Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1) Capacidad: análisis valorativo del Art. 1160: incapaces de hecho y de derecho. Incapaces absolutos y relativos. Religiosos
profesos. Concursados civiles y comerciales. Penados. Inhabilitados.
Absoluta
De hecho
Relativa
Capacidad
De derecho
1
b) El emancipado por autorización: también llamada “emancipación dativa”, ésta posee los mismos efectos que la emancipación por
matrimonio.
c) El menor con título habilitante para el ejercicio de una profesión: el art. 128, 2da. Parte del 2do. Apartado, dice que el menor que
hubiere obtenido título habilitante para el ejercicio de una profesión podrá ejercerla por cuenta propia sin necesidad de previa
autorización. La doctrina discrepa acerca sobre cuál es el menor aludido: el mayor de 14 o de 18 años.
d) El menor autorizado por el padre para celebrar contratos: de acuerdo con el art. 128, 2da. Parte, los menores de edad, mayores de
18 años, pueden celebrar contratos de trabajo en actividad honesta sin necesidad del consentimiento ni autorización de su
representante, quedando a salvo al respecto, las normas del Derecho Laboral. Para los mayores de 14 y menores de 18 años, rige el
requisito de la autorización expresa o presunta del art. 283 del C.C.
Son también incapaces relativos para obrar los inhabilitados, ebrios consuetudinarios, toxicómanos, el disminuido en sus facultades
mentales y el pródigo. No pueden disponer por sí de sus bienes por actos entre vivos, sin la conformidad del curador. En
consecuencia, sólo pueden celebrar actos de administración, salvo los excluidos en la sentencia de inhabilitación “teniendo en cuenta
las circunstancias del caso”, según el art. 152 bis.
El art. 1160 prosigue refiriéndose a la incapacidad jurídica o incapacidad de goce o titularidad, al decir: “... ni los que están excluidos
de poderlo hacer con personas determinadas o respecto de cosas especiales”.
Cuando el art. 1160 agrega: “... ni aquellos a quienes les fuese prohibido en las disposiciones relativas a cada uno de los contratos”,
no hace sino referirse a las dos situaciones mencionadas: prohibición respecto a personas determinadas y a cosas especiales.
También incluye dentro de los incapaces a los religiosos profesos y los comerciantes fallidos sobre bienes que correspondan a la
masa del concurso, si no estipularen concordatos con sus acreedores.
Todas estas incapacidades serán tratadas a continuación.
2
3) los dementes, y
4) Los sordomudos que no saben darse a entender por escrito”;
Pero como dijimos, esta enumeración ha perdido sentido en la práctica, quedando sólo el nasciturus dentro de esta categoría.
3. Comerciantes fallidos.
La enumeración del art. 1160 concluye con los comerciantes fallidos (a los cuales podemos equiparar “los concursados civiles”) que
no pueden contratar sobre bienes que correspondan a la masa del concurso.
Por comerciantes fallidos entendemos a aquellos que en virtud del auto declarativo de la quiebra han sido desapoderados de sus
bienes. “El fallido queda desapoderado de pleno derecho de sus bienes existentes a la fecha de la declaración de la quiebra y de los
que adquiera hasta su rehabilitación. El desapoderamiento impide que ejercite los derechos de disposición y de administración”.
3
El fallido no pierde su capacidad jurídica ni su capacidad de obrar. Ocurre que no puede perjudicar a sus acreedores lesionando los
efectos del desapropio de que es objeto.
Ese desapoderamiento de los bienes, transmitidos a la masa de manera fiduciaria, es el que impide a los comerciantes fallidos
contratar sobre esos mismos bienes.
Según la Cátedra hay que distinguir a los quebrados de los concursados, ya que los segundos pueden establecer acuerdos con sus
acreedores, en cambio los primeros no.
Los concursados, no son incapaces sino que les falta legitimación para actuar, el fundamento de esta falta de legitimación es que el
patrimonio del concursado constituye la prenda común de sus acreedores.
4. Los penados.
El art. 12 del C.P. dispone que: “La reclusión y prisión por más de 3 años llevan como inherente la inhabilitación absoluta, por el
tiempo de la condena...”; esas condenas “importan además la privación, mientras dure la pena, de la patria potestad, de la
administración de los bienes y del derecho de disponer de ellos por actos entre vivos”. Finalmente determina el artículo que “el
penado quedará sujeto a la cúratela establecida por el C.C. para los incapaces”.
