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UNIDAD XIV

HECHOS EXTINTIVOS DE LAS OBLIGACIONES (2ª parte)

1. Prescripción liberatoria

Art. 2532. Ámbito de aplicación.


En ausencia de disposiciones específicas, las normas de este Capítulo son aplicables a la prescripción adquisitiva
y liberatoria. Las legislaciones locales podrán regular esta última en cuanto al plazo de tributos.-

Se establece el ámbito de aplicación de las normas del Capítulo 1, Disposiciones comunes a la prescripción liberatoria y
adquisitiva, estableciendo que las normas que lo integran –las que son generales y las que se refieren a la suspensión, la
interrupción y la dispensa– son aplicables tanto a la prescripción adquisitiva como a la liberatoria. Dispone que las
legislaciones locales regularán el plazo de prescripción de los reclamos de tributos.

 Metodología del Código

Método.-
El Libro Sexto del Código establece, como su título lo indica, las Disposiciones comunes a los derechos personales y
reales. En su Título I se ocupa de la prescripción y la caducidad de los derechos. El primer capítulo establece las normas
generales que según el artículo bajo comentario comienza por determinar el ámbito de aplicación de las normas
generales, que comprenden tanto a la prescripción adquisitiva –propia de los derechos reales– como a la liberatoria –
operativa en los derechos personales–.
La regulación de la prescripción adquisitiva ha sido reglada en el Capítulo 2 que trata de la "adquisición, transmisión,
extinción y oponibilidad de los derechos reales", dentro del Título I, Disposiciones generales, del Libro Cuarto,
Derechos Reales. En cambio, la prescripción liberatoria se regula en el Capítulo 2 del Título I de este Libro Sexto.

 Idea general de la prescripción, sus dos clases

Las clases de prescripción.-


La prescripción cumple una doble función:
- es un modo de adquisición de ciertos derechos reales y,
- es un modo de extinción de la facultad del acreedor de reclamar el cumplimiento de la obligación por el transcurso
del tiempo.
Se entiende que hay dos clases de prescripción: la prescripción adquisitiva y la extintiva o liberatoria.
Tradicionalmente una de las clases de prescripción se ha denominado "extintiva". En el Código ella es denominada
"liberatoria". La utilización de este término se vincula adecuadamente a la materia obligacional. Sin embargo, no resulta
precisa para la designación de los casos en que el transcurso del tiempo priva al titular de la posibilidad de ejercer
ciertos derechos que no son propiamente obligaciones; por ejemplo, cuando se trata de impugnar un acto por estar
afectado por un vicio que provoca una nulidad relativa, se produce evicción o se ha adquirido con justo título y buena fe
y la prescripción sanea la falta de título. Ello así, debe interpretarse que la prescripción liberatoria comprende también
los supuestos en que ella cumple una función saneadora.
La otra clase de prescripción se denomina "adquisitiva", evocando su efecto principal que es la adquisición del derecho
real por parte del poseedor. El efecto secundario consiste en que el propietario pierda su calidad de tal y,
consecuentemente, el amparo jurisdiccional de su derecho.

Omisión de la definición de prescripción.-


El Código omite formular una definición de la prescripción común a ambas clases.
Se ha definido a la prescripción adquisitiva en el artículo 1897 de la siguiente forma: "es el modo por el cual el
poseedor de una cosa adquiere un derecho real sobre ella, mediante la posesión durante el tiempo fijado por la ley".
Cabe señalar que en el sistema del Código también la prescripción adquisitiva despliega un efecto saneatorio respecto
de la responsabilidad por evicción de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 1050, de modo que el adquirente de una
cosa cuya evicción se ha producido no puede intentar la acción de responsabilidad contra el transmitente una vez
transcurrido el plazo de la prescripción adquisitiva de la cosa de que se trate.

 Elementos

Los elementos de la prescripción.-


La inexistencia de una definición legal no impide que se pueda establecer que la prescripción tiene tres elementos
necesarios:
1. Un derecho susceptible de ser adquirido o perdido, según la clase de prescripción de que se trate.
Hay derechos sobre los que el tiempo de inactividad no tiene efecto alguno: los derechos imprescriptibles, según lo
establece la ley.
2. La inactividad del propietario o acreedor.
La ley no requiere la voluntariedad de esa inactividad, pero tampoco puede considerarse que es absolutamente
indiferente a aquélla, pues tiene en cuenta las situaciones en las que puede encontrarse el acreedor o el propietario,
y especialmente, toma en consideración la voluntad de no abandonar su derecho –manifestada de distintos modos–,
para constituirla en causal de suspensión del curso de la prescripción o de interrupción o, eventualmente, para que
el titular afectado por la prescripción sea dispensado de la prescripción ya cumplida. También se tiene en cuenta
para establecer el comienzo del plazo de prescripción; el derecho no puede perderse antes de que el titular conozca
que lo tiene, y de allí que el curso de la prescripción se inicia en varias hipótesis cuando el titular haya "conocido o
podido conocer" la existencia de su derecho. En esto se distingue de la caducidad, en que la conducta o situación
del titular es absolutamente indiferente, no se suspende ni interrumpe.
3. El transcurso del tiempo.
Se trata de un elemento objetivo, el curso del tiempo cronológico. Al considerarlo, el legislador tiene presente que
debe otorgar un tiempo para que el titular del derecho pueda accionar. Se requiere una ponderación razonable en la
que la extensión temporal no afecte la necesidad de seguridad jurídica ni importe –en definitiva– para el acreedor o
propietario una efectiva privación del acceso a la justicia.

Ámbito de aplicación.-
El artículo bajo comentario establece que las normas de este Capítulo 1 son de carácter general y comunes a ambos
tipos de prescripción.
Como normas generales, se aplican en ausencia de una disposición específica que rija la prescripción del derecho de
que se trate.

Remisión a la regulación local en materia de tributos.-


La disposición contenida in fine en el artículo comentado establece que las legislaciones locales podrán regular la
prescripción liberatoria en cuanto al plazo de tributos.
El criterio consagrado está inspirado en la autonomía dogmática del derecho tributario, la inaplicabilidad del derecho
privado a las relaciones de derecho público y la inescindibilidad entre el régimen tributario y la exigibilidad de los
tributos en tanto contribuyen al sostenimiento del Estado. La cuestión es altamente polémica, ya que otra parte de la
doctrina y la jurisprudencia del más Alto Tribunal nacional han entendido que la prescripción por integrar la temática
del régimen obligacional únicamente puede ser reglada por el derecho de fondo.

Art. 2533. Carácter imperativo.


Las normas relativas a la prescripción no pueden ser modificadas por convención.-

Carácter imperativo de la norma.-


La doctrina coincide en que el fundamento del instituto de la prescripción radica en la seguridad jurídica. Lo que funda
la prescripción es el orden y la necesidad de certeza y estabilidad de los derechos.
Si las personas tuvieran un término ilimitado para hacer valer sus derechos, la vida social sería muy insegura, pues
todos deberíamos estar munidos de los recibos de todas las obligaciones que han titularizado nuestros antecesores. El
ejercicio del derecho de defensa se vería gravemente afectado, porque el transcurso del tiempo debilita sus posibilidades
de eficacia: desaparición de los testigos de los hechos, de huellas, defectos de memoria.
Desde el punto de vista axiológico, la justicia de la prescripción ha sido puesta en duda, pues no parece que satisfaga tal
valor la circunstancia de que el mero transcurso del tiempo libere a quien se obligó a cumplir o que haga perder el
derecho real que alguien titulariza. No obstante, se ha señalado que no es el mero transcurso del tiempo, sino que es él
unido a la inactividad del acreedor o el titular del derecho real.
Por ello, la regulación de la prescripción debe atender a su fin de dar la necesaria seguridad jurídica y estabilidad a las
relaciones jurídicas, porque el Estado está obligado a proveer a ellas; pero también, a la justicia, en orden a que no debe
frustrar el ejercicio del derecho del acreedor o hacer perder el amparo jurisdiccional en situaciones en que el titular del
derecho está impedido de pedirlo.
Sin embargo, tampoco debe desatenderse la gravedad de su efecto que es la pérdida de un derecho adquirido por el
acreedor
o titular del derecho real, privándolo en forma intempestiva del derecho que titulariza en situaciones de inimputabilidad
o debilidad, que le impiden ejercitarlo. Por ello, la regulación de la prescripción debe respetar un debido acceso a la
protección jurisdiccional del derecho, dando lugar a que el titular del derecho expuesto a ser perdido tenga adecuada
posibilidad de evitar la pérdida. Por ello, hasta que el titular de la acción no pueda ejercerla el curso de la prescripción
no nace.
El interés público que busca satisfacer el instituto de la prescripción exige una conciliación con el interés privado que la
prescripción sacrifica.

El carácter de orden público de la prescripción.-


La doctrina tradicional ha entendido que se trata de una institución teñida de orden público, aunque desde algunos
ángulos escapa a tal categoría, dado que no es declarable por el juez de oficio.
La norma bajo comentario ha puesto el acento en el carácter imperativo de la norma, o sea, en la sustracción de la
temática relativa a la prescripción a la autonomía de la voluntad de las partes. Por lo que no se les permite modificar los
plazos establecidos por las leyes, las causales de suspensión, interrupción o dispensa, etcétera.

Prolongación o reducción convencional de los plazos.-


La norma es absoluta respecto de la inmodificabilidad convencional de las normas relativas a la prescripción. De tal
modo que, de acuerdo a ella, las partes no disponen de la facultad de pactar una ampliación de los plazos de
prescripción fijados por la ley, lo que puede atentar contra la finalidad del instituto, que es dar certeza y estabilidad a la
relación jurídica en el tiempo que el legislador ha fijado; ni tampoco permite abreviarlo, en virtud de que tal posibilidad
se presta a abusos por parte de quien tiene mayor predominancia en la negociación y, en virtud de ella, puede imponer
plazos más breves en perjuicio de su cocontratante.

Nulidad del pacto de caducidad en fraude a las normas legales relativas a la prescripción.-
El Código establece la nulidad de las cláusulas de caducidad que hayan sido pactadas en fraude a las normas legales de
prescripción. De modo tal que la caducidad no puede ser pactada por las partes persiguiendo escapar a la aplicabilidad
de un plazo de prescripción''· Tal pacto recibe la sanción prevista por el artículo 12 (fraude a la ley) y, en consecuencia,
el acto queda sometido a la norma de prescripción que las partes hayan intentado eludir.

 Quienes pueden prescribir y contra quienes

Art. 2534. Sujetos.


La prescripción opera a favor y en contra de todas las personas, excepto disposición legal en contrario.
Los acreedores y cualquier interesado pueden oponer la prescripción, aunque el obligado o propietario no la
invoque o la renuncie.-

Se reglan dos situaciones: a) los sujetos a favor y en contra de quienes opera la prescripción, estableciendo que son
todos, salvo que una disposición legal los excluya, y b) quiénes son los legitimados para oponer la prescripción,
estableciendo que los acreedores y cualquier otro interesado pueden hacerlo, a pesar de la falta de invocación o la
renuncia en que incurriere el deudor o el propietario.

