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Naturopatia en Veterinaria PDF
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VETERINARIA Y
ZOOTECNIA
Parte 2
Por:
M. en C. Abigail Aguilar Contreras y
M. en C. Miguel Angel Martínez Alfaro
1991
JORNADA
SOBRE HERBOLARIA
MEDICINAL
EN VETERINARIA
Coordinado por:
Editado por:
FMVZ-UNAM.
III JORNADA SOBRE HERBOLARIA MEDICINAL
EN VETERINARIA
PARTE 2
Por
1991
OBJETIVO GENERAL
- Concepto de Etnobotánica.
- Aspectos Históricos de la Etnobotánica
Material necesario:
º Lunch
º Bolsa de Mercado
º Libreta de campo
º Lápiz
Material necesario:
º Tijeras
º Lápiz
º Goma
º Plantas medicinales
CONTENIDO
El concepto de Etnobotánica.
Efraím Hernández Xolocotzii.
EL CONCEPTO DE ETNOBOTÁNICA*
Efraím Hernández-Xolocotzi**
Colegio de Postgraduados,
ENA. Chapingo, Méx.
INTRODUCCIÓN
Estos factores fiscos del medio tienen relación y son afectados por los factores
bióticos constituidos por flora y fauna. La importancia de la flora reside en su capacidad de
utilizar la energía solar para producir materiales orgánicos, de intervenir en los procesos de
formación del suelo, y de participar en el ciclo hidro1ógico de las superficies terrestres. La
fauna participa en las múltiples cadenas trópicas de consumo, juega un papel variable en la
reproducción y distribución de propágalos vegetativos, y junto con las plantas constituyen
los degradadores microorgánicos importantes en los ciclos de energía, de materiales y de
minerales en los ecosistemas.
d) largo período de aprendizaje; dado por las modificaciones óseas resultantes del
hábito bípedo lo cual obliga el desprendimiento de la cría antes de su pleno
desarrollo morfológico y funcional, esto redunda en un período de varios años de
relación íntima madre-cría, período duran te el cual ocurren los procesos básicos
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V. INTERROGANTES ETNOBOTANICAS
¿Cuáles son las relaciones etnobotánicas a nivel de uso tradicional de los recursos
con la ciencia de la genética; con los estudios de mejoramiento agronómico; con los
trabajos de mejoramiento genético de las especies domesticadas?
Cuarto. México. en la actualidad. es una de las regiones más favorables para los
estudios etnobotánicos por los procesos pre-históricos e históricos registrados y por la
persistencia de conocimientos empíricos sobre la relación hombre-planta en diferentes
periodos de la dimensión tiempo.
otras ciencias. El desarrollo logrado por esta disciplina nos muestra que aún no tiene un
método y teoría propios, es decir, es una mezcla de ciencias naturales y sociales: botánica,
sistemática, ecología vegetal, fitogeografía, agronomía, genética, etnología, etnografía,
antropología social, etnohistoria, historia, arqueología y lingüística.
El desarrollo que tienen las ciencias en sus aspectos teóricos o metodológicos tienen
que ver con el objeto de estudio y con la utilidad que puede derivarse de crear nuevas áreas
de estudio, utilidad académica y/o económico-política (uso de la ciencia para la liberación o
manipulación.
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Cuando las ciencias tienden a analizar problemas teóricos por un lado, y por otro
buscan soluciones a problemas concretos, se sugiere una conjugación para operar ambos
niveles.
En el caso que nos ocupa, fueron los botánicos quienes se interesaron en estudiar el
papel de las plantas dentro de los procesos de evolución cultural y biológica, por otro lado,
en sus orígenes la etnobotánica tenía un principio utilitario, tal es el caso de los cursos de
Agustín Pyrame D’Candolle sobre botánica Humana y Botánica Aplicada en 1819.
Los tres autores citados al igual que los investigadores posteriores en el estudio de
la relación entre el hombre y las plantas, les interesan dos aspectos importantes: a) En
estudios de evolución cultural interesa saber los diferentes usos que da el hombre a las
plantas según su desarrollo cultural, b) desde el punto de vista biológico se pretende
conocer los procesos de evolución bajo selección natural y domesticación de las plantas
cultivadas.
conocimiento empírico de varios grupos humanos a favor del hombre blanco, éste se
beneficia con el uso empírico de las plantas que le dan otros grupos étnicos, usos que
pueden complementar a los que les da el hombre occidental de países altamente
industrializados, esta postura llevó a Schultes y Oakes, profesores de botánica económica;
ambos autores y luego Anderson consideran a la etnobotánica como una botánica no
económica.
Es así como la etnobotánica norteamericana, principalmente, enfoca su estudio a
aspectos utilitarios.
Con relación a la Unión Soviética, aquí destaca la labor de Nicolai I. Vavilov, quien
consideró a la etnobotánica como una disciplina de las ciencias botánicas que apoya en
forma definitiva a la agronomía y en especial a los estudios sobre el origen de las plantas
cultivadas.
minorías étnicas que la hagan los nativos de esa etnia. En estos puntos insiste mucho Barau
al hacer una guía de estudios etnobotánicos para el suroeste asiático y parte de Oceanía
(Melanesia).
La poca literatura que hay sobre estos estudios en otras partes del mundo no me
permite presentar orientaciones y líneas de investigación con algún detalle, sin embargo, en
el caso de la India, Indonesia, Filipinas, Japón, la etnobotánica se ha centrado en estudios
sobre el origen de la agricultura; en la India o China, en el origen de plantas cultivadas y
sobre floras médicas.
4) Tomar información muy precisa sobre cómo funciona el cuerpo humano a dos
niveles: A) en su totalidad y B) cómo influye una parte sobre la otra.
Quién, cuándo y cómo se sabe o se dice que una persona está enferma.
Recordar que a veces la comunidad es la que dice de alguien está enfermo.
Estudiar las diferencias entre la sociedad donde hay una comunidad responsable que
coopera a cualquier intento de salud individual y de grupo, contrastando con las
comunidades donde la envidia, la brujería u otras causas hacen que no existan deseos de
mantenerse sanos.
11. Course de Ethno-botanique Generales. (1969-1970) 2 Vols. Faculté des Lettres, Institut
D’Ethnologie et Museum National D’Histoire Naturelle: Laboratoire D’Ethno-
botanique et d’Ethnozoologie, Paris (roneotypé).
12. Schultes, .E. La etnobotánica, su alcance y su objeto. Caldasis 1(3): 7:12. 1941.
13. Vavilov, N.I. The origin, variation, inmunity, and breeding of cultivated plants.
Chronica Botanica Co. Waltham, Mass. 1952.
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Estos conceptos pueden agruparse por lo que piensa cada grupo étnico del país. Por
ejemplo ¿Cuál es el concepto de salud y enfermedad de los otomíes en general? o se puede
agrupar como ¿Cuál es el concepto de salud y enfermedad de los otomíes de Hidalgo? o del
Edo. de México?; ¿Existen coincidencias o hay diferencias?
De otra manera, el arreglo sería las concepciones de grupos étnicos que tengan la
misma familia lingüística
A su vez, esta clasificación de órganos se puede reagrupar por las funciones que
desempeñan cada uno desde el punto de vista del médico tradicional o del grupo étnico. Un
ejemplo muy comentado es el de la Concepción del corazón de los grupos étnicos de los
Altos de Chiapas, localizándolo en el lugar donde ,nosotros observamos el estómago.
Por último, hablamos en términos de etnoanatomía o etnofisiología, podemos
registrar por orden alfabético o por lenguas las diversas denominaciones que recibe un
órgano o una función fisiológica; de igual forma se puede escribir un repertorio de todos
aquellos órganos y funciones del cuerpo humano o. de1 cuerpo de los animales concebidos
por la Medicina Tradicional Mexicana, los cuales son desconocidos por la Medicina
Académica.
Las enfermedades pueden ser naturales u orgánicas o aquellas que han denominado
enfermedades culturales o síndromes dc filiación cultura o enfermedades sobrenaturales.
La información correspondiente a cada una de las en enfermedades se puede
ordenar por origen del padecimiento, causas que producen la enfermedad, signos y
síntomas de dichos padecimientos y preceptos y remedios para cl tratamiento de las
enfermedades; todo esto vendría a ser la etiología, dignosis y terapéutica vista y practicada
por el médico tradicional popular.
Las enfermedades tanto naturales como culturales se - pueden arreglar por orden
alfabético de denominaciones populares o por su calidad fría o caliente. En el caso de las
enfermedades naturales u orgánicas se ordenan generalmente por aparatos y sistemas del
cuerpo humano, previa interpretación del terapeuta tradicional.
Por otro lado, el arte tradicional de curar atiende los problemas que se presentan por
picaduras o mordeduras de animales ponzoñosos, traumatismos y alteraciones del cuerpo
provocadas por la acción fototóxica de plantas.
Los problemas psicológicos o .psiquiátricos y los de alcoholismo merecen un rubro
aparte cuya información todavía no se tiene muy aclarada, por lo tanto se necesita indagar
más sobre esto para poder dar parámetros de clasificación u ordenamiento.
enfermedades como “el mal de ojo” o un “mal puesto”; en estas situaciones se recurre al
médico tradicional para curar a las plantas de esos padecimientos.
La adquisición del recurso herbolario por compra, también se puede ordenar por
parte de la planta que se vende y usa (raíces, tallos, hojas, flores, frutos, semillas y
cortezas), así como por .todo lo que se específica en el punto seis de este trabajo.
Un subapartado en este punto es el tiempo de recolectores que pueden ser los
propios médicos tradicionales, las amas de casa, los herbolarios, los comerciantes y los
revendedores; todos ellos merecen estudios de “casos de vida”.
Antropología e Historia, así como los reportes técnicos sobre el tema de diversas
instituciones de salud entre ellas el Instituto Nacional de la Nutrición, Secretaría de Salud,
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado e Instituto
Mexicano del Seguro Social y otros Centros de Investigación y Universidades del país, que
estudian algún elemento de los que conforman la Medicina Tradicional Popular Mexicana.
En tercer lugar se encuentra la información depositada en encuestas sobre plantas
medicinales, terapeutas tradicionales, enfermedades culturales o nosologías tradicionales,
animales medicinales, entre otros. Estas encuestas son tanto a nivel regional como nacional.
En cuarto lugar tenemos como fuente de información sobre Medicina Tradicional, la
investigación de herbarios especializados en flora medicinal, flora general o en los
herbarios itinerantes o miniherbarios de los cursos de divulgación científica del Instituto
Nacional del Seguro Social y de la Dirección General de Extensión Académica de la
UNAM o. de las Asociaciones Civiles del Movimiento de Salud Popular.
Finalmente quiero resaltar que los organizadores de estos Coloquios, ya
tradicionales de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales de Zaragoza, han ordenado
muy bien el objeto de estudio, recordemos que el. primer Coloquio se llamó “Medicina
Tradicional” ¿Un Saber en Extinción? observando que esta medicina era vigente, por lo
tanto el II Coloquio fue “Medicina Tradicional, Un Saber en Recuperación”, comprobando
la existencia de bastantes trabajos de investigación encaminados por esta línea, por
consiguiente el III Coloquio fue la “Medicina Tradicional Mexicana, Un Saber en
Discusión” y .este IV Coloquio por 1ógica se le categoriza u ordena como la “Medicina
Tradicional Mexicana, Un Saber en Integración lo cual se está notando que es un hecho,
prueba de ello es el I Congreso Nacional de Médicos Indígenas llevando a cabo en
diciembre pasado en Oaxtepec, Morelos por el Instituto Nacional Indigenista y la Dirección
General de Culturas Populares, donde los médicos tradicionales son los protagonistas y su
sabiduría la compartieron e intercambiaron vinculándose entre ellos mismos y a este mundo
académico de Congresos, donde las experiencias son las que abren los caminos para la.
integración.
