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BIOLIXIVIACIÓN
Una pila puede llegar a contaminar hasta 600.000 litros de agua y afectar la salud y
el medio ambiente. Esta fue una de las principales motivaciones por las cuales cinco
jóvenes profesionales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y
uno de la Universidad Ricardo Palma (URP) formularon una propuesta para la
creación de una planta piloto para tratamiento de pilas y baterías a través del
método de biolixiviación.
Los jóvenes explicaron que las pilas y baterías usadas son desechos electrónicos
que contienen metales pesados, los cuales al ser liberados, producto de la
corrosión, afectan la salud y el medio ambiente.
Entre dichos metales pesados están el litio, que es neurotóxico y daña los riñones;
el cadmio y el mercurio son cancerígenos; el níquel daña la piel, y el plomo afecta el
sistema nervioso, el sistema reproductor y los riñones. Así, surgió la idea de generar
una planta de tratamiento mediante la biolixiviación.
En tal sentido, reciclar pilas y baterías es importante, refirió, porque evita impactos
nocivos al medio ambiente, disminuye el consumo de recursos para producir
materias primas y protege la salud de las personas evitando enfermedades
respiratorias, neurológicas, renales, gastrointestinales, entre otras.
No tirar las pilas junto con la basura, usar pilas recargables, reciclar pilas y baterías y
depositarlas en el contenedor más cercano, fueron algunas de las recomendaciones
que hicieron los integrantes del equipo de trabajo, tras la ceremonia de
inauguración de la planta piloto realizada en el auditorio de la Facultad de Ciencias
Biológicas de la URP, el miércoles 4 de febrero.
“Estos jóvenes honran a las instituciones donde han sido formados
profesionalmente: la UNMSM y la URP. Felicito a los muchachos que, en conjunto,
han dado forma a este proyecto y han hecho posible que no se quede en solo una
posibilidad, sino que está dando frutos con la inauguración de esta planta piloto”,
subrayó el rector de la URP, Dr. Iván Rodríguez Chávez.
En la reunión también estuvo presente el director de la Escuela de Posgrado de la
UNMSM, Dr. Javier Rojas Villanueva, quien saludó dicha iniciativa y auguró éxitos a
los integrantes del equipo de trabajo.
BATERÍAS BIODEGRADABLES PARA
DISPOSITIVOS MÉDICOS INTELIGENTES
Unas baterías fabricadas con pigmentos de la tinta de la sepia pueden servir como
fuentes de energía comestible y soluble para nuevos tipos de dispositivos médicos.
Investigadores dirigidos por el científico de los materiales de la Universidad
Carnegie Mellon (EEUU), Christopher Bettinger, han hecho una demostración de la
nueva batería. "En vez de usar litio y electrolitos tóxicos que funcionan muy bien
pero no son biocompatibles, escogimos materiales sencillos de origen biológico",
explica Bettinger.
Los materiales de los que están hechas las baterías convencionales no son seguros
dentro del cuerpo a menos que vayan encapsulados en aparatosas fundas
protectoras que hay que acabar retirando quirúrgicamente. Un dispositivo
electrónico que se pudiera tragar o implantar en el cuerpo sin producir daños
podría hacer un seguimiento de la curación de heridas y de la progresión de las
enfermedades, administrar fármacos y permitir la creación de sensores y
estimuladores neurológicos y cardiovasculares más sensibles.
Otra empresa, Proteus Digital Health de Palo Alto, California (EEUU) produce un
sistema personal de seguimiento de la salud que incluye pastillas que contienen
etiquetas identificativas. Un pequeño chip que almacena un número de
identificación se mete entre dos láminas de metal que funcionan como una batería
parcial, algo que el director tecnológico de la empresa, Mark Zdeblick, denomina
"pila biogalvánica". Cuando uno se traga la pastilla, los metales entran en contacto
con iones en el estómago, activando el dispositivo al permitir que la corriente fluya
entre las láminas de metal. El chip modula la corriente que fluye entre las láminas
para producir un débil campo eléctrico que detecta un parche que lleva el paciente.
