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1. Prescripción liberatoria
Se establece el ámbito de aplicación de las normas del Capítulo 1, Disposiciones comunes a la prescripción liberatoria y
adquisitiva, estableciendo que las normas que lo integran –las que son generales y las que se refieren a la suspensión, la
interrupción y la dispensa– son aplicables tanto a la prescripción adquisitiva como a la liberatoria. Dispone que las
legislaciones locales regularán el plazo de prescripción de los reclamos de tributos.
Método.-
El Libro Sexto del Código establece, como su título lo indica, las Disposiciones comunes a los derechos personales y
reales. En su Título I se ocupa de la prescripción y la caducidad de los derechos. El primer capítulo establece las normas
generales que según el artículo bajo comentario comienza por determinar el ámbito de aplicación de las normas
generales, que comprenden tanto a la prescripción adquisitiva –propia de los derechos reales– como a la liberatoria –
operativa en los derechos personales–.
La regulación de la prescripción adquisitiva ha sido reglada en el Capítulo 2 que trata de la "adquisición, transmisión,
extinción y oponibilidad de los derechos reales", dentro del Título I, Disposiciones generales, del Libro Cuarto,
Derechos Reales. En cambio, la prescripción liberatoria se regula en el Capítulo 2 del Título I de este Libro Sexto.
Elementos
Ámbito de aplicación.-
El artículo bajo comentario establece que las normas de este Capítulo 1 son de carácter general y comunes a ambos
tipos de prescripción.
Como normas generales, se aplican en ausencia de una disposición específica que rija la prescripción del derecho de
que se trate.
Nulidad del pacto de caducidad en fraude a las normas legales relativas a la prescripción.-
El Código establece la nulidad de las cláusulas de caducidad que hayan sido pactadas en fraude a las normas legales de
prescripción. De modo tal que la caducidad no puede ser pactada por las partes persiguiendo escapar a la aplicabilidad
de un plazo de prescripción''· Tal pacto recibe la sanción prevista por el artículo 12 (fraude a la ley) y, en consecuencia,
el acto queda sometido a la norma de prescripción que las partes hayan intentado eludir.
Se reglan dos situaciones: a) los sujetos a favor y en contra de quienes opera la prescripción, estableciendo que son
todos, salvo que una disposición legal los excluya, y b) quiénes son los legitimados para oponer la prescripción,
estableciendo que los acreedores y cualquier otro interesado pueden hacerlo, a pesar de la falta de invocación o la
renuncia en que incurriere el deudor o el propietario.
Temas reglados.-
El artículo aborda dos temas:
- el de los sujetos frente a quién y contra quién opera la prescripción, y
- el de los sujetos legitimados activamente para deducir la prescripción, sea como acción o excepción.
Excepción.-
Se establece en la norma "excepto disposición legal en contrario". Existen determinados casos en los que la ley
contempla una situación personal del sujeto titular del derecho al que se le dificulta o le resulta inconveniente o
directamente le impide pedir el amparo jurisdiccional; o sea, el titular se encuentra amenazado de sufrir la pérdida de su
derecho, porque la prescripción corre, pero por su situación no puede accionar. En algunas de estas situaciones, la ley
prevé que el curso de la prescripción suspenda su operatividad respecto de los sujetos que se encuentran en ellas. Son
las situaciones que están expresamente previstas por la ley y constituyen las causales de suspensión del curso de la
prescripción (arts. 2541 a 2543), que serán tratadas al comentar dichas normas.
Otras veces, la prescripción no opera porque el bien objeto del derecho es insusceptible de ser adquirido de ese modo.
Por ejemplo, los bienes públicos del Estado, que no pueden ser adquiridos por los particulares por prescripción.
Acciones imprescriptibles.-
El carácter imprescriptible puede provenir de la naturaleza jurídica de las cosas insusceptibles de ser objeto de la
adquisición por tal modo o de la naturaleza de la acción de que se trata en el marco de la prescripción extintiva.
