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Partidos políticos en el Perú

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El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) es el encargado de registrar la información al


respecto.1 Los partidos políticos inscritos son los siguientes:

Partidos políticos en el Perú


Partido político Fecha de inscripción
Acción Popular 4 de agosto de 2004
Agrupación Independiente Sí Cumple 25 de enero de 2005
Alianza para el Progreso 12 de febrero de 2008
Cambio 90 18 de marzo de 2005
Cambio Radical 20 de enero de 2005
Despertar Nacional 9 de enero de 2006
Frente Popular Agrícola Fía del Perú 25 de junio de 2010
Fuerza 2011 9 de marzo de 2010
Fuerza Nacional 28 de marzo de 2005
Movimiento Nueva Izquierda 16 de abril de 2010
Nueva Mayoría 8 de marzo de 2005
Participación Popular 14 de agosto de 2009
Partido Aprista Peruano 31 de enero de 2005
Partido Democrático Somos Perú 22 de noviembre de 2004
Partido Descentralista Fuerza Social 30 de junio de 2010
Partido Fonavista del Perú 16 de abril de 2009
Partido Humanista Peruano 23 de noviembre de 2009
Partido Nacionalista Peruano 4 de enero de 2006
Partido Político Adelante 18 de agosto de 2006
Partido Popular Cristiano 29 de noviembre de 2004
Perú Posible 14 de marzo de 2005
Renovación Nacional 21 de junio de 2005
Restauración Nacional 24 de noviembre de 2005
Siempre Unidos 21 de febrero de 2008
Solidaridad Nacional 7 de diciembre de 2004
Todos por el Perú 4 de enero de 2005
Unión por el Perú 7 de marzo de 2005

Partidos políticos peruanos en la historia


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Las siguientes listas muestran los partidos políticos inactivos, o aquellos que perdieron
la inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones.1

Para ver la lista de partidos políticos inscritos, visite la página de partidos políticos en el
Perú.

Contenido
 1 Partidos inactivos
 2 Partidos políticos cancelados

 3 Véase también

 4 Referencias

 5 Enlaces externos

[editar] Partidos inactivos


Partidos políticos inactivos
Partido político Año de creación

Partido Civil 1871

Partido Nacional 1882

Partido Constitucional 1882

Partido Demócrata 1884

Unión Nacional 1891

Partido Unión Cívica 1892

Partido Liberal 1901

Partido Civil Independiente 1911

Partido Nacional Democrático 1915

Partido Democrático Reformista 1920

Partido Obrero 1924

Partido Laborista del Perú 1925

Partido Socialista del Perú 1928

Partido Comunista Peruano 1929

Partido Nacional Agrario 1930

Partido Nacionalista 1930


Partidos políticos inactivos
Partido político Año de creación

Unión Revolucionaria 1931

Partido Descentralista del Sur 1931

Partido Constitucional Renovador del Perú 1931

Acción Republicana 1931

Partido Nacionalista del Perú 1933

Partido Economista -

Partido Republicano del Perú -

Partido Nacional Regionalista del Centro -

Partido Sindicalista Rural Urbano del Perú 1939

Partido Nacionalista Proletario -

Partido Vanguardia Democrática -

Unión Popular -

Unión Cívica Nacional -

Acción Popular Peruana -

Acción Democrática Revolucionaria -

Partido Descentralista -

Partido Demócrata -

Partido Social Cristiano -

Unión Democrática Peruana 1942

Partido Demócrata Socialista 1944

Renovación Nacional 1944

Legión Patriótica Independiente 1944

Frente Democrático Nacional 1945

Partido Vanguardia Socialista 1945

Partido Social Cristiano del Perú 1946

Partido Obrero Revolucionario 1946


Partidos políticos inactivos
Partido político Año de creación

Movimiento Cívico Independiente -

Movimiento de Renovación Nacional 1947

Movimiento de Restauración Nacional 1948

Alianza Nacional 1947

Partido Unión Democrático 1948

Unión Democrática 1949

Coalición Nacional 1955

Frente Nacional de Juventudes Democráticas 1956

Movimiento Social Progresista 1956

Movimiento Democrático Peruano 1956

Partido Nacionalista Revolucionario Peruano 1957

Frente de Liberación Nacional 1960

Unión Nacional Odriísta 1961

Frente de Izquierda Revolucionaria 1962

Movimiento de Izquierda Revolucionaria 1962

Fuerzas Populares -

Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos 1962

Partido Comunista Peruano (Bandera Roja) 1964

Vanguardia Revolucionaria 1965

Confederación de Juventudes Nacionalistas 1967

Partido Social Demócrata Nacionalista 1968

Partido Obrero Marxista Revolucionario 1970

Partido Comunista del Perú (Patria Roja) 1970

Partido Comunista Peruano (Sendero


1970
Luminoso)
Partidos políticos inactivos
Partido político Año de creación

Partido Socialista de los Trabajadores 1971

Partido Comunista Revolucionario 1974

Partido Socialista Revolucionario 1976

Unión Democrático Popular 1977

Frente Obrero Campesino, Estudiantil y Popular 1977

Partido Comunista Revolucionario (Trinchera


1977
Roja)

Vanguardia Revolucionaria (Proletario


1977
Comunista)

Partido Socialista Revolucionario 1978

Partido Revolucionario de los Trabajadores 1978

Acción Política Socialista 1980

Unión de Izquierda Revolucionaria 1980

Izquierda Unida 1980

Movimiento de Bases Hayistas 1981

Partido de Integración Nacional 1982

Pueblo en Marcha 1983

Partido Unificado Mariateguista 1984

Frente Democrático de Unidad Nacional 1984

Solidaridad y Democracia 1985

Movimiento Libertad 1987

Unión Cívica Independiente 1988

Frente Democrático 1988

Acuerdo Socialista de Izquierda 1989

Partido Mariateguista Revolucionario 1989

Movimiento Socialista Peruano 1989

Movimiento Obras 1989


Partidos políticos inactivos
Partido político Año de creación

Movimiento de Afirmación Socialista 1989

Izquierda Socialista 1989

Movimiento Democrático de Izquierda 1992

Plataforma Democrática 1992

Coordinadora Democrática 1992

Lima 2000 1992

Movimiento de Integración Agraria 1994

Partido Ecologista del Perú 1995

Vamos Vecino 1998

Perú 2000 1999

Avancemos 1999

Partido Regionalista 2000

[editar] Partidos políticos cancelados

A partir de las elecciones generales del Perú de 2006, los partidos que no participen o no
superen la valla electoral en las elecciones generales serán cancelados. La siguiente lista
muestra los partidos políticos cancelados:2

Partidos políticos cancelados


Partido político Año de cancelación

Avanza País - Partido de Integración Social 2007

Con Fuerza Perú 2007

Frente Independiente Moralizador 2007

Fuerza Democrática 2007

Partido Justicia Nacional 2007

Partido por la Democracia Social - Compromiso Perú 2007

Partido Reconstrucción Democrática 2007


Partidos políticos cancelados
Partido político Año de cancelación

Partido Renacimiento Andino 2007

Partido Socialista 2007

Perú Ahora 2007

Progresemos Perú 2007

Proyecto País 2007

Resurgimiento Peruano 2007

Y se llama Perú 2007

[editar] Véase también

Partidos Políticos y Democracia en el Perú:


una hoja de ruta histórica

José Luis Rénique


erminar con la «partidocracia» —corrupta, retrógrada,
indolente— fue la gran justificación del ingeniero
peruano-japonés Alberto Fujimori para convertirse en
autócrata en abril de 1992. Mientras en el exterior las
críticas se multiplicaban, en casa sus índices de respaldo
ascendían de 59% a 82% en los días que prosiguieron al
«fujigolpe». A comienzos de los 90 —observa el politólogo Martín
Tanaka— el desprestigio de los partidos políticos era un mal
general en la región. Sólo en el Perú, sin embargo, confrontaron éstos un colapso tan
drástico y radical. A contramano con su severa declinación regional, más aún, las Fuerzas
Armadas se convertían desde entonces en el Perú en el «partido oficial» de un régimen que
muchos —en América Latina, Washington e inclusive en el Banco Mundial— verían como
modelo a replicar. Una década después, con un respaldo que, a ocho meses de su
inauguración, se mantiene en alrededor del 30% la vida del régimen de Alejandro Toledo no
pareciera estar aún del todo asegurada. En la frágil memoria ciudadana, más aún, los pleitos
internos del novísimo partido de gobierno —«Perú Posible»— dramatizan el contraste entre
una caótica «partidocracia» y la fría eficacia de la maquinaria fujimorista. Difícil de creer, es
cierto, no faltan las expresiones de saudade por el audaz ingeniero japonés. A pesar de los
cargos que se le imputan —anota la revista Caretas de fines de marzo del 2002— el 16 % de los
peruanos cree que Fujimori es inocente, y el 36 % piensa que todavía tiene un futuro político
en el Perú. De otro lado, mientras Toledo aprende a gobernar a marchas forzadas, desde su
cómoda plaza de cabeza de la oposición, el Partido Aprista Peruano —uno de los más antiguos
de América Latina— espera, con su líder el redivivo Alan García, una segunda oportunidad.

Si los partidos son un factor o un obstáculo para la democracia es una pregunta vieja en
la atribulada historia política de esta nación andina. ¿Instrumentos de una clase política
o canales de participación para la ciudadanía? ¿Hay en las tradiciones políticas peruanas
elementos que coadyuven a su consolidación? ¿Qué han significado los partidos
políticos en la pugna por domar la legendaria inestabilidad latinoamericana? ¿Hasta qué
punto, esta pieza crucial de la democracia occidental, alcanzó a aclimatarse en nuestras
sociedades post-coloniales?

Acaso la historia de los encuentros y desavenencias entre partidos y sociedad sea una de
las claves para comprender la volatilidad extrema, la impaciencia proverbial, de la
conducta política peruana. Aquí una breve hoja de ruta histórica.

La era oligárquica

Al caer la tarde del 27 de agosto de 1871, los habitantes de Lima pudieron observar un
espectáculo inusual: una multitud de 10,500 personas desfilando por el centro de la
ciudad en perfecto orden y en absoluto silencio. Era una manifestación política pero no
eran necesarias las consignas, «su silencio —comenta la historiadora Carmen MacEvoy
— valía por mil palabras». Mostraban así su repudio contra quienes intentaban frustrar
la candidatura de Manuel Pardo y Lavalle, un joven político que se atrevía a desafiar al
caudillismo militar. Nacía el Partido Civil: el primer partido político de la historia
nacional. En 50 años de vida independiente ningún civil había ejercido la Presidencia de
la República.

Exitoso empresario guanero, propietario de una de las mayores haciendas azucareras del
país, Manuel Pardo había propuesto invertir el importante ingreso del guano en
ferrocarriles que —según él— no sólo promoverían el crecimiento económico, sino la
estabilidad necesaria para que un verdadero sistema de partidos pudiera establecerse en
el Perú.

Tal objetivo requería que la «gente decente» comprendiera que la política era una tarea
civilizadora que le competía. Él mismo —como presidente de la Beneficencia Pública y
luego como Alcalde de Lima— había ganado simpatías en sectores medios y populares.
En tanto que, de otro lado, su mensaje encontraba eco en sectores intelectuales que
propugnaban extender el liberalismo —vigente ya en lo económico—a la esfera
política; iniciando, de esa manera, un proceso de inclusión e integración nacional. Éstos
aportarían al proyecto de Pardo un distintivo tono reformista.

A lo largo de la campaña electoral Pardo demostraría su pragmatismo. De un lado,


haciendo uso del telégrafo, creaba una red de vinculaciones que por primera vez
sobrepasaba el cerco de los poderes locales terratenientes (los despóticos «gamonales»
de las noveles indigenistas andinas); de otro, sus agentes reclutaban a las huestes
armadas que eran necesarias para ganar una elección en el Perú del XIX. Aún así, en
vísperas de su ascenso al poder, sus enemigos intentaron cerrarle el paso a través de un
pronunciamiento militar: el trístemente célebre golpe de los coroneles Gutiérrez. En un
hecho sin precedentes, no obstante, la población de Lima se levantó contra los golpistas
quiénes terminaron colgados de las torres de la Catedral. Nunca quedaría del todo claro
hasta qué punto aquella insólita reacción popular fue una adhesión a Pardo y Lavalle.
Lo cierto fue que, con su llegada al poder, en olor de multitud, el pardismo adquiría la
estatura de un proyecto burgués con inéditos rasgos populares.

Diversas circunstancias, sin embargo, conspiraron contra sus planes. El agotamiento del
guano generó una severa crisis financiera que, a su vez, frustró sus planes de gobierno, a
cuyo término, insólitamente, los civilistas dieron su apoyo a un caudillo militar. El
asesinato del propio Manuel Pardo en 1878, y el inicio de la guerra con Chile al año
siguiente, hicieron el resto. De ésta, el Perú emergió material y moralmente arruinado.
Cerca de dos décadas habría que esperar para que el civilismo, reconstituido, pudiese
aspirar al poder.

La revolución de 1895 fue su oportunidad. Entonces, en alianza con el Partido


Demócrata de Nicolás de Piérola y respaldados por un singular ejército de montoneros,
los civilistas derrotaron al Ejército Nacional, cerrando así la etapa de resurgimiento
caudillista iniciada con el fin de la ocupación chilena. El sueño de Pardo parecía
concretarse. Durante el siguiente cuarto de siglo —con una breve interrupción de dos
años— varios gobiernos civiles se sucedieron en el poder, prevaleció la libertad de
expresión y surgieron nuevos partidos sin restricción alguna.

Tras un breve dominio del sector pierolista el Partido Civil se convirtió en la fuerza
dominante. Sin llegar a imponer un monopolio completo, no obstante, puesto que, con
un Parlamento multipartidario, estaba éste obligado a hacer alianzas. Tampoco se le
podía acusar de ser un partido caudillista o estancado en el pasado: tenía una dirigencia
colectiva y, bajo la influencia del positivismo, una nueva generación de dirigentes
introdujo en la visión del partido el tema de la cuestión social.

Mirada en perspectiva, no obstante, la democracia civilista semejaba a un islote


suspendido en el aire cuyos pilares eran los poderes locales terratenientes que ejercían el
verdadero control territorial del país.

El desafío radical

Ya en 1883, Manuel González Prada —quien inicialmente había visto con simpatía el
proyecto civilista— había cuestionado la autoridad de las elites políticas capitalinas para
hablar a nombre del «verdadero Perú», el cuál, según él, no lo constituían «las
agrupaciones de criollos y extranjeros» afincados en la costa sino «las muchedumbres
de indios diseminadas en la banda oriental de la cordillera». Si bien fracasó en su
intento de fundar un partido radical, adoptando posteriormente ideas anarquistas, sus
escritos encontraron audiencia en aquellos que miraban la política oficial —con
creciente resentimiento y desconfianza— desde fuera del islote. Desde esta perspectiva,
civilismo era sinónimo de oligarquía y la república nacida en 1895 era, en el mejor de
los casos, una «república aristocrática». Y si algo demostraba dicha experiencia era la
impotencia traidora del liberalismo local.

Posteriormente, estos planteamientos se encontraron con las masas en el agitado


contexto de la Primera Guerra Mundial; resultando en una combinación de movimientos
sociales y culturales de base rural, provinciana, obrera, estudiantil, que coadyuvaron a
poner en crisis a la «república aristocrática» hacia finales de la segunda década del XX.
Pero su verdadero sepulturero provino de sus propias filas.
Como Manuel Pardo en 1870, Augusto B. Leguía en 1919, intentó salvar al orden
exportador con una fuga hacia adelante. En base a empréstitos de la banca
norteamericana, pretendía construir una «Patria Nueva». Terminaría liderando el primer
proyecto de modernización autoritaria del siglo XX. Predicó el fin del gamonalismo y la
oligarquía. Consiguió atraer a sectores de la intelectualidad y de las vanguardias
obreras, estudiantiles y campesinas. A los que se resistieron, les dio a escoger entre la
cárcel y el exilio. José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre estuvieron
entre los que partieron. Volverían para fundar los Partidos Comunista y Aprista
respectivamente. Al cabo de tres reelecciones en once años, en agosto de 1930, Leguía
fue derrocado por un levantamiento militar encabezado por Luis M. Sánchez Cerro, un
hasta entonces desconocido teniente coronel.

La amplia movilización social que sobrevino a la caída de Leguía perfiló el país que
comunistas y apristas querían organizar. La liquidación del civilismo, de otro lado,
planteaba el crucial problema de la representación política de la élite económica. Sin
partido ¿de qué manera la élite agroexportadora iba a defender sus intereses? Más aún si
el viejo reclamo de participación e integración política tenía ahora voceros tan tenaces
como el Partido Aprista de Haya de la Torre con su propuesta de un Estado Anti-
imperialista, basado en un Congreso Económico con representación de los «trabajadores
manuales e intelectuales». Dos militares —el comandante Sánchez Cerro y el Mariscal
Benavides— salvarían el problema durante los 30. Gobernaron con leyes de excepción
que incluían la proscripción de los partidos aprista y comunista. En 1939, finalmente,
tuvieron lugar elecciones presidenciales y el banquero Manuel Prado Ugarteche asumió
el poder. ¿Cómo pretender, sin embargo, que existía un verdadero sistema de partidos
ahí donde el partido más importante del país estaba proscrito?

La ausencia en el Perú de un partido conservador tanto como el fenómeno aprista son


hebras fundamentales de esta historia.