Temas reglados.-
El artículo aborda dos temas:
- el de los sujetos frente a quién y contra quién opera la prescripción, y
- el de los sujetos legitimados activamente para deducir la prescripción, sea como acción o excepción.

Frente a quién opera la prescripción.-


La norma bajo comentario establece que todas las personas –humanas o jurídicas– pueden ser sujetos de la prescripción,
tanto operando ésta en su favor como en su contra, o sea, adquiriendo, liberándose, o perdiendo la facultad de
impugnación de un acto.
Para prescribir o verse afectado por la prescripción no existen limitaciones de tipo subjetivo. Ni siquiera se requiere la
capacidad de derecho.

Excepción.-
Se establece en la norma "excepto disposición legal en contrario". Existen determinados casos en los que la ley
contempla una situación personal del sujeto titular del derecho al que se le dificulta o le resulta inconveniente o
directamente le impide pedir el amparo jurisdiccional; o sea, el titular se encuentra amenazado de sufrir la pérdida de su
derecho, porque la prescripción corre, pero por su situación no puede accionar. En algunas de estas situaciones, la ley
prevé que el curso de la prescripción suspenda su operatividad respecto de los sujetos que se encuentran en ellas. Son
las situaciones que están expresamente previstas por la ley y constituyen las causales de suspensión del curso de la
prescripción (arts. 2541 a 2543), que serán tratadas al comentar dichas normas.
Otras veces, la prescripción no opera porque el bien objeto del derecho es insusceptible de ser adquirido de ese modo.
Por ejemplo, los bienes públicos del Estado, que no pueden ser adquiridos por los particulares por prescripción.

Legitimación activa para hacer valer la prescripción.-


El segundo párrafo de la norma trata la legitimación para oponer la prescripción, o sea, quiénes pueden ejercer la acción
declarativa u oponer la excepción de prescripción.
Los legitimados naturales o principales para oponer la prescripción son, en el caso de la extintiva, el deudor o el
interesado en impugnar un acto jurídico o resistir el reconocimiento de un derecho no obligacional a su contendor; y en
la adquisitiva, el poseedor. Sin embargo, ellos pueden optar por invocarla o no, pues valerse de la prescripción es una
facultad de orden discrecional. Si no la invocan, el juez no puede suplirlos, dado que tiene vedada la declaración de
prescripción de oficio.
Esos principales legitimados –deudor y poseedor– pueden también renunciar a la prescripción que hubieren ganado.
En los dos casos –el de no invocación o de renuncia a la invocación de la prescripción– los acreedores del deudor o del
poseedor se ven perjudicados. En virtud de ello, la segunda parte del artículo 2534 confiere legitimación activa para
oponer la prescripción a "los acreedores" y "cualquier interesado", aclarando a continuación que pueden hacerlo
"aunque el obligado o propietario no la invoque o la renuncie".
La alusión a "cualquier interesado" tiene por finalidad comprender no solamente a los acreedores del deudor o
poseedor, sino también a quien no reviste ese carácter pero puede ser perjudicado por la no invocación o renuncia en
que aquéllos incurran. Tal, por ejemplo, el fiador.
La disposición bajo comentario lisa y llanamente permite al acreedor ejercer el derecho que su deudor no ejerce,
invocando la prescripción, o que la ha renunciado.

 Principio de prescriptibilidad, excepciones

Art. 2536. Invocación de la prescripción.


La prescripción puede ser invocada en todos los casos, con excepción de los supuestos previstos por la ley.-

Invocabilidad general de la prescripción.-


Coherentemente con el principio según el cual la prescripción es un instituto en el cual se comprometen los intereses
públicos, se sienta la regla de que la prescripción es invocable en todos los casos. Sin embargo, el principio de
invocabilidad general de la prescripción no es absoluto, por lo que la norma deja establecido que la regla general tiene
las excepciones que la ley determine.
Las excepciones a la regla deben interpretarse restrictivamente.

Acciones imprescriptibles.-
El carácter imprescriptible puede provenir de la naturaleza jurídica de las cosas insusceptibles de ser objeto de la
adquisición por tal modo o de la naturaleza de la acción de que se trata en el marco de la prescripción extintiva.

A) Por la naturaleza de los bienes o derechos comprometidos.-


a) Las acciones civiles derivadas de los delitos de lesa humanidad. La cuestión podrá dar lugar a algunas
controversias en el ámbito judicial en virtud de la aparente colisión de esta disposición con las normas consagradas
sobre la responsabilidad del Estado y las contenidas en la ley 26.944 (art. 7).
b) Las acciones de protección de los derechos personalísimos y, en general, las de prevención del daño. Atento a la
naturaleza de los bienes que se tiende a resguardar y al derecho absoluto reconocido por los artículos 51 y 52, las
acciones tendientes a la protección de la dignidad de la persona humana son imprescriptibles. Especialmente las
relativas a la prevención que por su naturaleza misma no son susceptibles de extinguirse por el transcurso del
tiempo. Distinta es la situación de las acciones que persigan la reparación, que se encuentran sujetas a los plazos de
prescripción establecidos en el artículo 2561.
c) No son susceptibles de adquisición por prescripción los bienes públicos del Estado, o sea, los enumerados en el
artículo 235.
d) Los inmuebles rurales destinados a preservación de la identidad cultural y el hábitat de las comunidades
indígenas, que son objeto de la propiedad indígena (arts. 2028 y 2032).
e) El derecho de superficie no es susceptible de adquisición por usucapión (art. 2119). Las construcciones que se
realicen en el terreno propio o ajenos se incorporan al inmueble y, por lo tanto, pertenecerán al dueño del inmueble,
impidiendo que ellas constituyan el objeto de otro derecho distinto al del dominio del dueño.

B) Por la naturaleza de la acción.-


a) La acción de nulidad absoluta de los actos jurídicos.
La razón de la norma es que el transcurso del tiempo y la inactividad de la parte no pueden otorgar validez a un acto
prohibido por la ley por contravenir el orden público, la moral o las buenas costumbres y sancionado con la más
severa sanción que aplica el derecho común.
b) Las acciones de estado de familia.
Como las ejercidas por el hijo destinadas a reclamar la filiación e impugnarla, sea por reconocimiento o presumida
por la ley, y la de impugnación de la maternidad ejercida por el hijo. Resultan, en cambio, prescriptibles los
derechos patrimoniales que son consecuencia del estado de familia. Así, por ejemplo, quien triunfe en la acción de
reconocimiento de su filiación sólo podrá reclamar los alimentos correspondientes a los últimos dos años.
La razón de la disposición radica en que el estado de familia no tiene sólo un interés individual, sino que interesa al
Estado y a la familia de su titular. En cambio, el derecho patrimonial vinculado a ella es de interés únicamente
privado, y como tal sujeto a prescripción.
c) Las acciones reales no se pierden por prescripción, excepto que el poseedor haya adquirido por usucapión.
El propietario de un bien no pierde su derecho a solicitar el amparo judicial por el transcurso del tiempo. Sin
embargo, ese amparo no se le otorga si otra persona ha adquirido el derecho real por el transcurso del tiempo. No
existe una verdadera excepción a la prescriptibilidad de la acción, sino la pérdida del carácter de propietario por la
adquisición del poseedor de tal carácter.
El Código ha dispuesto cuáles acciones son reales. Son acciones reales la reivindicatoria, la negatoria, la confesoria
y la de deslinde. Las cuatro mencionadas están excluidas del régimen de la prescripción, por lo que no se pierden
por el transcurso del tiempo y la inactividad de su titular.
d) El reclamo de constitución de una servidumbre forzosa.
En tres supuestos el vecino está obligado a constituir servidumbres, las servidumbres forzosas: la de tránsito, la de
acueducto o la de recibir aguas.
La acción para reclamar la constitución de tales servidumbres es imprescriptible. La imprescriptibilidad de la
acción se justifica en razón de la degradación económica que sufre el inmueble que necesita de tales beneficios para
resultar explotable o útil. El interés público se orienta en el sentido de que la acción sea imprescriptible para que
"en cualquier tiempo" el inmueble adquiera el carácter de productivo o útil.
e) La acción de petición de herencia.
Esta acción es análoga a la acción reivindicatoria de una cosa, pues opera en la misma forma que ella, pero respecto
a una universalidad: el patrimonio del causante.
f) Las acciones de división del condominio y de partición de herencia y de la indivisión postcomunitaria.
El fundamento sobre el cual se apoya la imprescriptibilidad de estas acciones es que mientras se mantiene el estado
de indivisión, media un reconocimiento permanente de los derechos de los demás condóminos o coherederos. Sólo
si uno de ellos intervierte el título manifestando por actos exteriores su intención de privar a sus condóminos o
coherederos de la disposición de la cosa o herencia, cesa aquel reconocimiento y comienza el curso de la
prescripción adquisitiva de la cosa común o de la herencia común.
g) La acción para readquirir la medianería, sea urbana o rural, y para pedir que se arranque un árbol o arbusto que le
cause perjuicio.
h) La acción para recuperar los bienes del ausente reaparecido, aunque hubiera vencido el plazo de prenotación.

Art. 2537. Modificación de los plazos por ley posterior.


Los plazos de prescripción en curso al momento de entrada en vigencia de una nueva ley se rigen por la ley
anterior. Sin embargo, si por esa ley se requiere mayor tiempo que el que fijan las nuevas, quedan cumplidos
una vez que transcurra el tiempo designado por las nuevas leyes, contado desde el día de su vigencia, excepto que
el plazo fijado por la ley antigua finalice antes que el nuevo plazo contado a partir de la vigencia de la nueva ley,
en cuyo caso se mantiene el de la ley anterior.-

Se establece como regla general que el curso de la prescripción al momento de entrada en vigencia de una nueva ley se
rige por la ley anterior. La excepción a esa regla, en cuyo caso rige el plazo de la ley nueva contado desde su vigencia,
se produce en el supuesto en que aplicado el plazo requerido por la ley anterior venciera más allá en el tiempo que el
que resultase de la aplicación de la nueva ley contado desde su vigencia. Además, se ha establecido –expresamente–
que si el plazo calculado a partir de la vigencia de la nueva ley vence antes del término contado según la ley anterior, se
mantiene el plazo de la ley anterior.

Ámbito de aplicación.-
La norma prevé la solución en caso de colisión de leyes en materia de prescripción, a los fines de resolver la transición
entre dos regímenes legales que prevén distintos plazos de prescripción para una acción o adquisición de un derecho
real.
En consecuencia, la aplicación de esta norma tiene por presupuesto que se encuentre en curso un plazo de prescripción
al momento en que entra en vigencia una nueva ley que establece otro plazo de prescripción para el mismo reclamo que
contempla la anterior. Estar en curso un plazo de prescripción significa que se haya iniciado y no haya concluido.
A los fines de reglar el supuesto fáctico referido (pendencia de un plazo de prescripción cuyo plazo se encuentra en
curso) se han establecido una regla general y una excepción, en la que –obviamente– no se aplica la regla.
Además, para darle mayor claridad a la disposición se ha establecido expresamente como aparente excepción a la
excepción el supuesto en que el curso de la prescripción contado de acuerdo a la ley anterior finalice con anterioridad
en el tiempo respecto del que resulte del cómputo del plazo establecido en la ley nueva contado desde que entra en
vigencia. En este caso, la prescripción se entiende cumplida al término del plazo según la ley anterior, o sea, que se
aplica la regla general.