Literatura consultada
14. Aguilar C., A. y J.R. Camacho. 1984. El uso popular de las plantas medicinales
mexicanas y su distribución por aparatos y sistemas. Memorias de las Jornadas
Científicas de las Unidades de Investigación del Valle de México. Publicaciones del
Instituto Mexicano del Seguro Social.
15. Aguilar C., A. y J.R, Camacho. 1984. Los recursos terapéuticos de la Medicina
Tradicional. La Herbolaria como recurso básico. (Estadísticas Nacionales). En:
Medicina Tradicional y Herbolaria. Materiales para su estudio. Publicaciones del
Instituto Mexicano del Seguro Social.
16. Varios autores. 1987. Memorias del I Coloquio “Medicina Tradicional” ¿Un saber en
extinción?. Publicaciones de la Escuela Nacional de Estudios profesionales Zaragoza,
UNAM.
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17. Varios autores. 1988. Memorias del II Coloquio “Medicina Tradicional, Un saber en
Recuperación”. Publicaciones de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales
Zaragoza, UNAM.
18. Varios autores. 1989. Memorias del III Coloquio “Medicina Tradicional, Un saber en
Discusión”. Publicaciones de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Zaragoza, -
UNAM.
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influye el medio sociocultural para que un cierto miembro de la comunidad sea más
susceptible a enfermearse de susto.
Estudios que explican el susto desde una perspectiva biológica, es decir, aquellos
que investigan las causas orgánicas del padecimiento dándole una mayor importancia a este
aspecto. Así, tenemos que en los últimos años se relaciona el padecimiento del susto con las
parasitosis y los estados de tensión y los cuadros diarreicos. Por otra parte, tenemos otros
trabajos que exclusivamente mencionan estados de tensión como causantes de
hipoglucemia, que se ha llegado a relacionar con el susto.
Sorprendente es ver que son reportadas 124 plantas medicinales diferentes para el
tratamiento del susto; estas plantas por lo general presentan las siguientes características.
Los tallos. hojas o flores son frecuentemente aromáticos; el olor puede ser agradable
o desagradable. Esta característica se debe a la presencia en las plantas de los aceites
esenciales o terpenos cuya acción es tranquilizante y relajante.
Las flores son de colores claros y/o vistosos; éstos representan simbologías propias
de la cultura de la población en donde se dé la enfermedad.
Los tallos en algunas ocasiones son espinosos, existiendo la creencia de que las
espinas alejan al agente que provoca el susto.
De las 124 plantas antes señaladas se determinó que 12 de ellas son las que con
mayor frecuencia se mencionan en la práctica médica tradicional para la curación del susto
(ver Cuadro I) en diversas regiones del país, cultural y ecológicamente diferentes.
De lo anterior se desprende que las plantas del Cuadro I, están presentes de manera
constante en las prácticas terapéuticas para curar el susto, ya sea que alguna de ellas forme
parte de los ramos utilizados en las limpias, ,en las mezclas usadas en la preparación de las
infusiones o en la elaboración de las “pelotillas”. Asimismo las referidas doce plantas
sirven para el tratamiento de otro tipo de padecimientos, destacándose su acción en el
aparato digestivo y el sistema nervioso, lo cual podría apoyar los estudios que explican el
susto desde una perspectiva biológica.
CUADRO I
La aceptación de este hecho por parte del médico de la UMR le ayudará a entender
mejor la cultura médica de las comunidades a observar los casos de susto con el más
absoluto respeto a la manera de pensar del paciente y a saber reconocer sus manifestaciones
generales.
BIBLIOGRAFíA
19. O’Nell. C. Y H. Selby. “Sex differences in the Incidence of susto in two zapotec
pueblos:
20. An analysis of the relations ships sex role expectations and a folk illness”. Ethnology
1968; 7:95-105.
21. Rubel. A. “El susto en Hispanoamérica”.
22. América Indígena, 1967; Vol. XXVII No. 1:69.89.
23. Ysunza. A. “Estudio bioantropológico del tratamiento del susto”. En C. Viesca (ed.)
Estudios sobre etnobotánica y antropología médica. IMEPLAM. 1976; Vol. 1:59.73.
24. 1 Herbario IMSS Museografía Médica Subjefatura de Investigación del IMSS. Unidad
de Congresos del Centro Médico Nacional.
25. 2 Oficina de Normas y Saneamiento del Medio. Programa Nacional de Solidaridad
Social IMSS-COPLAMAR.
26. 3 Herbario. Colección de Plantas secas ordenadas alfabética o fitogenéticamente.
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OBJETIVOS GENERALES
Entre otros, el Consejo Municipal de Salud tiene asignados los siguientes objetivos:
CONFERENCIA
La cuarta ruta sería a través de las encuestas, éstas las utilizan todas las Secretarías
de Estado, las instituciones de salud y también los medios académicos. Estas encuestas
sobre plantas medicinales se han dado a través de la historia de nuestro país; para empezar
vemos nada menos que a Fray Bernardino de Sahagún y sus informantes, que tienen una
cierta encuesta para obtener los datos sobre las enfermedad y la flora medicinal de los
antiguos mexicanos; después tenemos las encuestas realizada.. por los hombres que
llegaron aquí con esa misión y que vieron las relaciones de varias partes de la Nueva
España, las relaciones geográficas y que nos hablan del recurso herbolario con que se
contaba. últimamente el I.M.S.S. ha realizado también una encuesta de esta naturaleza
sobre flora medicinal de México.
Estas son las 5 rutas que considero importantes para acercarnos hacia la flora
medicinal de México y conocerla. Para ilustrar más esto, quiero auxiliarme de material
fotográfico para platicarles algo de estas rutas, aplicadas a las actividades de la Institución
en la que he trabajado, el I.M.S.S.
Aquí tenemos un ejemplo del trabajo de campo que se realiza en las comunidades.
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Para trabajar comunidades hay que tomar en cuenta que éstas pueden. tener
diferentes características. Podemos elegir aquellos grupos étnicos definidos, que tienen una
cultura médica definida y un pensamiento médico propio de la cosmovisión de la gente de
esa comunidad; o podemos escoger aquella comunidad mestiza, alejada de los medios de
comunicación, de carreteras o ¿Por qué no decirlo?, de toda esta publicidad contaminante
que nos meten cada día por la televisión y por la radio.
El segundo camino vemos que es la ruta bibliográfica que también nos acerca a la
flora medicinal. La ilustración anterior nos mostró el libro clásico de Plantas Medicinales
de Maximino Martínez, en donde él recaba información bibliográfica hasta 1933, sobre
plantas medicinales mencionadas en la primera parte de su libro, es una buena recopilación
bibliográfica. Aquí tenemos los catálogos del IMEPLAN. que hicieron también en base
bibliográfica sobre las plantas medicinales de México y sus usos; se tomó en cuenta
información del siglo XVI hasta 1976 no muy abundante en fuentes de consulta, pero sí se
consideraron las obras básicas.
La tercera ruta es la de los mercados, estos mercados tan hermosos que encontramos
en nuestro México y que ya tienen integrados además de herbolaria, animales medicinales y
otros objetos que se utilizan para determinadas enfermedades. Como ustedes observan, en
este puesto de plantas medicinales de Morelia existe también un gran sincretismo entre lo
que es la medicina popular y los aspectos religiosos.
Vemos aquí otra manera de tener las plantas medicinales en los mercados, en
manojitos atados que se conservan secos y pueden en cualquier momento ser colectados; en
fin, todo esto dentro del camino para conocer la flora medicinal por medio de los mercados.
Hay de mercados a mercados y de vendedores a vendedores, aquí encontramos en Ciudad
Obregón, Sonora, a un vendedor de una sola planta medicinal que combinaba la venta con
algo más atractivo para el público, llevaba con él una víbora de cascabel para atraer más
gente que le comprara sus plantas. Esto hace pensar a mucha gente del medio académico,
que la medicina popular y las plantas medicinales es charlatanería, es algo no válido porque
los académicos no se han adentrado y de hecho son muy pocos los que se adentran, en éste
tema, por esa razón no comprenden que existe otro tipo de gente que puede en un momento
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dado, apoyarse en otros elementos para vender sus plantas, pero que tal vez efectivamente
esa persona tiene un conocimiento ancestral sobre el uso de sus plantas medicinales.
El cuarto camino son las encuestas, que encontramos desde el siglo XVI con los
informantes de Sahagún en su Historia general de las cosas de la Nueva España y de las
relaciones geográficas de la Nueva España, en donde existen cuestionarios especiales sobre
la flora medicinal de la Nueva España.
las parteras que se realizó en Zinacantán; está la Médico de la Clínica Rural de San Juan
Chamula con algunas parteras que quisieron participar y como se observa, hay
representantes de varios grupos étnicos, lo que requirió el empleo de intérpretes. En las
reuniones presentaban sus plantas e intercambiaban información entre ellos, por ejemplo,
como curan con determinadas plantas e identificar si es la misma o no, o como curan con la
misma planta otras enfermedades. De aquí se hicieron algunos documentos por parte del
I.M.S.S., folletos ilustrados respecto a la colecta de plantas medicinales, como colectarlas,
como hacer semilleros, como hacer pequeños huertos de las plantas medicinales que ellos
consideraban importantes, etc., y se establecieron algunos huertos en sus comunidades.
Esta información nos permitió encontrar los siguientes datos estadísticos referentes
a los Recursos Humanos de atención a la Salud en Puebla, los institucionales comparados
con los tradicionales (curanderos, hueseros, hierberos, parteras, etc.). Tenemos 210 médicos
pasantes encargados de la Clínica, que son la gente que atiende directamente la salud de la
comunidad, además de 210 restantes auxiliares de área médica, que son las personas con
capacitación en primeros auxilios y otras 11 que son los Médicos Asesores de los médicos
de las Clínicas Rurales. Son 210 médicos institucionales contra 1136 médicos tradicionales
y eso que solamente es una encuesta en donde hay Clínica Rural, así que imagínense si hay
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más comunidades en donde no hay Clínicas Rurales, se darán cuenta quien atiende la salud
de es te país.
La tercera encuesta fue sobre las plantas medicinales, el recurso herbolario dentro
de las comunidades. Se pidió la lista de las 10 principales plantas medicinales de cada
comunidad y que son utilizadas por la gente. La encuesta registraba el nombre popular de la
planta, el uso medicinal, la parte utilizada, la preparación, la vía de administración, si es
silvestres, cultivada u obtenida en el mercado. Esta encuesta se mandó a las 3500 Unidades
Médicas Rurales del país y la gran mayoría contestó. Encontramos como plantas super
estrellas, todas aquellas plantas introducidas por los españoles, curiosamente las plantas
cultivadas como la yerbabuena, la ruda, la santamaría y algunas mexicanas como el epazote
y los toronjiles, que son de México y se mencionan desde los herbarios medicinales de
Martín de la Cruz Badiano como plantas medicinales. Se recabaron 6165 nombres
populares o denominaciones de plantas, quitando sinonimias, tenemos 1918
denominaciones populares no repetidas. Esta encuesta hubiera estado formidable si se
obtuviera el aval de colecta, es decir la planta medicinal, pero quedó truncado el siguiente
paso que era la colecta de las plantas, debido a otros motivos principalmente cambios
políticos, cambios en las direcciones y no se pudo continuar con la colecta. Es una: buena
aproximación, pero desgraciadamente sólo son nombres populares de plantas. No sabemos
si muchas de esas sean la misma planta con diferente nombre popular, o sean diferentes
plantas con el mismo nombre popular. Este fue el cuarto camino para acercarnos a la flora
medicinal de México.
