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Urb 127
Urb 127
Judeira Batista
Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín (URBE).
judeira.batista@urbe.edu
Adán Oberto
Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín (URBE).
aeoberto@urbe.edu.ve
RESUMEN
El objetivo de esta ponencia fue presentar algunas propuestas para tratar de
erradicar los viejos recelos existentes entre quienes se ubican en el paradigma
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pronaturalista, esto es, en el conocimiento científico más la tecnología
(tecnociencia) y aquellos que se colocan en el antinaturalista o humanista. El nudo
crítico se ha producido como consecuencia del rápido desarrollo científico-técnico
o de la multiplicación rápida de una tecnocultura, que se ha consolidado
particularmente en las ciencias duras. Es necesario, además, analizar otras
debilidades que tenemos como personas, entre las cuales resalta la satisfacción
de aspiraciones para lograr la demanda social, que está encabezada por la
reducción de la pobreza y la disminución drástica de las inequidades. Para ello,
hemos utilizado una literatura producida por algunos estudiosos del tema como,
Popper (1997, 1999); Pérez Serrano (1994); Martínez (1999); Mas Herrera (2007);
Márquez Fernández (2001), entre otros. En esta investigación de tipo documental,
el proceso dialéctico destacó la cultura científica y tecnológica, consecuencia del
aumento de la atención hacia las distintas maneras de pensar, pero también está
relacionado con la decisiva configuración global de las culturas por la continua
avalancha de innovaciones tecnocientíficas. Es innegable que uno de los mayores
retos para el siglo XXI está en comprender, valorar y manejar culturalmente la
proliferación de las innovaciones científicas y la tecnología. Como conclusión
principal se estima que la tecnociencia implica instrumentalización del
conocimiento científico para lograr innovaciones que sean comercialmente
rentables. De acuerdo al panorama existente las demandas sociales prioritarias
ocupan un lugar secundario.
INTRODUCCIÓN
Se entiende por demanda social el proceso mediante el cual un
conglomerado social concibe un conjunto de oportunidades, aspiraciones y logros
a fin de instaurar reformas sostenibles así como duraderas en el tiempo, que
redunden en un amplio bienestar social. La guía tradicional de aspiraciones para
lograrlo está liderada por la erradicación de la pobreza y la disminución drástica de
las inequidades. Las políticas más destacadas de desarrollo social están ubicadas
en el ámbito de la salud, educación, trabajo, vivienda, protección social,
infraestructura vial, y transformación de la tierra.
Desde el ángulo cultural-científico es perentorio limar los celos existentes
por el dominio del ámbito investigativo entre los que se alinean con el
conocimiento científico más la tecnología (tecnociencia o tecnocultura) y los que
defienden el lado humanístico. En el cualitativo, para estos efectos, incluimos el
paradigma crítico o crítico-reflexivo, que Pérez Serrano (1994) ubica como tercer
paradigma, denominado por esta autora paradigma de la racionalidad
emancipadora, ciencia crítica de la educación, el cual ha sido utilizado en todas las
investigaciones realizadas por los miembros de la Escuela de Francfurt.
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Los principales partidarios de este enfoque han salido del ámbito de los
marginados, por ello, los aportes están referidos al desarrollo comunitario, a la
etnografïa crítica neomarxista, a la investigación de género o feminista, a la
investigación participante, entre otros.
Mas Herrera en su obra Ensayos sobre tecnología y desarrollo endógeno
(2007), de forma cruda y sin ninguna retórica que las enmascaren plantea varias
interrogantes que compartimos. ¿Qué va adelante del progreso social, el
desarrollo o la tecnología? ¿Es concebible el desarrollo social sin un patrón
tecnológico avanzado? ¿Puede el desarrollo social estar sesgado por la tecnología
o más apropiadamente por la tecnociencia? ¿Es la tecnociencia neutra en relación
con el desarrollo social?
ANTECEDENTES
Se ha intentado y se continúa intentando la internalización cultural de dos
tendencias, la pronaturalista y la antinaturalista, a pesar de la aceptación del
concepto de autoridad científica frente a realidades que han servido para que siga
existiendo un nudo crítico entre ambos paradigmas. Una explicación coherente es
el rápido desarrollo científico-tecnológico o la multiplicación rápida de una
tecnocultura, que se ha consolidado particularmente en las ciencias duras.
