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Compilación y desarrollo
Luis Carlos H. Delgado
17
I - GENERACIÓN DEL GRAFO DEL DESEO
¿Qué deseas?
E
D'
superyo
S
D
I Δ
18
El grafo es un esquema construido por Lacan en el curso de sus seminarios V: “Las
formaciones del inconsciente” (1957-1958) y VI. “El deseo y su interpretación” (1958-1959),
donde continúa su introducción de la función simbólica en psicoanálisis: desarrolla así el
discurso programa constituido por el escrito “La instancia de la letra en el inconsciente o la
razón de Freud” y ordena un conjunto de términos por los cuales el sujeto se inscribe como
efecto del significante. El grafo constituye de hecho la primera topología completa de Lacan,
cuya elaboración abarcó una decena de años (1956-1966). Sólo la función simbólica puede
dar cuenta de la aparición del sentido en el discurso concreto: “algo semejante a la palabra ha
sido anudado y por ello el discurso puede desanudarlo”.
El sujeto es aquel que habla, y su palabra se produce en necesaria referencia al Otro.
“El objeto es siempre metonímico” es objeto del deseo del Otro, y el deseo es siempre deseo
de otra cosa (de lo que le falta al objeto primordialmente perdido)
“El sentido es siempre metafórico” resulta de la sustitución por otro en la cadena significante.
M C
D S
I Δ
1
Sólo un esquema tal puede explicar la estructura del chiste según Freud, que tiene la
misma estructura que el lapsus y el olvido del nombre propio, y más en general subraya su
homogeneidad con lo que encuentra en los síntomas en tanto modelados por el proceso
primario.
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En tanto esta relación con el significante corresponde al lenguaje, supone que se
desarrolla el tiempo de una sucesión diacrónica. El vector DS representa esa sucesión
que no es otra cosa que la cadena de significantes; pero como por otra parte todo hecho
del lenguaje implica que seamos capaces de producir sentido, hay que suponer también la
intervención de un proceso de segmentación dentro de la cadena significante que
producirá el sentido esperado al suscribir una cierta sincronía de los mismos. De allí la
presencia de la puntada ΔI u operación de almohadillado: la producción de una
significación sólo se efectúa gracias a un efecto retroactivo de los significantes sobre sus
antecedentes en la cadena. (Valor de oposición con todos los otros significantes).
En este primer piso del grafo estamos al nivel del enunciado. ¿Qué se entiende en
lingüística por enunciado?: el primer lugar la idea de una serie acabada de palabras
emitida por un locutor. La finalización de un enunciado está dada, generalmente, por un
silencio que produce el sujeto hablante para puntuar su articulación. Por otra parte, cada
tipo de discurso se caracteriza por una serie de enunciados cualitativamente diferentes. La
enunciación, a la que le corresponderá el segundo piso del grafo, se diferencia del
enunciado por ser un acto individual del habla, en otras palabras un acto de creación del
sujeto hablante. Tal la relación entre fabricación y objeto fabricado; entre el decir y lo
dicho.
Dada la primacía del significante sobre el significado (ya que el sentido depende de la
relación entre ellos, perdiéndose la significación individual de cada uno) la cadena DS
constituye un lugar favorable a posibilidades de operaciones metafóricas y metonímicas
que se elaboran a la manera de sustituciones significantes.
Por otra parte este vector estará constituido esencialmente por fonemas, es decir por
unidades más pequeñas desprovistas de sentido, cuya combinación garantizará la
producción de significantes. Cada lengua cuenta con una cantidad definida y limitada de
estas unidades distintivas mínimas que se pueden discriminar fácilmente por medio de un
análisis que consiste en conmutar dos de esas unidades en el mismo contexto de una
secuencia hablada. Si la conmutación produce dos sentidos diferentes se trata de dos
fonemas.
[ Hay una hoz de menos.
Hay una hez de menos]
[ o por e produce sentidos diferentes y por lo tanto son auténticos fonemas]
Los fonemas están especificados por el código de cada lengua y por lo tanto los
mensajes se distinguen unos de otros gracias a su sistema de oposición.
Lacan agregará luego un nuevo circuito para representar el discurso racional, también
designado como círculo del discurso. Ese discurso no es más que el discurso corriente, el
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discurso común, está constituido por semantemas, es decir por elementos significativos.
Dentro del círculo del discurso se encuentra determinado el empleo de significantes, es
decir, lo que en el uso del discurso constituyen los puntos fijos determinados por el
código.
El código se define como el conjunto de signos y de símbolos que permiten no sólo
representar sino también transmitir información. Esta competencia sólo es posible gracias
a que el conjunto de símbolos y de signos está regido por convenciones preestablecidas.
El código de discurso no sólo autoriza sino que también funda la comunicación
intersubjetiva. Las prescripciones impuestas por el código hacen que el círculo del
discurso sea un nivel de articulación de la palabra en donde las posibilidades de creación
de sentido son muy reducidas, ya que de alguna manera el sentido está fijado por el
código. En consecuencia, el círculo del discurso es un lugar de discurso relativamente
vacío, un lugar de palabra vacía es decir del discurso concreto del ser hablante que se
esfuerza por hacerse oír.
M C
D S
β' β
I Δ
Se produce allí un cortocircuito representado por el segmento β'β que hace que un
discurso no pueda decir nada desde el punto de la verdad del Sujeto porque gira en falso
en una inagotable repetición. A través de este circuito el ser hablante da lo mejor de sí
mismo agotándose en el registro de la palabra vacía del molino de palabras que nos
vuelve a llevar al orden del testimonio puro y simple de nuestra condición de animales
hablantes.
En este esquema β' es el lugar donde Lacan sitúa al objeto metonímico, es decir al
objeto que siempre está metonímicamente delegado en lugar del objeto del deseo. En
cuanto al punto β, es el que especifica al sujeto, el “yo” (Je) es decir al lugar en el
discurso de aquel que habla.
Pero, todo sujeto que compromete su discurso en el cortocircuito del molino de
palabras, necesariamente hace escuchar mucho más de lo que intenta decir.
Ese acrecentamiento de sentido será el resultado de una elaboración significante que
se localiza en el lugar superior del grafo; esto si aceptamos un examen del
funcionamiento a partir de la aceptación de la existencia del inconsciente.
Pero todavía hay más que decir en este primer piso.
Estamos aquí a nivel del enunciado, de lo dicho, para lo cual habrá que atravesar con
la puntada el lugar del código (C) para alcanzar el mensaje (M). El discurso se une con el
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significante y “el sentido puede surgir y la verdad alojarse en el mensaje”. Pero lo más
frecuente es que el discurso esté vacío de sentido (molino de palabras) y que se
permanezca en un cortocircuito ββ'.
M C
D S
β' β
I Δ
22
Las relaciones con la imagen especular están ligadas al habla y al lugar que asigna el niño su
madre o cuidador/ra. Pero por mucho que habla la madre, el niño no comprende el lenguaje
desde que nace. Lleva tiempo dar una significación a los diversos elementos del habla de los
adultos cercanos. Al principio es literalmente una lengua extranjera. Esta profunda alteridad
del lenguaje se puede experimentar, quizá, al viajar a un país donde no se hable ni una sola
palabra de la propia lengua natal. Esto nos indica cuán desvalido se halla al principio el niño
respecto de lo que luego se volverá su lengua materna.
Poco a poco, a medida que el niño asocia significados a los significantes emitidos por los
adultos, se van estableciendo ciertas significaciones. Que estas sean correctas o incorrectas
no viene al caso. La significación no es transmitida por el niño, sino que le es impuesta. (Si yo
lloro, mi madre me dará el biberón. Aunque el hambre no fuera el motivo de mi llanto. Ahora
éste quedará ligado a la idea de recibir el biberón.)
Resumiendo:
Δ: Sujeto mítico de la necesidad, que busca la satisfacción a partir de su estado no
formulado, emprende su camino a través del desfiladero de la palabra (DS), para llegar en
el otro extremo (I) de la cadena intencional ΔI, a la realización de un ideal, punto de la
identificación más primaria del sujeto como una primera marca (seing) de lo que recibió
en su relación con el otro. Este punto de llegada, I, ilustra la huella dejada por la demanda
sobre la necesidad, da prueba de la aprehensión arcaica del lenguaje por parte del sujeto.
No puede encontrarse directamente con el objeto. Tiene ahora el obstáculo del
lenguaje. El Otro, lugar del código, tesoro de los significantes, compañero del lenguaje,
es el acceso obligado a los fenómenos de la metáfora y de la metonimia a partir del cual
se ejerce en M los efectos del mensaje. La significación que surge, inducida por el
carácter de necesidad que debe forzosamente volverse demanda para buscar su
satisfacción, encuentra su unificación gracias al circuito MC/CM que participa en la
actualización del mensaje y se distingue en el grafo por su carácter de unidad
representada por el trazo entero, en contraposición con las líneas punteadas de la
discontinuidad significante (trazo DM y CS) y del estado aún no formulado de la
necesidad (ΔC)
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M C
D S
β' β
I Δ
Por otra parte el circuito βCMβ' del molino de palabras se relaciona con el muro del
lenguaje (oo') visto en el esquema Lambda
S o
o' O
. (Ver capítulo correspondiente)
Lacan insiste en que la palabra y la conducta del adulto nunca se reducen por completo a su
significación. Siempre hay algo que no comprendemos, aunque sea marginal. (¿Por qué mi madre
se queda con la mirada perdida al apoyarse en la ventana?
¿Por qué me dice que no toque mis órganos sexuales y cuando me baña parece disfrutar tanto al
tocarlos?)
