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Economía agrícola

Hoy, el Programa de Egresados de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, está


celebrando 50 años de creación del programa de Economía Agrícola. Con esta iniciativa, que
se dio en una época en que la agricultura tenía una preponderancia mayúscula en el desarrollo
de la economía colombiana, se buscaba formar profesionales que le dieran al sector
agropecuario un manejo en el que no solo se consideraran los aspectos técnicos propios de las
ciencias agropecuarias, sino una visión económica del mismo.
Ello debería reflejarse en una mejor gestión de las unidades de producción y los negocios
agropecuarios, en unas políticas públicas que, además del enfoque técnico, consideraran el
económico, y en la construcción de unas capacidades académicas e investigativas que, a través
del conocimiento generado, apoyaran el desarrollo agropecuario y rural del país.
Desafortunadamente, a los pocos años de creado el programa, por razones válidas, se decidió
terminarlo y crear la carrera de economía. La lógica implícita era que la economía agrícola
debería ser una especialización de la economía y no una carrera.
Con el paso del tiempo, otras universidades y facultades de economía del país (como es el caso
de las universidades de los Andes y Javeriana) abrieron especializaciones y maestrías
relacionadas con el sector agropecuario y el desarrollo rural que, por fortuna, se han fortalecido
a través del tiempo.
Ello ha ocurrido a pesar de que tanto la agricultura como el sector rural han perdido importancia
en la economía y en la vida de la nación.
No obstante, algunos de los problemas más agudos de la sociedad colombiana (como los
grupos armados, la producción de cultivos ilícitos, la pobreza, etc.) tienen su origen en el campo.
De todas formas, buena parte de los recursos naturales del país (como son la tierra para usos
agropecuarios y forestales, las fuentes de agua, los bosques y la biodiversidad) se encuentran
asentados en los territorios rurales y estos recursos son fuente de vida y generación de riqueza
no solo de las gentes del campo, sino de todos los colombianos.
De otra parte, las perspectivas de desarrollo de la agricultura mundial, fundamentadas en el
crecimiento de la población, el mejoramiento de los ingresos y la mayor demanda por alimentos,
representan para dicha actividad a nivel global un enorme reto, pues ella deberá garantizar, en
todo tiempo y lugar, la capacidad de alimentar adecuadamente a la población.
Estas perspectivas, junto a los desarrollos recientes, le han dado un nuevo aire a la agricultura
como actividad económica, al tiempo que han ayudado a revaluar su papel en el desarrollo de
las naciones y la han puesto en la agenda pública mundial.
Ello pone de presente que el sector agropecuario de un país rico en recursos naturales, como
lo es Colombia, debe recibir atención prioritaria de la sociedad y del Estado.
Sin duda, un desarrollo amplio y sostenible de la base de recursos naturales renovables
conllevaría una dinámica sin precedentes para la agricultura colombiana y los territorios rurales.
Ello haría aún más pertinente y estratégica la formación de profesionales en economía agrícola.

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