El argumento sustentado por el vienés Karl Popper es que las explicaciones
en las ciencias sociales son muy similares a ciertas explicaciones físicas. En tal
sentido (Popper, 1997) afirma ―el asunto de las explicaciones o predicciones en las
ciencias sociales presenta problemas que no se encuentran en las ciencias
naturales‖ (p. 384). Hubo momentos en que se pensó que la ciencia social
avanzaría más rápidamente que la ciencia natural. No obstante, los trabajos de
Galileo y Newton en el ámbito de la física y posteriormente los de Pasteur en el
campo de la biología, dieron a la ciencia natural un avance inusitado sobre la
ciencia social.
En este orden de ideas, creemos que no es conveniente para las ciencias
sociales, la tendencia que ha llevado al intento de copiar el método experimental
de la física para extrapolarlo a las ciencias sociales, en virtud de que no es posible
aplicar el método experimental al campo social; los resultados así lo demuestran.
Todo ha obedecido a la obstinada creencia de la aplicación del método
experimental a las ciencias sociales como un interruptor mágico, que resolvería
todas las problemáticas sociales que darían como resultado una sociedad más
humana y virtuosa.
BASES TEÓRICAS
Se habla de cultura científica y tecnológica, debido, al aumento del interés
de los ciudadanos en general por todo lo relacionado con las diversas posturas
asumidas y las relaciones interculturales. Pero también tiene que ver con la
decisiva configuración global de las culturas por la incesante avalancha de
innovaciones tecnocientíficas. Es innegable que uno de los mayores retos para la
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cultura del siglo XXI está en comprender, valorar y manejar ampliamente la
proliferación de las innovaciones científicas y la tecnología. La intensificación de
las relaciones entre ciencia - tecnología a través de los tiempos, ha conducido a su
fusión como tecnociencia en el mundo contemporáneo.
En la tecnociencia destaca sobre todo la instrumentalización del
conocimiento científico para cumplir el objetivo de lograr innovaciones
tecnocientíficas comercialmente rentables. Surgió en los últimos 25 años del siglo
XX, especialmente por el interés de las grandes empresas de EEUU.
La Investigación Tecnocientífica (IT) ha incrementado su interés por los
procesos provocados y controlados en los laboratorios por el mismo investigador,
como efectos reproducibles de construcciones que son resultados tecnológicos de
producción científica, tales como generadores eléctricos y radioactivos,
aceleradores de partículas, láseres o recombinados de ADN. Los Procedimientos
tecnológicos y tratamiento teórico están estrechamente entrelazados produciendo
una simbiosis en la-investigación con-el-desarrollo-tecnocientífico-de-laboratorio,
que se basan, característicamente, en la construcción experimental, en la
descomposición y aislamiento de elementos así como en la manipulación,
sustitución y recombinación. La meta es reproducir a voluntad los procesos
deseados para controlarlos mediante la eliminación de perturbaciones, que
puedan frenar las disposiciones experimentales; está íntimamente relacionada con
la BIOÉTICA.
A pesar de las disertaciones en torno a la ciencia aparentemente
culturalistas, la concepción integrada de las ciencias y las tecnologías como praxis
existente, representa el enfoque actual con mayor relevancia para conducir
acertadamente la complejidad que han evidenciado los actuales estudios
científico-tecnológicos. A lo largo de este periodo, las concepciones lingüísticas y
metodológicas de la filosofía analítica de la ciencia --predominantes hasta
principios de la segunda mitad del siglo XX- han tenido que ir dando paso tanto a
los contextos sociales, históricos, políticos y valorativos, como a los materiales y
tecnológicos. Cada uno de los giros que ha ido configurando la espiral
linterpretativa de ciencia, tecnología y sociedad en el curso del pasado siglo
equivale, de algún modo, a reivindicar la reintegración en la complejidad de la
tecnocultura contemporánea de alguno de sus entornos cuya relevancia se había
ignorado hasta entonces.