Varias son las sanciones que siguen para el penado a reclusión o prisión por más de 3 años afectando distintos ámbitos, pero las que
nos interesan, son las referidas a los derechos patrimoniales.
El penado no puede celebrar contratos de administración ni de disposición sobre sus bienes. Se vuelve incapaz relativo de hecho y se
lo somete a la cúratela.
Estas prohibiciones se establecen para la protección del penado, pero lo que se critica hoy día es que más que una protección, estas
prohibiciones se convierten en una carga para él, ya que un tercero dispone de sus bienes.
5. Inhabilitados.
El art. 152 bis establece limitaciones a los inhabilitados, estos son:
- los pródigos, que son quienes malgastan sus bienes y tienen ascendientes, descendientes o cónyuges;
- los ebrios consuetudinarios y toxicómanos, son los que dependen del alcohol y las drogas respectivamente;
- los disminuidos en sus facultades, el artículo no menciona de que facultades se trata, pero como se remite al art. 141 algunos
entienden que se refiere a las facultades mentales únicamente. Rivera, en cambio, entiende que se refiere a ambas facultades,
mentales o físicas, por ej., sordos, cuadripléjicos, etc. La doctrina mayoritaria entiende que entran ambas facultades pero las físicas
sólo cuando resulte un problema para disponer de sus bienes.
Los inhabilitados son capaces para disponer de sus bienes pero requieren para ello de una voluntad compleja. En los supuestos de
incapacidad absoluta, la voluntad del incapaz es suplida por la voluntad del representante; a diferencia de la inhabilitación en la cual
se requieren ambas voluntades (inhabilitado + curador-asistente).
Los inhabilitados, en principio no pueden disponer de sus bienes, pero si el juez considera que tampoco pueden administrarlos, lo
debe especificar en la sentencia.
2) Nulidad de los contratos por razón de la incapacidad de las partes: interpretación de los Art. 1164 a 1166 del Código Civil.
Quienes pueden alegar la nulidad y efectos de la misma.
4
Los Art. 1164 a 1166 se refieren a la nulidad de los contratos hechos por incapaces, precisando quienes pueden alegar esa nulidad
(art. 1164); los efectos de la nulidad declarada (art. 1165) y la situación particular del incapaz que con dolo induce a la otra parte a
contratar (art. 1166).
Siguiendo a Freitas, nos expresa Vélez cuales son las sanciones en cada una de las hipótesis posibles. Todo el sistema se sienta sobre
la siguiente premisa: la clasificación doble de la nulidad; por un lado entre actos nulos y anulables; por el otro la de los actos de
nulidad absoluta y actos de nulidad relativa. La doble clasificación se desprende del art. 1160 y de otros pasajes que nos muestran, a
la vez, que ambas categorías no se superponen, no coinciden, pudiendo lo nulo tanto como lo anulable, ser de nulidad relativa o
absoluta.
El contrato es nulo cuando su nulidad es manifiesta (representa la nulidad de pleno derecho, art. 1038). Es anulable, en cambio,
cuando su nulidad por no ser manifiesta se halla dependiente de juzgamiento.
Los contratos otorgados por los incapaces de obrar, absolutos o relativos, son nulos (Art. 1041 y 1042). Son también nulos los
contratos celebrados sin autorización del juez o de su representante necesario (art. 1042 in fine).
Los contratos otorgados o celebrados por quienes padecen de una incapacidad de derecho, son nulos, según el art. 1043. Acerca de
la posibilidad del desconocimiento de la incapacidad de hecho y, por ende, de la existencia de contratos celebrados por tales
incapaces que sean meramente anulables, discrepa la doctrina:
a) Para Llambías, la incapacidad de obrar no puede depender de una investigación esclarecedora, pues no es asunto que pueda dar
lugar a dudas.
b) Para Buteler puede no ser así, por ejemplo, cuando hubiera necesidad de echar mano a la prueba supletoria para demostrar la
edad de una persona a falta de la partida de nacimiento.