La regla general.-
La regla general, sentada por el artículo 2537, es que "los plazos de prescripción en curso al momento de entrada en
vigencia de una nueva ley se rigen por la ley anterior".
Por ejemplo, si existe pendiente de ejercicio una acción de daños y perjuicios por un accidente de tránsito, que
prescribía por el plazo de dos años, según el artículo 4037, con el dictado de la norma del artículo 2561, segundo
párrafo, que establece para ese supuesto un plazo de tres años, la aplicación de esa regla -aplicación de la ley anterior al
plazo de prescripción en curso al momento de entrada en vigencia de la ley nueva- no altera las expectativas de los
interesados en esa relación jurídica; la víctima dispondrá del ejercicio de la acción indemnizatoria de dos años contados
desde que el daño se ha producido; tampoco afecta las del deudor, que se liberará transcurrido ese período; en tal caso,
la vigencia de la nueva ley no afecta el plazo que está corriendo.
De modo tal que el curso de la prescripción que ha nacido bajo la vigencia de una ley anterior, ante su modificación por
una ley posterior, queda –como regla– regido por las normas anteriores.
Se ha optado por someter el curso de la prescripción al sistema de la ultraactividad de la ley anterior, desplazando –en
su carácter de norma específica– la aplicación inmediata que derivaría de la aplicación de la norma general del artículo
7. Pero, como se verá a continuación, se ha hecho excepción a la regla cuando la aplicación de la ley ultraactiva
postergaría en demasía –más allá del momento en que prescribiría según la nueva ley contado desde su vigencia– la
satisfacción de los intereses públicos comprometidos en la estabilización de la situación reglada.
Una regla práctica que permite con facilidad determinar cuál es el plazo de prescripción aplicable, si el de la ley anterior
o la nueva, es proceder a realizar un cálculo referencial de acuerdo a la nueva ley contado desde su vigencia, si el plazo
de prescripción referencial comparado con el que estaba corriendo –según los códigos derogados– vence antes (en el
tiempo) que el referencial, se aplica la regla: la prescripción se rige por la ley anterior. Si resulta que el plazo que estaba
corriendo –según los códigos derogados– vence después (en el tiempo) que el cálculo referencial, se aplica la
excepción: o sea, el plazo del Código contado desde su vigencia, o sea, se aplica el cálculo hecho en forma referencial.
Excepción: tiempo pendiente según la ley anterior mayor al plazo establecido por la ley nueva.-
Una situación particular se presenta cuando la ley nueva establece un plazo menor al requerido por la ley anterior y al
deudor o al usucapiente le falta un plazo mayor al que requiere la nueva ley.
La regla puede enunciarse de la siguiente forma: en principio, el curso de la prescripción no se modifica por la aparición
de una disposición que fije un plazo de prescripción distinto al previsto en la ley anterior.
Pero, si por aplicación de la ley anterior el plazo de prescripción requerido para la liberación del deudor o la adquisición
por el usucapiente fuere mayor al que establece la nueva ley, se aplica el nuevo plazo computado desde el momento en
que entra en vigencia la nueva ley. Por ejemplo, si el acreedor gozaba por la vieja ley de un plazo de diez años, y la
nueva ley prevé un plazo de prescripción de cinco, como ocurre en el Código con el plazo genérico, que reduce el plazo
general previsto en el artículo 4023, y al momento de la vigencia del Código habían transcurrido cuatro años del plazo
extintivo, o sea, estaban pendientes seis años para que el deudor se liberase, la prescripción se entiende cumplida una
vez que transcurriesen los cinco años a partir del momento de entrada en vigencia de la nueva ley.
La regla se justifica porque, en principio, si a las partes de la relación jurídica se les ha otorgado un plazo por el cual el
derecho será amparado, es lógico que –en principio– se les respete ese plazo. Pero, teniendo en cuenta que el instituto
compromete intereses públicos en la seguridad jurídica de las relaciones, en la estabilidad de las situaciones, y que ello
constituye el orden público, el legislador puede tener interés en que ellas queden consolidadas en un plazo menor al
que, en el pasado, ha estimado que ello debía ocurrir. Para este último supuesto se consagra la excepción.

Supuesto que devuelve a la aplicación de la regla del primer párrafo.-


La segunda parte del segundo párrafo de la norma bajo comentario establece una excepción a la excepción que fija el
primer párrafo, como ya se ha señalado. Ella se configura, cuando el término de la prescripción previsto según la ley
anterior vence antes del que resultaría de la aplicación de la ley nueva contado desde la vigencia de ella. En verdad, no
es una verdadera excepción a la excepción sino que se trata de un caso que entra en la regla general, por no configurarse
la excepción a ella. En efecto, en ese supuesto la ley anterior no requiere mayor tiempo del que fija la nueva ley contado
desde su vigencia, por lo tanto, cae dentro de la regla general y no de la excepción prevista. El legislador ha preferido
decir expresamente lo que es obvio.

Plazo pendiente por


Plazo previsto en la Plazo previsto en la Ley Momento a partir del
aplicación de la ley
ley anterior ley nueva aplicable cual se cuenta el plazo
anterior
Igual o menor al Igual o mayor al Igual o menor al previsto Ley Desde el inicio de su
previsto en la ley previsto en la ley en la ley nueva. anterior. curso.
nueva. anterior.
Mayor al previsto en Menor al previsto en Mayor al previsto en la ley Ley nueva. Desde la vigencia de la
la ley nueva. la ley anterior. nueva. ley nueva.

Art. 2538. Pago espontáneo.


El pago espontáneo de una obligación prescripta no es repetible.-

Se establece que el pago espontáneo de una obligación ya prescripta no puede ser repetido por el que lo ha realizado. La
espontaneidad de la entrega significa que la haya hecho sin presiones, aunque ignorase que no estaba obligado. Si la
entrega ha sido espontánea, la atribución patrimonial recibida por el acreedor es irrepetible.

Presupuesto fáctico de la norma.-


La norma requiere de dos circunstancias fácticas: a) que una obligación esté prescripta, y b) que el solvens la haya
cancelado espontáneamente.
La primera circunstancia se verifica cuando haya transcurrido íntegramente el plazo de prescripción de la obligación, o
sea, que ella se hubiere extinguido por el transcurso del tiempo.
La segunda circunstancia relevante es la espontaneidad de la entrega, o sea que el solvens haya realizado la entrega por
propio impulso, sin presiones, aunque hubiere creído que estaba obligado a hacerla.

Cumplimiento espontáneo de los deberes morales e Irrepetibilidad.-


El texto legal prevé el pago espontáneo de una obligación cuyo plazo de prescripción ha transcurrido íntegramente. Para
tal supuesto dispone que el que lo ha realizado no puede repetirlo.
El Código ha eliminado la categoría de las llamadas "obligaciones naturales", basado en que "no son verdaderas
obligaciones por defecto de exigibilidad".
La obligación ha sido definida como "una relación jurídica en virtud de la cual el acreedor tiene el derecho a exigir del
deudor una prestación destinada a satisfacer un interés lícito y, ante el de incumplimiento, a obtener forzadamente la
satisfacción de dicho interés". Si la obligación se caracteriza por su exigibilidad, cuando ella está excluida por la ley no
puede hablarse de obligación.
El Código se ha enrolado en el criterio que considera que las relaciones que carecen de tal correlatividad (llamadas
antes obligaciones naturales) no son relaciones de obligación de carácter jurídico. Por ello, "la consecuencia de la
irrepetibilidad, más que en función y base estrictamente jurídica, se funda en razones de paz e interés social". En este
aspecto, la facultad de retener la prestación recibida es una simple atribución patrimonial causada en la ley.
Consecuentemente, el artículo 728 dispone que "Lo entregado en cumplimiento de deberes morales o de conciencia es
irrepetible".

Presunción legal de que el desplazamiento comporta el cumplimiento de un deber moral o de conciencia.-


La ley presume que existiendo una entrega espontánea el desplazamiento importa el cumplimiento de un deber moral.

Para que juegue la presunción es necesario que la entrega haya sido espontánea.-
No alcanza con atribuir el carácter de cumplimiento del deber moral para evitar las controversias a las que puede dar
lugar esa entrega, toda vez que el que ha cumplido puede sostener que lo ha hecho en ignorancia de que la prescripción
había operado la extinción del crédito.
A fin de evitar esta controversia, el artículo 2538 señala que es suficiente que la entrega haya sido espontánea. En ella,
se entiende que es la entrega que hace por propio impulso, sin que haya existido una presión que lo impulse a realizarla.

Aplicabilidad de la norma.-
La norma legal sirve de fundamento a la acción de repetición para quien se ha visto forzado a afrontar una deuda
prescripta por medios violentos o maniobras o para superar una presión del acreedor; por ejemplo, al pago bajo protesta
de un impuesto.
En tal caso, quien persigue la repetición se ve gravado por la prueba de la no espontaneidad de la entrega y del
transcurso del plazo de prescripción; por su parte, el demandado por la repetición, para obstaculizar el progreso de la
acción, deberá probar que el pago fue espontáneo o que el crédito no se encontraba prescripto, por la existencia de
causales de suspensión o interrupción del curso extintivo.

 Desde cuándo comienza a correr el término, regla general

Art. 2554. Regla general.


El transcurso del plazo de prescripción comienza el día en que la prestación es exigible.-

El comienzo del plazo de la prescripción liberatoria se computa a partir del momento en que la prestación debida es
exigible, debiéndose entender que principia desde el día en que la acción puede ser ejercida judicialmente para obtener
el cumplimiento de la misma o, en su defecto, para lograr forzadamente la satisfacción del interés del acreedor (arts.
724, 730 y concs.).

El Código adoptó, como principio general que el plazo de la prescripción liberatoria se computará a partir del día en que
la prestación es exigible.

Concepto de prestación exigible.-


La fórmula empleada por la norma para marcar el inicio del cómputo ("comienza el día en que la prestación es
exigible") debe ser entendida en el sentido fijado por el brocardo latino actioni nondum natae, non prescribitur. Es
decir, el conteo principia desde el día en que la acción puede ser ejercida judicialmente para reclamar el cumplimiento
de la prestación debida o, en su defecto, para lograr forzadamente la satisfacción del interés del acreedor, conforme
autorizan los artículos 724, 730 y concordantes del Código.
Es suficiente con que el derecho exista y sea exigible.
Es natural que no pueda comenzar el plazo para prescribir antes de que haya advenido la acción sobre la que ese plazo
habrá de incidir. El plazo para prescribir comienza cuando el interesado estuvo en la posibilidad jurídica de ejercer su
potestad.
El concepto de prestación exigible importa que no exista obstáculo jurídico válido para que el acreedor pueda ejercer la
acción reclamando ante los tribunales del Estado el cumplimiento de la misma o la indemnización por el
incumplimiento.

