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1.

Exponga el asunto de su trabajo de titulación


Esta tarde nos convoca la poesía, el examen me parece un formulismo, necesario, pero
formulismo al fin y al cabo; por tanto, quien hoy reúne a quienes comúnmente estamos
dispersos es la poesía, es este caso la de un peruanito: César Vallejo. Entonces, podemos
afirmar que la poesía es destino: aparece con el hombre y con él termina, nace en la vida de
una persona (el escritor) y afecta la de otra (el lector) porque también es suya; así, a través
del fluir de las palabras, los humanos se descubren a sí mismos como porciones del mismo
espíritu, se revelan su proximidad.
Este trabajo da cuenta de ello en cinco poemas humanos de César Vallejo, pues la
otredad es la “materia ósea” de los mismos, hipótesis que parte de la idea siguiente: en
estos poemas se vislumbra una po-ética: la del otro, la del prójimo, que nos descubre ante
nosotros mismos y nos permite ser humanos, pues al nombrarnos nos desnuda de todo
aquello que no es nuestro; tal poética ha sido construida a partir de una visión del hombre
plena de imágenes (sinecdóticas, metonímicas, irónicas y paradójicas) que implican una
crítica del mundo, un rescate de la esperanza en los humanos y, sobre todo, una proyección
del hombre desde la miseria de su finitud hasta lo inconmensurable.

2. ¿En qué consiste más específicamente su trabajo?


Señalé que este examen es un formulismo, pero nos permite intercambiar las palabras y
aproximarnos a la obra de un poeta. El trabajo que hoy sustento tiene como tema: “la
imagen del hombre y de la otredad que constituyen algunas figuras retóricas como la
sinécdoque, la metonimia, la ironía y la paradoja, entre otras, en cinco textos de Poemas
humanos de César Vallejo.
El trabajo que he realizado consiste, entonces, en el análisis retórico de esos cinco
poemas (“Considerando en frío, imparcialmente...”, “Me viene, hay días, una gana
ubérrima...”, “Traspié entre dos estrellas”, “Un hombre pasa con un pan al hombro” y “Los
nueve monstruos”), específicamente de algunas figuras literarias (giros del lenguaje para
decir algo de otro modo, distinto al más común) de significado (metasememas) y de
pensamiento (metalogismos) que la intuición de la lectura primaria me condujo a considerar
las más recurrentes y significativas en los textos, lo cual se comprobó más tarde. Con ello
fue posible reconfigurar la imagen del hombre y la otredad que Vallejo manifiesta.
3. ¿Cuál fue el propósito del mismo?
Hacer una nueva lectura de algunos poemas de César Vallejo, los de su madurez creativa,
para recuperar en la misma (a través del análisis de algunos aspectos de forma y de
contenido) una imagen del ser humano forjado en el camino que son los otros. Este objetivo
permitió hallazgos en verdad hermosos: la esperanza en un hombre que reconoce en sus
miserias la riqueza más grande, las otras personas, que llevan al nosotros del hombre
colectivo, del gran espíritu humano de fraternidad. La poesía de Vallejo es tan importante
como la de Pablo Neruda, la de Octavio Paz o la de Vicente Huidobro y había que re-
conocerlo. Sus obras son vanguardistas en un sentido menos efímero y más perenne que lo
que en la historia de la literatura conocemos como Vanguardias.
Su poesía persigue la pluralidad: va desde las voces herméticas hasta la
transparencia, desde palabras cultas como verecundia hasta invenciones como espergesia o
trilce, desde alusiones sobre el marxismo hasta referencias escatológicas como el acto tan
humano y cotidiano de defecar, desde la gestualidad y sugerencia de los puntos suspensivos
hasta la exclamaciones en que su voz es todas las voces. Es decir, esta nueva lectura
--posibilitada por el abundante material que hay sobre la obra de Vallejo-- hizo posible
resaltar aspectos retóricos y filosóficos que no habían sido ponderados con precisión y
justicia.

