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exposición y diagnóstico y
manejo de la infección.
Por
Carlos Arámburu, MD.
-
27/08/2018
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Etiopatogenia
Epidemiología
Presentación clínica
Diagnóstico
Tratamiento
Prevención
Etiopatogenia de la Rabia
Los Lyssavirus tienen predilección por el tejido nervioso y
se diseminan a través de los nervios periféricos hacia el
sistema nervioso central (SNC). El mecanismo por el cual
la rabia causa enfermedad grave del sistema nervioso
central no está claro. Estos virus pueden producir
disfunción neuronal, como inestabilidad autonómica, en
lugar de muerte neuronal. El estrés oxidativo causado por
la disfunción de las mitocondrias en las neuronas y otras
células del SNC también puede ser una vía que conduzca a
las anormalidades observadas en la enfermedad. Los virus
se amplifican cerca del sitio de inoculación en las células
musculares y posteriormente ingresan a los nervios
sensoriales y motores locales. Cada virión está rodeado
por una envoltura de lipoproteína cubierta con espículas
de glicoproteína.
Hallazgos microscópicos
Los cambios microscópicos asociados a la infección
incluyen recubrimiento perivascular con células
mononucleares y activación microglial; y puede
verse neuronofagia ocasional (destrucción de células
nerviosas por fagocitos). Se pueden observar inclusiones
densas, ovoides e intracitoplasmáticas (es decir, cuerpos
de Negri) dentro de las neuronas del SNC en áreas
desprovistas de inflamación o degeneración.
Esta micrografía muestra los cambios histopatológicos asociados a encefalitis de la rabia
preparada con una tinción de H&E. Los cuerpos de Negri son inclusiones celulares que se
encuentran con mayor frecuencia en las células piramidales del cuerno de Ammon, y las
células de Purkinje del cerebelo.
Epidemiología
La rabia tiene una distribución mundial con pocas
excepciones, como la Antártida, Nueva Zelanda, Japón,
Suecia, Noruega, España y algunas islas del Caribe. La
rabia se encuentra en todo Estados Unidos, excepto en
Hawai.
Transmisión de la rabia
La mayoría de las infecciones por el virus de la rabia se
adquieren a través de la exposición a la saliva de la
mordedura de un animal enfermo. En casos raros, la rabia
es el resultado de una exposición sin mordida (p.e. virus
aerosolizado en cuevas de murciélagos o en laboratorios
que manipulan el virus), o trasplante de tejidos u órganos
de un donante con rabia no diagnosticada. No se ha
documentado la transmisión de la rabia de pacientes
infectados al personal de salud o contactos del hogar,
mediante fomites o superficies ambientales.
Reservorios en animales
En los países en desarrollo, los perros rabiosos representan
el 90% o más de los casos notificados de rabia transmitida
a los humanos. En los Estados Unidos, la rabia canina fue
responsable de la mayoría de las muertes humanas antes
de la década de 1950, pero en los años setenta fue
eliminada en gran parte como fuente endémica. A fines de
la década de 1960, los animales salvajes surgieron como la
fuente más probable de exposición humana en los Estados
Unidos.
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Síntomas prodrómicos
La rabia generalmente no se sospecha durante la fase
prodrómica, que comienza con síntomas inespecíficos,
como fiebre baja, escalofríos, malestar general, mialgias,
debilidad, fatiga, anorexia, dolor de garganta, náuseas,
vómitos, cefalea y, ocasionalmente, fotofobia. Esta etapa
dura desde unos pocos días hasta aproximadamente una
semana. Parestesias que irradian proximalmente desde el
sitio de una herida sugieren infección por rabia. El
paciente puede describir una variedad de síntomas que
incluyen dolor, sensibilidad, hormigueo, picazón, ardor,
sensación de temperatura local anormal o entumecimiento
en el sitio. Además, el mioedema por percusión
(contracción y abultamiento del músculo en el sitio de
percusión) puede estar presente durante el pródromo y
durante toda la enfermedad.
Rabia clínica
La infección puede evolucionar a dos formas principales de
enfermedad: la rabia encefálica y la paralítica, ambas
empezando con síntomas prodrómicos inespecíficos como
se describió anteriormente. La rabia encefalítica es más
común (80% de los casos).