Por más que se asigna mucho sentido al Otro, siempre está presente el margen de su deseo, lo
que no comprendemos de él. A esto Lacan lo designa con “d”, el deseo del otro.
Se eleva entonces el Grafo a un nivel superior mediante dos flechas que parten de A. Una que va
a lo que comprendemos, s(A) y la otra a lo que no comprendemos, d. Por su parte designa la
pulsión. Las pulsiones se establecen cuando ciertas partes del cuerpo cobran un valor especial en
la relación del niño con sus padres. No son biológicas como los instintos, sino generadas por las
demandas de los padres.
El deseo del otro no es para el niño una cuestión abstracta sino una pregunta acuciante (Si debo
enfrentar el enigmático deseo del otro sentirá/é una angustia insoportable, pues no sé lo que
quiere). Si la metáfora paterna responde a la pregunta ¿Qué quiere la madre? Con la significación
del falo, resta aún una pregunta: ¿Qué soy para el otro? Es una pregunta sobre la existencia. La
respuesta a esta pregunta del niño “¿Qué soy, qué lugar ocupo para el Otro?” es lo que Lacan
llama el fantasma, Implica asumir la identidad de un objeto al que se ha dado un valor privilegiado
en relación con la madre, el tipo de objeto que la terminología psicoanalítica anglosajona llama
“pregenital”; el pecho, las heces, y añade Lacan, la mirada o la voz.
Estos objetos revisten un interés muy especial porque todos poseen un doble status o, mejor
dicho, tiene coordenadas a la vez reales y simbólicas. Señalan el pasaje de lo real a lo simbólico.
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EL SEGUNDO PISO
La segunda etapa de la generación del grafo duplica la estructura en función de la
enunciación y el inconsciente. El sujeto, en la verdad de su deseo, es considerado como
sujeto del inconsciente y su triunfo como expresión a través de los tropos, silencios y
lapsus del lenguaje. Habla en el discurso sin que el hablante lo sepa. El sujeto del deseo
debe ser localizado al nivel del sujeto de la enunciación.
¿Qué deseas?
D S(A) A◊ S'
d
Δ'
s(A) A
D S
I Δ
El sujeto que interroga su deseo pasa al segundo piso y eso depende del buen azar del
psicoanalista. El sujeto que interroga su deseo cuestiona al otro: ¿qué me quiere el otro?
El otro no da respuesta porque no tiene con que darla. No dispone de significantes
suficientes, también está barrado. El significante de la falta del Otro es el gran secreto del
psicoanálisis. El analista tampoco da respuestas, de hacerlo estaría dando consistencia al
otro (Je) y lo mantendría en la ilusión. El inconsciente aparece en el decir, mientras que
en lo dicho la verdad del sujeto se pierde. Estas oposiciones “enunciado/enunciación” o
“dicho/decir” actualizan la estructura dividida del sujeto; de ello resulta una conclusión
lógica, incluso en lo que respecta a la práctica de la cura. La atención flotante y los
elementos de ambigüedad que plantea, favorecen la actividad inconsciente del analista en
la medida en que no otorgaría a priori ninguna importancia particular a los diversos
elementos del discurso del paciente. Correlativa a ella es la asociación libre. Como el
inconsciente sale a la luz en el discurso por medio del proceso de la enunciación, la
atención flotante resulta flotante sobre el nivel del enunciado y la agudeza de la escucha
debe aplicarse al registro del decir.
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“Qué deseas”, este llamado que toma la demanda sobre la necesidad estructurará a
través de esta interrogación fundamental el deseo como deseo del otro. El sentido de la
demanda queda en manos de la buena voluntad del otro que acordará, por la propia
naturaleza de su respuesta, determinada significación en lugar de otra, a la concatenación
significante de la demanda. Depende entonces de la buena voluntad del otro gobernar a
nivel del principio de conmutatividad los significantes de la demanda.
En el esquema II el símbolo S(A) situado en el lugar del mensaje representa lo que es
significado del Otro, es decir, el mensaje de la demanda tal como el Otro emite el sentido
en función de la selección significante operada por su deseo. De manera que del punto
Δal punto S(A) el sujeto sólo está presente como simple soporte de la palabra. La
demanda sigue estando implícita hasta el momento en que lo que es significado del Otro
fija el mensaje, de allí los trazos interrumpidos de la cadena intencional.
Δ'
s(A) A
D S
I Δ
El vector D'S' introduce un segundo piso que duplica simétricamente la estructura del
primero al introducir la dimensión del inconsciente. Se trata de mostrar que la demanda
persiste en el sujeto sin que la sostenga ninguna intención consciente. En otras palabras,
al afirmar que el inconsciente está estructurado como un lenguaje Lacan significa que el
inconsciente hace subsistir el discurso del Otro dentro del discurso del Sujeto. El vector
DS está representado con trazo entero hasta el lugar del código para materializar la
sucesión discreta de los elementos significantes que intervienen en la organización del
enunciado, exigidos por la exigencia racional del sujeto. Por el contrario la cadena D'S'
está representada en trazos interrumpidos para metaforizar la cadena de significantes
inconscientes.
El encuentro de la demanda del sujeto con esa cadena significante inconsciente se
produce en el punto A◊d que designa lo que el sujeto no sabe porque allí, justamente,
experimenta su deseo con respecto al deseo del Otro. Queda claro entonces que el deseo
se separa forzosamente de la necesidad al interrogar sobre el deseo del Otro en el punto
de intersección A◊d
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¿Qué deseas?
D S(A) S'
A◊d
Δ'
s(A) A
D S
I Δ
“En este intervalo, en esta abertura se encuentra una experiencia que es la del deseo, que
es aprehendida en principio como la del deseo del otro y en el interior de la cual el sujeto
debe situar su propio deseo. Su propio deseo como tal no puede situarse en otro lugar
que no sea ese espacio”
El deseo del sujeto se identifica en primer lugar con los imperativos del deseo del
Otro que le otorga todo el alcance significante de la demanda del sujeto, por medio del
retorno del significante dado por el Otro S(A) en el lugar del mensaje.
La distancia entre S(A) y s(A) materializada por el vector en trazos interrumpidos
expresa la posibilidad de la conmutación de los significantes y sustituciones metafóricas.
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EL TERCER ESQUEMA
i(a) m
I ideal del Yo Δ
Con respecto a m y i(a) trae a cuenta la experiencia del espejo por la cual el yo (m) se
constituye a partir del otro imaginario [i(o)] que es su propia imagen. Esta identificación
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imaginaria sólo se instituye en el seno de una dependencia con el otro, la madre. Una
prueba de esto sería el rol de la mirada del Otro (la madre) como sostén de la instalación
de ese proceso de identificación. La identificación primaria se insinúa en una relación a
las necesidades y, en consecuencia, a las demandas que esas necesidades convocan. De
acuerdo con esto m y su correlativo i (a) se sitúan en la cadena intencional ΔI
Hay allí también un circuito que puede funcionar retrospectivamente y una referencia
al Ideal del Yo y al Superyo, este último como el principal instrumento represor al
servicio del primero, que hace pasar al inconsciente este discurso y en el que podemos
identificar su rasgo característico bajo la forma de un imperativo categórico.
S/◊ a d
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sabe, o sea, el otro en el capricho de su disposición, donde queda atrapada su
referencia al deseo. De ahí este símbolo según la cual el deseo del hombre es el
deseo del Otro, el deseo se constituye como deseo de un deseo. Sitúa también el
lugar del deseo en esta cadena
II - EL ESQUEMA LAMBDA
S o'
Eje imaginario
inconsciente
o O
El sujeto que habla a otro siempre le dirige un mensaje a ese otro o'…
suponiendo que ese otro es un verdadero sujeto, un Otro absoluto… O
Pero en realidad “no lo conoce como tal”
Veamos:
Con respecto al sujeto que habla S: sólo aparece en el discurso y por el
discurso. El Yo es el lugar donde el sujeto se produce como aquél que habla.
En un lugar se origina el discurso… y en otro lugar se produce al reflejarse.
Oigo hablar:
S S S S S
S S S S S
S S S S S
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S o'
(Je) o
S o'
(Je) o
La relación que mantiene el sujeto consigo mismo y con los otros siempre
está mediatizada por el eje imaginario o'o en relación de incidencia recíproca.
S o'
S S S S S
o (Je)
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Todo esto ocurre como si cuando S habla, algo le llegara de ese Otro
absoluto por el simple hecho de presuponerlo. Llega de dos maneras según el
esquema lambda: OS y Oo
De allí postula Lacan la marca de referencia al inconsciente. Un OS que no
llega pleno al sujeto porque se interrumpe y fragmenta a partir del muro del
lenguaje. Un Oo que llega al sujeto sin que él mismo lo sepa, aunque esté
implícitamente determinando su discurso.
Para que el sujeto expresara algo como: “eres mi maestro”, esta certeza
debiera estar fundada más allá de sus palabras. Palabra de certeza en tanto
no sólo la seguridad en ella, sino la verdad objetiva y real que la inspira. Algo
debió llegarle para reconocerse como discípulo. ¿Desde dónde?
“El eres mi mujer el eres mi maestro quiere decir: Eres lo que aún está en mi
palabra y eso sólo lo puedo afirmar tomando la palabra en tu lugar. Eso viene de ti
para encontrar aquí la certeza de lo que yo comprometo. Ésta es una palabra que
compromete. Aquí está manifestada la unidad de la palabra como fundadora de la
posición de los sujetos.”