4. ¿Qué es la otredad?
Gran parte de los actos que ejecutamos, de las ideas que pensamos y de las emociones que
experimentamos tienen que ver con alguien, con otra persona: los padres, los hermanos, los
amigos, los parientes, los compañeros de trabajo, la gente que se entrecruza diariamente en
nuestro camino... la gente que lejos, donde quizá sólo hay desierto y sed, muere... los otros
seres vivos: perros tan hambrientos que uno se pregunta qué los mantiene en pie, elefantes
que salvan humanos, delfines siendo capturados para un centro de diversiones... tal vez la
vida fuera de nuestra comprensión... los extraños, los extranjeros, los “raros”...
En suma, nuestra vida se sitúa en un mundo habitado por los otros, es decir, en las
otras vidas. Dice Jean Paul Sartre que el prójimo no es aquél a quien veo, sino aquél que me
ve, el otro soy yo. Dentro de estas cavilaciones es justo decir que la palabra otredad indica
de manera amplia todas esas relaciones con el otro y con lo otro. El término, de cuño
filosófico, no es una mera idea abstracta, no hay propiamente una idea, sino personas y
situaciones. El otro es mi reflejante, aquél que me revela ante mí mismo; lo otro es todo
aquello que hay en este mundo, incluso en mí, que indica lo diferente: la locura, el
erotismo, la enfermedad, la extranjería, el atrevimiento...
Así pues, la otredad es una especie de eje cultural que denomina las relaciones entre
seres, entre lo uno y lo otro, entre tú y yo, entre nosotros y ustedes, entre la mujer y el
hombre, entre los poseedores y los desposeídos, entre los colonizadores y los indígenas,
entre los ancianos y los jóvenes. Personalmente, después de la inmersión poética, considero
que la otredad es una vía, un camino que nos lleva a nosotros mismos, una senda para ser
en verdad humanos. Incluso es el fondo del hecho literario: las novelas, los cuentos, las
obras dramáticas y los poemas nos dan cuenta de las mismas historias de otros modos,
maneras distintas que se renuevan cada noche. La metáfora y otras figuras literarias
intercambian un signo por otro, pero no ocultan las palabras ni sus significados, al
contrario: revelan el verdadero nombre de los seres y las cosas: gorriones que son cuchillos
que son heridas de amor, dolores que extraen tanta frente de la frente.

5. ¿Cómo revisó este tema en los poemas?


Fue un proceso largo. Recurrí a obras diversas de análisis de textos literarios,
principalmente, Wolfgang Kayser, H. Castagnino y Díez Borque. Elaboré un método que se
basó en los trabajos de éstos y otros autores cuya finalidad era reconstruir la imagen del
hombre y de la otredad que se hallan en los poemas de Vallejo, esto es, reconocer su visión.
Por tanto, investigué lo más ampliamente posible la constitución de las imágenes literarias
(especialmente algunas figuras retóricas como la metonimia, la sinécdoque, la ironía y la
paradoja) y también intenté decirme a mí mismo qué es el hombre y cuál es su relación con
la otredad.
Antes, sin embargo, leí los poemas e intuí qué podía hallar y que debía emplear para
tal encuentro, por ello el método de análisis es ecléctico, lo generó mi apreciación del texto
y se pulió con cada análisis individual. Así, verso a verso, desaté los significados cuanto
pude, y advertí con alegría y con sorpresa la radicalidad de la obra que revisaba: Vallejo
devela una poética sublime: la del otro.
6. ¿Por qué empleó el auxilio de la filosofía si sus estudios y su trabajo versan sobre lo
literario?
Eso último es verdad, pero la filosofía puede llegar a ser, por su lenguaje, literatura;
también la literatura, por su exposición discursiva, puede llegar a manifestar una filosofía.
La obra de César Vallejo es un gran cuerpo de ideas profundas y visionarias, su propia
actitud ante la vida y ante la muerte revela una coherencia, una visión del mundo y del ser
humano en el mundo, es decir, una filosofía. Vallejo escribe con todo su ser, con el cuerpo y
el espíritu: desde el sistema endocrino hasta el meñique, con su hambre y con su sed, con
sudor y con mugre, con la arcilla ardiente de sus emociones y con el rumor craneano de su
inteligencia.
La filosofía es practicada por amantes, también la literatura. Amamos las ideas y las
palabras, ambas son caras de una misma realidad: el lógos de los griegos, el cual
denominaba ambos, las palabras y los pensamientos no estaban escindidos. La poesía y la
filosofía revelan, iluminan, porque brotan de ese lógos que inquiere en la esencia de los
seres y las cosas. De este modo, “me vino”, como a Vallejo, una gana, una necesidad de
recorrer y recurrir a la filosofía para el análisis de los textos en cuanto al contenido, pues la
forma no nace en el vacío, posee un sentido. Así, todo lo referente al hombre y la otredad
que aparece en el marco teórico tiene razón de ser.