El quinto camino es la revisión de Herbario, es decir, todo lo que nos puede dar de
información la colección de plantas secas, que representa la información de primera mano,
de trabajos de tipo etnobotánico, de trabajos de campo de primera mano. En las etiquetas de
herbario se refleja esto. El investigador va y trabaja con la gente, con los terapeutas delas
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comunidades, colecta las plantas, identifica la planta para después montarla e integrarla a
las gavetas que conforman la colección y convertirse así en materiales de herbario con
etiquetas que resumen la información. el nombre popular, el nombre científico, la familia,
el uso medicinal, la localidad donde crece, fecha de colecta, en fin una serie de datos
valiosísimos.
Así, a través del herbario y a través de esa información se pueden sugerir o delimitar
investigaciones a nivel experimental, como es el caso del guarumbo que ha trabajado la
Unidad de Medicina Tradicional y Desarrollo de Medicamentos; esta planta se utilizó para
la diabetes. Todos estos trabajos pueden registrarse en documentos o artículos muy
especializados y que pueden .ser utilizados por otros investigadores y por otras sociedades
académicas de diferentes partes del mundo.
También a partir de un herbario podemos, en ésta quinta ruta. saber cuál es la flora
medicinal de México. La revisión que hicimos fue sobre el herbario de Plantas Medicinales
del I.M.S.S., encontrando muchas plantas que se utilizan en toda la República Mexicana
para la misma enfermedad. Cuando se hizo con el Biol. Juan Raúl Camacho éste trabajo,
encontramos que podíamos establecer un cuadro básico de plantas medicinales y
coincidentemente al tiempo de su realización, se vino la crisis de medicamentos en el
I.M.S.S. y se le pidió al herbario que decidiera sobre qué plantas podrían ser utilizadas en
problemas de aparato digestivo y en problemas de aparato respiratorio.
Este, .cuadro también se organizó tomando como eje los aparatos y sistemas del
cuerpo humano. Las plantas para aparato urinario y para aparato reproductor femenino; en
urinario encontramos las colas de caballo, la gobernadora, el maíz (pelo de elote) y la
doradilla; en el reproductor, el zoapatle, la ruda, la hierba dulce, en fin, plantas que son
utilizadas por mucha gente en toda la República Mexicana. Para el digestivo, que era la
prioridad, encontramos en primer lugar a la guayaba, Psidium guajava-y después al
epazote, la manzanilla, el estafiate, el aguacate, el tianquizpepetla, la yerbabuena y el
chaparro amargoso.
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Esta es la exposición “El que con hierbas anda...” de: X Congreso de Botánica y
precisamente con eso quiero terminar esta exposición, porque ustedes que están aquí en este
auditorio, interesados en todo lo que es la medicina popular y sus recursos, creo importante
que reflexionemos un poco porque el meterse al tema no es nada fácil, sino que implica
otras cosas, sociales sobre todo y que son importantes para el mejoramiento de la salud en
nuestro país. También pensemos que si no lo hacemos nosotros, ya lo está haciendo gente
de otros países, aquí vemos, un articulo alemán sobre nuestra árnica, en donde se ve que
están trabajando Heterotheca inuloides porque le han visto mejores posibilidades,
fitoquímicas y médicas que al árnica europea que es árnica montana, entonces reflexionado
un poco, pues sino lo hacemos nosotros, es peligroso porque nos pueden devolver, cómo en
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el caso concreto de esta árnica, nos la pueden devolver después envuelta en celofán y con
un gran trabajo experimental atrás y decirnos cómprala porque es la maravilla y la panacea.
O como la Euphorbia hirta, otra planta a la que hasta una monografía le hicieron.
Finalmente es cosa de pensar y reflexionar y de ver que si se le entra se le debe
entrar, pero en serio y trabajar mucho.
Esto creemos los que queremos que la medicina popular y la medicina que se
estudia en Universidades y Tecnológicos se den la mano, porque todas están trabajando por
resolver los problemas de salud. Con esta imagen termino esto que preparé para ustedes en
este día, en donde la medicina tradicional, dice el título de este artículo, salvó la vida. de un
científico.
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INTRODUCCIÓN
Por otra parte, esta información también ha sido y es utilizada por los estudiosos en
plantas medicinales pues se recaba información sobre la utilización de plantas medicinales
en determinado país o región, estos datos sirven para la elaboración de manuales
especializados en taxonomía, distribución e historia de estas plantas. Un ejemplo de estos
manuales son los elaborados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos
(USDA).
primitivas” (visión etnocentrista) Con relación al primer punto existen los. estudios de
Shanin (1972) y Blom (1969), sobre supervivencia y reafirmación de elementos culturales
entre ciertos grupos étnicos de Europa (rusos y noruegos).
Cuando se asume una posición etnocentrista existe la idea entre algunos botánicos
de que la popularidad de las plantas medicinales viene decreciendo aún en los pueblos
primitivos, Schultes, por ejemplo, dice: “Uno de los primeros aspectos de las culturas
primitivas que desaparecen bajo el impacto de la civilización es el conocimiento y uso de
plantas medicinales; nuestro principal problema es rescatar esos conocimientos antes de
que lleguen a enterrarse con la cultura que les dio origen...” (Schultes, 1963).
mantener vigentes ciertos patrones culturales indígenas o folk, sea por esnobismo, sea por
convicción, es común encontrar en habitantes de zonas urbanas el curarse con plantas.
M ETODOLOGÍA
Botánico
1. Recabar información sobre floras locales y regionales, pues algunas traen datos
sobre usos de las plantas.
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AGRONÓMICO
Histórico
Antropológico
6) Ideas que tienen sobre el papel que juega el “sexo” de una planta en la curación
de ciertas enfermedades.
7) Ideas que tienen sobre el concepto de salud.
8) Influencia de la medicina indígena en la medicina occidental, sobre todo en lo
concerniente a métodos terapéuticos, en donde las plantas jueguen un papel
importante.
9) La información de los puntos 1 al 9 deberán recabarse por grupos étnicos o en las
principales zonas rurales, luego se comparará con el impacto que tiene la
medicina tradicional en las zonas urbanas; ver si hay medicinas tradicionales
típicas de las urbes. 10) Visitar a vendedores de plantas medicinales en los
mercados o en locales donde se vendan plantas medicinales, para comparar la
información sobre plantas utilizadas en zonas rurales o indígenas. Colectar
materiales para herbario.
11) Visitar y hacer entrevistas aunadas a observación participante de centros
espiritualistas, prácticas de curanderismo y brujerías, enfatizando las formas en
que se utilizan las plantas, ver plantas que curan o que acarrean enfermedades.
Químico
NOTA BIBLIOGRAFICA
1. Para la literatura sobre prácticas religiosas y mágicas, ver: América Indígena, Current
Anthropology, Americano Anthropologist, Ethnology y monografías del INI.
2. Para literatura fitoquímica ver: Lloydia, Journal of Pharmacological Sciences,
Pharmacological, Phytochemistry.
3. Para literatura histórica ver: Ethnological Studies, Hispano American Historical
Review, Iberoamericana, Cuadernos de Cultura Nahuatl, Bulletin of the History of
Medicine.
4. Para literatura. botánica ver: Economic Bota Rhodora, Brittonia, Bulletin of Torrey
Botanical Club, Boletín de la Sociedad Mexicana de Botánica, Anales del Instituto de
Biología y Anales de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas
5. Para literatura agronómica: World Crops, Tropical Agriculture, literatura sobre
introducción de cultivares y exploración etnobotánica de la FAO (Roma), folletos de la
Crops Research Division (Agriculture Research Service, USDA).
6. Las revistas citadas son las más fáciles de conseguir y presentan la información sobre
México, sobre método y teoría, sobre materiales necesarios en este tipo de
investigaciones. Está dirigida a aquellos no especializados en la materia.
45
Lozano N., L.C. 1988. Las Tesis de Licenciatura sobre plantas medicinales en la
Facu1tad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, UNAM (1916-1987) Memorias de la
I Jornada sobre Herbolaria Medicinal en Veterinaria. Facultad de Medicina
Veterinaria y Zootecnia. UNAM. págs. 23-32
Se estudió la acción general del zoapatle y su acción sobre los aparatos digestivo,
respiratorio, circulatorio y en útero. Se aplicó solución al 1% de extracto acuoso por vía
oral en dosis de 0.20 g. en perros y 1 g. en bovinos; por vía subcutánea. 0.2 g. en perros y
0.10 en bovinos; por vía endovenosa. 0.29 en perros y 0.05 en bovinos. El diagnóstico fue
sintomatológico con los siguientes resultados: la acción general en ambas especies se
tradujo en decaimiento; postración. somnolencia y aumento de temperatura. Digestivo:
regugitación frecuente en bovinos y a veces diarrea; acción vomitiva en perros.
Respiratorio: disminución inicial de la. frecuencia respiratoria seguida de aumento con
inspiración profunda y espiración corta y brusca. Circulatorio: aumento en el número de
pulsaciones con tendencia a la recuperación a las dos horas; supone aumento de la presión
arterial. además congestión de mucosas. Utero: acción ecbólica (oxitócica) disminuye el
calibre vascular de la matriz por posible acción indirecta del zoapatle como hemostático al
producir contracción en las fibras lisas. Se recomienda su uso en tocología veterinaria en
casos de: retención de fetos muertos o de placenta, partos prolongados por inercia uterina y
casos de metritis para ayudar a la expulsión de los líquidos patológicos. Establece dosis y
vías convenientes para cada uno de estos casos.
en el 100% de ratas, quizás relacionada con la técnica de sondeo. El extracto acuoso carece
relativamente de toxicidad.
Se trataron siete caballos con posible gastroilosis con la administración por vía oral
de 400 a 500 g. de jugo de la raíz cbp, 1 litro de agua y/o píldoras del alcaloide fitolacina de
0.10 a 1.0 g. y/o extracto alcohólico de la raíz. El diagnóstico clínico estuvo basado en le
“Teoría del teclado” de Roger y por la observación de la expulsión de larvas en el
excremento. El autor recomienda usar fitolacina en todos los casos en los que se
diagnostique gastrofilosis. La forma más adecuada y económica de utilización es de 300 g.
de polvo de raíz de fitolaca en 2 litros de agua, mitad en la mañana y mitad en la tarde. Para
el alcaloide puro la dosis masiva es de 2.5 g. en polvo. En extracto alcohólico se administra
en dosis de 100 cc hasta completar 400 cc en el mismo día. Procurar obtener extractos de
raíz fresca por la acción inconstante de la raíz vieja. A los dos o tres días de medicar el
enfermo empieza a arrojar las larvas muertas.
Se aplicó dilución a la sexta de árnica por vía oral en aplicación Unica en 30 perros.
Se hicieron pruebas de coagulación y sangrado y medición de constantes fisiológicas en
diferentes tiempos en un lapso de 30 minutos a 24 horas. El tiempo de coagulación no se
vio afectado y disminuyó el tiempo de sangrado en las dosis más altas no se originaron
efectos tóxicos o reacciones secundarias. Se recomienda su uso para hemorragias de
etiología variada por auxiliar en la detención del sangrado.