«¡Sólo el APRA salvará al Perú!»

En 1931, por escaso margen, Haya de la Torre había perdido la presidencia ante el
comandante Sánchez Cerro, en las primeras elecciones con voto secreto realizadas en el
Perú. Sus seguidores alegaron fraude y el nuevo mandatario se aprestó a destruirlos.
Algunas semanas después comenzó la confrontación.

Con Haya en prisión, los apristas se levantaron infructuosamente en Trujillo. Cientos


murieron en la represión. Y varias decenas de militares fueron masacrados, a raíz de lo
cual el ejército impondría a Haya de la Torre un veto que perduraría casi hasta el final
de su vida, hacia fines de los años 70. Para sobrevivir, los apristas se convirtieron en una
suerte de cofradía laica cuya mística alimentaba una maquinaria política disciplinada y
eficiente. Convirtieron las cárceles en centros de formación ideológica; penetraron las
filas de las fuerzas armadas; hicieron del partido una prolongación de la vida familiar de
los militantes, en tanto que los comandos revolucionarios del partido se encargaban de
mantener la memoria del aprismo insurreccional a través de una serie de acciones de
propaganda armada. Construyeron, en suma, —como ha observado la historiadora
Karen Sanders— un «simulacro de nación» cuyos integrantes, optimistas y desafiantes,
usaban a manera de saludo la frase «sólo el APRA salvará al Perú». Fuera del país,
mientras tanto, sus deportados difundían la epopeya del partido dejando establecido que,
lejos de ser la «secta de fanáticos» de la propaganda oficial, el suyo era un modelo
alternativo al comunismo, válido para toda América Latina.

En 1945, finalmente, surgió la posibilidad de una verdadera apertura democrática. El 20


de mayo de 1945, tras más de una década en la clandestinidad, 150,000 apristas
recorrieron las calles de Lima, en silencio como los civilistas de 1871, ante el
entusiasmo y el temor de la ciudadanía. Para ese entonces, el antiaprismo era acaso tan
voluminoso como el aprismo. En su discurso de aquel día en la Plaza San Martín,
dirigiéndose al vecino Club Nacional —símbolo tradicional de la oligarquía— Haya de
la Torre invitó a la reconciliación. El pacto en que se basaba la transición prevenía su
candidatura a la presidencia mas no la presentación de candidaturas al Congreso como
parte de un Frente Democrático Nacional, cuyo líder —el abogado arequipeño José Luis
Bustamante— sería elegido por abrumadora mayoría.

Más allá de las buenas intenciones, para sus ocasionales socios, la transición que se
iniciaba conllevaba una serie de interrogantes:

¿Era posible confiar en el APRA? ¿Cómo contrapesar su influencia en los sindicatos,


universidades, gremios de empleados e inclusive, dentro del aparato estatal y las
Fuerzas Armadas? Y, nuevamente. ¿Cómo iban a actuar las élites económicas —
electoralmente minimizadas— frente a un régimen cuyo miembro principal exhibía un
programa de corte nacional-populista: conspirarían, se refugiarían nuevamente tras un
caudillo militar? ¿Sería la corriente democrática representada por el abogado
Bustamante, contrapeso suficiente a la emergente APRA? ¿Aceptarían los militares un
gobierno del APRA como sucesor del FDN? ¿Lograría Haya de la Torre, más aún,
mantener bajo control los ímpetus revolucionarios del APRA que él mismo había
azuzado durante los años de la clandestinidad?

Acechada por tamañas interrogantes, a mediados de 1948 la primavera democrática iba


camino de una muerte prematura. En octubre, bases y oficiales militares apristas se
levantaron en el Callao. La dirigencia del partido desconoció el movimiento.
Bustamante reaccionó expulsando a los apristas del gobierno y llamando al Ejército a
co-gobernar. En noviembre, uno de sus ministros militares —el General Manuel A.
Odría— lo depuso para dar inicio a un gobierno militar de 8 años.

Retorno del militarismo

En muchos sentidos, el régimen de Odría fue una vuelta al pasado, que ocurría en el
momento mismo en que el Perú enfrentaba una serie de transformaciones profundas. El
inicio de la masiva migración de la región andina a la región costeña era el catalizador
de un proceso que transformó el rostro del país. Por primera vez, hacia mediados de
siglo, la costa superó en población a la sierra y Lima se puso en camino de convertirse
en la megalópolis de hoy, lugar de residencia de un tercio de la población nacional. Se
iniciaba lo que José Matos Mar denominaría como el «desborde popular» de la vieja
nación criolla, lo que, en rigor, significaba una abrupta ampliación, desde abajo, del
escenario social y político «nacional».

La gran pregunta de las décadas siguientes, sería cómo establecer mecanismos de


representación partidaria capaces de contener a una sociedad en flujo, en un marco de
inestabilidad económica y con el pobre legado político que de una centuria de sucesivos
fracasos derivaba.

En 1957, tras ocho años de gobierno militar, se inició un nuevo intento de


restablecimiento democrático. El Partido Aprista salió entonces de su segunda
clandestinidad. Muchos de sus dirigentes habían abandonado la organización
denunciando la traición de su líder a sus ideales originales. Sin la mística de otros
tiempos, mantenía su fuerza sindical y su arraigo tradicional en la región norte del país,
cuna de Haya de la Torre y del partido. No era ya, sin embargo, la fuerza hegemónica de
otros tiempos: si quería llegar a gobernar tenía que transar. Para ello, el camino elegido
fue ofrecer el caudal electoral del partido a movimientos conservadores como el de
Manuel Prado o el encabezado por el General Odría, en la esperanza de que, dada su
evidente caducidad, sirvieran simplemente como vehículo hacia el poder.

La defección aprista del campo de la reforma radical abriría las puertas a la Acción
Popular de Fernando Belaúnde. Como antes el civilismo y el leguiísmo, propugnaba
éste —en base al acercamiento de las élites económicas, profesionales e intelectuales—
una propuesta de desarrollo y renovación nacional. Una «conquista del Perú por los
peruanos» —en la retórica belaundista— cuya pieza central era la reforma agraria.
Llegó al poder en 1963. Sintiendo la competencia, desde el parlamento, el Partido
Aprista le declaró la guerra. El escenario de 1948 parecía repetirse. En octubre de 1968,
nuevamente, el Ejercito puso fin al impasse.

Los líderes golpistas venían imbuidos de mesianismo. De facto, harían lo que en siglo y
medio de república no había sido posible: crear una «democracia de participación
plena» para cuyo logro no eran necesarios los partidos sino, según dijeron, un «sistema
nacional de movilización social». En el contexto latinoamericano de militares
ultraderechistas, los oficiales peruanos comandados por el General Juan Velasco
Alvarado eran una rareza. Podría decirse que habían leído «al revés» la doctrina de
seguridad nacional impartida en la Escuela de las Américas. Más que desatar una guerra
total contra los enemigos internos, seguridad nacional era para ellos arremeter —a
través, por ejemplo, de una reforma agraria profunda— contra las estructuras del país
oligárquico. En la vieja tradición corporativa, sin llegar a articularla plenamente,
esbozaron una visión de futuro en que las Fuerzas Armadas aparecían como una suerte
de suprapartido nacionalista. A mediados de los 70, sin embargo, la utopía militar
comenzó a desintegrarse. Entre 1978 y 1980 el Perú comenzó a transitar de nuevo hacia
la democracia. Imposible saber, entonces, en qué medida el impulso corporativo seguía
firme en la mentalidad castrense.

La crisis presente

En la dislocación e incertidumbre que el proyecto militar generaba, la visión radical —


que, desde González Prada, se había ido estableciendo como perspectiva crítica y
contrahegemónica de la historia y el destino del país— encontró espacio para prosperar.

A la par con el intervencionismo militar, el complejo fenómeno del radicalismo peruano


es otra de las vigas maestras de esta historia.

Leídos desde el aislamiento intelectual de las universidades públicas del interior —en
combinación con lecturas sesgadas de la teoría revolucionaria y sazonadas por el
resentimiento y la desconfianza— los escritos de Mariátegui inspiraron un radicalismo
duro y guerrerista, al que se añadió el legado de las experiencias insurreccionales
apristas, para producir una corriente subversiva de la que Sendero Luminoso y el
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru fueron expresión culminante. El
resentimiento empozado en el alma nacional —parafraseando al poeta César Vallejo—
proveyó el aliento vital. Desde su nacimiento, la democracia de los 80 tuvo que vérselas
con un país en erupción. Era como si el emergente sistema de partidos políticos se
edificara sobre una vieja falla sísmica que el conflicto subversión-contrasubversión
expresaba con histórica perversión. En sus doce años de duración, describiría éste las
tendencias siguientes:

1. La resurrección y agotamiento en el lustro 80-85 del


«belaundismo» como partido a la vez conservador y
reformista, capitalino y provinciano, copado, en esta
ocasión, por su ala financiera y transnacional.
2. La articulación, bajo la dirección de la izquierda
intelectual limeña —en alianza con líderes sindicales y
regionales— de un frente político nacional de gran peso
electoral. Y su fracaso, asimismo, para organizarse como
partido, definiendo un perfil democrático y domeñando
sus impulsos insurreccionales.

3. El fulgurante retorno del APRA post-Haya como fuerza


nacional bajo la dirección de un nuevo líder
carismático —Alan García, elegido presidente en 1985—,
insinuando su modernización aunque aún habitada por
los fantasmas del pasado.

4. La búsqueda por parte de la derecha peruana de una


alternativa ideológica y política propia; búsqueda
coronada a fines de los 90 con la aparición del
Movimiento Libertad encabezado por Mario Vargas
Llosa.

El destino de dicho experimento es historia conocida: su


agotamiento tras el nefasto primer gobierno aprista en la historia del
país; la gradual socavación de los espacios democráticos por la
dinámica violenta propiciada por el alzamiento de Sendero
Luminoso; el portentoso colapso de los partidos políticos de inicios
de los 90; el surgimiento de Fujimori. Y, con él, nuevamente, la
mesiánica ilusión —patente en el leguiísmo, tanto como en el
proyecto militar de 1968— de una cúpula de poder, de modernizar
y estabilizar al país por la vía autocrática, y con las Fuerzas
Armadas, nuevamente, jugando el papel de suprapartido político
nacional.. Y, tras todo ello, el alucinante desmoronamiento de la
cúpula civil-militar «fujimontesinista» y el retorno a la democracia
bajo tutela internacional.

Medio año de «estado de derecho» es un lapso demasiado breve


como para pretender un examen en profundidad de los principales
actores partidarios peruanos. Desde la perspectiva histórica aquí
delineada, sin embargo, es posible proponer una especie de foto-
check básico y preliminar.

Perú Posible: Súbitamente convertido en partido de gobierno.


Creció de la noche a la mañana en la medida que Toledo se
perfilaba como alternativa presidencial. En su lucha contra Fujimori
apeló con éxito a las calles y la «lógica movimientista» hasta
entonces patrimonio de la izquierda legal. En el poder, más aún,
recurriría a ésta en busca de cuadros de gobierno, sobre todo para
el sector social, en tanto que, los sectores productivos quedan en
manos de sectores vinculados al empresariado local y la banca
internacional. ¿Asimilará el partido a los «invitados» de su líder o
se irá profundizando la brecha entre éstos y «militancia de base»?
Sin planteamientos ideológicos claros, entidad básicamente
caudillista, para muchos Perú Posible aparece como una suerte de
agencia de empleos. Dos veces en los últimos meses ha debido
postergar su congreso nacional debido a peleas internas que revelan
enormes dificultades para establecer, para comenzar, una identidad
propia. De superar estos problemas, podría ocupar el espacio dejado
por Acción Popular como partido nacional, aglutinante, capaz de
centralizar a importantes sectores de las élites políticas ofreciendo
un contrapeso al PAP.

Partido Aprista Peruano: Sorprendente retorno de compleja


explicación. Acaso represente una opción nostálgica para quienes
mantienen su adhesión a las identidades radicales y creen, aún, en
una alternativa doctrinaria frente a la indefinición toledista y la
desalmada globalización. Acaso, el aprismo, sigue transmitiendo la
imagen de un país mestizo, mesocrático, descentralizado, frente a la
poco confiable política limeña. Acaso sigue convocando instintos
nacionalistas y populares como ningún otro partido podría hacerlo.
¿Podrá Alan García curar a su partido de su histórica esquizofrenia
y construir un partido de centro-izquierda con capacidad de
convocatoria nacional?

Unidad Nacional: Intento de construcción de una derecha moderna


de alcance nacional tras el estancamiento del Partido Popular
Cristiano y el fallido intento del FREDEMO de 1990. ¿Podrá tener
éxito allí donde Pardo y Leguía fracasaron? Su lideresa insiste en la
filiación social-cristiana y no derechista de su organización. En las
últimas elecciones incluyó en su plancha a un ex-dirigente sindical
comunista. Sus críticos, en cambio, señalan sus vínculos con el
Opus Dei y sus intenciones de cooptar a los restos del fujimorismo.
Jamás, dicen otros, dejará de ser un partido limeño.

¿Perú Posible?

En marzo del 2002 —en medio de las múltiples bombas de tiempo


heredadas de dos décadas atribuladas— dos eventos destacan como
posibles promesas: el proceso de descentralización y el re-
establecimiento de Gobiernos Regionales democráticamente
elegidos y, en segundo lugar, el proceso de concertación. El primero
sería la culminación de un proceso de ampliación de la escena
política nacional forjado, desde abajo, a lo largo del siglo pasado. Y
el segundo podría crear el marco de estabilidad de mediano plazo
de que todos los intentos democráticos anteriores carecieron. «La
reconstrucción de la fracturada fibra moral del país», según el
Presidente Toledo es la misión principal del acuerdo concertador.
«Los próximos 20 años comienzan esta noche», ha dicho en su
discurso inaugurando el diálogo. El tiempo dirá si su mensaje fue
escuchado.

29 de marzo del 2002

© 2002, José Luis Rénique


Escriba al autor: JRENIQUE@aol.com
Comente en la Plaza de Ciberayllu.
Escriba a la redacción de Ciberayllu

Ley de Partidos Políticos (Perú)


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La Ley n.º 28094, de Partidos Políticos, promulgada el 31 de octubre de 2003, es la


ley que regula la constitución, reconocimiento, funcionamiento y financiación de los
partidos políticos en el Perú. Esta Ley contribuye a la institucionalización del sistema de
partidos de Perú, exigiendo a los mismos una estructura partidaria descentralizada, un
padrón depurado, la elección y no sólo designación de la mayoría de los candidatos para
los diferentes cargos públicos, el desarrollo de procesos electorales con el apoyo y
asistencia técnica de la ONPE, así como el financiamiento partidario.

[editar] Democracia interna

Una de las innovaciones más importantes de la Ley es el establecimiento de


mecanismos de democracia interna que lleven a los partidos políticos a la elección de
sus dirigentes y candidatos a los procesos electorales a nivel nacional, regional y local.
Para ello, la Ley propone un marco legal dirigido a garantizar estos procesos de elección
democrática.

[editar] Financiamiento de los partidos políticos

Antes de la promulgación de la Ley, los partidos políticos peruanos contaban con un


sistema de financiamiento privado poco regulado y claro, y por ende poco cumplido. En
el caso del financiamiento público, este sólo estaba regulado fundamentalmente por la
modalidad de la llamada franja electoral. Por ejemplo, en las elecciones generales de
2001 fueron en total 39,723,134.00 soles los que se destinaron a financiar la franja
electoral a favor de los partidos.

Una de las innovaciones de la Ley es proponer un sistema de financiación mixto


(privado y público), que se dará a través de modalidades directas e indirectas y que van
de la mano con un sistema de rendición de cuentas por parte de los partidos políticos,
para lo cual se crea la Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios de la Oficina
Nacional de Procesos Electorales.

Según la ley, los partidos políticos que obtienen representación en el Congreso recibirán
del Estado financiamiento público directo. Para ello el Estado destinará el equivalente al
0.1% de la Unidad Impositiva Tributaria - UIT (S/. 3.20) por cada voto emitido para
elegir representantes al Congreso. Este otorgamiento de fondos públicos entró en
vigencia luego de la elección del año 2006. La ley prevé que sean utilizados
exclusivamente para actividades de formación, capacitación e investigación, así como
para los gastos de funcionamiento ordinario (agua, electricidad, teléfono). Estos fondos
se otorgan con cargo al Presupuesto General de la República.

Los fondos partidarios se distribuyen de la siguiente manera: un 40%, en forma


igualitaria entre todos los partidos con representación en el Congreso de la República; el
60% restante, en forma proporcional a los votos obtenidos por cada partido político en
la elección de representantes al Congreso de la República.

La transferencia de estos fondos a cada partido se realiza en cinco partes, a un quinto


por año.

Historia de los partidos políticos en el Perú


10 Enero 2010 - 8:34am | by cesar antonio torres nonajulca (Perú)

La diaspora de la izquierda del siglo XX y la inamovilidad de la derecha. El siguiente documento


es una adaptación y actualización de documentos elaborados para la historia de la política en el
Perú; y es de uso interno para el proceso de capacitación de dirigentes y candidatos del Partido
Humanista Peruano.
CESAR TORRES NONAJULCA, SECRETARIO NACIONAL DE IDEOLOGIA, DOCTRINA Y FORMACION
POLITICA PHP

1. PARTIDO POLÍTICO

Organización política que adscribe a una ideología o doctrina determinada, representa algún
grupo en particular, creado con el fin de ayudar de una forma democrática a la determinación
de la política nacional y a la formación y orientación de la voluntad de los ciudadanos. Según el
artículo 1° de la Ley de Partidos Políticos, se reserva la denominación de "partido" a los
reconocidos como tales por el Registro de Organizaciones Políticas del Jurado Nacional de
Elecciones. Además son de creación libre, amparados pues en el artículo que consagra el
derecho de asociación en la constitución (Art. 2-17), pero no son órganos del Estado. Teniendo
derecho a acceder de ayuda financiera de parte del Estado (En proceso de implementarse).