Ocasionalmente, los casos atípicos también se han
descrito en asociación con la rabia transmitida por los
murciélagos. Las características atípicas incluyen déficits
sensoriales o motores, movimientos coreiformes de la
extremidad mordida durante la fase prodrómica, signos de
focalidad del tallo encefálico, parálisis de los pares
craneales, mioclonos y las convulsiones. El curso de la
enfermedad se ve influido por la extensión de la
mordedura, su proximidad a la cabeza y la cantidad de
secreción a la que fue expuesta.
Rabia encefálica
La presentación clásica de la rabia encefálica incluye
fiebre, hidrofobia, espasmos faríngeos e hiperactividad
que disminuye a parálisis, coma y muerte. Los siguientes
síntomas y signos son clásicos de esta variante de la rabia:
Hidrofobia y Aerofobia
La hidrofobia es el dato clínico más característico de la
rabia, el cual ocurre en el 33 al 50% de los
pacientes. Después de una sensación inicial de
incomodidad en la garganta o disfagia, el paciente de
repente desarrolla un terror abrumador al agua basado en
espasmos musculares involuntarios de la faringe durante
los intentos por beber. Más adelante en la enfermedad,
incluso el ver o escuchar la mención del agua pueden
desencadenar estos espasmos involuntarios.
Estado Mental
Agitación y combatividad también son frecuentes
(aproximadamente el 50% de los pacientes). De forma
intermitente, el paciente puede mostrar síntomas de
excitación generalizada o hiperexcitabilidad asociada con
desorientación, conciencia fluctuante, inquietud,
agitación y alucinaciones visuales o auditivas. Los
pacientes pueden volverse agresivos y maniáticos, seguido
de períodos de calma.
Rabia paralítica
Menos del 20% de los pacientes con rabia se presentan con
una parálisis ascendente, que puede simular el síndrome
de Guillain-Barré. Estos pacientes tienen poca evidencia
de compromiso cerebral hasta en etapas avanzadas de la
enfermedad. Después de los síntomas prodrómicos
descritos anteriormente, el paciente desarrolla una
parálisis flácida. La parálisis suele ser más prominente en
la extremidad mordida, y luego se extiende de forma
simétrica o asimétrica. La exploración física es notable
por fasciculaciones; los reflejos plantares y tendinosos
profundos se pierden.
Complicaciones
La mayoría de los pacientes con rabia mueren dentro de
las dos semanas posteriores al inicio del coma, aunque se
han descrito periodos más largos con apoyo de cuidados
intensivos. Además, desde el 2004 se han reportado
algunos casos de supervivencia después de la rabia clínica.
Los pacientes a menudo mueren por complicaciones, como
asfixia y paro respiratorio secundario a espasmos
musculares o convulsiones generalizadas no controladas en
la rabia encefálica; o parálisis respiratoria en la rabia
paralítica. Se han reportado arritmias
supraventriculares, bloqueo auriculoventricular,
bradicardia sinusal y paro sinusal con un segmento ST
inespecífico y cambios en la onda T. Se ha encontrado
miocarditis en la necropsia con evidencia de invasión viral
e infiltración linfocítica.
Diagnóstico de Rabia
La rabia debe considerarse en el diagnóstico diferencial de
un paciente que presenta encefalitis progresiva aguda,
independientemente del antecedente de mordedura de un
animal o exposición conocida. La rabia encefálica debe
sospecharse en función de la hidrofobia y la aerofobia.
Diagnóstico de laboratorio
El diagnóstico antemortem de la rabia requiere de varias
muestras (saliva, piel, suero, LCR) y múltiples modalidades
de prueba, ya que la sensibilidad de cualquier prueba
individual es limitada. Los títulos de anticuerpos en suero,
por ejemplo, pueden no ser positivos hasta más tarde en
el curso de la enfermedad, si es que lo hacen. Sin
embargo, la sensibilidad de una combinación de pruebas
se aproxima al 100%, dependiendo de la calidad de la
muestra, el momento de la recolección y la experiencia en
el diagnóstico.
La precisión de las pruebas de varias muestras biológicas
en el diagnóstico de la rabia se evaluó en un estudio
longitudinal prospectivo de 51 pacientes con encefalitis en
Madagascar, Camboya y Francia. Un total de 425 muestras
(incluyendo saliva, orina, suero y biopsias de piel) se
obtuvieron durante la hospitalización aguda o post
mortem. Las pruebas de reacción en cadena de la
polimerasa (PCR) de biopsias de piel se asociaron con alta
sensibilidad y especificidad (98 y 98.3%, respectivamente),
seguidas de saliva (63.2 y 70.2%, respectivamente). La
sensibilidad de las muestras de saliva mejoró al 100%
cuando se obtuvieron al menos tres muestras. La
sensibilidad general de las muestras de orina y suero fue
pobre.