Se trató de establecer la dosis letal y la dosis mínima adecuada para producir efecto,
tiempo y duración del efecto y tipos de efectos neurológicos en perros que presentaron
córea. Se intentó corroborar si la infusión acuosa de hojas verdes produce efectos. Se
aplicaron por vía oral 5 m1 de la infusión de 100 g. de hoja en agua destilada, a diferentes
tiempos de ebullición (20, 30, 40, 50 y 60 minutos) a 25 perros: 10 sanos, 5 con moquillo, 5
con secuelas post-moquillo y 5 con epilepsia. Posteriormente se hicieron pruebas de
sensibilidad, motilidad (ataxia, vértigos) y reflejos. Los efectos fueron similares al curare
por poseer un alcaloide con estructura parecida a la D-tubocurarina algunos individuos
presentaron tetanización o semiparálisis. Las infusiones de 30 y 40 minutos de ebullición
indujeron hipersensibilidad y por tanto disminución de tremores; con la infusión llevada a
60 minutos de ebullición murieron dos individuos. El tiempo en que se presentaron los
49
cambios fue de 30 segundos como mínimo y 90 minutos como máximo. El tiempo mínimo
de duración de los cambios fue de 9 segundos y el máximo de 180 minutos.
EFECTO DE COMBINACION DE 2
PLANTAS
COMBINACION DE
VARIAS PLANTAS 3
Y COMPARACION CON
PRODUCTOSCOMERCIALES
RECOPILACIÓN PORCENTAJE DE
DE INFORMACION 3 TESIS SOBRE
PLANTAS
MEDICINALES:
0.4%
TOTAL
24
54
la. Parte:
Por otro lado, resulta interesante encontrar entre los mismos médicos veterinarios la
creencia de que el uso de las plantas medicinales y algunos otros recursos de la medicina
tradicional en los animales, son prácticas exclusivas del medio rural particularmente entre
las comunidades campesinas y los grupos indígenas o étnicos. Quizás la práctica de este
tipo de medicina sea mayor entre estos grupos humanos, pero de ninguna manera debe
pensarse que no afecta también a los animales que habitan en las ciudades o sus periferias.
Para poder ilustrar esto, realizamos una pequeña encuesta en la Ciudad de México.
Las fuentes consultadas fueron principalmente médicos veterinarios que confluyen a la
Facultad de Medicina Veterinaria de la UNAM. Ciudad Universitaria, así como también
algunos estudiantes de esta misma facultad y cuya área de trabajo se circunscribe a la
Ciudad de México y sus periferias, también se consultaron hierberos o vendedores de
plantas medicinales de los mercados de la Ciudad de México, principalmente a los del
mercado de Sonora, así como algunas otras personas entre las que podemos considerar
clientes encargados de establos o caballerangos y animaleros en general.
cada planta, para centrar la atención simplemente en la gran variedad de usos y lo prolífico
que puede ser este campo.
El segundo grupo lo integran las experiencias compartidas por los hierberos, aquí
podemos encontrar:
56
-Té de palo azul: Para el catarro de los pollos, cuando las aves están decaídas y para
1a enfermedad en las que el ave tiene una pata hacia adelante y una pata hacia
atrás.
-Té de Curatrillo: Se dan de 2 a 4 litros de este té por vía oral en los casos en que la
vaca no arroja la placenta.
-Las Habas de San Ignacio: Se muelen y sirven como purga para cualquier animal.
-La hierba gatera o valeriana: Se utiliza para tranquilizar a los gatos o para
educarlos a que hagan sus necesidades en un sólo sitio. Se pone un poco de
valeriana en donde queremos que defequen los gatos.
-Arnica: Ya sea a manera de infusión o directamente sobre las heridas expuestas
para secarla en el ganado y en los caballos.
-Helecho Macho: Se usa para desparasitar a los animales.
Dentro del tercer grupo pusimos todas las demás aportaciones hechas por
encargados de animales, clientes encontradas en libros, etc. En este grupo se
encuentra:
INTRODUCCION
ANTECEDENTES
El único trabajo realizado en el municipio y que enfoca plantas y animales
domésticos desde el punto de vista veterinario, es el escrito por Salazar (1983) “Plantas
tóxicas para el ganado bovino en el municipio de Misantla, Veracruz”. ASPECTOS
FISICOS.
Misantla municipio y cabecera municipal del mismo nombre, situado en el centro
del Estado. presenta una extensión de 538 km2 , y su población es de 63,175 habitantes;
tomando como referencia la cabecera municipal, Misantla se localiza a los 19º56’ de latitud
norte y 96º51’ de longitud oeste, su altura sobre el nivel del mar es de 410 metros.
En materia de ortografía al Oeste se encuentra la Sierra Madre Oriental, mientras
que al Sur se presenta la Cordillera Neovolcánica; en cuanto a su Geología, este municipio
se encuentra ubicado en el límite sur de la Cuenca Sedimentaria de Tampico-Misantla, y
cerca de las estribaciones de 1a Sierra de Chiconquiaco; referente a su Hidrología el
principal río que recorre el municipio es el Río Misant1a o Palmas; mientras que e1 clima
es semicálido húmedo con lluvias todo el año; en cuanto a la vegetación se encuentran
Bosques Caducifolios en las estribaciones de la Sierra de Chiconquiaco, mientras
que para el resto del municipio se encuentran Selvas Altas Subperennifolias con tres tipos
de asociaciones primarias:
*CONACYT
**Herbario IMSS-M. Subjefatura de Investigación del IMSS.
59
ASPECTOS SOCIOECONOMICOS
Respecto al ámbito poblacional y lingüístico se encuentra que Misantla
lingüísticamente hablando pertenece al grupo totonaco de Xalapa-Misantla, solo que éste se
encuentra incorporado a la población mestiza por lo tanto, el idioma dominante es el
español “no existen monolingües totonacos”; en cuanto a los servicios médicos veterinarios
éstos se concentran en la cabecera municipal y consisten en cuatro médicos veterinarios y
seis farmacias.
METODOLOGIA
RESULTADOS
C) Animales medicinales.
-Chuparrosa (Amazilia sp).- Para problemas del corazón se cose crudo el corazón de
esta ave.
-Zorrillo (Spilogale sp).- Para enfermedades de la piel como son: granos, llagas y
manchas, se come la carne de este animal, aunque de igual manera se toma el líquido del
cocimiento del mismo.
-Coyote (Canis latrans).- Para las reumas se unta el cebo del coyote es decir. la
grasa de este animal sobre las articulaciones: también para combatir la fiebre de malta
puede comerse la carne del mismo.
-Zopilote (Coragyps atratus).- Para los tuberculosos el zopilote hervido y sin sal se
come mientras sea necesario.
63
-Víbora de cascabel (Crotalus sp).- La carne de este reptil se come para combatir las
reumas, aunque la carne puesta en aguardiente o alcohol ingerible también es utilizado
tomando una copita al día.
-Golondrina (Hirundo rustica).-Es utilizada la carne de esta ave para problemas del
lenguaje en los niños (no pueden hablar) comiendo solamente una de estas aves.
CONCLUSIONES.
a) Existen pocos trabajos respecto al uso medicinal de las plantas para aliviar
enfermedades de animales.
b) Se observa que también existen animales medicinales pero estos no han sido
tomados en cuenta en la mayoría de los trabajos de Medicina Tradicional
Popular.
c) Para el tratamiento de las enfermedades de los animales domésticos emplean
indistintamente Medicina a1ópata y plantas medicinales.
d) Los médicos veterinarios que ejercen en el municipio son nativos de la región,
por lo cual ellos llevan implícito de manera conciente o inconsciente el bagaje
cultural de la zona a la cual prestan sus servicios.
e) Es necesario realizar un mayor número de investigaciones Etnozoológicas que
nos lleven a conocer la Medicina Tradicional Popular enfocada a los animales y
su relación con las plantas.
BIBLIOGRAFIA
7. Hernandez L., J.A. 1988. Estudio sobre Herbolaria y Medicina Tradicional del
Municipio de Misantla, Veracruz. Tesis Profesional, Facultad de Ciencias, UNAM:
México, D.F. 382 pp.
8. Salazar A., G. 1983. Plantas tóxicas para el ganado bovino en el Municipio de Misantla,
Veracruz. Tesis Profesional, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia.
Universidad Veracruzana. Veracruz, Ver. México. 150 pp.
64
INTRODUCCION
Este trabajo trata de dar un panorama general del conocimiento que tienen los
grupos indígenas y mestizos de la población de Mecapalapa acerca del uso que dan a 1os
animales y las relaciones de estos con las plantas.
Dicho estudio se formuló a partir del trabajo de tesis el cual es una contribución
etnobotánica en plantas medicina1es utilizadas por los grupos étnicos de Mecapalapa,
Pantepec. Pue.
Se cuenta además con animales domésticos como son: gatos (Felis catus), perro
(Canis familiaris), patos (Anas sp.), gallinas (Gallus gallus), conos (Meleagris gallopavo),
cerdo (Sus scrofa), caballos (Equus equus), burros (Equus asinus), mulas (E. x E. asinus),
son empleados en algunos casos como animales de compañía, también como apoyo al
trabajo, transporte, aumento de su economía, alimentación, medicinales y ceremoniales.
Mecapalapa actualmente esta habitada por indígenas y mestizos siendo los primeros
habitantes los totonacos, seguidos por ol s grupos nahuas, otomíes y tepehuas. A finales del
siglo pasado comenzaron a residir grupos mestizos.
METODO
RESULTADOS
Es importante señalar que existen también plantas nocivas y tóxicas para los
animales como lo observamos en la tabla II.
Los animales pueden ser utt1izados totalmente o bien algunos órganos de ellos, así
tenemos, su pie1, grasa, sangre, corazón, entre otros (ver tabla III).
La información también nos seña1a los animales que causan malestares, observando
en algunos casos que varios animales pueden causar una misma afección como lo vemos en
la tabla IV.
Es de importancia mencionar también aquellos animales relacionados con mitos y
ceremonias, ya que por ejemplo el soñar con determinado animal puede ser señal de
contraer una enfermedad información proporcionada en la tabla V.
Los habitantes tienen un gran sentido de observación, esto a dado como resultado
que ciertos órganos de las plantas los comparen con algún órgano u animal dando un
nombre a la planta, por ejemplo: a la de murciélago (Passif1ora coriacea), co1a de alacrán
(Heliotropium angiospermum), lengua de ciervo (Microgramma nitida), mano de león
(Celosia argentea). También se presentan aquellas plantas que se denominan con relación a
alimentos de animales o bien por curar determinado padecimiento, entre el1as tenemos:
hierba de la rabia (Stae1ia scabra), comida de puerco (Acmella repens), plátano de ardilla
(Syngonium podophyllum). Las relacionadas con olores de animales, tal es el caso de la
hierba del zorrillo (Petiveria alliacea), epazote de zorri11o (Teloxys graveolens).
CONCLUSIONES.
Los habitantes conocen y dan gran importancia a sus recursos, no solo utilizan las
plantas para aliviar sus malestares, sino también los emplean para curar sus animales ya que
éstos son de importancia en la comunidad pues son empleados para la alimentación, apoyo
en el trabajo, como ceremoniales, medicinales y otros.
