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Durante la Conferencia, los Estados Unidos, Israel y China hicieron causa común en
contra de éste. Pese a esto tanto Israel como los Estados Unidos firmaron pero no
ratificaron el Tratado. De hecho, la firma por la parte norteamericana la realizó el ex
presidente Bill Clinton sólo un día antes de dejar el poder a George W. Bush.
[editar] Estructura1
El Estatuto se estructura de la siguiente forma:
Preámbulo
El Tribunal, cuya sede fue establecida en la Haya (Países Bajos), juzga a los
responsables de infracciones graves de los Convenios de Ginebra de 1949, violaciones
graves de las leyes y usos aplicables en los conflictos armados, del crimen de genocidio
y de crímenes de lesa humanidad.
El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia fue creado en 1993 por el Consejo de
Seguridad de la ONU con el cometido de investigar y juzgar los crímenes de genocidio,
crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos en la ex Yugoslavia desde 1991.
Su sede está en La Haya, Países Bajos.
Desde su establecimiento, el Tribunal ha iniciado procesos contra más de 100 personas
sospechosas de haber perpetrado crímenes en la región. Pese a que hay personas
formalmente acusadas por el Tribunal que siguen en libertad, el Consejo de Seguridad de la
ONU le ha pedido que concluya su trabajo antes de 2010.
Amnistía Internacional hace campaña para que se proporcione al Tribunal el tiempo y los
recursos necesarios para concluir los casos satisfactoriamente. De este modo, el Tribunal
deberá impulsar los procesamientos en los tribunales nacionales de la ex Yugoslavia y en otros
tribunales que ejerzan la jurisdicción universal, y lograr que todas las personas sospechosas de
cometer crímenes en la región comparezcan ante la justicia en juicios justos en los que no se
imponga la pena de muerte.
a) Voluntaria:
De esta manera, aunque parece verdad que se haya tratado de una "condición indispensable
para lograr el éxito de las negociaciones", la incorporación en el Estatuto de los links
jurisdiccionales y de la cláusula del opting out dan cuenta de una realidad concreta: la
jurisdicción de la Corte está todavía muy lejos de representar la posibilidad de una aplicación
incondicionada del principio de universalidad (el cual será analizado a continuación), mientras
en materia de crímenes de guerra parece destinada a sufrir una larga e indefinida
postergación.[1]
b) Universal (“Relativa”):
La responsabilidad de los estados de procesar a las personas acusadas de los crímenes más
graves conforme al derecho internacional no se limita a los crímenes tipificados en el Estatuto
de Roma ni a las circunstancias en que la CPI puede ejercer jurisdicción bajo el Estatuto de
Roma (como antes mencionamos, cuando el estado de la nacionalidad del acusado o el estado
en cuyo territorio fueron presuntamente cometidos los crímenes, se ha integrado al Estatuto de
Roma). Bajo el principio de la jurisdicción universal, un Estado tiene jurisdicción para
procesar a las personas por ciertos crímenes internacionales, sin importar el lugar en que
dichos crímenes hayan sido cometidos y con independencia de la nacionalidad del perpetrador
o víctima. Esta autoridad se deriva del principio de que todo estado tiene un interés de aplicar
la justicia a los perpetradores de crímenes particulares de preocupación internacional. En el
caso de crímenes de lesa humanidad, por ejemplo, un estado puede, y tiene la obligación, de
ejercer la jurisdicción universal bajo el fundamento de que el crimen cometido es uno de lesa
humanidad.
La piratería, por ejemplo, fue el crimen clásico “universal”, al que se añadió posteriormente la
trata de esclavos. Conforme se produjeron estos crímenes más allá de las fronteras y en aguas
internacionales, ningún estado pudo establecer la base usual para tener jurisdicción, la relación
entre su territorio y el crimen. La jurisdicción universal le permitió a los estados aplicar la justicia
a los perpetradores sin que existiera dicha conexión territorial. Esto ilustra la razón pragmática
principal del porqué el derecho internacional contempla la jurisdicción universal: para asegurar
que no existan refugios de impunidad para los responsables de los crímenes más graves.
