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1er.

Congreso Latinoamericano de Historia Económica


CLADHE I
4tas. Jornadas Uruguayas de Historia Económica
IV JUHE
Montevideo, Uruguay
5-7 de Diciembre de 2007

Simposio N° 33: “Historias de las innovaciones y los cambios tecnológicos en América


Latina”

“Los cambios del proceso de trabajo en las curtiembres argentinas y el problema


de los eslabonamientos industriales 1880-1940.”

Marina Kabat
UBA, CEICS, CEHR
becaria del CONICET
marinakabat@yahoo.com.ar

1. Introducción

En esta ponencia analizamos los cambios del proceso de trabajo en las


curtiembres argentinas para dar cuenta de la evolución de la industria y comparar su
desarrollo con el de otros países productores. La evolución de la manufactura del cuero
desafía la mayoría de los supuestos generalmente aceptados sobre la industria argentina.
A diferencia de lo que cabría esperarse de acuerdo a la teoría de los eslabonamientos
económicos, la tenería no es el resultado de la mera disponibilidad de materias primas
agrarias. Por el contrario, uno de los principales estímulos a su desarrollo proviene de la
industria del calzado cuya creciente demanda actúa como un poderoso aliciente.
La industria del calzado trabaja al principio con cueros importados a excepción
de las suelas. Todavía a inicios del siglo veinte se importa la mayoría de los cueros para
las capelladas o parte superior del zapato. La demanda que esta industria genera impulsa
el desarrollo de las curtiembres locales y una diversificación de los cueros por ellas
producidos. Durante la Primera Guerra Mundial, al interrumpirse parcialmente las
importaciones, estos factores actúan con mayor fuerza.
En cuanto a los métodos de trabajo observamos un lento avance de la
mecanización después de 1890 y un aceleramiento de estas transformaciones a partir de
la década del veinte. El proceso de trabajo va a ser también modificado mediante el
empleo de nuevas substancias químicas que reducen radicalmente los tiempos de
curtido y modifican las labores que deben ser ejecutadas. A lo largo de este artículo
intentamos interpretar y periodizar estos cambios a partir de los conceptos de
manufactura, manufactura moderna y gran industria. La manufactura se caracteriza por
la fragmentación del trabajo manual. En la manufactura moderna dentro de esta
organización del trabajo se emplea en forma accesoria maquinaria. Cuando la
mecanización afecta al conjunto del sistema productivo que queda estructurado en un
sistema de máquinas nos encontramos ante un régimen de gran industria.
Consideramos que, pese a las dificultades que encuentra, la industria del cuero
en la Argentina no se halla, hacia la década del cuarenta, demasiado lejos de la frontera
tecnológica. Sostenemos esta hipótesis a partir de comparar la organización del trabajo
de los establecimientos argentinos con sus pares norteamericanos. Proponemos también
que en ese momento la falta de ciertos productos químicos es una de las causas
principales de la menor calidad de los cueros curtidos localmente.

2. El trabajo manufacturero a fines de siglo diecinueve

Si bien esta industria se desarrollaba en forma primitiva desde la colonia,


especialmente en algunas provincias del interior, antes del último cuarto del siglo
diecinueve no había alcanzado un alto grado de desarrollo. Se curtían pocas variedades
de cueros y el resto se importaba. Para el calzado de la campaña se empleaba un cuero
de potro de curtido rústico.1
El proceso de curtido podría dividirse en tres etapas. En las tareas de ribera
llamadas así por que antaño se realizaban a la orilla de los ríos, el cuero es preparado.
Se lo lava, depila (se le extraen los pelos) y durga (se lava y se eliminan los restos de las
sustancias que se habían usado para el depilado, así como grasas u otras materias del
cuero). La segunda etapa es el curtido propiamente dicho. En ella se expone el cuero al
contacto con distintos productos que contienen tanino (sean las cortezas, el aserrín de
ciertos árboles o, más adelante, extractos y otros productos químicos elaborados).
Finalmente, en el acabado se realizan, de acuerdo al tipo de cuero (gamuza, charol,
etc.), otras operaciones que le dan su apariencia final: un nuevo lavado y, según el caso,
teñido, engrasado o lustrado.
En 1876 en el periódico El Industrial2 aparecía una descripción del trabajo en
una curtiembre. Las operaciones de ribera requerían un esfuerzo considerable: primero
se colocaba el cuero sobre un caballete de madera de forma convexa y algo inclinado
donde, con ayuda de una cuchilla se le sacaban los restos de carne que generalmente
dejan los desolladores. Esta tarea resulta sencilla cuando el cuero está fresco; de
encontrase seco la operación se prolonga y se torna más pesada. En estos casos se debía
poner el cuero en agua fresca y limpia, repitiendo el repaso de la cuchilla y el baño hasta
ablandarlo lo suficiente.
En el siguiente paso se ubica el cuero en un piletón lleno de agua y cal bien
revuelta por 12 a 15 días a lo largo de los cuales se lo levanta y baja. Tras esto se lo
pone sobre un caballete y con una cuchilla de forma curva y filo redondeado, se practica
la depilación. El cuero pasa por otro baño de agua fresca y se lo sitúa nuevamente sobre
el caballete. Allí con una cuchilla derecha se le “rebajan” las partes demasiado gruesas.
Luego se somete al cuero a un baño de afrecho por 10 y hasta 15 días, “durante ese
tiempo debe ser continuamente sacado y repuesto después de haberlo repasado con
cuchilla curva de poco filo, para purgarlo bien de la cal.” (UGARTECHE, 1927, p. 101).
El cuero pasa por dos curtidos. En el primero se colocan los cueros en tinas
llenas de agua y aserrín de quebracho o corteza. Se los deja allí 15 a 20 días durante los
cuales “deben ser repetidamente ‘alzados’ y ‘bajados’ con mucha precaución. (...) Para
dirigir esta operación es necesario tener conocimientos prácticos del arte, siendo estas
operaciones de las cuales depende todo el buen éxito del trabajo del
curtidor.”(UGARTECHE, 1927, p. 101). Es necesario cuidar el cuero para no exponerlo
a pudrirse y controlar que tome siempre en toda su superficie el mismo color, lo que
indica una recepción pareja del ácido tánico.
En el segundo curtido se dejan los cueros en las piletas entre 45 días y tres
meses. Se desparrama en el fondo de la pileta una superficie de aserrín de un espesor de
un centímetro (esta medida varía según el grosor del cuero). El operario debe asegurarse