67
Se ha observado que cada día la medicina alópata es inalcanzable sobre todo para la
comunidad indígena es por esto que el estudio de animales y plantas utilizadas en la
medicina tradiciona1 popular es importante como fuente médica, pues son un pilar para
curar y prevenir las enfermedades tanto de los habitantes como de sus anima1es.
BIBLIOGRAFIA
Guajolotes
“conos”
Meleagris
Gallo pavo
Perros Hierba de la rabia RUBIACEAE Rabia Ramas Resiregada con agua Oral
Canis familiaris Staelia scabra
(presi.) Standley
69
Vaca negra Mal dormir Lugar donde S/P Externa (el niño
Bos taurus durmió la vaca debe revolcarse en
el lugar donde
durmió la vaca)
GALLINAS
Gallus gallus
75
Me parece un gran acierto y quiero dejar constancia de ello al inicio de esta plática,
el que la Coordinación de Educación Continua de la Facultad de Medicina Veterinaria y
Zootecnia de la UNAM, abra este espacio a la reflexión sobre las posibilidades y
potencialidades de las plantas medicinales en la terapéutica animal. Estimo como altamente
positivo el que se propicie el trabajo interdisciplinario; creo también que desde la
perspectiva que aquí exploraremos se puede vislumbrar una gran relación entre dos
disciplinas que no siempre se les maneja juntas, aunque debería hacerse así, y me refiero a
la Etnobotánica ya la Etnozoología; y finalmente, me parece una tarea muy grata, a la vez
que un gran compromiso, el venir a hablarles a ustedes de una joven disciplina a la que se
le ha denominado Etnoveterinaria.
Los animales actuales del traspatio mexicano son básicamente las especies
introducidas e impuestas por los colonizadores españoles hacia el siglo XVI, después de
ello, un lento proceso de acriollamiento y apropiación se ha sucedido en estos casi 500 años
transcurridos. Dicho proceso no estuvo exento de problemas y dificultades, pero hoy forma
parte y, sin duda alguna, de una cultura campesina, de matriz mesoamericana, en la que el,
manejo de la agricultura y los animales, la caza y la recolección, la pesca lacustre o de ríos
y otras actividades productivas, posibilitan la subsistencia de amplios sectores rurales del
país.
machos. Sahagún consigna los nombres de los perros originarios de México de la siguiente
manera: chichi, itzquintli, xochiocóyotl, telamin y tlalchichi. Habla también algunos
animales bajo un proceso de semidomesticación tales como abejas y avispas para la
obtención de miel y cera. Hab1a, sobre todo en tierras tropicales, una gran cantidad de
animales en cautiverio que servían directamente para la alimentación, tales como jaba1íes,
venados, monos e iguanas. Finalmente estaban las especies que se tenían como mascotas,
tales como el tejon, el mapache, algunas boas y numerosas aves canoras y de ornato.
Sin que olvidemos la importancia que Mesoamérica tiene como Centro de origen de
plantas cultivadas en el mundo, cabe advertir que pocos trabajos hay sobre zooarqueología
y etnografía de la alimentación animal. Un párrafo de Sahagún llama la atención
poderosamente, cuando se dedica a describir al vendedor de carne: “El que trata de carnes,
tiene ganado, caza y cría, y vende así carne de todo género, de gallina, de venados, de
conejos o liebres, de ánsares, de patos, de pájaros, de codornices, y la carne de águila, y de
bestias fieras, y la carne del animalejo que trae sus hijos en una bolsa...” (Casillas y Vargas,
1984).
conejos, los patos y los gansos. El gusano de seda fue impuesto hacia 1570, pero tampoco
tuvo éxito por la vía de la apropiación (Argueta, 1988).
Varios antropólogos que estudiaron el área, señalan la gran acogida que tuvo la
gallina en los corrales P’urhé. Recuérdese que tal proceso tuvo lugar bajo la vertiente
obligatoria, pues el tributo de los cabeza de familia indígenas se constitu1a de 12 gallinas
de castilla, 6 gallinas de monte (o de la tierra, como se les llama en los documentos
coloniales) y un guajolote (Brand, 1946). Otro antropólogo. George M. Foster, que estudió
el proceso de lo que denominó Cultura de conquista y que de manera sucinta consistió en
reconocer los elementos culturales que pasaron de los españoles a los indígenas en
América, señala que los métodos de crianza y los conocimientos asociados, son los mismos
que en España, que pasaron como “un todo complejo”, pero empobrecido. Cita por
ejemplo, que en España se da la trashumancia del ganado lanar y vacuno, se mueven
también a las abejas y a los cerdos (estos por cierto en busca de los encinares, pues son
alimentados con bellotas), que no se hace el afeite de las grupas de los caballos. Que no
existe la Fiesta del Toro tomo en San Marcos, o la del Puerco como en San Antón, pero si
se hace la bendición de los animales y, agrega, persisten supersticiones tales como la
creencia de que el mal de ajo puede afectar al ganado en pie (Foster, 1962).
Estimo que el proceso no es como lo señala el Dr. Foster, pues se trata de pasos
adaptativos, donde algunos elementos se desechan y otros se retornan, muchos se readaptan
y otros en fin, se inventan. Uno de los que estimo más rico y amplio es precisamente el de
los recursos terapéuticos herbolarios para el tratamiento de los padecimientos de los
animales del traspatio, pero no es lo único. Vamos pues a referirnos ahora a algunos
estudios de caso.
Uno de ellos, que me parece constituye un caso poco frecuente aquí en la Facultad
de Veterinaria, es el estudio de Esquivel (1982). Se trata de un trabajo realizado con base en
la experiencia de 7 años en una región que abarcó los municipios de Zitlala, Apaxtla,
Chilapa y otros del Distrito de Alvarez, Guerrero. Se ocupa de la medicina para animales
domésticos: gallinas, guajolotes, cabras, borregos, cerdos, ganado vacuno y equino. Detectó
la presencia de un arsenal de más de 80 plantas medicinales utilizadas para alrededor de 50
padecimientos, que van desde las heridas, quebraduras y parasitosis hasta el mal de ojo.
Agrega una buena discusión de los tratamientos que a su juicio algunos son adecuados,
otros inservibles y otros insuficientes.
siempre el de la medicina casera. En muchos tratamientos se usan las plantas que también
se usan en la gente, pero en dosis mayores. En otros casos las plantas que algunos animales
se comen para curarse solos son después adoptadas en la curación de las personas, pues se
sabe que muchos padecimientos son comunes: heridas. Golpes, picaduras de víbora e
incluso mal de ojo, aires y otras (Rangel y Ortiz. 1985).
Para corroborar lo señalado por Gamio, el caso Chinanteco señalado por Bernard
Bevan (1987), quien estuvo en el área entre 1934 y 1936, nos muestra que había pavos y
pollo, pocos cerdos y abejas para miel y cera. Aparte de esto, la ausencia y el pastoreo de
ovejas, vacas y cabras fue evidente.
Entre los Tarahumara y los Huicholes, Zinng y Bennet (1978) y Zinng (1982).
encontraron patrones de trashumancia en el pastoreo de vacas y ovejas. Mucho más aún, un
delicado equilibrio entre cantidad de animales, cantidad de estiércol, fertilización, cosecha
y subsistencia. “En los dos últimos siglos, los animales se integraron tan inextricablemente
con la agricultura, que uno se pregunta cómo se las arreglaron los indios sin ellos, antes de
que legaran los españoles. Los animales domésticos aportan el ajuste ecológico más
particular de la cultura tarahumara (...) Mientras que el caballo permitió a los indios de las
llanuras un dominio superior de su peculiar medio ambiente, de una manera diferente, la
vaca dio a los tarahumaras su dominio de la alta sierra”.
Entre los huicholes, Zinn encontró vacas, ovejas y abejas. Las primeras son de alta
importancia económica y las segundas son criadas y trasquiladas por las mujeres. Son
rebaños de las mujeres. Dado que la cría es trashumante, como decíamos antes, los hombres
dedican buena parte del tiempo a cuidarlos y a menos que sea un rebaño muy numeroso, de
más de 50 cabezas, todo Huichol conoce perfectamente a cada uno de sus animales, al
punto incluso de “... reconocer las huellas de cada una de sus pisadas.
Por lo tanto, es muy riesgoso robarle animales a un Huichol, pues se les seguirá el
rastro hasta la casa del ladrón”.
Finalmente, el caso entre los Tzotziles de San Juan Chamula, estudiado por Pozas
(1977) tiene particularidades interesantes. El cuidado y atención de los animales es una
actividad de las mujeres. Aquí, el carnero era el animal más importante y, al igual que las
vacas entre los Tarahumaras, estaba implicado el ciclo de fertilización y agricultura. Al
parecer no se daba la atención a los partos, pero sí se practicaba la castración en junio y la
trasquila en enero y junio. Algo que me pareció desracable, aunque supongo que han
cambiado las cosas desde entonces, es el que no era frecuente el sacrificio de los carneros y
la mayoría morían de vejez o enfermedad.
Cuando esto ocurría se les quitaba la piel y se tiraba la carne y en muchas ocasiones
ni la piel se quitaba por considerarlo un sacrilegio.
80
ETNOZOOLOGIA Y ETNOVETERINARIA
Como es sabido, gracias a los trabajos de Porteres (1971), Pujol (1971), Martínez
(1976) y otros, la Etnobotánica es algo así como una disciplina que cumplirá 100 años allá
por 1995, pues fue enunciada por el botánico Harshberger un poco antes de terminar el
siglo. La Etnozoología fue acuñada y conceptual izada por Henderson y Harrington hacia
1914. al hacer sus estudios sobre las relaciones entre los Tewa y los animales.
Más cercana a nuestros abuelos. La Etnobiología fue gestada como disciplina de
síntesis hacia 1936 y me parece que se comenzó a hablar de Etnoveterinaria a mediados de
la década pasada.
Sin pretender una definición inamovible, Mc Corkle (1986) ofrece una que puede
ser útil:
“Etnoveterinaria se constituiría por una investigación y desarrollo sistemáticos, que
toman como su asunto principa1 y punto de partida a los conocimientos y creencias
populares (teorías, taxonomías, definiciones, diagnosis, etc.), prácticas, tecnologías y
recursos, organización social y todo lo concerniente a cualesquier aspecto (s) de la salud
animal. entre las especies cultivadas o manejadas por los seres humanos”.
Ella subraya en su definición sistemáticos, popular (o folk) y salud animal, pues los
considera tres ejes fundamentales de la nueva disciplina. Considera que el fin último es la
salud de los animales y todo lo que afecta negativa o positivamente, directa o
indirectamente a los animales. Información sobre los aspectos que debe conocer un
Etnoveterinario puede encontrarse en las Etnografías de diversos pueblos, diarios de
viajeros o misioneros, autoridades coloniales y otros oficiales, escritos de antropología
médica, tratados de arqueología, estudios de campo de medicina veterinaria. Aquí debemos
recordar lo que ya señala Don Manuel Gamio para el caso.
Por supuesto, un investigador de una nueva disciplina tiene que partir de la idea de
que tiene que construir su universo de trabajo, es decir, mucha de la información ahí esta,
pero no en la manera en que él la va a construir, y cuidado, no hay que desesperarse, pues la
información está a cuentagotas, subordinada al tópico principal, en otros casos es
meramente anecdótica, poco sistematizada y parece no tener utilidad. Debe recordarse que
la búsqueda de escritos só1o es una primera parte del trabajo global, que debe tener una
fuerte dosis de trabajo en campo, directamente con los pastores y dueños de animales.