Son anulables, por el contrario, los contratos celebrados por quienes obrasen con una incapacidad natural o accidental, “... como si
por cualquier causa se hallaren privados de su razón...” (Art. 1045). Se comprenden en la norma los siguientes contratos:
a) los otorgados por insanos o interdictos;
b) por sordos que no pueden darse a entender por escrito, no interdictos;
c) los celebrados en estado de delirio febril, sonambulismo, hipnotismo, o embriaguez completa.
Son anulables los contratos en que interviene una persona en violación del precepto que consagra una incapacidad jurídica, cuando
la inhabilidad resulta desconocida al tiempo de la celebración del negocio (art. 1045 segunda parte).
Son consecuencias derivadas de la distinción entre contratos nulos y anulables la falta de eficacia desde un mismo origen, en los
primeros, y la ineficacia a partir de la sentencia, en los segundos (Art. 1038, 1046 y concs.).
Otros autores estiman, en consideración al efecto retroactivo de la sentencia de nulidad (art. 1050), que la diferencia es inútil.
En cuanto a la situación de los terceros adquirente de buena fe y a titulo oneroso (art. 1051), la ley 17.711 ha venido a desbaratar el
distingo que buena parte de la doctrina efectuaba, declarando consolidados los derechos transmitidos, provengan de un negocio
nulo o anulable.
Pasando a la otra categoría, la de los contratos de nulidad absoluta y de nulidad relativa, encontramos que el criterio de distinción
finca en el interés vulnerado. La nulidad es absoluta cuando se transgrede el orden publico: un interés cuya guarda esta confiada a la
ley, por una razón de seguridad jurídica o de bien común (1047); la nulidad es relativa cuando está por medio un interés particular
(art. 1048).
De esta diferencia capital se distingue que mientras la nulidad relativa es subsanable mediante la confirmación del acto (art. 1058) y
prescriptible la acción que de ella emerge (art. 4023 segunda parte), la nulidad absoluta no es confirmable (art. 1047 ultima parte) ni
susceptible de prescripción.
Los contratos celebrados por los incapaces de obrar, sean absolutos o relativos, revisten una nulidad meramente relativa.
Los efectuados en violación de la prohibición legal en los supuestos de incapacidad de derecho serán de nulidad absoluta en razón
del fundamento de la incapacidad y del interés tutelado, sin perjuicio de encontrar hipótesis de nulidad meramente relativa.
5
El incapaz a quien se acuerda como regla el derecho de alegar la nulidad, pierde ese derecho cuando hubiera actuado con dolo
(grave) para inducir a la otra parte a contratar (art. 1166). Como sanción a la conducta artera del incapaz (art. 931), se le niega esa
posibilidad que juega en su beneficio. Como la parte capaz tampoco puede alegar la nulidad, en principio, se puede hablar de una
convalidación o confirmación indirecta, solo admisible frente a las nulidades relativas. Cuando es absoluta, la nulidad puede ser
denunciada por cualquiera.
Pero la ley, contempla dos circunstancias atenuantes a mérito de las cuales, pese a existir dolo, se mantiene el derecho de alegar la
nulidad:
a) si el incapaz fuere menor (art. 1166, in fine). Acerca de cual puede ser la minoridad contemplada, atento a que no tiene asidero
lógico jurídico que un menor de 20 años por ejemplo, sea amparado, discrepa la doctrina: una parte, sostiene que se refiere al menor
adulto, mayor de 14 años; otros, en cambio, extienden la excepción al menor impúber que alcanzo los 10 años, en consideración a
que ya alcanzo el discernimiento para los actos ilícitos que la ley reputa existentes a esa edad (arts. 921 y 1076). Mosset adhiere a
esta última postura.
b) si el dolo consistiese en la ocultación de la incapacidad (dolo incidental). Esta excepción, relativa a la maniobra, artificio o engaño
para la ocultación de la incapacidad, recibe explicación en el Esbozo de Freitas (art. 1879, ultima parte, que después de expresarse en
términos muy semejantes a los del art. 1166, remite al art. 485 que dice: “Los artificios que no sean susceptibles de engañar, no
afectaran la validez de los actos lícitos...”, por lo que la excepción se justifica en la poca gravedad del artificio, no susceptible en sí de
engañar, aun cuando en el caso hubiera producido la consecuencia buscada). La mera ocultación de la incapacidad no significa el
dolo al cual se refiere el art. 1166. El capaz tiene a su elección, en los casos normales de dolo, o exigir la indemnización de los daños
causados por el incapaz que actuó con dolo u oponer a la acción de nulidad, (promovida por el representante del incapaz, o por éste
luego de recuperar su capacidad) la excepción de dolo.
