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La visión política y cultural de José Vasconcelos Calderón

Carlos Lara G.

José Vasconcelos es uno de los personajes más sobresalientes y


controvertidos de México y América Latina. En nuestro país fue un “Caudillo
cultural” y en América “El maestro del continente, según Enrique Krauze y Bar
Lewaw Mulstock respectivamente. Su labor educativa, su apasionada incursión
en la política y por supuesto, su destacada labor cultural, han sido ampliamente
estudiadas por diversos especialistas.
Su avanzada visión política quedó plasmada en aquel programa de gobierno
presentado en 1929 como candidato a la Presidencia de la República. Propuso
crear un mercado de valores que funcionara como un verdadero sistema.
Cuatro años después, dio inicio la vida bursátil del país con la Ley
Reglamentaria de Bolsas y la constitución de la Bolsa de Valores de México.
Asimismo, propuso crear la Ley Federal del Trabajo que también se estableció
cuatro años después, a la par de Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Lo
mismos ocurrió con su propuesta de crear una institución encargada de brindar
seguridad médica a los trabajadores y los suyos, implementada 14 años
después con la Ley del Seguro Social y la creación del Instituto Mexicano del
Seguro Social.
Exigió el juicio de residencia a los funcionarios, particularmente al Ejecutivo
Federal, así como la declaración de bienes patrimoniales para todo funcionario,
su confiscación y separación del cargo en caso de ocultamiento. Propuesta
desarrollada 54 años después, con la Ley Federal de Responsabilidad de los
Servidores Públicos. Propuso transformar el trabajo militar en educativo y
comunitario en zonas estratégicas del país, dejando de lado el sólo
reclutamiento de tipo bélico, y casi 70 años después, se estableció un convenio
de colaboración con ese propósito entre la Secretaría de la Defensa Nacional
(SEDENA) y el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Otra
de sus propuestas fue regular los excesivos poderes políticos del Presidente de
la República, que cobró forma 55 años después al quitarle el control del
Instituto Federal Electoral, del Distrito Federal, del Procurador General de la
República y del Gobernador del Banco de México, facultad ahora del Poder
Legislativo. La adopción de la representación proporcional en los legisladores,
fue considerada 49 años después; la de implementar el referéndum se dio a 70
años de distancia con la Ley Federal de Participación Ciudadana, y el
establecimiento del Servicio Civil de Carrera, 71 años después con la
aprobación de la Ley correspondiente.
Se propuso educar al pueblo de México y para ello era necesario federalizar la
enseñanza. La Constitución de 1917 había asignado esta tarea a los estados y
municipios, que lo hacían de forma deficiente. Promueve por ello ante el
Congreso la creación de la Secretaría de Educación Pública que aprueba el
proyecto de ley, ratificado por el Senado el 2 de marzo de 1921. Sale entonces
a los estados de la República en busca de la aprobación mayoritaria de las
legislaturas estatales. Hace de esta salida una gira artística con importantes
intelectuales como Roberto Montenegro, Jorge Enciso, Diego Rivera, Gabriel
Fernández Lezama y el músico Julián Carrillo, director entonces de la Escuela
Nacional de Música y Arte Teatral.
En el terreno de la cultura, amplió junto con Antonio Caso, la geografía de la
experiencia estética de la época moderna de México. Sus reflexiones son
fundadoras del pensamiento estético en México, como señala el especialista
Raúl Trejo. Las ideas centrales de su estética constan de una gnoseología en
la que se muestra el conocimiento sensorial, intelectual y emocional. De su
monismo estético, se desprende la categorización de las artes y de ésta el
movimiento muralista. Junto a Manuel Gómez Morín (Fundador del PAN), fue
uno de los primeros promotores culturales de México en el extranjero. En 1922,
siendo Ministro de Educación y Gómez Morín agente financiero de México en
New York, igual apoyaban a pianistas como Artemisa Elizondo para viajar a
Europa, que promovían la pintura mexicana en Nueva York. En una carta
Vasconcelos dice a Gómez Morín: “Creo que sí podríamos regalar al Museo
Metropolitano la colección de reproducciones que me indica, pero siempre que
estén dispuestos a corresponder de alguna forma”.
Vasconcelos fundó lo que sería el Instituto Politécnico Nacional, estableció las
bases para incorporar al país al movimiento técnico de la época. Promovió e
incrementó el desenvolvimiento de las artes plásticas en sus diversas
manifestaciones. En tres años de labor educativa en el Ministerio dejó una
huella imborrable. Aún se recuerdan sus misiones culturales, la incorporación
de los indígenas a la política educativa, la edición de El Maestro (Revista que
tuvo una importante presencia dentro y fuera de México), los desayunos
escolares y la edición de los clásicos de la literatura universal; y qué decir del
impulso del muralismo, uno de los movimientos culturales más representativos
de México. Dignificó la vida del maestro e impulso por primera vez en México la
literatura para la mujer, con el apoyo de la poetisa chilena Gabriela Mistral.
Puso su nombre a una escuela de la Ciudad de México y la invitó al acto;
posteriormente le propuso quedarse un año más con la finalidad de que viajara
por el país y apoyara en la medida de lo posible a algunas escuelas, labor que
hizo incansablemente a través de conferencias y clases; desde Pachuca hasta
Chapala, pasando por Monterrey y Oaxaca.

