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Este libro analiza y explica populismos de los últimos 150 años, de izquierda y de derecha,
conservadores y progresistas, religiosos y laicos; centrándose en Norteamérica, América
Latina y Europa. “El populismo raras veces existe en una forma pura. Más bien,
aparece en combinación con otros conceptos, y logra sobrevivir gracias a ellos (…)
definimos el populismo como una ideología débil, que considera a la sociedad
dividida básicamente en dos campos homogéneos y antagónicos, el «pueblo puro»
frente a la «élite corrupta», y que sostiene que la política debe ser la expresión de
una volonté générale (voluntad general) del pueblo”.
Para Rovira, si queremos comprender por qué el populismo ha ido ganando terreno es
necesario entender que existen transformaciones en los tres conceptos claves del libro:
pueblo, élite y voluntad general. El pueblo ha ido aumentando los niveles de educación
en la sociedad y, por lo tanto, es diferente a cómo era hace décadas atrás. El pueblo hoy
es más sofisticado, tiene menos lealtad a los partidos políticos, vota con menor
independencia a éstos, es menos sumiso y más empoderado. Existe una ciudadanía que
ejerce cada vez mayor presión en los gobernantes.
Desde un enfoque “ideacional”, los autores definen el populismo como una ideología
débil, la que se suele combinar con una o más ideologías, las que llaman<<ideologías
huésped>>: “A grandes rasgos, la mayoría de los populistas de izquierdas combinan
el populismo con alguna forma de socialismo, mientras que los populistas de derechas
lo combinan con algún tipo de nacionalismo”. El populismo, dice el libro, se asocia
generalmente con un líder fuerte (masculino), cuyo atractivo personal es la base de su
apoyo. La movilización no siempre refiere a un líder carismático, pues ésta puede ser de
tres tipos: liderazgo personalista, movimiento social o partido político.
Este libro tiene bastantes ejemplos para entender los distintos tipos de populismo, desde
el liderazgo personalista de Alberto Fujimori en Perú, al Tea Party en Estados Unidos, y al
Frente Nacional en Francia, pasando por Hugo Chávez, Donald Trump, Geert Wilders,
entre otros. “Es importante estudiar el populismo hoy por una doble razón, por un
lado, es cierto que cada vez hay distintos tipos de actores populistas que han venido
ganando peso electoral; pero simultáneamente porque nos han ayudado a
comprender problemas de lo regímenes políticos contemporáneos”, explica Cristóbal
Rovira.
Para Rovira, Piñera no es populista. Puede ser que alguna vez o en algún momento Piñera
haya desarrollado algún tipo de un argumento que sea relativamente populista, pero que
una vez haya realizado un argumento populista no lo hace populista, enfatiza. “Yo creo
que para que sea realmente populista tiene que ser bastante sistemático en el uso
de esa ideología. Piñera no calza bien con ese patrón. Es más bien de una derecha
que se ha ido moderando con el tiempo, y no lo digo en términos normativos; de
hecho,Piñera entra al gobierno y lo primero que hace es aprobar una ley
transgénero”.
Rovira explica que los populistas, por lo general, tienen un agenda súper clara y son
reacios a moverse de esa agenda. Y, de hecho, “los populistas de extrema derecha
dicen: <<no quiero más inmigrantes, no quiero más inmigrantes y no quiero más
inmigrantes>>”. En el caso de José Antonio Kast, Rovira dice que es un caso de populista
de derecha, pero tiene su <<pero>>, “porque los populistas de extrema derecha se
caracterizan por combinar tres elementos ideológicos: el populismo, el
autoritarismo, no como que “quiero un régimen autoritario, sino más bien por la idea
de una sociedad muy ordenada; y el nativismo, que el <<pueblo>> solo está
compuesto por miembros de la nación nativa. Rovira explica que al analizar el
argumento de Kast, éste no habla contra los inmigrantes “pero no tiene espacio para la
comunidad mapuche, que es la población nativa de Chile. Su bandera se acerca mucho
más a la mano dura con la <<cuestión mapuche>> que a temas de inmigración”.