabetizaciones.
En el último tiempo, empezó a formularse la necesidad de incluir otros saberes
básicos como igualmente importantes para considerar que la escuela ha cumplido
con éxito su misión. Se habla de alfabetizaciones emergentes, y también de
alfabetizaciones múltiples, para referirse a la adquisición de un conjunto de saberes
que abarcan otras áreas
Entre esas alfabetizaciones, se menciona a la alfabetización digital y la
alfabetización mediática, pero también a la alfabetización ciudadana, la económica,
e incluso la emocional.
Las tecnologías no son buenas o malas en sí mismas, lo son según el uso que de
ellas se haga. Pueden utilizarse para replicar prácticas establecidas o bien pueden
colaborar en la realización de actividades innovadoras.
Los nuevos lenguajes intentan colarse en el aula. No hablamos sólo de términos
asociados con lo tecnológico, sino también a la imagen como un modo de
comunicación. El espacio comunicacional de la imagen es tan amplio en la
actualidad que en el ámbito cultural del Siglo XXI ha tomado el nombre de
videoesfera (esfera cultural de la imagen).
Así y todo, lo que escasea no es la cantidad de contenido sino la capacidad de
discriminar cuáles son los contenidos relevantes, es decir la capacidad de curar
contenidos.
Dijimos que la escuela ya no es el centro del saber y por lo tanto los docentes no
son los únicos portadores de saberes.

2
Sin embargo, ni la escuela ni los docentes podrán ser reemplazados. El componente
humano no podrá jamás ser desplazado por una máquina.
Los maestros toman decisiones al momento de planificar sus clases, de dar sus
clases, evaluando cada paso. Estas decisiones invaden las aulas.
Michel Serres sostuvo que “el aula de antaño ha muerto, aún cuando todavía no se
ve otra cosa”.
¿Ha muerto, entonces, el aula? ¿No se ve otra cosa porque falta innovación,
creatividad?
Los docentes luchan contra el aburrimiento y la falta de generación de aprendizajes
significativos. Luchan contra lo que la tecnología les brinda a sus estudiantes:
inmediatez, aceptación de que todo lo que se dice en la red es cierto e
incuestionable.
Volvemos a plantear esa necesidad de educar para el pensamiento crítico.
Esto no lo logra una máquina. A esto se llega con el trabajo consciente de docentes
que saben cuál es la realidad que vivimos.
La escuela se vio afectada por el ingreso de las nuevas tecnologías aplicadas a los
medios de comunicación, contexto habitual de las nuevas generaciones.
¿Esto provocó su crisis de identidad? ¿La escuela ya no sabe quién es o para qué
está? ¿Quiere competir con las nuevas tecnologías en su afán de no ceder terreno
en la posesión de los saberes?
La escuela pareciera haber perdido el rumbo ante tantos cambios. Modificaciones
que no se terminan, sino que por el contrario, irán acrecentándose conforme pase
el tiempo y aparezcan nuevas tecnologías.
Tal vez, ensayando una respuesta, la escuela deba volver a sus raíces. Ya no como
única poseedora del conocimiento, sino como la única que puede influir en la
conformación de un criterio crítico que le permita a los jóvenes discernir ante tanto
flujo de información, que permita conocer el pasado, aquello alejado de la realidad
pero que es lo que antecede y da forma al hoy . Como el espacio donde se aprende
a aprehender.
Parafraseando a Borges,” la escuela debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno.
Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la escuela es inútil, porque está
ampliando una función que ya cumple la prensa.”

3
4

También podría gustarte