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Iván Darío Rico Venegas Introducción a la literatura 2018-02 Universidad Nacional de Colombia

La Barbarie de la Razón y la necesidad del SER

Como comparar dos tiempos tan lejanos uno del otro, el nuestro, heredero del pasado, a pesar
de cualquier distancia temporal sean 2.500 o 400 años, aquellos valores humanos no han
cambiado, ya que continuamos siendo los mismos barbaros que en una antigüedad remota
destruían todo a su paso sin respetar tal vez lo más sagrado que la moderna razón nos ha
llevado a pensar y sentir como tal, es decir el respeto por la vida y la naturaleza, es notorio
que en pleno 2019 las gentes, más aun las que habitan en grandes ciudades, viven prevenidas
de sus semejantes temiendo encontrar el robo o hasta la muerte en frente de su casa o en
cualquier esquina de su barrio, si antes se temía que los barbaros vinieran a saquear las
ciudades ahora deberemos temer el encontrarnos de frente con uno de ellos en la calle, ya
que en nuestra sociedad actual tanto barbaros como gentiles habitamos en el mismo lugar.

En primer lugar he de referirme a la herencia de occidente, su cultura, sus valores, sus errores,
aquello que nos hace ser hombres occidentales en el mayor sentido de la palabra, de hecho
solamente si nos fijamos en la palabra con la que esta civilización se ha llamado
paulatinamente a sí misma podremos denotar que hace referencia a nuestra ubicación espacial
terrestre respecto a la dirección donde el astro sol se oculta cada día, pero basta con solo
echar un pequeño vistazo al diccionario pirata de latín1 para darse cuenta que la misma raíz
de la palabra “occidente” occidere posee un significado un poco más allá de la acción de
ocultar:

Occidio, onis, f. : matanza, carnicería, exterminio (occidione occidere, exterminar,


matar hasta el último; occidioni dari, ser entregado al exterminio; in occideione
victoriam ponere, hacer consistir la victoria en el exterminio)

1
occido: intr: Caer al suelo // caer, sucumbir, morir // estar perdido // declinar (vita
occidens, el ocaso de la vida).

2
occido: tr: cortar, desmenuzar // herir // matar (se occidere, suicidarse) // causar la
muerte, la perdición // importunar.
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1 Diccionario Ilustrado Latino–Español. Publicaciones y Ediciones SPES, S.A. Barcelona.


2000. Octava Edición Colombia
Qué triste e inoportuna resulta nuestra civilización ante tal síntesis de lenguaje que nos
muestra aquello que yace en la profundidad de nuestro nombre y aún más en nuestro
inconsciente colectivo, pareciera mentira o acaso coincidencia que los valores actuales de
esta sociedad caduca descansen sobre la tumba de la naturaleza, por la cual se ha propiciado
la vida y a pesar de nuestros actos contra natura, ella hoy nos continua sustentando nuestra
existencia con innumerables sacrificios. Cuantas muertes, cuanto exterminio, cuanta
carnicería han costado las letras que nos llegan del pasado y cuanta destrucción costaron las
que se quedaron perdidas en el tiempo por los que sucumbieron ante los poderes de los
hombres que se creyeron dueños del mundo y de la naturaleza misma. Bien lo escribe
Shakespeare en Macbeth haciendo alusión una y otra vez a aquella inteligencia vital de la
cual abusamos sin medida alguna:

“… ¡De nuevo contra la Naturaleza!