Se establece como regla general que el curso de la prescripción al momento de entrada en vigencia de una nueva ley se
rige por la ley anterior. La excepción a esa regla, en cuyo caso rige el plazo de la ley nueva contado desde su vigencia,
se produce en el supuesto en que aplicado el plazo requerido por la ley anterior venciera más allá en el tiempo que el
que resultase de la aplicación de la nueva ley contado desde su vigencia. Además, se ha establecido –expresamente–
que si el plazo calculado a partir de la vigencia de la nueva ley vence antes del término contado según la ley anterior, se
mantiene el plazo de la ley anterior.
Ámbito de aplicación.-
La norma prevé la solución en caso de colisión de leyes en materia de prescripción, a los fines de resolver la transición
entre dos regímenes legales que prevén distintos plazos de prescripción para una acción o adquisición de un derecho
real.
En consecuencia, la aplicación de esta norma tiene por presupuesto que se encuentre en curso un plazo de prescripción
al momento en que entra en vigencia una nueva ley que establece otro plazo de prescripción para el mismo reclamo que
contempla la anterior. Estar en curso un plazo de prescripción significa que se haya iniciado y no haya concluido.
A los fines de reglar el supuesto fáctico referido (pendencia de un plazo de prescripción cuyo plazo se encuentra en
curso) se han establecido una regla general y una excepción, en la que –obviamente– no se aplica la regla.
Además, para darle mayor claridad a la disposición se ha establecido expresamente como aparente excepción a la
excepción el supuesto en que el curso de la prescripción contado de acuerdo a la ley anterior finalice con anterioridad
en el tiempo respecto del que resulte del cómputo del plazo establecido en la ley nueva contado desde que entra en
vigencia. En este caso, la prescripción se entiende cumplida al término del plazo según la ley anterior, o sea, que se
aplica la regla general.
La regla general.-
La regla general, sentada por el artículo 2537, es que "los plazos de prescripción en curso al momento de entrada en
vigencia de una nueva ley se rigen por la ley anterior".
Por ejemplo, si existe pendiente de ejercicio una acción de daños y perjuicios por un accidente de tránsito, que
prescribía por el plazo de dos años, según el artículo 4037, con el dictado de la norma del artículo 2561, segundo
párrafo, que establece para ese supuesto un plazo de tres años, la aplicación de esa regla -aplicación de la ley anterior al
plazo de prescripción en curso al momento de entrada en vigencia de la ley nueva- no altera las expectativas de los
interesados en esa relación jurídica; la víctima dispondrá del ejercicio de la acción indemnizatoria de dos años contados
desde que el daño se ha producido; tampoco afecta las del deudor, que se liberará transcurrido ese período; en tal caso,
la vigencia de la nueva ley no afecta el plazo que está corriendo.
De modo tal que el curso de la prescripción que ha nacido bajo la vigencia de una ley anterior, ante su modificación por
una ley posterior, queda –como regla– regido por las normas anteriores.
Se ha optado por someter el curso de la prescripción al sistema de la ultraactividad de la ley anterior, desplazando –en
su carácter de norma específica– la aplicación inmediata que derivaría de la aplicación de la norma general del artículo
7. Pero, como se verá a continuación, se ha hecho excepción a la regla cuando la aplicación de la ley ultraactiva
postergaría en demasía –más allá del momento en que prescribiría según la nueva ley contado desde su vigencia– la
satisfacción de los intereses públicos comprometidos en la estabilización de la situación reglada.
Una regla práctica que permite con facilidad determinar cuál es el plazo de prescripción aplicable, si el de la ley anterior
o la nueva, es proceder a realizar un cálculo referencial de acuerdo a la nueva ley contado desde su vigencia, si el plazo
de prescripción referencial comparado con el que estaba corriendo –según los códigos derogados– vence antes (en el
tiempo) que el referencial, se aplica la regla: la prescripción se rige por la ley anterior. Si resulta que el plazo que estaba
corriendo –según los códigos derogados– vence después (en el tiempo) que el cálculo referencial, se aplica la
excepción: o sea, el plazo del Código contado desde su vigencia, o sea, se aplica el cálculo hecho en forma referencial.
