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Conosca Los Profetas Menores PDF
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PROFETAS
MENORES
por
Ralph Earle, Th.D.
Esta obra apareció en inglés con el título de Meet the Minor Prophets. Fue traducida bajo los auspicios
de Publicaciones Internacionales de la Iglesia del Nazareno.
Los doce profetas “menores” no llevan este calificativo porque su mensaje sea de menor
importancia, sino porque sus escritos son menos extensos que los de los profetas “mayores.” Amós,
Oseas y Miqueas ocupan una posición paralela a la de Isaías—su famoso contemporáneo—por el énfasis
en las sublimes verdades del judaísmo, a saber: que Jehová es el único Dios verdadero, cuya solamente
es toda adoración; que Dios siempre castiga el pecado; que la religión verdadera consiste de justicia
antes que de ritualismo, de manera que Dios desea justicia y misericordia más bien que sacrificios y
ofrendas; que la salvación se encuentra por la fe en la Palabra del Señor a través de sus profetas, y por la
obediencia a ella.
El siglo octavo antes de Cristo señala la cúspide de la profecía hebrea. En él encontramos a
Amós, Oseas, Isaías y Miqueas, quienes posiblemente hayan aparecido y servido en ese orden. Es
probable que los libros de Joel, Jonás y Abdías, pertenezcan también a este período. Si tal suposición
resulta correcta, seis de los doce profetas menores escribieron en este siglo octavo A.C.
Durante el siglo séptimo aparecieron otros tres profetas menores: Sofonías, Nahum y Habacuc.
Ellos fueron contemporáneos de Jeremías.
El siglo sexto A.C. escuchó las voces de Haggeo y Zacarías desafiando a los cautivos que habían
regresado a Jerusalén a reconstruir el templo. Unas décadas antes—en el mismo siglo—Ezequiel había
servido a los exiliados en Babilonia.
Finalmente, el siglo quinto A.C. nos brindó al último profeta del Antiguo Testamento: Malaquías.
El señaló con índice inconfundible hacia la venida del Mesías y de su predecesor—Juan el Bautista—
cuatrocientos años más tarde.
Posiblemente alguien desee saber por qué no hemos presentado a estos profetas en su orden
cronológico. La razón de ello es que nos ha parecido más prudente seguir el orden que sus libros ocupan
en el Antiguo Testamento.
Hemos de observar que, generalmente, el primer versículo de cada profecía nos presenta el título
del libro y ofrece los datos cronológicos.
El título de este volumen sugiere el método de estudio. Hemos decidido considerar a cada profeta
desde un punto de vista intensamente humano. Nuestro deseo ha sido que estos videntes de antaño
adquieran vida en nosotros. El autor abriga la esperanza de que su libro presente un reto a la juventud—
la juventud que resiente la ausencia de un desafío en sus libros de texto.
Los profetas menores tienen un mensaje moderno de urgente necesidad en esta hora de confusión
y crisis. Es nuestra oración que los oídos se abran y que los corazones se sintonicen para escuchar la
Palabra de Dios a través de estos varones.
—RALPH EARLE
Nombre: “Consolador.”
Hogar: Elkosh, posiblemente como a treinta kilómetros al suroeste de Jerusalén.
Fecha: Entre los años 663 y 612 A.C.
Lugar de su ministerio: Judá.
División del Libro:
I. Declaración Sobre el Asolamiento de Nínive (capítulo 1).
II. Descripción de la Ruina de Nínive (capítulo 2).
III. Defensa de la Destrucción de Nínive (capítulo 3).
Versículos sobresalientes para memorizar: 1:3; 1:7.
¡Oyese estruendo de látigos,
Y estruendo de ruedas impetuosas,
Y de caballos que corren,
Y de carros que vuelan,
Y de caballería que carga!
¡Se ve también el brillo de la espada,
Y el relampagueo de la lanza!
Y hay una multitud de muertos;
Montones de cadáveres;
Y no hay fin de los cuerpos muertos:
Tropiezan las gentes contra los cuerpos muertos.
(3:2-3, V.M.)
¡Un momento! ¿Qué pasa aquí? ¿Qué pasa? ¡Hombre, Nínive está siendo destruida! ¿Nínive?
¡No!
¡Sí, Nínive! Nínive la grande. Nínive la inconquistable. Nínive la poderosa. El monstruo cruel
lucha desesperadamente en las garras de la muerte, derrotado, vencido, acabado... muerto.
¿Cómo? ¿Por qué? “Heme aquí contra ti, dice Jehová de los ejércitos” (2:13; 3:5). Esa es la
respuesta. El Señor de los ejércitos está atacándola. Su destrucción se decretó.
Pero, ¿por qué? “Porque fuiste vil” (1:4). Las atrocidades inhumanas, las crueldades
indescriptibles de la antigua Nínive, le hicieron sumamente vil a los ojos de Dios. “Ay de la ciudad de
sangres, toda llena de mentira y de rapiña” (3:1). Una ciudad así debería ser destruida.
1. LA CRUELDAD DE NINIVE
Más de un siglo había transcurrido desde la profecía de Jonás. Nínive había caído de nuevo en su
Nombre: “Abrazo.”
Fecha: Alrededor del 603 A.C.
Lugar de su ministerio: Judá.
División del Libro:
I. El Castigo de Judá (capítulo 1).
II. El Castigo de Babilonia (capítulo 2).
III. La Oración del Profeta (capítulo 3).
Versículos sobresalientes para memorizar: 2:2; 2:4; 2:20; 3:2.
¿Hasta cuándo, oh Jehová,
He de clamar, sin que tú me oigas?
¿Hasta cuándo daré voces a ti,
A causa de la violencia que se me hace,
Sin que tú me salves?
(1:2, V.M.).
¿Cansado de orar? Parece que sí. ¿De qué sirve orar si Dios no presta atención? ¿Para qué
implorar ayuda si Dios no salva?
Pero el profeta era perseverante. Estaba convencido de que había un Dios que oía la oración, y se
propuso continuar orando hasta recibir alguna clase de respuesta. Por lo tanto, continuó implorando:
¿Por qué me haces ver la iniquidad,
Y miras tú innoble la maldad?
Pues que la opresión y la violencia
Están delante de mí; y hay contienda
Y se levantan pleitos.
(1:3, V.M.).
1. EL PROBLEMA DEL PROFETA
A dondequiera que el profeta volvía sus ojos en Judá, encontraba iniquidad y violencia, lucha y
contención. Una y otra vez informó al cielo sobre esta situación corrompida, pero el cielo no parecía