En síntesis, cuando se trate de:
Esta prueba que corre por cuenta de la parte capaz. Como si se tratara de una acción de repetición fundada en el enriquecimiento sin
causa, ignorando, por ende, el titulo de capaz.
La ley consagra un verdadero privilegio a favor del incapaz que se justifica sólo a medias, si restringimos su alcance a los incapaces de
obrar a mérito de su inferioridad física o mental, excluyendo a la incapacidad de derecho.
Se ha querido evitar que la sanción de nulidad provocara el empobrecimiento del incapaz y que tal situación obstara la demanda de
nulidad a que tiene derecho.
La ley 17.711 ha suprimido el inc. 1 del art. 515, que mencionaba como obligación natural, la contraída por un incapaz relativo de
hecho, de donde pagada la obligación por el incapaz puede repetir lo pagado por tratarse de una obligación sin causa, de una
obligación nula (art. 1042).
6
3) LEY QUE RIGE LA CAPACIDAD PARA CONTRATAR
Vélez Sarsfield, siguiendo la posición de Freitas, opto por la llamada ley del domicilio e hizo que la capacidad se juzgara en
función del domicilio y no de la nacionalidad de los sujetos para el momento de la celebración del contrato ya que nuestro
codificador sentó un prepuesto concordante con la postura internacional sustentada por un país que al momento de su redacción del
código sentía la influencia masiva de la emigración europea que se asentaba en nuestra patria.
4) LA REPRESENTACIÓN
Representación.
Está vinculada con el mandato representativo. Hay representación cuando una persona (representante) está facultado para emitir
declaración o manifestación de voluntad por cuenta y nombre de otra persona (representado), incidiendo las consecuencias jurídicas
de tal manifestación directa e inmediatamente en la esfera de los intereses jurídicos del representado como si este hubiera celebrado
personalmente el acto.
Clases de representación.
1. Legal: derivada de la ley, por ej. Curadores.
2. Voluntaria: proviene de la voluntad de las partes.
3. Orgánico (Lorenzetti): referente a la representación de sociedades.
La representación es más amplia que el mandato. Si hay representación necesariamente debe haber un poder, entendido
genéricamente como facultad y técnicamente como instrumento en el que consta el otorgamiento de la representación.
El poder como acto jurídico es unilateral, porque emana de la voluntad del otorgante. Es formal no solemne (Art. 1184 inc 7). Cumple
como función externa la de acreditar a tercero la representación que un sujeto enviste, y como función interna la de determinar el
negocio bilateral que subyace detrás del poder.
Introducción-La sustitución del interesado: Puede ocurrir que una persona cuyos intereses necesiten ser regulados, no tenga la
posibilidad o la oportunidad de celebrar el negocio correspondiente. Ello acaece cuando el interesado es incapaz de obrar o cuando se da
cualquier otro tipo de impedimento, transitorio o permanente; asimismo, cuando razones de necesidad o conveniencia aconsejan ampliar
la propia esfera de actuación. Lo señalado determina, la imperiosa exigencia de admitir la sustitución del sujeto del interés por otro que
pueda actuar por él, que ocupe su lugar y celebre el acto jurídico en su reemplazo, constituyendo los efectos jurídicos correspondientes, ya
sea directamente para el principal o con el fin de trasferirlos a esté.
Representación sin mandato: El mandato difiere de la representación, la que configura un instituto independiente, con autonomía propia.
Así lo patentiza el hecho de que puede existir representación sin mandato, tal cual ocurre con la representación legal e, incluso, con la
voluntaria, la que puede tener su fuente en otras relaciones contractuales diferentes del mandato: así sucede con la preposición institoria
(art.132, Cód. De Com.); también con el c. de locación de servicios o de trabajo; con los dependientes de comercio autorizados a vender al
menudeo (art.151, Cód. de Com.), etc. Esto no impide que en los ordenamientos jurídicos como el nuestro, en la faz concerniente a la
representación, se aplique a estos supuestos las disposiciones del mandato, a falta de otras especificas sobre el particular.
