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01- Devoción Matutina para Jóvenes | Libre del error *«Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres».

Juan 8: 32***

Trabajaba en una panadería donde podía ver películas y escuchar música con un minicomponente. Un día, para mi «desgracia»,
nos quitaron el minicomponente y no me quedó otra opción más que buscar música en la radio. Fue así como encontré la
estación 105.3 llamada Alfa y Omega de San Cristóbal de las Casas.

Un día escuché un pastor mencionar el sábado. No me gustaba escuchar ese tema, pues yo creía que los adventistas estaban
equivocados. Yo era un fiel practicante del catolicismo, bueno, fiel a mi manera: tomaba alcohol, cambiaba constantemente de
pareja sexual, asistía a los bailes y fiestas, y participaba de todo tipo de diversiones mundanas. Sin embargo ese día algo captó
mi atención. Tuve el deseo de saber dónde estaba el error de los adventistas.

Así continué escuchando la radio, tomé una hoja para anotar todas las citas que daba el pastor y como no tenía Biblia, tomé
prestada la de mi padre. Terminaba de trabajar entre las once y las doce de la noche y me dirigía a mi casa a estudiar la Biblia
para encontrar el error adventista.

A medida que pasaba el tiempo fui dándome cuenta de que el sábado es el verdadero día de reposo. Al principio mi familia se
sintió desconcertada, pero no pudieron decir que era mentira, porque todo provenía de la Palabra de Dios. Ellos empezaron a
leer la Biblia porque yo les citaba los textos. El siguiente paso fue buscar una Iglesia Adventista. Aún bebía alcohol, pero desde
que empecé a asistir a la iglesia lo abandoné, me olvidé de las chicas fáciles y las malas compañías.

Al principio asistía a la iglesia los domingos en la tarde, porque trabajaba los sábados. Ese era el día que más ocupado estaba y
era día de cobro; pero como estaba convencido de que era el día de reposo pensé: «Creo que es mejor dejar de trabajar en
sábado». Pedí el permiso, pero me fue denegado; aunque no me despidieron porque me valoraron diciendo que era un buen
trabajador.

Pedí a Dios un empleo donde pudiera guardar el sábado y él me lo concedió. Eloy toda mi familia ha sido bautizada y guardamos
el sábado para gloria de Dios. En las Sagradas Escrituras encontré la libertad del pecado y soy feliz gracias a Cristo, mi Salvador.

¿Y tú! ¿Ya eres libre!

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02- Dovocional; La Libertad ***La verdad os hará libres. Juan 8:32.***

En los Estados Unidos, los jóvenes esperan cumplir los 18 años para “ser libres”. Consideran que la libertad consiste en vivir
aparte de sus padres. Pero la mayoría de quienes se van de casa cae en el libertinaje; por ello, son menos libres que antes.

La libertad no es nuestra; la libertad es de Dios, es una porción de su soberanía. Es la libertad lo que nos distingue de las bestias.
Forma parte de la imagen de Dios, el único libre en plenitud. Nuestra libertad está sujeta a la voluntad de Dios. Podemos decidir
nuestro destino, pero no el de la iglesia de Cristo, su agencia en la tierra.

Antes de la caída, nuestros padres tenían una libertad relativa, limitada. Era una concesión. No eran libres intrínsecamente sino
inherentemente, en herencia. Eran libres por diseño y por decreto, pero podían perder la concesión. Y la perdieron. Por medio
de la libertad podemos decidir nuestro destino. Si en la condición de inocencia el hombre tenía libertad relativa, con más razón
ahora, cuando los demonios procuran tornarlo en marioneta.

A causa del pecado, cada ser humano es esclavo del mal. En sus genes vibra la maldad, y se transmite. Ajeno a los genes del mal,
Cristo vino al mundo y pregonó la libertad. Cuando dijo a los fariseos “la verdad os hará libres” (Juan 8:32), se refería a la
liberación de las ataduras del pecado. Cristo, la verdad, concede la libertad. Mediante el nuevo nacimiento, los esclavos del
diablo son liberados y ahora deciden servir a Jesús. La libertad del hombre, por su condición de criatura, es sujeción voluntaria
a un ente superior. La libertad del cristiano es una pasión de la voluntad que lo une al Libertador. Su mayor deleite es estar con
él, y también su única seguridad.

El cristianismo es la religión de la libertad, servimos a Dios por elección propia y los principios del evangelio nos instan a respetar
y garantizar la libertad de los demás.

Procuremos cada día vivir de acuerdo con los ideales y las normas cristianas, especialmente la promoción y defensa de la
libertad. Sigamos a Jesús, nuestro Libertador.

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