7. ¿Por qué razón el aspecto filosófico abarca tanto en su marco teórico?


Aunque uno estudie esto o aquello, lo que uno vive, lo que a uno le interesa no es lo único
en el mundo, ni lo más importante en el mundo. Si elegí estudiar letras creo que, con la
misma libertad, puedo recurrir a la filosofía o a la historia o a la fisiología, etcétera. Ahora,
en este trabajo recurrí a la primera porque me pareció pertinente y necesario, pues el trabajo
ganó en profundidad, se enriqueció. De hecho, Vallejo se adelantó a algunos filósofos en
ver algunas cuestiones sobre el otro. Me pareció muy atinado incluir las ideas de tales
pensadores, y me permitió más herramientas, más cuestionamientos y sugirió más ideas. Su
extensión es amplia, sí, pero necesaria para llegar a una nueva lectura.
8. ¿En qué radica la pertinencia y necesidad de su trabajo?
La obra (no sólo la poética) de César Vallejo es mal conocida o poco conocida. Su
importancia es tanta como la de Octavio Paz, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Rubén
Darío... Vallejo abre caminos, es un poeta de la tierra, subterráneo, mineral, telúrico, muy
religioso a su manera. “Prístina y última piedra” de la poesía latinoamericana en el siglo
que se nos fue, su obra es una apuesta por la humanidad, por el reconocimiento de la
riqueza que es la otra persona. Su vida y su poesía son una muerte llena de vida.
Ponderar el valor de su obra, sus revelaciones, su actitud y su propuesta humana es
reconocer con justicia y amor el lugar que tienen sus palabras (por auténticas y
sustanciales) en la literatura hispanoamericana. Esta nueva lectura no quiere sumarse al
polvo que pesa sobre Vallejo, sino invitar amorosamente e inteligentemente a su lectura. Su
lenguaje no es sino esa obscuridad luminosa, valga el oxímoron, porque también en lo más
obscuro se encuentra la redención.
Mi trabajo revisa el lenguaje de Vallejo, el cual me parece transparente, no
hermético, como algunos lectores afirman: su obscuridad, si hay tal, radica en que no busca
la expresión fácil, sino la palabra justa: Vallejo desata la pluralidad de los significados, eso
es la poesía. Este trabajo intenta, pues, seguir esa perspectiva: la poesía de Vallejo busca la
totalidad lingüística, busca una expresión más cercana a la vida. Antes de este trabajo hay
textos de análisis filosófico y literario, pero ninguno es tan profuso ni revisa el lenguaje en
su aspecto de creación los temas del hombre y la otredad.

9. ¿Qué es lo que su trabajo aporta?


