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(1985 – 1990)
La nueva Constitución Política establecía que
el Presidente de la República debería ser
elegido con el 50% más uno de los votos; y
de no ser así, se debería realizar una
segunda vuelta entre los dos candidatos más
votados. En las elecciones, Alan García y
Alfonso Barrantes debieron ir a la segunda
vuelta; pero el segundo candidato declinó;
entonces, los grupos de poder y las Fuerzas
Armadas reconocieron como presidente a
Alan García, debido a que sus interés
peligraban por el avance de la subversión y
la crisis económica, sin haber logrado u claro
triunfo, iniciándose una convivencia política con la Izquierda Unida.
Alan García se convirtió, a los 36 años de edad, en el presidente más joven elegido
democráticamente en la historia peruana. Su gran capacidad de oratoria le permitió
alcanzar un masivo apoyo popular, pues logró convencer al pueblo de que podía acabar
con la subversión y superar la crisis económica.
1. POLÍTICA ECONÓMICA
El modelo económico que implementó el APRA fue
llamado “heterodoxo”. Desde el inicio planteó
demagógicamente, limitar el pago de la deuda externa
reduciéndolo a un equivalente del 10% del valor de las
exportaciones; pero esto no se cumplió porque se pagó
más del 30%. En esa coyuntura, el gobierno declaró
inamovible los ahorros en moneda extranjera, lo cual
terminó perjudicando a muchos trabajadores, jubilados
y pequeños ahorristas.
El control de precios, los precios no se regían por el mercado, sino según lo que
establecía el gobierno.
Los subsidios, para los productos de primera necesidad. El gobierno pagaba una
parte del costo para abaratarlos.
Una nueva moneda: el Inti, esta nueva
denominación reemplazó al
devaluado sol. En 1985, un inti
equivalía a mil soles, y un dólar
equivalía a 13 intis. A fines del
gobierno de García, un dólar costaba
175 000 intis.
Varios tipos de cambio, el Estado
estableció el dólar MUC (Mercado
Único de Cambios), que era más barato que el dólar en el mercado bancario o
callejero.
Todos estos hechos confluían en un mismo plan: reprimir a la población y conservar el poder. Por
tal razón las Fuerzas Armadas intervinieron universidades, caseríos, comunidades campesinas con
el fin de causar destrozos, apresar a personas inocentes que días después aparecían muertas todo
esto, muchas veces, para sindicar a los grupos
subversivos. Se ordenó la ejecución extrajudicial de
presos, acusados de subversivos en centros
penitenciarios como, el Frontón, Lurigancho y Santa
Bárbara, por el hecho de amotinarse. También en
pueblos como Accomarca, Pucayacu, Cayara, etc., se
cometieron actos de genocidio contra campesinos,
cuya magnitud aún en la actualidad no se conoce.
Este periodo, por las acciones anteriormente descritas
es conocido como el de la “Guerra Sucia”
3. CORRUPCIÓN GENERALIZADA
El nepotismo, clientelaje, el populismo, entre otros, de la política aprista se pusieron en práctica
durante el gobierno de Alan García. Las empresas estatales se convirtieron en botín de muchos,
pues se enriquecieron con dinero de todos los peruanos, aumentó la burocracia con la creación
por ejemplo, de los ministerios de la Presidencia y de Defensa, nombramiento masivo de auxiliares
en educación de todos los allegados apristas para satisfacer el apetito económico de todos los
sectores que buscaban servirse del Estado. El gobierno promovió la construcción de un tren
eléctrico para promocionar la candidatura la alcaldía de Lima de Jorge Del Castillo, miembro de su
partido. La compañía italiana, encargada de construir la línea férrea fue acusada de lavado de
dólares; fondo del BCR se depositaron en el BCCI (Banco de Comercio y Crédito Internacional), el
cual quebró. Fueron descubiertos depósitos portuarios, con toneladas de alimentos extranjeros
malogrados, bajo la administración de Empresa Nacional de Comercialización de Insumos (ENCI).
Eran alimentos comercializados por el gobierno donados por organismos mundiales, o comprados
por la burocracia corrupta.
Los últimos meses del gobierno aprista estuvieron marcados por la inflación, que llegó a 7000%, el
desabastecimiento de alimentos, los casos de corrupción y el parlamento controlado por el
ejecutivo. A esto se sumó la escandalosa fuga del penal de los dirigentes del grupo MRTA por un
túnel.
En tanto, los integrantes de Sendero Luminoso controlaban extensas áreas de territorio peruano.
Ante la inoperancia del Estado, la lucha subversiva y contrasubversiva generó mayor
profundización de la guerra interna tanto en la zona rural y urbana, con un alto costo social, de
campesinos, policías, sindicalistas, soldados y estudiantes. Todo esto era una resultante de la
aguda polarización social que se vivía en el Perú.
La campaña para la segunda vuelta fue previsible, plagada de mutuas acusaciones con el objetivo
de desprestigiar al rival. Finalmente, como se había supuesto, el APRA y los sectores de izquierda
apoyaron al candidato Fujimori quien obtuvo una contundente victoria. De esta manera, un casi
desconocido asumía la presidencia de la República. Con esto quedaba claro que el electorado se
había cansado totalmente de los partidos políticos de siempre y había apostado por alguien
totalmente ajeno a las viejas maquinarias partidarias y a los vicios inherentes de los políticos
profesionales. Sin embargo, al cabo de pocos años, Fujimori y el régimen caerían en los mismos
vicios por los cuales el pueblo había rechazado a los que habían detentado el poder en el último
medio siglo en el Perú.