de inteligencia, del carácter y la abnegación del jefe".
Estudiaremos a los oficiales de Carabineros que mandan "bien",
es decir, a aquellos que obtienen todos los resultados deseados, pero estudiaremos , especialmente a aquellos que mandan mal, que a juicio de este autor, son la mayoría. Remontámonos a las causas de las faltas para llegar al origen de los principios.
La renunciación a sí mismo, resultado de la
consagración individual a la cosa pública, es el elemento principal de la facultad de mandar.
Un simple examen de esta cuestión, nos hace
comprender fácilmente que TODAS LAS PREOCUPACIONES PERSONALES, que un oficial introduce en el manejo de su unidad , tanto individual como colectivamente , constituyen un obstáculo y producen una desviación de la productividad de la unidad y de la función, desviando el objetivo.
El amor propio, la vanidad, la ambición. el
hedonismo, el placebismo, la mitomanía, la megalomanía,la flojera, por ejemplo , son cosas que directamente falsean el mando, sin contar la desidia, la abulia y los vicios, sexo, alcohól y drogas.
Imaginemos, para hacer resaltar estos defectos,
extremándolos. Un jefe bastante infatuado ( lo que no es un delito, ni siquiera una falta ) desea que todo el mundo gire en derredor suyo, un hombre que se instala en su empleo como un medio organizado especialmente para satisfacer sus deseos, sus fantasías, sus vanidades, para ponerlo de crelieve y adornarlo con el brillo de la autoridad...Principal defecto de los “escueleros” los formadores de funcionarios,. Partimos mal.....
Semejante hombre sólo desea ver en torno suyo
rostros tímidos y admiradores. Llega con aire imponente ( enfermo de facha ), lanza por doquier miradas arrogantes, interpela rudamente a todos cuantos se aproximan y, en toda ocasión, afirma su autoridad por los medios más coercitivos, amonestaciones duras y públicas, decisiones violentas acompañadas siempre de múltiples castigos. Desde que él aparece es preciso que todos corran, se afanen, o se humillen.
Esta clase de personas no toleran en derredor
suyo a nadie que contrarreste su autoridad. Confiadles una tropa social y abnegada, despierta, vigorosa, llena de iniciativa y empuje, y os devolverá algunas semanas después, hombres de cuadros descorazonados, descontentos agriados y recelosos, que permanecerán inertes frente a vosotros y a los problemas, resignados y escépticos negativistas.
El "porta galones" habrá logrado, en una vuelta
de mano, hacer de su tropa un rebaño, una piara.
He aquí los resultados prácticos de la acción
mal sana del fatuo que pretende ver en su grado una especie de pavés, en que su personalidad se impone al temor y a la admiración de los hombres. ¿ Sabe usted, porqué todos quieren llegar a ser general, además del asunto económico ?.
Esta primera falta de mando tiene su origen en el complejo de
Inferioridad, lo que induce el abuso de la función empleada para la satisfacción de pasiones o de conveniencias personales.
Donde más se nota esta carencia es en la función
policial, simplemente porque las estadísticas la delatan y la sensación de inseguridad ciudadanía se perjudica.
El ambicioso estará inclinado a valerse de su
servicio como de un medio para poner en evidencia sus capacidades efectivas o para aparentar la posesión de las que le falten. Adoptar un semblante severo, la palabra cortante y la actitud imperiosa, que es costumbre atribuir a los grandes generales.
La istrucción diaria, los ejercicios y encargos,
las ejecutará con el deseo constante de llamar la atención y provocar la admiración, si es posible por el miedo en la tropa; y a veces impondrá si es preciso, sacrificios inútiles a la tropa fatigada. Una vez más quedará comprometido el mando, debido a la falta de abnegación del jefe.
Consideren, si quieren, un carácter más vulgar,
de sentimientos más comunes; un oficial que tenga bastante conciencia para desear sinceramente el bien del servicio y el logro de los objetivos, pero sin la suficiente fuerza de voluntad para imponerse tareas o pruebas demasiado fuertes, como puede ser el control de la delincuencia en su jurisdicción. El mal no resultará mucho menor, la acción del mando será débil y vacilante; a veces escurrirá el bulto, para ahorrase molestias o diligencias complicadas, otras veces calará súbitamente para evitar compromisos, como suele decirse, todo quedará esbozado ( hay que...) inconcluso, incierto, o dispuesto ambiguamente para eludir responsabilidades ( dependencia de dos Ministerios, por ejemplo ) . La profesión altiva y emprendedora por excelencia, no será sino un vulgar empleo y el servicio se transformará en una verdadera prevaricación.
Para dirigir bien una unidad, los oficiales
deberán hacer abstracción de su persona, de sus intereses, de sus pasiones ( incluyendo la económica , política y religiosa ), cosas todas ellas para desviar la acción de la finalidad verdadera.
La autoridad de un oficial de Carabineros, sus
galones , piochas y diplomas, ( les encanta lucirlas ) no han sido otorgadas para su propia satisfacción, los honores y las demostraciones de respeto, no se dirigen a la persona, sino al grado que representan, y , si uno u otro de estos " militares", sintiese el cosquilleo de la vanidad por las consideraciones obligatorias de que es objeto, bueno ser que se reprima y pida consejos al buen sentido ( que nace en los comentarios de la tropa ( cuando el rio suena...))
Las "estrellas" de grado son como las reliquias,
para llevarlas dignamente hay que precaverse de ciertas ilusiones vanidosas.
Si un oficial pretende mistificar a vuestros
inferiores respecto del valor personal, por una serie de artificios, por una exhibición de actitudes, de aires y ademanes estudiados, y de palabras, se equivoca completamente. Cierta dosis de inteligencia ( la de la mente ), un gran deseo de agradar y pocos escrúpulos, pueden ser suficientes para engañar a un jefe; pero a un subalterno, jamás. Nada escapa a los subalternos, por la sencilla razón de que todo defecto, todo error, incluso todo ilícito recae sobre ellos, en forma de efectos sensibles. Esta es la génesis de la falta de respaldo moral actualmente en el 2004 en carabineros.
Llenarán al Personal de Nombramiento Institucional
de palabras y arengas efectuosas......pero la comida está mala y el ranchero sabe perfectamente que ello no le preocupa maldita la cosa; dará por sentada la autoridad, la estrictez disciplinaria....pero todo escapa a su acción y sus órdenes quedan sin cumplir, cosa que, sin gran perspicacia, cualquiera se da cuenta.
Si el oficial pretende darse aires de personaje,
en lugar de mostrarse como tal, ocurre siempre, sí solo sí , tarde o temprano, algún roce que deja asomar la punta de la oreja ; y el respeto aparente que continúan mostrándole, llega a ser entonces singularmente irónico, dentro de la gravedad del mando. Desear dirigir una unidad artificiosamente, es procedimiento por demás engañoso y muy poco digno. La acción de mando debe ser sincera, leal con la patria , no con los jefes y sería si se desea, que sea educadora moral y fuerte. Por otra parte, ¨¿ de qué sirve gastar tanto trabajo en obras falsas, vanas y perniciosas, cuando la obra verdadera es tan sencilla y honorable ?.