¿Es necesario el conocimiento de la exigibilidad por el acreedor?-


Se debe entender que como principio general no se tiene en cuenta el conocimiento que pueda tener el accipiendi de la
viabilidad de ejercer su acción.
Sin perjuicio de ello, el Código regla puntualmente el conteo del plazo de prescripción a partir del conocimiento para
algunas hipótesis, como es, por ejemplo, en los siguientes casos: artículo 425 donde se fija el plazo para interponer la
demanda de un año, que se computa, para el que sufre el impedimento, desde que recuperó la salud mental, y para el
cónyuge sano, desde que conoció el impedimento; artículo 2563 donde se especifica puntualmente el modo de contar el
plazo de dos años para la prescripción de la acción de nulidad por vicios de la voluntad, simulación, fraude o en la
revisión de los actos jurídicos.
Como se colige, el principio general adaptado, de la exigibilidad de la prestación para el inicio del conteo del plazo de
prescripción, no obsta atender a las particularidades que tienen algunas hipótesis que permiten entender que el criterio
no es rígido sino, por el contrario, flexible a las contingencias de la vida jurídica. Ello queda en evidencia cuando,
además de las excepciones previstas por la ley antes transcriptas, se pueden agregar otras cuando la interpretación
judicial entienda que puede dispensar la prescripción acaecida por la comprobación de algunas de las dificultades que
prevé el artículo 2550 del Código como obstáculos para el inicio del cómputo de la prescripción.

2. Suspensión de la prescripción

La suspensión consiste en la detención del tiempo útil para prescribir por causas concomitantes o sobrevinientes al
nacimiento de la acción en curso de prescripción. Mientas actúa la causa que opera la suspensión el lapso que transcurre
es inútil para prescribir, pero cuando dicha causa cesa de obrar el curso de la prescripción se reanuda, sumándose al
período transcurrido con anterioridad a la suspensión. Por ello se ha dicho con razón que la prescripción “duerme”
mientras actúa el factor determinante de la suspensión.

Art. 2539. Efectos.


La suspensión de la prescripción detiene el cómputo del tiempo por el lapso que dura pero aprovecha el período
transcurrido hasta que ella comenzó.-

Se dispone que el efecto de las causales de suspensión de la prescripción es detener su curso durante el lapso que dura,
computándose el período que haya transcurrido con anterioridad al momento en que sobrevienen. La suspensión de la
prescripción se aplica tanto en materia comercial como civil.

La suspensión del curso del tiempo de la prescripción.-


Uno de los elementos de la prescripción es el transcurso del tiempo. Pero este tiempo debe ser un tiempo útil. La
utilidad del tiempo depende de la circunstancia de que el titular del derecho o la facultad susceptible de ser perdidos
pueda accionar requiriendo el amparo jurisdiccional de su derecho o facultad.
Existen algunas situaciones en que el titular del derecho se encuentra obstaculizado –por inconveniencia– o
directamente imposibilitado –a veces por una disposición legal– para reclamar su derecho. Por ello, la ley reconoce
ciertas situaciones en la que resulta justo y conveniente dejar de computar el tiempo que produciría el efecto extintivo, o
sea, tenerlo por “no útil”.
La norma bajo comentario establece que el efecto de la existencia de una causal de suspensión produce la detención del
cómputo del tiempo por el lapso que ella dura, pero que aprovecha –o sea, que se computa– el período transcurrido
hasta que ella comenzó.
En virtud de la suspensión del curso de la prescripción se produce una no coincidencia entre el tiempo cronológico –que
es de fluir continuo– y el tiempo computable para la adquisición o pérdida de los derechos –que es susceptible de
detenerse–; cesada la causal de suspensión, vuelve a correr o comienza -si no lo ha hecho-, hasta completar el plazo
exigido por la ley.
En efecto, el modo en que opera la causal de suspensión sobre el plazo de prescripción puede ser de dos formas:
- Impide que comience su curso, si la causal de suspensión existe en el momento que debería comenzar el computo.
Por ejemplo, si durante el matrimonio uno de los cónyuges en virtud de cualquier causa fuente queda obligado
frente al otro. En este caso, simultáneamente al nacimiento del curso de prescripción se detiene, por lo tanto, puede
sostenerse que no comienza el cómputo.
- Detiene el curso de una prescripción que está corriendo.
Por ejemplo, cuando el deudor contrae matrimonio con aquel frente a quien estaba obligado, y luego, transcurrido
un tiempo, se divorcia. En esta segunda hipótesis, el período previo al momento en que sobreviene la causal de
suspensión (celebración del matrimonio) y el posterior al del cese (divorcio) se computan a los fines de completar
el tiempo de la prescripción. De modo tal que en el lapso durante el cual concurren tiempo cronológico y causal de
suspensión, el cómputo se detiene, y mientras no concurren, el tiempo aprovecha a quien pretende liberarse o
adquirir.

Art. 2540. Alcance subjetivo.


La suspensión de la prescripción no se extiende a favor ni en contra de los interesados, excepto que se trate de
obligaciones solidarias o indivisibles.-

Se establece que los efectos suspensivos de la prescripción que provocan las causales de la suspensión sólo se aplican
entre los interesados, salvo que se trate de obligaciones solidarias o indivisibles, en cuyo caso se extiende a los
coacreedores o codeudores.

Los intereses en juego en el instituto de la prescripción.-


Al glosar el artículo 2533 se explicitaron los intereses que compromete el instituto de la prescripción: los públicos, en
orden a la seguridad y estabilidad de los derechos, y el interés privado del titular del derecho susceptible de ser perdido.
La suspensión de la prescripción es un recurso de mitigación de los efectos extintivos de la prescripción que, atendiendo
a la situación personal del titular del derecho amenazado de extinción, detiene el curso del tiempo útil para prescribir,
precisamente porque algún obstáculo le impedía accionar en defensa de su derecho.
Históricamente, las causales de suspensión se consagraban teniendo en cuenta la situación de inconveniencia o de
imposibilidad en que se encontraba el titular del derecho para pedir el amparo jurisdiccional.
En el derecho moderno, la justificación es insuficiente, pues existen causales de suspensión que no responden
estrictamente a situaciones de impedimento o inconveniencia. Por ejemplo, la interpelación por medios auténticos o
fehacientes.
No obstante el abandono de la razón única justificante (situación personal de quien sufre un impedimento para
accionar), por razones prácticas se mantiene el efecto personal de la suspensión.
Debe admitirse que, en cierta forma, la suspensión atenta contra la seguridad jurídica que persigue el instituto de la
prescripción; precisamente, por ello, existe una tendencia a reducir los supuestos en que se produzca esa detención. Sin
embargo, la alternativa que se presenta al efecto suspensivo es el efecto interruptivo, que afecta más gravemente la
finalidad de la prescripción, ya que si se dispusiera que fuera una interrupción el cómputo comenzaría desde cero, lo
que provocaría el mayor sacrificio de los valores comprometidos en el interés público.
De modo tal que el legislador, que desea beneficiar a quien de alguna manera ha actuado –aunque no sea de la forma
más eficaz–, decide establecer esa actuación como una causal de suspensión, evitando configurarla como causal de
interrupción. En tal caso, opta por una solución que no respeta la coherencia teórica con el sistema tradicional, pero
ofrece una solución práctica.
El Código ha optado por la última alternativa, o sea, ha adoptado una solución práctica, que implica el menor sacrificio
de los intereses públicos comprometidos en la prescripción, sin abandonar la consideración de los intereses privados del
titular del derecho susceptible de ser perdido. La forma de lograr ese equilibrio es ampliar las causales de suspensión en
lugar de ampliar las de interrupción.
De allí que ciertas causales que desde el punto de vista teórico tradicional constituirían causales de interrupción, se
contemplan como causales de suspensión, para de ese modo sacrificar en menor medida el interés público –sólo detener
el curso del plazo útil para prescribir, sin recomenzar un nuevo plazo–, para no dejar de atender al interés privado de su
titular a conservar su derecho.

Alcance subjetivo de la suspensión de la prescripción.-


El código consagra el carácter personal del efecto de la suspensión de la prescripción, por el cual sólo se produce entre
los interesados.
La detención del curso de la prescripción que produce la existencia de una causal de suspensión opera únicamente entre
quien se encuentra incurso en ella, sin extenderse a los demás interesados en el derecho del que se trate. Así, si el
acreedor contrae matrimonio o convive con uno de sus deudores el cómputo del plazo de prescripción se detiene frente
al cónyuge o conviviente, pero continua corriendo para los codeudores del crédito.
Las obligaciones concurrentes quedan sujetas a la regla de los alcances personales de la suspensión, por lo que la causal
de suspensión sólo detendrá el cómputo entre acreedor y deudor que se encuentren comprendidos en ella.

Excepción: las obligaciones solidarias.-


la norma vigente establece que las obligaciones solidarias constituyan una excepción al carácter personal de la
suspensión de la prescripción, por lo que propaga sus efectos.
En consecuencia, la regla en materia de solidaridad es que el acreedor o acreedores de una obligación solidaria de la que
alguno de cuyos deudores se encuentra en una situación que provoca la suspensión del curso de la prescripción pueden
prevalerse de ella, pues tiene efecto expansivo.
Constituyen una excepción a los efectos expansivos que rigen para las solidarias –que nos devuelve a la regla general de
los alcances personales de la suspensión– las obligaciones que tienen por fuente a títulos valores en virtud de la
autonomía consagrada en el artículo 1816.
Excepción: las obligaciones indivisibles.-
En las obligaciones indivisibles la suspensión de la prescripción que beneficia a uno de los acreedores propaga sus
efectos a los demás, y éstos pueden invocarlas a su favor. Se consagra a las obligaciones indivisibles como una
excepción al alcance personal de los efectos de las dos alternativas posibles del curso de la prescripción (la suspensión y
la interrupción).

Art. 2541. Suspensión por interpelación fehaciente.


El curso de la prescripción se suspende, por una sola vez, por la interpelación fehaciente hecha por el titular del
derecho contra el deudor o el poseedor. Esta suspensión sólo tiene efecto durante seis meses o el plazo menor que
corresponda a la prescripción de la acción.-

Establece que la interpelación por medio fehaciente realizada por el titular del derecho (acreedor o propietario) contra el
deudor o el poseedor suspende el curso de la prescripción por seis meses o el plazo menor que corresponda a la
prescripción de la acción de que se trata. Esta causal de suspensión sólo puede usarse una vez a lo largo de todo el plazo
de prescripción de la acción de que se trata.

Antecedentes.-
La interpelación como causa influyente del curso de la prescripción tuvo una traumática incorporación a través de la ley
17. 711. En ella se establecía que constituía una causal de interrupción.
A pesar de ello, la decisión de conferir a la interpelación una influencia sobre el curso de la prescripción fue bien
recibida por la doctrina, pues solucionaba un problema práctico: con frecuencia los ciudadanos –por razones diversas:
desconocimiento, descuido u otras– buscan asesoramiento profesional respecto a la defensa de sus derechos en forma
inminente al vencimiento de los plazos de prescripción. Ello resta posibilidades al necesario estudio de los planteos a
efectuar por parte de los profesionales o de encarar negociaciones previas a la instancia judicial, con los consecuentes
inconvenientes, falta de seriedad de los planteos apresurados y agravamiento de los costos de la resolución de los
conflictos susceptibles de solucionarse extrajudicialmente.
Asimismo, se estimaba paradójico que mientras la deducción de la demanda importaba la interrupción del curso del
plazo de prescripción, la interpelación, que también evidenciaba claramente que el acreedor o propietario no había
incurrido en un abandono de su derecho, no tuviera ninguna influencia.