Excepción: tiempo pendiente según la ley anterior mayor al plazo establecido por la ley nueva.-
Una situación particular se presenta cuando la ley nueva establece un plazo menor al requerido por la ley anterior y al
deudor o al usucapiente le falta un plazo mayor al que requiere la nueva ley.
La regla puede enunciarse de la siguiente forma: en principio, el curso de la prescripción no se modifica por la aparición
de una disposición que fije un plazo de prescripción distinto al previsto en la ley anterior.
Pero, si por aplicación de la ley anterior el plazo de prescripción requerido para la liberación del deudor o la adquisición
por el usucapiente fuere mayor al que establece la nueva ley, se aplica el nuevo plazo computado desde el momento en
que entra en vigencia la nueva ley. Por ejemplo, si el acreedor gozaba por la vieja ley de un plazo de diez años, y la
nueva ley prevé un plazo de prescripción de cinco, como ocurre en el Código con el plazo genérico, que reduce el plazo
general previsto en el artículo 4023, y al momento de la vigencia del Código habían transcurrido cuatro años del plazo
extintivo, o sea, estaban pendientes seis años para que el deudor se liberase, la prescripción se entiende cumplida una
vez que transcurriesen los cinco años a partir del momento de entrada en vigencia de la nueva ley.
La regla se justifica porque, en principio, si a las partes de la relación jurídica se les ha otorgado un plazo por el cual el
derecho será amparado, es lógico que –en principio– se les respete ese plazo. Pero, teniendo en cuenta que el instituto
compromete intereses públicos en la seguridad jurídica de las relaciones, en la estabilidad de las situaciones, y que ello
constituye el orden público, el legislador puede tener interés en que ellas queden consolidadas en un plazo menor al
que, en el pasado, ha estimado que ello debía ocurrir. Para este último supuesto se consagra la excepción.
Se establece que el pago espontáneo de una obligación ya prescripta no puede ser repetido por el que lo ha realizado. La
espontaneidad de la entrega significa que la haya hecho sin presiones, aunque ignorase que no estaba obligado. Si la
entrega ha sido espontánea, la atribución patrimonial recibida por el acreedor es irrepetible.
Para que juegue la presunción es necesario que la entrega haya sido espontánea.-
No alcanza con atribuir el carácter de cumplimiento del deber moral para evitar las controversias a las que puede dar
lugar esa entrega, toda vez que el que ha cumplido puede sostener que lo ha hecho en ignorancia de que la prescripción
había operado la extinción del crédito.
A fin de evitar esta controversia, el artículo 2538 señala que es suficiente que la entrega haya sido espontánea. En ella,
se entiende que es la entrega que hace por propio impulso, sin que haya existido una presión que lo impulse a realizarla.
Aplicabilidad de la norma.-
La norma legal sirve de fundamento a la acción de repetición para quien se ha visto forzado a afrontar una deuda
prescripta por medios violentos o maniobras o para superar una presión del acreedor; por ejemplo, al pago bajo protesta
de un impuesto.
En tal caso, quien persigue la repetición se ve gravado por la prueba de la no espontaneidad de la entrega y del
transcurso del plazo de prescripción; por su parte, el demandado por la repetición, para obstaculizar el progreso de la
acción, deberá probar que el pago fue espontáneo o que el crédito no se encontraba prescripto, por la existencia de
causales de suspensión o interrupción del curso extintivo.
El comienzo del plazo de la prescripción liberatoria se computa a partir del momento en que la prestación debida es
exigible, debiéndose entender que principia desde el día en que la acción puede ser ejercida judicialmente para obtener
el cumplimiento de la misma o, en su defecto, para lograr forzadamente la satisfacción del interés del acreedor (arts.
724, 730 y concs.).
El Código adoptó, como principio general que el plazo de la prescripción liberatoria se computará a partir del día en que
la prestación es exigible.
