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a búsqueda de este objeto legendario de poderes extraordinarios desde la

Edad Media ha desencadenado la fantasía popular, encendiendo los


corazones de muchos escritores que han contado su mito a través de sagas
y poemas caballerescos. Se le ha buscado en todos lados, porque sus
poderes, según la leyenda, dan vida eterna y conocimiento.
Sin embargo, no todos los mortales serán capaces de llegar al
Grial, sino solamente aquellos puros de corazón.
A lo largo del tiempo ha asumido formas distintas, lo encontramos a
menudo bajo la forma de un cáliz luego una copa y finalmente un libro.
Templarios y Grial… una pintura que hace referencia a la prueba del Grial
en la película “Indiana Jones y la última cruzada”
Pero ¿qué es realmente el Grial? Es un objeto material o en realidad
representa algo más espiritual? Si deseas conocer la primera hipótesis,
puedes acceder al artículo de Alex Pac-Man: “El cáliz de Cristo…y se fuera
de mithril?”.
Los orígenes del mito
La versión clásica del Grial que todos tenemos en mente es la de la copa
con la que Jesús celebró la Última Cena y en la cual José de Arimatea
recogió la sangre del costado del Cristo crucificado. Pero esta versión del
Grial se remonta al 1202, cuando Robert De Boron la introdujo en el
poema “Joseph d’Arimathie”, fusionándola con el mito céltico del caldero.
El caldero, de hecho, en las leyendas célticas como el del dios Dagda era
símbolo de abundancia que distribuye comida inagotable y conocimiento
infinito, pero también símbolo de resurrección en que se arroja a los
muertos para que resuciten al día siguiente. El caldero nutre a los
guerreros célticos como la sangre contenida en el cáliz nutre la fe de los
cristianos y los regenera a una vida nueva… Desde entonces y en adelante
la leyenda del Grial se lee definitivamente con el cáliz de Cristo,
volviéndose un símbolo cristiano. Por lo tanto, el mito del Grial tiene
raíces mucho más arcaicas que el cristianismo y nace de la fusión de
leyendas antiguas presentes en muchas culturas.
El origen del término “Grial” de hecho se remonta al término
latín Gradalis, que significa cuenco o tarro, estos objetos en la mitología
clásica representaban el poder benéfico de las fuerzas superiores, basta
pensar en la Cornucopia de los griegos y romanos.
Alrededor del 1210 el alemán Wolfram Von Eschembach, en el poema
“Parzifal”, parte del ciclo artúrico, ofrece una nueva interpretación sobre
la naturaleza del Santo Grial. Ya no es una copa sino una piedra purísima,
llamada Lapis exillis, esta piedra con poderes milagrosos concede incluso
la inmortalidad.
El término lapis exillis fue interpretado como lapis ex coelis o “piedra
caída del cielo”.
Parsifal, recuperando el Grial, en esta imagen colocado en la misma
perspectiva de la cruz en alto, permitirá la redención de todo el reino
(foto)
La piedra caída del cielo
Algunos han comparado la lapis exillis a la Lia Fàil o “piedra del destino”
que según una antigua leyenda irlandesa un pueblo de semidioses,
llamados Thuata di Danan, trajeron consigo desde su primera morada,
el cielo. Eschembach sostiene que la piedra era una esmeralda caída de la
frente de Lucifer y conducido a la tierra por los ángeles que habían
permanecido neutrales durante la rebelión. Los ángeles proclamaron a
Tirutel señor del Reino del Grial y colocaron la piedra en las manos de su
hija Schoysiane, pues el Grial podía ser tocado sólo por una virgen. El hijo
de Tirutel, Amfortas, que fue coronado nuevo rey, fue seducido por la
bruja Kundry y cayó junto a ella en pecado permaneciendo gravemente
discapacitado. Su discapacidad se vertió también en su reino
transformándolo en una tierra árida y desolada. Fue el joven y puro
Parsifal, también descendiente del viejo rey Tirutel, y caballero de la mesa
redonda, quien curó la discapacidad de Amfortas y salvó y redimió a todo
el reino volviéndose el nuevo rey del Grial.
En la novela de Wolfram Von Eschenbach, el Grial se vuelve símbolo
eucarístico y sus custodios, los Templarios, viven alimentándose
únicamente de su energía; sólo quien conoce una total pureza moral
puede llevarlo consigo y, durante el viernes santo, una paloma pone sobre
la piedra una hostia consagrada, esa hostia confiere al Grial su inmenso
poder.
Hacia el siglo XIII, su concepción cambia y el Grial fue incluso asociado a
un libro que escribió el mismo Jesús y que podía ser leído solamente por
quien estuviera en la gracia de Dios.
La piedra sobre la que reposa Jacob es la casa de Dios (cf. Gn 28, 16-22)
(foto)