Vasconcelos renunció a la Secretaría de Educación debido al asesinato del


Senador Field Jurado, quien se reusó a firmar los Tratados de Bucareli.
Obregón le pidió que permaneciera en el cargo prometiéndole que se aclararía
el incidente, pero éste ratificó su renuncia y decidió buscar la gubernatura de su
estado natal, Oaxaca. Pero el General Obregón se vengó y fue su principal
obstáculo; se opuso a él de la misma manera que el General Calles a su
aspiración a la Presidencia de la República. Calles impuso Pascual Ortiz Rubio
que de entrada no cumplía con uno de los principales requisitos para el cargo:
la residencia. Venía de ser Embajador de México en Brasil y no tenía un año de
haber regresado.
Al final del movimiento vasconcelista de 1929, le volvieron a ofrecer la rectoría
de la Universidad Nacional a Vasconcelos, para que desde ahí siguiera
educando a las siguientes generaciones de mexicanos. Primero a través de un
intermediario representante del embajador Morrow, quien pedía a cambio una
declaración pública en la que dijera que había habido irregularidades en el
proceso, pero que por el bien de México aceptaba el triunfo de Ortiz rubio.
Posteriormente fue el mismo Embajador, quien por conducto del pintor Aldolf
Best concertó la cita entre ambos. El pintor tenía como admiradora a una
distinguida dama norteamericana que al parecer, dice Vasconcelos, era
esposa del consejero jurídico oficial de la Embajada de los Estados Unidos, de
apellido Rublee. Morrow le decía: “A última hora los cómputos pueden dar
muchas sorpresas…Usted está educando al pueblo en la democracia, le
enseñará usted a votar y aunque esta elección la perderán ustedes, porque el
gobierno está muy fuerte, en la próxima, de aquí a cuatro años, su triunfo será
seguro, siempre que no cometan ustedes el error de intentar una rebelión”.
(Véase a Joaquín Cárdenas Noriega en Vasconcelos visto por la Casa Blanca
1978)

La miopía política de los gobernantes del momento terminó con los proyectos
educativos y culturales impulsados por Vasconcelos. La revista El Maestro
despertó la envidia de los mediocres colaboradores del Presidente Obregón,
quienes llevaron hasta sus oídos el rumor de que era un medio publicitario de
Vasconcelos y el Presidente cortó el presupuesto. Lo mismo ocurrió con las
misiones culturales, que dejaron de recibir un apoyo decidido; y qué decir de
los indígenas que sólo lograron triunfar en los murales, como diría el propio Ex
Secretario. Los desayunos escolares no pudieron tener peor final al ceder el
paso a la comida chatarra que hoy tiene México como el país número uno en
obesidad infantil. De la misma manera, los maestros terminaron agremiados en
un deshonroso sindicato. En relación al trabajo de la poeta Gabriela Mistral, fue
lamentable la forma en que la mediocre y acomplejada prensa mexicana de la
época la atacó por el sólo hecho de ser extranjera. Los ataques iban desde
negar su trabajo rural, hasta apropiarse de la reforma educativa impulsada por
Vasconcelos, pasando por lo que el gobierno gastó en ella durante su estadía.
Años más tarde, la mediocre prensa mexicana se daría cuenta de que esa
mujer, a quien por complejo de inferioridad atacó injustamente, sería la primera
Noble latinoamericana. Y del muralismo sólo apuntar que ese gran movimiento
plástico que Vasconcelos concibió como parte de una estética y de una mística,
terminó en una nefasta “cultura del mural” que nos inculcó desde las aulas
escolares a través de los libros de texto gratuitos, el evangelio de una
Revolución que fijó en generaciones de mexicanos la visión de los vencedores
y vencidos de la historia.
Para entender a Vasconcelos, es necesario considerar 1929 como un parte
aguas en su vida y obra. Después de aquella amarga aventura se transformó
en un ser para el que la palabra “todo” era la única medida de las cosas.
Como intelectual implementó un paradigma de promoción cultural del que
todavía perviven algunos rasgos. Sin embargo, en lo personal no comparto el
planteamiento del escritor Carlos Fuentes, quien señala que México necesita
otro Vasconcelos. Comparto la propuesta de la antropóloga Lucina Giménez
sobre la necesidad de que los gestores culturales, superen ese modelo y se
asuman, no como misioneros, sino como profesionales de las políticas
culturales.
En cualquier parte del mundo Vasconcelos sería un orgullo nacional sin
reservas. Sin embargo, le faltó lo que el mismo decía le faltó a Madero: ser un
asesino y un corrupto. En cualquier país medianamente agradecido tendría por
lo menos un monumento digno. A su muerte, figuraba como candidato al Nobel
de Literatura pero no fue así. Comenzaron a colocar su nombre en algunas
calles del país y el gobierno incluso buscó erigir un monumento, pero la
exigencia del maestro de la juventud, fue inaceptable. Pidió que de hacerse,
debería llevar como inscripción: “Elegido Presidente de la República por el voto
popular en el año de 1929, se desconoció su triunfo”.

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