¡Oh pródiga ambición, devorarás un día

lo que a tu vida da sustento! ...” 2

¿Es que acaso hemos perdido aquella capacidad sino valor que tenían nuestros ancestros
indígenas al vivir en armonía la humanidad y la madre tierra? Que perdida tan grande es no
reconocer ni recordar nuestra otra herencia, la indígena, la que indudablemente fue casi
borrada sino castigada por aquellos barbaros que de las Europas llegaron ya hace tiempo a
estas verdes y ricas tierras, digo barbaros pues trajeron su ignorancia con sigo, su inagotable
avaricia y su violencia al nuevo mundo, tal vez esto tuvo que ser así y no todo lo que trajeron
fue malo, más nuestra propia historia se ha encargado de negar lo poco que nos ha quedado,
nuestro país Colombia es un buen ejemplo del desarraigo de valores propios ya que se ha
alejado de aquella búsqueda y rescate por lo autóctono, pudiéndolo hacer, pero prefiriendo
poner por delante los intereses de países y gobiernos ajenos que como la historia nos ha
mostrado siempre han buscado ser una hegemonía mundial, veo con indignación como
nuestro país ahora se está sometiendo al sistema de valores decadente impuesto por estos
países que claramente nunca han dejado de aprovecharse de las naciones pequeñas y en vía
de desarrollo.

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2
William Shakespeare. Macbeth. Editorial La Oveja Negra. 1982. (Acto 2 Escena 4 Línea 27)
En verdad yo también quisiera creer en que el triunfo de la razón sobre toda ignorancia que
nos agobia a la humanidad actual nos llevará por el camino del progreso y el mejoramiento
de la especie humana, así como veo que muchos de nosotros todavía anhelamos esta fe como
única vía posible de cambio, al contrario cuando tenemos que enfrentarnos ante la cruel
realidad de la historia vemos con dolor y frustración que tan magnifica capacidad de
razonamiento ha sido utilizada para fines egoístas y en contra de la misma humanidad a la
que en un principio debía liberar, a lo cual Fernando Cruz Kronfly añade:

“La promesa de humanización del mundo bajo los designios y poderes de la razón y los
principios de la Solidaridad y la Fraternidad, la Libertad y la Igualdad, terminó al fin
convertida en una caricatura y en algunos casos en una macabra ironía en los
colonialismos del siglo XIX, algunos de los cuales aún sobreviven, y posteriormente en los
campos de concentración construidos por las civilizaciones más <<avanzadas >> del siglo
XX parecía ya haber terminado y dejado atrás la cola de sus horrores.” 3

Personalmente no tengo que razonar demasiado para darme cuenta en lo esencial del mundo
a simple vista y a grandes rasgos, desprestigiado por las teorías, prefiero valerme del
menospreciado sentido común que me dice que la vida y la naturaleza son valores supremos
en la escala de la belleza. A esta última Hegel en su estética la llama belleza natural,
contraponiéndola con la belleza artística, a lo que dice:

Las obras de arte son producto del espíritu humano y por ende son más bellas que las
bellezas de la naturaleza, que son imperfectas, reflejo de la belleza del espíritu verdadero;
porque si el espíritu es el Ser verdadero, lo bello es bello en cuanto es creado por él. 4

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3
Fernando Cruz Kronfly. La Tierra que atardece. Ensayo sobre la modernidad y la
contemporaneidad. Editorial Ariel. Bogotá. 1998.

4
Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Lecciones de Estética. La Pléyade. Buenos Aires. 1990.
Lo que me hace reflexionar positivamente en que no es la razón por si sola la que nos librará
de la pesadumbre de la ignorancia u oscuridad que hemos llevado a nuestras espaldas, pues
es ella solo un instrumento, una herramienta que necesita de una inteligencia superior o de la
conciencia de aquel a quien Hegel llama “Ser verdadero”, y tal vez así y solo así nuestras
obras sean cargadas de esa bella luz que podría liberar a la humanidad, pero para ello se nos
haría indispensable que el “Ser Verdadero” de cada quien tome control en cada uno de
nosotros, lo que significaría un trabajo personal e individual, pues si bien solo el espíritu es
capaz de producir el verdadero arte y la belleza artística, al parecer a Hegel se le pasó por
alto que aquel “Ser Verdadero” encuentra muy incómodo habitar al hombre que dentro de
si lleva la barbarie, es decir el error, pues si el espíritu habitara siempre en cada humano, pues
sencillamente todos nuestros actos, pensamientos y palabras, nuestras obras en general
estarían impregnadas de esa sublime belleza, y por ende el individuo, la sociedad y el mundo
se dirigirían hacia los utópicos ideales de perfección.

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