2. HISTORIA MUNDIAL DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

La existencia de los partidos políticos pareciera estar ligada a la propia naturaleza de los
hombres, quienes por su esencia de ser social manifiestan posiciones diferentes en relación a
los principales temas que lo preocupan. Por esta razón, ya en la antigüedad, en Grecia y Roma
existían grupos que se nucleaban en torno a determinado figuras por oposición a otras. En
épocas mas recientes, con el desarrollo de la democracia, surge la libertad política. En
adelante, la expresión de ideas políticas contrarias a quienes ejercen el gobierno ya no
constituiría un delito por el cual las personas sean pasibles de persecución, destierro o
muerte. Sin embargo, los partidos políticos tardaran en se aceptados. En un principio los
pensadores del constitucionalismo del Siglo XVII se opusieron de manera vehemente a los
partidos políticos porque consideraban que las organizaciones intermedias perseguían
intereses particulares y se interponían entre individuos y gobierno, debilitando la libertad.

Los partidos políticos resultaban una pieza clave e irremplazable en todo sistema democrático.
En la medida que se iba consolidando la democracia, surgían y se desarrollaban los partidos,
pese al silencio de las Constituciones y de las leyes. En la primera mitad del siglo XIX los
partidos políticos surgen como tales también los sindicatos, las ciencias sociales, la doctrina
social católica, por el auge del desarrollo industrial y otros movimientos y conceptos de gran
alcance, que acabarían presuntamente manejando el Estado y la Sociedad. Principalmente
podían aparecer como una ideología con sentido gremial en Inglaterra y algunas veces
mesiánico en el resto de Europa, Asia y América Latina

En un principio la gente era atraída por un líder de gran carisma y se congregaban respecto a su
liderazgo. Conocido como caudillo. Tradicionalmente los partidos políticos se agrupan en un
espectro que va de izquierda a derecha según sus propuestas económicas, políticas y sociales,
aunque esta calificación a veces es un tanto ambigua y resulta difícil encasillar a muchos
partidos dentro de este sistema: La izquierda incluiría a los partidos comunistas y socialistas, en
el centro se ubican las tendencias socialdemócratas y liberales; y hacia la derecha se
encuentran, liberales, neoliberales, conservadores y fascistas.
Pero de hecho los partidos de derecha, y ahora de la izquierda, se alternan en el poder y su
principal objetivo es la permanencia en el poder o el acceso al poder y su programa es en
ambos de tipo centro con una versión utópica que parece más definitiva y deseable: el bien
común del ciudadano, el perfeccionamiento de las instituciones y el desarrollo de las relaciones
internacionales en los países más poderosos. Los partidos políticos dependen del sufragio
universal o elecciones, que a su vez dependen del tipo de estratificación social y ésta del
desarrollo del sistema social: liberal o conservador. Frente a toda clase de partidos políticos se
levanta diversas formas de gobierno como la dictadura o el anarquismo, en sus más diversas
formas, que no contribuye a forjar estado y nación en el siglo XXI.

3. HISTORIA PERUANA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

La República en 1821, se proclama sin tener el territorio asegurado. El escenario del primer
debate ideológico, la Asamblea Constituyente de 1822, se reúne cuando las tropas realistas
ocupan buena todavía parte de las intendencias. Los representantes de la nación, definidos por
el culto a la razón antes que por el voto popular, son la expresión de una élite empapada del
debate revolucionario y religiosas, vinculadas al acontecer de la época.

Las expediciones libertadoras de José de San Martín y Simón Bolívar coinciden en que el más
sólido bastión de la Corona es el Perú colonial. La derrota de la revolución de Tupac Amaru en
1781 y el fracaso de la rebelión de Mateo Pumacahua en 1814 evitaron que la gesta
independentista tuviera aliento social y nacional. a República se proclama sin tener el territorio
asegurado. El escenario del primer debate ideológico, la Asamblea Constituyente de 1822, se
reúne cuando las tropas realistas ocupan buena todavía parte de las intendencias. Los
representantes de la nación, definidos por el culto a la razón antes que por el voto popular, son
la expresión de una élite empapada del debate revolucionario de la época. Herederos de la
Ilustración y seguidores de la Constitución de Cádiz de 1812, pugnan por que los principios de
las grandes revoluciones del siglo XVIII consten en la primera carta de la República. Las
discusiones se entremezclan con quienes quieren que la representatividad no signifique
mayores concesiones a la soberanía popular. Esto es, con aquellos convencidos de que no hay
condiciones para superar la vieja división virreinal entre la república de indios y la de
españoles. Son los liberales inspirados en el Contrato Social los que vencen, pero sus sueños
distan mucho de la realidad. La Carta original no llega a regir un solo día, pues sucumbe ante la
exigencia del uso militar de concentrar el poder para derrotar al ejército realista. En las
primeras décadas del naciente Estado, más que hablar de partidos, como quiere Távara, cabe
más bien hablar de tendencias ideológicas. Se organizan al igual que en Inglaterra desde el
siglo XVII en el Parlamento, pero esta entidad tiene una cronología accidentada y su poder es
contrariado por el caudillismo militar. Los liberales trazan esfuerzos para consagrar su credo y
quieren organizar el estado de acuerdo a los principios de la modernidad, primero en el 23,
luego en 1828 y 1834. Las guerras civiles y los conflictos internacionales socavan tal propósito.
La falta de continuidad institucional del Congreso y el peso del caudillismo evitan que el
liberalismo ideológico prosiga su desarrollo hasta principios de la segunda mitad del siglo XIX.
Las ideas de los liberales de la independencia quedaron vigentes pese al rechazo del
militarismo y las clases dominantes. Domingo Elías organiza el «Club Progresista» en 1851 para
enfrentarse a la candidatura de Rufino Echenique y más adelante, Manuel Pardo funda la
«Sociedad Independencia Electoral», que bajo la consigna de llevar a un civil al poder, se
convierte en el precedente del primer partido político moderno que se funda en el Perú. Pardo
es la expresión de una naciente burguesía agraria y comercial que quiere modernizar el aparato
estatal. Se propone organizar a los nuevos sectores sociales que surgen con el incipiente
capitalismo. Las posibilidades que ha abierto el comercio internacional del guano requieren
mejorar el nivel de la administración pública.

El Partido Civil propone la «república práctica» y así pudo iniciar una nueva fase en el proceso
de afianzamiento del Estado republicano. La lucha interna lo lleva al final de su mandato a
designar como sucesor a otro militar, Mariano Ignacio Prado, cuya adhesión al liberalismo no
fue suficiente para ocultar el desagrado que la vuelta a los políticos de uniforme produjo. Sus
propias contradicciones y luego el desastre de la guerra con Chile, frustraron la continuación
del proyecto.

La famosa polémica Haya-Mariategui, en las primeras décadas del siglo XX, prefiguro la historia
moderna de los partidos. Al influjo del debate entre apristas e izquierdistas construyeron
partido. La izquierda nunca pudo superar la muerte del Amauta, y hoy sigue inconclusa la tarea
de un verdadero partido de izquierda. El APRA consolido su organización y hoy es el único
partido realmente existente. La derecha peruana heredera de la oligarquía, organizo partidos
como AP, PPC y en los últimos años Solidaridad, Cambio 90, Fuerza 2011, que no logran
consolidarse como partidos, sino como instrumentos de manejo y negociación en la política.

En suma, durante el Siglo XX la derecha se caracterizo por su inamovilidad, nunca ha podido


construirse realmente en la sierra y selva, su ámbito es metropolitano y urbano, la izquierda
tuvo y tiene cientos de esfuerzos y ningún referente serio de organización, ha sido una
permanente diáspora, y el centro político, hoy en el siglo XXI, ocupa la atención principal,
siendo un espacio de disputa entre los partidos tradicionales de la derecha y la izquierda, sin
que se consoliden.

Partidos Activos:

DERECHA POLITICA PERUANA

Partido Popular Cristiano (PPC).- Fundado por Luis Bedoya Reyes como resultado de la ruptura
con el Partido Democracia Cristiana. Participó en las elecciones a la asamblea constituyente en
1978. Durante los años 80, mantuvo su cercanía con Acción Popular, manifestada desde la
década de 1960. Esta relación que se quebró con el fracaso de la alianza FREDEMO en 1990.
Ideológicamente se reconoce como demócrata cristiano, aunque desde 2001 se acerca más a la
derecha conservadora. Su presidenta es Lourdes Flores Nano Tendencia: Conservador. Para las
eleccione9s de 2006, se presenta formando parte de la alianza Unidad Nacional (UN), integrada
también por el Partido Renovación Nacional y el Partido Solidaridad Nacional. Ninguno de sus
miembros ha alcanzado la presidencia.

Acción Popular (AP).- Fundado por Fernando Belaúnde Terry en 1956 (sobre la base del Frente
Nacional de Juventudes Democráticas, 1955), quien fue luego dos veces elegido Presidente del
Perú (en 1963-1968, y en 1980-1985). Su correligionario Valentín Paniagua Corazao fue
transitoriamente elegido Presidente del Perú (2000-2001). De sus filas se escinde la "Acción
Popular Socialista" (luego "Acción Política Socialista" o "APS"). Se inspira en algunas frases de
su fundador como "El Perú como Doctrina" o "El Perú para los peruanos". Doctrina:
Acciopopulismo Tendencia: aunque en sus orígenes se muestra cercano al reformismo y
durante su segundo gobierno se acercó tenuemente al liberalismo, durante los últimos años
actúa como partido de centro.

Cambio 90.- Movimiento fundado en 1989 por Alberto Fujimori Fujimori, tres veces Presidente
del Perú en casi once años consecutivos: 1990-1992 (y su continuación: 1992-1995), 1995-
2000, y julio 2000-octubre 2000. Es un partido personalista, ligado a la imagen y las acciones
del ex-presidente Alberto Fujimori. En 1992, con miras a las elecciones del Congreso
Constituyente, se alió con Nueva Mayoría, otro movimiento de bases fujimoristas. A partir de
2001, la alianza ha centrado sus esfuerzos en promocionar el retorno de su líder, prófugo de la
justicia peruana. En otros procesos electorales, el fujimorismo se ha presentado bajo
denominaciones alternas o partidos satélites: Vamos Vecino, Solución Popular, Perú 2000, Sí
Cumple y Alianza para el Futuro, y ahora Fuerza 2011 con Keiko Fujimori.

Partido Aprista Peruano (PAP).- Partido fundado en 1930 (como parte del APRA [Alianza
Popular Revolucionaria Americana], siglas con que también se le conoce), por Víctor Raúl Haya
de la Torre. Su compañero Alan García Pérez fue elegido Presidente del Perú (1985-1990). Se
basó en el anti-imperialismo, que lo lleva a reconocerse como afín al socialismo, mas en la
actualidad desarrolla un programa neoliberal , alejado del populista-estatista de su primer
gobierno. De sus filas se escinden el "Apra Rebelde" (luego MIR), y el Movimiento de Bases
Hayistas. Doctrina: Aprismo. Tendencia: social demócrata, asiste como observador de la
Internacional Socialista.

Perú Posible (PP)- Partido fundado por Alejandro Toledo Manrique en 1994 con el nombre de
País Posible. Vencedor en las elecciones de 2001, para asumir el gobierno hasta 2006. No
muestra una tendencia política clara: en sus filas figuran desde conservadores hasta
izquierdistas católicos. En materia económica, ha optado por una postura cercana al liberalismo
y un acercamiento diplomático y comercial con los Estados Unidos. Sin embargo, sus
escrúpulos en materia fiscal no han impedido que el contenido de su discurso partidario se
aproxime al populismo o asistencialismo. Simbólicamente, se apoya en elementos de la cultura
indígena. Doctrina: Perú posibilismo.

Partido Solidaridad Nacional (PSN).- Partido fundado por Luis Castañeda Lossio (ex-
acciopopulista) en 1999. Es parte de la alianza electoral Unidad Nacional desde las elecciones
municipales de 2002, en las que Castañeda Lossio obtuvo la alcaldía de Lima. Antes, había
participado sin éxito en las elecciones presidenciales. El partido sobrevive del prestigio de su
líder, ganado cuando este se desempeñaba como director del Instituto Peruano de Seguridad
Social. No tiene un ideario político definido salvo ciertos valores prácticos como la
"solidaridad", eje de su propaganda. Tendencia: Conservador.

CENTRO POLITICO PERUANO


Somos Perú (SP).- Partido fundado por Alberto Andrade Carmona (ex-pepecista) en 1997. Sus
orígenes se remontan a la gestión de Andrade como alcalde del distrito limeño de Miraflores.
En 1995, bajo el rótulo de Somos Lima, presenta candidatos al sillón municipal de Lima
Metropolitana y diversos distritos de la capital. El movimiento local adquirió dimensiones
nacionales desde 1998. Hasta las elecciones de 2002, su desempeño fue más eficaz en las lides
municipales que en las generales. Tendencia: Centro-derecha.

Restauración Nacional.- Fundado por Humberto Lay Sun en el 2005. Partido liderado por los
evangelistas. Centro derecha.

Partido Humanista Peruano, fundado por Yehude Simon, en la región Lambayeque,


identificado como centro izquierda. Doctrina: Humanismo como forma de vida, Perú como
doctrina.

IZQUIERDA PERUANA

Unión por el Perú (UPP).- Partido. Fundado por Javier Pérez de Cuellar en 1995. Tras el
alejamiento de su fundador, ha sido el rótulo electoral empleado por diversos grupos de
izquierda comunista moderada o radical.

Partido Nacionalista, liderado por Ollanta Humala.

En los últimos meses se ha registrado actividad en el MNI, así como Tierra y Libertad

El mausoleo de los partidos en la historia del Perú:

Partido Civil, 1871. En un comienzo se llamó Sociedad Independencia Electoral, fue fundado
por Manuel Pardo. Se conformó como una opción ante los sucesivos gobiernos militares.
Gobernó el Perú, la primera vez en 1872 y en varias oportunidades desde 1896 hasta 1912.

Partido Nacional, 1882. Fundado por Nicolás de Pierola Villena.

Partido Constitucional, 1882. Surgió como consecuencia de la fusión del partido Civil y el
Liberal, auspiciando la candidatura de Andrés Avelino Cáceres (quien ganó las elecciones).

Partido Demócrata, 1884. Fundado por Nicolás de Pierola Villena.

Unión Nacional, 1891. Llamado también Partido Radical. Fue fundado por Manuel González
Prada.

Partido Unión Cívica, 1892. Fundado por Mariano Nicolás Valcárcel.

Partido Liberal, 1901. Fundado por Augusto Durand Maldonado.

Partido Civil Independiente, 1911. Presidente: Enrique Barreda y Osma.


Partido Nacional Democrático, 1915. Fundado por José de la Riva Agüero.

Partido Democrático Reformista, 1920. Fundado por Augusto Bernardino Leguía Salcedo.
Gobernó (haciéndose reelegir varias veces) entre 1919 y 1930.

Partido Obrero, 1924. Fundado en Huaraz por Fernando Ortega y Elías Rivas.

Partido Laborista del Perú, 1925. Fundado por José Manuel Rodríguez.

Partido Socialista del Perú (PSP), 1928. Fundado por José Carlos Mariátegui. En 1930 se
integró al Partido Comunista Peruano fundado por Sergio Caller en 1929. No confundir con el
nuevo Partido Socialista, fundado por Javier Diez Canseco a partir del Partido Democrático
Descentralista.

Partido Comunista Peruano (PCP), 1929. Fundado por Sergio Caller en el Cusco. Jorge Del
Prado ostentó el cargo de secretario general desde 1966 hasta 1991. Participó en las elecciones
constituyentes de 1978, generales de 1962 (en el FLN), 1980 (en UI), 1985 y 1990 (estos dos
últimos en IU); municipales de 1980, 1983, 1986, 1989 y 1993 (todas al interior de IU). En 1980
fundó, con otros partidos, Izquierda Unida. En el Referéndum de 1993, apoyó la opción por el
NO. Desde 1992 (tras el golpe cívico-militar) dejó de tener representación parlamentaria. Se
encuentra fragmentado en distintas secciones que reclaman, cada una desde su propia tribuna,
ser la auténtica encarnación del Partido.

Partido Socialista del Perú (PSP) 1930 fue fundado por Luciano Castillo Coloma como
desprendimiento del PCP. Participó en las elecciones constituyentes de 1931, generales de
1962, 1980, 1990 (en alianza con IU), municipales de 1980, 1983 y 1993, pero su presencia se
reduce a la provincia de Talara, en Piura. En el Referéndum de 1993, apoyó la opción por el NO.

Partido Nacional Agrario, 1930. Fundado por Pedro Beltrán Espantoso, Gerardo Klinge y
Manuel González Olaechea.

Partido Nacionalista, 1930. Fundado por Elías Lozada Benavente.

