Está en la página 1de 7

148 TREVOR J.

DADSON

como sus compañeros en Leuctra triste, de haber llegado a ser el cadáver verdadero y
no el cadáver viviente en que se ha convertido-la nada, este terrible no ser.
Los intertextos del poema son varios, el primero ya lo hemos señalado: Arquíloco
de Paros y su cínico poema sobre el abandono de su escudo en el campo de batalla:

Algún Sayo alardea con mi escudo, arma sin tacha,


que tras un matorral abandoné, a pesar mío.
Puse a salvo mi vida. ¿Qué me importa el tal escudo?
¡Váyase al diantre! Ahora adquiriré otro no peor3.

El cinismo de estos versos estriba en que el escudo es «el arma que protege el
flanco del compañero inmediato, el emblema del coraje del guerrero, que nunca debe
perderse. <Volved con el escudo o sobre el escudo>, se decía en Esparta»4 . Al abandonar
su escudo, el espartano anónimo de «En Esparta después de Leuctra triste» no sólo ha
conseguido salvarse a sí mismo sino poner en mayor peligro la vida de su compañero,
de ahí, en parte, el desprecio de los que lo reciben.
Si hay una referencia implícita a Arquíloco de Paros, también la puede haber a
Pedro Darnián, protagonista del cuento «La otra muerte» de Borges y otro cobarde que
abandona el campo de batalla (de Masoller): «la sombra del entrerriano volvió a su
tierra. Volvió, pero debemos recordar su condición de sombra. Vivió en la soledad, sin
una mujer, sin amigos; todo lo amó y lo poseyó, pero desde lejos, como del otro lado de
un cristal>> 5 .
El segundo intertexto propiamente dicho viene nombrado en el mismo poema:
Tirteo, poeta elegíaco griego (floreció hacia 684 a. de C.) que escribió cantos marciales,
llenos de hechos heroicos y valerosos, para animar a los soldados. En efecto, los versos
2- 7 imitan uno de los fragmentos más extensos de su obra, el Fragmento 7. Trátase del
desertor que vuelve a su pueblo donde solamente encuentra desprecio, desprecio de su
padre, su madre, los niños y su mujer; todos lo evitan y lo huyen, como él huyó del
campo de batalla. Para Tirteo no había nada mejor que morir en la batalla, peleando por
la patria y los hijos:

Pues es hermoso morir si uno cae en la vanguardia


cual guerrero valiente que por su patria pelea.
Que lo más amargo de todo es andar de mendigo,
abandonando la propia ciudad y sus fértiles campos,
y marchar al exilio con padre y madre ya ancianos,
seguido de los hijos y la legítima esposa.
Porque ése será un extraño ante quienes acuda

Antología de la poesía lírica griega (Siglos VII-IV a.C.), selección, prólogo y traducción
3

de Carlos García Gual (Madrid: Alianza, 1998), p. 25.


4
García Gual, Antología de la poesía lírica griega, p. 25.
5
José Luis Borges, «La otra muerte», de El Aleph (Buenos Aires: Emecé, 1957), p. 77.

-
Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Trevor J. DADSON. Julio Martínez Mesanza y la poesía épica

-t .. Centro Virtual Cervantes


150 TREVORJ. DADSON

nada seré, ni el humo, ni la nada


adaee aada
del cadáver
e ada e

Las vocales rimantes resuenan como ecos hasta los últimos sonidos del verso:

en Leuctra triste
tra tri te

Es esa capacidad de darle la vuelta a un tema archiconocido, de sacar algo nuevo


de escenas trilladas, la que convierte la poesía épica de Julio Martínez Mesanza en
mucho más que un canto a la guerra, a la patria, al héroe, y que la hace muy moderna
y pertinente para nuestros días. De hecho, como todo buen lector puede apreciar en
seguida, su poesía es todo lo contrario a un canto heroico. Aquí el canto, si canto lo
podemos llamar, es elegíaco. Mientras que Tirteo habla del guerrero espartano en
general y las virtudes y valores que debe tener, Martínez Mesanza escoge a un espartano
en particular (aunque sin nombrar) y lo coloca en una batalla específica, no una
cualquiera sino una en la que Esparta sufrió una de sus peores derrotas. La huida de
nuestro soldado es racional y explicable si acaba de ver morir a unos 4.000 compañeros.
¿Qué gana Esparta con su muerte? Con una muerte más no va a ganar la batalla, que ya
es perdida. El superviviente puede volver a luchar otro día y en otra batalla, pero no es
así la ética espartana, como demuestran los versos citados arriba de Tirteo (y de Calino)
y las propias palabras del anónimo narrador de nuestro poema: «Yo abandoné mi
escudo. Soy el triste». Él sabe cuál es esta ética, sabe que de ahora en adelante está
condenado a ser «el cadáver no sido en Leuctra triste».
«En Esparta después de Leuctra triste» es el cuarto poema de la sección «Nostoi»
de la colección Europa, y fue publicado por primera vez en 1986. Esta sección de
Europa tiene que ver con la palabra «nostalgia», y tiene como tema principal el regreso
del combatiente a su patria, que es lo que significa «nostoi» en la lírica griega. Son
poemas que se remiten a los valores, valores como la dignidad, la soledad, la bondad,
la negación. Pero también se destaca lo frágil que es la vida humana, lo difícil que es
sostener estos valores: aquí los héroes son seres solitarios, tristes y marginados,
marginados muchas veces por sus propias debilidades que paradójicamente los hacen
más humanos.
Un crítico ha llamado la poesía de Julio Martínez Mesanza «Una épica convalecien-
te» 8 , término desafortunado en nuestra opinión, porque podría inducir al lector a pensar
que está ante una épica que ha sufrido una pérdida de facultades, una épica débil, cuando
más bien la épica de Julio Martínez Mesanza es como la concibió Virgilio en este

8
Emilio Quintana, «Una épica convaleciente», Ideal (Granada), 15-XII-1986. Es una reseña
de Europa (1986).

-
Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Trevor J. DADSON. Julio Martínez Mesanza y la poesía épica

-t .. Centro Virtual Cervantes


JULIO MARTÍNEZ MESANZA Y LA POESÍA ÉPICA 151

espléndido verso: «sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt»9-la tremenda


tristeza de la vida humana que el poeta latino describió en los últimos y memorables
versos con los que acabó su gran poema épico: «ast illi solvontur frigore membra /
vi taque cum gemitu fugit indignata sub umbras» («a él se le desatan los miembros de
frío/ y se le escapa la vida con un gemido, doliente, a las sombras») 10 • El poema no
termina con el estruendo de las armas, con una victoria gloriosa y épica, sino, en
palabras del propio Martínez Mesanza en un poema suyo reciente, con «el eco de ese
grito / de indignación que lanza el alma cuando / se la arranca del cuerpo que ha
usurpado» 11 • De esta forma, la épica de Martínez Mesanza se aproxima a la definición
lanzada por Julio López: «La intencionalidad, perceptible, de la poesía épica, abstraída
de su pluralidad de temas, se orienta siempre hacia la decepción y el desencanto más
globales» 12 • Por tanto, tiene razón Quintana cuando llama nuestra atención hacia «la
[épica] del descanso del guerrero, la del desertor o el cobarde, la del que lucha y
comprende en su tomo la ternura de lo horrible». La épica de Martínez Mesanza es una
épica muy humana, y, por eso, muy clásica.
Hermano poético del que abandona su escudo en Leuctra y quisiera, al final del
poema, haber sido un cadáver de verdad y no el «cadáver no sido» en el que se ha
convertido, es el protagonista del poema «El desertor», también de la sección «Nostoi»:

Después de la marea de los siglos


he buscado en los campos de Kosovo
el cadáver de un hombre. De él sabía
que en el primer momento de la carga
había huido y que, después, jinetes
veloces lo alcanzaron junto a un árbol.
La memoria me ha guiado hasta ese árbol
para desenterrar allí un cadáver
y ver en él señales de mi huida 13 •