Esto permite a la gente y a los profesionales sanitarios vigilar cuándo se toman sus
medicamentos.
Las baterías de metal-aire tienen el potencial de almacenar más energía que las
baterías de ión-litio, que hoy día se utilizan en vehículos eléctricos y algunas
aplicaciones de la red eléctrica. Dependiendo de los materiales utilizados, las
baterías de metal-aire también podrían ser menos caras que las baterías de plomo-
ácido, que son las baterías recargables más baratas y que se utilizan con más
frecuencia.
Aunque las baterías parecen ser una buena solución para su uso en torres de
telecomunicaciones, podría pasar tiempo antes de que se utilicen en automóviles.
Las baterías de metal-aire son una tecnología interesante dentro del ámbito de los
coches puesto que tienen el potencial de almacenar tres o cuatro veces más
electricidad que las de ión-litio, lo que podría ampliar la autonomía de los vehículos
o hacer posible el uso de paquetes de baterías más pequeños y baratos. "No
hemos llegado hasta ese punto ni de lejos", señala Friesen, aunque la tecnología
almacena más energía que las baterías de plomo-ácido.
En teoría los materiales podrían permitir a un coche eléctrico hacer 900 kilómetros
con una carga, cinco veces más de lo que son capaces la mayoría de los vehículos
eléctricos actuales, según los investigadores que desarrollan la tecnología y que
están en el Laboratorio Nacional Argonne en el Instituto Tecnológico de Illinois
(EEUU). Sustituir el líquido de los electrodos en una estación de servicio tardaría
apenas unos minutos. En comparación, incluso las estaciones de carga más rápidas
para las baterías convencionales tardan una hora en dar una carga completa.
La autonomía limitada y los largos tiempos de carga son dos de los grandes retos a
los que se enfrentan los coches eléctricos. Los electrodos líquidos podrían servir
para ampliar la autonomía de los vehículos al aumentar la cantidad de energía que
son capaces de almacenar las baterías y, como harían falta menos componentes
para almacenar energía, también podría servir para que fueran más baratos.
Además, las baterías de electrodos líquidos también pueden ser más seguras que
las convencionales, según el gestor de programas de la agencia que financia este
estudio, la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación en Energía (ARPA-E
por sus siglas en inglés), Ping Liu. Los materiales de los electrodos positivo y
negativo se almacenarían en tanques separados y no dentro de la misma celda de
batería como sucede en las baterías convencionales. Esto podría impedir los
cortocircuitos y el calentamiento que pueden hacer que las baterías de ion litio se
incendien.
Los combustibles recargables aún están en las primeras fases de investigación, pero
a ARPA-E le parecen lo suficientemente prometedores, y ha anunciado que
financiará a cuatro grupos que están desarrollando la tecnología. Además del
proyecto de Illinois, la agencia también respalda proyectos de General Electric, el
Laboratorio Nacional de Energías Renovables y de 24M una spin-off del Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés).
Por el momento los investigadores de Illinois han hecho una demostración con una
pequeña batería de "media celda" que usa un electrodo líquido y uno sólido. Para
su proyecto para ARPA-E, que ha recibido 3,4 millones de dólares de financiación
(unos 2,5 millones de euros) y que empezó el mes pasado, planean construir un
prototipo que usa líquido para ambos electrodos, tanto el negativo como el
positivo. Esta batería debería poder almacenar un kilovatio-hora de energía, lo
suficiente para conducir unos cuantos kilómetros.
En las baterías de los coches eléctricos convencionales, hasta un 75% del material
que contiene la batería consiste en componentes que no almacenan energía: el
empaquetado de las celdas, sensores, conexiones eléctricas, sistemas de enfriado y
demás. Para almacenar energía líquida, al menos en teoría, gran parte de esos
materiales se pueden eliminar, lo que reduce el tamaño y el coste de las baterías.