Larabia.
interpretación de
HAZ CLICK PARA los títulos de anticuerpos contra la
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Diagnósticos diferenciales
La fase prodrómica inespecífica se puede confundir con
una multitud de trastornos infecciosos, como una
enfermedad viral inespecífica,
mononucleosis, bacteriemia o meningitis. El diagnóstico
diferencial dependerá en gran medida de si el paciente
desarrolla rabia encefálica o paralítica. En pacientes con
síntomas y signos de encefalitis, deben descartarse otras
infecciones más comunes (p.e. virus del herpes simple,
virus del Nilo occidental) y otros trastornos no infecciosos
(p.e. Vasculitis del sistema nervioso central, encefalopatía
tóxica o metabólica).
Una serie de casos que comparó pacientes con rabia
confirmada con pacientes que tenían otras formas de
encefalitis encontró que los casos de rabia se distinguieron
por la presencia de hidrofobia, aerofobia, disfagia y dolor
localizado, debilidad o parestesias. Otras causas de rigidez
muscular que se pueden observar con la rabia incluyen
el tétanos, la distonía por fenotiazina y la intoxicación por
estricnina. Aunque los pacientes con delirium tremens
pueden mostrar agitación, experimentar alucinaciones y
presentar temblores, no presentan hidrofobia o aerofobia.
Tratamiento de la rabia
Aunque la rabia suele prevenirse después de la exposición
con profilaxis antirrábica (p.e. limpieza de heridas y
administración de vacuna contra la rabia e
inmunoglobulina), la necesidad de profilaxis no siempre se
identifica de manera oportuna y puede no estar disponible
en algunas áreas. Además, la rabia humana puede
presentarse sin el antecedente (consciente) de exposición
a la mordedura de un animal, generalmente por
mordedura de un murciélago.
Enfoques de Tratamiento
En pacientes con rabia confirmada o sospechada, las
opciones de tratamiento incluyen un enfoque paliativo o
uno agresivo. Ello se ve influido por múltiples factores de
los pacientes con rabia, incluidos el pronóstico y los
riesgos del tratamiento. En general, se sigue un enfoque
paliativo en pacientes con pocas probabilidades de
sobrevivir o que no acepten la supervivencia con graves
secuelas neurológicas. Los factores asociados a un
pronóstico precario incluyen adultos mayores, comórbidos,
enfermedad avanzada, falta de vacunación contra la
rabia, infección causada por el virus de la rabia canina y
pruebas de diagnóstico positivas para el antígeno/ARN del
virus de la rabia y negativas para los anticuerpos contra la
rabia.
Enfoque paliativo
Una vez que se ha tomado la decisión de adoptar un
enfoque paliativo para el cuidado de un paciente con
rabia, se debe hacer hincapié en el cuidado de la
comodidad en un hospital con el uso liberal de sedantes y
analgésicos para aliviar el sufrimiento. Una habitación
privada y tranquila es altamente deseable. Las
benzodiazepinas, como el diazepam, son útiles para la
sedación y la relajación muscular y pueden administrarse
por vía intravenosa, intramuscular o por vía
rectal. Lorazepam y midazolam son buenas alternativas, y
ambas se pueden administrar por vía intravenosa o
subcutánea. El haloperidol, que puede administrarse por
vía subcutánea o intramuscular, puede usarse para una
variedad de manifestaciones clínicas, incluyendo
ansiedad, agitación, hiperexcitabilidad, delirio,
alucinaciones y agresión.
Enfoque Agresivo
En raras ocasiones, los pacientes con rabia han sobrevivido
después de cuidados intensivos. Un enfoque de
tratamiento agresivo implica una combinación de cuidados
de soporte y el uso no aprobado de tratamientos
actualmente disponibles, los cuales, aunque no han sido
probados, pueden tener beneficios basados en la
comprensión actual de la enfermedad. Una mejor
comprensión de los mecanismos básicos que subyacen a la
patogénesis de la rabia puede proporcionar ideas para el
desarrollo futuro de nuevos tratamientos.