Es una nueva lectura, posible gracias a los trabajos anteriores sobre el poeta, que me revela
al hombre como una gran paradoja: yo soy otros, muestra de la riqueza que somos. La
poesía como gnósis, la poesía como forma de revelación, de descubrimiento. En el camino
hubo hallazgos que se intuían y descubrimientos gozosos de lo inesperado. Puedo enumerar
diez vislumbres que considero los centrales: 1. La presencia de una gran imagen (dispersa
en los poemas) del hombre constituida por dos vías retóricas: una sinecdótica-metonímica y
otra antitético-paradójica. 2. El profundo peso de la otredad en la conformación de la
identidad humana. 3. Un proceso de construcción de la poética del otro que participa de la
conjunción de las emociones intensas y de la inteligencia incisiva. 4. Vallejo redimensiona
la animalidad humana y con ello coloca al hombre fuera de esa órbita egocentrista que le
impide conocerse a sí mismo como un animal más, como un animal único. 5. La integridad
del horizonte corporal del ser humano: el hombre es cada una de sus partes, pero es más
que la suma de todas ellas. El hombre es un gran hueso, pero no puede vivir con un brazo al
día, con un ojo al día, con un dedo al día... 6. La fragilidad, la contingencia humana que
revelan sus miserias como un signo de riqueza: somos polvo, polvo enamorado, polvo de la
misma estrella. 7. Vallejo nos muestra que vivir no es meramente transcurrir, que vivir con
intensidad no es producir artificiosamente adrenalina sino alterar nuestra identidad al
encontrarnos con los otros y con lo otro. 8. La muerte completa la vida, acaba al ser
humano y le permite un rostro: la muerte es un destino lleno de vida en los poemas de
Vallejo. 9. Los menesterosos, los miserables (las minorías) son la fuerza que, por su
hambre y su sed, mueven el mundo. 10. La retórica de Vallejo está llena de contrastes, de
contradicciones, de ironías, de gestualidades que se manifiestan por un código silente.
Vallejo busca decir más con menos. Pero sobre todo, busca decirnos que las
contradicciones no significan incoherencia en el ser humano, que sin contradicciones no
hay ser humano, que el grito es otra forma del silencio, que los otros son nuestro inexorable
punto de partida, nuestro destino.

10. ¿Qué aportaciones personales le dejó este trabajo?


Ante todo, me permitió crecer, saber un poco de lo que en esta vida nos es dado conocer.
Me permitió cuestionar mi horizonte, valorar más cada una de mis relaciones con los otros,
con todos los otros que me conforman, que me habitan; reconocer lo otro al interior de mi.
Al hacer este trabajo pensé en numerosos asuntos literarios y sudé para hacerme un camino
que me permitiera realizar con profundidad este trabajo. Pero, sobre todo, pensé en tantas
personas, escribí a mares, a océanos, una y otra vez, alimenté mis propias palabras, mi
morada espiritual. Vallejo es el lugar donde se entrecruzan las miradas, los dolores
(especialmente el de las masacres que hemos vivido, el de la huelga, el de mis amigos,
incluso el de ficción), las palabras verdaderas... Viajé por los evangelios y por el marxismo,
por el existencialismo y la pintura surrealista... Pensé en Jesús, en Chaplin, en Martín
Buber, en Emmanuel Levinas, en Jean Paul Sartre, en Hermann Hesse, incluso en
personajes que no estuvieron en este tranvía: Gandhi, los rescatistas de los distintos
desastres humanos, los perros de la calle, los muertos de la guerra, los niños maltratados,
los pobres de nuestro país, los hambrientos del mundo, los enfermos, los condenados a
muerte. Pensé en la fraternidad del mundo ante la corrupción y los odios genocidas, pensé
en la necesidad de una respuesta de acción humana.

11. ¿Por qué la otredad en los Poemas humanos de César Vallejo?


Ya he dicho que la otredad es la materia ósea de los poemas que revisé, y me parece que lo
son de todo el poemario. Pero quisiera agregar ahora que la idea de revisar la otredad en
Vallejo fue una intuición. Originalmente, mi proyecto era otro... la otredad apareció como
un horizonte cultural que acrisolaba muchos intereses intelectuales y sensibles que me
movían a querer profundizar en el mismo.
La otredad está presente en las obras literarias de muchos otros escritores: Octavio
Paz, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar... Mi primer encuentro con esta
noción fue al revisar la literatura fantástica y, luego, en la lectura de El arco y la lira...
quisiera también hacer notar que, aunque las reflexiones sobre la otredad (Buber, Sartre,
Levinas, Blanchot, Ortega y Gasset) son relativamente próximas en el tiempo a nosotros, el
hecho del cual dan cuenta viene con el hombre e incluso antes del hombre. Un canto de la
Odisea dice “siempre hay un dios que lleva al semejante con el semejante”, también en la
Epopeya de Gilgamesh podemos pensar en la relación entre Gilgamesh y Enkidú. La
narrativa de nuestros días también ofrece ejemplos, quizás el más evidente, pero no el
único, es la novelística de José Saramago.
En suma, la otredad me mueve a sentir y a pensar, a buscar respuestas, a cuestionar
mis actos y a verdaderamente intentar ampliar mis horizontes.