Mandato sin representación: Puede existir mandato sin representación, cuando el mandatario actúa en su propio nombre (En el orden
comercial: esto se identifica con la figura del comisionista) En el C.C.: Art. 1929 - El mandatario puede, en el ejercicio de su cargo, contratar
en su propio nombre o en el del mandante. Si contrata en su propio nombre, no obliga al mandante respecto de terceros. Éste, sin
embargo, puede exigir una subrogación judicial en los derechos y acciones que nazcan de los actos, y puede ser obligado por los terceros
acreedores que ejercieren los derechos del mandatario a llenar las obligaciones que de ellos resultan.
7
Elementos
de la
representación.
2. La actuación en a. Alcance del requisito (contemplatio domini).
nombre del b. C. por persona a designar.
representado.
8
su actuación tiene como fundamento un acto de voluntad del interesado, que, a su vez, fija los confines, el ámbito en que puede
desenvolverse.
Vicios de la voluntad: Puede afirmarse en principio, que, por ser el acto representativo obra del representante, los vicios de la voluntad
susceptibles de provocar su invalidez son los que recaen sobre el apoderado, también es dable admitir que, cuando tales vicios afectan a la
“voluntad que sirve de fundamento y limite a esa actuación del representante”, tiene la aptitud de ocasionar la nulidad del acto concluido
(deben los vicios incidir sobre elementos negociales que el dominus negotii ha predeterminado al conferir el poder).
Buena fe: Entendida en su significación subjetiva, consiste en la ignorancia de lesionar la esfera jurídica ajena. Por vía de la regla, este
desconocimiento de ciertas circunstancias susceptibles de lesionar el círculo jurídico ajeno debe referirse al representante. Pero cuando tal
situación subjetiva se vincula con elementos predeterminados por el poderdante, será decisivo el estado de conciencia de éste para
determinar la buena fe en la realización del acto representativo.
La representación y los c. entre ausentes: Como corolario de que el representante es el que realiza el negocio representativo, se
considerará a éste un c. entre ausentes cuando aquél no estuviese en el mismo lugar que la contraparte al celebrarlo y no dispusiese de un
medio de comunicación instantáneo. En toda otra hipótesis el c. celebrado por medio de representante es un c. entre presentes.
c. La representación orgánica:
En la relación representativa cabe distinguir 2 sujetos claramente diferenciados: el representante, que sustituye al dominus en la actividad
negocial, y el representado, que es el destinatario de los efectos de esa actuación.
Esto tiene que diferenciarse de la denominada representación orgánica, en la que suele verse un tertium genus de la figura, que se viene a
sumar a las 2 especies referidas(representación legal y voluntaria) ; a diferencia de estas, no se da la escisión entre el supuesto de hecho y
sus efectos, ni la dualidad entre representante y representado.
Esto se relaciona con el tema: La administración de las personas jurídicas y el mandato-Teoría del órgano: Estos entes necesitan de la
intervención de personas físicas. Tradicionalmente a los administradores se los concibió como mandatarios; pero luego esto cambio con la
teoría del órgano (esto se ve en Sociedades: repasar).
9
en el momento mismo de la conclusión del negocio. La individualización del representado es una obligación del representante y su
inobservancia acarrea entonces la invalidez del negocio.
En la hipótesis del c. por persona a designar, el estipulante queda vinculado inmediatamente por sí al negocio. La declaración designativa
es una facultad que le compete y no una obligación. Y como actúa alternativamente por sí o por la persona que eventualmente designe, si
omite la indicación de esta última, el c. queda definitivamente concluido con el estipulante en la calidad de parte que revestía
inicialmente.
Nuestro derecho: En virtud del principio de autonomía, cabe admitir la posibilidad de la utilización de la figura en nuestro derecho. Se
trata de un supuesto de representación eventual de una persona indeterminada, en el sentido de que el negocio celebrado constituye
un único contrato, con dos partes alternativas: una, el estipulante que se vincula originariamente; otra, la persona cuya designación se
reserva para que lo constituya como parte.
