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Reseña sobre la película “El club de los emperadores”

1.- El método de enseñanza del profesor Hundert

En otra asignatura del máster estuvimos viendo los distintos tipos de


modelos a aplicar en la educación moral. Uno de ellos, era denominado
“Formación de hábitos y del carácter” que se asienta en la filosofía
aristotélica que pone a la generación del hábito como asentamiento del
“carácter apropiado de alguna manera para la virtud, que ame lo noble y
rehúya lo vergonzoso”. Esta base histórica fue recogida entre otros por
Alistair Macyntire (“Tras la virtud”), y llevada al ámbito de la educación
por autores como Lickona o Kilpatrick.

En mi opinión, esta es la base metodológica que aplica el profesor


Hundert, el cual se sirve de los textos clásicos (griegos y romanos,
especialmente) para generar esos hábitos que llevan a la virtud forjando
(moldeando, dicen en la película), de esta forma, el carácter de sus
alumnos. Frases que me indujeron a afirmar esto son “El carácter de un
hombre es su destino” o “Pensar en el bien común más que en el
propio” que se encuadra dentro del concepto de prudencia aristotélico.

Este método de educación estaba obteniendo buenos resultados con sus


alumnos, cuando aparece el díscolo sr. Bell, hijo de un senador (la
película no deja en ningún buen lugar a lo político) que llegaba con un
bagaje escaso de aprendizaje moral. En él se manifestaba, más bien, un
instinto de alteración de los órdenes establecidos en los que se asentaba
la institución Saint Benedict así como un pragmatismo productivista en
todas sus acciones y arrogancia en sus actitudes. Sin embargo, el
profesor Hundert que en un principio le define como “visigodo” (¡Qué
vienen los bárbaros!, Baricco) confía en el chaval, primero habla con su
padre (el cual le reprocha que intente moldear el carácter de su hijo, “su
función es enseñar, no moldear”, le dice), y a partir de ahí, el alumno
quizás motivado en cierta forma por la reprimenda del padre, empieza a
tomarse en serio el tema del estudio, aunque sin perder sus artes de
consecución de objetivos sin muchos miramientos (por ejemplo, cómo
trata de conseguir un libro de la bibliotecaria adulando su “eterno”
peinado ). El profesor Hundert, así, llega a modificar una nota de una
evaluación (dejando fuera a otro buen alumno) para que el ínclito Bell
participe en el concurso de “El señor Julio César”, pero se ve defraudado
por él, cuando comprueba que ha querido ganar el concurso utilizando
unas “chuletas” escondidas en la toga romana que llevaban los
participantes. Como dice finalmente el profesor “Le entregué el diploma
de graduación a Bell, con una profunda sensación de fracaso”.

En cuanto al método pedagógico utilizado para los contenidos de la


asignatura me resulta demasiado tradicional. Un ejemplo es la
repetición por parte de los alumnos de los 41 emperadores romanos a
modo de lista de los reyes godos. Otra escena que viene a confirmar
este aserto es cuando dice que “la tiranía es lo que da resultado en una
clase”.

La escena pasa posteriormente a 25 años después cuando los ex-


alumnos han pasado a ser orgullosos miembros de la industria
americana (así lo dice la película. Más tarde cuestionaré algún aspecto
de la “moralina americana”). En primer lugar, es relegado del puesto de
director pues se le considera poco preparado para la recaudación de los
fondos necesarios para la supervivencia de la institución (por supuesto,
para la consecución de beneficios). Con posterioridad, el ya adulto Sr.
Bell pide hacer una revancha del concurso a cambio de una sustanciosa
aportación a Saint Benedict (que, por supuesto, es inmediatamente
aceptada por el nuevo director del centro) con la única condición de que
sea el profesor Hundert quien lidere la prueba nuevamente.

En la reedición del concurso los tres participantes siguen en su papel


preliminar: el espontáneo Sr. Mashouri que pierde rápidamente por
despiste más preocupado por la gracieta (moralina?), el sabelotodo indio
Deepak Mehta (Esta sí que es moralina. Ahí está el futuro de América),
y, por último, el demagogo engañador profesional Sr. Bell que vuelve a
hacer de las suyas, en este caso utilizando las nuevas tecnologías de
comunicación inalámbrica para obtener los resultados de las respuestas.
El profesor se percata de ello, y le hace una pregunta fuera de la
temática usual y, de esta forma, el sr. Bell tiene que aceptar la derrota.
La charla posterior entre ambos declara definitivamente el carácter
“bárbaro” de este último: “¿A quién de ahí afuera le importan sus
virtudes? Me importan una mierda sus virtudes. Yo vivo en el mundo de
los que consiguen cosas”. Y es en ese mismo momento, cuando
comunica que se presentará como futurible senador del congreso
americano.

