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LITERATURA

UNIVERSAL
 La Literatura Clásica 624

 La Literatura Europea
en la Edad Media 626
 La Literatura en el Siglo XVI 630

 La Literatura en el Siglo XVII 634

 La Literatura en el Siglo XVIII 638

 El Romanticismo 640

 La Literatura en el Siglo XIX 642

 La Literatura Mundial
en el Siglo XX 646

MENÚ AUTOEVALUACIONES SALIR


literatura universal • La L iteratura C lásica

Grecia y Roma
Los romanos llamaron clásicos a aquellos autores
que servían de modelo para la enseñanza. Aunque
cada literatura tiene su período clásico o Edad de
Oro, el mundo clásico por antonomasia es el de la
antigüedad griega y latina (ss. IX-VIII a.C.-II d.C.).
Como modelo de escritura, se entiende por clásico
un estilo claro, ejemplo de equilibrio y mesura.

Homero dio forma


poética a un conjunto
Platón, que aquí aparece rodeado de sus discípulos, quiso de leyendas basadas en
dedicarse a escribir tragedias antes de decidirse por la filosofía. unos hechos acaecidos
quinientos años antes.

 LA POESÍA ÉPICA Y LA LÍRICA GRIEGA

La literatura de la Grecia clásica se nutre de los mitos y leyendas. Sus prota-


gonistas son dioses, semidioses y héroes con los mismos sentimientos que
el común de los hombres. La épica es un género narrativo propio de socie-
dades iletradas. Tuvo su origen en la transmisión oral. Las epopeyas y los
poemas épicos cantan las hazañas de héroes, ensalzándolos como mode-
los humanos. Los temas suelen apoyarse en un trasfondo histórico.
Homero (ss. IX-VIII a.C.) dio forma definitiva a los dos grandes poemas
épicos con que se inicia la literatura occidental: la Ilíada, un canto guerrero
que narra la cólera de Aquiles, uno de los héroes
griegos que asedian Troya, que da muerte al
héroe troyano Héctor para vengar a su amigo
Patroclo; y la Odisea, que relata el regreso del héroe griego Ulises
(Odiseus) a Ítaca, su patria, después de la caída de Troya. Es como
una novela de aventuras. Mientras que la epopeya nace en un
mundo feudal, la poesía lírica surge con las formas de vida urba-
nas (ss. VII-V a.C.). Es individualista y subjetivista. Los temas son
el amor, la amistad, la muerte. Al principio, se canta-
ba con acompañamiento de una lira, y conserva-
rá siempre la armonía y el ritmo. En Alceo
(s. VII a.C.) hallamos todavía un estilo apasio-
nado y directo. Safo (ss. VII-VI a.C.), poetisa de
origen noble, cantó el amor en versos de una
delicada sensibilidad, y Anacreonte (ss. VI-V a.C.),
los placeres amorosos, de la buena mesa y el buen
vino, sin eludir la amargura y la tristeza.

Ánfora ateniense
del siglo VI a.C.
decorada con un episodio de la Ilíada: La poetisa Safo, que desvinculó
Aquiles da muerte a Pentesilea, reina los sentimientos y el amor
de las Amazonas, ante los muros de Troya. de lo religioso.

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literatura Universal • Grecia y R oma

 EL TEATRO GRIEGO

El teatro griego nació ligado al ámbito religioso-mitológico: la tragedia, de las fiestas en honor
del dios Dionisos, y la comedia, de unos bailes burlescos de los campesinos, cuando a ambos fue-
ron incorporándose personajes-actores. Los temas de la tragedia se reunían en tres obras enca-
denadas (trilogía), y los protagonistas se enfrentan a la fuerza del destino. De Esquilo
(ss. VI-V a.C.) se conservan la trilogía de la Orestíada y obras dispersas (Los persas,
Prometeo encadenado). Sus personajes son aún esquemáticos, y el lenguaje es solemne y
poético. Sófocles (s. V a.C.), en obras como Antígona y Edipo rey, creó personajes más
humanizados. Eurípides (s. V a.C.) puso en escena los impulsos y sentimientos huma-
nos (Alcestes, Las troyanas, Orestes). Aristófanes (ss. V-IV a.C.), el más célebre come-
diógrafo griego, sobresale por la viveza de los diálogos, mostrando en sus come-
dias (Las nubes, Las ranas, Las aves) un mundo variopinto y vitalista.

Sófocles no halla otro


 LA POESÍA LATINA sentido al sufrimiento
humano, esencia
La literatura en lengua latina surgió con traducciones de la tragedia griega,
e imitaciones de obras griegas. Influyó en toda la cul- que los incomprensibles
tura europea, en particular en las lenguas romances, designios de los dioses.
hijas del mismo latín. La poesía alcanzaría su plenitud
en la época imperial (s. I a.C.). Virgilio (70-19 a.C.) trató con pulcro estilo, en las
Bucólicas, los temas clásicos del amor idílico, y en
las Geórgicas, las tareas del campo. Con la Eneida
creó la epopeya nacional romana. Horacio
(65-8 a.C.) logró en sus Odas una muestra de la
mejor lírica universal. Ovidio (43-18 a.C.) es
conocido por su Arte de amar, tratado sobre el
amor profano y sensual.

Eneas es curado de una herida


en presencia de Venus,
según un fresco de Pompeya.

Odeón de Herodes Ático, en Atenas.


Construido en 161 d.C. según el modelo
del teatro romano, tiene capacidad
para 5.000 espectadores.

 EL TEATRO LATINO

Aunque se mantuvo dentro de las pautas trazadas por el tea-


tro griego, dio mayor importancia a la comedia y, en cambio,
relegó la tragedia. La comedia latina tuvo dos figuras señeras:
Plauto (254-184 a.C.), que adaptó en sus obras (Anfitrión,
La olla, El soldado fanfarrón) la comedia griega al gusto romano,
y sobresalió por el dominio del lenguaje coloquial más que por la
trama o los caracteres; y Terencio (190-159 a.C.), conocido sobre todo
por Heautontimorumenos (El que se atormenta a sí mismo), que ahondó en
los matices psicológicos.

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literatura universal • La L iteratura E uropea en la E dad M edia

Monasterios y Trovadores
El hundimiento del mundo clásico supuso para la literatura un
cambio radical. La cultura se recluye en los monasterios y la
Iglesia es el único lazo de unidad cultural.
La descomposición del latín da origen a las
lenguas romances. La literatura medieval
toma un tono realista que refleja las
nuevas formas de vida: el mundo feudal
crea su épica propia y el espíritu
caballeresco se expresa en la lírica de los
trovadores.

Monasterio de Sant Pere de Roda, consagrado


en 1022. Muestra característica del románico catalán,
recoge todavía elementos carolingios y mozárabes.

 LOS CANTARES DE GESTA

Las epopeyas románicas, francesas y españolas, reciben el


nombre de cantares de gesta (del latín gesta: hechos, haza-
ñas), ya que eran cantados por los juglares (mester de
juglaría) ante un público diverso. Los temas son de
carácter histórico. Entre los más antiguos y bellos can-
tares de gesta franceses sobresale el Cantar de Roldán
(s. XI), que narra la derrota de Carlomagno en Ron-
cesvalles durante la campaña contra los infieles. En cas-
tellano sólo se ha conservado íntegro el Cantar del Mio Cid
(s. XII), que recoge la historia de Rodrigo Díaz de Vivar,
personaje histórico que cayó en desgracia ante el rey Alfon-
so VI, realizó grandes proezas durante su destierro y recupe-
ró el honor y el favor de su rey. Los cantares de gesta caste-
llanos son más realistas que los franceses, ya que se refieren
a hechos y paisajes mejor conocidos por el auditorio.
Miniatura del siglo XII del Cantar de Roldán.
Este poema inspiró numerosas creaciones
literarias de tema carolingio.
La mayoría de los cantares de gesta españoles
se ha perdido. Paradójicamente, el mejor conservado
es el más antiguo, el Cantar de Mío Cid, del que se ilustra una página miniada.

Desde finales del siglo XIV, a partir de fragmentos de los cantares de


gesta que se cantaban como poemas autónomos, surgieron en la litera-
tura castellana los romances viejos, que añadían asuntos novelescos a
los temas tradicionales de las viejas gestas. Los poetas cultos castellanos
del siglo XVI crearon los romances nuevos, posteriormente recogidos en
los Romanceros. Más tarde, resurgirán con los poetas románticos y, de
nuevo, en la lírica contemporánea.

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literatura universal • Monasterios y T rovadores

 LA EPOPEYA MEDIEVAL

Las epopeyas de los pueblos europeos, igual que ocurrió con las epo-
peyas homéricas, eran composiciones anónimas de transmisión oral.
Los temas son también las hazañas de los héroes nacionales. En el
siglo VII surgen las primeras muestras de la épica germánica, que
corresponden a pueblos de fuerte tradición guerrera.
El fragmento más antiguo que se conserva de un poema épico
medieval es el Canto de Hildebrando. Del siglo XII es la creación lite-
raria más notable de la epopeya germánica, el Cantar de los Nibelun-
gos, que narra las aven-
turas del héroe
Sigfrido.