12. ¿Cómo es la poesía de César Vallejo en una palabra?


Vallejo sabía que el hombre es lanzado a existir a la intemperie desnudo, que necesita
guarecerse. En su poesía lanza su pequeñez hacia lo infinito: el hombre no es nada y es
parte de todo desde que apareció como un ser en continua formación. La poesía de Vallejo
es una auténtica forma de penetrar, de abrir caminos a través de lo más duro, por eso es
intensa, clara u obscura siempre revela el nombre de las cosas, nos reafirma como
humanos.
Su estilo es rico en sinécdoques (el hombre es cada partícula suya), en metonimias
(el mundo y sus situaciones intercambian significados), en ironías (que implican una visión
crítica no exenta de emociones), en paradojas (aparentes contradicciones que finalmente se
resuelven), en prosopopeyas (que humanizan los objetos del hombre), en alusiones (que
connotan la formación del hombre), en estructuras que dan cuenta de la miseria, de la
fragilidad y de la contingencia humana.

13. ¿Cuál es su importancia real?


Vallejo no es la culminación de un camino, como lo podría ser Neruda. Es el inicio apenas,
su obra ofrece una crítica (un cuestionamiento de nuestra terquedad) de la vida que
llevamos, ofrece vías, muestra la alternativa de vivir de otro modo radicalmente distinto.

14. ¿Cuál fue su propia proximidad con la poesía de Vallejo?


La incertidumbre religiosa que tambaleaba mi mundo interior cuando leí por vez primera a
Vallejo. Las lecturas remueven el espíritu y la conciencia de uno, no se es inmune a las
ideas que contienen los textos cuando uno va con la mayor fiabilidad ante unas palabras
que alguien trazó, Mi idea de Dios se derrumbaba, pero así como la literatura nos pierde
(nos pervierte o desvía de la ruta cómoda de una vida sin autocuestionamientos) también
nos salva (nos lleva al aprendizaje más real, el de sabernos a nosotros mismos y el de erigir
un mundo interior más fuerte y extenso que antes). Tras ese proceso he restituido lo
numinoso en mi alma: estoy reunido con algo que bien podría llamar el Gran Espíritu.
Por otro lado, el conocimiento de una persona en especial --una que alteraría mi
posición cómoda-- me hacía tener esperanza en ese encuentro que llamamos amor. Ante la
incertidumbre de lo divino se encontraba la certeza de lo humano: el amor que brota en uno
mismo y lo llena, a pesar de los diarios fracasos. La poesía de Vallejo me ofreció algunos
caminos, enriqueció mi visión de esos otros, tanto Dios como la mujer, lo numinoso del
océano y la pasión del alma.
15. ¿Era necesario hablar del autor ante la crítica?
Claro, hay un impresionante cuerpo crítico sobre la obra de Vallejo. Ante ello dudé poder
afirmar algo sobre este autor que no hubiera sido dicho antes por algún crítico. La salida
fue convertir este muro en una puerta, así que organicé tal material y deslindé lo que
realmente era significativo de aquello que sólo engrosaba las anécdotas, las apreciaciones
impresionistas y las afirmaciones demasiado subjetivas. Así, no quería agregar más polvo ni
más peso sobre la obra poética de Vallejo, que era lo importante en realidad. De hecho,
ahora creo que no debí expurgar esa parte de mi trabajo porque es un material útil para el
investigador sobre el peruano.