Unión Revolucionaria (UR), 1931. Fundado por Luis Miguel Sánchez Cerro. Participó en las
elecciones generales de 1931 y 1945. Fue partido de gobierno con Luis M. Sánchez Cerro a
partir de 1931 (hasta el magnicidio perpetrado contra Sánchez Cerro).

Partido Descentralista del Sur, 1931. Su órgano de expresión fue Nuestra Tierra.

Partido Constitucional Renovador del Perú, 1931. Fusión del Partido Constitucional y la
Coalición Nacional. En 1931 presentó la candidatura presidencial de su Jefe, Arturo Osores.

Acción Republicana, 1931. Fundado por Manuel Vicente Villarán.


Partido Nacionalista del Perú, 1933. Fundado por Clemente Revilla. Luego fue jefe del partido
Víctor M. Arévalo. Otro Partido Nacionalista del Perú, fue fundado por Luis Antonio Eguiguren
en 1933. No confundirlo con el más reciente Partido Nacionalista, liderado por Ollanta Humala.

Partido Regionalista, 2003 agrupación formada por Andrés Tinoco Rondan como Presidente-
Fundador de la Asociación Internacional de Ingeniería Política - AIP, cuyo objetivo es la
Democracia Descentralista. Los "regionarios" actualmente tienen regidores en Huánuco y La
Libertad.

Partido Republicano del Perú. Fundado por Pedro R. Samillán.

Partido Nacional Regionalista del Centro. Fundado por J. Calmet del Solar.

Partido Sindicalista Rural Urbano del Perú, 1939. Fundado por Jorge Badani.

Partido Nacionalista Proletario.

Partido Vanguardia Democrática. Secretario General, H. Merel.

Unión Popular. Presidente Jorge Suárez Giulfo.

Unión Cívica Nacional. Secretario General Luis Felipe Villarán Freire.

Acción Popular Peruana. Secretario General Carlos Gonzáles Loli.

Acción Democrática Revolucionaria. Presidente: Carlos Guija.

Partido Descentralista. Presidente: Francisco Tamayo.

Partido Demócrata. Presidente: Juan Vicente Nicolini.

Partido Social Cristiano. Presidente: Baltazar Caravedo.

Unión Democrática Peruana, 1942. Fundado con el nombre de Frente de la Peruanidad en


Defensa de la democracia, por Julio Marcial Rossi Corsi.

Partido Demócrata Socialista, 1944. Presidente Luis A. Suárez; secretario del interior: Manuel
Sánchez Palacios y secretario de organización: G. Carrión Matos.

Renovación Nacional, 1944. Fundado en el Callao por Carlos Miró Quesada Laos. No confundir
con el más reciente Partido Renovación Nacional, de Rafael Rey.

Legión Patriótica Independiente, 1944. Nació propiciando la candidatura presidencial de Eloy


Ureta.
Frente Democrático Nacional, (FDN) 1945. Fundado en Arequipa por Manuel J. Bustamante de
la Fuente (con independientes), conformando luego una alianza electoral con el Apra y el PCP,
que posibilitó el triunfo presidencial del Dr. José Luis Bustamante y Rivero en 1945.

Partido Vanguardia Socialista (Comunista), 1945. Nombre del PCP que posibilita su inscripción
legal. Secretario: Jorge Acosta Salas.

Partido Social Cristiano del Perú, 1946. Presidente del Comité Organizador: Víctor Cárcamo.

Partido Obrero Revolucionario (POR), 1946. Primer grupo marxista de inspiración trotskista.
Entre sus fundadores se cuenta a Francisco Zevallos, Leoncio Bueno, Francisco Abril de Vivero.

Movimiento Cívico Independiente. Su declaración de principios la firman Pedro Beltrán, Javier


Ortiz de Zevallos y Pedro Roselló.

Movimiento de Renovación Nacional, 1947. Fundado por Julio Bedoya Villacorta.

Movimiento de Restauración Nacional, 1948. Fundado por Manuel A. Odría. Surgió del
Movimiento Restaurador de Arequipa que nació con el golpe de Estado de 1948. Fue creado
para participar en las elecciones de 1950 que ganó. Luego de ceder el poder en elecciones
democráticas mantuvo una representación parlamentaria liderada por Julio de la Piedra. En
1961 se transformó en la Unión Nacional Odrista (UNO). Tuvo entre sus líderes a Julio de la
Piedra. Participó en las elecciones generales de 1962, 1963, 1980, 1990; municipales de 1963,
1966 (en alianza con el Apra), 1980, 1983; constituyentes de 1978 y complementarias de 1967
(en alianza con el Apra).

Alianza Nacional, 1947. Fundado por Pedro Beltrán Espantoso.

Partido Unión Democrático, 1948. Fundado por Paulino Prado Altamirano.

Unión Democrática, 1949. Conformado por los partidos: Democrático, Reformista, Liberal,
Nacionalista, Constitucional, Progresista y Coalición Laborista del Callao. Fue su presidente
Andrés Dasso.

Coalición Nacional, 1955. Fundado por Pedro Roselló.

Frente Nacional de Juventudes Democráticas, 1956. Grupo que promovió y lanzó la


candidatura del arquitecto Fernando Belaúnde Terry en 1956. Fue la base de la formación de
Acción Popular ese mismo año.

Movimiento Social Progresista (MSP), 1956. Entre sus líderes se encontraban Santiago Agurto
Calvo (secretario general), Alberto Ruiz Eldredge, los hermanos Salazar Bondy. Participó en las
elecciones generales de 1962.

Movimiento Democrático Pradista (MDP), 1956]]. Fundado a iniciativa de Manuel Cisneros


Sánchez, teniendo como jefe máximo a Manuel Prado y Ugarteche. Posteriormente cambia de
nombre por Movimiento Democrático Peruano (MDP). Fue partido de gobierno entre 1956 y
1962.

Partido Demócrata Cristiano (DC), 1956. Fundado, entre otros, por Ernesto Alayza Grundy, Luis
Bedoya Reyes, Mario Polar Ugarteche, Héctor Cornejo Chávez, Roberto Ramírez del Villar.
Participa en las elecciones generales de 1962, 1963 (en alianza con AP), 1985 (en alianza con el
Apra), 1990 (en alianza con IS), municipales de 1963, 1966, 1967 (todas en alianza con AP) y
1983. Participa como aliado de gobierno en 1963-1968 con Ap y 1985-1990 con el Apra.

Partido Nacionalista Revolucionario Peruano, 1957. Fundado por Guillermo Carnero Hocke.

Frente de Liberación Nacional (FLN), 1960. Fundado por el general César Pando Egúsquiza,
Salomón Bolo Hidalgo, Genaro Checa. Participa, teniendo como base partidaria principal al PCP,
en las elecciones de 1962.

Ejército de Liberación Nacional (ELN), 1960. Se forma con parte de la Juventud del PCP,
dirigido por Héctor Béjar, Juan Pablo Chang, Abraham Lama, Javier Heraud. Más tarde, en
1963, inició las guerrillas, en la zona de Ayacucho.

Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR), 1962. Conformado por la fusión de la Agrupación


Unificación de la Izquierda Revolucionaria, sectores del Partido Comunista, Agraria
Revolucionaria, Partido Obrero Revolucionario. Líderes: Hugo Blanco, Antonio Aragón,
Vladimiro Valer, Juan Pablo Chang, Gorky Tapia. Dirige a inicios de los sesenta el movimiento
campesino del Cusco y realiza acciones armadas.

Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), 1962. Grupo de influencia castrista, fundado


por Luis de la Puente Uceda, con un grupo de ex-apristas. Más tarde, en 1965, iniciaron las
guerrillas contra el primer gobierno de Belaúnde.

Fuerzas Populares. Fundado por Mario Villarán Rivera.

Frente Nacional de Trabajadores Campesinos (FNTC o FRENATRACA), 1962. Fundado en Puno


por los hermanos Néstor, Róger y Luis Cáceres Velásquez. Participó en las elecciones generales
de 1980, 1985 y 1990, municipales de 1980, 1983, 1986 y 1989, 1993 y 1995, así como las
constituyentes de 1978 y de 1992. En el Referéndum de 1993, apoyó la opción por el NO.

Partido Comunista Peruano (Bandera Roja) PCP (BR), 1964. Ruptura maoísta del PCP, liderado
por Saturnino Paredes, Abimael Guzmán, José Sotomayor. Participó en las elecciones
constituyentes de 1978, al interior de las listas del FOCEP.

Vanguardia Revolucionaria (VR), 1965. Fusión de varios núcleos marxistas, encontrándose


entre sus líderes fundadores: Ricardo Napurí, César Benavides, Ricardo Letts y Edmundo
Murrugarra. Funda, en 1977, la UDP. Participa, con este frente, en las elecciones constituyentes
de 1978 y generales de 1980. Forma, con otros grupos, Izquierda Unida y participa a su interior
en las elecciones municipales de 1980 y 1983. En 1984, se fusiona con otros grupos para dar
nacimiento al PUM.
Confederación de Juventudes Nacionalistas, 1967. Frente nacional de juventudes escindidas
de la Unión Nacional Odriísta (UNO). Dio origen a la crisis de la UNO al afectar sus bases de
juventud de ideología social cristiana. Tras la Revolución Nacionalista de la Fuerza Armada en
1968, se vinculó al Gobierno de Velasco Alvarado. Abrió camino a la vinculación del Partido
Demócrata Cristiano (sector de Cornejo Chávez) al Gobierno de las Fuerzas Armadas.

Partido Social Demócrata Nacionalista, 1968. Fundado por Julio de la Piedra y por otra fracción
renunciante de la Unión Nacional Odriísta.

Partido Obrero Marxista Revolucionario, (POMR), 1970. Ruptura de VR dirigido por Ricardo
Napurí y Jorge Villarán. Tendencia trotskista. Participa en las elecciones constituyentes de 1978
(con el FOCEP) y generales de 1980 (al interior de las listas del PRT).

Partido Comunista Peruano (Sendero Luminoso) (PCP-SL), 1970.* Ruptura del PCP (BR)
dirigido por Abimael Guzmán, Antonio Díaz Martínez, Osmán Morote. Con bases
principalmente estudiantiles y docentes en Ayacucho, inició acciones armadas y terroristas
desde el día de las elecciones en 1980. A pesar de que gran parte de sus líderes se encuentran
presos, entre ellos su máximo líder Abimael Guzmán, aún mantienen presencia importante en
el escenario peruano. En 2003, la Comisión de la Verdad y Reconciliación, consideró al PCP-SL
causante principal de la guerra interna sufrida por los peruanos entre 1980 y 2000, responsable
del 54% de los decesos y de numerosas violaciones a los derechos humanos.

Partido Socialista de los Trabajadores, (PST), 1971. Ruptura del FIR, de tendencia trotskista, es
fundado por Hugo Blanco y Enrique Fernández Chacón. Forma, con otros grupos, el FOCEP y
participó en sus listas en las elecciones de 1978. Participa, en las listas del PRT, en las
elecciones generales de 1980. En 1980 y 1983 presenta listas a las elecciones municipales.

Partido Comunista Revolucionario (PCR), 1974. Grupo, inicialmente maoísta, que rompe con
VR. Fundado por Manuel Danmert, Agustín Haya de la Torre, Santiago Pedraglio, Juan Arroyo.
Forma la UDP en 1977 y participa en sus listas en las elecciones de 1978. En las del UNIR en
1980 y las de IU en las municipales de 1980, 1983, 1986 y generales de 1985. En 1989 participa
en las elecciones municipales en las listas de ASI (Acuerdo Socialista de Izquierda) y en 1990 en
Izquierda Socialista (IS).

Partido Socialista Revolucionario (PSR), 1976. Formado, entre otros, por prominentes líderes
del gobierno de Velasco: generales Leonidas Rodríguez Figueroa, Jorge Fernández Maldonado,
así como por Enrique Bernales, Alfredo Filomeno, Marcial Rubio y Diego García Sayán. Participa
en las elecciones constituyentes de 1978, generales de 1980 (UI), municipales de 1980, 1983,
1986, generales de 1985 (todas al interior de IU). En 1989 participa al interior de las listas de
ASI y en 1990 en IS.

Unidad Democrático Popular (UDP), 1977. Frente electoral de izquierda conformado por VR,
MIR y PCR. Participa con listas propias en 1978 y 1980. Al interior de IU (Izquierda Unida)
presenta listas en las elecciones municipales de 1980 y 1983.
Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP), 1977.* Frente de izquierda
constituido sobre la base de un núcleo liderado por Genaro Ledesma Izquieta, PST, PCP (BR),
POMR. Participa en las elecciones constituyentes de 1978. Luego se convierte en partido —sólo
con el primer sector— liderado también por Genaro Ledesma. Participa sólo en las elecciones
presidenciales de 1980 y al interior de IU en las elecciones generales de 1985 y 1990 y
municipales de 1980, 1983, 1986, 1989 y 1993. En el referéndum de 1993 apoyó la opción por
el NO.

Partido Comunista Revolucionario (Trinchera Roja) PCR (TR), 1977. Ruptura de PCR liderado
por Agustín Haya de la Torre, Jorge Nieto, Juan Arroyo, César Torres, Manuel Córdova, Jorge
Béjar. Se integra a la UDP y luego se disuelve.

Vanguardia Revolucionaria (Proletario Comunista), VR (PC), 1977. Grupo maoísta que sale de
VR. Fundado por Eduardo Figari y Julio César Mezzich. Posteriormente se disuelve y el último
con un grupo, se incorpora a Sendero Luminoso.

Partido Socialista Revolucionario (marxista-leninista), PSR (ML), 1978. Ruptura del PSR
liderado por Antonio Aragón, Carlos Urrutia, Andrés Avelino Mar. Participa en las elecciones
generales de 1980, en las listas de la UDP.

Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), 1978. Grupo trotskista, formado por una
facción del PST, FIR(IV), FIR(Combate), liderado por Hugo Blanco, Hipólito Enríquez, Raúl Castro
Vera, Nicolás Lúcar. Participa en las elecciones generales de 1980 y municipales de 1980 y
1983.

Acción Política Socialista (APS), 1980. Fundado por Gustavo Mohme Llona. Participa en las
elecciones generales de 1980 y municipales de 1980. Se incorpora a IU en 1985 y participa en
sus listas hasta 1990. Forma con otros partidos el MDI en 1992.

Unión de Izquierda Revolucionaria (UNIR), 1980. Frente electoral de izquierda conformado por
PC del P (PR), FLN, VR-PC. Se incorpora a IU y participa en todas las elecciones desde las
municipales de 1980 hasta las municipales de 1993. En el Referéndum de 1993, apoyó la
opción por el NO. En el 2009 ha iniciado su inscripcion ante el JNE como MNI, Movimiento
Nueva Izquierda.

Izquierda Unida (IU), 1980. Frente político electoral conformado inicialmente por UDP, UNIR,
PCP, PSR, PCR, FOCEP. En 1984, UDP y parte del PCR forman el PUM y se incorporan a IU. Lo
presidió Alfonso Barrantes Lingán hasta 1987. En 1989 realiza su primer congreso. Presenta
listas en las elecciones generales de 1985, 1990 y 1995 en las municipales de 1980, 1983, 1986
y 1989. En las elecciones presidenciales de 1985 quedó en segundo lugar. Entra en crisis
orgánica en 1990 y presenta candidaturas municipales en 1993, donde sólo participan PCP,
UNIR y FOCEP.

Movimiento de Bases Hayistas (MBH), 1981. Ruptura del Apra, liderado por Andrés Townsend
Ezcurra y Francisco Diez Canseco Távara. Participa en las listas del CODE en las presidenciales
de 1985 y se presenta sólo en las municipales de 1983.
Partido de Integración Nacional (PADIN), 1982. Fundado por Miguel Ángel Mufarech, con
sectores renunciantes de AP y PPC. Participa en las elecciones municipales de 1983 y, al interior
de las filas de IU, en las generales de 1985.

Pueblo en Marcha, 1983. Fusión de pequeños núcleos, ex-integrantes de IU, liderados por
Walter Palacios. Se fusiona con la UDP en 1988.

Partido Unificado Mariateguista (PUM), 1984. Fusión de VR, MIR y un sector del PCR,
impulsado por sus comités regionales de Lima, liderados por José Martínez, César Torres N. y
Roberto Lecaros. En su mayoría conformado por la antigua UDP. Sus líderes nacionales: Javier
Diez Canseco, Agustín Haya de la Torre, Santiago Pedráglio, Eduardo Cáceres, Carlos Tapia, solo
refrendaron la unidad. Integra IU y participa en sus listas en todas las elecciones desde 1985.
Se retira de IU en 1990 y participa en las elecciones municipales de 1993. Vuelve a participar,
junto con UNIR, al interior de IU, en las elecciones generales de 1995. En el Referéndum de
1993, apoya la opción por el NO. Se disolvió en el 2002, luego del golpe de Fujimori, y sus
cuadros dirigentes van a las regiones y movimientos locales.

Frente Democrático de Unidad Nacional (FDUN), 1984. Formado para promover la candidatura
presidencial, en 1985, del ex-presidente Francisco Morales Bermúdez.

Solidaridad y Democracia (SODE). Formado por tecnócratas y profesionales reconocidos. Entre


sus líderes se encuentran Javier Silva Ruete, Manuel Moreyra Loredo, Aurelio Loret de Mola,
Raúl Salazar. Participó en las listas

Partido Socialista del Perú.- Partido fundado por Javier Diez Canseco entre otros militante de
izquierda. Deviene de algunos militantes del Partido Unificado Mariateguista (PUM), que a su
vez formó parte de Izquierda Unida (IU), que en los años 80 fue la segunda fuerza política del
país. Tendencia: Izquierda comunista.