2. Suspensión de la prescripción
La suspensión consiste en la detención del tiempo útil para prescribir por causas concomitantes o sobrevinientes al
nacimiento de la acción en curso de prescripción. Mientas actúa la causa que opera la suspensión el lapso que transcurre
es inútil para prescribir, pero cuando dicha causa cesa de obrar el curso de la prescripción se reanuda, sumándose al
período transcurrido con anterioridad a la suspensión. Por ello se ha dicho con razón que la prescripción “duerme”
mientras actúa el factor determinante de la suspensión.
Se dispone que el efecto de las causales de suspensión de la prescripción es detener su curso durante el lapso que dura,
computándose el período que haya transcurrido con anterioridad al momento en que sobrevienen. La suspensión de la
prescripción se aplica tanto en materia comercial como civil.
Se establece que los efectos suspensivos de la prescripción que provocan las causales de la suspensión sólo se aplican
entre los interesados, salvo que se trate de obligaciones solidarias o indivisibles, en cuyo caso se extiende a los
coacreedores o codeudores.
Establece que la interpelación por medio fehaciente realizada por el titular del derecho (acreedor o propietario) contra el
deudor o el poseedor suspende el curso de la prescripción por seis meses o el plazo menor que corresponda a la
prescripción de la acción de que se trata. Esta causal de suspensión sólo puede usarse una vez a lo largo de todo el plazo
de prescripción de la acción de que se trata.
Antecedentes.-
La interpelación como causa influyente del curso de la prescripción tuvo una traumática incorporación a través de la ley
17. 711. En ella se establecía que constituía una causal de interrupción.
A pesar de ello, la decisión de conferir a la interpelación una influencia sobre el curso de la prescripción fue bien
recibida por la doctrina, pues solucionaba un problema práctico: con frecuencia los ciudadanos –por razones diversas:
desconocimiento, descuido u otras– buscan asesoramiento profesional respecto a la defensa de sus derechos en forma
inminente al vencimiento de los plazos de prescripción. Ello resta posibilidades al necesario estudio de los planteos a
efectuar por parte de los profesionales o de encarar negociaciones previas a la instancia judicial, con los consecuentes
inconvenientes, falta de seriedad de los planteos apresurados y agravamiento de los costos de la resolución de los
conflictos susceptibles de solucionarse extrajudicialmente.
Asimismo, se estimaba paradójico que mientras la deducción de la demanda importaba la interrupción del curso del
plazo de prescripción, la interpelación, que también evidenciaba claramente que el acreedor o propietario no había
incurrido en un abandono de su derecho, no tuviera ninguna influencia.
La interpelación.-
La interpelación es una declaración recepticia por la que el acreedor o propietario reclama inequívocamente la cesación
de la violación de su derecho. En el caso de las obligaciones el acreedor reclama el cumplimiento de la obligación. En
el caso de los derechos reales, el dueño exige la cesación del hecho del otro que afecta su derecho real; en el caso de
otros derechos no obligacionales, de impugnación o reclamo, el titular exige la conducta que implique la satisfacción de
su interés en relación a la acción de la que dispone.
Se trata de la manifestación –declaración– de una pretensión, o sea, de un acto declarativo de la voluntad de reclamar el
respeto de su derecho. No requiere términos sacramentales ni una formal intimación de pago, pues su finalidad no es
constituir en mora al deudor o poseedor, sino simplemente poner de manifiesto su voluntad de no abandonar el derecho.
Debe ser una declaración recepticia, o sea, que para producir sus efectos debe haber llegado a la esfera propia del
destinatario.
La manifestación de la voluntad debe ser extrajudicial, pues si es judicial constituye una causal de interrupción de la
prescripción.
Debe realizarse "por un medio fehaciente", un instrumento que haga fe de su fecha (instrumento público), como una
carta documento, telegrama colacionado, actuación notarial, actuación administrativa, etcétera.