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16. ¿Qué relaciones descubrió entre una filosofía como la de Jean Paul Sartre y la
poesía de Vallejo?
Jean Paul Sartre afirma que el prójimo no es aquél a quien veo, sino aquél que me mira: el
otro soy yo. El otro desentraña mi ser yo, me ayuda a saberme, es mi reflejante y yo el
suyo. Sartre, como Vallejo, destacan la importancia del cuerpo y de las relaciones con el
cuerpo. Vallejo se adelanta al existencialismo para hablarnos del devenir del ser humano en
humano: el hombre no es un ser dado, se forma, se reconoce en su andar. También Vallejo y
Sartre coinciden en su humanismo: el hombre elige el hombre, es custodio responsable de
los otros, de los que están lanzados a existir. Si en alguna obra dramática del filósofo
francés, algún personaje afirma que “el infierno son los otros” es un punto de vista del
personaje, causado quizás por la radical alteración que significan los otros en nuestras
vidas; pero sin alteración no hay alteridad.

17. ¿Por qué no participó de las ideas de Mijail Bajtín sobre el otro para el análisis de
los poemas?
Al inicio de la investigación consulté su obra y la contemplé, sin embargo, mi apreciación
en aquel momento, cuando el trabajo apenas era un proyecto, fue que las ideas de Bajtín se
aplicaban a las obras narrativas. Ahora no lo pienso así, creo que cualquiera que desee
aproximarse a la creación de personajes y situaciones debe atravesarse por las páginas de
Estética de la creación verbal porque en ella nos habla de personas y situaciones profunda
y complejamente humanas. Cuando habla de la espacialidad del personaje, contempla el
horizonte limitado del yo y su relación con el otro, el único que puede abrazarnos y
abarcarnos (como sucede al final de algunos poemas de Vallejo: el abrazo es
reconocimiento de la dignidad humana), el único al que podemos palpar amorosamente
todos sus límites, su fragilidad y su finitud; sólo mis labios pueden tocar los suyos.
Entonces, ahora creo aplicable la perspectiva de Bajtín a la poesía, no sólo a la narrativa.

18. ¿Es Vallejo un autor que participa de la modernidad?


Definitivamente, Vallejo vive entre la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil Española,
vientre la mediocridad intelectual y la paupérrima economía de su Perú. La muerte y la
carencia del ser lo mueven a sumergirse dentro de sí para brotar más rico: los otros lo
habitan. Su apuesta por la esperanza de cambio se sustenta en los otros, especialmente en
los miserables, los pobres, los marginados, las minorías, los extranjero. Su hambre mueve
al mundo.
Las contradicciones que se resuelven en los humanos que Vallejo nos muestra vivir
son las del hombre moderno, las del hombre consciente de su inmersión y su existencia
paradójica. Su poética subversiva va acorde con las ideas que pone de manifiesto. El
hombre se forja en el dolor no por un complejo de culpa ni por la dejadez que pueda
confundir, pero ese dolor no es perpetuo ni expiatorio, es solidario. Su modernidad radica,
pues, en el movimiento, en la crítica, en la emancipación del verbo y con ésta la del alma.

19. ¿Podría explicar cómo Vallejo participa del romanticismo ?


Participa del mismo en cuanto abreva una actitud: la sinceridad, la autenticidad del
sentimiento, y por la suma importancia que atribuye a la persona, a sus poderes de creación;
también por su amor a la muerte como un destino lleno de vida, este amor es semejante al
de los románticos enamorados de la muerte, del cadáver lleno de mundo.
20. ¿Hay respuestas en Vallejo ante los problemas de la humanidad y los de usted
mismo?
Sí, pero las respuestas se hallan en uno porque los poemas develan lo que ya está en uno
mismo y uno desconoce. No se trata de respuestas prácticas ni de soluciones inmediatas.
Vallejo nos hace reconocer nuestras más grave perdida: la del otro, cuya extirpación
realizamos cada día al marginar a los otros o al marginarnos de los otros por nuestros
miedos, por nuestros odios y prejuicios. Tememos lo que desconocemos, pero el otro no se
nos revelará si no nos aproximamos, el encuentro siempre enriquece esa estructura que
llamamos yo, no es vano tratar de conocer, de comprender o de amar a esas personas que
nos rodean. Al contrario, esa incurable otredad que padecemos es la más hermosa epifanía.

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