S o'
o O: “Eres mi discípulo”
La alocución se constituye como una respuesta. Hablar sería hacer hablar al otro
como tal.
Lo que le llega al sujeto le llega del otro sin que él lo sepa (en forma implícita a su
determinación de hablar) de allí la mención “inconsciente” que aparece a lo largo
de esta dirección simbólica que va de O hacia S.
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Con el otro vector “Oo” se simboliza que ese mensaje que proviene del Otro no es
captado por el sujeto a pesar de estar allí. El sujeto S que se dirige al Otro, se
escucha decir en el punto o, que es el punto de la representación imaginaria del
sujeto que habla. “Eres mi maestro”. El “soy tu discípulo”, mensaje constituido
originariamente en O, sólo le llega en su forma invertida “eres mi maestro” a causa
de la mediación del eje imaginario o'o (de allí el trazado discontinuo a parir de la
intersección con el eje) Se ve con toda claridad que en el lugar del Yo (o) la
articulación del mensaje está totalmente sobredeterminada por el mensaje que
proviene de O.
En consecuencia se puede representar al inconsciente como “ese discurso del
otro en el que el sujeto recibe en forma invertida, como conviene para el caso de
una promesa, su propio mensaje olvidado.” Para el sujeto su palabra es un
mensaje porque se produce en el lugar del Otro.
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como su propia imagen; mientras que el chimpancé comprende rápidamente que
la imagen es ilusoria y pierde interés en ella.
La experiencia del enfrentamiento de un niño y una cría de mono a un
espejo, constituye (como ejemplo construido por la psicología comparativista)
solamente un motivo de lectura topológica que permitirá instrumentar
conceptualizaciones del campo psicoanalítico. El efecto más relevante lo
constituye la “vivencia gozosa” (Aha-Erlebnis) por la aparición de una “imagen
completa” que anticipa en la vivencia una completud, que la inermidad e
inmadurez del niño aún no posee; esto es posible porque pese a la
incoordinación motriz su sistema visual está relativamente avanzado.
En tanto Wallon describe y comenta sus observaciones en términos de
conocimiento y complejización del pensamiento, Lacan las interpretará en
términos de organización inconsciente, de la cual emerge la instancia yoica en la
paradoja de uno de los desconocimientos más radicales.
Entre 1936 y 1949 Lacan parece verlo como una etapa que puede ubicarse en
un momento específico del desarrollo de un niño. (Al respecto, algunos pasajes
incorporados en 1938 en su trabajo sobre la familia y una nueva comunicación
en el Congreso de Zurich en 1949: “El estadio del espejo como formador de la
función del yo [Je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica"
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La imagen que el espejo le devuelve produce efectos estructurantes pero
ilusorios. Sus efectos son lo Imaginario en tanto allí se constituye una falsa
unidad (rasgo unario) que inaugura un modo de Sujeto, un lugar puntual
omnipotente (Yo Ideal) y una dialéctica de identificaciones conforme ese modo
alienante de “ser otro”.
La imago de la especie estructura ortopédicamente al Sujeto, rectificando la
exoscopia y la dispersión de los miembros para juntarlos en una ilusión de
indivisión. Este poder de la imago tiene sus antecedentes en el mundo animal;
una paloma ovula con sólo ver una forma de palomo; un grillo indiferenciado
toma la forma de la especie de grillo a la que se enfrenta. La imago posibilita el
señuelo, la trampa.
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El estadio del espejo es un umbral específico del proceso de maduración de
un niño, en el que se esboza, para el niño, un cierto tipo de identificación basado
en una relación específica con la madre, una relación de alienación.
Se ordena esencialmente sobre una base de identificación en cuyo curso el
niño realiza la conquista de la imagen de su propio cuerpo. La identificación
primordial con esa imagen va a promover la estructuración del yo (Je) poniendo
término a esa vivencia psíquica singular que Lacan denomina: fantasía del
cuerpo fragmentado. La función de la dialéctica del espejo, sería en este sentido,
neutralizar la dispersión angustiante del cuerpo a favor de la unidad del cuerpo
propio.
“El estadio del espejo es un drama cuyo impulso interno se precipita de la
insuficiencia a la anticipación y que, para el sujeto, engañado por la ilusión de la
identificación espacial, urde las fantasías que se suceden desde una imagen
fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su
totalidad.”
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o yo. Tal la crítica que Lacan le plantea a Hegel en la dialéctica del amo y el
esclavo. La analogía de este análisis con la conceptualización hegeliana de la
relación de servidumbre marcará profundamente a Lacan, y la definición del
deseo atestiguará que surge necesariamente de la relación especular, en una
tentativa de reapropiación por el sujeto de sus propios rasgos, que la imagen del
doble, habitada por el otro, había capturado originalmente.
En la lucha a muerte por puro prestigio, por miedo a morir, uno de los dos
puede renunciar a la lucha, puede rendirse. El primero que bajara las armas para
rendirse sería asesinado por el otro, por lo que, para que se pueda renunciar a
esta lucha a muerte es necesario un pacto previo, y este se da por la vía de lo
simbólico. Esto permite otra salida que no sea la exclusión recíproca. Fue
necesario entonces incluir lo simbólico en el puro imaginario del estadio del
espejo; un simbólico que preexiste al sujeto, fundamentado en todo lo que
acompaña la crianza del niño: se nombra lo nombra antes que nazca, se le
habla, se le canta, etc. Es en 1953 que Lacan incluye lo simbólico duplicando la
alienación primera de la imagen del cuerpo propio a imagen del otro, por otra,
según la cual el inconsciente es el discurso del Otro. Hasta ese momento había
en Lacan una primacía de lo imaginario. (Ver esquema óptico)
En este juego identificatorio en el que el sujeto “se ve” captado por una
imagen extraña y suya a la vez, se descubre la función del proceso de
proyección que organiza el modo de percepción del sujeto y atribuye a la
realidad su estabilidad aparente. Este modo de aprehensión del Umwelt, que
caracteriza la tendencia general del conocimiento, se basará entonces, según
Lacan, en una organización paranoica constitutiva de la emergencia del yo, que
daría testimonio de la génesis mental del hombre, así como de los momentos
clave de la “identificación objetivante”. Uno de tales momentos se anunciará en
el “transitivismo infantil” observado por Charlotte Bülher y retomado por Wallon y
Lacan, que consiste en que niños de edad semejante, puestos en presencia
recíproca, confunden sus gestos y los continúan en una captación especular que
pone aún más de manifiesto la anticipación respecto de la coordinación completa
de los aparatos motores. De modo que la función de la agresividad y la
naturaleza paranoica del conocimiento aparecen como proviniendo directamente
de la experiencia especular, y participan de la constitución de un yo al que la
virtualidad del modelo hace ilusorio para siempre.
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la imagen original del doble. Además el sujeto no llega nunca a identificar un yo
(moi) que no cesa de escapársele en la afirmación de un yo (je) social, y que
responde en el inconsciente a la confusión primitiva de la forma virtual de la
especie con la forma virtual del individuo. Portador a la vez de la marca de lo
imaginario y de la marca de la exterioridad, el yo especular da origen al drama
específicamente humano que repite incansablemente un sujeto en busca de su
unidad. Escribe Lacan:
Características:
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La unidad misma del cuerpo se esboza como exterior a sí misma e
invertida
Prefigura la alienación imaginaria de donde se perfila el
desconocimiento crónico que no dejará de mantener consigo mismo.
Lacan dice que el entró al psicoanálisis con “la escobilla” de la fase del
espejo, renovando la teoría del yo, negando que el Yo fuera una instancia de
conocimiento, que su conocimiento es imaginario. El estadio o fase del espejo
explica al yo en su génesis como un lugar de desconocimiento y de Verneinung
(denegación).
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desarrollo del Yo escindido depende de esta matriz y esta ortopedia y
asegurará como forma primer al ideal del Yo contra la dispersión psicótica.
El advenimiento de lo simbólico:
Si el sujeto se identifica con el reflejo especular en la erotización de la
tensión que lo lleva a la vez hacia su imagen y hacia el otro presente, ocurre que
este otro, a través de los azares de una comunicación que él posee, lega al
sujeto los fundamentos de una historia en la cual se inscribe un pasado y un
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futuro. Mucho más que un desarrollo genético, el estadio del espejo indicaría el
advenimiento histórico en el curso del cual se organizaría la estructura del
sujeto. El desconocimiento fundamental en el cual se mantiene este último con
relación a lo que lo constituye –en otras palabras, esta hiancia imaginaria en el
seno de la cuestión el ser, reclama en adelante otro modo de expresión: el
mismo que Lacan llama “lo simbólico”, y que ya habrá demarcado en el estadio
del espejo, en ese momento en el que, precisamente, el niño se vuelve hacia el
adulto como para buscar de algún modo su asentimiento.
No se trata entonces de comprender el advenimiento de lo imaginario y lo
simbólico como dos tiempos diacrónicos distintos, sino, más bien, como el
advenimiento de dos modos intrincados en una misma experiencia que
convergen para resolver la hiancia que lo imaginario, por sí, provoca en la
constitución del sujeto.
El niño, tras la fase identificatoria del espejo sigue manteniendo una relación de
indeferenciación cercana a la fusión con su madre, producto de la posición particular que
el niño alimenta con respecto a ella: tratar de identificarse con lo que él supone que es el
objeto de su deseo. Esta identificación se ve ampliamente facilitada e inducida por la
relación de inmediatez entre ambos aunque más no sea por los cuidados y la satisfacción
de las necesidades.