1
Esta sección se escribe en base a la información del texto de Félix Ugarteche (1927).
2
Los datos de este acápite, salvo mención en contrario, se obtuvieron de Ugarteche (1927) Este autor
reproduce el fragmento de El Industrial al cual referimos.
que haya la misma cantidad de aserrín en todas partes. El cuero se pone bien extendido
con la flor (la parte exterior del cuero, que no ha estado en contacto con la carne del
animal) hacia abajo. Las extremidades desiguales y más delgadas deben doblarse
cuidadosamente, procurando que se conserve el aserrín en los pliegues. Se pone más
aserrín sobre el cuero y se deposita otro encima. Así se coloca un cuero sobre otro hasta
llenar la pileta.
Según Ugarteche, de quien tomamos la descripción, el cronista no habría relatado las
operaciones del acabado para resguardar “los secretos del oficio” ( UGARTECHE, 1927,
pp. 101-104). En efecto, tanto los trabajos de ribera como los de acabado eran
sumamente variados. Cada curtidor aplicaba en ellos su creatividad y guardaba celoso
secreto acerca de las fórmulas empleadas.3
La proporción de tanino que se debía usar para cada tipo de cuero y en cada
momento del año siguió siendo variable y fue por bastante tiempo uno de los
conocimientos importantes de los técnicos especializados. En el siglo XIX, los
curtidores sabían decidir las proporciones adecuadas para cada circunstancia. Además
reconocían sin auxilio de instrumento técnico alguno, la concentración tánica de un
líquido, con sólo probarlo, como lo muestra la anécdota del descubrimiento de las
propiedades curtientes del quebracho: poco después de la Batalla de Caseros (1852) un
curtidor genovés propietario de una pequeña curtiembre ve salir de los desagües de un
aserradero cercano agua de color rojizo similar a la que se usa para curtir y se la lleva a
la boca, forma en que reconocían la concentración de tanino en un líquido “.. pues los
curtidores de antaño sólo conocían como areómetro el paladar.” (UGARTECHE, 1927,
p. 42).4
Podemos caracterizar las curtiembres argentinas anteriores a 1890 como talleres
manufactureros. Es decir se trata de establecimientos donde el viejo oficio artesanal
sigue siendo la base de la organización laboral. No se han modificado los métodos
tradicionales sólo comienza a fragmentarse el trabajo.

3. La manufactura moderna y el acortamiento de los tiempos de producción


(1890-1920)

En las descripciones correspondientes a la década del setenta del siglo


diecinueva no aparecía ninguna forma de trabajo mecánico. 5 El proceso de producción
insumía mucho tiempo y mano de obra. Paulatinamente en las últimas décadas del siglo
diecinueve comenzaron a emplearse medios mecánicos y nuevos productos químicos
que redujeron los tiempos del proceso y la cantidad de trabajo incorporado. Sin
embargo, el empleo de maquinaria complementa el trabajo manual y no lo remplaza
todavía en forma completa. Por ello, consideramos que esta etapa corresponde a la
manufactura moderna. La manufactura moderna es una etapa de transición hacia la
gran industria que ya implica la presencia de un sistema de máquinas que estructure el
conjunto de la producción.
En 1878 se importa la primera máquina de refender (dividir) cueros. Para ello,
Tomas Luppi debió realizar dos viajes a Europa. En el primero no consigue lo que había
ido a buscar (pareciera que en ese momento Estados Unidos era el único país que
contaba con esta máquinas y las tenía guardadas en secreto). En el segundo viaje a París
3
Ugarteche transcribe también la descripción del trabajo en una curtiembre de 1870 que le dictara Pedro
Hourcade, un antiguo propietario. El cuadro que pinta resulta muy similar al que surge de la nota
publicada en El Industrial. Añade el dato que los cueros se adquirían directamente de los matarifes.
4
Esta anécdota también es referida por Panzini (1945)
5
Por su parte, Santiago Bletscher y Cía, compañía fundada en 1846 fue la primera en moler quebracho
con el fin de obtener aserrín, para lo cual importó de Europa una máquina especial.
se hace finalmente de la máquina, pero, como la misma era de reciente invención y muy
imperfecta, una vez en la Argentina le costó mucho hacerla funcionar. La misma dividía
10 a 80 cueros por día de trabajo “que hoy lo hace la Americana en sólo una hora”
(UGARTECHE, 1927, p. 48). Estos esfuerzos por incorporar maquinaria a pesar de las
dificultades aparecen también en otras industrias estudiadas.6
Hasta 1880 pocas suelas eran curtidas en Buenos Aires. La mayoría eran traídas
de Salta o Tucumán.( UGARTECHE, 1927, p. 54) Los productos de las escasas tenerías
porteñas no eran buenos. Por entonces, se consideraba que el agua de la ciudad era el
causante de esta deficiencia. Hacia 1882 Gaggino Lauret era la curtiembre más
importante del país. Fue la primera en hacer charoles y becerros box-calf (becerros al
cromo). El primero de junio de 1894 la Revista Halle Aux Cuirs explicaba la caída de
las exportaciones de cuero de becerro a la Argentina por la importancia que había
adquirido la producción local. Mencionaba específicamente esta firma y alababa tanto la
calidad de sus productos como la perfección de su maquinaria. En 1882 esta curtiembre
contaba con máquinas de prensar y partir suelas, para zurrar, lustrar y gravar los cueros,
entre otras (UGARTECHE, 1927, p. 56).
Efectivamente, esta tenería es el ejemplo más claro de cómo había avanzado la
mecanización. Hacia 1890 la misma contaba con dos calderas que transmitían vapor a
tres motores. Un dínamo daba luz a 80 lamparitas y ponía en movimiento 78 máquinas.
Muchas de ellas pertenecían a la primera etapa del trabajo, la ribera, como la máquina
empleada para dividir los cueros ya mencionada. “No menos ingeniosas son las
máquinas para arrancar mecánicamente los pelos que cubren la piel y las partículas de
carne y gordura que siempre llevan adheridas por su parte interna. Funcionan también
allí otras máquinas que soban y suavizan el grueso cuero de novillo, cual si fuera una
hoja de papel. Otras máquinas extraen la cal de los poros de los cueros vacunos; otras
arrancan la carretilla de las pieles lanares; otras comprimen la suela y la endurecen, etc.”
A su vez, también el acabado comenzaba a mecanizarse: “De treinta pasan las máquinas
destinadas a colorear, lustrar y granear las pieles ya curtidas” (UGARTECHE, 1927, p.
56-57).
Después de 1895 las curtiembres empiezan a evolucionar “de manera
sorprendente” porque comienza a emplearse el curtido mineral. El mismo simplifica el
procedimiento y disminuye el tiempo de producción: “el curtido al cromo realiza en
contadas horas mientras que con la corteza se necesitarían meses”. (UGARTECHE,
1927, pp. 61-62). La evolución de los métodos de trabajo puede evaluarse en el largo
plazo mediante la comparación del tiempo que cada uno requería: si hacia 1880
resultaban novedosos los sistemas de curtido rápido en base a cortezas u hojas que
demandaban tan sólo tres o cuatro meses;7 más tarde con el sistema al cromo se reducirá
el tiempo todavía más, a cuestión de días.
Un segundo momento de cambios se inicia con la Primera Guerra Mundial. En
ese contexto, impulsado por la demanda de las fábricas de muebles y zapatos que ya no
podían abastecerse de productos importados, las curtiembres empiezan a elaborar una
mayor variedad de cueros (UGARTECHE, 1927, p. 76). Al mismo tiempo, comienzan a
producirse en el país maquinaria e insumos para el sector. Los grandes consorcios y