En este aspecto de la titularidad, la composición definitiva del contrato está subordinada a una condición:
La declaración designativa.
No verificada la designación, el negocio se consolidará en su composición originaria, esto es, con el estipulante comparte por
derecho personal y propio. En definitiva, la condición permite transformar lo que es un c. celebrado por D. propio, en un acto
representativo, esto es, un c. celebrado en nombre de la persona que se designa, con efecto ex tunc.
Verificada ésta, el negocio se reputará concluido en nombre la composición definitiva del del designado, el que asumirá la condición
de parte, desde el momento mismo de su concertación.
4. El Poder.
1. Noción y negocio de apoderamiento.
Noción: Otro requisito de la representación es el poder, la autorización que faculta al representante a actuar en nombre del representado
y a producir efectos en la esfera jurídica de éste. El poder representa la investidura, el título que legitima al representado para imponer un
orden vinculante a los intereses del dominus negotii.
La representación necesaria y el poder: En la representación necesaria, la autorización proviene de la ley (las facultades que le confiere
configuran los poderes). La legitimación del representante y la extensión en que se puede desenvolver en este tipo de representación son,
por lo tanto, creadas ex lege.
La representación voluntaria y el apoderamiento: Aquí, la autorización proviene de la voluntad del interesado; el poder, la facultad del
representante para actuar en nombre del representado, es creada por un acto de apoderamiento del dominus negotii, en el que le
atribuye su legitimación al representante.
Naturaleza del apoderamiento: El apoderamiento es un acto jurídico unilateral por el cual el principal confiere el poder al representante.
Se trata de un acto jurídico (manifestación de voluntad dirigida a crear la facultad de referencia). Es un acto unilateral (en cuanto requiere
para su perfeccionamiento la declaración de voluntad del poderdante, sin que sea necesaria la aceptación del representado.).
8. Falta de poder.
Supuestos: Cuando el que actúa en nombre de otro no está autorizado a hacerlo, esto es, no está investido de poder, carece de
legitimación para producir efectos en la esfera jurídica de la persona a cuyo nombre despliega dicha actividad. Tales hipótesis pueden
darse en las SS. situaciones:
A) El pretendido representante desenvuelve su actividad sin que se la haya conferido ningún poder. Es el supuesto del denominado
falsus procurator.
B) Un representante a quien se le ha conferido poder realiza un acto excediendo los límites de éste, es decir, extralimitándose en la
autorización.
C) Finalmente, puede ocurrir que aquel al que se le ha conferido un poder realice actos representativos después de que éste se ha
extinguido, esto es, con posterioridad a la cesación del poder.
Actos realizados sin poder o excediendo los límites de éste:
Hay una controversia sobre la naturaleza de los actos celebrados por el representante: Una 1ª postura predica la ineficacia en sentido
estricto (acto valido entre quienes intervinieron, pero ineficaces = inoponibles sobre quien se invoco su nombre); para otros se trata de un
acto incompleto o de formación sucesiva o eventual; para otros el negocio esta completo pero su eficacia queda en suspenso (condición o
ratificación). La 2ª postura dice que estos actos son inválidos
Derecho Nacional: distinción: Hay que distinguir 2 situaciones: 1) La falta o exceso de poder por falta de legitimación (en el acto concluido
no se hace referencia a esta circunstancia) 2) La falta o exceso de poder del que invoca el nombre ajeno son concientes; sí declara la
ausencia de este poder: se obliga a conseguir la ratificación.
10
Ratifica esto el Art. 1931 - Cuando contratase en nombre del mandante, pasando los límites del mandato, y el mandante no ratificare el
contrato, será éste nulo, si la parte con quien contrató el mandatario conoce los poderes dados por el mandante.
La situación del “dominus”: Los actos concluidos son intrascendentes, irrelevantes e inoponibles respecto a él. Debe ser considerado
como un tercero respecto de los actos concluidos por el representante sin poder. No se trata de una nulidad (en sentido estricto); sino de
la consecuencia natural del denominado efecto relativo del c.
Las relaciones “Inter. partes”: Entre el pretendido representante y el que contrato con él: según las disposiciones vistas el acto debe
reputarse invalido (la solución es razonable). Ese acto no puede producir ningún efecto; falta la legitimidad.