El perseguidor y el perseguido resultan ser la misma persona: en la guerra, como


en la vida, el otro siempre es el mismo, más bien es uno mismo 14 • «Quisiera estar del

9
Virgilio, Eneida, I, 462.
10
Virgilio, Eneida, XII, 951-52.
11
Son versos que proceden de su poema «De lo que fue la dicha y fue el infierno», publicado
por primera vez en T. J. Dadson, «Julio Martínez Mesanza», La expedición. Los caminos de la
escritura, 9 (Zaragoza, 1999), 24-26.
12
Julio López, Poesía épica española (1950-80). Antología (Madrid: Ediciones Libertarias,
1982), p. 27.
13
Europa, p. 75. Interesa señalar que «El desertor» precede inmediatamente a «En Esparta
después de Leuctra triste» en la colección; subraya así el poeta la coherencia de su visión: ambos
prota~onistas huyen y se convierten en cadáveres, para sí mismos y para los demás.
4
La influencia de Borges en este concepto es innegable, como podemos ver del siguiente
extracto de su cuento «Biografía de Tadeo Isidoro Cruz»: «Comprendió que un destino que no
es mejor que otro, pero que todo hombre debe acatar el que lleva adentro. Comprendió que las
jinetas y el uniforme ya le estorbaban. Comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro

-
Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Trevor J. DADSON. Julio Martínez Mesanza y la poesía épica

-t .. Centro Virtual Cervantes


152 TREVOR J. DADSON

lado de los otros», dice el poeta/narrador anónimo de «He soñado de nuevo con jinetes»
(Europa, p. 67), concepto que cobra más vida borgiana, si cabe, en «Alcazarquivir», de
su libro Las trincheras, de 1996:

ver que la soledad que nos recibe


es nuestra estéril alma, que la yerma
lejanía nosotros mismos somos;
y que somos también el enemigo ... 15

El destino que une tanto a héroes como a cobardes, al uno y al otro, es tema de
«Máscaras micénicas», también de «Nostoi»:

Se atrevieron, y el arco fue tensado,


y la flecha hirió el aire y dio en la carne.
Ningún error empaña su violencia:
sólo es error aquello que no hicieron.
Junto al cobarde sin embargo yacen,
junto al adulador y junto al necio,
y entristece pensar en su destino 16 •

En la muerte no hay diferencias: el héroe descansa eternamente al lado del cobarde,


del adulador y del necio; el destino sí que es triste, pero más triste es el destino de
Egisto, una de las máscaras micénicas (junto con Agamenón y Orestes) de que habla el
poema que acabamos de comentar, y otro hermano poético del protagonista de «En
Esparta después de Leuctra triste».
A Egisto lo encontramos por primera vez en el poema muy emblemático (y muy
borgiano) «Víctima y verdugo»:

Soy el que cae en el primer asalto


entre el agua y la arena en Normandía.
Soy el que elige un hombre y le dispara.
Mi caballo ha pisado en el saqueo
el rostro inexpresivo de un anciano.
Soy quien mantiene en alto el crucifijo
frente a la carga de los invasores.
Soy el perro y la mano que lo lleva.
Soy Egisto y Orestes y las Furias.

gregario; comprendió que el otro era él [ . .. ] gritó que no iba consentir el delito de que se matara
a un valiente y se puso a pelear contrar los soldados, junto con el desertor Martín Fierro»
(«Biografía de Tadeo Isidoro Cruz», de la colección El Aleph (Buenos Aires: Emecé, 1957), p.
57).
15
Julio Martínez Mesanza, Las trincheras (Sevilla: Renacimiento, 1996), p. 13.
16
Europa, p. 78.