Dos interpretaciones plásticas


del Cantar de los Nibelungos.
Sobre estas líneas, en un
grabado del siglo XVII,
Hagen da muerte a traición a
Sigfrido. A la izquierda, Hagen
recibe el escudo
de manos de Rüdiger.

 LA NARRATIVA CULTA

En el siglo XII, cuando la tradición oral de los cantares de gesta se hubo convertido en narrativa
escrita, fueron apareciendo las primeras manifestaciones de una narrativa culta en verso. Las prime-
ras muestras del llamado roman courtois corresponden a la «materia de Bretaña», conjunto de anti-
guos motivos legendarios de origen bretón que comprenden el ciclo
artúrico (del legendario rey Artús y los caballeros de la tabla
redonda). Chrétien de Troyes (1135-1190) fue el autor más
importante y el primer novelista moderno. En Lancelot o
el caballero de la carreta narra las aventuras del enamora-
do de la reina Ginebra, esposa del rey Artús, y en
Perceval o el cuento del Grial, el protagonista, caballero
de la corte artúrica, tiene que preservar el Santo Grial
(el vaso sagrado en el que, según la tradición, san José
de Arimatea había recogido la sangre de Cristo cru-
cificado). Dentro de la materia de Bretaña, María de
Francia (s. XII) compuso narraciones cortas (Lais)
inspiradas en temas amorosos.

Ilustración del Livre de Messire Lancelot


du Lac, de Gautier Map (siglo XV),
un título más de la profusa
y compleja literatura artúrica.

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literatura universal • La L iteratura E uropea en la E dad M edia

 LAS NOVELAS DE CABALLERÍAS En tiempo de paz, los torneos constituían


la dedicación
Los relatos cultos se diversificaron y surgieron predilecta
del caballero,
unas narraciones en prosa que añadieron a las cuyas virtudes
gestas caballerescas asuntos cortesanos, dando se resumían
origen a las novelas de caballerías. en valor físico
Aunque las novelas cortesanas y de y bondad
aventuras tuvieron un origen fran- de alma.
cés, en la literatura castellana las
novelas de caballerías adquirie-
ron características propias, al-
canzando su máximo esplen-
dor durante el Renacimiento.
En ellas, un caballero an-
dante, modelo de heroís-
mo y de fidelidad amorosa,
lleva a cabo toda clase de proezas. Amadís de Gaula (ss. XV-XVI), la más importante del género,
enmarca el ideal caballeresco en un mundo fantástico.

Dante es una de las figuras


de la plenitud medieval,
de aquel siglo XIII, que
escribió en latín y en lengua vernácula.
A la derecha, Libro del buen amor del Arcipreste de Hita,
la obra más importante de la lírica castellana medieval.

 LA NUEVA POESÍA CULTA


Y CORTESANA

En Italia, la lírica provenzal influyó sobre todo en el norte. Sin embargo, con
la decadencia del amor cortés provenzal, tanto los poetas sicilianos y toscanos
como los trovadores del norte adoptarían el dolce stil nuovo, en el que el culto
a la mujer aparece entendido de una manera metafórica e idealizada: un ser
perfecto para un arte que apuntaba a la perfección. Dante Alighieri (1265-
1321) representa la culminación del nuevo estilo y tiende un puente entre
la Edad Media y el Renacimiento. En su Vita Nuova canta su amor plató-
nico por Beatriz, idealizada como suma de virtudes. Con la Divina
Comedia, extenso poema que relata un viaje del poeta a las tres regiones de
ultratumba (infierno, purgatorio y paraíso), acompañado por Virgilio como
guía, y en el que aborda todos los problemas de la humanidad, alcanzó las
más altas cumbres de la literatura. En la lírica castellana, la poesía culta y cor-
tesana no producirá su obra más notable hasta la segunda mitad del siglo XIV, con Juan Ruiz, arci-
preste de Hita (h. 1283-1350), que en el Libro del buen amor entremezcla el tema amatorio con ser-
mones morales, fábulas, cantigas y sátiras. En el siglo XV, el marqués de Santillana (1398-1458)
escribió sus Sonetos fechos al itálico modo, y el cordobés Juan de Mena (1411-1456) imita el poema
alegórico de Dante con el Laberinto de Fortuna o Las Trescientas. Más tarde, Jorge Manrique (1440-
1479) desarrollará aún los temas medievales de la fugacidad de la vida en una de las obras maestras
de la lírica española, las Coplas por la muerte de su padre.

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literatura universal • Monasterios y T rovadores

Entre los episodios más relevantes de los cantares de gesta cabe destacar la llamada escena
galante, en la que el trovador reclama el amor de su dama.

 LA LÍRICA TROVADORESCA

Al lado de la epopeya tradicional, en los albores del si-


glo XII, apareció en el Mediodía francés una lírica culta en
lengua provenzal, la poesía trovadoresca. Surgida en el
ambiente aristocrático de las pequeñas cortes feudales de Provenza, en las
que se celebraban justas poéticas, rendía culto a la mujer idealizada con el
llamado amor cortés, en el que el trovador reproducía ante su dama el vasa-
llaje feudal. Junto al tema amoroso, la poesía trovadoresca trató además asun-
tos diversos (debates, lamentos, etc.), creando formas estróficas específicas
para cada uno. Su influencia se extendió a toda la lírica culta europea.
El primer trovador conocido es Guillermo de Poitiers (1071-1126).
Juglares entonando
En Alemania, el influjo trovadoresco aparece en los Minnesänger. En
cánticos de alabanza
España, al lado de la poesía culta del mester de clerecía, en la que destaca dedicados a la Virgen.
Gonzalo de Berceo (1195-1268), que adoptó el arte de los juglares para can- Obsérvense en la parte
tar los hechos de los santos y la Virgen (Milagros de Nuestra Señora), flore- inferior los neumas o
cieron la escuela arábigo-andaluza, representada por las jarchas, breves copli- signos de notación
llas de tema amoroso, y la galaico-portuguesa, con composiciones, en su musical de la época.
mayor parte, de carácter refinado y cortés (cantigas de amor).

 EL TEATRO MEDIEVAL

A partir de las celebraciones litúrgicas, con el fin de explicar


la religión a los fieles se representan en las mismas iglesias
milagros, misterios y moralidades en lengua vulgar (en
España se llamarían autos). En francés se conservan el
Misterio del asedio de Orleans y El hombre pecador, junto a otras
piezas de menor interés. En castellano sólo ha llegado hasta
nosotros el Auto de los Reyes Magos (ss. XII-XIII). Más adelan- El Misteri de Elche es una supervivencia
te, al salir el teatro del ámbito religioso, se recupera la tradi- de teatro didáctico religioso medieval.
ción de las sátiras de la comedia romana, y surgen las farsas.
Entre ella destaca El juego de Robin y Marion, de Adam de la Halle (s. XIII), y La farsa de Maese
Patelin (s. XV), de autor anónimo, precedente de la comedia moderna. Posteriormente, en autores
como Juan del Encina (1468-1529) y Gil Vicente (h. 1465-1536), que escribió en portugués y en
castellano, coinciden ya las formas medievales y las tendencias renacentistas. También entre la Edad
Media y el Renacimiento hay que situar la Tra-
gicomedia de Calisto y Melibea o La Celestina, atri-
buida al bachiller Fernando de Rojas (1465-1541).
Es una pieza larga en forma dialogada, dividida en
veintiún actos, que por el vigor de los personajes y
un lenguaje de una asombrosa riqueza se encuentra
entre las grandes obras de la literatura universal.

Grabado de la edición de Burgos de 1531 de La Celestina.


Calisto sube a reunirse en secreto con Melibea, en la escena
previa a su caída mortal.

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literatura universal • La L iteratura en el S iglo xvi

Humanismo y Renacimiento
En el renacimiento, los ideales humanísticos se trasladan
a todas las ramas del saber. Durante la Edad Media,
la lengua y la cultura latinas no habían sido olvidadas,
pero no tuvieron una influencia directa hasta los primeros
humanistas. Con los clásicos como objeto de estudio,
y la perfección de la lengua latina como modelo para las
lenguas vulgares, surge una nueva
visión del mundo en la que el hombre
es el centro y la medida del universo.

Elio Antonio de Nebrija, sin duda la figura central del humanismo


español, diserta sobre temas lingüísticos con un grupo
de eruditos. Miniatura de la Gramatica latina, 1492.

