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Determinismo recíproco
Autoeficacia percibida
- Por el contrario, las personas con una elevada autoeficacia creen que pueden
tratar de manera efectiva con los acontecimientos y situaciones. Como esperan
superar con éxito los obstáculos,perseveran en las tareas y, a menudo, se
desempeñan con un nivel elevado. Estas personas tienen mayor confianza en sus
habilidades que los sujetos con baja autoeficacia, y expresan pocas dudas en sí
mismas. Ven las dificultades como desafíos, más que como amenazas, y buscan
activamente situaciones nuevas.
·Aprendizaje por discriminación: para producir este tipo de aprendizaje social hay
que establecer contextos y recompensar la conducta deseada. Como ejemplo
clarificador, el experimento que realizó Freud para tratar a unos pacientes que
habían accedido de manera voluntaria a un tratamiento para erradicar las pautas
homosexuales. Freud le inyectó una mezcla emética a la vez que le mostraba fotos
de hombres. Luego les ponía fotos y videos de mujeres sin inyectarles nada. Los
resultados fueron positivos ya que los hombres se comenzaron a excitar viendo
imágenes de mujeres, pero hubieran sido mejores si hubiera reforzado
positivamente la conducta de sus clientes más allá de la excitación sexual y el
refuerzo o el castigo hubiera sido realizado por un largo periodo de tiempo.
Bandura y sus colaboradores han demostrado los efectos de modelado en una serie
de experimentos. Expusieron a un grupo de niños en un jardín de infancia a modelos
agresivos adultos y a un segundo grupo a modelos que desplegaban una conducta
inhibida y no agresiva. Bobo era un muñeco inflable del tamaño de un niño pequeño
y fue utilizado por Bandura para estudiar el aprendizaje social en los niños, es decir,
la forma en que estos aprenden por imitación. El grupo del modelo agresivo agredía
física y verbalmente de forma inusitada a un gran muñeco de plástico inflado.Por el
contrario, ignoraba por completo al muñeco.
Bandura y otros investigadores han demostrado de manera convincente que, en
situaciones de laboratorio y en el mundo real, ver violencia engendra violencia, sea
la televisión, las películas o nuestros hogares, calles y escuelas. Por ejemplo, un
grupo de niños delincuentes mostraron significativamente más conductas agresivas
hacia sus compañeros, después de ver películas violentas, que un grupo control de
niños que vieron películas sin violencia. Los actos agresivos reproducidos se
asemejaban a los cometidos en los actores de las películas. Otro estudio demostró
que niños de nueve años de edad, que vieron diversos programas de televisión con
patrones agresivos, resultaron ser más agresivos diez años después, y tras pasar
veinte años seguían igual.