La interpelación.-
La interpelación es una declaración recepticia por la que el acreedor o propietario reclama inequívocamente la cesación
de la violación de su derecho. En el caso de las obligaciones el acreedor reclama el cumplimiento de la obligación. En
el caso de los derechos reales, el dueño exige la cesación del hecho del otro que afecta su derecho real; en el caso de
otros derechos no obligacionales, de impugnación o reclamo, el titular exige la conducta que implique la satisfacción de
su interés en relación a la acción de la que dispone.
Se trata de la manifestación –declaración– de una pretensión, o sea, de un acto declarativo de la voluntad de reclamar el
respeto de su derecho. No requiere términos sacramentales ni una formal intimación de pago, pues su finalidad no es
constituir en mora al deudor o poseedor, sino simplemente poner de manifiesto su voluntad de no abandonar el derecho.
Debe ser una declaración recepticia, o sea, que para producir sus efectos debe haber llegado a la esfera propia del
destinatario.
La manifestación de la voluntad debe ser extrajudicial, pues si es judicial constituye una causal de interrupción de la
prescripción.
Debe realizarse "por un medio fehaciente", un instrumento que haga fe de su fecha (instrumento público), como una
carta documento, telegrama colacionado, actuación notarial, actuación administrativa, etcétera.

Contra el deudor o propietario.-


La interpelación apta para suspender el curso de la prescripción debe ser dirigida contra el deudor o propietario, o sea
que es aplicable a la prescripción liberatoria y adquisitiva.

Utilización por una única vez.-


La invocación de la causal de suspensión constituida por la interpelación sólo puede ser utilizada una vez durante el
plazo de prescripción de la acción de que se trate. Cuando el deudor o poseedor ha sido interpelado, una segunda
interpelación carece de efectos suspensivos del curso de la prescripción.

Momento desde el cual opera la suspensión.-


Por tratarse de una declaración recepticia, ella opera a partir del momento en que llega a la esfera del destinatario. Por
ello, la interpelación para tener efectos suspensivos del curso de la prescripción debe llegar a la esfera del destinatario
antes de que el plazo de prescripción esté cumplido.
A partir de la cero hora del día siguiente al que llega a la esfera del destinatario se detiene el cómputo del plazo de la
prescripción.
Momento hasta el cual opera la suspensión.-
La norma legal establece que "sólo tiene efecto durante seis (6) meses o el plazo menor que corresponda a la
prescripción de la acción".
La duración de la suspensión que ha sido establecida por el Código es un plazo variable, según el plazo de prescripción
de la acción de que se trate sea mayor o menor a seis meses; si el plazo de prescripción es de seis meses o mayor, la
suspensión tendrá la duración limitada a seis meses; en cambio, si es menor a seis meses, la suspensión durará por el
plazo previsto para la prescripción de la acción de que se trate.

Art. 2542. Suspensión por pedido de mediación.


El curso de la prescripción se suspende desde la expedición por medio fehaciente de la comunicación de la fecha
de la audiencia de mediación o desde su celebración, lo que ocurra primero.
El plazo de prescripción se reanuda a partir de los veinte días contados desde el momento en que el acta de
cierre del procedimiento de mediación se encuentre a disposición de las partes.-

Establece que el pedido de sometimiento al procedimiento de mediación suspende el curso del plazo de prescripción. La
suspensión se produce a partir de la expedición de la comunicación para la audiencia de mediación o desde que ella se
celebre; de esos dos momentos, la suspensión la produce el que ocurra primero. El plazo se reanuda a partir de los
veinte días de la fecha en que queda a disposición de las partes el acta de cierre del procedimiento.

Mediaciones comprendidas.-
Desde hace años hay un fuerte reverdecimiento de los modos alternativos de resolución de conflictos, con la intención
de evitar pleitos, con el consiguiente recargo de tareas para los tribunales, dispendio de tiempo y esfuerzo, y para
posibilitar llegar a un entendimiento que ponga fin al conflicto, con una razonable celeridad que no siempre satisface la
prestación jurisdiccional. Ello ha determinado que numerosas jurisdicciones de nuestro país hayan instaurado la
mediación como una alternativa previa al proceso judicial, ya sea con carácter obligatorio o facultativo, o como una
facultad judicial de remitir a las partes a mediación en el curso del proceso.
El Código ha regulado las consecuencias que tiene el sometimiento del conflicto a mediación en la misma forma, sea
facultativa u obligatoria. En ambos casos, recibe aplicación la norma bajo comentario.

La citación a mediación como causal de suspensión de la prescripción.-


En consonancia con la practicidad y realismo que lo caracteriza, constituye a la citación a mediación como causal de
suspensión de la prescripción en el Código de fondo.

Momento desde el cual se detiene el cómputo.-


Cualquiera sea el tipo de mediación (obligatoria o facultativa), y el sistema de iniciación del procedimiento (por
acuerdo de partes o solicitud unilateral), la detención del plazo de prescripción se produce "desde la expedición por
medio fehaciente de la comunicación de la fecha de la audiencia de mediación o desde su celebración, lo que ocurra
primero".
El momento en que se expida la comunicación al requerido de la fecha de la audiencia o la celebración de ésta –si ha
faltado la citación– provoca la suspensión del curso del plazo de prescripción.
En cualquier supuesto, entre los dos actos que provocan la suspensión del plazo de prescripción se toma como momento
inicial el que ha ocurrido primero en el tiempo.

Requisito de forma de la comunicación de la fecha de la audiencia designada para la mediación.-


Para que la comunicación de la fecha de la audiencia pueda ser tomada como momento inicial, se requiere que sea
efectuada por un medio fehaciente: carta documento, telegrama colacionado, actuación notarial, etcétera. De tal modo,
existirá una fecha indiscutible: la de la expedición de la comunicación.

Momento de la reanudación del cómputo.-


La mediación concluye con el acta de acuerdo o de fracaso. Transcurridos veinte días corridos desde la fecha de dicha
acta, cesa la suspensión del curso de la prescripción y a partir del día siguiente se reanuda el curso del plazo.

Carácter personal de la suspensión.-


En virtud del carácter personal que establece el artículo 2540, la suspensión se produce entre el peticionante de la
mediación y los citados a mediación. No se produce respecto de otros posibles legitimados pasivos del reclamo del
requirente de la mediación, con respecto de los cuales el curso del plazo continúa corriendo, excepto que la mediación
se refiera a obligaciones solidarias o indivisibles.
Ese efecto no se produce en el supuesto de los deudores de obligaciones concurrentes.

Art. 2543. Casos especiales.


El curso de la prescripción se suspende:
a) entre cónyuges, durante el matrimonio;
b) entre convivientes, durante la unión convivencial;
c) entre las personas incapaces y con capacidad restringida y sus padres, tutores, curadores o apoyos, durante
la responsabilidad parental, la tutela, la curatela o la medida de apoyo;
d) entre las personas jurídicas y sus administradores o integrantes de sus órganos de fiscalización, mientras
continúan en el ejercicio del cargo;
e) a favor y en contra del heredero con responsabilidad limitada, respecto de los reclamos que tienen por causa
la defensa de derechos sobre bienes del acervo hereditario.-

Se contemplan las causales de suspensión de la prescripción en las que el titular del derecho se encuentra en situaciones
que se estiman inconvenientes -por razones de convivencia familiar o económicas o funcionales o intereses
contradictorios- para la promoción de la acción que resguarda su derecho. De esa manera, la ley no incentiva que el
titular del derecho se vea compelido a accionar. Se prevé la de los cónyuges y convivientes entre ellos, entre padres e
hijos, entre incapaces y personas con capacidad restringida y sus tutores o curadores, entre la persona jurídica y sus
administradores y las personas que integran los órganos de fiscalización, y a favor y en contra del heredero beneficiario
respecto de las acciones que tenga para defender derechos sobre los bienes del acervo hereditario.

Causales nuevas y tradicionales de suspensión de la prescripción.-


Hay dos causales nuevas:
- entre convivientes, durante la unión convivencial, y
- entre la persona jurídica y sus órganos de administración y fiscalización.

Suspensión entre cónyuges, durante el matrimonio.-


La causal tiende a evitar la alteración que puede producir en la relación matrimonial las contiendas judiciales entre los
cónyuges. Se trata de una típica causal de suspensión que se apoya en 1a inconveniencia de colocarlos en la disyuntiva
entre la posible afectación de la relación matrimonial o la pérdida de los derechos que pudieran reclamarse entre ellos.
Para evitar que se vean en la alternativa de resignarlos con el fin de eludir la situación enojosa de entablar un pleito
judicial, la ley dispone la suspensión de la prescripción de los reclamos susceptibles de hacerse entre ellos.
La detención del cómputo del plazo de prescripción se produce desde la celebración del matrimonio y hasta que se
disuelva por muerte o ausencia con presunción de fallecimiento, quede firme la sentencia de divorcio o la nulidad del
matrimonio.
La declaración de nulidad del matrimonio hace cesar la suspensión a partir del momento en que queda firme la
sentencia respectiva.
No obsta a esa conclusión el posible efecto retroactivo de la sentencia de nulidad del matrimonio o de la de divorcio.

Entre los convivientes, durante la unión convivencial.-


Una situación análoga a la matrimonial es la convivencial, por lo que se establece la suspensión entre los convivientes.
Los motivos que concurren para el supuesto de matrimonio fundan la suspensión entre los convivientes.
La unión convivencial despliega su efecto suspensivo desde que adquiere los caracteres fijados por el artículo 509, o
sea, desde que aparece como "singular, pública, notoria, estable y permanente".
La suspensión de la prescripción opera desde que se cumplen los dos años de la situación de convivencia. Cesa la
suspensión a partir del momento en que se produce cualquiera de las causales del artículo 523, en cuyo caso se reanuda
automáticamente el cómputo del plazo del curso de la prescripción.
La prueba de la existencia y duración de la convivencia queda a cargo de quien invoca la suspensión. La apreciación de
la prueba debe ser severa.
La suspensión no se produce entre las personas que convivan que no hayan alcanzado la estabilidad establecida por la
ley a partir de los dos años. Ello, sin perjuicio de que pueda lograrse la dispensa si se acredita que la convivencia ha
sido una maniobra dolosa o un obstáculo de hecho con los caracteres requeridos por el artículo 2550.