Culmina la película con la vuelta del profesor Hundert a las aulas, y con
una frase que sí es aplicable a todos nosotros como profesores: “Por
mucho que tropiece, un profesor debe seguir intentándolo”.

2.- La evaluación del profesor Hundert

En primer lugar, me interesa el concepto de motivación que aporta en el


alumno el sentir que cada vez se acerca más a lo requerido. Ahí hubo
algún momento en que Sedgewick Bell incluso olvida su carácter
intrínseco personal y opta por el estudio y el esfuerzo como método de
recoger frutos en el futuro.

Sin embargo, el profesor Hundert se equivoca cuando pasa de a- a a+


en una nota para hacer que el sr. Bell pase a formar parte de los tres
elegidos para el concurso Julio César en detrimento de otra persona.
Esto nos viene a confirmar la dificultad de una evaluación objetiva, en
especial, en la valoración de temáticas de humanidades. Se observa que
el profesor todavía lleva como carga ese error cuando 25 años después
le confiesa al estudiante perjudicado que él debería de haber sido uno
de los elegidos. De todas formas, el profesor al transgredir esa norma
también demuestra que no es siempre posible acertar a pesar de tener

un amplio bagaje de cultura clásica impregnada de virtud

3.- Frases a destacar y conclusión de la película

 Ante la insolencia del joven Bell, el profesor Hundert le interpela:


Como escribió Aristófanes y traducido a grosso modo “La juventud
pasa, la
inmadurez se supera, la ignorancia se cura con la educación y la
embriaguez
con sobriedad, pero la estupidez dura para siempre “. Y me
pregunto yo, ¿esta respuesta sería posible darla en nuestras
escuelas actuales? Entiendo que como todo, dependerá de las
circunstancias………yo entiendo que no la utilizaría jamás para
denigrar a un alumno, pero sí como toque retórico para parar
alguna situación que se vaya acercando a un punto de no retorno
sin personalizarla en nadie.
 El lema del St Benedict es “No para uno mismo” o también se
utiliza la frase socrática “Lo importante no es vivir, sino vivir
justamente”. Muy bonito, quizás demasiado. Luego en el apartado
de opinión personal entraré en el tema de la moralina de la peli.

 Otra frase que me impresionó fue “El Fin depende del Principio”
que puede tener su aplicación tanto en el ámbito moral, como del
ámbito de adquisición de contenidos. Una buena base inicial creo
es necesaria para la conformación de un carácter, así como para
mejorar en el conocimiento que es por propia naturaleza,
acumulativo.

A modo de conclusiones de la película tres aspectos:

I/ Nos hace preguntarnos, ¿hasta qué punto uno puede sacrificar sus
propios principios y las justas reglas aun persiguiendo un buen fin? Es lo
que el profesor Hundert se pregunta constantemente con respecto a la
modificación de su evaluación al sr. Bell (en detrimento de otro alumno)
con el objeto de conseguir su participación en el concurso mencionado.
Pregunta sin respuesta, evidentemente. En la película no se consigue
nada positivo, sin embargo, considero que eso no es una respuesta
generalizable. En línea con esto, otra frase de la película “el no te
puedes bañar dos veces en el mismo río” de Heráclito. Pues eso, que no
hay dos circunstancias iguales.

Ii/ Sin embargo, paradójicamente, la película tiene un tono pesimista,


entremedias de los mensajes de la necesidad de honestidad y ética,
subyace la idea de que por muy bueno que se sea, en el mundo siempre
triunfan la gente sin escrúpulos, sin importar cómo se consiga y a quien
te lleves por delante…….aparentemente gana aunque no quizás a los
ojos del hijo de Bell que escucha la recriminatoria final a su profesor:
“Me importan una mierda sus virtudes” desde el interior del servicio. Se
deja en el aire, pero se puede entrever un nuevo conflicto padre-hijo en
esta situación.