Desde la segunda guerra mundial los crímenes por los cuales se invoca la jurisdicción universal
han aumentado para incluir las muchas atrocidades cometidas dentro de las fronteras
nacionales, tales como las infracciones graves de los Convenios de Ginebra de 1949, el
genocidio, la tortura, el “apartheid” y otros crímenes de lesa humanidad. Si bien en muchos
casos los Estados se encuentran ahora bajo la obligación legal internacional común o
convencional de proceder a los enjuiciamientos sobre la base de la jurisdicción universal,
desafortunadamente, el hecho de que un país haya ratificado un tratado que manda procesar a
presuntos torturadores o criminales de guerra, o de que el derecho internacional exija el
enjuiciamiento de los perpetradores de genocidio u otros crímenes de lesa humanidad, no es
siempre suficiente para garantizar que se proceda a los enjuiciamientos sobre la base de la
jurisdicción universal. En muchos estados la jurisdicción universal sólo puede ser ejercida si se
ha implementado internamente. En otros estados, tales como aquéllos inspirados en la
tradición del derecho civil, aun cuando las leyes nacionales sobre jurisdicción universal pueden
no ser estrictamente necesarias, las cortes nacionales se han mostrado reacias en ejercerla en
ausencia de un mandato legislativo claro. Como algunos Estados ya lo han reconocido, la
preparación de las leyes de implementación del Estatuto de Roma es la oportunidad propicia
para incluir esto en la ley. Por ejemplo, Canadá y Nueva Zelanda aprovecharon la oportunidad
de la preparación de la ley de implementación de la CPI para ejercer la jurisdicción universal
sobre los crímenes de competencia de la CPI.
Luego de analizar la extensión del concepto de jurisdicción universal y el porque debe ser
respetado por los Estados en forma “casi” obligatoria, debemos observar el lugar que ocupa
como rasgo distintivo de la jurisdicción de la CPI. En este punto debemos mencionar, que si
una situación es remitida a la Corte por parte del Consejo de Seguridad, la jurisdicción de la
CPI, en los términos del Estatuto, puede superar los límites del lugar de comisión del delito y
de la nacionalidad de los imputados (art. 12 párr. 2º). Teniendo en cuenta que la resolución del
Consejo de Seguridad de remitir una situación a la Corte se basa en el Cap. VII de la Carta (art.
13 letra b), obligará a todos los Estados miembros de las Naciones Unidas, sin importar que
sean o no parte del Estatuto. Por lo tanto, la diferencia entre los efectos que se produce cuando
la jurisdicción de la Corte es activada por el mencionado órgano (Consejo de Seguridad) y los
que producen las dos restantes situaciones previstas en el art. 13 del Estatuto es notoria, ya
que en el primer caso se tratará de una jurisdicción de carácter extraordinaria y universal.
Esto demuestra que la CPI posee una jurisdicción universal relativa, es decir, solo será
universal, en los casos en que una situación sea remitida por el Consejo de Seguridad
basándose en el Cap. VII de la Carta y de esta forma pueda obligar a todos los estados
miembros de la ONU, hayan o no ratificado el Estatuto de Roma. Es decir sólo cuando éste
órgano active el procedimiento, el mismo será el único caso en que la Corte podrá ejercer una
jurisdicción universal.
A ello se suma, que durante los trabajos preparatorios del Estatuto, mientras que unos Estados
proponían que la Corte ejerza una jurisdicción universal, otros propugnaban la aceptación de
la jurisdicción por el Estado del que fuera nacional el autor y por el Estado en cuyo territorio se
hubiera cometido el crimen. Este último, fue el criterio que adoptó el Estatuto, por lo que no
podemos afirmar que la Corte tenga jurisdicción universal.
Fuera de esta situación excepcional (referida a la remisión de una situación por parte de
Consejo de Seguridad), la jurisdicción es relativa, es decir, aplicable solo a los Estados que
hayan ratificado el mencionado documento.
c) Complementaria:
De acuerdo con este principio, la Corte sólo actuará cuando los tribunales nacionales no
tengan la capacidad o la voluntad de hacerlo (Art. 1). Sin embargo, este postulado no es
absoluto y reconoce diversas excepciones que serán analizadas a lo largo del presente
trabajo.
Con arreglo al Estatuto de la Corte Penal Internacional, ésta se caracteriza por ser una
institución de carácter permanente, subsidiaria de las jurisdicciones penales nacionales,
dotada de personalidad jurídica internacional y vinculada a Naciones Unidas. A
continuación se hace una pequeña explicación de las mencionadas características