 LA NARRATIVA: SÁTIRA Y PICARESCA

En Francia, la obra de Erasmo influye especialmente


en Rabelais (1494-1553), que combina la sátira didác-
tica y la ficción en los cinco libros de Gargantúa y
Pantagruel, denunciando las costumbres de la época. En la narrativa
española de este período, muy viva aún la tradición medieval de las
novelas de caballerías, nacía un género nuevo, la novela picaresca, rea-
lista por el estilo, con El lazarillo de Tormes, de autor anónimo. El píca-
ro, protagonista de estas obras, narra su propia vida en una sociedad
hostil ante la que tiene que utilizar toda suerte de argucias para
sobrevivir. En la misma época, Jorge de Montemayor (1520-1561)
escribe Los siete libros de Diana, primera novela pastoril de la literatura
castellana. François Rabelais, cristiano
influido por la filosofía
neoplatónica, está convencido
de la bondad esencial
de la naturaleza.

Grabado de una edición


del Lazarillo. Con su padre
condenado a galeras
por robo y su madre
amancebada con un
caballerizo negro, desde
niño tuvo que ingeniárselas
para no morir de hambre.

630
literatura universal • Humanismo y R enacimiento

La iglesia franciscana  LOS HUMANISTAS


de la Santa Croce, de Florencia,
que alberga la tumba
El humanismo fue un movimiento intelectual de ori-
de Maquiavelo.
gen italiano. Petrarca (1304-1374), último escritor
medieval y poeta stilnuovista, quiso recuperar los
estudios y las letras de la
Antigüedad, tras los siglos,
que él consideraba oscuros,
de la Edad Media. El in-
flujo de su poesía en len-
gua romance dirigida a su
amada Laura, recogida en el
Cancionero, se extiende a
toda la poesía europea, has-
ta el Romanticismo. Este
mismo papel desempeña
Boccaccio (1313-1375) en
el campo de la prosa. Sus
Rimas en lengua vulgar son
también deudoras del stil
nuovo. Con la obra que le ha
ganado un lugar privilegiado en la literatura, el Decamerón, colección de relatos novelescos en prosa,
contribuyó a la formación de la lengua italiana. Precedidos en más de un siglo por Petrarca y
Boccaccio, varios autores fueron cimentando la cultura humanística en los diversos campos del
saber. Baltasar de Castiglione (1478-1529) desarrolla en El Cortesano el ideal del perfecto caballe-
ro renacentista, tan diestro en las armas como en las letras.
Maquiavelo (1469-1527) ofrece en El Príncipe un descarnado aná-
lisis del arte de gobernar, que a su juicio debe basarse en el lema «el
fin justifica los medios». Con el holandés Erasmo (1467-1532)
el humanismo llega a su culminación. En su Elogio de la locura con-
trapone a la demencia del mundo, dominado por la codicia y la
superstición, un ideal cristiano de humanismo y tolerancia que pre-
paró el camino a la Reforma protestante. Michel de Montaigne
(1533-1592) reúne en su Ensayos, modelo de la mejor prosa
francesa, un conjunto de reflexiones filosóficas y morales.
En España, en el campo filológico,
el ejemplo de los humanistas es
seguido por Elio Antonio de Ne-
brija (1444-1522), autor de la Gra-
mática de la lengua castellana (1492),
la primera de una lengua romance.
El Inglaterra, el humanista Tomás
Boccaccio con un ejemplar Moro (1478-1535) expone en su
del Decamerón en sus manos, Utopía una sociedad ideal basada en
retratado por Andrea del Castagno la comunidad de bienes.
en uno de sus frescos dedicados
a hombres ilustres
(Santa Apolonia, Florencia).

Petrarca fue el auténtico promotor


del Renacimiento literario y el introductor del humanismo cristiano.
Su idealismo amoroso dio lugar a la corriente llamada petrarquismo.

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literatura universal • La L iteratura en el S iglo xvi

Ilustración de La Araucana, poema épico


de Alonso de Ercilla.

 LA POESÍA ÉPICA RENACENTISTA

La obra más representativa de la moderna epopeya


es el Orlando furioso de Ludovico Ariosto (1474-
1533), que utiliza los temas caballerescos para des-
mitificar los ideales medievales, en unas páginas de
singular belleza y musicalidad. Torcuato Tasso
(1544-1595), en su Jerusalén liberada, intenta con-
ciliar en un estilo retórico la ética religiosa de la
Contrarreforma y la visión heroica y pagana típica-
mente renacentista. Con el afianzamiento de las
naciones europeas, otros poetas intentaron con de-
sigual fortuna dotarlas de sus epopeyas nacionales.
La Araucana, en la que su autor, Alonso de Ercilla
(1533-1594), exalta el valor y la nobleza de los araucanos durante la conquista de Chile, es la epo-
peya nacional de los chilenos. Mención aparte merece por su genio el portugués Luis Vas de
Camoens (1524-1580), autor del gran poema épico Os Lusiadas, que narra la expansión marítima de
los portugueses, centrada en el viaje de Vasco de Gama a la India.

 EL PETRARQUISMO
EN EUROPA

El prestigio de la lengua latina había


relegado el cultivo de la lírica en len-
gua italiana, hasta que el Cancionero
de Petrarca fijó el modelo de la líri-
ca renacentista. Su influjo revitalizó
las formas poéticas tradicionales
vigentes en Europa. El renovador de
la lírica francesa fue Pierre Ronsard
(1524-1585), que fundó el grupo de
la Pléiade para defender el clasicis-
mo y el uso literario de la lengua
francesa. En sus odas y églogas,
Ronsard sucumbió al perfeccionis-
mo y la retórica, mientras que en los
Amours siguió el modelo petrarquis- Martín Lutero, estudioso de la Sagrada Escritura
ta. Al mismo grupo perteneció Joaquim du Bellay y traductor de la Biblia a la lengua sajona,
junto a su familia.
(1525-1560), autor del manifiesto poético Defensa e ilus-
tración de la lengua francesa. En Inglaterra, el petrarquis-
mo alcanzó su madurez con Philip Sydney (1554-1596),
Edmund Spenser (1552-1599), autor de sonetos italianizantes y el poema fantástico La reina de las
hadas, y los sonetos amorosos de Shakespeare. En Portugal introdujo los modelos petrarquistas Sá
de Miranda (1481-1558), que escribió en portugués y castellano. En Alemania, cabe destacar a
Hans Sachs (1494-1576), que dejó más de seis mil poemas, junto a los himnos religiosos de Lutero.

632
literatura universal • Humanismo y R enacimiento

 LA ESCUELA PETRARQUISTA ESPAÑOLA

La introducción en la literatura castellana de los motivos poéticos y la


métrica del petrarquismo se produjo a través de Juan Boscán (1492-
1542). Garcilaso de la Vega (1503-1536), guerrero, cortesano y
poeta, perfecta encarnación del ideal renacentista, logró fundir las
nuevas formas poéticas con una intensa emoción lírica. En la obra
de Fernando de Herrera (1534-1597), que encabeza la escuela
sevillana, la abundancia de recursos estilísticos preciosistas deri-
vó en el manierismo. Herrera cultivó la poesía amatoria al modo
petrarquista y los temas patrióticos. Contemporáneo suyo, Fray
Luis de León (1527-1591) armonizó el espíritu cristiano y el
humanismo clásico en una severa reflexión sobre la existencia
terrena, con versos de sobrio estilo que se encuentran entre las
mejores composiciones líricas de la poesía española (Canción a la
vida solitaria, Oda a Salinas). En este momento surge la poesía mís-
tica y ascética de San Juan de la Cruz (1542-1591), que expresó sus
experiencias religiosas, tomando como elemento simbólico el amor
humano, en tres grandes poemas (Noche oscura del alma, Cántico espiri-
tual, Llama de amor viva). Apoyó además la reforma de la orden carme-
El Éxtasis de santa Teresa, litana emprendida por Santa Teresa de Jesús (1515-1582), escritora mís-
grupo escultórico de Bernini, tica en prosa.
se inspira en las descripciones
de la propia santa.

 EL TEATRO ISABELINO

La renovación impulsada por el


Renacimiento en la prosa y la poe-
sía no tuvo su equivalente en el
género dramático hasta el siglo XVI.
El teatro europeo, cuando no se
mantenía dentro de la tradición
medieval, se limitaba a la imitación
de los clásicos grecolatinos. Tan
sólo en Italia, Maquiavelo, con La
mandrágora, ofreció un modelo para
la comedia renacentista. El cambio Representación de la tragedia shakespeariana
se produjo en Inglaterra, a finales de siglo, durante el Hamlet, en 1600.
reinado de la reina Isabel I (época isabelina). Se inicia
con Christopher Marlowe (1564-1593), que aborda en
sus obras los temas del poder y la ambición (La trágica historia del doctor Fausto). Su coétaneo William
Shakespeare (1564-1616) no sólo llevó a su culminación el teatro isabelino sino que su producción
dramática constituye uno de los mejores legados del teatro universal. Una juventud azarosa le llevó a
la vida teatral, donde compaginaría las tareas de actor y dramaturgo. Se le atribuyen más de treinta
obras, que comprenden comedias (Las alegres comadres de Windsor, El sueño de una noche de verano),
dramas históricos (Ricardo III, Enrique IV) y tragedias (Romeo y Julieta, Hamlet, Otelo). El teatro de
Shakespeare, entremezclando situaciones y géneros distintos, plasma la complejidad del mundo y
del hombre a través de una rica galería de personajes y logra un perfecto equilibrio entre lo emotivo
y lo racional.