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Trevor J. DADSON. Julio Martínez Mesanza y la poesía épica
~-.. Centro Virtual Cervantes
JULIO MARTÍNEZ MESANZA Y LA POESÍA ÉPICA 153

Soy el que se echa al suelo y me suplica 17 •

En una serie de versos lapidarios-ninguna frase o sentencia dura más de dos


versos, y la mayoría son de un verso sólo-y como si estuviéramos mirando por un
telescopio al revés, el poeta nos lleva desde la época moderna (el asalto y desembarco
en Normandía en junio de 1944) a los tiempos clásicos (Egisto y Orestes), pasando por
el Renacimiento («el saqueo») y las Cruzadas medievales («en alto el crucifijo»). Lo que
une a todos estos tiempos históricos son el último y antepenúltimo versos: «Soy el perro
y la mano que lo lleva/ ... / Soy el que se echa al suelo y me suplica». Al subrayar la
indisolubilidad del concepto de víctima y verdugo (o de perseguidor y perseguido, como
en el poema «El desertor»), el poema da un nuevo enfoque al tiempo histórico al revelar
su unicidad. En el fondo, nada cambia a pesar del fluir del tiempo 18 •
Egisto es el antihéroe por antonomasia para los griegos, «el <malvado> por
excelencia de la tragedia griega» 19 , el que cometió adulterio con la mujer (Clitemnestra)
de un gran guerrero (Agamenón), aprovechando el que éste peleara fuera del país. A tal
persona se le niega todo: la luz y la casa, símbolos tradicionales de la hospitalidad en
Grecia, hospitalidad que no merece Egisto por ser una figura abominada por todos:

Aquel que no merece luz ni casa,


que antes de haber nacido ya ha pecado.
Aquel que miente y sobrevive en vela,
que ama a la esposa del mejor guerrero.
El triste. Aquel que no es feliz ni hermoso.
Aquel que usurpa, Egisto, aquél, la sombra20 •

Al ser el resultado del incesto cometido entre Tiestes y su hija Pelopea, Egisto es
un tipo de pecado original avant la lettre, por tanto es, o debería ser, una figura
merecedora de nuestra compasión. Sin embargo, es un ser marginado y despreciado: «El
triste. Aquel que no es feliz ni hermoso», frases que nos recuerdan el verso 6 de «En
Esparta después de Leuctra triste»: «Yo abandoné mi escudo. Soy el triste». El poema

17
Europa, p. 20.
18
Como dice Julio López: «Habrá que puntualizar[ ... ] en la poesía épica de la que vamos
a ocuparnos, un deseo claro de recoger en sus líneas maestras cualquier registro coral que conecte
con el fluir colectivo de la historia» (Poesía épica española, pp. 15-16). También vienen muy a
propósito aquí unas recientes declaraciones del periodista Adam Michnik: «Mucho más cómodo
es sentirse víctima que verdugo. Por eso solemos esconder en los rincones de la memoria las
injusticias que cometemos con 9tros, pero mantenemos siempre a mano el recuerdo de las que
cometieron otros con nosotros. Esa suele ser precisamente la venganza de los fantasmas que hay
guardados en los armarios de Europa ... La experiencia de los Balcanes demuestra que las
víctimas se contagian también con el odio de los verdugos, con su mentalidad y su
comportamiento» («En los armarios de Europa hay fantasmas», El País, domingo 16 de abril de
2000,¡,p. 8 y 9).
1
En palabras de Luis Alberto de Cuenca, «Julio Martínez Mesanza», Ínsula, 543 (1992),
26.
20
Europa, p. 82.

-
Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Trevor J. DADSON. Julio Martínez Mesanza y la poesía épica
-t .. Centro Virtual Cervantes
154 TREVORJ. DADSON

«Egisto» termina volviendo a su punto de partida: «Aquel que no merece luz» se ha


convertido precisamente en la falta de luz-«la sombra», igual que el protagonista de
«En Esparta» quien ya no es «ni el humo, ni la nada». Como ha dicho de este poema el
poeta y crítico Luis Alberto de Cuenca:

El poema está escrito desde el más profundo rechazo: Egisto es la «sombra»,


mientras que son la luz y la claridad los principios que nutren la obra mesanciana.
Y, sin embargo, cuánta comprensión y hasta cuánta ternura gasta, humanísimo, el
poeta en el tratamiento del adúltero 21 •