Entre los padres, tutores, curadores y apoyos y los hijos, tutelados y curados.-
La causal prevista encuentra su razón en que los padres, tutores, curadores y personas de apoyo son los representantes o
asistentes de los hijos, tutelados, curados o asistidos, por lo que si revisten además la calidad de acreedores o deudores
de éstos, estarían obligados a litigar con ellos mismos o designar curador a los fines del proceso. Los pleitos entre ellos
afectarían igualmente la relación existente, obligándolos a colocarse en la situación conflictiva o resignar los derechos
propios o los de su protegido. En algunos casos, los créditos que pudieran titularizar recíprocamente pueden evitarse por
medio de la compensación, sujeta a la aprobación de las cuentas.
Esta causal de suspensión opera mientras dura la titularidad de la responsabilidad parental del padre o madre o de
ambos, o cesa la tutela o la curatela o cesa el período de asistencia.
La privación de responsabilidad parental o suspensión del ejercicio, en cambio, no hace cesar la suspensión de la
prescripción.
En el caso de que sólo uno de los padres sea el que ha cesado la titularidad de la responsabilidad parental, por ejemplo,
por la profesión monástica del progenitor, la suspensión de la prescripción cesa, y el otro padre –que continúa
representando a su hijo– puede ejercer los derechos que titularizara el menor en contra de quien ha cesado en la
responsabilidad parental. Si ambos padres cesan en la titularidad de la responsabilidad parental (por muerte), la
prescripción seguiría corriendo, y si algún derecho prescribe mientras el menor permanece sin representante, resulta
aplicable el artículo 2550, sobre dispensa de la prescripción una vez cesada la incapacidad o aceptado el cargo por el
representante que se le designe.

Entre la persona jurídica y sus administradores y órganos de fiscalización, mientras continúan en el ejercicio de sus
cargos.-
Razones análogas a las examinadas concurren en el caso de la persona jurídica y las personas que desempeñan
funciones –de administración o fiscalización– en ellas. Los intereses contrapuestos que pueden tener podrían llevar a la
pérdida de derechos de la persona jurídica o de las personas humanas que integran los órganos de administración o
fiscalización, por lo que se prevé la suspensión del curso de la prescripción con el objeto de evitar colocarlos en la
disyuntiva de actuar en contra de los intereses que deben defender o perder sus derechos.
Los supuestos comprendidos son aquellos en que se trate de acciones titularizadas por la persona jurídica en contra de
los administradores o quienes integren órganos de fiscalización y las que éstos invistan contra las personas jurídicas.
La suspensión tiene efectos mientras las personas humanas que desempeñan la administración y fiscalización continúan
en sus cargos.
Cesa una vez que han dejado de desempeñarlos por cualquier causa que ello ocurra (remoción, renuncia, etc.).
En principio, no resulta aplicable a la acción social del artículo 276 de la Ley de Sociedades, toda vez que al decidirse
la promoción de la acción, esa decisión produce la remoción del director o directores afectados.

A favor y en contra del heredero con responsabilidad limitada respecto de los reclamos que tienen por causa la
defensa de los derechos sobre los bienes del acervo hereditario.-
En el régimen sucesorio instituido por el Código, la responsabilidad de los herederos se limita hasta la concurrencia del
valor de los bienes recibidos (intra vires), pero puede llegar a responder con sus propios bienes en los supuestos
previstos por el artículo 2321, o sea, si no realiza inventario en el plazo de tres meses desde que es intimado
judicialmente por los acreedores o legatarios, oculta fraudulentamente bienes de la sucesión, exagera dolosamente el
pasivo sucesorio o enajena bienes de la sucesión, sin ingresar el precio obtenido a la masa.
La responsabilidad intra vires subsiste en la medida que los patrimonios del heredero y los bienes recibidos no se
confundan. Perdido el beneficio de la responsabilidad intra vires, convertida su responsabilidad en ultra vires, opera la
confusión como medio extintivo de las obligaciones.
Mientras subsista la responsabilidad intra vires, la suspensión podría ser innecesaria ya que el heredero puede reclamar
sus créditos y pagar sus deudas. Sin embargo, se ha considerado conveniente suspender a favor y en contra del heredero
el curso de la prescripción, para no incentivar las acciones que se vería obligado a deducir si la prescripción siguiera
corriendo. De ese modo, se evitan gastos que en definitiva puedan afectar el acervo hereditario.
La suspensión abarca "los reclamos que tienen por causa la defensa de derechos sobre bienes del acervo hereditario",
para evitar que ellos salgan del acervo o se pierdan los créditos por inactividad.
Por lo tanto, están comprendidos los reclamos que debieran realizarse para lograr la restitución de los bienes que
estaban en vías de adquisición por prescripción adquisitiva por el heredero y las acciones personales del heredero
acreedor o deudor del causante.
Lo que se persigue es evitar conflictos judiciales entre los coherederos respecto de los bienes del sucesorio.
La suspensión cesa si el heredero incurre en alguna de las causales del artículo 2321. La referencia de la norma a
"mientras dura su calidad de tal" determina el período de la suspensión. O sea, que cesa desde que el heredero pasa a
responder ultra vires y, también, una vez aprobada la cuenta particionaria.

 Dispensa de prescripción

Art. 2550. Requisitos.


El juez puede dispensar de la prescripción ya cumplida al titular de la acción, si dificultades de hecho o
maniobras dolosas le obstaculizan temporalmente el ejercicio de la acción, y el titular hace valer sus derechos
dentro de los seis meses siguientes a la cesación de los obstáculos.
En el caso de personas incapaces sin representantes el plazo de 6 meses se computa desde la cesación de la
incapacidad o la aceptación del cargo por el representante.
Esta disposición es aplicable a las sucesiones que permanecen vacantes sin curador, si el que es designado hace
valer los derechos dentro de los 6 meses de haber aceptado el cargo.-

Establece la facultad judicial de dispensar una prescripción ya cumplida cuando el acreedor o titular del derecho real se
haya visto obstaculizado para ejercer su derecho por dificultades de hecho y maniobras dolosas. En tales casos, debe
ejercer su derecho y solicitar la dispensa dentro de los seis meses de cesado el impedimento. La disposición es aplicable
a los incapaces y personas con capacidad restringida que carezcan de representante o asistente y a las sucesiones
vacantes sin curador designado.

Los intereses en juego en la institución de la dispensa.-


Los intereses públicos comprometidos en la seguridad perseguida por la prescripción de los derechos deben ser
conciliados con el derecho de acceso al amparo jurisdiccional de los titulares de los derechos. La satisfacción de la
seguridad jurídica no puede basarse en el sacrificio de quien se ha visto en una situación de imposibilidad para accionar,
resultando –en definitiva– privado de sus derechos por no haberlos podido defender.
El instituto presupone una prescripción que ya está cumplida, o sea, que la ley contempla la situación de alguien que ya
ha perdido su derecho y cuya pérdida ha sido ocasionada por una situación similar al caso fortuito. Dejar de atender a
esa situación sería hacer cargo a quien ha estado impedido de evitarlo de la pérdida de su derecho. Importaría una clara
violación a la regla que sostiene que "contra quien no puede actuar no corre la prescripción".
El ordenamiento rechaza la solución que sacrifica totalmente el interés del titular del derecho a la seguridad jurídica,
desentendiéndose de la posibilidad o imposibilidad en que se ha encontrado de conservar el derecho que titularizó y
perdió por el transcurso del tiempo y su inevitable imposibilidad de actuar.
Por ello instituye una facultad judicial que considere la situación de quien ha sufrido esa pérdida, y si ella fue
inevitable, le restituya el derecho que le fue imposible evitar que se perdiera. En eso consiste la dispensa de la
prescripción cumplida.

Dispensa y suspensión de la prescripción.-


La dispensa debe ser distinguida de la suspensión de la prescripción:
- La dispensa depende de una apreciación que haga el juez de la gravedad de la situación fáctica impeditiva de la
posibilidad de obrar del titular del derecho. En cambio, la suspensión se produce de pleno derecho por la
concurrencia de la causal de suspensión prevista en la ley; en este caso, el juez sólo debe verificar que la situación
fáctica que constituye la causal se ha producido.
- La dispensa presupone una prescripción cumplida; la suspensión presupone una prescripción en curso.
- La dificultad de hecho sufrida por el titular del derecho no detiene el curso de la prescripción, sino que ella corre y
despliega su efecto extintivo; pero, acreditado que tal imposibilidad provocó la pérdida del derecho, el juez es
facultado a borrar los efectos de la prescripción ocurrida y a permitir el reclamo que la situación de dificultad de
hecho le impidió efectuar.

Facultad judicial.-
La dispensa de la prescripción es una facultad judicial que puede y debe ejercer el juez en los supuestos que la ley lo
autoriza. Aunque la norma dice "puede", el juez debe hacerlo, pues la facultad tiende a garantizar el acceso a la justicia
de quien se ha encontrado dificultado, y con mayor razón imposibilitado, de ejercer la acción en defensa de su derecho.

Las dificultades de hecho o maniobras dolosas que impiden el ejercicio del derecho.-
La norma describe, como presupuestos fácticos del ejercicio de la facultad judicial, dos situaciones: dificultades de
hecho y las maniobras dolosas que le impiden el ejercicio temporal del derecho; ambas deben haber colocado al titular
del derecho en una situación impediente de ejercitar los actos conservatorios de su derecho.
Las dificultades deben ser "de hecho", lo cual excluye la ignorancia o el error respecto del cumplimiento de la
prescripción cuyo plazo hubiere vencido.
La situación de impedimento debe tener una gravedad suficiente, de acuerdo a un juicio realista y razonable de la
situación del impedido, la que debe ser adecuadamente ponderada en relación a la trascendencia del valor que se
posterga: la seguridad jurídica.
No es necesario que constituya un típico caso fortuito, porque las dificultades de hecho que la norma prevé no se
identifican con ese instituto liberatorio de la responsabilidad. Por ello, no se exige el carácter general que lo tipifica, es
suficiente que sea una situación de carácter individual del interesado.
La norma incluye a las maniobras dolosas. No se exige que sean del deudor o propietario, sino que pueden emanar de la
conducta de terceros; lo que interesa es que sean de una entidad tal que puedan haber llevado al titular del derecho a una
situación de impedimento para el ejercicio de los actos conservatorios de su derecho.
Tampoco debe ser un inconveniente fácilmente superable, pues en tal caso la seguridad jurídica no debe ser resignada
frente a la actitud pusilánime o negligente del titular. Requiere de una apreciación del juez que revista un carácter
prudente, humano, realista, que lo convenza de que quien debió obrar en defensa de su derecho no le era exigible una
conducta superadora del inconveniente o directamente carecía de posibilidades de superarla.
Al mencionarse a las dificultades de hecho, se entiende que, con mayor razón, la imposibilidad está comprendida entre
los casos en que el juez debe dispensar la prescripción cumplida.
La circunstancia impediente debe haber concurrido al tiempo del vencimiento del plazo de prescripción, en virtud de
que quien dispone de un plazo para el ejercicio de su derecho tiene la confianza legítima de que goza de la totalidad de
ese plazo y la dificultad debe haber frustrado esa confianza legítima. No cabe, entonces, el reproche de que el titular
haya esperado a último momento para desestimar el pedido de dispensa.
Debe tenerse en cuenta a los fines interpretativos de la norma que la imposibilidad no opera como causa de detención
del cómputo de la prescripción, o sea, suspendiendo el curso de la prescripción, sino que ella debe haber sido la causa
de la frustración de la posibilidad de accionar en tiempo oportuno, o sea, antes del vencimiento de la prescripción. Por
ello, se exige que la dificultad se extienda hasta el momento del vencimiento de la prescripción; si ella se ha superado
con anterioridad a ese momento, no constituye un impedimento que haya obstado la oportuna defensa de su derecho.
Carga y apreciación de la prueba.-
La prueba de las dificultades de hecho o las maniobras dolosas que han impedido el ejercicio de la acción, de su entidad
y temporaneidad está a cargo de quien las invoca.
La apreciación de las pruebas debe armonizarse con el carácter excepcional que se le atribuye a las dificultades, por lo
que deben interpretarse restrictivamente.

