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Ética de máximos y mínimos

La ética de mínimos hace referencia a las condiciones y comportamientos


mínimos de convivencia comunes en los diferentes ámbitos sociales en el mundo,
tiene que ver con el deseo general de encontrar una mejor comunicación
y entendimiento, incluyendo las necesidades básicas de toda cultura
y/o civilización para hacer más amigables las inevitables relaciones con los
demás. Estos deberes y derechos mínimos son denominados como éticas de
justicia y constituyen el “momento deontológico” de la ética.
La ética de máximos es la ética de la felicidad, es decir, se refieren al bien y la
autorrealización personal, pues intentan dar razón del fenómeno moral a partir de
propuestas de vida buena, contiene una idea de vida planificada y medios para
conseguirla. Esta ética propone una forma de vida digna de ser vivida dentro de
una visión religiosa o laica; y constituye el “momento teológico” de la ética.
Se entiende que actualmente según el concepto anterior Los máximos son los
ideales de vida buena, los modelos de excelencia que cada persona considera
como más perfectos y los que aspira. Ocurre que estos modelos de perfección
tienen un carácter individual en el sentido en que no se pueden exigir a todo el
mundo ya que no todos compartimos la misma jerarquía de valores.
Aquí podemos ubicar a las éticas griegas y medievales, al utilitarismo y a las
éticas comunitaritas. Son éticas que invitan a una vida feliz, para la cual dan
consejos desde la experiencia vivida. En la sociedad existen distintas propuestas
de vida buena, de felicidad, de plenitud.

Las éticas de máximos hablan del bien, la felicidad, las virtudes y suelen dar
consejos de prudencia para orientar las acciones en general, estas éticas
consideran que la vida tiene una finalidad que es su plenitud, vivir bien y hacer el
bien.
Sin embargo, la ética de mínimos está formada por los elementos básicos en los
que todos podemos estar de acuerdo y que posibilitan la convivencia y la
tolerancia.
Es el nivel de mínimos el que asegura el respeto y la vida democrática.
a) En las éticas profesionales y en las éticas aplicadas, para poder tomar
decisiones morales a pesar de asumir diferentes creencias morales y religiosas.
Es el caso de los códigos de ética de algunas profesiones, que representan esos
mínimos a pesar de que sus profesionales sean católicos, evangelistas o ateos.

b) Una ética mínima requerida por la sociedad en su conjunto, aunque sus


ciudadanos puedan asumir diferentes creencias morales y religiosas. Dichos
mínimos contenidos en las constituciones políticas así como en otras normas
jurídicas.

c) También se manifiestan estas éticas mínimas en la búsqueda de una ética


universal. Ahí están las declaraciones internacionales sobre los derechos
humanos, entre otras. Por eso se sostiene que son mínimos transculturales.
Un ejemplo es Nosotros somos los encargados de la construcción de nuestro
mundo moral, porque somos los encargados de formular juicios morales, de
aprobarlos y transmitirlos formando parte de una sociedad. Por ejemplo los
ciudadanos se acostumbran a que sea el estado quien decida. No se dan cuenta
de que son las personas, y no el estado, las que tienen que buscar soluciones. La
moral cívica (es decir, lo que es moralmente correcto y lo que no lo es) la tienen
que hacer las personas. En una sociedad democrática, los políticos son elegidos
para tomar decisiones políticas, no para tomar decisiones morales, pues eso es
cosa de los ciudadanos.
En conclusión: Lo racional (mínimo) pues cuando tengo algo por justo no estoy
expresando un sentimiento meramente subjetivo o grupal, relativo a mi cultura o
circunstancia, sino que pretendo que lo tenga por justo cualquier ser racional que
quiera pensar moralmente, esto es, que se sitúe en condiciones de imparcialidad y
de universalidad, válidas en todas las circunstancias, referidas a normas
universales que se han ido concretando en los derechos humanos, derechos que
la humanidad ha aprendido a través de la historia, a los cuales sería ya inmoral
renunciar, y que por ende son transmitidos.
Lo razonable (máximo) pues intentan ofrecer ideales de vida buena. Cuando tengo
algo por bueno, por felicitante, no puedo exigir ni imponer que cualquier ser
racional también lo tenga por bueno, porque ésta sí que es una opción subjetiva,
aunque puedo aconsejar seguir su conducta.
Aprender a vivir en tolerancia.

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