Frente Independiente Moralizador (FIM).- Tiene como fundador a Fernando Olivera Vega, y
orígenes en el Partido Popular Cristiano. Año de fundación: 1990. Mantuvo hasta 2005 una
alianza de gobierno con el partido Perú Posible. Tendencia: derecha, aunque sus integrantes lo
conciben como un movimiento fiscalizador, concentrado en la denuncia de la corrupción
política y la violación de derechos humanos. El desempeño del partido a lo largo de su
trayectoria ha sido exclusivamente parlamentario, salvo cuando alguno de sus integrantes
ocupó una cartera ministerial en el gobierno de Perú Posible.

En esta lista de partidos inactivos por la vía legal debe incluirse al Movimiento Revolucionario
Tupac Amaru (MRTA), liderado por Víctor Polay.

Enero 2001

Sociedad civil (ciencia política)


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Para el tipo societario, véase Sociedad civil (Derecho).

El término sociedad civil, como concepto de la ciencia política, designa a la diversidad


de personas con categoría de ciudadanos que actúan generalmente de manera colectiva
para tomar decisiones en el ámbito público que conciernen a todo ciudadano fuera de las
estructuras gubernamentales.

La existencia de una sociedad civil diferenciada de la sociedad política es un


prerrequisito para la democracia. Sin ella, no hay Estado legítimo.1 Para Jürgen
Habermas, la sociedad civil tiene dos componentes principales: por un lado, el conjunto
de instituciones que definen y defienden los derechos individuales, políticos y sociales
de los ciudadanos y que propician su libre asociación, la posibilidad de defenderse de la
acción estratégica del poder y del mercado y la viabilidad de la intervención ciudadana
en la operación misma del sistema; por otra parte estaría el conjunto de movimientos
sociales que continuamente plantean nuevos principios y valores, nuevas demandas
sociales, así como vigilar la aplicación efectiva de los derechos ya otorgados. Así, la
sociedad civil contiene un elemento institucional definido básicamente por la estructura
de derechos de los estados de bienestar contemporáneos, y un elemento activo,
transformador, constituido por los nuevos movimientos sociales.

Tradicionalmente, siguiendo el concepto de Alexis de Tocqueville, se identifica


"sociedad civil" con el conjunto de organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y
sociales que fungen como mediadores entre los individuos y el Estado. Esta definición
incluye, pues, tanto a las organizaciones no lucrativas u organizaciones no
gubernamentales como a las asociaciones y fundaciones. El concepto decimonónico
incluyó también a las universidades, colegios profesionales y comunidades religiosas.

Según Enrique Brito Velázquez, la sociedad civil es "el conjunto de ciudadanos


organizados como tales para actuar en el campo de lo público en busca del bien común,
sin ánimo de lucro personal ni buscar el poder político o la adhesión a un partido
determinado.2

Contenido
 1 Ejemplos de instituciones de la sociedad civil
 2 Sociedad civil en el ámbito jurídico

 3 Véase también

 4 Referencias

 5 Bibliografía adicional

[editar] Ejemplos de instituciones de la sociedad civil


 Organizaciones no gubernamentales (ONG)
 Organizaciones no lucrativas (ONL)

 Clubes y organizaciones deportivas


 Clubes sociales

 Grupos religiosos

 Sindicatos

 Colegios Profesionales

 Organizaciones barriales.

 Think tanks

[editar] Sociedad civil en el ámbito jurídico


Artículo principal: Sociedad civil (Derecho)

La sociedad civil es un contrato por el cual dos o más personas se obligan a poner en
común dinero, bienes ó industria, con ánimo de repartir entre sí las ganancias
(definición del Código Civil de España).

La sociedad civil se opone a la sociedad mercantil. En general se distingue la sociedad


civil por ser aquélla que se constituye sin un objeto mercantil, o al menos, no puramente
mercantil.

[editar] Véase también


 Capital social (sociología)
 Economía social

 Economía constitucional

Caracteristicas de la Sociedad Civil


Publicado el junio 23, 2007 por negoconsulter

Es un contrato por el que dos o más personas ponen en común capital, con el
propósito de repartir entre sí las ganancias.
CARACTERÍSTICAS
Puede haber dos tipos de socios: socios capitalistas y socios industriales.
El capital está formado por las aportaciones de los socios, tanto en dinero
como en bienes o industria.
No existe capital mínimo legal para su constitución.
El número mínimo de socios será de dos.
La responsabilidad de los socios es ilimitada.
Podrá tener o no personalidad jurídica propia en función de que sus pactos
sean públicos o secretos.
Cuando los pactos sean secretos se regirán por las disposiciones relativas
a la Comunidad de Bienes.
Pueden revestir todas las formas reconocidas por el Código de Comercio,
según el objeto a que se destinen.

Participación ciudadana
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El término participación ciudadana hace referencia al conjunto de acciones o


iniciativas que pretenden impulsar el desarrollo local y la democracia participativa a
través de la integración de la comunidad al que hacer político. Está basada en varios
mecanismos para que la población tenga acceso a las decisiones del gobierno de manera
independiente sin necesidad de formar parte de la administración pública o de un
partido político.

Otra forma en que se manifiesta la participación ciudadana es a través de las ONGs las
cuales pugnan por ciertos temas sociales sin sustituir en las funciones del gobierno sino
evaluándolas, cuestionándolas o apoyándolas (véase: lobby). También puede proponerse
a través de la discusión de temas de importancia de los ciudadanos en foros organizados
o por otras vías para llegar a un consenso.

Últimamente, organismos estatales forman consejos ciudadanos para la administración o


evaluación de las políticas públicas, formados de ciudadanos interesados y expertos
independientes.

Durante los últimos años se viene potenciando la necesidad de un proceso de


participación pública, de un proceso de identificación e incorporación de las
preocupaciones, necesidades y valores de los distintos agentes en la toma de decisiones.
Una correcta participación pública consiste en un proceso de comunicación
bidireccional que proporciona un mecanismo para intercambiar información y fomentar
la interacción de los agentes con el equipo gestor del proyecto.

Algunas Administraciones prestan muy poca atención a la participación de los agentes,


bien considerando que los profesionales son los más adecuados para tomar las
decisiones de transporte con una orientación técnica, bien porque los políticos locales
piensen que ellos representan mejor los intereses de los distintos agentes. Los
beneficios de la participación son diversos:

- Aporta el punto de vista de los usuarios/clientes que puede mejorar los proyectos y
planes.

- Demuestra un compromiso con una gestión eficaz y transparente.

- Potencia el papel de los agentes aumentando la aceptación general del proyecto.

- Ayuda y mejora la toma de decisiones en todas sus fases.

- Puede evitar serios problemas de contestación que demoren o invaliden el proyecto.

- Facilita el desarrollo de los proyectos en fase de construcción.


En marzo de 2006, se celebraron las I Jornadas de Participación Ciudadana en la
Planificación de las Infraestructuras organizadas por el Gobierno Navarro y la
Asociación Española de la Carretera. Se presentaron numerosos casos y experiencias de
nuestro país y las principales lecciones aprendidas se resumen en:

- La participación en los aspectos ambientales está arraigada y puede ser una referencia
sobre lo que hay que hacer en una participación social en sentido más amplio.

- El proceso de información pública contemplado en el sistema legal actualmente


vigente en España está lejos de su potencial. Requiere una mejora en cuanto a su
alcance y forma para lo que podría ser necesario ampliar el plazo. Quizá también habría
que valorar la posibilidad de potenciar su carácter vinculante.

- La creación de un grupo de participación estable como pactos o foros de movilidad


facilitan la participación ciudadana y consolidan una cultura en la relación
Administración-organizaciones sociales que facilita la compresión mutua y permite ir
madurando proyectos. - La Administración más cercana al ciudadano, la local, es la que
mejor puede valorar la representatividad de las asociaciones y de los grupos de presión
y, por tanto, debe tener un papel relevante. Los mensajes a los ciudadanos, sin embargo,
deben ser coordinados desde las distintas Administraciones en un proceso de
participación bien planificado.

- No es sencillo apostar por una participación ciudadana amplia, pero las experiencias
en España han resultado muy satisfactorias, sirviendo para mejorar los proyectos y
facilitar su puesta en marcha.

- Al igual que ocurre con un buen proyecto de construcción, los costes de participación
son muy reducidos en relación con las inversiones de los planes y proyectos, pero deben
estar claramente identificados y tener partidas específicas que aseguren su viabilidad.

Contenido
 1 Planificando la participación ciudadana
 2 Preparación de una estrategia de participación

 3 La experiencia en Europa

 4 Herramientas de participación

 5 Véase también

 6 Enlaces externos

 7 Bibliografía

[editar] Planificando la participación ciudadana

Para que la participación ciudadana tenga éxito y sea eficiente, debe estar bien
planificada tal y como se recoge en el “Manual Europeo sobre Toma de Decisiones y
participación pública”, en cuya elaboración el Consorcio Regional de Transportes de
Madrid tuvo un papel relevante).

Figura. Esquema de planificación de participación pública

Análisis previo La preparación de un proceso de participación exige un análisis


detallado de cómo integrarlo en el proceso de toma de decisiones, qué agentes pueden
estar interesados y cómo pueden incorporarse en su participación y comentarios en el
proceso, para lo cual la preparación de una estrategia proporciona una estructura que a
la larga producirá un mejor análisis.

Integración con la toma de decisiones Una de las características más importantes de


una participación eficaz es que forme parte de un proceso integral de toma de
decisiones, esto es, que haya una relación clara entre las actividades de participación y
toma de decisiones. Por ello, planificar la estrategia de participación resulta de gran
utilidad. Coordinación interna La implantación de una estrategia de participación eficaz
requiere a menudo que se involucre a diversos departamentos dentro de una
organización, por lo que es vital una estrategia que defina responsabilidades, plazos y
procedimientos.

Revisión de la gestión Una estrategia de participación proporciona al equipo gestor la


información necesaria para fijar los recursos necesarios para poder interpretar mejor los
aspectos más críticos e identificar cualquier posible problema desde el principio del
proyecto.

Revisión por los agentes involucrados Una forma de aumentar la credibilidad de un


proceso de toma de decisiones potencialmente controvertido consiste en dar a los
agentes la posibilidad de revisar la estrategia de participación.

Documentación y seguimiento Por si hubiera dudas sobre la idoneidad de una


determinada estrategia de participación, es importante que exista un documento de
estrategia que fije los motivos de las actividades desarrolladas en este sentido y defina el
método de evaluación y seguimiento del proceso de participación.

[editar] Preparación de una estrategia de participación

Una estrategia (o plan) de participación define los procesos que pueden ser
desarrollados durante cada etapa del proyecto y las interrelaciones entre etapas
(incluyendo los elementos clave de decisión), estableciendo quien deberá participar,
cómo se identificará a los participantes y qué herramientas se aplicarán.
La estrategia debe definir los papeles y responsabilidades de todas las partes y grupos de
agentes a involucrar en la toma de decisiones, incluyendo a los miembros del equipo
gestor. El plan debe describir claramente el tipo de actividades de participación a
desarrollar, incluyendo, por ejemplo, jornadas, encuentros locales o envío de cartas.

La preparación de una estrategia de participación debe comprender, típicamente, los


siguientes aspectos recogidos en el “Manual sobre Toma de Decisiones y participación
pública” desarrollado en el marco Proyecto Europeo Guidemaps. (2004).

- Definir los objetivos;

- Preparar un comunicado identificando qué se espera de este proceso y cuándo;

- Identificar los agentes más relevantes;

- Preparar un presupuesto para todas las actividades de participación y los recursos


necesarios, incluyendo catering y edición;

- Coordinar con los plazos de otras actividades del proyecto y preparar el programa
temporal de participación;

- Identificar los mensajes principales a transmitir

- Elegir una combinación adecuada de técnicas y herramientas para involucrar a todos


los agentes, de forma que se maximice la participación;

- Incorporar alguna forma de retroalimentación a las actividades de participación, de


forma que se identifique cómo y cuándo se debe contactar a los agentes, actividades e
hitos principales en relación con esta tarea; y

- Especificar cómo se desarrollará la evaluación de la estrategia durante y después del


proceso de participación, considerando tanto el proceso (las técnicas empleadas) como
los resultados (la información que se obtiene del proceso).

[editar] La experiencia en Europa

A pesar del interés creciente que existe en España en relación con la participación
pública en proyectos de transporte, todavía estamos lejos de alcanzar las mejores cotas
europeas. No obstante, conscientes de este desfase, es importante acometer el reto por
fases (desde una buena información hasta una toma de decisiones y acción conjunta).

Brighton y Hove es un buen ejemplo de exitosas actividades de participación. En el año


2000, el Ayuntamiento llevó a cabo un proceso de participación a gran escala para
desarrollar un Plan Local que estableciera recomendaciones para propuestas de
desarrollo de suelo adecuadas. Las estrategias del Plan Local estaban orientadas también
a influenciar la preparación del Plan Local de Transporte y medidas específicas para
regenerar la zona de la estación de Brighton.
Los representantes del Ayuntamiento prepararon un Borrador de Plan Local (Informe
Técnico) basado en los comentarios y respuestas recibidas como resultado del proceso
de participación y realizaron más labores de participación con otros dos nuevos
Borradores del Plan.

Uno de los aspectos principales de esta estrategia de participación fue la


retroalimentación con las aportaciones de los distintos agentes, dando a conocer el
equipo gestor los comentarios individuales y aspectos recibidos a lo largo del proceso,
de manera que los agentes pudieran comprobar que sus puntos de vista y opiniones se
incorporaban en el plan estratégico para su área. Este método de retroalimentación
mostraba además la transparencia del proceso de participación a los agentes
involucrados. Finalmente se desarrolló la versión definitiva del Plan Local de Brighton
y Hove.

Otras prácticas de interés que se pueden citar son:

- Proceso de participación para la definición e implantación de la reordenación de la red


de autobuses de Vigo. Se mantuvieron reuniones con el Consejo de Transportes y las
diversas Asociaciones de Vecinos para acordar el plan de acción.

- En Brno, República Checa, para el proceso de rediseño de la Plaza Mendel se


utilizaron dos técnicas radiofónicas:

 Un programa interactivo en Radio Brno.


 Un anuncio informativo en otras emisoras.

- La utilización de Internet se va extendiendo y las técnicas basadas en estos sistemas


son de interés y eficiencia creciente:

 En Colonia (Alemania) se preparó una Web interactiva que comprendía un forum


principal, tres forums temáticos (tráfico, intersecciones y desarrollo urbano) y otras
secciones.

- Elección participativa de la imagen del Metro de Sevilla. Se podía, a través de una


página Web, votar soluciones de imagen de logotipo y material móvil.

- En Essex, Inglaterra, se aplicaron con éxito dos tipos de técnicas para actuaciones de
mejora del medioambiente:

 Encuestas personales, que fracasó por una mala definición del cuestionario, y la
presentación del proyecto que se entendió como un conjunto de actuaciones
puntuales inconexas.
 Una campaña más amplia que abarcó:

 Exposiciones interactivas.

 Presentaciones periódicas.

 Entrevistas y debates cara a cara.


 Evento “Planificación en vivo/Planning for real”, que es un sistema patentado que
emplea modelos para atraer la atención de la gente, así como para enfocar y priorizar
sus idea sobre cómo mejorar su área. Se pretende con ello que personas con
habilidades y formaciones muy diversas participen en esta actividad de una manera
amena.

- También hay que destacar en España un claro ejemplo de participación como el Pacto
de Movilidad de Barcelona cuyo espíritu era llegar a un acuerdo sobre un conjunto de
medidas que garantizaran todos los usos del espacio urbano, afrontando una movilidad
creciente y diversa sin hipotecas.

 La calidad de vida.
 El medio ambiente.

 La fluidez del tráfico

Los agentes que firmaron el Pacto son muy diversos comprendiendo el Ayuntamiento,
las asociaciones de empresarios, los transportistas, los usuarios de bicicletas, los
taxistas, los sindicatos, etc. Este tipo de pactos de movilidad existen en otros lugares y
ciudades de España pero no en todos se alcanza el grado de consenso e implicación y
alcance de la participación que en la ciudad catalana.

[editar] Herramientas de participación

Las herramientas de participación son diversas. Pueden clasificarse en dos tipos:

- De entrega y recogida de información.

Información pública impresa como cartas, postes, folletos, boletines, etc. Telefónicas y
de programas de radio y TV. Técnicas de Internet. Encuestas y sondeos.

- Otras de carácter interactivo como:

Eventos informativos. Visitas técnicas. Grupos de trabajo, talleres, etc. Conferencias.

En cualquier caso, es importante tener en cuenta a grupos especiales como minorías


étnicas (que pueden tener problemas con el lenguaje), discapacitados físicos y mentales,
jóvenes y ancianos, personas con bajo nivel de alfabetización, etc.
Figura. Métodos de participación pública

Tabla3.4.2 Herramientas de participación

[editar] Véase también


 Iniciativa popular
 Referéndum

 Revocatoria del mandato

 convivencia ciudadana

[editar] Enlaces externos


 Participación Ciudadana en Bogotá, Instituto Distrital de la Participación y Acción
Comunal, IDPAC [1]
 Buscador de recursos de participación ciudadana

 Participación ciudadana en el Parlamento Vasco

 Participación ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla

 Area de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Malaga


 Propuesta Cívica promueve la Participación Ciudadana en México Iniciativas, Proyectos,
Artículos, Noticias etc.