Según las visiones de la beata Ana Catalina Emmerick, el Grial hecho de
un material desconocido caído de la frente del Lucifer después de la
rebelión, y perdido por Adán después del pecado original, fue recuperado
más tarde por el hijo Seth y perdido nuevamente, salvado por Noé
durante el diluvio y sucesivamente utilizado por Melquisedec para
bendecir a Abraham y a Sara. Luego estuvo en manos de Moisés antes de
volver a desaparecer. Reaparece en la tierra cuando un ángel llevó el
objeto sagrado a san Joaquín antes de la concepción de María, pero el
sacerdote del templo vendió el objeto sagrado a un anticuario. Fue
recuperado por la Verónica para ser usado por Jesús en la Última Cena.
Pero la piedra caída del cielo es atribuible también a la piedra negra
custodiada en la Ka’ba de la Meca, que según la tradición islámica Alá la
hizo descender del paraíso a la tierra. Durante el diluvio universal, la
piedra fue puesta a salvo por Noé para luego ser recuperada por Abraham
en los alrededores del lugar de donde surge la Meca.
El tesoro más antiguo
Se trata en cualquier caso de algo que se perdió enseguida a la edad de
oro, un objeto real o simbólico que hace referencia a un esplendor pasado.
Posee características similares al Grial, es decir, capaz de mantener la
vida, dar conocimiento y curar la naturaleza humana, otro objeto
legendario: la Piedra Filosofal, que encontramos con sus
peculiaridades en la saga de “Harry Potter” y en el
manga/anime “Fullmetal Alchemist”, símbolo de la alquimia por su
capacidad de poder trasmutar los metales corrientes en oro.
El oro era el único metal conocido capaz de permanecer inalterado en el
tiempo. Por lo tanto, es “esencia primigenia” que representa la condición
inmortal y primordial perdida. No por casualidad es una característica de
gran parte de los metales legendarios, del latón al adamantio, del que el
Mithril de la Tierra Media – ligero pero indestructible – es la mejor
síntesis. Santo Grial o Piedra Filosofal, en ambos casos es un medio para
curar al hombre y conducirlo a la inmortalidad o a la condición idílica
adánica, una nostalgia de los primeros tiempos que no sólo da testimonio
de un malestar real, el de la miseria humana, sino que casi es capaz de
comprobar que la historia de la humanidad fue marcada por un momento
de pérdida o ruptura ancestral.
En “Harry Potter y la Piedra Filosofal” Dumbledore esconde la Piedra
dentro del Espejo de Oesed. De esta manera sólo una persona que desea
la Piedra para no usarla podría obtenerla. No por casualidad, el mismo
espejo es usado por el mago como prueba para determinar quien no es
puro de corazón (foto)
¿Qué vuelve al hombre inmortal?
En la tradición cristiana la piedra de la inmortalidad no es otra cosa que el
mismo Jesucristo, es decir, la piedra angular sobre la que fue constituida
la Iglesia de Dios. Y sobre Él hay algunas “piedras vivas”, que representan
a todos los creyentes unidos entre sí para elevar el templo santo del Señor
(Ef 2,20-22; 1P 2,4-5).
Para san Pablo la piedra espiritual que seguía y apagaba la sed de los
judíos en el paso por el desierto era la imagen de Cristo (1 Co 10,1-4).
Es justo decir que el Santo Grial asume un carácter espiritual y material.
Éste, de hecho, representa el más grande don que Dios le hace al hombre:
o sea su Espíritu. El Espíritu Santo que a través del sacrificio de Cristo
descendido sobre la tierra mandado por el Padre, desciende sobre el
hombre y sólo por medio de la Eucaristía nos regenera en un cuerpo y una
alma nuevos, permitiéndonos volver a tener contacto con Dios.
Además, el Espíritu Santo que desciende sobre el hombre constituye el
efecto de la redención, que con el cuerpo y la sangre de Cristo nos
restituye el estado perdido en la caída.
El hombre que se vuelve hijo de Dios es relación con Dios. Esto lo vuelve
inmortal, a imagen y semejanza de Dios. Jesús es la piedra que se perdió
tras el pecado original, el legendario Grial, que como en “Harry Potter y
la Piedra Filosofal” y como en “Indiana Jones y la última
cruzada” puede ser alcanzado no quien desea el poder y el conocimiento
o teme a la muerte, sino sólo por aquellos que sinceramente desean el
bien: establecer una relación filiar con Aquel que es el principio y el fin de
todo.
Jesús: “«No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en
mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría
dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya
preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté
yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.» (Jn 14, 1-
4).

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