633
literatura UNIVERSAL • La L iteratura en el S iglo xvii

Del Barroco al Clasicismo


El término barroco equivale etimológicamente a retorcido,
irregular, deforme. Hoy se utiliza para dar nombre a la
cultura dominante en el siglo XVII y también califica a todo
estilo excesivamente ornamentado o artificioso. Estos
fueron los rasgos del arte y la literatura en esta época, hasta
que en Francia se fraguó un nuevo clasicismo.

Baldaquino del altar mayor de la basílica


de San Pedro de Roma, obra de Gian Lorenzo Bernini.

 ESPAÑA: CULTERANISMO
Y CONCEPTISMO

La poesía barroca española no tendrá parangón en toda la


lírica europea. En plena época de crisis y decadencia, bajo
la influencia de la Contrarreforma, resurge el pensamiento
ascético y la concepción teocéntrica del mundo medieval, el
desengaño, la consciencia de la inconsistencia y la fugacidad de la vida. Paradójicamente, todos estos
factores abonarán una etapa de esplendor en las artes y las letras. La lírica barroca exagerará la ten-
dencia a la ostentación formal y una actitud moralizadora, que se manifestarán en las dos grandes
tendencias: el culteranismo, que busca la ornamentación exuberante y la artificiosidad formal a tra-
vés del léxico culto, y el conceptismo, más preocupado por el contenido, que recurre a ingeniosos
juegos de palabras. La primera está representada por Luis de Góngora (1561-1627), que cultivó la
poesía religiosa y, sobre todo, profana. Utilizó todas las formas estróficas de la época, incluso las de
origen popular (compuso bellísimos romances y letrillas), acentuando progre-
sivamente los rasgos culteranos. Sus dos mejores obras son las Soledades y
la Fábula de Polifemo y Galatea. La máxima figura del conceptismo fue
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645), gran poeta y profundo
moralista, cuya obra se caracteriza por la densidad del pensamiento
y la intensidad emocional. Su producción poética, recogida en
El Parnaso español y Las tres musas últimas castellanas, comprende
composiciones amorosas, sobre el tiempo y la
muerte, morales y de tema burlesco y satíri-
co. En este mismo siglo, nace con vida pro-
pia la poesía en América Latina y su figura
capital es la religiosa mexicana Sor Juana
Inés de la Cruz (1651-1695), autora de poe-
mas religiosos y didácticos, recogidos en
Inundación castálida.

Góngora se estableció en la corte


en 1612 como capellán de honor
Francisco de Quevedo y Villegas, de Felipe III. Allí se enemistó con Lope
pintado por Velázquez, «con los de Vega y con Quevedo.
anteojos puestos como Este último le dedicó alguna letrilla
acostumbraba de ordinario». tan cruel como ingeniosa.

634
literatura UNIVERSAL • Del B arroco al C lasicismo

 ANTECEDENTES DE LA NOVELA MODERNA

El español Miguel de Cervantes (1547-1616) es el precursor de la novela moderna y uno de los


grandes genios de la literatura universal. En 1585 publicó su primera novela, La Galatea, que se
enmarca en el género pastoril, típicamente renacentista. A principios del siglo XVII escribió sus
novelas ejemplares, doce relatos en los que se alternan el realismo y la visión idealista al gusto italiano
(Rinconete y Cortadillo, El coloquio de los perros). Con El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha se propuso ridiculizar los libros
de caballerías, género de origen medieval que se pro-
longaba en plena decadencia denostado por los
humanistas y moralistas. Sin embargo, junto a la
parodia, contrapuso al idealismo del mundo
caballeresco la mezquindad de su tiempo, tra-
zando un lúcido panorama de la realidad social
del momento, y creó dos personajes de ricos
matices y profunda humanidad.

Episodio de los
molinos de viento,
a los que
Don Quijote
Ilustración de Gustave Doré para el Quijote confunde con
(1863). Se trata de una alegoría de las gigantes.
fantasías que pueblan la imaginación
del obsesivo lector de libros de caballerías.

Miguel de Cervantes Saavedra.

Cervantes, que fue un poeta discreto, tuvo


mejor suerte como autor dramático con las
comedias escritas al estilo lopesco (El furián
dichoso, Los baños de Argel) y, en particular,
Ilustración del episodio con los entremeses, entre los que sobresale
de las bodas de Camacho, El retablo de las maravillas.
en las que se sirvieron enormes
cantidades de comida:
«Este día no es de aquellos
sobre quien tiene juridición Entrada de don
la hambre, merced Quijote y Sancho
al rico Camacho». en Barcelona.
La cabalgata,
al son
Tras abandonar su aldea, de atabales
Don Quijote en compañía de su y chirimías, se vio
escudero Sancho Panza, decide accidentada por
actuar como caballero andante, la travesura
ofreciendo sus hazañas de unos
a la dama de sus pensamientos. muchachos.

635
literatura UNIVERSAL • La L iteratura en el S iglo xvii

 LA POESÍA BARROCA Y CLASICISTA

En Italia, Giambattista Marino (1569-1625) crea con su


poema mitológico Adonis una obra de gran exuberancia de
imágenes, que dentro del barroco, dará origen a una corrien-
te propia (marinismo). En el Reino Unido, John Donne
(1572-1631) encabeza el grupo de los llamados «poetas
metafísicos», por la complejidad y hermetismo de su estilo,
que contiene elementos formales típicamente barrocos.
John Milton (1608-1674), con el Paraíso perdido, es de un
depurado clasicismo. En Francia, la poética clasicista se
anuncia ya en François de Malherbe (1555-1628),
poeta de tono formalista y convencional.

Pierre Corneille, gran poeta épico,


clasicista y cartesiano. Alegoría de John Milton flanqueado por las personificaciones
de las lenguas latina y griega. Grabado del siglo XVIII.

 EL TEATRO EUROPEO BARROCO Y CLASICISTA

En el siglo XVII, el teatro isabelino, fruto del genio de Shakespeare, entrará en


una progresiva decadencia. Ben Jonson (1572-1637), que llegó a competir
con él, escribió un teatro amable e ingenioso, basado en los caracteres y tipos,
representado por Volpone o el Zorro, mientras que la tragedia se sumía en una
artificiosa vacuidad. En Francia, el teatro, ligado a la espectacularidad de la
corte real, estuvo sometido a unas exigencias de orden, claridad y equilibrio, en
particular durante el reinado de Luis XIV. Las rígidas normas del nuevo clasicismo se
encuentran en Arte poética de Boileau (1636-1711). Pierre Corneille (1606-1684), el verdadero ini-
ciador de este teatro, tuvo una gran aceptación con su tragedia El Cid, inspi-
rada en Las mocedades del Cid, del valenciano Guillén de Castro. Más rigu- Racine, gran
roso en someterse a las reglas clásicas es Jean Racine (1639-1699), que conocedor
retorna a la tragedia griega. Ambos fueron coetáneos de un genial de los autores
comediógrafo, cuyas obras son vigentes aún en nuestros días: griegos y latinos,
Jean-Baptiste Poquelin, llamado Molière (1622-1673), actor y presenta
dramaturgo de una compañía de cómicos ambulantes, que ob- sus tragedias
como
tuvo su primer éxito con Las preciosas ridículas. Más tarde, con
conflictos
Tartufo o el hipócrita, El avaro y El enfermo de
imaginario logró una aguda y viva sátira pasiones.
de costumbres, creando además algu-
nos tipos universales (el avaro, el
hipócrita, el nuevo rico, etc.).
El teatro italiano se mantuvo en
el género de la comedia y la
farsa. La Commedia dell’arte («co-
media del oficio») es un tipo de composición en la que los cómicos profe-
sionales improvisaban a partir de un guión con personajes preestablecidos
(Arlequín, Polichinela, etc.).

Ben Jonson fue un gran conocedor de los clásicos y, además de escribir comedias,
produjo 33 espectáculos para el teatro de máscaras de la corte de Jacobo I.

636
literatura UNIVERSAL • Del B arroco al C lasicismo

 LA PROSA DIDÁCTICA Y NARRATIVA

La prosa didáctica tuvo una de sus máximas figuras en Baltasar Gracián


(1601-1658), quien sin abandonar el hondo pesimismo de los autores barro-
cos quiso mostrar en El Criticón, relato alegórico novelado, los peligros y
virtudes que la vida depara al hombre. Quevedo, es autor de obras satíricas
en las que denuncia las lacras humanas, mediante invenciones fantásticas,
como en Sueños, e inquietudes del espíritu, incluso ascéticas, en obras como
La cuna y la sepultura y La providencia de Dios. Escribió además la novela
picaresca Vida del Buscón, llamado don Pablos. En Francia, las Fábulas en
verso de La Fontaine (1621-1695) y las Máximas de La Rochefoucauld
(1613-1680) se encuadran ya en el clasicismo.
Portada de una edición de El Criticón, de Gracián.
De la producción de este autor se desprenden todos los elementos del pesimismo
barroco, al que sólo cabe oponer el poder de la voluntad.

