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Invisible Resiliencia.

No me gusta ir. Siento que al pasar por el lugar es un ambiente inerte, como si no pasara nada,
pero las historias y el rostro de las personas me demuestran que anteriormente se han encendido
chispas de violencia que generan miedo al pasar. No los veo, no pienso en ellos, inclusive no cruzo
el limite por ellos.

Pasar en carro a mil y el morbo que te da la seguridad de una ventana cerrada se despierta, puedes
ver lo crudo de la vida de otros y juzgas a partir de los estereotipos y estigmas.

Entras a una zona a la cual no le das valor, no das nada por el lugar. No quieres ver a las personas,
solo ves la capa externa que tiene varios nombres: puta, drogo, vándalo, VAGAL. Cuando piensas
en ellos no piensas en personas.

El ademán de amargura que una puta puede tener, pienso en eso. ¿Por qué es puta? Muchas dicen
que quieren serlo, pero en realidad son esclavas del sexo, de proxenetas, o simplemente de la
concepción errónea que una sociedad refleja en la indiferencia, el rechazo y el hacerlos invisibles.

El habitante de calle, el que dirige una olla, o el que cobra con machete en mano, no los vemos, no
los queremos ver y en ocasiones ellos no quieren ser vistos.

Santafé, es un barrio donde la hegemonía interna es el alma que, mediante una cultura única,
abraza a sus habitantes. Sobrevivir se convierte en el día a día y el barrio permite que subsistas y
en el vivir diario se encuentra lo común. La resiliencia de la gente a pesar de los acontecimientos
puede ser de admirar. Un día matan por drogas, otro por putear, otro por no ser nadie, y de igual
modo viven con su rutina.

La invisibilidad es ver el estigma y no al ser humano detrás de él.

“Se agachó y escribió en el suelo – Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra – …. E
inclinándose otra vez siguió escribiendo. “

No se agachó y dejó de ver para hacer invisible a la mujer, lo hizo para que los demás dejaran de
ver el estigma y permitir que vieran la realidad, todos somo seres humanos que necesitamos ser
vistos como tal a pesar de lo que hagamos.

El no miró el estigma de otros, el vio al ser humano detrás.

Es la realidad que aterra y que conmueve a la vez. Es gracioso ver a la gente que le duele la
situación y por eso prefiere no verla. Es irónico ver la critica religiosa cuando no saben el trasfondo
de cada individuo. Es triste la indiferencia política que oprime a los vulnerados.

Ahora los veo.

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