La clave es separar los materiales que almacenan energía de las estructuras que se
usan para extraerla y crear una corriente eléctrica. En una batería convencional cada
capa de material de electrodo se empareja con una lámina de aluminio y una
membrana plástica que permite a los electrones e iones fluir, creando una corriente
eléctrica. Si quieres almacenar más energía, tienes que añadir más capas de
aluminio y plástico.
Los electrodos líquidos no son algo nuevo, llevan tiempo usándose por ejemplo
como parte de unos dispositivos que se llaman baterías de flujo, pero suelen
almacenar la energía en una dilución que necesita demasiado volumen como para
poder usarla en un coche. Algunas baterías tienen electrodos fundidos que están
mejor adaptados a aplicaciones fijas. Cada uno de los proyectos de ARPA-E tiene
como objetivo encontrar formas de aumentar la densidad energética de los líquidos
en un orden de magnitud. La spin-offdel MIT, 24M, es pionera en este campo, pues
ya ha demostrado que se pueden suspender concentraciones altas de polvos de
electrodo convencionales densos en energía en un líquido y extraer energía de ellos
(ver "Una batería de coche a mitad de precio"). El principal desafío es lograr una
conductividad eléctrica lo suficientemente alta para que dé lugar a una batería
práctica.
Los investigadores de Illinois siguen un enfoque parecido. Hacen hincapié en el uso
de polvos a nanoescala que se pueden suspender en concentraciones muy altas y
aún así fluir con facilidad, gracias a las propiedades específicas de las partículas a
una escala tan pequeña. También han desarrollado una forma nueva de extraer
corriente eléctrica de las partículas, y esperan que esto les permita aumentar la
conductividad. Los detalles se mantendrán en secreto hasta que no hayan
presentado todas las patentes.
Las baterías con electrodos líquidos tienen algunos inconvenientes potenciales. Las
nanopartículas se pueden degradar rápidamente, y los investigadores sólo acaban
de empezar a diseñar todo el sistema. Necesitan dar con un mecanismo para
bombear los materiales de forma eficiente y otro para fabricar la batería de forma
barata. Y para recargar los coches rellenando los tanques con material nuevo habría
que instalar una nueva infraestructura, lo que puede resultar caro.
Mientras tanto, las baterías convencionales son cada vez más baratas y las mejoras
en la tecnología están haciendo que sean cada vez más rápidas de recargar (ver
"Tesla está a la cabeza de la innovación en los coches eléctricos" y "Tesla quiere
cargar los coches eléctricos en cinco minutos").
UNA BATERÍA DE LITIO MÁS SEGURA Y
EFICIENTE PLANEA SU "AGRESIVA" LLEGADA
AL MERCADO
Hace décadas que los científicos saben que las baterías de metal de litio ofrecen
una potente combinación de densidad energética y tamaño compacto. Por
desgracia, estas también presentan retos: son difíciles de recargar y tienen la
desafortunada tendencia de acabar en llamas.
Específicamente, Hu apunta a los drones de gran altitud y los globos que están
siendo desarrollados para proporcionar acceso wifi en zonas remotas. "Necesitan
alimentarse con baterías, pero su duración actual es muy baja y las baterías pesan".
La nueva batería de SolidEnergy Systems, afirma, proporciona "la misma
capacidad en la mitad de volumen y la mitad de peso".
Foto: El pasado otoño, SolidEnergy Systems demostró un prototipo que tiene la mitad
del tamaño de una batería de iPhone 6 pero proporciona más vida útil por
carga. Crédito: SolidEnergy Systems.
Las baterías de iones de litio, que se encuentran en la vasta mayoría de los móviles
y vehículos eléctricos actuales, emplean una variedad de compuestos de óxido de
litio para el cátodo y un material distinto al litio (normalmente grafito) para el
ánodo. Las baterías de metal de litio, en cambio, emplean un ánodo metálico de
litio. Hace mucho que se sabe que las baterías de metal de litio ofrecen densidades
energéticas mayores, pero su volatilidad las hace problemáticas.
Un nuevo informe de Lux Research ha concluido que para llevar una nueva
tecnología de almacenaje energético a mercado son necesarios casi 900
millones de euros a lo largo de seis años.