 EL TEATRO ESPAÑOL DEL SIGLO DE ORO

En la España de la segunda mitad del siglo XVI, se crearon en patios de


vecindad unos espacios fijos, los corrales de comedias, donde se represen-
taban espectáculos profanos populares. El teatro español surgió, pues,
al margen de la corte y la monarquía (fruto de lo que hoy llamaríamos
«iniciativa privada»). Su esplendor se debe al genio creador de Lope de
Vega (1562-1635). Hombre vital y apasionado, en su Arte nuevo de hacer
comedias definió el modelo de la llamada comedia española. Su ingente
producción (unas 1.500 obras) abarca temas históricos y legendarios
(Fuenteovejuna, El caballero de Olmedo), comedias profanas de enredo
(La dama boba, El perro del hortelano), religiosos, mitológicos, etc.
Su éxito popular se debe a la llaneza del lenguaje y la claridad de la
exposición. Siguieron su estilo, entre otros, Guillén de Castro (1569-
1613) y Tirso de Molina (1584-1648), quien en El burlador de Sevilla
introdujo en el teatro el tema de don Juan. Calderón de la Barca (1600-
Admirativamente motejado 1681) cultivó la fórmula teatral de Lope, pero aportando una aristocrá-
por sus contemporáneos tica serenidad y hondura de pensamiento. Su producción dramática fue
de «monstruo de la naturaleza»
y «fénix de los ingenios», el
también muy extensa (se conservan 120 comedias, 80 autos sacramen-
propio Lope admitía haber tales y una veintena de piezas menores). La imitación del modelo lopes-
escrito 1.500 comedias, co fue mayor en su primera época (La dama duende, Casa con dos puertas
sin contar los autos mala es de guardar), mientras que en su
sacramentales. madurez Calderón dio más perfec-
ción a la forma y abordó temas
de mayor profundidad. Sus dos obras más notables son
El alcalde de Zalamea, sobre el tema del honor, y
La vida es sueño, una de las joyas del teatro filosófi-
co. Con sus autos sacramentales, en los que el argu-
mento es de tipo espiritual e intervienen persona-
jes alegóricos, logra las mejores obras del género.

Escena teatral de la Casa con dos puertas mala es de guardar,


una comedia de enredo amoroso
de Pedro Calderón de la Barca.

637
literatura UNIVERSAL • La L iteratura en el S iglo xviii

El Neoclasicismo
y la Ilustración
El siglo XVIII es el siglo de la Ilustración,
el Siglo de las Luces. Se afirma el auge
de la burguesía y decae el poder de la
nobleza. Las convicciones hasta entonces
dominantes se someten a discusión
y se impone el espíritu crítico: la Razón ilumina El palacio de Schönbrunn, en Viena, que como
el de Versalles fueron auténticos «templos»
el entendimiento humano.
del despotismo ilustrado.

 LA PROSA CRÍTICA Y DIDÁCTICA

La literatura, bajo el predominio de la razón sobre el sentimiento, adopta como norma la utilidad.
Es útil lo que contribuye al bienestar espiritual y material de los hombres. La prosa se impone con
obras de crítica, didácticas y de reflexión. Montesquieu (1689-
1755) satiriza a través de dos extranjeros imaginarios la vida fran-
cesa en una novela epistolar (Cartas persas). En El espíritu de las
leyes analiza las formas que adoptan las leyes y los gobiernos.
Voltaire (1694-1778) destila una acerada ironía en Cándido o el
optimismo, y en el Diccionario filosófico denuncia la intolerancia y
el fanatismo. Diderot (1713-1784) y D’Alembert (1717-1783)
abordan una tarea gigantesca en la Enciclopedia para difundir todas
las ramas del saber, sustituyendo el principio de autoridad por cri-
terios de verdad. Rousseau (1712-1778) plantea la relación entre
el hombre y la sociedad en Emilio o de la educación y El contrato
social. En España, José Cadalso (1741-1782) recurre también en
Cartas marruecas al artificio de un extranjero para poner de relieve
la decadencia de la sociedad española. Gaspar Melchor de Jo-
vellanos (1744-1810), en una prosa de notable claridad y elegan-
cia, aborda temas muy dispares (económicos, políticos,
etc.) para impulsar el progreso de los españoles.

Jovellanos se esforzó
por introducir en  LA NARRATIVA INGLESA
España los principios
de la Ilustración. Uno de los máximos exponentes de la Ilus-
tración inglesa es Daniel Defoe (1660-
1731), que en la famosa novela de aventuras Robinson Crusoe
trata el tema del dominio del hombre sobre la naturaleza
por medio de la razón y la inteligencia. El irlandés Jonathan
Swift (1667-1745) recurre a la fantasía novelada, en los
Viajes de Gulliver, para trazar una sátira amarga y despiada-
da de la sociedad.

Ilustración de los Viajes de Gulliver.


Swift, clérigo anglicano, destacó por su imaginación poética y su aguda ironía.

638
literatura UNIVERSAL • El N eoclasicismo y la I lustración

 NEOCLASICISMO Y PRERROMANTICISMO

El neoclasicismo, que arranca del siglo anterior como reac-


ción a los excesos barrocos, es el modelo adoptado por
muchos ilustrados para matizar los sentimientos a la luz de la
razón, especialmente en el teatro. En poesía, en cambio, tiene
escasa incidencia. Alexander Pope (1688-1744), en In-
glaterra, formula en el poema didáctico Ensayo sobre la crítica
una especie de poética clasicista. También el español Ignacio
Luján (1702-1754) expone en una Poética las reglas clásicas,
siguiendo a los preceptistas franceses e italianos. A diferencia
de Pope, William Blake (1757-1827), pintor y grabador de
oficio, acude al lenguaje poético para crear una «metafísica
en imágenes», en obras de extrema originalidad (Cantos de
inocencia). Es un exponente del prerromanticismo, que encar-
na la rebeldía de los sentimientos y la emo-
ción tras el dominio, hasta entonces
indiscutido, de la razón. Alfie-
ri (1749-1803), con sus Rimas,
es su iniciador en Italia. Pe-
William Blake plasmó en sus grabados un ro es sobre todo en Alemania
universo plástico muy personal e inclasificable.
donde el prerromanticismo
surge con ímpetu, con la
aparición del movimiento juvenil Sturm und Drang (que se puede
traducir por «tempestad y empuje». Goethe (1749-1832) expresa
esta rebeldía en Las cuitas del joven Werther, aunque más adelan-
te, en su obra lírica, se acercará a un sereno clasicismo, para expre-
sar en su Fausto su visión del hombre y del mundo.

Grabado de una edición de 1837 de Las cuitas del joven Werther, una de las
obras más representativas de la atmósfera individualista, de aspiración a la
independencia y de ruptura que desembocaría en el romanticismo.

 EL TEATRO EN EL SIGLO XVIII

Dentro del Sturm und Drang, Schiller (1759-1805), extraordinario poeta


lírico, enarbola la bandera de la libertad en Los bandidos, un drama apasio-
nado. En Francia, por el contrario, alcanzan gran éxito las comedias de
Beaumarchais (1732-1799), especialmente dos obras de enredo
de ambiente español (El barbero de Sevilla, Las bodas de Fígaro).
En España, sólo Moratín (1760-1828) ofrece una obra sólida, con
comedias escritas para «deleitar e instruir», estrictamente someti-
das a las reglas clásicas, en las que plantea asuntos de la vida coti-
diana (El sí de las niñas).

Schiller encarna el idealismo atemperado por el sentido del deber,


el subjetivismo apasionado, el anhelo de libertad y de justicia.

639
literatura UNIVERSAL • El R omanticismo

Individualismo y Libertad Creadora


El romanticismo no es sólo una corriente literaria, sino un movimiento
cultural que abarca la primera mitad del siglo XIX. Encarna una
reacción que opuso al racionalismo de la Ilustración y al
neoclasicismo la exaltación del individualismo y la libertad.
El dictado de la razón y de la norma no había asegurado la
felicidad a los hombres, que tienen también
sentimientos, fantasías e ideales. En nombre
de la libertad creadora del artista, los autores
románticos se opondrán a toda regla.

Teatro de la Ópera de Dresde, concebido por el arquitecto


Gottfried Samper en pleno período romántico
y edificado entre 1837 y 1841.

 EL ROMANTICISMO EN LA NOVELA

Parecería que el género más apropiado para elromanticismo es la poesía.