Terapias de combinación
No hay datos que respalden un enfoque específico del
tratamiento para pacientes con rabia. Sin embargo, de
forma similar al abordaje terapéutico del cáncer, la
infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y
la infección crónica por el virus de la hepatitis C, el uso de
una combinación de tratamientos puede tener la mayor
probabilidad de éxito en el tratamiento de la rabia. Esto
implica combinar tratamientos en diferentes categorías
terapéuticas (por ejemplo, inmunoterapia, terapia
antiviral y terapia neuroprotectora) como se describe a
continuación.
Inmunoterapia
La inmunoterapia con la vacuna contra la rabia o la
inmunoglobulina es controvertida. Es razonable
administrar la vacuna contra la rabia si el paciente no ha
recibido un ciclo completo de profilaxis posterior a la
exposición. La disminución de la viremia en la rabia se
asocia con el desarrollo de una respuesta inmune, y un
sello distintivo importante de esta respuesta es la
presencia de anticuerpos neutralizantes contra el virus de
la rabia en el suero y el líquido cefalorraquídeo. Sin
embargo, se desconoce si es prudente administrar la
vacuna a un paciente con rabia. Las vacunas antirrábicas
inactivadas no provocan una respuesta citotóxica de las
células T y, por tanto, su valor en la reducción de la
viremia puede ser limitado. No existen vacunas de rabia
atenuadas en vivo aprobadas para su uso en humanos.
Tratamiento antiviral
Un enfoque de tratamiento agresivo incluye el uso de uno
o más agentes antivirales con el objetivo de reducir la
diseminación viral a las células no infectadas. La terapia
antiviral se usa a pesar de la falta de evidencia sobre la
eficacia de cualquier fármaco disponible. Como no hay
datos que recomienden un fármaco sobre el otro, el
enfoque del tratamiento se basa exclusivamente en la
experiencia y a menudo se ve influido por la toxicidad que
el médico y el paciente (o la familia del paciente) están
dispuestos a tolerar.
Terapia neuroprotectora
Las terapias neuroprotectoras producen beneficios
duraderos al influir favorablemente en la etiología o
patogénesis subyacente y prevenir la aparición de la
enfermedad o el deterioro clínico. El desarrollo de
terapias neuroprotectoras para trastornos neurológicos
agudos se encuentra en su infancia a pesar de muchos
estudios de investigación publicados. No se conocen
agentes neuroprotectores efectivos para su uso en la
rabia. No se conocen agentes neuroprotectores efectivos
para su uso en la rabia.
Tratamientos a evitar
Los tratamientos con corticosteroides, la minociclina, el
coma terapéutico y la profilaxis del vasoespasmo cerebral
no se deben utilizar para el tratamiento de la rabia.
Prevención de la Infección
No hay casos documentados de transmisión del virus de la
rabia de un paciente a un profesional de la salud. Sin
embargo, dado el riesgo teórico, las personas que cuidan a
un paciente con rabia deben hacer uso de estrategias para
reducir el riesgo de transmisión. Las secreciones orales son
especialmente preocupantes debido a la posibilidad de
que puedan contener virus infeccioso de la rabia y dar
lugar a la transmisión.
Control de la infección
Las medidas para el control de infección deben ser
practicadas por todos los visitantes y los trabajadores de
la salud que atienden a pacientes con sospecha o
confirmación de rabia. Las diferentes instituciones pueden
variar en su enfoque, pero como mínimo, los miembros de
la familia y los trabajadores de la salud deben utilizar
medidas estándar consistentes al cuidar a un paciente con
rabia para minimizar la necesidad de una profilaxis
posterior a la exposición. Como ejemplo, los trabajadores
de la salud deben usar batas, cubrebocas, guantes y
protección para los ojos y la cara cuando exista el riesgo
de aerosoles y salpicaduras (por ejemplo, intubación y
succión).
Profilaxis posterior a la
exposición
La exposición cutánea, percutánea o de la mucosa a los
fluidos corporales del paciente (incluidas las secreciones
salivales) o los tejidos justifican el inicio de profilaxis
antirrábica posterior a la exposición (limpieza de heridas y
administración de vacuna antirrábica e
inmunoglobulina). Tales exposiciones típicamente ocurren
antes de que se considere el diagnóstico de rabia en el
paciente.
Referencias Bibliográficas