En otros términos, la proximidad de estos intercambios pone al niño en la situación de
hacerse objeto de lo que se supone le falta a la madre. Este objeto es justamente φ, el falo
imaginario, considerado como el objeto de completud.
El niño encuentra la problemática fálica en su relación con la madre al querer
constituirse a sí mismo como falo materno. Es este el primer momento del Edipo, en el
cual el deseo del niño permanece totalmente sujeto al deseo de la madre. Sólo puede
haber una relación de fusión con la madre en la medida en que no aparezca ningún tercer
elemento que mediatice la identificación del niño al falo de la madre; pero asimismo, la
simple naturaleza de esta identificación que elude la mediación de un corte o
intermediación, lo convoca en el terreno de una oscilación dialéctica entre ser o no ser el
falo.
Anuncia entonces el segundo momento del complejo de Edipo en el que el niño es
introducido inevitablemente en el registro de intermediación por la intrusión de la
dimensión paterna.
La mediación paterna va a representar un papel preponderante en la configuración de
la relación madre-hijo-falo al intervenir en registros aparentemente diferentes, como
privación, prohibición y frustración. Las cosas se complican aún más cuando se evidencia
que la acción conjugada del padre tiende a catalizar su función fundamental de padre
castrador.
Mito
41
Complejo
Estructura
Edipo no sabía. Hamlet, sí. Atender Edipo en Colona. Efectos de la declinación. Ser el falo a
dejar de ser el falo. Pasar al tema de tener el falo. La castración.
Complejo es aquello que se cierra. Subjetivamente, lo que tiene alguien. Estructurante del
sujeto. Freud lo entrevé como una consecuencia de la sexualidad. Incesto; hostilidad,
dominan al parlete. Sentimientos repugnantes porque son antiguos. Generadores de culpa.
Lo centra en el niño. De allí surge la represión y la censura→ estructurante. Lo que funda el
inconsciente es la represión primaria.
La sexualidad aparece dando origen a las exclusiones, segregaciones, retorno de lo
reprimido.
De la salida del Edipo se da la identidad sexual.
Pertenece al inconsciente el deseo de quedarse con la madre y asesinar al padre→ instinto
de muerte.
Freud señala una lógica de oposición: el individuo jugando en el pleno de la ambivalencia.
Freud habla el goce a partir del padre de la horda. Existe 1 que goza de todas las mujeres.
Es aquél que funda la regla. Es la razón por la que fue asesinado. Se introyecta la ley y se
puede hablar.
Partiendo de lo que circula es el falo, los tiempos del Edipo constituyen la metáfora paterna.
La metáfora paterna va a inscribir el nombre del padre. Si no hay metáfora paterna no está
constituido el Nombre del Padre.
Primer tiempo: El niño la madre y el falo. El niño está sometido al capricho de la madre.
Esto va a hacer que el niño se identifique con el objeto del deseo de la madre.
Dependencia de amor.
42
La madre busca la completud narcisista y el niño se da cuenta que hay algo más allá cuando
la madre lo mira.
La madre es la que arma la demanda. El niño juega en ello el papel de falo imaginario; el
falito. Al alcanzar el falo imaginario a la madre toma el lugar del Otro (del código). Constituye
sus necesidades. También ocupa el lugar de “a” semejante.
La mujer entra al Edipo desde el lugar de una decepción. Ella esperaba algo que la madre
no le dio. Reconoce la falta. Entonces recurre al padre en la fantasía que le de el falo, un
hijo.
Con el hijo se constituye la madre fálica (la que lo tiene todo). El niño está sometido al
capricho de la madre. Será necesario que caiga la madre fálica, la que lo tiene todo.
La demanda del niño hacia la madre vuelve a rearmarse porque al no ser satisfecha se relanza
hasta que llega un momento en que se cierra como una vuelta de más. Arma entonces el agujero
central. El deseo se desprende de la demanda y allí pone el “objeto a”
Desde allí se marca la salida del otro toro, porque se trata de no sólo el deseo del niño sino de la
demanda de la madre. La madre articula la demanda del niño. Resulta así que el deseo de uno es
el lugar de la demanda del otro
43
[Cuando hay un acoplamiento que no lo es tenemos una psicosis simbiótica]
El padre como privador de la madre en un doble sentido: priva a la madre de su objeto fálico y al
niño de su objeto amado.
(Objeto fálico en el campo del fetichismo)
Priva fundamentalmente a la madre. Priva al niño del objeto de su deseo porque ve que la madre
prefiere a otro que no es él (el falo)
Retrata de un padre jodedor (cogedor) que se hace causa del deseo de la madre.
Caída y corte del goce.
La eficacia de la palabra del padre. La importancia que la madre le otorga a ese “no”.
El no del padre va a efectivizar la privación del objeto fálico y el niño empieza a entrar en el orden
simbólico.
En este segundo momento del Edipo lo que aparece es un padre privador, feroz, tiránico. Es el
padre del hombre de las ratas, que incluso lo venía a controlar de ultratumba. (Neurosis obsesiva)
La madre acepta a este padre con un dejo denegatorio. Le hace sentir al hijo que el no es el falo
pero sí su bebé (falito)
El neurótico obsesivo se localiza como el falo de la mamá. Ese padre lo hace oscilar entre la
preocupación o el desafío: barrar y someterse. De allí la ambigüedad del obsesivo en relación a la
cuestión fálica.
El obsesivo va a tratar de no respetar su deseo. Un modo de no hacerse cargo de su deseo, o el
desafío, que es el caso de los obsesivos crueles.
Desafío verbal o silencio. El esperar ver pasar el cadáver del enemigo por la puerta de su calle.
La histeria, en cambio, es más del primer tiempo por la estructuración especular. Se arma al estilo
de un gran falo y al no poder conformar el deseo del otro se derrumba. Se mete en el deseo de los
demás y no en el propio deseo.
En este segundo tiempo se da una intención de abrochadura entre los significantes en búsqueda
de un último significante que de sentido.
44
de la Ley”. Por lo tanto, cuando aparece la Ley, ya no hay más nadie que sea la Ley, todos
actúan en representación de ella. No se trata entonces de ser un padre terrible, arbitrario y
despótico para producir la privación, si lo fuera cumpliría la función de la madre en la
relación dual del primer tiempo. Lo importante es la manera cómo la madre vehiculiza,
transmite el poder que el niño, en representación imaginaria, tiene como padre.
En el Tercer Tiempo el padre también deberá aceptar la Ley (deberá ser castrado). Nadie
será el falo ya que éste estará instaurado en la Cultura. Papá tiene falo pero no es el falo:
Falo y Ley son algo que están mucho más allá de cualquier personaje. Se pasa de la
identificación con el Ideal de Yo, de la perfección omnipotente narcisista a la
acumulación de funciones y roles (elementos significantes) de los cuales el padre es
soporte en lo sexual por diferencia anatómica. Se llega a ser lo que se es
(anatómicamente) entrando en que hay una norma que regula los intercambios sexuales:
no con mamá, sí con cualquier otra.
METÁFORA PATERNA
45
Ni la “pérdida de la realidad” ni la “escisión del yo” pueden constituir un criterio
metapsicológico eficaz para diferenciar las neurosis de las psicosis. El aporte de Lacan
con respecto a Freud reside en la forclusión: Si el Nombre del Padre está forcluido en el
lugar del Otro (este significante es negado en el discurso de la madre), la metáfora
paterna ha fracasado siendo este fracaso la carencia que le da a la psicosis su condición
esencial con la estructura que la separa de las neurosis. La forclusión del Nombre del
Padre, que neutraliza el advenimiento de la represión originaria, hace fracasar, al mismo
tiempo, la metáfora paterna y compromete grandemente el acceso del niño a lo simbólico
e incluso se lo impide. El niño queda estancado en una organización arcaica en relación
dual imaginaria con la madre.
Por otro lado, la cuestión de la circulación del falo en la genealogía materna no deja
ningún lugar al padre simbólico y por ende la posibilidad de simbolizar la ley del padre
instituyendo la castración simbólica.
Sobre lo que queremos insistir, s que no sólo hay que ocuparse del modo en que la madre
se adapta a la persona del padre, sino de la importancia que le da a su palabra, digamos
la palabra justa, a su autoridad, es decir, el lugar que ella reserva al Nombre del Padre en
la promoción de la ley”.
S3
Inconsciente S2
s1 s3
S
1
Represión originaria 46
Si el niño sigue nombrando sin saberlo al objeto de su deseo significando el Nombre
del Padre, cabe una única conclusión: el niño ya no sabe lo que dice en lo que enuncia. Es
otra manera de ver que el niño accede al lenguaje sin saber lo que dice cuando habla. El
lenguaje aparece entonces como una actividad subjetiva por medio de la cual uno dice
algo absolutamente diferente de lo que cree decir en lo que dice. Ese algo absolutamente
diferente se instituye fundamentalmente como el inconsciente, que queda fuera del
alcance del sujeto que habla, porque se encuentra constitutivamente separado de él.
La metáfora del Nombre del Padre articula la función fálica con su coyuntura
correlativa, el complejo de castración. La función paterna debe ser comprendida como
algo radicalmente diferente tanto de la presencia paterna, como de sus coyunturas
negativas, por ejemplo la ausencia, carencia o cualquier forma de inconsistencia paterna.
Para Lacan esta función procede de la determinación de un lugar que otorga una
dimensión simbólica. Por otra parte, como es función simbólica, puede prestarse a una
operación metafórica:
“El padre no es un objeto real, entonces, ¿qué es? (…) El padre es una metáfora.