6
En la industria del calzado existían dificultades por la carencia de repuestos, como de técnicos que
explicasen a los industriales los procedimientos. Inicialmente también debieron enfrentar cierta
resistencia obrera. (KABAT, 2005, cap. 3.)
7
El periódico La Libertad había publicado una nota donde comentaba el novedoso método empleado en
Italia para curtir cueros en pocos meses (4 a 6). Ante esto Videla, propietario de una tenería y una fábrica
de calzado, contesta al periódico que en la Argentina se lograba curtir en sólo tres meses empleando la
corteza del urupay o del quebracho (UGARTECHE, 1927, p. 112).
empresas de industrias auxiliares norteamericanas y europeas ya habían establecido en
Buenos Aires sucursales para la venta.
Muchas de ellas provistas desde el comienzo de laboratorios,
departamentos de ensayo y personal técnico especializado (…) siguiendo la
industrialización del país varias de ellas se decidieron a instalar fábricas para
elaborar sus productos en Argentina. De esta manera, hace años que se fabrican aquí
sulfuro de sodio, ácidos orgánicos e inorgánicos, drogas para purga curtientes,
pinturas al agua…(EBERT: 1954, p.17)8
Los cambios del proceso de trabajo tienen como principal protagonista a las
sustancias químicas empleadas. A medida que ellas son perfeccionadas, se acortan los
tiempos de producción. Esto reviste gran importancia porque disminuye los tiempos
muertos intercalados en el proceso productivo y acelera velocidad de rotación del
capital. Esta es una tendencia propia de la gran industria que ya comienza a
manifestarse en esta etapa de transición. Al abandonar los métodos artesanales y
estudiarse el proceso desde una perspectiva objetiva se procuran soluciones por medio
del concurso de la ciencia y de la técnica. En este caso son los adelantos de la química
los que permiten reconfigurar el proceso productivo. La aparición de nuevos productos
químicos modificaba y simplificaba el trabajo, al reducir la cantidad de baños y lavados
a los que eran sometidas las pieles.
Otros cambios pasan por la mecanización de ciertas tareas. Contamos con una
descripción minuciosa del proceso de trabajo tal como se realizaba en las curtiembres de
la Capital Federal escrita en 1916 por un inspector del Departamento Nacional del
Trabajo (VIDAL: 1916). Allí encontramos por vez primera la mención del empleo de
furlones y piletas con aspas o molinetes. Los furlones son grandes tambores en los
cuales se introducen los cueros junto al agua y a los extractos curtientes. Estos tambores
giran en forma mecánica por medio de correas. El uso de los furlones y las nuevas
sustancias químicas van de la mano. Su uso conjunto acelera el trabajo. El curtido en
furlones elimina la operación de apilar los cueros e intercalarlos con aserrín. Esta tarea
si bien es simple, para realizarse en forma masiva implicaba una cantidad importante de
horas de trabajo (acomodar bien cada cuero doblando las partes finas, con una pala
colocarle aserrín en forma pareja y así sucesivamente con 50 o 60 cueros por pileta).
Con el nuevo método los cueros se introducen juntos sin mayor cuidado en el furlón. Al
mismo tiempo los furlones eliminan el trabajo de “levantar y bajar” o hacer girar los
cueros en las piletas. Por todo esto se considera que: “El curtimiento con extractos al
batán, produce de un modo racional, con la mayor economía posible de mano de obra,
tiempo y capital invertido, un cuero de calidad excelente”( UGARTECHE: 1927,
p.142).