Plazo para el ejercicio del derecho prescripto.-


La ley exige que el titular del derecho que se ha encontrado en la situación de dificultad haga valer su derecho dentro
del plazo de seis meses. La exigencia legal es que haga valer su derecho y solicite –en ese mismo momento– la dispensa
alegando y probando, en su caso, las dificultades que obstaculizaban su actuación.
Por tratarse de un plazo de caducidad, no es susceptible de ser suspendido ni interrumpido.

Caso de las personas incapaces sin representante.-


El curso de la prescripción resulta perjudicial para los incapaces que carecen de representante. Por esa razón, les resulta
aplicable el instituto de la dispensa de la prescripción.
El cómputo de dicho plazo se realiza desde el momento en que cesa la incapacidad si, mientras ella duró, no ha tenido
representante o desde que el representante acepta el cargo si se le provee antes de que cese la incapacidad.

Caso de la sucesión vacante.-


La única situación que podría resultar inestable y perjudicial para la sucesión en estado de vacancia es el supuesto en
que haya transcurrido el tiempo y no se le haya provisto curador. Para ese supuesto, en que la carencia de curador le ha
impedido el acceso al amparo jurisdiccional de sus derechos, la ley prevé la aplicabilidad de la dispensa, permitiendo
que el curador designado –dentro de los seis meses de la aceptación del cargo– haga valer los derechos que estuvieren
prescriptos, solicitando la dispensa de la prescripción ya cumplida.

3. Interrupción de la prescripción

Art. 2544. Efectos.


El efecto de la interrupción de la prescripción es tener por no sucedido el lapso que la precede e iniciar un nuevo
plazo.-

El efecto de la interrupción de la prescripción se establece siguiendo el concepto tradicional, según el cual consiste en
borrar o tener por no sucedido el plazo que ha corrido hasta el momento en que se produce el acto interruptivo y
reiniciar un nuevo cómputo completo.

La interrupción del curso de la prescripción.-


Los elementos que se tienen en cuenta para provocar el efecto de la prescripción son dos: el transcurso del tiempo y la
inactividad de las partes. Si los interesados actúan destruyen uno de los elementos que presupuesta la prescripción. Las
partes han actuado desapareciendo la inacción o el silencio que motiva el efecto atribuido por la ley a la inactividad.
Los actos interruptivos de la prescripción son actividades que realizan las partes de la relación real u obligacional que
demuestran la voluntad de mantener con vida sus derechos.
Son actos interruptivos:
- el reconocimiento que hiciere el deudor del crédito de su acreedor o el poseedor del derecho del titular del derecho
real cuya prescripción se encuentra en curso;
- toda petición judicial del titular del derecho ante autoridad judicial que traduce la voluntad de no abandonarlo;
- la solicitud de arbitraje;
- la formulación del reclamo administrativo cuando es exigido por la ley como requisito previo a la acción judicial, y
- el ejercicio del derecho de retención respecto del crédito al cual accede (art. 2592).

El efecto del acto interruptivo.-


Los efectos de la interrupción son radicales, en cuanto aniquilan el tiempo útil que hubiese transcurrido hasta el acto
interruptivo, borrándolo, teniéndolo por no corrido, y una vez cesada la causal interruptiva -que puede ser instantánea o
extenderse en el tiempo-, el plazo volverá a contarse íntegramente. Así, se lo distingue del efecto atemperado que tiene
la suspensión que únicamente detiene el cómputo del plazo que viene corriendo o impidió el inicio de su curso; una vez
que cesa la causa suspensiva volverá a correr desde la medida que haya alcanzado el cómputo del tiempo útil. al
momento de producirse su detención. En cambio, cesada la causa de interrupción el cómputo se reinicia, y deberá
cumplirse íntegramente el plazo previsto por la ley para la liberación del deudor o la adquisición por el poseedor para
que produzca esos efectos.
En principio, el reconocimiento de la obligación o del carácter de propietario es una causa instantánea. Sin embargo,
existen reconocimientos que se prolongan en el tiempo.
Son causas interruptivas que se prolongan en el tiempo las que abren un procedimiento, como sucede con la petición
judicial, la solicitud de arbitraje y el reclamo administrativo necesario de acuerdo con la ley local como previo a la
demanda, y el ejercicio del derecho de retención.
Las causas susceptibles de prolongación en el tiempo provocan el mismo efecto interruptivo que las instantáneas, pero a
diferencia de éstas, no reinician el plazo de prescripción inmediatamente –como sucede con el reconocimiento
instantáneo– sino que postergan el reinicio del plazo hasta el momento que cesan de acuerdo a las alternativas que se
presenten.
Esas causas de interrupción son además susceptibles de tenerse por no sucedidas, en virtud de que sobrevengan
determinadas alternativas que la ley prevé.

Interrupción por el ejercicio del derecho de retención.-


Uno de los efectos del derecho de retención resulta conformar otra causal interruptiva del curso de la prescripción, que
no está prevista en este capítulo. Así lo dispone el artículo 2592 que establece: "La facultad de retención [...] e) mientras
subsiste, interrumpe el curso de la prescripción extintiva del crédito al que accede".
La solución del Código se ha inclinado, con un criterio realista, por el criterio doctrinal que postula el efecto
interruptivo basado en que el ejercicio del derecho de retención evidencia la voluntad del acreedor de no abandonar su
derecho.

Art. 2545. Interrupción por reconocimiento.


El curso de la prescripción se interrumpe por el reconocimiento que el deudor o poseedor efectúa del derecho de
aquel contra quien prescribe.-

La admisión del carácter de deudor respecto del acreedor, en la prescripción liberatoria, y el reconocimiento del carácter
de propietario del inmueble que se viene poseyendo, en la prescripción adquisitiva, interrumpen el curso de la
prescripción.

Reconocimiento de la obligación.-
El curso de la prescripción liberatoria se interrumpe por el reconocimiento que hace el deudor de su obligación. A partir
del momento en que se manifiesta la voluntad, en forma expresa o tácita, por la que el deudor admite estar obligado al
cumplimiento de una prestación (art. 733), se inutiliza el plazo de prescripción que hubiere transcurrido y se recomienza
a contar un nuevo plazo, como si no hubiere transcurrido el tiempo que ha precedido al reconocimiento.
A los fines de operar como causal de interrupción es suficiente que la manifestación de voluntad revele la admisión del
carácter de deudor del acreedor –frente al cual venía prescribiendo–.
La carga de la prueba pesa sobre quien invoca el reconocimiento y debe apreciarse con severidad.
La causal de interrupción de reconocimiento es la más eficaz en cuanto a su perdurabilidad, ya que una vez manifestada
la voluntad, no tiene posibilidades de ser tenida por no sucedida, corno ocurre con la petición judicial ante la autoridad
judicial cuyo efecto interruptivo puede desaparecer por la caducidad de la instancia o el desistimiento, o eventualmente,
por el rechazo que se hiciere de la pretensión o la solicitud de arbitraje o el reclamo administrativo.
El reconocimiento que produce este efecto es el reconocimiento causal previsto en los artículos 734, primera parte, y
735. El reconocimiento como promesa autónoma de deuda carece de este efecto ya que constituye una nueva obligación
que no tenía existencia anterior y, por lo tanto, no existía una prescripción en curso susceptible de ser interrumpida.

Reconocimiento del poseedor del carácter de propietario.-


El curso de la prescripción adquisitiva se interrumpe por medio del reconocimiento de la calidad de propietario que
hiciera el poseedor que viene prescribiendo; por ejemplo, si hiciere una oferta de compra del bien que estuviere en su
poder, pues revelaría que le reconoce el carácter de propietario y que el reconociente sólo es un tenedor de la cosa. Con
posterioridad al reconocimiento, el tenedor debe intervertir el título, pues el acto de reconocimiento lo ha colocado en
situación de tenedor y, para volver a ser poseedor, debe exteriorizar su intención de privar a aquel para el cual poseía de
la disposición de la cosa.

Art. 2546. Interrupción por petición judicial.


El curso de la prescripción se interrumpe por toda petición del titular del derecho ante autoridad judicial que
traduce la intención de no abandonarlo, contra el poseedor, su representante en la posesión, o el deudor, aunque
sea defectuosa, realizada por persona incapaz, ante tribunal incompetente, o en el plazo de gracia previsto en el
ordenamiento procesal aplicable.-

Art. 2547. Duración de los efectos.


Los efectos interruptivos del curso de la prescripción permanecen hasta que deviene firme la resolución que
pone fin a la cuestión, con autoridad de cosa juzgada formal.
La interrupción del curso de la prescripción se tiene por no sucedida si se desiste del proceso o caduca la
instancia.-
Petición ante la autoridad judicial que traduce la intensión de no abandonar el derecho.-
El acreedor o el propietario que ejerce su derecho en pos del cumplimiento de la obligación o del reconocimiento
jurisdiccional de su derecho real realiza una actividad que destruye el fundamento en que se apoya la ley para desplegar
el efecto extintivo de su derecho. Por ello, el curso de la prescripción que ha corrido hasta entonces se interrumpe,
borrando el período en que corrió la prescripción que estaba en curso.
La petición del acreedor o propietario termina con la inactividad que presupuesta el curso de la prescripción.
Tradicionalmente la causal de interrupción ha sido considerada la demanda del acreedor o propietario dirigida contra el
deudor o poseedor. Pero se aclaraba que la ley al referirse a la demanda no lo hacía en su sentido técnico, sino también
de la entablada ante juez incompetente, con defectos de forma o la interpuesta por quien careciera de capacidad para
promoverla. Se admitía que en todos esos casos, no obstante la imperfección de la demanda, lo esencial era que fuera
una manifestación de la voluntad de no abandonar el derecho formulada ante la autoridad jurisdiccional.
La norma bajo comentario dice lisa y llanamente lo que tradicionalmente se ha sostenido mediante esas aclaraciones y
precisiones.
Cuando el acreedor o propietario inicia un beneficio de litigar sin gastos, pide una medida cautelar, una diligencia
preliminar, promueve una demanda ejecutiva u ordinaria, o el proceso sucesorio, identificando el derecho que pretende
ejercer, evidenciando su voluntad de no abandono, interrumpe el curso de la prescripción. También constituyen actos
interruptivos las peticiones ante el tribunal, tendientes a la ejecución de la sentencia, que interrumpen el curso de la
prescripción de la actio iudicati.
La jurisprudencia tenía decidido que correspondía asignarle efecto interruptivo equivalente a la demanda al pedido de
quiebra, a la petición de declaración de legítimo abono en la sucesión del deudor, y al pedido de indemnización
formulado ante el juzgado que entiende en el proceso penal seguido al supuesto autor del daño.
La causal interruptiva se configura por toda petición del titular del derecho que traduce la voluntad de no abandonar el
derecho formulada ante autoridad judicial.