Sin embargo, la novela asimiló dos rasgos importantes del espíritu román-
tico: la visión interior del hombre y la recuperación del pasado. Los crea-
dores de la novelística romántica fueron franceses y británicos.
En Francia, Chateaubriand (1768-1848) exalta la naturaleza y la vida
semisalvaje en sus dos novelas Atala y René. La narrativa de Victor Hugo
es hoy más vigente que su poesía, en particular la novela histórica
(Nuestra Señora de París y Los miserables). Lo mismo cabe decir de
Alexandre Dumas (1802-1870), con Los tres mosqueteros, y su hi-
jo Alexandre Dumas (1824-1895), con La dama de las camelias.

Victor Hugo reflejó en su obra los conflictos


ideológicos que agitaron su país entre
la Restauración y la III República.

El verdadero forjador del modelo de la novela histórica (descrip-


ción de las costumbres, acción dramática, importancia del
diálogo) fue el escocés Walter Scott (1771-1832), cuyas
obras (El anticuario, Ivanhoe, Quentin Durward) fueron
traducidas e imitadas de inmediato. En España, donde
varios autores cultivaron este género, Gil y Carrasco
(1815-1846) logró con El Señor de Bembibre su mejor
muestra. En América Latina, la novela romántica está
representada por el argentino D. F. Sarmiento (1811-
1888), con Facundo, el colombiano J. Isaacs (1837-1895),
con María, y el argentino J. Mármol (1817-1871), con
Amalia.

Ilustración de Quentin Durward, de Walter Scott, una novela


cuyo argumento se desarrolla en el reinado de Luis XI de Francia.

640
literatura UNIVERSAL • Individualismo y L ibertad C readora

 LOS POETAS ROMÁNTICOS

En Inglaterra y Alemania el espíritu romántico arranca del siglo anterior. En la lírica inglesa, tras
Coleridge (1772-1834), con las Baladas líricas, y Wordsworth (1770-1850), encarnan en el ideal
romántico Lord Byron (1788-1824), con La peregrinación de Childe Harold, exaltación del indivi-
dualismo, Shelley (1792-1822), con sus melancólicas odas, y John
Keats (1795-1821). En la lírica germana, Hölderlin (1770-1843)
recrea en sus odas y elegías un mundo clásico idealizado. Novalis
(1772-1801) le supera en tensión lírica (Himnos a la noche). La poe-
sía romántica francesa se inicia con Alphonse de Lamartine (1790-
1868), sentimental y melancólico en las Meditaciones poéticas. Alfred
de Vigny (1797-1863) destila pesimismo y soledad en los Poemas
antiguos y modernos. Alfred de Musset (1810-1857) encarna el «mal
del siglo»: el hastío, la angustia. Victor Hugo (1802-1885) cultiva el
exotismo en sus primeras obras (Odas y baladas, Las Orientales) y
luego, en su madurez, se torna visionario y profético. En Italia, todos
los temas de los líricos románticos se encuentran en los Cantos de
Leopardi (1798-1837).

El romanticismo de Byron no se limitó a su obra, sino que inspiró toda su vida:


espíritu aristocrático, dio escándalos que consternaron a la sociedad inglesa
y murió luchando por la libertad de Grecia.

En Rusia, el romanticismo poético surge con


Pushkin (1799-1837). En España, sobresale la figura
de José de Espronceda (1808-1842), quien entre los
excesos románticos consigue en sus obras (Poesías, El
diablo mundo) momentos de refinada melancolía. En
América Latina, la gran figura romántica es el mexi-
cano I. Gutiérrez Galván (1816-1842), aunque ten-
drá mayor influencia el argentino José Hernández
(1834-1886), autor del poema gauchesco Martín
Fierro. Son también románticos los primeros gran-
des escritores de Estados Uni-
dos, Longfellow (1807-1882) y
E. Allan Poe (1809-1849).

Formado en el enciclopedismo y plenamente romántico, Ilustración de Martín Fierro,


Larra vivió con angustia el que llamaba «el problema poema de José Hernández
nacional». Su estilo alcanza una madura perfección, en el que denuncia
pese a que murió en plena juventud. la marginación
de los gauchos.

 LA PROSA ROMÁNTICA ESPAÑOLA

Mariano José de Larra (1809-1837), en España, cultivó con gran fortu-


na la prosa didáctica y costumbrista. Larra reunió ambos géneros en sus
artículos periodísticos, satíricos y punzantes, de gran fuerza y claridad de
estilo. Ramón de Mesoneros Romanos (1803-1882) es autor también
de obras costumbristas, como sus Escenas matritentes.

641
literatura UNIVERSAL • La L iteratura en el S iglo xix

Simbolismo, Realismo, Naturalismo


A mediados del siglo XIX, el cientifismo, el
progreso técnico y material se basan en
el análisis objetivo y reflexivo de los hechos.
La literatura vuelve sus ojos a la realidad y a lo
cotidiano. La narrativa fija su objetivo en la
reproducción rigurosa de la vida. Los poetas,
en su desdén por la sentimentalidad, buscan el
mayor rigor formal y en los contenidos,
hasta traspasar la realidad visible.

Sala de lectura de la Biblioteca Nacional de París, de Henri


Labrouste (1862-1868), un exponente de la arquitectura
de hierro, triunfante en la época del maquinismo.

 LA POESÍA POSROMÁNTICA Y SIMBOLISTA

Uno de los últimos románticos, Théophile Gautier (1811-1872), había rechazado ya los excesos del
sentimentalismo y el subjetivismo. Para él, el poeta tiene que perseguir la belleza absoluta y la per-
fección formal: el poema «sólo sirve para ser bello» (teoría del arte por el arte). Estos postulados
sentaron las bases del parnasianismo, movimiento con el que más tarde se identificarían los poetas
modernistas de América Latina. La búsqueda del orden y la belleza es lo que guió por la senda de
Gautier a Baudelaire (1821-1867), el verdadero creador de la poesía moderna, que en Las flores del
mal opone a su vida atormentada estas dos metas casi incalcanzables. En esta línea se hallan asimis-
mo Verlaine (1844-1896), para quien el poema es ante todo sugestión y música, Rimbaud (1854-
1891), que escribió su breve obra poética en sus años juveniles y habló del poeta como vidente, y
Mallarmé (1842-1898), que convirtió el poema en una constelación de imágenes y sensaciones.
La evocación crea los símbolos. El simbolismo, en su empeño por desvelar el misterio y lo incog-
noscible que amaga la realidad sensible, tuvo en estos autores sus máximas figuras, para luego diluir-
se en una legión de imitadores. En la poesía anglosajona, se aproximaron al esteticismo francés los
poetas prerrafaelistas, cuyo máximo representante es Dante Gabriel Rosetti
(1828-1882). En Norteamérica, los dos poetas más eminentes
de este período son Walt Whitman (1819-1892), quien en
Hojas de hierba exaltó en versos torrenciales el hombre y la
vida, la naturaleza y la libertad, y
la poetisa Emily Dickinson (1830-
1886), que cultivó un lirismo intimis-
ta expresado con gran riqueza de
imágenes.

Los poetas Paul Verlaine (sentado,


el primero a la izquierda) y junto a
él Arthur Rimbaud, inmortalizados
en este óleo del siglo XIX, titulado
Alrededor de la mesa.

642
literatura UNIVERSAL • Simbolismo, R ealismo, N aturalismo

 BÉCQUER Y LOS POETAS DE AMÉRICA LATINA

En España, Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), romántico rezagado,


lograba en sus Rimas expresar su hondo intimismo con versos de aparente
sencillez y gran rigor formal, ricos en sentidos simbólicos y delicada musica-
lidad. La influencia de la lírica francesa es más patente entre los precursores
de América Latina del modernismo: los cubanos José Martí (1853-1895),
héroe de la independencia, y Julián del Casal (1863-1893), los mexicanos
Díaz Mirón (1853-1928) y Gutiérrez Nájera (1859-1895) y el colombiano
José Asunción Silva (1865-1896).

Bécquer, «que escribe breves poesías... que parecen


hechas de nada, ha ahondado más en el sentimiento
que los robustos fabricadores de odas y ha contribuido
más que ellos a afinar la sensibilidad» (Azorín).

 REALISMO

El género que mejor responde a los objetivos del realismo es la novela y


muchos escritores realistas se consideran deudores de los autores románti-
cos. La evolución desde el romanticismo se produce al suprimir de aquél los
elementos sentimentalistas y el subjetivismo y desarrollar la descripción de
lo local y costumbrista. Junto a la pintura de costumbres, aparece la pintura
de caracteres (que origina la novela psicológica),
ambas, a menudo, con una intencionalidad moral o crí- Portada del segundo
tica. Las primeras obras que sientan las bases del géne- volumen de las obras
ro aparecen en Francia, donde Balzac y Stendhal rela- completas del cubano
tan su propio presente. La visión social predomina en José Martí, precursor del
Balzac (1799-1850), quien en el ciclo novelístico la movimiento modernista, si
bien recibió la impronta
Comedia humana retrata a individuos de todas las cla- de Wordsworth y del
ses sociales y de todos los ambientes. Stendhal (1783- filósofo estadounidense
1842), en sus mejores novelas (El rojo y el negro, La car- Emerson.
tuja de Parma), se centra en el análisis del corazón
humano. En la valoración de las pasiones humanas y
del mundo que lo rodea profundiza Flaubert (1821-1880) (Madame Bovary),
sin renunciar a la perfección estilística.