 Síntesis:
 Uno de los temas centrales dentro del Derecho Público lo es sin dudas el derecho de
participación política de los ciudadanos en el ejercicio del poder político, derecho
que se materializa no solamente en la posibilidad que tiene el ciudadano de elegir a
sus representantes, sino también en la facultad para intervenir directamente en los
procesos de toma de decisiones publicas. Hoy día no puede hablarse de un sistema
político y social verdaderamente democrático si su Ordenamiento Jurídico no
cuenta con suficientes garantías para la participación de los ciudadanos en los
procesos decisionales, de ahí la importancia del estudio de este tema.
 Palabras claves:
 Participación ciudadana. Democracia. Toma de decisiones públicas. Comunidad.
Derecho de participación. Ámbito municipal.
 Introducción:
 El tema de la participación ha sido abordado en la literatura científica por las más
diversas disciplinas. En este artículo pretendemos aproximarnos al análisis teórico-
jurídico del fenómeno de la participación ciudadana en el proceso de toma de
decisiones públicas en el ámbito municipal.
 La toma de decisiones públicas puede definirse como la manifestación esencial del
ejercicio del poder político; de ahí que, a un sistema democrático debe ser inherente
la participación de los ciudadanos en los procesos decisorios. La participación
ciudadana en los procesos decisorios adquiere especial importancia en el ámbito
municipal por ser allí donde tiene lugar el proceso de reproducción social y donde
se toman las decisiones que mayor incidencia tienen en la vida cotidiana de los
ciudadanos.
 El tema de la participación política en la toma de decisiones públicas tiene una
estrecha relación con el Ordenamiento jurídico, el cual debe contener normas
jurídicas que garanticen la participación en los procesos decisionales como uno de
los derechos fundamentales del ciudadano.
 Desarrollo:
 El fenómeno de la participación ciudadana en los asuntos del Estado se asocia a los
fenómenos de la democracia y la gobernabilidad de los sistemas políticos, teniendo
en cuenta que un régimen democrático supone la existencia de mecanismos de
participación ciudadana en el ejercicio del poder y en los asuntos públicos, y por
otra parte, la gobernabilidad de un sistema político está condicionada, entre otros
factores, por la capacidad de los gobiernos para satisfacer las demandas sociales y
para mantener la estabilidad y el consenso político, lo cual solo es posible si existen
elevados niveles de participación popular.
 En este sentido, en la actualidad no pocas corrientes teóricas en occidente abogan
por una democracia más participativa y por una mayor participación de las
comunidades; sin embargo sus propósitos son poco viables en el marco estrecho de
la democracia liberal que privilegia la participación electoral sobre la participación
social, económica, cultural, etc. y minimiza la intervención real del ciudadano en la
toma de decisiones públicas. Algunos autores reconocen que para la existencia de
una democracia más participativa en las naciones de occidente, se hace necesario el
desarrollo de los sentimientos de comunidad frente al sentimiento consumista, así
como la reducción de la desigualdad social y económica.
 ¿Cómo puede definirse la participación?
 El diccionario Larousse define como participar: "dar parte, comunicar, tener parte
en algo." En la literatura especializada se ha definido de diferentes maneras y
puntos de vista, adjetivándose el término en dependencia de la esfera de la vida
social en que la participación tiene lugar. Por ejemplo, se habla de participación
política, social, económica, cultural, comunitaria, ciudadana, electoral, industrial,
etc. En cada una de estas esferas la participación adopta formas y mecanismos
específicos; por ello en la doctrina encontramos bastante confusión y ambigüedad
en el uso de este término.
 La participación tiene lugar a través de las llamadas formas de democracia directa,
que incluyen todas aquellas que se producen sin mediación de la representación
(elecciones, referendos, consultas, etc), aunque en el Estado moderno es muy difícil
prescindir de esta última, por lo que a veces, suele llamarse participación indirecta a
aquella que tiene lugar a través de los representantes.
 En cada una de las esferas en que se desarrolla la participación, esta constituye una
acción que tiene que ver con las necesidades y aspiraciones humanas y la capacidad
del hombre de concientizar esas necesidades y buscarle solución, por ello el acto de
participar no significa solamente tener parte en algo preconcebido, ser consultado
sobre algo ya decidido, o estar presente en una actividad determinada, sino que
participar significa intervenir desde la propia determinación y concientización de
las necesidades hasta la valoración y selección de sus posibles soluciones.
 Por lo general, en la literatura suele emplearse indistintamente los términos
participación popular y participación política, sin embargo, a nuestro modo de ver,
el primero es más amplio que el segundo, en tanto aquel puede abarcar todas las
esferas de la vida social incluyendo la política. Participación popular significa
participación del pueblo y esta puede tener lugar en todas las esferas de la vida
social, pudiendo adjetivarse como "popular" siempre que la mayoría de los
ciudadanos comunes se involucren en ellas.
 La participación política propiamente dicha se vincula estrechamente a las
relaciones de poder y de dominación clasista consustancial al tipo de democracia
imperante en una sociedad, por lo que esta tiene lugar en el marco de las Relaciones
jurídico políticas. Ello no significa que los otros ángulos desde los cuales se puede
enfocar la participación (relaciones económicas, culturales, laborales, etc) no
aporten elementos esenciales en torno a la democraticidad del régimen existente,
pero es a nivel político donde se deciden los asuntos relativos al poder, por ser allí
donde radica el Estado como su principal instrumento. Por ello, la participación
política puede mostrar como ninguna otra cómo se produce en la sociedad el
empleo efectivo del poder en la regulación de las relaciones sociales, a partir de los
intereses de clase.
 En su dimensión jurídica la participación política debe ser entendida como un
derecho político del ciudadano que se expresa o materializa a su vez, a través de
otros derechos. Como derecho político debe implicar el involucramiento activo de
los ciudadanos en tres relaciones jurídico políticas fundamentales: las que se
derivan del proceso de conformación de los gobiernos (selección de los
representantes); las que se derivan del control de los gobernantes (control de la
representación); y las que se derivan de los procesos de toma de decisiones públicas
(procesos decisionales). Cada elemento incluido en esta definición puede servir de
indicador general del estado de la participación política en una sociedad y también
como indicador para la investigación concreta en torno a este asunto. En el caso
específico de la participación en la toma de decisiones, puede definirse como el
derecho político del ciudadano a intervenir directamente en el proceso
de toma de decisiones públicas como manifestación esencial del
ejercicio del poder político.
 La toma de decisiones es una actividad humana que tiene lugar en todas las esferas
de la vida social, siendo una manifestación esencial del poder en cualquier tipo de
relación social, ya sea económica, política, familiar, etc. Suele concebirse como un
proceso integrado por diferentes fases o etapas que van desde el planteamiento o la
determinación de un problema o necesidad, su solución a través de una decisión,
hasta su ejecución y control. Estas fases varían en cuanto a su realización e
importancia de acuerdo al marco concreto en que tiene lugar el proceso decisorio.
 Todo proceso decisorio tiene un fin u objetivo concreto, dado en brindar solución a
determinado problema o necesidad humana en cualquiera de las esferas en que este
tenga lugar. Puede ser estudiado e investigado en todas estas esferas. De hecho
existen numerosos estudios del tema, sobre todo en el ámbito de la dirección
empresarial y de la dirección estatal, teniendo en cuenta que el éxito de una
empresa o de un gobierno depende en gran medida de la eficacia de sus decisiones.
 La toma de decisiones públicas en el ámbito político constituye la manifestación o
atributo esencial del ejercicio del poder político. Se convierte en una relación
jurídica en tanto el vínculo que se establece entre los órganos decisores
(instituciones estatales de poder) y los destinatarios de las decisiones (ciudadanos)
genera derechos y obligaciones recíprocos. Entre las obligaciones del Estado está la
de encausar el proceso decisorio hacia la solución y satisfacción de las demandas de
los ciudadanos, así como garantizar a estos el derecho de participación en el proceso
decisorio. Esta relación jurídico- política expresa la relación Estado-individuo que
prevalece en un sistema político dado.
 La toma de decisiones públicas es una atribución de las instancias de poder en los
diferentes niveles en que se organiza territorialmente el Estado. En la instancia
municipal se encamina fundamentalmente a la solución de los problemas y
demandas de la comunidad local, y aunque a este nivel se manifiesta con matices,
formas y alcance diferente, al igual que en las instancias territoriales superiores
constituye un proceso integrado por una serie de fases o etapas estrechamente
unidas, que son: a) identificación del problema; b) búsqueda de alternativas de
solución; c) selección de la alternativa óptima, o toma de la decisión; d) ejecución o
implementación de la decisión y; e) control de la ejecución de la decisión.
 El producto final del proceso decisorio son las decisiones públicas, que pueden
definirse como aquellas que emanan de los órganos e instituciones estatales de
poder, en las cuales se expresa el ejercicio del poder político y que van dirigidas a la
sociedad en su conjunto. Las características de esas decisiones y del proceso
decisorio en su integridad reflejan el carácter de la relación existente entre
gobernantes y gobernados, de ahí que el grado de democraticidad de un sistema
político dependa en gran medida de los niveles de participación real de los
gobernados en la toma de decisiones públicas, de las cuales son sus destinatarios
fundamentales. Por otra parte, de la efectividad del proceso decisorio encaminado a
satisfacer las demandas sociales, depende también en gran medida, el éxito o
fracaso del sistema del dominación imperante.
 En el ámbito municipal, o local comunitario, el proceso de toma de decisiones y la
participación de los ciudadanos en sus diferentes fases reviste gran importancia.
Mucho se ha discutido en el campo de la sociología y de las ciencias políticas en
general, sobre la definición y el alcance del concepto de comunidad. En la literatura
especializada aparecen numerosas definiciones que centran su atención en
diferentes aspectos en dependencia del objeto de estudio y de la disciplina que se
estudia.
 Según Héctor Arias en la definición del término se conjugan elementos
"estructurales" y "funcionales" tales como: el hecho de ser un grupo social lo
bastante amplio como para contener la totalidad de las principales instituciones y la
totalidad de los estatus e intereses que componen una sociedad; el hecho de
constituir un grupo de personas que habitan en una zona determinada, regida por
una dirección política, económica y social que hacen vida común a través de sus
relaciones; el hecho de constituir un grupo social de cualquier tamaño cuyos
miembros residen en una localidad específica, comparten un gobierno y tienen una
herencia cultural e histórica común. De ahí que a la hora de definir y estudiar la
comunidad, el autor plantee la necesidad de tener en cuenta cuatro elementos
esenciales: el geográfico o territorial; el social; el sociológico; y el de dirección. A su
juicio una comunidad es un organismo social que ocupa determinado espacio
geográfico, que está influenciado por la sociedad de la que forma parte, y a la vez
funciona como un sistema más o menos organizado integrado por otros sistemas
como la familia, los grupos, las instituciones y organizaciones, los que en su
interacción definen el carácter subjetivo, psicológico de la comunidad, y a su vez
influyen en el carácter objetivo, material, en dependencia de su nivel de
organización y su actuación respecto a las condiciones materiales donde transcurre
su vida y actividad.
 Desde el punto de vista jurídico, asumimos como ámbito local o comunidad local al
"municipio" teniendo en cuenta que este constituye "la unidad mínima como
agrupamiento humano, estructura territorial y entidad político administrativa con
trascendencia para el mundo jurídico público." A este criterio se acogen la mayoría
de las legislaciones en el Derecho Comparado.
 Aunque ha sido definido de múltiples formas se considera que el municipio, en
esencia, es "una institución social, política y jurídica". Social, porque es exponente
de las aspiraciones e intereses de las poblaciones locales y es el órgano a través del
cual los miembros de la localidad deciden la forma de organizar su convivencia;
política, por su estrecha relación con la ciudadanía, en tanto es el órgano de
participación política de los ciudadanos en sus intereses más inmediatos,
constituyendo el mecanismo por medio del cual se organiza el gobierno y la
administración en beneficio de los intereses locales; y jurídica, porque este es
creado por la Ley, erigiéndose como una institución del Derecho Público, como
persona jurídica.
 Como entidad político administrativa el municipio es el órgano básico de poder
local, es el gobierno local, y como tal constituye el "nivel básico o primario de la
administración." De ahí que juegue un papel esencial en la satisfacción y garantía de
los intereses locales, entendidos estos como "aquellos intereses comunes a los
miembros de un grupo humano," en este caso del grupo humano que se asienta en
lo marcos territoriales municipales.
 Los intereses locales están asociados a la vida cotidiana de las personas y a los
problemas, necesidades y demandas que se derivan de ella. De ahí que la mayoría
de las legislaciones municipales enmarcan dentro de las atribuciones típicamente
locales aquellas que se relacionan con actividades o esferas tales como: vialidad y
tránsito; urbanización y suelo; nombre y numeración de calles; ornato público;
mercados; almacenes y frigoríficos; aseo urbano; cementerios; parques; actividades
culturales; ferias; teatros; espectáculos públicos; vivienda; patrimonio cultural;
medio ambiente; construcción; bomberos; seguridad pública; policía; acueducto y
alcantarillado; transporte urbano; servicio primario de salud; prevención de
epidemias y enfermedades; farmacias; etc.
 En el Estado moderno el municipio se ha convertido en un importante segmento de
la estructura territorial hacia donde convergen gran número de demandas
populares, precisamente por ser allí donde transcurre la vida cotidiana de la cual
emergen las necesidades y aspiraciones más inmediatas de las personas. De ahí que
a este corresponda, como instancia básica de poder, la toma de decisiones que se
encaminen a resolver y dar respuesta a estas demandas. Por esto la efectividad de la
gestión del gobierno en un Estado puede medirse, entre otras cosas, por la eficacia
de la gestión municipal a través de sus decisiones.
 Aunque en ocasiones se subvalora o subestima la vida cotidiana que transcurre en
las comunidades, catalogándose incluso como ordinaria y convencional, no puede
olvidarse que en esa cotidianidad tiene lugar el proceso de reproducción social a
través de la reproducción familiar, la socialización de valores, de normas culturales,
sociales, políticas, etc. Por ello Agnes Heller en sus estudios sobre sociología de la
vida cotidiana establece un vínculo estrecho entre cotidianidad y reproducción
social, al definir la vida cotidiana como "el conjunto de actividades que caracterizan
la reproducción de los hombres particulares, que a su vez, crean la posibilidad de la
reproducción social."
 El proceso de toma de decisiones públicas en el ámbito local municipal expresa el
ejercicio del poder político a ese nivel territorial, y debe tener como fin esencial la
solución de los problemas y la satisfacción de las demandas que reflejan el interés
local. Es preciso señalar que aunque las instituciones municipales de poder están
facultadas para decidir en cuanto a las problemáticas de su localidad, siempre
habrán de tener en cuenta los intereses nacionales generales y los intereses de otras
localidades, entre los que debe existir cierto nivel de coordinación, dado que en la
práctica no puede concebirse la existencia de intereses locales totalmente separados
de los intereses supralocales. Por otra parte, el municipio como parte de un todo,
debe tener capacidad de hecho y de derecho para incidir también en las cuestiones
supralocales.
 Las fases del proceso de toma de decisiones en la instancia municipal están
estrechamente vinculadas entre sí y su resultado o producto final es una decisión
pública local. Esta puede definirse como aquella decisión que emana de los
órganos locales de poder, en las que se expresa el ejercicio del poder
político a ese nivel territorial y que van dirigidas a la solución de los
problemas, necesidades y demandas que reflejan los intereses locales.
 La toma de decisiones públicas locales como atributo del poder político a nivel
básico o primario tiene una notable influencia en la gobernabilidad de un sistema
político, en tanto esta última depende fundamentalmente de la capacidad de los
gobiernos para satisfacer las demandas sociales, y es a nivel local comunitario
donde se originan las demandas y necesidades más inmediatas de la ciudadanía,
cuya insatisfacción puede redundar en la falta de credibilidad en las instancias
locales de poder, e incluso puede llegar a deslegitimar al propio sistema de
dominación en su conjunto, debilitando el consenso y la gobernabilidad.
 Si el municipio es la instancia básica o primaria de poder, y ese poder se expresa
fundamentalmente en la facultad decisoria de sus instancias municipales, en un
sistema democrático es un requisito esencial la participación de los ciudadanos en
el proceso de toma de decisiones a ese nivel, como expresión real de la soberanía
popular. Aún cuando la toma de decisiones propiamente dicha, recae en las
instituciones gubernamentales representativas, es muy importante la participación
de los ciudadanos en las diversas fases del proceso, no como simples destinatarios
de esas decisiones, sino como sujetos activos de las mismas, y para ello se hace
necesario la existencia de vías y mecanismos institucionales y jurídicos para la
participación, es decir, se necesitan instituciones, organizaciones y normas jurídicas
que canalicen y garanticen legalmente el derecho de participación. La ampliación de
estos mecanismos favorece el consenso, legitima el sistema político y asegura su
gobernabilidad.
 Coincidimos con quienes afirman que el municipio es el "elemento primario de
participación y poder en el sistema de órganos del Estado", y dada la proximidad
que existe a ese nivel entre gobernantes y gobernados, estos "se erigen como la
expresión más real y verdadera de participación ciudadana." Es a nivel municipal
donde, de manera más efectiva, pueden tener lugar las formas de democracia
directa, consideradas por algunos como la única y verdadera democracia, y aunque
no compartimos este último criterio, es cierto que solo en el ámbito local puede el
ciudadano participar directamente en la toma de decisiones, dado que en niveles
superiores esto se dificulta por el carácter representativo que necesariamente
adopta el Estado moderno. Por ello en los niveles superiores el ejercicio popular del
poder suele ser indirecto o mediado por el representante.
 La participación popular en el proceso de toma de decisiones está referida a la
intervención del ciudadano en las diferentes fases que integran el proceso decisorio
a través de mecanismos institucionales y jurídicos creados para ello, con
independencia de que esta intervención pueda ser mayor o menor por las propias
peculiaridades de cada fase, algunas de las cuales necesariamente trascurren dentro