La autora citada señala que los primeros estudios que ya se pueden incluir en
Etnoveterinaria, se hicieron a mediados de los 70 y tenían como principal tópico las
creencias y prácticas de la veterinaria popular. De ese punto de partida a la fecha, comenta
que los campos y las ideas se han diversificado muy ampliamente hacia la productividad,
hacia los programas internacionales de desarrollo y extensión, hacia el manejo de la salud
animal, etc.
82
Veamos brevemente en que consiste cada uno de ellos, cabe agregar que la
perspectiva y los ejemplos rebasan el ámbito nacional y que se habla de casos en Africa,
Sudamérica y Europa.
Un punto básico y que en muchos casos se convierte en punto de partida son las
taxonomías: cómo se llaman y cuantas clases de enfermedades hay, cuántos tipos de
veterinarios populares existen y cual es la relación entre estas taxonomías y las que maneja
un veterinario, con el objetivo de establecer una tabla de equivalencias.
En el segundo tema, los estudios se han hecho sobre las plantas medicinales y otros
materiales utilizados por la gente para enfermedades, heridas, fracturas, combatir la
infertilidad, propiciar el apetito y la producción de leche, etc. Estos estudios van desde los
de tipo folk, que acumulan listados de plantas utilizadas, hasta los de alta tecnología que
incluyen pruebas sofisticadas de laboratorio. Muchos de ellos son descriptivos e identifican
perfectamente las dosis, la manera de aplicación e incluso reportes de eficacia. Como dato
de importancia quiero decirles que la autora cita dos trabajos, uno del 76 en el este de
Africa que recopi1ó información para 53 plantas, y otro de Nigeria del 80, que reporta 92.
Deberíamos decirle a Esquivel que el está ahí con sus 80 plantas de la montaña guerrerense
de México. Y agregar, por supuesto, muchos de los estudios vistos en este curso.
acupuntura en animales, o bien las técnicas obstétricas tales como episiotomías, cesáreas y
embriotomías.
El cuarto punto ha recibido gran atención pues son elementos un tanto cuanto
“exóticos” a la formación del veterinario, comenta Mc Corkle que el tema sirve también
para que el antropólogo capture la curiosidad del veterinario. Como es sabido, los
elementos sobrenaturales y mágico-religiosos forman parte de la cosmovisión de los
pobladores del mundo rural. Estos elementos se imbrican siempre en dos puntos que
interesan al Etnoveterinario:
En la etiología de las enfermedades y en los factores que alteran la fertilidad y la
productividad de los rebaños. Es recomendable una gran actitud de respeto y comprensión
hacia lo que está en juego cuando los campesinos hablen de mal aire, susto y mal de ojo en
sus animales, porque de nuestra actitud depende que se cierre o prosiga la comunicación. Y
no se trata de condescendencia o paternalismo hacia el subdesarrollo o la ignorancia. En tal
punto estamos frente a centenas de años y sistemas coherentes de ideas, de las que mucho
podemos aprender. Brisebarrá (1985) trabajando hacia 1978-80 con los pastores franceses
de borregos, pastores del primer mundo, encontró la presencia de lo que ella denominó
“Santos de la veterinaria” que protegen, curan y multiplican los rebaños.
Había una vez un país que tenía especies únicas en el mundo, cuyos antiguos
pobladores las conocían de mucho tiempo atrás, platicaban con ellas y ellas les daban
84
alimentos, fibras y alegría. Un día, los nuevos pobladores decidieron que tales animales no
servían para nada y les compraron a grandes costos, robustos animales a sus vecinos de
oeste, con los cuales se resolverían todos los problemas de alimentación y fibras para los
vestidos. Varios meses después, los robustos animales se fueron poniendo flacos y sus
miradas eran cada vez más pálidas. Se reunieron los nuevos pobladores y decidieron que el
problema estaba estaba en los alimentos que comían los otros robustos animales. Los del
país, no servían. El asunto se resolvería si se traían los pastos a los que estaban
acostumbrados. Se trajeron los pastos y los técnicos para sembrar los pastos. Algunos de
los robustos animales comenzaron a dejar de caminar, buscaban la sombrita pues los pastos
crecían un tanto marchitos o duros, sin la frescura de su lugar de origen. La nueva reunión
de los nuevos acordó que el problema de los pastos era que no tenían agua suficiente, por lo
que habría que traer la tubería y los motores para armar los sistemas de riego con los que se
atendían a los pastos allá, donde sí crecían bonito. Y por supuesto más técnicos para que
armen y organicen los sistemas de riego.
El final del cuento todavía no me lo acaban de platicar. Se dice que algunos piensan
que el problema es el agua, que la de aquí no sirve y habrá que traerla en avión, abrir un
canal o poner un ducto. Otros creen que el problema son los antiguos pobladores (y sus
antiguos animales, que solamente contemplan con aire solemne todo lo que está pasando) y
por lo tanto, con el pretexto de los problemas surgidos, habría que traer a más técnicos de
aquel país y repoblar éste.
REFERENCIAS
17. Casillas, L. y L.A. Vargas. “La alimentación entre los mexicas”, en: A. López Austin y
C. Viesca Treviño (Coords). Historia General de la Medicina en México, Tomo J,
México Antiguo. Facultad de Medicina, UNAM. Academia Nacional de Medicina.
1984. 133-156 pp.
18. Demisch, H. “El animal en las pinturas del siglo XX”. Noticias Médico Veterinarias,
no. 3, 1970. pp. 220-228.
19. _____“El animal en las pinturas del siglo XX”. Noticias Médico Veterinarias, no.4,
1971, pp. 494-502.
20. Esquivel, Mendoza G. Pensamiento mágico-religioso de un grupo nahua del Estado de
Guerrero con respecto al origen y tratamiento de las enfermedades de sus animales.
Tesis de Licenciatura. Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, UNAM. 1982.
140 pp.
21. Foster, G.M. Cultura y Conquista: La herencia española de América. Universidad
Veracruzana, Xalapa. 1962. 467 pp.
22. Gamio, M. “Los animales domésticos europeos y su influencia en la cultura aborigen de
México”. Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía. México,
T. I., 4ª. En. 1922, pp. 31-32.
23. Honig. W. “El animal como símbolo en las condecoraciones”. Noticias Médico
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24. Mc Corckle. C.M. “An Introduction to Ethnoveterinary Research and Development”.
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86
ABSTRACT
INTRODUCTION
McCORKLE
However, as Sollod et al.’s (1984) label indicates, the principal actors in ERD are
veterinarians and anthropologists, working both singly and jointly. The latter are almost
exclusively sociocultural anthropologists, although occasionally a folklorist, linguist or
89
Give this range-both actual and potential-of researchers and their research
orientations, a strict definition of ERD is difficult and perhaps not even desirable. However,
a very broad definition can be offered: ERD constitutes systematic research and
development which takes as its principal subject or its major departure point folk knowledge
and beliefs (theories, taxonomies, definitions, diagnoses, etc.) practices, technology and
resources, social organization and so forth pertaining to any aspect(s) of animal health
among species raised or managed by human beings.
In this definition I have opted for the term “folk” (or in Francophone writings,
“populaire” rather than, e.g., “traditional” or “indigenous” merely in the interest of
historical precision. The latter two terms frequently appear in ERD titles, but a people’s
veterinary beliefs and practices are not always entirely or demonstrably traditional or
indigenous. Instead, they may represent a melange which incorporates elements from other
ethnic groups and/or from modern veterinary science. In the latter regard, folk systems may
have absorbed these elements (albeit often imperfectly) through word-of-mouth diffusion,
by contact with commercial livestock operations, or from veterinary extension services. In
fact, as extension efforts intensify, folk veterinary medicine around the world tends to
become ever more syncretic.
Leaving aside this minor terminological point, as for “aspect(s) of animal health”,
these naturally incorporate all features of livestock production systems which can impact-
whether positively or negatively, directly or indirectly-upon the physical condition of the
animals being managed. At the broadest level, this includes all husbandry techniques
involving: feeding, watering, range and pasture management; manipulation of breeding,
reproduction and herd composition and dynamics; housing and supervision; prevention,
control, curing of disease and, relatedly, sanitation in all management operations; and
harvesting of animals products. From an emic perspective, supernatural husbandry
techniques-like reproductive, protective, or propitiatory rites and magical cures for animals-
must also be included in this list. Ultimately, too, the larger ecological, economic, political,
sociostructural and ideological contexts of the animal production system itself are implied
in ERD in its fullest formulation-at which point it in truth becomes “veterinary
anthropology”.
Having dealt at least provisionally with labeling and defining ERD, the next step is
to identify the corpus of work falling within its purview. Here, the definitional qualifiers
“principal”, “major”, and especially “systematic” come into play. Desultory references to
folk veterinary beliefs and practices or related husbandry techniques can be found scattered
throughout many works. These include: ethnographies2 of peoples whose livelihood
depends upon animals; accounts by travelers, missionaries, former colonial authorities or
90
other officers (e.g., de St. Croix 1972); writings in medical anthropology; 3 archaecological
treatises;4 field-based studies in veterinary medicine and range management;5 and still
others.6
McCORKLE
DISCUSSION
Where this decade of diversity acquires coherent focus, definition and purpose,
however, is in the arena of international livestock development and extension. Here,
ethnoveterinary research has as its explicit, overarching goal the enhancement of livestock
productivity through improved management of animal health, as informed by an
understanding of folk veterinary medicine and related husbandry techniques. Largely with
the impetus from development projects like the Small Ruminant Collaborative Research
Support Program (SR-CRSP) and the Niger Range and Livestock Project, as of the 1980’s a
handful of “core” works and workers in ERD have emerged.
findings from correspondingly appropriate but disparate disciplines in the biological and
social sciences (after Sollod et al. 1984:285-286). Additionally but not distinctively, core
ERD emphasizes the need for firsthand field research among stockowners themselves,
under real-world husbandry conditions, in order to arrive at it draws heavily upon
anthropological method and theory, combining these with the technical skills and
knowledge of animal scientists. It is, fact, “veterinary anthropology”.
This core thrust in ERD has come to the fore only in the last five years, and it
clearly charts the course of the field’s future growth. As noted earlier, to date it has almost
exclusively involved veterinarians and sociocultural anthropologists. And mainly due to
present policy priorities in international development, it has sofar concentrated upon herd
animals (cattle, sheep, goats, alpaca, llama) in Africa and, to a lesser extent, Latin America.
In contrast, the first half of the field’s formation displays a greater diversity in
researchers, species and geographic locales, although many of the research topics are the
same. The “diverse” studies continue to increase8 in quantity and quality, and much of the
data they produce are immediately relevant to core ERD concerns. But again, they are
differentiated by their more delimited and disciplinary specific research goals and
approaches. In this respect, the holistic, systemic and ultimately practical thrust of core
ERD has lent fresh meaning to the congeries of studies in the field as a whole, placing them
into a more unified heuristic framework.
The following discussion is organized by general topical areas which have been
addressed in any part of ERD to date. Throughout, the relevance of each area to
development and extension is highlighted. The topical categories themselves are not
discrete; they merely serve as an organizational device. Many studies in fact span a variety
of categories. Due to their holistic orientation, this is particularly true of core works. In
such cases, studies are often cited and/or discussed in several sections.