Portada de una edición de Madame Bovary.


Honoré de Balzac
Obra maestra de Gustave Flaubert,
(retratado con el poeta
narra sin juicios subjetivos aunque
Théophile Gautier y el
con abundancia de datos, los sucesivos
actor Lemaître, ambos
desengaños sentimentales de una burguesa.
situados a su izquierda)
se inscribe por entero en
la corriente realista, aunque
fue contemporáneo
de los principales exponentes
románticos, muchos de los
cuales le sobrevivieron.

Ilustración para La cartuja de Parma,


una novela en la que Stendhal analiza
profundamente a sus personajes.

643
literatura UNIVERSAL • La L iteratura en el S iglo xix

 EL NATURALISMO
El naturalismo surge con Zola (1840-1902), que radicaliza los postulados del realismo aplicando a
los personajes y a su mundo una labor de estudio y observación similar a la del científico. En todas
sus obras, Zola denuncia la miseria y plantea la necesidad de una reforma
social (La taberna, Germinal). Dickens (1812-1870) crea la novela realista
inglesa plasmando la miseria de las clases humildes, principalmente la
infancia (Oliver Twist). De la mano de Mark Twain (1835-1910), el tema
de la niñez aparece también en la literatura anglosajona americana, en la
que Henry James (1843-1916) ofrece un retrato sarcástico de las clases altas
estadounidenses. Los grandes novelistas de la Rusia zarista, Dostoievski
(1821-1881) y Tolstoi (1828-1910), reflejan la grandeza y la miseria de los
conflictos humanos. Eça de Queirós (1845-1900), el gran maestro del rea-
lismo portugués, une el
retrato psicológico con
la ironía y una visión
sarcástica de la sociedad
lisboeta.

Retrato de Émile Zola, por


Manet. Zola aplica criterios científicos
a la narrativa: de este modo
nace el naturalismo. Ilustración de la novela
de Charles Dickens Los
documentos póstumos
del club Pickwick.

Benito Pérez Galdós,  LA NOVELA REALISTA ESPAÑOLA


novelista empeñado en
En la literatura española, el realismo tiene precedentes
captar la esencia del
alma de España aen Cervantes y en la novela picaresca, incluso en el cos-
través de su historia, de
tumbrismo romántico. No existe, en cambio,
su ambiente social y de
una tradición novelística sólida. Juan
sus tipos humanos.
Valera (1829-1905) y José María de
Pereda (1833-1906), entre otros,
presentan una realidad idealizada. El primer exponente
español de la novela realista española es
Benito Pérez Galdós (1843-1920), que retrata
con igual maestría la psicología de los personajes y el Las teorías
ambiente en que se enmarcan (Fortunata y Jacinta). literarias
Próximo a Flaubert, en el rigor documental y la exigencia de la condesa
estética, se halla Leopoldo Alas «Clarín» (1852-1901), que de Pardo Bazán
cumple con creces ambos objetivos en La Regenta, una de están contenidas
en su ensayo La
las obras cumbres de la narrativa española. El naturalismo cuestión palpitante,
no fue seguido con igual fortuna, y únicamente el valen- en el que acepta el
ciano Blasco Ibáñez (1867-1928) se aproxima a la novelís- naturalismo en boga,
tica de Zola. Emilia Pardo Bazán (1851-1921) sólo tomó pero con reservas en cuanto
de aquél la crudeza de los temas y las situaciones, es decir, a la elección de temas.
los aspectos formales, para caer también en el costumbrismo
(Los pazos de Ulloa).

644
literatura UNIVERSAL • Simbolismo, R ealismo, N aturalismo

 LA RENOVACIÓN TEATRAL

La gran renovación teatral se produce en los países escandi-


navos en los que impera la tendencia realista. El noruego
Henrik Ibsen (1828-1906), tras haberse iniciado con un tea-
tro histórico de corte nacionalista, que abandonó después por
los dramas poéticos (Peer Gynt), crea el teatro realista y de
ideas, con obras como Un enemigo del pueblo y Casa de muñe-
cas. Ibsen hizo del escenario una tribuna para el debate y la
denuncia social. El sueco August Strindberg (1849-1912),
que Ibsen consideró su sucesor, con su determinismo pesi-
mista y descarnado produce las primeras obras del teatro
naturalista (La señorita Julia). Más adelante, se orientó hacia
un teatro de corte simbolista (Sonata de espectros).
El ruso Anton Chejov (1860-1904), uno de los maestros
del relato breve, crea en su obra dramática un fresco de per-
sonajes doblegados por el fracaso y el hastío, incapaces de
acomodarse a los cambios de un mundo que les resulta cada
vez más ajeno. En lengua francesa, el poeta belga Maurice Ilustración de una edición de 1915
Maeterlinck (1862-1949) logra con El Pájaro Azul una de de La casa de las granadas, una colección
las obras más representativas del simbolismo. En Inglaterra, de relatos de Oscar Wilde. Este autor
Oscar Wilde (1854-1900), esteticista y decadente, también manifestó: «He volcado mi genio en mi vida;
conocido por su novela El retrato de Dorian en mi obra, sólo mi talento».
Gray, escribe comedias elegantes con
ingeniosos diálogos. En Salomé recreó un episodio bíblico con una exótica
sensualidad. Bernard Shaw (1856-1950), de origen irlandés, debutó con
obras de crítica social, que fue suavizando en piezas de tono más modera-
do (Pigmalión).

Anton Chejov, renovador del relato breve


y del teatro en Rusia, retrata con maestría
una clase media y burguesa de provincias
fácilmente trasladable
a otros países europeos
de su tiempo.

Miguel de Unamuno dedicó


todo su esfuerzo a comunicar
a los demás sus problemas
personales, de ahí que los
personajes, más que seres humanos,
 EL TEATRO ESPAÑOL son encarnaciones de sus ideas.

El drama romántico se había convertido


en un género de mero entretenimiento para la burguesía acomodada, sin
otra influencia del realismo que la preferencia por los temas contem-
poráneos. En España, tras el romanticismo artificioso y recurrente de
Echegaray (1832-1916), primer premio Nobel de la literatura espa-
ñola, Tamayo y Baus (1829-1898) se decanta por el costumbrismo.
Tan sólo Galdós y, más tarde, Unamuno (1864-1936) se incorpora-
ron a las corrientes europeas del teatro de ideas.

645
literatura UNIVERSAL • La L iteratura M undial en el S iglo xx

Movimientos Vanguardistas
e Individualismo
La audaz y
vanguardista
En el siglo XX, la humanidad se enfrenta a dos arquitectura
guerras mundiales. El progreso, entendido como un de la catedral
caminar hacia la felicidad individual y colectiva, entra de Brasilia,
en crisis y, con él, el peso del pasado y la tradición, obra de Oscar
hasta el sentido de la historia y de la vida Niemeyer.
misma. En adelante, el escritor sólo
dependerá de criterios estrictamente
personales. La literatura se
enriquece con tendencias y puntos
de vista muy diversos.

 LA POESÍA EUROPEA

La crisis es un rechazo de la tradición y, en igual medida, de un presente adverso.


Los movimientos vanguardistas se proponen adelantar el futuro. El cubismo,
con Guillaume Apollinaire (1880-1918), pretende reflejar todas las caras de la
realidad y de manera simultánea, uniendo imágenes y palabras sin relación
entre sí. El futurismo, encabezado por el italiano Marinetti (1876-1944),
exalta la realidad en un canto vitalista, tomando como símbolos la
máquina y la velocidad. El dadaísmo, iniciado por el rumano Tristan
Tzara (1896-1965), radicaliza el rechazo del pasado y del presente
que lo sustituye, aceptando sólo lo espontáneo e inmediato.

Paul Valéry no ha sido solamente un poeta, sino lo que los


franceses llaman un maître à penser,
un «maestro de pensamiento».

Desde este mismo nihilismo,


pero con una vocación constructi-
va, el movimiento surrealista, fundado por André Breton (1896-
1966), encuentra un nuevo mundo en el que situar la creación
poética: el universo de los sueños y el inconsciente, exento de
toda clase de ataduras. Ajenos a las vanguardias, otros poetas
europeos marcan la lírica contemporánea con una obra personal:
Paul Valéry (1871-1945) en Francia, clasicista en la forma y
fecundo en las metáforas, W. Yeats (1865-1939) y T. S. Eliot
(1888-1965), en el ámbito anglosajón, y Rilke (1875-1926) en
lengua alemana.

