Pensar que un cristiano es un ser poderoso, valiente, perfecto y santo; es
cierto, pero es lo más alejado de la realidad y es que la vida del creyente está plagada de grandes luchas internas. Se encuentra rodeado de enemigos por todas partes. Batalla con su yo interno(Los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida) con las cosas de este mundo que quieren conformarlo a este siglo y los engaños y tentaciones de Satanás. A veces llegué a pensar que era la única persona que padecía este o tal sufrimiento, y que nadie en el mundo lo había pasado como yo, y me encerraba en mi autocompasión y dolor esperando a que todo pasara. Sin embargo solo hacía falta voltear a la derecha o la izquierda y ver que cada persona es un mundo de situaciones, una diversidad de contextos, baúles cerrados que guardan un sinfín de secretos. Cada persona mantiene una lucha interna y sufrimiento en su alma a causa del pecado. Somos una generación caída que sufre, “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:22) pero pienso que la mayor lucha interna lo sostienen los cristianos, esa batalla entre el bien y el mal con el cual nuestra alma se estremece cuando se oponen entre sí, “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago… ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado”. (Romanos 7:15,24-25). Pues si hacemos lo correcto cuanto paz y gozo hay en nosotros, pero ¿Cuánto tiempo dura esto? No podemos vivir ni una hora siendo conscientes de la presencia de Dios en nuestras vidas, con tanta facilidad somos bombardeados por nuestro mayor enemigo “NOSOTROS MISMOS”, el yo interno, el viejo hombre caído que nos ataca con un sinfín de pensamientos altivos, que se levantan contra el conocimiento del altísimo. Aquella mente formada y entrenada en los caminos del mal y que ahora debe ser renovada, vaciada para poder ser llenada del conocimiento nuevo y santo, nos perturba cada día para olvidarnos de él. Las relaciones en la iglesia los domingos por la mañana es un desfile de caretas, todos parecemos las personas más felices y pulcras del mundo, pero nadie conoce las cosas que se guardan tras esa sonrisa bien disfrazada. Si tan solo traspasáramos esa cubierta de esplendor, nos encontraríamos con un cristiano solo y apagado en el mayor de los casos. Alguien con muchas dudas y preguntas sin responder, alguien sediento de amor y esperando encontrarlo en diferentes cosas y no lo halla. Alguien cuya familia le arremete con ataques porque o muchos de ellos no son creyentes o porque algunos siéndolos se han apartado de la fe. A que más decir de esto, las relaciones en el trabajo o centro de estudios o cualquier otra actividad buscan apagar ese gozo que se levanta al amanecer después de un tiempo escuchando la voz de Dios acompañado de oración. La guerra que se libra no es fácil, solo los valientes la ganan. Después de un día batallando; llega el cristiano a su hogar cansado y mal herido a seguir batallando o desplomarse en su cama, sediento y hambriento por Dios, busca acudir a él pero es arrastrado por sus deseos y pasiones que lo alejan de su creador y quieren apagar el poco anhelo que le queda de él, pues su corazón fue traspasado y manchado por las cosas de este mundo y su yo le hizo olvidar su relación sublime con él, y ahora nostálgico lamenta qué pasó, por qué se siente así, y vienen muchas dudas a su mente. Más viene el creador y se acerca, siempre estuvo con él, a cada momento, fue él quien lo fortaleció cuando sus amigos desafiaban su fe y se burlaban de él, fue el quien limpio sus lágrimas y lo consoló cuando su jefe le gritaba porque no era el trabajo que esperaba aunque él puso todo de su parte. Estuvo con él cuando enfermó y se sintió solo y no podía retirarse a casa porque era un día con muchas labores y nadie lo podía reemplazar. Él estuvo allí cuando venía ya tarde a casa y unos delincuentes se le acercaron y quisieron robarle pero él no se los permitió y ya terminando el día cuando nadie en su casa le preguntó cómo le fue al llegar y más bien buscaban provocarlo para hacerle pecar, él le dijo: “calla no respondas, no avives la contienda, sabes que esa no es mi voluntad”. Ya en su habitación cuando las dudas le asaltaban y la soledad le embargaba se acercó tiernamente y le dijo: “Yo te cree mío eres tú”, “te escogí antes de la fundación del mundo”, “fui yo quien te forme cuando estabas en el vientre de tu madre”, “te redimí”, y “te compré con precio de sangre”. “Con amor eterno te he amado por tanto te prolongue mi misericordia”. “Porque yo sé los planes que tengo para ti, planes de bien y no de mal para darte un futuro y una esperanza”. Ahora sígueme y levántate, búscame yo te fortaleceré, yo soy tu esperanza, conmigo vivirás por la eternidad donde no habrá más llanto ni dolor y yo seré EL SEÑOR, TU DIOS” “INSTRUMENTO ÚTIL ME SERÁS”