The major theme in such research has been the relationship between folk and
scientific taxonomies-especially in the domain of livestock diseases, where an in depth,
empirical appreciation of he shape, scope and accuracy of a people’s etiological,
anatomical, physicological, diagnostic, curative and epidemiological knowledge is essential
before developers can even begin to evaluate what, how, and if native veterinary attention
to trying to sort out and “match up” folk disease identifications and/or taxa with their
scientific equivalents (Ba 1982a, Grandin 1985, Ibrahim 1984, Ohta 1984, Maliki 1981,
McCorkle 1982a, 1983b, Sollod 1983, Sollod et al. 1984, Wolfgang 1983, and Wolfgang
and Sollod 1986; possibly also *Cabrol 1984 and *Noirtin 1975).
92
Predictably, this is not an easy task. Medical science classes diseases according to
the etiological information afforded by sophisticated laboratory analysis. In contrast, at lest
pending practical necropsy, folk disease distinctions typically rely con the recognition of
morbid signs, more rarely con epidemiology, sometimes con sorcery, or con any
combination of these. Moreover, as Ohta (1984) points out, when pathogenic explanations
for disease are lacking, it is often difficult to distinguish “disease names” from “terms of
symptom” since both may reference morbid signs. Further complicating this picture is the
fact that, as among the Twareg of Niger (Wolfgang and Sollod 1986), the same morbid
condition may have several appellations depending upon the species afflicted. The result is
that a single folk disease category-like q’icha’diarrhea’ among the sheep and camelids of
the Quechua of Peru (McCorkle 1982a), wilsere’bush disease’ among the cattle of the
FulBe of Upper Volta/Burkina Faso (Wolfgang 1983), or azania’too much blood’ among
Twareg camels (Wolfgang and Sollod 1986)-often glosses a wide array of etiologically
distinct ailments. Conversely, folk classifications may also assign the scientifically “same”
disease to different categories con different occasions, based con varying configurations of
the clinical, epidemiological and supernatural information available to the native
diagnostician and con the species involved.
Nevertheless, it is clear from these and other studies that pastoral peoples posses a
rich store of knowledge about many livestock diseases. To take but one example, Schwabe
and Kuojok (1981) describe the extensive appreciation of cattle diseases (and of bovine
anatomy and physiology) held by traditional Dinka healers and stockowners.
This lore derives from practical experience-eg., personal observations of clinical
signs, sacrificial dissections and specific instances and modes of contagion-coupled with a
“rational empirical process” (Schwabe and Kuojok 1981:237) which integrates these and
other sources of information. Still, as nearly all researches of ethnoveterinary epistemology
have remarked, some of the resulting folk surmises, explanations and curative or preventive
actions are “incorrect in manor or minor parts” (Schwabe and Kuojok 1981:237).
While research of this sort can add useful new drugs to the modern veterinary
pharmacopoeia, its ERD importance lies in improved folk pharmacoteraphy which is
culturally appropriate, economically feasible and consistently available. At this level, its
relevance to development and extension is evident. An example is provided by the SR-
CRSP/Peru. Building upon existing ethnoveterinary pharmacological knowledge, the
project has worked with one peasant community in the central highlands to test the efficacy
of a wild tobacco as a botanical for ovine ectoparasites (Bazalar and Arevalo, in progress).
As per the longstanding and widespread use of nicotine-based parasiticides in both folk and
modern veterinary medicine /Schillhorn van Veen, pers. Com). Initial trials have proved
successful; and work is now being done to establish the minimum effective compound and
to secure supply of the plant (Fernandez 1985). The project also plans to test these tobacco
ompounds in combination with tarwi (Lupinus mutabilis) water. Tarwi is a bitteer, alkaloid-
laden legume which is edible only after prolonged steeping. The trials Bustinza Ch. (1985)
performed con this indigenous cultigen’s use in southern Peru as a folk cure for
ectoparasites of alpaca have already demonstrated its efficacy. Working in conjunction
with SR-CRSP social scientists, project veterinarians are conducting similar trials con other
plant materials in the ethnopharmacopoeia which are employed to combat ovine
endoparasitism (Arevalo and Bazalar, a, b, in progress).
Throughout, emphasis is placed con compounds and applications which can be
readily prepared and comprehended within the peasant community itself.
describe, discover the emic rationale for, and evaluate the appropriateness and effectiveness
of such manipulations.
Magic, religion and ethnoveterinary medicine.- This topic has received considerable
attention in ERD for a variety of reasons. Admittedly, it is precisely the sort of exotica
which anthropologists dote on, and it readily captures the veterinarian’s curiosity as well.
More importantly, however, magico-religious beliefs and practices appear to form a
part of folk veterinary systems everywhere; and in many, emic distinctions between natural
and supernatural matters in animal health are blurry.10 If for no other reason than its
pervasiveness, the supernatural must be acknowledged in any ERD study aspiring to a
holistic, systems-analysis approach. As an overarching ideological construct, the
supernatural can impinge upon every facet of livestock production.11 However, from an
examination of the literature, magic and religion seem to figure most prominently in two
areas pertaining to animal health: in the supernatural promotion of livestock fertility and
95
indigenous ideology, their work is not likely to meet with much success. A second
consideration is that sometimes magico-religious practice and idiom in fact embody
practical veterinary and management acumen. Treatments like feedings of saint-blessed salt
(Bisebarre 1984b) are potentially effective for some maladies; and seemingly outre
ethnoetiologies like “evil winds” (McCorkle 1982a) can nevertheless dictate appropriate
curative or preventive action. Developers must therefore be careful about dismissing
Along the lines proposed for use of traditional healers in human health care in many
developing countries (e.g., Dunlop 1975), Schwabe and Kuojok (1981) emphasize that,
with some training and organization, such individuals could provide effective and relatively
cheap grassroots delivery of basic health services to livestock, and possibly even to
humans. Halpin (1981) advises that these “barefoot vets” can be drawn from among
stockowners as well as healers. He further notes that a trained coterie of camp level
veterinary extensionists could be particularly effective in nomadic areas, where other types
of delivery are so problematic for so many reasons (cf. Imperato 1974). In developing
nations, these “paravets” could additionally function as a unique component in a “badly
needed disease intelligence system” (Schwabe and Kuojok 1981:237) and as accurate
interpreters of stockowners’ primary veterinary “troubles, constraints, fears and
aspirations” (Halpin 1981:5). As these authors point out, such information would in turn
permit more rational design, performance and evaluation of livestock disease control
programs.
Summarizing the lessons learned from the Niger Range and Livestock Project’s
pilot paravet program, Loutan (1984) provides a particularly thorough and insightful case
study which addresses a majority or these issues.
Animal health and livestock production systems research.- All for the foregoing
considerations and topics are implied in this final category, which embodies the core of
current ERD. Works in this vein may naturally differ in their topical emphasis and scope,
often depending upon the author’s disciplinary training and subdisciplinary interests. They
may highlight veterinary, management, or socioeconomic and sociocultural aspects of the
animal health and production-system issues examined. They can also vary in their primary,
immediate goals of research: throrough-going description, disciplinary theory building and
validation, policy planning, advocacy of a given research design, or investigation of a
specific animal-health question. However, all studies in this group share two defining
features: an explicit recognition of the holistic, systemic complexity of the phenomena
under study; and an ultimate commitment to making research results useful for livestock
development and extension.
Among the first works in this group to reach print is Maliki’s (1981) report con
WoDaaBe cattle herders in central Niger. The range of topics he treats is indicative of these
studies’ holistic outlook. To illustrate as briefly as possible, he details: herd composition in
race, sex, age, reproductive and productive state, and personal names for cattle, plus
additional categorizations for sheep and camels; every aspect of basic animal management
such as pasturing/mineral-feeding/watering patterns and
selection/breeding/fertility/gestation/abortion/calving/milkin; WoDaaBe description and
classification of plants according to their palatability and nutritive value for the different
animal species and at different stages of plant growth, plus their veterinary medicinal and
other uses; similarly for identification of livestock diseases and other health problems-their
ethnoetiology, the clinical signs herders recognize, the specific cures and controls they seek
to apply; herd movements during the eight emic seasons of the pastoral year and their
impact upon the social groupings and activities of families, camps and clan; relatedly,
harvesting, consumption and distribution of all pastoral products, magical beliefs, songs,
proverbs, origin myths and etc. pertaining to herds; and still more-all with precise
transcriptions of the hundreds of lexemes in the WoDaaBe herding vocabulary. Ba’s (1982)
treatise con the “veterinary arts” among Sahelian Fulani (Peul) follows a similar format, but
with a tighter focus con veterinary and related management practices, and a more limited
discussion of social, economic and cultural correlates of Fulani animal husbandry. Both
studies are essentially descriptive.
McCorkle (1983b) covers largely the same topics as Maliki-plus others such as the
social organization of labor for herding (1982b), and management issues in sheltering
shearing, docking, castration and predator control (1983a)-for Quechua Indians of Peru.
However, she has a theoretical as well as a descriptive aim: to correct
neofunctionalist analyses of agropastoral subsistence systems. Using a New World data
base to refine and validate the cross-cultural applicability of a “dialectic” model of
preindustrial agropastoralism in Europe, she demonstrates how Andean herding and
cropping stand in a simultaneously complementary and competitive relationship to each
other. In the process, she outlines how veterinary care, in particular, is constrained by the
98
low productivity and multiple competing demands of paleotechnic agriculture. Under their
present “meat and potatoes” production system, this leaves Andean peasants short of land,
labor, capital, technology and technical information for significantly increased attention to
herd health problems-certainly insofar as intensive, costly, “tech-fix” solutions derived
from Western commercial practice are concerned. For livestock development and
extension, McCorkle further discusses some of the systemic potentials and problems posed
by ecological, sociostructural, and sociopolitical factors relating to, eg. communal land
tenure and pasture/field usufruct rules, traditional reciprocal labor patterns and centuries-
old ethnic dominical mechanisms. The ultimate implication for livestock development is
that only a global, systems analysis which acknowledges the dialectical tensions between
preindustrial cropping and herding can forestall the error of “robbing Peter to pay Paul”-
i.e., of upping pastoral production at the expense of agriculture, or vice versa.
The paramount concern of Wolfgang’s (1983) work among the FulBe of west-
central Upper Volta is to arrive at specific recommendations for veterinary extension and
policy planning. To this end, she focuses her research con three major areas: (I) FulBe
classifications, etiologies and treatments (both folk and Western) for cattle diseases, plus
herders’ own assessment of the socioeconomic impact of different diseases; (2) the current
structure and functioning of animal health-care delivery services in the region; and (3) a
survey of the country’s major veterinary diagnostic laboratory facilities.
Additional topics of investigation include certain non-disease-related health
problems of cattle and (especially in Sollod et al. 1984) women’s role in maintaining herd
well being. Findings from all these areas inform Wolfgang’s final recommendations for
veterinary extension and policy in Upper Volta (now Burkina Faso).
Sollod et al.’s (1984) aim is somewhat more didactic and programmatic than that of
the foregoing studies. These authors seek, first, to define and codify the exciting new trend
in ERD which tackles animal health and production system research through “veterinary
anthropology”. Then, drawing upon the fieldwork of Sollod and Knight (1983) (a
veterinarian and an anthropologist) among herding groups lf central Niger, plus Wolfgang’s
investigations (which were in part supervised by Sollod), they demonstrate how this fusion
99
of perspectives and methodologies can greatly enrich analyses of patterns, problems, and
control options in livestock health.
