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El hecho social
SRS 9 dice que la cuestión social ha adquirido calidad moral: las buenas soluciones son
mejores que las falsas, como el anarquismo. El análisis de la realidad social como hecho
moral pasa por la valoración positiva de la estructura social, teniendo presentes algunos
datos reveladores y el marco del orden social y de la cuestión social en el momento actual.
El objeto y el campo propio del orden social es hoy amplio: abarca el mundo de los valores
sociales sin excepción de los sectores de la producción y del consumo. Su objetivo es
conseguir estos valores sociales para el bien del hombre. En cuanto a lo primero, a la
dimensión individual, las fuerzas impulsoras individuales se rigen por el principio de
subsidiaridad para alcanzar el bien común. Es decir, la sociedad no debe privar al
individuo, ni la comunidad mayor a la menor, de las tareas que las segundas puedan
realizar por sí mismas (CA 48). En cuanto a lo segundo, la dimensión institucional, la
formación de valores sociales se confía al dinamismo plural de la vida de los individuos
y sus relaciones recíprocas. Por ello, cuando se quieren resolver los problemas sociales
en su ámbito universal y concreto, desde la realidad de que los pecados personales hacen
que el mundo esté sometido a «estructura de pecado» (SRS 36), tanto el pecado personal
como el social han de ser superados mediante un proceso de conversión equivalente.
El concepto de pecado estructural explica como puede ser tan grave rendir culto
idolátrico al dinero, a la ideología, a la clase social y a la tecnología y como la avaricia
y la soberbia, como expresión de uno mismo a cualquier precio en la absolutización de
las actitudes humanas personales sean también dañinas (cf SRS 37).
Hecho estructural
La asunción del concepto de estructura por parte de la Iglesia supone un cambio radical
en la concepción que ella tiene de la sociedad. En tiempos pasados se entremezclaban la
ética personal y la moral social. Las mismas virtudes servían para las dos realidades, la
personal y la social (v.gr., se decía: un buen padre tiene que ser un buen ciudadano). Hoy,
al asumirse el concepto de estructura por la ética cristiana, se deben distinguir planos. En
primer lugar, la estructura es una realidad objetiva; es decir, va más allá de la dimensión
individual del hombre, pero configura la individualidad del sujeto. Lo que se inserta en
la experiencia de cada individuo es el resultado de la acción colectiva de los hombres. Es
una realidad objetiva que escapa al control individual. En primer lugar, se considera la
ideología como una cosmovisión del mundo o como el mundo de las creencias globales.
Entre el liberalismo y el colectivismo está la economía social de mercado que a partir de
«Laudato sí» considera también el factor de la sostenibilidad: delante la ideología hace
falta un juicio prudencial que transfiera el juicio moral a una decisión ética. La empresa
es una comunidad de personas, y CA 35 dice que los beneficios no son el único indicador
de la empresa: propone una reducción de la deuda a partir de la crítica al socialismo real
utópico y marxista y CA 13 dice que el error antropológico del socialismo es la
subordinación del individuo a la colectividad y que esta errónea concepción de la
naturaleza humana es la causa también del ateísmo. CA 36, contra el «homo
oeconnomicus», indica que el cristianismo no es una ideología, sino que sigue una
Persona, aunque los cristianos sí que tienen ideologías (pluralismo ideológico). MM 235
dice que hay que llevar a la práctica los principios generales de la doctrina social: un
modo sería el ver (examen completo), juzgar (valoración exacta) y actuar (aplicación de
los principios).