8
A su vez, algunas curtientes fabricaban algunos de estos productos. Por ejemplo, La Francia Argentina,
fabrica su propio bisulfato de sodio. Esta evolución es similar a la que se produce en la industria del
calzado.(KABAT, 2005).
En la etapa de ribera9 la novedad que detectamos en esta descripción de 1916 es
el empleo de piletas de molinete para el durgado: luego del depilado y en piletas de
molinete se hacen girar las pieles con cal durante cuatro días, durante los cuales el agua
debe irse renovando. Se trata de piletas con aspas que se mueven mecánicamente. Con
este procedimiento se logra “durgar” el cuero para quitarle todas las impurezas.
También se consigue que se dilaten las fibras y así se prepara el cuero para que reciba
con más eficacia el curtido.
El curtido propiamente dicho varía según el tipo de cuero a preparar. Si las
suelas se curten con con aserrín de quebracho se emplean molinetes de forma ovalada
donde se ponen las pieles con el aserrín y se las hace girar por 10 días. Luego se coloca
en piletas especiales un cuero sobre otro separados por una capa espesa de aserrín hasta
llenar la pileta. Se les hecha agua limpia, con ello el aserrín despide tanino y
paulatinamente se va curtiendo el cuero. Esta operación dura 30 días.
Un segundo método, conocido como “curtido rápido”, se realiza directamente
con extracto de quebracho. Los cueros se ponen en un furlón con esta sustancia y se los
hace girar durante 6 a 8 horas. Pero los cueros así curtidos resultan más quebradizos y
de menor resistencia que el que se curte lentamente. Luego de curtidos las pieles se
lavan, se secan y se planchan.
El cuero para capelladas de zapatos es curtido de otra forma: se usan otros
productos químicos durante 3 ó 4 horas. Luego viene el teñido en negro u otros colores,
el estirado, planchado, lustrado, etc. Si se quiere obtener cueros vacunos más delgados
se los pasa por la máquina “Hender” que saca de 1 cuero 2, 3 y hasta cuatro distintos.
Una vez adelgazado se lo prepara para recibir una capa de barniz. Luego es “granado”:
por medio de una máquina se le imprime el dibujo que desea dársele para las distintas
imitaciones (carpincho, cabritilla, cocodrilo).
Otros cueros más delicados exigen más trabajo: el charolado se lo adelgaza a una
medida entre un mililímetro y medio a medio milímetro. Se lo estira sobre una mesa de
mármol para plancharlos aplicándoles varias capas de grasa para suavizarlos. Una vez
listos se los estira en catres de madera y se les aplica una capa de pintura compuesta con
aceite de lino cocido. El cuero necesita 4 ó 5 manos de esta pintura hasta quedar bien
cubierto. Luego con la máquina de granar ya mencionada se le imprime el dibujo
adecuado.
En esta descripción ya aparecen las piletas de aspas o molinetes que eliminan el
trabajo manual de movimiento de los cueros o el uso de furlones tanto para el curtido
como para las tareas previas. Fuera de esto sólo se menciona a la máquina de cortar
9
En el depilado no aparecen diferencias: se emplea el sulfato de sodio y cal. El método más común era la
inmersión de los cueros en la sustancia, sistema más sencillo mediante el cual los pelos caían por si
mismos. La otra alternativa era la aplicación con pincel, procedimiento más lento y costoso, pero que
permitía el aprovechamiento del pelo. En un libro que compila distintos relatos orales de una familia
obrera se narra cómo se realizaba la depilación en un lavadero de lanas. Allí Josefina Gomez, esposa de
Anibal Villaflor relata que “Para el año 40 entré a trabajar en la Lanera Argentina. (...). Yo estaba en el
peladero que era el lugar donde se envenenaban los cueros y se les extraía el pelo. El proceso era así:
sobre una mesa estirábamos los cueros recién lavados y con unos trapos grandes como un brazo,
previamente empapados en un líquido venenoso que teníamos en unos tachos al lado de las mesas, se
mojaba todo el cuero bien empapado: luego, había que arrancar el pelo con nuestras propias manos. El
cuero tenía que quedar bien limpito, porque si quedaba con algún pelo nos lo mandaban para atrás y lo
teníamos que hacer de nuevo, junto al reproche del capataz. Tal era el ritmo bárbaro de trabajo, que el
capataz se ponía al lado de nuestras mesas con el reloj en la mano para medir perfectamente cuántos
cueros envenenábamos por hora. En el peladero éramos verdaderas esclavas...¿sabe lo que pesaban los
cueros recién sacados de los piletones cuando los teníamos que llevar a las mesas? Y eso que lo hacíamos
entre dos mujeres.” Josefina Gomez cuenta también que al verla flaca la despidieron creyendo que se
encontraba tuberculosa, cuando en realidad estaba embarazada. Testimonio reproducido en
(ARROSAGARAY, 1993, pp. 101-104).
“Hender”, otra dedicada a estampar el cuero logrando una imitación y una tercera de
lustrar (mencionada en el curtido de charoles). Otra mención a la maquinaria de las
curtiembres aparece en el reglamento interno de una ellas que establece la necesidad de
su limpieza diaria por parte de los obreros. 10 El acabado, sobre todo, en el caso del
charolado muestra la continuidad del trabajo manual.

5. Los albores del régimen de gran industria

Hacia mediados de la década del veinte se extiende el uso de furlones y de


nuevos productos químicos, al mismo tiempo que avanza la mecanización en la etapa de
acabado de los cueros. En la descripción que realiza Ugarteche en 1927 se observa un
afán por estandarizar los procesos y los tiempos de las tareas. Anhelo no siempre
satisfecho a pesar del empeño puesto en ello por los directores técnicos de las grandes
curtiembres. Pareciera que al menos en las curtiembres más importantes nos
encontramos en los inicios del régimen de gran industria, pues finalmente se avanzado
hacia la mecanización del conjunto del proceso. Sin embargo, en algunos tipos
específicos de cueros, como en las curtiembres de menor producción la organización del
trabajo sería más primitiva. Resumimos aquí el cuadro que ofrece Ugarteche.