Establece que el pedido de sometimiento al procedimiento de mediación suspende el curso del plazo de prescripción. La
suspensión se produce a partir de la expedición de la comunicación para la audiencia de mediación o desde que ella se
celebre; de esos dos momentos, la suspensión la produce el que ocurra primero. El plazo se reanuda a partir de los
veinte días de la fecha en que queda a disposición de las partes el acta de cierre del procedimiento.
Mediaciones comprendidas.-
Desde hace años hay un fuerte reverdecimiento de los modos alternativos de resolución de conflictos, con la intención
de evitar pleitos, con el consiguiente recargo de tareas para los tribunales, dispendio de tiempo y esfuerzo, y para
posibilitar llegar a un entendimiento que ponga fin al conflicto, con una razonable celeridad que no siempre satisface la
prestación jurisdiccional. Ello ha determinado que numerosas jurisdicciones de nuestro país hayan instaurado la
mediación como una alternativa previa al proceso judicial, ya sea con carácter obligatorio o facultativo, o como una
facultad judicial de remitir a las partes a mediación en el curso del proceso.
El Código ha regulado las consecuencias que tiene el sometimiento del conflicto a mediación en la misma forma, sea
facultativa u obligatoria. En ambos casos, recibe aplicación la norma bajo comentario.
Se contemplan las causales de suspensión de la prescripción en las que el titular del derecho se encuentra en situaciones
que se estiman inconvenientes -por razones de convivencia familiar o económicas o funcionales o intereses
contradictorios- para la promoción de la acción que resguarda su derecho. De esa manera, la ley no incentiva que el
titular del derecho se vea compelido a accionar. Se prevé la de los cónyuges y convivientes entre ellos, entre padres e
hijos, entre incapaces y personas con capacidad restringida y sus tutores o curadores, entre la persona jurídica y sus
administradores y las personas que integran los órganos de fiscalización, y a favor y en contra del heredero beneficiario
respecto de las acciones que tenga para defender derechos sobre los bienes del acervo hereditario.
Entre los padres, tutores, curadores y apoyos y los hijos, tutelados y curados.-
La causal prevista encuentra su razón en que los padres, tutores, curadores y personas de apoyo son los representantes o
asistentes de los hijos, tutelados, curados o asistidos, por lo que si revisten además la calidad de acreedores o deudores
de éstos, estarían obligados a litigar con ellos mismos o designar curador a los fines del proceso. Los pleitos entre ellos
afectarían igualmente la relación existente, obligándolos a colocarse en la situación conflictiva o resignar los derechos
propios o los de su protegido. En algunos casos, los créditos que pudieran titularizar recíprocamente pueden evitarse por
medio de la compensación, sujeta a la aprobación de las cuentas.
Esta causal de suspensión opera mientras dura la titularidad de la responsabilidad parental del padre o madre o de
ambos, o cesa la tutela o la curatela o cesa el período de asistencia.
La privación de responsabilidad parental o suspensión del ejercicio, en cambio, no hace cesar la suspensión de la
prescripción.
En el caso de que sólo uno de los padres sea el que ha cesado la titularidad de la responsabilidad parental, por ejemplo,
por la profesión monástica del progenitor, la suspensión de la prescripción cesa, y el otro padre –que continúa
representando a su hijo– puede ejercer los derechos que titularizara el menor en contra de quien ha cesado en la
responsabilidad parental. Si ambos padres cesan en la titularidad de la responsabilidad parental (por muerte), la
prescripción seguiría corriendo, y si algún derecho prescribe mientras el menor permanece sin representante, resulta
aplicable el artículo 2550, sobre dispensa de la prescripción una vez cesada la incapacidad o aceptado el cargo por el
representante que se le designe.
Entre la persona jurídica y sus administradores y órganos de fiscalización, mientras continúan en el ejercicio de sus
cargos.-
Razones análogas a las examinadas concurren en el caso de la persona jurídica y las personas que desempeñan
funciones –de administración o fiscalización– en ellas. Los intereses contrapuestos que pueden tener podrían llevar a la
pérdida de derechos de la persona jurídica o de las personas humanas que integran los órganos de administración o
fiscalización, por lo que se prevé la suspensión del curso de la prescripción con el objeto de evitar colocarlos en la
disyuntiva de actuar en contra de los intereses que deben defender o perder sus derechos.