Guillaume Apollinaire inició la poesía del «nuevo espíritu» en Francia.


Romántico y simbolista al principio, se adscribió a la vanguardia más extrema
y fue uno de los teóricos del cubismo.
En la ilustración, retrato del poeta por Giorgio de Chirico.

646
literatura UNIVERSAL • Movimientos V anguardistas e I ndividualismo

 LA POESÍA ESPAÑOLA Y DE AMÉRICA LATINA

Anterior a las vanguardias, el modernismo, síntesis del parnasianismo y el simbolismo, crea un len-
guaje poético propio, caracterizado por las imágenes brillantes, la musicalidad y, en general, la sen-
sualidad. Rubén Darío (1867-1916), a partir de los poemas de Azul (1888), es la máxima figura.
Le acompañan, principalmente, el argentino Leo-
poldo Lugones (1874-1938), el mexicano Amado
Nervo (1870-1919) y los peruanos Santos Chocano
(1874-1934) y César Vallejo (1892-1938), junto a
varios poetas y prosistas españoles.

Rubén Darío, el poeta más influyente en las letras hispanas


en la transición del siglo XIX al XX.
En la foto, aparece en el centro, entre el boliviano Alcides
Arguedas y el argentino Leopoldo Lugones.

El vanguardismo está representado por el creacionismo del


chileno Vicente Huidobro (1893-1948), para quien el poema
tiene que ser una creación con sus propias leyes, y el ultraísmo,
al que se sumó el argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), pos-
teriormente volcado en la prosa. Neruda (1904-1973) transita
del posmodernismo a un lenguaje sencillo y esencial. Octavio
Paz (1914-1998) lo hará hacia una poesía culta y refinada.
Antonio Machado (1875-1939), poeta de honda sensibilidad,
parte de las influencias simbolistas y modernistas. Juan Ramón
Jiménez (1881-1958) elabora una poesía depurada.
También los poetas de la generación del 27 (1927, centenario
de Góngora), aunando tradición y renovación, se decantan por
una poesía «pura» y subjetiva. Entre los principales, se hallan,
Juan Ramón Jiménez fue una gran figura García Lorca (1998-1936), Vicente Aleixandre (1898-1984),
del modernismo poético, que luego Pedro Salinas (1891-1951), Jorge Guillén (1893-1984), etc. Tras
evolucionó hacia un estilo cada vez más la guerra civil española, Blas de Otero (1916-1979) y Celaya
despojado y esencial. (1911-1991) incorporan la temática social a su obra lírica. Pos-
teriormente, con Gil de Biedma, José Ángel Valente y Claudio
Rodríguez retornan la sobriedad y el intimismo. Les seguirán, entre el esteticismo y el experimenta-
lismo los llamados «novísimos»: Gimferrer, Martínez Carrión, Félix Grande, José Miguel Ullán
y otros.

Escena teatral
de Doña Rosita
la soltera, drama
de Federico García
Lorca basado
en el tema
de la solterona
española.

647
literatura UNIVERSAL • La L iteratura M undial en el S iglo xx

 LA NARRATIVA EUROPEA Y ANGLOSAJONA

Dos grandes autores ejercen su influencia en toda la narrativa contem-


poráea: Marcel Proust (1871-1922), para quien los recuerdos y las evo-
caciones son objeto de una decripción minuciosa, pausada y recurrente,
en el gran ciclo novelístico En busca del tiempo perdido, y James Joyce
(1882-1941) quien mediante la técnica del monólogo interior, nos va
adentrando en sus pensamientos. Sartre (1905-1980) y Albert Camus
(1913-1960) abordan el compromiso contra la injusticia desde el exis-
tencialismo. En la novelística británica, Graham Greene (1904-1991)
desarrolla en novelas convencionales los conflictos humanos en una
sociedad mercantilizada. En Estados Unidos, los escritores de la «gene-
ración perdida», encabezados por Hemingway (1899-1961) y Scott
Fitzgerald (1896-1940), expresan el pesimismo de la sociedad nortea-
mericana. Steinbeck (1902-1968) opta por la denuncia social, y Faulkner
(1897-1962) narra la lucha inútil de los hombres ante el fracaso. En la
literatura alemana, Thomas Mann (1875-1955), en su obra La montaña
Portada de un libro de cuentos mágica, plantea la narración como un contraste de ideas desde el realis-
de Francis Scott Fitzgerald. mo. Franz Kafka (1883-1924) combina simbolismo y realismo para
reflejar lo más absurdo y siniestro que puede ocul-
tar lo cotidiano. Heinrich Böll (1917-1985) recurre a la sátira para la denuncia
social. La realidad social en la posguerra es el tema del neorrealismo italiano,
deudor del naturalismo, representado por Alberto Moravia (1907-1990) y
Pavese (1908-1950).

Representación teatral de Divinas palabras,


uno de sus dramas más conmovedores
de Ramón María del Valle-Inclán.
William Faulkner basa toda
su producción en la decadencia
del sur de Estados Unidos,
tras la derrota en la guerra civil, y
el nunca resuelto problema racial.

 LA GENERACIÓN DEL 98

La narrativa española del siglo XX se inicia con el


regeneracionismo de los autores de la generación
del 98 (1898, independencia de las últimas colonias,
Cuba y Filipinas), expresado a través de la narrativa y
la ensayística. Unamuno (1864-1936) añade a los
problemas sociales y políticos de España su desa-
zón religiosa y existencial. Azorín (1873-1967) es
el prosista de la nostalgia y la evocación. Pío Baroja
(1872-1956), autor de una extensa obra novelísti-
ca, sobresale en la descripción con estilo sobrio de
personas y ambientes. Valle-Inclán (1866-1936)
comparte con los hombres del 98 su visión crítica,
pero se sitúa al margen por su acusada originalidad. Parte del modernismo, como poeta y prosista,
con las novelas cortas del ciclo de las Sonatas y las Comedias bárbaras, y desemboca en el esperpento,
que surge de la deformación de la realidad.

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literatura UNIVERSAL • Movimientos V anguardistas e I ndividualismo

 LA NARRATIVA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA

Tras la guerra civil española, Camilo José Cela (n. 1916) retrata la sociedad españo-
la con tintes tremendistas (La familia de Pascual Duarte). El realismo social se acen-
túa con Ignacio Aldecoa (1925-1969) y Rafael Sánchez Ferlosio (n. 1927). La publi-
cación de Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos (1924-1964), inicia una
nueva etapa en la que la novela española se abre a las innovaciones. En esta línea se
ubican, con estilos y temas distintos, Torrente Ballester, Juan Benet y, entre los más
recientes, V. Molina Foix, Félix de Azúa, Javier Marías, Luis Landero y otros.

 LA NARRATIVA DE AMÉRICA LATINA


Camilo José Cela
posee una
El argentino Enrique Larreta (1875-1961), influido por el simbolismo y el natu- concepción abierta
ralismo, produce la mejor novela modernista (La gloria de don Ramiro). Aún desde de la novela.
el realismo decimonónico, Mariano Azuela (1873-1952) y Alcides Arguedas
(1879-1946) introducen el tema político-social y el indigenismo. Continúan esta
tendencia el colombiano J. Eustasio Rivera (1889-1928), el argentino R. Güiraldes (1886-1927) y el
venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969). A mediados de siglo, los autores Borges, Miguel Ángel
Asturias (1899-1974), Alejo Carpentier (1904-1980) y Juan Rulfo (1918-1986), introducen el ele-
mento fantástico, que da lugar al realismo mágico. A partir de la década de 1960, se asiste al llama-
do boom de la literatura hispanoamericana. Se sitúan en el primer plano de la narrativa mundial
Gabriel García Márquez, galardonado con el premio Nobel en 1982, cuya obra Cien años de soledad,
es una síntesis alegórica de la historia de América Latina, de una extraordinaria imaginación crea-
dora y una mezcla fascinante de realidad y fantasía, y el
peruano Mario Vargas Llosa, que sobresale por su dominio
Miguel Ángel de las técnicas narrativas, patente desde sus primeras obras
Asturias,cuya obra
(La ciudad y los perros, Conversación en la catedral), le equi-
va más allá
del indigenismo.
paran a los más grandes maestros del género. Otras
figuras igualmente notables de este fecundo univer-
so literario son Ernesto Sábato, Carlos Fuentes,
Julio Cortázar, Múgica Láinez, Lezama Lima y Roa
Bastos.

Mario Vargas Llosa,


Jorge Luis Borges, permanente renovador
poeta y ensayista de la estética.
extraordinario.

Ernesto Sábato,
narrador de los
conflictos sociales.

Carlos Fuentes lleva


el realismo mágico a
su culminación.

Gabriel García Márquez,


creador de un mundo Augusto Roa Bastos, cuya obra
de fábula, mito está inspirada en su país
y utopía popular. y en su niñez.

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