Peculiaridades de la invalidez: “La Ratificación”. Esta invalidez puede ser subsanada por la ratificación del pretendido representado (es un
medio de convalidación del acto).
Buena o mala fe del tercero que contrato: Buena fe es cuando ha incurrido en un error excusable; cuando haya confiado sin su culpa en la
legitimación que invocaba el pretendido representante. Mala fe: Sí conoció o debió conocer la falta o el exceso de poder; la invalidez del
acto esta sujeta al régimen de la nulidad; con la salvedad hecha de la ratificación.
Protección del tercero de buena fe: La ley le brinda una alternativa: Puede considerar al pretendido representante, personalmente
obligado y reclamarle el cumplimiento del c. que se reputa perfeccionado con ese alcance (art1933). (Se trata de darle una reparación in
natura). O también puede optar por la nulidad de ese c. y por la indemnización de los D y P que ha sufrido al confiar en la validez por
ignorar sin su culpa la falta o el exceso de poder. Configura está una hipótesis de responsabilidad precontractual.
Art. 1931 - Cuando contratase en nombre del mandante, pasando los límites del mandato, y el mandante no ratificare el contrato, será
éste nulo, si la parte con quien contrató el mandatario conoce los poderes dados por el mandante.
Art. 1932 - En el caso del artículo anterior, sólo quedará obligado para con la parte con quien contrató, si por escrito se obligó por sí
mismo, o se obligó a presentar la ratificación del mandante.
Art. 1933 - Quedará sin embargo personalmente obligado, y podrá ser demandado por el cumplimiento del contrato o por indemnización
de pérdidas e intereses, si la parte con quien contrató no conocía los poderes dados por el mandante.
La materia cambiaria: Algo similar regula el art.8 del dec.-ley 5965/63. La norma sanciona, de modo objetivo la responsabilidad cambiaria
sustitutiva y directa del falsus procurator o de quien actúa excediendo el poder. El falsus procurator se obliga directa y personalmente.
Actos realizados por el representante después de la cesación del poder. Tutela de la buena fe: El acto de conferimiento del poder es
susceptible de ser modificado en cualquier momento, por la voluntad del dominus.
Las modificaciones del poder que no se llevan a conocimiento de los terceros con medios idóneos, no les pueden ser opuestos cuando
ellos son de buena fe; esta regla se hace extensiva a los supuestos de extinción del poder del Art. 1963 - El mandato se acaba:
1. Por la revocación del mandante.
2. Por la renuncia del mandatario.
3. Por el fallecimiento del mandante o del mandatario.
4. Por incapacidad sobreviniente al mandante o mandatario.
Art. 1964 - Para cesar el mandato en relación al mandatario y a los terceros con quienes ha contratado (el representante), es necesario que
ellos hayan sabido o podido saber la cesación del mandato.
Art. 1967 - En relación a terceros, cuando ignorando sin culpa la cesación del mandato, hubieren contratado con el mandatario, el contrato
será obligatorio para el mandante, sus herederos y representantes, salvo sus derechos contra el mandatario, si éste sabía la cesación del
mandato.
Art. 1968 - Es libre a los terceros obligar o no al mandante, sus herederos o representantes, por los contratos que hubieren hecho con el
mandatario, ignorando la cesación del mandato; mas el mandante, sus herederos o representantes, no podrán prevalerse de esa
ignorancia para obligarlos por lo que se hizo después de la cesación del mandato.
Opción del 1968: Para armonizar las normas en conflicto (Art.1936 y 1937 con el art. 1968), se da la siguiente interpretación (estricta):
mientras los terceros de buena fe no hagan uso de la opción que les confiere el art.1968 y elijan concretamente el temperamento a seguir,
resultara factible que el apoderado, su representante o herederos, se valgan de la ratificación, la que producirá plenamente los efectos que
le son propios.
Art. 1936 - La ratificación equivale al mandato, y tiene entre las partes efecto retroactivo al día del acto, por todas las consecuencias del
mandato; pero sin perjuicio de los derechos que el mandante hubiese constituido a terceros en el tiempo intermedio entre el acto del
mandatario y la ratificación.