The veterinary anthropology which these authors espouse highlights the dynamic
interplay of endogenous and exogenous determinants of disease-the latter defined as factors
external to etiological agents or their hosts. The contextualized, culture-specific information
which this comparative stance yields is critical for the design of successful development
and extension programs because “It makes possible the use of nonmedical approaches to
animal health which include marketing and management interventions, and allows the use
of a simplified package of veterinary commodities for each production system” (Sollod et
al. 1984:292). It has long been recognized, and repeatedly demonstrated, that changes in
management alone are sufficient to control many livestock diseases. Yet as Schillhorn van
Veen (1984:306-308) has observed, despite the fact that such interventions can be highly
beneficial at relatively low cost and risk, management is rarely defined for indigenous stock
operations. The interdisciplinary, holistic and production-systems approach of veterinary
anthropology works to fill this definitional and empirical lacuna.
relating to the adaptive value of traditional and non-traditional elements in the animal
production system, and to identify ecological constraints to indefinitely upping livestock
production.
CONCLUSIONS
ERD is still in its infancy-or perhaps with the appearance of conceptually and
disciplinarily more integrative papers like Schillhorn van Veen (1981, 1984), Sollod et al.
(1984), and the present review-its early adolescence. As is to be expected of a young area
of research, many ERD works are still focused con the descriptive level; and across the
field as whole, there is a healthy diversity of topics and approaches. Again, where this
diversity finds a unifying form and function, however, is in international livestock
development. Here, ERD is of critical importance because without improvements in animal
health (and nutrition), rarely can any improvements in livestock productivity be achieved.
In response to this need, a contemporary core of development-oriented ethnoveterinary
research has emerged.
Within this core, a number of shared themes, methodologies, and perceived needs
for future research can be distinguished. First and most salient, of course, is an emphasis
con the “etno” in ERD. As recognized for other development sectors (cf. Brokensha et al.
1980), a thoroughgoing understanding of and respect for folk veterinary knowledge,
concepts, practice and practitioners is a must. While clearly not all elements of
ethnoveterinary (and their associated management, sociostructural, and etc.) systems are
accurate or effective, their ensemble represents a rich resource for developers seeking to
enhance, their ensemble represents a rich resource for developers seeking to enhance
animal health and productivity in ways which are readily comprehensible and culturally
acceptable to the client audience and which are ecologically and socioeconomically sound.
In other words, existing folk practice and belief should always be the starting point for
veterinary research, development and extension-as, indeed, they were in the evolution of
Western veterinary medicine.
ERD. Likewise for the ethnographic expertise and the emic, bottom-up perspective of
anthropology.
In the findings and hypotheses of animal health and production systems research to
date, some consensus con development and extension strategies is also emerging.
To wit, that educational, managerial, marketing, and other such interventions may
often prove more appropriate, economical, and effective than modern drug therapy, eg., as
applied in mass vaccination and treatment schemes. In the rush to implement costly top-
down, “tech-fix” programs which offer immediate short-term benefits, developers, policy
planners and stockowners alike may lose sight of longer-term drawbacks to such solutions
in third-world countries. These drawbacks can include: ecological degradation and
depletion, as from overgrazing; relatedly, escalating social and political tensions over
delivery lines dueto an unstable economy and/or government, or to infrastructural
inadequacies; political and financial machinations within the livestock service; loss of
genetic tolerance to disease in stock, and increasing drug resistance in vectors and
etiological agents; and more. (For an interesting case study of some of these problems, see
Lawrence et al. 1980). There is also agreementin in core ERD con the wisdom of employ in
local healers and stockowners themselves as extension agents or assistants, although
equally it is recognized that their use is not problem-free and requires careful selection and
organization.
As for future research needs, there is a clear consensus con the vital necessity of
everywhere acquiring more, and more accurate, epidemiological data-data wich must be
collected, compared and analyzed in both emic and ethic terms. This very basic sort of
information is obviously imperative if valid correlations are to be drawn between pat terns
of livestock disease and the physical and human ecologies which animals and their keepers
inhabit. It is also imperative for meaningful communication between stockowners and ERD
personnel.
Beyond the need for improved epidemiological information, I would like to add
several other areas which I perceive as requiring more attention. One is the formal,
ethnoscientific study of folk classifications for livestock diseases/etiologies/cures, typos of
pastures and rangelands, species and races of animals, and so forth. To the best of my
knowledge, ERD investigations of ethnobiological categories have so far been carried out
largely by individuals inexpert in the rigorous procedures of formal linguistic analysis.
Yet such analyses, we know, can reveal not only the underlying logic of folk
conceptual systems, but sometimes also crucial biological and sociological facts and
interrelation ships overlooked by Western science. This untapped source of a problem may
prove comparable or superior to that of established science. In others, the two perspectives
may diverge but may both embody important insights which can be synthesized. In either
case, it is desirable to transcend the conventional science/indigenous, active/passive
dichotomy to allow greater indigenous participation in determining development goals and
means (after Howe’s 1980:342). Formal ethnosemantics analysis has an obvious role to
play in this discovery process.
Another area which has received surprisingly little attention is the many parallels
between human and animal ethnomedical systems. The vast literature con human traditional
102
medicine /see, eg., Harrison and Cosminsky 1976) rarely mentions any link between the
two. Yet the ethnoveterinary literature contains repeated hints that they are not always
highly differentiated. Ineed, as Schwabe and Kuojok (1981) and Schawabe (1978) observe,
knowledge derived from folk veterinary experience may be analogy inform human
ethnomedical concepts and practice. Moreover, Homo sapiens and their domestic animals
share many ills; and livestock often serve as hosts, reservoirs, vectors and agents of human
disease (c f. Schawabe 1969). As these authors point out, the links-both folk and scientific,
direct-between human and animal medicine suggest the possibility of mounting coordinated
programs of health care. This is a particularly attractive development and extension
potential for remote, nomadic, poor, or otherwise ill-serviced regions.
ACKNOWLEDGEMENTS
Preparation of this review was supported by the Title XII Small Ruminant
Collaborative Support Research Program under Grant No. AID/DSAN/XII-G-0049 through
the Sr-CRSP’s Rural Sociology Project; additional support was provided by the University
of Missouri, Columbia. The Sr-CRSP also funded the author’s ethnoveterinary researches
in Peru in 1980 and 1985-86. I am grateful to Drs. Jere Gilles, Tjaart Schillhorn van Veen,
103
and Albert Sollod for their comments on early drafts of the paper. In particular, the alter
two-both veterinary scientists who have worked extensively in the field-provided balance
between technical and social science perspectives on ERD and its evolution, plus added
references for Review. I would also like acknowledge the many researchers worldwide who
so graciously responded with their letters and reports to my call for contributions in the
Anthropology Newsletter, the ODI’s Pastoral Development Network, the Lettre of the
Society d’Ethnozootechninie, and other periodicals. Finally, thanks are due the Journal of
Ethnobiology for providing the stimulus to this Review, which has brought many ERD
workers into contact for the first time.
NOTES
1
Although it avoids the academically hienous mixing of Lating and Greek roots,
“ethnozootechnics” is perhaps a too-narrow term. It could be taken to imply the
study of folk veterinary knowledge and technique to the exclusion of larger
considerations (ideological, socio-organizations, economic, etc.) which also
influence the management of animal health. “Veterinary) anthropology”, while
linguistically inelegant, obviates this problem. As “the study of man from a
veterinary viewpoint”, in focuses attention upon the importance of animal health
and productivity for human well-being rather than as decontextualized ends in
and of themselves. Moreover, it precisely captures the core of inquiry at the
forefront of contemporary ERD (see text). And, it forms a nice analogy to
“medical anthropology”, since ERD in many ways parallels for anthropologists
like myself who work in this area. Still, a slightly less disciplinary-specific label
might be more indicative of the field in its broadest definition and antecedent
forms-and hence, too, more politic. So despite its Latin-Greek mix, here I
employ the overarching “ethnoveterinary” (McCorkle 1982a) to reference the
field as a whole.
2
This is most likely where the agroeconomic base or, better still, the animal
production system itself forms one of the foci of research. To give but a few yet
representative ethnographic examples, in an extensive study of Saami
ethnoecology, Anderson (1978) details both past and present systems of reindeer
management, their sociostructural correlates and physiographic setting and
touches upon Rangifer nutrition and health. Evans-Pritchards’ (1937, 1969)
classic investigations among the Nuer document many health-related aspects of
their cattle husbandry, although unfortunately he mentions little of Nuer
veterinary medicine per se. And works like those by Flores-Ochoa (1979) and
West (1981) con alpaca herders in Peru, Bernus (1981) and Nicolaisen (1963)
con the Twareg, Okaiyeto (1980) and Stenning (1959) con the Fulani, Dyson-
Hudson and McCabe (1985) con the Turkana, and many others offer occasional
observations con the typos and occurrence of animal diseases, health-related
management practices, contact points between folk and modern veterinary
science, and so forth.
104
A patch work of ethnoveterinary information is also tucked away in the field notes
and “heads” of ethnological and archaeological researches. This is illustrated in
personal communications from: Lynn Hirschkind, for a variety of animal
domesticates in Ecuador, Frank Hole, con reproductive, ethnoetiological,
ethnodiagnostic, and other aspects of sheep and goat husbandry among the Lur of
the Zagros mountains of Iran; Joel Knipers, for folk theories of equine health in
eastern Indonesia; and David Lonergan, con the veterinary beliefs and practices
of shepherds in central Sardinia.
3
Snippets of ethnoveterinary lore may appear in works that touch upon witchcraft,
ritual, and religion as these realte to health and healing (e.g., Buxton 1973 and
Richards 1927, cited in Schwabe and Kuojok 1981; *Jalby 1974) or in addenda
to discussions of human ethnomedical system (e.g., the appendix to Hockings
1980).
4
For example, researches in a variety of disciplines have sought to reconstruct
elements of veterinary knowledge and technique among ancient peoples (e.g.,
Bodson 1984, Roquet 1984, Schwabe et al. 1982, Schwabe 1978, 1984). Also,
recent archaezoological work provides some insights into disease patterns (e.g.,
Wheeler 1984) and stresses (e.g., Pollard and Drew 1975) among early animal
domesticates.
5
Such studies may allude to folk beliefs or, more typically, disease-related
husbandry practices, e.g.: in veterinary medicine, Fazil and Hoffmann 1981;
Higgins 1983; Reed et al. 1974; Schillhorn van Veen 1981, 1984; Schneider
1977; Sollod 1981; and in range science, Glazier 1982.
6
The extensive historiography of Western veterinary medicine and its practitioners
documents much of the discipline’s folk underpinnings (e.g., Smithcors 1957,
and many others). And specialized works con a given animal domesticate (e.g.,
Law 1980) sometimes mention ethnoveterinary techniques and theories applied
to that species.
7
An exhaustive review was the initial ideal, but this was thwarted by a number of
factors. For one, the limited number of researchers whom I have been able to
identify as working specifically in ERD is flung round the world-most notably in
the U.S., Europe, and Africa. Moreover, we appear to have been only partially
aware of one another’s’ work, especially when we step outside our primary
geographic area(s) of research. There as yet exists no formal network, or even an
informal community, of ERD-ers. Nor is there any recognized group of journals,
in USAID and other project technical reports, in theses and dissertations from
third-as well as first-and second-world countries-and of course, all in a variety of
languages.
Sifting through the literature that is available presents yet another basic problem.
Because, as noted earlier, there is no one label for the field, from titles alone it is
often impossible to distinguish between works with and without an
ethnoveterinary orientation. Of course, titles which contrapose “veterinary” with
105
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