¿Qué es una metáfora? (…) Es un significante que aparece en el lugar de otro
significante (…) El padre es un significante que ha reemplazado a otro significante. Y
esa es la incumbencia esencial del padre dentro de su intervención en el complejo de
Edipo.”
La evolución del niño en los misterios del Edipo puede fijarse eventualmente en un
punto de equilibrio inestable alrededor de la encrucijada que constituye la pregunta ser o
no ser el falo. Lacan señala de este modo un punto de anclaje favorable a las
identificaciones perversas en la suspensión de este interrogante que perpetúa una
oscilación en el lugar de la castración si ésta se apoya en un mensaje equívoco sobre el
papel de la función simbólica del Padre. Una ambigüedad sostenida a ese nivel
movilizarla niño hacia una estrategia defensiva para evitar la castración. Pero el perverso
se equivoca en cuanto a la posición subjetiva que lo une a la supremacía de lo imaginario
fálico: cultiva su singularidad paradójica con respecto a la castración de tal modo que
puede medir una incidencia con bastante precisión. Todo su talento sintomático y también
toda su angustia consistirán en reproducir y conservar la ilusión subjetiva en la que se
encuentra capturado. Hay que sondear sin cesar la medida de la castración si se la quiere
evitar cada vez con más destreza. En otros términos, la identificación perversa provoca en
negativo la doble, pero solidaria cuestión de la privación materna de su objeto fálico y la
separación del niño de su identificación con tal objeto.
47
En un momento dado de la evolución edípica, el niño llaga a asociar la ausencia de la
madre con la presencia del padre. El padre aparece primero como un objeto fálico rival y
luego como el supuesto poseedor del falo. El niño ha elaborado entonces una relación
significante ya que puede designar / nombrar la causa de las ausencias de la madre al
convocar la referencia del Padre que tiene el falo, es decir, el padre simbólico. Aquí es
donde interviene especialmente el Nombre del Padre asociado a la Ley simbólica que
encarna. El nombre del Padre es una designación del reconocimiento de una función
simbólica circunscripta al lugar en el que se ejerce la ley. Esta designación es producto de
una metáfora. El Nombre del Padre es el nuevo significante (S2) que reemplaza, para el
niño, al deseo de la madre. Durante la sustitución significante, el significante del deseo de
la madre S1 es objeto de una represión (represión originaria) y se hace inconsciente,
produciéndose el efecto habitual de la metáfora.
Al nombrar al Padre, el niño sigue nombrando, de hecho, al objeto fundamental de su
deseo. Pero ahora lo nombra metafóricamente porque ha sido desplazado al inconsciente.
La vocación del símbolo del lenguaje es expresar la perennidad del objeto fundamental
del deseo con una designación que se efectúa a espaldas del sujeto. Tal el automatismo de
repetición. El lenguaje permite eternizar su expresión al socializarla en el registro
simbólico de la comunicación intersubjetiva. También se esclarece lo que se pone en
juego intrínsecamente en el complejo de Edipo en donde la metáfora del nombre del
Padre da prueba de la actualización de la castración que interviene en el único modo en
que es inteligible: la castración simbólica. En efecto, al término del Edipo, el falo aparece
como la pérdida simbólica de un objeto imaginario.
48
(Spaltung) que lo separa irreversiblemente de una parte de sí mismo y produce el
advenimiento del inconsciente.
NOTAS
1. El juego del fort-da: “…relacionado con los importantes resultados de índole cultural obtenidos
por el niño, con el renunciamiento pulsional que había realizado (renunciamiento a la satisfacción
de la pulsión) para permitir la partida de la madre sin manifestar oposición”…poniendo en escena,
con los objetos que podía tomar, la misma “desaparición-regreso”. El niño se ha adueñado de la
ausencia gracias a una identificación: la madre lo echaba al ausentarse y ahora es él quien la echa
al arrojar el carretel. El fort-da nos indica que desde ahora logra dominar el hecho de no ser el
único objeto del deseo de la madre, es decir, el objeto que satisface la falta del Otro; es decir, el
falo. El niño puede entonces movilizar su deseo como deseo de sujeto hacia objetos que
reemplacen el objeto perdido.
2. El acceso al lenguaje (acceso a lo simbólico) constituye el signo indiscutible del dominio
simbólico del objeto perdido por medio de la realización de la metáfora del Nombre del Padre que
se afirma en la represión originaria. ¿Qué supone una simbolización de esta índole? En primer
lugar, la experiencia subjetiva por la cual el niño va a sustraerse a una vivencia inmediata para
darle un sustituto. “La cosa debe pederse para ser representada”.
3. La posibilidad de este pasaje está supeditada a la capacidad de acceder a la dimensión del
tener en lugar de la de ser: [De ser el falo (el objeto del deseo del Otro) a descubrir que no lo es,
y de allí, en la medida que la idea del objeto persiste, otro lo es, o si no lo es, lo tiene] Al encontrar
el Nombre del Padre es capaz de distinguirse a sí mismo de la vivencia y del sustituto simbólico
llamado a representarlo; por este pasaje el niño llega a ponerse como “sujeto” y no solamente
como “objeto” del deseo de otro.
4. Mecanismo de sustitución metafórica:
S2….S3…..S4…..S5…..
S1
Represión
49
s2 El proceso metafórico consiste en introducir un nuevo significante (S2) que hace pasar
bajo la línea de significación al viejo significante y en consecuencia queda provisoriamente en el
inconsciente.
DECLARACIÓN DE SEXO
Primera etapa:
Desde lo simbólico, “hombre” y “mujer” son dos significantes distintos. Operan la
identificación a ciertos trazos unarios que los separan. Tareas, funciones, roles,
son relativas como elementos de segregación, se afirman, oscilan, tienden a
desaparecer, según las épocas; pero la diferencia no se atenúa. No hay lógica
complementaria de las predicaciones a hombre y mujer. El significante es lo que
se asume y aprende. Ni aún en el psiquismo hay algo “que pueda situarse como
macho y hembra”. Luego será la oposición estructural entre los significantes lo que
demarque la cuestión. Pero aún allí, surge la expresión de Lacan: “…la verdad
última, la verdad verdadera es que entre hombre y mujer eso no anda”. Desde allí,
no se trata de hacer que esto ande allí donde “eso no anda”, sino demostrar el
“eso no anda”. Se sirve como exergo del poema de Antoine Tunal:
La declaración de sexo:
Puesto que sólo hay identificación al significante y esto pone al hombre y la mujer
en la segregación, cada uno de su lado: ¿Qué ocurre con la relación de uno con el
otro?
Sólo hay acto sexual para hacer relación ya que no hay relación inscripta.
Cada uno, cada una, debe confesarse al otro como afectado por un sexo,
en un decir Yo, revelándose como macho o como hembra. Así, un “hacerse
50
hombre” se instaura para hacer signo a la joven que se ama, así como un
“hacerse mujer” para hacer signo al joven que se ama.
Ésta es declaración en negativación del autoerotismo. En sí misma
castración. El reverso de una positivación del cuerpo del Otro como
teniendo valor de goce más allá del placer del autoerotismo. Así para los
hombres, la joven es el falo, y esto los castra; y para las mujeres el varón
es el falo, y esto las castra ya que ellas sólo conseguirán el pene. Dicho de
otro modo, lo real del goce sexual es el falo, o sea lo que no se tiene.
No hay acto sexual en el sentido que este acto uniría al ser del hombre y el
ser de la mujer bajo una forma de repartición simple (llave y cerradura). No
hay acto sexual que constituya el acto inaugural de donde se engendraría la
subjetividad como tal, macho o hembra.
Hay falta, escamoteo simbólico de la representación del órgano de la
copulación (menos phi minúscula: -φ) Para el hombre se formula: yo no
tengo a título de símbolo el pene; no es el órgano el que como significante
de mi virilidad me califica. La castración proviene de que no se dispone del
conjunto de los significantes, lo que vuelve imposible el enunciado de la
bipolaridad sexual.
Hay separación irreductible entre el cuerpo percibido del otro del que yo
gozo y el goce del Otro. De ahí que sea posible, felizmente preguntarse (lo
que está ausente en la perversión):
La intersección de las dos faltas del “sólo hay acto sexual” y del “no hay
acto sexual” produce por su recubrimiento recíproco un único lugar vacío.
Ahora bien, a ese lugar vacío que es la hiancia de la no-relación sexual
subsiste el objeto a minúscula causa del deseo y ganancia de un plus-de-
gozar en el fantasma.
“Toda realización de la relación sexual apunta al fantasma”.
51
El discurso histérico plantea como hipótesis que habrá en el futuro relación sexual
entre el hombre y la mujer. No hay una relación sexual pero se sabe es a producir:
¿cómo es posible?
La mujer, definible en el universal de La, es tomada como modelo de sujeto
(macho o hembra) ya que ella es supuesta saber aquello que conviene al goce del
hombre en tanto hombre y por lo tanto castrado (por ejemplo, para Dora, la señora
K, o la madona de Dresde, en relación con el padre impotente de Dora).
En cuanto a la verdad presente de ese discurso está en el “hacer desear” al Otro
por el juego del objeto a minúscula según la alternancia reglada de la seducción
(+a) y de la sustracción (-a), ante el primer signo del deseo del Otro. En cuanto al
deseo del sujeto, éste puede ser insatisfecho. Este lazo social se escribe así:
S/ → S¹
S²
La lógica aristotélica no sirve para inscribir este límite, Ésta instaura una negación
que sólo cae sobre el atributo, de tal suerte que lo que del predicado no es
atribuible a lo masculino es llamado femenino, e inversamente. Esta negación es
exactamente del orden de la esperanza histérica; habría relación de
complementariedad entre dos universales, el hombre y la mujer.