A partir de la idea de ciencia como conocimiento centrado en los entornos
lingüísticos y teóricos, se ha ido reclamando, progresivamente, la importancia y la
prioridad para los entornos sociales, políticos e institucionales, para las prácticas,
para los entornos técnicos- materiales, así como también para los entornos
valorativos y de intervención. Finalmente, la espiral interpretativa ha proyectado
una imagen cultural de la tecnociencia mucho más rica y compleja que la que se
manejaba anteriormente.
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El propio carácter de la tecnociencia, esencialmente híbrido de teorías,
prácticas, tecnologías, entornos naturales y contextos sociales, plantea el difícil
reto de una comprensión capaz de abarcar e integrar toda su complejidad de una
forma rigurosa. Los retos fundamentales e ineludibles para las culturas del siglo
XXI, en general, para los estudios de ciencia- tecnología, en particular, tienen que
ver, sin duda alguna, no sólo con la comprensión de la innovaciones sino de una
manera especial, con los modelos de valoración e intervención que puedan
manejar los impactos, las crisis generadas por las transformaciones y las
globalizaciones tecnocientíficas.
En la actualidad, todo proyecto que pretenda tener en cuenta la complejidad
global de la tecnociencia ha de partir de concepciones capaces de integrar todas
sus dimensiones simbólicas, sociales, materiales y ambientales. Para ello, se
deben dejar atrás tanto las antiguas como las modernas concepciones divisorias
de la ciencia, la tecnología y la cultura en la dirección a un enfoque holístico
integrador de las mismas. (Medina, 2000).
Los sistemas de producción son consecuencias de la ciencia y tecnología
que forman parte de la investigación, el desarrollo, la innovación desde el siglo XX,
junto con la incapacidad de subsanar las incompatibilidades así como los riesgos
derivados de las correspondientes formas de producción industrial (entre los que
se incluyen los delincuentes del clima), organización, economía y práctica política
propias de la cultura hegemónica de la tecnocultura. Los cinco países
denominados delincuentes del clima son Arabia Saudita, Japón, Inglaterra,
Estados Unidos, Francia, según (Lander, 1994).
En este aspecto, los accidentes en las industrias nucleares, químicas y de
armamentos, relacionados tanto con la producción como con el transporte; la
acumulación de residuos tóxicos y radiactivos en incesante aumento, sin una
forma segura de deshacerse de ellos; la contaminación continua del medio
ambiente, de los productos vitales, mediante procedimientos y sustancias
químicas; los efectos impredecibles e incontrolables en los ámbitos de recursos-
procedimientos biotecnológicos y de ingeniería genética; el deterioro creciente de
la capa de ozono; los cambios climáticos en perspectiva debidos al calentamiento
global; la pobreza, las hambrunas y las permanentes crisis económicas, sociales y
militares en el llamado Tercer Mundo, donde la población crece desmedidamente;
la amenaza del eventual empleo de armas químicas, biológicas, nucleares, en las
confrontaciones bélicas o en las acciones terroristas; la confrontación violenta a
escala mundial de cosmovisiones y culturas, etc.: Todo ello forma parte de la larga
lista de riesgos, crisis y conflictos relacionados, de una forma u otra, con los
impactos de nuestra cultura de la tecnociencia.
Como ejemplos se pueden mencionar los siguientes: El proyecto ENIAC,
(Electronic Numerical Integrator And Computer) que se considera el primer
ordenador con arquitectura Von Neumann el cual fue el precursor de lo que hoy
se conoce como Ciencias de la Computación; es un proyecto militar y secreto que
después de la Segunda Guerra Mundial se difundió al público.
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El proyecto militar secreto MANHATTAN, (nombre clave de un proyecto
científico durante la II Guerra Mundial por los EEUU) al cual se le asignaron
recursos ilimitados; estuvo relacionado con el estudio del uranio y del plutonio.
Esto implicó grandes avances teóricos, pero subordinados a un interés militar cual
es la construcción de las bombas atómicas, por encima de los propósitos de
cubrir demandas sociales.