La autoridad judicial.-
La referencia a la autoridad judicial no debe ser interpretada en sentido ritual. Lo que interesa es que se trate del
funcionario judicial que pueda dar fe de la fecha en la que el acto se produjo.
Al respecto, debe tenerse presente que las causales interruptivas deben interpretarse estrictamente, pero no puede serlo
ritualmente.

Circunstancias que no obstan al efecto interruptivo.-


No obstan al carácter interruptivo del acto procesal de petición:
- Que sea realizado ante un tribunal incompetente, cualquiera sea la razón de la incompetencia, por razón del
territorio, la persona o la materia.
- Que ostente defectos de forma, pues ellos no impiden establecer que el peticionante ha manifestado la voluntad
conservatoria de su derecho.
- La petición que formula una persona incapaz o con capacidad restringida, aunque no concurriere su representante o
asistente.
- Que se hiciere dentro del plazo de gracia que prevén las leyes procesales. El plazo de gracia es el instituto puesto a
disposición de los litigantes a fin de suplir la limitación horaria de la atención al público de los tribunales. Los
plazos sustanciales vencen –conforme lo dispuesto por el artículo 6– a la hora veinticuatro del día del vencimiento,
pero a esa hora no están abiertos los tribunales. Por ello, las leyes procesales disponen que "el escrito no presentado
dentro del horario judicial del día que venciere el plazo, sólo podrá ser entregado válidamente en la secretaría que
corresponda, el día hábil inmediato y dentro de las dos primeras horas del despacho".

Duración del efecto interruptivo.-


La petición ante la autoridad judicial es una causal de interrupción que se extiende en el tiempo, pues normalmente ella
abre un proceso, sea cautelar, ejecutivo u ordinario. En virtud de ello, resulta necesario que la ley establezca con certeza
la duración del efecto interruptivo.
La norma del primer párrafo del artículo 2547 establece que ella durará hasta tanto "deviene firme la resolución que
pone fin a la cuestión, con autoridad de cosa juzgada formal".
Obviamente que si existiera una resolución que pasara en autoridad de cosa juzgada material, ningún interés subsistirá
respecto de hasta cuándo tuvo efectos la interrupción, porque ya habrá una decisión inconmovible sobre la cuestión, y
tal decisión será irrevisible en el mismo proceso o en cualquier otro.
Sólo interesa la duración de la causal interruptiva, en el supuesto de que la decisión judicial del proceso entablado sea
de aquellas que originan una cosa juzgada formal, que permite el replanteo de la acción en otro proceso. En tales casos,
a pesar del rechazo de la demanda, la declaración de incompetencia o cualquier otra decisión que sólo alcance la
autoridad de cosa juzgada formal, el inicio del nuevo plazo de prescripción comenzará a partir de la fecha en que quede
firme esa resolución que sólo tiene ese alcance limitado, al no llegar a alcanzar los efectos de cosa juzgada material, por
lo que no resulta impeditiva del planteo del nuevo pleito.
La solución actual contribuye a la seguridad jurídica en tanto la prolongación de la interrupción causada por la petición
judicial se extiende hasta la firmeza de la resolución judicial que pone fin al proceso con autoridad de cosa juzgada
formal. Llegado el momento de esa firmeza, el efecto interruptivo termina y recomienza el cómputo de la prescripción.
Circunstancias sobrevinientes que hacen tener por no sucedido el efecto interruptivo.-
El Código establece algunos supuestos en los que el efecto interruptivo de la prescripción se tiene por "no sucedido". Al
tenerse por no sucedido el efecto interruptivo, el cómputo del plazo debe realizarse desde el momento en que ha
comenzado su curso, sin consideración de la causal de interrupción que hubiere ocurrido.
Tales supuestos son:
- El desistimiento del proceso produce que se tenga por no sucedida la interrupción causada por la petición ante la
autoridad judicial. El desistimiento de la acción o del derecho es indiferente con relación a la prescripción, pues
quien desiste de la acción o del derecho no puede volver a intentar la acción o ejercer el derecho del que ha
desistido.
- La caducidad de la instancia abierta por la petición que tuvo el efecto interruptivo produce –igualmente– que se
tenga por no sucedida la interrupción. Así como la petición demostró que el titular del derecho no había
abandonado su derecho y deseaba ejercerlo, la caducidad de la instancia demuestra que no subsiste esa voluntad.
Supuesto especial de la demanda deducida por persona incapaz o con capacidad restringida.-
La norma bajo comentario establece que el efecto interruptivo causado por la petición judicial se produce aunque el
demandante sea persona incapaz o con capacidad restringida. En cambio, para el supuesto que prospere la excepción
fundada en la carencia de capacidad civil para estar en juicio, que no resulte purgada por la subsanación del defecto
mediante la ratificación del representante en el plazo otorgado, las normas procesales establecen que se tendrá "por
desistido" del proceso. Tales disposiciones procesales interpretadas literalmente resultan incompatibles con los
principios que inspiran la norma del Código de fondo, ya que enervarían su vigencia, porque si se lo tuviera "por
desistido", el efecto interruptivo se tendría por "no sucedido" a tenor del tercer párrafo de este artículo 2546. En esos
supuestos, la interpretación conciliadora lleva a dar prevalencia a los principios tuitivos que inspiran el Código.

Art. 2548. Interrupción por solicitud de arbitraje.


El curso de la prescripción se interrumpe por la solicitud de arbitraje. Los efectos de esta causal se rigen por lo
dispuesto para la interrupción de la prescripción por petición judicial, en cuanto sea aplicable.-

Se establece que la solicitud de sometimiento a arbitraje formulada por una de las partes o ambas partes de un conflicto
dirigida al árbitro o a la institución designada para arbitrar produce la interrupción del curso de la prescripción. Tal
causal interruptiva se rige por las disposiciones aplicables a la petición judicial –prevista igualmente como causa de
interrupción– en cuanto sean aplicables.

Solicitud de arbitraje.-
El arbitraje tiene naturaleza mixta, por su origen es contractual y por su finalidad es jurisdiccional, ya que es un acuerdo
de voluntades entre las partes de una controversia -actual o posible- en virtud del cual le encomiendan a un tercero la
misión jurisdiccional de resolverla, desplazando la competencia de los tribunales judiciales.
El Código regula el contrato de arbitraje (art. 1649), respondiendo a la convicción de que como medio alternativo de
resolución de conflictos debe ser incentivado a fin de descargar la labor tribunalicia y lograr una mayor celeridad en la
solución de las controversias.
La petición de cualquiera de las partes de sometimiento de un conflicto actual a árbitros tiene el mismo efecto sobre la
prescripción que la petición de amparo jurisdiccional del derecho: destruye de la misma manera que ella el presupuesto
de la prescripción de la inactividad de las partes, y por lo tanto, deja sin fundamento a la prescripción cuyo curso
amenaza los derechos comprometidos en el conflicto.

Aplicabilidad de las disposiciones relativas a la petición judicial como causal interruptiva.-


Los efectos de esta causal se rigen por la norma relativa a la interrupción por petición judicial, en cuanto sea aplicable.
Se ha enseñado que las causales por las cuales se tiene por no sucedida la interrupción de la prescripción resultan
aplicables al proceso arbitral en la medida en que es una forma especial de juicio.
Esta forma especial de juicio está regida, en principio, por el procedimiento que las partes han establecido; lo que
disponga el tribunal arbitral o el reglamento de la entidad administradora o lo que disponga el derecho de la sede, que
las partes pueden haber convenido.
Por ejemplo, el artículo 748, inciso 3, del CPCCN prevé la posibilidad de extinción del proceso arbitral, muy similar a
la caducidad de instancia, por lo que puede resultar aplicable.
La revocación unilateral del acuerdo es asimilable al desistimiento procesal, y podrá determinar que se tenga por no
sucedida la interrupción causada por la solicitud de arbitraje.
Todas estas cuestiones deben resolverse analizando concretamente el caso y las normas aplicables.

Art. 2549. Alcance subjetivo.


La interrupción de la prescripción no se extiende a favor ni en contra de los interesados, excepto que se trate de
obligaciones solidarias o indivisibles.-
Se establece que los efectos interruptivos de la prescripción que provocan las causales de interrupción sólo se aplican
entre los interesados, salvo que se trate de obligaciones solidarias o indivisibles, en cuyo caso se extiende a los
coacreedores o codeudores.

Alcance personal de la interrupción de la prescripción.-


El Código consagra a través de la norma comentada ese carácter personal del efecto de la interrupción de la
prescripción, por el cual sólo se produce entre los implicados en la actividad desplegada por el titular del derecho. Se
trata del mismo alcance que despliega la suspensión de la prescripción.
La inutilización del curso de la prescripción que ha corrido hasta el acto interruptivo o el tener "por no sucedido el lapso
que la precede" que produce la existencia de una causal de interrupción opera únicamente entre quien ha realizado la
actividad y contra aquel que la ha realizado, sin extenderse a los demás interesados en el derecho del que se trate. Así, si
el acreedor demanda sólo a uno de sus deudores, configurándose una de las causales de interrupción de la prescripción
previstas en el artículo 2546, el cómputo del plazo de prescripción respecto a los demás codeudores continúa su curso, y
si llega a su fin, produce el efecto liberatorio respecto de ellos. El efecto interruptivo, en esa hipótesis, sólo ha operado
sobre el deudor demandado, y no se ha extendido a los demás.
Las obligaciones concurrentes quedan sujetas a la regla general del alcance personal del efecto interruptivo de la
prescripción.

Obligaciones solidarias.-
Las obligaciones solidarias se constituyen como una excepción a la regla del alcance personal de la interrupción de la
prescripción, por lo que en ellas se produce la expansión de los efectos.
En consecuencia, la regla es que el acreedor o acreedores de una obligación solidaria que haya interrumpido el curso de
la prescripción contra alguno de los codeudores, interrumpe con respecto a todos, en virtud de que se despliegan
expansivamente los efectos de la interrupción.
Se establece a las obligaciones solidarias como una excepción al alcance personal de los efectos de las dos alternativas
posibles del curso de la prescripción (la suspensión y la interrupción).
Constituyen una excepción a los efectos expansivos que rigen para las solidarias –que nos devuelve a la regla general de
los alcances personales de la interrupción– las obligaciones que tienen por fuente a títulos valores –no obstante ser
solidarias–, en virtud de la autonomía consagrada en el artículo 1816.

Excepción: obligaciones indivisibles.-


En las obligaciones indivisibles la interrupción de la prescripción que beneficia a uno de los acreedores propaga sus
efectos a los demás, y éstos pueden invocarlas a su favor. Se consagra a las obligaciones indivisibles como una
excepción al alcance personal de los efectos de las dos alternativas posibles del curso de la prescripción (la suspensión y
la interrupción).

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