Lacan intentará demostrar que no hay equivalencia entre estos dos universales
fundando otra lógica que por medio de los cuantificadores permita la introducción
de otra negación que recaiga sobre el sujeto.
52
Lo que el amor me inspira
Allí está mi ser y a ello consagraré mi esfuerzo.
Este orden al que el amor mismo me intima
Lanza mi espíritu a la aventura:
Esto que no tiene forma, ni razón, ni figura,
Pero que se puede sentir claramente
Es la sustancia de mi alegría,
Hacia lo que no dejo de tender
Y por lo que sufro tantos días amargos
Género
Ex. Φ x Ex. Φ x
Ax. Φ x Ax. Φ x
Existe un individuo a quien no le corresponde No existe un individuo a quien no le
la cuestión fálica, (la función fálica, la corresponde la cuestión fálica
castración: el padre de la horda).
53
A todo x le corresponde No existe un universal
El hombre existe como universal "La" no existe como universal
No hay conjunto que pueda funcionar sin un elemento exterior a, o eyectado del
conjunto.
Hace límite al universal, cerca al para todos, hace borde.
Es el UNO, sino seguro, al menos con el cual es necesario contar.
Cuando nombramos un conjunto, ese nombre no forma parte de él, está
necesariamente fuera del conjunto.
"El uno surge de una negación que tiene valor fundador, valor de afirmación del
conjunto. Es un creador que tiene el valor de nombre" (Sibony)
Del lado De la mujer no hay excepción que pueda cercar un todo. Estando negada
la excepción no hay universal posible.
54
METÁFORA PATERNA
DM
Por el deseo de la madre un bebe entra al mundo → ── ──
DM x
NP DM
Cae bajo la barra por el efecto del nombre del padre → ── ── → NP (1/s)
DM x
Figura 1:
Madre
Niño
55
Al objeto fálico imaginario, que se supone colma la falta del Otro, responde la
identificación imaginaria del niño con tal objeto de la madre: Ese primer triángulo
madre-niño-falo, que representa el registro imaginario, constituye la célula
básica del esquema R. Al identificarse de modo imaginario con el objeto de
deseo de la madre, el deseo del niño se realiza ya como deseo de deseo.
(Deseo de deseo del Otro)
Figura 2:
Madre φ Madre
Objeto de imaginario
La falta
φ Madre Madre
Imaginario
Realidad
Niño Padre
asujeto
56
que moviliza su deseo. Durante un tiempo estas dos circunstancias significantes
bastan para sostener la encarnación del padre imaginario, falo rival del niño en
la relación con el Otro.
Se vectorizan entonces los desplazamientos que se esquematizan en la
figura 3.
Φ Madre
Madre
Imaginario
Realidad
Simbólico
57
debe dejar de confirmar su incidencia proponiéndose como ése “que
hace la ley a la madre”
Un elemento suplementario exige ser tenido en cuenta: la incursión en
el registro simbólico.
Figura 5:
φ i Madre
m I Padre
58
El triángulo imaginario y el triángulo simbólico se distribuyen respectivamente
de una y otra parte de la banda de la realidad, que más tarde será definida
por Lacan bajo la denominación de lo real.
La traslación del espacio imaginario al espacio simbólico traduce la
circulación del objeto fálico sin la cual el niño no podrá situar el lugar exacto
del objeto del deseo de la madre que le permite pasar del estado de asujeto
al de sujeto (je). Esta localización sostenida por el significante del Nombre
del Padre justifica la introducción esquemática del símbolo “P” como lugar de
inscripción del falo simbólico (Ф).
Figura 6:
φ i M
S S a
I
R
ma'
A
I P
φ i M
S S a
I
R
ma'
A
I P
59
“los dos términos imaginarios de la relación narcisista, o sea el yo y la imagen
especular”
El vector iM metaforiza todas las figuras del otro imaginario bajo la expresión
general de la imagen especular i(a), Y esto da lugar de inscribir al otro en el
lugar de M.
60
negativo. Porque para cada lengua hay un haz distintivo de elementos
diferenciales (nasal, oral, oclusivo, etc.)
El significante del falo, porque falta en la cadena significante, no es
susceptible de sentido y de dar significación a los demás significantes
.
Distintas formas de llamarlo:
1 – Falo simbólico.
¿Por qué es simbólico? Porque opera desde la falta, es un instrumento que
permite relacionarse sexualmente.
61
ubicado el falo real; la respuesta necesaria para la resolución de este complejo
es que está ubicado en el padre real. En el álgebra lacaniana, el falo real es
representado por la letra П .
El falo imaginario es pues cualquier cosa que pueda completar una falta en
la subjetividad (pene, dinero, heces...) atribuyéndole un lugar de preferencia
para el deseo del Otro.
En cambio el falo imaginario negativizado es el que falta en la imagen
especular, toda la carga libidinal del sujeto no pasa a la imagen especular, una
parte queda investida en el propio cuerpo. La imagen del yo está marcada por
una falta que se escribe (—φ ), el falo imaginario negativizado. El resto que no
pasa a la imagen especular (—φ) da consistencia a la imagen. En ese espacio
es donde se aloja el objeto “a” con sus representantes seno, heces, voz,
mirada.
Entonces el falo imaginario negativizado es la reserva libidinal operatoria
del lado del sujeto, es un agujero en lo imaginario, no-toda la libido pasa a la
imagen especular, ese agujero es (—φ) garantía de una ausencia necesaria
para el funcionamiento de la castración.
62
como el rojo rociado alrededor de la mano entre dos significantes “el
significante representa al sujeto para otro significante”.
63
de la cultura, que lo pre-existe al sujeto; entonces hay división, alineación del
cuerpo y del goce debido al significante que mortifica al cuerpo.
Lo sexual y el goce tiene conexión en el sujeto determinado por el
significante, es el significante quien marca la diferencia por ser significantes
entre macho y hembra, pero esto no resuelve el goce, hay que recorrer la
definición de falo, distinguir el goce fálico, el goce del Otro y dar cuenta de la
imposibilidad de la relación sexual.
Pasemos a hacer un poco de historia que como tal nos implica y nos
instituye. Freud introduce la noción de fase fálica en 1923 en “La organización
genital infantil”. El falo NO es ni el órgano pene o clítoris, ni un objeto, ni un
fantasma. Es un significante y como tal desempeña su papel en el complejo de
castración. Esto significa que es un rasgo diferencial, ¿en qué?: En serlo o no
serlo, tenerlo o no tenerlo y no la designación anatómica.
Es un símbolo en el sentido de instaurar una relación entre presencia y
ausencia.
64
En la primera fase que ubicaría el primer tiempo del Edipo, lo Imaginario lo
encontramos como estadio del espejo, funda el modo de relación narcisista en
esa dupla madre-hijo donde hay una coalescencia de deseos, relación dual
estructurada por la imago del semejante cuya posición en la estructura queda
marcada por la omnipotencia: la madre tiene el falo, el infans es el falo faltante
de mamá. Constituye un momento inaugural en la estructuración edípica y
elimina al llamarlo fase cualquier intento de ubicación genética evolutiva.
65
en el otro, la agresividad, los celos.
El falo imaginario es pues cualquier cosa que pueda completar una falta en
la subjetividad (pene, dinero, heces...) atribuyéndole un lugar de preferencia
para el deseo del Otro.
En cambio el falo imaginario negativizado es el que falta en la imagen
especular, toda la carga libidinal del sujeto no pasa a la imagen especular, una
parte queda investida en el propio cuerpo. La imagen del yo está marcada por
una falta que se escribe (—φ ), el falo imaginario. El resto que no pasa a la
imagen especular (—φ) da consistencia a la imagen. En ese espacio es donde
se aloja el objeto “a” con sus representantes seno, heces, voz, mirada.
Entonces el falo imaginario negativizado es la reserva libidinal operatoria
del lado del sujeto, es un agujero en lo imaginario, no-toda la libido pasa a la
imagen especular, ese agujero es (—φ) garantía de una ausencia necesaria
para el funcionamiento de la castración.
66
Esta relación a su propio cuerpo, cuerpo que le es dado al sujeto con las
marcas del Otro, marcará sus relaciones de objeto y su deseo. Su cuerpo es
imaginario, sus objetos también lo son porque no hay un último objeto, porque
el deseo empuja, los objetos siempre serán sustitutos de ese primer objeto
faltante, entonces la forma del sujeto será la falta, la falla, intentando hacerse
representar entre dos significantes.
Vemos aquí sencillamente trenzados los tres registros, lo imaginario, lo
simbólico con lo real del cuerpo.
67
Nombre del Padre Deseo de la Madre Nombre del Padre (A)
Deseo de la madre significado del sujeto Falo
68
LO IMAGINARIO, LO REAL Y LO SIMBÓLICO
LA NOCIÓN DE LA FALTA DE OBJETO
Privación Castración
de un
objeto
R I
Frustración
69
En los tres casos se trata de una falta de objeto. Y la calidad del objeto varía en cada
una de estas situaciones. Es simbólico en la privación, real en la frustración, imaginario
en la castración. El pene es el prototipo del objeto real: Ϊ. En cuanto al falo, puede
tratarse del falo imaginario φ, o del falo simbólico Ф.
La niña vive la ausencia del pene (Ϊ) como una frustración. El niño vive como
frustración la ausencia de pene (Ϊ) en la madre. En la frustración no existe la menor
posibilidad de encontrar la satisfacción. La falta es imaginaria porque está asociada a la
desilusión del narcisismo omnipotente de un sentimiento de completad o completamiento.