El proyecto militar ―Radiation laboratories‖ desarrollado en varias
universidades estadounidenses, con el objetivo de fabricar los radares que fueron
absolutamente fundamentales en la Segunda Guerra Mundial y que sirvieron para
generar conocimientos sobre electromagnetismo, telecomunicaciones, telemática,
entre otras aplicaciones.
Igualmente, la tremenda confrontación entre la Unión Soviética y los
Estados Unidos de América permitió que el presidente John F. Kennedy lanzara el
programa espacial y se creara la NASA por razones políticas. En estos años la
NASA tiene la oportunidad en Marte, esto es de suma importancia para la
investigación científica, aunque el origen y el motor de la tecnociencia, es decir, el
conocimiento científico así como los desarrollos tecnológicos sean secundarios. La
afirmación La tecnociencia es un campo abierto a la Innovación (?) es incompleta.
Se diría mejor que es un espacio abierto para cierto tipos de innovación,
especialmente han proliferado en el campo militar.
Es conveniente en este momento hacer mención al pensamiento de Richard
Rorty en su obra La filosofía y el espejo de la naturaleza (1995) citado por (Ávila,
2004) a fin de que sirva como elemento de contraste con lo expresado en el
párrafo anterior. Considera Rorty que es inútil haber seguido la vía de la verdad
como legado platónico a través de la filosofía. El mundo actual está exigiendo
cada vez más una nueva visión focalizada en la ética y la política más que en lo
epistemológico. Rorty afirma ―es necesario la construcción de nuevos lenguajes,
de nuevas metáforas que permitan una manera distinta de pensar aceptando que
la realidad, la historia, la vida misma y todo lo que concierne a la cultura son el
resultado de la contingencia y del azar‖ (citado por Ávila, 2004:131).
En este orden de ideas, es explicable que Rorty haya sido tildado por sus
adversarios de irracionalista y de relativista, puesto que manifestó e insistió en que
se dejara de lado la razón, concepto básico y viejo de la modernidad, existiendo
nuevas realidades que se deben estudiar. Esto debe ser así ya que el
racionalismo ilustrado parte de conceptos tradicionales como absolutismo y
relativismo que el avance intelectual de estos tiempos ha cuestionado, ya que son
contrarios al uso de la metáfora y a la creación de sí mismo asociada a la realidad
estético-expresiva.
METODOLOGÍA APLICADA
La investigación realizada fue de carácter documental. Se apoyó en una
bibliografía conformada por obras de interés escritas por distintos autores e
indagadores en materia de tenocultura o tecnociencia. Entre ellos, se mencionan a
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Edgardo Lander (1994), Karl Popper (1999); Richard Rorty (1995); Gloria Pérez
Serrano (1994); Manuel Medina (2000, 2003); Álvaro Márquez Fernández, (2001).
Se consideraron opiniones, puntos de vista, asumidos por diferentes autores en
relación a las aplicaciones de la tecnociencia hacia el campo militar más que al
ámbito social. Este, el ámbito social debe salir fortalecido desarrollando acciones
diversas en procura de una estrecha amistad entre hombre-tecnocultura-
naturaleza.
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donde las relaciones humanas terminan mediadas por un tipo de interés utilitarista
y pragmático, que no está asociado en modo alguno con el servicio de un bien
común compartido y participativo‖. (p. 05). El actuar ético supone hacer lo que es
moralmente bueno para uno y para los demás. Actuar de modo contrario, ha
supuesto, como lo ha demostrado la experiencia histórica, una pérdida de la
conciencia moral de la sociedad, como el principal referente en la construcción de
decisiones racionalmente justas.
REFLEXIONES FINALES
Vale la pena recordar a Marcuse en El Hombre Unidimensional (1964),
quien postula que el razonamiento crítico se basa en que el telos totalitario y la
demonización de la sociedad tecnológica se manifiestan en la práctica mediante
un sistema de producción y distribución de mercancías originarias del capitalismo
avanzado, que todo lo subsume a una dimensión consumista y materialista.
(Marcuse, 1964). En este mismo sentido, sus intereses de dominio han
transformado la racionalidad tecnológica en una racionalidad política. Esta ruta fue
seguida por dicha racionalidad hasta convertirse en tecnociencia o tecnocultura,
nueva etiqueta del conocimiento científico-técnico y de sus desviaciones
ideológicas.