Los supuestos comprendidos son aquellos en que se trate de acciones titularizadas por la persona jurídica en contra de
los administradores o quienes integren órganos de fiscalización y las que éstos invistan contra las personas jurídicas.
La suspensión tiene efectos mientras las personas humanas que desempeñan la administración y fiscalización continúan
en sus cargos.
Cesa una vez que han dejado de desempeñarlos por cualquier causa que ello ocurra (remoción, renuncia, etc.).
En principio, no resulta aplicable a la acción social del artículo 276 de la Ley de Sociedades, toda vez que al decidirse
la promoción de la acción, esa decisión produce la remoción del director o directores afectados.
A favor y en contra del heredero con responsabilidad limitada respecto de los reclamos que tienen por causa la
defensa de los derechos sobre los bienes del acervo hereditario.-
En el régimen sucesorio instituido por el Código, la responsabilidad de los herederos se limita hasta la concurrencia del
valor de los bienes recibidos (intra vires), pero puede llegar a responder con sus propios bienes en los supuestos
previstos por el artículo 2321, o sea, si no realiza inventario en el plazo de tres meses desde que es intimado
judicialmente por los acreedores o legatarios, oculta fraudulentamente bienes de la sucesión, exagera dolosamente el
pasivo sucesorio o enajena bienes de la sucesión, sin ingresar el precio obtenido a la masa.
La responsabilidad intra vires subsiste en la medida que los patrimonios del heredero y los bienes recibidos no se
confundan. Perdido el beneficio de la responsabilidad intra vires, convertida su responsabilidad en ultra vires, opera la
confusión como medio extintivo de las obligaciones.
Mientras subsista la responsabilidad intra vires, la suspensión podría ser innecesaria ya que el heredero puede reclamar
sus créditos y pagar sus deudas. Sin embargo, se ha considerado conveniente suspender a favor y en contra del heredero
el curso de la prescripción, para no incentivar las acciones que se vería obligado a deducir si la prescripción siguiera
corriendo. De ese modo, se evitan gastos que en definitiva puedan afectar el acervo hereditario.
La suspensión abarca "los reclamos que tienen por causa la defensa de derechos sobre bienes del acervo hereditario",
para evitar que ellos salgan del acervo o se pierdan los créditos por inactividad.
Por lo tanto, están comprendidos los reclamos que debieran realizarse para lograr la restitución de los bienes que
estaban en vías de adquisición por prescripción adquisitiva por el heredero y las acciones personales del heredero
acreedor o deudor del causante.
Lo que se persigue es evitar conflictos judiciales entre los coherederos respecto de los bienes del sucesorio.
La suspensión cesa si el heredero incurre en alguna de las causales del artículo 2321. La referencia de la norma a
"mientras dura su calidad de tal" determina el período de la suspensión. O sea, que cesa desde que el heredero pasa a
responder ultra vires y, también, una vez aprobada la cuenta particionaria.
Dispensa de prescripción
Establece la facultad judicial de dispensar una prescripción ya cumplida cuando el acreedor o titular del derecho real se
haya visto obstaculizado para ejercer su derecho por dificultades de hecho y maniobras dolosas. En tales casos, debe
ejercer su derecho y solicitar la dispensa dentro de los seis meses de cesado el impedimento. La disposición es aplicable
a los incapaces y personas con capacidad restringida que carezcan de representante o asistente y a las sucesiones
vacantes sin curador designado.
Facultad judicial.-
La dispensa de la prescripción es una facultad judicial que puede y debe ejercer el juez en los supuestos que la ley lo
autoriza. Aunque la norma dice "puede", el juez debe hacerlo, pues la facultad tiende a garantizar el acceso a la justicia
de quien se ha encontrado dificultado, y con mayor razón imposibilitado, de ejercer la acción en defensa de su derecho.