del órgano decisor, siendo muy difícil, desde el punto de vista práctico, la
intervención directa de los ciudadanos.
 La participación de los ciudadanos en las distintas fases del proceso de toma de
decisiones locales propiciaría, entre otras cosas: la adopción de decisiones de un
mayor contenido popular, en tanto reflejan la voluntad de los ciudadanos; un mayor
compromiso político del ciudadano con la comunidad y el sistema estatal en su
conjunto; una mayor aceptación de la decisión y una mayor colaboración en su
ejecución, en tanto este se considera como partícipe de la misma y no como su
simple receptor o destinatario; la participación favorece además el autodesarrollo
de la comunidad, entendida como la potenciación de las posibilidades de desarrollo
de la comunidad desde dentro y no impuestas desde fuera o por agentes externos a
la propia comunidad aprovechando al máximo las iniciativas, ideas, criterios y
sugerencias de la ciudadanía; hace que disminuyan los riesgos de que la decisión
perjudique a la comunidad; favorece el consenso, la legitimidad del poder, el
carácter democrático del sistema político y su gobernabilidad, pues en la medida
que el ciudadano participe de forma activa en la adopción de las decisiones y en la
solución de sus problemas comunitarios, mayor será su confianza en las
instituciones estatales municipales y en el sistema político en general.
 La participación implica un involucramiento activo del ciudadano en el proceso
decisorio, a tenor del cual las instituciones locales de poder producen las decisiones
encaminadas a resolver los problemas comunitarios, por tanto esta participación
puede ser más efectiva si el municipio posee los niveles adecuados de competencia y
atribuciones que le permitan cumplir con eficacia su función de satisfacer las
demandas y necesidades de la comunidad, o sea, que le permitan decidir sobre los
asuntos municipales con cierta independencia.
 En relación con este tema, en la literatura universal suelen abordarse los principios
de autonomía y descentralización. En el caso de la autonomía municipal, esta ha
sido definida por la mayoría de los autores como "el derecho de los municipios a
regular las cuestiones de la colectividad local, con plena responsabilidad, según
decisiones propias y con la participación de una representación popular
democráticamente elegida." Al respecto se ha planteado que el elemento esencial de
la autonomía municipal es el derecho comunal de participar en el gobierno y la
administración dentro de un marco unitario mayor, y a través de órganos
representativos dotados de poder y de recursos. Esta ha sido concebida en la
doctrina como uno de los principios teóricos del municipio moderno, en tanto
implica que las entidades locales pueden intervenir y decidir en los asuntos de
competencia municipal con cierta independencia, gozando de un ámbito de decisión
política suficiente para que demuestre su identidad. Sin embargo para la mayoría de
los autores que tratan el tema, también supone que el municipio cuente con cierta
suficiencia económica como condición indispensable para hacer frente a la solución
de las problemáticas locales, que en la mayoría de los casos dependen de recursos
materiales y financieros, de ahí que consideren la suficiencia económica municipal
como la piedra angular del principio de la autonomía.
 Se plantea además, que para que el municipio pueda cumplir con éxito sus
funciones decisorias se requiere también cierto grado de descentralización
municipal, que implique la transferencia de funciones hacia las instancias
municipales ampliando las esferas de poder que podrán ser ejercidas dentro de los
límites de sus competencias. Se estima que en las tendencias actuales hacia la
municipalización se parte de considerar que los esquemas descentralizados de toma
de decisiones resultan más efectivos para enfrentar los retos del incesante
crecimiento urbano y la incapacidad de los sistemas políticos para satisfacer las
demandas de los sujetos sociales, y para ello la descentralización municipal se
encamina a reforzar los poderes locales incrementando la cercanía de la
administración a los ciudadanos, permitiendo un mayor conocimiento de sus
necesidades, mejorando la eficacia de la información y de los servicios personales, e
instrumentando la participación ciudadana en la gestión local.
 En un informe publicado en 1962 por un grupo técnico de la ONU se señalaba que
"la descentralización del Estado está llamada a producir decisiones más rápidas y
realistas en aras del desarrollo, flexibilidad en la coordinación y prestación de los
servicios, descongestión en las funciones de los gobiernos centrales, así como
espacios políticos más adecuados para la participación popular en la toma de
decisiones públicas, principalmente en aquellas esferas referidas a la vida
cotidiana."
 Sin embargo, algunas de las teorías actuales sobre la descentralización en occidente
tratan de "descentralizar el poder" trasmitiendo a las comunidades la obligación de
resolver sus propios problemas sin intervención del Estado, librando a este de tal
responsabilidad. En estos casos la descentralización tiene ante todo un objetivo
político: trasmitir los problemas de déficit de legitimación a los poderes
descentralizados, lo que sin duda debilita los procesos de democratización.
 En esta misma línea de pensamiento se sitúa hoy la llamada teoría de la
"participación de la comunidad", cuyos partidarios la conciben como una
alternativa efectiva a la teoría del bienestar que se pretendía asegurar en el Estado
benefactor y proveedor. A la par de la crisis del Estado benefactor los movimientos
radicales de derecha en numerosos países han realizado esfuerzos destinados a
limitar la participación del Estado en la labor de bienestar social y a transferir dicha
responsabilidad a personas individuales, organismos voluntarios y al mercado
comercial privado, alegando que si se libera a la gente común de la "interferencia
del Estado", florecerán sus latentes instintos empresariales y de iniciativa
permitiéndoles movilizar sus propios recursos para mejorar las condiciones sociales
y económicas.
 Sus partidarios son contrarios a la participación gubernamental en el desarrollo.
Creen que la gente corriente tiene la capacidad de organizarse, de movilizar los
recursos necesarios y de lograr verdaderas mejoras en las condiciones locales sin
requerir la ayuda estatal. Basan su rechazo a la participación estatal en diversos
argumentos: se afirma que los servicios estatales son ineficientes, costosos,
burocráticos y organizados de manera deficiente; hablan del supuesto paternalismo
del Estado; que los servicios estatales a diferencia de los programas organizados por
la comunidad, promueven un enfoque al desarrollo desde arriba hacia abajo, en la
cual se trata a la población local como beneficiaria pasiva sin involucrarla en el
proceso de toma de decisiones; que los intentos por parte de los gobiernos para
movilizar a la gente hacia el desarrollo suprimen su capacidad innata para resolver
sus propios problemas, lo cual da lugar a su desmovilización. Por todo esto
aseguran que para las comunidades locales resulta mejor que la gente corriente
encuentre las respuestas a sus problemas mediante un control político directo de
sus asuntos internos. La participación de los gobiernos actúa como inhibidor del
surgimiento de respuestas de la base y promueve la dependencia del Estado y de sus
instituciones. Señalan además, que los expertos en materia de desarrollo tienen
poca comprensión de las necesidades de las comunidades, omiten involucrar a la
gente en el proceso de toma de decisiones, lo que origina la imposición de
soluciones no viables.
 Los partidarios de esta vertiente de la "participación de la comunidad" han
adoptado una posición marcadamente antiestatal, por lo que la consideramos como
una posición extrema y contraria a la verdadera democracia, teniendo en cuenta
que la participación a la que se refieren no es la de los ciudadanos como miembros
de la comunidad, sino a la participación de instituciones y asociaciones privadas,
organizaciones gubernamentales, etc. Esta posición se afilia, sin dudas, al
pensamiento neoliberal que aboga por la reducción del papel del Estado en la
sociedad y la ampliación del papel del sector privado, lo que limita la real
participación de los ciudadanos en la vida política, económica y social de las
comunidades.
 A nuestro modo de ver, en el análisis de estos dos fenómenos: autonomía y
descentralización se ha de distinguir entre la autonomía como la separación e
independencia total del municipio del resto de las instancias territoriales, de la
autonomía como cierta independencia y suficiencia del municipio para cumplir sus
fines dentro del todo que constituye el Estado. En el primer caso, esta podría llevar
a insalvables diferencias en el desarrollo de los distintos municipios de un país, a
partir de las posibilidades económicas de cada uno, que en general suelen ser
mayores en unos que en otros. En este sentido, compartimos la idea de que es
preciso conjugar el carácter teleológico del municipio (los fines que persigue) y
cierta autonomía relativa administrativa que coadyuve al logro de sus objetivos.
 En cuanto a la descentralización es necesario distinguir entre la descentralización
como forma de desentenderse de los problemas locales transfiriendo a las
comunidades la tarea de solucionar los problemas que los Estados no pueden o no
quieren asumir, de aquella que cede cierta cuota de poder al municipio para que
este tenga capacidad decisoria en los asuntos que le conciernen de manera directa,
pudiendo coadyuvar de manera efectiva al cumplimiento de sus fines y estimular la
participación política ciudadana.
 Todos estos conceptos: participación, autonomía, descentralización, democracia,
tienen una dimensión política, pero también jurídica, en tanto su definición y
realización deben contar con el suficiente respaldo legal a través del Ordenamiento
jurídico.
 El Derecho o fenómeno jurídico es un fenómeno social complejo y multifacético que
debe ser comprendido no solo en su dimensión normativa, sino también en su
dimensión axiológica, política e ideológica. Como sistema normativo, el Derecho
abarca multitud de reglas de conducta obligatorias para la sociedad en las diferentes
esferas donde se producen las relaciones sociales que son reguladas por este. La
fijación de esas formas de comportamiento no obedecen a la casualidad, sino que
están condicionadas históricamente y expresan un profundo contenido clasista; de
ahí que en ellas se manifiesten o expresen determinados valores morales, políticos e
ideológicos de los grupos o clases que detentan el poder político en una sociedad
dada.
 En su dimensión jurídica, los fenómenos de la democracia, la participación y la
gobernabilidad, estrechamente vinculados a un régimen de dominación clasista
determinado, se relacionan íntimamente con el sistema jurídico en el cual se apoya
la clase dominante para ejercer su poder, de ahí que el Estado moderno contiene, en
mayor o menor medida, regulaciones jurídicas del sistema democrático, del derecho
de participación ciudadana en los asuntos del Estado, y de las condiciones concretas
de su gobernabilidad. Ese carácter clasista del Derecho fue develado por los clásicos
del marxismo al definirlo, en términos generales, como la voluntad de la clase
dominante erigida en ley. Dentro del pensamiento marxista posterior a los clásicos,
Antonio Gramsci destacó el papel que correspondía al Derecho en pos del consenso
y la hegemonía, que él entendió como la capacidad de la clase dominante para
dirigir a sus aliados.
 En general, el Derecho tiene como finalidad esencial la regulación de determinadas
relaciones sociales, otorgándole carácter obligatorio a las formas de
comportamiento que deben o no asumirse por los sujetos de derecho que
intervienen en ellas, convirtiéndolas por tanto, en relaciones jurídicas. En su
sentido más amplio las relaciones jurídicas no son más que relaciones sociales
reguladas por el Derecho, el cual le imprime carácter obligatorio a los derechos
subjetivos y a los deberes jurídicos que emanan de ellas. Sin embargo, no todas las
relaciones que establece el hombre con sus semejantes son reguladas por normas de
Derecho, sino solo aquellas que, al decir del profesor Julio Fernández Bulté "son de
alta importancia a los fines de la reproducción del sistema y con él, del mismo
Estado." Es decir, solo deben ser objeto de regulación jurídica las relaciones sociales
que tienen un papel determinante en la reproducción del sistema político,
económico y social de un Estado, entre las que pueden mencionarse como ejemplo,
las relaciones políticas, las relaciones económicas, las relaciones laborales, las
familiares, etc.
 La regulación jurídica de los fenómenos de la democracia, la participación y la
gobernabilidad corresponde a la rama del Derecho Público o Político, que como tal
abarca aquellas normas jurídicas referidas a la organización y la actividad del
Estado y demás entes públicos, sus relaciones con los particulares, así como el
ejercicio del poder político en general. Es por ello, que en esta rama se refleja como
en ninguna otra el carácter clasista del Derecho, de ahí su importancia en cualquier
régimen de dominación de clases.
 La regulación jurídica del ejercicio del poder político y de todas las relaciones
jurídico-políticas que se derivan de él reviste gran importancia porque, por una
parte brinda legitimidad a las instituciones de poder y al sistema de dominación en
general, y por otra, garantiza los derechos y libertades de los ciudadanos en el
marco de dichas relaciones, cumpliendo de esta forma dos funciones esenciales: la
legitimación del poder y la función protectora.
 La función de legitimación del poder está fundamentada en que toda clase o grupo
social que detente el poder político en una sociedad dada, pretende que su poder y
su autoridad sean aceptados por la ciudadanía, por tanto tiene que legitimarlo,
legalizarlo a través del ordenamiento jurídico. El problema de la legitimación del
poder es clave en las sociedades modernas, en tanto el ejercicio del poder político
basado en el consenso y en la legitimación se hace más fácil y viable, tal es así que
esta última, forma parte de los llamados mecanismos ideológicos de poder del
Estado.
 En cuanto a la función protectora, el Derecho está llamado no sólo a proteger el
orden y el poder estatal, sino también deberá garantizar y proteger el estatus
jurídico del ciudadano que se expresa en los derechos y libertades básicos para la
existencia humana, cuya expresión jurídica más conocida en el ámbito del Derecho
Internacional se encuentra en la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional de Francia en 1789.
 Dentro del Derecho Político se encuentra el Derecho Municipal, el cual se integra
por todas las normas jurídicas que regulan la estructura, organización y
funcionamiento de las instancias de poder a ese nivel, así como las relaciones
jurídicas que se derivan de la vida municipal en general. Este ha tomado singular
importancia en la medida en que el municipio ha adquirido relevancia dentro de la
organización estatal moderna. En muchos países el Derecho Municipal se ha
sistematizado a través de Leyes Orgánicas Municipales.
 La toma de decisiones públicas es una relación jurídica de carácter político en tanto
se relaciona con los asuntos del Estado y el ejercicio del poder; constituye un
vínculo jurídico en virtud del cual se adquieren derechos subjetivos y deberes
jurídicos recíprocos por los sujetos que intervienen en él, es decir, por los
ciudadanos como personas naturales y el Estado como persona jurídica. La
existencia de tales derechos y deberes sólo es posible si estos se encuentran
plasmados o previstos en normas jurídicas. Por la importancia que reviste la
participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones públicas a nivel local
municipal, es fundamental su regulación jurídica en el Derecho Constitucional y
Municipal, de manera tal que se garantice a través de mecanismos jurídicos la
participación efectiva de los ciudadanos en las distintas fases del proceso de toma
de decisiones, en tanto este constituye la manifestación esencial del poder político a
ese nivel territorial.
 En la esfera de las relaciones jurídico-políticas, el Derecho -en un sistema
democrático-debe constituir un importante instrumento capaz de garantizar la más
amplia participación de los ciudadanos en los asuntos del Estado y en el ejercicio
del poder político, el cual tiene entre sus manifestaciones esenciales la toma de
decisiones públicas.
 La participación en el proceso de toma de decisiones públicas como derecho del
ciudadano, requiere de un régimen jurídico que garantice sus más variadas formas
de concreción práctica. Es necesario que la Constitución, en su carácter de norma
fundamental la defina o reconozca como un derecho político, otorgándole jerarquía
constitucional y que leyes ordinarias complementarias regulen sus formas concretas
y específicas de manifestación y ejercicio. El ordenamiento jurídico del Estado ha de
prever, en toda su dimensión, las vías concretas en que el ciudadano puede
intervenir e incidir en los procesos decisorios, siempre que sea posible, en los
marcos de un Estado necesariamente representativo.
 En dicha regulación jurídica, el Derecho ha de desplegarse en todas sus
dimensiones: la normativa, la axiológica y la política. En el aspecto normativo, ha
de prestarse atención al proceso de creación de las normas jurídicas y el ámbito o
espectro de relaciones jurídicas que estas deben abarcar. Las normas que regulen la
participación como derecho político del ciudadano deben ser creadas siguiendo las
fases del proceso de creación legislativa, desde la propia iniciativa hasta la
publicación del Acto normativo como requisito sine qua non de su validez y
legitimidad. Tratándose de normas jurídicas relativas al ejercicio del poder político
y al status jurídico del ciudadano, estas en su aspecto formal deben ser contenidas
en Disposiciones normativas de máxima jerarquía.
 En su dimensión axiológica, el Derecho debe ser capaz de promover y alcanzar
determinados valores relacionados con la libertad del ciudadano y su condición de
sujeto político portador de derechos, pero también de obligaciones, con respecto al
Estado y la sociedad en pos del bien y el interés común. Esos valores representan la
más alta aspiración dentro de un proyecto social emancipador y dignificador del
hombre, que en materia de participación política lo convertirían en verdadero
sujeto activo de las transformaciones sociales.
 En su dimensión política, el Derecho debe encaminarse al establecimiento,
consagración y legitimidad de los principios políticos e ideológicos que sustentan un
proyecto participativo cuyo objetivo fundamental sea el pleno ejercicio de la
soberanía popular. Lógicamente, esto solo es posible en los marcos de un sistema
político alternativo al sistema capitalista imperante en la actualidad donde las
masas populares participan cada vez menos en las decisiones políticas, siendo esta
una facultad exclusiva de las élites que detentan el poder.
 Debemos agregar que los niveles de participación política en una sociedad (en tanto
fenómeno social complejo) están condicionados por diferentes factores
estructurales, institucionales e individuales que inciden en ella con mayor o menor
intensidad en un determinado lugar o bajo determinadas circunstancias; si bien es
importante tener en cuenta todos estos factores, debe prestarse especial atención al
factor jurídico, en tanto constituye el marco legal en el cual se puede ejercer y
disfrutar ese derecho, garantizando además que la relación jurídica que entraña el
proceso decisorio se desarrolle en un régimen de legalidad.
 Bibliografía:
 Alcaide Castro, Manuel: Conflicto y poder en las organizaciones. Ministerio de
trabajo y seguridad social. Madrid, 1986.
 Alfonso Parejo, Luciano: La autonomía local en la constitución, en Tratado de
Derecho Municipal, Volumen I, Editora Civitas 1998.
 Alonso Freyre, Joaquín y Del Río Hernández, Mirtha: "Lógica funcional del Sistema
político". En Colectivo de autores: Teoría sociopolítica. Selección de temas, Tomo I.
Editorial Félix Varela. La Habana, 2000.
 Alonso Freyre, Joaquín, Rivero Pino, Ramón y Riera Vázquez, Celia M.:
Autodesarrollo Comunitario: teoría y método. Editoria