Posteriormente en su libro Eros y Civilización (1963) al criticar a la técnica y la
ciencia en los países industrializados avanzados, insiste en la idea de que en el
capitalismo avanzado, la racionalidad técnica (hoy tecnociencia) se encierra, a
pesar de su uso irracional, en el aparato productivo, extendiéndose dicha
irrracionalidad hasta las raíces mismas de la gestión científica. (Marcuse, 1963).
Esta posición del sociólogo alemán puede interpretarse así: en la Edad
Antigüa el hombre tenía una meta, conocer la naturaleza; luego, en la Modernidad
su objetivo cambió con la intención de dominarla. Actualmente la tecnociencia se
ha convertido en un sistema de acciones que descansa en el conocimiento
científico que modifica al mundo abarcando a la sociedad y a sus miembros: los
seres humanos.
En este orden de ideas, en una interpretación del Ser siguiendo la huella
heideggeriana, Marcuse aboga por la disolución de la sociedad tecnológica
―totalitaria‖ hoy sociedad tecnocientífica puesto que su propósito es imponer su
afán de dominio en todos los órdenes de la vida social. En su ejercicio de
perfeccionamiento, llega a avasallar a la naturaleza mediante una racionalidad
dañina que trata de perpetuar la miseria, la pobreza, y la injusticia en el seno de la
sociedad.
En base a estas reflexiones surge una nueva tendencia de pensamiento
utilizando el paradigma crítico-reflexivo de Pérez Serrano (1994) y el esquema de
una “filosofía crítico-reflexiva de la ciencia y la tecnología” siguiendo a Echeverría
(citado por Vales y Heredia, 2002). Esta nueva ruta enmarcada en una filosofía
crítico-reflexiva merece la pena seguir profundizándola, desarrollando esquemas
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de indagación que permitan abrir una ventana a la esperanza de tener un mejor
planeta.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ávila Fuenmayor, Francisco. (2004). Los conceptos de filosofía, epistemología y
hermenéutica en Richard Rorty. Revista AGORA. Ano 7. N` 13. Enero-junio.
Pp: 125-147. ULA. Núcleo Rafael Rangel Trujillo.
Lander, Edgardo. (1994). La ciencia y la tecnología como asuntos políticos.
Universidad Central de Venezuela. Editorial Nueva Sociedad. Caracas
Marcuse, Hebert. (1963). Eros y Civilización. Joaquín Mortiz. México
Marcuse, Hebert. (1964). El Hombre Unidimensional. Joaquín Mortiz. México
Márquez Fernández, Álvaro (2001). La ética del investigador frente a la producción
y difusión del conocimiento científico. Universidad del Zulia. Maracaibo.
Medina, Manuel. (2000). Ciencia, tecnología, cultura del siglo XX al siglo XXI.
Editorial Anthropos. Barcelona.
Medina, Manuel. (2003). La cultura de la tecnociencia. Universidad de Barcelona.
Barcelona.
Pérez Serrano, Gloria. (1994). Investigación Cualitativa: Métodos y técnicas.
Fundación Universidad a Distancia ―Hernandarias‖. Editorial Docencia.
Buenos Aires.
Popper, Karl (1997). La sociedad abierta y sus enemigos. Ediciones Paidós Ibérica
S.A. Barcelona, España.
Vales, Patricia y Heredia, Roxana. (2002). El impacto de la tecnociencia en la
sociedad contemporánea. Argentina.
Rosa Cendros
Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín
rosacendros@gmail.com
RESUMEN
La alfabetización tecnológica es necesaria para formar parte activa de la sociedad
red, requiriéndose ciudadanos, profesionales, comunidades, empresas y
gobiernos que integren las Tecnología de Información y Comunicación (TIC) a sus
actividades. Es por ello que esta investigación tuvo como objetivo analizar la
brecha digital y la alfabetización tecnológica entre estudiantes del Instituto
Universitario de Educación Especializada ubicado en Bachaquero, estado Zulia.
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