Art. 1937 - Los terceros no pueden oponer el exceso o inobservancia del mandato, una vez que el mandante lo hubiere ratificado, o quiera
ratificar lo que hubiese hecho el mandatario.
11
LA RATIFICACIÓN:
Noción: Es el acto jurídico unilateral por el cual el dominus asume y hace suyos los efectos de un acto que se concluyo en su nombre sin
que mediase poder para su realización.
Ratificación expresa o tácita: La expresa se traduce en una declaración. La tácita en un comportamiento concluyente que el dominus que
“necesariamente importe una aprobación de lo que hubiese hecho al mandatario”.
Art. 1935 - La ratificación tácita del mandante resultará de cualquier hecho suyo que necesariamente importe una aprobación de lo que
hubiese hecho el mandatario. Resultará también del silencio del mandante, si siendo avisado por el mandatario de lo que hubiese hecho,
no le hubiere contestado sobre la materia. (Debe expresar su desaprobación; porque sino su silencio será ratificación).
Efecto retroactivo: Sobrevenida la ratificación ella tiene efecto retroactivo. Art. 1936 - La ratificación equivale al mandato, y tiene entre las
partes efecto retroactivo al día del acto, por todas las consecuencias del mandato; pero sin perjuicio de los derechos que el mandante
hubiese constituido a terceros en el tiempo intermedio entre el acto del mandatario y la ratificación. . Tal efecto retroactivo, está limitado
a las relaciones entre las partes comprometidas por esta situación; no alcanza a los terceros extraños que hubiesen adquirido Ds. del
dominus durante el tiempo intermedio entre el acto del representante y su ratificación.
La decisión de ratificar y los terceros: Art. 1937 - Los terceros no pueden oponer el exceso o inobservancia del mandato, una vez que el
mandante lo hubiere ratificado, o quiera ratificar lo que hubiese hecho el mandatario.
Los terceros no pueden pretender prevalerse de la falta de legitimación, para impedir que el dominus asuma y haga suyas las
consecuencias del negocio concluido.
Carácter recepticio: La ratificación es un acto unilateral recepticio (debe ser dirigida al representante o al tercero que se vinculo con éste.
Diferencia con la confirmación: A semejanza de la confirmación, es un modo de subsanar la invalidez.
Confirmación. Ratificación.
Es un acto que realiza la parte de un negocio Proviene de un tercero que asume los efectos jurídicos de un
jurídico que tiene D. a reclamar su nulidad y acto realizado en su nombre sin poder; de este modo le
supone, en esencia, una renuncia al ejercicio incorpora la justificación de que carecía, amén de que dicha
de tal acción. ratificación se impone a la voluntad contraria de la parte que
tendría D. a solicitar su nulidad.
12
Abuso del poder:
Noción: Son diversos los supuestos; en ellos el representante actúa formalmente dentro de los limites del poder que se la ha conferido,
pero contrariando la finalidad de la representación, la que por vía de regla, es la tutela del interés del representado. En estos casos de
abuso del poder, los actos que el representante realiza en nombre del representado no lo son en el interés de éste, sino en beneficio de un
interés contrastante, ya sea del propio representante o de un tercero.
Finalidad de la representación: constituye una institución al servicio del interés del representado.
Art. 1908 - El mandatario no ejecutará fielmente el mandato, si hubiese oposición entre sus intereses y los del mandante, y diese
preferencia a los suyos.
Tiene el deber de velar por los intereses del representado.
Art. 1906 - No se consideran traspasados los límites del mandato, cuando ha sido cumplido de una manera más ventajosa que la señalada
por éste.
Art. 1907 - El mandatario debe abstenerse de cumplir el mandato, cuya ejecución fuera manifiestamente dañosa al mandante.
Consecuencias del abuso del poder: Se producen ante todo, en las relaciones internas entre el representado y representante: éste debe
indemnizar a aquél los D y P provocados por ese ejercicio anormal (disfuncional) del poder.
El tercero que contrata con el representado podrá verse comprometido en esa responsabilidad cuando sea de mala fe, esto es, cuando es
beneficiario consciente de ese abuso del poder, lo que resultará más evidente cuando sea cómplice del representado (allí, el representado
tendrá el D. de reclamar la nulidad del acto representativo, por ser su causa ilícita).
13