a. Trabajo de ribera
Se comienza por reblandecer el cuero en un baño de agua con antiséptico,
primero en piletas y luego en batán. Las horas dedicadas a esta tarea se encuentran
sujetas a la decisión de los técnicos y varían según los cueros y las temporadas del año.
Técnicos de la curtiembre Francia-Argentina, una firma muy preocupada por la
estandarización del proceso plantean que: “La práctica nos ha obligado a unificar casi
de un modo absoluto las diferentes operaciones de los trabajos de ribera (...) Sólo
dejamos subsistir una diferencia particular en cada caso y ésta es la del
reblandecimiento de las pieles” (UGARTECHE : 1927, pp. 121 y 122).
El producto usado para el depilado es la cal. Allí la suspensión y agitación
mecánica de las pieles acelera la labor. Los cueros pasan luego durante una hora por
furlones de lavado. Según Ugarteche, el depilado a mano es poco común. En cambio, se
usan las máquinas descarnadoras, las cuales operadas por dos hombres pueden pelar
entre 1600 a 3000 cueros por día. Los hombres sólo tienen que extender las pieles sobre
un tablero de caucho que corre a lo largo del cilindro. Algunas máquinas tienen
dispositivos que envían chorros de agua y lavan el cuero al mismo tiempo. El trabajo
puede completarse a caballete, allí se extraen los tejidos y nervios adiposos que
pudieran haber quedado. Cabe señalar que si bien persiste, el trabajo del caballete se
limita muchísimo. Antes pasaba tres o cuatro veces por caballetes en distintos
procedimientos para los cuales se empleaban diferentes tipos de cuchillas. Con el uso de
furlones y de la máquina descargadora el trabajo a caballeta sólo complementa la labor
mecánica. Esto no quita que en curtiembres más chicas sin esta maquinaria, toda la
operación dependiera del trabajo 4manual en los caballetes. No se trata de cambios
menores, pues el trabajo en los caballetes debía ser el que mayor mano de obra insumía.
Incluso, después de estos cambios, esta actividad seguía concentrando la mayoría de los
trabajadores, a juzgar por las fotografías que acompañan la descripción de Ugarteche.

10
El reglamento de trabajo de la Peletería Argentina (según Vidal, la única de capital Federal que poseía
uno hacia 1916) tiene reiteradas menciones a las máquinas. Se trata de multas por dañarlas, la obligación
de limpiarlas todos los días y la necesidad de hacer una limpieza más a fondo para lo que tienen
destinados 20 minutos del sábado (VIDAL, 1916. p., 12).
El desencalado se realiza en piletas con agitador de paletas y sistema de vapor
para calentar el agua. En la curtiembre la Francia Argentina se usa el bisulfato de sodio
porque sirve para todas las pieles. Se trata de “ un procedimiento que se presta en forma
general para todas nuestras pieles sin tener que entrar a especializar sistemas para cada
calidad o naturaleza diferente que a la larga significa un trabajo engorroso y de difícil
contralor” (UGARTECHE, 1927, p. 134).

b. Curtido
Tal como sucedía en la década anterior el curtido se efectuaba en furlones. El
batán mueve una masa de 2500 kilos entre pieles y solución con extracto. Tiene un
mecanismo automático de inversión que hace que dé un número determinado de vueltas
para un lado y luego pase a girar en sentido contrario. Un técnico señala que no es
posible establecer reglas fijas respecto a los plazos de curtido ni a la concentración
inicial y final de las substancias curtientes en el líquido. Esto nos muestra que a pesar de
los avances en la estandarización de los procesos, ésta no se había completado aún.

c. acabado
La desecación de los cueros puede efectuarse “al aire” (casi ya no se usaba) o
por procesos mecánicos. Éstos pueden involucrar el uso de ventiladores o de los más
modernos secadores de aire comprimido. El engrase de los cueros a muñeca (sobre el
banco de trabajo se frotaba la piel húmeda con una muñeca o trapo engrasado), había
sido abandonado en la mayoría de las curtiembres. En cambio, se había generalizado el
procedimiento al batán, que logra una absorción más regular con menos mano de obra y
tiempo.
También el zurrado puede realizarse a mano o a máquina. Lo mismo ocurre con
el raspado. El raspado a mano es difícil y lento. Exige operarios hábiles En cambio el
raspado a máquina es mejor, con este sistema se raspan 120 a 240 pieles en 8 horas. El
esmerilado se realiza a máquina, que consta de unos tambores recubiertos de papel
esmeril; las más perfectas tienen un cepillo rotativo.
El zurrado manual se reserva para ciertas pieles delicadas. Se toman los cueros
por los extremos, a veces se los sujeta con las rodillas para aumentar la tensión y se los
pasa por una hoja de acero con filo embotado y en forma de media luna. La máquina de
zurrado consta de un brazo palanca que da un movimiento de vaivén sobre un tablero.
Tiene en uno de sus extremos dos rodillos superpuestos entre los cuales se sujetan los
cueros, mientras un hierro especial recorre la parte de la flor, comprimiéndola. El otro
extremo de la piel se sujeta por medio de pinzas automáticas o es sostenido por el
operario.
Con el alisado se busca dejar el cuero liso y brillante, resaltar el veteado y avivar
los colores. La tarea es manual. Se usan aprestos para abrillantar (un “apresto muy
conveniente” se realiza con 88 partes de agua y dos claras de huevo) (UGARTECHE,
1927, p. 150). Con una esponja se extiende el apresto en capas muy suaves. Luego se
hace secar el cuero muy rápidamente a elevadas temperaturas. Si fuera necesario se
repite la operación.
El abrillantado se realiza con una máquina con un brazo palanca similar a la de
zurrar. El brazo tiene en su extremo pinzas que sujetan un cilindro de vidrio o ágata que
se emplea para abrillantar el cuero. Ciertas variedades de cueros implican otras tareas,
algunas manuales y otras mecánicas como el granado. Los cueros que han de teñirse
primero deben ser decolorados (por inmersión, con escobilla o esponja). El teñido
generalmente se realiza en el batán (aunque hay también otras máquinas). Se podía
emplear también un sistema de curtido “cromo –cromo” que curte y tiñe en el mismo
paso, eliminando tareas.
En síntesis, a mediados de la década del veinte observamos un avance
importante de la mecanización. Al menos en las principales curtiembres y para la
mayoría de los cueros producidos el proceso se había objetivado. En estos casos las
tareas manuales que subsisten sólo complementan la labor de las máquinas, corrigiendo
o completando su trabajo. Podemos hablar en estos casos de una incipiente gran
industria.
Pero, al mismo tiempo, en curtiembres menores y para ciertos tipos especiales de
cueros persiste un mayor número de tareas que manuales. Estos establecimientos no han
completado la transición a la gran industria y permanecen en el estadio de manufactura
moderna. Lamentablemente no existen datos que nos permitan mensurar el peso relativo
de ambos regímenes de trabajo. Esta dualidad se manifiesta tanto en la descripción del
trabajo que hace Ugarteche quien reseña en muchos casos los dos métodos alternativos
como en las fotografías que ilustran su obra. Las mismas retratan tanto actividades
mecánicas como manuales. Entre estas últimas encontramos una foto de la sección
charolería vemos a 21 obreros trabajando a mano en los cueros. En una segunda foto se
observa a los cueros en los catres sobre caballetes y uno o dos hombres por cuero
entintándolos a pincel o realizando otras actividades manuales. También aparece una
imagen del secado al aire de los cueros (charoles recibiendo el último secado al sol). En
los mismos catres son depositados directamente sobre el suelo de un gran patio de la
curtiembre. Como hemos señalado, de acuerdo a las fotos, la actividad que más obreros
implicaba era el trabajo en los caballetes.