Bien dicho entonces que la frustración es la falta imaginaria de un objeto real.
MOMENTOS EL EDIPO
El niño tras la fase identificatoria del espejo sigue manteniendo una relación de
indeferenciación cercana a la fusión con su madre, producto de la posición particular que
el niño alimenta con respecto a su madre: tratar de identificarse con lo que él supone que
es el objeto de su deseo. Esta identificación se ve ampliamente facilitada e inducida por la
relación de inmediatez entre ambos aunque más no se a por los cuidados y la satisfacción
de las necesidades. En otros términos, la proximidad de estos intercambios pone al niño
en la situación de hacerse objeto de lo que se supone le falta a la madre. Este objeto es
justamente φ, el falo imaginario, considerado como el objeto de completud.
El niño encuentra la problemática fálica en su relación con la madre al querer
constituirse a sí mismo como falo materno. Es este el primer momento del Edipo, en el
cual el deseo del niño permanece totalmente sujeto al deseo de la madre. Sólo puede
haber una relación de fusión con la madre en la medida en que no aparezca ningún tercer
elemento que mediatice la identificación del niño al falo de la madre; pero asimismo, la
simple naturaleza de esta identificación que elude la mediación de un corte o
intermediación, la convoca en el terreno de una oscilación dialéctica entre ser o no ser el
falo. Anuncia entonces el segundo momento del complejo de Edipo en el que el niño es
70
introducido inevitablemente en el registro de es intermediación por la intrusión de la
dimensión paterna.
La mediación paterna va a representar un papel preponderante en la configuración de
la relación madre-hijo-falo al intervenir en registros aparentemente diferentes, como
privación, prohibición y frustración. Las cosas se complican aún más cuando se evidencia
que la acción conjugada del padre tiende a catalizar su función fundamental de padre
castrador.
FALOCENTRISMO
Ficha Extractada:
E. Roudinesco – M. Plon: Diccionario de Psicoanálisis. Paidós. 1998.
J. Laplanche – J.B. Pontalis: Diccionario de Psicoanálisis. Labor. 1971.
71
persona puede ser identificada al falo por su posibilidad de ser exhibido, dado,
recibido; lo que le permitió a Lacan especular con la noción de falo como
“significante del deseo”. El complejo de Edipo, tal como ha sido reformulado por
este autor, consiste en una dialéctica en la que las principales alternativas son: ser
o no ser el falo, tenerlo o no tenerlo y cuyos tres tiempos están centrados en el
lugar que ocupa el falo en el deseo de los tres protagonistas.
Para Freud, el órgano masculino no es solamente un realidad que puede
encontrarse como la referencia última de toda una serie. La teoría del complejo de
castración atribuye al órgano masculino un papel preponderante, esta vez como
símbolo, en la medida en que su ausencia o su presencia transforma una
diferencia anatómica en un criterio fundamental de clasificación de los seres
humanos, y también en la medida en que, para cada sujeto, esta presencia o
ausencia no es algo obvio, no es reductible a un puro y simple dato, sino que es el
resultado problemático de un proceso intra e intersubjetivo (asunción por el sujeto
de su propio sexo).
72
corregir su doctrina en el sentido de las posiciones kleinianas, como la atestiguan
dos escritos de 1931 y 1933, sobre la sexualidad femenina y la feminidad. En el
primero sostuvo su concepción sobre el clítoris y la vagina, pero reconociendo
implícitamente que las mujeres analistas podían comprender mejor que él la
cuestión de la sexualidad femenina, en cuanto ellas ocupaban en la cura el lugar
de un sustituto materno; en el segundo admitió que no se podía comprender a la
mujer sin tomar en cuenta la fase del apego preedípico: en efecto todo lo que se
encuentra en relación con el padre proviene por transferencia de ese apego inicial.
Colofón: “Para Freud la existencia de una diferencia anatómica de sexos no
desembocaba en una concepción naturalista, puesto que esta famosa diferencia,
ausente en el inconsciente, daba testimonio para el sujeto de una contradicción
estructural entre el orden psíquico y el orden anatómico. Se advierte de que modo,
con su teoría del monismo y de la no concordancia entre lo psíquico y lo
anatómico, Freud compartía los ideales del igualitarismo universalista, desde
Descartes hasta la Ilustración.”
El complejo de Edipo
obra
EL COMPLEJO DE EDIPO
EDIPO Y EL ENIGMA
Jorge Luis Borges
(El libro de Los seres imaginarios)
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La formulación del Complejo consiste en la atribución de deseos amorosos y hostiles
del niño hacia sus padres. En su forma llamada positiva se presenta como deseo sexual
hacia el progenitor del sexo opuesto y deseo de la muerte del rival, que es el progenitor del
mismo sexo. En su forma negativa consiste en sentimientos inversos, pero de hecho estas
dos formas se encuentran en diferentes grados combinados siempre. Su período de
aparición corresponde, según Freud, entre los tres y cinco años, durante la fase fálica, su
declinación señala la entrada en el período de latencia. Se reactiva durante la pubertad y es
superado con mayor o menor éxito con la organización de la vida afectiva a través de
elecciones y vínculos particulares. Pero como esta elección y los sentimientos que le
corresponden dependen en última instancia de la elaboración de la cual pueden ser efectos,
el complejo de Edipo desempeña un papel fundamental en la estructuración de la
personalidad y en la orientación del deseo humano.
La concepción del complejo de Edipo emergió en Freud a partir del año 1896 y,
como todo lo intensamente reprimido, no alcanzó la conciencia sin antes desencadenar
una crisis. La misma afectó sus propias concepciones sobre la histeria y le hizo tambalear
amenazando la continuidad de las investigaciones emprendidas. Los relatos de sus
pacientes, que narraban seducciones sufridas en la infancia por obra de adultos, resultaron
ser recuerdos engañosos y deformaciones de la propia sexualidad y odio infantil; pero la
verdadera conmoción sufrida por Freud radicaba en el develamiento del complejo que
albergaba su propio inconsciente.
Carta a Fliess de 1897
“Es un buen ejercicio ser completamente sincero con uno mismo. He tenido sólo una
idea que tenga un valor general. Encontré en mí, como por otra parte en todos,
sentimientos de amor hacia mi madre y de celos hacia mi padre, y creo que son
sentimientos comunes a todos los niños, aún cuando su aparición no sea tan precoz
como en los niños que se volverán histéricos… Si es así se comprende… el efecto
cautivante de Edipo rey… cada espectador fue un día un Edipo en germen, en
imaginación, y se horrorizó ante la realización de su sueño representado como si fuese
real sobre la escena, y su horror mide la represión que separa su estado infantil de su
estado actual”.
Las raíces más profundas del complejo de Edipo se hunden en la filogenia que
aporta esquemas o protofantasías que estructuran genéticamente lo imaginario del
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sujeto. El acceso a la genitalidad requiere la solución de su crisis, la que determina las
cargas libidinosas de los objetos, las identificaciones y la prohibición del incesto.
Su correlato inmediato es el “complejo de castración” , que define la amenaza sufrida en
respuesta a las actividades sexuales del niño, junto a aspectos prohibitivos y sus
matices, girando ambos complejos, el de Edipo y de castración, en torno a la primacía
del falo.
El complejo de Edipo se articula con una instancia prohibitiva, que es a fin de
cuentas la prohibición del incesto, uniéndose inseparablemente el deseo y la ley.
REELABORACIONES EDIPIANAS
Freud estableció expresa analogía entre sus conflictos infantiles y el mito de Edipo.
Atribuido a Cinetón, citado por Homero, fue Sófocles quien lo desarrolló en sus
tragedias.
Edipo era hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas. El oráculo había anunciado que Layo
habría de morir de un hijo de Yocasta, por lo que al nacer se ordenó a un criado que lo
abandonase en el monte Citerón. El sirviente atravesó con un hierro los pies del niño y
así trabado lo llevó y colgó de un árbol. Habiendo oído su llanto otro pastor lo rescató y
llevó a Corinto donde fue adoptado por los reyes del lugar, que no podían tener hijos.
Polibo y Merope fueron sus padres adoptivos; con ellos creció hasta que llegado a
mayor edad, la indiscreción de un comensal en una fiesta le hizo dudar de su
legitimidad. Para aclararla se dirigió al oráculo, pero éste sólo le respondió que habría
de ser asesino de su padre y esposo de su madre y que engendraría una raza maldita de
los dioses. Horrorizado se desterró voluntariamente para evitarlo. En la ruta de su éxodo
tropieza con Layo en una encrucijada estrecha, disputaron sin conocerse por la prioridad
en el camino, Layo resultó muerto así como el resto de la comitiva, salvo uno de los
servidores que logró huir, Edipo llega al fin a Tebas donde vence a la Esfinge,
obteniendo en premio la mano de Yocasta. El enigma propuesto por la Esfinge y
acertado por Edipo era: “¿Cuál es el animal que tiene cuatro pies por la mañana, dos al
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mediodía y tres por la tarde?” Del matrimonio con Yocasta nacieron Eteocles y
Polinices, Antígona e Ismene.
La tragedia de Sofócles se inicia cuando una peste asola al reinado declarando el
oráculo que se trata de un castigo de los dioses por no haber buscado el pueblo al
asesino del rey ni vengado su muerte. Edipo emprende la investigación llegando en sus
indagaciones a descubrir el secreto de su nacimiento y reconociéndose, por lo tanto,
parricida e incestuoso. Cuando la tragedia se desata Yocasta se suicida tras el intento
frustrado de detener a Edipo en su indagación. En la culminación Edipo se punza los
ojos con los estiletes del vestido de su madre y se destierra.