Las dificultades de hecho o maniobras dolosas que impiden el ejercicio del derecho.-
La norma describe, como presupuestos fácticos del ejercicio de la facultad judicial, dos situaciones: dificultades de
hecho y las maniobras dolosas que le impiden el ejercicio temporal del derecho; ambas deben haber colocado al titular
del derecho en una situación impediente de ejercitar los actos conservatorios de su derecho.
Las dificultades deben ser "de hecho", lo cual excluye la ignorancia o el error respecto del cumplimiento de la
prescripción cuyo plazo hubiere vencido.
La situación de impedimento debe tener una gravedad suficiente, de acuerdo a un juicio realista y razonable de la
situación del impedido, la que debe ser adecuadamente ponderada en relación a la trascendencia del valor que se
posterga: la seguridad jurídica.
No es necesario que constituya un típico caso fortuito, porque las dificultades de hecho que la norma prevé no se
identifican con ese instituto liberatorio de la responsabilidad. Por ello, no se exige el carácter general que lo tipifica, es
suficiente que sea una situación de carácter individual del interesado.
La norma incluye a las maniobras dolosas. No se exige que sean del deudor o propietario, sino que pueden emanar de la
conducta de terceros; lo que interesa es que sean de una entidad tal que puedan haber llevado al titular del derecho a una
situación de impedimento para el ejercicio de los actos conservatorios de su derecho.
Tampoco debe ser un inconveniente fácilmente superable, pues en tal caso la seguridad jurídica no debe ser resignada
frente a la actitud pusilánime o negligente del titular. Requiere de una apreciación del juez que revista un carácter
prudente, humano, realista, que lo convenza de que quien debió obrar en defensa de su derecho no le era exigible una
conducta superadora del inconveniente o directamente carecía de posibilidades de superarla.
Al mencionarse a las dificultades de hecho, se entiende que, con mayor razón, la imposibilidad está comprendida entre
los casos en que el juez debe dispensar la prescripción cumplida.
La circunstancia impediente debe haber concurrido al tiempo del vencimiento del plazo de prescripción, en virtud de
que quien dispone de un plazo para el ejercicio de su derecho tiene la confianza legítima de que goza de la totalidad de
ese plazo y la dificultad debe haber frustrado esa confianza legítima. No cabe, entonces, el reproche de que el titular
haya esperado a último momento para desestimar el pedido de dispensa.
Debe tenerse en cuenta a los fines interpretativos de la norma que la imposibilidad no opera como causa de detención
del cómputo de la prescripción, o sea, suspendiendo el curso de la prescripción, sino que ella debe haber sido la causa
de la frustración de la posibilidad de accionar en tiempo oportuno, o sea, antes del vencimiento de la prescripción. Por
ello, se exige que la dificultad se extienda hasta el momento del vencimiento de la prescripción; si ella se ha superado
con anterioridad a ese momento, no constituye un impedimento que haya obstado la oportuna defensa de su derecho.
Carga y apreciación de la prueba.-
La prueba de las dificultades de hecho o las maniobras dolosas que han impedido el ejercicio de la acción, de su entidad
y temporaneidad está a cargo de quien las invoca.
La apreciación de las pruebas debe armonizarse con el carácter excepcional que se le atribuye a las dificultades, por lo
que deben interpretarse restrictivamente.
3. Interrupción de la prescripción
El efecto de la interrupción de la prescripción se establece siguiendo el concepto tradicional, según el cual consiste en
borrar o tener por no sucedido el plazo que ha corrido hasta el momento en que se produce el acto interruptivo y
reiniciar un nuevo cómputo completo.
La admisión del carácter de deudor respecto del acreedor, en la prescripción liberatoria, y el reconocimiento del carácter
de propietario del inmueble que se viene poseyendo, en la prescripción adquisitiva, interrumpen el curso de la
prescripción.
