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Del libro "CHILE INTIMO EN 1910 " del Viñamarino Dr. JULIO VALDES
CANGE, publicado por Imprenta Universitaria ( Bandera N.130, Santiago.) a
$3,50, contiene 26 cartas profundamente reflexivas del momento imperante, que le
enviaba al Presidente RAMON BARROS LUCO.
EL EJERCITO I LA MARINA.
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Señor Don.
RAMON BARROS LUCO
Santiago. Viña del Mar, 3 de octubre de 1910.
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Comprendo que los ejércitos, como las policías y las cárceles, son
necesarios, y lo serán mientras no se modifiquen sustancialmente nuestras
actuales instituciones; y pienso que las personas que los forman, si desempeñan
sus puestos en conciencia, cumplen con la labor que les ha tocado en la distribución
de las funciones sociales, y en consecuencia son también acreedoras a la pública
estimación. Aun llegué a creer que las instituciones armadas, por su rígida disciplina,
eran verdaderas escuelas de carácter, y por eso recibí con agrado la leí del servicio
militar obligatorio , que iba a llevar a todos los jóvenes a los cuarteles a recibir un
baño de cultura unos, de espíritu democrático otros, y a vigorizar todo su organismo
y robustecer su voluntad.
No vayáis a entender , señor, que con esto quiero decir de que lleven vida
licenciosa, no , en este punto la oficialidad del Ejército, por lo general , ha ganado
mucho, , aunque no sean del todo insólitos casos como el el jefe del cuerpo que no
hace muchos meses llegó a una importante ciudad del centro de la República a
tomar el mando de su regimiento, acompañado de una cortesana, a quien presentó a
sus oficiales como su legítima esposa, la tuvo un par de meses en la casa de
huéspedes y luego que, por gatuperios de ella, se divulgó el secreto, hubo de
despacharla con el escándalo consiguiente.
No voy a hablaros, señor, de su falta de piedad para con los infelices que
caen bajo su mando : pudiera arguirse que se ven cohibidos por la estrictez de la
disciplina militar; quiero referirme sólo a la falta de sentimientos que todo hombre debe
anidar en su corazón. Conozco muchos ejemplos, pero voy a citar sólo dos; ambos
muestran el anulamiento absoluto del amor filial.
Un honrado albañil, de una ciudad del centro del país, tenia un hijo que
en la escuela manifestó cualidadesintelectuales no comunes, sus amigos le
aconsejaron que lo pusiera en el liceo, y el , a pesar de la pequeñez de su salario, se
resolvió a estrechar más su condición de toda su vida para poder vestir
decentemente a aquel niño y comprarle los libros y útiles necesarios. En el nuevo
establecimiento el muchacho siguió dando pruebas de su inteligencia y observó
muy buena conducta, pero no se sabe si por aspiración propia , por consejo extraño,
cuando menos lo esperaban sus maestros, tomó el partido de presentarse como
aspirante a cadete de la escuela Militar.
Su examen fue espléndido, los honrosos certificados que llevaba, su
despejo natural i su apuesta figura, le abrieron las puertas de la carrera de las armas.
Sus estudios fueron lucidos, y su padre se henchía de justa satisfacción.
En vacaciones ataviado con los vistosos arreos militares y dueño de los puntos
mas altos de su curso, lo cual trataba de premiar, haciendo aun mayores sacrificios
para que en todas circunstancias pudiera presentarse como un verdadero caballerito.
Una vez, en unas maniobras, el joven oficial sufrió una violenta caída del
caballo y quedó sin conocimiento y con una pierna fracturada. Los diarios de
Santiago dieron noticia de este desgraciado suceso, por ello lo supo el padre, y acto
continuo, dejando la plana y el nivel, voló en auxilio del hijo predilecto, del hijo de
sus miserias, por quién había pasado hambre junto con todos sus demos hijos, que
habían tenido que quedar en la más lastimosa ignorancia, para que él se educara,
él que iba a ser la honra de los suyos.
Como antes dije, señor , estos no son por desgracia, casos aislados ,
y debemos considerarlo como un síntoma de que entre nuestros militares ha
encontrado un medio propicio para su desarrollo este virus destructor que ya hemos
encontrado en otros órdenes sociales.