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La Participación Ciudadana

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Formulación del Problema


El Proceso Participativo en Comas

“Lo único que parece claro al principio es que con la expresión participación ciudadana
se está haciendo referencia a alguna especie de relación difusa entre Estado y sociedad
civil, a una acción de ésta sobre la primera, que además cuenta de antemano con una
valoración positiva. Valoración positiva que considera ya sea en cuanto constituiría un
medio adecuado para lograr ciertos objetivos definidos como buenos, o porque se piensa
que la acción misma es expresión de un valor. De aquí resulta que se plantea para la
práctica la exigencia de que se incentive, impulse y desarrolle la participación
ciudadana”. 1

Para entender mejor el concepto, primero hagamos una diferenciación entre la


participación ciudadana y la participación política.

Diferencia con la Participación Política

Independientemente de problemas terminológicos, la participación política se presenta


aparentemente como relativamente clara, puesto que es aquella que se relaciona con el
poder público que se arroga la representación del Estado. Sin embargo, la relatividad de
esta significación de participación política se plantea en cuanto se sale de la reducida
esfera del sistema político partidario, puesto que nada determina que la participación
política sólo se pueda ejercer a través del sistema de partidos, ni nada impide que a
través de los partidos políticos se realice una participación que no sea estrictamente
política. De modo que el órgano a través del cual se realice la participación no
determina necesariamente el tipo de participación de que se trata.

Al parecer la participación ciudadana no permite un entendimiento desde la teoría; sino


más bien, necesitamos conocer sus aspectos prácticos, la finalidad que pretende, para
comprenderla mejor.

1.2.1. Objetivos de la Participación Ciudadana

Roberto Baño señala que los objetivos de la participación ciudadana comprenden dos
escenarios: el público y el administrativo.
Escenario Público

“La participación ciudadana es generalmente entendida como una participación en


actividades públicas. No tendría utilidad extender el alcance de la participación
ciudadana a otras formas de participación social, como las de carácter comunitario, el
asociacionismo privado y otras que se desarrollen en función de variados intereses o
valores circunscritos a la esfera privada y sin pretender relaciones activas con el poder
público”. 2

La participación social corresponde a intereses privados (aunque sean colectivos) de la


sociedad civil y reconoce intereses públicos, políticos, ante los que apela. Lo que estará
pidiendo es precisamente el reconocimiento del carácter público que tiene su interés
privado, pero ese interés privado no se transforma en público, sino que se puede hacer
público la consideración de ese interés.

Escenario Administrativo

La participación ciudadana pareciera encontrar su terreno específico en la gestión


pública, la administración. Se podría señalar que es ante el diagnóstico de determinados
problemas en la gestión administrativa donde las propuestas de intervención de los
interesados tienen mayor fuerza, tal como se aprecia específicamente con la
preocupación existente respecto de políticas públicas.

“La participación de los interesados en la gestión de tales políticas tendría la pretensión


de obtener una acción más eficaz y eficiente, rompiendo el formalismo burocrático
desinteresado con el impulso hacia la mejor y más directa solución impulsada por los
interesados en ella”. 3

Además, las posibilidades de la participación ciudadana se plantean también respecto a


toda la administración, donde los interesados directos podrían involucrarse en el
mejoramiento de la gestión a través de sugerencias, audiencias públicas, difusión de
comunicaciones, evaluaciones, etc. Asimismo, se plantea como control en el
cumplimiento de los objetivos políticamente definidos a través de mecanismos como la
planificación y revisión presupuestaria, la información y evaluación de la gestión. 4

Es precisamente el aspecto de planificación el que corresponde al presupuesto


participativo, a través del cual la ciudadanía propone y decide las obras y proyectos para
beneficio de la colectividad.

Los inicios de la Participación Ciudadana en el Perú

Desde inicios de la década de 1980 la Izquierda Unida, que llegaba por primera vez a
tener responsabilidades de gobierno en los municipios, aportaba a la gestión pública
algo nuevo: su relación directa con las organizaciones. Involucrar a estas organizaciones
en los problemas, las decisiones, la gestión de gobierno, era su rasgo característico, lo
que sabían hacer. En la década de 1990, son muchos los municipios cuyos alcaldes
convocan, como alternativa al autoritarismo y el clientelismo crecientes, mesas de
concertación o consejos de participación o comités de desarrollo que abren la gestión
municipal a la participación popular. 5

A diferencia de Acción Popular, que convocaba a las organizaciones sociales por su


mano de obra a través de Cooperación Popular, la participación en los gobiernos locales
con Izquierda Unida se abordaba más como una propuesta política. Pero, Romeo
Grompone, citado por María Isabel Remy, identifica que luego, durante la década de
1990 se fueron diluyendo las experiencias de concertación local y participación como
propuesta política, de abrir el espacio municipal a las organizaciones populares, para
convertirse en una metodología de planificación, crecientemente formalizada, replicable
y sustento de una especialización profesional: los facilitadores. 6

La Participación Ciudadana como Derecho

“El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo ser
humano y todos los pueblos están facultados para participar en un desarrollo
económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse plenamente todos los
derechos humanos y libertades fundamentales, a contribuir a ese desarrollo y a disfrutar
del él”. 7
Teniendo en cuenta que la participación ciudadana nos conduce como fin último al
desarrollo, hay que distinguir que la perspectiva de derechos en el tema del desarrollo
pasa en primer lugar por la declaración citada; en segundo lugar está inspirada por
movimientos autónomos tales como los de las mujeres, los campesinos sin tierras, los
pueblos indígenas, luchas sociales, culturales y políticas tanto en el norte como en el
sur, según afirma Eyben Rosalind, citada por Eduardo Cáceres Valdivia. 8

Asimismo, Cáceres afirma que la perspectiva de derechos se vincula con el tránsito del
clientelismo a la ciudadanía, proceso sistematizado a partir de la experiencia de las
democracias occidentales, y que ha comenzado a ser utilizado como marco normativo e
interpretativo en nuestro país. El mismo autor define, siguiendo a Andrew Almat, que
un rasgo central de la ciudadanía es la participación plena y adecuada en la discusión
pública y la toma de decisiones. 9

El valor Instrumental del Derecho de Participación

Hay que notar que los derechos además de tener un valor intrínseco, poseen un valor
instrumental, que al fin y al cabo es lo que más nos interesa en relación a la
participación ciudadana. En tal sentido, Cáceres afirma que: “Los derechos son también,
aunque no sólo eso, garantías para el bienestar. La participación, en tanto derecho a de
ser una garantía de bienestar”. 10

Esta condición nos sugiere inmediatamente otro elemento adicional para hacerla
realidad, que está enmarcado en la relevancia de un término muy usado en la
participación ciudadana: “tomar parte”.

“Tomar Parte”

Henry Steiner citado por Cáceres señala que es relevante la idea de “tomar parte”.
Apunta más allá de las elecciones a una noción más expansiva, que incluye una
sociedad civil fuerte, capaz de influir significativamente en la política pública. Esta
expresión indica el carácter programático de la participación. 11
Autor: Lic. VLADIMIR LEONEL SEDANO MAYHUA

LIMA, PERÚ, 2007

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BAÑO, Rodrigo (1998). Participación ciudadana: elementos conceptuales. En:


Nociones de una ciudadanía. Santiago, FLACSO. p. 15

CULTURA TRIBUTARIA

CULTURA TRIBUTARIA

1. CULTURA TRIBUTARIA: TODOS PAGAMOS TRIBUTOS

1.1. El tributo y su clasificación

El término tributo proviene de la palabra tribu, que significa conjunto de familias


que obedecen a un jefe y que apoyan de alguna manera al sostenimiento de la tribu.
En la edad media, el vasallo entregaba al señor feudal cierta cantidad de dinero o
especies en reconocimiento por la carga que le significaba y por la protección que
éste le brindaba. Con este tributo, el señor feudal mantenía el ejército, entre otras
cosas. Es decir, el tributo existe desde nuestras primeras culturas y ha ido variando
con el tiempo.
Definición de tributo

Pago en dinero, establecido legalmente, que se entrega al Estado para cubrir los
gastos que emanda el cumplimiento de sus fines, siendo exigible coactivamente
ante su incumplimiento.

Analizando la definición, encontramos los siguientes aspectos básicos:

• El tributo sólo se paga en dinero.


• Sólo se crea por Ley.
• El tributo es obligatorio por el poder que tiene el Estado,
• Se debe utilizar para que cumpla con sus funciones; y,
• Puede ser cobrado mediante la fuerza cuando la persona que está obligada no
cumple.

Elementos del tributo

TASA

Es el porcentaje que se aplica a la baseimponible para determinar el monto del


tributo.

BASE IMPONIBLE

Valor numérico sobre el cual se aplica la tasa para determinar el monto del
tributo.
Clases de tributos
a) Impuesto
b) Contribución
c) Tasa

a) Impuesto
La palabra impuesto proviene del verbo imponer, que significa poner encima. Por lo
tanto, el impuesto es un aporte obligado.

El impuesto es un tributo cuya obligación no origina una contraprestación directa a


favor del contribuyente por parte del Estado. Un impuesto no se origina porque el
contribuyente reciba un servicio directo por parte del Estado, sino en un hecho
independiente, como es la necesidad de que quienes conforman la sociedad aporten
al sostenimiento del Estado para que cumpla con sus fines.

Tipos de Impuesto

IMPUESTO DIRECTO

Son aquéllos que inciden directamente sobre el ingreso o el patrimonio de las


personas y empresas.


Por ejemplo, cada persona o empresa declara y paga el Impuesto a la Renta
de acuerdo con los ingresos que ha obtenido.

Otros ejemplos son los Derechos Arancelarios por las importaciones y el


Impuesto al Patrimonio Predial por las propiedades inmuebles.

En el caso del impuesto directo, quien declara y lo paga es la persona que


soporta la carga tributaria.

IMPUESTO INDIRECTO

Son aquéllos que inciden sobre el consumo, pero que los paga el consumidor
del producto o servicio.

Un ejemplo de impuesto indirecto es el Impuesto General a las Ventas (IGV).

Otro ejemplo es el Impuesto Selectivo al Consumo.

El impuesto indirecto lo declara y lo paga el responsable (vendedor) que es


una persona diferente al contribuyente (comprador), quien soporta la carga
tributaria.
b) Contribución

Es el tributo cuya obligación es generada para la realización de obras públicas


o actividades estatales en beneficio de un determinado grupo de
contribuyentes (los que pagan la contribución).

El dinero recaudado va a un fondo que sirve para hacer las obras o brindar
servicios del que se benefician sólo los que aportaron o sus familiares
(derechohabientes).

Por ejemplo, las aportaciones a ESSALUD o al Sistema Nacional de Pensiones.

También la Contribución al Servicio Nacional de Capacitación para la


Industria de la Construcción (SENCICO). Esta contribución es obligatoria
para las personas naturales o jurídicas que construyen para si o para terceros.

El SENCICO capacita y forma a los futuros trabajadores de la construcción. En


consecuencia, los que aportan podrán contratar mano de obra calificada para
las construcciones que realicen.

Otra característica es que los contribuyentes pueden o no usar los bienes y


servicios que se han producido con su aportación. Por ejemplo, pueden tener
derecho a usar los servicios de ESSALUD, pero si lo prefieren y cuentan con
los medios necesarios, se atenderán en una clínica.

c) Tasa
Es el tributo cuya obligación es generada para la prestación efectiva o
potencial de un servicio público individualizado para el contribuyente.
Entre otras tasas, tenemos los arbitrios municipales, los derechos y las
licencias.

a. Arbitrios: son tasas que se pagan por la prestación o mantenimiento de un


servicio público, como por ejemplo, el arbitrio municipal de limpieza pública,
parques y jardines.
b. Derechos: son tasas que se pagan por la prestación de un servicio
administrativo público o el uso o aprovechamiento de bienes públicos, como
por ejemplo, el pago para obtener una partida de nacimiento.
c. Licencias: son tasas que gravan la obtención de autorizaciones específicas
para la realización de actividades de provecho particular sujetas a control o
fiscalización. Por ejemplo, para abrir una bodega, se debe pagar dichos
derechos al municipio para que le otorguen la licencia de funcionamiento.

Clase 1
Materiales
Ficha 1

Procedimiento Metodológico

Fase de exploración
Los alumnos se reúnen en grupo y resuelven la Primera Parte de la Ficha 1.
(15').
Finalizada esta parte se pide la participación voluntaria de alguno de los
grupos, para que compartan sus respuestas. (10')

Fase de clarificación
Finalizada la lectura de los representantes de grupo, el profesor tomando de
base las respuestas de los alumnos, precisará el sentido que tiene la
tributación. Para ello, entregamos algunos contenidos que le permitirán
cumplir el objetivo.

¿POR QUÉ DEBEMOS TRIBUTAR?


El Sentido de la Tributación Radica en su relación indesligable con el
funcionamiento del Estado.

Si no existiese la tributación tampoco existirían Estados, ya que noestarían en


la capacidad de cumplir con las funciones que le son propias.

Las funciones básicas de los Estados modernos tienen que ver con:

1. La elaboración de las leyes, códigos y normas que ordenan y orientan la


seguridad interna y externa del país, para lo cual se necesita mantener a las
Fuerzas Armadas y Policiales.
2. La administración de justicia de acuerdo con las leyes que existen en el país,
para esto debe contar con un aparato judicial.

3. La construcción de carreteras para comunicar al país.

4. La capacidad de contar con recursos que le permitan atender emergencias


como terremotos, inundaciones, huaycos, etc.

5. La construcción de centros educativos bien equipados y el pago de


remuneraciones a los maestros.

Fase de decisión
Los alumnos desarrollan la Segunda Parte de la Ficha 1 .
6. La atención de los servicios de salud, creando centros hospitalarios y
postas, además, de cubrir el pago del personal que labore en estos lugares,
etc.

Para todo ello el Estado necesita el dinero que proviene de la tributación, es


decir, que la tributación permite administrar el país desde las instituciones
del Estado. Por consiguiente, debe entenderse que la tributación es una
obligación o deber que nos convienen cumplir para garantizar una vida
organizada y que el Estado nos provea de mejores servicios.

Ficha 1
¿Por qué debemos tributar?
Objetivo
terminar la Ficha, identificarás la necesidad de tributar para que el Estado
obtenga recursos y administre la sociedad.

PRIMERA PARTE
Supongamos que tu grupo de seis o siete integrantes, tiene la posibilidad de
invertir en la creación de un club exclusivo para jóvenes, para ello cuentan
con un amplio terreno.

1. ¿Con qué finalidad se crearía el club?


2. Indica, ¿con qué servicios contaría el club (canchas,
piscina, etc.)?
3. ¿Cuántos jóvenes podrían asociarse al club y cuáles
serían las condiciones para ser socios?
4. ¿Cuál sería el reglamento de los socios del club? ( 5
reglas básicas).
5. ¿Cómo se mantendría el club? Es decir, ¿de dónde se
obtendrían los recursos para que cumpla con la
finalidad para el que fue creado?

SEGUNDA PARTE
Compara al Perú con tu club de jóvenes:

1. ¿Quiénes son los socios del "Club Perú"?


2. ¿Cúal es el "reglamento" del "Club Perú"?
3. ¿Qué servicios debe brindar el club a sus socios, según
este "reglamento"?
4. Nombra una de las obligaciones que deben cumplir los
socios del club para que éste funcione.

TERCERA PARTE
Luego de escuchar a tu profesor y compañeros, completa el siguiente cuadro:
La tributación hace posible:

Publicado por Mg. ALAN STEEL ANDÍA ROJAS en 09:35

Etiquetas: Formación Ciudadana y Cívica

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