6. Un ejercicio de comparación con la industria norteamericana

A pesar de encontrarse en un país ganadero las curtiembres argentinas en


muchos casos debieron trabajar con cueros crudos de menor calidad a los empleados en
otros países. Efectivamente este fue un problema que las curtiembres locales
enfrentaron desde sus inicios. Tanto los fabricantes de calzado como los curtidores se
quejan continuamente de la baja calidad de los cueros crudos. La misma estaría dada
por las marcas a fuego, los daños que la garrapata ocasiona sobre la piel y los rayones
producidos cuando el animal se rasca, sea con arbustos espinosos o con alambres de
púa. En segundo lugar, los cueros podían desvalorizarse a causa de un mal desuello. Los
industriales acusan a los terratenientes de “desidia” por no ocuparse del problema de las
marcas ni de obtener un mejor desuello.
Durante el siglo diecinueve, las quejas sobre el mal desuello atañían al conjunto
de los cueros obtenidos en el país. La situación cambia ya en el siglo veinte pues los
frigoríficos al ocuparse de la actividad a gran escala van mejorar el desuello. El personal
se encuentra especializado y trabaja con herramientas adecuadas que facilitan su labor.
También un mejor control sobre el trabajo y sistemas de premios y multas favorecen un
mayor cuidado en la tarea.
Los investigadores de la Fundación Armour señalan que en el país existen
buenos cueros, pero los mismos no llegan a las curtiembres locales porque se exportan.
Los frigoríficos practicarían un mejor desuello y faenarían a los mejores animales, de
las mejores zonas, alimentados mejor, de zonas no afectadas por la garrapata y carente
de arbustos espinosos (CPI: 1944, pp. 16-18).11

11
La comisión destinada a realizar el estudio consideraba que el problema de los arbustos no podía
solucionarse, pero que sí se podían eliminar los parásitos. En ese sentido resalta la labor del Ministerio de
Agricultura y la instalación de bañaderos para ganado (CPI: 1944, p. 18).
“Gracias a la selección implícitamente efectuada por los frigoríficos los
cueros argentinos son altamente estimados en el mercado mundial.
Desgraciadamente la mayor parte de la materia prima de las curtiembres nacionales
es del tipo ‘campo’.”(CPI: 1944, p. 16)
Los cueros tipo campo son los faenados en las mismas estancias. En un artículo
destinado a evaluar los obstáculos que dificultan el desarrollo de la industria argentina
del curtido el ingeniero Hugo Panzini plantea argumentos similares a los vertidos por
los investigadores norteamericanos. Señala que en las estancias el desuello se realiza en
malas condiciones. En cambio, en los frigoríficos cuyos cueros se exportan, “el personal
está especializado, vigilado por capataces y la imperfección de su trabajo redunda en su
perjuicio” (PANZINI, 1947, p. 24). Esto estaría confirmado por un curtidor
norteamericano que importaba cueros crudos de Argentina planteaba que:

“No hay que objetar respecto a los cueros argentinos que conceptuamos tan
buenos como los de aquí. El desuello es óptimo, particularmente el de los cueros que
provienen de plantas frigoríficas. No estamos familiarizados con los de ‘carnicería’ y
‘campo’, pero nos imaginamos que presentarán tajos como los de este país.” (DEL
RIO y GOMEZ PALMES, 1943, pp. 24 y 25)
Ante la exportación de los mejores cueros los curtidores y la Cámara de la
Industria del Calzado promueven medidas para mejorar los cueros disponibles en el
mercado local sin demasiado éxito. La escasa producción de las estancias y otros
lugares donde los animales son sacrificados y desollados en pequeña escala tornaban
difícil la estandarización y el perfeccionamiento del proceso. 12Otras propuestas como la
eliminación absoluta del alambrado en los campos resultaban aun más utópicas.
En síntesis, en el siglo veinte en la Argentina se obtienen cueros crudos de dos
calidades diferentes: los que se producen en los frigoríficos y los cueros de campo
faenados en estancias por peones no especializados. Estos últimos involucran animales
de segunda calidad con cueros ya dañados por las garrapatas y con raspones
provenientes de alambrados o arbustos. Los primeros se exportaban y sólo los cueros de
campo eran destinados al mercado interno. Naturalmente, los frigoríficos preferían
exportar grandes partidas en vez de negociar con las curtiembres locales que,
comparativamente eran pequeñas compradoras.
Hacia 1910 la las curtiembres argentinas a diferencia de las norteamericanas
elaboraban casi exclusivamente suelas. Algunas tenerías producían también distintos
cueros para capelladas de calzado. Un informe norteamericano sobre las curtiembres
argentinas afirmaba que: “Hablando en general, fuera de las pequeñas industrias
(aquellas cuya producción diaria es menor a 40 ó 50 pieles) las tenerías en la Argentina
es tan más o menos equipadas con maquinaria moderna para curtiembre de fabricación
americana, alemana, inglesa y francesa” (BUTMAN, 1910, pp.27-28).13