Y Egisto merece nuestra comprensión y ternura, pues, al fin y al cabo, todos hemos
nacido bajo el signo del pecado original. Los diversos narradores en la poesía de Julio
Martínez Mesanza son, casi siempre, gente marginada---desertores, cobardes, infieles,
hombres solitarios-, narradores anónimos que nos representan a todos, y que no suelen
tener voz en las grandes épicas de la vida humana. Martínez Mesanza les dota de voz
y de identidad. Incluso personajes rechazables por su conducta, como Egisto o el
espartano que abandonó su escudo, ganan cierta dignidad a sus manos. Recordemos una
frase de Borges, muy a propósito para muchos de los narradores de Martínez Mesanza:
«En vano me repetí que un hombre acosado por un acto de cobardía es más complejo
y más interesante que un hombre meramente animoso» 22 .
Si Borges es uno de los maestros espirituales de Martínez Mesanza 23, de conocerlos,
seguramente haría suyos estos versos del poeta y crítico inglés Matthew Arnold (escritos
a finales del siglo XIX), que se aproximan sorprendentemente a sus pensamientos y
filosofía poética:

... for the world, which seems


to lie before us like a land of dreams,
hath really neither joy, nor love, nor light,
nor certitude, nor peace, nor help for pain;
and we are here as on a darkling plain
swept with confused alarms of struggle and flight,
where ignorant armies clash by night24 .

21
Luis Alberto de Cuenca, «Leyendo a Julio», en Etcétera (1990-1992) (Sevilla:
Renacimiento, 1993), p. 97.
22
«La otra muerte», de El Aleph, p. 73.
23
Cfr. Miguel García-Posada: «Borges gravita también sobre esta poesía: el Borges épico
capaz de cifrar en unos pocos versos un suceso, real o mítico, o un episodio cultural» («Julio
Martínez Mesanza», en La nueva poesía (1975-1992) (Barcelona: Crítica, 1996), p. 155). Aparte
de los ejemplos traídos en este trabajo, véase también, para la influencia de Borges en la obra de
Martínez Mesanza, mi «El otro, el mismo: reflexiones sobre Europa de Julio Martínez Mesanza»,
en T. J. Dadson & D. W. Flitter (eds.), ludismo e intertextualidad en la lírica española moderna
(Birmingham: University Press, 1998), pp. 79-101, esp. pp. 94-96.
24
Matthew Arnold, The Poetical Works of Matthew Arnold (Londres & Glasgow: Collins,
s.f.), «Dover Beach», pp. 355-56.

-
Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Trevor J. DADSON. Julio Martínez Mesanza y la poesía épica
-t .. Centro Virtual Cervantes
JULIO MARTÍNEZ MESANZA Y LA POESÍA ÉPICA 155

Tienen un parecido sorprendente con este fragmento de 1996:

No tendría sentido que confiaras


en los que ven en la naturaleza
una diosa benévola o una amiga,
y no lo que es, teatro del combate
en el caso mejor, e incluso tierra
destinada al pillaje y la conquista25 .

Tal vez los fines de siglo, como los de milenio, producen estas ansiedades,
confusiones e inseguridades, pues, como dice tan acertadamente nuestro poeta:

Porque el alma no sabe lo que quiere,


pero sí lo que le harta y le repugna26 .

Y con esto, hemos vuelto al punto de partida de este somero análisis de la poesía
épica de Julio Martínez Mesanza: recordemos la tristeza del espartano que abandonó su
escudo en Leuctra triste, harto y repugnado seguramente de tanta muerte inútil. ¿El
descanso del guerrero, al volver sano y salvo a casa, o el inicio de otro periplo, esta vez
del «cadáver no sido en Leuctra triste», la muerte en vida del héroe moderno?

25
Julio Martínez Mesanza, Fragmentos de Europa, 1977-1997 (Palma: Colxlecció Poesía
de P~~er, 1998), p. XXI.
- Fragmentos, p. XXII.

Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Trevor J. DADSON. Julio Martínez Mesanza y la poesía épica
~-.. Centro Virtual Cervantes

También podría gustarte