“Edipo en Colona" retoma a Edipo en el destierro, conducido por Antígona, buscando el
lugar donde debe morir.
A continuación se transcriben algunos pasajes de la tragedia y algunas asociaciones.
“La ciudad padece horrible tormenta y no puede sacar la cabeza del fondo del
sangriento oleaje. Corrómpesele los frutos de la tierra, muéresele los rebaños que
pacen sus praderas, y los niños entre los infructuosos dolores de sus madres… y la
acosa una peste desoladora”.
Tenemos aquí una disociación de los aspectos malos los que son proyectados sobre
objetos externos. Miseria, peste, esterilidad, muerte como castigo - la culpa y las
defensas de negación de Edipo y de todo un pueblo, no pueden ya sostenerse. El
asedio de los suplicantes demanda la indagación profunda.
“Mejor es ser rey de hombres que de desiertos. Nada es la torre, nada es la nave sin
hombre adentro que la habiten”.
“Nos libraste del horrendo tributo que pagábamos a la implacable Esfinge, y esto,
sin valerte de la menor información nuestra ni ser instruido por nosotros”
(La Esfinge era un monstruo con cabeza de mujer, cuerpo de león, cola de serpiente y
alas de águila; había volado hasta Tebas desde el punto más lejano de Etiopía enviada
por Hera para castigar la ciudad gobernada por Layo, raptor de Crisipo. Proponía a
todos los caminantes tebanos este acertijo que le habían enseñado las Tres Musas
“Cuál es el ser con una sola voz, que tiene a veces dos pies, otras tres, otras cuatro, y
que es más débil cuántos más tiene”. A los que no podían adivinar los estrangulaba,
devoraba o arrojaba a un abismo en el acto. Edipo le respondió: “El hombre, porque
anda a gatas cuando es pequeño, se mantiene firme sobre sus dos pies en su juventud
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y se apoya en un bastón en la vejez”. Vencida, la Esfinge saltó del monte Ficio,
estrellándose contra el suelo. En vista de esto los tebanos lo aclamaron rey y se casó,
sin saberlo con su madre Yocasta).
“- Fue Layo soberano nuestro, o rey antes que tú tomaras las riendas de la ciudad…
- Lo se de oídas, porque verle nunca le vi”
“Preguntándome con terror si tu respuesta pide algo nunca visto o algo con los años
repetido”.
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Tiresias, basado en su doble experiencia, afirmó que el placer de la mujer era el
mayor. Hera, contrariada, cegó a Tiresias; pero Zeus lo compensó con la visión
interna y con una vida extendida a siete generaciones)
“Jamás descorreré el velo de mis pesares, por no decir los tuyos”. Del diálogo entre
Edipo y Tiresias cargado de acusaciones e insinuaciones.
La revelación a destiempo.
“Vives un vergonzoso consorcio con los tuyos y no ves los males en que vives”.
Incesto.
“Aunque eres rey, hemos de ser iguales, por lo menos en el derecho de contestar”.
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El niño guiando al hombre es también una metáfora de la importancia de los
recuerdos infantiles para desentrañar el conflicto neurótico y psicopático adulto.
“Y aparecerá que es para sus hijos hermano a un mismo tiempo y padre; y para la
mujer que le dio la vida, hijo a la par, y marido, y para su padre cónyuge de su
mujer y matador de él”.
“Corifeo: Mientras no me salten a los ojos las pruebas no asentiré a los que le
condenan”
“Creonte: más quiero reinar que ser llamado rey… pues bien: ahora yo en tí lo
tengo todo sin sobresalto alguno… ¿Y cómo ha de ser para mí el mando mismo más
dulce que esta amable e inofensiva soberanía? ".
“Creo haber oído decir que Layo murió en un cruce de tres carreteras”.
“El palacio éste es; él está dentro, ¡oh, extranjero!; esta señora es su esposa-
madre… de sus hijos”.
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La percepción inconsciente e inminencia del insight.
Reconocimiento y gratitud.
“Yocasta.- ¿Y qué, que sea cualquiera? déjalo estar, no des ni un sólo pensamiento a
lo que se ha dicho, todo es en vano”.
Revela el Criado el mandato recibido en el pasado - "Para que acabase con él".
Edipo:- ¿Su propio hijo? Malvada”.
Reacción al filicidio
“¡Ay, ay, ay! La verdad ha quedado desnuda. ¡Oh luz! ¡Por postrera vez te vean mis
ojos! Ya se ha descubierto: nací de quienes no debiera; con quien no debiera me
casé, y he matado a quien menos debía”
“¡Oh Edipo, el famoso!, que cual padre y cual hijo fuiste a caer en un mismo puerto,
en un mismo regazo”.
Edipo (pies hinchados): el mito del caminante, del doloroso caminar, que lleva a
traspiés su destino.
Edipo debe desaparecer sin dejar rastros. El oráculo ha anunciado que, desde su
ignorada tumba, proveerá paz y prosperidad a la tierra que lo acoja. Así también el
filicidio, el parricidio y el incesto, deben quedar absolutamente reprimidos, para
asegurar la paz y la prosperidad evolutiva.
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Sobre el filicidio y su significación en la génesis del acting out y la conducta
psicopática en Edipo (Rascovsky): *
La genealogía de la Esfinge
*Carl Gustav Jung: Símbolos de la transformación de la libido. Paidós
Buenos Aires. 1962. pág. 195
“Su madre Equidna era un ser híbrido doncella hermosa hasta la cintura y
desde aquí serpiente espantosa. Este ser doble corresponde a la imagen de la madre:
arriba, la mitad humana, amable, atractiva; abajo, la mitad terrible, bestial,
transformada en espantoso animal por la prohibición del incesto. Equidna es hija de
la Madre Universal, de la madre tierra, Gea, fecundada por Tártaro, el mundo
subterráneo personificado. Y es a su vez madre de todos los horrores: de la
Quimera, de Escila, de la Gorgona, del espantoso Cerbero, del león de Nemea y del
águila que devoró el hígado de Prometeo; además engendró toda una serie de
dragones. Uno de sus hijos es Ortro, el perro del monstruo Gereón, al que Heracles
dio muerte. Es con este perro, su hijo, que Equidna procreó a la Esfinge en
incestuosa cópula. Estos materiales pueden bastar para caracterizar el complejo
simbólico de la Esfinge. Es claro que ese factor no se descartaba resolviendo el
enigma, que era precisamente la trampa que la Esfinge tendió al caminante. Por
haber sobreestimado su inteligencia cayó en ella de modo genuinamente masculino,
y, sin saberlo, cometió sacrílego incesto. El enigma de la Esfinge era ella misma,
esto es, la imagen de la madre terrible, que no atemorizó a Edipo".
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Juan Rof Carballo establece una serie de pares antitéticos en la interpretación
de los mitos edipianos:
Vaciamiento
Letargo
Purificación
El hilo de la trama
El lazarillo
La profecía
* COMENTARIOS
Arnaldo Rascovsky
Edipo desciende de una progenie intensamente filicida que se remonta hasta Urano,
el que mataba a sus hijos para que no lo sucedieran. (El filicidio aparece aquí como
consecuencia de una depositación en los hijos de los contenidos persecutorios
propios de los padres)
En la relación Urano y Gea surge el odio y Gea trama con sus hijos una venganza.
(Padres afectivamente separados en pugna latente o manifiesta. La alianza con los
hijos es una consecuencia del Superyo lacunar)
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Cronos realiza la venganza. Sucesor de Urano, repetirá el estilo paterno devorando
a las horas, el tiempo: sus hijos. (Ética consustanciada con los impulsos destructivos
que le anteceden sin trabas en la agresión)
Tántalo intenta destruir a Pélope.
Pélope maldice a Layo por la seducción y el rapto de Crisipo.
Layo y Yocasta mutilan a Edipo perforándole los pies y lo mandan matar o
abandonar a los tres días de edad.
Se constituye a través de estos sucesos el punto de fijación paranoide-esquizoide.
(No se producirá la absorción y regulación del odio y la envidia innatos por la falta
de introyección del pecho bueno que permitiría el fortalecimiento del desarrollo
proyectivo - introyectivo que otorga la capacidad de elaborar la ansiedad)
Las heridas narcisistas y el sufrimiento aumentan notablemente el odio a partir del
cual surgen defensas maníacas de contenido omnipotente.
Se desarrolla así la novela familiar con los buenos padres sustitutos y el trono de
Corintio, con todo el accionar negador y grandilocuente de Edipo en un continuo
acting.
Ante el peligro de destrucción que impone el incremento de las ansiedades
persecutorias, intenta evacuarlas en nuevos depositarios que la contengan;
acrecentándose la identificación proyectiva: así agredirá a Layo, vencerá a la
Esfinge, enfrentará a Tiresias, Creonte, etc., inculpándolos vindicatoriamente. En
estos sucesos se hacen patentes los componentes epileptoides.
Los aspectos confusionales también aparecen, observándose la multiplicidad de
objetos mezclados y duplicados, la dificultad para discriminar los objetos o las
diferentes partes del Yo
Imagen borrosa, indivisa y confusionante de los padres
Perturbación de la identidad del Yo, de la capacidad yoica de simbolización, de la
socialización y del control de la agresión.
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La idealización, la omnipotencia y la disociación de su propio yo, que le impedían
tomar insight de la realidad psíquica renegada, comienza a quebrantarse. La
demanda de los suplicantes aparece como la realidad psíquica impostergable.
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