Reconocimiento de la obligación.-
El curso de la prescripción liberatoria se interrumpe por el reconocimiento que hace el deudor de su obligación. A partir
del momento en que se manifiesta la voluntad, en forma expresa o tácita, por la que el deudor admite estar obligado al
cumplimiento de una prestación (art. 733), se inutiliza el plazo de prescripción que hubiere transcurrido y se recomienza
a contar un nuevo plazo, como si no hubiere transcurrido el tiempo que ha precedido al reconocimiento.
A los fines de operar como causal de interrupción es suficiente que la manifestación de voluntad revele la admisión del
carácter de deudor del acreedor –frente al cual venía prescribiendo–.
La carga de la prueba pesa sobre quien invoca el reconocimiento y debe apreciarse con severidad.
La causal de interrupción de reconocimiento es la más eficaz en cuanto a su perdurabilidad, ya que una vez manifestada
la voluntad, no tiene posibilidades de ser tenida por no sucedida, corno ocurre con la petición judicial ante la autoridad
judicial cuyo efecto interruptivo puede desaparecer por la caducidad de la instancia o el desistimiento, o eventualmente,
por el rechazo que se hiciere de la pretensión o la solicitud de arbitraje o el reclamo administrativo.
El reconocimiento que produce este efecto es el reconocimiento causal previsto en los artículos 734, primera parte, y
735. El reconocimiento como promesa autónoma de deuda carece de este efecto ya que constituye una nueva obligación
que no tenía existencia anterior y, por lo tanto, no existía una prescripción en curso susceptible de ser interrumpida.
La autoridad judicial.-
La referencia a la autoridad judicial no debe ser interpretada en sentido ritual. Lo que interesa es que se trate del
funcionario judicial que pueda dar fe de la fecha en la que el acto se produjo.
Al respecto, debe tenerse presente que las causales interruptivas deben interpretarse estrictamente, pero no puede serlo
ritualmente.
Se establece que la solicitud de sometimiento a arbitraje formulada por una de las partes o ambas partes de un conflicto
dirigida al árbitro o a la institución designada para arbitrar produce la interrupción del curso de la prescripción. Tal
causal interruptiva se rige por las disposiciones aplicables a la petición judicial –prevista igualmente como causa de
interrupción– en cuanto sean aplicables.
Solicitud de arbitraje.-
El arbitraje tiene naturaleza mixta, por su origen es contractual y por su finalidad es jurisdiccional, ya que es un acuerdo
de voluntades entre las partes de una controversia -actual o posible- en virtud del cual le encomiendan a un tercero la
misión jurisdiccional de resolverla, desplazando la competencia de los tribunales judiciales.
El Código regula el contrato de arbitraje (art. 1649), respondiendo a la convicción de que como medio alternativo de
resolución de conflictos debe ser incentivado a fin de descargar la labor tribunalicia y lograr una mayor celeridad en la
solución de las controversias.
La petición de cualquiera de las partes de sometimiento de un conflicto actual a árbitros tiene el mismo efecto sobre la
prescripción que la petición de amparo jurisdiccional del derecho: destruye de la misma manera que ella el presupuesto
de la prescripción de la inactividad de las partes, y por lo tanto, deja sin fundamento a la prescripción cuyo curso
amenaza los derechos comprometidos en el conflicto.
Obligaciones solidarias.-
Las obligaciones solidarias se constituyen como una excepción a la regla del alcance personal de la interrupción de la
prescripción, por lo que en ellas se produce la expansión de los efectos.
En consecuencia, la regla es que el acreedor o acreedores de una obligación solidaria que haya interrumpido el curso de
la prescripción contra alguno de los codeudores, interrumpe con respecto a todos, en virtud de que se despliegan
expansivamente los efectos de la interrupción.
Se establece a las obligaciones solidarias como una excepción al alcance personal de los efectos de las dos alternativas
posibles del curso de la prescripción (la suspensión y la interrupción).
Constituyen una excepción a los efectos expansivos que rigen para las solidarias –que nos devuelve a la regla general de
los alcances personales de la interrupción– las obligaciones que tienen por fuente a títulos valores –no obstante ser
solidarias–, en virtud de la autonomía consagrada en el artículo 1816.