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“No es lo que sabemos sino lo que hacemos lo que cuenta. Vivir es hacer”.
Raras veces obramos por el mero hecho de obrar, y nunca con la esperanza de
fracasar. Podemos hacer lo que parece “contrario a nuestro mejor juicio” meramente
para probar “que no debe hacerse de esa manera.”
Esto es particularmente cierto en la vida de grupo. Los grupos nunca se forman sin
un propósito y nunca se originan esperando fracasar. Pero, en realidad, muchos
fracasan. Estos grupos fracasan porque su organización no se ajustaba a sus
propósitos. Fracasan porque no tienen habilidad suficiente para resolver sus
problemas. Fracasan porque no han aprendido a regular su vida de grupo. Y
fracasan también, porque no estaban compuestos por la combinación adecuada de
personas. Los grupos fracasan no porque quieran hacerlo, sino porque no saben
cómo tener éxito.
Por regla general el autócrata trabaja sobre grupos; el dirigente del tipo “laissez
faire” trabaja para grupos y el dirigente democrático piensa de sí mismo que está
trabajando con o dentro de grupos. El líder democrático se preocupa de la
“atmósfera” y de las personas antes de pensar en la estructura de la organización.
“ATMÓSFERA ERRÓNEA”
Somos lo que somos, no solamente por factores de herencia, sino también por la
influencia que otras personas ejercen sobre nosotros.
Parece claro que la atmósfera que los miembros del grupo encuentren o logren crear
determinará, en gran medida, el éxito del grupo.
1. “Laissez faire” –en la cual el maestro se muestra pasivo y cada alumno tiene
libertad de hacer lo que le plazca.
2. Autocrática –en la que el maestro determina todas las políticas y los detalles.
Las direcciones se daban poco a poco, las recompensas y los castigos se
otorgaban arbitrariamente, sin razón y explicación alguna, y las actividades
futuras nunca se daban a conocer de antemano.
3. Democrática –en la que todas las políticas y los pormenores se discutían
ampliamente. Se estimulaban las críticas y el grupo tomaba las decisiones. El
maestro sugería procedimientos alternativos y sugería también las
consecuencias que debían esperarse de cada uno de ellos. Cuando se
otorgaban recompensas, éstas se daban de acuerdo con un criterio objetivo.
PERSONAS ERRÓNEAS
La segunda razón por la cual fracasan los grupos reside en la combinación de
personas que intentan formar el grupo.
La experiencia nos ha enseñado que los grupos de éxito no pueden formarse con
cualquier combinación de personas. Debemos seleccionar cuidadosamente a cada
miembro que ingrese al grupo. Y para hacer un buen trabajo de selección
deberemos comprender por qué las personas son lo que son, por qué hacen lo que
hacen, por qué ciertas personas quieren mantener unidas y porque unas pueden
cooperar y otras no.
Debemos señalar al grupo tareas que no sean demasiado fáciles hasta el grado de
no producir estímulo, ni demasiado fáciles hasta el grado de deprimir a los miembros
del grupo. Para que el hombre aprenda debe actuar; todos los programas
educativos son programas de acción.
Pero los grupos formados por personas que piensan igual tienen poca oportunidad
de tener éxito. El progreso se construye sobre diferencias. Desde luego,
necesitamos cierta similitud en nuestros intereses y actitudes, pero también
necesitamos diferencias bien definidas en nuestros conocimientos y habilidades. A
menos que cultivemos estas diferencias y nuestra actitud de preguntar, examinar,
criticar y desilusionar a la lealtad identificada con la obediencia, no tendremos una
verdadera democracia.
ORGANIZACIÓN ERRÓNEA