12
La Cámara de la Industria del Calzado envía una serie de memorandos al Ministerio de Agricultura. En
ellos pide la modificación del sistema de marcas vigente, recomienda las marcas de poco fuego, de no
más de 10 cm. También critican los alambres de púa y el mal desuello. (DEL RIO y VIDIRI: 1941, p. 84,
88 y 151). En la fuente figura un resumen de la actuación de la Cámara bajo cada una de sus direcciones.
En estas reseñas aparece en forma reiterada la propaganda y gestiones en pos de modificar el sistema de
marcas. La misma información se reproduce en (CÁMARA DE LA INDUSTRIA DE CALZADO, 1935,
p. 19) donde plantean que están a favor de la supresión competa del alambrado. este tema también es
tratado por (TRUCCO,1949).
13
En ese momento la curtiembre más grande producía diariamente 500 pieles, 8 tenerías curtían a diario
200 pieles cada una, y 15 establecimientos tenían una producción diaria de 100 cueros (BUTMAN: 1910,
p. 29). Entre las firmas que abastecían de maquinaria a la industria podemos mencionar a la USMCO
Respecto al método empleado en el curtido de suelas este informe refiere a la
combinación del quebracho14 con el extracto de roble. A finales de la década del veinte,
Ugarteche sostenía que en la Argentina se empleaban los mismos procedimientos que en
otros países. Así afirma que: “no existe producto ni invención de que carezcan nuestros
establecimientos, a punto tal que con solo el intervalo de un par de semanas posee el
mercado argentino las últimas preparaciones argentinas o norteamericanas.”
(UGARTECHE, 1927, p. 82)
Después de 1930 esto va a cambiar. Durante la década del treinta y del cuarenta
aumenta la diferencia entre los métodos de curtido locales y los internacionales debido a
crecientes dificultades para adquirir los insumos, primero por su elevado costo de
importación agravado luego por las dificultades de abastecimiento durante la Segunda
Guerra Mundial. De este modo, cuando los curtidores locales encuentran mejores
posibilidades de insertarse en el mercado mundial es cuando más sufren la carencia de
insumos.
Ante los cambios del comercio internacional en la Argentina surgen a inicios de
los cuarenta proyectos para el desarrollo de una industria exportadora que pudiera
insertarse en el mercado estadounidense.15 En este contexto se crea la Corporación Para
la Promoción del Intercambio. Esta entidad promueve diversas medidas para la elevar la
productividad de ciertas industrias argentinas con el objetivo de incrementar sus
posibilidades de inserción en los mercados externos, en especial el norteamericano. La
CPI impulsa una serie de estudios comparativos de la industria argentina y
norteamericana. En lo que respecta a las industrias del cuero se realizan dos estudios.
Uno es encargado a la Fundación Armour de Chicago que envía expertos a la Argentina
para hacer un diagnóstico de las curtiembres locales. En forma complementaria la CPI
promueve un viaje de empresarios argentinos a Estados Unidos para que tomen
conocimiento directo de los métodos de trabajo, así como de las pautas de
comercialización vigentes.
Gracias a esta iniciativa contamos entonces con dos estudios que comparan la
industria del cuero en Argentina y en Estados Unidos. Uno es producido por argentinos
que viajan a EEUU; el otro, por especialistas norteamericanos que estudian las
curtiembres argentinas.
Los argentinos encargados del estudio son Fortunato del Río y Julio Gomes
Palmes representantes de la Cámara Argentina del Calzado y de la Cámara Gremial de
Curtidores,16 respectivamente. Si bien reseñan algunas diferencias en los métodos de
trabajo empleados, sostienen que la principal disparidad resulta de los distintos
productos químicos utilizados. Los cueros que se usan como insumos son iguales y “las
diferencias que luego resultan se deben a los métodos y fórmulas empleadas para el
curtido; más lo segundo que lo primero.”(DEL RIO y GOMEZ PALMES, 1943, p. 11).