Iii/ No quisiera olvidar otro comportamiento es aspecto que también se


puede concluir en la película, y es la necesidad de conocer el
pensamiento clásico para conocer un poco mejor y mejorar el mundo
actual. Sus preguntas siguen efectivamente sin tener respuesta unívoca,
pero al fin y al cabo como decía Bertrand Rusell las preguntas que nos
hacemos son más importantes y grandes que las respuestas que nos
damos. Pues eso que a ver si retomamos (si nos dejan) los “lugares
comunes” de las preguntas clásicas.

4.- Opinión personal

He de confesar que a mí personalmente las películas de moralina


occidental (especialmente, las americanas por evidentes) me dejan un
poco frío por su ambigüedad.

Mientras que, por un lado, muestra de forma “sentimentaloide” que el


profesor Hundert tiene que dejar el puesto de dirección de la institución
por tener poca capacidad para la recaudación de fondos, por otro,
hablan orgullosamente de que los ex-alumnos de tan magna institución
engrosan ahora los departamentos directivos de la gloriosa industria
americana que podrían llegar a ser perfectamente los que presionaran a
la institución para recaudar más fondos con el objeto de obtener
beneficios.

No voy a entrar en el detalle de cuestionar la industria americana. Sólo


dejo una apunte personal de mi experiencia en ese entorno: la
consideración que tiene el americano de a pie de su industria es en su
gran mayoría excelente, teniendo en cuenta que muchas de las
actividades culturales, fundaciones filantrópicas, instituciones de
caridad vienen financiados por ellas. En cierta forma, es como su
“Estado de bienestar” privado. Lo que no se dan cuenta, y casi todo lo
que se cuece allí es para seguir en esa inopia, es cuales son las
consecuencias para terceros países de dónde están saliendo esos fondos
(precios cuasi-monopolísticos, condiciones laborales comparativamente
peores, esquilmación de recursos naturales escasos,…..).
Evidentemente, estoy generalizando y ya se sabe que eso no implica
que haya excepciones. En cierta forma, esta experiencia está siendo
exportada al mundo occidental, algo similar pasa en España con
nuestras grandes empresas, Santander, BBVA, Telefónica, Endesa…………
“Imagen verde y “Responsabilidad social corporativa” hacia el exterior,
pero sin cambiar ninguno de sus parámetros de maximización de
beneficios a corto plazo. Más de lo mismo.

Un apunte adicional es sobre la visión despectiva sobre lo político. La


imagen del senador, padre de Bell, y luego con posterioridad, cuando el
hijo se decide a entrar en política, no deja dudas de ese mensaje
subliminal en la película. No voy a ser yo quien defienda a los políticos,
pero sí a la política como forma en que todos los ciudadanos deberíamos
de tratar a través de nuestra participación y exigencia de
responsabilidades mejorar este mundo donde vivimos. Ya sé que en
nuestra actual “pseudo-democracia” nos sentimos impotentes para
hacer algo, pero sí abogo por una regeneración de lo político desde el
individuo particular. Estos mensajes sesgados sólo me dejan una
sensación de defenestrar lo político para que la gobernanza quede en
manos de otros poderes (¿quizás esos de los que hablaba antes?).

A tono de nota simbólica, pero en mi opinión de un alto valor subliminal,


cuando Bell abre su maleta mostrando a sus compañeros de habitación
las revistas con chicas con poca ropa, aparece dentro de ella algo (no
sabría decir qué) que pone: Marxismo-Leninismo. Ya tenemos en esa
maleta los dos diablos de la puritana sociedad americana que se
representa en la película: El sexo y el comunismo. ¡Vade retro, Satanás!

Un último apunte es la constante venta que se hace en estas películas


del “sueño americano”. En este caso, el indio Deepak Mehta, lo
representa a la perfección. Resultados positivos de la excelencia
(incluso los emigrantes pueden entrar en la élite, al final hay hasta
chinos y negritos en el Saint Benedict), padres orgullosos, familias
tradicionales, pero qué bonito es todo, mare! Wishful thinking!, que
dirían ellos pues eso está bastante alejado del día a día allí (y en todos
los países occidentales). Y, por supuesto, la bandera de las barras y
estrellas para terminar. Cómo nos venden la moto, que diría Chomsky.

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