firma norteamericana dedicada principalmente al comercio de maquinaria para la industria del calzado.
Más datos sobre esta compañía, una de las primeras firmas estadounidenses en establecer filiales en Sud
América: (PHELPS, 2006; KABAT, 2005).
14
Como el extracto de quebracho había comenzado a exportarse su costo parece alto al curtidor argentino
(BUTMAN, 1910, p. 29). Este informe también refiere al problema de la calidad de los cueros empleados
ya que los mejores, como ya hemos explicado, se exportaban.
15
Sobre la gestión de Pinedo y el CPI ver: (CRAMER, 1998 y LLACH, 1984).
16
La Cámara Gremial de curtidores fue creada el 10 de octubre de 1939. La primera actividad que tomó
en sus manos fue una campaña por la modificación del tipo de cambio que se aplicaba a la exportación de
cueros curtidos. Por esta época funcionaba otra entidad representativa de los industriales del sector era la
Unión Industrial de curtidores de Avellaneda. Ambas entidades se unifican recién entre 1947 y 1948.
(GOLDENBERG, 1953, pp. 80-83).
En el curtido de suelas encontramos la mayor disparidad. Por una parte las
tenerías argentinas no emplean mejoradores curtientes vegetales.17 En cambio, utilizan
solo extracto de quebracho. Esto representa una involución frente a décadas previas
cuando se lo complementaba con extracto de roble.
En las tareas de preparación en Estados Unidos se obtenían mejores resultados
gracias a la superioridad de los productos utilizados. Lo mismo ocurre en la etapa final.
En particular se señala el empleo de mejores tinturas. Se emplean resinas que penetran
más fácilmente en las fibras, formando una capa más delgada. El cuero resulta, de este
modo, más elástico y se estira mejor al armar el calzado. Un producto que no se
empleaba en la Argentina, por ejemplo, era el circonio que servía para obtener una
coloración blanca más perfecta.
Los juicios del informe Armour son concordantes con los de Gomes Palmes: se
señala que “muchos de los perfeccionamientos no han podido ser adoptados debido a
los altos precios de los productos químicos”. Se propone una actualización de las tarifas
aduaneras que permita importar estos productos a menor costo (algunos tenían un 42%
de recargo) pues se consideraba que “Para que los curtidores argentinos tengan
probabilidades de sobrevivir a la competencia en el extranjero, deben disponer de las
materias primas a un precio que por lo menos no sea superior a los precios de los
competidores” (CPI, 1944, pp. 15 y 16).
En cuanto al proceso de trabajo destacan tres diferencias. En Estados Unidos se
habituaba curtir por separado las distintas partes de la piel. Las barrigas que luego se
destinan a las plantillas se recortan y se curten por método un más sencillo y rápido y
por ende barato. En cambio, los cueros en Argentina se curtirían enteros en un sistema
demasiado rápido.18 En segundo lugar, las máquinas de planchar empleadas en la
Argentina son iguales a las europeas que prensan demasiado los cueros, aunque algunas
firmas ya habían instalado planchas hidráulicas según la práctica norteamericana.
Para el teñido se emplean en Estados Unidos modernas máquinas de entintar con
cepillos tintoreros. Algunas fábricas cuentan también con una máquina-pistola, pero
“por su extraordinaria rapidez sólo es aconsejable para grandes producciones”. Después
del teñido mecánico los cueros pasan a una cinta transportadora de 40 pies de largo.
Durante su recorrido operarios controlan la uniformidad del teñido y lo completan a
mano, si fuera necesario. Al final de la cinta un obrero toma los cueros y los coloca en
un túnel estufa con mecanismo transportador por una hora donde se secan. Los
fabricantes norteamericanos prefieren el uso de la cinta aunque trabajen a mano porque
consideran que aumenta la eficiencia. También se menciona una máquina de granear de
mayor productividad que la usada en la Argentina. Debemos aclarar que lo que se
describe aquí son los establecimientos más avanzados. Los industriales argentinos
señalan que otras curtiembres norteamericanas no alcanzan el mismo nivel de
organización del trabajo.
Fuera de estos puntos donde hay una fuerte coincidencia entre la evaluación de
los dos informes, los investigadores norteamericanos que estudiaron las curtiembres
argentinas señalan como un obstáculo su bajo nivel de concentración económica.
Plantean que las curtiembres argentinas son “pequeños establecimientos”. Consideran
importante el desarrollo de un órgano gremial poderoso que luche contra la competencia
desleal (CPI: 1944, pp. 12 y 21).
17
Coyunturalmente algunas firmas norteamericanas también estaban abaratando la producción por carecer
de algunos extractos, en particular la mimosa importada de África.
18
¿Nos preguntamos si la menor escala de producción no haría menos rentable este procedimiento? Esto
mismo podría explicar las diferencias en el depilado. Si bien en la Argentina se emplea en ocasiones la
cal, es más común el uso del bisulfato de sodio que no permite industrializar los pelos, lo cual es menos
grave a una menor escala de producción.
Otro señalamiento de los investigadores de la fundación Armour que no se repite
en otros estudios es la necesidad de desarrollar laboratorios químicos importantes que
puedan hallarse al nivel de la vanguardia mundial. Comentan que algunas firmas tienen
laboratorios, pero que hacen menos de los que debieran en este campo. Por una parte
señalan la falta de un seguimiento más minucioso de todo el proceso, específicamente
recomiendan un control diario del ph de los cueros. Pero sobre todo señalan que si las
curtiembres quieren alcanzar verdadera importancia no pueden continuar tratando
simplemente de imitar los progresos de la industria de otros países, sino que necesitan
desarrollar investigaciones propias.

Conclusiones.

Antes de 1890 entre las curtiembres argentinas predomina claramente el régimen


manufacturero. El proceso de trabajo seguía las tradiciones artesanales y prácticamente
no se empleaba ninguna maquinaria. Algunos establecimientos como el de Vilela por el
número de obreros empleados podían establecer niveles relativamente elevado de
división del trabajo, aunque en otros establecimientos menores esta puede haber sido
más rudimentaria.
A partir de la década del 90 comienza una lenta transición hacia el régimen de
gran industria. Dentro de las transformaciones ocurridas, el empleo de nuevas
substancias curtientes tiene tanta importancia como la introducción de maquinaria.
Ambas se complementan, reducen los tiempos del proceso y simplifican el trabajo. Los
nuevos productos favorecen también la estandarización de los procedimientos, aunque
ésta no se alcanza en forma completa y todavía deben hacerse variaciones según los
tipos de cuero o la temperatura ambiente. La sección que más tarda en mecanizarse es el
acabado de los cueros, en especial el de algunos tipos más delicados. Entre la década del
veinte y el cuarenta parece completarse el pasaje a la gran industria en las principales
firmas. Sin embargo, por entonces surge un nuevo problema relacionado con la
dificultad para obtener algunos de los insumos necesarios.
De las fuentes consultadas surge que el proceso de trabajo era muy similar al
realizado en Estados Unidos. No obstante, encontramos algunas diferencias.
En primer lugar a parece el problema de una menor escala de producción. Esto
podría explicar otros problemas secundarios. Por un lado, transforma a las curtiembres
locales en pequeños compradores en una débil posición frente a los frigoríficos que
prefieren exportar sus cueros, que son los de mejor calidad. Es posible este factor
también jugara en contra de la adopción de ciertos métodos, como la práctica de curtir
las barrigas por separado.
El problema de la falta de abastecimiento de ciertos productos químicos, en
especial de castaño o mimosa necesarios para el curtido de suelas, redunda en una
pérdida de calidad. Cabe preguntarse si la opción por métodos de curtidos más rápidos y
baratos no era razonable en un contexto donde se carecían de los productos necesarios
para obtener cueros de primera calidad.
El problema de los insumos importados nos muestra la complejidad de los
eslabonamientos industriales: en última instancia, la falta de una industria química
poderosa inhibe el desarrollo de substitutos para esos productos y frena el desarrollo de
las curtiembres argentinas. Así como inicialmente la simple disponibilidad de algunas
de las materias primas agrarias no resultaban impulso suficiente y la industria crece más
tarde impulsada por la demanda de las fábricas de calzado. En los cuarenta no basta ni
con la existencia de cueros, ni con ser la principal proveedora de extracto de quebracho.
El caso de la industria del cuero, donde aparentemente la Argentina poseía ciertas
ventajas nos dice mucho de las dificultades que enfrentan en su desarrollo los países de
industrialización tardía.

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